El Método para Procesos Creativos Compartidos de Luca Belcastro

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

El “Método para Procesos Creativos Compartidos” de Luca Belcastro

Charla introductoria a las actividades de Germina.Cciones... Chile 2017


dictada por Pavel Mejías, Coordinador General de los Grupos de Germina.Cciones...

Luca Belcastro1

Luca Belcastro nació en Como, Italia, el 18 de septiembre de 1964. Estudió Guitarra y


Composición en conservatorios de ese país, donde destacó como estudiante. Formó parte del circuito
oficial de compositores, cosechando premios y múltiples estrenos en escenarios de Europa,
Norteamérica y Extremo Oriente.
Paralelo a esto, desarrolló una manera particular de relacionarse con la creación y la naturaleza,
en parte alimentada por su “imaginario sobre América Latina, fruto de las escuchas musicales y las
lecturas de (su) adolescencia” (pp. 15).2

Esta sensibilidad, expresada en un respeto profundo por la naturaleza y en una admiración


inquieta de las manifestaciones humanas, de la diversidad en todas sus formas, se refleja en su manera
inclusiva de proceder y en su austeridad extrema, que valoriza “la idea del voluntariado, la solidaridad,
el ponerse a disposición, adaptándose a las situaciones que se presentan en el camino”. (pp. 97). Esta
actitud hacia la vida, comprometida, invita a su vez al compromiso y a prestar especial atención a los
ideales que la animan, materializados en acciones concretas que los respaldan. En un mundo de
palabras vacías, esta muestra de responsabilidad reviste una fuerza, un potencial energético increíble
que tendría que contagiarse en todas direcciones.

Todo esto se vé expresado en su obra polifacética y conmovedora que, además de un extenso


catálogo de obras musicales compuestas para los conjuntos más diversos, cuenta con una novela,
diarios de viajes, diarios aforísticos y poéticos, cientos de fotografías de sus viajes, algunos videos y el
reciente libro “Reflexiones latinoamericanas: el proceso creativo y Germina.Cciones...” obra didáctica
en el sentido más extenso de la palabra, que viene dar un respaldo más a su ya dilatada labor de
pedagogo.

1 Los subtítulos y números de páginas en las citas son sólo para guía del charlista y no se leen en voz alta.
2 Todas las citas con número de página corresponden a Luca Belcastro, “Reflexiones latinoamericanas. El proceso
creativo y Germina.Cciones...”, 2016.
Dicha labor la viene desarrollando hace casi 10 años en latinoamérica, con cientos de
actividades realizadas en una docena de países, de las cuales han participado miles de creadores,
intérpretes, personas afines a la cultura y público en general. Este contacto ha cruzado disciplinas,
edades, experiencias, nacionalidades, toda procedencia, sin sesgo de ningún tipo. De este modo, es una
experiencia pedagógica rara vez vista, pues rompe con las múltiples segregaciones a las que nos vemos
enfrentados día a día y que condicionan las posibilidades de aprender y desarrollarse. Haciendo así, ha
logrado remover supuestos, proponer alternativas y activar procesos, los cuales en más de algún caso
continúan desarrollándose de manera autónoma, generando una red dinámica de exploración e
intercambio que nutre a quienes forman parte de ella.
En este esquema Luca Belcastro es como un chaski que recorre el Tawantinsuyu cargando las
más variadas especias, materiales y mensajes, para hacerlos llegar a todos los rincones. Esta labor,
agotadora, es invaluable, pues permite la comunicación persona a persona de experiencias que de otra
manera perderían algo de su vitalidad. Así, con su trabajo, Luca Belcastro ha dado lugar a una
estimulación de la creatividad sin precedentes que, como el imaginario de flores autóctonas que sirvió
de imagen al proyecto durante sus primeros años sugiere, se percibe como un florecimiento
exhuberante.

Una propuesta práctica

La presente charla busca introducir a ustedes en las propuestas de Luca Belcastro,


especialmente las expuestas en su libro de 2016 “Reflexiones latinoamericanas”, obra fundamental para
todo aquel que busque alternativas en torno al acto creativo como fenómeno comunicativo.
Dicho recipiente no es, ni mucho menos, el único en el cual Luca Belcastro ha depositado sus
puntos de vista. Ciertamente alguien podría dedicar varios años a escuchar al autor en cada una de las
intervenciones que realiza, tanto en los talleres y cursos que imparte, como en una tertulia amistosa de
las que acostumbra compartir con los participantes o una caminata distendida por la ciudad de turno.
Podría tomar nota de cada comentario, prestando atención profunda a cada uno de sus gestos, en los
cuales se entrevé una actitud hacia la vida, dudas y tribulaciones incluidas, lo que es de esperarse
cuando lo que se observa es un proceso viviente.
Pienso que esta sería la manera más adecuada de acercarse a estas ideas, pues justamente es la
manera en la que han sido dadas a luz. Éstas son el precipitado de reflexiones vitales de larga data, de
la experiencia de vida condensada de una persona despierta. En ellas, puede palparse la confluencia de
sendas tradiciones filosóficas, las que sin embargo se muestran transparentes, sin estorbar a lo que se
busca comunicar. Las observaciones de Luca Belcastro, al mismo tiempo, muestran un profundo
conocimiento, fruto del estudio y la investigación, y parecen surgidas todas de una meditación personal,
encarnada, producto de la observación atenta del entorno y sus dinámicas, que las hace únicas e
invaluables. Es en ellas el primer lugar en el cual el lector honesto puede encontrar la materialización
de la frase: “En un proceso creativo sincero, la sensibilidad, junto con la necesidad de expresión y de
comunicación, parece bordar con colores brillantes el tejido precioso de la conciencia.” (pp. 129).

Lamentablemente, es justo por su profundidad y potencia, además de la brillante claridad con


que son expresadas, que estas ideas corren el riesgo de sufrir la respuesta: “Eso es elemental, evidente,
por supuesto que estamos de acuerdo”. He visto suceder este fenómeno. Es una triste ironía que
justamente las cosas más importantes, que muchas veces no hemos podido ver por nosotros mismos a
pesar de que están a la vista de todos, nos parezcan obvias luego de que alguien más fué capaz de
organizarlas y se tomó la molestia de enunciarlas. Es por eso que dedico más de un momento a recalcar
el enorme aporte que ha hecho Luca Belcastro, porque más allá de que alguien pueda o no elegir dar de
manera anónima y desinteresada, es necesario tomar conciencia de que lo que se dice es nuevo en más
de algún aspecto, de que ciertamente puede ser renovador, vivificante para nuestros ambientes
culturales.
Ya no se puede contar las veces que, disminuyendo la importancia de las ideas expresadas,
alguien tildó de “obvio”, calificó como algo “sabido” una propuesta renovadora. Esto ha pasado
muchas veces en la historia. Es la actitud de quien se niega a escuchar, a considerar las posibilidades y
que las bloquea en vez de, en el peor de los casos, asumir su discrepancia y expresarla coherentemente.
Es la táctica de quien se sabe respaldado por la hegemonía cultural y que por ende, ni siquiera se dá la
molestia de discutir, mientras que sus prácticas contradicen directamente lo que dá por sabido. Es por
todo esto, en parte, que la existencia de “Reflexiones latinoamericanas” se hacía tan necesaria: por que
a las ideas innovadoras es necesario respaldarlas, como a un bebé que se protege hasta que sea lo
suficientemente fuerte. ¡Pero sin sobre proteger..! Es por eso que al mismo tiempo este proceso es
público y se pone en juego ante todos.
Ahora, además del camino vital de compartir in situ para conocer las ideas del autor, se agrega
la posibilidad de leer este libro inmenso. El texto de Luca Belcastro, para quien lo lee bien, se percibe
como la punta de un iceberg prometedor y latente. Hoy quisiera compartir con ustedes algo de lo que he
podido vislumbrar en mis aún tímidos buceos.
Una de las primeras cosas que podría mencionarse es que hablamos de una propuesta práctica.
Es por esto que el autor la expresa de una forma que busca evitar todo tecnicismo, en el afán de
acercarse a los lectores más diversos, pues “Todos tenemos necesidad de expresarnos de manera
creativa.” (pp. 122). Así, luego de una aguda y variada exposición de consideraciones referentes al acto
creativo, la relación del ser humano con la naturaleza, las múltiples manifestaciones de la creatividad
humana, los distintos ambientes sociales, modelos culturales y sistemas educativos, entre otros muchos
temas, pasa a presentar una propuesta sistemática que permitirá, a cualquiera que se interese, abordar el
proceso creativo mediante etapas sucesivas, explorando su propio mundo emocional-imaginativo,
elaborando caminos narrativos personales y encontrando soluciones técnicas funcionales a su necesidad
expresivo-comunicativa. Ésto lo lleva a cabo mediante sugerencias concretas, aplicables de manera
inmediata, sin importar el nivel, disciplina o experiencia de quien se apresta a crear. Estas sugerencias
son abiertas, no ofrecen soluciones impuestas, e invitan a desarrollar herramientas personales.
Esto da cuenta de una visión particular del aprendizaje, centrado en el respeto y ejercicio de la
libertad, estimulando el desarrollo de la propia autenticidad, expandiendo horizontes, tomando
conciencia de cómo nuestros actos legitiman o subvierten dinámicas sociales, que a la larga redundan
en nuestra manera de ver el mundo y relacionarnos con otros. Todo esto, con una visión centrada en la
autonomía, entendiendo a los mayores como “guías” y a la instancia compartida como ambiente
propicio para el desarrollo personal y colectivo.

Aplicar el “Método para Procesos Creativos Compartidos” de Luca Belcastro es ante todo una
experiencia de exploración personal. Es todo un programa de exploración del propio mundo creativo,
que bien podría profundizarse a lo largo de la vida entera. Sin embargo, puede comenzarse por una
experiencia, quizá breve y condensada, que permita abrir ventanas. Lo más refrescante de la propuesta
de Luca Belcastro es que no te pide que le creas, sino que hagas la prueba, que le des una oportunidad.
La mayoría de las personas que se abren a la experiencia y la viven con el compromiso necesario
encuentran en ella lecciones valiosas. Nuevas formas de entenderse a sí mismos, al entorno y al proceso
creativo. Enfoques alternativos a las prácticas comunes.
Más de alguien vuelve a casa viendo las cosas de forma diferente. Aquí y allá unas cuantas
personas continuarán recorriendo caminos de conciencia, alimentando instancias compartidas que
terminarán por convertirse en su propio hábitat. Se inclinarán ante un papel intentando dilucidar
aquellas sensaciones que pueblan su organismo, consecuentes a un momento de emoción vivido en
medio de la vida. Correrán a compartirlo con quien quiera escuchar. Y escucharán atentamente.
Abriendo el proceso creativo para que todos puedan verlo y aportar, con su mirada irreductible,
a su profundización, se puede estimular instancias compartidas. Dejando de lado el infantilismo del
misterio, del hacerse los interesantes mediante el secretismo, de rasguñar estatus mediante la exclusión
del resto. Desnudándose, dejando caer por un instante las máscaras que usamos día a día para
protegernos en un ambiente hostil y ajeno. En el respeto de la autenticidad propia y de los otros.
Protegiendo los delicados brotes de lo sutil común.
Poniendo en su lugar a los aspectos que tienden a aislarnos, incluyendo las especializaciones,
fragmentaciones disciplinares exhacerbadas por la ostentación de la técnica, roles que debieramos
domar para que no nos esclavicen.

Profundidades teóricas

En un sentido teórico, la formulación de Luca Belcastro toma como punto de partida el hecho
de que las emociones, estados fisiológicos asociados primitivamente a la supervivencia, pues actúan
calibrando la respuesta a estímulos externos e internos, representan un aspecto común a todos los seres
humanos. En palabras del autor: “Una característica importante de las emociones primarias - la rabia y
el miedo, la tristeza y la alegría, la expectativa y la sorpresa, el disgusto y la aprobación - está dada por
el hecho de que se expresan para todos, en cualquier lugar, tiempo y cultura, a través de modalidades
similares. Por esto, pueden ser un punto de contacto muy efectivo entre ambientes culturales diferentes,
más que la técnica que, por el contrario, a menudo es específica para cada uno de ellos.” (pp. 129)

Además de esto, las emociones participan de la co-regulación del comportamiento en grupos


sociales de animales con un sistema nervioso prominente. “Una cultura es una red de coordinaciones de
emociones y acciones en el lenguaje que configura un modo particular de entrelazamiento del actuar y
el emocionar de las personas que la viven.” plantea Humberto Maturana3. Entonces, las emociones
pueden comunicarse y su comunicación está influida por, e influye en, el comportamiento de los otros.
Visto de esta manera, la emoción no sólo es una visagra entre nosotros y el mundo, sino que además
puede ser una visagra entre uno mismo y los otros. Con la valorización de este concepto clave, Luca
Belcastro nos ofrece el equivalente a un eslabón perdido en las teorías estéticas del último siglo. A la
problemática planteada de que una obra es siempre “Obra abierta” (Umberto Eco), Luca nos dice: esto
es un malentendido, el fenómeno artístico parece una explosión irresoluble de significados, porque el
“significado” como decodificación, no es el punto de contacto adecuado entre el creador y el público.
3 Humberto Maturana, prefacio a “El Cáliz y la Espada” (Riane Eisler, 1987), Editorial Cuatro Vientos, 1990.
Esto revela que la actitud de aislación y fractura entre los “ambientes creativos” y la sociedad en
general, fruto de unos intereses políticos y económicos puntuales, no puede justificarse por la cualidad
caótica de la relación del público con la obra, de modo que dicha actitud se revela como una renuncia,
una abdicación que además es promovida por aquellos que, a menudo sin ser conscientes de ello,
representan a una ideología de la soledad y el narcisismo.
Entonces, la emoción es el tipo de cambio de un fenómeno perfectamente simétrico, en el cual
las emociones del creador, fruto de experiencias personales, canalizadas a través de la elaboración
narrativa de la imaginación, pueden provocar, en quien se aproxima a la obra, emociones similares, que
a su vez pueden asociarse a experiencias personales diversas, alimentando su sensibilidad.

Así, podemos enunciar cómo concibe Luca Belcastro el acto creativo: el acto creativo surge de
una necesidad, que es de carácter comunicativo. Esta necesidad es necesidad de compartir,
estableciendo una comunicación profunda y efectiva, el propio mundo emocional-imaginativo, fruto de
experiencias vividas a plenitud gracias al desarrollo de la conciencia personal. Esta necesidad, si se
vive bien, nos invita a relacionarnos con los otros, construir espacios comunes, habitarlos, compartir
procesos creativos que a su vez alimentan la conciencia de uno mismo y el entorno, gatillando nuevas
sucesiones análogas, en un círculo que puede continuar indefinidamente.

A la emoción, que brota de las experiencias percibidas por medio de unos canales transparentes,
libres por medio de la conciencia de todo aquello que los enajena, la sigue un mundo imaginativo,
cúmulo de sensaciones distinguibles como imágenes, olores, texturas, movimientos, todo tipo de
“intuiciones” perceptuales, a veces indescriptibles o irreales, que brotan espontáneamente de las
innumerables asociaciones posibles entre elementos presentes en nuestra memoria consciente o
inconsciente, incluyendo la variación de sus parámetros (algo puede aumentar o disminuir de tamaño,
ser más o menos rugoso, cambiar en un espectro de colores), la mixtura de sus atributos (una silla
líquida, un fuego frío), su presentación en temporalidades o espacialidades imposibles (un árbol que
retorna a ser semilla, un ave que está en más de un sitio a la vez), entre muchos otros. Como en un
sueño, nuestra mente ocupa todo lo que tiene a mano para crear un mundo que no “existe” y que no
obstante, somos capaces de percibir y recorrer: explorando, examinando.
Despiertos, sin embargo, somos capaces de hacer algo que en el sueño es poco común, si no
imposible: analizar. Podemos identificar resonancias y disonancias con aquello que consideramos
propio en eso que nuestra imaginación ofrece, pudiendo tomar conciencia de mecanismos que operan
sobre ésta, condicionándola. Podemos además continuar asociando, paladear cada imagen permitiendo
que a su vez dé origen a nuevas emociones, aumentando el volumen de una bola de nieve que
quisiéramos creciera descontroladamente. Cosechar y cultivar imágenes. Dejar caer semilla en un
terreno fertilizado por nutritivos restos. Y así infinitamente.
Este concepto -“mundo imaginativo”-, gran exiliado de las discusiones artísticas “serias”, es
uno de los términos más interesantes presentes en la exposición de Luca Belcastro. Como es habitual
en él, se sirve de dos palabras del lenguaje cotidiano que pueden ser entendidas por cualquiera en su
sentido resultante, pero que terminan por envolver una serie de sutilezas que podrían convertirlo en un
campo de estudio en sí mismo. Aunque en este caso lo que pudiera echarse de menos es en realidad
expresión de una virtud pues, como dijimos antes, lo que busca el autor es invitar a vivir el propio
mundo emocional e imaginativo, no dar pautas sobre qué imaginar.

Sobre cómo lograr una comunicación efectiva a través del acto creativo, sí que dá pautas. Éstas
pretenden, a través de definiciones ostensivas, dar a entender el espíritu con que debe procederse para
poder llevarlo a cabo, el cual podría resumirse de la siguiente forma: definir y aclarar los elementos
presentes en mi imaginación hasta abstraer su carácter esencial, preguntándome qué efecto tendrían en
la percepción y por ende, qué emociones inducirían en quién se aproxima a la obra, unas u otras
maneras de presentar dichos elementos. Es decir: considerar mi propio mundo perceptual, emocional e
imaginativo, en relación con el de otros. Esto lo hace mediante preguntas y ejercicios de reflexión
propuestos, acorde a la visión de aprendizaje que cruza toda la obra:
“Hay preguntas que no se deberían obviar:
- ¿Cómo escucho la música y cómo podrían escucharla los demás?
- ¿Cómo estoy imaginando mi relación con ellos?
- ¿Qué tipo de fruición de mis composiciones espero?
- ¿Cómo quisiera que se acercara quien las escucha?
- ¿Qué espero que me devuelva de ellos?
- ¿Lo que preveo es independiente o no del lugar, del contexto de presentación?” (pp. 153)
Estas preguntas, planteadas para el ámbito musical, pueden extenderse con facilidad a la
aproximación a cualquier tipo de obra.

En este punto, trata la manera en la cual las decisiones técnicas surgen de manera fluida como
parte del proceso de elaboración: “Después de contestar a esas y otras preguntas que surjan espontáneas
durante la reflexión, uno podrá preocuparse por las decisiones compositivas, incluyendo aquellas
técnicas. Las elecciones conscientes favorecerán un tipo de acercamiento a la obra u otro, invitarán a un
punto de contacto posible con ella.” (op. cit.) La técnica debe ser funcional a una necesidad
comunicativa, por lo cual derivará de la elaboración narrativa de la imaginación, que responde a su vez
al respeto de la propia autenticidad y al ejercicio empático que explicité antes.

Quizá el aporte más significativo de Luca Belcastro a nivel teórico es justamente el de


“Elaboración Narrativa de la imaginación”, síntesis poderosa de la conciencia necesaria para llevar a
cabo un proceso creativo fecundo. Es una respuesta metodológica a la exhortación ética presente en su
relato sobre un automovilista que, en un largo atochamiento, baja de su auto y se pone a un lado de la
autopista, viendo por primera vez sus circunstancias desde otra perspectiva, logrando por lo mismo
comunicar sus emociones, lo que termina por agitar el comportamiento automático reinante: “Quizás
esta sea la tarea de un artista, de un creador. Bajar del auto, ver las cosas de manera distinta, desde otro
punto de vista y, siguiendo sus necesidades, encontrar los medios y las palabras precisas para
manifestar y comunicar sus emociones, hasta que otras personas también puedan vivirlas y
compartirlas.” (pp. 108). Para ayudar en este proceso, incluye un compendio de elementos de
elaboración, presentados mediante agudos ejemplos testimonio de su fértil imaginación, que
constituyen ejercicios de reflexión análogos a los que tendría que hacer cualquier creador “con el
objetivo de aclarar los elementos en juego, para organizarlos y representarlos.” (pp. 194).
Esta lista parcial, incluye:
Niveles de progresiva inmediatez o complejidad perceptiva, es decir, posibles profundidades
narrativas que puedan percibirse en sucesivas aproximaciones, dotando de interés a una relación
continuada entre fruidores y obra a través del tiempo. Para esto, invita a considerar la incorporación de
elementos “invisibles” a primera vista, en los cuales pueda concentrarse la atención que dejan libre los
elementos conocidos después de uno o varios contactos con la obra.
Perspectiva narrativa, que acentúe el carácter evocativo de la obra, maximizando los potenciales
puntos de contacto con quienes se aproximan a ésta, eludiendo el carácter monolítico de una obviedad
prosaica.
Un manejo equilibrado de expectativa y sorpresa, con el fin de concentrar o dispersar la
atención del fruidor, condicionando su disposición a recibir nuevos estímulos, invitando a un tipo de
aproximación u otro.
Distintos tipos de temporalidad, linealidades, flashback, flashforward, tiempo suspendido,
circular, cíclico, espirálico, con algunos ejemplos puntuales y análisis de sus posibles resultados: cómo
permiten apelar a la memoria y estimular la imaginación, favoreciendo una participación activa en la
fruición.
Ambiente, fondo, planos y “personajes”, elementos en movimiento que se turnan en su
prominencia o discreción, del primer plano al plano de fondo, dotando de “tridimensionalidad” a la
obra, permitiéndo enfocarse en un aspecto u otro y que interactuán entre sí afectándose mutuamente,
estableciendo relaciones que pueden ser seguidas de una o más maneras, amplificando su potencial
evocativo.
Junto a todo esto, hace incapié en la importancia de concentrarse en el aspecto emocional,
psicológico-caracterial de cada elemento, recordando que es éste el punto de contacto más idóneo con
los demás, basado en un aspecto común a todos los seres humanos, mientras que la representación de
características físicas alude a experiencias que varían de persona a persona.

La Elaboración Narrativa de la imaginación consiste en la organización de elementos surgidos


del mundo emocional-imaginativo en el tiempo y el espacio, de manera reflexiva e intencionada, en
función de una necesidad comunicativa puntual. Es el puente indispensable entre dos mundos a
menudo disociados: el de la emoción y la técnica. Y transitándolo, esta última toma forma sin socavar
la primera, de manera fluida, como una herramienta forjada con nuestras propias manos.

La técnica surge así, con naturalidad, de las propias exigencias del proceso creativo, al aumentar
progresivamente el nivel de precisión de nuestras decisiones. Así pasamos de un imaginario difuso, a la
concreción de las materialidades más diversas. Como al cambiar un lente de prueba hasta dar con el
foco perfecto.
El grado de exactitud con que logremos representar nuestro imaginario dependerá, lógicamente,
de nuestra experiencia creativa, pero también de la claridad de toda la experiencia vivida. De la
manera en que nos hayamos abierto a vivir cada uno de sus estadíos, aguzando la conciencia,
sinceridad y transparencia en cada gesto. Para todo esto es necesario contar con el ambiente apropiado,
el cual no nos cabe duda que es una instancia compartida como la que proponemos. Sin la perspectiva
de los otros la conciencia se seca, como un lago al que le han cortado sus afluentes. Sin un contacto
directo con “el flujo continuo de la vida” (pp. 128), se pierde el rumbo y hasta las ganas de caminar.
Creemos que en esto radican muchas de las dificultades típicas de las personas con pretensiones
creativas. La incomprensión, el aislamiento, frustraciones de todo tipo que terminan por negarse en
lugar de resolverse, desembocando en una actitud muchas veces cínica, narcisista e individualista.
Pienso que el individualismo es una reacción a una situación de incomunicación originaria. Es
decir, que la pérdida de la unión con la comunidad precede a la idea de individualidad aislada.
El que siente que no se puede comunicar es habitual que se aísle. Y veo en la propuesta de Luca
Belcastro una posible alternativa a esta problemática.

La experiencia del respeto en cambio invita a expresarse de manera cada vez más libre. Este
círculo virtuoso es el que debería alimentarse. Es conocida la frase de de Luca Belcastro “(…) con un
acto creativo compartido y colaborativo se puede cambiar el mundo.” (pp. 22). Estamos acostumbrados
a escuchar eslóganes, promesas falsas que por lo mismo se limitan a producir fórmulas en apariencia
interesantes pero sin profundidad alguna, que por no ofrecer un “cómo”, una manera de materializarse,
terminan por revelarse vacías. A través de su “Método para Procesos Creativos Compartidos”, Luca nos
ofrece un cómo: reflexionando y tomando “conciencia de los modelos culturales, las máscaras, las
etiquetas y los roles impuestos que alejan de la propia esencia profunda” (pp. 128), vivir experiencias
auténticas, compartirlas con otros a través de un proceso creativo compartido y abierto,
comunicándonos mediante un acto creativo sincero. Es fácil, para alguien de buenas intenciones, ver
cómo esto reviste un potencial de transformación inmenso. Un mundo distinto ha de ser necesariamente
construcción de unas personas distintas. Abrir los ojos hacia la propia autenticidad, hacia cómo ésta
depende de la relación con otros, encontrar maneras para una comunicación efectiva, establecer redes,
es una experiencia invaluable que puede reproducirse mediante espacios análogos. Imaginar a qué
punto puede llegar un efecto en cadena de ese tipo será privilegio de quien se anime a soñar.
La propuesta entera de Luca Belcastro rezuma una visión particular del mundo en la cual la
liberación a través de la conciencia parece ser el punto central. Es un enfoque espiritual de comunión
con otros, de austeridad en un sentido de quitar todo lo que está de más y que estorba a la vista.
Modelos, imposiciones, fórmulas. Para encontrarnos a nosotros mismos en el contacto con el otro.

El Taller de Creación Compartida

El Taller de Creación Compartida es una instancia dirigida a creadores e intérpretes de todas las
edades, sin distinción de disciplina, formación o experiencia. En él, los participantes desarrollan una
primera experiencia de creación compartida, en la cual son introducidos al “Método para Procesos
Creativos Compartidos” con la guía de su creador Luca Belcastro. A lo largo de 5 días en jornada
completa, se realiza una experiencia práctica de percepción, indagación, reflexión y elaboración, que se
invita a canalizar a través de proyectos personales o colectivos, compartiendo el propio proceso
creativo con todos los presentes, estableciendo colaboraciones y desarrollando, como resultado,
herramientas y planes que permitan concluir obras que respondan a las necesidades comunicativas de
su o sus creadores.
Las dinámicas que se llevan a cabo tienen por objetivo abrir la reflexión, estimular la
exploración del propio mundo emocional e imaginativo, dar una muestra de las posibilidades que
envuelve el ejercicio de una elaboración narrativa de la imaginación como paso previo a la técnica y
encaminar a los asistentes en la transición hacia ésta.

“Después de una fase introductoria, que incluye la exposición de las ideas y las dinámicas de
Germina.Cciones..., se sigue con una serie de reflexiones sobre el proceso creativo, considerando todas
sus fases, desde la conciencia y la emoción hasta la imaginación, desde la elaboración narrativa hasta la
técnica. A continuación, se invita cada participante a activar, en conversación con los demás, procesos
para nuevas obras, incluso interdisciplinarias. Diálogos generales y profundizaciones, durante los
cuales se abordan las temáticas específicas que asoman durante las reflexiones, crean y perfeccionan
las colaboraciones necesarias y dan cada vez más forma a los proyectos.” (pp. 25)

Durante la semana se realiza un ejercicio de expresión, a menudo ayudado por la escritura de un


texto libre, lo menos “intelectual” posible, que permita poner sobre la mesa algunos elementos
presentes en la propia relación con el mundo imaginativo identificando elementos recurrentes,
simetrías, proporciones, entradas y salidas temáticas y otros aspectos proto-narrativos presentes en los
textos. Estos pueden contener “palabras, dibujos, gráficos, colores” (pp. 192), cualquier manifestación
que pueda compartirse con los medios con que se cuente y que pueda registrarse en el instante. Cada
quien comparte su texto, el que es leído en conjunto, abriéndose a la interpretación y el análisis de
todos, lo cual dá comienzo a un proceso de elaboración narrativa.
En los días sucesivos, basándose en el ejercicio realizado, se trata algunos elementos de
elaboración narrativa, trabajo mediante el cual los asistentes comienzan a desarrollar planes y esquemas
primitivos de su futura obra, intentando considerar los aspectos que mencioné antes: niveles de
aproximación, perspectiva narrativa, linealidades, planos, personajes, etcétera. De este modo, nos
acercamos a una última instancia de carácter técnico, en la cual se intenta abrir algunas perspectivas
para continuar en la progresiva definición de las decisiones creativas.
Así, durante las últimas jornadas se intenta orientar la sucesiva indagación que deberá llevar a
cabo cada participante para poder culminar la realización de su proyecto. Se intenta dar ejemplos de
cómo las herramientas para unas decisiones técnicas funcionales a la necesidad comunicativa puntual
pueden provenir de la investigación, la experimentación y el estudio.
La invitación es a vivir una experiencia única que deseamos no sea aislada. Para esto buscamos
estimular el establecimiento de cada vez más instancias de participación estable, que permitan dar
continuidad al trabajo que se inicia en el Taller de Creación Compartida.

Los resultados de estos 9 años de trabajo, con Luca Belcastro a la cabeza, han sido cuantiosos,
aunque no necesariamente cuantificables. Los cientos de obras realizadas no alcanzan a captar el
profundo significado que esta experiencia tiene.

La oportunidad de transformar la propia relación con el entorno, redundando en una posible


transformación de las dinámicas sociales está lanzada. Y esta es una herramienta poderosa para
proceder en esa dirección.

Germina.Cciones...

Germina.Cciones... primaveras latinoamericanas es el proyecto que agrupa estas iniciativas y


constituye una red heterogénea, viva, horizontal y dinámica.
Busca establecer espacios comunes que puedan ser compartidos por personas de todas las
edades, procedencias, culturas, formaciones e intereses. Espacios al servicio de una relación humana
con el entorno social, cultural y natural.

También podría gustarte