Testimonios Del Infierno (Veracidad A La Luz de La Biblia)

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Como muchos de ustedes seguramente saben, existe una importante cantidad

de testimonios que, últimamente, han proliferado bastante acerca de personas


que han sido llevadas “en espíritu” tanto al cielo como al infierno, sobre todo a
este último lugar (por demás tenebroso). La lógica (que pude extraer de
muchos testimonios que hay dando vueltas, en video, en Youtube) sería la
siguiente: como la humanidad está totalmente descarriada (cosa que no pongo
en duda - solo miremos a nuestro alrededor), a Dios “no le quedaría otra
alternativa” que mostrar abiertamente, a algunas personas, el infierno “en vivo y
en directo”, para que, a su vez, den testimonio y así eviten que otras personas
vayan a este horrible lugar.

Ante todo, quiero aclarar que no dudo de la existencia del infierno, ya que
existe suficiente base bíblica acerca de su existencia:

2 Pedro, 2:4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que
arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser
reservados al juicio;

Santiago, 3:6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está


puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda
de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.

Lucas, 12:4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y
después nada más pueden hacer. 12:5 Pero os enseñaré a quién debéis temer:
Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en
el infierno; sí, os digo, a éste temed.

Mateo, 23:33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la


condenación del infierno?.

Mateo, 23:15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis


mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más
hijo del infierno que vosotros.

Mateo, 18:9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es


entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno de fuego.

Mateo, 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden
matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno.

Mateo, 5:29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo
de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo sea echado al infierno.

Mateo, 5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano,
será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será
culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al
infierno de fuego.
De acuerdo a los versículos anteriores, la existencia del infierno es una verdad
bíblica.

Lo que se requiere para ser salvos es la FE.

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 

¿Qué es la FE?.

Hebreos, 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo


que no se ve. 

Básicamente, la FE es creer en lo que no podemos ver, ya sea porque eso en


lo que tenemos FE, ocurrió y ocurre en otro plano dimensional al cual no
tenemos acceso (el plano espiritual, invisible a nuestros ojos carnales) y/o
porque eso en lo que tenemos FE ocurrió en un momento histórico en el cual
nosotros no existíamos (la crucifixión de Cristo), de modo que, en cualquier
caso, no lo podemos o pudimos ver.

El mendigo Lázaro y el rico:

Lucas, 16:19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y
hacía cada día banquete con esplendidez. 16:20 Había también un mendigo
llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 16:21
y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y le lamían las llagas. 16:22 Aconteció que murió el mendigo, y
fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. 16:23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de
lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 16:24 Entonces él, dando voces, dijo:
Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la
punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en
esta llama. 16:25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes
en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú
atormentado. 16:26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre
nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros,
no pueden, ni de allá pasar acá. 16:27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre,
que le envíes a la casa de mi padre, 16:28 porque tengo cinco hermanos, para
que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de
tormento. 16:29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
16:30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de
entre los muertos, se arrepentirán. 16:31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare
de los muertos.

La historia es sencilla: un mendigo, que vivía a la intemperie, justo a la entrada


de la casa de un hombre rico, que jamás le ofreció ayuda y que vivía en
deleites. Mueren los dos: el mendigo va al “seno de Abraham” (lugar en el
centro de la Tierra destinado a los justos muertos antes del sacrificio de nuestro
Señor Jesucristo en la cruz) y el rico va directo al infierno. Ambos lugares
estaban cerquita, ya que el rico, estando en el infierno (atormentado en llamas)
podía hablar con Abraham y, además, podía ver también a Lázaro, el mendigo.
Pongamos por favor atención en el versículo 16:31 (el último): Mas Abraham le
dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levantare de los muertos.

Lo que Abraham le está diciendo al rico es que por más que se levante alguien
de entre los muertos y grite a los cuatro vientos que el infierno es real (porque
él viene de estar ahí), los demás, los vivos, no se persuadirán. Abraham, en
cambio, recomienda oír, escuchar a Moisés y a los profetas (Jesucristo,
además de ser el hijo de Dios y Dios mismo, también fue un profeta). Abraham
recomienda, en suma, oír, escuchar la palabra de Dios (no otra cosa). Si
juzgamos a la Biblia verdadera (Dios no es hombre para mentir, ni tampoco
para arrepentirse) ¿cómo conciliamos lo que dice la Biblia (lo que acabamos de
ver) con estos “testimonios del infierno”?. ¿Sera que Dios cambio de parecer y
está revelando cosas que no tenía previsto revelar?. No parece probable, ya
que Dios no cambia: siempre es el mismo, ayer, hoy, mañana y eternamente.
Los que cambiamos, en todo caso, somos nosotros: los hombres.

La historia de Lázaro el mendigo y el rico parece ser real y no una simple


parábola y esta relatada por el mismísimo Jesucristo, o sea, por Dios. Parece
extraño que, ahora, Dios haya decidido “revelarle” el infierno a más de una
persona, existiendo este antecedente bíblico. Si Jesucristo dijo que el infierno
existe, entonces habrá que creerle (por fe) o, si no, no creamos nada.

Como cristianos, estamos obligados a contrastar este tipo de cosas con la


“Biblia en la mano”. Es la única manera de “leer entre líneas”, de juzgar
(discernir, decidir) si algo es veraz o no. En última instancia, cada quien dará
cuenta por sus propias obras.

QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!