Articulación y Rescate de La Diversidad: Desarrollo A Escala Humana: Una Opción para El Futuro

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30 Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro.

Max-Neff, Elizalde & Hopenhayn

En el plano regional el ejercicio debe ser realizado por un equipo cuidadosamente seleccionado
que no sólo represente los distintos ámbitos del quehacer regional, sino que, por su representati-
vidad, conjugue los intereses tanto públicos como privados. En la esfera nacional el equipo debe
asumir, inevitablemente, características transdisciplinarias, dada la complejidad que asumen las
problemáticas vistas desde el ámbito global.

Articulación y rescate de la diversidad

De este modo un proceso iterativo que va desde lo local hasta lo nacional, pasando por lo
regional, exige elaborar metodologías apropiadas que permitan compatibilizar en una articulación
armónica las visiones, aspiraciones y propuestas sugeridas de los distintos espacios. En la tercera
parte de este documento se hacen algunas propuestas en ese sentido.
Un desarrollo orientado hacia la satisfacción de las necesidades humanas no puede, por defi-
nición, estructurarse desde arriba hacia abajo. No puede imponerse por ley ni por decreto. Sólo
puede emanar directamente de las acciones. Aspiraciones y conciencia creativa y crítica de los
propios actores sociales que, de ser tradicionalmente objetos de desarrollo, pasan a asumir su rol
protagónico de sujetos. El carácter contrahegemónico que tiene el Desarrollo a Escala Humana no
implica necesariamente agudizar el conflicto entre Estado y sociedad civil. Por el contrario, inten-
ta demostrar, a través del método propuesto, que el Estado puede asumir un rol estimulador de
procesos sinérgicos a partir de los espacios locales, pero con capacidad de abarcar todo el ámbito
nacional.
El rescate de la diversidad es el mejor camino para estimular los potenciales creativos y sinérgi-
cos que existen en toda sociedad. De allí que parece aconsejable y coherente aceptar la coexistencia
de distintos estilos de desarrollo regionales dentro de un mismo país, en vez de insistir en la preva-
lencia de ‘‘estilos nacionales’’ que han demostrado ser hasta ahora eficientes para el enriquecimiento
de algunas regiones a costa del empobrecimiento de otras. Los ‘‘estilos nacionales’’ están concebi-
dos en su mayor parte con el propósito de reforzar o mantener la unidad nacional. No debe, sin
embargo, olvidarse que la unidad no significa uniformidad. Puede existir una base más sólida para
la unidad real cuando un cúmulo de potenciales culturales afloran libre y creativamente, contando
con las oportunidades, el respaldo técnico y el estímulo para hacerlo.

V. Opciones que definen el desarrollo


Necesidades humanas: Del enfoque lineal al enfoque sistémico

Las necesidades humanas fundamentales conforman un sistema en el que no cabe establecer


linealidades jerárquicas. La dinamica interna del sistema, que se manifiesta a traves de simultanei-
dades, complementariedades y compensaciones (trade-offs), no debe, empero, considerarse como
absoluta. Es preciso reconocer un umbral pre-sistema, por debajo del cual la urgencia por satisfacer
una determinada necesidad llega a asumir características de urgencia absoluta.
El caso de la subsistencia es el más claro. Cuando esa necesidad está infrasatisfecha, toda otra
necesidad queda bloqueada y prevalece un único impulso. Pero el caso no es sólo válido para la
subsistencia. Es igualmente pertinente para otras necesidades. La ausencia total de afecto o la
pérdida de identidad, puede llevar a las personas hasta extremos de autoaniquilación.
La opción de trabajar con el supuesto de linealidad o con el supuesto sistémico es, sin duda, la
opción más importante para definir un estilo de desarrollo.
Regirse por la lógica de la linealidad, la estrategia establecerá prioridades a partir de las pobre-
zas de subsistencia observadas. Los programas se orientarán preferentemente de manera asistencial,
como un ataque a la pobreza entendida convencionalmente. Las necesidades serán entendidas ex-
clusivamente como carencias y, en el mejor de los casos, los satisfactores que el sistema genere serán
singulares. Paradojalmente, tal opción impulsa una causación circular acumulativa (en el sentido
de Myrdal) y los pobres no dejan de ser pobres en la medida en que aumenta su dependencia de
satisfactores generados exógenamente a su medio.
Si se opta por el supuesto sistémico, la estrategia priorizará la generación de satisfactores
endógenos y sinérgicos. Las necesidades serán entendidas simultáneamente, como carencias y como
potencias, permitiendo así romper con el círculo vicioso de la pobreza.
V. Opciones que definen el desarrollo 31

De lo anterior se desprende que la manera en que se entiendan las necesidades y el rol y atributos
que se asignen a los satisfactores posibles, son absolutamente definitivos para la definición de una
estrategia de desarrollo.

De la eficiencia a la sinergia
Enfocar el desarrollo en los términos aquí propuestos, implica un cambio de la racionalidad
económica dominante. Obliga, entre otras cosas, a una revisión profunda del concepto de eficien-
cia. Esta suele asociarse a nociones de maximización de productividad y de utilidad, a pesar de
que ambos términos son ambiguos. Tal como Taylor la entendía —para ilustrar con un caso,
conspicuo— al llevar el criterio económico al extremo más alienado de la razón instrumental, la
productividad se nos aparece como bastante ineficiente. Sobredimensiona la necesidad de subsis-
tencia y obliga al sacrificio de otras necesidades, acabando por amenazar la propia subsistencia.
Cabe recordar que el taylorismo pasó a la historia como la ‘‘organización del surmenage’’5 .
En discursos dominantes del desarrollo también se asocia la eficiencia a la conversión del trabajo
en capital, a la formalización de las actividades económicas, a la incorporación indiscriminada de
tecnologías de punta y, por supuesto, a la maximización de las tasas de crecimiento. El desarrollo
consiste para muchos en alcanzar los niveles materiales de vida de los países más industrializados,
para tener acceso a una gama creciente de bienes (artefactos) cada vez más diversificados.
Cabe preguntarse hasta qué punto esos intentos de emulación tienen sentido. En primer lugar,
no existen evidencias de que en aquellos países las personas vivan sus necesidades de manera
integrada. En segundo lugar, en los países ricos, la abundancia de recursos y de bienes económicos
no ha llegado a ser condición suficiente para resolver el problema de la alienación.
El Desarrollo a Escala Humana no excluye metas convencionales como crecimiento económico
para que todas las personas puedan tener un acceso digno a bienes y servicios. Sin embargo,
la diferencia respecto de los estilos dominantes radica en concentrar las metas del desarrollo en
el proceso mismo del desarrollo. En otras palabras, que las necesidades humanas fundamentales
pueden comenzar a realizarse desde el comienzo y durante todo el proceso de desarrollo; o sea, que
la realización de las necesidades no sea la meta, sino el motor del desarrollo sea capaz de estimular
permanentemente la generación de satisfactores sinérgicos.
Integrar la realización armónica de necesidades humanas en el proceso de desarrollo significa
la oportunidad de que las personas puedan vivir ese desarrollo desde sus comienzos, dando origen
así a un desarrollo sano, autodependiente y participativo, capaz de crear los fundamentos para un
orden en el que se pueda conciliar el crecimiento económico, la solidaridad social y el crecimiento
de las personas y de toda la persona.
Un desarrollo capaz de conjugar la sinergia con la eficiencia quizás no baste para dar cumpli-
miento cabal a lo deseado; pero sí basta, y plenamente, para evitar que en el ánimo de las personas
lo no deseado parezca inexorable.

5 Surmenage: fatiga ocasionada por el trabajo excesivo N. de E.


Tercera parte. Desarrollo y autodependencia

VI. Hacia un desarrollo autodependiente


Sobre las múltiples dependencias
Los esfuerzos por establecer un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y una nueva
división internacional del trabajo no han logrado atenuar las relaciones de dependencia económica,
financiera, tecnológica y cultural de los países en desarrollo respecto de las naciones industrializadas.
El auge del capital financiero ha restringido aún más la capacidad y el derecho de los países deudores
de decidir sobre sus propios destinos. Al respecto, las políticas de ajuste impuestas por el Fondo
Monetario Internacional a los gobiernos de los países latinoamericanos que solicitan créditos para
pagar los desorbitantes servicios de sus deudas reflejan el poder de la banca privada internacional
para mermar la soberanía de los países pobres.
Las pautas de consumo que el mundo rico exporta e impone al mundo en desarrollo someten a
este último a relaciones de intercambio que agudizan su dependencia, perpetúan sus desequilibrios
internos y amenazan su identidad cultural. Son los países industrializados los que controlan la
producción y la comercialización de los insumos y productos de las tecnologías de punta y de gran
parte de la producción industrial. Son también estos países los que difunden el criterio de que
tales tecnologías y productos son imprescindibles y preferibles para cualquier sociedad que aspire
a incrementar el bienestar de sus miembros.
La dependencia en materia de pautas de consumo, que desde los propios países en desarrollo es
alentada por los grupos de poder económico que se benefician con la comercialización correspondien-
te, ha aportado de modo significativo al monto de las deudas externas de países latinoamericanos.
Según estimaciones del economista Jacobo Schatan, entre 1978 y 1981 se se produjo en México
un monto de importaciones prescindibles que ascendió a catorce mil millones de dólares, cifra que
alcanzó diez mil millones de dólares para Brasil y cinco mil millones de dólares para Chile. En
términos per cápita, en Brasil las importaciones suntuarias significaron sesenta y nueve dólares,
en México doscientos, mientras en Chile fueron de quinientos trece dólares. La India, en cambio,
muestra una importación de bienes suntuarios de sólo cinco dólares per cápita y no es casualidad
que su nivel de deuda externa sea tan inferior al de los países de América Latina.
Romper con modelos imitativos de consumo no sólo conjura la dependencia cultural, sino que
hace posible, además, un uso más eficiente de los recursos generados en la periferia. Reduce, tam-
bién, el impacto negativo de las políticas proteccionistas que los países industrializados impulsan
en defensa de sus productos. Las relaciones de dependencia se imbrican y refuerzan entre sí. No
pueden considerarse aisladamente los diversos ámbitos de dependencia (económico, financiero, tec-
nológico, cultural y político), pues la fuerza de cada uno de ellos radica en el apoyo que recibe de
los ámbitos restantes.
Es en razón de estas múltiples dependencias, que las mismas inhiben un desarrollo hacia la
autodependencia y la satisfacción de las necesidades humanas. La satisfacción de necesidades tales
como subsistencia, protección, participación, creación, identidad y libertad se ve inhibida por las
exigencias que, de manera explícita o soterrada, los centros internacionales del poder hacen en
cuestión de modelos políticos, pautas de crecimiento económico, patrones culturales, incorporación
de tecnologías, opciones de consumo, relaciones de intercambio y formas de resolver los conflictos
sociales. La aceptación de tales exigencias no solo se nutre de las dependencias, sino que además
las refuerza. Nos encontramos, pues, ante un círculo vicioso dentro del cual poco o nada puede
avanzarse en la satisfacción de las necesidades más vitales de las grandes masas de los países en
desarrollo. Bajo tales condiciones sería más fiel a los hechos hablar de países del ‘‘anti-desarrollo’’
que de países en vías de desarrollo.

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34 Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Max-Neff, Elizalde & Hopenhayn

El problema político del Desarrollo a Escala Humana no puede entonces plantearse en base a
la búsqueda de espacios que el NOEI abra a las economías periféricas; por el contrario, de lo que
se trata es de definir una estrategia de desarrollo nacional autodependiente para abordar desde
allí la posibilidad de que el NOEI contribuya a promover sus objetivos. No es cosa de empujar
las exportaciones al máximo en función de la demanda del centro para después preguntarse cómo
utilizar los ingresos provenientes de las exportaciones. Más bien debe comenzarse por regular el flujo
de exportaciones y reducir el de importaciones conforme lo requiera un desarrollo más endógeno y
autodependiente.
Tal como nos vemos enfrentados a una interrelación de ámbitos de dependencia (económico-
financiero, tecnológico, cultural y político) nos hallamos paralizados por una agregación de espacios
de dependencia: local, regional, nacional e internacional. La concentración económica y la centra-
lización de las decisiones políticas generan y refuerzan dependencias entre estos distintos niveles:
los países pobres están sometidos al arbitrio de los países ricos y en el interior de los países pobres
sucede lo mismo que entre países pobres y ricos: realidades locales y regionales parecen destinadas
a subordinar sus opciones a los designios de los gobiernos centrales y de quienes concentran el
poder económico de la nación.

La autodependencia como eje del desarrollo


Las relaciones de dependencia, desde el espacio internacional hasta los espacios locales, y desde
el ámbito tecnológico hasta el ámbito cultural, generan y refuerzan procesos de dominación que
frustran la satisfacción de las necesidades humanas. Es mediante la generación de autodependencia,
a través del protagonismo real de las personas en los distintos espacios y ámbitos, como pueden
impulsarse procesos de desarrollo con efectos sinérgicos en la satisfacción de dichas necesidades.
Concebimos esta autodependencia en función de una interdependencia horizontal y en nin-
gún caso como un aislamiento por parte de naciones, regiones, comunidades locales o culturas.
Una interdependencia sin relaciones autoritarias ni condicionamientos unidireccionales es capaz de
combinar los objetivos de crecimiento económico con los de justicia social, libertad y desarrollo
personal. Del mismo modo, la armónica combinación de tales objetivos es capaz de potenciar la
satisfacción individual y social de las distintas necesidades humanas fundamentales.
Entendida como un proceso capaz de fomentar la participación en las decisiones, la creatividad
social, la autonomía política, la justa distribución de la riqueza y la tolerancia frente a la diversidad
de identidades, la autodependencia constituye un elemento decisivo en la articulación de los seres
humanos con la naturaleza y la tecnología, de lo personal con lo social, de lo micro con lo macro,
de la autonomía con la planificación y de la sociedad civil con el Estado.

Articulación entre seres humanos, naturaleza y tecnología


La conducta generada por una cosmología antropocéntrica, que sitúa al ser humano por encima
de la naturaleza, es coherente con los estilos tradicionales de desarrollo. De ahí que la visión econo-
micista del desarrollo, a través de indicadores agregados como el PGB6 , considera como positivos,
sin discriminación, todos los procesos donde ocurren transacciones de mercado, sin importar si és-
tas son productivas, improductivas o destructivas. Resulta así, que la depredación indiscriminada
de un recurso natural hace aumentar el PGB, tal como lo hace una población enferma cuando
incrementa su consumo de drogas farmacéuticas o de servicios hospitalarios.
Las tecnologías presuntamente modernas suelen, a su vez, resultar engañosas. Un ejemplo cons-
picuo es el del sistema agrario norteamericano, reconocido por su enorme eficiencia. Altamente
mecanizado y con subsidios para el petróleo, es, sin embargo, un sistema notablemente ineficiente
si se lo mide en términos de la cantidad de energía consumida para producir una cantidad deter-
minada de kilos/calorías. No obstante, si se mide en términos monetarios, genera supuestamente
beneficios enormes y, de ese modo, contribuye al crecimiento del PGB. Estos ejemplos son igual-
mente válidos para los países del Tercer Mundo tan influidos por el ‘hechizo’ de las tecnologías
de punta. En México, según la fundación Xochicalli, se estima que se gastan alrededor de 19.000
kilos/calorías para colocar 2.200 kilos/calorías de alimentos en la mesa. Más aún, la cantidad de
energía gastada sólo en el transporte de productos alimenticios es en México casi igual al total de
6 Nótese que en Chile se usan como sinónimo los indicadores PGB(Producto Geográfico Bruto) y PIB(Producto

Interior Bruto), haciendo referencia el autor en este caso a lo que fuera de Chile se denominaría PIB, N. de E.
VI. Hacia un desarrollo autodependiente 35

energía requerida por el sector primario para la producción de alimentos. Que tales situaciones se
consideren positivas constituye sin duda una aberración conceptual.
Debido a que el Desarrollo a Escala Humana está principalmente comprometido con la actuali-
zación de las necesidades humanas, tanto de las generaciones presentes como futuras, fomenta un
concepto de desarrollo eminentemente ecológico. Esto implica, por una parte, construir indicadores
capaces de discriminar entre lo que es positivo y lo que es negativo y, por otra, diseñar y utilizar
tecnologías que se ajusten a un proceso de desarrollo verdaderamente eco-humanista que pueda
garantizar la sustentabilidad de los recursos naturales para el futuro.

Articulación de lo personal con lo social


Los modelos políticos y estilos de desarrollo dominantes se han tropezado con tremendos obs-
táculos para compatibilizar el desarrollo personal con el desarrollo social. Tanto las dinámicas del
ejercicio del poder como los efectos de ideologías excluyentes tienden a disolver a las personas en
arquetipos de masas, o a sacrificar a las masas por arquetipos del individuo. Abundan los modelos
que postergan el desarrollo social en nombre de la soberanía del consumidor, en circunstancias
en las que reducir la persona a la categoría de consumidor también coarta el propio desarrollo
personal.
Desarrollo social y desarrollo individual no pueden darse de manera divorciada. Tampoco es
razonable pensar que el uno pueda sobrevivir mecánicamente como consecuencia del otro. Una
sociedad sana debe plantearse, como objetivo ineludible, el desarrollo conjunto de todas las personas
y de toda la persona. Tradicionalmente, se ha pensado que la escasez de recursos obliga a optar
entre ambas posibilidades, ya que en la práctica no parece posible aplicar políticas inclusivas.
Tal criterio nace, sin duda, de una concepción convencional de la eficiencia. Si, por el contrario,
tomamos en cuenta, además de los recursos convencionales, los recursos no convencionales con su
potencial sinérgico (Ver capítulo IX, Sobre los recursos no convencionales (p. 45)), comprobamos
que las políticas inclusivas son viables, y que sólo combinando desarrollo personal con desarrollo
social es posible alcanzar una sociedad sana, con individuos sanos.
La articulación de la dimensión personal del desarrollo con su dimensión social puede lograrse a
partir de niveles crecientes de autodependencia. En el ámbito personal, la autodependencia estimula
la identidad propia, la capacidad creativa, la autoconfianza y la demanda de mayores espacios de
libertad. En el plano social, la autodependencia refuerza la capacidad para subsistir, la protección
frente a las variables exógenas, la identidad cultural endógena y la conquista de mayores espacios de
libertad colectiva. La necesaria combinación del plano personal con el plano social en un Desarrollo
a Escala Humana obliga, pues, a estimular la autodependencia en los diversos niveles: individual,
grupal, local, regional y nacional.

Articulación de lo micro con lo macro


Las relaciones de dependencia van de arriba hacia abajo: de lo macro a lo micro, de lo interna-
cional a lo local y de lo social a lo individual. Las relaciones de autodependencia, por el contrario,
tienen mayores efectos sinérgicos y multiplicadores cuando van de abajo hacia arriba: es decir, en
la medida en que la autodependencia local estimula la autodependencia regional y ésta estimula la
autodependencia nacional. Esto no significa que las políticas de nivel macro sean intrínsecamente
incapaces de irradiar autodependencia hacia los niveles micro-sociales, sino que deben enfrentar
siempre dos desafíos. El primero implica reducir al mínimo, mediante mecanismos institucionales
u otras vías, el riesgo de reproducir relaciones verticales ‘‘en nombre de’’ la autodependencia para
las unidades regionales y locales. El segundo implica que, en términos operativos, los procesos de
autodependencia desde los microespacios resulten menos burocráticos, más democráticos y más
eficientes en la combinación de crecimiento personal y desarrollo social. Son precisamente estos
espacios (grupales, comunitarios, locales) los que poseen una dimensión más nítida de escala hu-
mana, vale decir, una escala donde lo social no anula lo individual sino que, por el contrario, lo
individual puede potenciar lo social. En relación a un Desarrollo a Escala Humana, estos espacios
son fundamentales para la generación de satisfactores sinérgicos.
No pretendemos sugerir que la autodependencia se logra mediante la mera agregación de pe-
queños espacios. Tal postura no haría sino reproducir una visión mecanicista que ya bastante daño
ha provocado en materia de políticas de desarrollo. Sin la complementación entre procesos globales
y procesos microespaciales de autodependencia, lo más probable es la cooptación de lo micro por lo
36 Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Max-Neff, Elizalde & Hopenhayn

macro. Las complementariedades entre lo macro y lo micro y entre los diversos micro-espacios, esti-
mulan el potenciamiento recíproco entre procesos de identidad sociocultural, de autonomía política
y de autodependencia económica (Ver capítulo XII (p. 53)).

Articulación de la planificación con la autonomía


Lograr niveles crecientes de autonomía política y de autodependencia económica en los espacios
locales exige promover procesos que conduzcan a ello. Esto plantea, como desafío central para un
Desarrollo a Escala Humana, conciliar la promoción desde fuera con las iniciativas desde adentro.
Difícilmente la acción espontánea de grupos locales o de individuos aislados puede trascender si
no es potenciada también por planificadores y por acciones políticas concertadas. Se precisa una
planificación global para las autonomías locales, capaz de movilizar a los grupos y comunidades ya
organizados, a fin de que puedan transmutar sus estrategias de supervivencia en opciones de vida
y sus opciones de vida en proyectos políticos y sociales orgánicamente articulados a lo largo del
espacio nacional.

Articulación de la Sociedad Civil con el Estado


Revertir la dependencia en sus distintos espacios y ámbitos requiere de profundos cambios
estructurales en las relaciones entre Estado y la sociedad civil: cambios que apunten tanto a generar
y reforzar autodependencia, como a resolver las presiones y contradicciones que puedan surgir
dentro de los propios espacios y ámbitos que acceden a una autodependencia creciente. En el primer
caso, la interconexión entre múltiples dependencias (de lo internacional a lo local, de lo tecnológico
a lo sociocultural) sólo puede enfrentarse con la movilización, la consolidación de la autonomía
dondequiera que brote y el respeto por la diversidad de culturas, de formas de organización y de
reivindicaciones micro-espaciales. En el segundo caso, la autodependencia multiplica la conciencia
crítica y, con ella, las expectativas de participación de múltiples actores sociales, lo cual se traduce
en demandas movilizadoras en procura de cambios, que deben armonizarse dentro de una globalidad
orgánica.
Mientras la organización social y económica siga encuadrada dentro de una política de carácter
piramidal, difícilmente podrán asignarse y diversificarse los recursos en función de la heterogeneidad
estructural de la población latinoamericana. Por ello, es necesario contraponer a la lógica estatal
de poder, la autonomía política que emana desde la sociedad civil, es decir, de la población y sus
organizaciones. Es a través de experiencias efectivas y articuladas de autodependencia que podrá
relativizarse el prejuicio de que la eficiencia necesariamente va de la mano con la centralización en
la toma de decisiones.
Desdeñar el papel del Estado y de las políticas públicas en la ejecución de las tareas de planifica-
ción y asignación de recursos es expresión de irrealismo. En el otro extremo, reducir la organización
social y productiva gestada por la sociedad civil a un Estado macrocefálico es viciar el proceso desde
la partida.
Fomentar la autodependencia en múltiples espacios exige, en cambio, considerar el desarrollo
ya no como expresión de una clase dominante ni de un proyecto político único en manos del
Estado, sino como producto de la diversidad de proyectos individuales y colectivos capaces de
potenciarse entre sí. De ahí que para garantizar tales procesos, el Estado deberá desempeñar un
papel fundamental abriendo espacios de participación a distintos actores sociales, a fin de evitar
que, a través de la producción de mecanismos de explotación y de coerción, se consoliden proyectos
autónomos perversos que atenten contra la multiplicidad y diversidad que se pretende reforzar.

Potenciación de grupos y actores sociales

En contraste con la racionalidad económica dominante, el Desarrollo a Escala Humana, cen-


trado en la promoción de la autodependencia en los diversos espacios y ámbitos, no considera la
acumulación como un fin en sí mismo ni como la panacea que remedia todos los males de los
países en desarrollo. Pero no por ello minimiza la importancia de la generación de excedentes,
sino que la subordina a la constitución de grupos, comunidades y organizaciones con capacidad
para forjarse su autodependencia. Mediante su expansión y articulación, desde los micro-espacios
hasta los escenarios nacionales, podrá asegurarse que la acumulación económica redunde en una
satisfacción progresiva de las necesidades humanas de la población. La capacidad de los diversos

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