Proverbios 14
Proverbios 14
Proverbios 14
“La mujer sabia edifica su casa, mas la necia con sus manos la derriba”
Toda mujer que lee la Toráh, en el momento en que empieza por construir una familia, pasa su vista por
este versículo, pues busca ayuda y tener una referencia de lo que una buena mujer debe hacer para llevar
con éxito a su familia y no fallar en el intento. Al leer este versículo, se da por entendido lo que pasara si
una mujer no tiene la sabiduría del Eterno al estudiar la Toráh, sus consecuencias y da un enorme peso a la
responsabilidad con la que la mujer debe llevar a cabo su propósito en el matrimonio, pues antes de
empezar ya se le da a conocer las consecuencias severas que esto traerá en el hogar sino lo lleva con
sabiduría, hasta el punto de destruirlo.
Entendemos por edificar a la acción de construir algo y para hacerlo antes se deben de tomar en cuenta
ciertos aspectos esenciales como la base en la cual será construida, los pilares que sostendrán el techo y la
firmeza/estabilidad que esta deberá tener para no derrumbarse con el primer soplo de viento que haya.
Entonces la mujer tiene una gran responsabilidad en su casa al ver que todos estos aspectos se tengan en
el hogar y prevalezcan, además de que la mujer debe tener la consciencia de cuál es el propósito que el
Eterno le dio para poder cumplirlo en el hogar. En el versículo se tiene muy claro que para poder edificar de
manera correcta su hogar debe ser sabia. Sin embargo, esta sabiduría solo puede ser alcanzada u obtenida
a través del Eterno. Una mujer sabia también reconoce ante el Eterno lo que tiene que mejorar, trabajar en
sus rasgos negativos dejando de lado el orgullo y el egoísmo y construyendo un ambiente de paz en su
familia con valores como el amor y el respeto; pero sobre todo llevando una vida de oración. Además, que
vuelve su prioridad su vida espiritual y la de su familia.
Tal y como hemos aprendido las mujeres somos receptoras, vasijas que atraen la luz o la energía del varón
y la moldeamos. Sabiendo la capacidad que tenemos, no nos podemos dar el lujo de desconectarnos y
descuidar a la familia en el aspecto físico o espiritual. El papel de la mujer es muy importante en la familia o
en el matrimonio ya que es la que dirige la relación y la mayor responsable en el éxito de esta misma. Una
mujer sabia también sabe cómo ser ayuda idónea para el esposo, tendrá orden en su casa tanto
físicamente como espiritualmente.
La mujer sabia usara sus palabras para aconsejar, motivar e inspirar. En cambio, la mujer sin sabiduría
utilizara sus palabras para insultar, desanimar, murmurar. La mujer sabia sabrá perdonar, tener
reconciliación, no permitirá que, en los momentos difíciles, peleas o enojos temporales empeoren. Siempre
buscara tener paz en su familia. En cambio, la mujer sin sabiduría se deja llevar por sus impulsos, no
controla sus reacciones, tiene resentimientos, rencor, amargura e ignorancia que propaga por toda su casa
será un obstáculo para su familia. Para ya casi finalizar, una mujer sabia tendrá equilibrio, sabrá cuando
corregir y cuando ser comprensiva, servirá a su familia, pero no será una esclava. Con todo esto me surge
la pregunta de en qué posición me quiero encontrar cuando esté casada. Que clase de madre y esposa
quiero ser, si actuare con sabiduría o necedad. Quiero actuar con sabiduría.
LEY DE RAIZ Y RAMA
La Toráh fue hecha por Dios con el propósito de ayudarnos a llevar una vida espiritual plena
y constante, en ella encontramos consuelo, guía, fortaleza, etc. Y escudriñar la palabra no
es cosa sencilla, no se trata solo de hojearla y leerla cada vez que se nos acordamos. Se
debe leer con disciplina y la consciencia para que podamos ver entre palabras literales y ver
lo que realmente nos quiere decir el Eterno con su palabra. Muchos pueden pensar que
para encontrar el significado a la Toráh es muy difícil o abstracto, pero al darnos Dios su
palabra lo hizo de tal manera que la podamos comprender. Los cabalistas escriben solo lo
que ellos mismos han logrado en el ámbito espiritual, en sus sentidos. Y no escriben cosas
que no han alcanzado ellos mismos. Nuestra manera de ver las cosas es muy diferente a
como realmente son, pues influye en nuestra vista el deseo de recibir. Solo vemos lo que
esta fuere de ella, su apariencia; Pero no vemos lo importante que es la esencia misma. Esa
es nuestra realidad, todo lo que conocemos y la manera en la que lo vemos es solo el 1%, lo
más importante se encuentra en el ámbito espiritual (99%). Debemos entender y aprender
como interactuar con el mundo espiritual; Pues si queremos describirla y entenderla con
cosas del mundo, terrenales será imposible.
La Ley de Raíz y Rama nos sirve para entender que, todo lo que ocurre en este mundo es
una copia de lo que ocurre primero en el mundo espiritual. Asi como en nuestro cuerpo, al
cometer una transgresión en nuestra alma y dañarla, como consecuencia este dolor se
manifiesta en una enfermedad o daño en nuestro cuerpo como señal de que debemos
atender y concientizar el pecado que hemos cometido para sanar nuestra alma y por ende,
nuestro cuerpo. Asi mismo ocurre en el mundo, en cierto punto todo lo que pasa en la
tierra es un reflejo de todo lo que ocurre en el mundo espiritual. Si el mundo espiritual lo
llamamos Raíz y a nuestro mundo terrenal lo llamamos Rama, según esta ley cada rama en
este mundo tiene su única raíz, de la cual se desprende hacia este mundo. Y asi es como los
cabalistas pueden usar los nombres de las ramas en nuestro mundo para explicarnos las
raíces espirituales.
LA TORÁH ES PERPETUA
En el universo todo esta regido por leyes. Leyes físicas como la gravedad, conservación de
la energía, entropía, etc. Estas imperan en el mundo físico, y en su divina gloria el Eterno
nos dio la ley no solo para poder tener una vida recta en el mundo físico sino también en el
mundo espiritual. Donde ya no dominan las leyes físicas del mundo (1%) sino la ley de la
Toráh. Pero que es aquello que nos manda a cumplir la Toráh, Eclesiastés 12:13 nos dice “El
fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos porque esto
es el todo del hombre”. Es decir, la Toráh es una ley y una guía donde nos enseña como que
mandamientos nos tiene el Eterno y como cumplirlos en las distintas pruebas. Además, al
final del versículo nos menciona la importancia que tiene para la humanidad esta Ley
sagrada. Tal ves no todos comprenden la importancia de esta Ley, pero esta nos ayuda y
guía para cumplir el propósito con el cual fuimos llamados. En general, las leyes que operan
son hechas por diferentes científicos y establecidas por ciertos países. No siempre se puede
tener la certeza en estas leyes físicas su absoluto funcionamiento, por ello antes de ser
leyes esperan como hipotesis, siendo esperadas a que se comprueben y estando en un
constante cambio dependiendo de las nuevas condiciones externas que puedan afectar el
comportamiento de esta. Sin embargo, la Toráh es universal, ha sido hecha para toda la
humanidad en cualquier rincón del mundo, es eterna y no necesita de cambios de último
momento pues es perfecta. Podemos afirmar que esta Ley es inmutable y eterna por el
mismo carácter y perfección del Creador, quien la escribió. Santiago 1:17 nos dice “No hay
mudanza ni sombra de variación” ninguna persona o problema puede cambiar la Ley, ni
siquiera para el aprovechamiento egoísta cambiando las palabras a la conveniencia de la
carne. Yeshúa dijo en Mateo 5:17-19 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta
que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasarán de la ley”, entonces a pesar del
sacrificio que hizo nuestro Señor Yeshúa HaMashiaj no lo hizo para que ya no sea necesario
cumplir la ley, pues esta jamás será abrogada ni omitida. Sino para que, por la gracia del
Eterno seamos salvos y tengamos la oportunidad de estar en el Libro de la vida. La ley de
Dios es, en virtud de esta declaración, más permanente que el cielo y la tierra, porque
participa de la misma naturaleza de su divino autor, que es eterno. La demostración
suprema de la eternidad e inmutabilidad de la ley de Dios es la muerte de Cristo en favor del
pecador. Romanos 6:23 nos dice “La paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es
vida eterna en nuestro Señor Yeshúa HaMashiaj”. Entonces, si Dios pudiera haber cambiado
la ley para salvar al pecador, Dios lo habría realizado y se habría ahorrado la muerte de su
unigénito para ofrecer al hombre en su salvación. Pero no lo hizo, como demostración de
que su Ley es perfecta y eterna como Dios mismo.
PROCESO DEL MINISTERIO DE SAMUEL
Hijo de Elcana y de Ana, Samuel nació en respuesta a las oraciones de su madre (1 Samuel 1).
Desde niño quedo bajo el cuidado de Elí, sumo sacerdote del tabernáculo de Silo. Todavía
siendo niño, el señor llamo a Samuel como profeta (1 Samuel 3). Después de la muerte de
Eli, llego a ser el gran profeta y juez de Israel. A pesar de la devoción y servicio que tuvo
Samuel desde niño, los problemas y dificultades que tuvo fue en base a su pueblo. Desde la
perspectiva física y psicológica, vemos ante sí un pueblo desgarrado por la tristeza, pues en
una sola batalla, la guerra contra los filisteos se había cobrado la vida de 30,000 Israelitas (1
Samuel 4:1-10). Añadiéndole a esa desgracia el hecho de que el arca estaba en posesión y
tierra de los filisteos, fue el detonante para que ocurriera la muerte de Eli. Entonces la tarea
de Samuel no era fácil, pues tenia que restaurar la fe de su pueblo y recuperar el favor y la
protección del Eterno para con su pueblo. Pasaron 20 años antes de volver a escuchar de
Samuel en las escrituras, durante este tiempo el profeta instruía al pueblo con constancia (1
Samuel 4:1), acostumbraba a visitar las mismas tres ciudades cada año para resolver las
disputas de sus habitantes y darles instrucciones. Su pueblo estaba muy afectado no solo
emocionalmente, sino también en la fe. Pues durante muchos años en el sacerdocio de Eli,
sus hijos se encargaron de debilitar la fe del pueblo, siendo corruptos e inmorales
entregándolos a la idolatría. Sin embargo, tras 20 años Samuel les dijo “Si con todo su
corazón están volviéndose a Jehová, quiten de en medio de ustedes los dioses extranjeros
y también las imágenes de Astoret, y dirijan su corazón inalterablemente a Jehová y sírvanle
solo a él, y él los librará de la mano de los filisteos” (1 Sam. 7:3). Es decir, Samuel les ofrecía
la oportunidad de regresar a Adonai y volver a ser libres, su pueblo le siguió y se empezaron
a deshacer de sus ídolos y a seguir la Ley de Dios. Cuando los filisteos se enteraron de dicha
reunión, vieron la oportunidad para acabar de una vez a los israelitas. Cuando supieron de
este ataque, se aterrorizaron y le pidieron a Samuel que clamara al Eterno por ayuda.
Samuel accedió y acompaño su oración con una ofrenda, aún no había terminado el
sacrificio cuando los filisteos atacaron la ciudad. Sin embargo, Adonai escucho el ruego de
Samuel y en su misericordia hizo el cielo tronar con gran fuerza tal que hizo que los filisteos
se retiraran.
Samuel se destaco no solo por hacer durante toda su vida lo que era justo, sino por su fe y
por animar a otros a hacer lo que era correcto, siguió cumpliendo su comisión mientras
esperaba con paciencia a que Jehová enderezara los asuntos. Además, demostró ser una
persona agradecida. Tras la victoria en Mizpa, levantó un monumento para recordar cómo
había salvado Dios a su pueblo (1 Sam. 7:12).
Sin embargo, las pruebas para Samuel no habían acabado allí. Siendo ya de edad avanzada
decide nombrar jueces a sus dos hijos, Joel y Abías. Pero estos hombres traicionaron la
confianza de su padre, abusando de su autoridad cometiendo injusticias y aceptando
sobornos. Los ancianos de Israel le presentaron quejas a Samuel por el comportamiento y
malos pasos de sus hijos. La Toráh no dice si Samuel estaba al tanto anteriormente, pero
sabía lo que les iba a pasar si no los corregía, así como le paso a Eli y a sus hijos. Tras la mala
conducta, ambición y egoísmo de los hijos de Samuel, los ancianos le pidieron a Samuel que
le dieran a un rey que los juzgue, así como en todas las naciones extranjeras lo hacían.
Cualquiera se habría sentido ofendido ante tal postura, después de todo Samuel había
pasado toda su vida cuidando a su pueblo en representación de Adonai. Pero ellos ya no
querían un simple profeta, querían un rey como las demás naciones y según 1 Samuel 8:5,
aquella cosa fue mala a sus ojos. Cuando el Eterno le contesta a Samuel le dice que les de
un rey, que no fue a Samuel a quien había rechazado sino a Dios y que no había razón para
sentirse ofendido. El Eterno les advirtió las consecuencias que podría traer el tener un rey,
pero aun así el pueblo siguió firme en su decisión de querer un rey. Entonces Dios les dio un
rey y, Samuel obedeciendo, fue a ungirlo. Reconociendo que Dios había seleccionado a Saúl
para gobernar al pueblo, lo ungió y hasta le dio un beso, demostrándole así que lo recibía
con agrado y que le ofrecía su lealtad. Además, les señaló a los israelitas: “¿Han visto al que
Jehová ha escogido, que no hay ninguno como él entre todo el pueblo?” (1 Sam. 10:1, 24).
Samuel siempre mantuvo una actitud positiva. En vez de fijarse en los puntos débiles del
hombre a quien Dios había elegido, se centró en sus virtudes. Y en vez de amargarse por no
contar con la aprobación de aquella gente caprichosa, se concentró en el fiel servicio que él
le había ofrecido a Dios desde hacía tantos años (1 Sam. 12:1-4). Además, siguió cumpliendo
con su comisión, pues advirtió a los israelitas de las cosas que podían alejarlos de Jehová y
los animó a permanecer leales. Estos, a su vez, reconociendo de corazón el error que
habían cometido, le pidieron que orara por ellos. Entonces Samuel les aseguró: “Es
inconcebible, por mi parte, pecar contra Jehová cesando de orar a favor de ustedes; y
tengo que instruirles en el camino bueno y recto” (1 Sam. 12:21-24).