Carlos Fuentes Biografía
Carlos Fuentes Biografía
Carlos Fuentes Biografía
Carlos Fuentes
Biografía
Hijo de un diplomático de carrera, tuvo una infancia cosmopolita y estuvo
inmerso en un ambiente de intensa actividad intelectual. Licenciado en
leyes por la Universidad Nacional Autónoma de México, se doctoró en el
Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida estuvo
marcada por constantes viajes y estancias en el extranjero, sin perder
nunca la base y plataforma cultural mexicanas. En la década de los sesenta
participó en diversas publicaciones literarias. Junto con Emmanuel Carballo
fundó la Revista Mexicana de Literatura, foro abierto de expresión para los
jóvenes creadores.
A lo largo de su vida ejerció la docencia como profesor de literatura en
diversas universidades mexicanas y extranjeras, y se desempeñó también
como diplomático. Impartió conferencias, colaboró en numerosas
publicaciones y, junto a la narrativa, cultivó también el ensayo, el teatro y
el guión cinematográfico. Algunos de sus ensayos de tema literario fueron
recopilados en libros, como La nueva novela hispanoamericana (1969) o el
dedicado a Miguel de Cervantes, Cervantes o la crítica de la lectura (1976).
A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de
cuentos Los días enmascarados (1954), que fue bien recibido por la crítica y el
público. Se advertía ya en ese texto el germen de sus preocupaciones: la
exploración del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre realidad y
ficción, así como la descripción del ambiente ameno y relajado de una
joven generación confrontada con un sistema de valores sociales y morales
en decadencia.
Carlos Fuentes
Su éxito se inició con dos novelas temáticamente complementarias que
trazaban el crítico balance de cincuenta años de "revolución" mexicana: La
región más transparente (1958), cuyo emplazamiento urbano supuso un cambio
de orientación dentro de una novela que, como la mexicana de los
cincuenta, era eminentemente realista y rural; y La muerte de Artemio
Cruz (1962), brillante prospección de la vida de un antiguo revolucionario y
ahora poderoso prohombre en su agonía. Ambas obras manejan una
panoplia de técnicas de corte experimental (simultaneísmo, fragmentación,
monólogo interior) como vehículo para captar y reflejar una visión compleja
del mundo.
La región más transparente (1958)
Las promesas de originalidad y vigor que ya se vislumbraban en Los días
enmascarados se cumplieron plenamente con La región más transparente (1958),
un dinámico fresco sobre el México de la época que integra en un flujo de
voces los pensamientos, anhelos y vicios de diversas capas sociales. La
primera novela de Fuentes supuso una ruptura con la narrativa mexicana,
estancada en un discurso costumbrista y en la crónica revolucionaria
testimonial desde una óptica oficialista. Con esta extensa obra acreditó el
autor su vasta cultura, su sentido crítico y su pericia y audacia como
prosista, rasgos que muy pronto lo convertirían en uno de los escritores
latinoamericanos con más proyección internacional.
Al modo de John Dos Passos en Manhattan Transfer respecto a Nueva York, o
de Alfred Döblin en Berlin Alexanderplatz con la capital alemana, La región más
transparente es el gran mosaico de Ciudad de México, el retrato a la vez
atomizado y gigantesco de todas sus clases sociales a través del
aproximadamente centenar de personajes que constituyen su "protagonista
colectivo", siendo el verdadero protagonista la propia ciudad; así lo delata
su mismo título, que procede de una frase con la que Alexander von
Humboldt describió el valle de México.
Carlos Fuentes
Obra posterior
Las novelas reseñadas otorgaron a Carlos Fuentes un puesto central en el
llamado boom de la literatura hispanoamericana. Dentro de aquel fenómeno
editorial de los años 60 que, desde España, daría a conocer al mundo la
inmensa talla de los nuevos (y a veces anteriores) narradores del
continente, Carlos Fuentes fue reconocido como autor de la misma
relevancia que el colombiano Gabriel García Márquez, los argentinos Jorge Luis
Borges, Ernesto Sábato y Julio Cortázar, el peruano Mario Vargas Llosa o los
uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti.
Entre las dos novelas mencionadas, sin embargo, se sitúa una obra de
andadura realista y tradicional: Las buenas conciencias (1959), que cuenta la
historia de una familia burguesa de Guanajuato. Esas obras iniciales
cimentaron un ciclo denominado por el autor "La edad del tiempo", obra en
constante progreso a la que se fueron sumando diversos volúmenes.
Espíritu versátil y brillante, Fuentes tendió a abordar en obras ambiciosas y
extensas (a veces incluso monumentales) una temática de hondo calado
histórico y cultural; la novela es concebida entonces con máxima amplitud,
como un sistema permeable capaz de integrar elementos en apariencia
dispersos pero dotados de poder evocativo o reconstructor.
Son de destacar, en este sentido, Cambio de piel (1967), con las abundantes
divagaciones a que se abandonan cuatro personajes ante el espectáculo de
una pirámide de Cholula. Zona sagrada (1967) retrata la difícil relación entre
una diva del cine nacional y su hijo. Terra Nostra (1975), novela muy extensa
que muchos consideraron inabordable, es probablemente su obra más
ambiciosa y compleja; en ella llevó al límite la exploración de los orígenes
del ser nacional y de la huella española (el ejercicio del poder absoluto por
parte de Felipe II) en las colonias de América.
En Cristóbal Nonato (1987), inspirada en Tristram Shandy de Laurence Sterne, narró
el Apocalipsis nacional empleando la voz de un niño que se está gestando;
este sorprendente monólogo de un personaje no nacido se sitúa en 1992
(año del quinto centenario del descubrimiento de América) y constituye una
celebración paródica en un México corrupto y destrozado.
A esta selección se agrega la novela corta Aura (1962), historia mágica,
fantasmal y extraña en la mejor tradición de la literatura fantástica. Diverso
carácter posee La cabeza de la hidra (1978), que, bajo la modalidad de una
novela de espionaje, trata sobre la corrupción de la vida política mexicana;
la "hidra" del título es el petróleo mexicano, una riqueza natural que no
genera prosperidad, sino dinero, corrupción y esclavitud. Al igual que Gringo
viejo (1985), novela sobre la estancia y desaparición del periodista
norteamericano Ambrose Bierce en el México revolucionario, fue llevada al
cine.
Su experimentalismo narrativo fue menguando con el curso de los años,
como se hizo perceptible en Diana o la cazadora solitaria (1994), breve novela
que recontaba su tormentosa relación con la actriz Jean Seberg. A pesar de
ello agregó a su obra títulos interesantes como Constancia y otras novelas para
vírgenes (1990), El naranjo o los círculos del tiempo (1993) y La frontera de
cristal (1995), conjunto de historias centradas en la línea divisoria que
separa a México de Estados Unidos.
Posteriormente publicó Los años con Laura Díaz (1999), Instinto de Inez (2001), La
silla del águila (2003), Todas las familias felices (2006), La voluntad y la
fortuna (2008) y Adán en Edén (2009). Ensayista, editorialista de prestigiosos
periódicos y crítico literario, escribió también obras de teatro, como El tuerto
es rey (1970) y Orquídeas a la luz de la luna (1982). Una inteligencia atenta al
presente y sus inquietudes, el profundo conocimiento de la psicología del
mexicano y una cultura de alcance universal hacen de su obra un punto de
referencia indispensable para el entendimiento de su país. En 1987 fue
galardonado con el Premio Cervantes, en 1994 con el Premio Príncipe de
Asturias de las Letras, y en 2008 recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel
la Católica.