SL1565 2020

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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL1565-2020
Radicación n.° 71613
Acta 17

Bogotá, D. C., veintisiete (27) de mayo de dos mil veinte


(2020).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


YADIRA DEL CARMEN GONZÁLEZ SANTOS en nombre
propio y en representación de sus hijas menores ADAYANSY
DE JESÚS y NATHALIA CECILIA JARAMILLO GONZÁLEZ,
contra la sentencia proferida por la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, el 29 de mayo de 2014, en el proceso ordinario
laboral que instauró la recurrente contra la COOPERATIVA
DE CARGADORES Y DE SERVICIOS C.T.A. –
COOCADECAR C.T.A. y CARULLA VIVERO S.A., al cual fue
llamado en garantía RIESGOS PROFESIONALES COLMENA
S.A. COMPAÑÍA DE SEGUROS DE VIDA.

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Radicación n.° 71613

I. ANTECEDENTES

Yadira del Carmen González Santos, en nombre propio


y en representación de sus hijas menores Adayansy de Jesús
y Nathalia Cecilia Jaramillo González, demandaron a la
cooperativa Coocadecar C.T.A. y Carulla Vivero S.A., con el
propósito que se declarara que entre éstas y el señor Rafael
Enrique Jaramillo Viloria existió un contrato de trabajo, el
cual finalizó por la muerte del trabajador, en el accidente
laboral ocurrido el 13 de agosto de 2005, que acaeció por
«falta de medidas de prevención e incumplimiento de normas
en Salud Ocupacional».

Como consecuencia de lo anterior, las demandantes


solicitaron que las mencionadas fueran condenadas a
cancelarles los perjuicios materiales, en lo correspondiente a
los daños morales objetivados y subjetivados en cuantía de
1.000 SMLMV; que así mismo se les sufragara los siguientes
valores: $48.335.957,33 por lucro cesante consolidado;
$159.668.129,29 por lucro cesante futuro y
$358.000.000,00 por los daños morales subjetivados, para
un total por indemnización plena y ordinaria de perjuicios de
$566.004.156,62. Finalmente, pidieron que se condenara a
la indexación de cada una de estas sumas y a las costas del
proceso.

Como fundamento de sus pretensiones, manifestaron


que Rafael Enrique Jaramillo Viloria contrajo matrimonio
católico con Yadira del Carmen González Santos; que de
dicha unión nacieron las menores Adayansy de Jesús y

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Nathalia Cecilia Jaramillo González y que todos sus


familiares, dependían económicamente del señor Jaramillo
Viloria.

Narraron que el fallecido laboraba con «la Cooperativa


Coocadecar y/o empresa CARULLA VIVERO S.A.»; que
ocupaba el cargo de «revisión de mercancía»; labor que
cumplía diariamente en las bodegas de dicha empresa; que
contaba con experiencia en esa tarea y lo convertía en un
empleado idóneo o responsable y que era la citada
cooperativa la que lo tenía afiliado a la ARP hoy ARL
Colmena.

Relataron que el 13 de agosto de 2005,


aproximadamente a las 9:40 a.m., en cumplimiento de las
órdenes del jefe o supervisor de Carulla Vivero S.A. de la calle
77, al señor Rafael Enrique Jaramillo Viloria tuvo que subirse
a una estiva para pintar una de las paredes internas del
lugar, la cual era levantada por un elevador o montacarga,
pero ésta se volcó originando la caída de los trabajadores que
allí se encontraban, generándole la muerte al señor Jaramillo
Viloria.

Afirmaron que dicho accidente de trabajo se generó por


la negligencia de los supervisores de la entidad demandada,
ya que no detectaron el peligro que corría el trabajador y no
tomaron los correctivos necesarios a fin de evitar el desenlace
fatal. Agregaron que el empleador violó el artículo 2º del
Decreto 2400 de 1979, en el entendido que no se aplicaron
los sistemas de control necesarios para la protección de los

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trabajadores, no se le suministró elementos de protección y


tampoco existió vigilancia y control en el funcionamiento del
programa de salud ocupacional en dicha empresa.

Concluyeron que entre las entidades convocadas a


juicio existe solidaridad, por cuanto las actividades a realizar
por el «contratista» eran conexas, propias, normales y
ordinarias de la empresa Carulla Vivero S.A. y el accidente
ocurrió en la realización de una «actividad propia y necesaria
de la empresa […] y en las instalaciones, bajo las órdenes,
supervisión y mando de la misma empresa».

La Cooperativa de Cargadores y de Servicios –


Coocadecar C.T.A. al contestar la demanda se opuso a todas
las pretensiones. Respecto de los hechos, aceptó como ciertos
los referidos a la vinculación laboral del señor Rafael Enrique
Jaramillo Viloria con esa cooperativa y/o la empresa Carulla
Vivero S.A.; que el cargo que desempeñaba el causante era
el de revisor de mercancía; y que esa Cooperativa lo tenía
afiliado a la ARL; así mismo, indicó que era cierto que el
trabajador falleció en el accidente de trabajo ocurrido el 13
de agosto de 2005, cumpliendo órdenes del supervisor de la
empresa Carulla Vivero S.A. y que esta «no tomó las medidas
de seguridad necesarias» para evitar dicho suceso. De los
demás supuestos fácticos dijo que no le constaban o que
debían probarse.

Como motivos de defensa, expuso que no era dable


predicar una solidaridad entre esa entidad y Carulla Vivero
S.A., toda vez que el vínculo que existía entre éstas era un

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contrato comercial verbal, cuyo objeto era manipular


mercancía, pero que la citada empresa, inconsultamente,
solicitó a dos de sus asociados que realizaran una labor
distinta a la acordada; que inclusive ellos no facturaron esa
labor porque no era propia de su actividad. Agregó que en
todo caso al ente cooperativo no se le podía aplicar las
disposiciones laborales, pues los asociados no ostentaban la
calidad de trabajadores, ya que es una relación típicamente
comercial y no laboral.

No formuló excepciones. Solicitó que se llamara en


garantía a la «ARP Colmena», toda vez que el fallecido se
encontraba afiliado a esa entidad.

Carulla Vivero S.A. al dar respuesta al libelo genitor se


opuso a todas las pretensiones. En cuanto a los hechos
aceptó como cierta la ocurrencia del accidente de trabajo en
el que perdió la vida el señor Jaramillo Viloria, de los demás
supuestos fácticos dijo que no eran ciertos o que no le
costaban.

Como argumentos de defensa expuso, que el difunto no


celebró ningún contrato escrito y mucho menos verbal con
esa empresa; que aquel era un asociado de la cooperativa
Coocadecar C.T.A., quien le suministraba fuerza de trabajo
de sus asociados para la «ejecución de una obra»; que nunca
le pagó «salario, remuneración o prestaciones sociales ya que
no estaba bajo su subordinación»; que al ser un asociado de
la Cooperativa de Cargadores y de Servicio C.T.A. Coocadecar
C.T.A. recibía de ésta pero compensaciones y que Carulla en

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ningún momento autorizó al señor Rafael Enrique Jaramillo


Viloria para que utilizara el montacargas, toda vez que este
tipo de maquinaria era empleada para otra clase de trabajos.

Propuso las excepciones de inexistencia de la obligación


y la de prescripción.

El juez de conocimiento, en auto calendado 23 de julio


de 2007 (f.° 310) admitió el llamamiento en garantía
propuesto por Coocadecar C.T.A.

Riesgos Profesionales Colmena S.A. Compañía de


Seguros de Vida, contestó dicho llamamiento oponiéndose a
todas las pretensiones, adujo que lo peticionado por las
accionantes, no era competencia legal de esa administradora
de riesgos profesionales, dado que el suceso ocurrido al señor
Rafael Enrique Jaramillo Viloria no era un accidente de
trabajo que debiera ser reconocido por esa ARL

Frente a la demanda presentada formuló las siguientes


excepciones de mérito: inexistencia de la obligación,
inexistencia de la causa para pedir, cobro de lo no debido,
culpa exclusiva del empleador, prescripción y caducidad.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Cuarto Laboral de Descongestión del


Circuito de Barranquilla, al que correspondió dirimir el
trámite de la primera instancia, profirió fallo el 16 de julio de
2012, en el que resolvió:

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PRIMERO: CONDENAR en forma solidaria a las demandadas


COOPERATIVA DE CARGADORES Y SERVICIOS - C.T.A.
COOCADECAR y CARULLA VIVERO S.A., a pagarle a la
demandante YADIRA DEL CARMEN GONZÁLEZ SANTOS en
nombre suyo y de sus dos (2) menores hijas ADAYANSI DE
JESÚS JARAMILLO GONZÁLEZ y NATHALIA CECILIA
JARAMILLO GONZÁLEZ, las siguientes sumas: Cincuenta y
cuatro millones setecientos setenta y siete mil quinientos ochenta
y ocho ($54.777.588) pesos, a título de lucro cesante
consolidado. Noventa y siete millones doscientos veinticuatro mil
seiscientos seis ($97.224.606) pesos, a título de lucro cesante
futuro, y ciento setenta millones diez mil ($170.010.000) pesos,
a título de perjuicios morales. Así:

LUCRO CESANTE CONSOLIDADO.


Beneficiario Parentesco Porcentaje Valor

Yadira González
Esposa 50% $27.388.794
Santos.
Adayansy Jaramillo Hija menor de 25% $13.694.397
González. edad.
Nathalia Jaramillo Hija menor de 25% $13.694.397
González. edad.
Total lucro cesante $54.777.588
consolidado.

LUCRO CESANTE FUTURO.


Beneficiario Parentesco Porcentaje Valor
Yadira González
Esposa 50% $48.612.303
Santos.
Adayansy Jaramillo Hija menor de 25% $24.306.152
González. edad.
Nathalia Jaramillo Hija menor de 25% $24.306.152
González. edad.
Total lucro cesante $97.224.606
futuro.

DISTRIBUCIÓN DE LOS PERJUICIOS MORALES


Beneficiario Parentesco S.M.L.V. Valor

Yadira González Santos. Esposa 100 $56.670.000

Adayansy Jaramillo Hija menor de 100 $56.670.000


González. edad.
Nathalia Hija menor de 100 $56.670.000
Jaramillo edad.
González.

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Total perjuicios morales. $170.010.000

SEGUNDO: ABSOLVER a las demandadas COOPERATIVA DE


CARGADORES Y SERVICIOS — C.T.A. COOCADECAR y
CARULLA VIVERO S.A., de las demás pretensiones de la
demanda instaurada por YADIRA DEL CARMEN GONZÁLEZ
SANTOS y OTROS.

TERCERO: ABSOLVER a la llamada en garantía RIESGOS


PROFESIONALES COLMENA S.A. COMPAÑÍA DE SEGUROS
DE VIDA, de todas y cada una de las pretensiones de la demanda
impetrada por YADIRA DEL CARMEN GONZÁLEZ SANTOS y
OTROS.

CUARTO: COSTAS a cargo de la parte vencida. '

El a quo antes de estudiar el tema relativo a la culpa


patronal y las consecuentes condenas, luego de analizar la
certificación expedida por Coocadecar C.T.A (f.°9 y10), señaló
que la citada prueba documental permitía establecer que
entre el causante y la Cooperativa demandada no existía una
relación cooperativa solidaria, toda vez que el contenido del
referido documento evidencia una práctica de intermediación
laboral existente entre la empresa Carulla Vivero S.A. y el
ente cooperativo, pues no a otra conclusión se puede arribar
cuando este acepta «que el causante se hallaba asignado a
las bodegas de Carulla Vivero 77, en virtud del contrato de
suministro de personal que fuera suscrito entre aquellas».

En tal sentido argumentó el juez de primera instancia


lo siguiente:

Es menester recodar que por disposición legal el objeto de las


C.T.A., es generar y mantener el trabajo para los asociados, pero
esto ha de realizarse con autonomía y autodeterminación. Valga
decir, no le está permitido a las C.T.A., establecerse como
empresas de servicios temporales cuyo campo de acción sea el

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envío de trabajadores a las instalaciones de las empresas


usuarias que lo requieran, en este caso Carulla Vivero.

Ciertamente un contrato de suministro de personal celebrado entre


Carulla Vivero y Coocadecar C.T.A., no responde al espíritu que
gobierna el trabajo asociado. Tal práctica lo que enseña es la
utilización del trabajo asociado para ocultar el envío de
trabajadores misionales a las instalaciones de la empresa Carulla
Vivero S.A.

Y observa el despacho que tal conclusión adquiere más fuerza al


examinar los expresado constantemente por la empresa Carulla
Vivero S.A., en su libelo de contestación de demanda
específicamente lo referente a: “El señor Rafel Jaramillo Viloria era
asociado de la Cooperativa de Cargadores y de Servicios C.T.A.
COOCADECAR C.T.A. quien le suministra fuerza de trabajo de sus
asociados para la ejecución de una obra” (Folios 162 a 171).

Luego al tenor de lo estipulado en el art. 1° del Decreto 2025 de


2011:

[…]

Y en virtud del principio de la primacía de la realidad sobre las


formas, para este despacho resulta diáfana la acción emprendida
por parte de las demandadas, consistente en valerse de la figura
del trabajo asociado para incurrir en el desarrollo de
intermediación laboral. Por cuanto el servicio prestado por la
C.T.A., en el presente caso responde verdaderamente al que presta
la empresa de servicios temporales. Es decir, la actividad del
finado RAFAEL JARAMILLO VILORIA, se aviene plenamente a la
de un trabajador enviado en misión para desarrollar actividades
dentro de las instalaciones de Carulla Vivero S.A.

Una vez aprobada la existencia de una verdadera relación laboral


entre las demandadas y el referido RAFAEL JARAMILLLO; de
conformidad con lo preceptuado en el art. 17 del Decreto 4588
ibídem, COOCADECAR C.T.A. y Carulla Vivero S.A., serán
solidariamente responsables por las obligaciones económicas que
se causen a favor de la demandante y sus menores hijas, como
consecuencia del accidente de trabajo que le produjo la muerte a
FAFAEL JARAMILLO VILORIA. Para lo cual se entra el despacho a
determinar la existencia de culpa patronal en el insuceso acaecido
el día 13 de agosto de 2005. […].

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Apeló la demandada Carulla Vivero S.A. y la Sala


Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del Distrito

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Judicial de Barranquilla, mediante sentencia proferida el 29


de mayo de 2014, revocó íntegramente el fallo de primer
grado y, en su lugar, absolvió a las demandadas de todas las
pretensiones y se abstuvo de imponer condena costas en
ambas instancias.

La alzada estableció que el problema jurídico a resolver


se circunscribía a determinar, si en el presente asunto se
encontró demostrada la culpa de la empresa Carulla Vivero
S.A., en el accidente de trabajo que le causó la muerte al
señor Rafael Enrique Jaramillo Viloria y, en caso afirmativo,
definir si existe solidaridad entre la Cooperativa Coocadecar
C.T.A. y Carulla Viveros S.A., para responder por la
indemnización plena y ordinaria de perjuicios causada con la
muerte del mencionado trabajador.

Para dirimir dicha controversia, el ad quem luego de


transcribir el artículo 216 del CST, adujo que para que sea
procedente reconocer la indemnización plena de perjuicios,
quien la reclame debe acreditar tres presupuestos a saber: el
accidente de trabajo; la culpa del empleador y los perjuicios
con su tasación. Indicó que la responsabilidad del empleador
se encuentra conformada por un hecho imputable, un daño,
la culpa y un nexo o relación de causalidad entre estos.

A efectos de determinar si existía o no responsabilidad


de Carulla Vivero S.A. en el accidente sufrido por el señor
Jaramillo Viloria, el Colegiado valoró las pruebas obrantes en
el plenario de la siguiente forma:

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Informe del accidente de trabajo de la ARP Colmena (f.°


297 a 298). Respecto de esta documental, aseveró que allí se
consignó que el señor Rafael Enrique Jaramillo Viloria sufrió
un accidente de trabajo que le causó la muerte el 13 de
agosto de 2005 a las 10:15 a.m. y se describió que «el señor
en mención se encontraba haciendo un trabajo a las afueras
del Cendys, cuando se cayó la montacarga donde estaba
montado el asegurado con su arnés, lo que le produjo lesiones
y la muerte».

Acta de inspección ocular del Ministerio de la Protección


Social – Dirección Territorial Atlántico, sobre la investigación
del accidente de trabajo (f.° 291 a 292). Respecto de esta
prueba, el Tribunal encontró lo siguiente:

 Que existían dos equipos de montacargas que se utilizaban


para realizar las labores de cargue y descargue de
mercancías, de los cuales uno es eléctrico y que por su
naturaleza no posee «contrabalance», el cual fue utilizado, de
acuerdo a los investigadores, por el señor Jaramillo Viloria y
dos trabajadores más.

 Que el referido montacarga presenta en la parte izquierda del


mástil un golpe y raspadura, ocasionado al voltearse al ser
llevado a un sitio para realizar una actividad en altura, el cual
no cumpla con las especificaciones técnicas para ese tipo de
trabajo, sumado al hecho de que el piso donde se colocó el
montacargas presenta una condición subestándar por estar
inclinado, lo cual ocasionó el accidente mortal.

 En la inspección se realizó la entrevista a la señora Adelina


Bolaño de Bolaño, líder de logística de la empresa Carulla
Vivero S.A., quien indicó lo siguiente: «QUE EL SEÑOR RAFAEL
JARAMILLO CON AYUDA DE DOS TRABAJADORES MÁS
RETIRÓ DE MANERA INCONSULTA, EL MONTACARGAS
ELÉCTRICO DE NUESTRAS INSTALACIONES PARA
UTILIZARLO A LAS AFUERAS DEL CENDIS LO CUAL
OCASIONÓ EL ACCIDENTE QUE LE PRODUJO LA MUERTE.
LO ANTERIOR SE REALIZÓ AUN CUANDO ESTABA
TOTALMENTE PROHIBIDO REALIZAR CUALQUIER

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OPERACIÓN CON EL MONTACARGAS ELECTRICO»


(mayúsculas del Texto).

Más adelante, el Tribunal se refirió al formato de


investigación de accidente de trabajo elaborado por el Comité
Paritario de Salud Ocupacional de Carulla Vivero S.A.
(f.°305), en el cual se consignó lo siguiente:

«[…] el día sábado 13 de agosto de 2005 todo el personal de


logística Norte se encontraban realizando una jornada de orden,
aseo y pintura en las instalaciones del Cendis hasta la altura que
le permitían sus extremidades superiores. Para efectos de pintar
en la parte superior del Cendis se prestaron unos andamios a la
compañía Metroseñal que en ese momento no se tenían porque se
estaban buscando. El Señor en cuestión decidió junto con IVÁN
FRANCO GUERRERO y ERICK PEÑA MARTINEZ, no esperar los
andamios y sacar el montacargas eléctrico sin ninguna
autorización, los señores ERICK PEÑA MARTINEZ y RAFAEL
JARAMILLO colocaron una estiba de madera a las horquillas del
montacargas y se subieron a limpiar y pintar la parte superior del
Cendis, para tal fin se aseguraron con un arnés al montacargas,
cuando estaban pintando en la parte superior, el montacargas se
fue de lado y le produjo la muerte al Señor Rafael Jaramillo y la
fractura a ERICK PEÑA MARTINEZ. Los señores ERICK PEÑA
MARTINEZ y RAFAEL JARAMILLO estaban trabajando con la
Cooperativa de Trabajo Asociado COOCADECAR, la cual prestaba
los servicios a CARULLAVIVERO S.A. de cargue, descargue y
servicios varios».

Luego el sentenciador de alzada aludió al informe de


investigación del accidente de trabajo que aparece a folios
354 a 357, y dijo que en el mismo se describían los hechos
de la siguiente manera:

"El día 13 de agosto del presente año, se inició en las bodegas de


Carulla-Vivero (Cendis) una jornada de orden, aseo y pintura
coordinada por la líder de logística Adelina Bolaños de Bolaños.
Siendo las 10:30 AM los señores Rafael Jaramillo (fallecido) y
Erick Peña se encontraban en las afueras de las instalaciones
para realizar tareas de pintura; en vista que los andamios se
encontraban ocupados y los otros no llegaban, pidieron al señor
Iván Darío Franco montacarguista, sacar el montacargas para
realizar las labores encomendadas. Éste desobedeciendo una

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orden sacó el montacargas eléctrico al cual le colocaron una estiba


de madera donde se subieron los trabajadores.

Los señores Jaramillo y Peña subieron al montacargas y anclaron


sus arneses al mismo el cual fue elevado a una altura de 4 mts.;
cuando dicho elemento perdió estabilidad, el montacarguista
intentó bajarlos resultando infructuosa la acción y cayendo el
montacargas de forma lateral, el señor Jaramillo siguió anclado al
mismo cayendo con él y recibiendo múltiples golpes."

El operador judicial de segundo grado advirtió que en el


referido documento también se indica que la empresa Carulla
Vivero S.A. planeó la actividad dirigida por la señora Adelina
Bolaños Bolaños (líder de logística), quien indagó sobre la
experiencia en la labor a realizar. Finalmente, sobre las
posibles causas técnicas el informe señala: la puesta del
montacargas en una superficie en declive; la utilización del
mismo en una tarea no permitida, y como origen de las
consecuencias se determinó, la caída del citado montacargas
en forma lateral.

Así mismo, el Tribunal indicó que las declaraciones


rendidas por Soledad Rojas Altamar y Wilfrido Milan
Maldonado Fontalvo (f.° 598 a 605) no podrían ser valoradas,
ya que tales testigos no tuvieron conocimiento directo de los
hechos que rodearon el accidente de trabajo.

Seguidamente precisó que, tratándose de la culpa del


empleador la carga probatoria de su demostración le
corresponde al trabajador, en los términos del artículo 177
del CPC, el cual le impone a las partes el deber de demostrar
los hechos en los cuales se sustentan sus pretensiones; que
esa responsabilidad o culpa, debe tener los siguientes
elementos, un hecho imputable, un daño, la culpa del

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patrono y un nexo o relación de causalidad entre estos; que


al configurase los citados elementos se determina la
responsabilidad por los daños producidos.

Dijo entonces el ad quem, que atendiendo lo anterior era


dable advertir que las pruebas allegadas al proceso
demuestran que existió un accidente de trabajo que produjo
un hecho dañoso, pero no se acreditó la culpa del empleador,
dado que la promotora del proceso no allegó prueba alguna
que permita inferir que la empresa Carulla Vivero S.A. tuvo
responsabilidad en la ocurrencia del accidente de trabajo,
por el contrario, los medios de convicción analizados, son
coincidentes y coherentes al indicar que el trabajador
Jaramillo Viloria, «desobedeció las órdenes de seguridad y sin
autorización usó el montacargas para realizar la actividad de
pintura».

Explicó que contrario a lo decidido por el a quo, este


hecho no podía ser desconocido para valorar la
responsabilidad de Carulla Vivero S.A. en la ocurrencia del
infortunio, toda vez que la imprudencia del trabajador
«rompió» el nexo causal entre el hecho imputable, el daño y la
culpa del empleador, debido a que en el momento en que el
señor Jaramillo Viloria omitió el deber de cuidado y la
previsibilidad del resultado, cometió una conducta
imprudente que no le permitió advertir el peligro que corría
al utilizar un montacargas sin autorización, desconociendo
las normas de seguridad y el hecho de que ya se habían
solicitado los medios adecuados para realizar la labor,

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conducta que lo condujo a asumir riesgos manifiestos,


innecesarios y graves que le ocasionaron la muerte.

Finalmente, puso de presente que la asignación de


funciones al difunto distintas a las inicialmente contratadas,
no era un supuesto que condujera a generar negligencia o
responsabilidad por parte de Carulla Vivero S.A., ya que las
demás probanzas indican que el accidente de trabajo se
generó por la imprudencia y por falta del debido cuidado del
trabajador, en tal sentido el ad quem, señaló:

Ahora bien, el hecho de que el Señor RAFAEL JARAMILLO VILORIA


hubiera sido contratado para el cargo de Cotero por la Cooperativa
de Trabajo Asociado COOCADECAR C.T.A., y hubiere sido
asignado a la Empresa CARRULLA VIVERO S.A., y ésta le
asignara el cumplimiento de funciones diferentes a las
inicialmente contratadas, en efecto, configura un nuevo contrato
de trabajo entre éstos, en relación con la prestación de ese servicio,
como lo son, las actividades de limpieza y pintura; no obstante, la
existencia de ese poder subordinante, no implica per se que la
Empresa CARRULLA VIVERO S.A., sea responsable de la
ocurrencia del accidente cuando de las pruebas obrantes en el
expediente, se determina que éste ocurrió por la imprudencia del
trabajador.

En ese orden de ideas, concluyó que se debía revocar la


sentencia condenatoria impartida en primera instancia, ya
que, si bien se probó el accidente de trabajo, no ocurrió lo
mismo con la culpa atribuida a Carulla Vivero S.A., requisito
exigido por el artículo 216 del CST; razón por la cual, era
dable absolver a esa entidad y a las demás convocadas a
juicio, de lo aquí pretendido.

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IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la parte demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretenden los recurrentes que la Corte case totalmente


la sentencia del Tribunal, para que, en sede de instancia,
confirme íntegramente el fallo condenatorio dictado por el
juez de primera instancia.

Con tal propósito, por la causal primera de casación


laboral, formula dos cargos que obtuvieron réplica
únicamente por la ARL Colmena, los cuáles si bien están
dirigidos por distinta vía, se estudiarán conjuntamente, como
quiera que denuncian similar conjunto normativo, contienen
una sustentación que se complementa, persiguen idéntico
cometido y la solución para ambos es la misma.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia impugnada de violar por la vía


directa, en la modalidad de aplicación indebida, el artículo
216 del CST, en relación con los artículos 24, 25, 26, 34, 35,
56, 57 y 348 ibídem; así mismo, los artículos 2 de la
Resolución 2400 de 1979; 21 del Decreto 1295 de 1994; 91
de la Ley 9 de 1979 y 12 de la Resolución 2413 de 1979.

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En el desarrollo de la acusación, aduce que dada la vía


del puro derecho por la que se orienta el ataque, acepta la
conclusión fáctica a la que arribó el Tribunal, relativa a que
el trabajador fallecido «desobedeció las órdenes de seguridad
y sin autorización utilizó el montacargas para realizar la
actividad de pintura», no obstante, asegura que el ad quem
incurrió en tres desaciertos jurídicos, que le condujeron a
aplicar indebidamente el artículo 216 del CST, los cuales
enlistó así:

1. Considerar que para aplicar el artículo 216 del Código


Sustantivo del Trabajo, debe existir prueba tal de la culpa del
patrono, que permita "atribuirle responsabilidad exclusiva a la
Empresa Demandada CARULLA VIVERO S. A., de la ocurrencia
del accidente de trabajo." (El. 808) (Negrillas del texto).

2. Considerar que el Juez A Quo aplicó instantáneamente el


artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo, luego de la simple
constatación probatoria de la asignación, por parte de la
demandada CARULLA VIVERO S.A., de funciones distintas a las
inicialmente pactadas por el trabajador con la Cooperativa de
Trabajo Asociado COOCADECAR.

3. Y, por último, el franco desconocimiento del criterio


jurisprudencial establecido por la Sala de Casación Laboral de la
Corte Suprema de Justicia respecto de la culpa patronal en
accidentes de trabajo ocurridos en el desempeño de actividades
peligrosas, específicamente, en materia de trabajo en alturas.

Frente al primer dislate jurídico, la censura indicó que


era ajeno a la aplicación del artículo 216 del CST hablar de
que se debía atribuir la «responsabilidad exclusiva del
accidente a la empresa demandada», ya que esa disposición
normativa exige que la culpa del empleador en la ocurrencia
del accidente de trabajo esté «suficientemente comprobada» y
no que sea «exclusiva», lo que significa que se presente sin la
concurrencia de ninguna otra, en especial, obviamente, de la
del trabajador.

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Resalta que ese punto ya ha sido adoptado por la


jurisprudencia de la Sala de Casación Laboral, en el sentido
de establecer que la culpa del empleador no solo puede
concurrir con la del trabajador, sino que incluso cuando
sucede dicha concurrencia, no desaparece la culpa del
empleador ni hay lugar a la reducción en el monto de la
indemnización, para ello, trajo a colación la sentencia CSJ
SL5463-2015, rad. 44395, de la cual citó in extenso.

De otro lado, argumenta que es posible que el juez


colegiado en realidad haya querido decir en su sentencia, que
lo que existió en el presente caso fue culpa atribuible
exclusivamente al trabajador, y que, por tanto, no se
presenta la responsabilidad del empleador de que trata el
artículo 216 de CST, argumento que se adecuaría
correctamente al criterio jurisprudencial.

Asegura que esa conclusión se desprendería de la


afirmación del colegiado, respecto a que «la culpa del
trabajador no puede ser desconocida para efectos de valorar
la responsabilidad del empleador en la ocurrencia de un
accidente de trabajo, toda vez que la imprudencia del
trabajador rompe el nexo causal entre el hecho imputable, el
daño y la cumpa del empleador»; que no obstante tal
afirmación también es desacertada jurídicamente, pues la
culpa del trabajador no hace desaparecer la culpa del
empleador.

SCLAJPT-10 V.00
18
Radicación n.° 71613

Asevera que, en todo caso, sí es necesario que la culpa


del empleador esté suficientemente probada, y que el
Tribunal afirma «que no se puede predicar que existe prueba
alguna de la culpa del patrono». Empero según el censor, la
supuesta inexistencia de prueba de la culpa del empleador
en la ocurrencia del accidente de trabajo de la que habla la
alzada, no es producto de una defectuosa valoración de las
pruebas, sino del equivocado entendimiento que hizo el ad
quem de las consecuencias jurídicas de la asignación al
trabajador de funciones diferentes a las inicialmente
pactadas, y, sobre todo, del desconocimiento del juez de
segundo grado del criterio jurisprudencial establecido en la
materia respecto de los trabajos en altura.

Frente al segundo desacierto, referente a la asignación


al trabajador de funciones diferentes a las inicialmente
pactadas, el recurrente aduce que si bien es cierto que la
modificación de las labores de un trabajador no es una
causal suficiente para atribuir responsabilidad a un
empleador de un accidente de trabajo, debe tenerse en
cuenta que el desarrollo de esas nuevas funciones, significó
el ejercicio de actividades peligrosas de trabajo en altura, las
cuales eran completamente ajenas a las desempeñadas en
forma habitual.

Destaca que precisamente, fue con base en la


«peligrosidad» de tales funciones, que el a quo encontró
acreditada la culpa del empleador, dado que por el hecho de
estar en presencia de una actividad peligrosa, era obligación
de Carulla Vivero S.A. impedir «que el personal que no contara

SCLAJPT-10 V.00
19
Radicación n.° 71613

con las condiciones mínimas de seguridad acometiera


manipulara elementos tales como un montacargas para llevar
a cabo un trabajo en altura».

En otras palabras, asegura que la demandada al no


haber impedido que su trabajador, en el desempeño de las
funciones de altura, manipulara un implemento inadecuado
como lo era el montacargas comprometió su responsabilidad
en dicho suceso, por lo cual, debe ser condenada al pago de
la indemnización deprecada.

Frente al último yerro jurídico reprochado, referente a


la culpa patronal en los accidentes de trabajo ocurridos en el
ejercicio de actividades peligrosas, la censura luego de
transcribir en extenso la sentencia CSJ SJ SL16102-2014,
rad. 44540, argumenta que si el Tribunal hubiera tenido en
cuenta el criterio jurisprudencial transcrito habría arribado
a la misma conclusión del a quo, en relación a la culpa de
Carulla Vivero S.A, en la ocurrencia del accidente de trabajo,
en la medida que no basta con afirmar que se dio la orden de
esperar unos andamios, o que el montacargas se utilizó sin
autorización, sino que al tratarse de una actividad peligrosa
de trabajo en alturas, la empleadora tenía la obligación de
exigir el cumplimiento de las normas de seguridad e impedir
o interrumpir si estas se desarrollaban de forma que
comprometieran la seguridad del trabajador.

Finalmente, aduce que si la colegiatura hubiera


aplicado correctamente el artículo 216 del CST, teniendo en
cuenta que la culpa del trabajador puede concurrir con la del

SCLAJPT-10 V.00
20
Radicación n.° 71613

empleador, y que la culpa de este último consistió en el


incumplimiento de su obligación de impedir el desarrollo de
actividades en alturas de forma insegura, habría confirmado
la sentencia de primer grado.

VII. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia impugnada de infringir por la vía


indirecta, en la modalidad de aplicación indebida el artículo
216 del CST, en relación con los artículos 24, 25, 26, 34, 35,
56, 57 y 348 ibídem y los artículos 2 de la Resolución 2400
de 1979; 21 del Decreto 1295 de 1994; 91 de la Ley 9 de
1979, y 12 de la Resolución 2413 de 1979.

Sostiene que el Tribunal incurrió en los siguientes


errores manifiestos de hecho:

1. No dar por demostrado, estándolo, que el empleador


CARULLA VIVERO S.A., incumplió su obligación legal de exigir, por
medio del supervisor o delegado encargado de la seguridad, el
cumplimiento estricto de las medidas de seguridad pertinentes
para el correcto desarrollo de una actividad peligrosa de trabajo
en altura.

2. No dar por demostrado, estándolo, que las tareas de pintura


que se encontraba desempeñando el trabajador RAFAEL
JARAMILLO VILORIA el día del accidente fatal, constituía una
actividad peligrosa de trabajo en altura, y para la cual no había
sido contratado ni, obviamente, capacitado.

3. Y, finalmente, no dar por demostrado, estándolo, que en la


ocurrencia del accidente de trabajo en el que perdió la vida el
trabajador, hubo, en todo caso, concurrencia de culpas tanto del
trabajador como del empleador.

SCLAJPT-10 V.00
21
Radicación n.° 71613

Asegura que tales dislates se presentaron como


consecuencia de la apreciación equivocada de las siguientes
pruebas:

1. Informe de investigación de accidente de trabajo, obrante a


folios 354 a 357.

2. Acta de inspección ocular, folios 291 a 292.

3. Informe final y anexos, folios 360 a 368.

En el desarrollo de la acusación, el recurrente expone


que el Tribunal arribó a una decisión absolutoria sin tener
en cuenta el informe de investigación de accidente de trabajo,
obrante a folios 354 a 357, particularmente, el acápite de
acciones correctivas que debían ser implementadas por
Carulla Vivero S.A. y precisadas por la investigadora María
Lucia Lozano Murgas, las cuales enlista así:

· Diseñar e implementar procedimientos para trabajo en


altura basados en las normas de construcción de OSHA (...) y
entrenar al personal haciendo pruebas de montajes de instalación
y desistalación de cuerpos de andamios.

· Colocar en conocimiento de las empresas los perfiles de


cada uno de los integrantes de la cooperativa que realizaran
las labores contratadas.

· Para cada uno de los trabajos de alto riesgo colocar como


supervisor a una persona calificada y capacitada en
materia de seguridad industrial.

· Capacitar a los cooperados en el armado, desmontes,


reparación, mantenimiento e inspección de andamios.

· Aplicar la lista de chequeo (permisos) para trabajos en


altura.

· Tener en cuenta que para un trabajo en altura mayor a 1.8


mts. se deben utilizar los siguientes EEP: casco con barboquejo,
guantes, arnés integral con argolla dorsal, lumbar y de

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

posicionamiento debidamente certificada y línea de vida sujeto


a un punto de anclaje fijo (negrillas y subrayas del texto).

Asevera que dicha documental demuestra de manera


diáfana que el accidente de trabajo que ocasionó la muerte
del trabajador, se generó debido a un claro incumplimiento
de Carulla Vivero S.A. de las normas especiales de seguridad,
establecidas para el desempeño de actividades peligrosas de
trabajo en altura, lo cual se debió al desconocimiento de los
perfiles de los trabajadores cooperados suministrados, la
ausencia de supervisores calificados y entrenados, la falta de
capacitación de los trabajadores cooperados, la inexistencia
de una lista de permisos o chequeos para el trabajo en altura
y la errónea implementación del anclaje como medida de
protección personal.

Afirma que el anterior incumplimiento de las normas de


seguridad, por parte de las demandadas compromete su
responsabilidad en la ocurrencia del accidente de trabajo,
más allá de que en el mismo haya concurrido la culpa
también del trabajar fallecido, o de otros trabajadores.

Destaca en este punto, que si bien es cierto, de la


narración de los sucesos del accidente, incluidos en todas las
pruebas documentales analizadas por el Tribunal, se
desprende la culpa del trabajador fallecido, también resulta
evidente y notoria la culpa del empleador al incumplir en
forma grave su obligación legal de exigir, por medio del
supervisor o delegado encargado de la seguridad, el estricto
cumplimiento de las medidas de seguridad pertinentes para
el correcto desarrollo de actividades de altura.

SCLAJPT-10 V.00
23
Radicación n.° 71613

Seguidamente se refiere al acta de inspección ocular


adelantada por el Inspector del Trabajo (f.° 291) y al «informe
final» de la investigación (f.°360 a 368), en los siguientes
términos:

A folio 291, en el acta de inspección ocular adelantada por el


Inspector del Trabajo, la señora Adelina Bolaño de Bolaño, quien
era la responsable de la jornada de orden, aseo y pintura",
únicamente dice que este grupo de trabajadores retiraron de forma
inconsulta el montacargas, lo cual estaba "absolutamente
prohibido", pero no explica que medidas adoptó, si es que adoptó
alguna, como coordinadora de la jornada y responsable de la
seguridad de los trabajadores, para evitar que dicha infracción a
las normas de seguridad ocurriera.

Por su parte, en el informe final obrante a folios 360 a 368, se


incluye la entrevista al trabajador Ivan Franco, quien era el
operario del montacargas, el cual manifiesta a folio 363, que el
causante le insistió en que sacara el montacargas "diciéndole que
si no sacaba el Montacargas, entonces él lo hacía", razón por la
cual accedió a sacar el montacargas.

De lo anterior colige, que esto demuestra la absoluta


falta de implementación de una lista de chequeo o permisos
para trabajar en altura, en la medida que el trabajador Iván
Franco reconoce que cualquier empleado podía sacar el
montacargas. Insiste en que más allá de la existencia de la
culpa del trabajador en la ocurrencia del accidente de
trabajo, indudablemente concurrió la culpa de la demandada
Carulla Vivero S.A., al incumplir su obligación legal de exigir,
por medio del «supervisor o delegado encargado de la
seguridad», el estricto cumplimiento de las medidas de
seguridad pertinentes para el correcto desarrollo de una
actividad peligrosa de trabajo en altura.

SCLAJPT-10 V.00
24
Radicación n.° 71613

VIII. LA RÉPLICA

La ARL Colmena antes Colmena Vida y Riesgos


Laborales, presenta su escrito de oposición de los cargos en
forma conjunta, advierte que es materia de debate en el
estadio de casación la responsabilidad del empleador en el
accidente de trabajo del señor Rafael Enrique Jaramillo
Viloria, calidad que esa administradora no ostentaba frente
al difunto, razón por la cual, considera que el ataque
propuesto es completamente ajeno a esa entidad.

IX. CONSIDERACIONES

Previo a asumir el estudio de los cargos, la Sala


considera necesario puntualizar que si bien en este asunto el
juez de primer grado no declaró la existencia del contrato de
trabajo entre Rafael Enrique Jaramillo Viloria y la
Cooperativa Coocadecar C.T.A. y/o Carulla Vivero S.A., como
se solicitó en la demanda inaugural y resulta fundamental
para efectos de determinar la culpa patronal, lo cierto es que
el Juzgado Cuarto Laboral de Descongestión del Circuito de
Barranquilla, en la parte motiva de la sentencia dejó claro
que las pruebas allegadas al plenario, especialmente la
certificación expedida por Coocadecar C.T.A. (f.°9 y10) y la
contestación de la demanda inicial de Carulla Vivero S.A.
(f.°162 a 171), permitían establecer de forma irrefutable que
la actividad del finado Rafael Jaramillo Viloria, se avenían
plenamente a la de un trabajador enviado a desarrollar
actividades dentro de las instalaciones de Carulla Vivero
S.A., por lo que se encontraba probada la existencia de una

SCLAJPT-10 V.00
25
Radicación n.° 71613

verdadera relación laboral con el referido señor; que en esa


medida el ente cooperativo y la mencionada empresa
usuaria, serán solidariamente responsables por las
obligaciones económicas que se causen a favor de la
demandante y sus menores hijas, como consecuencia del
accidente de trabajo que le produjo la muerte al citado
trabajador.

Dicho de otra manera, aunque el a quo en la parte


resolutiva de la sentencia condenatoria no declaró la
existencia de la relación laboral, lo cierto es que para estudiar
la culpa patronal partió del hecho de la existencia de un
verdadero contrato de trabajo, aspecto que como se dijo, lo
encontró acreditado con las pruebas allegadas al plenario y
así lo dejó sentado en la parte motiva de su decisión.

Igualmente, la Corte observa que el Tribunal también


estudió la culpa patronal partiendo del hecho indiscutido de
la presencia de un contrato de trabajo, sin que este aspecto
esté reprochado en casación, por ello la Sala así lo tendrá por
demostrado y, en tales condiciones únicamente abordará el
tema de la culpa patronal y sus consecuencias, por ser el
objeto del recurso extraordinario.

Hechas las anteriores precisiones, para resolver la


acusación, se tiene que los dos ataques en esencia, están
encaminados a demostrar que el Tribunal erró al considerar
que el accidente de trabajo que sufrió el señor Rafael Enrique
Jaramillo Viloria el 13 de agosto de 2005, en las instalaciones
de Carulla Vivero S.A. calle 77, tuvo ocurrencia por culpa

SCLAJPT-10 V.00
26
Radicación n.° 71613

atribuible exclusivamente al empleador, así:

El primer cargo, orientado por la vía directa, porque el


Tribunal aplicó indebidamente, entre otros los artículos 56, 57
y 348 del CST y 21 del Decreto 1295 de 1994, en relación con
las obligaciones de protección y de seguridad que le incumben
al empleador para con sus trabajadores, la de procurar
elementos adecuados de protección para garantizar la
seguridad como la salud, y la de ejecutar o controlar
programas de salud ocupacional, ya que la falta de diligencia
y cuidado en una relación subordinada de trabajo genera
culpa grave del empleador, dando lugar al reconocimiento y
pago de la indemnización total u ordinaria de perjuicios
prevista en el art. 216 del CST.

El segundo cargo, encaminado por la senda indirecta,


porque el ad quem habría valorado equivocadamente las
pruebas, ya que, en decir del recurrente, acreditan cómo
sucedió el infortunio y también que se incumplió de «forma
muy grave», la obligación de exigir por medio del supervisor o
delegado de la seguridad «el cumplimiento estricto de las
medidas de seguridad necesarias para el correcto desarrollo de
una actividad peligrosa de trabajo en altura».

Planteadas así las cosas, desde el punto de vista


jurídico, la decisión impugnada se funda en las siguientes
premisas: i) que conforme al artículo 216 del CST, quien
reclama la indemnización plena y ordinaria de perjuicios
debe probar, la ocurrencia del accidente de trabajo, la culpa
del empleador y los perjuicios causados; ii) que tratándose de

SCLAJPT-10 V.00
27
Radicación n.° 71613

la culpa patronal, la carga probatoria de su demostración le


corresponde al trabajador o sus causahabientes, en los
términos del artículo 177 del CPC, el cual le impone a las
partes el deber de acreditar los hechos en los cuales se
sustentan sus pretensiones; iii) que la responsabilidad o
culpa del empleador, debe tener los siguientes elementos, un
hecho imputable, un daño, la culpa del empleador y un nexo
o relación de causalidad entre estos; iv) que en el caso en
particular que nos ocupa, la conducta imprudente del
trabajador fallecido o culpa exclusiva de la víctima, «rompió»
el nexo causal entre el hecho imputable, el daño y la culpa
del empleador, debido a que en el momento en que el señor
Jaramillo Viloria omitió el deber de cuidado y la previsibilidad
del resultado, asumió riesgos manifiestos, innecesarios y
graves que le ocasionaron la muerte; v) que la parte
demandante no acreditó la culpa suficientemente
comprobada del empleador, dado que no allegó al proceso
prueba alguna que permita inferir que la empresa Carulla
Vivero S.A., quien fue quien le impartió las órdenes o
instrucción para pintar la bodega, tuviera legalmente alguna
responsabilidad en la ocurrencia del accidente de trabajo, lo
cual trajo como consecuencia que por virtud de la norma
aplicable no hay lugar a reconocer los perjuicios implorados;
y vi) que la asignación de funciones al difunto distintas a las
inicialmente contratadas, no es un supuesto que conduzca a
generar per se negligencia o responsabilidad de Carulla
Vivero S.A., ya que los elementos de convicción indican que
el accidente de trabajo se generó por la imprudencia y por
falta del debido cuidado por parte del difunto trabajador.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

Y desde la órbita de lo fáctico, para el Tribunal: 1°) El


trabajador Rafael Jaramillo Viloria fue contratado para el
cargo de cotero por la Cooperativa de trabajo asociado
Coocadecar C.T.A. y asignado a la empresa Carulla Vivero
S.A.; 2) el día del infortunio dicho señor junto con los demás
trabajadores de logística, se encontraba realizando una
jornada de aseo y pintura en las instalaciones de la empresa
usuaria; 3) el accidente de trabajo tuvo ocurrencia cuando el
causante desobedeciendo las órdenes de seguridad y sin
autorización usó un montacargas eléctrico para realizar una
actividad de pintura; 4) que esa conducta imprudente no le
permitió advertir el peligro que corría el trabajador al utilizar
el montacargas para subirse, desconociendo las normas de
seguridad y el hecho de que la empresa ya había solicitado los
elementos adecuados para realizar la actividad de pintura con
andamios, que aún no estaban disponibles; y 5) que no obran
elementos de juicio que demuestren la responsabilidad de la
empresa demandada en la ocurrencia del accidente.

Pues bien, para abordar el estudio de la acusación, por


cuestiones de método, la Sala iniciará el estudio de los
aspectos fácticos y luego del tema jurídico.

A.- Aspectos de índole fáctico:

En relación con los medios de convicción denunciados


como valorados con error, que corresponden al informe de
investigación de accidente de trabajo (f.° 354 a 357), acta de
inspección ocular (f.° 291 a 292) e informe final y anexos (f.°
360 a 368), se tiene que la única prueba calificada

SCLAJPT-10 V.00
29
Radicación n.° 71613

corresponde a la segunda de las relacionadas, y su análisis


objetivo muestra los siguiente:

1. Acta de inspección ocular laboral administrativa (f.°


291 a 292). Esta documental contiene la diligencia realizada
el 18 de enero de 2006, por el Inspector del Trabajo en
compañía del ingeniero Julio César Tejada Maury profesional
universitario adscrito a la Dirección Territorial del Atlántico,
allí consta que se trasladaron al Cendis de Carulla Vivero
S.A. ubicado en la vía 40 n° 79B-45, para realizar la
inspección e investigación sobre el accidente mortal que
sufrió el señor Rafael Enrique Jaramillo Viloria; también hay
constancia de que participaron en la citada diligencia Virgilio
Benítez Tuirán y Adelina Bolaños de Bolaños, en calidad de
Director de Logística General del Norte de Carulla Vivero S.A.
y Líder Regional de Logística -Regional del Norte de la misma
empresa, respectivamente.

En la aludida acta se indica que los referidos señores se


trasladaron al sitio donde ocurrió el accidente de trabajo el
día 13 de agosto de 2005 y luego de realizar un recorrido en
las instalaciones de la bodega, el Inspector del Trabajo
encontró que:

Existen 2 equipos de montacargas que se utilizaban para realizar


las labores de cargue y descargue de mercancías, de los cuales
uno es eléctrico y que por su naturaleza no posee contrabalance,
el cual fue utilizado, de acuerdo a los investigadores, por el señor
Jaramillo Viloria y dos trabajadores más y que presenta en la
parte izquierda del mástil un golpe y raspadura, ocasionado al
voltearse al ser llevado a un sitio para realizar una actividad en
altura, el cual no cumpla con las especificaciones técnicas para ese
tipo de trabajo; sumado al hecho de que el piso donde se colocó el
montacargas presenta una condición subestándar por estar
inclinado, lo cual ocasionó el accidente mortal.

SCLAJPT-10 V.00
30
Radicación n.° 71613

[…] En este estado de la diligencia interviene la señora Adelina


Bolaño de Bolaño, quien manifiesta en su calidad de Líder
Regional de Logística, quien indicó lo siguiente: «que el señor
Rafael Jaramillo con ayuda de dos trabajadores más retiró de
manera inconsulta, el montacargas eléctrico de nuestras
instalaciones para utilizarlo a las afueras del Cendis lo cual
ocasionó el accidente que le produjo la muerte. lo anterior se realizó
aun cuando estaba totalmente prohibido realizar cualquier
operación con el montacargas eléctrico» (subraya la Sala).

El Inspector del Trabajo luego de solicitar que


remitieran a su despacho una serie de documentos sobre
seguridad industrial, dio por terminada la diligencia de
inspección, la cual aparece firmada por quienes
intervinieron.

De esta documental podría colegirse a primera vista, lo


que estableció el Tribunal en relación con la descripción del
accidente que se produjo el día 13 de agosto de 2005,
encontrándose el citado trabajador en las instalaciones de
Carulla Vivero S.A. cumpliendo labores de aseo y pintura, así
mismo que para realizar dicha actividad de pintura el fallecido
sin autorización usó un montacargas eléctrico para subirse
sin advertir los riesgos de su conducta.

Pero sucede, que si se aprecia el referido elemento


demostrativo con más detenimiento, se observa que el ad
quem lo analizó fraccionadamente, pues se limitó a señalar las
causas básicas referidas al trabajador fallecido, o sea su
conducta imprudente al utilizar, sin autorización, el
montacargas para la actividad de pintura, dejando de lado que
ese documento también deja en evidencia que la jornada de
aseo y pintura conllevaba una actividad peligrosa en altura,

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

así se desprende de la descripción que se hace del


montacargas en la citada acta de inspección, al señalar
«presenta en la parte izquierda del mástil un golpe y raspadura,
ocasionado al voltearse al ser llevado a un sitio para realizar
una actividad en altura, el cual no cumpla con las
especificaciones técnicas para ese tipo de trabajo» (subraya la
Sala).

Tal aspecto, que no fue advertido por el juez de alzada,


en este asunto resulta de gran relevancia, toda vez que en la
realización de esta clase de trabajos en alturas, que por orden
de Carulla Vivero S.A. ejecutó el señor Rafael Enrique
Jaramillo Viloria, se constituye en factor de responsabilidad la
necesidad del control efectivo del empleador y la adopción de
medidas preventivas para evitar la caída del operario, cuya
prueba de la puesta en marcha para el día en que sucedieron
los hechos, brilla por su ausencia en este caso en particular.
Al respecto la Sala, en sentencia CSJ SL17216-2014,
adoctrinó:

En lo que atañe al trabajo en las alturas, incluidos los tejados,


cabe señalar que el Convenio 167 y la Recomendación 175 sobre
seguridad social y salud en la construcción, adoptados a través
de la Ley 52 de 1993, incorporaron como factor de
responsabilidad la necesidad del control efectivo del empleador,
en punto a los métodos y a la utilización de las herramientas
brindadas, las cuales en todo caso se deben proveer de buena
calidad.

En el artículo 14 ibídem se contempló que las escaleras o


andamiajes debían «afianzarse correctamente para impedir todo
movimiento involuntario (…) construirse y utilizarse de
conformidad con la legislación nacional (…) ser inspeccionados
por una persona competente en los casos y movimientos
prescritos».

SCLAJPT-10 V.00
32
Radicación n.° 71613

Así mismo la disposición 18 señala que «para prevenir un riesgo


o cuando la altura de la estructura o su pendiente excedan de las
fijadas por la legislación nacional, deberán tomarse medidas
preventivas para evitar las caídas de trabajadores y de
herramientas u otros materiales u objetos (…) cuando los
trabajadores hayan de trabajar encima o cerca de tejados o de
cualquier otra superficie de manera frágil o puedan caerse a
través de él».

Debe insistirse en que corresponde a quien pretende el pago de


la indemnización demostrar la inobservancia injustificada de los
deberes por parte del patrono, que como se anotó también
derivan del pacto contractual, y la plena incidencia que tuvo en
la ocurrencia del siniestro, pues no siempre que exista un
resultado dañoso aquella opera, en tanto corresponde atenderse
la naturaleza de la tarea, el riesgo en su realización, las
circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrió el siniestro
y, fundamentalmente, la diligencia de quien lo creó.
(subraya la Sala).

En este orden de ideas surge evidente el error de


valoración del Tribunal frente a la citada documental, pues
si bien es cierto su contenido deja ver un actuar imprudente
del trabajador Rafael Enrique Jaramillo Viloria al pretender
adelantar una labor de pintura en altura, utilizando sin
autorización de su empleador un montacarga que en modo
alguno cumple las especificaciones técnicas para esta clase
de actividad, también lo es que, la empresa demandada
incumplió su obligación de que para poder desarrollar ese
trabajo de pintura en su bodega, que como quedó visto
comprendía trabajo en altura, tuviera un control efectivo por
parte de quien la organizó, frente a los métodos a utilizar para
la misma y que se usaran las herramientas y dotación
adecuada brindadas por el empleador, aspecto que de
haberse acatado hubiera impedido el actuar imprudente del
trabajador fallecido y evitado su caída al vacío.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

Así, al quedar demostrado con prueba calificada los


yerros fácticos enrostrados al Tribunal, se abre paso al
estudio de aquellas que no lo son, que a continuación se
detallan:

2.- Informe de investigación de accidente de trabajo


(f.°354 a 357). Fue elaborado el 19 de agosto de 2005, por
María Lucía Lozano Murgas investigadora de la empresa
Imhotep Ltda. En la descripción de los hechos se dice que:

"El día 13 de agosto del presente año, se inició en las bodegas de


Carulla-Vivero (Cendis) una jornada de orden, aseo y pintura
coordinada por la líder de logística Adelina Bolaños de Bolaños.
Siendo las 10:30 AM los señores Rafael Jaramillo (fallecido) y
Erick Peña se encontraban en las afueras de las instalaciones
para realizar tareas de pintura; en vista que los andamios se
encontraban ocupados y los otros no llegaban, pidieron al señor
Iván Darío Franco montacarguista, sacar el montacargas para
realizar las labores encomendadas. Éste desobedeciendo una
orden sacó el montacargas eléctrico al cual le colocaron una estiba
de madera donde se subieron los trabajadores.

Los señores Jaramillo y Peña subieron al montacargas y anclaron


sus arneses al mismo el cual fue elevado a una altura de 4 mts.;
cuando dicho elemento perdió estabilidad, el montacarguista
intentó bajarlos resultando infructuosa la acción y cayendo el
montacargas de forma lateral, el señor Jaramillo siguió anclado al
mismo cayendo con él y recibiendo múltiples golpes."
(subraya la Sala).

Luego en antecedentes y observaciones se señala, lo


siguiente:
[…]
La empresa Carulla Vivero S.A. planeó la actividad dirigida por la
señora Adelina Bolaños Bolaños (líder de logística) e indagó sobre
la experiencia en la labor a realizar, según lo expresado por la
Cooperativa dicha actividad no fue notificada con anterioridad.

Así mismo en esta documental se señalan unas posibles


causas técnicas y humanas como generadoras del accidente

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

de trabajo que sufrió Rafael Enrique Jaramillo Viloria y otro


trabajador: dentro de las primeras (técnicas) se relacionan
las siguientes: i) Colocación del montacargas eléctrico en una
superficie en declive; ii) utilización del montacargas para una
tarea no permitida a 4 metros de altura; y iii) caída del
montacargas en forma lateral. Dentro de las causas
humanas están: a) utilización de un procedimiento
inadecuado para realizar una labor en altura; b) desobedecer
una orden de seguridad al emplear un montacargas eléctrico
sin autorización; y c) anclaje del arnés en una estructura que
no es segura ni la adecuada.

Finalmente, el informe contiene un ítem titulado


«acciones correctivas que deben ser implementadas»:

1. Diseñar e implementar procedimientos para trabajos en altura


basados en las normas de construcción OSHA que figuran en el
coe of Federal Regulaciones (Código de Regulaciones Federales)
CFR 1926.450.454 y entrenar al personal haciendo pruebas de
montajes de instalación y desinstalación de cuerpos de andamios.

2. Colocar en conocimiento de las empresas los perfiles de los


integrantes de la cooperativa que realiza las labores contratadas.

3. Para cada uno de los trabajos de alto riesgo colocar como


supervisor a una persona calificada y capacitada en materia de
seguridad industrial.

4. Capacitar a los cooperados en el armado, desmonte, reparación,


mantenimiento e inspección de andamios.

5. Aplicar lista de chequeo para trabajos en altura.

6. Tener en cuenta que para un trabajo en altura mayor de 1.8


mts se deben utilizar los siguientes EPP: barbuquejo, guantes,
arnés integral con argollas dorsal, lumbar y de posicionamiento
debidamente certificada y línea de vida sujeto a un punto de
anclaje fijo.
(subraya la Sala).

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Radicación n.° 71613

De lo trascrito en precedencia queda al descubierto que


el juez plural frente a este documento también realizó una
valoración parcial, pues a pesar de que lo reprodujo casi en
su integridad, salvo el ítem titulado «acciones correctivas que
deben ser implementadas», del mismo simplemente coligió la
conducta imprudente del trabajador. Lo que significa, que de
su contenido dejó de lado, que el mismo corroboraba que la
actividad de pintura a realizar era un trabajo riesgoso de
alturas por superar los 1.8 metros, además que al Tribunal
no le mereció ningún pronunciamiento el hecho de que la
líder de logística de la sociedad empleadora, quien dirigió la
actividad de aseo y pintura en altura, simplemente se
hubiera limitado a indagar sobre la experiencia en esa labor
de quienes participaron en la jornada, lo que indudablemente
resultaba insuficiente teniendo en cuenta que se trataba de
una actividad peligrosa que requería experiencia
comprobada de los que iban a ejecutarla, así como de una
supervisión adecuada.

En efecto, por tratarse de una tarea de alto riesgo debía


ser efectivamente supervisada por una persona capacitada y
calificada, aspecto que fue ignorado por completo por la
demandada Carulla Vivero S.A. y que le resultó indiferente al
Tribunal a la hora de valorar la responsabilidad del
empleador, al igual no consideró las demás acciones que se
recomendaron implementar, las cuales demuestran que la
empresa no había realizado ninguna capacitación «en el
armado, desmonte, reparación, mantenimiento e inspección de
andamios» ni contaba en ese momento con medidas de
seguridad para adelantar una actividad peligrosa como la de

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Radicación n.° 71613

trabajo en altura, en que se tenga en cuenta la denominada


«línea de vida», pues no hay que olvidar que el causante,
cuando el montacargas sufrió el volcamiento se encontraba
a cuatro metros de altura, pues así se dejó sentado en el
documento que se analiza.

Así las cosas, de la valoración íntegra del informe de


investigación del accidente de trabajo que sufrió el accionante,
en conjunto con las demás probanzas que estimó el Tribunal,
no resulta de recibo que en la sentencia impugnada se arribe
a la conclusión de que el infortunio ocurrió exclusivamente
porque el trabajador cometió una «conducta imprudente que no
lo llevó a advertir el peligro al pretender la utilización del
montacargas obviando las normas de seguridad y el hecho de
que ya se habían solicitado los elementos adecuados para
realizar la labor, que lo llevó a asumir riesgos manifiestos,
innecesarios y graves que le ocasionaron la muerte», ya que
también se evidencia que concurren otras causas atribuibles
al empleador, que se traducen en la ausencia de cuidado
debido, la falta de implementación de procedimientos para
trabajo en altura, la no entrega de elementos adecuados y el
no haber ejercido un control efectivo en la ejecución de esa
labor, esto es, tener un delegado o supervisor encargado de
vigilar y controlar el cumplimiento de las normas se seguridad.

En otras palabras, Carulla Vivero S.A. no acreditó haber


tomado las medidas de previsión necesarias para evitar el
accidente que sufrió el causante, simplemente planeó y
adelantó una actividad peligrosa que traía consigo un trabajo
en altura como fue la labor de pintura de toda la bodega, sin

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Radicación n.° 71613

contar con un procedimiento idóneo para este tipo de trabajos,


tampoco demostró haber capacitado al trabajador fallecido en
lo que corresponda, no le suministró los andamios en tiempo
y menos ejerció un control efectivo, aspecto último que por sí
solo, como ya se indicó constituye «factor de responsabilidad».

3.- Ahora, la documental denominada informe final y


anexos (f.° 360 a 368), no pudo ser erróneamente apreciada
por el sentenciador de segundo grado, porque esa prueba no
fue valorada por la alzada, y en tales condiciones debió
denunciarse su falta de estimación. Sin embargo, de poderse
estudiar, su contenido lo que muestra es la descripción o
resumen de lo que ya se estableció con las otras pruebas antes
reseñadas, y por tanto corrobora lo dicho por la Sala en el
sentido de que en este asunto se comprobó suficientemente la
culpa del verdadero empleador que lo fue Carulla Vivero S.A.
en la ocurrencia del infortunio en que perdió la vida Rafael
Enrique Jaramillo Viloria; además de que como se determinó
en las instancias y no es un hecho discutido en casación, fue
dicha empresa quien le impartió al trabajador las órdenes o
instrucciones para desarrollar una tarea totalmente distinta y
ajena a las funciones que tenía que cumplir al ser enviado por
la cooperativa codemandada a prestar servicios en las
instalaciones de la citada usuaria.

Hasta lo aquí expresado, se concluye que el Tribunal,


efectivamente incurrió en una errónea valoración probatoria y
cometió los yerros fácticos atribuidos por la censura en el
segundo cargo.

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Radicación n.° 71613

B.- Aspectos jurídicos:

Ahora bien, desde el punto de vista jurídico, es pertinente


memorar, que para el reconocimiento y pago de la
indemnización ordinaria y plena de perjuicios prevista en el
artículo 216 del CST, además de la ocurrencia del riesgo,
accidente de trabajo o enfermedad profesional, debe estar la
«culpa suficientemente comprobada» del empleador,
responsabilidad que tiene una naturaleza eminentemente
subjetiva, que lleva a que se establezca en estos casos no solo
el daño a la integridad o a la salud del operario con ocasión o
como consecuencia de trabajo, sino que se demuestre también
el incumplimiento del empleador a los deberes u obligaciones
de protección y seguridad, que le exige tomar las medidas
adecuadas atendiendo las condiciones generales y especiales
de la labor desempeñada, tendientes a evitar que el trabajador,
como se dijo, sufra menoscabo en su salud e integridad a
causa de los riesgos del trabajo.

Particularmente, tales obligaciones se encuentran


consagradas en los numerales 1º y 2º del artículo 57 del CST,
según las cuales los empleadores deben «[…] Poner a
disposición de los trabajadores, salvo estipulación en
contrario, los instrumentos adecuados y las materias primas
necesarias para la realización de las labores», y procurarles
«locales apropiados y elementos adecuados, de protección
contra los accidentes y enfermedades profesionales en forma
que se garanticen razonablemente la seguridad y la salud».

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Radicación n.° 71613

De igual manera, el artículo 348 ibídem preceptúa que


toda empresa está obligada a «[…]suministrar y acondicionar
locales y equipos de trabajo que garanticen la seguridad y
salud de los trabajadores», y adoptar las medidas de
seguridad indispensables para la protección de la vida y la
salud de los trabajadores, lo cual guarda plena armonía con
las disposiciones que en materia de salud ocupacional y
seguridad en los establecimientos de trabajo que prevén
dentro de las obligaciones patronales las de «proveer y
mantener el medio ambiente ocupacional en adecuadas
condiciones de higiene y seguridad» (artículo 2º Resolución
n.° 2400 de 1979).

En esa misma línea el artículo 84 de la Ley 9 de 1979,


estableció que, entre otras obligaciones, los empleadores
están impelidos a proporcionar y mantener un ambiente de
trabajo en adecuadas condiciones de higiene y seguridad;
implementar métodos de trabajo con el mínimo de riesgos
para la salud dentro de los procesos de producción; observar
y hacer cumplir las disposiciones relativas a salud
ocupacional; responsabilizarse de un programa permanente
de medicina, higiene y seguridad en el trabajo destinado a
proteger y mantener la salud de los trabajadores; adoptar
medidas efectivas para proteger y promover la salud de los
empleados mediante la instalación, operación y
mantenimiento, en forma eficiente, de los sistemas y equipos
de control necesarios para prevenir enfermedades y
accidentes en los lugares de trabajo y realizar programas
educativos sobre los riesgos para la salud a que estén

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

expuestos los trabajadores y acerca de los métodos de su


prevención y control.

Ya en el marco del Sistema General de Riesgos


Profesionales, hoy Sistema General de Riesgos Laborales, se
reiteró la obligación a los empleadores de «[…] procurar el
cuidado integral de la salud de los trabajadores y de los
ambientes de trabajo» (artículo 21 del Decreto 1295 de 1994).

Lo visto en precedencia, muestra cómo las disposiciones


sustantivas laborales de salud ocupacional, hoy seguridad y
salud en el trabajo y riesgos laborales, han sido unívocas en
comprometer al empleador a cuidar y procurar por la
seguridad y salud de los trabajadores, y adoptar todas las
medidas a su alcance en orden a prevenir los accidentes y
enfermedades profesionales, todo ello en perspectiva a que
«[…] la salud de los trabajadores es una condición
indispensable para el desarrollo socio-económico del país, su
preservación y conservación son actividades de interés social
y sanitario» (artículo 81 Ley 9 de 1979).

Entonces, cuando el empleador incumple culposamente


dichos deberes u obligaciones derivadas del contrato de
trabajo, se presenta la responsabilidad de indemnizar al
trabajador o a sus beneficiarios que sufren las consecuencias
del infortunio laboral o la enfermedad profesional, respecto de
los daños que le fueran ocasionados con ese proceder, que
comprende toda clase de perjuicios, ya sean materiales o
morales. En otras palabras, la omisión en el cumplimiento de

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

la diligencia y cuidados debidos en las relaciones


subordinadas de trabajo, constituye la conducta culposa que
exige el citado precepto legal.

La Corte también tiene adoctrinado que cuando «se


imputa al patrono una actitud omisiva como causante del
accidente o la enfermedad profesional, a éste le corresponde
demostrar que no incurrió en la negligencia que se le endilga,
aportando las pruebas de que sí adoptó las medidas
pertinentes en dirección a proteger la salud y la integridad física
de sus trabajadores». (sentencia CSJ SL7181-2015).

En tal sentido, la Corte ha recabado que por regla


general, al trabajador le corresponde demostrar las
circunstancias de hecho que dan cuenta de la culpa del
empleador en la ocurrencia de un accidente de trabajo, pero,
por excepción, con arreglo a lo previsto en los artículos 177
del CPC y 1604 del CC, cuando se denuncia el
incumplimiento de las obligaciones de cuidado y protección,
se invierte la carga de la prueba y es el empleador el que
asume la obligación de demostrar que actuó con diligencia y
precaución, a la hora de resguardar la salud y la integridad
de sus servidores. (sentencias CSJ SL, 10 mar. 2005, rad.
23656, CSJ SL, 10 mar. 2005, rad. 23489, CSJ SL, 10 may.
2006, rad. 26126, entre otras).

Lo anterior no significa, que le baste al trabajador


plantear el incumplimiento de las obligaciones de cuidado y
protección, para desligarse de cualquier carga probatoria,
porque como lo ha precisado la Sala, teniendo en cuenta que

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Radicación n.° 71613

no se trata de una especie de responsabilidad objetiva como


la del sistema de riesgos laborales, para que opere la
inversión de la carga de la prueba, primero deben estar
demostradas las circunstancias concretas en las que ocurrió
el accidente y «…que la causa eficiente del infortunio fue la
falta de previsión por parte de la persona encargada de
prevenir cualquier accidente…» (sentencia CSJ SL, 10 mar.
2005, rad. 23656).

En torno a lo anterior, la Corte en sentencia CSJ


SL17216-2014, señaló que:

[…] corresponde a quien pretende el pago de la indemnización


demostrar la inobservancia injustificada de los deberes por parte
del patrono, que como se anotó también derivan del pacto
contractual, y la plena incidencia que tuvo en la ocurrencia del
siniestro, pues no siempre que exista un resultado dañoso aquella
opera, en tanto corresponde atenderse la naturaleza de la tarea,
el riesgo en su realización, las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que ocurrió el siniestro y, fundamentalmente, la diligencia
de quien lo creó.»

En igual dirección, en la sentencia CSJ SL4350-2015,


la Sala precisó:

La censura se duele de que, según su decir, el ad quem no aplicó


el artículo 1604 del CC que establece que la prueba de la diligencia
o cuidado incumbe a quien ha debido emplearla, esto es a la
empresa; reproche jurídico que no se aviene a la situación del
sublite, puesto que, para beneficiarse el trabajador de los efectos
de esta norma del Código Civil, primero él debe probar el
incumplimiento de parte del empleador de su deber de protección
y seguridad del trabajador, en cuyo evento le traslada a aquel la
carga de probar que sí actuó con diligencia y cuidado para
exonerarse de la responsabilidad por la culpa leve que aplica en
asuntos laborales como el presente.

Al decir el recurrente que acepta las conclusiones fácticas a las


que arribó el ad quem, pareciera que la censura fundamenta la
supuesta aplicación indebida, por la vía directa, del artículo 216
del CST que le atribuye al ad quem en que, si bien comparte que

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Radicación n.° 71613

esta disposición exige «la culpa suficientemente comprobada»


cuando se persiga obtener la indemnización plena de perjuicios, lo
admite en el entendido de que la empresa siempre tiene a su cargo
la prueba de que actuó con la debida diligencia y cuidado, so pena
de resultar condenada a la indemnización plena de perjuicios.

Se equivoca el impugnante en su argumento, por cuanto la


jurisprudencia tiene asentado, de vieja data, que al exigir el
artículo 216 del CST la culpa suficientemente comprobada, le
corresponde al trabajador demostrar el incumplimiento de una de
las obligaciones de protección y de seguridad asignadas al
empleador, lo cual, según el ad quem, no ocurrió y, para ello, se ha
de precisar esta vez que no basta la sola afirmación genérica de la
falta de vigilancia y control del programa de salud ocupacional en
la demanda, sino que es menester delimitar, allí mismo, en qué
consistió el incumplimiento del empleador de las respectivas
obligaciones derivadas del propio contrato de trabajo y de la labor
prestada por el trabajador, el cual, a su vez, ha de tener nexo de
causalidad con las circunstancias que rodearon el accidente de
trabajo generador de los perjuicios, las que igualmente deben ser
precisadas en la demanda. (subrayas fuera de texto).

Proyectado lo anterior al caso bajo examen, y tal como se


analizó en precedencia cuando se aludió a los yerros fácticos,
se colige que en relación con el accidente de trabajo que sufrió
Rafael Enrique Jaramillo Viloria, cuyas causas inmediatas
fueron la falta de implementación de procedimientos para el
trabajo en altura, la ausencia de capacitación para ejercer la
actividad de pintura a una altura de cuatro metros, el no
suministró oportuno de los elementos adecuados como los
andamios y no haber ejercido un control efectivo en la
ejecución de esa labor, esto es, tener un delegado o supervisor
encargado de vigilar y controlar el cumplimiento de las normas
se seguridad, no resulta en definitiva dable atribuir su
ocurrencia a una imprudencia exclusiva del trabajador.

Adicionalmente, cabe destacar, que en materia de


trabajos en altura, considerados como tales «[…] toda labor o
desplazamiento que se realice a 1,50 metros o más sobre un

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Radicación n.° 71613

nivel inferior» (Resolución n.° 3673 de 2008), ha existido una


constante preocupación por generar una reglamentación clara
y precisa tendiente a reducir los riesgos propios de esta
actividad, considerada de por sí como de alto riesgo
(Resoluciones n.° 3673 de 2008 y 1409 de 2012), en atención
a los elevados índices de accidentalidad y muerte ocasionadas
en este tipo de labores.

En este orden, el Ministerio del Trabajo y Seguridad


Social expidió la Resolución n.° 2400 de 1979, en la que en
sus artículos 188 y 190 estableció la obligación a los
empleadores de implementar líneas de vida para la ejecución
de trabajo en altura, en los siguientes términos:

ARTÍCULO 188. Para aquellos trabajos que se realicen a ciertas


alturas en los cuales el riesgo de caída libre no pueda ser
efectivamente controlado por medios estructurales tales como
barandas o guardas, los trabajadores usarán cinturones de
seguridad o arneses de seguridad, con sus correspondientes
cuerdas o cables de suspensión. Las cuerdas o cables de
suspensión, estarán firmemente atados al cinturón o arnés de
seguridad y también a la estructura del edificio, torre, poste u otra
edificación donde se realice el trabajo. Los cinturones o arneses de
seguridad y sus cuerdas o cables de suspensión tendrán una
resistencia de rotura no menor de 1.150 kilogramos y el ancho de
los cinturones no será menor de 12 centímetros, con un espesor de
6 mm (1/4 pulgada), de cuero fuerte curtido al cromo, de lino o
algodón tejido u otro material apropiado.

(…)

ARTÍCULO 190. Las cuerdas salvavidas serán de cuerda de


manila de buena calidad y deberán tener una resistencia a la
rotura de por lo menos 1.150 kilogramos (2.500 libras). Los
herrajes y fijaciones de los cinturones de seguridad deberán
soportar una carga por lo menos igual a la resistencia de la rotura
especificada para el cinturón.

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Radicación n.° 71613

Bajo esa misma orientación, el entonces Ministerio de


la Protección Social con miras a generar un reglamento
técnico sobre la materia, expidió la Resolución n.° 3673 de
2008 «[…] por la cual se establece el Reglamento Técnico de
Trabajo Seguro en Alturas» y definió el trabajo en tales
condiciones como «toda labor o desplazamiento que se realice
a 1,50 metros o más sobre un nivel inferior»; dicha
reglamentación se modificó mediante las Resoluciones n.°
736 de 2009 y 2291 de 2010, normativa que amplió
notablemente las obligaciones a cargo del empleador en esta
materia.

El referido reglamento mantuvo en cabeza de los


empleadores la ineludible obligación de ejercer labores de
vigilancia y control en torno al cumplimiento de las
condiciones de seguridad en el trabajo en altura, a través de
personal idóneo en la materia y con capacidad de exigir el
cumplimiento de las normas de seguridad, lo cual por demás
no hace otra cosa que acogerse a los lineamientos
establecidos en el Convenio 167 y la Recomendación n.° 175
de la OIT, el primero ratificado el 6 de septiembre de 1994.

Actualmente rige la Resolución n.° 1409 de 2012


(modificada en aspectos puntuales en materias de
capacitación, formación, entrenamiento y certificación, y
coordinación de trabajo en alturas mediante las Resoluciones
n.° 1903 de 2013 y 3368 de 2014) «por la cual se establece el
Reglamento de Seguridad para protección contra caídas en
trabajo en alturas», que derogó los anteriores reglamentos en

SCLAJPT-10 V.00
46
Radicación n.° 71613

lo que le era contrario, empero, en esencia, conservó una


estructura sustancialmente similar al que lo precedió, con
algunos ajustes y modificaciones, tales como la ampliación
de las obligaciones del empleador; la inclusión de
obligaciones especiales para las administradoras de riesgos
laborales; el fortalecimiento de los programas de
capacitación; la necesidad de contar con un trabajador capaz
de identificar los peligros en el sitio donde se realizan labores
en alturas y autorizado «para aplicar medidas correctivas
inmediatas para controlar los riesgos asociados a dichos
peligros»; el deber de contar con elementos y equipos
certificados, y personal con formación especializada.
Resolución que, en los numerales 28, 29, 30 y 31 del artículo
2º, definió cuatro clases de líneas de vida, a saber:

28. LÍNEAS DE VIDA HORIZONTALES: Sistemas certificados de cables


de acero, cuerdas, rieles u otros materiales que debidamente
ancladas a la estructura donde se realizará el trabajo en alturas,
permitan la conexión de los equipos personales de protección
contra caídas y el desplazamiento horizontal del trabajador sobre
una determinada superficie; la estructura de anclaje debe ser
evaluada con métodos de ingeniería.

29. LÍNEAS DE VIDA HORIZONTALES FIJAS: Son aquellas que se


encuentran debidamente ancladas a una determinada estructura,
fabricadas en cable de acero o rieles metálicos y según su longitud,
se soportan por puntos de anclaje intermedios; deben ser
diseñadas e instaladas por una persona calificada. Los cálculos
estructurales determinarán si se requiere de sistemas absorbentes
de energía.

30. LÍNEAS DE VIDA HORIZONTALES PORTÁTILES: Son equipos


certificados y preensamblados, elaborados en cuerda o cable de
acero, con sistemas absorbentes de choque, conectores en sus
extremos, un sistema tensionador y dos bandas de anclaje tipo Tie
Off; estas se instalarán por parte de los trabajadores autorizados
entre dos puntos de comprobada resistencia y se verificará su
instalación por parte del coordinador de trabajo en alturas o de
una persona calificada.

SCLAJPT-10 V.00
47
Radicación n.° 71613

31. LÍNEAS DE VIDA VERTICALES: Sistemas certificados de cables de


acero, cuerdas, rieles u otros materiales que debidamente
ancladas en un punto superior a la zona de labor, protegen al
trabajador en su desplazamiento vertical (ascenso/descenso).
Serán diseñadas por una persona calificada, y deben ser
instaladas por una persona calificada o por una persona avalada
por el fabricante o por la persona calificada.

Este recuento normativo pone en evidencia que en


Colombia desde el año de 1979 existe una regulación en esta
materia, que atendió la necesidad de establecer medidas
orientadas a disminuir o eliminar los riesgos propios de las
actividades del trabajo en alturas, de por sí de frecuente
ocurrencia, y que tiene como común denominador la figura
del delegado o supervisor, encargado de vigilar, inspeccionar
y exigir el estricto cumplimiento de las normas de seguridad,
así como la de propender por elementos y condiciones de
trabajo seguros.

Naturalmente, esa obligación de seguridad de la


persona del trabajador, en virtud de la cual se reviste al
empleador y a su delegado de plenas facultades para «cumplir
y hacer cumplir las disposiciones», «ordenar las medidas de
control necesarias» y «adoptar las medidas necesarias para la
prevención y control de los riesgos profesionales» (artículo 12
R. 2413/1979), no se extingue con la sola acreditación de
que el empleador suministró a su trabajador charlas sobre
seguridad industrial, lo dotó de los elementos «mínimos» de
seguridad industrial necesarios para el desarrollo de sus
funciones como el arnés, lo afilió al sistema de riesgos
profesionales y le ordenó la práctica de exámenes médicos

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

para determinar su aptitud física para desplegar el trabajo


en alturas.

En efecto, sus obligaciones van más allá, al punto que


se convierte en un imperativo suyo exigir el cumplimiento de
las normas de seguridad en el desarrollo de la labor y, de ser
el caso, prohibir o suspender la ejecución de los trabajos
hasta tanto no se adopten las medidas correctivas, o como lo
señala el Convenio 167 de la OIT: «interrumpir las
actividades» que comprometan la seguridad de los operarios.
Todo lo anterior en el entendido de que en el ámbito laboral
debe prevalecer la vida y la seguridad de los trabajadores
sobre otras consideraciones (sentencia CSJ SL9355-2017,
reiterada en la decisión CSJ SL-12862-2017, rad. 50978).

Precisado lo anterior y volviendo al caso de autos, al estar


demostrada desde la órbita de la fáctico, la ocurrencia de la
muerte del trabajador cuando se encontraba desarrollando
una actividad de pintura a cuatro metros de altura, e
igualmente evidenciado el incumplimiento de la convocada al
proceso en materia de protección y seguridad, principalmente
al no haber ejercido un control efectivo sobre esa actividad
riesgosa, que hubieran impedido la utilización de
herramientas o elementos no adecuados e inseguros para su
ejecución, lo cual se traduce en la falta de diseños e
implementación de procedimientos para trabajos en altura
basados en las normas de construcción OSHA que figuran el
Código de Regulaciones Federales, conforme se advirtió en el
informe de investigación del accidente de trabajo ya analizado;

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Radicación n.° 71613

para la Corte, como quedó visto en la anterior reseña


jurisprudencial, es el empleador demandado quien debe
responder por el daño causado, con independencia de la culpa
que existió por parte del operario fallecido por su conducta
imprudente, como bien lo pone de presente el censor.

Ahora, la circunstancia de que el trabajador hubiera


utilizado un elemento para subirse como el montacargas
eléctrico, que no es apto para ejecutar la actividad de pintar a
cuatro metros de altura, y que lo usara desobedeciendo la
orden de no sacar esa clase de herramientas sin autorización,
lo cierto es que ello no exime al empleador de su culpa en la
ocurrencia del infortunio laboral, pues como quedó
demostrado al despachar el cargo orientado por la vía de los
hechos, la empresa incumplió sus obligaciones en materia de
seguridad industrial y el deber de control efectivo, en punto a
los métodos y a la utilización de herramientas para ejecutar
tal labor que correspondía a un trabajo en alturas, de lo que
se deriva su necesaria responsabilidad, que no desaparece
siquiera por la concurrencia de culpas. Al respecto, la Corte,
en providencia CSJ SL 5463- 2015, razonó:

Pero lo cierto es que a la luz del artículo 216 del Código Sustantivo
del Trabajo, que contiene una regulación especial de la
responsabilidad laboral, para determinar la obligación del
empleador al reconocimiento y pago de la indemnización total y
ordinaria de los perjuicios le basta al juzgador establecer la culpa
“suficientemente comprobada”, en la ocurrencia del accidente de
trabajo o en la enfermedad profesional, de suerte que, en este
caso, una vez determinada esa conducta culposa no se hacía
necesario analizar la responsabilidad que en el infortunio pudiera
haber correspondido al trabajador, salvo que se hubiese alegado
por las demandadas que el accidente laboral se produjo por un
acto deliberado de aquél, lo que no aconteció. Y se afirma lo
anterior, por cuanto, como lo ha explicado esta Sala de la Corte, no

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Radicación n.° 71613

es posible que la responsabilidad laboral del empleador


desaparezca por la compensación de las faltas cometidas por las
partes (Subrayas fuera del texto).

Por todo lo expuesto es dable colegir que Carulla Vivero


S.A., en este asunto no acató las obligaciones generales de
protección y seguridad para con sus subordinados, máxime si
se tiene en cuenta que Rafael Enrique Viloria Jaramillo, fue
enviado por la Cooperativa Coocadecar para adelantar labores
de cotero en las instalaciones de la usuaria y que al cambiarle
las tareas inicialmente asignadas que convirtieron a la citada
empresa en empleador, aquella no desplegó un control efectivo
para evitar el accidente que le causó la muerte a dicho
trabajador, vigilancia que se imponía dado el trabajo en altura
que debía realizar el finado.

Así las cosas, el Tribunal también cometió los yerros


jurídicos que le endilga la acusación orientada por la vía
directa, en la medida que sus reflexiones no se encuentran
acordes con la línea jurisprudencial desarrollada por esta
Sala, en torno a la carga de la prueba cuando se trata de
procesos encaminados a indagar por la culpa patronal en la
ocurrencia de accidentes de trabajo, como quiera que según
quedo visto, en primer término quien tiene esa carga
probatoria es la parte actora y en este caso se cumplió a
cabalidad conforme quedó definido al resolverse el cargo por
la vía fáctica, además que la conclusión de la segunda de
instancia sobre la culpa exclusiva de la víctima es totalmente
equivocada al no tenerse en cuenta que se trataba de un
trabajo en alturas en que la sociedad demandada no ejerció el
debido cuidado y control correspondientes, además que no se

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Radicación n.° 71613

observó que la concurrencia de culpas no exonera de


responsabilidad al empleador, lo cual también se acreditó por
la senda de los hechos.

Dado que los cargos resultaron fundados hay lugar a


casar la sentencia.

No se imponen costas en el recurso extraordinario, por


cuanto los ataques salieron triunfantes.

X. SENTENCIA DE INSTANCIA

La inconformidad de Carulla Vivero S.A. contra la


sentencia condenatoria de primera instancia se hace
consistir en dos puntos, el primero, en relación a que en este
asunto no se probó la culpa patronal y, por el contrario, las
declaraciones de Wilfrido Maldonado y Soledad Rojas
acreditan que el accidente de trabajo se causó por culpa
«directa» del trabajador Rafael Enrique Jaramillo Viloria, al
haberse subido a un montacargas para pintar, sin ser el
medio adecuado, que además fue imprudente al ubicar ese
elemento de trabajo en un sitio inclinado, pues todo ello hizo
que el montacargas se volteara y le causara la muerte a quien
nunca fue autorizado por la demandada para utilizarlo.
Asevera también, que las declaraciones tienen pleno respaldo
en la inspección ocular administrativa que realizó el
Ministerio de la Protección Social sobre las causas probables
del accidente de trabajo.

El segundo tópico atañe a que como el causante era un

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

asociado de la Cooperativa Coocadecar C.T.A., la cual le


suministraba fuerza de trabajo para la ejecución de una obra
«en el desarrollo de un objeto social muy distinto» al de Carulla
Vivero S.A.; que además conforme a las certificaciones de
existencia y representación legal de las demandadas se
advierte que no existe ningún tipo de similitud entre los
objetos sociales que cada una desarrolla, no puede haber
tampoco solidaridad de Carulla Vivero S.A., porque lo que
tenían era una relación comercial, entre las mismas.

Frente a la primera inconformidad de la recurrente,


relativa a que las pruebas no demuestran la culpa de Carulla
Vivero S.A. y, por el contrario lo que acreditan es la culpa
exclusiva del trabajador, la Sala se remite al análisis
probatorio que se llevó a cabo en sede de casación, en el que
quedó claro que en el sub lite se invirtió la carga de la prueba,
pues al ser un hecho indiscutido la ocurrencia del accidente
de trabajo en el que perdió la vida Rafael Enrique Jaramillo
Viloria, y que las pruebas además de mostrar el actuar
imprudente de la víctima al utilizar el montacargas para
pintar en altura, también dejaron al descubierto que el
infortunio laboral tuvo ocurrencia porque la citada entidad
no cumplió con su deber de control efectivo que debió ejercer
en la actividad en altura que ejecutó el trabajador fallecido,
no tenía la empresa un procedimiento diseñado para estas
tareas, no le entregó al operario los elementos adecuados
para desarrollar la labor ni le dio capacitación; por ello era la
parte demandada a quien le incumbía demostrar que actuó
con cuidado, diligencia y precaución, ante la actividad
riesgosa que cumplía Jaramillo Viloria, lo que no se evidencia

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 71613

en las probanzas que se valoraron en sede casacional, ni en


las demás que obran en el expediente.

En efecto, la testigo Soledad Rojas Altamar, quien dijo


trabajar como asistente de nómina en Carulla Vivero desde
el año 2000, afirmó no conocer personalmente al causante,
pero que por la investigación que realizó «el Ministerio de
Trabajo», supo que participaba en una jornada de limpieza;
que el difunto operario «se subió a un montacargas amarrado
a un lado no estaba bien ubicado y el montacargas se le vino
encima terminando con el fallecimiento del señor».

Así mismo, el deponente Wilfrido Milán Maldonado


Fontalvo, quien declaró haber laborado en Carulla Vivero
S.A. como asistente de servicio al personal desde el año 1984
hasta 2007, después de aseverar que no conocía
personalmente a Rafael Enrique Jaramillo Viloria, al ser
preguntado sobre los hechos en los que perdió la vida el
citado, contestó que en las bodegas de la vía 40 se organizó
una brigada de aseo y limpieza, barrer, limpiar, sacudir y
pintar algunas partes que se encontraban bastante sucia,
«desafortunadamente el señor Viloria tomó un montacarga que
no estaba como herramienta de trabajo para esa brigada […]
el señor tomo este para treparse y pintar una pared de la
bodega», al estar arriba se amarró y en ese momento el
montacarga se rodó y le cayó encima al trabajador, lo cual le
produjo la muerte. El testigo también afirmó que las brigadas
de aseo se realizaban en forma periódica sin que se
presentara ningún hecho que lamentar en ese tipo de
eventos, aseveró que conoció de los hechos porque la

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empresa formó un comité para hacer la investigación que


solicitaba el «Ministerio», del cual hizo parte y así fue que se
enteró de lo sucedido.

Los aludidos testimonios no aportan ningún elemento


de juicio que permita establecer que Carulla Vivero S.A. en la
jornada de aseo y pintura de las bodegas que programó,
cumplió su deber de cuidado observando la línea de vida y
además tener un delegado o supervisor encargado de vigilar
o controlar el cumplimiento de las normas de seguridad,
máxime que se trataba de un trabajo en altura; toda vez que,
de una parte, los declarantes simplemente expusieron sobre
algo de lo que se enteraron, pero no les consta de manera
directa o personal cómo se desarrolló esa tarea; a lo que se
suma que sus dichos más bien corroboran lo consignado en
la prueba documental que fue analizado en casación, en
especial el acta de inspección ocular administrativa que
realizó el Ministerio de la Protección Social – Dirección
Territorial Trabajo Atlántico-Coordinación Grupo Inspección
Vigilancia y Control.

Ahora, respecto de la alegada inexistencia de


solidaridad entre la Cooperativa Coocadecar y Carulla Vivero
S.A., debe decirse que el juez de primera instancia impuso la
citada condena solidaria porque conforme a las pruebas
analizadas especialmente de la certificación expedida por el
ente cooperativo el 2 de septiembre de 2005 (f.°9 y10),
encontró que entre el causante y la aludida cooperativa no
existió una relación cooperativa solidaria, porque lo que se
evidenciaba era una práctica de intermediación laboral

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existente entre la empresa Carulla Vivero S.A. y Coocadecar


C.T.A.

Dijo al respecto el a quo, que por disposición legal el


objeto de las cooperativas de trabajo asociado, es generar y
mantener el trabajo para los asociados, pero esto ha de
realizarse con autonomía y autodeterminación. Valga decir,
no le está permitido a las CTA, establecerse como empresas
de servicios temporales cuyo campo de acción sea el envío de
trabajadores a las instalaciones de las empresas usuarias
que lo requieran, en este caso Carulla Vivero S.A.; que un
contrato de suministro de personal celebrado entre Carulla
Vivero S.A. y Coocadecar C.T.A., no responde al espíritu que
gobierna el trabajo asociado, pues tal práctica lo que enseña
es la utilización del trabajo asociado para ocultar el envío de
trabajadores misionales a las instalaciones de la empresa
Carulla Vivero S.A. y una verdadera relación laboral.

Puntualizó el juez de conocimiento que esa conclusión


adquiría más fuerza al observar lo expresado constantemente
por la empresa Carulla Vivero S.A., en su libelo de
contestación de demanda específicamente lo referente a que:
«El señor Rafael Jaramillo Viloria era asociado de la
Cooperativa de Cargadores y de Servicios C.T.A.
COOCADECAR C.T.A. quien le suministra fuerza de trabajo de
sus asociados para la ejecución de una obra» (f.° 162 a 171).

En tales condiciones el a quo señaló que de conformidad


con el artículo 17 del Decreto 4588 de 2006, la C.T.A.
Coocadecar y Carulla Vivero S.A. serán solidariamente

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responsables por las obligaciones económicas que se causen


a favor de la demandante y sus menores hijos.

Al respecto la Sala en su actuación como tribunal de


instancia, no observa ninguna equivocación en la decisión
del sentenciador de primer grado, toda vez que el citado
precepto legal establece que: «Cuando se configuren prácticas
de intermediación laboral o actividades propias de las
empresas de servicios temporales, el tercero contratante, la
Cooperativa y Precooperativa de Trabajo Asociado y sus
directivos, serán solidariamente responsables por las
obligaciones económicas que se causen a favor del trabajador
asociado», que recogió lo que jurisprudencialmente se venía
sosteniendo en los eventos de que la usuaria se convierta en
empleadora y quien suministra o envía el personal en
intermediarias, que fue lo que aconteció en el sub lite,
sumado a que no hay ningún elemento demostrativo que
desvirtúe la intermediación laboral que existió entre las
citadas.

Aquí cabe recordar, que cuando Carulla Vivero S.A.


cambió las funciones del trabajador fallecido, quien fue
enviado por la cooperativa para cumplir las de cotero, esa
variación trajo como consecuencia la configuración del
contrato de trabajo con la usuaria Carulla Viveros S.A. por
razón de las tareas asignadas de limpieza y pintura, en la
medida que el accionante, se itera, venía desempeñando era
la actividad de cotero como asociado de la Cooperativa
demandada, pues cuando se presentan estas situaciones la
usuaria del servicio muta su condición a empleador por el

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aprovechamiento de la subordinación delegada. Sobre el


tema la Corte en sentencia CSJ SL, 12 mar. 1997, rad. 8978,
reiterada en decisiones CSJ SL,3260-2018, rad. 58398 y CSJ
SL, 5633-2018, rad.58791, señaló:

Estima la Sala, en consecuencia con lo dicho, que si bien en


principio las empresas de servicios temporales son verdaderos
patronos y responsables frente al trabajador en misión de la salud
ocupacional, no es lícito ni legítimo que un usuario aproveche los
servicios de esta clase de trabajadores para atribuirles funciones
que escapan totalmente de los deberes propios del contrato de
trabajo celebrado por el empleado con la empresa de servicios
temporales y luego pretenda desconocer las naturales
consecuencias del marco obligacional que surge del contrato de
prestación de servicios celebrado con ésta, para así evadirse de la
ineludible responsabilidad laboral que surge de su proceder
culposo que origina accidentes de trabajo, los cuales deben ser
reparados en la forma prescrita por el artículo 216 del código del
trabajo.

Y si aparece diáfano -como en el presente caso- que la empresa de


servicios temporales fue totalmente ajena a esa actuación
apartada del objeto del contrato de prestación de servicios con la
usuaria y del contrato de trabajo en misión, ella no se puede
reputar subordinante en estos eventos, y por tanto no será ésta
quien deba satisfacer las indemnizaciones pertinentes sino el
empresario usuario culpable de la acción o la omisión generadora
del infortunio laboral.

Aclarado como está en el sub-lite que el accidente de trabajo no


tuvo como causa el contrato de trabajo con la empresa de servicios
temporales, ni fue responsable esta de su ocurrencia, ni estaba en
sus manos el poder evitarlo, es lógico que ella no es deudora de
los derechos reclamados en esta demanda, sino únicamente el
usuario en quien se encuentra radicada la, culpa suficientemente
acreditada por haber impartido la orden, por fuera del contrato de
trabajo en misión, de un trabajo riesgoso a un servidor no
capacitado para la labor de arreglo de tejados.

De ahí que no son de recibo las alegaciones de la


apelante demandada, a lo que se suma que, el a quo no
impuso la condena por virtud de la solidaridad prevista en
los artículos 34 y 36 del CST, sino por razón de lo ya
explicado.

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De ahí que, se mantendrá incólume la forma en que se


impuso la condena solidaria en primera instancia, esto es,
«CONDENAR en forma solidaria a las demandadas
COOPERATIVA DE CARGADORES Y SERVICIOS - C.T.A.
COOCADECAR y CARULLA VIVERO S.A. […]» (resaltado es
del texto original), aun cuando lo pertinente era que la
condena se impartiera en forma principal a la empresa
demandada y solidariamente a la Cooperativa
codemandada, pero como quiera que Carulla Vivero S.A. es
la única apelante, proceder de la manera antedicha, haría
más gravosa su situación.

Así las cosas, al no asistirle razón a la empresa apelante


respecto de los motivos de inconformidad, se confirmará
íntegramente el fallo de primer grado, máxime que las
condenas como tales y sus montos no fueron objeto de
reproche por ninguna de las partes.

No se generan costas en esta instancia las de primera


instancia como se determinó en el fallo del a quo.

XI. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia
proferida por la Sala Laboral de Descongestión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, el 29 de mayo
de 2014, dentro del proceso ordinario laboral seguido por
YADIRA DEL CARMEN GONZÁLEZ SANTOS en nombre

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propio y en representación de sus hijas menores ADAYANSY


DE JESÚS JARAMILLO GONZÁLEZ y NATHALIA CECILIA
JARAMILLO GONZÁLEZ contra la COOPERATIVA DE
CARGADORES Y DE SERVICIOS C.T.A. – COOCADECAR
C.T.A. y CARULLA VIVERO S.A. al cual se llamó en garantía
a RIESGOS PROFESIONALES COLMENA S.A. COMPAÑÍA
DE SEGUROS DE VIDA.

En sede de instancia, se CONFIRMA íntegramente la


sentencia condenatoria de primer grado.

Costas como quedó dicho en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

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