Medidas Cautelares en El Proceso Laboral Venezolano

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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas


Centro de Estudios de Postgrado
Especialización en Derecho Procesal. Mención Laboral

La Especialidad de la Tutela Judicial Cautelar en el Proceso Laboral


Venezolano.
Trabajo Especial de Grado para obtener el Título de Especialista en
Derecho Procesal. Mención Laboral

Autor(a): Abg. Lisbeth del V. Ramírez A.


C.I: V-18.125.837.
Tutor (a): Dr. Juan Carlos Apitz B.

Caracas- Venezuela

Febrero 2014
Central University of Venezuela
Faculty of Law and Political Science
Centre for Postgraduate Studies
Specialization in Litigation. Mention Labor

The Specialty of the interim judicial protection in the Venezuelan Labor


Process.
Special Working for the Degree Specialist in Litigation. Mention Labor

Author (s): Abg. Lisbeth A. V. Ramirez


C.I: V-18125837.
Tutor (s): Dr. Juan Carlos Apitz B.

Caracas-Venezuela

February 2014
 

Dedicatoria

A mis padres Carmen Elina y Francisco Orlando,


por enseñarme que lo más importante es seguir
adelante.

A Vidalia, Eliana y Javier, los amo.

A mi Tutor Juan Carlos Apitz, por impulsarme a


seguir renovando los conocimientos del Derecho.

Con todo respeto

i
 
 

Universidad Central de Venezuela


Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Centro de Estudios de Postgrado
Especialización en Derecho Procesal. Mención Laboral

La Especialidad de la Tutela Judicial Cautelar en el Proceso Laboral


Venezolano.

Autor(a): Abg. Lisbeth del V. Ramírez A.


Tutor (a): Dr. Juan Carlos Apitz B.
Fecha: Febrero de 2014
RESUMEN
El propósito de este trabajo es determinar la especificidad de la tutela judicial
cautelar en el proceso laboral venezolano, para ello se establecieron los siguientes
objetivos específicos: a) Establecer el sistema de las medidas cautelares el en
sistema judicial venezolano, b) Determinar los fundamentos de las medidas
cautelares, c) Determinar las medidas cautelares aplicables al proceso laboral, d)
Establecer el poder cautelar del juez laboral y e) Indicar la función de las medidas
cautelares en el proceso laboral. Las interrogantes que la investigación se plantea
son las siguientes: 1.- ¿Cómo es el sistema de las medidas cautelares en el sistema
judicial venezolano?, 2.- ¿Cuáles son los fundamentos de las medidas cautelares?,
3.- ¿Qué medidas cautelares pueden adoptarse en el proceso laboral?, 4.- ¿Qué
poder cautelar le corresponde al juez laboral?, y 5.- ¿Qué funciones cumplen las
medidas cautelares en el proceso judicial laboral venezolano? El diseño de la
metodología empleada fue el diseño no experimental, descriptivo. El tipo de
investigación escogido fue descriptivo. Las estrategias para el tratamiento de las
fuentes documentales utilizadas se fundamentaron en la técnica estudio, y análisis
las diversas fuentes documentales.

Descriptores: Debido proceso. Tutela Judicial Efectiva. Medidas Cautelares.

ii
 
 

Central University of Venezuela


Faculty of Law and Political Science
Centre for Postgraduate Studies
Specialization in Litigation . Mention Labor

The Specialty of the interim judicial protection in the Venezuelan Labor


Process .

Author (s) : Abg . Lisbeth A. V. Ramirez


Tutor (s) : Dr. Juan Carlos Apitz B.
Date: February 2014

ABSTRACT

The purpose of this study is to determine the specificity of the interim remedy in the
Venezuelan labor process , to do the following specific objectives were established:
a) Establish the system of precautionary measures in the Venezuelan judicial
system, b ) Identify the fundamentals of precautionary measures, c ) Determine the
precautionary measures on the labor process , d ) Set the power of the labor court
injunction e) Indicate the role of the precautionary measures in the labor process .
The research questions that arise are: 1.- How is the system of precautionary
measures in the Venezuelan judicial system? 2.- What are the basics of the
precautionary measures? 3.- What steps precautionary measures can be taken in
the work process precautionary? 4 .- What power belongs to the labor court? , and
5-. Which roles do precautionary measures in the Venezuelan judicial process work?
The design methodology used was the non-experimental , descriptive design . The
research was descriptive chosen. Strategies for the treatment of documentary
sources used were based on the technical study and analysis the various
documentary sources.

Descriptors: Due process. Effective Judicial Guardianship. Precautionary


Measures.

iii
 
 

LISTA DE SIGLAS

CPC Código Procesal Civil.

CRBV Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela.

LOTTT Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las


Trabajadoras.

LOPTRA Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

LOPNNA Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y


Adolescente.

LOPCYMAT Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y medio


Ambiente de Trabajo.

LOSSS Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social.

LGMSTRA Ley de la Gran Misión Saber y Trabajo.

LRPVH Ley del Régimen Prestacional de Vivienda y


Hábitat.

LSS Ley del Seguro Social.

LATT Ley de Alimentación para los Trabajadores y las


Trabajadoras.

LINCES Ley del Instituto Nacional de Capacitación y


Educación Socialista INCES.

LPLPCD Ley para las personas con discapacidad.

LRPE Ley del Régimen Prestacional de Empleo.

iv
 
 

LEFNPS Ley Especial del Fondo Nacional de Prestaciones


Sociales.

LEDTTR Ley Especial para la Dignificación de Trabajadoras


y Trabajadores Residenciales.

TSJ Tribunal Supremo de Justicia.

SCS Sala de Casación Social.

v
 
 

LISTA DE FIGURAS

Nº Descripción Pág.

1 Solicitudes de Medidas Cautelares Julio-Diciembre 2013 del 67


Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de
Caracas.

vi
 
 

ÍNDICE DE CONTENIDO

Pág.

Agradecimiento i

Resumen ii

Listas (siglas, cuadros, figuras) iv

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO I

LA TUTELA CAUTELAR

Concepto y Fundamento 6

Características Generales de las Medidas Cautelares 10

Naturaleza de las Medidas Cautelares 14

Presupuestos de las Medidas Cautelares 16

Clasificación de las Medidas Cautelares 20

Clasificación Sistemática en el Derecho Positivo Venezolano 23

Medidas cautelares concretas. 23

Medidas cautelares indeterminadas. 24

Medidas cautelares complementarias. 24

Función de las Medidas Cautelares 25

CAPÍTULO II

MEDIDAS CAUTELARES EN EL PROCESO LABORAL

Concepto y Regulación Positiva 29

vii
 
 

Presupuestos para el Decreto de las Medidas Cautelares 30

Solicitud de las Medidas Cautelares 32

Decreto Cautelar del Juez 34

Medios de Impugnación de las Medidas Cautelares 38

Improcedencia de la Casación 45

Medidas que Pueden Adoptarse 45

El Poder Cautelar del Juez Laboral 53

Razones para el Escaso Decreto de las Medidas Cautelares 64

CONCLUSIONES 66

MATERIALES DE REFERENCIA

Referencias 69

viii
 
INTRODUCCIÓN

La investigación que se desarrolla tiene por objeto la especialidad de la


tutela cautelar, particularmente en los conflictos laborales que se ventilan en
sede jurisdiccional.

Las personas, ante la dificultad de solucionar los conflictos que se les


presentan en sus relaciones interpersonales y en su vida social, se ven en la
necesidad de acudir a los órganos jurisdiccionales con el fin de obtener una
respuesta que resuelvan los problemas planteados, para ello la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, en lo adelante CRBV, en su
artículo 26, consagra el derecho que tienen todos los ciudadanos de acceder
a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, a la tutela judicial efectiva de los mismos y a obtener con prontitud
la decisión correspondiente.

Por su parte, una de las funciones del Poder Judicial consiste en


garantizar a las personas que pretendan hacer valer algún derecho, el
acceso a los órganos jurisdiccionales para que interpongan las acciones
correspondientes, asimismo deben garantizar que las causas se les
sustancien bajo las normas del procedimiento legalmente establecido.

Pero, la efectividad de la tutela judicial, requiere que el juez acuerde las


medidas cautelares que sean necesarias, para que de esta manera asegure
la tutela real del derecho que el demandante pretende sea declarado al
finalizar el juicio con la sentencia definitiva.

Sin embargo, uno de los principales problemas que aqueja a la


administración de justicia, y sobre todo a los tribunales laborales, es el
decreto de las medidas cautelares. Sobre este particular, es conveniente
destacar, que el juez laboral pareciera estar negado a decretar medidas

1
 
cautelares, por desconocimiento en algunos aspectos de la novísima Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, en lo adelante LOPTRA, sin embargo, el
mismo cuenta con los mecanismos necesarios para hacer uso de tales
medidas.

En este orden de ideas, los jueces laborales están llamados a desarrollar


un papel protagónico como garantista del derecho a la tutela judicial efectiva
y, en consecuencia, a dictar las medidas que sean necesarias a los fines de
que no quede ilusoria la ejecución de la sentencia. Esa función se ejerce a
través de lo que se conoce con el nombre de “Poder Cautelar del Juez” y que
sirve como herramienta para garantizar a los ciudadanos que sus sentencias
se hagan realidad.

El objetivo de la investigación es, determinar la especialidad de la tutela


judicial cautelar en el proceso laboral venezolano. En otros términos,
establecer cuáles son las características especiales en que se fundamenta
la tutela judicial cautelar, sobre todo para sistematizar y aclarar el sistema
cautelar laboral.

En el ordenamiento jurídico venezolano, y en especial en la LOPTRA,


existen normas que tienen por fin proteger los derechos de las partes en el
proceso, tal como lo establecido en el artículo 137 ejusdem. La aplicación de
esas normas, depende, en principio, de la parte que los solicite, pues esta
tiene la carga de demostrar al Juez los extremos de ley para que acuerde su
procedencia. Sin embargo, no es menos cierto que el Juez laboral también
posee un amplio poder cautelar que puede instrumentalizar para así
garantizar la ejecutoria de su decisión.

El sistema jurídico laboral tiene, pues, un carácter tutelar del ser


humano que, para vivir y desenvolverse a plenitud, necesita ejercer
habitualmente en forma subordinada o dependiente una ocupación
remunerada; y su fin inmediato no es otro que hacer posible el ejercicio
de esa actividad profesional en condiciones que garanticen la vida, la
salud y un desarrollo físico normal, el descanso, la instrucción y el
perfeccionamiento profesional; las expansiones lícitas el resguardo de

2
 
la moral y de las buenas costumbres y, por último, el goce de ciertos
beneficios económicos y sociales conceptuados indispensables para
una vida decorosa (Guzmán, 2000, p.60).
De lo anterior se deduce que el procedimiento laboral que se ventila en
sede jurisdiccional, tiene como fin proteger los derechos de los trabajadores,
razón por la cual el juez del trabajo en cada una de sus actuaciones le
corresponde no descuidar la protección de los mismos.

La ejecución de las decisiones judiciales constituye materia de vital


importancia para el poder judicial, ya que por medio de ella se materializa y
cobra vida en la sociedad la eficacia de una correcta administración de
justicia, pues no tendría sentido acudir a los órganos jurisdiccionales si a la
postre no se puede hacer efectivo lo decidido.

El interés por el estudio de las tutela cautelar judicial en los conflictos


laborales, se fundamenta en la necesidad de dar respuesta a la falta de
implementación de las medidas por parte del juez laboral, ya que la LOPTRA
de fecha 02 de agosto de 2002 no previó un sistema cautelar debidamente
estructurado en esta materia tan especial, a pesar de que los postulados de
la misma, se fundamentan en principios procesales tal como el principio de
celeridad, inmediación, concentración, entre otros, y como vemos en la
práctica judicial se aplica por analogía el sistema cautelar previsto en el
Código de Procedimiento Civil, en lo adelante CPC, vigente.

Con respecto a los antecedentes al problema de la investigación, se


señala:

1.- La Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A


(III), el 10 de diciembre de 1948 en París, dicto la Declaración Universal de
Derechos Humanos, que recoge en sus 30 artículos los derechos humanos
considerados básicos, y el artículo 10 establece que “toda persona tiene
derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con
justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de

3
 
sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra
ella en materia penal”. Dicha norma contempla el derecho a la tutela judicial
entendido como derecho humano.

2.- De igual manera, la Constitución la República Bolivariana de


Venezuela de 1999, en lo adelante CRBV, en su artículo 26 que establece:
“Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de
justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o
difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente”, y en el artículo 49 eiusdem, consagra el derecho
constitucional que les asiste a los ciudadanos de gozar de un debido
proceso.

3.- La exposición de motivos de la LOPTRA de año 2002, expone que el


nuevo proceso laboral es un “(…) instrumento para lograr la justicia y la
equidad…”, así mismo, plantea que la justicia laboral tendrá por norte la
“misión de proteger el hecho social trabajo”. En tal sentido, en lo que
respecta a la tutela judicial cautelar el legislador estimó que “…el juez queda
facultado para acordar las medidas cautelares: nominadas e innominadas
que considere pertinentes, con estricta sujeción a los requisitos de ley….”

La elaboración del presente trabajo, se fundamenta en la consulta y


tratamiento de fuentes de conocimiento tales como: los textos de
instrumentos jurídicos que reflejan la práctica en materia procesal laboral; en
segundo lugar, se acudió a la consulta de la jurisprudencia establecida por el
máximo tribunal de la República, ya que es importante mencionar los criterios
que rigen la materia; en tercer lugar, se consultó también la doctrina, cuya
valioso aporte ha orientado y fundamentado la investigación que se
desarrolló.

Asimismo la investigación que se aborda busca servir de aporte a otras


investigaciones, trabajos y proyectos en cuanto a la materia que se trata y
desarrolla.

4
 
De acuerdo a los objetivos establecidos para el desarrollo de la
investigación se escogió el diseño de investigación no experimental,
descriptiva, bajo un enfoque descriptivo. Por la naturaleza del diseño de
investigación escogido para la elaboración del trabajo, es una investigación
de tipo descriptiva, al respecto éste tipo de investigación “busca especificar
propiedades, características y rasgos importantes de cualquier fenómeno
que se analice” (Hernández, Fernández y Baptista, 2003, p. 119).

A estos efectos, el presente Trabajo Especial de Grado se desarrolla


sistemáticamente en dos grandes capítulos.

El Capítulo I, titulado “La tutela Cautelar”, como un capítulo de teoría


general, pretende en primer lugar introducir el concepto de tutela cautelar y
su fundamento, seguidamente proceder a ubicar la naturaleza de las
medidas cautelares, lo presupuestos, su clasificación y finalmente la función.

El capítulo II, relativo a las “Las Medidas Cautelares en el Proceso


Laboral”, como un capítulo especial al área que estaremos tratando,
desarrollaremos su concepto y regulación positiva en el Derecho laboral,
presupuestos, el decreto cautelar del juez, los medios de impugnación,
determinar el poder cautelar del juez laboral y finalmente establecer los
motivos para el escaso decreto de las medidas en la jurisdicción laboral.

Finalmente, se presentan las Conclusiones y Referencias.

De acuerdo a todos los razonamientos realizados surgieron las siguientes


interrogantes: 1.- ¿Cómo es el sistema de las medidas cautelares en el
sistema judicial venezolano?, 2.- ¿Cuáles son los fundamentos de las
medidas cautelares?, 3.- ¿Qué medidas cautelares pueden adoptarse en el
proceso laboral?, 4.- ¿Qué poder cautelar le corresponde al juez laboral?, y
5.- ¿Qué funciones cumplen las medidas cautelares en el proceso judicial
laboral venezolano?

5
 
CAPÍTULO I

LA TUTELA CAUTELAR

Concepto y Fundamento de las Medidas Cautelares

La legislación venezolana reconoce ampliamente el derecho que tiene


toda persona de acudir ante los órganos jurisdiccionales para solicitar la
tutela de sus derechos, este derecho se manifiesta a través de la acción
procesal en la que se plantea una pretensión expuesta en un escrito de
demanda. Por otra parte, el Estado garantiza este derecho a través de los
procesos con arreglo a las disposiciones establecidas en la ley. En este
sentido, la función jurisdiccional tiene como cometido develar las
pretensiones de las partes para emitir un pronunciamiento que resuelve un
asunto controvertido y su propósito es precisamente que esos fallos tengan
la posibilidad de materializarse a través de su ejecución.

En la actualidad, es debatido cuál es el contenido y alcance de la tutela


judicial efectiva. Una tesis apunta a que debe limitarse únicamente al
contenido del artículo 26 de la Constitución, sin embargo, otra por el contrario
sostiene que debe incluirse dentro de la tutela judicial efectiva toda una serie
de derechos de rango constitucional vinculados a la actividad jurisdiccional,
dentro de los cuales destaca el derecho al debido proceso legal contenido en
el artículo 49 de la Constitución.

Ahora bien, todos los procesos que se ventilan en sede jurisdiccional


ameritan de un plazo temporal de obligatorio cumplimiento, que se hace
imprescindible para el necesario desarrollo del proceso judicial y la eficacia
de los mismos, pero resulta que en algunos casos, éste tiempo puede
resultar negativo para las partes que intervienen en el proceso, ocurre que el

6
 
tiempo que transcurre desde el momento en que es introducida la demanda
hasta el momento en el cual es emitida la sentencia, es suficiente para que
no se lleve a cabo la ejecución de la decisión por distintas causas.

En algunos casos, son las partes intervinientes en el proceso las que


despliegan conductas que inciden de manera directa en que se imposibilite la
práctica de una decisión, ya sea por conductas premeditadas que persiguen
ese fin, o bien, por no ser diligentes y solicitar oportunamente al órgano
jurisdiccional que establezca los mecanismos necesarios para asegurar la
ejecución de su mandato. En otras ocasiones, puede verse imposibilitada la
ejecución de la sentencia por el peligro inminente producido por factores
externos que inciden en ello, o puede ocurrir, que el daño que está latente, al
prolongarse en el tiempo con ocasión al procedimiento dé lugar a que no sea
necesario ejecutar la sentencia por ser ya irreparable el daño causado. En
virtud de ello, es necesario que el órgano jurisdiccional en el ejercicio de su
poder despliegue un “sistema de protección” (Ramos, 1997) a fin de prevenir
o garantizar ante la demora del proceso, la materialización de sus
sentencias.

A los fines de que los procesos de declaración y ejecución no sean


suficientes para lograr una tutela judicial efectiva, resulta necesaria la
implementación de un proceso cautelar, “siendo aquel que tiene como
propósito garantizar la efectividad de la declaración obtenida” (Montero,
2000, p. 435).

Con relación a la eficacia del proceso, la medida cautelar, es un


mecanismo de compensación para prevenir la dilación temporal del proceso,
al respecto el art. 26 Constitucional establece lo siguiente:

7
 
Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses,
incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a
obtener con prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial,
idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa
y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones
inútiles.
Puede apreciarse, que no basta con el hecho de que el ciudadano acceda
a los tribunales, sino que se requiere la sustanciación de un juicio apegado al
debido proceso legal, que se dicte una sentencia ajustada a derecho, y
finalmente, que sea efectiva; es decir, que la decisión se ejecute.

En fundamento a lo anterior, surge así las medidas cautelares. La palabra


‘medida’, según la Real Academia de la Española, en la acepción que nos
corresponde, significa prevención, disposición; ‘prevención’ a su vez, que
deriva del latín praeventĭo-ōnis, que equivale a la preparación y disposición
que se hace anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo. En el
campo jurídico, se entiende como tales a aquellas que se adoptan para
preservar el bien litigioso o para prevenir en favor de las partes la eficacia
final de la sentencia.

Son muchas las acepciones sobre el termino medidas cautelares, el


procesalista italiano Piero Calamandrei (1945) estima que las medidas
cautelares tienen como finalidad el aseguramiento de la sentencia definitiva,
así concluye que,

(…)si todas las providencias jurisdiccionales son un instrumento


del derecho sustancial que se actúa a través de ellas, en las
providencias cautelares se encuentra una instrumentalidad cualificada, o
sea elevada, por así decirlo, al cuadrado; son, en efecto, de una manera
inevitable, un medio predispuesto para el mejor éxito de la providencia
definitiva, que a su vez es un medio para actuación del derecho; esto es,
son en relación a la finalidad última de la función jurisdiccional,
instrumento del instrumento (p.45).

8
 
En lo que respecta a Chiovenda (1922), maestro de Calamandrei, precisa
que las medidas provisionales se corresponden a una necesidad efectiva y
actual de remover el temor de un daño jurídico, si este daño era en realidad
inminente y jurídico, ha de resultar de la declaración definitiva.

Las medidas cautelares intentan evitar un peligro dentro de la


imperfección del proceso jurisdiccional, asegurando de esta manera el
derecho que se plante en la demanda o incluso antes que ésta. En frase
gráfica de Calamadrei (1945): “supone la conciliación de dos exigencias de la
justicia: hacer las cosas pronto y hacerlas bien” (p. 45).

Nuestro máximo tribunal de la República en sentencia de la Sala


Constitucional, de fecha 13 de agosto de 2000, Nº 1906, en el expediente Nº
02-0313, ha expresado que las “medidas tienen por objeto,
fundamentalmente, el de operar como medio que garantice la ejecución del
fallo, ante la posibilidad de que pueda modificarse la situación patrimonial de
las partes”. En tal sentido, las medidas cautelares son el medio ó
mecanismo, por el cual las partes pueden garantizar la ejecución del fallo.
Fundamento que también es compartido por el español Francisco Ramos
Méndez (1997) cuando afirma que “su finalidad no estriba meramente en la
obtención de un pronunciamiento jurisdiccional sino también en que éste se
cumpla” (p.723)

El procesalista argentino J. Ramiro Podetti (1969), sostiene que las


medidas cautelares “(…)son actos procesales del órgano jurisdiccional
adoptados en el curso de un proceso de cualquier tipo o previamente a él, a
pedido de interesados o de oficio, para asegurar bienes o pruebas o
mantener situaciones de hecho o para seguridad de personas o satisfacción
de sus necesidades urgentes(…)” (p. 33).

En este orden de ideas, podemos afirmar que las medidas cautelares se


constituyen como una herramienta procesal, mediante el cual no solo las
partes (solicitar la medida) sino el juez como director del proceso (quien

9
 
decreta la medida), previene y evita el daño, garantizando que no quede
ilusoria la ejecución de la sentencia.

Las medidas cautelares “están dirigidas, más a que a defender los


derechos subjetivos, a garantizar la eficacia, y por decirlo así, la seriedad de
la función jurisdiccional” (Rangel, 2004, p. 163). Puede decirse que “las
medidas cautelares son actuaciones que, de acuerdo con la ley, el tribunal
acuerda con unos efectos jurídicos y también materiales –en el sentido de
que inciden en la realidad social- para cumplir la función de la tutela cautelar”
(Ortells, 2004, p. 922). Estas medidas que son decretadas por los tribunales,
cuando hacen uso de esa potestad, ejercen lo que se denomina el poder
cautelar.1

Características Generales de Las Medidas Cautelares

a. La Instrumentalidad.

Para Calamandrei (1945), la instrumentalidad es la característica esencial


de las medidas cautelares, en tanto que “no constituyen un fin en sí mismas,
sino que están ineludiblemente pre ordenadas a la emanación de una ulterior
providencia definitiva” (p.44). Es decir, la misma refiere a la conexión que
existe entre la resolución que decreta la medida con la sentencia de otro
proceso, así mismo, la tutela cautelar es un instrumento, una herramienta
para alcanzar otro fin en el proceso principal.

Al existir instrumentalidad de la medida cautelar, esta se extenderá hasta


que el proceso principal finalice, ya sea por un fallo, o por una de sus formas
anormales de conclusión. En caso de una sentencia estimatoria o no, lo
dispuesto en ella afectará directamente la decisión tomada sobre la medida
cautelar, ya sea modificando, extinguiendo o ratificando lo decretado en ella.

                                                            
1
“El poder cautelar implica una potestad reglada y el deber que tienen los jueces para evitar cualquier daño que se
presente como probable, concreto e inminente en el marco de un proceso en perjuicio de las partes y por supuesto
en detrimento de la administración de justicia”, en Sentencia de fecha 25/2/2013 del Juzgado Segundo de Primera
Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Lara. Asunto: KH09-X-2013-000010 (Caso
Miguel Rosal vs. Carnes El Pazo, C.A.).

10
 
En consecuencia, en virtud de esta característica, toda medida es
conducente a ser viable y posible la tutela jurisdiccional efectiva, que pudiera
otorgarse en una sentencia favorable a dictarse en un proceso de cognición
o de ejecución.

Como lo afirma la jurisprudencia patria, en sentencia de la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, dictada en fecha 03 de abril
de 2003, con ponencia del magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero,
sentencia No. 640, expediente Nº 02-3105,

(...) no constituyen un fin en sí mismas sino que son un medio,


instrumento o elemento que sirve para la realización práctica de otro
proceso –eventual o hipotético, según el caso- y su resolución principal,
partiendo de la hipótesis de que ésta tenga un determinado contenido
concreto, conforme a lo cual se anticipan los efectos previsibles, por lo
que el contenido de estas medidas es el mantenimiento de una
situación de hecho de Derecho en salvaguarda de derechos, sobre los
que se pronunciará el Juez que conoce del fondo del asunto, para una
vez se dicte sentencia definitiva sobre lo principal, no opere en el vacío
y pueda ser realmente efectiva.
Por lo que, “la instrumentalidad de la medida no depende en razón a la
dependencia de un juicio existente, sino a la dependencia del objeto que se
discute en juicio” (Ramos, 1997, p. 724).

b. Temporalidad.

La temporalidad corresponde al lapso de tiempo para el cual está hecha la


medida cautelar, es decir, ella no está diseñada para durar más de lo que
dure el juicio principal, por lo que también durante este tiempo puede verse
modificada por variación de los presupuestos del juicio.

Siendo así, las medidas cautelares no son “una solución definitiva, sino
tan sólo una regulación temporal de las posiciones de las partes mientras
crean derechos” (Ramos, 1997, p. 725).

c. Provisionalidad.

11
 
Por dictarse la resolución cautelar con carácter de urgencia las medidas
cautelares siempre serán provisionales, lo que implica que el juez puede
revocarlas a solicitud de la parte o en el caso de una impugnación.
Igualmente, resulta posible variar las medidas en el ínterin del proceso
cuando cambien las circunstancias por las que se hicieron decretar. La
provisoriedad responde, entonces, al hecho sobrevenido que ponga fin a la
medida, a nuestro juicio a un “mientras tanto”, entretanto ocurra algo mejor.

Entonces, responde a la situación preservada o constituida mediante la


providencia cautelar, no adquiere un carácter definitivo, por el contrario se
destina a durar por un tiempo determinado, debido a que los efectos que
derivan de la medida cautelar están, por su propia naturaleza,
exclusivamente destinados a agotarse en el momento en que se pronuncia la
sentencia sobre el fondo, sin que tengan vocación alguna de convertirse en
definitivos.

Al respecto, Calamandrei (1945), observa que la provisoriedad de la


medida deriva de su propia naturaleza, ya que la medida cautelar está
diseñada para que se agote una vez que se produzca el fallo, tal como se
explica anteriormente.

Sin embargo, Couture (1981) apunta que el carácter provisional de la


medida no puede decretarse como cosa juzgada, en virtud de que la medida
se decreta en conocimiento de un procedimiento sumario, agrega además
características como la preventividad y responsabilidad.

d. Autonomía.

A pesar de la instrumentalidad y accesoriedad de la medida cautelar, ésta


constituye por sí misma una forma de acción, es decir, que no puede
considerarse como accesorio del derecho objeto de cautela, en tanto existe
como poder actual, cuando no se sabe si el derecho cautelado existe. En tal
sentido, si se declara finalmente la inexistencia del derecho principal

12
 
pretendido no puede conllevar tal decisión la declaración retrospectiva de la
inexistencia de una de las condiciones de la acción cautelar, y en
consecuencia, como evidencia de la ilegitimidad de la medida cautelar
concedida y ejecutada.

e. Mutabilidad.

Si desaparece la situación fáctica o de derecho que conllevó al órgano


jurisdiccional a tutelar el interés de la parte, concluye la razón de ser de la
precaución, por lo tanto es concedida en consideración a una situación
temporal formada por circunstancias que pueden modificarse de repente, lo
que exige en consecuencia, una nueva apreciación del juez. Lo que trae
consigo un aseguramiento distinto al solicitado, teniendo en consideración la
importancia del derecho que se intenta proteger, o revocar la medida
cautelar.

Por el contrario, cuando la medida cautelar es denegada, ello no impide


que el juez pueda retomarla nuevamente, si se hubiere modificado la
situación de hecho o de derecho, por la cual dio lugar a la negativa.

Para la jurisprudencia venezolana tales circunstancias, no llevan como


consecuencia el efectos de cosa juzgada material, pues no causan instancia
y su decreto no conlleva al juez a decretar un prejuzgamiento, ellas, tienen
un carácter exclusivamente preventivo, se extiende únicamente a lo
necesario para evitar daños futuros.

Al respecto, Podetti (1969) estima que esta mutabilidad es doble, en


primer lugar, porque puede ser sustituida a solicitud del demandado, y en
segundo lugar, porque la medida debe ajustarse en lo más posible a las
necesidades de la controversia. A nuestro parecer esta mutabilidad responde
a la necesidad de evitar lo menos posible molestias, que a futuro puedan
poner en peligro la tutela efectiva.

13
 
f. Urgencia.

El carácter urgente de la medida corresponde a razón de evitar los daños


que para la tutela de los derechos se pueden derivar por transcurso del
tiempo y de su incidencia sobre situaciones que pueden alterarse de forma
irreversible, esta urgencia se representa por la simplicidad de los trámites
para lograr rapidez y en virtud de que la apreciación del juez sobre los
presupuestos de las medidas cautelares es de cognición y no de certeza. Su
ejecución es sin previo conocimiento del afectado por la medida, es
sorpresiva.

Naturaleza de las Medidas Cautelares

En cualquier disertación jurídica aparece, de inmediato, la necesidad de


determinar a qué género o institución jurídica pertenecen aquello objeto de
estudio, es decir se intenta revelar cuál es su naturaleza jurídica, pero ello
resulta en gran medida complicado, en virtud que nuestro derecho
dispositivo, o al menos en lo que a la materia laboral refiere, no contempla
una regulación sistemática y suficientemente completa, salvo por la materia
civil, la cual en la práctica forense se usa como análoga para el proceso
laboral, a tal punto que solo el artículo 137 de la LOPTRA ofrece un breve
tratamiento a las medidas cautelares.

Al respecto cabe señalar algunas consideraciones:

1. Las medidas cautelares solo pueden adoptarse en sede jurisdiccional,


por lo que está sujeta a la potestad jurisdiccional.
2. Las medidas cautelares exclusivamente desarrollan su eficacia en el
plano de la tutela judicial efectiva y el debido proceso.
3. La medida cautelar contiene una pretensión distinta a la que se ventila
en el proceso principal.
4. El decreto de la medida constituye en sí misma el respeto y ejercicio
del derecho a la tutela judicial efectiva o tutela cautelar, en

14
 
consecuencia la denegación de la misma presupone una clara
violación a la misma.

Por estas razones se justifica afirmar que la naturaleza jurídica de la


tutela cautelar es meramente procesal, pues responde a preceptos
procesales, claro que determinarlo con mayor amplitud implica realizar un
estudio mucho más completo, y que no es objeto de este trabajo.

El punto es, “la moderna doctrina científica entiende que el cautelar es un


proceso autónomo, (...)siendo su tratamiento sustantivo y procesal totalmente
distinto y su función diferenciada” (Blasco, 2000, p. 595). En líneas
generales, Montero (2000) reafirma lo anterior, al exponer que el proceso
cautelar no comprende solo un incidente de declaración o de ejecución, sino
también un procedimiento con sustantividad propia, el cual se fundamenta en
dos elementos que le son propios, en primer lugar lo que se refiere las
características propias del proceso: partes, actos, competencia, resolución
final. Y en segundo lugar el contenido de la declaratoria que acuerda o
deniega la solicitud de la tutela, es decir, la medida en sí misma.

En contraposición, el académico colombiano Héctor Enrique Quiroga


Cubillos (1991), afirma que resulta “difícil hablar de dos procesos en uno”,
explica, que el proceso cautelar va de la mano con el proceso principal, y en
consecuencia resulta absurdo discutir la naturaleza autónoma o dependiente
del proceso cautelar, él diferencia dos aspectos, el primero refiere a la
cautela como facilitador del proceso, en este caso es completamente
dependiente, vive y se nutre del proceso principal, pero el segundo aspecto
representa al proceso desde el punto de vista de un `procedimiento`
resultaría independiente del proceso principal, este procedimiento sigue su
curso sin importar el destino del proceso principal.

El derecho español ha desarrollado dos grandes corrientes en torno a la


configuración de las medidas cautelares. (Ramos, 1997, p. 727)

15
 
1. La medida cautelar como manifestación de la justicia preventiva, la
cual se constituye por todas aquellas medidas que tienen una finalidad
asegurativa o precautoria, afirmándose lo anteriormente dicho,
respecto a un desarrollo procesal que conlleva a la cautela como un
juicio autónomo.
2. La medida cautelar como instrumento en función de un juicio, al
respecto la medida no tiene una independencia propia, pero si en
cuanto a su aspecto procedimental. Es decir, la medida solo es útil
durante el transcurso del juicio, ya que ella contribuye a evadir los
riesgos que implican la durabilidad del mismo.

Presupuestos de las Medidas Cautelares

Tal como lo han establecido las disposiciones procesales del


ordenamiento jurídico venezolano, para que se decrete una medida cautelar,
no basta con la petición del solicitante, resulta necesario que el órgano
jurisdiccional verifique la concurrencia de los requisitos establecidos, que
justificarán el decreto de la medida a favor del solicitante. A tales efectos, la
doctrina ha admitido tres presupuestos típicos a saber: el fomus bonni iuris y
el periculum in mora, añadiremos también el periculum in damni como
presupuesto adicional para las denominadas medidas indeterminadas o
innominadas establecidas en el CPC.

a. El fumus bonni iuris.

El fomus bonni iuris o la apariencia de buen derecho, es uno de los


presupuestos fundamentales de las medidas cautelares, no pueden
decretarse solo porque el solicitante ostente un derecho que se discute o
será discutido en juicio, sino porque su pretensión es tutelable con el decreto
de una medida cautelar, (Ramos, 1997) y se fundamenta el derecho que se
invoca. Esta fundamentación, no necesariamente se relaciona o es el mismo
que los fundamentos aportados para la discusión del fondo de la controversia
(Ortells, 2004).

16
 
De la característica de instrumentalidad de la medida, esto es, la medida
como un medio para asegurar la eficacia de la sentencia, nace a criterio de
Ortiz (2004) la necesidad del fomus bonni iuris, es decir, la apariencia y
credibilidad del derecho que invoca la parte que solicita la medida.

Este presupuesto está condicionado a la presentación de una prueba


documental que lo acredite, y que guarde una relación con las partes que
intervienen en el proceso como con el objeto del litigio.

b. El periculum in mora.

El periculum in mora o peligro en la mora, es el peligro de un daño jurídico


urgente y marginal derivado del retraso de la sentencia definitiva. La “mora”
es el retardo en que se incurre el pronunciamiento por parte del órgano
jurisdiccional, constituye una condición típica y distintiva de las medidas
cautelares. Al respecto la doctrina patria a definido el periculum in mora como

“(...)la probabilidad potencial de peligro de que el contenido del


dispositivo sentencial pueda quedar disminuida en su ámbito
patrimonial o extrapatrimonial. O de que de una de las partes pueda
causar un daño en los derechos de la otra, debido al retardo de los
procesos jurisdiccionales, aunado a otras circunstancias provenientes
de las partes con la lamentable consecuencia de quedar ineficaz la
majestad de la justicia en su aspecto práctico.” (Ortiz, 1997, p. 117)
El procesalista Calamandrei (1945) hace dos distinciones del periculum in
mora, el primero de ellos alude al peligro de infructuosidad, y el segundo al
peligro de la tardanza del fallo principal.

b.1.- Peligro de infructuosidad.

Alude al peligro que existe cuando “la lentitud del procedimiento ordinario
lo consienta”, la urgencia de que se dicte la medida cautelar recae no en la
satisfacción del derecho, sino en procurar asegurar los medios aptos para
que una vez dictada la sentencia principal, se intente su eficaz ejecución. Por
estas razones, no existe cosa juzgada y la relación sustancial sigue siendo

17
 
un hecho controvertido, la medida cautelar recae sobre bienes que
posteriormente pudieran ser objeto de ejecución, según corresponda el caso.

b.2.- Peligro de tardanza de la providencia principal.

A diferencia del anterior, Calamandrei refiere al peligro que existe de la


prolongación, dilación o demora para que se dicte la sentencia del juicio
principal, y que trae como consecuencia la insatisfacción del derecho, a
diferencia del anterior, esta recae sobre el hecho controvertido, en virtud de
que le otorga a la parte que ha solicitado la medida una manera de obtener
inmediatamente el derecho reclamado, mientas espera la sentencia del juicio
principal.

En lo que respecta al riesgo, se presentan en dos formas: “(…) o bien el


peligro viene señalado por circunstancias objetivas previstas por la propia
norma, o bien la norma exige que la presencia del periculum in mora tenga
que ser demostrada por quien lo alega” (Blasco, 2000, p.599).

Otra clasificación del periculum in mora comprende:

1. El riesgo que afectan la posibilidad práctica de ejecución considerada


en absoluto: ej. el riesgo de insolvencia del demandado
2. El riesgo que amenazan la posibilidad de que la ejecución en forma
específica o la posibilidad de que la ejecución especifica se desarrolle
con plena utilidad: ej. la sustitución de un bien mueble por su
equivalente en dinero.
3. El riesgo que amenazan la utilidad práctica de los efectos no ejecutivos
de la sentencia.
4. El riesgo de inefectividad que deriva del mero retraso del momento en
que pueden producirse los efectos de la sentencia, ese retraso supone
por sí una lesión irreversible de tal situación (Ortells, 2004).

18
 
c. El periculum in damni en las medidas innominadas.

El periculum in damni es el fundado temor de que una de las partes


pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra,
éste se constituye en el fundamento de la medida cautelar innominada para
que el tribunal pueda actuar, autorizando o prohibiendo la ejecución de
determinados actos, y adoptar las providencias necesarias para evitar dichas
lesiones.

El Parágrafo Primero del artículo 588 del CPC, establece que, con exacta
sujeción a lo dispuesto en el artículo 585 eiusdem, el Tribunal podrá acordar
las providencias cautelares que considere adecuadas cuando hubiere
fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de
difícil reparación al derecho de la otra.

Este es un requisito básico agregado a los dos exigidos en el artículo 585,


sin cuya demostración sumaria no procedería el decreto de la medida
innominada, consiste en la posibilidad de que el deudor ejecute u oculte su
patrimonio o desmejore sus condiciones económicas, con la finalidad de
burlar la acción judicial.

Estas condiciones son materia de prueba, requiere que además del


razonamiento que pudiera convencer al Juez de la situación posiblemente
dañosa, una pluralidad de indicios, que hagan nacer en el Juez la certeza de
la necesidad de decretar la medida cautelar, de acuerdo al diseño adaptado
a la necesidad específica de la situación, aportado por el solicitante.

En tal sentido, es necesario que el solicitante pruebe, que el acto


impugnado causaría un daño susceptible de no ser reparado por la sentencia
definitiva, y los hechos o circunstancias que considere, son causantes de un
daño o perjuicio irreparable, aportando al juicio los elementos suficientes que
permitan al órgano jurisdiccional concluir objetivamente sobre su
irreparabilidad por la definitiva.

19
 
a. Situación jurídica cautelable.

La situación jurídica cautelable, es aquella

(…) situación jurídica susceptible de ser amparada por una medida


cautelar, como aquella que gozando de apariencia de buen derecho o fomus
bonni iuris, es tal que durante la pendencia del proceso podría producir para
la misma consecuencias que impedirían o dificultarían la efectividad de la
tutela judicial que pudiere otorgarse en una eventual sentencia estimatoria
(periculum un mora) (Garido,2003, p. 348-349).

Para Ortells Ramos (1997) es, "la situación jurídica a que se refiere la
pretensión del juicio principal y para cuya tutela cautelar se establece la
medida" (p.164).

Es decir, es el hecho que nutre a la pretensión del demandante. Entonces,


ese hecho o situación es lo que se puede cautelar y no otra cosa, por ello la
estrecha relación entre la situación jurídica cautelable y la apariencia del
buen derecho. Este último, se trata de que el derecho que respalda a la
pretensión aparezca para el juez como base o respaldo.

Clasificación de las Medidas Cautelares

A los fines de poder delimitar el contenido y alcance de las medidas


cautelares en el proceso laboral, se hace necesario presentar una
clasificación acorde a lo establecido por la doctrina.

En la doctrina extranjera el catedrático Eduardo Gutiérrez de Cabiedes


(1974), ha planteado que desde el punto de vista teórico se pueden clasificar
las medidas cautelares atendiendo a que la obligación sea:

1. Obligación de dar cosa genérica (dinero).


2. Obligación de dar cosa específica, la cual se subdivide en:

2.1. Mueble.

2.2. Inmueble.

20
 
3. Obligación de hacer.
4. Obligación de no hacer.

Estas medidas variarán de requisitos de procedencia según que la


obligación nazca de un derecho personal o real incumplido por un tercero,
frente al cual se solicita la medida.

1. Medidas cautelares para asegurar obligaciones de dar cosa


genérica (dinero).

En el caso de las demandas laborales, el trabajador puede pedir al


patrono la entrega de cantidades de dinero para lo cual puede dictarse una
medida como el embargo preventivo, en este sentido, el embargo preventivo,
es una medida cautelar por la que determinados bienes o derechos de
contenido o valor económico quedan afectados o reservados para extinguir
con ellos una obligación pecuniaria que, previsiblemente, será declarada en
una sentencia futura.

2. Medidas cautelares para asegurar obligaciones de dar cosa


específica.

Corresponde al grupo de medidas cautelares destinadas a asegurar la


prestación que consiste en una species, esto es, dar una cosa individual y
específicamente determinadas. Como por ejemplo, acordar la medida de
secuestro de la cosa mueble o inmueble que se reclama. Al respecto, el
secuestro es una medida cautelar que tiene como finalidad asegurar el
cumplimiento o ejercicio de un derecho legalmente reconocido, como en el
caso de cobros ejecutivo de créditos, para lo cual se opta por secuestrarlos
para preservarlos hasta la hora en que la justicia tome la decisión final sobre
lo que se está discutiendo o alegando, y que de acuerdo a dicha decisión, el
bien se regresa a su propietario o se le hace entrega a quien alega un
derecho, quien lo recibe como garantía, pago o indemnización.

21
 
Las medidas cautelares que pueden adoptarse cuando se pretenda la
entrega de una cosa o bien mueble dependerá a juicio del precitado autor,
que la acción sea real o mixta sobre la cosa o que la entrega de la cosa
mueble sea en base a una acción personal, para lo cual la medida que se
requiere es el secuestro de la cosa, pero cuando la medida dependa de la
acción personal los requisitos para que el juez acuerde la medida deberán
ser más exigentes.

En el supuesto de que la medida cautelar se acuerde cuando se pretenda


la entrega de una cosa o bien mueble, deberá tomarse en cuenta evitar que
el retraso del proceso pueda traer como consecuencia el deterioro de la
cosa, o que la misma pueda ser sustraída del proceso por un tercero, la
medida que a bien puede decretarse es el secuestro o bien alguna medida
de aseguramiento del bien litigioso, y para el caso de que pueda ser
sustraída por un tercero deberá el juez decretar la medida de prohibición de
enajenar y gravar.

3. Medidas cautelares para asegurar obligaciones de hacer.

Las obligaciones de hacer son aquellas cuyo objeto prestacional consiste


en realizar alguna acción a favor del acreedor. La diferencia con las
obligaciones de dar es que no son susceptibles de ejecución forzada, si esto
implica ejercer violencia sobre el deudor, y en caso de incumplimiento y
negativa del deudor a cumplir, sólo podrá reclamarse los correspondientes
daños y perjuicios, a tales efectos las medidas que pueden acordare cuando
se pretenda el aseguramiento de una obligación de hacer, pudiera ser el
embargo preventivo, entre otras.

5. Medidas cautelares para asegurar obligaciones de no hacer.

Las obligaciones de no hacer son aquellas en las cuales el objeto de


prestación es una abstención por parte del deudor, en este caso no existen
medidas cautelares en sentido técnico, en este caso cabe plantearse que la

22
 
medida que decrete el juez conlleve la no ejecución de una obligación, como
la suspensión de una actividad que se está realizando.

En conclusión, para Eduardo Gutiérrez de Cabiedes, el tipo de medida


cautelar que el juez puede dictar es directamente proporcional al tipo de
obligación cuyo cumplimiento aquél pueda ordenar en el dispositivo de la
sentencia definitiva.

Clasificación Sistemática en el Derecho Positivo Venezolano

1. Medidas cautelares concretas.

Las medidas concretas contenidas en derecho positivo venezolano,


responde a las medidas típicas o nominadas, siendo

…aquella disposiciones preventivas de carácter cautelar previstas


expresamente en la ley para situaciones específicas y con previstas a
un temor de daño concreto establecido por el legislador; son típicas en
tanto que están previstas para un particular procedimiento y pueden
revestir dos modalidades: primero, que el propio legislador establezca el
contenido de la medida, y segunda, que se deje a criterio del tribunal la
medida adecuada para el especifico temor de daño alegado.” (Ortiz,
1997, p. 148)
Estas medidas no solo responden a una nominación legal, ya que también
hay medidas que no contienen esta nominación pero son típicas en cuanto al
procedimiento, a razón de lo anterior, Ortiz (1997) señala que las medidas
típicas se clasifican en:

a. Medidas típicas de contenido concreto.

Son aquellas medidas donde la ley ha determinado su nombre y su


contenido, tal es el caso del embargo de bienes muebles, el secuestro de
bienes determinados y la prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles,
todas ellas previstas en artículo 588 del CPC, entre otras.

b. Medidas típicas de contenido indeterminado.

23
 
Estas medidas son típicas para un procedimiento pero indeterminado en
su contenido, porque se deja al criterio del juez determinar el contenido de la
misma, pueda que se parezca a las indeterminadas en cuanto a su
contenido, pero las medidas cautelares a las que nos referimos no son
aplicables a cualquier procedimiento como las llamadas indeterminadas.

2. Medidas cautelares indeterminadas o innominadas.

Son aquellas medidas que el juez dicta adecuándolas a la petición


específica del daño, atendiendo a una definición más amplia son aquellas
que,

(…)a solicitud de parte, puede acordar el juez, siempre que las


considere -a su prudente arbitrio- adecuadas para evitar que se
produzca una lesión en el derecho o en la situación fáctica de
cualquiera de los litigantes, o para impedir que continúe la lesión si la
misma es de carácter continuo en el tiempo. (Ortiz, 1997, p. 194)
Este tipo de medidas están previstas en el artículo 588 del CPC, a tales
efectos el juez puede dictar las medidas que considere necesarias siempre
que su juicio incurran las siguientes circunstancias:

a. El riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo


b. El fundado temor de que una de las partes cause un daño a los
derechos de la otra parte.
c. La apariencia del derecho reclamado.

3. Medidas complementarias.

Estas medidas se corresponden con las establecidas en el parágrafo


primero del artículo 588 del CPC, el prevé que el juez podrá acordar
cualquier disposición complementaria a fin de asegurar la efectividad y el
resultado de la medida cautelar decretada, es decir, complementa o
completa la eficacia de la medida típica.

Las medidas complementarias son las que “preventivamente puede tomar


el juez, a solicitud de parte o de oficio, destinadas a completar o asegurarla

24
 
(sic) eficacia y el resultado de la medida típica o innominada previamente
decretada” (Ortiz, 1997, p. 191).

Para decretar una medida complementaria, basta la existencia de una


medida típica o innominada, pero sólo si esta resulta ser insuficiente, además
estas medidas se caracterizan porque su existencia dependerá de la medida
cautelar decretada, no son autónomas, del mismo modo no cabe contra ellas
oposición pero sí podrá la parte oponerse a la medida cautelar decretada, en
el proceso principal.

Función de las Medidas Cautelares

La solución de las controversias, la interpretación y aplicación de la ley, es


la principal razón de ser del Poder Judicial, que al igual que el Poder
Legislativo le asiste la potestad legislativa (artículo 187.1 de la CRBV) y al
Poder Ejecutivo la reglamentaria y ejecutiva (artículo 236 de la CRBV), la
Carta Magna otorga el ejercicio de la potestad de administrar justicia (función
jurisdiccional) que emana de los ciudadanos y ciudadanas y se imparte en
nombre de la República por autoridad de la ley (artículo 253 de la CRBV).

La función jurisdiccional se concibe como el Poder Judicial, integrado por


Jueces y Magistrados, caracterizado por su independencia de otros Poderes
del Estado y esferas y ámbitos del mismo (artículo 254 de la CRBV), la
sumisión a la Ley y al Derecho, que ejerce en exclusiva la potestad
jurisdiccional y, en consecuencia, legitimado para la resolución jurídica,
motivada, definitiva e irrevocable de los conflictos intersubjetivos y sociales,
cuando estos objetivos se cumplen, se puede decir que el Poder Judicial está
cumpliendo con su tarea, conforme a lo esperado por los principios que rigen
a la sociedad.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela define la función


jurisdiccional como aquella a la que le “corresponde conocer de las causas y
asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las

25
 
leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias”, y, en los mismos términos
lo hace la Ley Orgánica del Poder Judicial (1998), al señalar que “el ejercicio
de la potestad jurisdiccional de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado,
corresponde exclusivamente a los tribunales”. Esas sub-funciones de “juzgar”
y “hacer ejecutar lo juzgado” se cumplen a través de dos tipos de procesos:
“el proceso de declaración o conocimiento” y “el proceso de ejecución”. Pero
puede suceder que la realización de esos dos procesos no sea suficiente
para satisfacer la pretensión procesal que se deduce en juicio y de la que
conoce el órgano jurisdiccional, en consecuencia la doctrina ha admitido una
tercera sub-función: la cautelar, que se materializa a través del proceso
cautelar. Tenemos así, que el cumplimiento de la función jurisdiccional se
cumplen a través de:

1.- La sub-función de conocimiento, que comprende el proceso de


declaración o conocimiento, desde la presentación de la demanda hasta la
decisión de la sentencia;

2.- La sub-función ejecutiva, la cual comprende el proceso de ejecución


para la realización de los derechos en forma de ejecución forzosa, cuando no
se persigue la declaración de su existencia sino simplemente su satisfacción;

3.- La sub-función cautelar, en la que el juez busca facilitar la práctica de


medidas cautelares que tiendan al aseguramiento de los derechos que van a
ser objeto del proceso principal.

En este sentido, el proceso cautelar ha nacido como un instrumento


viable, ante las exigencias de la sociedad contemporánea, en la que cada
vez se exige mayor agilidad y rapidez en los actos y resoluciones judiciales,
pero a la vez rebosantes de fundamento fáctico, jurídico y probatorio.

Montero (1974) apunta, a que la función cautelar busca suplir la


deficiencia que existe cuando la declaración y la ejecución son insuficientes
para lograr una verdadera satisfacción de la pretensión, así mismo su

26
 
fundamento se encuentra en el periculum in mora y en el fomus boni iuris
para la adopción de medidas concretas.

Al momento de estudiar el proceso cautelar resulta indispensable tener


presente el objeto de ésta. De vieja data, se ha considerado que quien tiene
la razón es el demandado, por lo que se debía mantener el statu quo hasta
que una sentencia definitiva dictaminara lo contrario.

No obstante, con el transcurso del tiempo se ha concluido que la duración


del proceso le ocasiona perjuicios al accionante, quien es el que reclama una
justicia pronta así como una solución integral al conflicto. Con la aplicación
de las medidas cautelares, lo que se busca es impedir el sufrimiento de un
deterioro mayor al accionante y no ubicarlo en una posición de desventaja
frente a su contraparte.

Para Calamandrei (1945), el objeto de las medidas cautelares no se limita


a defender los derechos subjetivos, si no también, a “garantizar la seriedad
de la función jurisdiccional” (p. 140), vista su instrumentalidad, expone
además, que ellas se prevén en interés de la administración de justicia, es
decir, al correcto funcionamiento de la misma.

Otros consideran que el objeto de las medidas cautelares es “evitar que el


tiempo que insume el proceso frustre el derecho del peticionario, se asegure
así el eventual cumplimiento de la condena, disipando los temores fundados
de quien la pide” (Balanger, 1997, p. 4). En razón de ello se exige verificar
una correspondencia entre el objeto del proceso y el de la medida.

Lo cierto es que el demandado, mientras se mantenga el proceso, puede


realizar las gestiones necesarias para impedirle al actor la efectividad del
derecho reclamado. Pueden darse eventos que entorpezcan la eficacia de la
sentencia, pueden este caso, el simple lapso de tiempo que dura un proceso
puede ocasionar al accionante graves perjuicios cuando luego de haber
realizado un incesante esfuerzo por vencer y demostrar su derecho, éste

27
 
resulte inerte al momento de querer hacerlo efectivo. En definitiva, lo que se
alcanzaría a producir es una injusticia y el quebranto del artículo 26
constitucional, referido al debido proceso.

28
 
CAPÍTULO II

LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL PROCESO LABORAL

Concepto de Medidas Cautelares y Regulación Positiva

Las medidas cautelares que se acuerdan en el proceso laboral, son


aquellas que, con fundamento en los principios del derecho procesal laboral
y los derechos contenidos en las leyes especiales, acuerda el Juez de
Sustanciación Mediación y Ejecución para prevenir que quede ilusoria la
ejecución del fallo.

“La medida cautelar, es el remedio arbitrado por el derecho para obviar de


alguna manera los riesgos de la duración del juicio” laboral, ellas “anticipan
provisionalmente la ejecución o asegura su éxito, desde el momento inicial
del juicio” (Ramos, 1997, p 723-724). La novísima Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, incluyó en el artículo 137 la posibilidad de que se puedan acordar
medidas cautelares, de la siguiente manera:

A petición de parte, podrá el juez de sustanciación, mediación y


ejecución acordar las medidas cautelares que considere pertinentes a
fin de evitar que se haga ilusoria la pretensión, siempre que a su juicio
exista presunción grave del derecho que se reclama. Contra dicha
decisión se admitirá recurso de apelación a un solo efecto, dentro de los
tres (3) días hábiles siguientes, contados a partir del acto que se
impugna, la misma será decidida en forma oral e inmediata y previa
audiencia de parte, dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes por el
Tribunal Superior del Trabajo, sin admitirse recurso de casación contra
dicho fallo.
La incomparecencia del recurrente a la audiencia se entenderá
como el desistimiento que el recurrente hace de la apelación.

29
 
Así, surge una competencia definida al Juez de Sustanciación Mediación
y Ejecución de dictar y sustanciar medidas cautelares que tengan como
finalidad proteger la eficacia de la sentencia en el futuro.

Presupuestos para el Decreto de Medidas Cautelares

Siendo que el referido artículo 137 establece:

A petición de parte, podrá el juez de sustanciación, mediación y


ejecución acordar las medidas cautelares que considere pertinentes a
fin de evitar que se haga ilusoria la pretensión, siempre que a su juicio
exista presunción grave del derecho que se reclama (…)(subrayado
nuestro)
De la disposición in comento se desprende que, para que el Juez de
Sustanciación, Mediación y Ejecución proceda a decretar la medida
solicitada, deben existir tres elementos:

a) El riesgo manifiesto de que quede ilusoria la pretensión, y

b) La presunción grave del derecho que se reclama.

Agregando como tercer elemento:

d) La situación jurídica cautelable.

En este sentido, afirma el Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio


del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado sentencia de fecha 02
de Mayo de 2011, asunto: VH22-X-2011-000005, lo siguiente:

…en clara consonancia con lo establecido en los artículos 137 de la


Ley Orgánica Procesal del Trabajo…para el decreto de la Medida
Cautelar el juez debe observar y verificar el cumplimiento de dos
requerimientos como lo son: 1) la presunción grave del derecho que se
reclama conocido como el aforismo latino fumus boni iuris; 2)
presunción grave del riesgo manifiesto de que quede ilusoria la
ejecución del fallo, conocido con el aforismo latino periculum in mora.

30
 
Cuando alguna de las partes efectúa una solicitud de las medidas
preventivas contenidas en nuestro ordenamiento procesal, el juez debe
ser muy cuidadoso en el cumplimiento de los requerimientos antes
mencionados, lo que obliga al juez a realizar un examen de tales
extremos en el caso bajo su revisión. Al cumplirse con las exigencias
que orienta la jurisprudencia patria se evitaría que el fallo carezca de las
razones necesarias, y que por su omisión se vea impedida la
apreciación en el fallo cautelar del proceso hermenéutico en la
aplicación de las normas por parte del juez, comportamiento
jurisdiccional que colinda con la tutela judicial efectiva.
En los procesos laborales, el poder cautelar del juez constituye una
garantía del adecuado cumplimiento de las obligaciones laborales que
eventualmente debe cumplir el demandado y, en la legislación especial
se encuentra inmerso el carácter tuitivo de las disposiciones de orden
público en aras de proteger el trabajo como un hecho social.
Respecto al primero de los presupuestos, el periculum in mora o peligro en
la mora, como explicamos en el capítulo anterior, es el peligro de un daño
jurídico urgente y marginal derivado del retraso de la sentencia definitiva. La
“mora” se traduce en el retardo en que se incurre el pronunciamiento por
parte del órgano jurisdiccional, constituye una condición típica y distintiva de
las medidas cautelares. Se observa entonces que de manera implícita la
norma exige el periculum in mora, siendo que la medida tiene por fin evitar
que se haga ilusoria la pretensión, es el fin mismo de la medida, por lo que
en todo caso no se requiere de un medio probatorio. Para La Roche (2003),
“la naturaleza de las medidas cautelares conlleva intrínsecamente la
exigencia del peligro en la mora, cuando la norma reza que el fin de la
medida es evitar que se haga ilusoria la pretensión” (p.390), criterio que
compatimos.

Respecto al segundo de los presupuestos, para que esto ocurra así, la


presunción debe existir a juicio del juez, bien porque lo deduzca de las
pruebas presentadas en la audiencia preliminar, por las que se acompañen a
la demanda, y por las que acompañe quien solicita la medida. Al respecto
García (2004), esgrime que la presunción grave del derecho que se reclama,

31
 
se desprende de la condición de trabajador, esa condición debe crear
presunción grave, es decir, resultar de un instrumento público y auténtico.
Probada la condición del trabajador son tutelables los derechos que se
derivan de ella, tal como pago de prestaciones sociales, indemnización de
daños por accidentes laborales, etc.

Sin prejuzgar sobre el fondo del asunto, la parte demandante presentando


copia de un contrato de trabajo autenticado, ofrece una presunción grave del
derecho que se reclama, con lo que se satisface el requisito de ley.

Finalmente, en cuanto a la situación jurídica cautelable, se trata de la


situación jurídica susceptible de ser amparada por una medida cautelar, esto
es, aquella que gozando de apariencia de buen derecho o fumus bonni juris
es tal que durante la pendencia del proceso podría producir para la misma
consecuencias que impedirían o dificultarían la efectividad de la tutela judicial
que pudiere otorgarse en una eventual sentencia favorable.

Solicitud de las Medidas Cautelares

Acogiendo el contenido del artículo 137 de la LOPTRA, pueden las partes


solicitar ante el Juez de Sustanciación, Mediación y Ejecución el decreto de
una medida cautelar, a fin de evitar que se haga ilusoria la pretensión que se
reclama.

Tampoco establece la ley que, el juez de Sustanciación, Mediación y


Ejecución pueda obrar de oficio, se infiere además que no podrá
interponerse dicha solicitud ante el Juez de Juicio, ni ante la Sala de
Casación Social, salvo si el tribunal de alzada conociere de la negativa de la
medida y posteriormente considere que si procede la declaratoria de la
misma.

Martín (2005), es de la opinión que la medida cautelar se podrá solicitar


ante cualquier juez que conozca de la causa, no solamente ante el Juez de
Sustanciación, Mediación y Ejecución, sino ante el Juez de Juicio, el

32
 
Superior, inclusive en Sala de Casación Social, reiterando en este sentido, el
principio a la tutela judicial efectiva, criterio que más adelante es acogido por
el Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia con sede en Cabimas de fecha 02
de Mayo de 2011, asunto: VH22-X-2011-000005, cuando alude que:

…la norma señalada ut supra se refiere exclusivamente al Juez de


Sustanciación, Mediación y Ejecución, sin embargo, resulta evidente
para este Juzgador que en armonía a los fines destinados para la
justicia cautelar, a los fines de resguardar la garantía constitucional a la
Tutela Judicial Efectiva, siempre podrá la parte solicitar medidas
cautelares al juez que se encuentre conociendo del proceso en
cualesquiera de sus fases, bien ante el Juez de Sustanciación,
Mediación y Ejecución, el Juez de Juicio, el Juez Superior y la Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, siendo importante
reiterar la interpretación de las instituciones procesales que deben ser
efectuadas en forma amplia para que el proceso sea una garantía de
los derechos que le asisten a las partes en conflicto, abonándose
además la finalidad de la justicia cautelar de facilitar el ejercicio de un
derecho e impedir la violación del mismo.
Sin embargo, observamos que la sola solicitud del decreto de la medida
está limitada a conocimiento del Juez de Sustanciación, Mediación y
Ejecución, no la posibilidad de modificar la medida, según cambien los
hechos que dieron lugar a la misma, podrá en consecuencia, el Juez de
Juicio ampliar o modificar la medida acordada, inclusive pensamos que si la
causa está en fase de juicio o ejecución y se requiere el decreto de una
medida cautelar, basta con que el solicitante dirija su petición al juez de
sustanciación que conoció en principio para que la acuerde, haciendo
mención a la causa que cursa en fase de juicio.

Sujetos del procedimiento cautelar laboral.

Lo que puede observarse del Artículo 137 de la LOPTRA, es que no


establece que deba ser ante el juez que sea competente para conocer del
asunto principal, en ese caso, puede solicitarse una medida cautelar ante el

33
 
Juez de Primera de Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución, antes
o durante el juicio principal.

Las partes, serán las personas naturales o jurídicas (patrono o trabajador)


que tengan interés en el proceso principal, ambos deberán tener capacidad y
legitimación, en este sentido se corresponde al sujeto pasivo y sujeto activo
de la relación procesal.

La pluralidad de partes, también es posible dentro del procedimiento


cautelar, al respecto no debería presentar problema alguno, ya que son
tomados como “partes” dentro del proceso principal.

El Decreto Cautelar del Juez

Siguiendo los postulados de Calmandrei (1945), el proceso jurisdiccional


no tiene otra función más que preparar la providencia o decreto del juez,
siendo el caso bajo estudio, el proceso cautelar busca la obtención del
decreto cautelar, ahora bien, la noción de providencia cautelar debe ser
referida como la resolución, mandato ó decisión de la autoridad jurisdiccional
sobre el proceso cautelar, que se reduce en un escrito y determina sobre las
partes, aceptándolas, negándolas o disponiendo el trámite adecuado. Es
preciso resaltar, que para Calamandrei la naturaleza jurídica del decreto
cautelar deriva de una acción cautelar, ya que a su juicio el decreto cautelar
determina los tipos de acción cautelar, siendo la acción un poder que tiene
como resultado un acto jurisdiccional con efectos determinados.

El decreto cautelar, tiene que ser un acto motivado, en su morfología es


una verdadera sentencia sobre el mérito cautelar y por lo tanto, la motivación
forma parte sólida del cuerpo de esa decisión, “la solicitud cautelar cumple
idénticas funciones que la demanda civil, es decir, por un lado lo inicia y, por
otro, delimita su objeto fijando los extremos sobre los que versará como
consecuencia del principio dispositivo” (Jové, 1995, p.184)

34
 
En este sentido, el decreto cautelar al igual que la sentencia, debe estar
debidamente fundamentada. Fundamentar de acuerdo a lo dicho por la Real
Academia Española, significa “establecer, asegurar y hacer firme algo”, esa
firmeza al plano jurídico que estamos tratando, refiere a cuando esa
afirmación o planteamiento, se requiere establecer con certeza los
fundamentos y razonamientos, constituido del “por qué” esos fundamentos
hacen que tal afirmación sea convincente; entonces, fundamentar, es invocar
las razones, para que esa afirmación sea aceptable y convincente.

La sentencia, es un acto de juicio, no es el resultado de la sabiduría y


experiencia del Juez, de su interrelación con su propio medio y de su
entrenamiento para encontrar la verdad más allá de razones de conveniencia
y oportunidad.

Así mismo, la Sala de Casación Social del máximo tribunal de la


República, en sentencia de fecha 27 de junio de 2005, Núm. 0717,
estableció:

(…) la motivación de las sentencias es un mecanismo de seguridad


que debe seguir el juez para que la sociedad pueda fiscalizar el
convencimiento judicial. De esta forma, se da lo que algún autor ha
denominado momento social de la formación de la convicción o
principio del carácter social del convencimiento.
La sentencia motivada, es un acto que ennoblece y dignifica la
función judicial, al mismo tiempo que revela su valor intelectual y moral.
De igual manera apuntó la sala, que la necesidad de ese mecanismo en la
sentencia, tiene diversas finalidades, entre ellas citó:

a) Controlar la arbitrariedad del sentenciador, pues le impone


justificar el razonamiento lógico que siguió para establecer el
dispositivo; y
b) Garantizar el legítimo derecho de defensa de las partes porque
éstas requieren conocer los motivos de la decisión para determinar si
están conformes con lo decidido, en caso contrario, podrán interponer
los recursos previstos en la Ley.

35
 
Respecto al propósito de la motivación del fallo, alude la referida Sala, que
consiste en llevar al ánimo de las partes la justicia de lo decidido y permitir el
control de la legalidad en caso de error, y es precisamente la legalidad del
dispositivo del fallo, lo que se busca es verificar a través de la exposición de
motivos, el conocimiento y convencimiento de las partes, y la condición y
presupuesto para el control del pronunciamiento por medio de los recursos
de apelación y casación.

La motivación en la sentencia puede ser analizada desde dos puntos de


vista:

(…) se afirma que la motivación tiene una finalidad endoprocesal y


otra de carácter extraprocesal como garantía de publicidad. La primera
sirve, por un lado, para convencer a las partes de la corrección de la
sentencia logrando así una mayor confianza del ciudadano en la
administración de justicia derivada, precisamente, de una constatación
detenida del caso particular. En relación a este punto, no hay que
olvidar que la motivación no sólo asume una función primordial respecto
al mismo Tribunal Supremo ya que sirve de guía a la evolución del
derecho sino que, además, supone una actividad de autocontrol a
través de la cual se evitan posibles errores judiciales. La motivación
permite a los órganos jurisdiccionales descubrir defectos o errores en
su razonamiento que pueden haberle pasado desapercibidos. Por
último, también se entiende que facilita el derecho de defensa en
máxima manifestación pues, permite utilizar todos los recursos que la
ley otorga contra una sentencia definitiva. Pues bien, a la concepción
endoprocesal de la motivación se opone una construcción basada en el
fenómeno extraprocesal o como garantía de publicidad. Como quiera
que la justicia emana del pueblo el ciudadano tiene el derecho a
conocer la motivación de las sentencias con objeto de contrastar su
racionalidad. De esta manera, el ciudadano se configura como
controlador de las resoluciones.
Así puede considerarse que la mejor de las justificaciones es la que
presenta un mayor consenso entre la mayoría de la comunidad.
Es entonces cuando se habla de un acercamiento de la justicia al
ciudadano. El pueblo no comprende cómo puede perderse un proceso
por requisitos formalistas, no entiende el lenguaje jurídico complicado;

36
 
pero todo ello es secundario frente a una sentencia que no permita
conocer adecuadamente las razones de la decisión. En definitiva, la
motivación de las resoluciones es para el justiciable una de las más
preciosas garantías. Le protege contra la arbitrariedad, le suministra la
prueba de que su acción ha sido examinada racionalmente y, al mismo
tiempo, sirve de obstáculo a que el juez pueda sustraer su decisión al
control de la casación. De esta manera, se garantiza la naturaleza
cognoscitiva del juicio, vinculándolo en derecho a la legalidad y de
hecho a la prueba. (El hecho y El Derecho En la Casación Civil. Sergi
Guasch Fernández. Barcelona. España). (Sentencia Sala de Casación
Social del TSJ, de fecha 27 de junio de 2005. Núm. 0717)
Cabe resaltar, la resolución judicial que contiene la medida cautelar, es un
acto de carácter declarativo, pero las diferentes medidas tienen forma distinta
de materializar o ejecutar aquel decreto, por ejemplo, el embargo, en materia
civil, se materializa en el momento en que se cautela físicamente o con
presencia del tribunal bienes del demandado, así mismo, en materia de
secuestro la situación es similar, en las prohibiciones de enajenar y gravar la
materialización se produce con la llegada del oficio al registrador
competente, y en el caso de las cautelas innominadas, la característica
declarativa es la misma, pero la ejecución tiene en cada medida un momento
distinto y especial, que va desde la toma de conocimiento por el afectado, o
quien lo represente, de la cautela decretada hasta la realización de un acto
mediante el cual el Juez o un funcionario competente hace acto de presencia
para notificar de la medida.

La declaratoria de la medida debe fundarse en el análisis de los elementos


que fundamentan la pretensión, no obstante el Juez de Sustanciación,
Mediación y Ejecución debe tener un límite sobre la apreciación de las
pruebas para aportarlas al decreto cautelar. Del mismo modo, el juez dentro
de su razonamiento debe ponderar los intereses específicos o particulares,
de manera tal que el asunto principal de la medida cautelar hace referencia a
la exigibilidad de esos derechos.

37
 
Medios de Impugnación de las Medidas Cautelares

Los medios de impugnación son instrumentos procesales que tienen las


partes para provocar control sobre la decisión de juez, el cual es
encomendado a un juez no solo de aquél que ha emitido el pronunciamiento
impugnado, sino también el de grado superior.

La finalidad de los medios impugnatorios son dos, uno general, que


consiste en el control sobre la regularidad de los actos procesales, y la
segunda, alude al control de la actividad propia de los jueces,
fundamentalmente de sus decisiones.

Se conciben también como mecanismos de saneamiento procesal, puesto


que tienen como misión evitar los errores y las arbitrariedades del juez en la
sustanciación del proceso (Carrión, 2007).

Calamandrei (1945) conceptúa que los medios para impugnar las


sentencias son remedios procesales que la ley concede a las partes o a un
tercero en una de las instancias del proceso, para impedir que la decisión
dictada en primera instancia se transforme en una definitiva declaración
jurisdiccional de certeza, o para destruir la eficacia definitiva de una
declaración de certeza ya inherente a la decisión pronunciada en última
instancia, viciada por defectos especiales.

Devis Echandía (1985), sostiene que existe un derecho a recurrir de


naturaleza procesal, que consiste en el derecho subjetivo de las partes que
intervienen en el proceso, para que se corrijan los errores del juez, que le
causan gravamen o perjuicio.

En el proceso cautelar que se tramita ante los Juzgados Laborales, el


legislador previó un medio de impugnación para las partes. A tenor de lo
previsto en el artículo 137 de la LOPTRA, el cual dispone expresamente lo
siguiente:

38
 
Contra dicha decisión se admitirá recurso de apelación a un solo
efecto, dentro de los tres (3) días hábiles siguientes, contados a partir
del acto que se impugna, la misma será decidida en forma oral e
inmediata y previa audiencia de parte, dentro de los cinco (5) días
hábiles siguientes por el Tribunal Superior del Trabajo, sin admitirse
recurso de casación contra dicho fallo.
La incomparecencia del recurrente a la audiencia se entenderá
como el desistimiento que el recurrente hace de la apelación.
Como puede apreciarse, el único medio de impugnación establecido
contra esa decisión es el recurso de apelación. El precitado artículo al
enunciar “Contra dicha decisión se admitirá recurso de apelación a un
solo efecto…”, expone que la apelación que se interpone contra la decisión
del juez de Sustanciación, Mediación y Ejecución que declare con o sin lugar
la medida se oirá en un sólo efecto, es decir, la apelación es en el sólo efecto
devolutivo y no suspensivo, por ende, el juez de Sustanciación, Mediación y
Ejecución puede continuar con la práctica o ejecución de algún acto o
providencia cautelar que sea necesaria, a pesar de la impugnación de la
medida cautelar.

Otro aspecto que resulta relevante de la norma es a los efectos de la


apelación como único recurso, si bien la norma no desarrolla más nada al
respecto, cabe entender que el sólo efecto devolutivo, concede a ambas
partes la posibilidad de apelar a la resolución. Si el juzgador deniega la
medida o concede una medida inferior a la solicitada, el solicitante puede
apelar de ese decreto, con el efecto de que si se dicta alguna medida, se
cumpla sin más trámite, a su vez, el demandado puede apelar del decreto
“definitivo”, pero, en ambos casos la apelación será sólo a la última
resolución dictada, y se ejecuta la medida en la forma dispuesta por el juez
de la causa.

Ahora bien, en virtud de que el CPC no es aplicable al proceso laboral


notemos como la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente,
en lo adelante LOPNNA, establece varios mecanismos de impugnación

39
 
contra el decreto de medidas cautelares, y que puede muy bien aplicarse por
analogía en el proceso laboral. En concreto, el afectado tiene dos
posibilidades para impugnar la decisión cautelar, a través de la oposición de
parte a las medidas preventivas y el recurso de apelación.

En efecto, la oposición es un mecanismo a través del cual el afectado


ejercerá su defensa ante el mismo juez que emitió la decisión cautelar. En
contra posición, el legislador no previó la oposición en el proceso cautelar de
la LOPTRA, pero la misma ley tampoco excluye la posibilidad de que se le dé
al afectado una oportunidad para su defensa.

Así, la oposición en sí misma, es una manifestación de la voluntad que va


dirigida a impedir o contradecir el cumplimiento de un acto jurídico, o a
imponer ciertas condiciones a ese cumplimiento. Cabanellas (1993) define la
oposición como “impedimento, estorbo, obstáculo. Contrariedad.
Repugnancia entre dos cosas. Contradicción. Resistencia. Argumentación o
razonamiento en contra. Impugnación. Ataque dialéctico. Concurso o
competencia, que determina exclusiones o preferencias, entre los
pretendientes o aspirantes a una cátedra, prebenda, cargo o destino, por
medio de actos o ejercicio (verbales, escritos y prácticos) que ponen de
manifiesto los conocimientos, aptitudes y méritos para conseguir lo
pretendido” (p. 223), entonces, la oposición procesal es entendida como la
acción y efecto de impugnar un acto o conjunto de actos; mediante recurso,
incidente, querella, demandando su invalidación. Puede ser, también, la
simple oposición a las pretensiones de la contraparte. En este sentido, la
contestación del demandado es la oposición a la demanda.

Sin embargo, la doctrina reconoce como medio impugnatorio la


denominada oposición incidental, consistente en la oposición a un acto
determinado que origina un incidente. Con esto se trata de compensar la
falta de audiencia (o la audiencia insuficiente) de una de las partes, con
carácter previo a la resolución que se impugna, pues el incidente de

40
 
oposición permite una instrucción (alegaciones y pruebas) más amplia que
los medios de impugnación, y después de esta instrucción, incluso la
posibilidad de una apelación, tal como se refleja en el artículo 602 del CPC.

Dentro de nuestro ordenamiento procesal, la doctrina y la legislación


comparada, la oposición se manifiesta de diversas formas (como sinónimo de
contradicción, como acción, como recurso, etc.). Sin embargo, la oposición
siempre presenta características que no varían, por ejemplo, que contradicen
actos de parte.

El art. 602 del CPC y el art. 466-C de la LOPNNA, establecen que una vez
dictada la medida preventiva, es decir, la solicitud cautelar formulada por el
demandante ya ha sido resuelta favorablemente, la parte afectada podrá
oponerse a ella, ésta defensa no suspende la ejecución de la medida
cautelar, pues la oportunidad para oponerse es posterior a la ejecución de la
misma. De las normas que se mencionan, se desprende que la oposición se
formula contra una decisión judicial contenida en una resolución que declara
fundada la solicitud cautelar.

Siendo así, la oposición de acuerdo a las definiciones expuestas no podría


formularse contra una resolución, sino contra una pretensión de parte,
entonces no es una oposición propiamente dicha, en virtud de que la
oposición se dirige contra una decisión jurisdiccional contenida en una
resolución, cuyos efectos son ejecutivos (Canónico, 2007). Si la decisión
cautelar contenida en una resolución constituye un mandato, no entendemos
cómo el afectado podría oponerse a esta decisión. Por eso, consideramos
que técnicamente no se instrumentalizó la defensa del afectado por
intermedio de la oposición en la LOPTRA, sino otro recurso específico que
pueda atacar la resolución misma: el recurso de apelación, siendo éste el
recurso que ataca la decisión cautelar, un acto de impugnación propiamente
dicho, que procura el principio de la doble instancia y del derecho a la
defensa de las partes.

41
 
En tal sentido, consideramos que la oposición funciona adecuadamente en
un modelo de contradicción previa, es decir, una vez que se gravó al
afectado con la solicitud cautelar, éste ejercerá contradicción por intermedio
de la oposición. En un modelo de contradicción diferida, el afectado ejercerá
su defensa contra la decisión cautelar contenida en resolución por intermedio
de un recurso impugnatorio, que en el derecho procesal venezolano se
denomina igualmente “oposición de parte a las medidas preventivas”.

Visto que el legislador nacional ha sancionado a la oposición como


recurso que se tramita en vía incidental, conclusión que se deduce del hecho
que la norma (arts. 602 y ss del CPC y 466-C de LOPNNA) autoriza la
oposición contra una decisión jurisdiccional contenida en una resolución. Por
lo que no cabe duda que fuera de la crítica planteada, la regulación de la
oposición como recurso resulta igual de eficiente para el ejercicio del derecho
de defensa del afectado.

Siendo así, compartimos el criterio de Ortiz (1997), al expresar que “la


oposición a una medida cautelar es un verdadero mecanismo técnico de
impugnación, esto es, un genuino recurso y como tal es la esencia del
derecho de defensa consagrado en el artículo 68 de la Constitución de la
República” (p. 138).

La oposición para el derecho venezolano, es un acto de impugnación


contra el decreto cautelar, su finalidad es hacer que pierda su validez y
quede sin efecto, se dirige contra la decisión contenida en el decreto
cautelar, así lo ratifican Abreu y Mejía (2005), quienes exponen que en el
derecho venezolano se clasifican los recursos en Medios de Gravamen
(Ordinarios: apelación, oposición a la intimación), Peticiones de Impugnación
(Ordinarios: regulación de la competencia, recurso de hecho, aclaratoria y
ampliación del fallo, recurso ordinario de nulidad, recurso de nulidad en
casación, revocatoria por contrario imperio a solicitud de parte, reclamo ante
el comitente, oposición de parte a medidas preventivas; Extraordinarios:

42
 
casación, oposición de terceros al embargo; y Excepcionales: invalidación,
amparo contra decisiones judiciales, revisión constitucional), Medios no
recursivos de impugnación: procedimiento de nulidad incidental, tacha de
testigos, tacha documental, y, Demandas de Nulidad: demanda de falsedad
del art. 507, ordinal 2º, del Código Civil.

Observando que la oposición de parte a las medidas preventivas, es una


petición de impugnación ordinaria, obedece, según los citados autores, a que
los mismos “comparten el carácter de recurso ordinario con los medios de
gravamen, debido a que se dan con cierto carácter de normalidad, dentro del
proceso, tanto por la facilidad con que se admiten como por el mayor poder
que se atribuye al órgano jurisdiccional encargado de resolverlo”. (Abreu y
Mejía, 2005, p. 241)

El objeto de la oposición de parte a la medida cautelar es prever un


sistema de defensa en primera instancia al afectado por la medida, que en la
materia que abordamos para el mayor de los casos será el patrono,
garantizando así el derecho a la defensa consagrado en el artículo 49
constitucional, y el principio a la doble instancia junto con la apelación como
segundo mecanismo impugnatorio contra la medida.

Ahora bien, el artículo 11 de la LOPTRA reza:

(…) el Juez del Trabajo podrá aplicar, analógicamente,


disposiciones procesales establecidas en el ordenamiento jurídico,
teniendo en cuenta el carácter tutelar de derecho sustantivo y adjetivo
del derecho del trabajo, cuidando que la norma aplicada por analogía
no contraríe principios fundamentales establecidos en la presente Ley.
Tal como se observa, la misma no remite al Código de Procedimiento
Civil, sino a aquellas disposiciones procesales que cuiden el carácter tutelar
de derecho sustantivo y adjetivo del derecho del trabajo, siendo de esta
manera, el procedimiento que más se adecua a los principios fundamentales
del derecho procesal del trabajo, es el descrito en el artículo 466-C de la Ley
Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente, esta norma en

43
 
particular regula el establecimiento de las medidas preventivas, ajustadas a
configurar una tutela al derecho sustantivo y adjetivo, que resulta ser similar
al derecho del trabajo, porque en materia de menores de edad, es el niño,
niña y adolescente el que tiene la preferencia de protección, y en el derecho
del trabajo resulta ser el trabajador.

Ahora bien, respecto a la previsión de la oposición a la medida cautelar


cuando se lesionan los derechos de un tercero, se observa que la apelación
no constituye un medio de impugnación suficiente para garantizar los
derechos del tercero afectado, por lo que pudiera más bien aplicarse el
procedimiento contemplado en el artículo 546 del Código de Procedimiento
Civil, ante la ausencia de disposición analógica de la LOPNNA. Sobre la
base de las observaciones anteriores, el juez del trabajo deberá siempre
tener en cuenta los principios que conforman el derecho procesal del trabajo
o, en su defecto, prever un procedimiento que regule tal oposición.

De igual manera, en virtud de la falta de regulación legal sobre la


suspensión de la medida por vía de caucionamiento, cabe aplicar la solución
que brinda el artículo 466-B de la misma LOPNNA, mediante la cual la parte
afectada puede hacer suspender la medida cautelar si presta caución o
garantía suficiente, de las señaladas en el artículo 590 del CPC, todo para
resguardar los efectos que eventualmente produciría la sentencia de mérito,
según lo permite el art. 452 LOPNNA.

Respecto al medio de impugnación de la apelación, este es un recurso por


excelencia, que “(…) está dirigido a proporcionar una nueva oportunidad de
control de la actividad de los particulares…es un medio de gravamen típico,
está relacionado con el principio de doble grado de jurisdicción, el cual
supone que la decisión sucesiva de la controversia en dos instancias tiene
mayor probabilidad de alcanzar la justicia, fin último del proceso” (Abreu y
Mejía, 2005, p. 162-163).

44
 
Partiendo de la clasificación anteriormente mencionada, la apelación es un
medio de gravamen siempre ordinario, esto quiere decir que, la ley lo admite
por regla general contra toda clase de resoluciones, y que tiene como
característica fundamental un segundo grado de conocimiento.

Como se dijo anteriormente, la apelación de la medida cautelar en el


procedimiento laboral se da en un solo efecto; cabe entender que el sólo
efecto devolutivo, permite que ambas partes puedan apelar a la resolución.
Siendo así, si el juez deniega la medida o concede una medida inferior a la
solicitada, el solicitante de la medida, que en la mayoría de los casos es el
trabajador, puede apelar de ese decreto, con el efecto de que si se dicta
alguna medida, se cumpla sin más trámite. A su vez, el demandado puede
apelar del decreto “definitivo”, pero, en ambos casos la apelación será sólo a
la última resolución dictada, y se ejecuta la medida en la forma dispuesta por
el juez superior, por lo que la apelación garantiza los derechos del afectado,
siendo una segunda oportunidad procesal para contradecir los argumentos y
pruebas en que se fundamenta la cautela.

Improcedencia de la Casación

La razón por la cual, no procede recurso de casación contra la resolución


final que decide una medida cautelar, es debido a su característica de
provisionalidad, ya que el proceso cautelar no pone fin a la instancia; toda
vez que el mismo requiere de un proceso principal en donde puede aplicarse
tal medida cautelar; por esta razón, se afirma que la medida es instrumental
(sólo un medio para asegurar la decisión final), provisional (no definitiva) y
variable (que puede ser modificada en cualquier momento).

Medidas Cautelares que Pueden Adoptarse

A los fines de establecer qué medidas posibles pueden adoptarse,


debemos determinar en primer lugar que las medidas cautelares
establecidas en el artículo 137 de la LOPTRA son medidas típicas de

45
 
contenido indeterminado, típicas en razón al procedimiento previamente
establecido (procedimientos que se ventilan en el proceso laboral), pero de
contenido indeterminado, en razón de que el Juez de Sustanciación,
Mediación y Ejecución puede “acordar las medidas cautelares que considere
pertinentes”, la medida cautelar en este sentido responderá al tipo de acción
que conocerá el juez laboral, estas acciones se derivan de los derechos y
obligaciones de las partes de la relación laboral y se encuentran contenidas
en la normativa legal vigente, a saber:

1. Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT) de


fecha 7 de mayo de 2012. Publicada en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela No.6.076.

2. Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo


(LOPCYMAT) de fecha 26 de julio de 2005. Publicada en la Gaceta Oficial de
la República Bolivariana de Venezuela No 38.236.

3. Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social (LOSSS) de fecha 30 de


abril 2012 Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 39.912.

4. Ley Orgánica Procesal del Trabajo (LOPTRA) de fecha 13 de agosto de


2002. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 37.504.

5. Ley de la Gran Misión Saber y Trabajo (LGMSTRA) de fecha 15 de junio


de 2012. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 39.945.

6. Ley del Régimen Prestacional de Vivienda y Hábitat (LPVH) de fecha 15


de junio de 2012. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela No. 39.945

7. Ley del Seguro Social (LSS) de fecha 30 de abril de 2012. Publicada en la


Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 39.912.

46
 
8. Ley de Alimentación para los Trabajadores y las Trabajadoras (LATT) de
fecha 4 de mayo de 2011. Publicada en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela No. 39.666.

9. Ley del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista INCES


(LINCES) de fecha 08 de julio de 2008. Publicada en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela No. 38.968.

10. Ley para las personas con discapacidad (LPCD) de fecha 05 de enero de
2007. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No.38.598.

11. Ley del Régimen Prestacional de Empleo (LRPE) de fecha 27 de


septiembre de 2005. Publicada en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela No. 38.281.

12. Ley Especial del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales (LFNPS) de


fecha 15 de junio de 2012. Publicada en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela No. 39.945.

13. Ley Especial para la Dignificación de Trabajadoras y Trabajadores


Residenciales (LEDTTR) de fecha 19 de mayo de 2011. Publicada en la
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 39.677.

14. Reglamento General de la Ley del Seguro Social de fecha 30 de abril de


2012. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 39.912.

15. Reglamento de la Ley de Alimentación para los Trabajadores de fecha 14


de julio de 2011. Publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela No. 39.713.

16. Reglamento Parcial de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y


Medio Ambiente de Trabajo de fecha 03 de enero de 2007. Publicada en la
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 38.596.

47
 
17. Reglamento Parcial del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley
Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, sobre el Tiempo
de Trabajo de fecha 30 de abril de 2013. Publicada en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela No. 40.157.

18. Reglamento de la Ley Orgánica Del Trabajo de fecha 28 de abril de 2006


Publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No.
38.426.

En este sentido, existen acciones procesales contenidas en las normas


antes indicadas, en razón de que el legislador previó de manera expresa la
competencia a los tribunales laborales, sin embargo también hay acciones
procesales innominadas contenidas en la legislación laboral vigente, pero
cuya competencia judicial no está de manera expresa, sino que conoce el
juez laboral por la competencia residual del artículo 29 de la LOPTRA.

Siendo de esta manera, identificaremos algunas acciones judiciales cuyo


conocimiento le corresponden a los tribunales del trabajo y cuáles son las
posibles medidas cautelares que pudiera el juez laboral acordar.

1.- Cuestiones individuales derivadas del contrato de trabajo.

9 Acciones de créditos laborales (art. 150 LOTTT)


9 Acción por acoso laboral o sexual (art. 166 LOTTT)
9 Solicitud de los trabajadores de participación económica en el disfrute de
las invenciones, innovaciones y mejoras de servicio (Art. 326 y 327
LOTTT)
9 Acción de nulidad contra los actos administrativos emanados del
INPSASEL e Inspectorías del Trabajo (Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia, mediante sentencia N° 27 del 26 julio 2011)
9 Nulidad contra la determinación de la clasificación de riesgo de la
empresa, realizada por la unidad técnico administrativa del Instituto

48
 
Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales (Art. 99
LOPCYMAT)
9 Demandas incoadas por los trabajadores afectados por el incumplimiento
del empleador de las obligaciones impuestas por la LOPCYMAT (Art. 100
LOPCYMAT)
9 Conocer de las demandas de responsabilidad por la ocurrencia de un
accidente o enfermedad ocupacional como consecuencia de la violación
por parte del empleador de la normativa legal en materia de seguridad y
salud en el trabajo (Art. 129 LOPCYMAT)
9 Procedimiento de estabilidad laboral (Art. 89 y ss LOTTT)
9 Participación en los juicios concursales de carácter laboral (Art. 77
Reglamento de la LOT 2006)
9 Acción de amparo constitucional en materia laboral (Art. 8 LOTTT)

2.- Cuestiones sindicales.

9 Solicitud de disolución de una organización sindical (Art. 427


LOTTT)
9 Recurso Judicial contra las decisiones derivadas del procedimiento
disciplinario en una organización sindical (Art. 397 LOTTT)
9 Acción judicial de la organización sindical para demandar, ante la
negativa del patrono, la cancelación de los descuentos de las
cuotas sindicales autorizadas previamente por los trabajadores (Art.
413 LOTTT)
9 Acción para cerrar el registro de un sindicato por disolución
acordada de sus afiliados.
9 Acción contra la negativa injustificada para el registro de
organizaciones sindicales. (Art. 362.4 LOTTT)
9 Acción contra la negativa injustificada en la afiliación de un
trabajador a un sindicato. (Art. 362.5 LOTTT)

3.- Cuestiones colectivas.

49
 
9 Acción judicial contra la decisión del inspector del trabajo en
materia de renganche o restitución de la situación de un trabajador
amparado de fuero o inamovilidad laboral. (Art. 425.8 LOTTT)
9 Acción de nulidad contra las decisiones de los árbitros laborales.
(Art. 495 LOTTT)
9 Amparo laboral contra la providencia del funcionario que fije los
servicios de mantenimiento y de seguridad de la empresa durante
el ejercicio del derecho a la huelga (art. 180 Reglamento de la LOT
2006)
9 Convocatoria a nuevas elecciones en una organización sindical, las cuales
no han sido debidamente convocadas (Art. 406 LOTTT)

4.- Cuestiones en materia de la seguridad social.

9 Acción por cobro de pensión de vejez.


9 Acción por cobro de salario dejado de percibir por suspensión de la
relación de trabajo por reposo médico originado en enfermedad
ocupacional o accidente de trabajo.
9 Acción por incumplimiento en el aporte obligatorio al Instituto Venezolano
de los Seguros Sociales.

Viendo las diferentes acciones nominadas e innominadas que conoce el


juez del trabajo, éste pudiera dictar las siguientes medidas cautelares:

a) Medidas para garantizar el pago de créditos dinerarios.


En virtud de que las medidas cautelares laborales son de las
denominadas típicas de contenido indeterminado y a los fines de garantizar
obligaciones pecuniarias, podrá el juez de sustanciación, mediación y
ejecución dictar una cautelar cuyo contenido sea similar al embargo
preventivo, en este sentido la medida tendrá por objeto la retención de
bienes del afectado para garantizar la sentencia.

50
 
Así esta medida preventiva, siempre requiere que la obligación sea
pecuniaria, puesto que “ésta asegura la ejecución de la sentencia de
condena a la entrega de cantidad de dinero, mediante la afección de bienes
del patrimonio del demandado” (Ortells, 1998, p.98).

Del mismo modo, requerirá el periculum in mora, en virtud de que este


forma parte del fundamento de la medida cautelar, ya que durante la
duración proceso existe la posibilidad de que ciertos hechos o circunstancias
imposibiliten la ejecución de la sentencia que se dicte, sin embargo puede el
juez considerar que el periculum in mora por sí solo no sea suficiente, en
este caso se hace necesario constatar los presupuestos que dan lugar a él,
pero que a nuestro juicio resulta ser contradictorio, porque el peligro no es
susceptible de ser probado (Ortells, 1998). Este presupuesto para el
embargo, ha de orientarse en considerar una posible “situación de
insolvencia, que es la que puede frustrar o dificultar una ejecución por
obligación pecuniaria” (Ortells, 1998 p. 18).

En lo que respecta fomus boni iuris como presupuesto de las medidas


cautelares típicas de contenido indeterminado, para el acreditamiento de una
obligación pecuniaria, el juez considera que el derecho alegado por la parte
que solicita la medida es cierto y existente. Basta con las alegaciones del
actor y un documento del que derive la existencia de la deuda, que para la
relación de trabajo puede constituirse como prueba el contrato de trabajo
(Ortells, 1998) para que el juez acuerde la medida solicitada.

Esta medida puede dictarse en dos momentos, el primero; antes de la


presentación de la demanda, y el segundo; en cualquier momento del
proceso, pero siempre deberá ser a petición de parte, por lo que el juez de
sustanciación, mediación y ejecución no podrá hacerlo de oficio.

b) Medidas para garantizar obligaciones de hacer o no hacer.

51
 
Al respecto, estas medidas corresponden a acciones que contengan
obligaciones de hacer o no hacer, como es el caso de las demandas por
reclamación del despido, por ejemplo, puede el juez de sustanciación,
mediación y ejecución acordar una medida que procure la continuidad del
trabajador en su puesto de trabajo con goce de sueldo, siempre y cuando se
comprobare que ese trabajo es el único sustento para el trabajador y su
familia.

Estas medidas de hacer o de no hacer, dependerán de la circunstancia de


cada caso, y que sean aptas para garantizar la efectividad de la sentencia
sobre el fondo.

Por cuanto, la mayoría de las pretensiones a interponer por los


trabajadores son de contenido económico, esto reduce la posibilidad de que
el juez proceda a ejecutar obligaciones de hacer o no hacer, aun cuando las
obligaciones de hacer en última instancia se resuelvan con la entrega de
cantidades de dinero por parte del patrono (Montero, 1974).

Cabe agregar, las medidas específicas de contenido indeterminado


previstas en la LOPTRA abrazan también la posibilidad que el juez dicte no
sólo medidas que garanticen obligaciones de hacer y de no hacer sino
también quedan incluidas las de entregar cosas específicas, tanto muebles
como inmuebles.

Ahora bien, en la práctica pareciera que la medida cautelar del embargo


preventivo es el único proceso cautelar posible ante la jurisdicción laboral,
porque todas las pretensiones a interponer por los trabajadores tienen
contenido económico o se reducen a éste ante la imposibilidad de proceder,
efectivamente, a ejecutar obligaciones de hacer, de no hacer o de entrega de
cosas específicas. Sin embargo, nos luce muy peligroso cerrar la posibilidad
de otras medidas cautelares.

52
 
El Poder Cautelar del Juez Laboral

Para entrar en el estudio del poder cautelar en sede jurisdiccional,


específicamente en el proceso laboral venezolano, debemos empezar por
entender de forma general qué es el poder cautelar.

Así, con fundamento en la norma, el artículo 26 constitucional, se deduce


que el juez está constitucionalmente facultado para dar cumplimiento a las
garantías procesales que tienen las partes en juicio, es decir, el juez se
encuentra supeditado a ser garante de la justicia, siendo la cautela un
instrumento para alcanzarla. Del mismo modo tal como lo explicamos en el
Capítulo anterior, el juez en el ejercicio de la potestad jurisdiccional debe
juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, pero hacer ejecutar lo juzgado implica que
el juez debe hacer todo lo posible y utilizar todos los medio a su alcance para
que esto ocurra de esa manera, siendo la potestad cautelar un medio para
ello.

Esta facultad cautelar, que se materializa a través del proceso cautelar a


criterio de Ortiz (1997) se subdivide en dos, el poder cautelar específico para
decretar medidas nominadas o especificas previstas y reguladas por el
legislador, y el poder cautelar general para decretar las medidas
innominadas, aquellas no previstas en la ley.

El poder cautelar general es la potestad jurisdiccional de ordenar las


medidas provisorias que se juzguen adecuadas para evitar los eventuales
perjuicios, por lo que estamos en presencia de una norma (casi) en blanco.

Este poder cautelar general tiene naturaleza discrecional, pero sin que ello
se traduzca o se interprete como arbitrariedad, comprende entonces, la
libertad del juez de elección o de determinación, dentro de los límites de la
ley, para determinar qué medida cautelar aplicará al caso concreto. Esta
facultad se corresponde con la inevitable existencia de “lagunas” dentro del
orden jurídico, porque la ley, por su necesaria abstracción y generalidad, se

53
 
ve a menudo imposibilitada de determinar las reglas de conducta para las
peculiaridades infinitas de los casos concretos. Ante este supuesto, el juez
debe ser verdaderamente juez, y la metodología a emplear no puede
reducirse al viejo silogismo (premisa mayor: la ley, premisa menor: las
circunstancias de hecho, conclusión: la decisión). Por el contrario, él tratará
de hacer posible la adaptación del derecho al problema, el juez debe valorar
independientemente; porque el legislador no puede prever todas las
pretensiones de la realidad social.

El poder cautelar general resulta ser entonces una facultad


circunstancialmente atribuida al juez para decidir sobre los hechos de la
causa o apreciar los elementos que obran en la misma, sin estar sujeto a
previa determinación legal, con arreglo a su leal saber y entender.

Conforme a la interpretación, realizada por la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia en fecha 18 de noviembre de 2004, caso Luís
Enrique Herrera Gamboa, ponente Magistrado Pedro Rafael Rondón Haaz,
del artículo 23 del Código de Procedimiento Civil, la expresión “puede o
podrá”, “se entiende que lo autoriza para obrar según su prudente arbitrio,
recurriendo a lo más equitativo o racional, en obsequio a la justicia y de la
imparcialidad”, se trata pues, de una facultad que hace honor a la parte más
noble del juez: su razón y su conciencia, al servicio de la justicia.

El poder cautelar general en Venezuela, se ejecuta sólo a través de las


medidas inmnominadas o indeterminadas previstas en los tres parágrafos del
artículo 588 del CPC, que requieren para que sean acordadas tres
requisitos, el periculum in mora, el fomus boni iuris y el periculum in damni

Por el contrario, el poder cautelar específico, es el que ejecuta el juez a


través de: a) medidas típicas de contenido concreto, y b) las medidas típicas
de contenido indeterminado, a las cuales pertenecen las medidas del
proceso laboral, ellas se caracteriza por: a) tipicidad del procedimiento en la
medida en que el legislador determina o especifica el procedimiento judicial

54
 
dentro del cual pueden dictarse (los procedimientos que se ventilan en sede
laboral); y b) generalidad de contenido por el cual se permite dictar “cualquier
medida cautelar” que sea necesaria, adecuada y pertinente a las
necesidades de prevención de las partes.

Ahora bien, siendo el objetivo de este trabajo determinar lo especial de la


cautela en el mundo del derecho procesal laboral; surge la necesidad de
determinar las razones por las cuales el legislador previó un poder cautelar
específico para el juez laboral, debiendo en primer lugar aludir a las
características propias del Derecho Procesal Laboral.

El proceso laboral es una institución procesal destinada a la actuación de


pretensiones conforme con las normas de Derecho laboral, por órganos
creados especialmente para ello. Álvarez (2011) precisa que el Derecho
Procesal Laboral es una institución del Derecho Procesal Social, siendo éste
último una institución procesal impregnada de un sistema de protección al
débil jurídico, el juez social se involucra en los intereses individuales,
colectivos, etc., y su pensamiento jurídico se enfoca en una conciencia
social, solidaria, reflexiva, capaz de poder asegurar la dignidad y el bienestar
de los individuos sociales. En atención a lo anterior, el Derecho Procesal
Laboral, de acuerdo a lo previsto por el legislador en la exposición de
motivos de la novísima LOPTRA, resalta la importancia de que el nuevo
proceso laboral sea humanizado, y utilizado como un instrumento
fundamental para lograr la justicia y la equidad, así mismo, plantea que el
norte ha de ser la protección del hecho social trabajo y; en consecuencia, un
proceso libre de formalismos que traigan como resultado el retardo procesal.

El proceso laboral se diferencia de los demás procesos, por una parte, por
la especialización del órgano llamado a decidir, es decir, establece una
jurisdicción autónoma y especializada: los tribunales del trabajo, y por otra
parte, porque la pretensión que se discute en el proceso pertenece a la

55
 
materia contencioso - laboral, es decir, que el derecho sustantivo aplicable es
Derecho del Trabajo o de la Seguridad Social.

En este mismo sentido, la Sala de Casación Social en sentencia de fecha


17 de mayo de 2000, resaltó lo siguiente:

Los juicios laborales difieren de los civiles por su naturaleza social,


es decir, sus fines sociales hacen que la jurisdicción se ejerza sin la
rigidez que impera en los demás procesos y de allí la especificidad de
sus principios, con una función niveladora debida a la diferente
condición económica y social de los litigantes, que genera desiguales
condiciones para la defensa y el ataque, lo cual el derecho especial
debió equilibrar.
De allí que, el principio de igualdad de las partes debe proyectarse de
forma real y efectiva, el juez debe tratar de evitar la indefensión y la
inferioridad que puede producir la debilidad económica del trabajador. Esta
igualdad se establece a través de diferentes mecanismos, que hoy en día
son principios rectores del Derecho Laboral, uno de ellos corresponde a la
irrenunciabilidad de los derechos del trabajador en el proceso, al respecto la
misma sala en sentencia de fecha 10 de mayo de 2005, con ponencia del
Magistrado Dr. Alfonso Valbuena Cordero, estableció lo siguiente:

La institución de la irrenunciabilidad, persigue garantizar con la


prohibición de renuncia, que el trabajador en una negociación
contractual disfrute durante su desarrollo de un mínimo inexpugnable
sobre el cual no puede haber acuerdo alguno en su perjuicio, pero sí en
su mejora. La previsión del legislador tiene como fin garantizar el que el
interés particular del sujeto débil o menos fuerte de la relación laboral,
quede incólume antes y durante la relación, y que no se vea compelido
a dejar de percibir los beneficios que le correspondan y en caso de no
recibirlos pueda exigirlos ante los órganos competentes.
En este sentido, también señaló la Sala que la anterior Ley Orgánica del
Trabajo consagraba el principio de irrenunciabilidad en el artículo 3, hoy
previsto en Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras

56
 
artículo 15, numeral 4, el cual no excluye la posibilidad de transacción, al
respecto señala lo siguiente:

Ahora bien, en cuanto el desistimiento, como acto de


autocomposición procesal en la materia que se examina, la Sala estima
que nada obsta para que el trabajador pueda desistir en un proceso
laboral, siempre y cuando tal acto revista todos los requisitos
necesarios para tenerse como válido y además no implique una
renuncia a la acción que ostenta el trabajador como actor, pues esto
implicaría que éste último no pudiese eventualmente reclamar sus
derechos laborales a posteriori, lo que indudablemente sí atenta al
principio de irrenunciabilidad de derechos laborales que benefician y
protegen a todo trabajador.
En efecto, puede el trabajador desistir del proceso mediante el cual
reclama derechos que éste pretende, pero lo que resulta inadmisible
que el trabajador desista de su acción, y al mismo tiempo de su
pretensión, pues ello se constituye en una renuncia evidente a sus
derechos, y por tanto equivale a ignorar la protección especialísima que
se comenta, y la cual se destina a resguardar los derechos del
trabajador, frente a los actos del patrono; de admitirse lo anterior, sería
desmejorar al trabajador en cuanto a sus derechos adquiridos se
refiere, lo cual no es el espíritu y razón que sobre esta materia tuvo el
legislador.
Otro de los mecanismos, lo constituye, el impulso judicial del
procedimiento, esto refiere a que en el actual proceso laboral, y en
fundamento a la norma adjetiva artículo 5, el Juez del Trabajo cuenta con
amplias facultades de dirección que le permiten tutelar al débil económico de
la relación laboral, o a ambas partes, puede el juez auxiliarlas en su
ignorancia, advertirles de los trámites que deben seguir para evitar perjuicios,
señalar los defectos y omisiones de la demanda, para que proceda el
accionante a realizar las correcciones necesarias, indicándoles de los
derechos y obligaciones que pudieran corresponderles, y porque no, dictar
las medidas que consideren necesarias.

57
 
Visto lo anterior, se hace necesario resaltar lo dicho por la Sala de
Casación Social en sentencia de fecha 17 de mayo de 2000: “Los juicios
laborales difieren de los civiles por su naturaleza social, es decir, sus fines
sociales hacen que la jurisdicción se ejerza sin la rigidez que impera en los
demás procesos”, de lo anterior se abstrae las razones por las cuáles el
legislador previó para el nuevo proceso laboral, un sistema cautelar general,
pero, es que el poder cautelar general no es un poder cautelar rígido, al
contario, permite que el juez y las partes cuenten con una herramienta capaz
de preservar los derechos que se litigan en juicio en honor a la justicia.

Junto a estos principios generales de tutela del trabajador, no podemos


dejar a un lado especificidad de los principios del proceso laboral,
establecidos por el legislador en el artículo 2 de la LOPTRA2 y artículo 23 de
la vigente Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, en
lo adelante LOTTT.3 A saber:

1. Principio de la celeridad procesal. Este principio se deriva del


principio de economía procesal, pues procura que la obtención de la justicia
se obtenga con el mínimo tiempo y esfuerzo, este principio se revela en un
proceso breve y concentrado.

2. El régimen especial de conciliación. La pretensión de potenciar los


intentos conciliatorios se manifiesta a través de un mecanismo: la
conciliación ante el Juez, que éste debe intentar antes de pasar a la etapa de
juicio.

3. Principio de concentración. Inquiere que los actos procesales se


acerquen unos a otros, es decir, el nuevo proceso provee de muy poco
                                                            
2
Artículo 2.- El juez orientará su actuación en los principios de uniformidad, brevedad, oralidad, publicidad,
gratuidad, celeridad, inmediatez, concentración, prioridad de la realidad de los hechos, y equidad.
3
Artículo 23.- La legislación procesal, la organización de los tribunales y la administración del trabajo, se orientarán
con el propósito de ofrecer a los trabajadores y a las trabajadoras, patronos y patronas, la solución de los conflictos
sobre derechos individuales o colectivos que surjan entre ellos, mediante una administración de justicia orientada
por los principios de uniformidad, brevedad, gratuidad, celeridad, oralidad, inmediatez, concentración, prioridad de la
realidad de los hechos, la equidad, rectoría del juez en el proceso, sencillez, eficacia, accesibilidad, imparcialidad,
idoneidad, transparencia, autonomía, independencia, responsabilidad, atendiendo el debido proceso, sin dilaciones
indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles.

58
 
espacio de tiempo entre la realización de un acto y otro, esto con el fin de
evitar dilaciones en la resolución del conflicto.

4. Principio de prioridad de la realidad de los hechos. El artículo 89,


numeral 1º Constitucional contempla el principio, expone que en las
relaciones laborales debe prevalecer la realidad sobre las formas o
apariencias en que se hayan dado las partes para evitar la aplicación de la
legislación laboral y el juez debe declararlo así.

5. Principio de oralidad, que además de contribuir a la rapidez, facilita la


espontaneidad y permite al Juez una flexibilidad mayor en la averiguación de
los hechos. Existen escritos, pero el procedimiento es mayormente oral.

6. Principio de equidad e imparcialidad. Este principio está


específicamente dirigido al juez, para que él en uso de sus atribuciones actúe
conforme a la justicia y la igualdad entre las partes, en este sentido y a tenor
de lo anteriormente expuesto, resulta importante destacar que en sentencia
de la Sala de Casación Social N° 0989, de fecha 17 de mayo de 2007, se
dejó establecido que:

(…) Si el Derecho Social del Trabajo goza de completa


independencia y autonomía, es lógico concluir que el Derecho Procesal
del Trabajo al formar parte de aquel, también goce de dicha autonomía.
De allí que, el constituyente de 1999 en la Disposición Transitoria
Cuarta, numeral 4 de la Constitución, ordenara la promulgación de una
Ley Orgánica Procesal del Trabajo que garantice el funcionamiento de
una jurisdicción laboral autónoma y especializada. Siguiendo el mismo
orden de ideas, si el Derecho del Trabajo es una rama del Derecho
Social, es lógico concluir que el Derecho Procesal del Trabajo también
se rige por los postulados de esta rama del derecho que trata de
minimizar las desigualdades legales para obtener un equilibrio procesal
cuyo cometido es alcanzar la aplicación de la justicia social en su más
noble cometido: la equidad. No por otra razón, es que la citada
Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución establece que la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo debe garantizar la protección del
trabajador o trabajadora en los términos previstos en la Constitución. De

59
 
todo esto se infiere que el principio fundamental que caracteriza el
nuevo Derecho Procesal del Trabajo es la acción protectora de la parte
débil de la relación procesal, lo que implica una modificación sustancial
del principio de igualdad procesal, con el fin de lograr la protección del
débil jurídico.
De este modo, los principios y lineamientos con los cuales se edificó
el proceso laboral están dirigidos a proteger al hiposuficiente y a
asegurarle que en un breve plazo el conflicto de intereses que perjudica
sus derechos sustantivos será resuelto aplicando los principios de
equidad y de buena fe, basamentos esenciales de la justicia social.
De manera que, el proceso laboral no puede ser formalista, por el
contrario, la simplicidad, la sencillez de las formas de sus actos y la
celeridad son características esenciales e insustituibles del mismo, lo
que necesariamente debe traducirse en garantizar y facilitar el acceso
de los trabajadores a la jurisdicción, en una reducción de formalidades
procesales (…) (subrayado nuestro).
7. Principio de publicidad. De conformidad con lo establecido en el
artículo 4 de la LOPTRA, los actos del proceso serán públicos, salvo aquellos
actos establecidos por la ley, la publicidad refiere a que las partes y los
terceros ajenos a la controversia puedan revisar las actuaciones del tribunal
y de las mismas partes. En lo referente a la audiencia preliminar constituye
una de las excepciones, por cuanto se realiza a puerta cerrada, las partes y
el juez, con el propósito de promover la conciliación y la mediación.

8. Principio de rectoría del juez. El juez es el director del proceso y debe


impulsarlo hasta su conclusión, de esta manera lo ha dicho el legislador en el
artículo 5 y 6 de la LOPTRA. De igual manera la Disposición Transitoria
Cuarta, numeral 4 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, contempla que el juez es el rector del proceso, lo que significa
que es él quien gobierna el proceso, el participa de manera activa el proceso,
lo dirige y orienta a las partes. Este principio se encuentra íntimamente ligado
al principio de inmediación, en razón de que el juez actúa junto con las
partes, el personalmente se involucra y presencia todas las fases del

60
 
proceso, sin que exista intermediarios, este principio permite que exista
consonancia entre quien decide y quien sustancia la causa.

9. Principio de gratuidad. El artículo 253 de la CRBV consagra este


principio, al referirse que “el Poder Judicial no está facultado para establecer
tasas, aranceles, ni exigir pago alguno por sus servicios”. Consecutivamente,
la LOPTRA, artículo 8, ha dejado en claro la gratuidad del proceso laboral,
pero no solo de los tribunales, sino también de los registradores y notarios
públicos para los actos relativos a poderes y registros de demandas.

10. Principio de la sana crítica, al respecto, el legislador lo ha incluido


como principio para la valoración de las pruebas dentro del proceso laboral,
el juez no solo debe fundamentar su decisión en los modos de valoración
que previamente establecen las normas procesales, sino también en su
experiencia común, pero, este sistema de valoración tiene también sus
reglas, como lo son la lógica, las máximas de experiencia, y el conocimiento
científico.

11. Principio in dubio pro operario, según el cual siempre que hubiere
dudas con respecto a la aplicación de una norma laboral, se aplicará la que
más favorezca al trabajador, como lo dispone el Artículo 9 de la LOPTRA y
tal como a la letra reza el Artículo 89 numeral 3 de la Constitución: "Cuando
hubiere dudas acerca de la aplicación o concurrencia de varias normas, o en
la interpretación de una determinada norma, se aplicará la norma más
favorable al trabajador o trabajadora. La norma adoptada se aplicará en su
integridad"

Visto lo anterior, queda clara las razones por la cuales el legislador previó
un sistema cautelar general para el proceso laboral, sin embargo, como se
mencionó anteriormente esta modalidad cautelar no está expresamente
regulada, es decir, no existe en la LOPTRA un articulado que regule un
procedimiento exclusivo para las medidas cautelares. Dando lectura al
artículo 137 de la LOPTRA, podemos observar que lo que ostenta resulta

61
 
muy escaso, sin embargo, podemos afirmar que existe un “comodín”, al
respeto el artículo 11 ejusdem, establece que:

Los actos procesales se realizarán en la forma prevista en la ley; en


ausencia de disposición expresa, el juez del trabajo determinará los
criterios a seguir para su realización, todo ello con el propósito de
garantizar la consecución de los fines fundamentales del proceso. A tal
efecto, el Juez del Trabajo podrá aplicar, analógicamente, disposiciones
procesales establecidas en el ordenamiento jurídico, teniendo en cuenta
el carácter tutelar de derecho sustantivo y adjetivo del derecho de
trabajo, cuidando que la norma aplicada por analogía no contraríe
principios fundamentales establecidos en la presente Ley.
De lo anterior, podemos dilucidar varios aspectos fundamentales: en
primer lugar se ordena al Juez que en ausencia de formas procesales es él
quien determinará los criterios a seguir, en segundo lugar, faculta al juez,
para que según su criterio “pueda” aplicar por analogía disposiciones
procesales establecidas en el ordenamiento jurídico siempre y cuando éstas
no contravengan los principios fundamentales de la LOPTRA, es decir, es
potestativo, discrecional, no constituye exigencia, y en tercer lugar, resalta la
obligatoriedad del Juez de preservar los principios procesales laborales, que
explicamos anteriormente, así como el carácter tutelar de derecho sustantivo
y adjetivo del derecho de trabajo.

Todo ello implica que el juez no puede ante la ausencia de una forma
procesal para establecer medidas cautelares limitarse o inhibirse de dictar las
medidas que considere necesarias, y dejar de lado el carácter tutelar de
derecho sustantivo y adjetivo del derecho de trabajo así como los principios
procesales que rigen el proceso laboral, y que son específicos en virtud de la
pretensión que se ventila en juicio.

En este sentido, el poder cautelar en la jurisdicción laboral es específico,


en efecto se tratan de medidas típicas de contenido indeterminado, en
cuanto a la cautela en sí misma. Por el contrario, en el Código de
Procedimiento Civil hay un poder cautelar general, que se manifiesta a través

62
 
de las medidas innominadas cuyos requisitos para su procedencia se
encuentran bien delimitados: el periculum in mora, el fomus boni iuris y el
perriculum in damni.

Sin embargo, esto no ocurre en el proceso laboral, puesto que tiene


algunas diferenciaciones a saber:

1.- Se exige como requisito demostrar el periculum in mora y el perriculum in


damni.

2.- No puede el Juez acordarlas de oficio.

3.- No se puede promover en cualquier estado y grado del proceso, pero si


su modificación.

4.- Pueden acordarse anterior a un juicio pendiente.

5.- Tutelan intereses particulares y no generales.

El poder cautelar laboral, se manifiesta a través de las “medidas típicas de


contenido indeterminado”, que no se refiere a las medidas innominadas
previstas en el Código de Procedimiento Civil, en virtud de la necesidad de
ampliar el poder del juez en este campo. Es decir, que él pueda proveer al
proceso de medidas cautelares según su prudente arbitrio, criterio, y
máximas de experiencia, para así asegurar la real defensa de los derechos
que se ventilarán en juicio. Estas medidas responden a la naturaleza del
proceso laboral y los principios que la sustentan, así como su carácter social,
el rol del juez dentro del proceso, y la celeridad procesal que caracteriza el
trámite judicial laboral. En este sentido el juez del trabajo debe analizar muy
bien los efectos que puede causar la medida decretada, ya que puede
causar una afectación irreparable; advirtiendo que si el solicitante de la
medida no tuviese razón, la medida no perjudica al accionado.

No cabe duda que el derecho contemporáneo ha dado grandes avances,


razón por la cual no podemos ceñirnos a lo que ha establecido la doctrina y

63
 
la jurisprudencia, sino abrir la mente a otras posibilidades, en aras de la
justicia y del bien común.

Razones para el escaso decreto de las medidas cautelares.

Actualmente en la práctica forense laboral, es evidente la incertidumbre


que reina en tormo a las solicitudes de las medidas cautelares, en razón a
que algunos jueces niegan el decreto de medidas cautelares, lo que
supondría ir en detrimento de los derechos del solicitante, lo que en la
mayoría de los casos se trata del trabajador.

La pregunta pertinente sería: ¿Cuáles son las razones por las cuales
existe un escaso decreto de medidas cautelares por parte de los jueces de
primera instancia laboral?

A continuación enumeramos algunas posibles respuestas:

1. La brevedad del nuevo proceso laboral, lo que disminuye


considerablemente el peligro del retardo (Montero, 1974).
2. La confusión respecto al verdadero sistema cautelar previsto en el art.
137 de la LOPTRA. En efecto, se infiere de las resoluciones judiciales
consultadas en el Sistema Integral de Gestión, Decisión y
Documentación IURIS 2000 (2003), en el periodo comprendido desde
julio de 2013 a diciembre de 2014, que los jueces aplican por analogía
el sistema cautelar previsto en el CPC cuando, tal como se explicó
anteriormente, dichas normas no son aplicables para el régimen
cautelar laboral.
3. El decreto de medidas cautelares contra los bienes de una de las
partes en la audiencia preliminar, pudiera entorpecer el trabajo de
mediación del Juez de Sustanciación, Mediación y Ejecución.
4. La falta de promoción de pruebas o cuando las aportadas por el
solicitante son insuficientes para procurar en el juez convicción de que
en el futuro resulte ilusoria la ejecución de la sentencia, lo que se

64
 
traduce en la ausencia de alguno de los requisitos previstos en el
artículo 137 de la LOPTRA.

En el gráfico número 1, se presenta la relación de medidas cautelares


acordadas, negadas y otras durante el segundo semestre del año 2013,
correspondiente al Circuito Laboral del Trabajo del Área Metropolitana de
Caracas.

Figura Nº 1. Solicitudes de Medidas Cautelares Julio-Diciembre 2013 del


Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas.
Fuente: Revisión del II Semestre 2013 en el Sistema Integral de Gestión, Decisión y
Documentación IURIS 2000.

65
 
CONCLUSIONES

Las medidas cautelares en el sistema judicial venezolano se conciben


como una herramienta procesal que tienen las partes y el juez para
salvaguardar los derechos e intereses legítimos que se debaten en juicio,
con el objeto de disuadir los actos procesales que pudieran hacer ilusoria la
ejecución del fallo, y asegurar de antemano las posibles resultas del litigio.
Esta forma de tutela procura una solución a la dilación temporal que requiere
la decisión del juez, y los posibles daños que esa dilación produzca a las
partes; su función principal es prevenir ese daño. En el sistema venezolano,
la tutela cautelar forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva
consagrada en el artículo 26 y 254 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.

En este mismo sentido, las medidas cautelares deben ser adecuadas a los
principios constitucionales que rigen el proceso, la epistemología y la lógica
del conocimiento judicial. De lo contrario, seguiremos prefiriendo la intuición
por sobre el conocimiento, el privilegio antes que la igualdad, la arbitrariedad
antes que el derecho, la opresión en detrimento de la libertad.

Siendo de este modo, concluimos lo siguiente:

1.- En lo que respecta a lo especial de la regulación actual de las medidas


cautelares en la Ley Orgánica Procesal del Trabajo de la República
Bolivariana de Venezuela, no cabe duda la importancia que tienen dentro del
proceso laboral, sobre todo para salvaguardad los derechos de las partes,
por ello la función de las medidas cautelares resultan de gran importancia, ya
que proporciona al trabajador y al patrono garantizar la pretensión que se
ventila en juicio sin que pueda quedar ilusoria la sentencia definitiva.

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2.- Las medidas cautelares dentro del proceso laboral tienen
características que le son propias, no se equiparan con el sistema cautelar
previsto por el legislador en el Código de Procedimiento Civil, la primera de
ellas responde a que las medidas cautelares se adecuan a un proceso que
carece de formalismos procesales, y se fundamenta en principios de
uniformidad, brevedad, gratuidad, celeridad, oralidad, inmediatez,
concentración, prioridad de la realidad de los hechos, la equidad, rectoría del
juez en el proceso, sencillez, eficacia, accesibilidad, imparcialidad, idoneidad,
transparencia, autonomía, independencia, responsabilidad, atendiendo el
debido proceso, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones
inútiles.

3.- La novísima LOPTRA, despliega un poder cautelar específico, en


aplicación de medidas típicas de contenido indeterminado, que puede ser
aplicable en cualquier supuesto, la norma (artículo 137 de la LOPTRA) no
refiere a una o unas medidas específicas, procura al juez la facultad de dictar
cualquier medida que considere necesaria, en este sentido, este poder
cautelar general está concebido para que el legislador pueda dar tutela un
sinfín de supuestos que no están previstos en las normas procesales, y
puede decretarse siempre y cuando exista el peligro de que se produzca un
daño a una de las partes, y prevenir que quede ilusoria la pretensión, pueden
inclusive las partes solicitar la medida que consideren ajustada al caso para
que el juez pueda evaluarla y posteriormente acordarla.

4.- Respecto a aquellas situaciones procedimentales que no están


establecidas en la LOPTRA, bien conocemos que le corresponde al Juez
laboral, establecer los criterios para dar solución a esas situaciones
procedimentales que generan dificultad y que surgen en muchos casos de la
práctica forense, tal es el caso de la oposición de parte a la medida cautelar
como petición ordinaria de impugnación, al respecto observamos que la
LOPTRA no señala nada y otorga a las partes solo el recurso de apelación

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contra el decreto cautelar, sin embargo no puede siempre ser así, por cuanto
no se garantiza el derecho a la defensa y a la igualdad procesal que debe
privar en todo proceso judicial, al limitar a la parte afectada por la medida de
un solo medio de impugnación, en este sentido encontramos como
herramienta la aplicación del artículo 11 eiusdem, el cual da como solución la
posibilidad de que Juez aplique por analogía las normas previstas en la
LOPNNA, las cuales como se explicó durante el redesarrollo de este trabajo,
son las que se adecuan mínimamente a los principios procesales del derecho
procesal laboral.

5.- La tutela cautelar en el proceso laboral es muy particular en virtud de


los derechos que se discuten en juicio, por ello el legislador creo un proceso
totalmente distinto a los dispuesto en el CPC, más apegado a los preceptos
constitucionales del debido proceso y la tutela judicial efectiva; un
procedimiento breve, sin dilaciones indebidas y carente de formalidades, que
se rige por la oralidad y la participación activa del Juez en el desarrollo del
proceso, además de las amplias facultades que se le otorgan a los jueces sin
que por ello puedan convertirse en arbitrariedades. Sin embargo, hasta los
momentos no se ha observado un debate doctrinario y jurisprudencial sobre
el tema de las medidas cautelares que permita a los Jueces de
Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo, optar en mayor medida
por decretar providencias cautelares. Cabe reconocer los avances que en
materia procesal se lograron con esta Ley, sin embargo, debe seguirse
trabajando para mejorar las insuficiencias.

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