Los Secretos de La Pesca en El Mar
Los Secretos de La Pesca en El Mar
Los Secretos de La Pesca en El Mar
Esperamos que para todos aquellos que comienzan con este milenario arte
de la pesca, esta guía pueda servirle de punto de partida para iniciar su
camino hacia la excelencia en esta práctica deportiva, basada en la
experiencia propia y en los conocimientos adquiridos a lo largo de todo el
camino como pescador, siempre fundamentando en los valores más
propios del gremio, como son la conciencia por el medio ambiente, el
compañerismo y el respeto hacia la naturaleza.
Los ecosistemas litorales, muy ligados todos ellos a la luz, mantienen unas
pautas constantes con respecto a ésta. Así, de día observamos cómo
algunos seres desarrollan una intensa actividad y viceversa. Por ejemplo,
cefalópodos, crustáceos, grandes espáridos y serránidos son básicamente
nocturnos. Por el contrario, pequeños espáridos y serránidos, así como toda
la familia de los lábridos, son esencialmente diurnos.
Otros, como lubinas, salmonetes y la mayoría de los pelágicos que recaban
en nuestras costas, se alimentan tanto de día como de noche, pero a
menudo prefieren hacerlo en la oscuridad, porque esto les permite
acercarse más a tierra o explorar aguas de menor profundidad, que suelen
ser las más ricas en nutrientes.
Como ejemplo, pongamos el caso de la lubina, un pez que caza tanto con
luz intensa como de noche, aunque a menudo se muestre más activa
durante el amanecer y el ocaso. Pues bien, la lubina, cuando no es
excesivamente molestada por el hombre, podrá ser pescada a cualquier
hora, independientemente de su tamaño. Sin embargo, observamos que los
grandes ejemplares se aventuran en los lugares, digamos, humanizados,
sólo de noche o con el agua muy turbia. Suponemos que este
comportamiento viene dado por adaptación, como si el pez tomase ciertas
precauciones a sabiendas de la presencia del hombre en sus cazaderos
habituales.
Algo parecido observamos con los grandes sargos, cuya captura en costas
frecuentadas, espigones, muelles, etcétera, se produce sobre todo de
noche. Pero esto no quita para que ambos peces se alimenten también de
día.
Como agentes externos naturales, dijimos que, uno de los más frecuentes,
sería la concentración de alimento en determinados momentos y lugares.
Para continuar con el caso de las lubinas, esto es lo que ocurre exactamente
con aquéllas que viven en las zonas norteñas de la Península cuando llega
el invierno.
Tan pronto comienzan las angulas a arribar a la costa, las lubinas y los reos
se concentran en las entradas de las rías y sus inmediaciones esperando a
que este manjar comience a remontar los ríos. Dado que las angulas lo
hacen únicamente de noche, la actividad nocturna de las lubinas crece
acorde con el ritmo de entrada de las anguilitas, sin duda uno de sus
alimentos preferidos. Pero también existen especies cuyos hábitos
alimenticios son exclusivamente o casi nocturnos o diurnos.
Uno de los factores primordiales que afectan a la pesca son las condiciones
medioambientales. Las buenas condiciones favorecerán una buena
jornada, mientras que condiciones adversas la perjudicarán a no ser que la
versatilidad del pescador adapte sus métodos a estas malas condiciones
paliando la dificultad que se le ha presentado.
El oleaje, por marea o viento, suele ser un factor importante para la pesca.
Las olas, mareas y viento, son responsables del movimiento tanto de
superficie como de fondo. No hay nada peor para la pesca que los puntos
de marea muerta en los que cualquier pescador habrá observado la total
falta de actividad de los peces. Un pequeño oleaje, marea o viento que
favorezca el movimiento marino, favorecerán notoriamente la pesca.
Los días de luna llena y luna nueva, junto con los tres días previos y
posteriores, son períodos en los que la influencia solunar es más intensa, lo
que en teoría produce un incremento en la intensidad de las horas de
actividad solunar. Si bien las estadísticas muestran una tendencia a que los
mejores momentos teóricos para pescar son los que producen las mejores
capturas, con criterios científicos no se puede demostrar que esta
tendencia sea significativa.
En cambio, la visión del lucio requiere algo más de luz, de manera que muy
raramente se alimenta ni en las noches más claras. En cierta manera, la
intensidad luminosa que produce la luna podría compararse con la de la
puesta y la salida del sol, momentos en los que los peces depredadores son
más eficaces en la caza de presas. El resultado es, por lo tanto, que los
ritmos de alimentación y el comportamiento de los peces puede variar
periódicamente según la fase lunar.
Este aspecto es, sin duda, muy importante y beneficioso para poder
desconectar del ambiente urbano en que vivimos a diario. La posibilidad de
evadirse en la naturaleza es más que recomendable para nuestra salud, por
lo que la pesca se convierte en la excusa perfecta para disfrutar del aire
libre.
No hay nada mejor como salir de pesca con tus amigos. El tiempo y la
paciencia requerida para este ejercicio une los lazos de la amistad y permite
que compartas experiencias con tus compañeros.
Una vez que ya hemos peinado toda nuestra costa o nos hemos acercado a
todos nuestros ríos, siempre buscamos nuevos lugares donde continuar
practicando la pesca. Por ello, este deporte se convierte en la excusa
perfecta si lo que queremos es conocer lugares nuevos con la caña.
Este señuelo tiene forma de pez y lleva incorporado una pieza de plástico o
metal debajo de la cabeza llamada babero. Gracias a este babero el minnow
es capaz de realizar movimientos en zig zag debajo de la superficie del agua,
el grado de profundidad de nado depende del peso del señuelo minnow.
Gracias al arrastre que realiza el pescador con este señuelo a través del
agua, este tipo de muestra gira y ondula sobre si mismo produciendo
vibraciones que atraen a diferentes especies de peces, se usan tanto en
superficie como en poca profundidad y son muy efectivos en la pesca
continental.
Muy útiles para la pesca al curricán, lo ideal es usar estos excitadores para
la pesca al trolling imitando así el movimiento de las presas de los grandes
depredadores del mar. Estos señuelos suelen ser de un tamaño
considerable.
Los primeros anzuelos creados por el ser humano eran de materiales como
los huesos de animales, conchas, hierro o bronce. Debemos pensar cual es
el tamaño de la captura que queremos obtener para elegir el tamaño y
forma del anzuelo, si vamos a pescar en mar, lo mejor es escoger anzuelos
resistentes a la corrosión y de acero inox.
Otra ventaja de estos aparejos más sofisticados, es que, por primera vez,
han posibilitado el lastre adecuado del cebo, así como una colocación más
precisa del mismo. Esto, que puede parecer trivial, cobra a veces una
importancia decisiva. Pensemos en que la mayoría de los peces costeros se
alimentan a una profundidad determinada y, así mismo, tienen una boca
característica, que les permite ingerir un tipo de bocado o de un volumen
determinado.
Por tanto, se acabó eso de pescar en la mar con una boya gigante y mal
lastrada sin apenas sensibilidad, con un terminal corto y sin lastre y con un
voluminoso cebo que pende a media braza de la superficie. Este sistema,
muy habitual en cualquier puerto de nuestra geografía, ha pasado de moda.
Lo que antaño se consideraba pesca generalista y polivalente ha pasado a
ser, sin más, sinónimo de falta de pericia.
Por tanto, lo lógico será emplear el montaje que más se ajuste a las
necesidades o a los hábitos del pez que pretendamos capturar, y que, al
mismo tiempo, nos proporcione el máximo control sobre la picada. Adoptar
las técnicas más desarrolladas en la pesca a boya, puede ser entonces
imprescindible.
Por otra parte, a menudo observamos cómo los pescadores de mar en
general y los de flotador en particular, practican su afición muy mal
pertrechados del equipo necesario. Esta situación contrasta con sus
homólogos de agua dulce, provistos a veces hasta la exageración de todo
tipo de aperos de pesca. Pero, en este deporte, suele ser mejor pasarse que
quedarse corto, pues nunca se sabe a qué situación nos vamos a tener que
enfrentar.
Por lo pronto, habría que hacer una lista, digamos, de complementos, que
todo pescador de mar a flotador debería llevar consigo en cada jornada de
pesca:
Sacadera adecuada
Por lo menos otro tipo de cebo de repuesto o para alternar.
Terminales o hilos de distintos diámetros.
Varios tamaños de anzuelos, plomos y boyas.
Aunque este material que acabo de citar parece muy básico, si dan una
vuelta por cualquier muelle, rompeolas, puerto o, en general, cualquier
"punto caliente" de pesca a boya, se darán cuenta de que son una excepción
aquellos pescadores que lo poseen.
Cuando el viento arrastra a las olas en capas espesas, se dice que hay mar
gruesa o muy gruesa (temporal). Cuando las olas ganan altura y el temporal
se endurece dejando una superficie blanca, se dice que la mar está arbolada
(temporal duro). Y, por último, cuando el mar arrastra por el aire rociones
de espuma y el viento ha conseguido sobrepasar los 50 nudos, se dice que
hay temporal huracanado (mar montañosa).
Con respecto a las medidas, pueden llegar hasta los 14,5 m. de longitud o
incluso más, pero solamente las enchufables, ya que las telescópicas es muy
complicado que se fabriquen tan largas, debido a que son muy difíciles de
manejar, se tiene un mal control del flotador por la excesiva longitud de la
línea y por la dificultad de lanzar flotadores de muy poco peso; el caso es
que cada día se utilizan menos, y difícilmente se fabrican ya por encima de
los 10 m.
Sin embargo, las enchufables permiten el lanzamiento de todo tipo de
flotadores, al margen del peso que tengan estos, permiten la precisión en
el clavado, se tiene un control total sobre el flotador en todo momento y
de la profundidad a la que se pesca. Pero, para que sean efectivas, debemos
colocar un amortiguador en la punta. Este amortiguador no es más que un
elástico de diferentes texturas y elasticidad, que permite amortiguar la
fuerza de las sacudidas de los peces.
Los materiales con que se fabrican estas cañas son muy diversos: desde el
carbono, grafito, kevlar o fibra de vidrio, hasta el titanio. Pero hay tener en
cuenta que, a mayor longitud, mayor peso; por ello el material que
debemos elegir para este tipo de caña será siempre muy liviano,
descartando las más pesadas. Con respecto a la acción, son parabólicas, con
repartición a la puntera, pero, al mismo tiempo, algunas son de acción más
rápida, debido a que el pescador debe clavar la pieza en el momento de
advertir la picada.
Las pruebas de flexibilidad que tenemos que hacerle a una caña para saber
si es buena, son varias. Por ejemplo: Debemos colocar la caña extendida
horizontalmente, con la puntera a unos 20 o 25 cm. del suelo y propinar un
fuerte golpe de muñeca hacia arriba. En esta maniobra se observará que la
puntera debe subir y bajar rápidamente hasta rozar el suelo, y de esta forma
se observará la flexibilidad que tiene la puntera. Otra de las pruebas que se
pueden realizar es la de flexibilidad del arco. Ésta, la realizaremos
simplemente anudando un sedal a la puntera y tirando hacia abajo. De esta
forma, observaremos el arco que se produce y se determinará la resistencia
que tiene la caña.
Otra de las cosas que debemos tener en cuenta, es que nunca pondremos
el sedal más largo que la longitud de la caña, porque si tenemos la fortuna
de clavar alguna pieza considerable, ésta hará que la caña se arquee y, si
dicha longitud es mayor, será imposible sacar la pieza del agua, e incluso
nos costará mucho trabajo introducirla en el salabardo.
1Montaje pesca en lagos para bremas difíciles 3Montaje bajos inglesa pesca en lagos de carpas
7Montaje pesca boloñesa en lago grandes peces 8Montaje pesca de carpas línea sensible
6Montaje pesca a la inglesa en lago olivette 5Montaje pesca en mar línea fija
9Montaje pesca al coup en río con corrientes
10Montaje pesca boloñesa fina
12Montaje pesca a la inglesa en río para depredadores 11Montaje pesca al coup en mar línea deslizante
13Montaje pesca en río bajo de línea olivette
En esta ocasión vamos a dedicar este post a la pesca a corcheo de mojarras
y sargos, una modalidad y unos peces que atraen a miles de aficionados a
toda nuestra costa, pues deparan no sólo oportunidades de lograr grandes
capturas, sobretodo en la costa norte, sino de pasar muy buenas jornadas
de pesca con un gran número de picadas, pues tanto las mojarritas como
los sargetes suelen responder muy bien al engodo del roquedo y a la acción
de corcheo con caña de pulso sin carrete.
Posiblemente sean estos los peces más buscados en nuestras costas por los
pescadores de todas la edades, y más antes, cuando una gran mayoría salía
de pesca casi exclusivamente con caña de corcheo, y frecuentaba y
prácticamente todo el año al espigón del puerto, los rompeolas de las
playas y esas bellas puntas rocosas a modo de salientes naturales en
numerosas calas.
Es más, aunque disfrutamos enormemente del deporte de la pesca y de
estos peces con nuestros equipos de surfcasting en fondos de arena y
mixtos, creo que tanto mojarras como sargos cumplen perfectamente con
lo que el pescador a corcheo busca en sus excursiones de pesca:
Entretenimiento
Número de capturas
Emociones y disfrute
Sobre todo buscaremos zona donde podamos calar a buen fondo, que
tengan alguna que otra roca a modo de saliente y donde observemos que
hay entrada de agua con espuma y salida de la misma en otra dirección; es
lo que se denominan las “coladas”
Igualmente debes dejar de insistir en esos puestos cómodos en los que todo
el mundo pone su silla de la playa en la misma roca plana; esos puestos
están muy rebuscados, te toca investigar y descubrir “tu” mejor puesto, que
a veces está donde todos los demás pescadores renuncian a probar.
Diría que lo fundamental es que entre mar y salga mar en una zona con
rocas a varias profundidades alcanzables con tu aparejo; hay que buscar
una zona en la que el mar entre un poquito y salga con fuerza esa misma
agua, ahí rebusca seguro, ahí entran los peces a buscar comida, y ahí es
donde mejor dinámica de pesca va a poder mantener nuestro aparejo de
pesca, y donde mejor va actuar nuestro engodo.
Sedales de pesca finos si nos movemos en zonas donde lo habitual sean las
capturas pequeñas o alguna mediana en cuanto a sargos, lo habitual en la
mayoría de pesqueros para corchear a pulso no necesitamos sedales
gruesos, nos movemos por debajo del 0,30 y cerca del 0,20 mm de
diámetro, según pesqueros y según el atrevimiento del pescador, pero es
cierto que a mayor claridad del agua y mayor quietud menor debe ser el
calibre de nuestro sedal.
Corchos y flotadores hay para aburrir, desde lo más estilizados procedentes
del diseño para la pesca en agua dulce hasta los más tradicionales boyas de
tipo pera, siempre equilibrando el corcho con el plomo. Merece la pena
dedicar un rato a calibrar correctamente, calculando el lastre ideal para
cada corcho según la mar y el cebo que usemos, así podremos llevar
preparados varios aparejos para ir cambiando según necesitemos.
El anzuelo de pesca no puede ser pequeño por dos motivos, primero porque
debe proporcionar un buen clavado en peces grandes, y segundo porque
para pescar con masilla, que es lo habitual necesitamos un anzuelo de
tamaño suficiente para que pueda sujetar bien la bolita de masilla.
Entre el número 2 hasta el 6 hay donde elegir, según sean los peces
habitualmente de nuestra zona, pero no te pases con anzuelos pequeños,
dificultan el clavado y facilitan que se los traguen demasiado los peces más
grandes.
Ante esto hay quien se desespera y comete el error de poner los anzuelos
más pequeños para aprovechar los pececillos que entran. Hay que engodar
a mayor distancia aprovechando la salida de los reflujos para intentar atraer
mojarras y sargos de mayor tamaño.
El secreto de esta técnica es el engodo, más allá de los cebos o del propio
equipo, incluso que el puesto, podemos buscar un lugar bueno, ofrecer los
mejores cebos, tener un equipo equilibrado y muy eficaz, y lógicamente
podremos llegar a capturar peces, pero si engodamos las posibilidades
aumentan en tamaño y cantidad.
Pero ojo, no todo radica en tirar pegotes de masilla al agua, para engodar
de forma efectiva hemos de basarnos en pastas muy líquidas y muy finas;
lo que debemos conseguir es crear una estela que vaya desplazándose con
la salida del reflujo o la salida del agua que entra a la rompiente, con ello
podemos conseguir reclamar a las mojarras y sargos que están dispersos
por la zona, o merodeando por el fondo.
Para estos peces funciona muy bien los engodos de calamar o pota, de
marisco de la zona, de sardina y de aceites o pastas basadas en conservas.
Se trata de conseguir una masilla muy triturada y diluir al punto exacto para
que se reparta muy rápido y navegue con el reflujo, así los atrae y no
consiguen comer, despertando más su interés por los cebos que van a
encontrar, entre los que destaco por su probada eficacia la masilla de
sardina, el camarón vivo o la tira pequeña de calamar.
La pesca surfcasting es un estilo que se realiza principalmente desde la orilla
de las playas y costas, es una de las modalidades con más adeptos, tanto en
principiantes como para torneos y competiciones deportivas. La pesca del
lanzado o surf casting tiene múltiples zonas de acción, puede ser desde
muelle, playas, escolleras, siempre buscando lugares donde el fondo sea de
arena, hay otras variantes como el surf-fishing usando equipos y plomos
ligeros. Estos plomos serán de 80 a 200 gramos de peso para poder
considerarse lance ligero, y para los llamados lances pescados usaremos
pesos de hasta 300 gramos para el plomo.
Llegados a este punto, cabría hacer una observación: una caña lanzadora
no es necesariamente una caña pescadora, y viceversa. Una caña
extremadamente rígida en su punta nos permitirá la utilización de plomos
mayores que otras más blandas en el mismo tramo, y por lo tanto se
obtendrán mayores distancias de lanzamiento, si bien con este tipo de
cañas durante la acción de pesca el número de peces clavados y llevados
hasta la mano será inferior que con otras un poco menos rígidas (hay un
dicho entre los pescadores que dice que es la caña la que tiene que clavar
al pez).
Hay que tener en cuenta de que son éstas las que soportan el paso del hilo
o sedal. El rozamiento entre ambos elementos se traduce en menos metros
de hilo sacado de la bobina, a la vez que en un más rápido deterioro del
sedal, y de las anillas. Por consiguiente, conviene que el anillado de la caña
esté realizado en un material muy duro y con un bajo coeficiente de
rozamiento, como puede ser el carburo de silicio (SIC).
Anillas Globo: anillas algo menos usuales pero realmente útiles para líneas
e hilos más gruesos.
Low Rider: este tipo de anillas son hoy día la revolución en el mercado de
la pesca deportiva, de tamaño muy reducido y una estética muy cuidada.
Son funcionales para hilos muy finos hasta 0,40 mm aproximadamente.
Anillas K: muy parecidas a las anillas Low Rider con la particularidad de que
las anillas están ligeramente inclinadas hacia arriba. Estas anillas son cada
vez más frecuente de verlas en cañas de alta gama.
Estos son los tipos de anillas según su forma pero ahora debemos de
elegir el material con el que están construidas las anillas de nuestra caña de
surfcasting.
Lo mejor para nuestras cañas de surfcasting sería elegir unas anillas FUJI
SIC, pero claro el precio se incrementa bastante, todo depende de nuestra
economía.
Existen en el mercado dos tipos de carretes: los llamados de bobina fija, y
los de bobina giratoria, también llamados multiplicadores (lo que no tiene
ningún sentido, pues multiplicadores lo son todos).
Con respecto a la bobina, si es cónica (en los carretes de bobina fija) mejor.
Estos tipos de bobinas permiten una mejor salida del sedal. Aunque
también interviene de una manera especial el llenado de la misma, esto es:
el hilo deberá de estar enrasado con el borde superior de la misma, lo que
junto con un buen diseño de la bobina facilitará una mejor salida de la línea
y en consecuencia permitirá alcanzar mayores distancias de lanzado.
En lo concerniente al carrete del tipo de bobina giratoria, su mayor
problema es la regulación del freno centrífugo, y el uso del pulgar, para
evitar que la inercia de la bobina provoque un "nido" en la línea. Hasta
adquirir algo de experiencia en su manejo este tipo de problemas son
bastante frecuentes.
Dicho lo anterior pasemos a ver los distintos lanzados que con más
asiduidad se emplean en esta modalidad pesquera. Para ello he
seleccionado tres tipos de lances que a mi juicio son los más practicados:
tradicional, catalana, media luna o ground cast, y pendular. Hay más, y
como antes dije cada pescador tiene su sistema, pero estos que aquí se
exponen son los más extendidos, unos más que otros, por lo que he podido
observar tanto en concursos de lanzado como en jornadas de pesca.
También cabría matizar algo, y es que no hay que engañarse: manejar una
caña de 4,25 o 4,50 metros, y lanzar un paternoster de 2 o 3 anzuelos con
sus respectivas carnadas a 150 metros desde la orilla, requiere fuerza,
habilidad y experiencia.
Existen muchos más nombres que denominan este tipo de lanzamiento. Los
más conocidos son los citados. Ground cast se podría traducir por "lanzado
desde tierra", pues es del suelo de donde parte el plomo para la ejecución
de este lanzado.
Su virtud es que la caña se carga mucho más que en el lanzado tradicional,
lo que se traduce en más distancia obtenida. Para describir este tipo de
lance me apoyaré en el método que yo utilizo, que advierto que no es la
forma más ortodoxa de ejecutarlo, aunque las diferencias son pocas
(básicamente se diferencia en la posición del plomo y puntera), pero he
llegado a lograr más distancia de esta forma que con la tradicional en este
estilo y es la que mejor se adapta a mis necesidades.
Para empezar hay que imaginarse que estamos dentro de un reloj. Lo que
yo hago es colocarme de costado al mar situando la punta de la caña a las
dos en punto y el plomo entre las cuatro y las cinco, casi formando un
ángulo de 45º entre plomo y puntera (el más puro estilo dice que el hilo se
extienda como una prolongación de la caña).
La pierna derecha esta adelantada un paso y sobre ella recae el peso del
cuerpo, el talón de la caña se sitúa más o menos, a la altura del pecho,
mientras que la puntera está más abajo, a unos pocos palmos del suelo. La
mano que sujeta el hilo (la derecha si somos diestros) está baja y extendida
hacia atrás.
Este conjunto (posición de caña, plomo y cuerpo), hace que la caña ya esté
en tensión antes de empezar la rotación del cuerpo, lo cual hace que
cuando empezamos a girar (la pierna izquierda es entonces la que soporta
el peso del cuerpo) la caña se cargue más cuando el plomo empieza a volar
a nuestras espaldas.
Cuando encaro el mar es cuando la mano que sujeta el talón de la caña tira
hacia el pecho, al tiempo que la mano que sujeta el hilo la extiendo lo más
arriba posible, deteniendo el movimiento como a las doce o a la una en
punto de ese reloj imaginario. Esto hace que el plomo salga disparado bien
algo (cuanto más mejor) en una parábola ascendente y que obtengamos
una gran distancia de lanzado.
Si el tipo de lance anteriormente descrito se sale un poco de lo habitual, el
pendular se puede definir como un estilo de difícil ejecución. Esto es debido
a que en este tipo de lanzamiento se carga tanto la caña y es tal aceleración
que se le imprime al plomo, que lo más normal, para el principiante, es que
la caña domine al lanzador, y no al revés, lo que genera errores en la
dirección de los lanzados y en su altura.
Aquí quiero apuntar algo sobre la seguridad, tanto la propia, como la de los
que están a nuestro lado. No se debe de olvidar, de que hay un plomo de
más de 100 gramos "volando" sobre nuestras cabezas, en el caso del
pendular, con lo que esto puede conllevar para la integridad física del
lanzador y quienes le rodean.
Para ello no hay mejor aliado que el tiempo y la perseverancia. No hay que
amilanarse por los fallos que al principio podamos cometer (cosa que por
otro lado, es lógica y normal), sino más bien todo lo contrario: seguir
"machacando", hasta convertirnos en experimentados lanzadores, en
pesca o en competición.
Con todo y con ello, de vez en cuando y por muy diestro que se sea
lanzando, hay veces en que es mejor olvidarse del último efectuado,
recoger y volver a lanzar nuevamente pasa por ser la mejor y única opción
a tan desastroso lanzado.
Salvo en los casos en los que lancemos a un punto concreto por ejemplo a
una hondonada o una barra, o a cualquier lugar favorable pues le
suponemos abundancia de peces lo normal será lanzar nuestro aparejo
cuanto más lejos mejor.
Para ello debemos ejecutar el lanzado con fuerza y habilidad para conseguir
distancias largas. Además, es conveniente que el plomo sea lo
suficientemente pesado y la caña lo suficientemente larga, pero, en
cualquier caso, que vayan en consonancia. Es fundamental el equilibrio
entre caña, carrete y el peso que lancemos.
Tampoco debemos descuidar el estado del sedal y que la bobina del carrete
se encuentre totalmente llena. Sobra decir que las anillas deben estar
perfectamente alineadas y pulidas para ofrecer el mínimo rozamiento
posible.
Entre los cebos aptos para ser lanzados, está la gusana de mar en casi todas
sus variedades, los moluscos bivalvos, con o sin concha, y los cangrejos y
otros crustáceos pequeños o en trozos. También los trozos de calamar y, si
tenemos cuidado al encarnar, los cebos más olorosos como las sardinas y
otros peces. Aunque algunos utilicen el pescado en salmuera, e incluso,
congelado, nosotros optaremos siempre que sea posible por el pescado
fresco y, cuanto más fresco, mejor.
Hay muchas técnicas para la pesca en la mar, pero el lance pesado, es sin
lugar a dudas, la modalidad deportiva más empleada. En la pesca al lance
pesado debemos controlar a la perfección, además del tipo de especies y el
tamaño de los ejemplares que deseemos capturar, el tipo de fondo con el
que nos encontramos. Un sabio aficionado me solía comentar que el fondo
dice mucho de lo que se puede pescar y de cómo se puede pescar, y así es.
Si estamos lanzando en la playa, sabemos que, frente a nosotros se
extiende un desierto de arena, sin accidentes en el fondo ni nada que pueda
hacer peligrar nuestro aparejo.
Por otro lado, recuérdese que debemos emplear carnada cuyo hábitat se
corresponda con el tipo de fondo. De esta manera, si éste es de arena,
podemos encarnar con un cangrejo verde, uno de arena, navajas, chirlas,
almejas, berberechos o cualquier tipo de anélido (la gusana de mar es un
cebo casi universal y óptimo en todos los fondos de arena o fango). Si, en
cambio, pescamos sobre la roca, darán mejor resultado otros cebos más
propios de ese ecosistema.
Para pescar con esta técnica, es preferible usar pesadas cañas de lanzado
de una potencia superior a los cien gramos y un poderoso carrete.
Lógicamente, no podremos mantenerlas en la mano aparte de que solemos
trabajar con varias cañas a la vez y por eso es recomendable proveerse de
unos soportes o sujetacañas, para poderlas mantener sólidamente clavadas
en el suelo. Si pescamos en una playa, estos sujetacañas se hacen
imprescindibles, pues el carrete nunca debe tocar la arena, uno de los
peores enemigos de todo instrumento mecánico.
Alguien podría poner en duda que las cañas deban ser pesadas para realizar
esta pesca, puesto que muchos aficionados prefieren optar por peces de
pequeña o mediana talla, como son los salmonetes, lenguados, herreras
llamados también magres etc. que, a priori, no necesitan de grandes
anzuelos ni fuertes sedales ni potentes carretes. Entonces…
Dicho así habría que convenir con ellos en que no les falta razón, pero si se
analiza esta modalidad de pesca, nos daremos cuenta de que, una cosa es
lanzar dentro del puerto o en un resguardado malecón, y otra es lanzar en
las playas y en las escolleras, donde habitualmente debemos enfrentarnos
a las corrientes, al oleaje y otros aspectos propios de la rompiente que no
podemos menospreciar.
Por eso, sea usted consecuente y lance su alimento con un anzuelo por
medio, claro está donde lo van a buscar los peces. La caña debe ser larga,
de más de tres metros, rápida y fuerte, de pocos tramos, pero de puntera
sensible para detectar cuanto antes la picada. Esta elección no es arbitraria,
pues está avalada por razones, tales como que precisamos realizar
lanzamientos largos, y que, además, una vez lanzado, la caña debe quedar
en vertical sostenida por el soporte que previamente hemos clavado en la
arena, a mayor altura que las crestas de las olas.
Por último, otro elemento indispensable son las botas altas por encima de
la rodilla de goma, aunque en determinados lugares o en ciertas
condiciones, sería más aconsejable pescar con pantalones de vadear.
Todavía existen personas que piensan que la pesca es una tarea sosegada y
pasiva. Claro que estas personas no han tenido la oportunidad de asistir a
algún concurso de pesca de competición, y menos aún de haber estado
varias horas cerca de un competidor deportivo en la modalidad de lanzado
pesado o surfcasting.
Porque, de haber sido así, jamás dirían que es una tarea sosegada,
principalmente porque un pescador deportivo de competición es una
persona que no se para a observar sus cañas, o sea, no espera a que la caña
le marque la picada de los peces, sino que está constantemente moviendo
los aparejos que están en el agua, y constantemente cambiando el cebo, en
previsión de que esté un poco defectuoso. Efectuando lanzamientos cortos,
medianos, largos y súper largos, buscando concretamente los posibles
lugares donde se concentran los peces para alimentarse.
Por otro lado, el sedal también jugará un papel muy importante: de hecho
con sedales finos conseguirás mayores distancias y por lo tanto, conseguirás
pasar esa barrera, donde otros no llegan. En caso contrario, o sea, en el caso
de que los peces estén comiendo cerca de la orilla, siempre un puntero
híbrido conseguirá clavar más piezas que un puntero convencional, porque
este puntero dejándolo bien arqueado actúa de ballesta y en el momento
en que el pez toque el cebo, él mismo se retrae y consigue clavar la pieza.
La caña debe ser de tramos y tener una longitud de 4.40 cm., lógicamente
en tres tramos de 1.46 cm. cada uno. El anillado debe ser de SIT y de tipo
BMNAG (Súper Ocean New Concept Guide). Deberá tener cinco anillas del
tipo fijo, cuatro en el último tramo y una en el segundo, siendo ninguna
anilla abatible.
Los tramos segundo y tercero deben llevar una parte rugosa cerca de la
intersección del anclaje, para poder desmontarlas fácilmente, incluso con
las manos mojadas.
En la zona de la puntera y las patas de cada anilla, o sea, entre medio de las
dos sujeciones de cada anilla, debe llevar un trozo de cinta reflectante. Los
tramos machos y hembras deben llevar una señal de montaje, bien sea
pintada o grabada. Estas señales indicarán que una vez unidas, la caña
quedará perfectamente alineada.
Para una buena elección del carrete debemos tener claros varios puntos y,
cómo no, las propiedades del carrete que se va a elegir. En primer lugar, el
carrete también debe ser muy liviano, pero resistente a la corrosión de la
sal. Por ello debemos elegir aquellos que en su aleación contengan mayor
presencia de carbono, titanio, o materiales similares. Con respecto a la
velocidad de recuperación, en este caso la que más predomina es 4.5:1, que
significa que el brazo de recuperación dará 4.5 vueltas por cada vuelta de
la manivela.
Pero, una vez que vayamos a elegirlo, podemos incluso comprar aquellos
que tengan mayor o menor nivel de recuperación. Está claro que para esta
modalidad existen varios tipos de carretes: los multiplicadores o bobina
giratoria y los fijos o bobina fija. Cuando se adquiere un poco de experiencia
en la pesca a surf casting, mucha gente se da cuenta de que utilizar carretes
multiplicadores es como utilizar un Formula 1, pero, al igual que para pilotar
un coche de esta magnitud se requiere una experiencia y un aprendizaje,
con los multiplicadores sucede lo mismo.
Por ello, el paso de bobina fija a multiplicadores, muchos lo consideran un
abismo; pero la verdad es muy distinta, y la mayoría de las veces, esta
opinión es muy exagerada.
Para ello, debemos lanzar varias veces y regularlo según proceda, porque
está claro que nunca lanzamos con la misma fuerza, ni siempre pescamos
en la mismas condiciones marinas ni meteorológicas. Por otro lado, durante
el lanzado, debemos tener en cuenta que con estos carretes no es el sedal
el que se sujeta, sino la propia bobina, que deberemos sujetarla con el dedo
pulgar y no con el índice como se hace con los carretes de bobina fija.
Por otra parte, otro de los puntos a tener en cuenta será el rodillo guíahilos;
éste debe tener un rodamiento y poseer un sistema para evitar el
retorcimiento del sedal producido por el calor al pasar a través de él.
Otro de los puntos que también es muy importante en este tema, es el nivel
de recuperación de estos carretes. Claro que de ello dependerá el diámetro
de la bobina. Hay muchos pescadores que en esta modalidad prefieren
utilizar carretes que tengan mucho nivel de recuperación y de esta forma
recuperar el aparejo más rápidamente.
También por experiencia sabemos que las líneas más delgadas pescan más
que las gruesas, ya que estas últimas crean suspicacia en los peces. Otro
factor que se deberá tomar en cuenta es que a mayor diámetro de nailon
se incrementara el arrastre de la línea tanto por la acción de las corrientes
como de los vientos, también el tipo de fondo donde pescamos influye en
el grosor de la línea a seleccionar, ya que fondos del tipo rocoso nos obligan
a utilizar un nailon de mayor diámetro tomando en cuenta el riesgo de
enganche.
Estas suelen estar diseñadas de diferentes formas dependiendo del uso que
le daremos así como de las condiciones del mar, fondo, y con pesos que van
desde los 90 gramos hasta los 250 gramos o más. Sus formas más comunes
son de pera, redondas o triangulares. Las dos primeras se emplean
generalmente para la pesca en orillas de playas con fondo de arena donde
necesitamos lanzar a grandes distancias.
Las de formas triangulares o en forma de satélite con ganchos son
empleadas cuando pescamos también en fondos de arena, pero con mucha
corriente, mala mar o fuerte brisa. Para fondos rocosos son utilizadas unas
plomadas planas que facilitan el desenganche en caso de un percance con
las piedras del fondo.
Sin embargo, y como no podía ser de otro modo, también este sistema de
pesca cuenta con ciertas servidumbres, entre las que cabe destacar la
imposibilidad de aprovecharse de los beneficios que aporta el cebado o
macizado del lugar de pesca, sobre todo cuando ésta se practica, como
viene siendo lo habitual, a distancias tan alejadas de la orilla que resulta
vano, por lo inútil, realizar tal acción.
Pero, cuidado, que nadie se lleve a engaño, pues es fácil caer en el tópico,
en la falsa creencia, de que cuanto más alejado se sitúe el cebo de la línea
de costa, es decir, cuanto mayor profundidad se alcance en la ubicación de
éste; mayores posibilidades existirán de conseguir presas, y de mayor talla.
Bien lo saben los veteranos pescadores que practican esta modalidad que
la cosa no resulta tan fácil, o dicho de otro modo, que un potente lanzado
no implica necesariamente una mayor posibilidad de picada, muy al
contrario puede ocurrir, y de hecho ocurre a menudo, que una mejor
selección y presentación de las carnadas y de los bajos de línea empleados,
acompañada de un conocimiento de la orografía submarina de la zona de
pesca, de la interpretación del estado de la mar y de las corrientes y mareas
que la puedan afectar en un momento dado, suplen la mediocridad del
lance propiciando unas mayores posibilidades de picada.
Ahora bien, una vez superada dicha barrera, en mi modesta opinión, no hay
que desdeñar ningún tipo de posibilidad con respecto a la posible ubicación
de las potenciales presas, ya que, insisto, no necesariamente la mayor
marca de la sonda resulta ser el marco ideal para muchas especies en sus
expediciones de caza o migraciones en busca de alimento.
La dorada y la herrera, por ejemplo, son dos de las especies que gustan de
merodear por esas zonas de sedimento en donde las posibilidades de
encontrar alimento se multiplican, sin perjuicio, por otro lado, de que estas
dos especies en concreto sean también visitantes asiduas del fondo arenoso
llano y estéril.
Será, pues, pescando desde estos puntos, y con más razón si cabe, cuando
convendrá desterrar de una vez por todas el consabido tópico del lance
potente como única garantía de picada, ya que, salvo otras circunstancias
ajenas o indirectamente relacionadas con la pesca en sí, en principio, la
dorada, la lubina, la herrera, y ya no digamos el sargo, la mojarra, la salpa y
la oblada, por citar unos ejemplos, disponiendo, insisto, de la profundidad
de agua necesaria como dispondrán en estos enclaves, más que buscar
fondos alejados de cualquier manifestación en forma de roquedo
submarino, tenderán a aproximarse a él, y si éste no existiera, al propio
puesto de pesca o a sus inmediaciones, roquedo sumergido al fin, por
cuanto que es justamente en estos lugares donde se favorecen dos
aspectos tan consustanciales a estas especies como son la alimentación, en
virtud de las materias orgánicas en forma de pequeños invertebrados y
sedimentos orgánicos que allí se dan cita, y la posibilidad de encontrar
cobijo y refugio seguro ante el imprevisto y fulminante ataque de cualquier
depredador.
Lograr, por medio de la distinta ubicación de ambos cebos, dar con el lugar
exacto en donde se encuentra el cardumen de peces y, en consecuencia,
donde las picadas se producen con mayor asiduidad, y entonces sí,
haciendo caso omiso de la profundidad de agua o distancia en que este
punto se encuentre, ubicar ambos cebos continuamente en dicho lugar
buscando el conseguir la mayor rentabilidad posible a la acción de pesca.
Y digo que genera cierto trastorno, por cuanto que el que ansía la captura
de depredadores ve en esta irrupción de navíos el momento idóneo para
que se produzcan las picadas, y por el contrario, el que pretende la captura
de otras especies no depredadoras teme que la súbita aparición de anjovas
o palometones haga huir despavoridas a doradas y herreras, amén del
peligro que supone el perder el aparejo si una de esas embarcaciones se
cruza con la línea de la caña.
Por otro lado, resulta evidente también que en función del grosor de la línea
con que se equipe el carrete, así como de las características propias de la
caña en cuanto a dureza, nervio y flexibilidad, e incluso también del tamaño
o forma del cebo que se vaya a utilizar, el plomo requerido, o mejor sería
decir el peso del plomo requerido, variará sustancialmente.
En general, puede afirmarse que existe un consenso por parte de todos los
pescadores con respecto a lo dicho anteriormente, esto es que cañas,
carretes, plomos y líneas, dejando al margen marcas, modelos, formas,
precios y diseños, están sujetos a ciertas servidumbres y a una clara
especialización en virtud de las presas que se pretenden capturar. Sin
embargo, tal consenso se volatiliza cuando uno se adentra en el
conocimiento del mundo de los bajos de línea destinados a la pesca del surf
casting; y digo "mundo" porque, efectivamente, así se puede definir el
entorno que rodea a este elemento tan característico de esta modalidad de
pesca.
No falta, para complicar más el tema si cabe, el que adopta una fórmula
mixta haciendo suyas las dos posibilidades: un bajo sujeto al quitavueltas
con que remata el plomo en su parte inferior y otro bajo situado en la parte
superior del plomo, ¿alguien da más? Pues sí, otra variedad sería, tomando
el primer ejemplo, colocar un nuevo bajo sobre el propio bajo, es decir,
convertir al bajo de línea en línea madre a partir del plomo, así como, ya en
la segunda opción citada, dotar al bajo situado más próximo al plomo de
una mayor longitud, de modo y manera que el cebo que éste porta
descanse sobradamente sobre el suelo.
En fin, existen casi tantas variedades de montar los bajos de línea de surf
casting como imaginación tenga el propio pescador, aunque, a mi modesto
entender, más que echarle imaginación a los montajes, más que buscar la
vistosidad, por no decir la complejidad, en ocasiones totalmente
injustificada, lo que en realidad debe interesar al pescador es que el bajo
en cuestión resulte realmente eficaz, ése es verdaderamente el quid de la
cuestión, pues de nada sirven filigranas y florituras si a la postre el bajo se
muestra totalmente ineficaz o inadecuado para las condiciones de mar
imperantes en el momento y el relieve y naturaleza que dibujan los fondos
submarinos de la zona de pesca, sin olvidar la propia idiosincrasia de las
especies a las que va destinado, o sea, intentar pescar con un bajo, barroco
él, cargado con tropecientos mil anzuelos, en una situación de corriente
intensa invitando a hacer acto de presencia a los continuos enredos en la
línea madre.
En primer lugar habrá que dejar de lado el viejo tópico de que el pez
siempre prefiere aquellos cebos que son propios del hábitat o entorno en
el que se halla en un momento determinado, tan fácil de rebatir como
resulta el observar a las herreras, sargos y mojarras deleitándose con los
pequeños caracoles de tierra que son ofrecidos por los pescadores, y que
evidentemente, por ser terrestres, nunca han tenido ocasión de conocer en
su medio natural; la patata hervida que tanto gusta a la salpa y a la boga; el
pan que devoran con fruición los mújoles, las obladas y las herreras; o, por
citar otro ejemplo: el hecho de que gusanos provenientes de otros países
muy alejados de nuestra geografía (coreanos, cordelle importado de Chile,
etc) y que evidentemente nunca han sido vistos por las especies que
tenemos a tiro de caña en nuestras costas, gusanos como digo foráneos, se
constituyan en excelentes cebos para no pocas especies autóctonas.
En segundo lugar, bueno será advertir que el mejor cebo para una
determinada especie y momento no necesariamente resulta ser el que se
vende más caro, cosa que menudo tiende a considerarse poco menos que
como dogma de fe por parte de algunos pescadores.
Así, pues, resulta aconsejable que el pescador, lejos de dejarse guiar por un
afán puramente mercantilista, en lo que a elección de cebos se refiere,
analice en profundidad el medio al que se va a enfrentar, qué tipo de presa
pretende capturar, en qué periodo del año se encuentra, cuál es la
fisonomía submarina del punto de pesca elegido, qué tipo de mareas y
corrientes inciden en dicho lugar y hasta qué punto la intensidad de las
mismas pueden hacer variar la primitiva estrategia planeada.
Para conocer un poco más sobre las características y atributos que puede
tener una caña de pescar es conveniente saber su acción y potencia, dos
conceptos que a veces se confunden.
Una caña de pescar con una punta rápida significa que la punta es flexible y
el resto de la caña es rígida, y cuanto más lenta sea la acción su curvatura
comenzará cada vez más abajo de nuestra caña.
A ver, yo soy el primero que me gusta comerme con los míos una buena
lubina o dorada pescada por mí, pero no nos engañemos, eso no es lo que
nos envenena de la pesca, sino seriamos pescateros en lugar de pescadores.
Vamos a pescar por puro placer y por ver como día a día somos capaces de
saber y poder engañar al pescado que se nos meta en la cabeza. Aparte, la
gente cada vez que ve a la llisera de playa (liza aurata, la del punto amarillo,
lisa llobarrera…) la relacionan con su familiar la lisa portuaria.
La mejor época para sacar este tipo de peces, siendo un año caluroso se
pueden clavar durante todo el año. Si no, hay dos épocas muy buenas:
primavera y otoño. En veranos también hay y muchas, pero tenemos un
inconveniente muy grande: los bañistas, entonces claro, no es imposible.
Referente al equipo , para esta pesca suelo montar dos cañas a poder ser
de acción semiparabólica, de 4,20m, relativamente “blandas” pero con su
puntito de nervio por si tengo que alargar un poco el lance , bobinadas con
hilos finos (desde el 0,14 al 0,18) , anzuelos desde el nº 6 hasta el nº 8 curvos
y de carbono empatados con líneas desde el 0,20 al 0,28 , si estáis en
concurso montar un 0,30 de gameta y un 0,25 de madre más que nada por
rapidez, pero si pescáis por placer , disfrutarlas con hilos finos.
Hay que buscarlas, yo hago lo que siempre hago con otras especies, una la
lanzo medio larga (100m110m) y otra corta (40m) poco a poco las voy
cruzando, la larga la lanzo un poco menos y la corta un poco más, hasta que
las encuentro, en el momento que tengo picada, pongo las dos en la misma
distancia que he tenido la picada.
Un truco para que la caña que esta tumbada nos tense es "engañarla"
poniéndola girada y casi paralela al mar, así nos “cojera” mejor y quedara
totalmente tensada, y veremos perfectamente las picadas.
Este truquito os sirve tanto para la llisera como para cualquier especie que
vaya en bancos y tengamos que “localizar” para machacar el banco con las
2 cañas a la vez. Igualmente, al menos por donde suelo ir a pescar yo, muy
pocas veces tengo que superar los 100 m para hacer una buena pesquera.
Siempre dejo la cola del gusano en la punta del anzuelo, a no ser que tenga
que forzar bastante el lance que entonces pongo de 2 a 3 gusanos enteros
y el último con la cabeza en la muerte del anzuelo, para que aguante la
barrida. Para mi el mejor estado del mar es rizado o plano, se pueden sacar
si está un poco movido, pero si está muy muy movido ni me lo planteo, ya
que no suele funcionar la cosa.
Será una tontería, pero los días soleados me han dado mejor resultado que
los días nublosos con amenaza de tormenta e incluso con lluvia. Como
sabéis las llisas tienen la costumbre de deleitarnos con grandes y
magistrales saltos mientras que nosotros estamos en la playa… el día que
más salten las llisas, menos cogeréis.
En todas nuestras costas podemos encontrar grandes ejemplares de
dorada. Pocas, cierto, pero, como en el caso de las meigas “haberlas
haylas”.
El sedal será también grueso y resistente. Hay quien usa como bajo de línea
cuerdas de piano, aunque esto ya me parece pasarse un poco, por muy
melómano que sea uno.
Además, la carnada suele ser muy específica, como ahora veremos. De este
modo, el aficionado evita que los pezqueñines del fondo se coman el cebo
e invaliden el aparejo, pero, al poner un cebo sólo apto para doradas, se
corre el riesgo lógico que, de no picar ellas, nos vayamos sin un mal pez para
el recuerdo.
Una estrategia útil es la de combinar la pesca de la dorada con otras más
polivalentes que puedan depararnos la captura de otros peces. De niño
solía acompañar a mi tío Pepe, un leonés versado en el arte de atrapar
truchas a mano que, en poco tiempo, se aclimató a los aires del Cantábrico
y enseguida resultó ser un gran pescador de mar.
Así que mi tío llevaba tres largas cañas de lanzado. Dos de ellas aparejadas
con anzuelos medianos y pequeños, con sedal fino y cebadas con gusana.
Muchas veces, tras la jornada de pesca, recogíamos esta caña y ahí seguía
el cangrejo, si no se lo había llevado un pulpo. Pero a veces, y tras amagar
la caña con salir volando, clavaba una dorada.
Se pueden imaginar lo que es izar un pez de estas características a lo alto
de un acantilado. Y mejor que se lo imaginen porque me siento incapaz de
describirlo. En fin, ¡qué tiempos! Pero a lo que íbamos: una estrategia mixta
de este tipo, conviene ser tenida en cuenta por el aficionado razonable y
que no se empecine en pescar doradas y nada más que doradas.
A) Que tengamos una dorada presa: Ocurre a menudo que aunque una
dorada de gran tamaño haya comido la carnada, la puntera de la caña no
detecte nada. Esto se debe a su formidable paladar, duro como una piedra,
que le impide percibir el pinchazo del anzuelo. La dorada mastica despacio
y puede llegar a destrozar un anzuelo no muy robusto. Por eso se da el caso
de que, ni nosotros ni el pez, notemos nada. Si creemos que tenemos una
dorada, debemos pegar un fuerte tirón para asegurar el clavado. Entonces
se produce la brutal reacción del pez y es aconsejable, tan pronto como se
clava, soltar un poco el freno del carrete, en especial si tenemos poco sedal
en el agua o éste es poco elástico. Obrando de esta forma, evitaremos la
rotura del hilo en los primeros compases de la lucha, que suelen resultar
verdaderamente violentos.
B) Que un pulpo o una sepia estén devorando nuestra carnada. El ataque
de cefalópodos a los cebos destinados a la dorada es habitual. Aunque
hayamos encarnado un gran cangrejo, esto no impide que una sepia y
menos aún un pulpo se lo coman. A veces, podemos asegurar un firme
clavado mediante un tirón, sobre todo de tratarse de un pulpo. En cambio,
las sepias rara vez se aseguran con un tirón, pues lo normal es que clavemos
una de sus garras tentáculos y acabe soltándose el animal acorde lo traemos
hacia nosotros. Por eso conviene dotarse de un redeño o salabre en el que
introducir la sepia tan pronto la tengamos al alcance. Notamos que estamos
trayendo un cefalópodo porque pesa y tira suave y continuamente sin la
violencia ni las sacudidas propias de un pez. Con mucho cuidado y sin
tirones, podemos conseguir traerlo hasta la orilla, incluso sin que venga
clavado. Es tal la voracidad de estos seres que, por ejemplo, de encontrarse
comiendo el cangrejo que teníamos de cebo, podemos arrastrarlos hasta la
misma superficie sin que suelten su presa, por más que ningún anzuelo los
retenga.
Hay que decir que esta modalidad nació en agua dulce, de ahí el diseño de
las cañas de spinning ligero, pero, para su utilización en el mar, es
recomendable utilizarlas sólo en el interior de los puertos y en zonas donde
predomine el mar en calma, sin descartar las zonas rocosas, ya que también
dependerá de la clase de peces que estemos buscando: un ejemplo sería el
intento de clavar obladas en cualquier saliente de roca.
Por ello, aquellos que tienen la bobina cónica y fabricada en aluminio, son
más resistentes a la corrosión; además, dicho material proporciona
facilidad en la salida y recogida del sedal. Otro de los puntos a tener en
cuenta es que nunca practicaremos esta modalidad con el freno del carrete
cerrado, ya que si tenemos una buena picada en el momento de la recogida
y según el tamaño del pez, puede romper la línea con suma facilidad. Si, por
el contrario, pescamos con el freno flojo, por muy grande que sea y por
mucho que tire la pieza, nunca romperá el sedal.
También hay que decir que, cuando se recupera una pieza en esta
modalidad, nunca debemos intentar sacarla a la fuerza, sino que la
trabajaremos lo máximo posible hasta que se canse y sea fácil cobrarla. Si,
por el contrario, decidimos pescar pequeños peces, como obladas, bogas,
pejerreyes, etc., deberemos optar por utilizar sedales muy finos, debido
principalmente a que pueden ser divisados por las posibles piezas. Los
mejores sedales para esta modalidad siempre serán los que mayores
prestaciones proporcionen: poca elasticidad, bajo nivel de memoria, alto
contenido en teflón, colamida, poliamida, etc.
Una de las técnicas más divertidas y entretenidas para la pesca de los
“peces rosas” como puedan ser los pargos, pageles y jureles a spinning
ligero desde embarcación, sirviendo así como adelanto para prepararnos
cuando queramos pescar especies más grandes en aguas un poco más
profundas.
Muy diferentes puede ser tratar de buscar brecas o pageles, en las bocanas
de los puertos grandes cántabros o mediterráneos, en los que, si no hay que
lanzar demasiado, podemos llegar a emplear los equipos de rock fishing o
spinning ligero, como en la barca, donde si el escenario lo permite podemos
hilar realmente muy fino, especialmente pescando sobre fondos poco
rocosos.
Podremos usar una amplia gama de cañas de spinning ligero para estos
momentos, cañas de acción máxima de 8-10 gramos, con las que lanzamos
gambas de vinilo de apenas 5 centímetros con una balita de unos 7 gramos
con lastre. La sensibilidad de las cañas es muy importante, ya que un equipo
duro genera poca confianza ante los peces, que tocan un poco el señuelo y
lo dejan, mientras que los equipos más sensibles perciben los toques, a los
que sigue una picada con total confianza, notando que el pez tiene la gamba
en la boca sin soltarla antes de proceder a clavar.
Deberemos usar cañas muy rápidas con la que tenemos que clavar más
fuerte. Aunque podemos optar por cañas con acciones de unos 5-12
gramos, especialmente si somos noveles en la materia. Que decir tiene que
estas cañas son delicadas, debiendo tener cuidado al combatir peces
grandes (con ellas podríamos sacar dentones, bonitos, bacoretas, peces de
hasta 5 kilos), pero evitando levantar la caña en exceso, tratando de
bombear solo hasta poner la caña paralela a la horizontal.
La línea será trenzada en todos los casos, bajando hasta un 0,10 milímetros
cuando empleemos los equipos de rock fishing, e incluso bajando a un 0,08
milímetros si solo pesamos brecas en la arena, con un bajo de 0,20
milímetros, debiendo subir un poco más si pescamos en la roca ante la
posibilidad real de que nos entren sargos, maragotas, tordos o dentones.
El pargo, se distingue fácilmente del pagel por tener las puntas de la aleta
caudal (la cola) pintadas de blanco, con un ligero antifaz oscuro en el rostro,
además de tener unos dientes capturadores puntiagudos bastante
desarrollados y un perfil cefálico más pronunciado. Es un habitante muy
característico de la roca, aunque a veces se encuentre en la posidonia
oceánica o en fondos de cantos.
El pagel es menor depredador que el pargo, pero ello no quiere decir que
no sea capaz de atacar señuelos artificiales, ni mucho menos, si bien para
pretenderlos con ciertas garantías es muy recomendable el empleo de
señuelos pequeños, y preferiblemente que imiten a crustáceos o diminutos
cefalópodos. La arena, el fango y el canto serán sus principales zonas de
campeo, aunque las grandes losas de piedra y los bordes de la roca también
serán de su agrado.
Los pageles se pescan mejor en arena o en fondos más o menos duros pero
muy llanos o mixtos. Se pueden pescar siempre que hay al menos unos 6
metros de sonda, y preferiblemente más de 12 metros buscándolos desde
la costa en las bocanas de los puertos o en grandes acantilados.
Desde embarcación nos va a permitir buscarlos hasta a 60 metros de
profundidad, donde la pesca ligera se complica en exceso (como mucho hay
que pescarlos entre 15 y 22 metros), si bien es cierto que se capturan
ejemplares de mayor talla con relativa frecuencia.
Los pargos están mucho más vinculados a la roca, aunque sienten la misma
predilección que los pageles por habitar aguas de cierta profundidad, lo que
obliga a pescar desde costa en ambientes complicados, en acantilados o en
los exteriores de los mayores puertos, mientras que en barca o kayak
bastará con buscar un área rocosa con ayuda de la sonda y practicar la pesca
en vertical o jigging.
El mejor señuelo para esta técnica es una gamba de vinilo (para gustos
colores). Las podemos emplear con un anzuelo en posición terminal y un
tope para evitar que el plomo golpee y rompa o dañe el vinilo.
Sin embargo, tampoco hay que despreciar los jigs metálicos de menor talla,
que funcionan especialmente bien con los pargos, más agresivos que las
brecas y que suelen atacar los jigs en la caída, emulando a los dentones para
aquellos que piensen que esta pesca es minucia pueden pescar a gran
profundidad con señuelos un poco mayores, para seleccionar los tamaños
de sus víctimas. Señuelos de vinilo como el Black Minnow Offshore de Fiiish
funcionan bastante bien con peces por encima del kilo, que pescados con
una caña de relativamente ligera (7-28 gramos) ya dan guerra.
Como ya sabemos los peces están constituidos en mayor parte por tejidos
blandos, compuestos principalmente de agua, y por tanto absorben la
mayor parte de las ondas. Las ondas se desplazan y atraviesan mucho mejor
y más rápidamente en los líquidos que el aire, esta ecosonda, por el
contrario, tiene la capacidad de hacer rebotar la señal en el pez como si
fuera una roca, por este motivo la parte de los peces que es más interesante
para localizar, es la vejiga natatoria, el órgano que permite a los peces
moverse en el medio y que está presente en todos los peces óseos y lo
podemos ver reflejado en la pantalla LCD de nuestra sonda de pesca, es por
tanto una reconstrucción del pez basado en la señal que llega reflejada
desde su vejiga natatoria.
Esta pesca se realiza en la parte más superficial del mar. Se puede usar
señuelos artificiales desde pulpitos con rafia, tradicionalmente llamados
curricanes, hasta peces artificiales. La velocidad de la embarcación,
dependerá de la presa que se quiera obtener: si queremos pescar jurel
tendremos que ir a 2,5 nudos, mientras que si lo que buscamos son túnidos
podremos ir hasta a 7 nudos.
La mejor época para el desarrollo de esta técnica son los fríos meses de
invierno y la primavera.
Dependiendo del área geográfica se pueden capturar meros, dentones,
samas, corvinas, lubinas, serviolas o peces limón y palometones.
Los métodos que se utilizan son variados, desde pescar con una bola de
plomo de más de cinco kilos (lenteja), pasando por pescar con hilo relleno
de plomo (Dacrón plomado), pescar con cable de acero (Monel) o utilizar
planeadores o parbanes para conseguir bajar el señuelo a ras de fondo.
Generalmente deberás pescar a gran distancia del barco, entre cien y
quinientos metros, y a una velocidad lenta, nunca superior a 3, 5 o 4 nudos.
Esta pesca la puedes desarrollar perfectamente con cebo vivo o con peces
artificiales. Normalmente la deberás realizar con una sola caña (salvo
honrosas excepciones). Podrás pescar desde los diez metros de fondo hasta
los sesenta como máximo.
Amanece una jornada más y el sol va despertando los colores y las formas
sobre un mar tranquilo, suavemente rizado por la brisa de tierra. Con la
embarcación de camino al pesquero, los tripulantes, en silencio, ejercitan
la imaginación y dibujan en sus mentes lo que ha de ser un nuevo día de
pesca:
¡Qué lento se pasa el tiempo cuando estamos ansiosos por vernos ya con la
caña en la mano, metidos en faena!
Por fin sobre el punto elegido, la primera operación del día es la del fondeo,
momento crucial del que puede depender el desarrollo de toda la jornada.
Como norma general es preciso disponer de una cantidad suficiente de
cabo que nos permita afirmar fuertemente la embarcación en el punto
elegido.
Con la provisión de cebo vivo asegurada (basta con ocho o diez ejemplares)
cada pescador cala sus dos cañas; una para especies de tamaño medio:
brecas, sargos, vidriadas, chopas, la otra destinada a las especies mayores:
grandes doradas, dentones, congrios y corvinas.
Y al cabo de unos largos minutos está allí a flor de agua con sus vivísimos
colores destellando al sol de la mañana. ¡Sacadera y a bordo! Un bonito
dentón de cinco kilos que ha dado buena cuenta de la caballita que le
teníamos preparada.
Continúa la jornada y nos divertimos con la entrada de otras piezas
menores. Ahora probamos con las navajas vivas, colocadas enteras, con
cáscara, y sujetas al anzuelo solo por una pequeña gomilla elástica. Es el
cebo ideal para las grandes doradas que armadas de su poderosa dentadura
no encuentran problema alguno en triturar las frágiles valvas de la navaja:
¡Que pena que estos hermosos y combativos ejemplares sean cada día más
escasos!
Con el declinar del día, un congrio de buen tamaño entra a la mojarrita viva.
Al aflorar a la superficie nos invade cierta desilusión, pues más de uno
pensaba ya en un nuevo dentón que hiciera compañía al ya cobrado. En
resumen una hermosa jornada.
Y sin embargo, como bien sabe el lector, otros días la cosa es bien distinta
y uno se vuelve a puerto mirando las carnadas, intactas, allí en el fondo de
su neverita y piensa de repente en lo buenos que estarían esos chocos
frititos o a la plancha, y piensa en la paliza que nos ha dado el mar y en ese
madrugón de esta mañana y en lo que queda antes de llegar de nuevo a
casa.
Aún recuerdo cómo hace unos quince años muchos pescadores de nuestra
zona nos miraban con poca simpatía y mucha incredulidad al revelarles que
tal o cual pesca de lubinas se había hecho al curricán o que aquel precioso
dentón que contemplaban había entrado a un artificial de 14 cm. Hoy son
muy pocas las embarcaciones de pesca deportiva en las costas de Huelva
que no cuentan entre sus aparejos con al menos un puñadito de señuelos,
que en muchos casos se convierte en un verdadero arsenal de artificiales.
Sin embargo, como bien sabe el lector el uso de un tipo u otro de señuelo
está asociado a distintas situaciones de pesca y el pececillo que hoy
funcionó tan bien, pasado mañana puede irse a la caja sin una sola picada,
pues han cambiado las condiciones ambientales o simplemente las especies
presentes son otras distintas a las de ayer.
Los más pequeños llegan hasta el interior de los puertos y de las bahías. A
veces, los podemos ver en los lugares más recogidos, formando nubes de
ejemplares inmaduros de unos pocos centímetros de longitud que se
apiñan cerca de la orilla. Luego, están los de tamaño mediano que buscan
instintivamente más agua, y se localizarán cerca de tierra, pero ya con una
o dos decenas de metros de profundidad. Por último, los grandes
ejemplares, que pesan alrededor de un kilogramo, evitarán vivir dentro de
puertos, bahías o ensenadas, pero, en determinadas fechas, podremos
encontrarlos a una o dos millas de la costa, a condición de que haya calado
suficiente para que se sientan cómodos.
Recordemos que los jureles son, como todos los carángidos, grandes
nadadores, animales diseñados para triunfar en los grandes espacios
oceánicos y depredadores insaciables. Estas características les confieren un
gran atractivo para la pesca deportiva, pues son luchadores tenaces y
entran bien a cualquier señuelo o carnada que les presentemos.
Otro factor que hay que tener siempre presente es que estamos hablando
de pescado azul, por definición más delicado que el blanco. Así que todos
los cuidados que tengamos en su manipulación serán pocos, si lo vamos a
destinar al consumo humano. El chicharro posee una carne sabrosa y
francamente grata. Cocinado al horno, bien fresco y pescado con anzuelo,
hará las delicias del más delicado paladar. Ahora bien, si lo hemos golpeado,
su carne se convertirá en una masa incomible.
Por eso, cuando pesquemos chicharros, capturemos sólo los que vayamos
a comer y tratemos las capturas con mimo. Nosotros seremos los primeros
recompensados.
Desde la orilla conviene usar peces de plomo, más adecuados por su peso y
diseño para el lanzado, sin necesidad de utilizar ningún otro lastre
suplementario. Para ello es preciso emplear un monofilamento de poco
grosor, 0.24, y una caña ligera de unos tres metros y medio. Conviene lanzar
a aquellos puntos en que hemos detectado actividad y recoger con la caña
alta a base de cambios constantes en la velocidad de recuperación de la
línea. Si queremos emplear señuelos de poco peso podemos ayudarnos de
los buldós, esferas de plástico que se llenan de agua a la mitad, colocando
el señuelo (pez artificial o silicona) 1,50 m. por detrás del buldó. Además de
éstas, las opciones de montaje son muy diversas: rosario plomado, rosario
y pez de plomo, buldó y pez artificial.
Diez años más tarde Lydia M. Mathger, junto con otros colaboradores, se
interesaron por la visión de los sustratos del calamar y su capacidad
mimética, publicando sus resultados en la revista Vision Research. Así
confirmaron la ceguera a los colores de la calamar descrita previamente, y
además determinaron que es capaz de resolver el contraste de colores en
por lo menos un 5 por ciento.
Entonces, si las sepias, calamares y pulpos no ven todos los colores, ¿son
más frágiles o más vulnerable? No, claro que no.
La segunda es que el egi debe contrastar bien con el fondo; en este punto
hay que decir que probablemente también tenga cierta importancia el
“dibujo” del egi, su librea, por ejemplo la presencia de rayas y manchas, que
son visibles para los cefalópodos.
Aún queda mucho por conocer sobre la reflexión del egi a la luz polarizada,
que podría ser otro aspecto importante más para entender el instinto
predador del calamar; recordad que el aspecto de la jibionera en el agua y
su movimiento son las características a tener más en cuenta en la pesca de
cefalópodos.
Es conveniente utilizar un egi bastante pesado, y si se pesca desde
embarcación en deriva es mejor agregar un plomo a una distancia de 50
centímetros del egi, sobre todo cuando hay fuertes corrientes. La deriva
ideal de la barca es de entre 0,40 a 0,80 nudos; si la deriva es superior a los
0,80 nudos se aconseja utilizar un ancla flotante o algún otro sistema similar
para ralentizar la deriva.
Para los que no lo hayan descubierto ya, diremos que los cefalópodos son
los calamares, pulpos y sepias, básicamente, y pueden ser perseguidos, más
o menos, como si de peces se tratase. Claro está, con los aparejos
adecuados, que difieren ligeramente de los que utilizamos para capturar
peces, pues estos últimos llevan anzuelo.
Esto es así, porque los calamares y sepias sólo tiran en una dirección y no
se revuelven como los peces, por lo que no es necesario el arponcillo o
muerte para sujetarlos una vez clavados. En el caso de la guadaña de plomo,
el señuelo debe quedar suspendido a un par de brazas del fondo (unos tres
metros), y con un intervalo variable cada minuto más o menos el pescador
dará un tironcito a la línea, para que el cebo, que cuelga del sedal, se mueva
y simule un pez vivo.
Hay gente que añade un pequeño plomo de perdigón para lanzar más lejos,
o para que el señuelo se hunda más rápido. También podemos montar
varios señuelos con hijuelas sobre la línea madre, y separados entre sí por
una o dos brazas, con objeto de cubrir más agua o de capturar varios a la
vez. Recuérdese que los calamares suelen presentarse en bálamos, por lo
que tendremos ocasión de clavar dos a la vez si somos afortunados y
nuestro aparejo se topa con el cardumen.
Esta modalidad de pesca, llamada jigging, tiene su nombre a partir del tipo
de señuelo utilizado: el “jig”. Consiste en un gancho (anzuelo) moldeado,
generalmente de plomo, con forma de pez. Los jigs están pensados para
recrear el movimiento vertical de un pez cuando se dirige a la superficie,
por eso a esta técnica también se le llama “pesca vertical”. Este tipo de
pesca permite acceder a una gran cantidad y variedad de peces.
El jigging consiste en arrojar de libremente hacia el fondo marino el señuelo
e ir recuperándolo a ritmo constante a través de la línea y los movimientos
de la caña. Así se simula la trayectoria de un pez pequeño hacia la superficie
y sirve de atractivo para atrapar peces grandes.
Por regla general, se practica en profundidades desde los 30 hasta los 250
metros y en zonas donde haya diferencias considerables de profundidades,
abundancia de alimentación para peces pequeños y por consiguiente,
presencia constante de grandes predadores.
Existen dos tipos de jigs: los duros y los blandos. Los jigs blandos consisten
en un gran cabezal emplomado y un anzuelo simple, en el que se enhebra
un pequeño cuerpo siliconado. Proporcionan un movimiento realista y son
muy efectivos para aquellos peces que comen más lentamente. Sin
embargo, resultan menos efectivos en el fondo, bajan despacio y exponen
gran resistencia a las corrientes.
Por otra parte, los jigs duros se asemejan a las hojas de un cuchillo, pueden
ser largos o cortos y a diferencia de los blandos, bajan con rapidez y
proporcionan grandes resultados en profundidad. Según la distribución del
peso en la zona trasera o central, y lo asimétrico de su perfil, servirán mejor
para pescar un tipo de pez u otro.
El peso varía según el modelo elegido pero oscila entre los 60 gramos y los
400 gramos y tiene un efecto directo en la velocidad de la caída. Además
del jig, el equipo básico para esta modalidad de pesca no es otro que
la caña, carrete y línea de la que se sujeta el jig. Los componentes variarán
en función de las características propias del lugar donde se realice la pesca.
Al igual que otros tipos de pesca, no hay una caña que se adapte a todas las
ocasiones. Una buena caña para jigging deberá ser ligera, permitir el
movimiento en forma de parábola y ser lo suficientemente resistente para
aplicar la fuerza necesaria para levantar al pez.
Alterna en tus zonas de jigging: pues si abusas de una misma zona los peces
pueden molestarse, este punto es muy importante también por el respeto
a los ecosistemas. Siempre hay que respetar nuestros mares y ríos, la pesca
sostenible siempre debe de ser una prioridad en nuestras salidas de pesca.
En este sentido, tanto las cañas como los carretes han de ser específicos y
muy especializados en la pesca desde embarcación, dejando en la orilla
aquellos materiales de la costa.
Los equipos de pesca al jigging con los que vamos a trabajar son ligeros;
lucharemos contra un potente pez, sí, pero necesitamos un equipo de
acción ligera y parabólica que transmita a los inchikus el movimiento
perfecto para hacerlas comer.
Con los equipos ligeros sufriremos en los primeros metros, en los que la
sama intenta dar con la piedra, pero una vez ganemos algo de terreno
empezaremos a disfrutar de los lindo. Los equipos perfectos para pescar
con inchiku son aquéllos de carrete con bobina giratoria, con caña de anillas
invertidas o en forma de espiral; este es el equipo para trabajar ligero y
cómodo y nos permite ofrecer esa perfecta movilidad a los señuelos que
estamos soltando sobre la piedra que marca nuestra sonda.
La forma peculiar de los rubber jigs e inchikus está concebida para imitar el
movimiento de pequeños cefalópodos al imprimirles la acción adecuada.
Como ya sabemos están adornados con faldillas sintéticas y pulpitos de
silicona, que les otorgan un atractivo especial. Lo más habitual es
imprimirles una acción basada en movimientos pausados, para que se
muevan de forma similar a como lo haría un pequeño cefalópodo que se
desplaza cerca de fondo, pero no nos estanquemos, nunca está de más
experimentar, más aun en esto de la pesca con señuelos artificiales.
Para menear los jigs con parsimonia lo más normal es que nuestra muñeca
sea la encargada de imprimirles la acción deseada, por lo que un equipo
demasiado pesado nos acabaría machacando y nos pasaría factura a las
pocas horas. Así que equilibrio y ligereza son necesarios si no pretendemos
lesionarnos, además, es muy importante notar cómo el jigs “golpea” el
fondo, y percatarnos de las picadas más tímidas para poder clavar con
precisión.
Con una caña de pesca al jigging demasiado rígida o potente en exceso nos
perderíamos todas estas sensaciones, y realizaremos un esfuerzo extra,
innecesario.
Hoy en día existen kayaks a precios muy asequibles para todos los bolsillos
y suele ser una inversión que la amortizamos desde el primer momento
gracias a la gran cantidad de experiencias pesqueras que vamos
acumulando salida tras salida.
A continuación, enumeramos el equipo de pesca desde kayak, tanto
material de pesca como equipo de seguridad personal y algunos accesorios.
Un kayak individual o para dos personas: Dependiendo de si te gusta
salir solo o acompañado puedes elegir el modelo que más convenga
a tus gustos, aunque recomendamos que para pescar en mar, salir
con kayak doble o con algún compañero ya que suelen ser aguas más
impredecibles y pueden darte algún susto que otro.
Chaleco salvavidas: A la hora de elegir el adecuado, debemos tener
en cuenta nuestro peso.
Ropa y calzado: Prendas térmicas serán muy necesarias ya que
estaremos mucho tiempo con humedad y en la misma posición y las
partes más afectadas como son la cintura, pies y manos deben de ir
bien protegidas para que no pierdan el calor, un traje de
neopreno para mantener el calor corporal suele ser los más usado.
Para los pies, unos escarpines de neopreno o goma útiles en el caso
de que tengamos que desembarcar en zonas rocosas. Protección
contra el sol para la cabeza ya sea mediante sombrero o gorra.
Utilizaremos guantes de neopreno, que nos protegerán las manos y
nos darán seguridad a la hora de coger nuestras capturas.
Palas: Es recomendable llevar un juego de palas desmontables de
repuesto, puede que una ola, un golpe contra las rocas o una rotura
inesperada nos deje sin nuestro medio de impulsión, asi que es
recomendable llevar unas palas de repuesto.
Linterna estanca: Preferiblemente con botón de destellos y flash
estroboscópico de emergencia.
Cuerdas y mosquetones: para asegurar las cañas, palas y todo el
material que seguro en nuestro kayak.
Cañas de pescar cuyas medidas estén entre 2,10 y 2,70 metros, las
más usadas son las cañas específicas para jigging y pesca desde
embarcación.
Un buen hilo: Podemos utilizar monofilamento o trenzado,
recordando utilizar siempre una puntera de fluorocarbono si
elegimos este último.
Un surtido variado de peces artificiales y cajas especiales para su
trasporte.
A veces es recomendable llevar una sonda o gps para divisar los
bancos de peces que podemos localizar debajo nuestra.
Otros materiales necesarios deben ser, un cuchillo de acero
inoxidable, bocina de niebla, bomba de achique, estación
meteorológica portátil, silbato, botiquín de primeros auxilios,
flotador de pala etc.
Y es que el kayak fishing es una actividad que puede llegar a ser realmente
exigente físicamente, ya que el estar varias horas en una posición
estática en nuestro kayak, estar paleando para llegar a buenas zonas de
pesca y batallar con grandes capturas requiere de una resistencia física
considerable y es por esto que una adecuada alimentación durante
nuestras salidas en kayak nos dará ese plus de fuerza que necesitaremos
cuando estemos en el agua.
Respecto a las grasas, una opción ideal son los frutos secos (almendras,
nueces, anacardos etc) que nos dará una importante fuente de energía
procedente de grasas poliinsaturadas y potentes antioxidantes.
Una vez hayamos dado a nuestro cuerpo la energía necesaria para poder
salir con garantías a realizar la pesca desde kayak, es conveniente llevar
provisiones para ir reponiendo la energía perdida durante el esfuerzo
realizado. Para reponer el máximo de energía, elige el dúo de carbohidratos
de absorción rápida/carbohidratos de absorción lenta. Los primeros
satisfarán tus necesidades nutricionales puntuales y los segundos las
necesidades del esfuerzo continuado.
Una opción fácil y cómoda son las barritas energéticas, que nos aportan
energía rápida, proporcionan azúcares de absorción lenta (cereales) y
rápida (chocolate o frutos secos) al mismo tiempo. Son poco voluminosas y
se pueden guardar en el bolsillo del chaleco o en un recipiente estanco,
como en una bolsa náutica pequeña.
En una salida en kayak para pescar, la pesca suele primar sobre la búsqueda
de velocidad y desplazamiento. Por esta razón, es importante adaptar la
distancia y el recorrido de la salida a tus condiciones físicas.
Sea como fuere, cada vez está más claro que en este mundo en el que
vivimos, todas las especies incluidos peces y humanos viajamos en el mismo
barco, y la conservación de unos implica la de los demás y viceversa. Así
pues, aunque sólo sea por egoísmo, nos conviene cuidar de todo lo vivo que
nos rodea, y los peces no pueden constituir la excepción. Y como cada vez
hay más pescadores que nos encanta capturar peces, pero no
necesariamente matarlos, máxime si no los vamos a comer, vamos a ver de
forma detallada algunas recomendaciones para inflingirles el menor daño
posible.
Nos referimos, claro está a la pesca con cebo, que sigue siendo la
mayoritaria en la mar y la única que aceptan ciertas especies, como podrían
ser los lábridos y muchos espáridos. Existen, por decirlo de alguna manera,
tres formas de clavar al pez.
Dejar que se clave solo: Esto es lo más normal en muchos tipos de pesca,
sobre todo los de fondo. Es lo más perjudicial para el pez y los daños que le
ocasiona el anzuelo suelen ser irreparables. El animal ingiere el alimento y
cuando se siente preso, es porque ya tiene el anzuelo alojado muy
profundamente. Para sacárselo, a veces haremos una auténtica carnicería,
por lo que, a menos que vayamos a consumir ese pez, esperar a que se clave
solo es lo peor que se puede hacer.
De esta forma vendrá herido sólo por la boca, y los daños que sufra no serán
de gran importancia, pues, una vez en libertad, pronto se repondrá de sus
heridas.
Lo que sí parece una salvajada es mantenerlos con vida una larga sesión de
pesca, enganchados por la boca en unos hierrajos dentro del agua, o presos
y hacinados en una redecilla, para luego soltarlos todos cuando
terminemos. Muchos de ellos, si no han muerto todavía, morirán en las
próximas horas.
Para vadear necesitas estar atento a todos los detalles, entra de lado en las
corrientes para que haya menos superficie de resistencia y nunca, nunca
muevas un pie hasta tener el otro firmemente asentado en el fondo.
Cuando veas que se puede, lo mejor es que vadees a favor de la
corriente (en lugar de luchar contra ella). Nunca te fíes de lo que parece la
superficie del agua porque más de una vez te podrías llevar una
sorpresa con la fuerza que acarrea la corriente de las aguas.
Muchísimo cuidado con este punto… Tu caña es más larga de lo que parece,
en especial si es de cebo (las de jigging o spinning son más cortas pero, eso
sí, atraen más la electricidad). Recuerda que nunca debes tocar los cables
eléctricos y que basta con acercar la caña a una distancia para que se
produzca una descarga. Lo idóneo es que camines con la caña en situación
paralela al suelo, desmontada si vas a recorrer un largo trecho.
Si te gusta que tus hijos, sobrinos, nietos, primos, etc te acompañen en tus
jornadas de pesca has de tener muy claro que requieren de una atención
continua. Ten en cuenta que salir a pescar y tener contentos a los niños a la
vez es prácticamente imposible. Un río, un pantano, una caña de pescar, un
lago, un carrete de pesca, todos estos son alicientes más que divertidos
para cualquier niño, aunque también son fuentes considerables de peligro
para ellos. Ármate de paciencia y prepárate para deshacer nudos,
desenganchar anzuelos, perder parte de tu preciado material e incluso a
darte un baño vestido…
Para sacar la púa en su totalidad, lo mejor es clavarla con una aguja o alfiler.
Se necesita, lógicamente, un poco de pericia, pero no es tan difícil como
parece a priori.
Un enredo de este tipo nos puede hacer perder horas hasta desenredarlo
por completo, lo mejor es la prevención
Según sea el carrete para cada estilo de pesca como spinning, surfcasting,
curricán, baitcasting etc vendrán con bobinas preparadas para una mayor
o menor capacidad, por ejemplo, las bobinas de surfcasting son de mayor
capacidad que las de spinning, por nombrar alguna.
En nuestros días, la pesca con cebo natural está prohibida en muchas zonas
de nuestro país. El motivo principal es que se ha demostrado que utilizando
este tipo de cebo, se provoca generalmente la muerte de un porcentaje
demasiado alto de ejemplares. Esto hace que no se permita su uso en
tramos de pesca sin muerte o en aquellos en los que se estén realizando
repoblaciones.
Siendo consecuentes con esta afirmación, muchos opinan que este tipo de
cebo no debería permitirse en ningún lugar en el que legalmente haya que
devolver al agua los ejemplares que no alcancen una determinada medida.
Pero la pesca con cebo natural resulta una modalidad altamente deportiva,
que pone a prueba la habilidad del pescador y que ha demostrado en
numerosas ocasiones sus buenos resultados. Desde luego todo un lujo para
practicar en las zonas y con las especies que nos estén permitidas; siempre
con el respeto del medio ambiente como principal objetivo.
Anguila: que entra muy bien a este tipo de cebo en cualquier estación
del año. Suele mordisquear el pez antes de tragarlo, deberemos dejar
que lo haga antes de asustarla y que salga huyendo.
Barbo: suele pescarse con cebo vivo a principios de año.
Lucio: que entra al pez vivo cuando el tiempo refresca (a partir de
mediados de otoño).
Perca: principalmente en los días que están nublados. Suele atacar al
vivo en cualquier época del año y lo hace directamente, por lo que
conviene que el pescador esté atento y sea rápido a la hora de
levantar.
Por otro lado, el cebo vegetal suele usarse en agua dulce y principalmente
en las zonas que disponen de poca o nula corriente. Da buen resultado en
la pesca de los ciprínidos (la carpa es un buen ejemplo), con los que el uso
de cebos como el maíz o la patata han demostrado buenos resultados en
numerosas ocasiones.
Cualquier pescador de río que se haya dedicado a este tipo de pesca, sabe
que el mejor día para practicarla es tras una fuerte tormenta. Las tormentas
arrastran gran cantidad de tierra y con ella un número indeterminado de
invertebrados, que desde ese momento se convierten en el plato del día de
las especies de la zona. Si nos encontramos en un día de estos, no
dudaremos ni un momento en utilizar lombrices o larvas, la zona estará con
toda seguridad poblada de ellas, por lo que las nuestras pasarán
desapercibidas, que es en definitiva lo que se pretende.
Como bien afirma la sabiduría popular:
“Río revuelto, ganancia de pescadores”
Si hemos decidido usar el cebo natural en el mar, aprovecharemos las horas
en las que la marea esté subiendo, y nos dirigiremos a aquellas zonas que
quedan al descubierto cuando el mar se encuentra en su punto más bajo.
En estos lugares los peces estarán acostumbrados a encontrar alimento
como quisquillas, cangrejos, gusanos de mar. Nuestro cebo natural no será
un intruso en este ambiente.
La aguja a utilizar será muy fina, la cual luego nos ayudara a encarnar el
anzuelo y con mucha paciencia lo iremos deslizando desde la aguja hacia el
anzuelo hasta que quede completamente acoplado para que se mueva con
facilidad y este a punto para que algún pez lo coma.
Este gusano muy apreciado por los pescadores es idóneo para el
surfcasting, muy nervioso, cada vez que se le coge para anzuelarlo si no
tienes cuidado seguro que te da un bocado, de color verdoso, lo podemos
trocear si es grande, por lo cual podemos aprovechar mejor la carnada.
Nota Importante Tenemos que tener siempre en cuenta que para pescar
con los gusanos, el nudo de los anzuelos o empatillado es fundamental,
tiene que ser un empatillado perfecto para que nos permita deslizar el cebo
suavemente sin romperlo.
Su estructura es muy sólida, siendo por ello muy apto para el surfcasting y
que además se pueden encontrar en diferentes tamaños, entre cinco y diez
centímetros de largo, lo que permite su utilización entero sin trocear,
alargando así su vida en el agua, sin perder su relativa movilidad. Para clavar
este gusano en el anzuelo usaremos como para todos los tipos de gusanos
las famosas (agujas) indispensables para la pesca, teniendo cuidado de que
el gusano pierda la menos cantidad de sangre posible. Se deben utilizar
enteras siempre que sea posible. Hay que esperar a que saque la boca y ese
será el momento de clavar la aguja, ya que de lo contrario haremos que
pierda bastante sangre
Este gusano lo podemos encontrar en muchos tamaños desde 3 cm hasta
15 cm de largo y hasta 3cm de ancho, es bastante duro por lo cual lo
podemos utilizar y tener la seguridad de que, como al gusano de playa, toda
la morralla que haya las comerán, incluso los cangrejos, aunque a este
último solo los comerán alguna buena pieza.
Ahora solo vamos a hablar del bromeo como atrayente para pesca en el
mar, pero no nos queremos olvidar de su importancia en la pesca de
ciprínidos, pero eso será otra historia. El bromeo siempre va a estar
formado por un componente que hará de aglutinador y le dará consistencia
a la vez que transportara su olor por las corrientes como es la arena o
diferentes tipos de harina, y por otro componente que hará de atrayente.
Antiguamente la arena de playa era el principal componente que se
utilizaba pero en la actualidad es muy utilizada la harina. Con la aparición
de diferentes tipos de harinas, que podemos encontrar en las tiendas de
pesca para hacer los macizos utilizados en la pesca de ciprínidos, le dan al
bromeo mucho más olor y poder de atracción.
Yo creo que es indistinto, las dos cosas las he hecho y a la hora de pescar
no he notado diferencia. Con lo que si he notado diferencia ha sido con la
cara de mi mujer cuando el bromeo se pasaba un par de días en la terraza
al sol y el olor aumentaba.
Una vez que tenemos la sardina, la troceamos con una tijera de cocina en
trozos muy pequeños. También la podemos machacar con una piedra o con
las manos pero aseguraros de poneros unos guantes de plástico (como el
que dan en las gasolineras) sino el olor a sardina os durara varios días. Una
vez deshecha la sardina la juntaremos con la harina mezclándolo todo muy
bien. Iremos añadiendo harina y mezclándola con la sardina hasta conseguir
la consistencia deseada y necesaria para poder formar bolas de bromeo que
luego, en la acción de pesca lanzaremos en nuestra postura.
Solo recordaros que tengáis muy en cuenta las corrientes ha haya en donde
estéis pescando, ya que estas pueden desplazar el bromeo a varios metros
de donde este vuestro cebo solo sirviendo el bromeo para alejar los peces
de nuestro anzuelo.
Una vez allí, esperamos unos poco minutos y damos un fuerte tirón, con lo
que conseguiremos romper el fondo de la bolsa de papel y liberar el macizo
que habrá llegado de esta manera hasta el punto donde trabajan nuestros
aparejos de fondo.
Para ello, recoja cangrejos, mejillones, lapas etc. Macháquelos con una
piedra al tiempo que los va mezclando con arena y agua marina. Obtendrá
un macizo perfecto para los peces de roca. No obstante, este tipo de macizo
es bastante agresivo para con el medio, por lo que suele ser más
recomendable el tradicional macizo a base de despojos de pescado, sobre
todo de sardina o de anchoas.
Podríamos decir que todos los peces entran fácilmente a este cebo. Con
sardina como carnada he pescado doradas, lubinas, llisas, sargos, congrio,
morenas, lenguados, dorados, anjovas, lechas, etc. Todo tipo de peces y de
todos los tamaños.
Junto a la sardina, cebo clásico donde los haya, el calamar presenta las
virtudes que a la sardina le falta, aunque carece de su principal virtud. Y es
que si a la sardina le falta consistencia, al calamar le sobra, pero si a la
sardina le sobra aroma y, en consecuencia, poder de atracción, el calamar
se queda un pelín corto en este aspecto.
Se ve que los pescadores nos hemos vuelto más exigentes o que estamos
dispuestos a gastarnos más dinero en cebo. El caso es que, aunque su
demanda se hay reducido por la gran competencia que se ha establecido
con los anélidos “nuevos”, no por ello ha dejado de gustar a los peces. Y es
que, pese a que su tamaño y resistencia en el anzuelo no sean comparables
al que ofrecen algunos de sus primos, no conviene olvidarnos de esta
gusana que tantas capturas nos ha reportado a muchos aficionados.
Por tanto, si usted pesca con otros cebos o con artificiales y una tormenta
hace aflorar a la superficie a un buen número de lombrices de tierra, coja
un puñado y váyase al río. Seguro que hará una buena pesca, pues son,
precisamente, esas lombrices, las que están esperando el pez que caigan en
su radio de acción arrastradas por el agua. Pero, como hemos dicho al
principio, también funciona muy bien con muchas especies marinas, entre
las que se encuentran peces tan selectivos como el salmonete de roca. Hay
viejos pescadores que sólo utilizaban lombrices de tierra como cebo,
independientemente de que fueran al río o a la costa.
Para recolectar bígaros, basta con darse un paseo por las zonas
intermareales y escudriñar las grietas de las grandes piedras o dar vuelta a
las más pequeñas, en las que acostumbra a estar en su cara no visible.
Recoger caracolillos es entretenido y podemos pasar un buen rato con la
excusa de hacernos con un puñado. Es una actividad ideal para llevarla a
cabo en familia, pues a los niños les encanta, y con esta distracción
observarán todos esos animalillos, como quisquillas, cangrejillos, blénidos
y otros muchos que comparten el fascinante nicho tildal.
Aunque no es un cebo tradicional de mar, puede constituir un eficaz
sustituto para capturar algunas especies de las más usuales en la pesca
deportiva. Recordemos que el caracol vulgar como todos los caracoles es
un molusco gasterópodo, con un cuerpo carnoso susceptible de ser puesto
en el anzuelo. En cierta ocasión, me hallaba pescando lábridos (julias,
serranos, durdos o maragotas etc.) con caña desde un acantilado. La pesca
se estaba dando bien quizás demasiado bien y la cantidad de picadas y
peces que había puesto en tierra, habían terminado con mi provisión de
gusanas. Estaba pensando ya con tristeza que pronto debería irme a casa
ante la ausencia de cebo, cuando un hombre que paseaba por allí se acercó
con curiosidad a ver la pesca y le comenté el problema.
Entonces me dijo que lo mejor que podía hacer era capturar algunos
caracoles de los que abundaban por el lugar, sacar la carne, hacerlos tiras
con la navaja y seguir pescando con ellos. Efectivamente, pude continuar
pescando toda la jornada y llenar la cesta. En posteriores ocasiones, he
comprobado que el caracol vulgar de tierra no sólo es apto para lábridos,
sino también para muchos otros peces, como la herrera, perla o mabra, por
ejemplo, que pica también con decisión a este molusco terrestre.
Así que ya lo saben: no sólo es efectivo para los grandes ciprínidos, como
ya saben los aficionados de agua dulce, sino que puede depararnos muy
gratas sorpresas en la pesca de mar.
Difiere de otros bivalvos sobre todo porque no vive enterrado, sino asido a
la roca por un filamento que segrega una especie de cerdas de aspecto
estropajoso muy duro, y se apiña en los roquedos y bajíos, donde se juntan
miles o millones de individuos en apretada convivencia. Dado su carácter
gregario, y que se encuentra ampliamente extendido por toda la costa y a
la vista, es de muy sencilla recolección. Si no, también puede encontrarse
en cualquier pescadería a un precio muy módico. Es una carnada olorosa y
apta para casi todos los peces del litoral, pero tiene un fallo que hace que a
menudo el pescador lo rechace para cebar sus anzuelos. Nos estamos
refiriendo a su escasa consistencia.
Para realizar esta pesca tan selectiva debemos encarnar el mejillón entero
introduciendo el anzuelo por el sifón. Una buena técnica para encarnar el
mejillón entero consiste en forzarlo un poco con una navaja, deslizar el
anzuelo dentro y dejar que se cierre de nuevo. Así conseguiremos una
sujeción inmejorable. Para macizar la zona, arrojaremos unos cuantos
puñados de mejillones, también vivos y enteros, alrededor de donde hemos
lanzado el aparejo.
Es quizás el mejor molusco para cebo, habida cuenta de su aroma, su
consistencia y su cantidad de “carne”. Son bivalvos lamelibranquios, pero
de concha frágil, que viven enterrados en la arena sobre todo a la salida de
la ría y muchas veces junto a zonas de berberechos aunque su territorio
raramente queda en seco y si es así, por poco tiempo. Con las mareas vivas,
durante la bajamar, observamos unos característicos agujeros abiertos en
la arena, donde se esconden.
Habita las zonas tildales frecuentemente escondido bajo las algas, bajo una
roca o bajo la arena, enterrado a muy poca profundidad. También es muy
común en los estuarios de todos nuestros ríos. Es un cebo magnífico para la
dorada y los grandes sargos cuando cebamos nuestros aparejos de surf
casting y lanzamos en zonas de arena y fango. Para impedir que se entierre,
algunos pescadores le arrancan las dos patas de atrás, aunque no estamos
seguros de que esto funcione. Lo que sí es esencial es no presentarlo nunca
en aparejos que trabajan a media agua. Es un animal de fondo y allí es
donde debe estar y donde engañará al pez.
Puede crecer bastante, así que su tamaño se adecuará al de la captura que
pretendamos, sobre todo si está duro, es decir, si no ha mudado
recientemente. El cangrejo verde o común no suele encontrarse fuera del
agua salvo algunos que quedan en seco con la bajamar debajo de una piedra
con abundante humedad y optan con frecuencia por enterrarse en la arena,
aunque nunca profundamente ni en ningún sitio concreto, al revés que sus
primos (Squilla mantis) conocidos por galeras. Tampoco se encuentra en las
paredes de roca, como hace otro de sus parientes, el zapatero o corredor,
ya que no soporta quedar en seco durante muchos minutos. Por tanto, si
pescamos en las zonas de acantilados o de grandes paredes rocosas que
bate la mar, su uso no es demasiado adecuado, pues los peces que patrullan
la zona no están acostumbrados a encontrarse cangrejos verdes en esos
parajes, mucho menos a media agua, es decir, pescando con boya.
¿Por qué? Pues porque el cangrejo sabe que casi todos sus enemigos
potenciales vienen de la mar y que a los peces les encanta engullir
crustáceos blanditos y gomosos, como él en estos momentos. Por eso
evitarán zonas que queden sumergidas a profundidad bastante como para
que un pez pueda merodear por allí, y se acogerán a las zonas más secas,
aunque, como decíamos, siempre dentro del radio de acción de la marea.
Ya saben donde buscarlos. Levanten las piedras cuanto más grandes sean
éstas, por regla general, mayores serán también los cangrejos que se
esconden bajo ellas y pongan a punto sus reflejos, porque a los cangrejos
zapateros, con mucho fundamento, se les conoce también como
“corredores”.
En caso de que renuncie de antemano a levantar piedras, sólo le queda una
opción para capturarlos después de mudar, aunque no es muy
recomendable, por el riesgo que conlleva desplazarse entre las rocas por
las zonas tildales durante la noche. Coja una linterna, póngase un calzado
cómodo y a poder ser, cuya suela no resbale, y adéntrese en los pozos poco
profundos que deja la marea. Allí los encontrará al descubierto, siempre y
cuando los busque en charcos de muy escasa profundidad y alejados de la
orilla. Cuidado con el verdín si camina de noche por esos vericuetos del
litoral, tan húmedos y resbaladizos.
También conocido como caracol bruja o magurio, constituye un magnífico
cebo que puede ser recolectado sin esfuerzo durante las horas de bajamar.
Es muy eficaz para todos los peces de roca. En el Mediterráneo su variedad
“gigante” es empleada frecuentemente para cebar los palangres de fondo
de los profesionales. Presenta la ventaja añadida de que, si nos acercamos
al puerto pesquero más cercano, podremos conseguirlos a miles cuando
limpien las redes de arrastre. Este crustáceo figura en las primeras
posiciones de la lista de mejores cebos; sin embargo, existen muchos
aficionados que no lo conocen o, simplemente, no lo utilizan.
La quisquilla debe ser encarnada viva y entera (la cabeza, con sus antenas y
sus ojos que brillan, es muy efectiva), comenzando por la cola, para situar
la punta del anzuelo lo más cerca de la cabeza. Para conseguir el mejor
encarnado, es conveniente acomodar la forma y tamaño del anzuelo a la
talla de la quisquilla, de manera que no sobresalga nada, pero que tampoco
quede parte alguna de su cuerpo sin su correspondiente porción de acero.
Como con el resto de los crustáceos pescando a boya, el bajo de línea debe
ser largo y se debe lanzar preferiblemente a donde el agua “engorda”, es
decir, donde se ve enturbiada por la espuma o por cualquier otro factor.
Para hacernos con un puñado de quisquillas basta con rastrear las zonas
intermareales con un redeño o quisquillero. Suelen ocultarse entre el verdín
de las rocas y las algas del fondo. Si necesitamos mayor cantidad,
procederemos a cebar el redeño con trozos de pescado. Respecto a la
conservación del cebo capturado, un anciano pescador me explicó que lo
mejor era meterlo en una boina vieja llena de algas mojadas. Yo no le voy a
contradecir, pero, como muchos entre los que me incluyo ya no gastamos
boina, y éste no suele ser un artículo que pulule envejecido por los
recovecos de nuestros armarios roperos, podremos sustituirlo por un
saquito de gruesa tela o de bayeta, siempre lleno de algas frescas y
húmedas.
Otra forma de pescar con pan consiste en elaborar una masilla añadiéndole
agua y moldeando una porción de ésta sobre el anzuelo. En ese caso,
debemos estar atentos para que dicha masilla no resulte demasiado sólida,
pues, en ocasiones, formaremos una bola alrededor del anzuelo tan
robusta, que los peces a los que va destinada a menudo con denticiones
poco desarrolladas no podrán llegar hasta el anzuelo, sino después de
haberla mordisqueado hasta desintegrarla.
Recordemos además que, el pan en estado “normal” al contacto con el agua
se ablanda y flota, mientras que la masilla hecha con el mismo, se hunde y
endurece.