Philipe Dubois - para Una Estetica de La Imagen Video
Philipe Dubois - para Una Estetica de La Imagen Video
Philipe Dubois - para Una Estetica de La Imagen Video
(c) El termino "video" se escribe en francés un acento (video). En esta mención, el autor lo
ha excluido, explicitando además esa exclusión con la frase ("saris acccnt": sin acento)
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acción que es la raíz misma de todas las formas de representaciones visuales. "El
video" no es quizás conceptualmente un cuerpo propio, pero eso no impide que
sea el acto fundador de todos los cuerpos de imagen existentes. Es sin duda por
eso que la palabra es y seguirá siendo en lengua latina, lengua fuera del tiempo,
inactual y matriz, generalista y genérica,
Además video no es solamente, de una manera general, un "verbo" en
infinitivo, aunque lo sea en latín. Es un verbo conjugado, es la primera persona del
singular del presente del indicativo del verbo ver. En otros términos, video, es el
acto de la mirada que se gesta y que se ejecuta efectivamente hic et nunc bajo la
acción de un sujeto en acción de trabajo. Esto implica a la vez una acción en curso
(un proceso), un agente que actúa (un sujeto) y una adecuación temporal al pre-
sente histórico (yo veo, es en directo; no se trata de (yo) he visto -la foto nostálgica-
ni (yo) creo ver -el cine ilusionista- ni (yo)podría ver -la imagen virtual, utópica-).
Video. Una forma de todos modos muy extraña, si no paradójica, de
designar un medio de representación. Allí donde todas las otras artes de la ima-
gen clásicamente tienen dos términos, un substantivo perfectamente identificado
por el objeto y un verbo (en infinitivo) para su acción constitutiva -como si el
objeto y la acción fueran dos realidades a la vez distintas y claramente
articuladas - el dominio singular que nos ocupa no tiene más que una palabra,
video, para designar simultáneamente (y en ello reside quizás una de sus
singularidades primeras) a la vez el objeto y el acto que lo constituyen, sin
distinción. Video: una imagen-acto indisociablemente. La imagen como mirada
o la mirada como imagen. En el comienzo era el verbo. A la llegada, apenas un
adjetivo errante. Y entre los dos, ni siquiera un nombre. El video es pues el lugar
de todas las vacilaciones. ¿Debemos asombrarnos si, al final de todo eso, el
video aparece atravesado por inconmensurables problemas de identidad?
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¿Hay una estética videográfica?
(d) Conviene observar que la acepción del término plan en francés se refiere, según el
caso, i los conceptos de 'plano' o 'toma'. NdT.
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cine, es justamente porque se adecúa perfectamente al género narrativo y
ficcional y porque el cine pertenece en su forma dominante a ese modo de
transparencia. En cambio, en el campo de las prácticas videográficas, el modo
narrativo y ficcional está muy lejos de representar el género mayoritario.
Existe, es verdad, pero sin duda menos que otros, y con menos fuerza. En
video, los modos principales de representación están en efecto, en una línea,
más cerca del modo plástico ("el video arte" bajo sus múltiples formas y
tendencias) y en otra línea del modo documental (lo "real" -bruto o no- en
todas las estrategias de su representación). Y sobre todo -es lo que los une
contra la transparencia- los dos con un sentido constante de ensayo, de expe-
rimentación, de investigación, de innovación. No es por nada que el térmi-
no más global que se ha encontrado para hablar de esta diversidad de géne-
ros de las obras electrónicas es el de video-creación. En una palabra, esos
grandes modos de creación videográfica han contribuido a la relativización
del modelo narrativo y al desarrollo, en su lugar, de modelos de lenguaje de
otro orden, donde la parte de investigación y de ensayo se ha manifestado
preponderante, al punto de terminar por generar, como para el cine pero
desplazando el acento y hasta la perspectiva, una suerte de "lenguaje o de
estética videográfica" (al menos es así como aquí la llamaré) que no es espe-
cífica en un sentido estricto (no más que el cinematográfico) pero que se
instituye con una fuerza expresiva evidente a partir de las mismas prácticas
videográficas. Un lenguaje (o una estética) particular (pero de ninguna ma-
nera exclusiva) que procede de lógicas diferentes y que revela propuestas de
un orden diferente que las del cine. Son algunos de esos parámetros estéticos
que emergen con intensidad en las prácticas de video que quisiera abordar
ahora, para teorizar sobre ellos.
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Wipes* (recortes y yuxtaposiciones)
'•' O 'cortinas electrónicas'. Transición entre dos imágenes (fijas o en movimiento, la segunda
extendida sobre la primera de arriba hacia abajo o de un lado al otro de la pantalla).
Describe un motivo (barras horizontales o verticales, círculo, triángulo, estrella, etc )
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Los efectos de esta figura son variados y complejos y ya han sido
estudiados (5). Y sobre todo permiten aprehender más explícitamente que
en otro plano lo que se entiende principalmente por "lenguaje o estética
videográfica". Inclusive si emergen a partir de la figura de la incrustación, se
puede considerar que son reveladores más amplios del conjunto del fenó-
meno formal de la escritura electrónica. Voy a tratar de presentar los rasgos
característicos más esenciales, que se definen a la vez de manera diferente en
relación con el lenguaje formal de la imagen cinematográfica y al mismo
tiempo positivamente, a través de ellos mismos.
Resulta claro que a partir del momento en que una imagen está cons-
tituida por elementos provenientes de fuentes diferentes, no puede haber
contigüidad espacial efectiva (que emane de lo real) entre los datos represen-
tados en la imagen heterogénea y consecuentemente no puede haber concepto
global que permita caracterizar el tipo de espacio al cual nos enfrentamos: las
nociones de plano de conjunto, plano americano, plano próximo, primer
plano, etc. que organizaban las formas de encuadre en el cine (al comienzo,
como sabemos, sobre un modelo eminentemente antropomórfico la escala
de medida que constituye el cuerpo humano), estas nociones de diversos
planos en la medida en que presuponen la unidad y la homogeneidad del
espacio de la imagen a partir de un punto de vista único, ya no son de aplica-
ción en los casos de incrustación y de mezcla de imágenes en general. En la
célebre secuencia de apertura de esta obra fundadora que es Global Groove, de
Nam June Paik, se ven dos bailarines de rock, un hombre y una mujer, evolu-
cionando por incrustación en un escenario-imagen, es decir sobre un fondo
constituido por otra imagen, en este caso por ellos mismos (captados por una
segunda cámara), sincrónica (la incrustación se hace en directo) y sobre todo
con un encuadre ajustado (sólo muestra sus pies). En la misma imagen halla-
mos, entonces, juntos y al mismo tiempo, un "plano próximo" de los pies y
un "plano medio" de los bailarines de pié. Cómo llamar "cinematográfica-
mente" (en términos de escala de planos) semejante encuadre, una imagen
global heterogénea tal. La homogeneidad espacial organizada alrededor de la
presencia única de un cuerpo, inscripto en su espacio "natural", ha estallado
aquí completamente y se ha demultiplicado: en video nos encontramos más
a menudo ante varios espacios y varios cuerpos, o varias imágenes de un
mismo cuerpo, imbricados los unos en los otros (y a menudo en simultanei-
dad visual, lo cual genera más aún una impresión de caleidoscopio). Al realis-
mo perceptivo de la escala de planos humanista del cine, el video opone de
ese modo un irrealismo de la descomposición/recomposición de la imagen.
A la noción de plano, espacio unitario y homogéneo, el video prefiere el de
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cio cinematográfico. La profundidad de campo presupone más que cual-
quier otra cosa la perspectiva monocular, la homogeneidad estructural del
espacio, un rechazo de la fragmentación y del recorte, la teleología del punto
de fuga y sobre todo la referencia originaria absoluta del ojo, al punto de
vista, al Sujeto, instaurador y límite de todo el dispositivo. Si el cine es un
Todo orgánico, emanación de una conciencia visual, el plano en profundi-
dad de campo es su figura metonímica por excelencia.
En video, singularmente en ese uso del video que pasa por la mezcla
de imágenes, no puede evidentemente haber, en el mismo sentido, "profun-
didad de campo", puesto que ya no hay una sola imagen (un solo espacio,
un solo punto de vista, etc.) sino varios, encastrados. Uno sobre otro, uno
debajo de otro, uno en otro.
De allí que se podría oponer a la noción cinematográfica de profun-
didad de campo, otra, más "videográfica", la de espesor de imágenes. Porque ese
mixage visual produce efectos de profundidad, pero una profundidad, por así
por decirlo, de superficie; una profundidad hecha de la puesta en capas de
imágenes. Nada que ver con la profundidad del campo. Encastrar dos imáge-
nes, una en la otra es engendrar un efecto de relieve (el "hueco" y su llenado)
que es invisible fuera de la imagen, que sólo existe para el espectador. En la
incrustación hay, siempre, una dialéctica de lo que está delante (por ejemplo el
cuerpo) y de lo que está detrás (el escenario), lo de arriba y lo de abajo, pero es
en tanto que artificio de construcción (la composición de imagen) que no
corresponde a ninguna realidad física, que no existe fuera de la pantalla que
visualiza "el efecto". Y esta impresión de un arriba/abajo construido -pero casi
con el mismo estatuto ontológico - "la impresión de realidad" inducida por la
profundidad de campo del cine, termina a menudo por funcionar a la inversa
de ésta: engendra un "efecto de irrealidad" de la representación, cultivando la
paradoja hasta el vértigo. Para tomar apenas un ejemplo, recordaré las famosas
Three Transition de Peter Campus (1973), y especialmente la segunda transition:
allí vemos a Campus en persona (primerísimo plano frente a la cámara)
cubrirse progresivamente el rostro con una crema que distribuye con sus
dedos sobre su frente, sus sienes, sus mejillas, su mentón, su cuello.
Sentimiento de recubrimiento, de capa colocada por encima del rostro. Al
mismo tiempo, el color uniforme (¿azul?) de la crema, permite, mediante el
dispositivo del chroma key, incrustar en su lugar (es decir en todos los lugares
del rostro cubiertos por la crema), fragmentos de otra imagen. Otra imagen que
se manifiesta (esto se descubre progresivamente) como una imagen del
mismo rostro de Campus, encuadrado de la misma manera y pre-grabado
(con expresiones ligeramente diferentes, algunos desplazamientos de posición,
etc.). Vale decir, un segundo rostro de él mismo (otro él mismo, él mismo
como Otro) viene a ocupar los huecos de la incrustación y a surgir en el
interior del primero. Extraña y magnífica impresión de una doble ambigüedad
que parece emerger del dentro del rostro aunque sabemos que bien por
encima, sobre la crema que lo recubre
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Groove, banda que relaciona los códigos culturales de Extremo Oriente y de
Extremo Occidente, incrusta una bailarina tradicional de Corea en un escena-
rio de imágenes hecho de vistas aéreas de Manhattan, no monta planos (una
escena), "compone" una imagen electrónica que nos deja ver de una sola vez el
equivalente viodeográfico de lo que el cine nos habría inevitablemente mos-
trado bajo la forma de un clásico montaje alterno. Aún más: la idea de con-
frontación ligada a la lógica de la alternancia con la incrustación video, se
encuentra transformada en una idea de mixage, de mezcla, de interpenetración
(de culturas tanto como de imágenes). Ya no se trata de Asia frente a América;
son Asia y América una en la otra. El modelo de encadenamiento horizontal
por bloques sucesivos es reemplazado en el video por un encadenamiento
vertical que simultaneiza los datos visuales en una sola identidad heterogénea,
potencialmente totalizadora.
Por otra parte este tipo de encadenamiento por mixage de imágenes
permite hacer surgir lógicas de unión que no son los sempiternos enlaces
cinematográficos, de tipo: enlace de mirada, enlace de movimiento, enluce
de posición, enlace de diálogo, etc., modos todos de encadenamiento dirigi-
dos por una verosimilitud de humanismo perceptivo o una causalidad de la
continuidad. Los encadenamientos video exploran modos de asociación más
variados y más libres, a menudo polivalentes, siempre regidos por el "trabajo
de las imágenes mismas". Es Jean-Luc Godard, con su aguda lucidez de lo
que le ofrece la escritura electrónica del video con relación al lenguaje del
cine, quien formula esta idea en la banda que oficia de "guión-video" del
film Sauve qui peut (la vie): Estos son todos los modelos de encadenamiento
de imágenes que hay en video, por ejemplo en una cadena de televisión (se
ven wipes de todo tipo, sobreimpresiones, etc.). Un encadenamiento permi-
te ver de otra manera, ver si no hay un acontecimiento, algo que se abre o se
cierra, un acontecimiento de imagen... Más que hacer siempre campo/
contracampo, que nace de una idea de diálogo o de ping pong, de un match
entre los personajes, haría falta, por momentos, poder hacer un encadena-
miento así, es decir hacer nacer acontecimientos por y en las imágenes... Por
momentos haría falta ver si no se puede pasar de una imagen a otra, más
bien enterrándose en ella como uno se entierra en la historia -o cuando la
historia nos entierra algo en el cuerpo". (8) El encadenamiento, el espesor
de la imagen, la lógica de un acontecimiento de imágenes. Se trata sin duda
de otra forma de lenguaje y de estética visual.
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Imagen virtualmente total ("omnívora") y sin exterioridad, imagen
de-multiplicada y heterogénea, imagen en capas o imagen perforada, hecha de
un espesor intrínseco (la materia-imagen), imagen espacialmente heterogénea,
sin estructura unitaria jerarquizante, sin punto de vista humanista, imagen-
mixage donde la simultaneidad de los componentes engendra formas de enca-
denamiento que son otros tantos acontecimientos-imagen, el video, como
tratamos de ver, resulta respecto de la imagen cinematográfica de un orden de
funcionamiento enteramente diferente. La mayor parte de los parámetros uti-
lizados para definir la imagen cinematográfica (escala de planos, profundidad
de campo, fuera de campo, montaje, etc.) son objeto de un tal desplazamiento
teórico que resulta preferible no solamente utilizar otros términos, sino sobre
todo aprehender perfectamente la amplitud y la lógica de los desplazamientos.
La noción de plano y toma (que el cine había transformado en su fundan KM
to) ha perdido toda su pertinencia y la problemática del montaje resulta una
cuestión de un orden totalmente diferente. Con el video, se traía de nuevas
modalidades de funcionamiento del sistema de las imágenes, se trata de un
nuevo lenguaje, de una nueva estética.
(1995)
Notas
(1) En francés, el principal útil de referencia es el número que la revista Communications
consagró enteramente a este asunto (Communications n° 48, Video, París, Senil, 1988). Esc
número, coordinado por Raymond BELLOUR y Anric Maric DUGUET, incluye una bi-
bliografía internacional bastante completa sobre la cuestión, que no puedo sino recomendar.
Hn inglés la antología más completa es sin duda la de Doug HALL y Sally Jo FIFFER
Illuminating Video. An Essential Cuide to Video Art, New York, Apcrturc/BAVC, 1990, tam-
bién con una imponente bibliografía detallada. Además, aparte de innumerables catálogos y
otras monografías de artistas, Lis obras (más o menos) teóricas sobre el video, y de un solo
autor, son bastante numerosas. Citaré simple y selectivamente las siguientes. En francés:
Anne Maric DUGUET, Video, la mémoire au poing, París Hachcttc, 1981; Dominique
BELLOIR, Video Art Exploration, n° fuera de serie de los Cahiers du cinema, París, octubre
1981; Dany BLOCH, LArt Video, París, Limagcs 2/Alin Avila, 1983; Frank POPPER, Lart
<l l'age électronique, París, Hazan, 1993. En alemán: Wolfgang PREIKSCHAT, Video. Die
poesie der Neuen Mediem, Bale, Bcltz, 1987. En inglés: Roy ARMES, On Video, New York,
Routlcdgc, 1988; Rob PERRÉE, Into Video Art,The Characteristics ofa Médium, Amstcrdan,
Con Rumore/Idea Books, 1998. Por otra parte existe también un cierto número de antolo-
gías o de obras colectivas interesantes. En francés: Rene PAYANT (dirigido por), Video,
Montrcal, Artextcs, 1986; Jcan Paul FARGIER (Actas de coloquio dirigidas por), Video,
fiction et Cié., Montbéliard, CAC, 1984 (debe leerse también con interés la crónica sobre el
video que Fargicr supo desarrollar durante los años 8C, primero en los Cahiers du cinema,
luego en Art Press, así como en el número fuera de serie de Cahiers du cinema que él mismo
coordinó y que se ha titulado Oít va la video?, 1986; Louisc POISSANT (dirigido por),
Esthetique des arts médiatiques, Montréal, Prcsses de l'UQAM, 1995, 2 vol. (con
vidcocasscttes). En inglés: Gregory BATTCOCK (dirigido por), New Artist Video, New
York, Dutton, 1978; Pctcr D'AGOSTINO (dirigido por) Transmission. Theory and Pratnr
lora new Televisión Aesthetics, New York, Tanam Press, 1985; Alan M. OLSON, Christophec
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