El documento describe la inestabilidad política y económica de la República Dominicana en el período posterior a su independencia de Haití en 1844, lo que llevó a los intentos de anexión del país a los Estados Unidos. Se detallan varios préstamos contraídos por el gobierno dominicano con compañías financieras estadounidenses y europeas durante este período, lo que resultó en un gran endeudamiento externo y dependencia económica.
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El documento describe la inestabilidad política y económica de la República Dominicana en el período posterior a su independencia de Haití en 1844, lo que llevó a los intentos de anexión del país a los Estados Unidos. Se detallan varios préstamos contraídos por el gobierno dominicano con compañías financieras estadounidenses y europeas durante este período, lo que resultó en un gran endeudamiento externo y dependencia económica.
Descripción original:
Título original
Compañías Financieras a República Dominicana , 1868-1896.docx
El documento describe la inestabilidad política y económica de la República Dominicana en el período posterior a su independencia de Haití en 1844, lo que llevó a los intentos de anexión del país a los Estados Unidos. Se detallan varios préstamos contraídos por el gobierno dominicano con compañías financieras estadounidenses y europeas durante este período, lo que resultó en un gran endeudamiento externo y dependencia económica.
El documento describe la inestabilidad política y económica de la República Dominicana en el período posterior a su independencia de Haití en 1844, lo que llevó a los intentos de anexión del país a los Estados Unidos. Se detallan varios préstamos contraídos por el gobierno dominicano con compañías financieras estadounidenses y europeas durante este período, lo que resultó en un gran endeudamiento externo y dependencia económica.
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Nombre
Yokayris Feliz Paredes
Matricula: 2020-2180 Prof: Nicolasa Pelegrina Rodríguez Materia: Historia Social Dominicana Tema: Compañías Financieras a República Dominicana , 1868-1896 La Guerra de Restauración y su técnica de guerra de guerrillas dejó al país fragmentado con un sin número de jefes locales que empezaron disputarse el poder. La inestabilidad política fue tal que en el período que va de agosto de 1865 a septiembre de 1880, o sea, en el lapso de unos 15 años, se produjeron más de 50 alzamientos y se sucedieron 19 gobiernos distintos: de cinco años y ocho meses para el gobierno de Buenaventura Báez (mayo de 1868 a enero de 1874), al de menos de un mes de Marcos A. Cabral (diciembre de 1876). Las tendencias conservadora y liberal, cuyos centros geográficos se situaban en el sur y el este para la primera y en el Cibao y Santo Domingo para la segunda, enfrentaban a los madereros y hateros, que pretendían seguir buscando (a pesar de la restauración) el apoyo de influencias extranjeras, con los tabaqueros e intelectuales que luchaban por el afianzamiento de la autonomía. Esta puja entre los conservadores y los liberales, cada uno gobernando con su constitución, dio paso a la creación de los partidos Rojo y Azul (o Partido Nacional Liberal). El primero tenía como líder absoluto a Buenaventura Báez, quien durante la Guerra de Restauración había sido declarado “Mariscal de Campo” por el Gobierno español. El segundo conformaba una agrupación menos compacta en la que los hombres de la Restauración y de la Revolución de 1857 se encontraban aliados a antiguos santanistas. La centralización del liderazgo en torno a una única figura –Báez, que además era reconocido en todo el país– otorgaba a los rojos superioridad estratégica frente a los azules, los cuales adolecían de una autoridad fraccionada en numerosos líderes regionales que no pocas veces rivalizaban entre sí. Presencia norteamericana. A sólo dos años de la Restauración, en 1867, ya se producían en el país tratativas secretas para arrendar o vender la bahía de Samaná a los Estados Unidos. Esto le costó la presidencia al General José María Cabral, pero su sucesor, Buenaventura Báez, a cambio de poder amasar fortuna y poder personales, también dedicaría toda su astucia a intentar enajenar y anexionar el país a la nación norteamericana. El 29 de noviembre de 1869 se firmó un tratado de anexión que no llegó a ser ratificado por el Senado de los Estados Unidos, quedando por lo tanto sin efecto, gracias a la oposición de los dominicanos exiliados y, en particular, a la de varios senadores norteamericanos (entre ellos, Charles Sumner).
No dejándose asimilanar por este fracaso, Báez acordó entonces el arrendamiento
de la bahía de Samaná a una compañía norteamericana, nombrada para el efecto como Samaná Bay Company, y cuya principal cabeza era el inversionista aventurero Joseph Fabens. La compañía tendría durante 99 años todos los privilegios que se habían concedido en un principio al Gobierno norteamericano: potestad para nombrar a las autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales en el territorio de Samaná, así como la propiedad, por cada milla de ferrocarril o canal que construyera, de una milla cuadrada de los terrenos del Estado aledaños a esas vías. Firmado el 28 de diciembre de 1872 y ratificado el 19 de febrero del año siguiente por el Senado de la República, el mismo fue rescindido poco tiempo después (en 1874) por el Gobierno dominicano, bajo la presidencia de Ignacio María González (quien había derrocado a Báez), que aprovechó el retraso de la compañía en el pago al país de la cuota anual correspondiente. Posteriormente, en la década de 1890, el gobierno de Ulises Heureaux, Lilís , propondría a los Estados Unidos el arrendamiento de la bahía y península de Samaná a cambio de ayuda económica y protección militar para la defensa de cualquier amenaza externa. Empréstito Hartmont. Mientras se negociaba la anexión a la potencia americana, Báez contrajo a nombre de la República Dominicana, en 1869, un empréstito de 420,000 libras esterlinas (cerca de 2,000,000 de dólares) a un 6% de interés anual por un plazo de 25 años. Esto significó la inmediata hipoteca a favor de Edward Hartmont –el financiero que facilitó el préstamo– de los ingresos aduanales, los bienes nacionales, las minas de carbón, los bosques del Estado, y los depósitos de guano de la isla Alta Vela. En realidad, el Gobierno dominicano sólo recibió una parte del préstamo acordado, aparte de que Hartmont autorizó a un banco inglés a emitir bonos sobre la deuda por un valor superior en 337,700 libras al monto consignado en el contrato. Empréstito de la Westendorp y Cía. En octubre de 1888, al final del segundo período de presidencia del general Ulises Heureaux, el gobierno dominicano contrajo una deuda de 770,000 libras esterlinas al 6% de interés anual por 30 años. El acreedor, la Westendorp y Cía., tenía derecho a cobrar hasta un 30% de los ingresos aduanales, para lo cual nombró en el país varios agentes fiscales encargados de retener en las aduanas el dinero correspondiente y entregar el resto a las autoridades dominicanas. Mediante este préstamo se pagaron 142,860 libras esterlinas reclamadas por la firma Hartmont, se saldó parte de la deuda interna que tenía el gobierno con los servidores públicos y los prestamistas locales, y se engrasó la maquinaria política que mantenía a Ulises Heureaux en el poder con la compra de lealtades, armamentos, uniformes para el ejército y la adquisición y construcción de barcos de guerra. Poco tiempo después, en 1890, Heureaux obtuvo otro préstamo con la Westendorp Y Cía. Por valor de 900,000 libras esterlinas, al 6% anual y por 50 años. Presentó como justificación la construcción de una vía de ferrocarril entre Santiago y Puerto Plata, aunque en realidad buena parte del dinero fue destinado al soborno y al pago de prebendas políticas.El contrabando generalizado auspiciado por el propio Gobierno como forma de evadir el pago a los agentes aduanales de la Westendorp hizo caer en la quiebra a dicha compañía en 1893, que prefirió entonces aprovechar las negociaciones en torno al arrendamiento de la bahía y península de Samaná a los Estados Unidos para vender sus acreencias en la República Dominicana a capitalistas norteamericanos. Éstos se constituyeron en la Santo Domingo Improvement Company, y entre sus inversionistas principales se encontraban un secretario de Estado y otros funcionarios del gobierno estadounidense. Santo Domingo Improvement Company. Una vez constituida esta compañía, el gobierno dominicano requirió dos nuevos préstamos por valor de 1,250,000 dólares y 2,035,000 libras esterlinas, con lo que el monto total que adeudaba la República Dominicana ascendía en 1893 a 17 millones de pesos. La Santo Domingo Improvement Company quedó en completo dominio de las Aduanas nacionales, y ello catapultó la influencia norteamericana en el país a niveles nunca antes alcanzados, ya que, además, el transporte marítimo entre Santo Domingo y Nueva York estaba monopolizado por la Línea de Vapores Clyde, de capital estadounidense, y una gran parte de la industria azucarera de inversión extranjera que había empezado a fomentarse durante el gobierno de Ignacio María González de 1874 se encontraba en manos también norteamericanas. El conato de oposición a los intereses norteamericanos –organizado por las potencias europeas y el candidato presidencial opositor al general Heureaux, Generoso de Marchena– terminó con el apresamiento y fusilamiento de De Marchena y la salida del país del Banco Nacional de Santo Domingo (1893), centro financiero que desde los días de la Westendorp agrupaba los valores europeos. se tomaron otros préstamos secretos y fraudulentos en contubernio con los Directores de la Santo Domingo Improvement Company. En 1898, un año antes del ajusticiamiento de Heureaux, se le debían más de 15,000,000 de pesos, teniendo ésta el control total de las aduanas. Por otra parte, ahogaban al gobierno las deudas a los funcionarios públicos y a los prestamistas nacionales. El recurso a la emisión de moneda inorgánica (las llamadas “papeletas de Lilís”) y la concertación de un nuevo empréstito internacional, ahora con financistas europeos, agravaban la situación. Para el año 1900, la República Dominicana “debía” a la empresa norteamericana, y con ello a tenedores de bonos que esa compañía había vendido en Francia, Bélgica, Alemania, Italia e Inglaterra, la suma de 23,957,078 dólares; en tanto que la deuda interna ascendía a 10,126,628 dólares. durante el siglo 19, los intentos de anexar la República Dominicana a los Estados Unidos fueron el resultado del largo proceso de inestabilidad política y económica del país a partir de su independencia de Haití en febrero de 1844, luego de veintidó años de ocupación haitiana. De algún modo u otro, la idea anexionista fue la culminación de la búsqueda inicial de un “protectorado” con una nación europea para proteger el país de una serie de invasiones haitianas que se inician el mismo año de su independencia. El arrendamiento o cesión de la península y bahía de Samaná a una potencia naval extranjera, sería el denominador común en esta Historia por conseguir un apoyo político, militar y económico exterior durante el r esto del siglo 19.De 1801 a 1855, Santo Domingo fue invadido seis veces por los haitianos. A raíz de la proclamación de la República de Haití (1801), Toussaint Loverture invade la antigua colonia española de Santo Domingo. En 1805, Jean-Jacques Dessalines invade la parte oriental de la isla, entonces en manos de Francia, y comete una serie de iniquidades. En 1822, el presidente Jean- Pierre Boyer invade la colonia de Santo Domingo, entonces recobrada por España, y la ocupa por veintidós años hasta la proclamación de la República Dominicana (febrero, 1844).El primer presidente constitucional dominicano, el general Pedro Santana, enfrentó exitosamente en marzo de 1844 la invasión haitiana dirigida por el presidente Charles Hérard como consecuencia de la independencia dominicana. En 1845, el presidente Jean-Louis Piérrot otorga patente de corso a buques haitianos y extranjeros para perseguir navíos dominicanos, aunque no logró realizar la invasión planeada. Santana, junto a los llamados “afrancesados”, estaba convencido que el país para sobrevivir necesitaba la protección de una nación Europea. Trató así de conseguir sin éxito un protectorado con Francia. Cuando Obtuvo del gobierno francés un “Tratado de paz, amistad, comercio y navegación” (1848), el autoproclamado emperador haitiano Faustin Soulouque se sintió amenazado y lanzó una masiva invasión en marzo de 1849. El triunfo de Santana sobre esta quinta invasión haitiana incrementó su prestigio.En 1853, Santana es de nuevo proclamado presidente. Ahora busca el reconocimiento y protección de España. Al año siguiente, el presidente Estadounidense Franklin Pierce envía a Santo Domingo un delegado para negociar un “Tratado de amistad, comercio y navegación” que no llegó a materializarse. El gobierno español, temeroso de la entrada de Estados Unidos en la geopolítica Antillana, se apresura a firmar un acuerdo similar. Mas Santana, conociendo las intenciones norteamericanas, torna su mirada hacia Estados Unidos en busca de un acuerdo de protección. En 1855, de nuevo Soulouque se siente amenazado por la probable presencia de estas potencias esclavista en la isla y lanza una invasión que fue derrotada en dos sangrientas batallas por las tropas del general Santana.Luego de una serie de conflictos y luchas internas, Santana regresa al poder en 1858. A principios del año siguiente envía un delegado a negociar con España un protectorado. En abril decide solicitar la reincorporación del país a España en calidad de provincia, al igual que Cuba y Puerto Rico. A sabiendas del interés Norteamericano en la bahía de Samana para establecer una base naval, el gobierno Español concreta la negociación y en marzo de 1861 se proclama la Anexión a España. Sin embargo, el sentimiento nacionalista que había cundido en la masa del pueblo dominicano provocó serios conflictos con la fuerza de ocupación española y en poco tiempo surgen una serie de rebeliones en la región del Cibao. Grito de Capotillo (agosto, 1863) dio inicio a la Guerra de Restauración, guerra que luego de unos 107 combates, miles de muertos y la devastación del país, logró expulsar las tropas españolas en el verano de 1865. No hay duda que el triunfo dominicano sobre España fue, en gran medida, el acicate para que tres años después se diera el Grito de Yara en Cuba y el Grito de Lares en Puerto Rico.de nuevo independiente, en la República Dominicana se inicia hasta finales de siglo un período de luchas políticas y revoluciones donde predomina el personalismo y el caudillismo heredado de la guerra restauradora. Apenas dos años de la expulsión de España, bajo el gobierno de José María Cabral llega a Santo Domingo el comisionado Frederick W. Seward interesado en negociar la bahía de Samaná. Nada se concretó. Buenaventura Báez, hábil político que había ocupado la presidencia entre los gobiernos de Santana, triunfa en una revuelta armada, iniciándose los llamados “Seis años de Báez” (1868-1873), años que estarán caracterizados por el afán anexionista, persecuciones políticas, asesinatos, censura y el desfalco de los fondos públicos. El presidente Báez fue el principal protagonista en los intentos de anexar su país a los Estados Unidos. Le propuso a William Seward, Secretario de Estado Norteamericano, vender la bahía de Samaná por 1,000,000.00 de pesos oro y 100,000.00 en armas. Seward evitó dar una respuesta categórica, a pesar de contar con la simpatía del presidente Andrew Johnson. En 1869 los esfuerzos anexionistas de Báez vieron la oportunidad de realizarse con el ascenso del general Ulises Grant a la presidencia de Estados Unidos y seguidor de la Doctrina Monroe de “América para los americanos”. En poco tiempo, con la crítica crisis económica y política que enfrentaba, Báez cambió la idea de vender la bahía de Samaná por la de anexar el país. Grant endosó la idea y a mediados de año envió a Santo Domingo al general general Orville E. Babcock con un borrador de acuerdo redactado por Hamilton Fish, secretario de Estado. En su segundo viaje a Santo Domingo, Babcock logró que ae firmara el “Tratado celebrado entre los Estados Unidos y la República Dominicana para la incorporación de esta en aquella nación” por Manuel María Gautier, Ministro de Relaciones Exteriores dominicano, y Raymond H. Perry, el agente comercial norteamericano. El acuerdo establecía el pago inmediato de $100,000.00 en efectivo y 50,000.00 en armas. Además, una llamada Convención establecía el arrendamiento de la península y bahía de Samaná en caso que el Senado norteamericano no aprobara el Tratado. Cabe decir que en su viaje de regreso, el general Babcock se detuvo en Samaná donde izó la bandera de Estados Unidos. Años después, el general Ulises Heureaux (Lilis), dictador de 1887 a 1899, se convirtió en el nuevo propulsor de la anexión a Estados Unidos. Con el apoyo del presidente Benjamín Harrison, logró un Convenio de Reciprocidad comercial (1891) entre ambos países, el cual tuvo la abierta oposición de los gobiernos de Alemania, Inglaterra, Francia e Italia que velaban por sus intereses comerciales. Lilis consiguió el firme apoyo de Estados Unidos y el problema se disipó. En 1892, Harrison también se esforzó en conseguir la bahía de Samaná, enviando al comisionado Durham a Santo Domingo con un proyecto de contrato. Lilis, no obstante, le dio largas al asunto por estar negociando otros empréstitos internacionales donde dicha bahía podía servir de garantía. Cuando ocurrió la Guerra Hispanoamericana (1898), el dictador dominicano reconoció el poderío de Estados Unidos y pensando que el presidente William McKinley estaría de acuerdo de arrendar a Samaná, le sugirió transmitir al cónsul Grimke un descabellado plan: que su gobierno enviara a un agente confidencial para negociar la cesión de Samaná, pero que antes la tomaran por la fuerza. Y para que el pueblo aceptara el plan, decía necesitar $300,000.00 tan pronto la acción ocurriera. La respuesta que recibió fue que el interés del gobierno norteamericano era la terminación de un acuerdo similar al negociado por Harrison en 1892. Agobiado por los problemas financieros y una fuerte oposición, Lilis hizo un último esfuerzo para establecer una especie de protectorado con el nuevo imperio continental. Entre otros puntos que establecían una mutua protección estratégica, estaba dispuesto a ceder los puertos dominicanos en caso de guerra de Estados Unidos con alguna potencia extranjera, aunque decía mantener la integridad del territorio dominicano. El proyecto sometido al Departamento de Estado fue categóricamente rechazado por el secretario Hay. A fin de cuentas, con la ocupación de la bahía de Guantánamo por Estados Unidos a principios del nuevo siglo, la bahía de Samaná pasó al olvido. Los endeudamientos del país establecidos por Lilis con la Westendrop y Cía. (1890) y San Domingo Improvement Company (1893), dieron paso a una progresiva influencia norteamericana en las finanzas dominicanas que culminaría en la ocupación militar de Estados Unidos de la República Dominicana (1916- 1924).