La Comunicación en Una Sociedad Moderna

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LA COMUNICACIÓN EN UNA SOCIEDAD

MODERNA

“La mitad del mundo está compuesto por gente


que tiene algo que decir y no pueden,
y la otra mitad de gente que no tiene nada que decir
y lo sigue diciendo”.

Robert Frost (1874 1963).

Sumario
I – Planteo del tema.
II – El paso de la oralidad a la escritura.
III – La cultura de masa y la televisión.
IV – Nuevas tendencias y disolución de lo masivo.
V – Cambios sociales y culturales; del siglo XX al XXI.
VI – Las globalización y el conocimiento. La sociedad informacional.
VII - Bibliografía.
Citas.
Bibliografía.

I – Planteo del tema.

La importancia de los medios masivos de comunicación -llámense prensa


escrita, cine, radio y especialmente televisión- en la formación de las
opiniones, valores, expectativas sociales y en la socialización en general es
un hecho evidente y aceptado hoy en día desde los diversos puntos de vista.
A estos medios se ha incorporado la tecnología digital que abre y potencia
los campos de la información y el entretenimiento. Estamos frente a
tecnologías del conocimiento y la comunicación que afectan la forma en
que sentimos y pensamos, lo cual ha creado un nuevo ambiente
comunicacional que modifica o añade posibilidades a nuestra manera de
percibir y vivir en el mundo.
Hoy más que nunca es indispensable pensar la educación más allá de
las fronteras del aula de clase y de las paredes de la escuela, así como de las
instituciones educativas en general. Aquella metáfora de Marshall
McLuhan de "El aula sin muros", expresa que la explosión de la
información y el conocimiento, así como la distribución del saber social
han desbordado a las instituciones formales de educación. Ello significa
que estamos en un momento en el cual es necesario pensar la educación
desde otro lugar, menos centralizada en el aula y más en relación con las
experiencias, las necesidades y las sensibilidades de los niños y jóvenes, de
su cultura y sus proyectos, así como en nuevos espacios de socialización.
Se trata, por lo tanto, de una etapa en la que se debe integrar en el proceso
educativo el conjunto de referentes, experiencias e imágenes a las que aún
muchos se resisten.
En este sentido dice Raffaelle Simone: “Nuestra cultura, nuestra
mentalidad, tienen, así pues, una deuda incalculable con el alfabeto. En el
fondo, la historia del hombre que tiene conciencia de sí mismo coincide
casi completamente con la explotación de este solo recurso. Aunque las
conquistas alcanzadas por el invento de la imprenta nos hayan parecido
siempre permanentes e inmutables, en un determinado momento algo ha
sucedido. En efecto, los últimos quince o veinte años del siglo XX nos han
embarcado en una Tercera Fase (...) De momento, se ha producido un
drástico cambio cuantitativo: hoy día, la cantidad de cosas que sabemos
porque las hemos leído en alguna parte es mucho menor que hace treinta
años (...) las hemos podido simplemente "ver" en la televisión, en el cine,
en un periódico o en uno de los numerosos soportes impresos que existen
en la actualidad. O quizá las hayamos "leído" con una forma especial de
lectura en la pantalla de un ordenador” (1).
Por estos motivos, las relaciones que se tejen entre sociedad y
comunicación, entre educación y comunicación, entre educación y
tecnología suponen incorporar los cambios de los últimos diez o quince
años, así como la necesaria revisión a la teoría que explicó básicamente la
comunicación y la educación desde lo masivo y que requiere reubicar al
sujeto comunicacional en sus nuevas posibilidades de interacción con el
otro. También se impone abandonar el moralismo y el dogmatismo, las
ideas ilustradas de la educación, y pensar en las tecnologías no como
"fierros" sino como "diálogos" que pueden potenciar nuestras posibilidades
expresivas. Desde este punto de vista se podría contribuir a abrir la escuela
al conocimiento y a la práctica de otros lenguajes y competencias, todo lo
cual contribuirá a integrar los esfuerzos por la educación. Se trata también
de limar las asperezas entre el quehacer de los medios y de la escuela, de
vincular la tecnología a la educación, más allá de su conocimiento
mecánico, incorporando los lenguajes y cohesionando los aspectos
instructivos con los educativos, los culturales con los racionales, la
memoria con la creatividad.
Siguiendo el curso de la historia podemos ver que los intentos del pasado
como la imprenta, la pólvora y la brújula produjeron hondas
transformaciones ligadas al ensanchamiento del mundo, a la apertura de
nuevos caminos, a nuevas estrategias de conquista, de paz y supervivencia,
y a la ampliación del horizonte del conocimiento, también desataron
miedos ante los efectos de la explosión de la comunicación. Los
descubrimientos de la última mitad del siglo XX, potenciados por la
aceleración de estos cambios, acentúan el sentimiento de crisis. Es
particularmente en el área mediática donde -como en un nuevo
milenarismo- se concitan todas las dudas y expectativas de fin de siglo. Las
cuestiones sobre la desinformación o la deshumanización -consecuencia del
desarrollo de los nuevos medios- son las que despiertan una atención
máxima, fundamentalmente con relación al papel que deben jugar la
educación y las instituciones educativas en general.

II – El paso de la oralidad a la escritura.

Con referencia a las relaciones entre la evolución de la sociedad y la


técnica, es bastante preciso Lewis Mumford en su libro “Técnica y
civilización”. Las tecnologías no han sido solamente, en la historia de la
humanidad, recursos exteriores al hombre, sino más bien transformaciones
interiores de la conciencia que no degradan la vida del hombre, sino por el
contrario, la mejoran. En este sentido sostiene: “Detrás de todos los
grandes inventos materiales del último siglo y medio no había sólo un
largo desarrollo de la técnica; había también un cambio de mentalidad.
Antes de que pudieran afirmarse en gran escala los nuevos procedimientos
industriales era necesaria una nueva orientación de los deseos, las
costumbres, las ideas y las metas”. (2)
Entender el papel dominante que la técnica ha desempeñado en la
vida social entraña no solamente explorar las características de los nuevos
instrumentos técnicos, sino más bien las condiciones de vida y la cultura
que está dispuesta a utilizarlos y extenderlos. Este enfoque permite
comprender que la técnica ha existido siempre, bajo diversas modalidades.
Lo novedoso es que estas formas sean dominantes en esta época, como
expresión de una mayor independencia y autonomía del sujeto. Lo nuevo
de la tecnología hoy en su enorme capacidad de transformación, tanto del
mundo externo como interno, así como lo particular del progreso técnico es
su posibilidad de ponerse cada vez más al alcance de todo el mundo.
Un aporte lo hace Walter Ong (3) al manifestar: “El hecho es que, al
emplear aparatos mecánicos un violinista o un organista puede expresar
algo intensamente humano que no sería posible sin dicho aparato. Para
lograr tal expresión, por supuesto, el violinista u organista tiene que haber
interiorizado la tecnología, haber hecho de la herramienta o de la
máquina una segunda naturaleza, una parte psicológica de sí mismo (...)
Tal adaptación de una herramienta a uno mismo, o aprendizaje de una
habilidad tecnológica, difícilmente puede ser deshumanizadora. El uso de
una tecnología puede enriquecer la psique humana, desarrollar el espíritu
humano, intensificar su vida interior. La escritura es una tecnología
interiorizada aún más profundamente que la ejecución de música
instrumental. No obstante, para comprender qué es la escritura, lo cual
significa comprenderla en relación con su pasado, con la oralidad, debe
aceptarse sin reservas el hecho de que se trata de una tecnología” (4)
Al tiempo de dar un concepto de las culturas primarias, dice Ong que
son aquellas que no conocen la escritura bajo ninguna forma, a pesar de lo
cual se practica el conocimiento y se dan procesos de aprendizaje. Al
carecer la oralidad primaria de todo conocimiento de la escritura o la
impresión, el "arte de hablar" propio de la retórica desarrollada por los
griegos en Occidente tenía la limitación de que el discurso no podía ser
examinado, en la medida en que no podía detenerse y registrarse. Por esta
razón, las formas artísticas orales eran poco valoradas. Hoy en día, la
oralidad primaria prácticamente no existe porque el conocimiento se funda
en la escritura, aunque muchas culturas o subculturas conservan gran parte
del molde mental de la oralidad primaria.
Una característica fundamental de las culturas orales tradicionales es
que los modos de expresión y el pensamiento están restringidos al sonido,
dependiendo el conocimiento de aquello que uno puede recordar, lo que es
posible retener, y que tiene que ver con la repetición y la memoria. Es por
ello que las pautas equilibradas y claramente rítmicas con repeticiones,
alteraciones, asonancias, expresiones calificativas y proverbios, facilitan las
asociaciones y la retención. Estas características de la oralidad primaria
están asociadas con estructuras de personalidad comunitarias y
extrovertidas, concentradas en sí mismas y menos individualistas que las
que caracterizarán a la escritura.
Siempre siguiendo a Ong, en una cultura oral primaria el
pensamiento y la expresión tienden a ser de las siguientes clases:
1) Acumulativas antes que analíticas
"La expresión oral lleva una carga de epítetos y otro bagaje formulario que
la alta escritura rechaza por pesada y tediosamente redundante, debido a su
peso acumulativo.
2) Redundantes o "copiosos"
Para que el pensamiento se desarrolle, requiere cierta continuidad que la
escritura establece fuera de la mente. Fuera de la mente no hay nada a qué
volver, pues el enunciado oral desaparece en cuanto es articulado. Por lo
tanto, la mente debe avanzar con mayor lentitud, conservando cerca del
foco de atención mucho de lo que ya ha tratado. La redundancia, la
repetición de lo apenas dicho, mantiene eficazmente tanto al hablante como
al oyente en la misma sintonía.
3) Conservadoras y tradicionalistas
En las sociedades orales debe dedicarse gran energía a repetir una y otra
vez lo que se ha aprendido arduamente a través de los siglos. Esta
necesidad establece una configuración altamente tradicionalista o
conservadora de la mente que, con buena razón, reprime la
experimentación intelectual. El conocimiento es precioso y difícil de
obtener, y la sociedad respeta mucho a aquellos ancianos y ancianas sabios
que se especializan en conservarlo, que conocen y pueden contar las
historias de los días de antaño.
4) Cerca del mundo vital
Las culturas orales deben conceptuar y expresar en forma verbal todos sus
conocimientos, con referencia más o menos estrecha al mundo vital
humano, asimilando el mundo objetivo ajeno a la acción recíproca,
conocida y más inmediata, de los seres humanos. Esto en ausencia de
categorías analíticas complejas que dependen de la escritura para
estructurar el saber acierta distancia de la experiencia vivida.
5) De matices agonísticos
Prácticamente todas las culturas orales o que conservan rasgos de la
oralidad dan a los instruidos una impresión extraordinariamente agonística
en su expresión verbal y de hecho en su estilo de vida. Al mantener
incrustado el conocimiento en el mundo vital humano, la oralidad lo sitúa
dentro de un contexto de lucha. La escritura, en cambio, propicia
abstracciones que separan el saber del lugar donde los seres humanos
luchan unos contra otros; es decir, aparta al que sabe de lo sabido.
6) Empáticas y participantes antes que objetivamente apartadas
Para una cultura oral, aprender o saber significa lograr una identificación
comunitaria, empática y estrecha con lo sabido, identificarse con ello. No
es el caso de la escritura que procura el sentido de disociación o
alejamiento personales, estableciendo condiciones para la "objetividad".
7) Homeostáticas
Las sociedades orales viven intensamente en un presente que guarda el
equilibrio u homeostasis, desprendiéndose de los recuerdos que ya no
tienen pertinencia para el momento. Las palabras tienen un significado, no
existen los diccionarios y el significado de cada palabra es controlado por
lo que Godoy y Watt llaman "ratificación semántica directa", es decir, por
las situaciones reales en las cuales se utiliza la palabra aquí y ahora.
8) Situacionales antes que abstractas
La oralidad discurre en torno a las experiencias de la realidad inmediata,
mientras la abstracción se empata con la escritura y el pensamiento
conceptual.

Hacia el año 700 a.C. los griego toman el alfabeto de los fenicios y lo
adecuan a su lenguaje, dando de esta forma al nacimiento del alfabeto
griego que luego se convirtió en la fuente de todas las escrituras modernas
de Europa. Este hecho significó el aporte de la infraestructura mental para
la comunicación acumulativa basada en el conocimiento, echó las bases
para el desarrollo de la filosofía y la ciencia occidentales, tendió el puente
de la lengua hablada al lenguaje, con lo que separó lo hablado del hablante
-el objeto del sujeto- y facilitó el discurso conceptual. Es decir, la
comunicación humana se transforma cualitativamente al abandonarse la
tradición oral y la comunicación no alfabética, pero se extiende recién
cuando se generaliza la alfabetización por la difusión de la imprenta y la
fabricación del papel.
El invento de la escritura, con la creación de un soporte estable,
libera a la mente del peso de conservación de los datos, y veinte siglos
después la imprenta permite que los libros, antes carísimos e
irreproducibles, lleguen a amplios sectores. La invención de la imprenta, a
pesar de las naturales restricciones técnicas al inicio, propicia la lucha por
buscar la verdad y hacerla llegar al poder. De esta manera, la imprenta se
convirtió en eje de la lucha política e intelectual y la libertad de los
hombres para aprender a hacer uso público de su propia razón en todos los
asuntos ante el 'público lector devino en un principio revolucionario en las
luchas por el mehr licht (mas luz). La Ilustración no es otra cosa que aclarar
a través de la razón, iluminar, aliviar, abrir el espacio, ampliar el campo a la
mente.
La escritura ha transformado la conciencia humana. Esto plantea que
si bien la escritura, la imprenta, incluso la computadora, son formas de
tecnologizar la palabra, no se trata de tecnologías externas a la conciencia,
sino que se han hecho parte del individuo y lo han enriquecido en su
espíritu y en su expresión.
La escritura era y es la más trascendental de todas las invenciones
tecnológicas humanas. No constituye un mero apéndice del habla. Puesto
que traslada el habla del mundo oral y auditivo a un nuevo mundo sensorio,
el de la vista, transforma el habla y también el pensamiento.

Bien vale a esta altura del relato preguntarse por los cambios que produjo la
imprenta en el conocimiento.
Se modificaron los instrumentos de la memoria (se pasó de las rimas
y cadencias a las fórmulas y recetas); se desplazó al antiguo arte de la
retórica de bases orales del centro de la educación académico; se
produjeron tratados técnicos para difundir conocimientos prácticos; se
estimuló el empleo del análisis matemático y de diagramas y gráficos; se
redujo el atractivo de la iconografía. Asimismo, se propagaron recursos
prácticos modernos basados en la clasificación, como ficheros, índices
analíticos, repertorios; se elaboraron diccionarios exhaustivos y se fomentó
la legislación de lo "correcto" en el lenguaje; se transitó de un público de
oyentes aun público de lectores; se modificaron las relaciones sociales y se
transitó de las comunidades a la lectura solitaria. La escritura posibilita
seleccionar normas o decisiones y organizarlas en forma de guía o manual,
distinguiéndose la ley de la costumbre, por lo que a lo escrito se le atribuye
un mayor valor de verdad que a lo oral.
Entendemos fundamental precisar la relación entre la escritura y la
escuela. La escuela es una de las matrices de la modernidad en cuanto
separa la transmisión cultural de cualquier soporte fijo, radicándolo en el
propio proceso de la escolarización. En el ámbito educativo moderno
centrado en torno a la escuela, el acceso a la reflexión disciplinada supone
el texto. Más aún, el principio educativo moderno reside en la apropiación
del texto. En ese sentido, la escritura ha sido la tecnología intelectual que
afectó los procesos de escolarización. Pero esto se irá acabando en la
medida en que deja de ser a tecnología dominante y el conocimiento
disponible no sólo aumenta explosivamente, sino que aparecen otros
soportes.
El orden alfabético mencionado, si bien permite el discurso racional,
produce una fractura entre la comunicación escrita y el sistema audiovisual
de símbolos y percepciones, indispensable en la expresión de la mente
humana. Se identifica la escritura con la racionalidad y el pensamiento, y a
la expresión audiovisual se la relega al mundo de sonidos e imágenes en el
arte, o al dominio privado de ciertos sectores religiosos. Más delante, en
pleno siglo XX, el cine y la televisión tomarán la delantera sobre amplias
masas en el campo de las emociones. Sin embargo, la crítica social a los
medios mantendrá la incomprensión sobre el alcance de lo audiovisual.
Walter Ong define como "oralidad secundaria" a la transformación
electrónica de la expresión verbal, con el teléfono, la radio, la televisión y
otros aparatos electrónicos que para su existencia y funcionamiento
dependen de la escritura y la impresión. Se trata de una nueva oralidad que
posee muchas similitudes, así como diferencias, con la oralidad primaria.
Desarrolla una mística de participación, porque engendra un fuerte sentido
de grupo, y convierte a los oyentes en un público. Se trata, no obstante, de
una oralidad más deliberada y formal y origina un interés mucho mayor por
los grupos, la "aldea global" de McLuhan.
A diferencia de los miembros de una cultura oral primaria, que
tienden hacia lo externo porque han tenido poca oportunidad de practicar la
introspección, nosotros tendemos hacia lo externo porque hemos buscado
el interior. En un sentido semejante, ahí donde la oralidad primaria estimula
la espontaneidad porque no dispone del poder de reflexión analítica que
aporta la escritura, la oralidad secundaria despierta la espontaneidad
porque, a través de la reflexión analítica, hemos decidido que la
espontaneidad es algo bueno.

En la historia del conocimiento, la Tercera etapa se produce a fines del


siglo XX, después de la primera que coincide con el invento de la escritura
y de una segunda, veinte siglos después, con el invento de la imprenta.
Señala una nueva etapa en la que los conocimientos provienen en menor
medida de lo que leemos y muchos más de lo que vemos y/o escuchamos
(en la televisión, en el cine, en un periódico, incluso "leemos" en la pantalla
de una computadora), y en la que el motor de esta fase es la televisión y la
computadora. Esta idea de un tercer escalón en la evolución ha sido
desarrollada por Raffaelle Simone, quien destaca que el acto de leer es
mucho más amplio que antes porque no se lee sólo lo que está escrito.
Circulan distintos tipos de conocimiento menos articulados y más sutiles, y
que pueden prescindir de formulaciones verbales. En esta "Tercera Fase" se
producen cambios no solamente en el contenido de los conocimientos, sino
en su forma y su organización. Mientras la escritura construyó un saber, un
funcionamiento de la inteligencia y de la mente, éste va a cambiar con el
tránsito de la lectura a la "visión" y a la escucha. Los instrumentos técnicos
como los medios masivos y la computadora, posteriores a la pluma y la
imprenta, no son sólo innovaciones técnicas sino que producen cambios en
los procesos cognitivos y en las sensibilidades.
Estos cambios nos podrían hacer pensar que actualmente vivimos en
la abundancia del conocimiento, que éste se encuentra perfectamente
conservado y es de libre acceso. Empero, si bien hoy existe un clima
intelectual en el que la cultura, la organización y el mercado juegan un
papel muy importante, al que se suman factores tecnológicos como la
ampliación de la memoria electrónica, la transmisión directa por satélite y
las nuevas técnicas de compactación de datos que permiten la interacción
de múltiples usuarios en tiempo real o diferido y a la larga accesible para
todos, la era de la abundancia comunicativa es inestable e incluso
contradictoria. No trae armonía, ausencia de conflictos, envío y recepción
irrestrictos de mensajes, transparencia. La abundancia comunicativa impide
la abundancia comunicativa. La abundancia para algunos es la escasez o la
nada para otros.
Frente a la abundancia y la riqueza aparente al alcance de todos, el
saber que se requiere para participar de esta sociedad está cada vez menos
al alcance de la mayoría de personas. Estamos frente a un conocimiento
más complicado, más sofisticado. Ello significa que no es posible
adquirirlo en la familia, en la simple conversación con los amigos. Los
conocimientos específicos y avanzados se adquieren en centros
especializados, a través de manuales de instrucción que requieren
conocimientos previos.

III – La cultura de masa y la televisión.

El desarrollo de otros medios técnicos como el telégrafo, el teléfono y la


televisión acercan y posibilitan la comunicación porque acortan la distancia
entre la comunicación y la respuesta. El contacto entre las personas sufre
importantes cambios porque las limitaciones, producidas por el espacio y el
tiempo serán menores:
Cuando el radioteléfono se una a la televisión, la comunicación se
diferenciará del trato directo sólo por la imposibilidad del contacto físico:
la mano de la simpatía no podrá asir realmente la mano del beneficiario, ni
el puño alzado golpear la cabeza provocadora.
La cultura de masas, a través de la circulación de mensajes por los
medios masivos de comunicación escritos y audiovisuales, representa
esencialmente el triunfo de la industria cultural. Significa la búsqueda
máxima del beneficio, las posibilidades de la producción en serie y
consolida un completo sistema persuasivo cuya finalidad última es el
consumo masivo. La cultura masiva ofrece mensajes que se caracterizan
por su fragmentación y dispersión, uniformidad, esquematismo y su
superficialidad, así como por la oferta de valores en los que la moral de
éxito pretendería homogeneizar y uniformizar al espectador.
El medio de masas por excelencia -el que mejor ha impulsado la
cultura de masas- es la televisión. Un medio basado en el lenguaje
audiovisual que no requiere competencias para su comprensión, organizado
sobre un tipo de tecnología de distribución y de registro que asegura el
control centralizado y la máxima difusión; un acceso directo en el hogar y
un entorno doméstico muy próximo al usuario, así como una capacidad de
globalización que se ha correspondido perfectamente con el avance de
vocación universal del capitalismo avanzado.

Pero para alcanzar una comprensión de la televisión al margen de sus


funciones económicas- resulta indispensable puntualizar su rol social y
cultural. Lentamente y pese a los prejuicios y al muro que aún separa los
territorios de la alta y la baja cultura, los relatos de la industria cultural han
dejado de ser un objeto de horror para los críticos. Si la crítica logra
desprenderse de la actitud irritada y moralista que reduce la televisión a un
análisis de sus mensajes, la comprensión del papel que tienen los públicos
en la recepción y en la forma de cómo procesan las historias permitirá
indagar el real poder de los medios masivos y la televisión. La ficción
televisiva -de manera particular- ofrece una aproximación privilegiada a las
grandes cuestiones de la relación entre medios de comunicación e
identidades colectivas, la subjetividad y las identidades de los públicos. El
hecho de que decenas de millones de personas alrededor del mundo miren
algunos de los géneros más reconocidos de la televisión, como las series y
telenovelas, habla de una de las marcas culturales de nuestras sociedades,
no solamente latinoamericanas. En continentes alejados y diferenciados, la
telenovela producida en América Latina es doblada y vista con gran éxito
por públicos culturalmente diferenciados, y nos habla del fenómeno del
crecimiento de los productos articulados narrativamente, en detrimento de
los discursos informativo-argumentativos.
En el campo de la literatura, la ficción fue prácticamente la forma
narrativa mediante la cual se podía llegar a la intimidad de las personas.
Esta forma narrativa de la literatura se extiende luego al cine. Sin embargo,
los mundos de ficción de la literatura, del cine y del teatro mantienen
diferencias tangibles, y sobre todo una separación respecto de la vida
cotidiana de las personas. En el caso del teatro y del cine, porque el público
sale de su casa y se levanta y cae el telón en el escenario teatral, así como
se apagan y vuelven a encender las luces en la sala de cine. La lectura de un
libro requiere la decisión de abrirlo y cerrarlo. La televisión, en cambio,
ubicada en la casa, permite que los mundos imaginarios fluyan y se
mezclen con los de la vida diaria, creando las condiciones de una transición
más fluida y continua entre lo real e imaginario. Asimismo, la televisión no
demanda sino una actitud semi atenta, siempre con las interferencias
producidas por los "ruidos" y las actividades hogareñas, de modo que no se
aleja de la experiencia inmediata y conserva una resonancia más duradera
en la vida cotidiana con la que incesantemente se mezcla.
Según Milly Buonano la televisión abierta y masiva está cerca de la
vida de las personas porque cumple tres funciones principales: 1) La
función "fabuladora" o la oferta repetida y la narración incesante de
historias que le permiten vibrar al público siguiendo historias y
compartirlas en la vida cotidiana. Estas historias hablan sobre los grandes
temas de la vida en el mundo, como el bien y el mal, el amor y el odio, la
amistad, la violencia, la justicia, la enfermedad, las desgracias, la felicidad,
los sueños y el miedo. 2) La de "familiarización" con el mundo social,
contribuyendo a formar un "sentido común", un sustrato de creencias y
aceptaciones compartidas en una sociedad fragmentada y de experiencias
dispersas. 3) La función de "mantenimiento de la comunidad", gracias a la
capacidad de suscitar la atención de vastas y heterogéneas audiencias en
temas consensuales. Estas afirmaciones no deben llevar, sin embargo, a
ignorar la pluralidad de sentidos y de audiencias, así como la multiplicidad
de sintonías y consonancias parciales, en las que se expresan y se
reconocen los grupos tan heterogéneos de sociedades tan fragmentadas. (5)
IV – Nuevas tendencias y disolución de lo masivo.

A lo largo de los últimos años del siglo XX, la cultura masiva fue sufriendo
considerables cambios. El desarrollo de la tecnología ha propiciado una
progresiva erosión del efecto excluyente y hegemónico de los medios de
masas y de su imaginario específico. Es el paso de un medio tradicional a
un medio interactivo de nueva generación, para lo cual han tenido que
converger dos progresos tecnológicos considerables: la digitalización y la
extensión de la difusión vía satélite o vía cable. Se trata de una tendencia a
la personalización de la oferta de televisión y de servicios comunicativos
cada vez más individualizados, lo que genera que la función cotidiana de la
televisión inicie un profundo cambio. La televisión abierta y generalista era
vertical y paternalista: se mostraba, se enseñaba, se informaba. Estamos
pasando de un sistema en el que el telespectador era un apéndice
instrumental de una televisión todopoderosa y centralizada; a otro en el que
el telespectador parece empezar a operar la instrumentalización personal de
la televisión.
La televisión tradicional separaba rígidamente los géneros
confinándolos a horarios establecidos, de ritmo semanal. La neotelevisión
desregulada ya no practica la separación horaria semanal, sino que tiende a
crear franjas horarias diarias con separación temática. Por otro lado se
produce una refundición o hibridación de géneros. El musical puede tener
la apariencia de un informativo; el informativo, el ritmo de un comercial; la
ficción, la apariencia de un documental histórico. La adhesión del público
ya no se consigue por el atractivo de un determinado programa, sino por la
adherencia general de la cadena, aspecto este que se relaciona con la
imagen de marca. Si un programa tiene éxito, se le intenta ampliar para
recoger así el máximo número de espectadores; si un telefilm tiene público,
se amplía hasta convertirlo en serie. Las telenovelas o los reality-shows
incorporan a la audiencia a través de la solución a problemas de la vida
como el reencuentro de parejas o de padres e hijos, personas desaparecidas,
etc. Estas estrategias encuentran sus fundamentos en el nuevo escenario
económico que ha traído consigo la desregulación, caracterizado por un
aumento enorme de la competitividad.
Con la extensión de la nueva televisión y con el éxito y crecimiento
de Internet, en los últimos años el siglo XX surgió un nuevo paradigma
mediático y cultural. A este fenómeno se le llama la multimediatización. Es
el fruto de la integración del sistema clásico de medios con el mundo de las
telecomunicaciones de la informática y, en definitiva, con los avances
producidos con la digitalización de la información. Es un proceso
sociocultural que ha derivado en la sociedad-red.
El avance hacia las tecnologías convergentes va a permitir, a través
de la digitalización, la unificación de los soportes tecnológicos de la
televisión, el teléfono y la computadora. El futuro parece que nos conduce
al establecimiento de redes extensísimas basadas en la fibra óptica por
donde circularían audio, video y datos en paquetes muy condensados, que
permitirán no sólo la interactividad, sino también la conmutación punto a
punto. Es así que el escenario televisivo futuro se caracterizará por una
multiplicación de canales y señales que permitirá el video de acuerdo con
la demanda, como si existiera una biblioteca audiovisual universal, así
como una selección personaliza da e interactiva.
Los procesos de disolución de lo masivo tienen relación con los
modelos educativos. En términos comunicacionales, la sociedad de masas
-como ha sido expuesto- se caracteriza por una centralización de la
información, rigidez de la programación, estandarización de los productos,
regulación nacional de la información y la consiguiente pasividad del
consumidor. A este modelo correspondía un sistema educativo con una
gestión centralizada, rigidez de los currícula, un modelo instruccionista,
normalización de los sistemas de aprendizaje, control nacional del sistema,
potenciación de la memorización de los contenidos. La sociedad-red
introduce nuevos valores que afectan al sistema comunicativo y al
educativo: acaba la centralización y se produce la dispersión reticular en la
difusión y control de la información y la educación, la flexibilidad y las
diversas opciones, los modelos interactivos y construccionistas, la
diversificación y personalización, globalización, interactividad y
participación.

V – Cambios sociales y culturales: del siglo XX al XXI.

Los cambios profundos que caracterizan el paso del siglo XX al siglo XXI
están definidos por la transformación de una sociedad organizada en torno
a relaciones materiales en otra que se define y se apoya en relaciones
comunicativas. Ya desde fines del siglo XX el contacto físico es
reemplazado por esta dimensión comunicativa: los vínculos a distancia no
son ninguna limitación para todo tipo de relaciones. Dicho de otro modo,
las relaciones entre las personas pierden la fisicidad. No es que
desaparezcan las relaciones físicas, sino que pierden peso y adquiere
densidad el universo mediático-relacional, el universo de los lenguajes, el
tiempo de la comunicación. El espacio educativo-cultural sufre cambios
muy importantes por las nuevas mediaciones, los nuevos lenguajes y las
nuevas competencias. El siglo XX vivió etapas de desarrollo social bastante
diversas que marcaron la vida cotidiana, la cultura, la educación y la
economía, por la emergencia de la industrialización, la producción masiva
de bienes de consumo y la consolidación de mercados cada vez mayores y
más interconectados. Los principios de la organización industrial se
basaban en la mecanización de la producción. Se adoptó la producción en
masa como mecanismo para abaratar los productos de consumo, y la
división y organización del trabajo que provenía de la adopción del modelo
fabril de organización, que consistía en la aplicación lineal y consecutiva de
la mano de obra en el proceso de producción, sistematizado según
principios de tiempo/productividad.
Se puede sostener que dos ámbitos decisivos de la vida se encuentran
hoy globalizados y cruzan fronteras sin limitaciones de espacio ni de
tiempo: la información y las finanzas. Pero el incremento de la circulación
se distribuye de modo paradójico entre las personas: un informe reciente de
Naciones Unidas sobre concentración de la riqueza en el mundo indica que
actualmente la fortuna sumada de las 225 familias más adineradas del
planeta es equivalente a lo que posee el 47% más pobre de la población
total del mundo y las tres personas más ricas poseen más dinero que el PBI
sumado de los 48 países más pobres. Para los demás -para las mayorías- las
manos vacías y los ojos colmados con imágenes del mundo.
La capacidad intelectual y la imaginación, la invención y la
organización de nuevas tecnologías son los elementos estratégicos clave.
Por consiguiente, el conocimiento y las habilidades se erigen como única
fuente de ventaja relativa. En este nuevo siglo es cada vez más claro que la
riqueza emana del conocimiento, un bien que está cada vez más amplia y
libremente extendido que nunca, y aparentemente a disposición de todos a
través de las redes. Asistimos a un proceso evidente de cambio en los
modos de producción y apropiación de la riqueza.
En la historia de la comunicación humana la imprenta, el teléfono, la
televisión y la computadora han supuesto grandes cambios. Está surgiendo
un nuevo medio de comunicación humana, que podría acabar superando
todas las revoluciones anteriores por el impacto que empieza a alcanzar en
la vida económica y social. Internet y las redes están haciendo posible una
nueva economía basada en una red de inteligencia humana. En esta
economía digital, los individuos y las empresas crean riqueza aplicando su
conocimiento, la inteligencia humana interconectada y su esfuerzo a la
industria, la agricultura y los servicios. Al igual que los tendidos de energía
eléctrica, las carreteras, los puentes y otros servicios constituían la
infraestructura de nuestras viejas economías basadas en la industria y la
explotación de los recursos, la red se está convirtiendo en la infraestructura
de una nueva economía del conocimiento. El mundo desarrollado está
dejando de ser una economía industrial basada en el acero, los automóviles
y las carreteras para convertirse en una economía digital construida a base
de silicio, computadoras y redes. En la nueva economía, de forma
creciente, la información en todas sus formas, las transacciones y las
comunicaciones humanas se vuelven digitales, reducidas a bytes
almacenados en computadores que se mueven a la velocidad de la luz.
Si actualmente la capacidad intelectual, la creatividad y la invención
son creadoras de riqueza, es evidente que el papel de la educación es y será
creciente. Si las instancias productivas se alteran, si las características del
trabajo cambian, es obvio que la formación básica, técnica y profesional
sufrirá modificaciones que no pueden ser postergadas.

VI – La globalización y el conocimiento. La sociedad


informacional.

El profesor de la Universidad de Berkeley, Manuel Castells, tiene una


extensa obra titulada “La era de la información. Economía, sociedad y
cultural” en donde estudia la nueva estructura social producto de la
reestructuración del modo capitalista de producción hacia finales del siglo
XX y que está asociada con el surgimiento de un nuevo modo de
desarrollo: el informacionalismo. Sostiene que al final del siglo XX
vivimos una "transformación de nuestra cultura material por obra de un
nuevo paradigma tecnológico organizado en torno a las tecnologías de la
información" (6) que se expande de forma exponencial por su capacidad, a
través de un lenguaje digital común de generalizar, almacenar, recobrar,
procesar y transmitir información.
El sociólogo español Manuel Castells planteó distinguir entre
Sociedad Informacional y Sociedad de la Información. Afirma que el
término Sociedad de la Información destaca el papel de la información en
las sociedades. No obstante, sostiene que la información, en su sentido más
amplio, es decir, como comunicación del conocimiento, ha sido
fundamental en todas las sociedades, incluso en la Europa del Medioevo.
Considera que el término informacional estaría indicando el atributo de una
forma específica de organización social en el que "la generación, el
procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las
fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas
condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico" (7). Más
aún, uno de los rasgos clave de la sociedad informacional es la lógica de
interconexión en su estructura básica, lo cual explica el concepto
fundamental de Castells de "sociedad-red", donde las funciones y los
procesos dominantes en la era de la información se organizan cada vez más
en torno a redes, en las cuales el poder de los flujos tiene prioridad sobre
los flujos de poder.
Según Castells, vivimos un cambio cualitativo, una nueva
experiencia humana. Si durante milenios se planteó un dominio de la
naturaleza sobre la cultura, y como producto de la Edad Moderna y de la
Revolución Industrial se produjo el triunfo de la razón -que permitió el
dominio de la naturaleza por la cultura-, hoy en día vivimos un modo
puramente cultural de interacción y organización sociales. En él la
información es el ingrediente clave, así como los flujos de mensajes e
imágenes. Dicho de otro modo -y esto me parece una de las afirmaciones
más sugerentes de Castells- nuestra especie ha alcanzado un grado de
conocimiento y organización que le permitirá vivir en un mundo
predominante- mente social. "Es el comienzo de una nueva existencia, la
de la información, marcada por la autonomía de la cultura frente a las
bases materiales de nuestra existencia" (8).
Está presente el debate de si Internet es un asunto del futuro o del
presente, si las extremas diferencias económicas y sociales son un
impedimento para la conectividad técnica. Al respecto, Castells sostiene en
recientes artículos que las redes son el tejido de nuestras vidas, no son el
futuro, sino el presente, y que las diferencias están sobre todo en la
capacidad educativa y cultural de utilizar la tecnología. Esta mirada
fundamental resalta la importancia de insistir en una educación orientada a
“aprender a aprender”. Para el autor, la sociedad-red es la telaraña mundial
de comunicación interactiva de individuos y organizaciones. Si bien la
tecnología que sirve de sustento a la arquitectura de la red es abierta y
permite el acceso amplio y masivo, la desigualdad está más bien en el
dominio electrónico. Las redes de comunicación se caracterizan por su
penetración, su descentralización multilateral y su flexibilidad. Se
expandieron como colonias de microorganismos, para seguir la imagen
biológica de Rheingold. Empero, reflejarán los intereses comerciales ya
que extenderán la lógica controladora de las principales organizaciones
públicas y privadas a todo el ámbito de la comunicación. Pero, a diferencia
de los medios de comunicación de masas de la galaxia de McLuhan, han
incorporado tecnológica y culturalmente las propiedades de la
interactividad y la comunicación.
En ese mismo sentido otros especialistas coinciden en definir a la
información como un recurso simbólico y reflexivo, señalando que resulta
crucial controlar los códigos a través de los cuales se accede a la
información como un factor de poder. El control sobre la producción,
acumulación y circulación de información depende del control de los
códigos, los cuales no se encuentran distribuidos uniformemente. Si somos
herederos de la modernidad es porque venimos de una cultura que permite
que la gente se piense a sí misma en términos individuales. Si resulta un
plusvalor la posibilidad de construir una identidad autónoma, hoy debemos
pensar en la desigualdad y en las clases sociales más en términos de acceso
desigual a los nuevos recursos de individuación que simplemente en
términos materiales.
¿Qué efectos trascendentes de la actual globalización sobre los
procesos productivos tienen un impacto sobre la educación?
1. La desmasificación.
Así como la revolución industrial hizo de la estandarización el mecanismo
esencial para generar economías de escala, el procesamiento digital de la
información permite hoy en día la producción diferenciada y a medida. En
el caso de la industria cultural ya ha sido precisado. Pero además, la
masificación de la educación como producto de la modernidad se halla en
crisis y lo está porque el proyecto de crear paquetes o módulos de
conocimientos necesarios y suficientes a los que los educandos tenían que
acceder como condición para pasar de una fase a otra bajo un proyecto
lineal y por etapas ha sido ampliamente superado por un ritmo, forma y
carácter de acceso al conocimiento diferente. Niños enseñándoles a sus
padres, formas de acceso que rompen el orden tradicional, variedad y
diversidad de fuentes, formas multimedia de aprendizaje, imágenes que
pueblan la imaginación y alimentan el conocimiento antes y más que los
libros. ¿Qué tipo de destrezas tiene que formarse en los educandos hoy en
las instituciones educativas? ¿Acaso son las mismas que antes?
2. La desintermediación en la economía.
Ello se manifiesta en que, a través del uso creciente de Internet, los
procesos de adquisición de bienes y servicios -y por supuesto la oferta de
éstos- se pueden hacer de modo directo. Lo mismo ocurre con el desarrollo
de la industria cultural, desde la televisión por cable hasta las muy diversas
formas de entretenimiento y de información. En el caso de la educación, a
la clásica intermediación a través de libros y de la palabra del profesor, se
suma la relación directa que el usuario-estudiante puede tener con las
fuentes. En ese sentido, Internet acaba con la secuencialidad, con el camino
establecido como forma de acceso al conocimiento, e instala formas
directas de acceso que ya no son controlables.
3. La mayor des agregación productiva.
En términos económicos significa que mientras en la era industrial se
controlaba directamente todo el proceso productivo hasta el producto final,
hoy en día con la globalización este proceso se encuentra fragmentado en el
mundo. Hay lugares donde sólo se ensamblan equipos que otros fabrican, y
con la reducción de costos de transporte y comunicación los proveedores
pueden competir aunque provengan de cualquier parte del mundo. En el
caso de la industria cultural, esto se expresa a través de coproducciones y
de la globalización de géneros, personajes, etc. Esto, en el campo de la
educación, es sumamente interesante: el educando no es el producto final
de una escuela, un maestro o un proceso cerrado. El educando es producto
de un cúmulo de interacciones y fuentes, relaciones y referentes
diferenciados y no sólo eso: de experiencias que pasan por sus sentidos, sus
conocimientos y sus afectos. Por ese motivo la educación tendría que
atender dicha diversidad
4. La descentralización.
Mientras antes la información era escasa, ahora es abundante, excesiva
incluso para muchos. Antes los sistemas de poder y las burocracias
controlaban el procesamiento de la información, los datos, y allí estaba su
valor agregado. Hoy en día la velocidad de respuesta de cualquier
organización es parte de su eficacia y competitividad. Las organizaciones,
desde el Estado, las empresas e incluso las instituciones educativas que
funcionan sobre la base del control y no de la confianza, están condenadas
por su falta de dinamismo y respuesta. Por otro lado, en el campo de la
Industria Cultural, el esquema de "lo mismo para todos" ha cedido paso aún
servicio a domicilio y de acuerdo con los intereses de cada quien. Incluso
en Internet. La educación se ve conmovida por la descentralización y no
alcanza todavía a entenderla porque afecta su lógica tradicional. Si algo
tenían las instituciones educativas era un control casi absoluto sobre el
conocimiento, los datos y la información. Tanto las escuelas como las
universidades. Hoy esto cambió. Las instituciones que no comprendan este
cambio están destinadas a desaparecer porque habrá un momento en el cual
no serán necesarias. Su sistema organizativo y burocrático requiere
repensarse. Sólo sobrevivirán si entienden que tienen que enseñar a
"aprender a aprender" y que el esfuerzo protagónico es más del educando y
su convicción autónoma.
Frente a la desnacionalización y privatización crecientes de la era
global, ¿no será que requerimos nuevos conceptos, nuevos paradigmas,
instituciones flexibles y dinámicas y nuevos valores? ¿Quién es hoy el
"otro" de la comunicación? ¿Quién es hoy el “otro” en la educación?

Citas y notas

(1) SIMONE, Raffaele. “Tercera fase”. Madrid, Taurus, 2001

(2) MUMFORD, Lewis. “Técnica y civilización”. Madrid, Alianza


Editorial, 2006, pág. 21.

(3) Walter Jackson Ong nació en Kansas City, Missouri el 30 de noviembre


de 1912. Su padre era protestante y madre católica, pero en su formación
predominó la creencia materna.
En 1933 se licenció en la Universidad de Rockhurst, donde se
especializó en latín. En 1935 entró en la Sociedad de Jesús y luego trabajó
en la imprenta y en la publicación. En 1946 fue ordenado sacerdote. Ong
consiguió un master en inglés en Universidad de Saint Louis y luego se
licenció en Filosofía y Teología en la misma universidad. En 1955, después
de conseguir el doctorado en inglés en la Universidad de Harvard, volvió a
la Universidad de Saint Louis, donde fue profesor durante 30 años. En
1971 fue elegido miembro de la academia americana de las Ciencias y de
las Artes. En marzo y abril de 1974, sirvió de conferencista de Lincoln,
exponiendo en Camerún, Zaire, Senegal y en Nigeria. En 1978 Ong fue
elegido presidente de Modern Language Association of América.
Su obra más importante es “Oralidad y escritura: Tecnologías de la
palabra” del año 1982. En esta obra se pone en escena, a partir de los
estudios lingüísticos de Ferdinand de Saussure, la influencia que tiene la
oralidad y la escritura en los diferentes grupos humanos. Explica que el
lenguaje es completamente oral, lo cual implica que hay una necesidad en
las sociedades de comunicarse y por lo tanto, es a través del lenguaje que se
construyen los significados que le dan sentido a la realidad.
Expone a la oralidad como un evento “natural”, pues menciona que
en toda cultura se aprende a hablar, a menos que lo impidan cuestiones
fisiológicas o psicológicas en el individuo.
Menciona luego, que la escritura es tecnología y la define así por ser
“artificial”, ya que no es algo integrado al cuerpo como la voz, sino que es
un invento del ser humano. Pero esto no quiere decir que no esté presente la
oralidad.
Por lo que más adelante, propone dos tipos de oralidad:
Oralidad primaria: se presenta cuando el lenguaje es hablado y no
depende de un medio visual para que pueda ser interpretado, es decir, no
hay escritura, solamente hay narrativa.1 Por lo que se basa en la duración
del sonido, un acontecimiento instantáneo y poco duradero.
Oralidad secundaria: se presenta al hacer uso de la escritura y la
oralidad para conformar el lenguaje. Al representar los fonemas, a través de
la escritura, le da una presencia más duradera.
Adicional a lo anterior, menciona que la oralidad puede ser
independiente de la escritura, pero esta última no puede llegar a ser
completamente independiente del mundo oral, puesto que al simple acto de
leer, lo escrito se transforma en sonido.
Concluye que la escritura como la oralidad, constituyen los procesos
cognitivos, solo que de diferente manera: “Tanto la oralidad como el
surgimiento de la escritura a partir de la oralidad, son necesarias para la
evolución de la conciencia”.

(4) ONG, Walter J. “Oralidad y escritura”. México, Fondo de cultura


económica, 2006, pág. 85.

(5) BUONANO, Milly. “El drama televisivo. Identidad y contenidos


sociales”. Barcelona, Gedisa, 1999, pág. 62 y s.s.

(6) CASTELLS, Manuel. “La era de la información. Economía, sociedad y


cultural”. México, Siglo XXI, 2000, pág. 76.

(7) Ibidem.

(8) Ibidem.

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