Bloom y El Pensa CRT

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Por otro lado, Bloom evoca seis aspectos del pensamiento crítico, de creciente

complejidad e íntimamente ligados al proceso de aprendizaje (Bloom 1971). La


taxonomía va desde el orden inferior al superior: desde recoger información hasta
juzgar un resultado (Anderson & Krathwohl 2001). Los niveles que propone son:

1. Conocimiento

2. Comprensión

3. Aplicación

4. Análisis

5. Síntesis

6. Evaluación

ste modelo, que Bloom plantea para explicar la progresividad del aprendizaje viene
a ser un proceso de pensamiento crítico que profundiza en el conocimiento y puede
aplicarse a otros ámbitos que no sean el educativo.

Scriven & Paul piensan que se puede formar y guiar al estudiante para
conceptualizar, aplicar, analizar, sintetizar y evaluar información a través de la
experiencia y de la reflexión, así como llegar a una opinión y a una manera de
actuar consciente. Según su visión, el pensamiento crítico tiene dos componentes:
por una parte, un conjunto de destrezas de producción y procesamiento de
información y creencias y, por otra, el hábito de utilizar dichas destrezas para guiar
su comportamiento (Scriven & Paul 2003).

Siguiendo en el mundo de la enseñanza, el pensamiento crítico supone la habilidad


para explorar un problema, cuestión o situación; integrar la información válida
sobre los mismos, llegar a una solución o hipótesis y justificar una propuesta
(Warnick & Inch 1994; citado en Petress 2004). Para Petress el pensamiento crítico
incluye la evaluación del proceso que lleve a la toma de decisiones, por lo que
requiere “tiempo, energía, habilidad y dedicación” (Petress 2004). Añade este autor que
es necesario integrar en la definición del pensamiento crítico los siguientes
criterios: suficiencia, relevancia, fiabilidad, consistencia, actualidad, accesibilidad,
objetividad. En el proceso formativo, recoge las siguientes características de un
pensador crítico (Ferrett 1997; citado en Petress 2004): plantear las oportunas
cuestiones; evaluar argumentos; admitir vacíos de conocimientos o información;
tener curiosidad; estar interesado en hallar nuevas soluciones; definir con claridad
criterios para analizar ideas; examinar creencias, convencimientos y opiniones y
contrastarlos con los hechos; escuchar cuidadosamente a los otros y ser capaz de
dar “feedback”; suspender el juicio antes de haber recogido y considerado todos los
hechos; acreditar asunciones y creencias en base a evidencias; revisar opiniones
ante nuevos hechos; buscar beneficios; examinar problemas cuidadosamente;
rechazar información incorrecta o irrelevante; considerar que el pensamiento crítico
es un proceso vital de autoafirmación. Estas características, según Petress, están
imbuidas de un sentido dialógico, que a su vez da sentido al valor social del
pensamiento crítico (Petress 2004).

Paul & Elder, definen el pensamiento crítico como un modo de pensar en el cual “el
pensante mejora la calidad de su pensamiento al apoderarse de las estructuras
inherentes del acto de pensar y al someterlas a estándares intelectuales”. El
resultado es un pensador crítico que formula preguntas con claridad y precisión,
que evalúa información, que llega a conclusiones y soluciones a base de criterios
relevantes, que piensa con una mente abierta y da soluciones a problemas
complejos. Añaden estos autores que el pensamiento crítico es “auto-dirigido, auto-
disciplinado, autorregulado, y auto-corregido” (Paul & Elder 2003).

Para Villarini el sistema del pensamiento se articula en tres subsistemas


dependiendo de factores de adaptación e histórico-culturales: sistema de
representación o codificación que forma significado (imágenes, nociones,
conceptos); sistema de operaciones o la forma de organizar o reorganizar la
información y sistema de actitudes (emociones, sentimientos, valores). Para
Villarini, el pensamiento crítico se define como “la capacidad del pensamiento para
examinarse y evaluarse a sí mismo (el pensamiento propio o el de los otros)” (Villarini
2003
). Este examen y evaluación tienen como resultado una mejora en la persona y
en su entorno. Es relevante en Villarini la vinculación de la educación del
pensamiento crítico en la actividad política y social. Según este autor es un proceso
que lleva a la implicación, al compromiso y a la solidaridad, después de un proceso
individual. Para que el aprendizaje sea auténtico, incluido el del pensamiento
crítico, las actividades en clase tienen que ser significativas, activas, reflexivas,
colaborativas y empoderadoras (Villarini 2003).

Para Facione, los buenos pensadores críticos se definen función de lo que hacen,
cómo lo hacen y cómo llegan a una síntesis. Facione concluye que el pensamiento
crítico es “el proceso del juicio intencional, auto regulado” (Facione 2007). Para este
proceso Facione propone seis pasos (Facione 2007):

1. Identificar el problema

2. Definir el contexto

3. Enumerar las opciones

4. Analizar las razones explícitamente

5. Listar las razones explícitamente

6. Autorregulación

El pensamiento crítico, añade este autor, impregna toda la vida y le da sentido; va


más allá del aula. Es una competencia esencial en la investigación, en la educación,
así como en la vida personal y cívica de cada uno.

Desde el punto de vista del docente, Moore, después de una entrevista con 17
académicos de tres áreas de conocimiento (historia, filosofía y estudios culturales y
literarios) para conocer su visión y conceptualización del pensamiento crítico,
distingue las siguientes siete categorías en el concepto del pensamiento crítico:
emitir juicios; tener una visión escéptica y cuestionadora de la realidad; ser original
y producir conocimiento; leer de forma sensata y cuidadosa un texto; racionalidad y
forma de razonamiento; adoptar una postura ética y activista; y como
autorreflexión y autoconciencia (Moore 2013). Esta aportación supone un análisis y
categorización de la visión del pensamiento crítico de los docentes universitarios en
la práctica, uno de los objetivos del presente estudio. Moore es consciente de que
su estudio es limitado, aun así demuestra la variedad de respuestas que dan los
docentes para definir la competencia, al tratarse de un término polisémico. Su
aportación también remarca la convicción y el compromiso de los docentes de
incluir en sus aulas dicha competencia.
En síntesis, podría decirse que lo característico del pensamiento crítico es que se
trata de un pensamiento orientado a la comprensión y resolución de problemas, a
la evaluación de alternativas y a la toma de decisiones. El pensamiento crítico
implica comprender, evaluar y resolver. Implica autoevaluación, pensar acerca del
pensamiento (metapensamiento) y estar seguro de no pasar, sin fundamento
suficiente, a conclusiones. En la educación superior, el pensamiento crítico es uno
de los elementos claves en la consecución de una sociedad sostenible. Por dicho
motivo, hay que educar en la crítica, en una nueva forma de pensar, de evaluar y
de hacer. La universidad da la oportunidad de confrontar valores, prácticas,
pedagogías, programas de aprendizaje, etc. con la comunidad y que dicho
aprendizaje se vea reflejado en la vida profesional del estudiante de forma
sostenible (Wals & Jickling 2002). El pensamiento crítico puede llegar a una actuación y a un
compromiso propio y social. Por eso su importancia, no sólo en la educación, sino
en el mundo profesional.

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