Base s2
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Sociología de la educación
Lectura
Curriculum. Tensiones
conceptuales y prácticas
Resumen
Abstract
This essay analyses two divergent curricular trends which evolved in the course of the last
century. One of them considers the curriculum as linked to a systematic or institutional
project; this point of view is present in different plans and syllabi proposals. The other one
is associated to concepts like everyday life, curriculum as an intellectual practice and
Díaz Barriga: Currículo. Tensiones conceptuales y…
curricular reality, recovering what happens within the educational ambit, particularly in the
classroom. The paper acknowledges the trends’ sole origin at the beginning of the 20th
century; it also analyses their evolution, which was marked by mutual discredit. Finally,
there is a reflection upon the need to identify each trend’s asset and shortcomings.
Introducción
El campo del currículo forma parte de los saberes educativos que tuvieron un
amplio debate a fin del siglo pasado. Se trata de una disciplina que nació a la
sombra de la evolución de la ciencia de la educación estadounidense para atender
la educación del hombre en la era industrial. En esta disciplina trabaja un conjunto
de académicos con la finalidad de promover su desarrollo conceptual y práctico;
sin embargo, sus diversas perspectivas analíticas han evolucionado de una
manera tan dinámica que la han tornado impredecible por la multiplicidad de
temáticas que son objeto de discusión. De alguna forma se percibe que el campo
del currículo atraviesa por un conjunto de tensiones, entre las necesidades
institucionales que le dieron origen y distintas perspectivas de investigadores y
académicos.
Llama la atención que la teoría educativa del siglo XX, en su propia conformación,
haya permitido en su desarrollo una estructura conceptual que podría
caracterizarse como “posmoderna”. Si bien dificulta la quizá originaria pretensión
de tener una versión clara y acabada sobre un saber para abrir el desarrollo de
varias disciplinas (currículo, evaluación y planificación), señala la posibilidad de
entender la realidad educativa en un proceso complejo y con puntos de vista
singulares. En esta perspectiva los conceptos currículo, evaluación y planificación
están sujetos a una tensión: la de su racionalidad originaria (eficientista,
conductual, gerencialista) y la diversidad impuesta por lo singular, particular,
“único e irrepetible” de un acto educativo que reclama ser interpretado.
En todo caso, aquí podemos identificar una primera tensión en el campo curricular,
donde concepto y disciplina aparecen confrontados y en dinámicas epistémicas
diversas.
El surgimiento del campo del currículo, 4 a principios del siglo XX, cubría la
necesidad de atender los problemas que afrontaba la enseñanza en el contexto
del sistema escolar. A su vez, estuvo signado por el surgimiento de la
industrialización de esos años.
El ámbito curricular surgió con dos tendencias5 que a fines del siglo XX mostraron
sorprendentes desarrollos. Una 6 vinculada a los procesos educativos, las
experiencias escolares y el desarrollo de cada estudiante. Así, el filósofo y
educador del denominado movimiento progresista de la educación, John Dewey,
elabora The child and the curriculum (1902) donde propone una perspectiva
centrada en el alumno y realiza importantes desarrollos sobre el papel de la
experiencia en el aprendizaje. 7 Por otra parte, una visión más cercana a las
instituciones, es decir, a la necesidad de establecer con claridad una secuencia de
contenidos que fundamenten la elección de los temas de enseñanza. La
propuesta es formulada por un ingeniero, profesor de administración, Franklin
Bobbit que presenta en 1918 su primer libro denominado The curriculum y, años
más tarde, en How to make the curriculum (1924). 8 Esta perspectiva tomaría
fuerza con el trabajo de Charter, Curriculum construction (1924).
En la realidad, la visión que estableció Tyler prevaleció en el campo casi por dos
décadas, se internacionalizó en la década de los setenta conformando una
generación de modelos pedagógicos que influyeron en las reformas educativas de
esos años en América Latina, e impactando de diversa forma el debate
pedagógico europeo. Al concluir la década de los setenta, tal como se puede
observar en la literatura, el campo del currículo no sólo desplazaba a la didáctica
en cierto sentido, sino que tenía presencia mundial. Por otra parte, Beyer y Liston
sostienen que los intentos por establecer “una alternativa al modelo establecido
por Tyler” no han sido fructíferos (Beyer y Liston, 2001, p. 50).
A partir de ese momento, una vez “reestablecidas” las vetas originarias del campo
del currículo, los investigadores continuarían profundizando y realizando
elaboraciones en cada una de estas perspectivas mediante diversas formas:
currículum formal (frente o vs.) vivido, currículum establecido (frente o vs.) oculto,
currículum formal (frente o vs.) currículum como proceso. Incluso se llegaron a
formular “sinsentidos” en estas categorizaciones al hablar de “currículum nulo”.
Así, las fronteras del campo se diluyeron y los objetos de estudio se multiplicaron.
Sin embargo, las dos ópticas del campo curricular entraron en tensión
paulatinamente. Lo que puede observarse en varias de las dinámicas que
actualmente se encuentran en el ámbito curricular. A nivel internacional resulta
muy claro que la perspectiva curricular vinculada al diseño o desarrollo de planes y
programas de estudio se ha mantenido en un plano de menor determinación –esto
es, se reconoce que no se puede modelar la elaboración de planes y programas–
que busca orientar y recuperar la riqueza que se genera en cada experiencia de
elaboración o reformulación de un plan o programa de estudios.
Mientras por otro lado, las perspectivas del currículo como proceso, como lo vivido
o como lo oculto –que son diferentes– han abierto la posibilidad de múltiples y
distintos desarrollos conceptuales: las relaciones entre cultura y procesos
escolares; el empleo de la etnología, llamada etnografía en educación, para
describir una multiplicidad de acontecimientos en el escenario escolar, como:
formas de autoridad y de trabajo pedagógico, sistemas de interacción entre
estudiantes y de evaluación. Es decir, de-velar la cultura escolar desde dentro.
En algún sentido la mirada curricular original se perdió, pues no interesa identificar
las experiencias educativas en el aula, sino documentar lo no documentado.
Por otra parte, quienes interpretan el campo curricular desde las diversas
perspectivas de la vida cotidiana, descubren una insospechada riqueza en la vida
escolar que reclama ser conocida. Sus diversos instrumentos de aproximación les
permiten dar cuenta de una serie de acontecimientos sobre los cuáles no se ha
reflexionado. Ello los lleva a buscar modelos de conceptualización de esta
realidad que en ocasiones resultan “abigarrados”; sin embargo, establecen un
rigor conceptual en un lugar donde lo que impera es el acontecimiento educativo
en sí. En estricto sentido debemos reconocer que no siempre logran esta tarea;
tampoco ofrecen un análisis que permita una mejor comprensión del
acontecimiento educativo. En parte porque las conceptualizaciones densas al final
de cuentas impiden iluminar lo que acontece en el aula, y porque en ocasiones se
pierden en la descripción de sus observaciones con interpretaciones simples y
puntuales a hechos complejos. Ciertamente consideran “absurda” la pretensión
de establecer una organización curricular, pues sus estudios muestran que existe
una “contra-organización” que surge en el aula, en la relación cotidiana entre
docentes y estudiantes. De igual forma extienden comentarios críticos que
desconocen cualquier otra opción curricular.
reto que quizá deban tomar más en serio los académicos que abordan estos
estudios.
Referencias
Bobbit, F. (1941). The curriculum of modern education. Nueva York: McGraw Hill.
Díaz Barriga, Á. (2003). The curriculum. Conceptual and practical tensions. Revista
Electrónica de Investigación Educativa, 5 (2). Retrieved month day, year from:
http://redie.ens.uabc.mx/vol5no2/contents-diazbarriga.html
1
“Las grandes reformas que necesitaba la educación pública sólo se realizaron después de la
derrota francesa en la guerra franco-prusiana de 1870 (…) a partir del nombramiento en 1879 de
Jules Ferry como ministro de Instrucción empieza la verdadera reorganización de la educación
pública francesa (…) las leyes transformaron la estructura de la enseñanza e influyeron en la
educación del resto de Europa y en la Hispanoamérica” (Luzuriaga, 1964, p. 74).
2
Didáctica Magna fue escrita en 1657. La primera edición impresa de La guía de las escuelas
cristianas data de 1720 y Cómo Gertrudis enseña a sus hijos se publicó en 1801.
3
En su estudio sobre la historia de la educación pública, Luzuriaga analiza las diversas leyes que
en este sentido se emitieron en Francia en el siglo XIX y concluye:
Las grandes reformas que necesitaba la educación pública sólo se realizaron después de la
derrota francesa en la guerra franco-prusiana de 1870 y con la proclamación de la tercera
república (...) entonces Francia recurre a la educación como su principal instrumento. (...)
Después del nombramiento de Ferry en 1879 como Ministro de Instrucción se empieza la
verdadera reorganización de la educación pública francesa (...) entre 1880 y 1883 se
establecieron una serie de leyes que transformaron la estructura de la enseñanza francesa y
que tanto influyeron en la del resto de Europa y en la Hispanoamérica (Luzuriaga, 1964).
4
Es necesario diferenciar el surgimiento del vocablo currículum, del surgimiento del campo del
currículum. En el primer caso, la palabra permitió designar un plan de formación, una carrera de
vida. En el segundo, podemos identificar el surgimiento de una disciplina en el campo de las
ciencias de la educación que permitió atender los problemas de la enseñanza en la era industrial,
de cara a la conformación de los sistemas educativos.
5
Este aspecto ha sido documentado en los trabajos de Díaz Barriga, A. (1995) y Furlán, A. (1996).
6
Preferimos emplear la denominación una y otra, y no la primera y la segunda para no dar la
impresión de una preponderancia de una sobre la otra. Ambas perspectivas responden a una
tendencia y no sólo se desarrollarán de diversas formas en el siglo, sino que se manifestarán en
conflicto y tensión.
7
Ciertamente el desarrollo de una teoría de la experiencia en el aprendizaje será desarrollada con
mayor amplitud por el mismo Dewey casi veinte años después.
8
En los años cuarenta elabora un tercer libro que se titula The curriculum of modern education.
9
Esta declaración fue traducida por Luzuriaga, en 1944, con el título El nuevo programa escolar. El
comité estaba integrado, entre otros, por Bagley, Bonser, Kilpatrick, Rugg, Bobbit, Charters,
Counts, Judd, Coutis, Horn, Kelly y Works. Algunos de ellos completaron la declaración con un
documento propio. En todo caso la declaración fue un intento por superar la reacción
antiprogramática que se había generado en la escuela nueva (Kilpatrick, Rugg, Washburne,
Bonner, 1944).
10
Hilda Taba realiza esta afirmación en la introducción de su libro Elaboración del currículo (1974),
al reconocer que en esa sesión Tyler y ella acordaron elaborar un documento que saldara los
temas que se habían abierto.
11
Su primera edición en inglés data de 1949, su traducción al castellano es un tanto tardía (1970),
pero su impacto en América Latina es tan relevante que mientras los historiadores de la educación
estadounidenses consideran a Tyler como un especialista en medición (Cremin) e incluso como el
padre de la evaluación (Sttuflebeam), en América Latina es un referente obligado en el campo del
currículo.
12
En el caso mexicano es muy interesante observar este cambio de comportamiento en los
docentes de primaria. Su pregunta actual no es la del maestro-artesano: qué y cómo voy a
enseñar, sino qué me toca enseñar (según el programa) y qué actividades puedo hacer de las que
me recomienda el libro del maestro. Un cambio de la era industrial sobre el cual conviene
detenerse como mayor detalle.
13
“Este libro –expresa el autor– se propone remediar algunas deficiencias y presentar un análisis
sociológico amplio y claro que contribuya a la comprensión del estado actual del currículo y de los
problemas de control social vinculados al mismo” (Eggleston, 1980, p. 9).
Lectura
Aportes de la sociología al
estudio de la educación
Rojas-León, Alexis
Aportes de la sociología al estudio de la educación (Autores clásicos)
Educación, vol. 38, núm. 1, enero-junio, 2014, pp. 33-58
Universidad de Costa Rica
San Pedro, Montes de Oca, Costa Rica
Alexis Rojas-León1
Consultor y docente universitario
Universidad de Costa Rica, Sede del Atlántico
Cartago, Costa Rica
[email protected]
Resumen: Desde sus inicios, la sociología se ha enfocado en el estudio de áreas específicas como lo es
la educación, hasta convertirse en una ciencia que profundiza en el estudio científico y especializado
del tema. Este documento presenta un repaso de los aportes de diversas tradiciones teóricas europeas
acerca de la educación. De los “insumos teóricos” presentados, se desprende la reflexión y la propuesta
teórica acerca del objeto de estudio de la sociología de la educación, debido a que en ocasiones
parece no haber claridad ni consenso entre los autores. Lo anterior con el fin de analizar aquellos
aspectos medulares acerca de la comprensión de las múltiples interacciones entre sociedad-educación
y viceversa, visibles desde la sociología. Por último, como una de las principales conclusiones, se
argumenta que la tradicionalmente llamada sociología de la educación, engloba la sociología
educacional, la sociología educativa y la sociología del sistema educativo. Estas constituyen líneas de
investigación de un mismo tema, pero su categorización facilita la especificación de diversos aspectos
dentro de un mismo objeto de estudio.
Abstract: Since its origins, sociology has focused on the study of specific areas such as education,
in order to become a science that not only explores the scientific studies, but is also specialized on the
subject matter. This article presents an overview of the contributions of various theoretical European
traditions regarding education. From the “theoretical inputs” presented, the reflection and theoretical
proposal about the subject matter related to the sociology of education are re-defined, due to a seemingly
lack of clarity or consensus among the authors. Mainly, this research attempts to analyze those core
issues related to the understanding of the multiple interactions between society-education and vice versa,
visible from sociology. As one of the main findings, it is argued that the traditionally named sociology
of education encompasses three subject matters: sociology of education, pedagogical sociology and the
sociology of the educational system. Although these lines of research are intertwined, its categorization
facilitates the specific understanding of various aspects within the same subject matter.
1
Sociólogo, educador e historiador (UCR), ha sido docente universitario en educación (UCR-Sede del Atlántico), en tesis de
graduación, métodos de investigación e historia para las carreras de Publicidad y Derecho (Universidad Internacional de las
Américas); teoría social para Enfermería y Trabajo Social (Universidad Latina); consultor para el Colegio Federado de Ingenieros
y de Arquitectos (CFIA); docente en estudios sociales y educación cívica en colegios públicos y privados; investigador del Instituto
de Investigaciones Sociales (IIS-UCR), del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) y consultor para
Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT).
I. Introducción
Estas preguntas parecen “inocentes”, pero son cruciales para entender ampliamente lo
que se desarrollará más adelante, debido a que la sociología, según Adorno y Horkheimer
(1969), nace como “hija del positivismo” y, desde sus inicios, busca liberar a la voluntad y
el conocimiento de la influencia del saber religioso y de cualquier especulación metafísica
proveniente de la filosofía, por medio de la rigurosidad y objetividad de la investigación
científica aplicada a la comprensión de los fenómenos sociales.
Es decir, si bien la “novedad” de la sociología no se encontraba en su objeto de estudio
(la sociedad), siendo este parte de la reflexión humana ya desde épocas anteriores (como en
Herodoto, Ibn Jaldun, etc.), lo “novedoso” y el aporte de la sociología son los métodos y las
interpretaciones teóricas acerca de la sociedad que surgirán del estudio científico de la misma.
Así, la sociología, al igual que muchas otras ciencias, comenzó un largo camino de
construcción que llevó a un desarrollo de ideas, teorías, métodos, técnicas y debates acerca
del objeto de estudio propio de la sociología (Berthelot, 2003), que sirvieron (y sirven) como
parte de una constante “revisión” de los logros de la sociología como ciencia.
De esta forma se fue dando un distanciamiento de lo emocional y lo religioso como forma
de comprender la realidad, pasando a una racionalidad a través de la ciencia y tratando de
evitar el traslado mecánico de conocimientos, técnicas y métodos de las ciencias naturales
hacia las ciencias sociales (Elias, 2002), desarrollando métodos y técnicas propios (como toda
ciencia) y dándole a la sociología la categoría de conocimiento científico.
A partir de esto, la sociología fue lentamente desarrollando los elementos necesarios de
toda ciencia, como lo es el “empleo sistemático y crítico de la investigación, el pensamiento
teórico y el pensamiento lógico-argumental para desarrollar un cuerpo de conocimiento sobre
un objeto definido” (Taberner, 2005, p. 17).
Pero como señala este mismo autor, el conocimiento científico es diverso, debido a que
no todas las ciencias son experimentales. No obstante, la crítica y la aplicación rigurosa del
método son requisitos necesarios de la sociología al igual que en toda ciencia.
En relación con el desarrollo del pensamiento teórico dentro del caso específico de la sociología,
con el paso del tiempo y la aparición de más personas interesadas en este campo, surge una
pluralidad de enfoques teóricos y formas de analizar la sociedad y los fenómenos sociales, dando
paso a la aparición de autores que dejaron detrás de sí una larga tradición teórica en la sociología.
Ahora bien, todo lo anterior nos lleva a hacer la pregunta ¿qué es la teoría? Para los fines
conceptuales de este documento, se entiende por teoría
Para alcanzar esto, toda teoría debe desarrollar una consistencia y coherencia interna
que le permita interpretar los fenómenos sociales (o a la sociedad como un todo), desarrollando
conceptos propios y un abordaje capaz de describir, interpretar y explicar su objeto de estudio.
De esta manera, términos como funcionalismo, funcional-estructuralismo, estructuralismo
marxista, fenomenología, etc., empezaron a ser de uso común dentro de la sociología, al
nombrar la clasificación de las diversas corrientes teóricas que aparecieron durante el siglo
XX. Por lo anterior, las respuestas a la pregunta “¿qué es la sociología?” dependerán de la
perspectiva o tradición teórica desde la que se posicione un autor.
No obstante, de forma sucinta y simplificada, se puede definir sociología como la ciencia
que estudia la sociedad con sus propios métodos, tanto su estructura como la acción social, que
toma a la sociedad como “un todo” (a partir de sus elementos objetivos) o la visualiza desde
la escala de los individuos (subjetivos e intersubjetivos), poniendo el énfasis en la dimensión
macrosocial o microsocial respectivamente.
Para esto emplea métodos de investigación cualitativa y cuantitativa dando como
resultado el análisis, comprensión y reflexión de los fenómenos sociales y las interrelaciones
entre distintos áreas o aspectos sociales.
Es en este punto donde se puede hablar de la sociología como un campo plural, es decir,
se trata de reconocer la existencia de «sociologías» que hacen énfasis en unos u otros aspectos
pero que al mismo tiempo permiten clasificar la producción sociológica como algo diverso.
Así por ejemplo, se han dado discrepancias entre quienes ven a la sociología desde
un punto de vista “empirista” o “teoreticista” (Horkheimer, 2000); quienes hablan de una
sociología experimental frente a una sociología social, sociología académica, etc. (Lahire,
2006b); o los debates entre “pragmáticos sociales” y “filósofos sociales” (Adorno, 2006), que se
diferencian por sus posiciones (en distintos grados) acerca de la importancia de la evidencia
empírica, la construcción de la teoría, la elaboración de las investigaciones, el desarrollo de
un abordaje metodológico innovador y exhaustivo, etc.
Habiendo detallado en síntesis en qué consiste la teoría sociológica, surge una nueva
pregunta, la cual es ¿para qué sirve la sociología? Es claro que esto lleva a analizar el sentido
de utilidad del saber sociológico y su valor académico y extraacadémico, en una ciencia con
una función diversa (determinada por quien produce dicho conocimiento) sobre la sociedad
y tiempo actual, que por su misma función y diversas perspectivas se encuentra destinada
constantemente a ofrecer sus resultados y contestar: ““¿Para qué sirve realmente tal o cual
sociología?” O “¿cómo los actores sociales utilizan publicaciones sociológicas a las que pueden
tener acceso?”” (Lahire, 2006b, p. 28).
Precisamente, la sociedad legítima o deslegitima el saber sociológico según la función
que le dé quien investiga y la utilidad que se le asigne socialmente. De esta forma, para
algunos la sociología es capaz del análisis y diagnóstico de la sociedad, para otros aporta el
ideario de la lucha de los oprimidos en contra del poder, para algunos es la generadora de
instrumentos para la dominación de quienes ejercen poder político y para otros, se integra en
proyectos de cambios sociales por medio de la acción participativa de comunidades.
Al final la utilización del conocimiento sociológico por parte de la comunidad científica,
los actores sociales y los actores políticos encargados de la toma de decisiones importantes, son
en última instancia quienes definen la importancia (práctica) de los aportes de la sociología
para la sociedad.
Por supuesto, muchas de las investigaciones en sociología tienen trascendencia en el
ámbito académico universitario y en el seno de la comunidad científica. Pero, ¿cuánto del
conocimiento sociológico producido por las investigaciones realizadas en Costa Rica forma
parte del repertorio de conocimientos de los estudiantes de carreras de educación? ¿Cuánto
conocen los profesionales en educación que ejercen en primaria o secundaria sobre las
investigaciones más recientes? ¿Cuántas de las investigaciones realizadas en los últimos
años habrán sido consideradas por quienes ocupan puestos importantes en el Ministerio de
Educación Pública (MEP) para la toma de decisiones? ¿Por qué en documentos oficiales del
MEP no se hace mención de estas investigaciones y de sus resultados?
Desafortunadamente esa es la realidad que enfrenta quien desee ejercer la sociología.
Sin embargo, esto no es una “sentencia del destino”, sino una realidad que podría cambiar,
empezando en la propia comunidad científica de la sociología, la cual necesita revalorar la
importancia de su trabajo.
Por otro lado, la simple definición ofrecida por sí misma no permite comprender en toda
su extensión a la sociología como ciencia y sus posibles repercusiones en la realidad social.
Para lograr esto es necesario profundizar en las diversas perceptivas o tradiciones teóricas.
En cuanto a su utilidad, este es un tema de debate que depende de la posición asumida,
tanto de quien pregunta como de quien contesta y que sólo el lector podrá juzgar cuando
profundice, por su cuenta, en la producción sociológica.
Han sido numerosos los aportes que desde la sociología se han desarrollado acerca de la
educación. Tantos aportes que se podrían organizar por escuelas, tradiciones o corrientes para
un mayor entendimiento del tema y de las diversas perspectivas dentro de una misma ciencia.
También conocida por algunos autores como la perspectiva del consenso o positivista, ha
tenido una larga tradición dentro de los ámbitos académicos. Aquí particularmente se hará
referencia a uno de los principales exponentes en Francia.
En su obra el filósofo Emile Durkheim (1858-1917) le da a la educación y al sistema
educativo un lugar prioritario en relación con la sociedad. Junto a su producción escrita, su
carrera docente combinó en varias ocasiones la educación y las ciencias sociales.
Lo anterior sucedió cuando obtuvo la cátedra de pedagogía y ciencias sociales de la
Universidad de Burdeos (1896), o cuando fue nombrado profesor titular del curso de ciencia de
la educación y sociología en la Universidad de la Sorbona (1902), donde “defendió la necesidad
de recurrir a la sociología de la educación para sustentar tanto las teorías como las prácticas
pedagógicas, pues toda educación es de naturaleza social” (Álvarez-Uría, 2007, pp. 117-118).
Su perspectiva sociológica prioriza a las estructuras sociales por encima del individuo,
le concede especial importancia a la socialización y a los procesos reproductivos de las pautas
socioculturales, dando gran valor a la coacción y coerción social sobre el individuo, siendo la
moral el elemento que permea todo el proceso educativo.
Vale destacar principalmente que para Durkheim, la socialización es de suma
importancia, porque opera como el proceso de integración de los individuos a la sociedad y
la adquisición por parte de estos de las competencias necesarias. El resultado final, es la
dotación de un cierto modelo de individuo para una determinada sociedad en un espacio y
tiempo definido.
Otros de los conceptos claves para entender la obra durkheniana son “acción general”,
“acción colectiva”, “solidaridad mecánica”, “solidaridad orgánica” y “hecho social”, pero debido
a la amplitud de estos, no es posible desarrollarlos ampliamente.
Ahora bien, dentro de su obra se destacan ciertos estudios referentes a la educación como
Educación y Sociología (1922/2009) donde analiza la educación desde los sistemas educativos
que existieron y existen en cada sociedad, donde el sistema es único y múltiple a la vez, es
decir, a todos los miembros de la sociedad le da ciertas pautas de uniformidad, pero también
la educación varía según clases sociales, lugar de residencia, época, etc.
Una constante en su obra sobre educación, es la defensa del carácter social de la
educación ante quienes privilegiaban su carácter individualista y psicológico, debido a que
para el autor, la educación y el sistema educativo responden a necesidades eminentemente
sociales. Además, dentro del sistema educativo reconoce el importante papel del Estado en
establecer fines de índole social y el poder de la educación para tratar de alcanzarlos.
Por otro lado, reconoce la diferencia entre educación y pedagogía, “donde se desprende
que la educación no es más que la materia de la pedagogía. Esta última estriba en una
determinada forma de pensar respecto a los elementos de la educación” (Durkheim, 2009, p.
73). De esta forma la pedagogía como teoría práctica (negando su carácter de arte o ciencia)
se apoya en las ciencias de la educación para su aplicación.
En cuanto a su relación con la sociología, Durkheim afirma que precisamente es esta
ciencia la que ayuda a determinar los fines de la educación que se encuentran acordes con los
fines de la sociedad y para lo cual es necesario la reproducción de las pautas socioculturales,
donde cada norma e institución cumple con darle mantenimiento a la sociedad para que siga
conservando su forma (Taberner, 2005).
Por su parte en La Educación Moral (1925/2002) realiza un análisis de la moral laica
racionalista que aporta los elementos para el funcionamiento de la sociedad como un todo,
donde la escuela apoya y resguarda el “tipo nacional francés” (imperante en la época en que
escribe el texto), lejos de los dogmas y prácticas religiosas.
Para el autor, la educación moral sucede durante el proceso de la primera infancia
dentro de la familia. Pero es principalmente en la segunda infancia que transcurre dentro de
la escuela primaria y lejos de la familia, donde se constituyen las bases de la moral para la
vida social fuera del círculo familiar.
De esta forma, el individuo en la infancia aprende las reglas generales, llamadas
morales, como reglas preestablecidas para circunstancias particulares que “al agente moral
le toca decidir cómo convenga particularizarla. Siempre hay un margen que se deja a su
iniciativa, pero este margen es limitado” (Durkheim, 2002, p. 53).
Es aquí donde la sociedad a través de los agentes de socialización, como la escuela,
impone, regula y establece el accionar de los individuos. Es decir, la moral (elemento externo
al individuo) disciplina el accionar de cada uno de los individuos.
Dentro de su análisis, Durkheim propone que existen elementos de la moralidad, entre los cuales
el primero es el espíritu de la disciplina, que establece conductas reguladas y fines determinados y
define –al regular y contener– el horizonte de posibilidades del individuo en sociedad.
pensar, el comportamiento y la forma de sentir son impuestos desde el exterior del individuo. En
el caso de la educación, los elementos de la moral deben ser inculcados en los jóvenes para lograr
que las futuras generaciones cuenten con valores morales que a través de la coacción o coerción
modelen el comportamiento de los individuos. Para esto la socialización se cubre de importancia
como medio para el aprendizaje de las pautas que facilitan el introducirse en el mundo social,
siendo estas pautas (junto con creencias, tendencias y prácticas) consideradas colectivamente.
Por último, bajo la influencia durkheniana (pero con marcadas diferencias y nuevos
aportes), se puede ubicar los diversos trabajos de autores como Marcel Mauss (1872-1950),
Claude Lévi-Strauss (1908-2009) y Pierre Bourdieu (1930-2002). Este último constituye un
referente mundial acerca del estudio sociológico de la educación, lo cual quedó plasmado en
su obra acerca del sistema educativo y la sociedad francesa del siglo XX (que se espera poder
abordar en futuros ensayos o artículos).
También, para algunos estudiosos del tema, autores como Talcott Parsons (1902-1979) y
Robert Merton (1910-2003) se ubican dentro de la influencia de esta tradición y forman parte
de la llamada escuela estadounidense de sociología bajo el término “funcional estructuralismo”.
O el inglés Basil Bernstein (1924-2000), quien en una combinación de sociología y lingüística,
se enfoca en el discurso pedagógico, el control social, las clases, la desventaja sociocultural,
etc., dando como resultado otra vertiente para el estudio sociológico de la educación.
Esta corriente se relaciona con los aportes del filósofo, abogado y economista Max Weber
(1864-1920), en lo que algunos autores llaman sociología comprensiva, de la interacción social,
individualismo metodológico o accionismo.
En resumidas cuentas se puede decir que la perspectiva teórica weberiana se centra
en la acción social y la interacción social (en este caso lo social es el resultado de esta
interacción). Como señala en Economía y Sociedad (Weber, 1922/2008) la sociología es “una
ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera explicarla
causalmente en su desarrollo y efectos” (Weber, 2008, p. 5).
En el caso de acción, se define como “una conducta humana (bien consista en un hacer
externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción
enlacen a ella un sentido subjetivo” (Weber, 2008, p. 5).
Es decir, esta corriente teórica prioriza sobre el sentido y significado que los sujetos
dan a sus acciones y decisiones individuales. Por eso, se concentra en el individuo y no en las
estructuras sociales y le concede mayor importancia a la comprensión de la acción social (la cual
tiene un sentido y significado) que a la coerción o coacción social (como en el caso de Durkheim).
Para este autor, la sociología debe encargarse de interpretar la acción a partir de
la evidencia obtenida. Sin embargo, “la explicación interpretativa frente a la observación
tiene ciertamente como precio el carácter esencialmente más hipotético y fragmentario
de los resultados alcanzados por la interpretación. Pero es precisamente lo específico del
conocimiento sociológico” (Weber, 2008, p. 13).
cualificado como sabio, sino que ha de estarlo también como profesor, y estas dos cualidades no
se implican recíprocamente ni mucho menos” (Weber, 2000, p. 189).
Tercero, el “éxito” de un curso no es algo cuantificable, debido a que todo depende de
la asistencia de los estudiantes y esta a su vez depende de circunstancias externas como
“el temperamento del profesor o su timbre de voz” (Weber, 2000, p. 190). Por eso, Weber
desconfiaba de los cursos con salones llenos de estudiantes, debido a que son engañosos en
cuanto a la calidad de la enseñanza impartida.
Cuarto, para Weber las opiniones políticas de los profesores no deben marcar a los
estudiantes, aunque resulte imposible prescindir de toda simpatía política de carácter subjetivo
por parte del profesor hacia ciertos temas. Esto con el fin de valorar el lugar del conocimiento
científico y no introducir en los salones de clase los juicios políticos valorativos del docente.
Por otro lado, a través de ensayos o intervenciones en congresos, Weber realizó sus otros
aportes al análisis de la educación en la Alemania de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Así por ejemplo, en La pretendida libertad intelectual en las universidades alemanas
(1908/2007) Weber profundiza en la libertad intelectual de los profesores de educación
superior, siendo esta atentada por el clericalismo y otros elementos, al igual que el interés
del autor por dilucidar sobre los alcances de la libertad intelectual, ya que para él “esta
pretendida libertad depende, en primer lugar, de la adhesión a opiniones bien vistas en la
Corte y en los salones, y, en segundo lugar, de que vaya acompañada de la expresión de un
mínimo o de una apariencia de conformismo religioso” (Weber, 2007, p. 53).
Dos años más tarde, en La libertad intelectual en las universidades (Weber, 1909/2007,
p. 56) vuelve a tocar este tema en relación a “la libertad de la ciencia, de la investigación y de
la enseñanza” y el papel de la iglesia y el Estado como condicionantes de esta libertad y de la
permanencia o no de un profesor en su puesto.
De esta manera es claro que en el caso de Weber, no existe un interés particular por investigar a
fondo el tema de la educación como si sucedió en el caso de Durkheim. No obstante, se puede reconocer
que para Weber la educación se encuentra asociada con la división social en clases y estamentos.
Bajo la influencia weberiana, se pueden clasificar los trabajos en dos ramas distintas.
Por un lado, Jean-Claude Passeron (1930-?) y la teoría de la reproducción desarrollada junto
con Pierre Bourdieu, por otro lado, Raymond Boudon (1934-?), quien para Van Haecht (1999)
representa de mejor manera el individualismo metodológico.
De forma paralela al accionismo, pero influenciada por esta corriente, surgió durante la
segunda mitad del siglo XX la sociología de la acción o accionalismo, cuyos puntos de análisis
han sido los movimientos sociales, los conflictos sociales en busca de orientar el sentido de la
sociedad y la transformación del sujeto en actor durante este proceso.
El principal representante de esta corriente es Alain Touraine (1925-?), que aunque no
escribió o investigó sobre la educación exclusivamente, es importante destacar su presencia y
ciertas referencias que hizo acerca de la educación en el momento actual.
Para Touraine (2009) la sociedad, y específicamente la francesa, se enfrenta a una
falta de reconocimiento de las características individuales de los estudiantes por parte de la
De todos los clásicos, es quizá Georg Simmel (1858-1918) el único que no goza de un
amplio prestigio en Latinoamérica como los anteriores (Durkheim, Weber, Marx), debido, tal
vez, al desconocimiento de su obra o la subvaloración de la misma.
Recientemente en español ha sido publicada la obra Pedagogía Escolar (Simmel,
1921/2008), la cual recoge sus lecciones sobre pedagogía (impartidas en el Jardín de Botánica
de la Universidad de Estrasburgo, único lugar que quedó disponible al ser ocupadas las
aulas como hospital militar durante la Primera Guerra Mundial), escritas por Simmel pero
editadas por Karl Hauter.
Watier (2005) señala que este enfoque teórico se caracteriza por considerar a la sociología
como una ciencia ecléctica, que toma de otras ciencias (Historia, Antropología, etc.) materiales
para elaborar una síntesis con base en una nueva mirada (mirada sociológica) sobre los hechos,
por eso las obras de Simmel abarcan un amplio espectro de ciencias sociales y la filosofía.
Esta mirada parte de la premisa de tomar cierta distancia para registrar los hechos y
la experiencia que sucede en la realidad social. Pero valora que estos hechos puedan tomar el
lugar de conocimientos como una construcción, producto de una interpretación y un modelado
por parte de los individuos que se encuentran inmersos en numerosas ligaduras sociales.
Por otro lado, para Simmel la sociedad es posible gracias a la conciencia de ser
socializado, de quienes integran la sociedad. Esta se da bajo una reciprocidad, pero no se da
en forma total y mucho menos de la forma idealizada que denotan algunos autores (Watier,
2005), dando paso a una correlación entre el individuo y la aparición de colectivos, de los
cuales forma parte.
Por eso, para este autor la aparición de grupos y las formas de ligaduras y relaciones
asociativas entre sus integrantes se cubren de especial importancia, ya que dan paso a la
formación de colectivos.
Otro aspecto importante del análisis de Simmel son las formas de socialización, las cuales
cargan con un contenido (intereses, pulsiones, disposiciones, sentimientos, etc.), en las cuales para
conseguirlos cada individuo va a materializarlos a través de diversas formas de socializarse.
Por eso, si bien para Simmel son importantes las instituciones sociales, es más importante el estudio
de las asociaciones como parte de las relaciones de unos con otros, dinámica en la que la socialización se
convierte en un vínculo entre individuos y genera diversos grados de cohesión entre los mismos.
Estas formas de asociación son más o menos conscientes. Así el contenido de una
socialización puede generar asociaciones y estas a su vez genera la aparición de colectivos, de
manera que, entre más elevado sea el grado de conciencia de aquello que los une, más alto
será valorizada esa ligadura que los une.
Para aclarar lo anterior es necesario compararlo con lo indicado por Durkheim, el otro autor
que le da énfasis al tema de la socialización, de forma que “un durkheimiano diría que el número
y la intensidad de las relaciones contribuyen a la densidad moral de la sociedad, y Simmel añade
a ello claramente una posibilidad de expansión personal e individual” (Watier, 2005, p. 25).
En el campo de la educación, Simmel (2008) plantea que a la pedagogía comúnmente
no se le reconoce como ciencia, pero para él la pedagogía es un arte dentro de la praxis
pedagógica de quien enseña, el cual necesita de un saber. Por eso aclara que
(…) no sólo de uno [de un saber] en un sentido técnico, que consistiría en el aprendizaje
práctico de pequeños ejercicios manuales, sino un saber sobre el material, sobre la
extensión y límites de las tareas, sobre el campo global de principios y máximas que
está entre la última forma, decidida sólo a través del talento o del genio, y lo técnico-
artesanal, y que hace a lo último adaptable a lo primero, y que traslada a éste hacia
aquél (Simmel, 2008, pp. 11-12).
docente asume los contenidos como materia prima de un proceso de rendimiento individual
y vivo, debido a que Simmel visualiza al estudiante como un agente activo del proceso de
enseñanza y aprendizaje.
Ahora bien, en este punto se espera que el lector y la lectora tengan una perspectiva
más amplia sobre la sociología como ciencia social y sobre sus distintas tradiciones teóricas.
Este repaso por las perspectivas teóricas más influyentes (Durkheim, Weber, Marx, Simmel)
se hizo necesario justamente para responder a las preguntas iniciales: ¿qué es? Y ¿para qué
sirve la sociología? En este caso interesaba principalmente que dichas respuestas subrayaran
los aportes de dicha ciencia al campo específico de la educación.
Conviene señalar que en esa misma línea, algunos autores importantes han continuado
estas corrientes teóricas detalladas antes en épocas más recientes y han profundizado en
este tema desde un enfoque claramente sociológico y otros han realizado un aporte propio.
Entre estas se encuentra la obra de Karl Mannheim (1893-1947), que desde de la sociología
del conocimiento realizó ciertas observaciones sobre la educación en su paso por Inglaterra,
que fue editado de forma póstuma (Kupiec, 2008) e inspiró a muchos investigadores ingleses
como Ottaway (1965), quien reconoce la importancia de la obra de Mannheim en el desarrollo
de la sociología de la educación inglesa y del interés por el pensamiento sociológico por parte
de la generación de estudiantes de docencia en ese momento y posteriormente.
No obstante, continuar con los abordajes teóricos sería extender la discusión sin llegar a
cumplir el objetivo de este trabajo (reflexionar sobre el objeto de la sociología de la educación).
En futuros ensayos o artículos se retomaran con detalle estos aportes de autores más recientes.
En este caso interesa ahora reflexionar acerca del “segundo elemento de la ecuación”, en
otras palabras ¿qué es la educación? Para pasar posteriormente a enfocarse en el objeto de
estudio de la llamada sociología de la educación, debido a que en ocasiones parece no haber
claridad ni consenso entre los autores clásicos.
Lo anterior lleva a formularse preguntas como: ¿qué se entiende por educación? ¿Cómo se
da la educación? ¿Quiénes intervienen y de qué forma en la educación? ¿Qué aspectos sociales,
económicos, culturales, etc., se encuentran involucrados con la educación?
Para poder contestar algunas de estas preguntas y estudiar la educación como objeto de
estudio, las y los educadores cuentan con la pedagogía y esta a su vez cuenta con las llamadas
ciencias de la educación (donde la sociología es tan solo una de ellas), debido a la complejidad
del fenómeno educativo.
Al respecto Gómez y Domínguez (2001, p. 23) tratan de definir educación y señalan la
pluralidad de definiciones existentes.
Si bien tal afirmación es acertada, cometen varios errores muy comunes a la hora de
brindar una definición sobre la educación, que desde el enfoque aquí expuesto, no se adaptan
a los tiempos actuales, ya sea porque de forma similar como señala Horkheimer (2000, p. 23)
para el caso de la teoría “se ha observado mal, o bien hay algún error en los principios teóricos”.
Para aclarar mejor lo anterior, se presenta la definición de los autores y se señala lo que
se considera, son errores en su definición:
En este punto se debe ser categórico al decir que cualquier centro educativo es un escenario
social donde la interacción entre los posibles y distintos sujetos involucrados en el proceso de
enseñanza y aprendizaje, aportan a la creación de una red amplia de relaciones e interacciones
dentro de las cuales la socialización es un proceso y no responsabilidad de una sola persona.
En otras palabras, personal administrativo-docentes-madres y padres-estudiantes-
comunidad-Estado, configuran el escenario educativo donde lo institucional, lo intersubjetivo
y lo subjetivo intervienen en la formación del educando.
Cuarto, que el adulto tenga “las llaves” para entrar a la sociedad, el conocimiento y la
experiencia social, es volver a las visiones jerarquizadas y jerarquizantes, estructuradas y
estructurantes del docente como un ser “omnisapiente e infalible” y del estudiante como un
“cascarón hueco y vacío de conocimiento”, el cual debe el docente llenar con su “sabiduría”.
Sin duda la pedagogía ha evolucionado a visiones donde el educador es un facilitador,
orientador y mediador entre el conocimiento y el estudiante. La labor del docente es de
facilitar el proceso de aprendizaje a través de una enseñanza que al emplear medios, técnicas
e instrumentos novedosos, permitan una cierta autonomía del educando para definir su
proceso de aprendizaje.
A esto se debe sumar que la escuela es un espacio caracterizado por la diversidad en sus
diferentes sectores poblacionales. Un ejemplo de esto es el caso de la población estudiantil,
que durante mucho tiempo se le consideró como un grupo homogéneo. No obstante, la visión
ha cambiado, ya que ahora se le define como un grupo heterogéneo debido al origen familiar,
sexo, edad, condiciones socioeconómicas, lugar de residencia, capacidades sociocognitivas, etc.
Además, la educación se da en múltiples escenarios y su realidad es una pluralidad de
situaciones y bajo circunstancias diversas.
De forma indirecta, esto vendría, por un lado, a confirmar el carácter cambiante de
la educación por lo cual es importante observarla desde una perspectiva histórica. Por otro
lado, permitiría reconocer que actualmente es necesario convertir a los centros educativos
en lugares de integración, donde la pedagogía englobe temas como la interculturalidad,
diversidad, derechos humanos, prevención de la violencia, educación para la paz, etc.
Por eso, así como los centros educativos han cambiado, también ha cambiado la visión
acerca de la población estudiantil, reconociendo la diversidad y las necesidades individuales.
Esto queda claro con el caso de la población con necesidades educativas especiales y los enfoques
que ha adoptado la educación especial, respecto a lo cual Gardou (2000, p. 255) señala que ha
evolucionado “desde la internación en los asilos, pasando por la creación de clases especiales, hasta
el desarrollo de los centros especializados y los recientes dispositivos con miras a la integración.”
Por otro lado, como indica Díaz (2009), al revisar la historia de la educación se puede
notar que esta es un proceso cambiante, producto de las transformaciones de las sociedades.
Específicamente durante la segunda mitad del siglo XX se abrió la “oferta de pedagogías” a las
diversas corrientes pedagógicas del momento: enseñanza programada y tecnología educativa,
psicología cognitiva (Bruner, Ausubel), la pedagogía liberadora (Freire), constructivismo
(Vitgosky, Piaget), etc., cada una con diferente “intencionalidad” acerca del modelo de
sociedad, educando y ciudadanía que desean construir.
sin evitar “incógnitas” o una pluralidad de enfoques que dan como resultado una constelación
de posibles objetos de estudio para la sociología de la educación.
Ante esto, de forma propositiva se podría sugerir que la sociología de la educación se
ocupa de un “macrotema” porque “la materia es, en efecto, inmensa y poco definida” (Janne,
1980, p. 13), donde se podría reconocer múltiples definiciones sobre el objeto de estudio desde
diversas perspectivas.
De esta forma, como aporte sobre el tema, luego del repaso de todo lo antes mencionado, es
preciso “catalogar” el horizonte de todo lo observable en materia de sociología de la educación, porque
una clasificación brinda una mayor claridad acerca del tema. En este caso, el estudio sociológico de
la educación es un campo amplio que se puede seccionar y clasificar de la siguiente forma:
De lo anterior se puede decir que la sociología se puede ocupar tanto de los factores
sociales que puedan tener una consecuencia o relación con la educación y viceversa, como de
las instituciones educativas (en general y no solo de las escuelas) en calidad de institución
social y escenario social donde ocurre la interacción social de numerosos individuos (docentes,
estudiantes, madres, padres, etc.).
Profundizando en la clasificación de las otras visiones y como parte de la propuesta para
abarcar el objeto de estudio de esta rama de la sociología, es preciso diferenciar entre:
laboral del personal docente. Además, entrarían dentro de la sociología del sistema
educativo el estudio del sistema de admisión, de promoción, escogencia de carrera,
etc., de cualquier centro educativo donde se presente una selección de estudiantes de
entre una población mayor.
Como ejemplo se menciona la sociología de la educación enfocada en el estudio del
sistema educativo. Esta no sólo debería preocuparse por estudiar las condiciones en
las que llegan los estudiantes a presentar el examen de admisión de una universidad,
sino también los factores que puedan incidir en la escogencia de carrera (al respecto es
revelador el estudio de Bourdieu y Passeron (2006) en Los Herederos), e incluso observar
los resultados al final del proceso, es decir, con base en el número de graduados, analizar
sus posibilidades de ingreso al mercado laboral con la preparación recibida.
Por otro lado, desde la sociología del sistema educativo se visualiza al sistema como
escenario social, donde se producen interacciones sociales con el contexto comunitario
y entre estudiantes, docentes, administrativos, etc.
• La sociología educacional: “que se interesa por el desarrollo de los conocimientos
de carácter sociológico y psicosociológico que tienen relación directa o conexiones
lógicas con los problemas de la práctica educativa” (Jensen, 1971, p. 11), es decir,
enfocada en la interacción y problemática que acontece en la práctica educativa,
siendo esta una acción de índole social.
Sociología de
la educación
Dentro de cada línea investigativa, se sugieren temas que podrían ser abordados dentro
de la sociología de la educación. Por supuesto, algunas personas se “escandalizarían” con esta
propuesta, debido a que toca algunos temas que algunos considerarían “feudo privado” de
otras ciencias como la psicología.
Pero, en la época actual en que se incentivan las investigaciones interdisciplinarias y
transdisciplinarias y ante temas que se encuentra en zonas de frontera (entre 2, 3 o más
ciencias) ¿cabe pensar en “segregacionismos científicos”? o ¿Será mejor abrir espacio para la
integración entre disciplinas?
III. Conclusiones
Por eso, siguiendo la óptica de Jensen (1971) cabría preguntarse ¿será acaso que la
sociología de la educación no podrá aportar para la comprensión y búsqueda de soluciones
a problemas como la violencia en centro educativos (estudiante a estudiante/ estudiante a
docente), la deserción, la repitencia, el llamado fracaso escolar (que comúnmente se le endilga
al estudiante sin reflexionar sobre las posibles causas sociales involucradas), etc.?, es decir,
pensar sobre problemas relacionados con la práctica educativa en términos prácticos, de
manera que esta no sólo se restrinja al proceso de enseñanza y aprendizaje.
Por supuesto, al leer las sugerencias previas para tratar de definir el objeto de estudio
de la sociología de la educación al igual que los temas sugeridos en el esquema 2, se quiere
destacar que al ser la educación un macrotema, la tradicionalmente llamada sociología de
la educación (relación sociedad-educación-sociedad), engloba la sociología educacional, la
sociología educativa y del sistema educativo, resultando ser líneas de investigación de un
mismo tema, pero su categorización facilita la especificación de diversos aspectos dentro de
un mismo objeto de estudio, que pueden incluirse dentro de lo que se llamará sociología de la
educación, más que el resultado irreconciliable de un debate sin fin.
Por último, también se pretende llamar la atención sobre los aportes que algunas
ciencias (como la sociología) pueden dar en diversos campos y las posibles integraciones o
complementariedades teóricas o metodológicas que puedan surgir, alrededor de un tema como
la educación, que es viable abordar desde una óptica inter y transdisciplinaria.
En ese sentido es claro que existe la necesidad ineludible de mayores investigaciones,
artículos y ensayos, ya que aún falta mucho por explorar y desarrollar, tanto dentro de este
campo científico, como dentro de la educación como objeto de estudio. Se exhorta pues al lector
y lectora a que ahonde en el desarrollo de propuestas y proyectos investigativos y de esta
manera aporte también al debate respecto a la sociología de la educación.
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