Constitucionalismo en Ecuador PDF
Constitucionalismo en Ecuador PDF
Constitucionalismo en Ecuador PDF
Constitucionalismo en Ecuador
Quito - Ecuador
Grijalva Jiménez, Agustín
Constitucionalismo en Ecuador / Agustín Grijalva Jiménez. 1ª ed.- Quito: Corte
Constitucional para el Período de Transición, 2011. (Pensamiento jurídico contemporá-
neo, 5)
290 p.; 15x21 cm + CD-ROM
ISBN: 978-9942-07-050-0
Derechos de Autor: 036558
1. Derecho constitucional - Ecuador. 2. Historia del derecho. 3. Justicia constitucional. 4.
Garantías constitucionales y derechos constitucionales. I. Título. II. Serie.
CDD: 342.866 CDU: 342(866) LC: KHK2919.G7 2011 Cutter-Sanborn: G857
Catalogación en la Fuente: Biblioteca Corte Constitucional
Corte Constitucional
para el Período de Transición
Corte Constitucional
Av. 12 de Octubre N16-114
y Pasaje Nicolás Jiménez. 2º piso.
Tels.: (593-2) 2565-177 / 2565-170
www.corteconstitucional.gob.ec
Todos los derechos reservados. Esta obra no expresa ni compromete el criterio de los jueces de la Corte
Constitucional. Se autoriza su reproducción siempre que se cite la fuente.
A mi hijo
David Francisco, luz de cada día.
5
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Patricio Pazmiño Freire
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
CAPÍTULO 1
PANORAMA GENERAL
CAPÍTULO 3
JUSTICIA CONSTITUCIONAL
1. Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
1.1. ¿Qué es independencia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
1.2. Importancia política de la independencia
de la Corte Constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
1.3. Independencia judicial y democracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
2. Acceso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
2.1. Acceso formal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
2.2. Acceso material y social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
3. Eficiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
4. Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
13
une, que no es otra cosa que ese nuevo país que buscamos y anhelamos
todos.
Constitucionalismo en Ecuador, el libro de Agustín Grijalva, que la
Corte Constitucional, por intermedio de su Centro de Estudios, presenta
hoy al público, no habla precisamente de esa ilusión y de esa esperanza
por un Ecuador distinto, aquel dibujado por la Constitución de 2008,
donde el Estado tenga como finalidad de su accionar y límite último la
eficacia de los derechos. Es un libro importante, no solo porque condensa
el pensamiento y las esperanzas de un jurista ecuatoriano progresista, que
vive y piensa en el Ecuador, sobre este proceso de cambio cultural y jurí-
dico, sino porque también refleja sus limitaciones y contradicciones; y en
medio de eso, nos da pistas, nos alerta, sobre el camino a seguir, y sobre
aquellos “malos pasos” que deberíamos evitar, de ser posible.
Agustín Grijalva presenta una visión panorámica, pero no por ello
superficial, del constitucionalismo ecuatoriano y sus retos, desarrollada en
tres capítulos. En el primero, el autor ofrece al lector una visión general
del modelo constitucional vigente con especial interés y atención en la lla-
mada Constitución económica y en el fundamento constitucional de la
nueva economía.
En el segundo capítulo, titulado “Derechos”, Grijalva estudia la rela-
ción derechos humanos y democracia y los retos del régimen constitucio-
nal en algunos temas importantes, todavía no resueltos, o a su modo de
ver no bien resueltos por los constituyentes de Montecristi: la relación del
Estado y el modelo económico con la biodiversidad, los vacíos de la regu-
lación constitucional y legal de la familia, sorda a juicio del autor, a los
cambios e incidencia de la globalización y migración; y al rol de la mujer
en la vida política ecuatoriana, en su opinión, todavía subordinado a
pesar de la transversalización constitucional y legal del principio de igual-
dad y no discriminación.
El capítulo final, a mi juicio el más importante, es un estudio teórico,
pero también un examen crítico de uno de los elementos básicos del
nuevo modelo constitucional ecuatoriano: la justicia constitucional y sus
principales retos, la correcta comprensión y alcance de la interpretación
constitucional; y la evolución y nuevos desafíos de las garantías constitu-
cionales. Temas que son condición sine qua non para la efectividad de la
Constitución y que nos interpelan a todos, especialmente a aquellos que
14
como yo, tenemos la grave responsabilidad de estructurar y conducir la
justicia constitucional ecuatoriana en estos tiempos turbulentos de la
transición.
Personalmente coincido en mucho de lo que esboza Grijalva en este
libro y comparto algunas de sus preocupaciones; en otros casos veo en sus
planteamientos algo de idealismo y de cierta falta de comprensión del
proceso histórico, político e institucional que vivimos. El constituciona-
lismo pospositivista que defiende la Constitución, y que muchos de noso-
tros asumimos con entusiasmo, nos enseña que el derecho, y el derecho
constitucional en particular, si es que quiere ser normativo y transforma-
dor, no puede alejarse de las condiciones y los contextos en que se desa-
rrolla. No es lo mismo el constitucionalismo en Alemania, en Francia, en
EE.UU., o más cerca, en Colombia que en nuestro país y en nuestras con-
diciones, y eso a veces olvida Grijalva en sus páginas.
Aún así, reconozco en el libro de Agustín un intento serio y pondera-
do de poner al debate algunos elementos de ciertas teorías trasnacionales
del derecho que circulan hoy día por la región, con algunos asuntos capi-
tales para todos los ecuatorianos; y esta es la razón que explica que su obra
ha sido publicada por el Centro de Estudios y Difusión del Derecho
Constitucional bajo nuestra iniciativa.
Ahora corresponde al lector crítico realizar sus propias relaciones de
esta publicación, justo homenaje al esfuerzo y constancia académica del
autor. Invito a estudiar y debatir Constitucionalismo en Ecuador para
seguir construyendo colectivamente una cultura y práctica jurídica más
democrática, más constitucional.
15
Introducción
17
Introducción
18
Introducción
19
Capítulo 1
Panorama general
Panorama básico de la nueva
Constitución. Principales
innovaciones en la Constitución
de Ecuador de 2008
23
Agustín Grijalva Jiménez
24
Panorama básico de la nueva Constitución
2. Derechos y garantías
25
Agustín Grijalva Jiménez
1 Trujillo, Julio César y Ramiro Ávila Santamaría. “Los derechos en el proyecto de Constitución”.
Análisis. Nueva Constitución. Quito, Ildis, 2008, pp. 68-85.
26
Panorama básico de la nueva Constitución
27
Agustín Grijalva Jiménez
les es un objetivo definitorio del Estado social, aunque ello se realice solo
progresivamente, atendiendo así a la realidad presupuestaria. En aquellos
casos en que las actuaciones o políticas estatales atenten contra estos dere-
chos, es necesario que los ciudadanos cuenten con la posibilidad de recla-
marlos ante los jueces.
3. Plurinacionalidad2
2 Parte de esta sección se basa en Grijalva, Agustín. “El Estado plurinacional e intercultural en la
Constitución ecuatoriana de 2008” publicado en el capítulo 2 de este libro.
3 La Constitución de 1998 ya lo mencionaba pero no expresamente en el catálogo de derechos
colectivos.
28
Panorama básico de la nueva Constitución
29
Agustín Grijalva Jiménez
múltiples dimensiones.”
La Constitución ecuatoriana de 2008 introduce ciertos cambios en
materia de justicia indígena respecto a la Constitución de 1998. Los cam-
bios más importantes tienen que ver con la participación de las mujeres
en los sistemas jurisdiccionales indígenas, así como la vinculación de
jurisdicción y territorio (ambos en el art. 171). Como se dijo, también es
importante la disminución de las limitaciones a la jurisdicción indígena,
pues la Constitución de 1998 incluía entre estas a la Constitución, los
derechos humanos, la ley y el orden público, mientras que la
Constitución de 2008 hace referencia solo a la Constitución y los dere-
chos humanos. El artículo 189 aclara que los jueces de paz no podrán pre-
valecer sobre la justicia indígena.
Pese a estos y otros avances en estos derechos colectivos, el derecho
colectivo al autogobierno no fue reconocido en los términos explícitos
propuestos por el proyecto de Constitución de la Conaie.5 Por otro lado,
las normas constitucionales de integración de circunscripciones territoria-
les indígenas (art. 257) plantean diversas interrogantes. Tampoco el plan-
teamiento de reconocer al quichua y el shuar como idiomas oficiales en
términos de igualdad con el castellano fueron aceptados por la
Constituyente.
En cuanto a la transformación institucional, el proyecto de
Constitución de la Conaie planteaba la integración de un Legislativo o
Asamblea Plurinacional, en la cual los pueblos y nacionalidades indígenas
tuvieran sus propios representantes, siguiendo así los modelos de las
Constituciones de Bolivia, Colombia y Venezuela. La Constitución de
2008 no adoptó este criterio manteniendo a este respecto las nociones de
representación política de la Constitución de 1998.
Otro debate cuyo resultado fue percibido por varias organizaciones
indígenas como fallido hace relación a los efectos del derecho de consulta
previa de los pueblos indígenas acerca de la explotación de recursos natu-
rales en sus territorios. En todo caso, un análisis constitucional completo
al respecto deberá incluir también la normativa internacional pertinente.
5 Este proyecto establecía en el artículo 34, numeral 2: “Derecho al autogobierno en sus territorios
y tierras comunitarias e individuales y de posesión ancestral de conformidad a su derecho consue-
tudinario, así como a disponer de los medios para financiar sus funciones autónomas”.
30
Panorama básico de la nueva Constitución
31
Agustín Grijalva Jiménez
5. Organización territorial
32
Panorama básico de la nueva Constitución
33
Agustín Grijalva Jiménez
las normas dictadas por gobiernos regionales tienen mayor jerarquía que
los decretos y reglamentos dictados por el Presidente de la República. En
todo caso, la nueva carta atribuye a la Corte Constitucional competencia
para conocer conflictos de competencias de este orden.
34
El fundamento constitucional
de la nueva economía*
1. La economía social
* Este artículo se elaboró con la colaboración del doctor Julio César Trujillo.
35
Agustín Grijalva Jiménez
1 Garrorena, Ángel. El Estado español como Estado social y democrático de derecho. Madrid, Editorial
Técnos, 1991.
36
El fundamento constitucional de la nueva economía
2. La economía solidaria
37
Agustín Grijalva Jiménez
38
El fundamento constitucional de la nueva economía
39
Agustín Grijalva Jiménez
40
El fundamento constitucional de la nueva economía
41
Agustín Grijalva Jiménez
42
El fundamento constitucional de la nueva economía
43
Agustín Grijalva Jiménez
derechos humanos. Así, se establece que “El buen vivir requerirá que las
personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de
sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturali-
dad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la
naturaleza” (art. 275, párr. 3). Aquí se deja entender que el buen vivir es
un valor, un fin u horizonte que comprende el respeto a la diversidad, el
ejercicio de los derechos y responsabilidades constitucionales y otros,
como el derecho a la paz consigo mismo y con todo el entorno físico y
humano en el que se desenvuelve la vida humana.
Tanto el régimen de desarrollo como el sistema económico tienen
como objetivo y condición el buen vivir. En otras palabras, la economía
social y solidaria plantea una nueva relación estructural entre economía y
derechos, entre los seres humanos entre sí y de estos con el universo. En
esta nueva relación, los derechos son elementos constitutivos del buen
vivir, y la economía es un medio para efectivizar los derechos, de modo
que estos han de respetados en todas las fases de ella. Hinkelammert y
Mora lo han expresado en estos términos:
5 Hinkelammert, Franz y Henry Mora Jiménez. “Por una economía orientada hacia la reproduc-
ción de la vida”. Iconos, 33 (Quito), enero 2009.
6 Ferrajoli, Luigi. “La Democracia Constitucional”. Desde otra mirada. Comp. Christian Courtis.
Buenos Aires, Eudeba, 2001.
44
El fundamento constitucional de la nueva economía
45
Agustín Grijalva Jiménez
46
El fundamento constitucional de la nueva economía
47
Agustín Grijalva Jiménez
48
Capítulo 2
Derechos
Derechos humanos y democracia:
complementariedades y tensiones1
Introducción
51
Agustín Grijalva Jiménez
5 Ferrajoli, Luigi. “La Democracia Constitucional”. Desde otra mirada. Comp. Christian Courtis.
Buenos Aires, Eudeba, 2001.
6 Ferrajoli, Luigi. Derechos y garantías: la ley del más débil. Madrid, Editorial Trotta, 2001.
52
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
1. Las tensiones
Tanto del lado de la teoría democrática como del constitucionalismo se
ha destacado que entre democracia y derechos humanos hay tensiones e
incluso oposiciones.7 Desde el constitucionalismo Luigi Ferrajoli, por
ejemplo, ha llegado a plantear que estos derechos delimitan el campo de
lo que no debe discutirse,8 un campo por tanto sustraído a la deliberación
y voluntad expresadas por mayorías políticas coyunturales. Para Ferrajoli,
la democracia misma requeriría que los derechos humanos funcionen
como sus límites a efectos de evitar que aquella degenere en lo que llama
una democracia plebiscitaria, una tiranía de la mayoría que terminaría
por erosionar los derechos que sirven de base a la propia democracia.
A la democracia plebiscitaria Ferrajoli ha opuesto lo que ha denomi-
nado democracia constitucional, un sistema jurídico-político en que la
7 Véase por ejemplo Gargarella, Roberto. “Las amenazas del constitucionalismo: constitucionalis-
mo, derechos y democracia”. Los derechos fundamentales. Marcelo Alegre et al. Buenos Aires,
Editores del Puerto, 2003. También Gargarella, Roberto. “Constitución y Democracia”. Derecho
constitucional. Susana Albanese et al. Buenos Aires, Editorial Universidad, 2004.
8 Ferrajoli, Luigi. “La Democracia Constitucional”. Desde otra mirada. Comp. Christian Courtis.
pp. 260-261.
53
Agustín Grijalva Jiménez
9 Gargarella, Roberto. Constitucionalismo vs. Democracia. Buenos Aires, 2005 (texto no publicado,
enviado por el autor).
10 Gargarella, Roberto. Las amenazas del constitucionalismo: constitucionalismo, derechos y democracia.
54
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
11 Cunill Grau, Nuria. Repensando lo público a través de la sociedad. Caracas, Editorial Nueva
Sociedad, 1997. Sobre las reformas constitucionales en los noventa en América Latina, Cunill
destaca que: “las reformas recurrentes se orientan a la introducción de las figuras de la iniciativa
popular en la formación de las leyes y del referéndum en el nivel nacional, concebidos como dere-
chos políticos de participación ciudadana. La Constitución de Argentina, reformada en agosto de
1994, incluye ambas figuras como derechos, y así también ocurre en las nuevas constituciones de
Perú (Septiembre de 1993), y de Colombia (Octubre de 1991). Previamente habían sido incor-
poradas en la Constitución de Brasil, promulgada en Octubre de 1988” (p. 83).
12 Un ejemplo muy claro de lo primero es el caso del gobierno de Fujimori, mientras que la segunda
situación es ejemplificada bien por el gobierno de Pinochet. Ambos, en mayor o menor medida,
apelaron a la participación de la sociedad civil como una justificación de procesos de privatización
y desmantelamiento del Estado.
55
Agustín Grijalva Jiménez
2. Las complementariedades
56
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
13 Schumpeter, Joseph Alois. Capitalism, socialism, and democracy. 2ª ed. New York, London,
Harper & brothers, 1947.
14 Fung, Archon. Deliberation before the revolution: toward an ethics of deliberative democracy in an
unjust world.
57
Agustín Grijalva Jiménez
15 Gargarella, Roberto. Constitucionalismo vs. democracia. Buenos Aires, 2008 (texto no publicado,
enviado por el autor).
16 Held, David. Modelos de democracias. Madrid, Alianza Editorial, 1996. Especialmente el capítulo
9.
17 Véase, por ejemplo, Hopenhayn, Martin. Desigualdades sociales y derechos humanos: hacia un pacto
de protección social. Santiago de Chile, documento de la Cepal, 2006.
58
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
59
Agustín Grijalva Jiménez
60
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
22 Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007.
23 Bustelo, Eduardo S. “La política social sin política”. Ponencia presentada en el Seminario
Internacional de Políticas Sociales e Institucionalidad Pública, organizado por la Universidad
Andina Simón Bolívar. Quito, 28-30 abril 2008.
24 Ibíd.
61
Agustín Grijalva Jiménez
62
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
Artículo 32
63
Agustín Grijalva Jiménez
por parte de los afectados, pero que sus derechos, los de otros ciudada-
nos, o las condiciones de existencia de ecosistemas únicos, se hallen efec-
tivamente en riesgo y, por tanto, otros ciudadanos pidan la revisión de
la decisión.
Esta situación muestra como participación y judicialización pueden
combinarse en la defensa de derechos. En este caso, la decisión final debe-
ría ser tomada por la Corte Constitucional luego de un detenido examen
jurídico y técnico que determine si existen o no daños o riesgos para los
derechos humanos y la naturaleza. En este proceso decisorio, la Corte no
debe encerrarse en un análisis formalista y abstracto, sino que debe en rea-
lidad abrir un nuevo foro de deliberación que conduzca a la decisión más
razonable en torno a la protección de derechos.
En efecto, es necesario avanzar también en una profunda reconceptua-
lización de lo que son los derechos, los jueces, los tribunales y los proce-
dimientos judiciales. Hoy en día, estos procesos también pueden ser vis-
tos bajo el lente de la participación deliberativa, procesos en los cuales los
afectados presentan ante los jueces sus pruebas y argumentos, no solo para
defender sus derechos individuales sino valores y principios sociales cris-
talizados institucionalmente en la forma de derechos.
¿Significa esto último que en casos como estos nos veremos avocados
a un gobierno de los jueces? Como hemos dicho, los jueces en esta pers-
pectiva son quienes inician nuevos procesos deliberativos, tanto en el
espacio formal del proceso judicial como en el informal de la opinión
pública. Pero además las limitaciones a esta posibilidad están diseñadas en
el propio sistema constitucional y democrático. Así, por ejemplo, existe la
posibilidad de un amplio consenso político a nivel parlamentario que
derive en una reforma a la Constitución y, por tanto, una virtual revoca-
toria de una decisión de la Corte Constitucional. Una medida que, por
cierto, cualquier tribunal de este tipo debe evitar decididamente a efectos
de librarse de una fuerte deslegitimación.
Este último aspecto plantea un asunto final, que quisiéramos al
menos mencionar como hipótesis al terminar en este ensayo: la necesidad
de que la participación se entienda articulada, aunque no subordinada a
la institucionalidad del Estado. Es el Estado el que puede y debe crear
condiciones y ambientes para el desarrollo autónomo de la participación,
el que mediante normas e instituciones propicia o inhiba la influencia de
64
Derechos humanos y democracia: complementariedades y tensiones
65
Régimen constitucional
de la biodiversidad, patrimonio
natural y ecosistemas frágiles;
y recursos naturales
Introducción
67
Agustín Grijalva Jiménez
68
Régimen constitucional de la biodiversidad
69
Agustín Grijalva Jiménez
70
Régimen constitucional de la biodiversidad
71
Agustín Grijalva Jiménez
4 En este sentido el artículo 147, numeral 17, de la Constitución que establece que el Presidente
de la República debe “velar por el mantenimiento de la soberanía” no debe entenderse como que
excluye de esta responsabilidad a otros órganos públicos.
72
Régimen constitucional de la biodiversidad
73
Agustín Grijalva Jiménez
5 He desarrollado un análisis algo más detenido del modelo constitucional económico en Ecuador
en el artículo escrito con Julio César Trujillo: “El fundamento constitucional de la nueva econo-
mía”, publicado en el capítulo 1 de este libro.
74
Régimen constitucional de la biodiversidad
6 Para una introducción a la ponderación de derechos constitucionales, véase Vila Casado, Iván.
Nuevo derecho constitucional. Bogotá, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2002. Una visión más
compleja especialmente de la ponderación y la ley se encuentra en Prieto Sanchís, Luis. Justicia
constitucional y derechos fundamentales. Madrid, Editorial Trotta, 2003.
75
Agustín Grijalva Jiménez
7 Su utilidad puede extenderse incluso ulteriormente, una vez producido el daño, como parámetro
para liquidación de sus costos y de viabilizar las reparaciones a que hubiere lugar.
8 Albán, Maria Amparo. “El tema ambiental en el nuevo Derecho Constitucional Ecuatoriano”. La
Constitución Ciudadana. Comp. Diego Pérez Ordoñez. Quito, Santillana, 2009.
76
Régimen constitucional de la biodiversidad
77
Agustín Grijalva Jiménez
de comunidades que viven en zonas para las cuales se han planteado altos
estándares de protección o en que estén en juego extracción de recursos
no renovables.9 De existir oposición mayoritaria de la comunidad puede
decidir, según el artículo 398 de la Constitución, la instancia administra-
tiva superior.
Hay, sin embargo, al menos dos problemas constitucionales respecto
a los efectos de la consulta. Primero, según el artículo 32 numeral 2 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, suscrita por el Ecuador, la consulta debería orientarse a “obte-
ner su consentimiento libre e informado antes de suscribir cualquier pro-
yecto que afecte a sus tierras o territorios y otros recursos, particularmente
en relación con el desarrollo, la utilización, o la explotación de recursos
minerales, hídricos o de otro tipo”. De hecho, en el caso específico de los
pueblos indígenas, el artículo constitucional 57, numeral 7, solo establece
que “si no se obtuviere el consentimiento de la comunidad consultada, se
procederá conforme a la Constitución y la ley”.
Un segundo problema constitucional consiste en que la decisión de la
instancia administrativa superior a la que se refiere el artículo 398 de la
Carta fundamental no puede ser superior ni contraria a la Constitución y
a los derechos constitucionales y del Derecho internacional, por lo que
quedan abiertas a los ciudadanos las garantías y acciones constitucionales
que les permitan cuestionar la constitucionalidad de tal decisión.
En el caso de explotación de recursos no renovables en áreas protegi-
das y zonas intangibles no puede decidir cualquier autoridad administra-
tiva, puesto que la propia Constitución faculta exclusivamente al
Presidente de la República para iniciar un proceso de excepción bajo peti-
ción a la Asamblea Nacional. En todo caso, solo una vez realizada la con-
sulta a las comunidades potencialmente afectadas puede el Presidente
proseguir con la petición referida en el artículo 407, ya que la facultad de
realizar esta petición no elimina el derecho constitucional a la consulta de
aquellas comunidades.
Hay que destacar que la solicitud del Presidente de la República a la
Asamblea referida en el artículo 407 es una “petición fundamentada”. No
nos referimos entonces a una competencia por la que el Presidente por sí
9 La única excepción, por razones lógicas, sería la de los pueblos en aislamiento voluntario (art. 57,
numeral 21).
78
Régimen constitucional de la biodiversidad
10 Esta es, por ejemplo, la distinción que hace Ferrajoli entre un Estado regido por leyes dictadas
siguiendo el procedimiento constitucional (principio de legalidad formal) y un Estado constitu-
cional en que a más de seguir estos procedimientos, se dictan leyes compatibles materialmente
con la Constitución y los derechos, o se invalida a las que no lo son (principio estricto de legali-
dad). Para una aproximación, véase Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal.
Madrid, Editorial Trotta, 2001, especialmente el capítulo final.
79
Agustín Grijalva Jiménez
Estados de excepción, pero para ello no solo requiere seguir los procedi-
mientos constitucionales (validez formal), sino hacerlo en conformidad
con los derechos establecidos en la carta (validez material).
En términos de garantías esto significa que incluso producida la decla-
ratoria de interés nacional por parte de la Asamblea, este acto o los actos
administrativos del Presidente están sujetos, como todo acto de autoridad
pública, a control constitucional y, por tanto, serían susceptibles de la
acción de protección o la acción de inconstitucionalidad, según sea el caso
y especialmente en cuanto se produzcan violaciones a derechos constitu-
cionales.
Esta situación se ve verificada y fortalecida cuando se considera la
vigencia de tratados internacionales de derechos humanos y ambientales
ratificados por el Estado ecuatoriano, los cuales por remisión de la Carta
fundamental tienen rango constitucional. La protección ambiental o cul-
tural reconocida por el Estado ecuatoriano mediante estos tratados no
pueden quedar sin efectos sino mediante la denuncia formal del tratado,
lo cual reviste particulares dificultades en materia de derechos humanos.
Mientras el tratado esté vigente ni el Presidente ni la Asamblea puede des-
conocerlo mediante una declaratoria. Adicionalmente conforme al prin-
cipio pacta sunt servanda establecido en la Convención de Viena sobre los
tratados, el Ecuador está obligado a cumplir los tratados que suscribe y no
puede invocar disposiciones de su derecho interno para justificar su
incumplimiento.
Una situación de este tipo podría presentarse al querer justificar la
explotación de recursos no renovables en áreas intangibles. La excepción
establecida en el artículo 407 es una disposición del derecho interno ecua-
toriano, si bien de jerarquía constitucional, pero no puede servir de justi-
ficación para incumplir obligaciones internacionales contraídas por el
Estado ecuatoriano, tales como el Convenio sobre la Biodiversidad
Biológica, la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los
Pueblos Indígenas y otros instrumentos internacionales similares.
En todo caso, no es admisible el contraargumento de que la
Constitución debe prevalecer sobre los tratados internacionales de dere-
cho humanos, como lo sugeriría una lectura fragmentada de la primera
parte del artículo 424 que establece la supremacía de la Constitución. El
contraargumento no es admisible porque es la propia Constitución la
80
Régimen constitucional de la biodiversidad
81
Agustín Grijalva Jiménez
12 Trujillo, Julio César y Agustín Grijalva. “El fundamento constitucional de la nueva economía”,
publicado en el capítulo 1 de este libro.
13 Para una aproximación a este debate véase Crespo, Ricardo. “La naturaleza como sujeto de dere-
chos: ¿símbolo o realidad jurídica?”. CEDA. Temas de Análisis (septiembre 2009). Internet.
www.ceda.org.ec.
14 Véase al respecto el texto clásico de Cullinan, Cormac. Wild law: a manifesto for earth justice.
United Kingdom, The Gaia Foundation, 2003.
15 Decimos afectación directa e inmediata porque en el paradigma biocéntrico, el daño ambiental
siempre supone una afectación a los seres humanos, aunque fuere indirecta o mediata, dada la
concepción de la especie humana, en el marco de este paradigma, como integrada al ecosistema
tierra. En consecuencia, en último análisis los derechos de la naturaleza son también derechos
humanos en cuanto apuntan a las condiciones naturales necesarias para la sobrevivencia de la
especie humana.
82
Régimen constitucional de la biodiversidad
ambiente sano, sino que la sola disrupción dañosa de los procesos natu-
rales de los propios ecosistemas, aun sin afectar supuestamente a los seres
humanos, constituye una violación a la Constitución. Contrario a lo que
se afirma, esta noción objetiva o institucional del daño ambiental no es
en realidad tan extraña al Derecho como lo atestigua la existencia de deli-
tos ambientales en que se sancionan conductas destructivas del ambiente
aunque no se afecte directa e inmediatamente a población humana.16
16 Por ejemplo, el Código Penal ecuatoriano a partir del artículo 437 claramente diferencia tipos en
que se afecta al ambiente, y otros en que esta afectación del ambiente perjudica además a la salud
humana, sancionando ambos, aunque con mayor rigor a las conductas que afectando al ambiente
también perjudican la salud de las personas.
17 Para un análisis de la propiedad en la Constitución de 2008 véase Egas, Pablo. “La Propiedad”.
La nueva Constitución del Ecuador: Estado, derechos e instituciones. Eds. Santiago Andrade, Agustín
Grijalva y Claudia Storini. Quito, UASB/CEN, 2009.
83
Agustín Grijalva Jiménez
18 Se excluyen, por ser de propiedad exclusiva del Estado, según los artículos 317 y 408, los recursos
naturales no renovables y los productos del subsuelo, yacimientos minerales e hidrocarburos y
otras substancias cuya naturaleza sea distinta de la del suelo.
84
Régimen constitucional de la biodiversidad
19 Melo, Mario, Isabela Figueroa y Norman Wray. “Estudio de los aspectos jurídico constituciona-
les de la Propuesta ITT”. Informe de consultoría presentado al Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo. Quito, marzo 2009.
85
Agustín Grijalva Jiménez
20 En un artículo, en coautoría con Mario Melo, examiné las garantías constitucionales del derecho
al medioambiente bajo la Constitución de 1998, lo cual puede ser útil para una comparación con
la actual Constitución. Véase Grijalva, Agustín y Mario Melo. “Constitución y responsabilidad
por daño ambiental”. Revista Ruptura (Quito), 51, PUCE (2007).
86
Régimen constitucional de la biodiversidad
4. Conclusiones
87
Agustín Grijalva Jiménez
5. Bibliografía
88
Régimen constitucional de la biodiversidad
Legislación
89
El Estado plurinacional
e intercultural en la Constitución
ecuatoriana de 2008
La diversidad cultural es, sin duda, uno de los desafíos centrales que
afronta el constitucionalismo actual. Ello se debe a los problemas teóricos
y prácticos planteados por la coexistencia de grupos humanos con diver-
sas culturas en el territorio de un mismo Estado. Tal coexistencia cuestio-
na ciertas versiones de conceptos centrales como los de nación, ciudada-
nía o igualdad, conceptos que a su vez fueron pensados en el marco de los
proyectos de Estados nacionales,1 los cuales han desconocido a los pue-
1 El debate sobre estos temas ha aflorado aun en Europa, la cuna misma del concepto de Estado
Nacional, incluso en países como Alemania, donde la unidad y homogeneidad han marcado el
pensamiento político de un importante sector de constitucionalistas.
91
Agustín Grijalva Jiménez
92
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
5 Dos importantes excepciones a esta inefectividad de las normas constitucionales han sido los
programas interculturales en salud y educación, aunque es discutible cuando haya contribuido
la Constitución de 1998 a estos procesos.
6 Tully, James. Strange multipliciy. Constitutionalism in an age of diversity. Cambridge University
Press, 1997. Véase también Boaventura de Sousa Santos, op. cit.
7 Un análisis jurídico interesante sobre la crisis actual de la ciudadanía como homogeneidad y su
actual desarrollo como derecho a la diferencia puede hallarse en Salazar Benítez, Octavio. “El
derecho a la identidad cultural como elemento esencial de una ciudadanía compleja”.
Constitución y cultura: retos del derecho constitucional del siglo XXI. Gerardo Ruiz-Rico y Nicolás
Pérez. Valencia, Tirant lo Blanch, 2005.
93
Agustín Grijalva Jiménez
94
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
10 Para un análisis de este tópico en las constituciones de los países andinos, véase Irigoyen
Fajardo, Raquel. “Vislumbrando un horizonte pluralista: rupturas y retos epistemológicos y
políticos”. Los desafíos de la interculturalidad: identidad, política y derecho. Milka Castro.
Santiago, Universidad de Chile, 2004.
95
Agustín Grijalva Jiménez
96
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
11 Ley Orgánica de las Instituciones Públicas de los Pueblos Indígenas. Registro Oficial n.° 175,
de 21 septiembre 2007.
97
Agustín Grijalva Jiménez
98
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
12 Para mayor referencia sobre este debate véase Simbaña, Floresmilo. La plurinacionalidad en la
nueva Constitución. Análisis – Nueva Constitución. AA.VV. Quito, Ildis, 2008. Internet.
www.ildis.org.ec.
99
Agustín Grijalva Jiménez
100
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
14 Trujillo, Julio César y Ramiro Ávila Santamaría. Análisis – Nueva Constitución. Quito, Ildis,
2008, pp. 70-71.
101
Agustín Grijalva Jiménez
102
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
públicas que les afecten (art. 57, numeral 16). En otros casos, los derechos
colectivos se desarrollan fuera de su sección específica, cuando la
Constitución regula temas de salud, educación, patrimonio cultural, etc.
Respecto a la salud, los artículos 32, 57, numeral 12, 358, 360, 362
363, numeral 4, contienen elementos normativos ya no solamente de
reconocimiento de las medicinas indígenas y ancestrales, como en la
Constitución anterior16 de 1998, sino además como mandato constitucio-
nal de buscar su complementariedad con la medicina occidental y de su
integración en la red pública integral de salud. El artículo 362 es el que
desarrolla más extensamente este principio al establecer: “La atención de
salud como servicio público se prestará a través de las entidades estatales,
privadas, autónomas, comunitarias y aquellas que ejerzan las medicinas
ancestrales alternativas y complementarias.” En definitiva en esta materia
se fortalece el principio de interculturalidad.
También en lo relativo a educación se fortalece la interculturalidad.17
Este principio ya constaba brevemente enunciado en el artículo 66, inciso
2, de la Constitución de 1998. Sin embargo, el artículo 28 de la nueva
Constitución especifica el principio en estos términos: “Es derecho de toda
persona y comunidad interactuar entre culturas y participar en una socie-
dad que aprende. El Estado promoverá el diálogo intercultural en sus múl-
tiples dimensiones.”
Tanto en salud como en educación el desafío que se plantea es el de la
articulación de los sistemas nacionales que la nueva Constitución estable-
ce para estos nuevos derechos, con la gestión autónoma que desplieguen
las propias comunidades, pueblos y nacionalidades.
Pese a estos y otros avances en estos derechos colectivos, el derecho
colectivo al autogobierno no fue reconocido en los términos explícitos pro-
puestos por el proyecto de Constitución de la Conaie.18 Por otro lado, las
normas constitucionales de integración de circunscripciones territoriales
103
Agustín Grijalva Jiménez
20 Es decir cuando un juez asume competencia para juzgar algo no porque el acto sucedió en
determinado territorio, sino considerando las características personales de quien ejecutó el acto.
104
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
105
Agustín Grijalva Jiménez
106
El Estado plurinacional e intercultural en la Constitución ecuatoriana de 2008
107
Problemas sociojurídicos
de la familia transnacional
en Ecuador1
109
Agustín Grijalva Jiménez
110
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
2 Jurídicamente, el domicilio tiene además otro elemento de carácter subjetivo que consiste en el
ánimo real o presuntivo de permanecer en el lugar de residencia. De allí que el inciso primero del
artículo 45 del Código Civil define el domicilio como “la residencia, acompañada, real o presun-
tivamente, del ánimo de permanecer en ella”.
3 Parraguez Ruiz, Luis. Manual de Derecho Civil Ecuatoriano. Loja, Ediciones Universidad Técnica
Particular de Loja, 1999.
4 Artículo 51 del Código Civil: “El domicilio civil no se muda por el hecho de residir el individuo
largo tiempo en otra parte, voluntaria o forzadamente, siempre que conserve su familia y el asien-
to principal de sus negocios en el domicilio anterior. Así, confinado por decreto a un paraje deter-
minado, retendrá el domicilio anterior, mientras conserve en él su familia y el principal asiento
de sus negocios.” Nótese que una jurisprudencia creativa bien podría atender la situación de los
migrantes mediante estas normas.
111
Agustín Grijalva Jiménez
5 Artículo 135 del Código Civil: “Los cónyuges fijarán de común acuerdo su residencia”.
6 Ver artículo 81 del Código Civil.
7 Parraguez Ruiz, Luis. Manual de Derecho Civil Ecuatoriano. Loja, Ediciones Universidad Técnica
Particular de Loja, 1999, p. 28.
8 Artículo 110, numeral 11, del Código Civil.
112
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
9 Acosta, Alberto, Susana López y David Villamar. La migración en el Ecuador. Quito, Universidad
Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2006, p. 186.
10 El abogado del cónyuge que ha migrado trata de mantener oculta la demanda de divorcio, publi-
cando las citaciones judiciales en diarios de baja circulación, y en general manipulando la situa-
ción para que el cónyuge demandado ni siquiera conozca de la demanda. (Entrevista a esposas de
migrantes en Paute.)
11 Sorensen, Nina. “La familia transnacional de latinoamericanos/as en Europa”. América Latina
migrante. Eds. Gioconda Herrera y Jacques Ramírez. Quito, Flacso-Ecuador, Ministerio de
Cultura, 2008.
113
Agustín Grijalva Jiménez
12 “Los estados no controlan la migración como tal pero si controlan las relaciones bajo las cuales se
desarrollan las relaciones transnacionales. En este control se incluye el ofrecer o no protección a
mujeres maltratadas en relaciones con esposos europeos. Varios países no ofrecen otra solución a
las mujeres migrantes maltratadas que la deportación, si se divorcian de un marido maltratador,
antes de cumplir ciertos años de matrimonio”. Véase Nina Sorensen, ibíd., p. 273.
13 Serrano Flores, Alexandra. “Armando rompecabezas: migración, comunicación y familia”.
Migración: mitos, propuestas y desafíos. Coord. Richard Salazar. Quito, Esquel, 2007.
114
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
14 El artículo 283 del Código Civil ecuatoriano define a la patria potestad como “el conjunto de
derechos que tiene los padres sobre sus hijos no emancipados”. De forma más exacta y clara el
artículo 105 del Código de la Niñez y Adolescencia la define no solamente como “el conjunto de
derechos sino también de obligaciones de los padres relativos a sus hijos e hijas no emancipados,
referentes al cuidado, educación, desarrollo integral, defensa de derechos y garantías de los hijos…
”
15 Artículo 58 del Código Civil de Ecuador: “El que vive bajo patria potestad sigue el domicilio de
quien la ejerce, y el que se halla bajo tutela o curaduría, el de su tutor o curador”.
16 La legislación civil actual no contempla que la patria potestad pueda perderse por prolongada
ausencia de uno de los progenitores, como si sucedía según el artículo 321 del Código Civil, antes
de las reformas de 1989.
115
Agustín Grijalva Jiménez
17 Decimos deberían porque este no es siempre el caso. Con frecuencia el cuidado de los menores
comienza a ser visto por algunos familiares como una simple posibilidad de recibir un ingreso
extra mediante las remesas para su grupo familiar, descuidando incluso el cuidado de estos niños
y a veces hasta incurriendo en maltrato.
116
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
18 Mestre i Mestre, Ruth M. “Mujeres a través de las políticas de inmigración en la Unión Europea
y España”. Migración, desplazamiento forzado y refugio. Ed. Programa Andino de Derechos
Humanos. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2005.
117
Agustín Grijalva Jiménez
118
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
119
Agustín Grijalva Jiménez
22 Barahona, Elsa y Luna Sotomayor. “Violación de los derechos de las mujeres a la vivienda, la pro-
piedad, garantías judiciales, y otros relacionados como consecuencia de la emigración”. Quito,
CDES, Tribunal de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Mujeres, 2005.
23 Para un estudio detallado, véase Acosta, Alberto, Susana López, y David Villamar. La migración
en el Ecuador. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2006.
120
Problemas sociojurídicos de la familia transnacional en Ecuador
121
Voto de la mujer
y extensión del sufragio
123
Agustín Grijalva Jiménez
1 Solo de 1925 a 1929 se dictaron leyes relativas al Banco Central, caja central, emisión y amorti-
zación; monedas, aduanas, bancos, hacienda, prenda agraria, impuesto a la renta, timbres,
impuesto a la propiedad rural, cheques, jubilación, registros y alcabalas, monopolio de la sal,
estanco de alcoholes, entre otras. Ver “Mensaje del Presidente Ayora a la Constituyente de 1929”.
El Comercio (Quito), 10 octubre 1929: 5.
2 Salgado, Hernán. “La Constitución de 1929 del Estado y el Reordenamiento Jurídico”. Revista
Ruptura (Quito), Asociación Escuela de Derecho de la PUCE (1985): 44.
3 En 1922 se produce la masacre obrera del 15 de noviembre, y en 1923 las fuerzas del gobierno
realizan una matanza de indígenas en la hacienda Leito.
124
Voto de la mujer y extensión del sufragio
4 Asamblea Nacional de 1928-1929. “Intervención del H. Crespo Toral”. Diario de debates, t. II,
p. 247.
5 Ibíd.
125
Agustín Grijalva Jiménez
En estas primeras décadas del siglo XX, los sectores interesados en la vida
política habían crecido (paralelamente con el crecimiento de la población
urbana) y ya no resultaba tan fácil, para el grupo gobernante, escamotear la
voluntad popular utilizando para ello los subterfugios que permitían las leyes
y, más todavía, las prácticas electorales.6
6 Albán, Ernesto. “Evolución del sistema Electoral Ecuatoriano”. Elecciones, ideologías y problemas
políticos. Quito, Corporación Editora Nacional, 1994, p. 55.
7 Quintero, Rafael. El mito del populismo en el Ecuador. Quito, Flacso, 1980, pp. 221-237.
126
Voto de la mujer y extensión del sufragio
mujeres, entre las cuales eran más altas las tasas de analfabetismo, lo que
a su vez limitó significativamente los efectos del voto femenino, así, por
ejemplo, en las elecciones de 1933 apenas un 12 por ciento de los votan-
tes fueron mujeres.
Por otra parte, el carácter facultativo del voto luego de décadas de
fraude y la falta de una tradición y cultura electoral generaba un alto abs-
tencionismo; según Rafael Quintero, en 1931 de 372 861 ecuatorianos
aptos legalmente para inscribirse solo lo hicieron el 41,6 por ciento y de
estos solo votaron el 40 por ciento.
En cuanto a la representación funcional “los senadores por los obreros,
campesinos e indígenas fueron elegidos por asociaciones controladas, en
una u otra forma, por las elites políticas”.8
Finalmente, puede señalarse también una serie de mecanismos electo-
rales de carácter técnico o reglamentario establecidos en la Ley de
Elecciones de 1929, que han sido estudiados por Rafael Quintero,9 y que
según este autor tuvieron un claro efecto restrictivo sobre la extensión del
electorado. Para Quintero se trata básicamente de dificultades a la ins-
cripción electoral debidas a la hora, lugar y plazo para realizarla (artículos
7, 17 y 18 de la Ley de Elecciones, 1929), costo monetario de la inscrip-
ción; establecimiento de una sola mesa electoral por parroquia urbana
para limitar la recepción de esa votación y privilegiar la de origen rural;
exigencia de inscripción en la misma parroquia del domicilio (artículo 3,
LE, 1929) y creación ad hoc de distritos electorales. Estas limitaciones
perjudicaban especialmente a sectores populares urbanos y de migrantes.
En resumen, de 1925 a 1944 la ampliación del cuerpo electoral estuvo
limitada fundamentalmente a los emergentes sectores medios que prota-
gonizaron la Revolución Juliana. Las innovaciones normativas sobre el
derecho de sufragio tuvieron un efecto limitado en su eficacia y en su uni-
versalidad.
En su eficacia puesto que si bien en el período se producen las prime-
ras elecciones libres del siglo (en 1931 y 1933), por otra parte de 1925 a
1948, es decir en 23 años se sucedieron 23 gobiernos, lo que configuró
8 Maiguashca, Juan. “La cuestión regional en la historia ecuatoriana (1830-1972)”. Ensayos genera-
les I: espacio, población, región. Ed. Enrique Ayala Mora. Quito, Corporación Editora Nacional,
1990, p. 210.
9 Rafael Quintero, op. cit., pp. 229 ss.
127
Agustín Grijalva Jiménez
10 Maiguashca, Juan y Liisa North. “Orígenes y significado del velasquismo: lucha de clases y par-
ticipación política en el Ecuador, 1920-1972”. La cuestión regional y el poder. Ed. Rafael
Quintero. Quito, Corporación Editora Nacional, 1991, p. 71.
11 Entendemos por patriarcal el orden social en el que el género femenino se halla subordinado al
masculino. El concepto de género proviene de la antropología y hace referencia a la construcción
cultural, social y política en torno al sexo. Esta categoría es actualmente utilizada en las ciencias
sociales para distinguir las diferencias biológicas entre hombre y mujer, de las desigualdades atri-
buidas por la sociedad y la cultura.
12 Ots Capdequí, José María. El Estado Español en las Indias. México, Fondo de Cultura Económica,
1986, pp. 95 y 106.
128
Voto de la mujer y extensión del sufragio
13 Tigar, Michael E. y Madelaine R. Levy. El Derecho y el ascenso del capitalismo. México, Siglo XXI
Editores, 1978, p. 233. Esta incapacidad relativa se mantendrá en el derecho ecuatoriano hasta 1970
en que se reforma el Código Civil, lo cual nos revela la fuerza de los valores patriarcales.
14 Es solamente en el Código Civil de 1871 cuando se otorga a la madre la patria potestad sobre sus
hijos, en caso de falta del padre; se establece igualmente la presunción de autorización del marido
para la mujer casada que ejerce públicamente una profesión o industria, y la capacidad para, a
base de tal presunción, comparecer en juicio por sí misma. En todo caso, la potestad marital
queda, por vía de la propia presunción, ratificada e incólume.
15 Intervención de Mariano Cueva en la Convención de 1861, véase Diario de debates, p. 170. Se
conserva la ortografía del original.
129
Agustín Grijalva Jiménez
Con vista del artículo 20 del Código Civil, que es terminante ¿se entiende
que la palabra ciudadano se refiere únicamente al sexo masculino? Las pala-
bras hombre, persona, niño, adulto y otras semejantes dice aquel artículo,
que en su sentido general, se aplican á individuos de la especie humana sin
distinción de sexo, se entenderán comprender ambos sexos en las disposicio-
nes de las leyes. Es, pues, evidente que habría duda muy fundada respecto de
si las mujeres pueden ejercer los derechos de ciudadanía y si un jurado elec-
toral, por ejemplo, se viera en el caso de resolver si los votos dados por muje-
res son o no válidos, tendría que resolverlo afirmativamente, ateniéndose al
sentido literal y obvio del artículo, caso de que se suprima la palabra varón.
Además, se explica porque las Constituciones anteriores al año de 1861, no
las consignaron expresamente; pues, antes de la promulgación del Código
Civil, no existía regla ninguna decisiva en este caso. Ni se diga que el Código
16 A este respecto, es sugerente el análisis de Luis Alberto Warat en el sentido de que: “No puede
haber significación sin ideología. Cuando se presenta un problema de oscuridad significativa de
una norma, en realidad se plantea un desajuste valorativo. La claridad de las ‘palabras de la ley’
surge exclusivamente de una coincidencia axiológica; si esta no existe, la norma aparece como
oscura. La interpretación de la ley es, en gran medida, un fenómeno de atribución ideológica”;
Warat, Luis Alberto y Antonio Anselmo Martino. Lenguaje y definición jurídica. Buenos Aires,
Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, 1973, p. 21.
130
Voto de la mujer y extensión del sufragio
Civil es inaplicable al asunto de que se trata, pues todos saben que aquel
Código es ley general, ley común, aplicable a materias especiales, a falta de
leyes también especiales que las determinen.17
17 Convención Nacional de 1883. “Sesión del 23 de noviembre de 1883”. Diario de debates. pp.
313, 314.
18 Esta situación la ha destacado Ernesto Albán al estudiar la disposición electoral por la cual el casa-
do menor de edad podía votar, en virtud de su emancipación civil. Véase Albán, Ernesto.
“Evolución del Sistema Electoral Ecuatoriano”. Elecciones, ideologías y problemas políticos. Quito,
1994, p. 48. En las actas de 1883, efectivamente, hemos hallado debates al respecto pues se aducía
que no eran aplicables normas civiles a materias constitucionales y que, en todo caso, pese a tal
emancipación, el casado menor de edad quedaba bajo tutela y, por tanto, no se hallaba en capa-
cidad de votar.
131
Agustín Grijalva Jiménez
[…] que, habiendo opinado en un sentido iba á votar en otro; pues, si al prin-
cipio juzgó innecesario conservar esa palabra, porque jamás habían pretendi-
do las mujeres tener derechos de ciudadanía, puede suceder que, en lo suce-
sivo, lo pretendan, apoyadas en la discusión que ha tenido lugar en ésta H.
Asamblea. Los romanos añadió, no castigaban el parricidio, por no abrir los
ojos á los hombres, haciéndoles saber que se podía cometer ese crimen; pues,
de la misma manera nosotros no debíamos haber discutido sobre este punto,
porque hay el peligro de que las mujeres abran también los ojos, y crean que
pueden ser ciudadanos.19
132
Voto de la mujer y extensión del sufragio
20 Ya anteriormente Alfaro había expedido el Decreto Supremo n.° 68, del 19 de diciembre de
1895 por el cual se declaraba a las mujeres jurídicamente habilitadas para el ejercicio de cargos
públicos.
21 Lo cual se concretó inmediatamente con el nombramiento de empleadas en los correos y el esta-
blecimiento de una escuela de telegrafía para señoritas. Véase Romo Leroux, Ketty. Situación jurí-
dica y social de la mujer en el Ecuador. Guayaquil, Departamento de Publicaciones de la
Universidad de Guayaquil, 1975, p. 86.
22 Convención Nacional de 1896-1897. “Sesión del 3 de junio de 1897”. Diario de debates.
133
Agustín Grijalva Jiménez
23 A inicios de la Revolución se dicta la Ley de Instrucción Pública por la cual se faculta a las mujeres
para optar por grados académicos.
24 Mosquera, Alejandro. “Del Derecho de Sufragio”. Revista de la Sociedad Jurídico Literaria (Quito)
2, Imprenta de la Universidad Central (1903): 82.
134
Voto de la mujer y extensión del sufragio
mujer que por política desatiende sus sacrosantos deberes, pierde todos
sus encantos, todos sus atractivos, y degenera en un ser despreciable”.25
Una formulación más explícita a favor del voto de la mujer comenzó
a concretarse solo en 1922, cuando Matilde Hidalgo de Procel se acercó
a inscribirse en los registros para elecciones parlamentarias; ante la duda
en torno a la posibilidad legal de que una mujer vote, el Presidente del
Concejo Municipal del cantón Machala solicitó, por intermedio del
Ministro del Interior (quien también había opinado antes a favor del voto
femenino), un pronunciamiento del Consejo de Estado, organismo que
el 9 de julio de 1924, interpretando la Constitución de 1906, entonces
vigente, resolvió por unanimidad que la mujer “es ciudadano y puede ele-
gir y ser elegida”.
La interpretación y resolución del Consejo de Estado se fundamenta
principalmente en las consideraciones siguientes:
25 Ibíd.
135
Agustín Grijalva Jiménez
26 En los Estados Unidos el Estado de Wyoming concede el voto a las mujeres en 1869; entre 1890
y 1914 el voto femenino se extiende a otros estados occidentales de la Unión y en 1920 a la tota-
lidad del país. En Nueva Zelanda se establece en 1892, en Australia del Sur en 1894, en Noruega
en 1907, en la Federación Australiana en 1914, en Dinamarca en 1915, en Inglaterra en 1918,
en Canadá en 1920. Véase Linares Quintana, Segundo V., Tratado de la Ciencia del Derecho cons-
titucional argentino y comparado, tomos I y VII. Buenos Aires, Editorial Alfa, 1953.
136
Voto de la mujer y extensión del sufragio
27 Asamblea Nacional de 1928-1929. Diario de debates. p. 212; intervención del diputado por
Pichincha, doctor Manuel María Sánchez; idéntica aclaración fue hecha en la misma sesión, por
otro miembro de la Comisión de Constitución, el Hble. Crespo Toral.
28 Ibíd.
137
Agustín Grijalva Jiménez
[…] Los actos del gobierno importan, por igual, a hombres y mujeres, y tra-
tándose, no de gobernar, sino únicamente de escoger los más aptos, no encontra-
mos razón alguna para privar de este derecho a la mitad de la población; adu-
cir supuesta inferioridad mental de la mujer, sería craso error y anacronismo.
Podría, quizás, decirse que no conviene perturbar la tranquilidad femenina,
introduciendo, en su vida destinada a la maternidad y el hogar, las luchas polí-
ticas; pero éstas penetran en tan sagrado recinto, quiéranlo o no las leyes,
haya o no voto femenino.31
29 Quintero, Rafael. El mito del populismo en el Ecuador. Quito, Flacso, 1980, p. 241.
30 En 1932 habían 17 268 mujeres inscritas en la Sierra frente a 7 342 en la Costa; véase Rafael
Quintero, ibíd., p. 244.
31 Jijón y Caamaño, Jacinto. Política conservadora. Quito, Corporación Editora Nacional / Banco
Central del Ecuador, s/a, p. 113. Las cursivas son nuestras.
138
Voto de la mujer y extensión del sufragio
[…] las elecciones no son todavía el torneo pacífico y ordenado que debería
ser; y, en este sentido, es, quizás imprudente exponer la delicadeza femenina
a los azares de un tumulto; pero esto sería poderoso argumento para no exi-
girles que voten, mas no para privarlas del derecho de hacerlo, cuando crean
conveniente.32
32 Ibíd.
33 En 1924 se eligió a una mujer como miembro suplente de una municipalidad; en 1925 el gobier-
no juliano nombró a una mujer concejal de Guayaquil. Véase Quintero, Rafael. El mito del popu-
lismo en Ecuador. Quito, Flacso, 1980, p. 242.
139
Agustín Grijalva Jiménez
34 Curiosamente es el establecimiento del voto femenino durante el liberalismo el que aparece resal-
tado positivamente en la prensa de la época, por ejemplo en las ediciones de El Comercio del 11
de junio de 1924 y de El Telégrafo del 2 de julio del mismo año. En 1928 y 1929 estos periódicos
ni siquiera registraron la innovación del voto femenino, según pudimos constatar en la revisión
de la prensa de esos años.
35 Rafael Quintero ha demostrado que el número de mujeres inscritas de 1930 a 1933, en compa-
ración al de hombres, fue mucho menor en términos absolutos, pero aumentó más aceleradamen-
te, en términos relativos, de año en año; así entre 1931 y 1932 el aumento de la inscripción feme-
nina fue de 67 por ciento y el incremento de la inscripción masculina del 30 por ciento. Pese a
lo exiguo del número de electores respecto a la población total, sobre todo por el requisito de alfa-
betismo, este tuvo un crecimiento sostenido: 12 055 en 1930, 14 707 en 1931, 24 610 en 1932
y 29 679 en 1933. La cita y datos corresponden a Rafael Quintero. El mito del populismo en
Ecuador. Quito, Flacso, 1980, p. 246.
140
Voto de la mujer y extensión del sufragio
36 Ibíd., p. 248.
141
Agustín Grijalva Jiménez
37 Asamblea Nacional Constituyente 1946-1947. Diario de debates. Intervención del Hble. Camilo
Ponce Enríquez.
142
Voto de la mujer y extensión del sufragio
38 Asamblea Nacional Constituyente 1946-1947. Diario de debates. Intervención del Hble. Hugo
Carvajal, p. 719.
143
Agustín Grijalva Jiménez
39 En el siglo XIX no existen en Ecuador partidos políticos en el sentido moderno del término; no
hay organizaciones permanentes a escala nacional sino sociedades y clubes políticos que pertene-
cen a una misma tendencia y que, en los casos de mayor consolidación, van progresivamente fun-
diéndose. Recién en 1883 se produce un primer esfuerzo realmente institucional de organización
partidaria con la fundación de la Sociedad Republicana. Véase Ayala Mora, Enrique. Lucha polí-
tica y origen de los partidos en Ecuador. Quito, Corporación Editora Nacional, 1988, p. 236.
144
Voto de la mujer y extensión del sufragio
luta en una primera vuelta, se realizaba una segunda vuelta con los can-
didatos que habían obtenido más altas mayorías relativas.
Sin embargo, los orígenes de la representación de las minorías se
remontan al siglo XIX, cuando fue establecida en la Constitución norue-
ga de 1814, defendida por algunos autores y practicada en varias regiones
de Europa. Incluso en el Ecuador, el derecho de las minorías fue procla-
mado por el Partido Republicano (conservador) en 1883 y por la
Sociedad Liberal Republicana en 1889.40
Es la Constitución de 1929 en el artículo 42 la que dispone por pri-
mera vez que en la elección de diputados, la Ley de Elecciones aplique
“un procedimiento que haga efectiva, en la práctica, la representación de
las minorías”. Se pasaba así de un sistema mayoritario a otro minoritario,
con vistas, teóricamente, a una representación parlamentaria más equita-
tiva de las diversas fuerzas políticas, las cuales para entonces se habían
reconstituido u organizado; en 1923 se había estructurado a nivel nacio-
nal el Partido Liberal Radical, en 1925 adoptaba una nueva conforma-
ción el Partido Conservador y en 1926 se había fundado el Partido
Socialista.
Para dar cumplimiento a la disposición constitucional de efectivizar la
representación de las minorías, la Ley de Elecciones de 1929 establece el
sistema de la lista incompleta o sufragio limitado, en virtud del cual los
sufragantes votaban por un número de candidatos inferior al del número
total de vacantes por llenar, con el propósito de adjudicar las vacantes res-
tantes a la primera minoría, con lo cual se excluía injustamente a las otras
minorías. De esta forma, como lo anota Tobar Donoso, la Ley de
Elecciones fue infiel al propósito de la Constitución.
En todo caso, pese a estos defectos y al retraso respecto a otros países,41
esta fue la primera vez que se ensayó un método de representación de las
minorías y de voto por listas. ¿A qué se debió tal innovación?
En cuanto a las influencias externas hay que señalar que la
Constitución de 1929 se dicta en un momento de auge de los sistemas
minoritarios en otros países; la mayoría de las constituciones europeas
posteriores a la Primera Guerra Mundial otorgan derechos a las minorías;
145
Agustín Grijalva Jiménez
146
Voto de la mujer y extensión del sufragio
147
Agustín Grijalva Jiménez
45 Salgado, Hernán. “La Constitución de 1929 del Estado y el Reordenamiento Jurídico”. Revista
Ruptura (Quito), 1985: 53.
148
Voto de la mujer y extensión del sufragio
46 Ibíd.
149
Agustín Grijalva Jiménez
47 Asamblea Nacional de 1928-1929. Diario de debates. Intervención del diputado Rigoberto Ruiz,
sesión del 22 de diciembre de 1928.
150
Voto de la mujer y extensión del sufragio
151
Agustín Grijalva Jiménez
152
Voto de la mujer y extensión del sufragio
¿Cuál es el medio esencial, lo sustancial, para que la República pueda salir del
caos en que estamos? El único medio es el respeto a la libertad electoral. La
misma Revolución de Mayo se hizo para que se respete la libertad electoral.
Si no se hubiera sentido la necesidad, los Partidos Políticos del país no se
hubieran unificado, no nos hubiéramos sublevado en masa y por eso el pri-
mer postulado de la Revolución de Mayo, es la libertad de sufragio para que
sea una de las conquistas y nunca desaparezca de la nación ecuatoriana.48
El Partido Comunista […] cree que es necesario suprimir los vicios que más
153
Agustín Grijalva Jiménez
Pero los conflictos políticos fueron ganando espacio sobre aquel frágil y
transitorio consenso, el cual se fue diluyendo en el progresivo enfrenta-
miento entre la Constituyente y el Ejecutivo. El presidente Velasco Ibarra
se opuso radicalmente a las atribuciones de control que la nueva
Constitución otorgaba al Congreso y al nuevo Tribunal de Garantías
Constitucionales sobre el Ejecutivo; también se mostró contrario al carác-
ter unicameral del Congreso y a las facultades de la Contraloría General
de la Nación.
Finalmente, en marzo de 1946 Velasco declaró la dictadura. En agosto
del mismo año se reunió una nueva Asamblea Constituyente en cuyas
elecciones no participaron los partidos de izquierda lo cual facilitó el pre-
dominio conservador en dicha Asamblea. Lo que nos interesa destacar es
el desfase entre el discurso político y normativo, por un lado, y la práctica
política, por otro.
La Revolución de Mayo se había hecho, entre otros objetivos, para
luchar por la libertad de sufragio, pero a los dos años, al disolver la
Asamblea, Velasco desconoce los resultados del sufragio; se convoca a
unas elecciones en las que la izquierda se automargina bajo el impacto de
la dictadura. Luego, paradójicamente, la Constituyente conservadora de
1946 expresa continuidad en el esfuerzo por mejorar el sistema electoral,
pues la Constitución de 1946 mantiene y desarrolla los nuevos organis-
mos electorales que habían sido creados por la Constituyente izquierdista
de 1945.
Pese a los conflictos políticos, la libertad electoral sigue siendo perci-
bida como una necesidad nacional, incluso en 1947, luego de que el
orden constitucional ya había sido roto. Alfredo Vera, de tendencia
izquierdista, en una obra clásica de la literatura política ecuatoriana, escri-
49 Ibíd., p. 460.
154
Voto de la mujer y extensión del sufragio
155
Agustín Grijalva Jiménez
156
Voto de la mujer y extensión del sufragio
157
Agustín Grijalva Jiménez
158
Voto de la mujer y extensión del sufragio
55 Pareja Diezcanseco, Alfredo. Ecuador: la República de 1830 a nuestros días. Quito, Editorial
Universitaria, 1979, p. 405. De hecho la creación de juntas electorales independientes había sido
uno de los puntos principales del Programa de la Asamblea Conservadora de 1925.
56 Maiguashca, Juan y Liisa North. “Orígenes y significado del Velasquismo: lucha de clases y par-
ticipación política en el Ecuador, 1920-1972”. La cuestión regional y el poder. Ed. Rafael
Quintero. Quito, Corporación Editora Nacional, 1991, p. 132.
159
Agustín Grijalva Jiménez
57 Con la excepción de las Leyes de Elecciones de 1830 y 1835, como lo expusimos al estudiar el
período 1812-1861.
160
Voto de la mujer y extensión del sufragio
del voto fue propuesta y discutida en algunas ocasiones. Así, por ejemplo,
en la Constituyente de 1944 el artículo 36 del proyecto de la Comisión
de Constitución establecía que “el voto es obligatorio para todos los ciu-
dadanos en capacidad de sufragar”, es decir no solo para el hombre, como
sería aprobado en 1946, sino también para la mujer.
Los argumentos en contra del voto obligatorio afirmaban que tal obli-
gatoriedad atentaba contra la libertad del ciudadano, se decía también
que especialmente en la población campesina no existían las adecuadas
condiciones educativas y culturales para concretar tal exigencia, y por
tanto, para sancionar su incumplimiento; que el voto constituía más un
deber cívico que jurídico y que por tanto lo que debía hacerse era educar
y concienciar a la ciudadanía. Recordemos además que para la época era
frecuente que un partido de oposición ordenase no votar a sus afiliados o
adeptos ante la realización de un fraude electoral inminente; situación
que, se afirmaba, hacía inconveniente el voto obligatorio.
Por otro lado, quienes defendían el voto obligatorio aseveraban que el
sufragio constituye la base de las instituciones democráticas, una obliga-
ción moral y política que el ciudadano tiene de aportar al bien común; en
tanto la posibilidad de abstención había generado en el país una huelga
cívica, apatía e indiferencia colectiva que el voto obligatorio podía contra-
rrestar; los ciudadanos, se afirmaba, no solo tienen derechos, sino que
estos suponen deberes. En cuanto a las dificultades del voto de los cam-
pesinos estos se irían superando en la práctica y mediante regulaciones
legales y reglamentarias adecuadas. Se planteaba también que era el abs-
tencionismo el que históricamente había facilitado el fraude electoral,
dando paso a gobiernos impopulares y, de hecho, dictatoriales.
Tras estos argumentos, sin embargo, se movían definidos intereses
político-partidarios. Es fundamentalmente el Partido Conservador el que
propugna el voto obligatorio, incluso en su Programa de 1925, y llega a
establecerlo (para los hombres) en 1946 en que tuvo mayoría parlamen-
taria. En tanto, la izquierda se opone.
Esta posición política resulta explicable. Recordemos que en 1944 los
sectores de izquierda tuvieron un significativo avance electoral, mientras
la votación conservadora había declinado; el voto obligatorio podía darle
un giro a tal situación. En efecto, incluso hasta 1950 el 71,5 por ciento
de los ecuatorianos habitaban en el sector rural; a su vez, del total nacio-
161
Agustín Grijalva Jiménez
58 Ayala Mora, Enrique. Los partidos políticos en Ecuador: síntesis histórica. Quito, Ediciones La
Tierra, 1989.
59 Ibíd. (En 1951 se fracciona el conservadurismo y se funda el Movimiento Social Cristiano. En
1956 surge otro grupo de derecha: ARNE.)
162
Voto de la mujer y extensión del sufragio
60 Quintero, Rafael. “Restricciones del régimen electoral a la participación de los sectores populares:
el caso del Ecuador (1930-1978)”. Revista del IDIS (Cuenca) 5, Universidad de Cuenca (1978):
107 y 109. En realidad, como ya lo expusimos, el voto femenino obligatorio había sido propuesto
ya en 1946 especialmente por sectores de tendencia socialcristiana y discutida en el seno de la
Asamblea de ese año, sin embargo en esa ocasión los representantes conservadores de mentalidad
más tradicional se habían negado a aprobarla; 20 años después la progresiva incorporación social
de la mujer, el avance de sus organizaciones, y los cambios culturales y políticos crearon condi-
ciones favorables para que se establezca el voto femenino obligatorio.
163
Agustín Grijalva Jiménez
3. Bibliografía
164
Voto de la mujer y extensión del sufragio
165
Capítulo 3
Justicia constitucional
Evolución histórica
del control constitucional
en Ecuador1
169
Agustín Grijalva Jiménez
170
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
171
Agustín Grijalva Jiménez
172
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
173
Agustín Grijalva Jiménez
174
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
175
Agustín Grijalva Jiménez
176
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
177
Agustín Grijalva Jiménez
178
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
179
Agustín Grijalva Jiménez
180
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
181
Agustín Grijalva Jiménez
138). En 1992 una nueva reforma constitucional determinó que una sala
constitucional de la Corte Suprema resolvería en última y definitiva ins-
tancia los informes sobre inaplicabilidad que podían presentar otras salas
de la Corte u otros tribunales de última instancia.
Control a posteriori abstracto: en cuanto al control de constitucionali-
dad de la ley, como hemos dicho al examinar el control concreto, la
Constitución de 1945 crea un sistema mixto por el cual el TGC única-
mente podía llegar a la suspensión de una ley basado en la petición de un
juez o tribunal de última instancia que se ve en el dilema de aplicar esta
ley a un caso concreto. No obstante, solo el Congreso podía decidir sobre
esta inconstitucionalidad de forma definitiva. Pese a que el Tribunal sola-
mente podía suspender la ley, la innovación en 1945 radica en incluir a la
ley como objeto de control constitucional puesto que el Consejo de
Estado en la Constitución de 1929 no tenía estas atribuciones, pues, con-
trolaba efectivamente solo normas inferiores a la ley (art. 117, numeral 2).
Aunque parezca paradójico, la Constitución de 1945 debilita respecto
a la Constitución de 1929 el control constitucional de normas inferiores
a la ley. En la Constitución de 1929 el Consejo de Estado podía “declarar,
por acción popular, la nulidad de los Decretos o Reglamentos que dictare
el Poder Ejecutivo, en contravención a la Constitución y a las leyes de la
República” (art. 117, numeral 2) (las cursivas son mías). En contraste, en
1945 el Tribunal de Garantías solamente podía formular observaciones
acerca de esta inconstitucionalidad a la autoridad que haya expedido la
norma, y en caso de no ser aceptadas, publicarlas y someterlas a decisión
del Congreso (art. 160, numeral 2). De la declaratoria de nulidad a la for-
mulación de observaciones hay claramente un debilitamiento de compe-
tencias en esta materia. Nótese que en ambos casos —nulidad y observa-
ciones— el objeto de control no era la ley, sino fundamentalmente nor-
mas inferiores a la ley expedidas por el poder ejecutivo.
La Constitución de 1946 mantiene las atribuciones otorgadas al TGC
en 1945, pero en manos del Consejo de Estado. Sin embargo, despoja a
este del control constitucional de la ley, y, en franca reiteración del prin-
cipio de soberanía parlamentaria, establece en el artículo 189, párrafo
tres, que “sólo al Congreso le corresponde declarar si una ley o Decreto
Legislativo son o no inconstitucionales.”
Otra diferencia importante radica en que según el artículo 146, nume-
182
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
ral 2, las observaciones del Consejo de Estado no alcanzan los fallos emi-
tidos por los organismos de la función judicial, una exclusión que no
consta ni en la Constitución de 1945, ni en la de 1967. Por otra parte, la
Constitución de 1946 en el artículo 76 introduce el control constitucio-
nal formal, pues, asigna a la Corte Suprema la atribución de suspender una
ley por incumplir con las formalidades del proceso de formación de la ley.
No obstante, paradójicamente, la Corte debía poner el asunto en conoci-
miento del propio Congreso, el que tenía la decisión final. En todo caso
este es un antecedente importante de las atribuciones de control consti-
tucional establecidas luego en la Constitución de 1967.
En esta etapa es justamente la Constitución de 1967, artículo 205,
numeral 4, la que marca un hito respecto a este tipo de control al estable-
cer por primera vez en el Ecuador que la Corte Suprema podía y debía
“suspender —total o parcialmente, en cualquier tiempo, de oficio o a
petición de parte— los efectos de una ley, ordenanza o decreto que fuere
inconstitucional por la forma o por el fondo.” Tal medida era luego
sometida a decisión del Congreso. Es decir, se trata claramente de control
constitucional abstracto y a posteriori. Esta fórmula es mucho más precisa
que la de constituciones anteriores en cuanto se refiere exclusivamente a
inconstitucionalidad y no a ilegalidad. Recordemos además que es esta
Constitución (arts. 213 y siguientes) la que crea los tribunales contencio-
so administrativo y fiscal, lo cual ayuda justamente a comenzar a diferen-
ciar el control de la ley del de la Constitución.
La Constitución de 1978 prácticamente no introduce novedades res-
pecto a lo establecido en 1967, pero al ser reformada en 1983 transfiere
de la Corte Suprema al Tribunal de Garantías Constitucionales la facul-
tad de suspender los efectos de preceptos inconstitucionales por el fondo
y por la forma, para que el Congreso decida luego definitivamente (art.
141, numeral 4). Una segunda reforma, en 1992, otorgó tales funciones
a una nueva sala constitucional de la Corte Suprema, mientras que las
decisiones del Tribunal era una suerte de primera instancia. La reforma
debilitó al TGC y lo enfrentó con la Corte. No obstante, un aporte
clave de esta reforma fue la de establecer que “la resolución de la sala
será definitiva y de efectos generales” (art. 146, numeral 1, Constitcuión
de 1998 codificada en 1993); este es un precedente importante de la
reforma de 1996.
183
Agustín Grijalva Jiménez
Esta etapa se inicia con las reformas constitucionales de 1995 y 1996 que
declaran al Tribunal Constitucional como instancia final de decisión en
materia de control constitucional y priva de este rol al Congreso. Tal
competencia es ratificada por la Constitución de 1998. Estas reformas al
control constitucional son las más importantes desde el retorno a la
democracia en 1978; incluyen, a más del fortalecimiento del Tribunal
Constitucional, el establecimiento del amparo, el hábeas data y el
Defensor del Pueblo. Innovaciones todas estas que la Constituyente de
1998 simplemente ratifica.
Este período se caracteriza por un mayor desarrollo y estabilidad del
carácter jurisdiccional del Tribunal Constitucional, especialmente en
cuanto a sus atribuciones y composición. En contraste a las constantes
reformas constitucionales y legales que modificaron las atribuciones y
composición del organismo en los períodos anteriores, en esta etapa tales
atribuciones se mantienen y desarrollan. Sin embargo, persiste la politiza-
ción partidaria del organismo debido especialmente a la forma de nom-
bramiento, duración del período y mecanismos de remoción de sus inte-
grantes.
Al igual que en 1945, cuando se creó el Tribunal de Garantías
Constitucionales, los años de estas reformas, 1995 y 1996, están marcados
por un grave conflicto internacional, gran turbulencia social y cierto con-
senso político.29 Si bien ya en 1994 el gobierno de Duran Ballén inicia
esfuerzos de reforma constitucional, apuntalados luego mediante una con-
sulta popular, la coyuntura en que estas reformas se aprobaron se extiende
hasta 1996 y su estudio permite entender mejor su origen y desarrollo.
El gobierno de Sixto Durán Ballén (1992-1996) inició sus primeros
esfuerzos de reforma constitucional en 1994, una vez que su limitado blo-
_____________
29 Centro Andino de Acción Popular. “El conflicto socio-político: febrero-mayo 1995”. Revista
Ecuador Debate (Quito): 21-27.
184
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
que de diputados quedó aún más reducido luego de las elecciones legisla-
tivas de mayo de 1994. Confrontado el Ejecutivo con un Congreso domi-
nado por la oposición, y en el afán de impulsar su programa de privatiza-
ción económica y reforma política, optó por convocar a consulta popular
para el 28 de agosto de ese año.
Una de las preguntas de la consulta versaba sobre autorizar al
Presidente de la República para remitir al Congreso Nacional un proyec-
to de reformas constitucionales para que las discuta y apruebe en 100
días. Paralelamente, el gobierno había conformado una comisión de nota-
bles para elaborar un proyecto de reformas constitucionales,30 comisión
que recogió además los resultados de la consulta. Es el proyecto de esta
comisión el que incluyó las reformas sobre control constitucional que
aquí nos interesan, las cuales fueron luego discutidas por el Congreso
conforme se decidió en la consulta popular.
Entre enero y abril de 1995 se producen graves enfrentamientos arma-
dos con el Perú, lo cual genera una gran brecha fiscal que el gobierno trata
de cubrir recurriendo a medidas de ajuste con altos costos sociales, entre
ellas el aumento de precios e impuestos para cubrir el déficit. Estas polí-
ticas, a su vez, propician fuertes protestas especialmente de trabajadores
del sector público y sectores urbano-marginales. Frente a todo ello, en
medio de la movilización social y la crisis de los partidos políticos, el
Congreso adopta una actitud inusualmente conciliadora frente al
Ejecutivo,31 lo cual facilita las reformas que estamos estudiando.
Las reformas constitucionales de 1995-1996 no se limitan a fortalecer
el control y las garantías constitucionales, sino que tienen un alcance
mucho mayor que incluye normas sobre derechos laborales de empleados
públicos, seguridad social, descentralización y regulación económica. Los
cambios relativos a control y garantías constitucionales, no obstante, no
pueden explicarse solo como una actualización necesaria32 para la época,
_____________
30 En 1994 el gobierno de Duran Ballén integra una comisión de 14 juristas para preparar un ante-
proyecto de reformas a la Constitución hasta octubre de ese año; esta propuesta es además enri-
quecida mediante una consulta popular. En 1995 el Congreso inicia la reforma en base a tal pro-
puesta de reforma, y finaliza sus debates en enero de 1996. Véase Hernán Salgado, Manual de
Justicia Constitucional, pp. 48-49.
31 Pese a lo cual en octubre de 1995 se desarrolla un juicio político contra el vicepresidente Alberto
Dahik.
185
Agustín Grijalva Jiménez
186
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
observaciones a las que más adelante se trata de dar fuerza coercitiva median-
te la figura del desacato, luego en los ochenta se le atribuye la facultad de
suspender preceptos inconstitucionales, en todos los casos siempre hasta
que el Congreso —o la Sala Constitucional en 1992— decida definitiva-
mente.
En otras palabras, en Ecuador se ha negado reiteradamente al
Tribunal el rol de intérprete final de la Constitución. Aún en la
Constitución de 1998 se mantuvo cierta incoherencia e imprecisión con-
ceptual en el artículo 276, numeral 1, cuando dispone que el efecto de la
declaratoria de inconstitucionalidad es el de “suspender total o parcial-
mente” los efectos de preceptos inconstitucionales. En esa misma línea el
artículo 284 hace referencia a interpretación legislativa obligatoria de la
Constitución por parte del Congreso. En todo caso, como bien han indi-
cado varios autores,35 la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley por
el Tribunal Constitucional no puede tener jurídicamente el efecto de sus-
pender los efectos de estas normas, sino de declarar la invalidez de las mis-
mas, pues en este último caso quedan expulsadas del sistema jurídico de
forma definitiva.
Control a posteriori concreto: las reformas de 1996 extendieron la atri-
bución de inaplicar leyes inconstitucionales de la Corte Suprema a todos
los tribunales de última instancia,36 volviendo en parte al sistema de 1945.
Pero es la Constitución de 1998 en los artículos 273 y 274 la que amplió
tal facultad y obligación a todos los jueces. La declaración de inaplicabili-
dad, no obstante, tenía efectos solo para la causa en que se pronuncien,
debiendo el juez respectivo presentar un informe sobre la declaratoria de
inconstitucionalidad al Tribunal Constitucional para que este resuelva
con carácter general y obligatorio. Adicionalmente, la Constitución de
1998 hacía referencia con más precisión técnica a la inaplicación de pre-
ceptos jurídicos y no exclusivamente de preceptos legales como en las refor-
mas de 1996. En definitiva, se evoluciona de un sistema que radicaba este
_____________
35 Véase, por ejemplo, Zavala Egas, Jorge. Derecho Constitucional, t. 1. Guayaquil, Edino, 1999, p.
192. Ávila, Luis. Efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad en el Ecuador. Quito,
Corporación de Estudios y Publicaciones, 2004, p. 51.
36 Andrade, Santiago. “La Constitución política y la administración de justicia”. La estructura cons-
titucional del Estado ecuatoriano. Eds. Santiago Andrade, Julio César Trujillo y Roberto Viciano.
Quito, Corporación Editora Nacional, 2004.
187
Agustín Grijalva Jiménez
188
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
189
Agustín Grijalva Jiménez
190
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
191
Agustín Grijalva Jiménez
4. Bibliografía
192
Evolución histórica del control constitucional en Ecuador
193
Agustín Grijalva Jiménez
194
Independencia, acceso
y eficiencia de la justicia
constitucional en Ecuador
_____________
1 Usamos aquí indistintamente los términos Tribunal o Corte Constitucional para referirnos al
máximo órgano de interpretación y control constitucional en un sistema jurídico.
2 Decimos “principalmente” porque existe también un concepto de independencia interna a la fun-
ción judicial que describe la relación entre jueces de distintos niveles. Basados en esta noción, los
jueces ordinarios, por ejemplo, no pueden y no deben estar sometidos a presiones inadecuadas de
jueces de cortes superiores o supremas.
195
Agustín Grijalva Jiménez
1. Independencia
196
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
197
Agustín Grijalva Jiménez
lo son los partidos políticos, los movimientos sociales o los grupos de pre-
sión. Son políticos, primero porque ejercen poder estatal y aplican nor-
mativa jurídica, especialmente la Constitución, las cuales son expresiones
de procesos políticos. Segundo, porque muchas decisiones de los jueces
constitucionales suelen tener gran impacto político.3 Y tercero, porque
este poder se basa en la posibilidad de seleccionar entre varias interpreta-
ciones jurídicamente admisibles en base a un mismo texto legal. Esta dis-
crecionalidad —que no arbitrariedad— en la interpretación es la labor
específica del juez y constituye el núcleo de su independencia.4 Esta inde-
pendencia entendida como autonomía política, sin embargo, no se justi-
fica por y para sí misma. El juez constitucional en su labor hermenéutica
tiene mandatos definidos, entre los cuales destaca la decidida protección
de derechos fundamentales.
En ese sentido, el juez constitucional afirma su propio poder político
mediante un rol activo y creativo, pero ciertamente profesional, en la
interpretación constitucional, y en particular en la defensa de derechos
fundamentales. Al juez constitucional le resulta imposible, para cumplir
su función, mantenerse en el plano de mera aplicación silogística de la
norma, puesto que estas normas, y en particular los derechos, son siempre
amplios, abiertos a la definición de sus contenidos. El juez constitucional
debe entonces esforzarse por hallar las interpretaciones que mejor sirvan
a la mejor defensa de los derechos constitucionales.
Esta definición de la Corte Constitucional como actor político es
imperativo reiterarlo y advertirlo, no desmerece sino que fundamenta su
carácter de órgano jurisdiccional. Una Corte Constitucional requiere ser
políticamente independiente para construir sus análisis jurídicos y soste-
ner sus decisiones no arbitrariamente o por indebidas presiones sino basa-
das en el Derecho y, fundamentalmente, en la Constitución. La Corte
antes y más que ningún otro órgano público está y debe estar posibilitada
_____________
3 Aquí puede mencionarse la posición de García de Enterría, quien reconoce que las decisiones del
juez constitucional tienen impacto político, pero al tiempo plantea que debe decidirse exclusiva-
mente y estrictamente en base a criterios jurídicos. Como venimos sosteniendo, esto no solo no
es posible sino que no sería responsable. Véase García de Enterría, Eduardo. La Constitución como
Norma y el Tribunal Constitucional. Madrid, Civitas, 1985, pp. 39 a 61 y 95 a 114.
4 Véase De Trazegnies, Fernando. “El rol político del abogado litigante”. Los Abogados y la
Democracia en América Latina. AA.VV. Quito, ILSA, 1986; también véase Taruffo, Michele.
“Jueces y política: de la subordinación a la dialéctica”. Revista Isonomía, 22 (abril 2005).
198
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
199
Agustín Grijalva Jiménez
200
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
_____________
6 A su vez, como se expuso, sin voluntad política por constituir tribunales realmente independien-
tes y profesionales, al menos parte de la justicia constitucional funciona como mera racionaliza-
ción jurídica de decisiones políticas.
201
Agustín Grijalva Jiménez
202
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
203
Agustín Grijalva Jiménez
204
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
2. Acceso
205
Agustín Grijalva Jiménez
206
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
207
Agustín Grijalva Jiménez
208
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
209
Agustín Grijalva Jiménez
210
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
211
Agustín Grijalva Jiménez
3. Eficiencia
212
Independencia, acceso y eficiencia de la justicia constitucional en Ecuador
213
Agustín Grijalva Jiménez
4. Bibliografía
Abramovich, Víctor y Christian Courtis. Los derechos sociales como derechos
exigibles. Madrid, Editorial Trotta, 2004.
Alexy, Robert. Teoría del discurso y derechos constitucionales. México,
Distribuciones Fontamara, 2005.
Bernal Pulido, Carlos. El derecho de los derechos. Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 2005.
Carbonell, Miguel, ed. El canon neoconstitucional. Bogotá, Universidad
Externado, 2010.
Constitución de la República del Ecuador, 2008.
De Trazegnies, Fernando. “El rol político del abogado litigante”. Los abo-
gados y la democracia en América Latina. AA.VV. Quito, ILSA, 1986.
Ferrajoli, Luigi. “La Democracia Constitucional”. Desde otra mirada.
Comp. Christian Courtis. Buenos Aires, Eudeba, 2001.
García de Enterría, Eduardo. La Constitución como Norma y el Tribunal
Constitucional. Madrid, Civitas, 1985.
Gargarella, Roberto. “Las amenazas del constitucionalismo: constituciona-
lismo, derechos y democracia”. Los derechos fundamentales. Marcelo
Alegre et al. Buenos Aires, Editores del Puerto, 2003.
Ginsburg, Tom. Judicial review in new democracies – Constitutional courts in
asian cases. Cambridge, Cambridge University Press, 2003.
Habermas, Jürgen. Facticidad y validez. Editorial Trotta.
Landa, César. Estudios sobre Derecho Procesal Constitucional. México,
Editorial Porrúa, 2006.
Lijphart, Arend. Patterns of democracy. New Haven, Yale University Press,
1999.
Mejía Quintana, Óscar. “Tribunal Constitucional, desobediencia civil y
democracia deliberativa. El paradigma discursivo-procedimental frente
al dilema liberal-republicano”. Republicanismo contemporáneo. Comp.
Andrés Hernández. Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2002.
Peña, Manuel. La Garantía en el Estado Constitucional de Derecho.
Valladolid, Editorial Trotta, 1997.
Pérez Luño, Antonio. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución.
Madrid, Editorial Tecnos, 1999.
Taruffo, Michele. “Jueces y política: de la subordinación a la dialéctica”.
Revista Isonomía, 22 (abril 2005).
214
Interpretación constitucional,
jurisdicción ordinaria
y Corte Constitucional
1 Ya la Constitución de 1835, en el artículo 110, establecía que “Solo el Congreso podrá resolver
las dudas que ocurran sobre la inteligencia de alguno, o algunos artículos de esta Constitución”.
Una idea que con otras palabras será reiterada por todas las constituciones ecuatorianas hasta
1998.
215
Agustín Grijalva Jiménez
de las leyes que dictaba.2 Tal sistema implicaba que la actividad legislativa
del Congreso no estaba sujeta a un auténtico control abstracto de consti-
tucionalidad. El dato va más allá de la curiosidad histórica, pues revela un
fuerte arraigo de la noción de soberanía parlamentaria en la cultura jurí-
dica y política ecuatoriana.
La noción del legislador soberano comenzó a diluirse, como se ha
dicho, solo con las reformas constitucionales de 1992 y 1995, en las cua-
les se otorgó a órganos jurisdiccionales la facultad de decidir en última
instancia sobre acciones de inconstitucionalidad. Este fue un cambio que
la codificación de la Constitución de 1998 recogió, pero manteniendo al
mismo tiempo, de forma contradictoria, la condición del legislador como
único intérprete final de la Constitución.
La Constitución de 2008 concluye este proceso evolutivo en el
Derecho constitucional ecuatoriano. A diferencia de todas las constitucio-
nes anteriores que de una u otra forma otorgaron al Congreso la facultad
de interpretar la Constitución de forma general y obligatoria, el artículo
429 de la Constitución vigente, en línea con el constitucionalismo actual,
atribuye esa función a la Corte Constitucional.
“En efecto, la Codificación de 1998 de la Constitución” establecía en
el artículo 284 que “en caso de duda sobre el alcance de las normas con-
tenidas en esta Constitución, el Congreso Nacional podrá interpretarlas
de un modo generalmente obligatorio”.3 Esta disposición adolecía de dos
graves falencias: 1) anacronismo, y 2) contradicción con las funciones del
Tribunal Constitucional.
En cuanto a lo primero, el anacronismo radica en la idea de que el
legislador es el único o el principal intérprete de la Constitución, lo que
equivale a decir que es soberano, pues tal concepción ha sido claramente
2 Mediante las reformas constitucionales de 1992 se atribuyó a una sala constitucional de la Corte
Suprema la competencia para decidir en última instancia sobre la constitucionalidad de leyes u
otras normas jurídicas “suspendidas” por el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Posteriormente, las reformas constitucionales de 1995 y 1996 transfirieron esta atribución al
Tribunal Constitucional, lo cual fue recogido por la Constitución de 1998.
3 Adicionalmente, y para aumentar la confusión, el artículo 3, literal e, de la Ley Orgánica de la
Procuraduría General del Estado da también a este organismo la facultad de absolver consultas
sobre interpretación constitucional, disponiendo que los dictámenes de esta institución sobre la
materia consultada sean obligatorios para la administración pública.
216
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
4 Cualquier texto moderno de derecho constitucional argumenta en este sentido, pero para una
ubicación del debate al respecto es ilustrativo el clásico texto de Eduardo García de Enterría. La
Constitución como norma y el Tribunal Constitucional. Madrid, Civitas, 1985. Para una explica-
ción de esta transformación en el caso europeo véase Zagrebelsky, Gustavo. El derecho dúctil.
Madrid, Editorial Trotta, 2005. Respecto a Latinoamérica véase Nogueira, Humberto. La juris-
dicción constitucional y los tribunales constitucionales de Sudamérica en la alborada del siglo XXI.
México, Editorial Porrúa, 2004.
217
Agustín Grijalva Jiménez
218
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
5 El artículo 429 dice: “La Corte Constitucional es el máximo órgano de control, interpretación
constitucional y de administración de justicia en esta materia…” Entre tanto, el artículo 436 esta-
blece: “La Corte Constitucional ejercerá, además de las que le confiera la ley, las siguientes atri-
buciones: 1. Ser la máxima instancia de interpretación de la Constitución, de los tratados inter-
nacionales de derechos humanos ratificados por el Estado ecuatoriano, a través de sus dictámenes
y sentencias. Sus decisiones tendrán carácter vinculante.”
219
Agustín Grijalva Jiménez
6 No hay aquí espacio para siquiera aproximarse al extenso y complejo tema de la interpretación
jurídica y de la interpretación constitucional en particular. En todo caso, es imperativo anotar que
las corrientes modernas de hermenéutica jurídica plantean que la interpretación es un proceso
ineludible para cualquiera que se acerca a una norma jurídica, que este proceso está profundamen-
te influido tanto por el intérprete como por el contexto en que se interpreta. Por tanto, la idea de
un intérprete único o absolutamente objetivo se vuelve insostenible. La bibliografía sobre este
tema es enorme, pero una introducción sintética la provee Iván Vila Casado en Nuevo Derecho
constitucional (Bogotá, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2002), especialmente el capítulo
nueve. Una buena compilación se encuentra en Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, coord.
Interpretación constitucional. México, Editorial Porrúa, 2005.
7 La Corte Constitucional solo conoce directamente la acción por incumplimiento y la acción
extraordinaria de protección, el juzgamiento en primera y segunda instancia de todas las demás
garantías (acción de protección o amparo, hábeas corpus, hábeas data y acceso a la información
pública) pasa a los jueces ordinarios.
220
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
8 Haberle, Peter. El Estado Constitucional. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003,
p. 150.
221
Agustín Grijalva Jiménez
9 Decimos anacronismo porque la idea del legislador como máximo intérprete constitucional está
directamente vinculada a las nociones jurídicas y políticas predominantes en Europa en el siglo
XIX y primera mitad del XX, relativas a que el legislador es soberano en tanto representante de
la voluntad popular: idea que aún muchos juristas y políticos sostienen en Ecuador.
10 Así, el artículo 62, numeral 3, de la Convención Americana establece: “La Corte tiene competen-
cia para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de
esta Convención que le sea sometido, siempre que los Estados Partes en el caso hayan reconocido
o reconozcan dicha competencia, ora por declaración especial, como se indica en los incisos ante-
riores, ora por convención especial”.
222
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
11 De hecho, el artículo 436, numeral 1, es solo una repetición innecesaria de parte del artículo 429.
Adicionalmente, la idea de que la Corte Constitucional absuelva consultas fue explícitamente
incluida en varios proyectos de Constitución pero eliminada en el texto de Montecristi.
12 Aunque no hay aquí espacio para desarrollarlo, puede al menos dejarse aquí sentado que la idea
de que hay normas jurídicas que no se interpretan por tener sentido evidente ha sido totalmente
superada por la hermenéutica moderna.
13 Estos son los casos, por ejemplo, de dictámenes previos de constitucionalidad establecidos en el
artículo 438.
223
Agustín Grijalva Jiménez
Todas las demás funciones la Corte las realiza en el marco de procesos cons-
titucionales que la propia Carta política establece y que derivan en senten-
cias o dictámenes. La actuación de la Corte a petición de parte, en cam-
bio, tiene como objetivo asegurar la imparcialidad propia de cualquier
órgano jurisdiccional, y es por tanto un componente estructural de su
independencia.
En el caso de la Corte Constitucional, la supuesta facultad de absolver
consultas previas ataca incluso las competencias auténticamente jurisdic-
cionales de la Corte, pues si esta se pronuncia en determinado sentido
sobre una norma o un acto, mal podría hacerlo posteriormente en forma
distinta cuando se demande ante ella la inconstitucionalidad de tal norma
o acto. En otras palabras, las funciones consultivas, que le son impropias
e inconstitucionales, inhiben sus funciones jurisdiccionales, que le son
propias y atribuidas por la Constitución.14 O para formularlo como pre-
gunta: ¿qué va a responder o decidir la Corte ante una demanda de
inconstitucionalidad respecto a un problema normativo sobre el cual se
ha pronunciado previamente en consulta?
Si se busca el pronunciamiento de la Corte Constitucional lo jurídico
es acudir a los procesos constitucionales específicos diseñados para el efecto.
Estos son procesos constitucionales que aseguran el debido proceso, por
tanto incluyen los tipos de procedimientos, comparecencias, argumentos,
responsabilidades y decisiones adecuadas. En cambio, si la propia Corte
viola el debido proceso en el desempeño de sus competencias solo le espe-
ra una deslegitimación acelerada como órgano jurisdiccional.
Por otra parte, se plantea el problema del valor jurídico de estas deci-
siones adoptadas como resultado de consultas. Puesto que la
Constitución no establece el proceso constitucional correspondiente, el
valor jurídico de las respuestas a tales consultas queda en entredicho.
Finalmente, está el problema del tipo de actividad hermenéutica que
supone una consulta sobre el sentido de normas constitucionales. Las cor-
tes constitucionales son garantes fundamentalmente de tres asuntos: 1) la
14 Bajo este mismo razonamiento de que quien juzga no puede opinar primero mediante una con-
sulta, el Tribunal Andino de Justicia ha desechado la posibilidad de absolver consultas que han
llegado a ese órgano jurisdiccional. En el caso de la Comisión Interamericana, la cual emite opi-
niones consultivas, hay que anotar que tal función está separada de la del órgano jurisdiccional
correspondiente, la Corte Interamericana.
224
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
15 Véase Zagrebelsky, Gustavo. ¿Derecho procesal constitucional y otros ensayos de justicia constitucio-
nal? México, Fundap, 2004.
225
Agustín Grijalva Jiménez
16 Hay también un control político de constitucionalidad, que a diferencia del control jurídico tiene
parámetros más subjetivos, actúa por propia iniciativa y no a petición de parte, y es ejercido por
órganos políticos. El caso paradigmático es el juicio político por violaciones a la Constitución.
Para una diferenciación conceptual, véase Aragón, Manuel. “La interpretación de la Constitución
y el carácter objetivado del control constitucional”. Interpretación constitucional. Coord. Eduardo
Ferrer Mac-Gregor. México, Editorial Porrúa, 2005, especialmente las secciones 2 y 3 del artícu-
lo. Véase también Aragón Reyes, Manuel. Constitución y control del poder. Bogotá, Universidad
Externado, 1999.
17 Para una revisión histórica de la dependencia política del Tribunal Constitucional respecto al
Congreso y al corporatismo en el Ecuador pueden verse mis artículos: Grijalva, Agustín.
“Constitucionalidad, Institucionalidad y Derecho en el Ecuador”. Ecuador Debate. Derecho,
Reforma Política y Estado (Quito), 71, CAAP (2007). Así como Grijalva, Agustín. “¿Constitución
sin constitucionalismo: urgencia de un Tribunal Constitucional Independiente?”. Foro. Revista de
Derecho (Quito) 7, Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional (2007).
226
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
18 Este artículo establece: El contenido de los derechos se desarrollará de manera progresiva a través
de las normas, la jurisprudencia y las políticas públicas. El Estado generará y garantizará las con-
diciones necesarias para su pleno reconocimiento y ejercicio.
19 Este artículo establece que “Ninguna norma jurídica podrá restringir el contenido de los derechos
ni de las garantías constitucionales”. Obviamente una interpretación literal del artículo lo volvería
inefectivo, pues el legislador justamente tiene por función regular, limitar, o condicionar el ejer-
cicio de estos derechos, como lo reconoce el artículo 11, numeral 3 inciso segundo de la misma
Constitución, lo que no puede el legislador es restringir o invadir es el contenido esencial de estos
derechos.
227
Agustín Grijalva Jiménez
20 Para una introducción a la noción de contenido esencial y limitación de los derechos puede verse:
Nogueira Alcalá, Humberto. “Aspectos de una teoría de los derechos fundamentales: la delimita-
ción, regulación, garantías y limitaciones de los derechos fundamentales”. Revista electrónica Ius
et Praxis (Talca), 11.2 (2005). Internet. www.scielo.cl/iusetp.htm Un análisis más complejo se halla
en Prieto Sanchís, Luis. Justicia constitucional y derechos fundamentales. Madrid, Editorial Trotta,
2003, especialmente el capítulo quinto.
21 La referencia clásica a este respecto es la sentencia STC 11-81 del Tribunal Constitucional
Español, publicada en López Guerra, Luis. Las Sentencias Básicas del Tribunal Constitucional.
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998.
228
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
22 El artículo 436, numeral 6, dice textualmente: “La Corte Constitucional ejercerá, además de las
que le confiera la ley, las siguientes atribuciones: (…) 6. Expedir sentencias que constituyan juris-
prudencia vinculante respecto de las acciones de protección, cumplimiento, hábeas corpus, hábe-
as data, acceso a la información pública y demás procesos constitucionales, así como los casos
seleccionados por la Corte para su revisión”.
23 Para una diferenciación conceptual véase Ferrajoli, Luigi. Derechos y garantías: la ley del más débil.
Madrid, Editorial Trotta, 2006, especialmente el capítulo 2.
24 Por supuesto, no se pretende afirmar que el Derecho administrativo, como cualquier rama del
derecho, no debe articularse al constitucional, pero en el Ecuador más bien se ha producido una
superposición de aquel sobre este.
229
Agustín Grijalva Jiménez
25 Nogueira Alcalá, Humberto. “Aspectos de una teoría de los derechos fundamentales: la delimita-
ción, regulación, garantías y limitaciones de los derechos fundamentales”. Revista Ius ed Praxis
(Talca), 11.002 (2005): 15-64.
26 Un aproximación a la modulación de sentencias en Nogueira Alcalá, Humberto.
“Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América
del Sur”. Revista Ius et Praxis (Talca), 10.1 (2004). Internet. www.scielo.cl/iusetp.htm.
230
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
27 Es decir, acción de protección o amparo, hábeas corpus, hábeas data y acceso a la información
pública.
231
Agustín Grijalva Jiménez
como son los fallos de triple reiteración de la Corte Suprema.28 Para desa-
rrollar esta jurisprudencia, el artículo 86, numeral, 5 dispone que todas
las sentencias ejecutoriadas sobre garantías sean remitidas a la Corte
Constitucional.
En el derecho ecuatoriano la jurisprudencia constitucional ha tenido
un rol más bien casuístico y subsidiario. La sentencia constitucional ha
sido vista como una decisión con efectos inter partes que atiende exclusi-
vamente derechos subjetivos, y no como una fuente de derecho que escla-
rece el sentido y alcance de instituciones jurídicas objetivas y generales.29
Ante cientos de casos similares o idénticos, como por ejemplo los ampa-
ros interpuestos por policías y militares por sanciones disciplinarias, los
jueces y el Tribunal Constitucional han decidido en cada caso, generando
fallos contradictorios o se han limitado a repetir mecánicamente reglas
como las del acto ilegítimo, sin desarrollar mayor congruencia con la
parte resolutiva de la sentencia.
Bajo la nueva Constitución, la Corte Constitucional deberá seleccio-
nar estos casos reiterados, fallos contradictorios y aquellos de especial tras-
cendencia constitucional para en base a ellos dictar precedentes que ten-
drán carácter obligatorio. Es en la argumentación de estos precedentes,
vale decir en el marco de estos procesos constitucionales, que la Corte
deberá desplegar su calidad de intérprete jurídico final de la Constitución.
Este importante cambio en cuanto al rol de la jurisprudencia consti-
tucional exige una mayor y mejor comunicación entre Corte
Constitucional y la justicia ordinaria. La Corte requiere de los jueces para
que su jurisprudencia sea trascendente, y los jueces requieren de la Corte
para unificar fallos contradictorios, y contar con estudiados criterios en
casos reiterados o difíciles. Se requiere entonces una mutua colaboración
entre Corte Constitucional y jueces para avanzar en la constitucionaliza-
ción de la cultura jurídica, y específicamente de la cultura judicial ecua-
toriana.
De hecho, la justicia ordinaria es y deber ser también garante de la
Constitución, pues como plantea la doctrina ella integra las garantías
28 Sobre este tema véase Ávila, Luis. Jurisprudencia obligatoria: fallos de triple reiteración de la Corte
Suprema de Justicia. Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, 2006.
29 Sobre el precedente constitucional, véase Bernal Pulido, Carlos. El derecho de los derechos. Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2005, especialmente el capítulo V.
232
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
30 Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007, especial-
mente el capítulo seis.
31 Ferrajoli, Luigi. Derechos y garantías: la ley del más débil. Madrid, Editorial Trotta, 2001, pp. 20-22.
233
Agustín Grijalva Jiménez
institución fue quizás una de las que generó mayores críticas durante la
Constituyente, pues se la acusó de atentar contra la cosa juzgada, la segu-
ridad jurídica, la celeridad e independencia judicial. Aunque hemos ana-
lizado estas críticas en otros ensayos,32 es importante aclarar que esta
acción por su propia naturaleza es estrictamente subsidiaria y no consti-
tuye una nueva instancia.
El artículo 94 de la Constitución establece que esta acción procede
cuando mediante sentencias o autos definitivos se han violado derechos
constitucionales. El artículo 437 agrega las resoluciones con fuerza de sen-
tencia, y menciona en especial el derecho al debido proceso entre los dere-
chos protegidos, sin excluir los demás derechos.
La subsidiariedad de la acción debe reflejarse en una estricta regula-
ción legal y jurisprudencial de su admisibilidad. Esta debería incluir entre
otros requisitos: términos perentorios para su interposición, incidencia
directa del auto o resolución judicial cuestionada sobre el sentido de la
sentencia, alegación oportuna de la violación constitucional en el curso
del proceso, e imputabilidad directa de la violación constitucional a la
actuación u omisión del juez u órgano judicial.33 Tales condiciones han
sido establecidas en otras legislaciones y han mejorado ostensiblemente el
funcionamiento de la institución.
En cuanto a los efectos de la acción, lo que hace o debe hacer la Corte
Constitucional al conocer esta acción es exclusivamente verificar si el juez
ordinario ha violado el debido proceso u otro derecho constitucional, y si
hallare tal violación deberá declarar la nulidad a partir de la actuación
procesal violatoria, y devolver al juez respectivo el proceso para que actúe
en el marco constitucional. La Corte no entra a conocer hechos del pro-
ceso sin relación con el problema constitucional, ni dicta sentencia en
lugar del juez que conoce la causa.
Pero ¿cuándo se violan derechos constitucionales? La respuesta a esta
pregunta no siempre es fácil. Como se dijo, una respuesta proviene de
32 Hemos desarrollado una respuesta a estas críticas en dos artículos de nuestra autoría: “La Corte
Constitucional y el fortalecimiento de las garantías”. Quito, Ildis, 2008; así como en
“Perspectivas y desafíos de la Corte Constitucional”. Desafíos constitucionales: la Constitución del
2008 en perspectiva. Eds. Ramiro Ávila, Agustín Grijalva y Rubén Martínez. Quito, Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos, 2008.
33 Véase, por ejemplo, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de España, especialmente las
reformas de 2007 relativas al amparo, que introducen algunos de estos criterios.
234
Interpretación constitucional, jurisdicción ordinaria y Corte Constitucional
34 Sobre este tema en el caso colombiano, donde ha existido un prolongado debate, véase Botero,
Catalina, Mauricio García y otros. “Tutela contra sentencias: documentos para el debate”.
Bogotá, DeJusticia, 2006, Internet. http://dejusticia.org/.
235
Agustín Grijalva Jiménez
35 El artículo 114 del proyecto de Constitución del Conesup que introdujo en el debate constitu-
yente el amparo contra decisiones judiciales lo limitaba a la violación al debido proceso.
36 Bernal Pulido, Carlos. El derecho de los derechos, especialmente el capítulo undécimo. Véase
también Gozaíni, Osvaldo. El debido proceso. Santa Fe, Rubinzal-Culzoni Editores, 2004, espe-
cialmente el capítulo 1.
37 Por supuesto, hay muchos otros factores necesarios en este cambio, tales como el desarrollo de
normativa, instituciones y políticas eficientes de administración judicial.
236
Las garantías constitucionales
en Ecuador: doctrina y evolución
en las constituciones
de 1998 y de 2008
237
Agustín Grijalva Jiménez
1. El concepto de garantía
1 Haremos, sin embargo, referencia a otras clasificaciones que incluyen nociones semejantes o
agregan elementos que se consideran relevantes. Véase Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y
sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007, especialmente el capítulo seis.
2 Ferrajoli, Luigi. “Garantías constitucionales”. Revista Argentina de Derechos Constitucionales
(Buenos Aires), 1.2 (2000).
238
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
3 En este trabajo usamos el término derechos constitucionales para referirnos a los derechos humanos
que las constituciones ecuatorianas han reconocido. Para la mayoría de estas constituciones
todos los derechos incluidos en la Constitución tienen el mismo rango y, por tanto, gozan de
igual protección. Prescindimos, en cambio, del término derecho fundamental el cual implica en
varias constituciones, como las de España y Colombia, al menos dos tipos de derechos consti-
tucionales, jerárquicamente diferenciados por la posibilidad de exigir su protección mediante
amparo o tutela.
4 Peces-Barba, Gregorio. Curso de derechos fundamentales. Madrid, Universidad Carlos III, 1999;
véase el capítulo diez.
5 Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007, especial-
mente el capítulo seis.
6 Un primer esfuerzo de clasificación de las garantías de Derecho Público en políticas, jurídicas
y sociales fue realizada por Jellinek. Véase al respecto Ferreyra, Raúl Gustavo. “El significado de
las garantías de la Constitución y su nexo con las tareas del Congreso”. Revista Argentina de
Derecho Constitucional (Buenos Aires), 2.I (2000): 72-73. En nuestro medio ha tenido alguna
difusión la clasificación de Pérez Luño en garantías normativas, jurisdiccionales e instituciona-
les. Véase Pérez Luño, Antonio. Los derechos fundamentales. Madrid, Editorial Tecnos, 1986,
especialmente el capítulo II. Nuevas tipologías han sido desarrolladas a partir de los trabajos de
Luigi Ferrajoli. Justamente en el presente trabajo recurrimos sobre todo a la tipología elaborada
sobre esta base por Gerardo Pisarello.
239
Agustín Grijalva Jiménez
2. Tipologías doctrinarias
7 Ferrajoli, Luigi. Derechos y garantías: la ley del más débil. Madrid, Editorial Trotta, 2001, pp.
61-62. También, del mismo autor, Garantismo: una discusión sobre derecho y democracia.
Madrid, Editorial Trotta, 2006, pp. 78-81.
8 Ferrajoli, Luigi. “Garantías constitucionales”. Revista Argentina de Derechos Constitucionales
(Buenos Aires), 1.2 (2000).
240
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
9 Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007, especial-
mente el capítulo seis.
241
Agustín Grijalva Jiménez
poderes públicos, en contraste las garantías sociales son ejercidas por los
propios titulares de los derechos ya sea mediante participación directa o
indirecta. Algunos ejemplos de participación ciudadana directa en la defi-
nición y ejercicio de los derechos constitucionales son las iniciativas ciu-
dadanas de reforma constitucional y legal, los referendos, el control ciu-
dadano del gasto público, mecanismos de autotutela como la huelga, y en
general los diversos mecanismos de democracia participativa. El ejemplo
clásico de participación indirecta está dado, en cambio, por la interven-
ción ciudadana en elecciones de representantes que son los que luego
regulan los derechos constitucionales.
Entre las garantías institucionales, la división más importante es la de
garantías políticas y garantías jurisdiccionales. Mientras las garantías políti-
cas consisten en garantías primarias en cabeza de órganos de tipo legisla-
tivo y ejecutivo, las garantías jurisdiccionales están encargadas a los jueces
e incluyen sanciones o reparaciones. Hay sin embargo, un tercer género
de garantías semijurisdiccionales o semipolíticas consistentes en órganos
de control independientes del Legislativo o del Ejecutivo, que tramitan
denuncias o ejercen acciones para defender derechos constitucionales,
pero no tienen poder de sanción; el ejemplo clásico es el del Defensor del
Pueblo.
A continuación entre las diversas garantías institucionales atendemos
a las denominadas garantías políticas, para luego aproximarnos a las
garantías jurisdiccionales.
10 Pérez Luño, Antonio. Los derechos fundamentales. Madrid, Editorial Tecnos, 1986, pp. 65 a
242
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
11 Peces-Barba, Gregorio. Curso de derechos fundamentales. Madrid, Universidad Carlos III, 1999.
Véase el capítulo diez.
12 Por ejemplo, si requiere iguales mayorías legislativas, y en general igual procedimiento para dic-
tar o reformar leyes.
13 Véase Prieto Sanchís, Luis. Justicia constitucional y derechos humanos. Madrid, Editorial Trotta,
2003, capítulo 3.
243
Agustín Grijalva Jiménez
14 Pisarello, Gerardo. Los derechos sociales y sus garantías. Madrid, Editorial Trotta, 2007, especial-
mente el capítulo seis. Habría que matizar este concepto para el caso ecuatoriano en que garantías,
como el amparo, son procesos constitucionales autónomos no residuales ni subsidiarios.
244
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
15 Ibíd., p. 120. Para otros autores, como Gregorio Peces-Barba, la Defensoría es parte de las llama-
das garantías de control y fiscalización, consistentes en instrumentos y órganos que supervisan la
incidencia de la actuación de los entes administrativos sobre los derechos constitucionales como
por ejemplo la interpelación parlamentaria y el juicio político. Pérez Luño, en cambio, la concep-
túa como una garantía institucional específica, orientada a la investigación y denuncia de viola-
ción de estos derechos. En todas estas clasificaciones lo que queda claro es una distinción cualita-
tiva importante de la Defensoría respecto a las garantías jurisdiccionales como el amparo, el hábeas
corpus y el hábeas data.
16 Agradezco a Julio César Trujillo esta observación.
17 Zavala Egas, Jorge. Derecho Constitucional, t. 2. Quito, Edino, 2002, p. 157.
245
Agustín Grijalva Jiménez
18 Trujillo, Julio César. Teoría del Estado en el Ecuador. Quito, Corporación Editora Nacional,
2006, pp. 247-248, pp. 282-287. Una noción amplia de garantía puede hallarse también en
Inredh. Garantías constitucionales – Manual técnico. Quito, Inredh, 2006, pp. 26-30.
19 Ferrajoli, Luigi. “Garantías constitucionales”. Revista Argentina de Derechos Constitucionales
(Buenos Aires), 1.2 (2000).
20 En la Constitución de 1998 esta función de juez constitucional con relación al hábeas corpus la
desempeña primariamente el alcalde.
246
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
247
Agustín Grijalva Jiménez
248
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
249
Agustín Grijalva Jiménez
250
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
251
Agustín Grijalva Jiménez
252
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
253
Agustín Grijalva Jiménez
22 Véanse, como ilustración, los artículos 2 al 5 de la LOGJCC que contienen en su mayoría moder-
nos principios e instituciones del Derecho Constitucional contemporáneo; no obstante, marcan-
do un agudo contraste el artículo 3, literal 7, prioriza la interpretación literal al modo como lo
hizo el Código Civil en el siglo XIX. Para una visión panorámica de estas nuevas instituciones
véase Escudero, Jhoel. “El cambio de cultura jurídica en la interpretación constitucional”. Nuevas
instituciones del derecho constitucional ecuatoriano. AA.VV. Quito, Inredh, 2009.
254
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
255
Agustín Grijalva Jiménez
23 “[D]e las 22 provincias, el 80 % de los casos pertenecen a Pichincha, Guayas, Manabí, El Oro,
Loja y Azuay; mientras que las restantes 16 provincias llegan al 20 % de los casos apelados ante
el Tribunal Constitucional, pese a que estas provincias representan más del 35 % de la población
según datos oficiales del INEC. Es también llamativo que Pichincha por si sola concentre casi el
40 % del total de apelaciones, cuando según el censo del 2001 representaba solo el 19,62 % de
la población nacional. En definitiva, hay un relativo centralismo, o al menos una parcial margi-
nación de varios provincias en el procesamiento de apelación de los amparos, seguramente por sus
mayores dificultades de acceso al organismo en la ciudad de Quito”. Véase Grijalva, Agustín y
Alex Valle. Diagnóstico sobre la Ley Orgánica de Control Constitucional. Quito, Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, 2008.
256
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
24 Para un estudio más detallado de esta garantía puede verse Grijalva, Agustín. “La acción extraor-
dinaria de protección” publicado en el capítulo 3 de este libro.
257
Agustín Grijalva Jiménez
25 Para el estudio de varios de estos casos, véase Estrella, Carmen. “La acción extraordinaria de pro-
tección”. Tesis de maestría en Derecho Constitucional. Quito, Universidad Andina Simón
Bolívar, 2010.
258
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
259
Agustín Grijalva Jiménez
260
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
261
Agustín Grijalva Jiménez
28 Esta serie editorial incluye algo más de quince volúmenes sobre diversas temáticas constitucionales y
de derechos humanos; predomina el enfoque crítico y no dejan de incluirse trabajos interdisciplina-
rios. Su distribución gratuita ha facilitado el acceso a la obra de estudiantes y docentes universitarios.
Esta es sin duda la serie editorial más importante en materia constitucional publicada en Ecuador
desde la edición de la Serie Fortalecimiento de la Justicia Constitucional en Ecuador (12 tomos) que
se publicó entre 2003 y 2005.
262
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
263
Agustín Grijalva Jiménez
Bibliografía
264
Las garantías constitucionales en Ecuador: doctrina y evolución
265
La acción extraordinaria
de protección*
267
Agustín Grijalva Jiménez
268
La acción extraordinaria de protección
269
Agustín Grijalva Jiménez
7 García Villegas, Mauricio. Justicia constitucional y acción de tutela. Bogotá, Universidad de los
Andes, 1996.
8 Para una ampliación sobre este tema puede consultarse Peña Freire, Antonio Manuel. La
Garantía en el Estado Constitucional de Derecho. Madrid, Editorial Trotta, 1997, especialmente
el capítulo octavo. Véase también Ferrajoli, Luigi. “Pasado y futuro del Estado de Derecho”.
Estado de Derecho: concepto, fundamentos y democratización en América Latina. Coords. Miguel
Carbonell y otros. México, Siglo XXI, 2002, pp. 187-204.
9 Además, conforme a los tratados, convenios e instrumentos internacionales sobre derechos
humanos vigentes en el Ecuador según la Constitución ecuatoriana de 1998.
270
La acción extraordinaria de protección
10 Bernal Pulido, Carlos. El derecho de los derechos. Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
2005, pp 337-338.
11 García Villegas, Mauricio y Rodrigo Uprimny Yepes. “La reforma a la tutela: ¿ajuste o desmonte?
Revista de Derecho Público (Bogotá) 15, Ediciones Uniandes (diciembre 2002): 245-286.
12 “De los países de la región, Ecuador es el único que contiene una restricción absoluta a la posibi-
lidad de iniciar un proceso de amparo contra una resolución judicial”. Véase Comisión Andina
de Juristas. Los procesos de amparo y hábeas corpus: un análisis comparado. Lima, 2000.
13 Para una ampliación del caso colombiano y una comparación con el de Ecuador, véase Escobar,
Claudia. “Prácticas constitucionales y discrecionalidad judicial”. Revista Foro (Quito) 6,
Corporación Editora Nacional (II semestre 2006).
14 Véase Rivera, José Antonio. “El amparo constitucional contra sentencias judiciales con autoridad
de cosa juzgada. Una perspectiva del tema en Bolivia”. Anuario Iberoamericano de Justicia
Constitucional, 6, 2002.
15 Aunque en el caso chileno las restricciones a su admisión son sumamente estrictas. Véase Vélez,
Diego Palomo. “Violaciones de derechos fundamentales por los tribunales de justicia: recurso de
protección y de amparo español. Un análisis comparado”. Revista Ius et Praxis, 9, 2, 2003.
271
Agustín Grijalva Jiménez
272
La acción extraordinaria de protección
1. Cuando exista violación de las garantías del debido proceso, la parte afec-
tada podrá interponer, para ante la Corte Constitucional, el recurso extra-
ordinario de amparo en contra de sentencias firmes dictadas por cualquier
juez, corte o tribunal de la justicia ordinaria respecto de las cuales no
quepa ningún recurso judicial.
2. Esta acción extraordinaria de amparo es improcedente cuando el agravia-
do dejó consentir la resolución que dice afectarlo.
3. Si la acción extraordinaria de amparo fuere presentada para obstaculizar
la justicia o retardar la sustanciación de la causa, el juez constitucional
deberá rechazar el recurso y, si es el caso, sancionar al infractor de confor-
midad con la ley.
Hay que notar que en esta disposición el proyecto hace referencia no solo
a sentencias judiciales, sino además a autos finales o definitivos. Esta
ampliación es justificable puesto que en el curso del proceso, antes de la
sentencia, el juez puede tomar decisiones cruciales que violan el debido
proceso y necesariamente distorsionan el resultado final expresado en la
sentencia.
273
Agustín Grijalva Jiménez
2. La Constitución de 2008
16 He desarrollado una respuesta a estas críticas en mis artículos “La Corte Constitucional y el for-
talecimiento de las garantías” (Quito, Ildis, 2008), así como “Perspectivas y desafíos de la Corte
Constitucional”, en R. Ávila, A. Grijalva y R. Martínez (eds.), Desafíos constitucionales: la
Constitución del 2008 en perspectiva (Quito, Ministerio de Justicia, 2008).
17 Véase por ejemplo la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de España, y especialmente las
reformas del 2007 relativas a amparo, que introducen algunos de estos criterios.
274
La acción extraordinaria de protección
18 Sobre este tema en el caso colombiano, donde ha existido un prolongado debate véase Botero,
Catalina, Mauricio García y otros. Tutela contra sentencias: documentos para el debate. Bogotá,
De Justicia, 2006. Disponible en internet: http://dejusticia.org.
275
Agustín Grijalva Jiménez
19 El artículo 114 del proyecto de Constitución del Conesup que introdujo en el debate constitu-
yente el amparo contra decisiones judiciales lo limitaba a la violación al debido proceso.
20 Bernal Pulido, Carlos. El derecho de los derechos. Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
2005, especialmente el capítulo undécimo. Véase también Gozaíni, Osvaldo. El debido proceso.
Santa Fe-Argentina, Rubinzal-Culzoni Editores, 2004, especialmente el capítulo 1.
21 Por supuesto hay muchos otros factores necesarios en este cambio, tales como el desarrollo de
normativa, instituciones y políticas eficientes de administración judicial.
276
La acción extraordinaria de protección
22 Así mismo el artículo 88, que regula la acción ordinaria de protección, excluye explícitamente
los actos u omisiones de autoridades judiciales.
277
Agustín Grijalva Jiménez
23 Recordemos que la anterior Ley Orgánica de Control Constitucional fue dictada en 1997, es
decir, antes de la Constitución de 1998 cuyos procesos constitucionales, sin embargo, reguló
durante diez años.
278
La acción extraordinaria de protección
279
Agustín Grijalva Jiménez
Solo una vez que el titular del derecho violado ha agotado todas las
posibilidades procesales ante estos jueces, puede la violación del dere-
cho llegar a conocimiento de la Corte Constitucional, que es un órga-
no jurisdiccional especializado. Que los recursos sean eficaces y ade-
cuados implica que estos tengan la capacidad de evitar o resarcir la vio-
lación del derecho constitucional. Así, por ejemplo, mediante la casa-
ción se puede corregir la interpretación de la ley para que sea confor-
me a la Constitución y los derechos que consagra. Mediante la nuli-
dad se puede dejar sin efecto jurídico la decisión judicial o el proceso
violatorio del derecho constitucional.
d) Señalamiento de la judicatura, sala o tribunal del que emana la decisión
violatoria del derecho constitucional. Este requisito confirma que la
acción extraordinaria de protección procede solo contra decisiones de
autoridad judicial. Hay sin embargo algunas situaciones que ameritan
cierta discusión. Por ejemplo, debería también proceder la acción en
el caso de medidas cautelares, puesto que estas son también decisiones
judiciales y en la justicia ordinaria se vinculan al proceso tratando de
asegurar la eficacia de la sentencia.
El artículo 65 de la ley incluye también la acción extraordinaria de
protección contra decisiones de las autoridades indígenas, lo cual es
adecuado considerando que acorde al artículo 171 de la Constitución
tales decisiones resultan también de funciones jurisdiccionales consti-
tucionalmente reconocidas, pero que se hallan también bajo control
constitucional. Hay que precisar, sin embargo, que la acción extraor-
dinaria de protección no debe convertirse en un medio institucionali-
zado de violación de la autonomía que la propia Constitución recono-
ce la justicia indígena.
En el caso de las decisiones arbitrales habrá que distinguir si la decisión
fue tomada por un árbitro arbitrador o un árbitro en derecho. La
acción procedería solo contra el segundo, puesto que el primero es solo
un amigable componedor que falla basado en su prudencia y equidad,
mientras el árbitro en derecho falla con sujeción a la ley, y la aplicación
de la ley, si viola derechos, está sujeta a control constitucional.
En cuanto a las decisiones en procesos coactivos, puesto que estos no
son decisiones judiciales sino actos administrativos, no procedería
contra ellos la acción extraordinaria de protección.
280
La acción extraordinaria de protección
5.2. Admisibilidad
281
Agustín Grijalva Jiménez
282
La acción extraordinaria de protección
283
Agustín Grijalva Jiménez
La parte final del numeral ocho por el cual se requiere que el asunto sea
de relevancia y trascendencia nacional es francamente desproporciona-
do. Esta condición es tan vaga y amplia que puede permitir a la Corte
Constitucional convertir su discrecionalidad en arbitrariedad y recha-
zar acciones extraordinarias de protección que a su juicio no tengan tal
importancia nacional.
6. Medidas cautelares
284
La acción extraordinaria de protección
285
Agustín Grijalva Jiménez
8. Conclusiones
9. Bibliografía
286
La acción extraordinaria de protección
287
Fuentes de los ensayos
289
Finalmente, el capítulo sobre “Acción extraordinaria de protección”
apareció en Teoría y Práctica de la Justicia Constitucional, editado por
Claudia Escobar (Quito, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
2010).
290