Tema No. 05 - Bienaventurados Los Mansos

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Las Bienaventuranzas

Iglesia de Cristo Berea


Pauls Valley, OK

Bienaventurados los MANSOS


Mateo 5:5 — Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

INTRODUCCIÓN

Tomando como ejemplo las bestias que comúnmente se utilizaban para trabajos domésticos, la
transportación o para la guerra, es importante recordar que antes debían pasar por un proceso
de amansamiento (doma, adiestramiento, subyugación). Descuidar este proceso implicaría que
aquellos animales hubieran desarrollado sus instintos de animales salvajes (morder, patear,
relinchar).

DESARROLLO

A. Las Dos Naturalezas

La Escritura habla de dos clases de hombre (1Cor. 2:14-15, RV1909): el hombre animal (natural,
almático) y el hombre espiritual.

El hombre animal es dominado por sus instintos carnales (Gál. 5:19-21), mientras que el
espiritual está siendo sometido a un proceso de obediencia, ya que la mansedumbre es una
virtud interna, fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:16, 22-23). Carácter ejemplificado, nada más y
nada menos que por el mismo Señor Jesucristo (Mat. 21:5, T. Amat):

Decid a la hija de Sion: Mira que viene a ti tu rey lleno de mansedumbre, sentado sobre un
asna y su burrito, hijo de la que está acostumbrada al yugo.

B. El Espíritu Manso

Jesucristo dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:29). Es decir, la mansedumbre no
es innata en nosotros, sino que debe ser aprendida.

Esto es a lo que el apóstol Pedro le llama un espíritu tierno y sereno (afable y apacible, suave y
tranquilo, agradable y pacífico, sosegado y manso, dulce y sereno, de dulzura y paz, tranquilo y
amable—1Pe. 3:4).

C. El Proceso

Nuestro carácter no es manso por naturaleza; todo lo contrario, somos altivos, rebeldes,
desobedientes, indisciplinados, etc. Por lo tanto, para que nuestro Señor pueda desarrollar Su
perfecta voluntad en nosotros, El no tendrá ninguna dificultad en utilizar el método que sea
necesario enseñarnos la mansedumbre.
Ejemplos: Moisés—40 años en el desierto (Ex. 2:11; Hch. 7:23,30); Naamán—siete zambullidas
en el Jordán (2Re. 5:1-5, 10-14); Saulo—humillación y padecimiento o sufrimiento (Hch. 9:1-4,
16); Pedro—La zaranda (Lc. 22:31; Jn. 21:18); el mismo Hijo de Dios—la humillación y el
padecimiento (Flp. 2:8; Heb. 5:7-8).

Conclusión

Ser pobre en espíritu es la ausencia de altivez y reconocer nuestra necesidad de Dios, llorar es
sentir lo que Dios siente, y la mansedumbre se expresa en nuestro trato hacia nuestros
semejantes.

Ser manso es ser sumiso a la voluntad de Dios (contentamiento) y flexible a Su Palabra


(dispuesto a doblegarse). Con un espíritu feliz y contento, los mansos no altercan con Dios.

Pro. 16:32—Es mejor el que tarda en airarse que el fuerte; y el que domina su espíritu, que el
que conquista una ciudad.

Pro. 21:22—El sabio conquista la ciudad de los poderosos y derriba la fuerza en que ella ha
confiado.

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