Jurídico-Contables: La Cesión de Cartera: Aspectos
Jurídico-Contables: La Cesión de Cartera: Aspectos
Jurídico-Contables: La Cesión de Cartera: Aspectos
JURÍDICO-CONTABLES
José Luis Maestro Martínez
Inspector de Seguros del Estado (excedente)
Mas antes se hace preciso indicar que el negocio jurídico en cuya virtud se lleva a
cabo la cesión, y que da lugar al correspondiente convenio en el que se plasma el
acuerdo de voluntades de las partes, no participa de una ciara naturaleza jurídica. La
cesión tiene como presupuesto la relación jurídica entre asegurador y tomador, en cu
ya virtud, una vez que éste ha pagado su prima, se convierte en acreedor de aquél: bien
porque ya se haya producido el siniestro, bien porque éste aún pueda producirse du
rante el periodo de cobertura de la póliza. En el primer caso, esto es, cuando ya se ha
producido el siniestro, el asegurador se halla obligado a realizar una prestación, gene
ralmente de dar, en beneficio del asegurado; aunque también puede suceder que la
obligación del asegurador tras el acaecimiento del siniestro consista en una prestación
de hacer, como es el caso cuando el contrato lo permite y el asegurado lo consiente,
de la sustitución de la indemnización por la reparación o reposición del objeto asegu
rado, contemplada como posibilidad en la Ley de Contrato de Seguro; o el de los con-
F. DEL CAÑO, citando a SÁNCHEZ CALERO, dice que cesión de cartera es el acuerdo por virtud
del cual una sociedad de seguros cede a otra el conjunto de los contratos de seguro en curso, o bien,
simplemente, los que afectan a uno o más ramos en los que actúa (ver FERNANDO DEL CANO, "De
recho Español de Seguros", Madrid, 1983)
Ni
Pero, siendo esto así, es decir, si el asegurado se convierte en acreedor del asegura
dor tras el pago de la prima, la cesión de cartera supone que un nuevo asegurador, el
cesionario, sustituye al primitivo en la posición jurídica de deudor; lo que no deja de
ser un caso de novación modificativa del contrato original por cambio de deudor. Pe
ro ello, según el artículo 1.205 del Código civil, requeriría necesariamente del con
sentimiento del acreedor; lo que, por otra parte, resulta de toda lógica, potque así co
mo la novación subjetiva por cambio de acreedor, que da lugar a los supuestos de su
brogación previstos en el Código civil, no requiere, en general, el consentimiento del
deudor (la Ley sólo pide que se ponga en su conocimiento, aunque sólo sea para que
éste sepa a quién tiene ahora que pagar), en la novación por cambio de deudor la ne
cesidad de aquiescencia del acreedor tiene su fundamento en que a éste no le es indi
ferente la calidad del nuevo deudor3. Así, si éste es insolvente, es más que razonable
conceder al acreedor la oportunidad de oponerse a una transferencia que perjudica la
calidad del crédito que ostentaba contra el deudor original. Ahora bien, una vez que
el acreedor ha dado su conformidad a dicha transferencia, es igualmente lógico que la
insolvencia del nuevo deudor no haga revivir la acción que aquél tuviera contra el deu
dor primitivo, como también dice el Código.
Esto sucede en el caso de que haya un solo acreedor y un solo deudor; pero, en el
caso de la cesión de cartera lo que se produce es una transferencia global de todos los
contratos de seguro integrantes de la misma de un asegurador (cedente) a otro (cesio
nario); y esa transferencia implica que quienes ocupan la posición de asegurados en
los contratos transferidos, que eran acreedores del cedente, pasan a serlo ahora del ce
sionario, para lo que, de aplicarse el régimen general para la novación por cambio de
deudor que establece el Código civil, sería preciso el consentimiento de todos y cada
2 Ver JOSÉ LUIS MAESTRO: "Nociones generales sobre el contrato de seguro", Revista Previsión y Se
guro, número 34, marzo 1994-
3 Ver, entre otros, DÍEZ-PICAZO, "Fundamentos de Derecho civil patrimonial", Madrid, 1972, o
PUIG BRUTAU, "Fundamentos de Derecho civil- DeTecho general de las obligaciones", Barcelona,
1985
uno de los asegurados. Es claro que, en la práctica, esto resulta poco menos que im
posible. Por eso la Ley atiende a los intereses en juego, que se orientan, sobre todo, a
la conservación de la cartera como conjunto homogéneo de riesgos susceptibles de un
tratamiento similar desde el punto de vista técnico, que es la base de la operación de
seguro*; y, a estos efectos, arbitra un procedimiento para permitir la transferencia glo
bal de los contratos, por el que se obvia la necesidad de consentimiento del acreedor,
y se sustituye por la aprobación administrativa, teniendo en cuenta que la función del
órgano de control del que dicha aprobación emana (aunque sea por vía indirecta, co
mo luego se verá, ya que la autorización para la cesión no la otorga la Dirección Ge
neral de Seguros y Fondos de Pensiones, sino su superior jerárquico) es, principal
mente, la tutela de los intereses de los asegurados. Parece lógico que así sea, no sólo
por evitar el inconveniente casi insalvable de tener que recabar el consentimiento in
dividual de todos y cada uno de los asegurados, sino porque, siendo la razón principal
de dicha exigencia de consentimiento la de otorgar al acreedor un mecanismo de de
fensa ante una disminución de la calidad del deudor, tratándose de entidades asegu
radoras el órgano de control de la actividad se halla en mucho mejores condiciones
que los asegurados para apreciar el grado de solvencia y, por tanto, la capacidad del
nuevo asegurador para cumplir las obligaciones que le corresponden por razón de los
contratos que son objeto de cesión.
Asi pues, la cesión de cartera podría definirse como la transmisión, por ministerio
de la ley, y en virtud de un acuerdo de voluntades (convenio de cesión) entre un ase
gurador, denominado cedente, a otro asegurador, denominado cesionario, de las obli
gaciones5 y, en su caso, de los derechos, que correspondían al cedente frente a los ase
gurados, beneficiarios o terceros perjudicados por razón de los contratos de seguro sus
critos por el primero.
5 La cesión, únicamente de las obligaciones derivadas del contrato de seguro sería el supuesto más ex
tremo, por su simplicidad, de lo que, normalmente, es un negocio complejo, como se desarrolla más
adelante.
tualidades de previsión social. Es decir, salvo en el caso de que la cesión sea entre en
tidades de las citadas en último lugar, la cesión no autoriza a la resolución de los con
tratos de seguro, pero si implica su novación por cambio de deudor, con tal de que se
produzca la subrogación del cesionario en la posición jurídica del cedente; mención
ésta que deberá constar de manera expresa en el convenio de cesión, puesto que, de
otro modo, dicha subrogación no podrá presumirse, toda vez que los supuestos de pre
sunción de la existencia de subrogación se hallan tasados por la ley6; y, además, dichos
supuestos se refieren sólo a la subrogación por cambio de acreedor. Pero, precisamen
te, esa subrogación del cesionario en los derechos y obligaciones del cedente es un ele
mento del contrato en que consiste el convenio de cesión, que, si bien no puede cali
ficarse de esencial, en el sentido de que sin la concurrencia del mismo el contrato se
ría nulo, sí es un elemento de importancia muy relevante para la conclusión del
negocio jurídico en que la cesión consiste, pues de lo contrario ésta podría verse pri
vada de verdadero contenido económico. De ahí que en los convenios de cesión sea
frecuente estipular la subrogación del cesionario en los derechos7 y obligaciones del ce-
dente.
Pero tal subrogación suele pactarse, no sólo en los derechos y obligaciones deriva
dos del contrato de seguro, sino en otros relacionados con la cartera cedida; para lo
cual, no sólo se conviene en que el cesionario asuma la titularidad de los activos vin
culados a las obligaciones derivadas de los contratos que se ceden, sino que se obliga
a facilitar la transición ordenada de las relaciones contractuales relacionadas con la
cartera cedida. Esto es importante, porque la mera declaración de voluntad de subro
gación en la persona del cesionario no es suficiente para que éste llegue a sustituir al
cedente en los contratos celebrados con terceros; algunos de ellos tan significativos
con vistas a la continuación del negocio cedido como los mediadores de seguros o los
reaseguradores, con quienes el cesionario deberá celebrar nuevos contratos tendentes,
por regla general, a la novación, por cambio de uno de sus elementos personales, de
los contratos que hubiese celebrado el cedente. Sólo por lo que se refiere a las rela
ciones laborales con el personal vinculado a la cesión se produce la subrogación auto
mática del cesionario en los derechos y obligaciones del cedente, en virtud de la re
misión que el artículo 23 del TRLOSSP efectúa al artículo 44 del Estatuto de los Tra
bajadores y, por tanto, a la regulación contenida en éste para el supuesto de sucesión
de empresa.
nuevo deudor (cesionario) en lugar del primitivo (cedente). En garantía de los dere
chos de los asegurados, dispone, asimismo, el artículo 23 TRLOSSP que después de la
cesión el cesionario deberá tener provisiones técnicas suficientes y habrá de superar el
margen de solvencia legalmente exigible, así como que las relaciones laborales existen
tes en el momento de la cesión se rijan por lo dispuesto en el Estatuto de los Traba
jadores. En todo caso, sobre los efectos de la autorización administrativa volveremos a
hablar más adelante.
Aunque, en principio, el tenor del texto legal se refiere a la cesión del conjunto de
los contratos de seguro que integren la cartera de uno o más ramos de una entidad
aseguradora, luego se precisa que también serán admisibles cesiones parciales en los
supuestos que se determinen reglamentariamente, con la salvedad de que en tal caso
los tomadores podrán resolver los contratos de seguro. Es decir, aunque, sustancial-
mente, no haya diferencia entre la cesión total de cartera y la cesión parcial, pueden
establecerse entre ambas dos elementos diferenciales: uno, en cuanto al ámbito obje
tivo, y otra en cuanto a las consecuencias de la cesión en la relación contractual entre
asegurador y tomador.
sa de que el tomador del contrato tome la iniciativa en tal sentido, solicitándoselo así
al asegurador, quien, en tal caso, se hallará obligado a resolver el contrato, y el toma
dor tendrá derecho a la devolución de la parte de prima no consumida8.
Según el artículo 75 del Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros
Privados (ROSSP), serán admisibles las cesiones parciales de cartera de un ramo en los
siguientes casos:
a) Cuando comprenda la totalidad de las pólizas de una parte de los riesgos inclui
dos en un ramo.
En relación con cada uno de esos supuestos cabe formular los respectivos comen
tarios, con el fin de tratar de clarificar su alcance y contenido.
Por lo que se refiere a los supuestos comprendidos en el supuesto a) anterior, su
enunciado dista de ser preciso, ya que es difícil entender qué quiere decir "totalidad
de las pólizas de una parte" de los riesgos. La totalidad de una parte sugiere que todas
las pólizas de esa parte han de ser objeto de la cesión; pero con ello nada se resuelve
si no se especifican los criterios para definir cómo se forma esa parte. Hay que enten
der que lo indicado en ese apartado se limita a reflejar el hecho de que se trata de una
cesión parcial, puesto que se refiere a una parte de las pólizas del ramo, ya que si se
tratara de todas las pólizas del ramo ya no cabría hablara de cesión parcial. Por tanto,
el citado apartado a) constituye el presupuesto necesario de lo prevenido en cualquie
ra de los dos apartados siguientes, en cada uno de los cuales se formula un criterio pa
ra la definición de la parte de pólizas de un ramo cuya totalidad constituye el objeto
de la cesión parcial.
El apartado b) permite que el objeto de la cesión lo constituya la totalidad de las
pólizas que, perteneciendo a un ramo, correspondan a una determinada zona geográ
fica. Aquí si se da un criterio relativamente claro para la definición de la parte de pó
lizas de un ramo que deben ser objeto de cesión en su totalidad: deberán ser objeto de
cesión la totalidad de las pólizas de la parte de riesgos incluidos en un ramo que co
rrespondan a una zona geográfica; es decir, la parte de riesgos en cuestión viene defi
nida por su correspondencia con una zona geográfica determinada, y las pólizas agru
padas según dicho criterio habrá de ser objeto de cesión en su totalidad. La zona geo
gráfica vendrá, normalmente, definida por una o varias ciudades, provincias o
comunidades autónomas, si bien es preciso disponer de un criterio claro para el esta-
El MW no define qué deba entenderse por modalidad, sino el que denomina producto comercial
entendiendo por tal la garantía concreta o el conjunto agrupado de garantías conectadas entre sí, que
puedan refcmse a los riesgos derivados de una misma clase de objeto asegurado (art 31 2)
10 Otra cosa sería si, como sucede en algunas entidades aseguradoras, sus estatutos previeran los ramos en
que actúan, pues en tal caso se trataría de una modificación estatutaria, que sí es competenc.a induda
ble de la junta general.
Aunque la referencia que se hace al inventario sólo contempla como parte inte
grante de éste los elementos patrimoniales de activo y pasivo que se ceden, es induda
ble que, antes que nada, lo que se ceden son contratos de seguro. Por ello, parece ló
gico que, a pesar del silencio reglamentario sobre la cuestión, la primera partida de di-
cho inventario sea la relativa a las pólizas que son objeto de cesión.
Ahora bien, entre la fecha de aprobación del convenio y la de plena eficacia de la
cesión a la que denominaremos fecha de ejecución, transcurre un periodo que, con
forme a lo dispuesto en el ROSSP, se extiende a lo largo de varios meses; durante los
cuales han de producirse, inevitablemente, modificaciones en el inventano inicial-
mente propuesto; por lo que, normalmente, se incluirá en el convenio alguna previ
sión especifica para cubrir esta eventualidad, considerando, por ejemplo, una cifra
provisional en el inventario, que luego deberá actualizarse en función de la experien
cia posterior. Así, por lo que se refiere a las pólizas, podrán producirse anulaciones,
modificaciones o renovaciones; y estas circunstancias deberán tenerse en cuenta por la
Otro tanto ocurre con los activos y pasivos que se ceden. En principio, la cesión de
pólizas implica la sustitución del cesionario en la posición deudora que tenía el ce-
dente, y la expresión numérica de las obligaciones inherentes a dichas obligaciones
son las provisiones técnicas correspondientes a las pólizas cedidas. De este modo el in
ventario deberá contener, póliza a póliza, la provisión de primas no consumidas; lo
que, por facihdad de cálculo, aconseja hacer coincidir la fecha a que el inventario se
refiere con un cierre mensual o trimestral. Y otro tanto cabe decir de la provisión téc
nica para prestaciones, lo que, al igual que sucede con la provisión de primas no con-
sumidas, tampoco debe presentar especiales dificultades, toda vez que, en principio, se
calcula expediente a expediente, y todos los expedientes de siniestro se hallan relacio-
nados con una póliza.
Normalmente, el inventario comprenderá también los activos que cubren las pro
visiones técnicas correspondientes; pero ello no debería llevar a la conclusión de que
una condición necesaria haya de ser la de que las provisiones técnicas correspondien
tes a la cartera cedida se hallen cubiertas mediante activos incluidos en el inventario
que debe formar parte del convenio, como una de las especificaciones que el mismo
na de contener.
Una circunstancia que afecta por igual a todos los elementos comprendidos en el
inventario es la derivada del hecho de que el convenio de cesión se suscribe en una fe
cha que puede ser muy anterior a la fecha en la que se consuma el proceso, de mane
ra que, entretanto, pueden producirse importantes variaciones respecto de la situación
inicia . De ello se deriva que la relevancia del inventario con vistas tanto a la conclu-
s.on del convenio de cesión como a la autorización administrativa de la operación es
solo relativa. Aunque no por ello pueda decirse que carece totalmente de eficacia- des
de el momento en que el inventario forma parte del convenio de cesión, cualquier mo-
diñcación que no resulte del curso ordinario de los negocios debería ser decidida por
común acuerdo de las partes contratantes. Así, si se producen entradas o salidas de te
sorería derivadas del cobro de primas o del pago de siniestros, parece obvio que esto
obedece al desarrollo normal de las operaciones, y que las modificaciones que unas u
otras puedan suponer al saldo de tesorería que figurara en el inventario original no
precisarían de ulterior acuerdo entre las partes; pero si fuera necesario realizar algún
activo para conseguir tesorería, sí que debería intervenir el acuerdo de voluntades en
tre cedente y cesionario para decidir qué activo de los incluidos en el inventario de
bería convertirse en liquidez. En todo caso, seria conveniente que el convenio de ce
sión regulara con detalle este tipo de incidencias, a fin de evitar controversias sobre la
ejecución del contrato.
1 tema que ahora nos ocupa, no cabe la identificación entre el balance de fusión y el in;
ventario de activos y pasivos a que se refiere la normativa sobre cesión de cartera. El
balance de fusión es el balance de cada una de las sociedades que intervienen en la fu-
I sión, que sirve de base para el establecimiento de la relación de canje de las acciones
2 de cada una de dichas sociedades, teniendo en cuenta el tipo de fusión de que se o*
te para lo cual lo realmente relevante es el patrimonio neto de cada sociedad; por
m'ás que éste no deje de ser la diferencia entre el valor de los activos y los pasivos que
en dicho balance figuran, que sólo hasta cierto punto podrían equipararse a un in
ventario de los elementos patrimoniales que intervienen en el proceso de fusión.
Por lo tanto, aunque el inventario a que el Reglamento se refiere forme parte ne
cesaria del convenio de cestón, no cabe desconocer que adolece de la nota de provi-
sionalidad, y que lo que realmente será relevante con vistas a aquélla será el inventa
rio definitivo que habrá que elaborar cuando la cesión se lleve efectivamente a cabo.
De ahí que sea normal introducir en el convenio alguna cláusula relativa a que el in
ventario allí incluido deberá actualizarse en la fecha de efectiva ejecución.
5.
FECHA DE TOMA DE EFECTOS DE LA CESIÓN
12 Idéntica redacción es la contenida en el articulo 228 del Reglamento del Registro Mercantil, al referir
se a las circunstancias que necesariamente ha de expresar el acuerdo de fusión
13 Resulta aquí más procedente remitirnos a estos efectos al Plan de Contabü.dad de las Entidades Ase-
Adoras por ser éste el que resulta aplicable en el caso de la cesión de cartera; ~a «w.U*K
Z cabe plantear objeciones, dado que en este punto el Plan de Contabilidad de las Enndades Asegu
radoras se limita a reproducir lo dispuesto en el Plan General.
primero de los cuales es la aprobación del convenio por las juntas generales de las so
ciedades interesadas, pasando por el periodo de información pública sobre el conve
nio de cesión, la orden ministerial de autorización, el otorgamiento de escritura pú
blica y su inscripción en el Registro Mercantil.
Dentro de las operaciones indicadas en la letra b) anterior, cabe incluir a una ope
ración societaria* típica y exclusiva de las entidades aseguradoras, que es la cesión de
cartera regulada en el Texto Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los
Seguros Privados y en su Reglamento, la cual consiste, como ya se indicó al principio
en la operación mediante la cual una entidad aseguradora cede a otra la totalidad o
parte de sus contratos de seguro.
14 Calificamos la operación como de societaria porque, aunque no implica necesariamente una modifica
ción de la estructura patrimonial de la sociedad, sí requiere de la intervención de los órganos sociales.
15 En realidad, las obligaciones a cargo de las partes ya han surgido cor, el convenio de cesión, aunque
su eficacia aún no sea plena.
una fácil respuesta, a pesar de la aparente claridad de la fórmula utilizada por la nor
ma contable cuando habla de poder de dirigir la política financiera y de explotación
de la entidad o negocio adquirido. La cuestión estriba en dilucidar cuándo se produ
ce efectivamente este hecho, pues será a partir de su producción cuando proceda la
comabilizacion de las operaciones con arreglo a lo que el Plan dispone; con las difi
cultades, en todo caso, que comporta la estricta observancia de lo previsto por la nor
ma contable, a las que luego nos referiremos.
ninguna actuación ulterior cerca de terceros para justificar que sigue inalterada, en los
mismos términos existentes antes del acuerdo de cesión.
Por otra parte, el mecanismo contable establecido en el Plan provoca, al menos en
relación con los activos adquiridos, una situación de signo contrario a la descrita en el
párrafo precedente, ya que el cesionario registrará dichos activos como si ya fuera titular
de los mismos, cuando, al menos en sus relaciones con terceros, no está en condiciones
de acreditar dicha titularidad. En realidad, antes de que se produzca la consumación del
proceso de cesión, lo que tiene, en virtud del convenio suscrito con el cedente, es un de
recho de crédito en relación con los activos incluidos en el inventario, pero no un de
recho de propiedad sobre los elementos patrimoniales que lo integran. Y si, siguiendo
la sistemática establecida por el Plan, ha registrado como propios los activos en cuestión,
en el caso de que la cesión no llegue a su término tendrá que darlos de baja en su ba
lance; cuando, en realidad, nunca deberían haber formado parte del mismo.
Otro tanto cabe decir de los pasivos asumidos. Si se trata de pasivos que reflejan
obligaciones frente a determinados sujetos, ya hemos dicho que, al consistir la cesión
en una novación por cambio de deudor, es necesario el consentimiento del acreedor;
y si éste se sustituye por la orden ministerial de autorización de la operación, es obvio
que ésta aún no se ha dictado en la llamada fecha de adquisición, de manera que el
acreedor que reclame su crédito de ningún modo lo hará contra el cesionario sino
contra el cedente. Lo mismo ocurre con los pasivos procedentes de operaciones de se
guro es decir, con las obligaciones representadas por las provisiones técnicas: los acre
edores son los asegurados, y mientras la cesión no se autorice, lo seguirán siendo del
cedente y no del cesionario. Por ello, no parece que tenga sentido que, a partir de la
fecha de efectos, sea éste el que registre los pasivos en cuestión; y mucho menos pare
ce tenerlo el que el cedente dé de baja en su balance unos pasivos representativos de
obligaciones en las que ocupa la posición de deudor. Otra cosa, como antes apuntá
bamos es lo que ocurre en las relaciones entre cedente y cesionario, que, en el caso de
los pasivos, dan lugar al nacimiento de un crédito del primero contra el segundo que,
a efectos contables, neutraliza el efecto del pasivo de que se trate. Pero, frente a terce
ros, es claro que los pasivos siguen siendo del cedente; por lo que la solución adopta
da por el Plan parece contraría a la realidad de las cosas.
De acuerdo con esa solución, en el momento de la toma de control (fecha de ad
quisición) el cedente tendría que hacer un asiento en el que daría de baja los activos
incluidos en el inventario, que tendría como contrapartida los pasivos cedidos mas la
entrada en bancos representada por el precio de la cesión, o, si aún no se ha pagado
el precio, por el crédito contra el cesionario por el importe de aquél. Y el cesionario
haría lo contrario: registraría los activos que se le ceden contra los pasivos asumidos
más la deuda que contrae por el precio pendiente de pago, o, en su caso, el importe
pagado por la cesión16. Y, a partir de entonces el cedente dejará de contabilizar los in
gresos y los gastos por razón de la cartera cedida, pasando a hacerlo el cesionario.
16 En ambos casos, el precio pagado en exceso de la diferencia entre el valor de los activos y pasivos cedidos
representará, respectivamente, un beneficio para el cedente y un activo intangible para el cesionario.
De este modo, habría anulado el ingreso que representa la prima, el cual corres
ponde ya al cesionario, al tiempo que reconocido la deuda para con éste por razón de
la prima cedida.
Cedente
Primas devengadas
De modo similar habría que proceder con los gastos. Así, el pago de un siniestro
correspondiente a la cartera cedida habrá de ser realizado por el cedente, quien lo re
gistrara como tal, aunque a continuación lo anule mediante un asiento de signo con-
trano, en el que la contrapartida del gasto anulado será el reconocimiento de un cré-
dKo contra el cesionario, quien procederá en sentido inverso, registrando el siniestro
como un gasto cuya contrapartida será una deuda con el cedente.
Otro tanto ocurre con las obligaciones. Si se trata, por ejemplo, de una obligación
tributaria, la Hacienda no se va a dirigir contra el cesionario, sino contra el cedente-
y, si se trata de obligaciones derivadas del contrato de seguro, los asegurados o perju-
d.cados no van a reclamar al cesionario, sino al cedente; al menos, hasta que la cesión
se consume, pues en tal momento sí se habrá producido la subrogación del segundo
en la posición jurídica que correspondía al primero.
8.
ENFOQUE ALTERNATIVO PARA EL REGISTRO CONTABLE DE LA
OPERACIÓN
Por ello, entendemos que, al amparo de lo que el Plan dispone, cabe otro esquema
contable para el registro de las operaciones relacionadas con la cesión, que no violen
ta los imperativos del sentido propio de las palabras ni las exigencias del tráfico jurí
dico. Este consiste en utilizar el procedimiento que el Plan articula en relación con las
que denomina "operaciones interrumpidas", de las que la cesión de cartera puede
constituir un buen ejemplo.
tual del Plan contable en relación con la ya aludida prevalencia del fondo económico
de la operación sobre su forma jurídica, parece plenamente justificada.
Admitida, pues, la posibilidad de relativa asimilación entre la compraventa y la ce
sión de cartera, la presentación en cuentas por parte de vendedor (cedente) de los ac
tivos y pasivos correspondientes a este tipo de operaciones, en tanto se realiza efecti
vamente la cesión, supone incluir, tanto en el activo como en el pasivo, los elementos
correspondientes a las operaciones interrumpidas en sendos epígrafes denominados,
respectivamente, activos mantenidos para la venta y pasivos vinculados con activos
mantenidos para la venta, en los que quedan agrupados bajo una sola denominación
todos los bienes y derechos relacionados con la cartera cedida y, por otro, todas las
obligaciones correspondientes a la misma; en ambos casos, según el inventario de ac
tivos y pasivos. Por lo que se refiere a los ingresos y gastos relacionados con dicha car-
tera, se agrupan bajo un solo epígrafe en la cuenta no técnica, que es el de resultado
de operaciones interrumpidas, el cual recoge el saldo de lo que sería una cuenta de
pérdidas y ganancias en la que se recogieran, exclusivamente, los indicados ingresos y
gastos, que se presentarían asi de forma separada a los demás que forman parte del ne
gocio de la entidad cedente. De esta manera, desde la fecha de efectos contables, los
ingresos y gastos correspondientes a la cartera cedida se registrarían por el cedente, pe
ro se formaría con ellos una cuenta separada de pérdidas y ganancias, cuyo saldo se lle
varía, en las cuentas anuales, o, en su caso, en las que se elaboren con periodicidad in
ferior, al epígrafe "resultado de operaciones interrumpidas" como una partida única,
cuyo desglose no figuraría en el modelo de cuenta.
17 Esta agrupación incluiría las provisiones técnicas correspondientes a la cartera objeto de cesión, según
el inventario, mientras que en la agrupación "Resto de pasivos" se hallarían incluidas las propones
técnicas (para primas no consumidas, de prestaciones) correspondientes al negocio que no se cede, cu
yo desglose no se detalla por no complicar el ejemplo.
18 Tanto para este balance como para las demás cuentas que ilustran el proceso, las cifras que se ut.hzan
son inventadas, y no tienen otro objeto que el de mostrar la mecánica contable que se describe en los
ejemplos que siguen.
sion. Por lo que se refiere a los ingresos y gastos, si consideramos, únicamente, a efec
tos de simplificar las explicaciones, primas emitidas, prestaciones pagadas y constitu
ción de provisiones técnicas, los asientos a realizar, desde el momento de la fecha de
efectos, serian, en síntesis, los siguientes:
Emisión de recibos
1060 Recibos pendientes Primas emitidas 1000
Tributos repercutibles 60
Cobro de recibos
954 Bancos Recibos pendientes 954
PafiO de trihllíos rpp*sri-iffjh|p<;
54 Tributos repercutí bles Bancos 54
Pago de siniestros
200 Prestaciones pagadas Bancos 200
Constitución de provisiones técnicas a la fecha dp eiecnrl&a
700 Pérdidas y ganancias Provisión primas no consumidas 500
Provisión de prestaciones 200
Los asientos anteriores darían lugar a que el resultado de las operaciones inte
rrumpidas fuese el que se desprende de la siguiente cuenta:
Primas emitidas iqqq
Prestaciones pagadas (200)
Donde los activos y pasivos según inventario son los que figuraban en el balance
de la cedente a la fecha de efectos como activos mantenidos para la venta y pasivos vin
culados con activos mantenidos para la venta, porque en este ejemplo hemos supues
to que no se han alterado hasta la fecha de ejecución, habiéndose añadido a los mis
mos los activos y pasivos generados durante el periodo transitorio.
Esta alternativa de contabilización no responde exactamente al supuesto contem
plado en el Plan para el tratamiento de las operaciones interrumpidas, porque el pre
supuesto para éstas es que los activos y pasivos relacionados con las mismas sigan sien
do titularidad de la empresa que prevé efectuar su transmisión, mientras que en las
combinaciones de negocios se parte del presupuesto de que dichos activos y pasivos
son ya de la sociedad adquirente. En este caso, si, antes de la transmisión efectiva, el
titular del negocio que se adquiere realiza el registro contable de las operaciones, lo es
tará haciendo por cuenta del cesionario, por cuya razón no debería registrar como pro
pios los activos ni los pasivos, ni tampoco los ingresos y gastos relacionados con los
mismos, que es lo que sucede con el esquema contable diseñado para las operaciones
interrumpidas. Además, las operaciones interrumpidas tienen como presupuesto de
hecho la existencia de intención de transmitir elementos patrimoniales, pero sin que
dicha transmisión se haya realizado todavía; mientras que en las combinaciones de ne-
gocios se parte de la premisa de que la adquisición de éste y, por tanto, de los ele
mentos patrimoniales relacionados con los mismos, ya ha tenido lugar.
9. EL PRECIO DE LA CESIÓN
efectuado para determinar su valor. Por lo general, será normal que lo tengan en cuen
ta, pero ello no quiere decir que ese cálculo sea el único elemento de juicio para lle
gar a la fijación del precio. Este puede resultar superior si así conviene al interés del
cesionario, que puede estar dispuesto a pagar un precio más alto a cambio de conse
guir una posición dominante en el mercado, o el acceso a un determinado ramo en el
que no tiene experiencia, o por cualquier otra razón que convenga a sus intereses par
ticulares. Por otra parte, la cesión de una cartera no tiene por qué suponer, necesaria
mente, el pago de un precio por parte del cesionario, aun cuando esto sea lo normal:
en determinadas circunstancias, puede suceder que sea el cedente, interesado en des
prenderse de un negocio que no le interesa, quien se halla dispuesto a no cobrar, e in
cluso a pagar un precio para que sea otro asegurador quien se haga cargo de las obli
gaciones que, de otro modo, le corresponderían a él. Ello no quiere decir necesaria
mente que se trate de un negocio generador de pérdidas: puede tratarse, simplemente,
de un negocio que no responde a la estrategia de una compañía o grupo y del que, en
determinadas circunstancias, resulte oportuno desprenderse lo antes posible. No son,
desde luego, situaciones frecuentes, porque un negocio en marcha con una gestión
adecuada debe ser generador de resultados positivos y ello, a su vez, da lugar a que de
ba atribuirse al mismo un valor igualmente positivo, que demanda un precio a cam
bio de su cesión a otro asegurador. En todo caso, como la finalidad objetiva y típica
del convenio del que trae su causa la cesión de cartera es la transmisión de los con
tratos de seguro integrantes de la misma a cambio de un precio, éste es un elemento
esencial del contrato de cesión que, como tal, debe figurar en el correspondiente con
venio, tal como exige el Reglamento de Seguros.
Sucede aquí algo similar a lo antes indicado en relación con las cosas objeto del
contrato: el hecho de que el precio inicialmente pactado no sea el definitivo, en fun
ción de las modificaciones que puedan producirse en el inventario de activos y pasivos
desde la fecha de efectos a la de ejecución, no quiere decir que no se trate de un pre
cio cierto que invalide el contrato por no responder a la regulación propia del contra
to de compraventa. En este sentido, debe recordarse que, en el sistema del Código ci
vil, para que el precio se tenga por cierto bastará con que lo sea con referencia a otra
cosa cierta, cuales son los elementos integrantes del activo y pasivo que se ceden. Des
de otro punto de vista, nos encontramos ante un supuesto de indeterminación en la
cantidad, que no será obstáculo para la existencia del contrato, siempre que sea posi
ble determinarla sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. Claro que,
si las partes han convenido en un precio como definitivo, cualquiera que sea el desa
rrollo posterior de los acontecimientos, no habrá lugar a modificación alguna, ni por
vía directa ni indirecta; por más que la cláusula de garantía de la suficiencia de las pro
visiones técnicas, en particular la de prestaciones, raramente se excluya en los conve
nios de cesión.
Lo anterior indica que existe cierta disociación entre los conceptos subyacentes ba
jo la expresión "toma de efectos" según el Reglamento y según el Plan contable; pero
aun siendo esto así, tampoco parece demasiado apropiada la referencia que efectúa el
Reglamento a esta noción cuando exige que el convenio incluya una mención relativa
a la toma de efectos de la cesión condicionada a la autorización administrativa, por
cuanto parece sugerir que una vez producida ésta la cesión será plenamente eficaz,
cuando no es asi. La autorización administrativa es una condición necesaria para que
le cesión llegue a producir efectos, pero para ello es preciso que la cesión se lleve efec
tivamente a cabo mediante el otorgamiento de la correspondiente escritura pública y
su inscripción en el Registro Mercantil, sin las cuales el convenio seguirá obligando a
las partes en los términos en que se hubiere suscrito, pero no será eficaz frente a ter
ceros; siendo, precisamente, ese efecto frente a terceros, los tomadores de seguro, los
asegurados o los beneficiarios lo que fundamentalmente se persigue con la cesión de
cartera y lo que constituye su razón de ser. Es decir, la autorización no supone sino la
conformidad de la Administración con la operación de cesión; es una habilitación ne
cesaria para que ésta pueda llevarse a cabo, pero se limita a eso: la autorización admi
nistrativa, una vez concedida, permite que la cesión se lleve a efecto, pero no obliga a
ello. De modo que, incluso después de que la autorización se haya otorgado, las par
tes pueden poner fin a la relación surgida del convenio por mutuo disenso19, en cuyo
caso es claro que la simple autorización administrativa que se configura en el Regla
mento como obligatoria es condición necesaria, pero no suficiente para que la cesión
produzca plenos efectos.
19 En este caso, que, ciertamente, no debe considerarse como normal, parece que la renuncia a la tran
sacción debería realizarse con las mismas formalidades que las observadas en relación con el convenio
de cesión; al menos en cuanto a la aprobación de la renuncia por las juntas generales de ambas enti
dades y a la comunicación al órgano de control.
Dispone el número 2 del artículo 70 del ROSSP que, una vez presentada la docu
mentación comentada en los apartados anteriores, junto con la solicitud de autoriza
ción, se acordará la apertura del periodo de información pública, en los términos pre
vistos por el propio precepto reglamentario, que, conforme a la nueva redacción del
Reglamento dada por el Real Decreto 1298/2009, de 31 de julio, obliga a las entida
des interesadas a publicar los anuncios a que el precepto se refiere; esto es, en un dia
rio de los de mayor circulación de las provincias en la que las entidades interesadas
tengan su domicilio social y en otro diario de ámbito nacional.
20 Lo normal será aprovechar los balances cerrados correspondientes al último ejercicio económico, que
habrán de estar audttados necesariamente, y, en consecuencia, tomar el acuerdo de cesión antes del 30
de junio. Si éste se adoptara en fecha posterior, habria que hacer una auditoria específica.
Por otra parte, tampoco cabe concluir que la oposición a la cesión por parte de los
tomadores, vaya a impedir que aquélla pueda realizarse: las razones que los tomado
res puedan aducir en contra de la operación serán elementos de juicio que se tengan
en cuenta a la hora de autorizar la operación, pero no serán un obstáculo para la con
cesión de la autorización, si el órgano competente para ello lo estima oportuno. Si las
razones para la oposición son de índole económico-financiera, es seguro que el órga
no de control ya habrá tomado en cuenta esas consideraciones en la tramitación del
expediente y, seguramente, con más conocimiento de causa que el tomador que ma
nifiesta su oposición. En todo caso, se podrá prescindir del trámite de información
pública cuando se deniegue la autorización por no reunir ésta los requisitos legalmen-
te exigibles para ello.
En relación con los efectos del trámite de información pública, nótese que éste no
dispensa del deber de notificar individualmente a los tomadores de seguro el derecho
que les asiste a resolver los contratos, en los casos previstos en el articulo 23 del TR-
LOSSP, esto es, cuando la cesionaria no quede subrogada en todos los derechos y obli
gaciones que correspondían a la cedente en cada uno de los contratos, y cuando se tra
te de cesiones parciales de cartera.
Una vez transcurrido el plazo de un mes desde la publicación del último anuncio,
el Ministro de Economía y Hacienda, visto el expediente abierto al efecto y examina
das las manifestaciones de disconformidad que se hubiesen efectuado, dictará la Or
den ministerial que proceda sobre la operación de cesión de cartera. Dicha Orden de
clarará, en su caso, la revocación de la autorización administrativa de la cedente, y se
publicará en el Boletín Oficial del Estado.
Por ello, cabe decir que la verdadera y definitiva adquisición del negocio se pro
duce en la fecha de ejecución, si por adquisición se entiende el traspaso de titularidad
de los activos y pasivos que son objeto de la cesión y la eficacia de dicho traspaso fren
te a terceros; pero, como se ha venido apuntando a lo largo de este trabajo, aunque el
convenio no produzca efectos traslativos del dominio21, para lo que es necesario la en
trega de la cosa, lo que sí produce es la obligación de poner los elementos que hayan
sido objeto del contrato en manos del cesionario y, por ello, desde el momento de su
conclusión, puede decirse que la adquisición del negocio a que la cesión se refiere, ya
se ha producido; y, con ella, la de toma de control sobre el negocio cedido, por las ra
zones que también se han expuesto con anterioridad. Es decir, en relación con los bie
nes y derechos que son objeto de la cesión, el otorgamiento de la escritura surte los
efectos de la entrega, mediante la cual se adquiere la titularidad de aquéllos (el dere
cho real, en los términos del artículo 1095 del Código civil), aunque la obligación de
21 El que la transferencia de dominio no se produzca hasta que se realice la entrega, no quiere decir que
el contrato de cesión, al igual que el de compraventa, no sea un contrato traslativo de dominio: lo es,
en cuanto sirve de título para la transmisión de la propiedad.
entregarlos haya surgido con anterioridad, a la perfección del contrato. Otro tanto ca
bría decir de la transferencia de obligaciones al cesionario, en relación con la cual, pa
ra el otorgamiento de escritura pública que la norma exige, la autorización adminis
trativa para la cesión habrá sido condición necesaria, aunque no suficiente, para que
dicha transferencia se realice; no obstante lo cual, la obligación de sustituirse en el lu
gar del deudor primitivo por parte del cesionario ya habrá nacido con el convenio de
cesión.