Jurídico-Contables: La Cesión de Cartera: Aspectos

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LA CESIÓN DE CARTERA: ASPECTOS

JURÍDICO-CONTABLES
José Luis Maestro Martínez
Inspector de Seguros del Estado (excedente)

SUMARIO: 1. CONCEPTO Y FINALIDAD DE LA CESIÓN DE CARTERA


2 LA CESIÓN DE CARTERA PARCIAL.- SUPUESTOS EN QUE PROCEDE
3. EL CONVENIO DE CESIÓN: GÉNESIS, ALCANCE Y CONTENIDO - 4 EL
INVENTARIO DE ACTIVOS Y PASIVOS.- 5. FECHA DE TOMA DE EFECTOS
DE LA CESIÓN.- 6. SENTIDO DE LA EXPRESIÓN "ADQUISICIÓN DEL CON
TROL".- 7. IMPLICACIONES CONTABLES DE LA TOMA DE CONTROL EL
ENFOQUE DEL PLAN CONTABLE.- 8. ENFOQUE ALTERNATIVO PARA EL
REGISTRO CONTABLE DE LA OPERACIÓN.- 9. EL PRECIO DE LA CESIÓN
10. EFECTOS CONDICIONADOS A LA AUTORIZACIÓN ADMINISTRATIVA*
11. LA EJECUCIÓN DEL CONVENIO DE CESIÓN.

RESUMEN: La cesión de cartera es una operación societaria propia y específica


de las entidades aseguradoras, en la que, a diferencia de otras operaciones societarias
no tiene por qué haber transmisión de patrimonio, o de partes de él, de unas socie
dades a otras, sino sólo transferencia de contratos de seguro; concepto éste que adole
ce de falta de un contorno claro en cuanto a su contenido, pero que, en todo caso im
plica la transmisión, de cedente a cesionario, de las obligaciones de aquél por los con
tratos de seguro que son objeto de cesión y, por lo general, la simultánea transferencia
de determinados activos afectos a dichas obligaciones. Además, el hecho de que se tra
te de una operación propia de las entidades aseguradoras determina que en el proce
dimiento a seguir tenga un papel decisivo la intervención de la autoridad supervisora
cuya aprobación es necesaria para que la cesión pueda llegar a producirse y juega, con
ciertos matices, a modo de condición suspensiva de la eficacia del convenio de cesión;
aprobación para cuya concesión intervienen consideraciones de índole financiera, cc^

Recibido el 5 de marzo y aceptado el 15 siguiente.

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S4

mo las relativas al margen de solvencia y al cálculo y cobertura de provisiones técnicas,


que requieren de ciertas precisiones en cuanto a su alcance y contenido. Por otra par
te, el régimen contable aplicable a las cesiones de cartera debe tener en cuenta lo dis
puesto en la normativa sobre las denominadas combinaciones de negocio, que viene a
ser, con alguna adaptación terminológica, mera reproducción de lo dispuesto en el
Plan General de Contabilidad. Pero, al ser la cesión de cartera una operación especí
fica de la actividad aseguradora, surgen cuestiones que dificultan la aplicación de lo
dispuesto en el Plan contable para operaciones societarias que son ajenas a esta figu-

ABSTRACT: The transfer of corporate portfolio is a proper and specific opera-


tion of insurance companies, which, unlike other corporate transactions, there need
be no transfer of assets or parts thereof, of other societies, but only transfer of insur
ance contracts, a concept that lacks a clear outline as to its content, but in any case,
involves the transmission of the assignor to the assignee of the obligations of that for
insurance contracts that are divested and, generally, the simultaneous transfer of cer-
tain assets associated with these obligations. Moreover, the fact that the case of a prop
er operation of insurance companies determined that the procedure to follow to have
an intervention role of the supervisory authority, whose approval is necessary for the
transfer could occur and plays with nuances, as a condition precedent to the effec-
tiveness of the transfer agreement, approval for the granting of which involve financial
considerations, such as those relating to the solvency margin and the calculation and
coverage of technical provisions, which require some clarifications with regard to its
scope and content. Moreover, the accounting treatment applicable to transfers of port
folio must take into account the provisions of the legislation on so-called business
combinations, which comes to be, with some changes in terminology, mere reproduc-
tion of the provisions of the General Accounting Plan. But, being the assignment of
a specific transaction portfolio of insurance business, questions arise that impede the
implementation of the provisions of the corporate accounting system for operations
that are unrelated to this figure.
PALABRAS CLAVE: cesión de cartera; convenio de cesión; efectos de la cesión;
aspectos contables; ejecución del convenio de cesión.
KEY WORDS: portfolio transfer, the transfer agreement; effects of assignment, ac
counting issues, enforcement of the transfer agreement.

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1. CONCEPTO Y FINALIDAD DE LA CESIÓN DE CARTERA

La cesión de cartera es la operación mediante la cual una entidad aseguradora ce


de a otra la totalidad o parte de los contratos de seguro1. El hecho de que en la cesión
intervengan dos partes, cedente y cesionario, hace que el origen de la misma sea un
acuerdo de voluntades entre ambas partes, el cual constituye el convenio de cesión,
conforme a la nomenclatura utilizada por la normativa reguladora de esta materia. En
todo caso, de lo que se trata en las cesiones de cartera es de sustituir al asegurador ce-
dente por el cesionario en relación con los contratos de seguro que son objeto de las
mismas; sustitución cuyo contenido es necesario precisar, ante la indefinición que se
encierra en la referencia legal a cesión de contratos de seguro; pues, en realidad, ¿qué
significa y qué alcance tiene este concepto? Es lo que trataremos de analizar en los pá
rrafos siguientes.

A esta figura se refiere el artículo 23 del Texto Refundido de la Ley de Ordenación


y Supervisión de los Seguros Privados (TRLOSSP), cuando dispone que las entidades
aseguradoras españolas podrán ceder entre sí el conjunto de los contratos de seguro
que integran la cartera de uno o más de los ramos en los que operen; supuesto éste
que constituye la denominada cesión total de la cartera, que , a pesar de este califica
tivo, no se circunscribe a los contratos que integran la totalidad de los contratos de se
guro celebrados por la entidad cedente, sino que puede limitarse a los que integran un
solo ramo. Es decir, bajo la denominación de cesión total se comprende tanto la de la
totalidad de las pólizas de una entidad como la de aquéllas que corresponden a un de
terminado ramo; si bien la Ley también reconoce la posibilidad de cesiones parciales
de cartera, que se refieren a sólo una parte de los contratos de seguro que integran un
ramo. El desarrollo de esta posibilidad de cesión parcial y los requisitos que deben
concurrir para su admisibilidad será objeto de tratamiento más adelante.

Mas antes se hace preciso indicar que el negocio jurídico en cuya virtud se lleva a
cabo la cesión, y que da lugar al correspondiente convenio en el que se plasma el
acuerdo de voluntades de las partes, no participa de una ciara naturaleza jurídica. La
cesión tiene como presupuesto la relación jurídica entre asegurador y tomador, en cu
ya virtud, una vez que éste ha pagado su prima, se convierte en acreedor de aquél: bien
porque ya se haya producido el siniestro, bien porque éste aún pueda producirse du
rante el periodo de cobertura de la póliza. En el primer caso, esto es, cuando ya se ha
producido el siniestro, el asegurador se halla obligado a realizar una prestación, gene
ralmente de dar, en beneficio del asegurado; aunque también puede suceder que la
obligación del asegurador tras el acaecimiento del siniestro consista en una prestación
de hacer, como es el caso cuando el contrato lo permite y el asegurado lo consiente,
de la sustitución de la indemnización por la reparación o reposición del objeto asegu
rado, contemplada como posibilidad en la Ley de Contrato de Seguro; o el de los con-

F. DEL CAÑO, citando a SÁNCHEZ CALERO, dice que cesión de cartera es el acuerdo por virtud
del cual una sociedad de seguros cede a otra el conjunto de los contratos de seguro en curso, o bien,
simplemente, los que afectan a uno o más ramos en los que actúa (ver FERNANDO DEL CANO, "De
recho Español de Seguros", Madrid, 1983)
Ni

de seguro en los que la prestación del asegurador se traduce en la prestación de


un servicio, cual ocurre en los seguros de asistencia, en sus diversas modalidades. Y, en
el caso de que el siniestro aún no se haya producido, pero aún pueda producirse en lo
que quede del periodo de cobertura, el asegurador se halla obligado a una prestación
de hacer, consistente en lo que, genéricamente y en abstracto, puede denominarse "de
cobertura del riesgo"2; la cual consiste en el mantenimiento de unos recursos finan
cieros y de una estructura administrativa que permitan garantizar que, si se produce el
siniestro, el asegurador va a poder hacer frente a las consecuencias del mismo: tanto a
la tramitación del correspondiente expediente de siniestro como al cumplimiento de
la obligación de indemnizar en los términos antes examinados, una vez que la trami
tación haya llegado a su fin. En ambos casos, el asegurado ostenta frente al asegurador
la condición de acreedor en la relación surgida del contrato de seguro.

Pero, siendo esto así, es decir, si el asegurado se convierte en acreedor del asegura
dor tras el pago de la prima, la cesión de cartera supone que un nuevo asegurador, el
cesionario, sustituye al primitivo en la posición jurídica de deudor; lo que no deja de
ser un caso de novación modificativa del contrato original por cambio de deudor. Pe
ro ello, según el artículo 1.205 del Código civil, requeriría necesariamente del con
sentimiento del acreedor; lo que, por otra parte, resulta de toda lógica, potque así co
mo la novación subjetiva por cambio de acreedor, que da lugar a los supuestos de su
brogación previstos en el Código civil, no requiere, en general, el consentimiento del
deudor (la Ley sólo pide que se ponga en su conocimiento, aunque sólo sea para que
éste sepa a quién tiene ahora que pagar), en la novación por cambio de deudor la ne
cesidad de aquiescencia del acreedor tiene su fundamento en que a éste no le es indi
ferente la calidad del nuevo deudor3. Así, si éste es insolvente, es más que razonable
conceder al acreedor la oportunidad de oponerse a una transferencia que perjudica la
calidad del crédito que ostentaba contra el deudor original. Ahora bien, una vez que
el acreedor ha dado su conformidad a dicha transferencia, es igualmente lógico que la
insolvencia del nuevo deudor no haga revivir la acción que aquél tuviera contra el deu
dor primitivo, como también dice el Código.

Esto sucede en el caso de que haya un solo acreedor y un solo deudor; pero, en el
caso de la cesión de cartera lo que se produce es una transferencia global de todos los
contratos de seguro integrantes de la misma de un asegurador (cedente) a otro (cesio
nario); y esa transferencia implica que quienes ocupan la posición de asegurados en
los contratos transferidos, que eran acreedores del cedente, pasan a serlo ahora del ce
sionario, para lo que, de aplicarse el régimen general para la novación por cambio de
deudor que establece el Código civil, sería preciso el consentimiento de todos y cada

2 Ver JOSÉ LUIS MAESTRO: "Nociones generales sobre el contrato de seguro", Revista Previsión y Se
guro, número 34, marzo 1994-
3 Ver, entre otros, DÍEZ-PICAZO, "Fundamentos de Derecho civil patrimonial", Madrid, 1972, o
PUIG BRUTAU, "Fundamentos de Derecho civil- DeTecho general de las obligaciones", Barcelona,
1985

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uno de los asegurados. Es claro que, en la práctica, esto resulta poco menos que im
posible. Por eso la Ley atiende a los intereses en juego, que se orientan, sobre todo, a
la conservación de la cartera como conjunto homogéneo de riesgos susceptibles de un
tratamiento similar desde el punto de vista técnico, que es la base de la operación de
seguro*; y, a estos efectos, arbitra un procedimiento para permitir la transferencia glo
bal de los contratos, por el que se obvia la necesidad de consentimiento del acreedor,
y se sustituye por la aprobación administrativa, teniendo en cuenta que la función del
órgano de control del que dicha aprobación emana (aunque sea por vía indirecta, co
mo luego se verá, ya que la autorización para la cesión no la otorga la Dirección Ge
neral de Seguros y Fondos de Pensiones, sino su superior jerárquico) es, principal
mente, la tutela de los intereses de los asegurados. Parece lógico que así sea, no sólo
por evitar el inconveniente casi insalvable de tener que recabar el consentimiento in
dividual de todos y cada uno de los asegurados, sino porque, siendo la razón principal
de dicha exigencia de consentimiento la de otorgar al acreedor un mecanismo de de
fensa ante una disminución de la calidad del deudor, tratándose de entidades asegu
radoras el órgano de control de la actividad se halla en mucho mejores condiciones
que los asegurados para apreciar el grado de solvencia y, por tanto, la capacidad del
nuevo asegurador para cumplir las obligaciones que le corresponden por razón de los
contratos que son objeto de cesión.

Asi pues, la cesión de cartera podría definirse como la transmisión, por ministerio
de la ley, y en virtud de un acuerdo de voluntades (convenio de cesión) entre un ase
gurador, denominado cedente, a otro asegurador, denominado cesionario, de las obli
gaciones5 y, en su caso, de los derechos, que correspondían al cedente frente a los ase
gurados, beneficiarios o terceros perjudicados por razón de los contratos de seguro sus
critos por el primero.

La cesión de cartera se halla regulada en el artículo 23 del Texto Refundido de la


Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, conforme a la cual las enti
dades aseguradoras (españolas) podrán ceder entre sí el conjunto de los contratos de
seguro que integren la cartera de uno o más ramos en los que operen. Dispone el
mencionado precepto legal que la cesión de cartera no será causa de resolución de los
contratos de seguro cedidos, siempre que la entidad aseguradora cesionaria quede su
brogada en todos los derechos y obligaciones que incumbían a la cedente en cada uno
de los contratos, salvo que se trate de mutuas y cooperativas a prima variable o de mu-

4 En la normativa de contra! de los seguros privados no se formula explícitamente el concepto de carte


ra de seguros. Este sóio aparecía, pero con un significado diferente, en la derogada Ley de Producción
de Seguros Pnvados (Real Decreto Legislativo 1347/1985, de 1 agosto), conforme a la cual se entiende
por cartera de seguros el conjunto de contratos de esta clase que, hallándose vigentes, se deben a la in
tervención de un mediador determinado. Pero no es éste, evidentemente, el concepto subyacente en la
noción de cesión de cartera a que se refiere la vigente normativa sobre ordenación y supervisión de los
seguros privados.

5 La cesión, únicamente de las obligaciones derivadas del contrato de seguro sería el supuesto más ex
tremo, por su simplicidad, de lo que, normalmente, es un negocio complejo, como se desarrolla más
adelante.

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tualidades de previsión social. Es decir, salvo en el caso de que la cesión sea entre en
tidades de las citadas en último lugar, la cesión no autoriza a la resolución de los con
tratos de seguro, pero si implica su novación por cambio de deudor, con tal de que se
produzca la subrogación del cesionario en la posición jurídica del cedente; mención
ésta que deberá constar de manera expresa en el convenio de cesión, puesto que, de
otro modo, dicha subrogación no podrá presumirse, toda vez que los supuestos de pre
sunción de la existencia de subrogación se hallan tasados por la ley6; y, además, dichos
supuestos se refieren sólo a la subrogación por cambio de acreedor. Pero, precisamen
te, esa subrogación del cesionario en los derechos y obligaciones del cedente es un ele
mento del contrato en que consiste el convenio de cesión, que, si bien no puede cali
ficarse de esencial, en el sentido de que sin la concurrencia del mismo el contrato se
ría nulo, sí es un elemento de importancia muy relevante para la conclusión del
negocio jurídico en que la cesión consiste, pues de lo contrario ésta podría verse pri
vada de verdadero contenido económico. De ahí que en los convenios de cesión sea
frecuente estipular la subrogación del cesionario en los derechos7 y obligaciones del ce-
dente.
Pero tal subrogación suele pactarse, no sólo en los derechos y obligaciones deriva
dos del contrato de seguro, sino en otros relacionados con la cartera cedida; para lo
cual, no sólo se conviene en que el cesionario asuma la titularidad de los activos vin
culados a las obligaciones derivadas de los contratos que se ceden, sino que se obliga
a facilitar la transición ordenada de las relaciones contractuales relacionadas con la
cartera cedida. Esto es importante, porque la mera declaración de voluntad de subro
gación en la persona del cesionario no es suficiente para que éste llegue a sustituir al
cedente en los contratos celebrados con terceros; algunos de ellos tan significativos
con vistas a la continuación del negocio cedido como los mediadores de seguros o los
reaseguradores, con quienes el cesionario deberá celebrar nuevos contratos tendentes,
por regla general, a la novación, por cambio de uno de sus elementos personales, de
los contratos que hubiese celebrado el cedente. Sólo por lo que se refiere a las rela
ciones laborales con el personal vinculado a la cesión se produce la subrogación auto
mática del cesionario en los derechos y obligaciones del cedente, en virtud de la re
misión que el artículo 23 del TRLOSSP efectúa al artículo 44 del Estatuto de los Tra
bajadores y, por tanto, a la regulación contenida en éste para el supuesto de sucesión
de empresa.

El mencionado artículo 23 del TRLOSSP dispone, asimismo, que la cesión debe


rá ser autorizada por el Ministerio de Economía y Hacienda, pues, como ya hemos in
dicado, el requisito de la autorización administrativa obra a modo de acto sustitutorio
del consentimiento individual que deberían prestar todos y cada uno de los tomado
res de seguros para que pudiera producirse la novación consistente en sustituirse un

6 Articulo 1210 del código civil.


7 Así como la subrogación en las obligaciones es consecuencia necesaria de la cesión, la subrogación en
los derechos derivados del contrato de seguro debe establecerse con claridad en el convenio de ceSlon
(artículo 1209 del Código civil).

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nuevo deudor (cesionario) en lugar del primitivo (cedente). En garantía de los dere
chos de los asegurados, dispone, asimismo, el artículo 23 TRLOSSP que después de la
cesión el cesionario deberá tener provisiones técnicas suficientes y habrá de superar el
margen de solvencia legalmente exigible, así como que las relaciones laborales existen
tes en el momento de la cesión se rijan por lo dispuesto en el Estatuto de los Traba
jadores. En todo caso, sobre los efectos de la autorización administrativa volveremos a
hablar más adelante.

2 LA CESIÓN DE CARTERA PARCIAL.

Aunque, en principio, el tenor del texto legal se refiere a la cesión del conjunto de
los contratos de seguro que integren la cartera de uno o más ramos de una entidad
aseguradora, luego se precisa que también serán admisibles cesiones parciales en los
supuestos que se determinen reglamentariamente, con la salvedad de que en tal caso
los tomadores podrán resolver los contratos de seguro. Es decir, aunque, sustancial-
mente, no haya diferencia entre la cesión total de cartera y la cesión parcial, pueden
establecerse entre ambas dos elementos diferenciales: uno, en cuanto al ámbito obje
tivo, y otra en cuanto a las consecuencias de la cesión en la relación contractual entre
asegurador y tomador.

En cuanto al ámbito objetivo, en la cesión total éste se refiere a la totalidad de los


contratos que integran un ramo determinado; pero puede también extenderse a la to
talidad de los contratos que integran la cartera de la entidad, que es el supuesto a que
se refiere el TRLOSSP bajo la denominación de cesión general de la cartera de con
tratos de seguro, cuando afecte a todos los ramos en que opera la entidad, y que se
configura como causa de disolución, específica de las entidades aseguradoras, en el ar
tículo 27 del mencionada texto legal. En ambos casos podría hablarse de cesión total,
siendo la denominada cesión general de todos los ramos un caso particular de la mis^
ma.

Junto a ella, se encuentra el supuesto de cesión parcial, que se configura como ex


cepción al caso general y que se limita a sólo una parte de los contratos integrantes de
un determinado ramo. La cesión parcial se diferencia de la cesión total, no sólo por su
ámbito objetivo (más reducido, por definición), sino también por las consecuencias de
la misma en lo que afecta a las relaciones entre tomadores y entidad aseguradora y,
más particularmente, al mantenimiento de la relación aseguradora nacida de los con
tratos suscritos entre ésta y aquéllos. Así, en el caso de la cesión total, ésta no es opo-
nible por los tomadores; o más, exactamente, la oposición de los tomadores a la cesión
no es óbice para el mantenimiento de la relación aseguradora surgida del contrato.
En cambio, la cesión parcial de cartera puede ser causa de resolución de los con
tratos de seguro, si bien ésta deberá ser instada por el tomador; de modo que la reso
lución de los contratos no se produce por el mero hecho de la cesión, sino que preci-

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sa de que el tomador del contrato tome la iniciativa en tal sentido, solicitándoselo así
al asegurador, quien, en tal caso, se hallará obligado a resolver el contrato, y el toma
dor tendrá derecho a la devolución de la parte de prima no consumida8.
Según el artículo 75 del Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros
Privados (ROSSP), serán admisibles las cesiones parciales de cartera de un ramo en los
siguientes casos:

a) Cuando comprenda la totalidad de las pólizas de una parte de los riesgos inclui
dos en un ramo.

b) Cuando comprenda la totalidad de las pólizas que, perteneciendo a un ramo, co


rrespondan a una determinada zona geográfica.
c) Cuando comprenda la totalidad de las pólizas que, dentro de un ramo, puedan
agruparse atendiendo a un criterio objetivo, que habrá de determinarse clara
mente en el convenio de cesión.

En relación con cada uno de esos supuestos cabe formular los respectivos comen
tarios, con el fin de tratar de clarificar su alcance y contenido.
Por lo que se refiere a los supuestos comprendidos en el supuesto a) anterior, su
enunciado dista de ser preciso, ya que es difícil entender qué quiere decir "totalidad
de las pólizas de una parte" de los riesgos. La totalidad de una parte sugiere que todas
las pólizas de esa parte han de ser objeto de la cesión; pero con ello nada se resuelve
si no se especifican los criterios para definir cómo se forma esa parte. Hay que enten
der que lo indicado en ese apartado se limita a reflejar el hecho de que se trata de una
cesión parcial, puesto que se refiere a una parte de las pólizas del ramo, ya que si se
tratara de todas las pólizas del ramo ya no cabría hablara de cesión parcial. Por tanto,
el citado apartado a) constituye el presupuesto necesario de lo prevenido en cualquie
ra de los dos apartados siguientes, en cada uno de los cuales se formula un criterio pa
ra la definición de la parte de pólizas de un ramo cuya totalidad constituye el objeto
de la cesión parcial.
El apartado b) permite que el objeto de la cesión lo constituya la totalidad de las
pólizas que, perteneciendo a un ramo, correspondan a una determinada zona geográ
fica. Aquí si se da un criterio relativamente claro para la definición de la parte de pó
lizas de un ramo que deben ser objeto de cesión en su totalidad: deberán ser objeto de
cesión la totalidad de las pólizas de la parte de riesgos incluidos en un ramo que co
rrespondan a una zona geográfica; es decir, la parte de riesgos en cuestión viene defi
nida por su correspondencia con una zona geográfica determinada, y las pólizas agru
padas según dicho criterio habrá de ser objeto de cesión en su totalidad. La zona geo
gráfica vendrá, normalmente, definida por una o varias ciudades, provincias o
comunidades autónomas, si bien es preciso disponer de un criterio claro para el esta-

8 La devolución de la parte de prima no consumida constituye una notable excepción al principio de in


divisibilidad de la prima consagrado en el artículo 76.6 del ROSSP.

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La cesión de cartera: aspectos juridko-contables 61

blecimtento de la correspondencia que exige el Reglamento entre dichas zonas geo


gráficas y las pólizas que se ceden. Como el Reglamento, a pesar de esa exigencia de
correspondencia entre pólizas y zonas geográficas, no proporciona un criterio para de
finir cuándo dicha correspondencia se produce, la cuestión queda un tanto en el aire
Un posible criterio para definir esa correspondencia entre pólizas y zona geográfica po
dría ser el de emisión de la póliza, pero cuando la entidad tiene su emisión centrali
zada ese criterio de agrupación de las pólizas no parece responder al espíritu de la ce
sión parcial, ya que todas las pólizas se habrían emitido en las oficinas centrales Más
adecuado parece el lugar de situación del riesgo, o de localización del compromiso to
mando como referencia para la definición de cuáles sean ésos lo dispuesto sobre la
materia en el artículo 1 del TRLOSSP.

El apartado c) se refiere a la totalidad de las pólizas que, dentro de un ramo pue


dan agruparse atendiendo a un criterio objetivo, que habrá de quedar claramente de
terminado en el convenio de cesión. Aclara el texto reglamentario que en ningún ca
so se considerará un criterio objetivo la cesión de pólizas de seguros de las reguladas
en el Real Decreto 1588/1999, de 15 de octubre, por el que se aprueba el Reglamen
to de instrumentación de los compromisos por pensiones de las empresas con los tra
bajadores y beneficiarios, correspondientes a una empresa o grupos de empresas ¡ pe
ro, fuera de esos supuestos, la parte de riesgos incluidos en un ramo cuya totalidad, se
gún el apartado a) anterior, debe constituir el objeto material de la cesión parcial
puede venir definida por cualquier criterio objetivo, entendiendo por tal aquél que
pueda ser establecido en función de alguna característica común a las pólizas que se
ceden, y que no dependa, por tanto, de la simple voluntad de las partes . Así, un cri
terio objetivo relativamente común en las cesiones parciales de cartera será el de la
pertenencia de las pólizas cedidas a una modalidad determinada, entendiendo por
modalidad (aunque no sea ésta la única posibilidad de definirla) el conjunto de póli
zas de un ramo que viene amparado por una misma base técnica9. Por ejemplo, una
modalidad podría ser la de multirriesgo del hogar, aunque el producto a que la mo
dalidad se refiere incluya coberturas que corresponden a diversos ramos. En algunos
casos, se ha considerado también como criterio objetivo de agrupación, con vistas a
una cesión parcial de cartera, el conjunto de pólizas que han sido intermediadas por
un mismo mediador.

Como antes se ha indicado, en los supuestos de cesión parcial de cartera los to


madores podrán resolver sus contratos de seguro, pero, en tal caso, la entidad ceden-
te deberá comunicarles individualmente tal derecho.

El MW no define qué deba entenderse por modalidad, sino el que denomina producto comercial
entendiendo por tal la garantía concreta o el conjunto agrupado de garantías conectadas entre sí, que
puedan refcmse a los riesgos derivados de una misma clase de objeto asegurado (art 31 2)

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3. EL CONVENIO DE CESIÓN: GÉNESIS, ALCANCE Y CONTENIDO.

La cesión de cartera se halla sometida al cumplimiento de un procedimiento ad


ministrativo, que culmina con la autorización del Ministro de Economía y Hacienda,
tal como dispone el artículo 23 del TRLOSSP y el 70 del ROSSP. El precepto regla
mentario citado en último lugar exige que, para la autorización por parte del Ministro,
se aporte determinada documentación, entre la que se encuentra, en primer lugar, la
certificación de los acuerdos adoptados por los órganos sociales competentes de las en
tidades, aprobando el convenio de cesión y, en su caso, la disolución de la cedente o
cedentes, o la modificación del objeto social.
A diferencia de lo que sucede en la fusión, no está claro que el órgano competen
te para aprobar el convenio sea la junta general, tanto de la entidad cesionaria como
de la entidad cedente. EL ROSSP se refiere a que debe aportarse certificación del
acuerdo adoptado por el órgano social competente, pero sin indicar cuál deba ser és
te. La referencia a órgano social excluye que la aprobación del convenio pueda consi
derarse como un simple acto de administración ordinaria, de los que caen dentro del
ámbito de competencia de la dirección de la entidad, y parece que con ella se hace
mención a que la competencia para esa aprobación queda reservada al consejo de ad
ministración o a la junta general, que si son órganos sociales. Pero sin que ello su
ponga que la aprobación del convenio de cesión se halle reservada en exclusiva a la
junta general10. En este sentido, cabe decir que una consecuencia de la cesión total de
cartera referida a un ramo es la revocación de la autorización de la autorización admi
nistrativa a la entidad cedente para operar en dicho ramo. Ahora bien, si para conse
guir la autorización para extender la actividad de una entidad aseguradora a un deter
minado ramo no es necesario el acuerdo de la junta general, parece lógico concluir
que tampoco lo será para una operación que supone la revocación de dicha autoriza
ción, que es el efecto de la cesión general de cartera correspondiente a un ramo.
No obstante, aun cuando falta en el ROSSP una referencia de carácter general a
que la aprobación del convenio de cesión deba tratarse de una competencia reservada
en exclusiva a la junta general, y de que la referencia a los órganos sociales competen
tes pudiera entenderse que abarca también al consejo de administración, en el artícu
lo 16 se hace una explícita mención a que, para las mutuas de seguros, resulta precep
tivo el acuerdo de la asamblea general para aprobar la cesión de cartera, entre otras
operaciones societarias; de donde parece apropiado concluir que, aunque no se diga
expresamente, otro tanto será necesario en el caso de las sociedades anónimas. De he
cho, en los expedientes tramitados ante la Dirección General de Seguros y Fondos de
Pensiones se viene exigiendo ese acuerdo, aunque hubiera sido deseable que, en lugar
de la referencia genérica a los órganos sociales competentes, el artículo 70 del ROSSP

10 Otra cosa sería si, como sucede en algunas entidades aseguradoras, sus estatutos previeran los ramos en
que actúan, pues en tal caso se trataría de una modificación estatutaria, que sí es competenc.a induda
ble de la junta general.

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La cesión de cartera: aspectos jurídicocontabíes 63

hubiera hecho explícita mención a la junta general.


Por otra parte, la referencia que se hace en este apartado a que los acuerdos de los
órganos sociales competentes deben incluir, en su caso, la disolución de la cedente o
la modificación de su objeto social, trae su causa de que, en el caso de cesión general
de cartera correspondiente a todos los ramos de seguro, ésta implica la revocación de
la automación administrativa y, cuando ésta afecte a todos los ramos, ello será causa
de disolución, a tenor de lo dispuesto en el artículo 27.1 del TRLOSSP Ahora bien
la revocación de la autorización administrativa no será causa de disolución cuando la
entidad cedente manifieste su voluntad de modificar su objeto social para desarrollar
una actividad distinta de la aseguradora.

Evidentemente, el convenio de cesión es un elemento de decisiva importancia no


solo para las entidades interesadas en la misma, ya que es en él en donde se plasman
los acuerdos adoptados para llevarla a cabo, sino también para que el órgano de con
trol, que es quien tiene que analizar y tramitar el expediente administrativo que se ini
cia con la solicitud de autorización por las entidades interesadas, conozca el alcance y
los términos del acuerdo alcanzado entre cedente y cesionario. La firma del convenio
por parte de los representantes de las entidades interesadas es un requisito formal que
pone de manifiesto el hecho antes mencionado de que el acuerdo de las juntas gene
rales aprobando el convenio tiene como necesario precedente una serie de negocia
ciones entre cedente y cesionario, que, lógicamente, habrán sido llevadas a cabo por
sus representantes legales. A diferencia de lo que se hace en la regulación de las fusio
nes entre sociedades, conforme a la cual, una vez suscrito el proyecto común de fu
sión, los administradores de las sociedades que se fusionen se abstendrán de realizar
cualquier clase de acto o de concluir cualquier contrato que pudiera comprometer la
aprobac.ón del proyecto, la normativa aseguradora no contiene ninguna previsión al
respecto, aun cuando dicho deber de abstención parezca exigible en aras de la buena
fe contractual. Tampoco se prevé en dicha normativa, a diferencia de lo prevenido en
el régimen jurídico de las fusiones'*, que el convenio de cesión quede sin efecto si no
hubiera sido aprobado por las juntas de socios de las sociedades que participan en la
misma dentro de los seis meses siguientes a su fecha.

Ante la ausencia de esas referencias normativas a aspectos como los indicados


que contribuyen a dar seguridad al proceso, lo más normal es que las partes suplan
esa omisión incorporando al convenio cláusulas del estilo de las disposiciones lega
les citadas. Pero, en todo caso, tanto por lo que se refiere al proyecto de fusión co
mo al convenio de cesión parece razonable afirmar que el requisito de que haya de
ser suscrito por las personas indicadas no debe hacer olvidar que lo decisivo es que
ese acuerdo haya sido ratificado por la junta general. Cabe decir que el convenio
que se somete a aprobación de las juntas generales de cedente y cesionario juega un
papel análogo al del proyecto común de fusión, y es un precedente necesario para

U En esta materia, la normativa aplicable es la ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones


es estructu-
rales de las sociedades mercantiles, que deroga, entre otros, los artículos 223 a 259 de la LSA

R.E.S. 2010, 141


64

la emisión de las correspondientes declaraciones de voluntad por parte de los res


pectivos órganos sociales, y que la firma de los representantes de las entidades en
cuestión no es sino un medio de acreditar ante las respectivas juntas generales que
existe un compromiso previo que no precisa sino del consentimiento del órgano so
berano de la entidad para convertirse en definitivo. Pero ese compromiso previo tie
ne ya efectos vinculantes, pues, en definitiva, se trata de una manifestación del con
sentimiento prestado por los representantes legales de las entidades interesadas,
que como tal, da lugar a la perfección de un contrato que, desde entonces, obliga
a quienes lo han suscrito. De modo que si se incumpliesen los términos acordados
por cualquiera de las partes, la otra podrá pedir su cumplimiento o reclamar la co
rrespondiente indemnización por daños y perjuicios. En este sentido, puede decir
se que el acuerdo previo al convenio de cesión no produce el efecto de que esta se
lleve a cabo, pero sí obliga a dar los pasos necesarios para que esto suceda, entre los
cuales se encuentra el sometimiento de dicho convenio a la aprobación de las res
pectivas juntas generales.
Las especificaciones que, conforme a lo dispuesto por el articulo 70.1a) del ROSSP,
debe contener necesariamente el convenio de cesión son las siguientes:
1«. Inventario detallado de los elementos patrimoniales de activo y pasivo que se
ceden.
2o. Fecha de toma de efectos de la cesión.

3o. Precio de la cesión.


4°. Efecto condicionado a la autorización administrativa de la cesión.

4. EL INVENTARIO DE ACTIVOS Y PASIVOS

Aunque la referencia que se hace al inventario sólo contempla como parte inte
grante de éste los elementos patrimoniales de activo y pasivo que se ceden, es induda
ble que, antes que nada, lo que se ceden son contratos de seguro. Por ello, parece ló
gico que, a pesar del silencio reglamentario sobre la cuestión, la primera partida de di-
cho inventario sea la relativa a las pólizas que son objeto de cesión.
Ahora bien, entre la fecha de aprobación del convenio y la de plena eficacia de la
cesión a la que denominaremos fecha de ejecución, transcurre un periodo que, con
forme a lo dispuesto en el ROSSP, se extiende a lo largo de varios meses; durante los
cuales han de producirse, inevitablemente, modificaciones en el inventano inicial-
mente propuesto; por lo que, normalmente, se incluirá en el convenio alguna previ
sión especifica para cubrir esta eventualidad, considerando, por ejemplo, una cifra
provisional en el inventario, que luego deberá actualizarse en función de la experien
cia posterior. Así, por lo que se refiere a las pólizas, podrán producirse anulaciones,
modificaciones o renovaciones; y estas circunstancias deberán tenerse en cuenta por la

R.E.S. 2010, 141


La cesión & cartera: aspectos jurídiccxontables 65

partes, de modo que el inventario inicialmente confeccionado deberá ser actualizado


y puesto a! día en la fecha de ejecución.

Otro tanto ocurre con los activos y pasivos que se ceden. En principio, la cesión de
pólizas implica la sustitución del cesionario en la posición deudora que tenía el ce-
dente, y la expresión numérica de las obligaciones inherentes a dichas obligaciones
son las provisiones técnicas correspondientes a las pólizas cedidas. De este modo el in
ventario deberá contener, póliza a póliza, la provisión de primas no consumidas; lo
que, por facihdad de cálculo, aconseja hacer coincidir la fecha a que el inventario se
refiere con un cierre mensual o trimestral. Y otro tanto cabe decir de la provisión téc
nica para prestaciones, lo que, al igual que sucede con la provisión de primas no con-
sumidas, tampoco debe presentar especiales dificultades, toda vez que, en principio, se
calcula expediente a expediente, y todos los expedientes de siniestro se hallan relacio-
nados con una póliza.

Normalmente, el inventario comprenderá también los activos que cubren las pro
visiones técnicas correspondientes; pero ello no debería llevar a la conclusión de que
una condición necesaria haya de ser la de que las provisiones técnicas correspondien
tes a la cartera cedida se hallen cubiertas mediante activos incluidos en el inventario
que debe formar parte del convenio, como una de las especificaciones que el mismo
na de contener.

Una circunstancia que afecta por igual a todos los elementos comprendidos en el
inventario es la derivada del hecho de que el convenio de cesión se suscribe en una fe
cha que puede ser muy anterior a la fecha en la que se consuma el proceso, de mane
ra que, entretanto, pueden producirse importantes variaciones respecto de la situación
inicia . De ello se deriva que la relevancia del inventario con vistas tanto a la conclu-
s.on del convenio de cesión como a la autorización administrativa de la operación es
solo relativa. Aunque no por ello pueda decirse que carece totalmente de eficacia- des
de el momento en que el inventario forma parte del convenio de cesión, cualquier mo-
diñcación que no resulte del curso ordinario de los negocios debería ser decidida por
común acuerdo de las partes contratantes. Así, si se producen entradas o salidas de te
sorería derivadas del cobro de primas o del pago de siniestros, parece obvio que esto
obedece al desarrollo normal de las operaciones, y que las modificaciones que unas u
otras puedan suponer al saldo de tesorería que figurara en el inventario original no
precisarían de ulterior acuerdo entre las partes; pero si fuera necesario realizar algún
activo para conseguir tesorería, sí que debería intervenir el acuerdo de voluntades en
tre cedente y cesionario para decidir qué activo de los incluidos en el inventario de
bería convertirse en liquidez. En todo caso, seria conveniente que el convenio de ce
sión regulara con detalle este tipo de incidencias, a fin de evitar controversias sobre la
ejecución del contrato.

Como ya se indicó antes, en la regulación de la cesión de cartera se ha seguido un


esquema conceptual que pretende replicar en paralelo el establecido para la fusión de
sociedades; y, en esta línea, el inventario de los activos y pasivos que se ceden viene a
sei el equivalente del balance de fusión. Pero ese paralelismo apenas es posible, como
no sea desde el punto de vista puramente procedimental, porque, en relación con el
R.E.S. 2010, 141
66

1 tema que ahora nos ocupa, no cabe la identificación entre el balance de fusión y el in;
ventario de activos y pasivos a que se refiere la normativa sobre cesión de cartera. El
balance de fusión es el balance de cada una de las sociedades que intervienen en la fu-
I sión, que sirve de base para el establecimiento de la relación de canje de las acciones
2 de cada una de dichas sociedades, teniendo en cuenta el tipo de fusión de que se o*
te para lo cual lo realmente relevante es el patrimonio neto de cada sociedad; por
m'ás que éste no deje de ser la diferencia entre el valor de los activos y los pasivos que
en dicho balance figuran, que sólo hasta cierto punto podrían equipararse a un in
ventario de los elementos patrimoniales que intervienen en el proceso de fusión.
Por lo tanto, aunque el inventario a que el Reglamento se refiere forme parte ne
cesaria del convenio de cestón, no cabe desconocer que adolece de la nota de provi-
sionalidad, y que lo que realmente será relevante con vistas a aquélla será el inventa
rio definitivo que habrá que elaborar cuando la cesión se lleve efectivamente a cabo.
De ahí que sea normal introducir en el convenio alguna cláusula relativa a que el in
ventario allí incluido deberá actualizarse en la fecha de efectiva ejecución.

5.
FECHA DE TOMA DE EFECTOS DE LA CESIÓN

Es otra de las menciones necesarias que debe contener el convenio y, a pesar de la


concisión con que este requisito se halla redactado en la norma reglamentaria, es tam
bién una de las que mayores problemas puede llegar a producir y de más difícil inter
pretación en el orden práctico.
La llamada fecha de efectos en la normativa aseguradora se asimila a la que en la
normativa sobre fusiones contenida en la Ley de Sociedades Anónimas (art.235), se
denominaba fecha a partir de la cual las operaciones de las sociedades que se extingan
habrán de considerarse realizadas a efectos contables por cuenta de la sociedad a la
que traspasan su patrimonio^; redacción ésta que en la Ley 3/2009 ha sido sustituida
por la referencia a la fecha a partir de la cual la fusión tendrá efectos contables, de
acuerdo con lo dispuesto en el Plan General de Contabilidad*'. Es la fecha que en los
convenios de cesión, suele denominarse fecha de efectos económicos, para diferen
ciarla de la fecha en que la cesión adquiere plenos efectos jurídicos, tanto entre partes
como frente terceros, que necesariamente ha de ser posterior, porque la adquisición de
tales efectos plenos se halla subordinada al cumplimiento de una sene de tramites, el

12 Idéntica redacción es la contenida en el articulo 228 del Reglamento del Registro Mercantil, al referir
se a las circunstancias que necesariamente ha de expresar el acuerdo de fusión
13 Resulta aquí más procedente remitirnos a estos efectos al Plan de Contabü.dad de las Entidades Ase-
Adoras por ser éste el que resulta aplicable en el caso de la cesión de cartera; ~a «w.U*K
Z cabe plantear objeciones, dado que en este punto el Plan de Contabilidad de las Enndades Asegu
radoras se limita a reproducir lo dispuesto en el Plan General.

R.E.S. 2010, 141


La cestón de cartera: aspectos jurídico-contables 67

primero de los cuales es la aprobación del convenio por las juntas generales de las so
ciedades interesadas, pasando por el periodo de información pública sobre el conve
nio de cesión, la orden ministerial de autorización, el otorgamiento de escritura pú
blica y su inscripción en el Registro Mercantil.

El Plan de Contabilidad de las Entidades Aseguradoras regula, en su norma de re


gistro y valoración 18% la contabilización de las denominadas combinaciones de ne
gocios, las cuales, según lo dispuesto en la mencionada norma contable, consisten en
aquellas operaciones mediante las que una entidad adquiere el control de uno o va
nos negocios. A estos efectos, la norma define a un negocio como un conjunto de ele
mentos patrimoniales constitutivos de una unidad económica, dirigida y gestionada
con el propósito de obtener un rendimiento, menores costes u otros beneficios eco
nómicos a sus propietarios o partícipes.

Dispone, asimismo, la norma en cuestión que las combinaciones de negocio en


función de la forma jurídica empleada, pueden originarse, entre otras posibles alter
nativas, como consecuencia de:

a) La fusión o escisión de varias entidades


b) La adquisición de todos los elementos patrimoniales de una entidad o de una
parte que constituya uno o más negocios.

En los dos supuestos arriba mencionados, deberá aplicarse el denominado mé


todo de adquisición, el cual supone que la entidad adquirente contabilizará, en la fe
cha de adquis.ción, los activos adquiridos y los pasivos asumidos, así como en su ca
so, la diferencia entre el valor de dichos activos y pasivos y el coste de la combinación
de negocios. A partir de dicha fecha, se registrarán los ingresos y los gastos, así como
los flujos de tesorería que correspondan.

Dentro de las operaciones indicadas en la letra b) anterior, cabe incluir a una ope
ración societaria* típica y exclusiva de las entidades aseguradoras, que es la cesión de
cartera regulada en el Texto Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los
Seguros Privados y en su Reglamento, la cual consiste, como ya se indicó al principio
en la operación mediante la cual una entidad aseguradora cede a otra la totalidad o
parte de sus contratos de seguro.

La contabilización de las operaciones relacionadas con la combinación de negocios


tiene como referencia temporal la fecha de adquisición, que, tratándose de operacio
nes societarias y, especialmente en el ámbito de actividad de las entidades sujetas a su
pervisión, como es el caso de las entidades aseguradoras, puede presentar ciertos pro
blemas en cuanto a su determinación. Sin embargo, esa determinación es necesaria
pues dicha fecha indica el momento a partir del cual los hechos económicos deberán
ser reg,strados contablemente por la entidad adquirente; es decir, parafraseando lo dis
puesto en el artículo 234 de la Ley de Sociedades Anónimas, derogado por la Ley

14 Calificamos la operación como de societaria porque, aunque no implica necesariamente una modifica
ción de la estructura patrimonial de la sociedad, sí requiere de la intervención de los órganos sociales.

R.E.S. 2010, 141


68

3/2009 la fecha a partir de la cual las operaciones de la entidad cedente habrán de


considerarse realizadas a efectos contables por cuenta de la entidad cesionaria; o pa
rafraseando lo prevenido en el artículo 31 de la mencionada Ley 3/2009, la fecha a
partir la cual la cesión tendrá efectos contables, de acuerdo con lo dispuesto en el Plan
de Contabilidad de las Entidades Aseguradoras.
A este respecto, la norma de referencia es la ya citada norma de registro y valora
ción 18a del Plan de Contabilidad de las Entidades Aseguradoras, en función de la
cual habrá que determinar la fecha a partir de la cual la cesión tendrá efectos conta
bles- que es tanto como decir efectos económicos, porque a tenor de lo dispuesto en
el Marco Conceptual del Plan contable, en la contabilización de las operaciones se
atenderá a su realidad económica, y no sólo a su forma jurídica. De modo que si la ce
sión tiene efectos contables es porque, a pesar de que jurídicamente aún no sea per
fecta, en el sentido de que aún no se ha traspasado la titularidad de todos los derechos
y obligaciones de la cartera cedida con efectos tanto entre partes como frente a terce
ros, desde el punto de vista económico debe considerarse que sí se ha producido tal
traspaso y que, en consecuencia, los activos y pasivos relacionados con la operación,
así como los ingresos y gastos igualmente relacionados con la misma, corresponden ya
al cesionario15.
La fecha en cuestión, conforme a la indicada norma de registro y valoración, es la
que ésta denomina fecha de adquisición, en la cual la entidad adquirente no sólo con
tabilizará los activos adquiridos y los pasivos asumidos en la combinación de negocios,
así como, en su caso, la diferencia entre el valor de los activos y pasivos y el coste de
la combinación (precio de la cesión, en el caso de la figura que nos ocupa), sino que,
a partir de la misma se registrarán los ingresos y los gastos y los flujos de tesorería que
correspondan.

6. SENTIDO DE LA EXPRESIÓN "ADQUISICIÓN DEL CONTROL"


El control a que se refiere el Plan contable como término de referencia para de
terminar la fecha de adquisición en una combinación de negocios es el indicado más
tarde en la norma de registro y valoración 19a, consistente en el poder de d.ngir la po
lítica financiera y de explotación de una entidad o negocio, con el fin de obtener be
neficios de sus actividades. Ahora bien, es normal que entre el iniao del procedi
miento en cuestión y su terminación se produzca una situación transitoria, en la que
aún no se ha adquirido el pleno control del negocio cedido, pero en la que existe cier
to poder de dirección sobre las políticas de la entidad cedente.
La existencia de ese periodo transitorio obliga a determinar cuándo se produce el
comienzo del mismo, el cual vendrá dado por el hecho de la adquisición del control,
en los términos prevenidos por el Plan contable; cuestión ésta que no siempre tiene

15 En realidad, las obligaciones a cargo de las partes ya han surgido cor, el convenio de cesión, aunque
su eficacia aún no sea plena.

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos juridicocontables 69

una fácil respuesta, a pesar de la aparente claridad de la fórmula utilizada por la nor
ma contable cuando habla de poder de dirigir la política financiera y de explotación
de la entidad o negocio adquirido. La cuestión estriba en dilucidar cuándo se produ
ce efectivamente este hecho, pues será a partir de su producción cuando proceda la
comabilizacion de las operaciones con arreglo a lo que el Plan dispone; con las difi
cultades, en todo caso, que comporta la estricta observancia de lo previsto por la nor
ma contable, a las que luego nos referiremos.

Una interpretación bastante extendida en el caso que nos ocupa es la consistente


en entender que la fecha de toma de control, es decir, la fecha de adquisición, es la del
convenio de cesión, por ser a partir de dicho momento cuando las partes quedan vin
culadas al cumplimiento de lo pactado en el mismo, que, por regla general, contendrá
limitaciones al libre ejercicio de su actividad por parte de la cedente, con el fin de ga-
rantizar los intereses de la cesionaria entre la fecha de firma del convenio y la fecha de
ejecución. Como mínimo, y siguiendo en esto lo dispuesto para el caso de la fusión
habrá que entender que los administradores de la cedente se verán obligados a abste
nerse de realizar cualquier clase de actos o de concluir cualquier contrato que pudiera
comprometer la aprobación del proyecto. Si bien, y por precisar más el momento, ca
be sostener que la fecha de adquisición, mejor que la del convenio de cesión, es la de
aprobación del mismo por parte de cualquiera de las entidades interesadas, una vez
que lo haya hecho la otra. De hecho, lo que se pide como parte de la documentación
a aportar a la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones para la tramita-
ciondel expediente administrativo de cesión es, no sólo el convenio de cesión, sino la
certificación de que éste ha sido aprobado por la junta general de las entidades inte
resadas, como ya se ha visto más arriba.

En este sentido se expresa la consulta del ICAC (Instituto de Contabilidad y Au


ditoría de Cuentas) publicada en el Boletín de dicho Organismo número 75 si bien
con alguna matización dirigida a clarificar la noción de toma de control por la entidad
adqu.rente. Así, cuando se refiere al acuerdo de la junta de accionistas por el que
aprueba el proyecto de operación societaria, se remite a un dictamen de la Abogacía
del Estado del Ministerio de Economía y Hacienda en el que se precisa que esa fecha
sera la de toma de control, a partir de la cual las operaciones de la sociedad adquirida
habrán de considerarse realizadas, a efectos contables, por cuenta de la sociedad ad-
quirente, s.empre que dicho acuerdo contenga pronunciamiento sobre la asunción del
control del negocio por parte de la sociedad adquírente. A este respecto, entendemos
que el pronunciamiento no ha de ser expreso, sino que basta con que del convenio de
cesión se desprenda esa toma de control por medio de hechos concluyeles, incom-
patibles con la voluntad contraria. Por otra parte, el mero pronunciamiento, sin venir
acompañado de esos hechos que demuestren que se ha producido la toma de control
sería irrelevante.

En similar sentido se expresa la instrucción de la Dirección General de Seguros y


Fondos de Pensiones (DGSFP) sobre esta misma materia, en la que, además de reite
rar lo que sobre la cuestión dispone el Plan contable, conforme a lo indicado en los
párrafos anteriores, insiste sobre la necesidad de analizar caso por caso cuándo la to

R.E.S. 2010, 141 ~^™^^~~~^~^~^~


ma de control tiene lugar, para lo cual deben analizarse todos los hechos y circuns
tancias que rodean a la combinación de negocios.
Continúa diciendo la instrucción de la DGSFP que, en la mayoría de los casos la
fecha de control efectivo coincide con la del acuerdo de la junta de accionistas relati
va a la combinación de negocios. La instrucción de la DGSFP tiene como referencia
el supuesto de la fusión entre entidades, pero su contenido es extrapolare al supues
to de la cesión de cartera, que, como antes se ha indicado, no deja de ser una combi
nación de negocios; de modo que aunque el acuerdo de la junta general de accionis-
tas a que la instrucción se refiere es el acuerdo de fusión, lo prevenido para este caso
es aplicable al acuerdo por el que se aprueba el convenio de cesión. Por otra parte, la
junta de accionistas que se menciona en la instrucción deberá ser tanto la de a enti
dad cedente como de la cesionaria, pues el acuerdo de ambas es necesario para la pres
tación del consentimiento.

En todo caso, en la instrucción de la DGSFP se hace igualmente referencia a que,


respecto a la consideración de la fecha de autorización administrativa como posible fe
cha de la toma de control, no se considera necesario que la transacción quede cerrada
o finalizada legalmente para que la entidad adquirente (en este caso, la cesionario) ad
quiera el control. Pero esto no quiere decir que el contrato no sea válido y eficaz, aun
que por lo motivos que luego veremos, una parte de dicha eficacia quede necesaria
mente sometida al transcurso de un término y al cumplimiento de determinadas con
diciones.
De todo lo anterior se desprende que la fecha de toma de control no tiene por qué
coincidir con la que podríamos llamar, como asi se hace a veces en este tipo de con
venios fecha de ejecución, que es la fecha en que, previo el cumplimiento de las even
tuales condiciones suspensivas que puedan haberse estipulado en el contrato, una de
las cuales habrá de ser, necesariamente, la preceptiva autorización administrativa, se
otorgue la escritura pública de cesión; fecha en la que, conforme al texto de la ins
trucción que comentamos, la transacción queda cerrada o finalizada legalmente La
instrucción de la DGSFP se dirige especialmente a indicar cómo debe procederse, des
de el punto de vista de la contabilización de las operaciones, desde la fecha de ad
quisición (toma de control) hasta la fecha de ejecución. La instrucción parte, pues, de
la falta de coincidencia entre una y otra.
En todo caso, la expresión "adquisición de control", en los términos que hemos
venido analizando, es decir, la producida en un momento anterior a la de plenos
efectos jurídicos de la operación, tiene un sentido forzosamente limitado y condi
cionado a la consumación de todos los pasos que integren el proceso de la combi
nación de negocios, ya que la toma de efectos con carácter absoluto e incondiciona-
do equivalente al control ilimitado sobre el negocio adquirido, sólo se producirá
cuando se hayan cumplido todos los trámites legalmente necesarios al efecto. Por eso
el Plan hace esa referencia al poder de dirigir la política financiera y de explotación;
lo cual sugiere un cierto grado de control sobre el negocio adquirido, pero no el po
der de disposición sobre el mismo ni la plena titularidad sobre los derechos y obli
gaciones con él relacionados.

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos jurídiccxonrabies 71

7. IMPLICACIONES CONTABLES DE LA TOMA DE CONTROL EL


ENFOQUE DEL PLAN CONTABLE

Dicho lo anterior en cuanto a la equivalencia de fecha de adquisición, fecha de


toma de efectos económicos y fecha de efectos contables, en virtud de la adquisición
de control por parte de la entidad cesionaria, procede ahora indicar qué implicacio
nes tiene este hecho en la contabilidad de las dos entidades intervin ¡entes en la ope
ración. A este respecto, la norma de aplicación es la ya mencionada norma de regis
tro y valoración 18- del Plan de Contabilidad de las Entidades Aseguradoras a cuyo
tenor la entidad adquirente, es decir, la cesionaria, contabilizará en la indicada fecha
los activos adquiridos y los pasivos asumidos, así como, en su caso, la diferencia en
tre el valor de dichos activos y pasivos y el coste de la combinación de negocios en
que la cesión consiste. Añade la norma que, a partir de dicha fecha, se registrarán los
ingresos y gastos, así como los flujos de tesorería que correspondan; y, aunque el
Flan no lo precisa, debe entenderse que el registro de ingresos y gastos a que la nor
ma se refiere corresponde a la cesionaria, en relación con los hechos económicos vin
culados a la operación de cesión, ya que si dicho registro siguiera correspondiendo a
la «dente habría sido innecesario formular ninguna precisión al respecto. Además
dicho registro de ingresos y gastos por la cesionaria, en relación con la cartera cedi
da, es complementario del previo reconocimiento de los activos adquiridos y los pa
sivos asumidos.

Esta forma de contabilizar supone el pleno reconocimiento de la sustancia econó


mica de la operación sobre la forma jurídica, conforme a lo dispuesto en el Marco
Conceptual del Plan y, al menos por lo que a los activos adquiridos se refiere, no pue
de dejar de considerarse algo maximalista, pues, por mucho que la eficacia de la ope
ración, desde el punto de vista económico, tenga como referencia la fecha de adquisi
ción resulta difícil sostener que el cedente que es titular de un activo consistente en
un bien o derecho deje de registrarlo en su balance y, en su lugar, lo haga el cesiona
rio; especialmente si se trata de activos cuya titularidad frente a terceros se acredita
mechante la inscripción en un registro público, cual es el caso de los inmuebles en re
lación con los cuales no deja de resultar forzado que su titular registral los haga desa
parecer de su balance, cuando es claro que, frente a terceros, siguen siendo de su pro
piedad y cuando todas las obligaciones y cargas en relación con los mismos seguirán
siéndole exigibles a él, con independencia de los pactos que haya podido celebrar con
el cesionario. Y esto que ocurre con los inmuebles, sucede también con otro tipo de
activos que son propios de la actividad aseguradora, y que surgen cada día en el ejer-
ccio de la misma, como son los recibos de prima pendientes de cobro, pues, en tan
to la cesión no consuma, es el cedente quien los sigue emitiendo, y es, por tanto el
nombre del cedente el que figura en los mismos, y el que el tomador obligado al pago
de las primas percibe como titular del crédito que en el recibo se documenta. Hasta
tal punto que si, por las razones que fuere (desistimiento de las partes, falta de auto-
rización administrativa, etc.) la cesión no se llega a consumar, la titularidad del ce-
dente sobre los activos indicados no sólo resulta indiscutible, sino que no requiere de

R.E.S. 2010, 141


72

ninguna actuación ulterior cerca de terceros para justificar que sigue inalterada, en los
mismos términos existentes antes del acuerdo de cesión.
Por otra parte, el mecanismo contable establecido en el Plan provoca, al menos en
relación con los activos adquiridos, una situación de signo contrario a la descrita en el
párrafo precedente, ya que el cesionario registrará dichos activos como si ya fuera titular
de los mismos, cuando, al menos en sus relaciones con terceros, no está en condiciones
de acreditar dicha titularidad. En realidad, antes de que se produzca la consumación del
proceso de cesión, lo que tiene, en virtud del convenio suscrito con el cedente, es un de
recho de crédito en relación con los activos incluidos en el inventario, pero no un de
recho de propiedad sobre los elementos patrimoniales que lo integran. Y si, siguiendo
la sistemática establecida por el Plan, ha registrado como propios los activos en cuestión,
en el caso de que la cesión no llegue a su término tendrá que darlos de baja en su ba
lance; cuando, en realidad, nunca deberían haber formado parte del mismo.
Otro tanto cabe decir de los pasivos asumidos. Si se trata de pasivos que reflejan
obligaciones frente a determinados sujetos, ya hemos dicho que, al consistir la cesión
en una novación por cambio de deudor, es necesario el consentimiento del acreedor;
y si éste se sustituye por la orden ministerial de autorización de la operación, es obvio
que ésta aún no se ha dictado en la llamada fecha de adquisición, de manera que el
acreedor que reclame su crédito de ningún modo lo hará contra el cesionario sino
contra el cedente. Lo mismo ocurre con los pasivos procedentes de operaciones de se
guro es decir, con las obligaciones representadas por las provisiones técnicas: los acre
edores son los asegurados, y mientras la cesión no se autorice, lo seguirán siendo del
cedente y no del cesionario. Por ello, no parece que tenga sentido que, a partir de la
fecha de efectos, sea éste el que registre los pasivos en cuestión; y mucho menos pare
ce tenerlo el que el cedente dé de baja en su balance unos pasivos representativos de
obligaciones en las que ocupa la posición de deudor. Otra cosa, como antes apuntá
bamos es lo que ocurre en las relaciones entre cedente y cesionario, que, en el caso de
los pasivos, dan lugar al nacimiento de un crédito del primero contra el segundo que,
a efectos contables, neutraliza el efecto del pasivo de que se trate. Pero, frente a terce
ros, es claro que los pasivos siguen siendo del cedente; por lo que la solución adopta
da por el Plan parece contraría a la realidad de las cosas.
De acuerdo con esa solución, en el momento de la toma de control (fecha de ad
quisición) el cedente tendría que hacer un asiento en el que daría de baja los activos
incluidos en el inventario, que tendría como contrapartida los pasivos cedidos mas la
entrada en bancos representada por el precio de la cesión, o, si aún no se ha pagado
el precio, por el crédito contra el cesionario por el importe de aquél. Y el cesionario
haría lo contrario: registraría los activos que se le ceden contra los pasivos asumidos
más la deuda que contrae por el precio pendiente de pago, o, en su caso, el importe
pagado por la cesión16. Y, a partir de entonces el cedente dejará de contabilizar los in
gresos y los gastos por razón de la cartera cedida, pasando a hacerlo el cesionario.

16 En ambos casos, el precio pagado en exceso de la diferencia entre el valor de los activos y pasivos cedidos
representará, respectivamente, un beneficio para el cedente y un activo intangible para el cesionario.

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos juridicoconcables 73

No obstante, el mecanismo de contabilización de los ingresos y gastos derivados de


contratos de seguro no puede ser tan lineal ni tan automático como el Plan sugiere
Como decíamos antes, cuando se produce la emisión de un recibo, el titular del dere
cho de crédito documentado en el mismo contra el tomador del seguro sigue siéndo
lo el cedente, por lo que la emisión deberá hacerse en el mismo modo que se venía ha
ciendo, s, bien a continuación de registrar el ingreso por primas que constituye la
contrapartida del recibo deberá hacerse un asiendo anulando dicho ingreso, que co
rresponde al cesionario, reconociendo una deuda para con él Y algo similar pero de
signo contrario, tendría que hacer el cesionario, quien, aunque el Plan parece sugerir
otra cosa, tampoco podrá reconocer el crédito contra el tomador a la emisión del re
cibo: s> quiere reconocer el ingreso por primas, su contrapartida no podrá ser un cré
dito contra el tomador, sino contra el cedente. En resumen, los asientos a realizar por
cedente y cesionario, a la emisión del recibo, deberían ser, en síntesis, del siguiente te-
ñor:

Por parte del cedente:

A la emisión del recibo " ~


DEBE HABER
Recibos de prrmas pendientes de cobro
X
Primas emitidas
Punid;, emitidas
X
Cesionario

De este modo, habría anulado el ingreso que representa la prima, el cual corres
ponde ya al cesionario, al tiempo que reconocido la deuda para con éste por razón de
la prima cedida.

Por parte de cesionario procedería un asiento de este tipo:

a emisión del recibo


DEBE HABER

Cedente
Primas devengadas

En el que la contrapartida del ingreso, que ya registra como suyo, no es el recibo


ya que aún no es titular de derecho alguno frente al tomador, sino el crédito que sur
ge contra el cedente; sin que, por otra parte, parezca procedente utilizar, para el reco
nocimiento del ingreso, la cuenta de primas emitidas, ya que no es el cesionario, sino
el cedente quien las emite.

De modo similar habría que proceder con los gastos. Así, el pago de un siniestro
correspondiente a la cartera cedida habrá de ser realizado por el cedente, quien lo re
gistrara como tal, aunque a continuación lo anule mediante un asiento de signo con-
trano, en el que la contrapartida del gasto anulado será el reconocimiento de un cré-
dKo contra el cesionario, quien procederá en sentido inverso, registrando el siniestro
como un gasto cuya contrapartida será una deuda con el cedente.

R.E.S. 2010, 141


74

Todo este mecanismo contable, o, al menos, la remisión al mismo, en los términos


del Plan de Contabilidad de las Entidades Aseguradoras, debería quedar recogido con
claridad en el convenio de cesión, a fin de evitar discusiones ulteriores sobre el signi
ficado de la toma de efectos económicos; discusiones que pueden producirse si, una
vez firmado el convenio de cesión, los resultados de la cartera cedida no son los espe
rados por el cesionario.
En cualquier caso, el mecanismo de registro contable establecido por el PCEA no
deja de presentar dificultades, incluso de naturaleza conceptual. Como se ha indicado
el Plan dispone que a partir de la fecha de adquisición el adquirente, en este caso el
cesionario, deberá registrar los activos adquiridos y los pasivos asumidos. Pero aun
asumiendo que esto sea razonable, desde el punto de vista estrictamente contable, en
razón de la prevalencia de la sustancia económica de la operación sobre su forma ju
rídica el registro por parte del adquirente de los activos y pasivos objeto de la cesión
parece implicar que el cedente debe hacer lo contrario, porque lo que no parece razo
nable es que tales activos y pasivos sigan figurando en su balance, cuando también lo
están haciendo en el balance del cesionario. Es decir, un activo, sea un inmueble o
una inversión financiera, no puede estar simultáneamente en el activo del cedente y
del cesionario. Y otro tanto cabe decir de los pasivos: si éstos representan obligaciones,
tampoco pueden figurar al mismo tiempo en el balance de uno y de otro.
Una vez más, habría que recurrir, para resolver esta aporía, al argumento del pre
dominio de la sustancia económica sobre la forma jurídica. Sólo que, a diferencia de
lo que sucede con los ingresos y los gastos, en el caso de los activos y pasivos esa posi
ción intelectual resulta mucho más difícil de mantener. En efecto, en relación con los
ingresos y los gastos, en la medida que unos y otros representan, respectivamente, re
cursos económicos que acabarán por entrar o salir del patrimonio de la empresa cabe
sostener que, en virtud de las circunstancias que rodean a la operación, si esta llega a
su término pueden considerarse como de la entidad adquirente (cesionana); o, como
decía la anterior normativa sobre sociedades anónimas, a partir de la fecha de efectos
contables es como si las operaciones que realiza la entidad adquirida las estuviera rea
lizando por cuenta de la adquirente. Pero es muy difícil trasladar esa idea al terreno de
los activos y de los pasivos, respecto de los cuales la titularidad es un elemento esen
cial que impide considerar que, en tanto aquélla se mantenga en sus términos origi
nales los derechos y obligaciones en que unos y otros consisten se puedan atribuir a
un titular distinto. Así, si se trata de un inmueble, del que es titular registral el ce-
dente, resulta extremadamente forzado pretender que desaparezca de su activo y pase
a figurar en el activo del cesionario. Por mucho que la imagen fiel, según el Plan de
contabilidad, resulte de la aplicación de los principios contables, hay otra imagen fiel,
que deriva del sentido común y de la evidencia de las cosas, que pugna con no reco
nocer como propio lo que todo el mundo reconoce como tal. En el citado caso del in
mueble, la titularidad registral acredita frente a todos que aquél es propiedad de quien
la ostenta; y todos los derechos anejos a la misma corresponden, lógicamente, a dicho
titular, así como las obligaciones: si hay un impuesto que grava el inmueble, el obli
gado al pago no será el que diga el Plan, sino el propietario.

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos juridico-contables 75

Otro tanto ocurre con las obligaciones. Si se trata, por ejemplo, de una obligación
tributaria, la Hacienda no se va a dirigir contra el cesionario, sino contra el cedente-
y, si se trata de obligaciones derivadas del contrato de seguro, los asegurados o perju-
d.cados no van a reclamar al cesionario, sino al cedente; al menos, hasta que la cesión
se consume, pues en tal momento sí se habrá producido la subrogación del segundo
en la posición jurídica que correspondía al primero.

Una forma de soslayar este inconveniente que presenta la aplicación de la literali


dad de la norma de registro y valoración en relación con los activos y pasivos cedidos
sería la de proceder de modo análogo a la antes indicada para la contabilización de los
recibos de prima pendientes de cobro emitidos en el periodo transitorio (que tampo
co se halla avalada por la literalidad del precepto). Así, en lugar de que el cesionario
contabilizara los activos y pasivos cedidos como si ya fueran propios, podría contabili
zar, respectivamente, créditos y deudas con el cedente, por razón de tales activos y pa
sivos, cuya titularidad efectiva sólo se le transferirá cuando la cesión se consume.

8.
ENFOQUE ALTERNATIVO PARA EL REGISTRO CONTABLE DE LA
OPERACIÓN

Por ello, entendemos que, al amparo de lo que el Plan dispone, cabe otro esquema
contable para el registro de las operaciones relacionadas con la cesión, que no violen
ta los imperativos del sentido propio de las palabras ni las exigencias del tráfico jurí
dico. Este consiste en utilizar el procedimiento que el Plan articula en relación con las
que denomina "operaciones interrumpidas", de las que la cesión de cartera puede
constituir un buen ejemplo.

En relación con este tipo de operaciones, el Plan contable contiene normas de re


gistro y valoración (en concreto la norma 6') para los que denomina grupos enajena
bles de elementos mantenidos para la venta, entendiendo por tales el conjunto de ac
tivos y pasivos directamente asociados de los que se va a disponer de forma conjunta,
como grupo, en una única transacción; que es, precisamente, el caso de la cesión de
cartera, en la que se ceden tanto los pasivos correspondientes a los contratos de segu
ro que son objeto de la operación como determinados activos relacionados con los
mismos, que, normalmente, son aquellos afectos a la cobertura de las provisiones téc
nicas constitutivas de los pasivos en cuestión. Aun cuando la cesión de cartera no sea
exactamente una compraventa, en el sentido estricto de contrato mediante el cual se
transmite una cosa determinada a cambio de un precio cierto, el negocio en que la
misma consiste presenta evidentes analogías de fondo con la compraventa y, al menos,
por lo que a la transmisión de activos se refiere, cabe la plena asimilación con ella, co^
mo se ha adelantado al referirnos a la naturaleza jurídica de la figura que estamos co
mentando. Al fin y al cabo, hay transmisión de activos a titulo oneroso; y hay, asi
mismo, determinados supuestos que en el Código civil figuran dentro del título rela
tivo a este tipo de contratos, que forman parte del negocio complejo que la cesión de
cartera representa, cual es el caso de la compraventa alzada o en globo, o de la cesión
de créditos. Por ello, la asimilación a efectos contables de la compraventa y de la ce
sión de cartera, especialmente si se tiene en cuenta lo dispuesto en el Marco Concep-

R.E.S. 2010, 141


76

tual del Plan contable en relación con la ya aludida prevalencia del fondo económico
de la operación sobre su forma jurídica, parece plenamente justificada.
Admitida, pues, la posibilidad de relativa asimilación entre la compraventa y la ce
sión de cartera, la presentación en cuentas por parte de vendedor (cedente) de los ac
tivos y pasivos correspondientes a este tipo de operaciones, en tanto se realiza efecti
vamente la cesión, supone incluir, tanto en el activo como en el pasivo, los elementos
correspondientes a las operaciones interrumpidas en sendos epígrafes denominados,
respectivamente, activos mantenidos para la venta y pasivos vinculados con activos
mantenidos para la venta, en los que quedan agrupados bajo una sola denominación
todos los bienes y derechos relacionados con la cartera cedida y, por otro, todas las
obligaciones correspondientes a la misma; en ambos casos, según el inventario de ac
tivos y pasivos. Por lo que se refiere a los ingresos y gastos relacionados con dicha car-
tera, se agrupan bajo un solo epígrafe en la cuenta no técnica, que es el de resultado
de operaciones interrumpidas, el cual recoge el saldo de lo que sería una cuenta de
pérdidas y ganancias en la que se recogieran, exclusivamente, los indicados ingresos y
gastos, que se presentarían asi de forma separada a los demás que forman parte del ne
gocio de la entidad cedente. De esta manera, desde la fecha de efectos contables, los
ingresos y gastos correspondientes a la cartera cedida se registrarían por el cedente, pe
ro se formaría con ellos una cuenta separada de pérdidas y ganancias, cuyo saldo se lle
varía, en las cuentas anuales, o, en su caso, en las que se elaboren con periodicidad in
ferior, al epígrafe "resultado de operaciones interrumpidas" como una partida única,
cuyo desglose no figuraría en el modelo de cuenta.

Balance a la fecha de efectos (fecha de adquisición)


Patrimonio neto 1000
Activos mantenidos para la venta 1000
4000 Pasivos vinculados con activos
Resto de activos
mantenidos para la venta1 1000

Resto de pasivos 3000

Total pasivo '; 5000


Total activo 5000

En este balance18 se ha utilizado la denominación de activos mantenidos para la


venta y pasivos vinculados con activos mantenidos para la venta por ser aquélla la que
prevé el modelo oficial de cuentas del Plan contable; aunque, en el caso que nos ocu
pa sería más adecuado haber utilizado la de activos y pasivos a ceder. Tales activos y
pasivos serían los incluidos en el inventario que debe acompañar al convenio de ce-

17 Esta agrupación incluiría las provisiones técnicas correspondientes a la cartera objeto de cesión, según
el inventario, mientras que en la agrupación "Resto de pasivos" se hallarían incluidas las propones
técnicas (para primas no consumidas, de prestaciones) correspondientes al negocio que no se cede, cu
yo desglose no se detalla por no complicar el ejemplo.
18 Tanto para este balance como para las demás cuentas que ilustran el proceso, las cifras que se ut.hzan
son inventadas, y no tienen otro objeto que el de mostrar la mecánica contable que se describe en los
ejemplos que siguen.

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera; aspectos jurídico-contables 77

sion. Por lo que se refiere a los ingresos y gastos, si consideramos, únicamente, a efec
tos de simplificar las explicaciones, primas emitidas, prestaciones pagadas y constitu
ción de provisiones técnicas, los asientos a realizar, desde el momento de la fecha de
efectos, serian, en síntesis, los siguientes:

Emisión de recibos
1060 Recibos pendientes Primas emitidas 1000
Tributos repercutibles 60
Cobro de recibos
954 Bancos Recibos pendientes 954
PafiO de trihllíos rpp*sri-iffjh|p<;
54 Tributos repercutí bles Bancos 54
Pago de siniestros
200 Prestaciones pagadas Bancos 200
Constitución de provisiones técnicas a la fecha dp eiecnrl&a
700 Pérdidas y ganancias Provisión primas no consumidas 500
Provisión de prestaciones 200

Los asientos anteriores darían lugar a que el resultado de las operaciones inte
rrumpidas fuese el que se desprende de la siguiente cuenta:
Primas emitidas iqqq
Prestaciones pagadas (200)

Dotación a la provisión para primas no consumidas (500)


Dotación a la provisión de prestaciones (200)
Resultado de operaciones interrumpidas \qq

De esta forma, el balance correspondiente a las operaciones interrumpidas sería el


siguiente:

Balance de operaciones interrumpidas


Recibos pendientes de cobro 106 Resultado operaciones interrumpidas 100
Bancos 700 Provisión primas no consumidas 500
Provisión de prestaciones 200
Tributos repercutibles 6
Total activo 806 Total pasivo 806

El balance anterior, referido a la fecha de ejecución, se integra por activos y pasi


vos que modificarían, o se agregarían, a los que se agrupan bajo la denominación de
mantenidos para la venta; de modo que el balance de la cedente a la fecha de ejecu
ción, suponiendo que no ha habido más movimientos que ios procedentes de opera
ciones interrumpidas, es decir, manteniendo invariables todas las demás partidas, se
ría éste:

R.E.S. 2010, 141


78

Balance a la fecha de ejecución (cedente)


Activos mantenidos para la venta 1806 Patrimonio neto 100°
4000 Resultado de operaciones interrumpidas 100
Resto de activos
Pasivos vinculados con activos
mantenidos para la venta 1706
Resto de pasivos 3000

Total pasivo 5806


Total activo 5806

En este momento, el cedente deberá entregar al cesionario los activos y pasivos a


ceder, más los generados desde la fecha de efectos, siendo la diferencia entre el valor
de aquéllos y de éstos el saldo de la cuenta resultado de operaciones interrumpidas.
Hasta ese momento, el cedente es el titular de los activos y pasivos generados; pero en
el momento de la ejecución se produce la subrogación del cesionario en tales activos
y pasivos, de modo que a los inicialmente seleccionados en la fecha de efectos, e in
cluidos en el correspondiente inventario, se agregarían los generados desde entonces.
El balance de la cesionaria quedaría asi:

Balance a la fecha de ejecución (cesionaria)


1000 Resultado de la cesión 100
Activos (según inventario)
Provisión primas no consumidas 500
Recibos pendientes de cobro 106
Provisión de prestaciones 200
Bancos 700
Tributos repercutibles 6

Pasivos (según inventario) 1000

Total pasivo 1806


Total activo 1806

Donde los activos y pasivos según inventario son los que figuraban en el balance
de la cedente a la fecha de efectos como activos mantenidos para la venta y pasivos vin
culados con activos mantenidos para la venta, porque en este ejemplo hemos supues
to que no se han alterado hasta la fecha de ejecución, habiéndose añadido a los mis
mos los activos y pasivos generados durante el periodo transitorio.
Esta alternativa de contabilización no responde exactamente al supuesto contem
plado en el Plan para el tratamiento de las operaciones interrumpidas, porque el pre
supuesto para éstas es que los activos y pasivos relacionados con las mismas sigan sien
do titularidad de la empresa que prevé efectuar su transmisión, mientras que en las
combinaciones de negocios se parte del presupuesto de que dichos activos y pasivos
son ya de la sociedad adquirente. En este caso, si, antes de la transmisión efectiva, el
titular del negocio que se adquiere realiza el registro contable de las operaciones, lo es
tará haciendo por cuenta del cesionario, por cuya razón no debería registrar como pro
pios los activos ni los pasivos, ni tampoco los ingresos y gastos relacionados con los
mismos, que es lo que sucede con el esquema contable diseñado para las operaciones
interrumpidas. Además, las operaciones interrumpidas tienen como presupuesto de
hecho la existencia de intención de transmitir elementos patrimoniales, pero sin que
dicha transmisión se haya realizado todavía; mientras que en las combinaciones de ne-

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos jurídicocontables 79

gocios se parte de la premisa de que la adquisición de éste y, por tanto, de los ele
mentos patrimoniales relacionados con los mismos, ya ha tenido lugar.

Sin embargo, volvemos a insistir en que, antes de la transmisión efectiva, la apli


cación a la cesión de cartera del enfoque previsto en el Plan tiene mucho de forzado,
pues por mucho que se quiera argumentar la prevalencia del fondo sobre la forma lo
cierto es que la titularidad de los activos y de los pasivos sigue siendo del cedente: es
pecialmente, en el caso de ciertos activos, como los inmuebles, cuya titularidad fren
te a terceros se acredita mediante la inscripción registral; o de los recibos de primas
emitidos, que lo siguen siendo por el cedente, de modo que será al cedente a quien
el tomador identifique como titular del derecho de crédito y será también a él a
quien se dirija para el pago de la prima. Y otro tanto ocurre con los pasivos, tanto
con las obligaciones derivadas de los contratos de seguro, para cuya satisfacción el
acreedor (asegurado o perjudicado) se dirigirá contra el cedente, como para las que
dimanen de cualquier otro hecho jurídico de los que da lugar al nacimiento de las
mismas; por ejemplo, las obligaciones para con acreedores tales como la Hacienda
Pública, o el Consorcio de Compensación de Seguros, que, para la extinción del cré
dito que ostentan contra el cedente se dirigirán contra él, y no contra el cesionario.

El esquema propuesto, basado en el procedimiento contable establecido para las


operaciones interrumpidas, tiene la ventaja de que, hasta la fecha de ejecución, los ac
tivos y pasivos a ceder continúan en el balance de la cedente, que es lo que corres
ponde a la realidad de las cosas. Al propio tiempo, la contabilización de las transac
ciones inherentes a la cesión como operaciones interrumpidas y, correlativamente, la
de los activos y pasivos relacionados con las mismas como activos mantenidos para la
venta y como pasivos relacionados con dichos activos, respectivamente, muestra la es
pecial situación en que éstos se encuentran, permitiendo su clara identificación en los
estados financieros, de manera separada al resto de activos y pasivos, y de ingresos y
gastos; y, por otra parte, respeta el principio establecido en el Plan de que, a partir de
la fecha de adquisición (fecha de efectos), los ingresos y los gastos, o, lo que viene a ser
lo mismo, el resultado de las operaciones relacionadas con la cesión, se atribuye a! ad-
quirente, o sea, al cesionario. Si, por las razones que fueren (por ejemplo, porque no
llegare a dictarse la autorización administrativa para la cesión, o por mutuo disenso de
las partes antes de la fecha de ejecución) la cesión no llega a llevarse a cabo, no hay
que proceder a dar de baja en el activo de la cesionaria unos activos y pasivos que nun
ca fueron realmente suyos; al menos, no con eficacia frente a terceros.

9. EL PRECIO DE LA CESIÓN

Es otra de las menciones necesarias del convenio de cesión, según el Reglamento;


lo que, por otro lado, parece que tiene pleno sentido, puesto que la cesión de cartera,
además de suponer una novación modificativa, por cambio de deudor, de los contra
tos de seguro integrantes de la misma, no deja de ser una transmisión de un negocio

R.E.S. 2010, 141


en marcha, que, como tal, tiene un valor en sí mismo, que justifica el pago de un pre
cio. Ahora bien, la determinación del precio es un elemento del contrato que queda
al arbitrio, o, mejor, al acuerdo de las partes. Lo que no podrá ocurrir es que el seña
lamiento del precio quede al arbitrio de sólo una de ellas, por ser contrario, no sólo
al régimen jurídico de la compraventa, sino a los principios generales de contratación,
a cuyo tenor la validez y el cumplimiento de los contratos, en general, no puede que
dar al arbitrio de uno de los contratantes.

En la determinación del precio intervienen, indudablemente, factores objetivos,


pero no cabe afirmar que el precio que las partes finalmente acuerden para la cesión
se base solamente en este tipo de elementos. La primera dificultad para que esto fue
ra así deriva de la propia discrecionalidad que interviene en la valoración de dichos
factores: así, una de las técnicas de valoración más usuales es la consistente en proyec
tar hacia el futuro los flujos de beneficio esperados de la cartera de que se trate, y ac
tualizar dichos flujos a la fecha a que se contraiga el acuerdo de cesión. Pero en la bre
vísima descripción que acabamos de hacer del procedimiento de determinación del va
lor de una cartera ya se han deslizado suficientes elementos de subjetividad como para
hacer que la valoración que resulte sea discutible. Así, hablamos de flujos futuros,
cuando el futuro es, por definición, de imposible predicción, y todo lo más que cabe
hacer es aproximaciones basadas en hipótesis razonables, que luego pueden verse con
firmadas por la experiencia o no. El único flujo real es el flujo actual, y todo lo que se
haga en relación con flujos futuros son estimaciones, de las que, con vistas a una tran
sacción, lo más importante es que sean aceptadas por las partes; aunque no cabe du
da de que dicha aceptación será tanto más probable cuanto más razonables sean las hi
pótesis en que se sustentan esas estimaciones. En este sentido, es normal que se hagan
cálculos basados en el resultado actual del negocio, y que se formulen hipótesis sobre
la caída de cartera, la evolución previsible de la siniestralidad, etc.; pero también se
formulan hipótesis sobre capacidad de generar nuevo negocio, y su traducción en tér-
minos de contribución al resultado, porque, así como hay quien afirma que el nuevo
negocio depende de la capacidad y el esfuerzo del cesionario, no cabe ignorar el efec
to de inercia que implica el disponer de un negocio en marcha y una clientela conso
lidada.

Pero, si ya aquí se presenta un importante problema de determinación de flujos fu


turos, no menos arduo resulta el de calcular el valor actual de dichos flujos a la fecha
del acuerdo; y en dicho cálculo intervienen, una vez más, consideraciones de índole
subjetiva a la hora de fijar el tipo de interés que debe utilizarse para el descuento fi
nanciero de los flujos en cuestión. Además, cuando se había de estimación y des
cuento de flujos futuros, es preciso manejar horizontes temporales razonables, pues re
sulta perfectamente inútil plantearse escenarios que abarquen un excesivo número de
años, a lo largo de los cuales el mantenimiento de las hipótesis que se hayan podido
establecer en el momento de la valoración no pasa de ser una ilusión.

Sea cual fuere el procedimiento de determinación del valor de la cartera objeto de


cesión, la fijación del precio de la misma es una cuestión que queda exclusivamente al
criterio y al acuerdo de las partes, las cuales pueden o no tener en cuenta el cálculo

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos jur id ico-contables 81

efectuado para determinar su valor. Por lo general, será normal que lo tengan en cuen
ta, pero ello no quiere decir que ese cálculo sea el único elemento de juicio para lle
gar a la fijación del precio. Este puede resultar superior si así conviene al interés del
cesionario, que puede estar dispuesto a pagar un precio más alto a cambio de conse
guir una posición dominante en el mercado, o el acceso a un determinado ramo en el
que no tiene experiencia, o por cualquier otra razón que convenga a sus intereses par
ticulares. Por otra parte, la cesión de una cartera no tiene por qué suponer, necesaria
mente, el pago de un precio por parte del cesionario, aun cuando esto sea lo normal:
en determinadas circunstancias, puede suceder que sea el cedente, interesado en des
prenderse de un negocio que no le interesa, quien se halla dispuesto a no cobrar, e in
cluso a pagar un precio para que sea otro asegurador quien se haga cargo de las obli
gaciones que, de otro modo, le corresponderían a él. Ello no quiere decir necesaria
mente que se trate de un negocio generador de pérdidas: puede tratarse, simplemente,
de un negocio que no responde a la estrategia de una compañía o grupo y del que, en
determinadas circunstancias, resulte oportuno desprenderse lo antes posible. No son,
desde luego, situaciones frecuentes, porque un negocio en marcha con una gestión
adecuada debe ser generador de resultados positivos y ello, a su vez, da lugar a que de
ba atribuirse al mismo un valor igualmente positivo, que demanda un precio a cam
bio de su cesión a otro asegurador. En todo caso, como la finalidad objetiva y típica
del convenio del que trae su causa la cesión de cartera es la transmisión de los con
tratos de seguro integrantes de la misma a cambio de un precio, éste es un elemento
esencial del contrato de cesión que, como tal, debe figurar en el correspondiente con
venio, tal como exige el Reglamento de Seguros.

Con todo, el precio de la cesión fijado en el convenio no siempre es un precio de


finitivo. El hecho de que sean frecuentes las estipulaciones contractuales en virtud de
las cuales el cedente garantiza al cesionario la suficiencia de las provisiones técnicas co
rrespondientes a la cartera cedida hace que, con cierta frecuencia, el cedente deba
compensar al cesionario de las desviaciones producidas en relación con dichas provi
siones, igual que sucede con los pactos que obligan a actualizar el inventario a la fecha
de ejecución, actualización de la que puede derivar un cambio en la valoración de los
activos o de los pasivos cedidos; lo que no dejan de ser modos de alterar, siquiera por
vía indirecta, el precio inicialmente convenido. Otro tanto puede suceder cuando, tras
la toma de control que se produce en la fecha de adquisición, el desarrollo del nego
cio no responde a los planteamientos sobre los que se fundamentó el convenio de ce
sión, siempre que en este se haya previsto que, en tal supuesto, el precio de la misma
podrá ser sometido a revisión.

Sucede aquí algo similar a lo antes indicado en relación con las cosas objeto del
contrato: el hecho de que el precio inicialmente pactado no sea el definitivo, en fun
ción de las modificaciones que puedan producirse en el inventario de activos y pasivos
desde la fecha de efectos a la de ejecución, no quiere decir que no se trate de un pre
cio cierto que invalide el contrato por no responder a la regulación propia del contra
to de compraventa. En este sentido, debe recordarse que, en el sistema del Código ci
vil, para que el precio se tenga por cierto bastará con que lo sea con referencia a otra

R.E.S. 2010, 141


82

cosa cierta, cuales son los elementos integrantes del activo y pasivo que se ceden. Des
de otro punto de vista, nos encontramos ante un supuesto de indeterminación en la
cantidad, que no será obstáculo para la existencia del contrato, siempre que sea posi
ble determinarla sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. Claro que,
si las partes han convenido en un precio como definitivo, cualquiera que sea el desa
rrollo posterior de los acontecimientos, no habrá lugar a modificación alguna, ni por
vía directa ni indirecta; por más que la cláusula de garantía de la suficiencia de las pro
visiones técnicas, en particular la de prestaciones, raramente se excluya en los conve
nios de cesión.

10. EFECTOS CONDICIONADOS A LA AUTORIZACIÓN ADMINISTRATIVA

La última de las menciones que obligatoriamente debe incluir el convenio de ce


sión, según el Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, es la
relativa a que los efectos de la cesión se hallan condicionados al otorgamiento de la
preceptiva autorización administrativa. En realidad, no se trata de una condición im
puesta por iniciativa de las partes, sino que se trata de una "conditio iuris", sin cuyo
cumplimiento el negocio no llega a ser eficaz; de modo que aunque en el convenio no
figurara una mención explícita a esta circunstancia, no por ello la falta de aprobación
dejaría de revestir la misma importancia. Así pues, la autorización administrativa se
configura en el Reglamento, y así suele expresarse en los convenios, de modo similar
al de una condición suspensiva, en el sentido de hecho futuro e incierto, no depen
diente, por tanto, de la voluntad de las partes, de cuyo cumplimiento depende la efi
cacia del contrato, pues aunque "conditio iuris" y condición suspensiva no sean tér
minos equivalentes, el hecho de que el Reglamento exija que en el convenio de cesión
se haga referencia a la fecha de efectos, condicionada a la autorización administrativa,
conduce, en la práctica, a dicha equivalencia.

Sin embargo, el hecho de que el Plan contable configure el registro de la operación


en los términos en que lo hace, y de que se hable de fecha de efectos económicos, o
de efectos contables, hace que el incumplimiento de la condición consistente en el
otorgamiento de la autorización administrativa juegue más bien como condición reso
lutoria de unos efectos que ya han empezado a producirse. Así, desde el punto de vis
ta contable ya hemos visto cómo la conclusión del convenio da lugar a que el cesio
nario registre los activos y pasivos adquiridos, así como los ingresos y los gastos rela
cionados con la cesión; y dicho registro contable trae su causa de la toma de control
del negocio por parte de la cesionaria, en los términos en que el Plan concibe ese con
trol que, como ya hemos indicado, no es un control total e incondicionado, ya que és
te sólo se produce tras la total consumación del proceso de cesión. Pero, con esas li
mitaciones, no cabe duda de que el convenio de cesión ya ha producido numerosos
efectos, entre los cuales no es el menos importante el ya comentado de la toma de con
trol, justificativa de que el Plan articule ese procedimiento de contabilización. Ahora

R.E.S. 2010, 141


La cesión de cartera: aspectos juridico-contables 83

bien, si la autorización administrativa no llega a otorgarse, o se deniega, no sólo es que


no se cumpla la condición en cuya virtud la cesión llega a tener plenos efectos, sino
que todo lo hecho hasta entonces, con su consiguiente reflejo en el orden contable,
queda sin efectos; de modo que, como apunta la instrucción de la DGSFP antes co
mentada, habría que deshacer contablemente todo lo hecho hasta ese instante, proce
diendo de la manera que el Plan de contabilidad establece para la corrección de erro
res.

Lo anterior indica que existe cierta disociación entre los conceptos subyacentes ba
jo la expresión "toma de efectos" según el Reglamento y según el Plan contable; pero
aun siendo esto así, tampoco parece demasiado apropiada la referencia que efectúa el
Reglamento a esta noción cuando exige que el convenio incluya una mención relativa
a la toma de efectos de la cesión condicionada a la autorización administrativa, por
cuanto parece sugerir que una vez producida ésta la cesión será plenamente eficaz,
cuando no es asi. La autorización administrativa es una condición necesaria para que
le cesión llegue a producir efectos, pero para ello es preciso que la cesión se lleve efec
tivamente a cabo mediante el otorgamiento de la correspondiente escritura pública y
su inscripción en el Registro Mercantil, sin las cuales el convenio seguirá obligando a
las partes en los términos en que se hubiere suscrito, pero no será eficaz frente a ter
ceros; siendo, precisamente, ese efecto frente a terceros, los tomadores de seguro, los
asegurados o los beneficiarios lo que fundamentalmente se persigue con la cesión de
cartera y lo que constituye su razón de ser. Es decir, la autorización no supone sino la
conformidad de la Administración con la operación de cesión; es una habilitación ne
cesaria para que ésta pueda llevarse a cabo, pero se limita a eso: la autorización admi
nistrativa, una vez concedida, permite que la cesión se lleve a efecto, pero no obliga a
ello. De modo que, incluso después de que la autorización se haya otorgado, las par
tes pueden poner fin a la relación surgida del convenio por mutuo disenso19, en cuyo
caso es claro que la simple autorización administrativa que se configura en el Regla
mento como obligatoria es condición necesaria, pero no suficiente para que la cesión
produzca plenos efectos.

El hecho de que la autorización administrativa opere como una condición suspen


siva, de cuyo cumplimiento dependen los efectos del negocio en que la cesión consis
te, hace que jueguen también las previsiones que establece el Código civil para el pe
riodo que media entre la conclusión del contrato y su plena eficacia; en particular, las
relativas a que el acreedor pueda ejercer, antes del cumplimiento de la condición, to
das las acciones que resulten procedentes para la conservación de su derecho. Así, el
cesionario podría oponerse a cambios en la política comercial o de suscripción por
parte del cedente, en la medida en que con ellos se pudiera comprometer la calidad
del negocio que es objeto de la cesión de cartera. En este sentido, es usual que en los

19 En este caso, que, ciertamente, no debe considerarse como normal, parece que la renuncia a la tran
sacción debería realizarse con las mismas formalidades que las observadas en relación con el convenio
de cesión; al menos en cuanto a la aprobación de la renuncia por las juntas generales de ambas enti
dades y a la comunicación al órgano de control.

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convenios de cesión se introduzcan cláusulas en garantía de los derechos del cesiona


rio, que vienen a reforzar las previsiones generales de la ley en tal sentido.

El artículo 70.1.c) del ROSSP exige también, como parte de la documentación ne


cesaria para la tramitación del expediente de cesión de cartera, la presentación del ba
lance y cuenta de pérdidas y ganancias de las entidades interesadas, cerrados dentro de
los seis meses anteriores a la fecha de adopción del acuerdo de cesión de cartera por
el órgano social competente, adjuntando el informe emitido, en su caso, por los audi
tores de cuentas de la entidad20.

Entre la documentación que debe presentarse al órgano de control, junto con el


convenio de cesión, menciona el Reglamento el estado de cálculo y cobertura de las
provisiones técnicas de la cartera cedida, a la fecha en que se suscriba el convenio de
cesión, así como el estado de margen de solvencia de la entidad cesionaria, para el ca
so de que se lleve a efecto la cesión. También exige la norma reglamentaria el estado
de margen de solvencia de la entidad cedente, para el supuesto de que continúe su ac
tividad aseguradora; si bien, en relación con el estado de cobertura de provisiones téc
nicas de la cartera cedida, hay que plantearse hasta qué punto resulta necesaria esta
exigencia referida a la fecha en que se suscriba el convenio, como pide el artículo
70.1.d) del Reglamento, ya que lo realmente importante es que las provisiones técni
cas correspondientes a dicha cartera se hallen cubiertas, después de la cesión, pues es
esa cobertura la única que garantiza realmente los intereses de los asegurados, con vis
tas a lo cual lo que pasara antes de la cesión resulta irrelevante. Puede suceder que la
entidad cedente no tenga cubiertas las provisiones técnicas correspondientes a la car
tera a ceder, pero carecería de sentido oponerse a la concesión de autorización para la
cesión si la entidad cesionaria garantiza la adecuada cobertura de las mismas.

11. LA EJECUCIÓN DEL CONVENIO DE CESIÓN

Dispone el número 2 del artículo 70 del ROSSP que, una vez presentada la docu
mentación comentada en los apartados anteriores, junto con la solicitud de autoriza
ción, se acordará la apertura del periodo de información pública, en los términos pre
vistos por el propio precepto reglamentario, que, conforme a la nueva redacción del
Reglamento dada por el Real Decreto 1298/2009, de 31 de julio, obliga a las entida
des interesadas a publicar los anuncios a que el precepto se refiere; esto es, en un dia
rio de los de mayor circulación de las provincias en la que las entidades interesadas
tengan su domicilio social y en otro diario de ámbito nacional.

20 Lo normal será aprovechar los balances cerrados correspondientes al último ejercicio económico, que
habrán de estar audttados necesariamente, y, en consecuencia, tomar el acuerdo de cesión antes del 30
de junio. Si éste se adoptara en fecha posterior, habria que hacer una auditoria específica.

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La cesión de cartera: aspectos jurídico-contables 85

El contenido del anuncio es el necesario para dar a conocer el convenio de cesión,


debiendo advertirse a los tomadores del derecho que les asiste a comunicar a la Di
rección General de Seguros y Fondos de Pensiones, en el plazo de un mes desde su pu
blicación, las razones que pudieran tener para estar disconformes con la cesión. Dar a
conocer el convenio de cesión no quiere decir que haya que facilitar a cada uno de los
tomadores el convenio en cuestión, sino sólo que dicho convenio se ha celebrado y
que supone la cesión de los contratos de seguro que integran la cartera a una nueva
entidad, que es la que se subrogará en la posición jurídica que antes de que se realice
la operación ostentaba la cedente.

Por otra parte, tampoco cabe concluir que la oposición a la cesión por parte de los
tomadores, vaya a impedir que aquélla pueda realizarse: las razones que los tomado
res puedan aducir en contra de la operación serán elementos de juicio que se tengan
en cuenta a la hora de autorizar la operación, pero no serán un obstáculo para la con
cesión de la autorización, si el órgano competente para ello lo estima oportuno. Si las
razones para la oposición son de índole económico-financiera, es seguro que el órga
no de control ya habrá tomado en cuenta esas consideraciones en la tramitación del
expediente y, seguramente, con más conocimiento de causa que el tomador que ma
nifiesta su oposición. En todo caso, se podrá prescindir del trámite de información
pública cuando se deniegue la autorización por no reunir ésta los requisitos legalmen-
te exigibles para ello.

En relación con los efectos del trámite de información pública, nótese que éste no
dispensa del deber de notificar individualmente a los tomadores de seguro el derecho
que les asiste a resolver los contratos, en los casos previstos en el articulo 23 del TR-
LOSSP, esto es, cuando la cesionaria no quede subrogada en todos los derechos y obli
gaciones que correspondían a la cedente en cada uno de los contratos, y cuando se tra
te de cesiones parciales de cartera.

Una vez transcurrido el plazo de un mes desde la publicación del último anuncio,
el Ministro de Economía y Hacienda, visto el expediente abierto al efecto y examina
das las manifestaciones de disconformidad que se hubiesen efectuado, dictará la Or
den ministerial que proceda sobre la operación de cesión de cartera. Dicha Orden de
clarará, en su caso, la revocación de la autorización administrativa de la cedente, y se
publicará en el Boletín Oficial del Estado.

La referencia a la revocación, en su caso, de la autorización administrativa de la ce-


dente hace alusión al supuesto previsto en el articulo 70.6 del ROSSP, a cuyo tenor la
autorización administrativa concedida a la entidad cedente para ejercer la actividad
aseguradora caducará automáticamente en cuanto al ramo o ramos totalmente cedi
dos; caducidad que, por suponer que la entidad deje de cumplir alguno de los requi
sitos establecidos en la Ley para el ejercicio de la actividad aseguradora, debe equipa
rarse a la revocación de la autorización administrativa prevista en el artículo 25 del
Texto Refundido de la LOSSP. Si se trata de cesión general de cartera de todos los ra
mos, será constitutiva de causa de disolución de la entidad, conforme al artículo 27
del citado texto legal, salvo que la entidad manifieste la modificación de su objeto so
cial para desarrollar una actividad distinta a la actividad aseguradora.

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Autorizada la cesión mediante la oportuna Orden ministerial, se formalizará en es
critura pública, y se inscribirá en el Registro Mercantil; y, en el plazo de un mes desde
el otorgamiento de la escritura, deberá remitirse copia autorizada de la misma a la Di
rección General de Seguros y Fondos de Pensiones, con acreditación de que se ha pre
sentado en el Registro Mercantil. Una vez practicada la inscripción, deberá también
remitirse justificación de la misma al citado Centro directivo, en el plazo de un mes
desde que se hubiera producido.

La escritura de cesión contendrá los acuerdos de cesión, es decir, los adoptados


con ocasión del convenio de cesión, así como de traspaso patrimonial de los elemen
tos a los que aquéllaafecte, que serán, como se ha dicho, los incluidos en el inventario
que se acompaña al convenio, con las actualizaciones que resulten desde la fecha del
mismo hasta la de otorgamiento de escritura. De este modo, la escritura de cesión de
sempeña la función prevista en el artículo 1279 del Código civil para el caso de que la
observancia de dicha formalidad resulte necesaria para hacer efectivas las obligaciones
derivadas de un contrato, que no por ello priva a éste de su carácter consensual ni de
que, por tanto, los pactos contenidos en el convenio de cesión obliguen a su cumpli
miento en los términos acordados. De esta forma, puede decirse que la ejecución del
convenio de cesión se produce en la fecha de otorgamiento de la escritura, a la que,
por este motivo, hemos denominado fecha de ejecución, siendo en ésta cuando se ad
quiere por el cesionario la titularidad de los bienes y derechos, así como de las obliga
ciones, que son objeto de la cesión, a cuya transmisión se habían obligado las partes
en el convenio de cesión. Es decir, el convenio refleja el acuerdo de voluntades dirigi
do a la transmisión de determinados activos y pasivos, y su ejecución, o sea, el acto de
hacer efectivas las obligaciones derivadas del contrato en que el convenio consiste, se
lleva a cabo mediante el otorgamiento de la escritura.

Por ello, cabe decir que la verdadera y definitiva adquisición del negocio se pro
duce en la fecha de ejecución, si por adquisición se entiende el traspaso de titularidad
de los activos y pasivos que son objeto de la cesión y la eficacia de dicho traspaso fren
te a terceros; pero, como se ha venido apuntando a lo largo de este trabajo, aunque el
convenio no produzca efectos traslativos del dominio21, para lo que es necesario la en
trega de la cosa, lo que sí produce es la obligación de poner los elementos que hayan
sido objeto del contrato en manos del cesionario y, por ello, desde el momento de su
conclusión, puede decirse que la adquisición del negocio a que la cesión se refiere, ya
se ha producido; y, con ella, la de toma de control sobre el negocio cedido, por las ra
zones que también se han expuesto con anterioridad. Es decir, en relación con los bie
nes y derechos que son objeto de la cesión, el otorgamiento de la escritura surte los
efectos de la entrega, mediante la cual se adquiere la titularidad de aquéllos (el dere
cho real, en los términos del artículo 1095 del Código civil), aunque la obligación de

21 El que la transferencia de dominio no se produzca hasta que se realice la entrega, no quiere decir que
el contrato de cesión, al igual que el de compraventa, no sea un contrato traslativo de dominio: lo es,
en cuanto sirve de título para la transmisión de la propiedad.

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La cesión de cartera: aspectos jurídico-contabies 87

entregarlos haya surgido con anterioridad, a la perfección del contrato. Otro tanto ca
bría decir de la transferencia de obligaciones al cesionario, en relación con la cual, pa
ra el otorgamiento de escritura pública que la norma exige, la autorización adminis
trativa para la cesión habrá sido condición necesaria, aunque no suficiente, para que
dicha transferencia se realice; no obstante lo cual, la obligación de sustituirse en el lu
gar del deudor primitivo por parte del cesionario ya habrá nacido con el convenio de
cesión.

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