América Latina. Democracia, Pensamiento y Acción PDF

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AMÉRICA L A T I N A : D E M O C R A C I A , PENSAMIENTO Y ACCIÓN

Reflexiones de utopía

Esta obra forma parte del Proyecto INI311599: "Democracia y utopías:


espacio público y subjetividad en América Latina", que cuenta con el apoyo
de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM
AMERICA LATINA:
DEMOCRACIA, PENSAMIENTO
Y ACCIÓN
Reflexiones de utopía

Horacio Cerutti Guldberg


Rodrigo Páez Montalbán
(coordinadores)

BDBI
Primera edición: 2003

© Horacio Cerutti Guldberg, Rodrigo Páez Montalbán (coordinadores)


© Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
© Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos ( c c y D E L )
© Plaza y Valdés, SA. de C.V

Derechos exclusivos de edición reservados para


Plaza y Valdés, S. A. de C. V. Prohibida la
reproducción total o parcial por cualquier medio
sin autorización escrita de los editores.

Editado en México por Plaza y Valdés, S. A. de C. V.


Manuel María Contreras 73, colonia San Rafael
México, D . E 06470, teléfono 5097 20 70
[email protected]

ISBN: 970-722-169-0

Impreso en México / Printed in México


ÍNDICE

Prólogo
Horacio Ceruiii Guldberg 11

1. Razones de utopía
El destino de la utopía como alternativa
Fernando Ainsa 17
Aproximaciones a los usos del concepto de utopía en el pensamiento
latinoamericano
Edgardo Cáceres 37
Subjetividad y tiempo en la construcción de la utopía
Alicia Fignoni Armanasco 45
Utopía y realidad en el pensamiento intercultural
Heinz Krumfcl 59
Utopías y culturas
María del Rayo Ramírez Fierro 75
Una utopía del cuerpo para América Latina
Arturo Rico Bovio 87
Condición humana, derechos humanos y utopía
Arturo Andrés Roig 105
América como utopía
Irene Vegas García 117

2. Democracia y utopías
Democratización y utopía nuestroamericana
Yamandú Acosta 147
Latinoamérica. Necesario presente concreto actual de utopía
José Luis Balcárcel Ordóñez 157
La utopía para América. En busca del topos perdido. U n desafío
para la resistencia
María Cecüia Colomhani 181
Utopía y comunicación mestiza
Manuel de Jesús Corral Corral 193
La utopía del mercado total y el poder imperial
Edgardo Lander 207
Democracia y utopía
Fernanda Navarro 245
Democracia e imaginario democrático
Rodrigo PáizMontalbán 259
La utopía y el imposible revolucionario como ideal
Enrique Vhieta Gómez 267

3. Hechos de utopía
Mito, utopia e sobre-significagao da pluralidade cultural
no Perú contemporáneo
Selma Baf lista 279
Las nuevas utopías estudiantiles
híugo E. Biagini 309
La construcción de la V República de Venezuela: ?Anacronía
populista o nueva utopía democrática^
Carmen L. Bohórquez 315
Allpa Tarpuy: La siembra ritual del maíz en Kotama-Otavalo
LUÍS Enrique "Katsa" Cachiguango 333
Cultura latinoamericana y globalización
Carlos Lenkersdorf 351
Brasil imaginario
Danielle Periñ Rocha Pitta 363
Finchemos el Globo desde la Tierra
Judith Valencia 373
Modernidad Andina: Los Aymarás de) Altiplano del Perú
Domingo Llanque Chana 397

Epílogo
?De cómo América Latina apoyó (¡debió ayudar!) a los USA
y al mundo<-
Horacio Cerutti Guldberg 417
PRÓLOGO


n la presentación del hermoso volumen que recoge las memorias
del simposio que organizáramos para el 48° Congreso Internacional
de Americanistas, reunido en Estocolmo, Suecia, en 1994, incluí
dos párrafos que es menester reproducir a continuación:

El Simposio Po¡ 2 "\Jtop>ía y América Launa" lo organizamos durante casi tres


años, a iniciativa del colega Weine Karlsson, Director del Instituto de Estu-
dios Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo y Presidente del
Comité de Finanzas del Congreso. En una reunión que tuvimos en Varsovia
me pidió que organizara algún simposio dedicado a tratar la temática filo-
sófica en perspectiva latinoamericana. Después de examinar las posibilida-
des de organizar algo con éxito para Estocolmo le propuse este simposio. Lo
aceptó y lo apoyó entusiasmado desde el comienzo. Aprovecho aquí para
hacer constar nuestro agradecimiento por su generosa hospitalidad y por su
amplio criterio científico, lo cual facilitó este encuentro tan fecundo para los
que tuvimos el privilegio de asistir
Una fehz casualidad hizo que m i condiscípulo y amigo fraterno, el
antropólogo Oscar Agüero, residiera todavía para el tiempo del Congreso en
Suecia y estuviera dispuesto a colaborar como corresponsable en la organi-
zación del simposio. Es también el momento de dejar constancia de mi agra-
decimiento por su apoyo irreemplazable.^

^ Oscar Agüero y Horacio jCemtti Guldberg (editores), Utopia y nuestra América. Quito,
Abya-Yala, 1996, p. 5.

11
12 Horacio Cerutti Guldberg

De ahí en más nuestro simposio se ha hecho habitual en los Congresos


de Americanistas. Volvimos a participar con gran éxito en Quito, donde
presentamos el volumen de memorias ya citado, y en Varsovia. En ambos
casos el grupo inicial se fue enriqueciendo con nuevas y muy entusiastas
participaciones. Siempre Oscar Agüero colaboró activamente como
corresponsable, aunque se le imposibiütó asistir a Varsovia por razones de
trabajo. En ese momento, nunca pensé que ya no lo volveríamos a ver.
Poco tiempo después, nos enteraríamos del desenlace fatal de un acci-
dente cuando se recuperaba de una neumonía. La caída por una escalera
le ocasionó la quiebra de una costilla y ésta perforó el pulmón. El presente
volumen, que incluye los trabajos presentados en Varsovia, está dedicado
a su memoria; a recordarle con su entusiasmo siempre solidario con los
pueblos originarios de esta América; con su gentileza y sentido del humor.
Oscar Alfredo Agüero nació en El Alto, Catamarca, Argentina, el 11.07.1941
y murió en Porto Alegre, Brasil, el 15.07.2001, a escasos días de haber cumplido
sesenta años de edad.
A los siete años había entrado en el Seminario de los Franciscanos en Cór-
doba, Argentina, y se licenció en Teología en el Centro de Estudios Teológicos
de San Antonio de Padua, Buenos Aires en 19Ó4.
Fuimos compañeros de estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, donde él acudía de rigurosa sotana
como fraile franciscano que era en ese tiempo.
Ya retomado el estado laical (para no usar el término eclesial "reducido"...),
concluyó la Licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Córdoba en 1974.
En Suecia, donde marchó al exilio después de salir de la cárcel padecida
durante el inicio de la Guerra Sucia en Argentina, reorientó sus estudios hacia
la antropología. Se licenció en Antropología Social en la Universidad de Uppsala
en 1979 y se doctoró en el Departamento de Antropología Cultural de la misma
Universidad en 1992.
Desde el mítico 1968, cuando juntos encabezamos una manifestación con
nuestras compañeras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional de Cuyo, nuestras preocupaciones por la utopía, los mesianismos y
los milenarismos fueron compartidas.
Prólogo 13

Su tesis, fruto de sus trabajos de campo en Nauta, departamento de


Loreto, Perú, constituye un excelente estudio sobre estos temas y ha te-
nido la suerte de aparecer editada en inglés y castellano.^
Este volumen, donde muchos amigos comunes participan, insiste en los
temas y proyectos que compartimos durante tantos años a la búsqueda de
justicia social y solidaridad para nuestras grandes mayorías.
El texto que aquí presentamos América Latina: democracia, pensamiento y
acción; Reflexiones de Utopía está integrado por trabajos de varios autores. La
mayoría son ponencias de los participantes del Simposio Fil-2 "La utopía
para América y los desafíos del siglo xxi" dentro del 50° Congreso Interna-
cional de Americanistas, celebrado en Varsovia, Polonia, del 10 al 14 de
julio del año 2000, que coordináramos conjuntamente con Oscar Agüero
y Fernando Ainsa. También hemos incorporado los trabajos presentados
por Arturo Roig, Enrique Ubieta, José Luis Balcárcel y Arturo Rico Bovio
en la Mesa Plenaria del Congreso Nacional de Filosofía, que fui invitado a
organizar y moderar, con el tema "El derecho a nuestra utopía", celebrada
el 17 de agosto del 2001 en la FFYL de la U N A M y algunos otros trabajos
presentados en diferentes mesas de ese mismo Congreso por María del
Rayo Ramírez Fierro y Fernanda Navarro, además de la exposición que
realizara Carlos Lenkersdorf en el Simposio "Conversaciones sobre Amé-
rica Latina", que organizáramos en El Colegio de México de octubre a di-
ciembre de 1999. El conjunto aparece distribuido en tres secciones. En la
primera, ''Razones de utopía", se explicitan elementos conceptuales más
generales en relación con el tratamiento de lo utópico. En la segunda,
"Democracia y utopías", se examinan aspectos de los avatares de la demo-
cracia en nuestra América. Y en la tercera, "Hechos de utopía", se presen-
tan diversas manifestaciones actuales de lo utópico en la región.
En estos años de trabajo de nuestra red ha quedado claro que sería
fecundo aprovechar los aportes de quienes estudian las utopías como género

^ The Mitleninum amortg the Tupí-Cocama. A Case of Religious Etkno-dynamism in ihe Permian
Amazoti. Uppsala, Research Reports in Cultural Anthropology, 1992, 132 págs.; edición
castellana; E! milenio en la Amazonia peruana, mito-utopíñ tupi-cocama o la subversión del orden
Simbólico. (Colección Abya-Yala, n° 9). Quito, AbyaYaia, 1994.
14 Horacio Cerutti Guldberg

y combinarlos con los de los estudiosos de la dimensión utópica (lo utó-


pico) de toda organización histórico socio-cultural. Quizá todo el esfuerzo
que hemos hecho hasta ahora en estos eventos tendría que cristalizar, como
ya algunas veces lo sugerimos con Fernando Ainsa, en la constitución de
una asociación internacional de estudios de lo utópico.
Es el momento de agradecer a numerosos colegas y amigos sin cuya
invalorable ayuda este volumen no podría ver la luz. A Edgardo Cáceres
Andino, por compilar los materiales y haberlos enviado a tiempo desde
Honduras. A Rodrigo Páez por su fraterno apoyo como Corresponsable del
Proyecto de Investigación DGAPA-PAPIÍT I N 3 U 5 9 9 "Democracia y utopías:
espacio público y subjetividad en América Latina" en el marco del cual se
han desarrollado los trabajos que han venido a culminar en los eventos que
proporcionan el material incluido en este volumen, así como por su coope-
ración para coordinar la presente edición. A Jesús (Chucho) Serna, Coor-
dinador del Seminario Interno Permanente de Investigadores y Becarios
del Proyecto, por la ayuda para organizar inicialmente estos materiales y
por sus valiosas sugerencias para la edición. A Carlos Guevara, becario de
maestría del Proyecto, por su muy valiosa ayuda de preparación del texto
para la imprenta y por sus inteligentes sugerencias para título y subtítulos.
U n agradecimiento institucional especial merece la Dirección General
de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, que ha apoyado nuestro
esfuerzo de investigación colectivo mediante el ya multicitado Proyecto
durante estos tres intensos años de trabajo en equipo, y el Director Ge-
neral y personal de la editorial Plaza y Valdés, por su gentil apoyo.

Horacio Cerutti Guldberg


Santa Úrsula Xitla, Tlalpan, 22 abnl 2002
EPÍLOGO. ? D E CÓMO AMÉRICA LATINA APOYÓ
(¡DEBIÓ AYUDAR!) A LOS U S A Y AL MUNDO^*
Horacio Cerutti Culdberg**

Divertimento ucrónico acerca de cómo hubiera sido la historia


si no fuera como es

Á ño Z13^. En una casita de los barrios recién restaurados de Bagdad —aquella


j £ i ciudad que fue fundada en el siglo u de la hégira (s. viu d.C), llamada
M M.por su fundador, Al-Mansur (segundo califa abasí, 136-1^8 de la hégira/
7^4-77$ d.C.) Madinat-as-Salam, la ciudad de la paz, con el fin de rememorar
en la tierra el recuerdo del paraíso cósmico, el Dar as-Salam del Corán— pues bien,
en esa ciudad restaurada después de múltiples conflictos se recuperó un disquette que
recoge datos fundamentales. El texto, muy valorado a inicios del tercer milenio de la
era cristiana en aquellas regiones del globo, relata inverosímiles acontecimientos de
la historia latinoamericana de la época y pasó del árabe al hebreo, luego al griego

*Una fraternal invitación de Hugo Zemelman me llevó a participar en el Foro/Debate


organizado por el posdoctorado en pensamiento latinoamericano de la U C M sobre "íQué sig-
nifica y cómo se manifiesta en nuestro tiempo la colonialidad del saberi" Celebrado el día 8
de octubre. El miércoles 3 terminé el texto que aquí se incluye y en el cual juego con ideas de
quienes participamos en la mesa. Para los interesados en las posiciones de Edgardo Landei;
Enrique Dussel y Aníbal Quijano cf. Edgardo Lander (editor), La colonialidad del saber, eurocentrismo
y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas. Caracas, U N E S C O / U C V , 2000, pp. 348. En cuanto
a mis propias ideas cf. Rubén García Clarck, Luis Rangel y Kande Mutsaku, Filosofía, política
y utopía. En torno al pensamiento y a la obra de Horacio Cerutti Guldberg,. México, U N A W I , 2001, pp.
342. Además, retomo planteamientos de Carlos Lenkersdorf en alguno de sus estudios todavía
inéditos sobre pensamiento tojolabal. Por supuesto, la responsabilidad es exclusivamente mía.
• • Argentino. Mexicano por naturalización. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras
de la U N A M e investigador del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos
( c c y D E L ) . [email protected]. mx

417
418 Horacio Cerutti

moderno, para vertirse al italiano, al finlandés y aparecer finalmente en mapuche


y creóle. Se hizo accesible en el adelantadisimo descendiente de los teléfonos celulares,
que brinda directamente texto, imagen y sonido en la piel de las manos de los usua-
rios. Los fragmentos conservados se reproducen a continuación:

Cuando se vio por T V la segunda repetición —de una serie ininterrum-


pida y agobiante de reiteraciones de las mismas imágenes— de lo ocurrido
el 11 de septiembre de 2001 en Manhattan, la población latinoamericana
se puso en marcha como si de una sola persona se tratase. Las principales
cadenas de televisión en todos los países de la región fueron ocupadas,
enviados especiales fueron remitidos a los principales puntos del globo donde
se gestaban los acontecimientos, los periódicos faltos de postura crítica o
abiertamente amarillistas dejaron de comprarse y tuvieron que cerrar, las
radios incrementaron hasta el límite de sus capacidades los programas de
opinión y debate con especialistas en diferentes facetas de la conflictiva
realidad internacional. Pareciera que la población advirtió con fino olfato
que era ya imposible seguir permitiendo que se siguiera construyendo la
realidad por parte de los medios al libre arbitrio de los sectores hegemónicos.
Era como si el nuevo orden informativo internacional, tan añorado en
décadas anteriores, se hubiera puesto en marcha paradójicamente por ini-
ciativa de los siempre pasivos espectadores.
La mayoría de los gobernantes entendió muy rápidamente el mensaje y
comenzó a hacer valer la autoridad moral que todavía conservaba la región
frente a su vecino del norte y, por supuesto, aquellos puntos de valor comer-
cial y/o estratégicos desde donde podía reforzar su peso y presencia interna-
cional. Quienes no lo hicieron, tuvieron que dejar sus puestos arrasados por
lo que parecía vigencia de una consigna coreada en innumerables marchas del
Cono Sur en los años sesenta y setenta del siglo xx: con los dirigentes a la
cabeza o con la cabeza de los dirigentes... Prefirieron conservar, sensatamen-
te, sus cabezas...
I^reció como si las élites hegemónicas estuvieran, quizá por primera vez
en la historia de la región, dispuestas a jugárselas con las poblaciones, con las
grandes mayorías. Se hizo escurridizo el establecimiento del por qué. Quizá
por un sano criterio de supervivencia. Difícilmente por algo así como patrio-
Epílogo 419

tismo. Lo que se pudo constatar, en todo caso, es que la fuerza de la mo-


vilización generalizada de la población impuso sus reglas de juego. Aunque
se les consideraba casi irrecuperables, a todos los tecnócratas se los envió
a campamentos de rehabilitación y reeducación en la Antártida; tal era el
afán de oponerse a la interpretación excluyentemente punitiva de la jus-
ticia. Se acabaron los presupuestos de guerra y las Fuerzas Armadas y de
policía fueron reorganizadas como fuerzas de apoyo comunitario para la
emergencia de la humanidad.
De manera sorprendente, entonces,^ los gobernantes de la región co-
m e n z a r o n a hacer recomendaciones sensatas a los gobernantes
usamericanos. Pusieron sobre la mesa la necesidad de respetar un orden
jurídico internacional en el cual la máxima de Benito Juárez fuera la regla
de oro: el respeto al derecho ajeno es la paz; insistieron en la imposibilidad
de considerar la situación como una guerra; se opusieron a que el Consejo
de Seguridad de la o N U dictara las pautas a seguir y exigieron la convoca-
toria a la Asamblea General; negaron cualquier tipo de apoyo a medidas de
guerra que involucrarían —sin margen de error— a civiles inocentes: no
acceso a petróleo y otras materias primas estratégicas, cierre de fronteras
para productos y visitantes usamericanos, control de visados actualiza-
dos, expulsión de todos los 'servicios' y fuerzas militares o paramilitares
de ese origen en la región cualquiera fuese el subterfugio como lucha con-
tra el narco, asesoramientos técnicos, etcétera. Como contraparte, alen-
taron la repatriación de todos los connacionales que así lo desearan, con
apoyos y subsidios para su renovada radicación en la región; el libre trán-
sito en toda la zona y procuraron garantizar los derechos laborales en estos
países. Con la Unión Europea impulsaron la ratificación de lazos de coope-
ración basados en el m u t u o respeto y condenaron inapelablemente a
expulsión lisa y llana a aquellas firmas de ese origen que no acataran las
normas legales vigentes en estos países. El impulso y crecimiento del
mercado interno y del bienestar de las mayorías rebasó cualquier pronós-
tico optimista.
Es difícil narrar —-por la secuencialidad misma de la narración— lo que
ocurría, porque los acontecimientos se yuxtaponían, se entremezclaban,
se superponían unos a otros a una velocidad de cambio inaudito. El vértigo
420 Horacio Cerutti

provenía, quizá y leído todo a posteriori, de una capacidad colectiva para


sobreponerse al ten\or y para hacer valer la esperanza y la afirmación de
la vida contra todas las manipulaciones y chantajes habidos y por haber.
Como si una oleada de lucidez atrapara masivamente, como si una epide-
mia de fraternidad incontenible se hubiera desatado de manera irreversi-
ble. Ante la fuerza irrefrenable de esta energía positiva —?humanista¿—
nadie se arredraba y los peores males de la humanidad iban cediendo como
frágiles artificios. Todas las presuntas naturaHzaciones manipuladas se
visibilizaron casi de golpe y en un plumazo fueron histori^adas a plenitud.
La transformación interna de la sociedad latinoamericana la hacía irre-
conocible. El martiano aserto: no hay razas, se hizo realidad. Finalizada la
discriminación sin fundamento biológico alguno, la democratización se
institucionalizó sin una sola demora constitucional. Mandar obedeciendo y
la fuerza del nosotros se evidenciaron como los generadores de toda vida en
común respetable. La democracia directa en la calle, en la casa y en la cama
se practicó con pericia tal capaz de rendir ante la evidencia: la inmensa cul-
tura política acumulada y potencial de la sociedad se hizo efectiva sin más.
Si hubo excesos fueron de respeto, tolerancia, solidaridad, amor; sí, amor
colectivo, a la especie y a la naturaleza. Como si un fuerte consenso se hu-
biera gestado en las entrañas de las experiencias comunes de la historia y
surgiera con disposición total para aceptar pagar el precio, los altos costos, y
correr los riesgos de la dignidad. Mujeres, niños, ancianos, pueblos indios,
afroamericanos, homosexuales y lesbianas, campesinos, estudiantes, eclesiás-
ticos, empleados, artesanos, expertos, técnicos, científicos, académicos, inte-
lectuales declararon un no rotundo a la guerra y apostaron por la paz. Se
opusieron al apocaUpsis y abrieron espacio para el desenvolvimiento sin tra-
bas de la tensión utópica.
Descubrieron en el ámbito donde lo extraordinario se manifiesta, el de la
cotidianidad, que se podía lo imposible. Que tenían poder, capacidad de hacer
en la medida en que Intentaran transgredir límites aparentemente irrebasables.
No sólo el futuro dejó de ser una tentación, si no que se hizo presente en
plenitud. Con perplejidad todas y todos descubrieron que el poder no viene
de las máquinas, del know how o del hetter know, n i del dinero, de la tecnología
o de la fuerza, si no del asentimiento y cuando ese consentir se disipa, el
Epflogo 421

poder se escurre de las manos de los dominadores como agua en una cesta.
Tan simple como constatar que la pirámide se sostiene por la base.
En la intrincada resignificación en curso, la fuerza de la acción negadora
latinoamericana hizo añicos ciertos mitos. La civilización moderna perdió
su poder hegemónico en los imaginarios colectivos y dejó de ser compren-
dida (autocomprendida) como superior o más desarrollada. Acabó la
ideologización eurocéntrica de las conciencias.
Como castillo de naipes se vino abajo la presunta exigencia moral que
obligaba a desarrollar a los caracterizados e inventados como más primitivos,
rudos, bárbaros, aunque no lo quisieran y mediante la sutil "pedagogía" de
pan y bombas... La pretendida y falaz unilinealidad del desarrollismo etapista
dejó lugar a identidades múltiples y coexistentes, muchas veces gratamente
complementarias. Dejó de justificarse toda violencia al quedar sin sustento
los manidos argumentos "humanitarios" de las guerras justas (muy sucias,
por cierto) coloniales. Las víctimas se saUeron del espacio ritual que les era
asignado, recusando toda actitud sacrificial y exorcizando los holocaustos de
los sedicentes "salvadores". Por supuesto, ello conllevó la disolución de las
atribuciones de "culpas" a las víctimas y la no aceptación de sufrimientos
impuestos para alcanzar "madurez" coercitivamente. En fin, la pérdida de la
inocencia autoatribuida de los centros dominantes hizo redescubrirse en toda
su inocencia a las auténticas víctimas de la irracionalidad de un sistema de
poder "moderno" asfixiante de toda experiencia de la alteridad.
Una caravana, organizada por los Zapatistas y la Confederación Ecua-
toriana de Pueblos Indígenas, un humaniour como dijera algún periodista
con sentido del humor, encabezada por Rigoberta Menchú y José Saramago
se puso en marcha para llegar cuanto antes desde esta América hasta el
lejano Afganistán. Todos los medios de transporte fueron utilizados, me-
nos, por supuesto, los peligrosísimos aviones. Por aire, mar y tierra avanzó
esta caravana humanizadora hasta aquellas tierras ricas en petróleo y
pobladas de empobrecidos grupos, para llevar aliento y fraternidad. Las avan-
zadas —de internacionalistas peyorativamente denominados globaUfó-
bicos— europeas, africanas y asiáticas llegaron antes en canoas, balsas,
globos, camellos y bicicletas. El ambiente no se degradó. Por el contrario,
se fueron sembrando plantas durante todo el viaje y ahora constituyen las
Epílogo 423

de derecho cuando no han violado a t u hermana o matado a tus


parientes. Insistieron: justamente en esos momentos límites la sal-
vación no consiste como en la películas del Für West —que ni fue far,
ni rigurosamente west, ni mucho menos tierra de nadie...— en des-
enfundar más rápido.

Y así por el estilo. Los interrogantes se ventilaron, se multiplicaron, la


corporalidad latinoamericana se enquistó en su resistencia al consumismo,
a la competencia indiscriminada, a los odios y terrores inventados. La po-
blación resistió al EWS (end of the world sex) para reivindicar un erotismo
exultante de movimiento, ritmo, gozo y creatividad. Las sociedades del
mundo, con sus respectivas y enriquecedoras culturas, pudieron incluir el
tiempo como variable constructiva y no meramente dilatoria. El cambio
se hizo tropel. Fue la primera vez en que la cartografía rutinaria se puso de
cabeza y el Norte fue el Sur... Surearse fue la consigna de la hora, repetida
por los jóvenes en todos los rincones del globo. La historia siguió
reencauzándose en una articulación inédita de justicia, paz, libertad e
igualdad, cuya proyección geométrica hace hoy (año 2135 d.C.) factible la
concreción de la esperanza.

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