4-Vargas Guillen Formacion y Subjetividad
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lógico, por ejemplo: ¿cómo se operan, desde las operaciones cognitivas, segmen-
taciones del mundo de la vida?; ¿cómo ocurre que el carácter subjetivo-relativo del
conocimiento cotidiano, mundano-vital llegue a dar fundamento a ciencias exactas
o pretendidamente exactas?; ¿cómo se puede dar fundamento riguroso a cualquier
tipo de conocimiento si parte de una experiencia subjetivo-relativa?; en fin, ¿cómo
se reinserta en el mundo de la vida la ciencia que ha operado un conocimiento a
partir de la demarcación (positiva)?
Desde la fenomenología, todos estos interrogantes tienen esencialmente un
carácter descriptivo; quiere esto decir que no se aspira ni a explicaciones, ni
interpretaciones. Tal intento descriptivo no puede ser, en ella, realizado sin un
recurso a la historicidad para su ilustración y caracterización; historicidad que
igualmente remite al pasado que al futuro; pero remite a aquél en función de éste.
No obstante esta mirada a la historicidad, la investigación es descriptiva porque se
relaciona con las cosas mismas tal y como se hacen patentes en el presente viviente.
Finalmente, la fenomenología en cuanto descripción operada en función del
presente viviente nos pone en frente de la necesidad de establecer las estructuras
del mundo de la vida.
En concreto, para la experiencia y la comprensión del mundo de la vida —lo
sostenemos como tesis— una invariante es el lenguaje. Esta tesis, aplicada a la
pedagogía, nos permite señalar que la estructura medial de la pedagogía es el
lenguaje. La relación subjetividad-intersubjetividad-formación presupone una
comprensión del lenguaje como ámbito de sedimentación de la experiencia y como
posibilitación del operar cotidiano en comunidad.
La subjetividad
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ser, lo que sin duda hace de este Ego una paradoja, el mayor de todos los enigmas"
(Crisis; cap. 84, p. 84).
Dando un paso en esa dirección Hume muestra —siguiendo la consideración
de Husserl— que "el conocimiento todo del mundo, el científico tanto como el
precientífico, constituye un colosal enigma" (Crisis; cap. 24, p. 93).
Kant, en cambio, según Husserl, llega más adelante en este camino; pues
formula "preguntas ontológicas de una dimensión nueva y [...] altamente enigmá-
tica. [...] preguntas sobre cómo el objeto correspondiente —el objeto precientífico
y, entonces, científicamente verdadero— se comporta en relación con todo lo
subjetivo, que resuena conjuntamente por doquier en todas las autoevidencias
subyacentes" (Crisis; cap. 28, p. 116).
Puesto en el terreno de una exposición del problema de una ciencia del mundo
de la vida Husserl observa que:
Las paradójicas interrelaciones entre mundo "objetivamente
verdadero" y "mundo de [la] vida" convierten en enigmática
la foma de ser de ambos (Crisis; cap. 34, e. p. 138).
Relaciones que en el caso de la permanencia perceptiva de los objetos tanto
actuales en presenüficación como en representación, también hace manifiesto el
enigma de [... las...] multiplicidades aparienciales no actuales" (Crisis; cap. 46, p.
168). Husserl deja pues, expresa la pregunta por las dimensiones de las cosas
mismas y la posibilidad que los sujetos tenemos de vivirlas.
Finalmente, como consecuencia de esta serie de descubrimientos debidos
tanto a la filosofía Moderna como a la orientación subjetiva en el mundo de la vida
a plantear La paradoja de la subjetividad humana: el ser-sujeto para el mundo y, al
mismo tiempo, el ser ser-objeto en el mundo (Crisis; cap. 53, p. 188 y ss).
Queda, en nuestra exposición precedente, suficientemente documentado que
para Husserl la subjetividad humana es aquello por lo que interrogamos; a partir de
ella, tenemos la fuente de validez y de sentido de todo lo que experimentamos y
conocemos del mundo de la vida y, dentro de él, científica y extracientíficamente;
pues, la "subjetividad funciona ahí en tanto que subjetividad productora de validez"
(Crisis; cap. 38, p. 156).
En fin, el sentido del mundo y de la experiencia mundo es la constitución
subjetiva de uno y otro; pero, como algunos lo han señalado, puede eso hacer creer
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El lenguaje
Para Husserl el tema del lenguaje entró en juego desde muy temprano en su
carrera fenomenológica; de hecho, en la /. L. habló largamente del tema. Allí, por
ejemplo, se refirió a la intersubjetividad como comercio mutuo . Lo cierto, es que
sólo hasta 1920 entendió que es mediante el lenguaje que adquirimos posibilidades
de participación en el mundo (cf. E. J.; cap. 10, p. 43).
Por ahora, centremos la atención en el significado que tuvo para Husserl el
tema del lenguaje en su escrito El origen de la geometría. Para ello tematizaremos
algunos de los aspectos esenciales a su comprensión:
El sentido
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La intersubjetividad
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cuestionar su quehacer a la luz de esos criterios que, por lo demás, siempre están
en definición, en aclaración.
10. La formación como tarea radical de la pedagogía no es sólo materia
de las instituciones socialmente designadas para esta tarea aunque se puede
esperar un papel preponderante de las mismas. Sin embargo, en las distintas
instancias —en donde incluso se puede tomar partido a favor de la enseñabilidad
de la ciencia como horizonte académico o de la aclaración del proyecto históri-
co— si quiere aportar al contexto de la pedagogía, no se puede abandonar esta
tarea elucidatoria fundamental: ¿cuál es el sentido de cada saber en el desarrollo
de una sociedad cada vez más racional, deliberante, argumentativa, participativa
y ética?
11. Alrededor de la formación surgen todos los problemas que nos justifican
la pedagogía y se coloca como tema un punto clave del desarrollo social. ¿A quién
formamos? ¿Para qué los formamos? ¿Cómo los formamos? ¿Quiénes son los
responsables de esta formación?
12. ¿De qué manera se articula formación e investigación? Podríamos
mirarlos desde otros ángulos, podemos pensar todo el problema educativo desde
el campo de la formación de docentes. Si se forman docentes, verdaderos
intelectuales, creativos, participativos, etc., el efecto en el sistema educativo se
notará para su beneficio; pero también se notará en el caso contrario.
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NOTAS
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17. KANT, I. Crítica de la razón pura. Madrid, Ed. Alfaguara, 1989; p. 16/B
VIII-IX.
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