Sociedad Criolla en Santo Domingo

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NOMBRE: Enyer Manuel Montero Montero

MATRICULA: 100294352

Analiza el proceso de formación del criollo en Santo Domingo según lo


establece Genaro Rodríguez en el ensayo asignado.

Los orígenes de la comunidad criolla en la social dominicana


Antecedentes
Durante todo el siglo XVI, la sociedad dominicana fue evolucionando hasta alcanzar
unos niveles de desarrollo que influyeron de manera determinante en la composición
social de la isla. La complejidad de aquel modelo socioeconómico produjo
contradicciones estructurales que transformaron tanto el entramado económico como la
superestructura. Entre las principales contradicciones que se dieron durante la primera
mitad de aquella centuria se destacan, por un lado, las luchas internas entre los
representantes del poder local y, por otro, los conflictos entre los gobernadores enviados
que representaban a la administración central de Castilla. La conjugación de todos estos
elementos desembocó en uno de los acontecimientos más trágicos de la historia colonial
de la española: la despoblación y devastación de la Banda Norte de la isla realizada por
el entonces gobernador, Antonio Osorio.
Se llamaron las Devastaciones de Osorio las acciones de despoblar y destruir varias
ciudades de la parte occidental de la isla de Santo Domingo, por parte del gobernador
español Antonio de Osorio, para trasladarlas hacia la parte oriental más cercana a la
capital. Este suceso transcurrió entre 1605 y 1606.
Con la muerte de Felipe II, en septiembre de 1598, la idea de despoblar una de la isla
fue un tema que volvió a plantearse entre las autoridades de la colonia. Esta vez, por
desgracia, la misma se llevó a efecto, entre otras razones, por el desconocimiento que
tenía el nuevo monarca y también por el cambio que supuso para la isla la llegada del
nuevo gobernador Antonio Osorio. El gobernador Antonio de Osorio puso en vigencia
la orden real establecía que "todas las poblaciones de la banda del norte que se
dedicaban a contrabandear debían ser despobladas". La isla había perdido importancia
para la metrópoli y se estaba haciendo cada vez más pobre. Al final resultó ser un gran
error de la corona española y un momento clave en la historia de la colonia.
Las devastaciones significaron un atraso a los criollos
de la isla de Santo Domingo debido a la reducción de
la producción y el aumento de la pobreza.  La acción
resultó ser uno de los mayores errores de la metrópoli
en la isla.

La parte oeste de la isla permaneció muchos años


despoblada y con ganado silvestre que merodeaba en sus tierras.
Los Hispanos
Durante décadas, los gobernantes locales promovieron la creación de colonias agrícolas
con el fin de repoblarla con castellanos. Con estas colonias pretendieron aumentar la
productividad de la tierra aprovechando la experiencia de los trabajadores castellanos.
Estos esfuerzos fueron en vano ya que no se pudo garantizar la permanencia de las
familias que llegaron ni mucho menos que se dedicaran a trabajar la tierra; todo lo
contrario, poco tiempo después de su arribo los nuevos vecinos vendieron las tierras y el
ganado que les dieron y salieron en busca de mejores condiciones de vida. Nueva vez
había fallado una estrategia de la corona, esta vez la de palear el rápido crecimiento de
poblaciones nativas reemplazándolas con familias hispanas. Encabezadas por negros y
mulatos.
Los Mestizos
La reproducción de patrones culturales entre los sectores esclavos e incluso entre el
conglomerado blanco convirtió la isla en una sociedad multicultural y multirracial, que
dio al traste con el nacimiento de un segmento social inédito hasta entonces denominado
criollo. Luego de 100 años por fin esta sociedad logró afianzarse como un sector de
clase principalmente porque la clase hispana no creó un contrapeso a esto, no habían
muchas mujeres blancas en la isla para entonces y se abrió paso a las relaciones entre
conquistadores e indígenas, naciendo así la raza que sería llamada ‘’mestizos’’.
Esta nueva raza no marcó mucha trascendencia debido a su cantidad de personas y a que
la población indígena había sido diezmada por los conquistadores. Sin embargo el
mestizo logró mantenerse en la colonia hasta muy avanzado el siglo 17. Con la
desaparición de los aborígenes la colonia se vio en la obligación de desarrollar un
modelo económico que dependiera totalmente de la esclavitud intensiva y es en ese
momento que Santo Domingo se convierte en el principal centro negrero de las indias.
Los Mulatos
Con la llegada de la empresa azucarera ocurrió un cambio radical con la llegada de los
negros africanos, quienes definirían un nuevo tipo de cultura y un hibrido racial que
rápidamente se convertiría en la raza dominante, estos fueron los mulatos. El mulato,
como síntesis racial, alcanzó su afianzamiento social hacia finales del siglo XVI, a pesar
de que los primeros fueron llevados por los conquistadores desde muy temprano.
Se dice que en la década de los años treinta, tanto Gaspar de Herrera como Francisco de
Villasante, entre otros, llevaron Santo Domingo algunas esclavas mulatas para las
labores domésticas. De igual manera, se encuentra la presencia de mulatos en algunos
de los primeros ingenios construidos en la isla, los que fueron traídos desde Sevilla.
Como se ha referido anteriormente, el estancamiento y posterior desintegración de la
sociedad esclavista a finales del siglo XVI, acentuó aún más la presencia de criollos en
la isla, ya fueran mulatos, negros y mestizos. La suma de los elementos sociales y
raciales se fue configurando hasta quedar sintetizado en un conjunto humano que con el
tiempo se convirtió en el más genuino representante de lo dominicano.
Contrabando
La descomposición del modo de producción esclavista le dio vida a un sistema agrícola
cuya principal característica era la explotación de la pequeña propiedad de la tierra,
fundamentalmente la cementera del jengibre. Es por ello que a finales de la década de
los sesenta se advirtió la presencia cada vez más numerosa de esclavos laborando en
pequeñas plantaciones de esa raíz.
Estos trabajadores no contaban con ningún tipo de protección militar por parte de las
autoridades oficiales ni tampoco estaban bajo el control de la administración debido a
que se habían retirado más lejos de la ciudad de Santo Domingo hacia las zonas
costeras. Esto les permitió comercializar libremente con extranjeros sin tener que pagar
impuestos a la hacienda real. De esta manera estos nuevos productores se vieron en la
difícil tarea de proteger y cultivar a la vez sus plantaciones, esto les dio educación y
conciencia sobre lo que significaba poseer tu propio territorio.
También se convirtieron en experimentados jinetes y lanceros los cuales, debido a que
tenían que realizar la tarea de perseguir y desjarretar al ganado mientras montaban el
caballo, esto los hizo jinetes muy diestros con la lanza, el machete y la daga.
Identidad
Cuando la ciudad de Santo Domingo fue atacada por el Pirata ingles Francis Drake, en
el año 1586 tanto el Cabildo como la Audiencia mandaron a buscar a los pobladores que
se habían retirado al interior para que defendieran la ciudad, pero estos con su nueva
vida de dueños de su territorio y productores se negaron a la convocatoria. A pesar de
esto hubo una parte de los criollos que acataron el llamado y pelearon en contra del
pirata, una ayuda que la ciudad agradeció. Cito a Sandoval y Castilla: “porque es muy
cierto que los naturales de Santo Domingo tienen muchísimo valor, el cual se ha
experimentado en muchas ocasiones, y en particular cuando fue la armada inglesa a
aquella tierra, que si no fuera por el gran valor que nuestro señor dio a aquellos criollos
ya se hubiera perdido aquella isla”.
Fue entonces cuando los criollos comenzaron a desarrollar un sentido de identidad con
el territorio. Forjaron una conciencia y un sentimiento además de los intereses
personales, aunque no contrario a ellos al 100%. En adelante, el conglomerado criollo
estuvo representado e identificado con una cultura producto de las contradicciones
sociales. Este nuevo pensamiento adoptado por los criollos, quienes habían desarrollado
su modo de vida, quienes vivían amenazado por un enemigo que pronto se convirtió en
su principal aliado. De esta manera, se fue creando un campesinado criollo compuesto,
como se ha dicho, por mulatos y negros libres que en lo adelante llevaron sobre sí la
defensa del territorio.
La Nueva Sociedad
Desde mediados del siglo 16 la sociedad insular ya había comenzado sus andaduras
hacia una sociedad más compleja. La nueva sociedad se había estructurado, tenía su
base de sustentación en una amalgama de factores tanto externos como internos que
habían cambiado los hábitos de vida del dominicano. Estos cambios iban desde la
composición racial en torno al elemento criollo hasta el de las mentalidades, pasando
por los hábitos alimenticios, religiosos y culturales.
Hacia mediados de la segunda mitad del siglo XVI, los rasgos culturales del elemento
criollo, ya fueran negros o mulatos, eran fácilmente identificados por las autoridades de
la colonia. Esto supone que para esa fecha lo criollo había alcanzado un grado de
madurez y afianzamiento claramente diferenciado de la cultura material del resto de
población de la isla. Se pueden destacar muchos aspectos y rasgos definitorios sobre la
cultura criolla uno de los aspectos que más identifica al dominicano es la música. La
comunicad criolla desde finales del siglo 16 se había conectado con los ritmos
autóctonos africanos con los que habían traído los castellanos. Al parecer, los mismos se
diferenciaban de los que tocaban las demás etnias africanas.
Entre los ritmos heredados estaban la zarabanda y la cchacona. Ambos procedientes de
África. Es muy probable, sin embargo, que se tratara de síntesis de mezclas de ritmos
musicales, pues es muy poco probable que se mantuvieran por más de 100 años sin
tener ninguna influencia. Otro ritmo muy poco conocido y que probablemente
procediera de África fue el zambapalo que, a decir de quienes lo bailaban, era muy
libidinoso. El mismo era interpretado con instrumentos de cuerda.
Religión y Cultura
A pesar de esta realidad y de los años transcurridos, hubo quienes se resistieron a
aceptar que la isla se había convertido en una sociedad de criollos, los cuales habían
impuesto sus hábitos y costumbres, con una forma de vida definida que incidía en todas
las manifestaciones que imponía la realidad social y la cotidianidad. En una carta
enviada por el Cabildo de Santo Domingo al rey, este dice que: “todos los más soldados
viejos que sirven en esta plaza están casados con negras y mulatas de cuyos
matrimonios tienen hijos y será sumo desconsuelo de los hombres nobles de esta ciudad,
personas beneméritas descendientes de los primeros pobladores de ella al verse
preferidos y aún mandados en las ocasiones de guerra de sujetos casados con mujeres
que ellas o sus padres fueron esclavos de sus familias como con toda verdad lo certifica
este cabildo a vuestra majestad”.
Eso muestra hasta qué punto los miembros del Cabildo de Santo Domingo se resistían a
reconocer una realidad cada vez más evidente como era el cambio producido en la
composición social de la colonia. Lo más interesante de este hecho fue que para
justificar una realidad se apelara más a un pasado histórico de grandeza imperial y la
herencia de la fe católica y un tronco común hispano, que a la misma evolución social
de la colonia.
En el aspecto religioso, el mismo sufrió una mutación que produjo cambios de
consideración en la superestructura, sobre todo, por la influencia de los ritos tribales
africanos. La presencia africana introdujo nuevos patrones culturales que llenaron el
espacio dejado por la falta de clérigos castellanos. Este vacío fue llenado por frailes y
religiosos criollos. Al igual que los demás componentes de la cultura criolla, estos
también aportaron y ayudaron a conformar una cultura propia muy diferenciada de los
religiosos que venían de España.
En múltiples ocasiones las autoridades de la colonia se quejaron ante el Monarca de que
la presencia de extranjeros traía consigo los gérmenes del luteranismo y del
protestantismo, elementos que cambiarían las creencias cristianas de los isleños. Esto no
era del todo cierto, pues por parte de los ingleses, franceses y holandeses que andaban
rescatando no existía una política clara para imponer sus creencias religiosas, en parte
porque estos, más que introducir sus religiones y creencias, buscaban la rentabilidad que
proporcionaba la economía el contrabando. Es evidente que el tema religioso fue
utilizado por las autoridades coloniales para justificarlas despoblaciones de 1605.

Conclusión
Las devastaciones de Osorio no hicieron más que afectar temporalmente el proceso de
afianzamiento que la economía agrícola que se generaba en aquel medio entre la
población criolla de la isla. De igual manera, las despoblaciones y posterior
reconcentración de los pueblos costeros en los alrededores de la ciudad de Santo
Domingo crearon una cultura entre quienes se resistieron a ser trasladados a los nuevos
lugares.
La razón por la que volvieron a sus tierras no fue necesariamente por su economía, ya
que no solo eso ellos habían dejado atrás, sino también su estilo de vida.
A su regreso, los nuevos pobladores encontraron una zona infestada por extranjeros
franceses, holandeses e ingleses que seguían trayendo sus mercaderías para
intercambiarlas por los productos que ellos generaban con su actividad agropecuaria;
pero ya nada afectaba tanto los intereses de la Corona, sencillamente porque
comprendió que había perdido un tiempo histórico y que su recuperación exigía
liberalizar el comercio ilegal del que todos se beneficiaban. Los ingleses, holandeses y
franceses demandaban cuero y ganado, a cambio pagaban con mercancías que no podía
suplir España.  Entre 1599 y 1600 autoridades religiosas incautaron unas 300 biblias
luteranas en la parte oeste de la isla.  La corona española era católica e intolerante de
otras religiones como la judía y la protestante.

Registra en un mapa los puntos o líneas divisorias de la isla conocidos a


partir de las devastaciones de 1605-1606.

Las poblaciones
despobladas fueron
trasladadas a dos puntos
cercanos a Santo
Domingo. Los habitantes
de Bayajá y Yaguana
fueron ubicados en
Bayaguana y los de Puerto
Plata y Monte Cristi en
Monte Plata, que como se
ve ambos nombres
resultan de la combinación de los lugares despoblados. De un total de unas 100,000
reses vacunas mansas que tenían los habitantes de las zonas despobladas, a estos nuevos
sitios apenas pudieron llegar 2,000 con vida. El resto o fue sacrificado o se hizo
cimarrón en aquellas regiones para ser abundante presa de los bucaneros que poco
después empezarían a establecerse en esas regiones. Los habitantes además perdieron
mucho porque las tierras despobladas eran muy favorables para la ganadería y fueron
establecidos, en una zona de malas tierras con pantanos y pocas aguadas. Al poco
tiempo, la gran mayoría de pobladores de Monte Plata y Bayaguana habían perecido o
habían podido, pese a las prohibiciones, emigrar a la ciudad Santo Domingo o a otras
colonias españolas de América. El resto se encontraba en la miseria más espantosa, tan
desesperante que los mismos habitantes de Bayaguana incendiaron sus casas tratando de
que se les volviera a sus lugares de origen o que se les dejara emigrar a cualquier otro
lugar.
Consecuencias de las Devastaciones. El efecto inmediato más importante de las
Devastaciones fue causar un agudizamiento de la decadencia económica que desde
hacía un tiempo era palpable en la isla. Con la medida, las mayores riquezas ganaderas
fueron prácticamente liquidadas; además numerosos bienes en casas, muebles, etc. De
los vecinos se perdieron para siempre. La mitad de la isla dejó de ser aprovechada en
todos los sentidos y quedó totalmente deshabilitada. Desde 1606 Osorio extendió las
despoblaciones a zonas más orientales dejando como límites del territorio poblado las
ciudades de Santiago en el Norte, y Azua en el Sur. Entre los daños causados por las
Devastaciones se encuentra la destrucción de los ingenios más importantes de la isla en
ese momento, los cuales estaban en Puerto Plata, Yaguana y San Juan de la Maguana.
Se observa que después de las despoblaciones solo quedaron 12 ingenios con un total de
888 esclavos, incluyendo los del servicio doméstico.

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