Simón Bolívar en La Novela Colombiana Contemporánea de Cesar Valencia

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Simón Bolívar en la novela colombiana contemporánea

CÉSAR VALENCIA SOLANILLA


Universidad Tecnológica de Pereira

Resumen: En este texto se proponen unas reflexiones en torno a las novelas colombianas
contemporáneas sobre Simón Bolívar, en particular sobre La ceniza del Libertador (1987) de Fernando
Cruz Kronfly, El general en su laberinto (1989) de Gabriel García Márquez y La carroza de Bolívar (2012)
de Evelio José Rosero, con el propósito de revelar las principales perspectivas desde las que se ha
presentado al héroe en el universo ficcional y cómo se relativiza su imagen en el imaginario colectivo por
la indagación documental al servicio de la creación narrativa. En este sentido, la aproximación crítica
intenta que el discurso literario de ficción se convierta en una alternativa más sugestiva para acercarse al
pasado, en el proceso de búsqueda y afirmación crítica de nuestra identidad histórica y cultural.

Palabras clave: ficción; historia; novela histórica; Bolívar; imaginario colectivo.

Noé Jitrik (1995) en Historia e imaginación literaria plantea que el término “novela histórica” es un
oxímoron, pues aunque la historia se ocupa de lo aparentemente acontecido y es una disciplina que ordena
su conocimiento para la percepción de la verdad, la ficción es imaginación, invención, y debe tenerse en
cuenta que en ambos casos se trata de relatos, es decir, de creaciones discursivas del lenguaje. Desde esta
perspectiva, la “verdad histórica” es una especie de ficción cómoda y aceptada por ciertas convenciones
que se derivan del relato de la historia, y la “verdad literaria” una especie de ficción mayor que surge de la
verosimilitud de lo narrado en el discurso literario. El discurso histórico, por tanto, pretende la veracidad,
mientras que el discurso literario busca el asombro. En síntesis, Jitrik considera que “la historia que sirve a
la novela histórica es un saber discursivo; esto implica, ante todo, una mecánica de ‘traducción’ que genera
un desplazamiento; en realidad no es cuestión de historia, sino de ‘historiografía’, concepto que reúne o
engloba, justamente, el conjunto de discursos de lo histórico”.
Esta conferencia va a referirse a novelas sobre Simón Bolívar, que es un personaje histórico de gran
relevancia para América Latina, como lo fue José de San Martin, por su participación en la guerras de
independencia de la corona española a comienzos del siglo XIX, similar a Napoleón para Europa.
En Hispanoamérica las luchas de independencia del siglo XIX estuvieron ligadas a los ideales de la
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Revolución Francesa (1789), inspirados en los principios de Igualdad, Libertad y Fraternidad que
cambiaron la historia de Europa y produjeron radicales transformaciones en la historia de Occidente. José
San Martín fue un héroe carismático en el sur del continente en los territorios que se consolidarían luego
como las repúblicas de Argentina, Uruguay, Chile y Perú y su memoria no ha sido cuestionada ni puesto
en duda el sentido integral de sus ideales. Simón Bolívar, por el contrario, con su aureola de Libertador de
cinco repúblicas (Venezuela, Colombia Ecuador, Perú y Bolivia) y su maravilloso sueño de La Gran

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Colombia, por los avatares de la guerra, el poder y la política y una personalidad efusiva y contradictoria,
debió padecer en vida el engaño, la frustración y el destierro. Quizás por ello, desde el punto de vista
literario, es un personaje mucho más rico y puede constatarse un marcado interés de los escritores
hispanoamericanos del siglo XX no solo de rescatar su memoria, sino también de humanizar y desmitificar
al héroe. En América latina, los principales antecedentes novelísticos sobre Simón Bolívar han sido
señalados en el estudio de Ana Cecilia Ojeda (2002), El mito bolivariano en la literatura latinoamericana,
mostrando que, tal vez por la proclividad en la anécdota y la visión grandilocuente del personaje que debía
ajustarse al modelo clásico del héroe, las obras tienen un relativo valor artístico. En este marco, según el
criterio de la autora, merecen destacarse: Setenta días con Su Excelencia (Novelización del diario de
Bucaramanga) (1944) de José Nucete Sardi, Bolívar, héroe y amante (1958) de Emmeline Lemaire, La
caballeresa del sol, Episodios americanos (1964) de Demetrio Aguilera Malta, Amaneció en la cumbre
(1951) de Enrique Escribens Correa, Se llamaba Bolívar (1954 ) de Enrique Campos Menéndez y Bajo las
banderas del Libertador (Simón hijo de América) (1970) de Jorge Inostrosa. Y en la dramaturgia, las obras
Bolívar (1900) de Jesús Muñoz Tebar y Bolívar (drama) (1939) de José Vasconcelos.
Es conveniente precisar que la figura de Bolívar, tan fundamental para la historia política de nuestro
continente, tuvo una relativa importancia en la narrativa de ficción y solo puede constatarse a partir de 1980
una voluntad de los escritores de recrear aspectos clave de su vida a través del discurso novelístico. En el
ensayo histórico y político, por el contrario, la bibliografía es mucho más abundante y antigua, ya que el
prócer es llamado “el padre de la patria”, “El Libertador”, pero en la que se constata con breves excepciones
la tendencia a elaborar una imagen heroica grandilocuente como guerrero y político que por lo general no
corresponde a la verdad histórica, que ahora ya son materia de cuestionamiento a través las creaciones
verbales. Por eso la década del 80 es clave para entender lo que podríamos denominar una revaloración del
héroe, dentro de la tendencia de la llamada “nueva novela histórica”.
En Hispanoamérica, los antecedentes novelísticos más destacados son: Las lanzas coloradas (1983) y
La isla de Robinson (1983) de Arturo Uslar Pietri, El regreso del guerrero (1988) de Guillermo Rodríguez
Blanco, Venezuela heroica (1986) de Eduardo Blanco, Yo, Bolívar rey (1986) de Caopolicán Ovalles y La
esposa del Dr. Thorne (1988) de Denzil Romero.
En Colombia, esta tendencia de ir al pasado para indagar el presente y de esta manera revalorar la
historia oficial ha generado un conjunto de obras interesantes que vamos a enunciar, aunque estas
reflexiones se centrarán en solo tres de ellas. En orden cronológico de publicación, las novelas colombianas
sobre Bolívar son las siguientes: El intrépido Simón. Aventuras del Libertador (1983) de Carlos Bastidas
Padilla, La ceniza del Libertador (1987) de Fernando Cruz Kronfly, El general en su laberinto (1989) de
Gabriel García Márquez, La risa del cuervo (1992) de Álvaro Miranda, Conviene a los felices permanecer
en casa (1992) de Andrés Hoyos, El insondable (1997) de Álvaro Pineda Botero, La agonía erótica. De
Bolívar, el amor y al muerte (2005), Bolívar. El destino en la sombra (2006), Bolívar. Delirio y epopeya
(2008), La otra agonía. La pasión de Manuela Sáenz (2006) de Víctor Paz Otero, En busca de Bolívar
(2010) de William Ospina, La carroza de Bolívar (2012) de Evelio Rosero y Ahí le dejo la gloria (2013)
de Mauricio Vargas Linares.
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A nuestro juicio las más sugestivas y de mayor aporte artístico a la literatura son La ceniza del
Libertador (1987) de Fernando Cruz Kronfly, El general en su laberinto (1989) de Gabriel García Márquez
y La carroza de Bolívar (2012) de Evelio Rosero, y en esta ponencia se van a presentar algunas reflexiones
sobre sus aportes artísticos y la configuración del héroe en el marco de las llamada novelas históricas.
Sobre las otras novelas –de manera muy breve– vamos a mencionar aspectos relevantes y al mismo
tiempo limitantes como universos sugestivos de ficción. El intrépido Simón. Aventuras del Libertador de

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Carlos Bastidas Padilla es una novela de aventuras como indica su título, dirigida a un público relativamente
cerrado –niños y adolescentes–, con un claro propósito didáctico en la construcción del héroe “bueno” cuya
vida es preciso imitar por su valor e integridad y que, por lo tanto, no alcanza a elaborar una propuesta más
universal del personaje histórico; Conviene a los felices permanecer en casa, de Andrés Hoyos, provista de
una visión sarcástica y mordaz de burla a los llamados procesos fundacionales de la república, escritura
barroca según Pablo Montoya (2009) y una gran libertad expresiva, ofrece una visión crítica y problemática
de Bolívar –desde la perspectiva ideológica de los llamados realistas–, en la que el guerrero triunfante no
lo fue tanto, sino más bien el resultado de lo que ha sido el ardid de una historia plagada de equívocos; El
insondable, de Álvaro Pineda Botero, con propuestas formales muy interesantes de la novela
contemporánea, pero un tanto afectadas por el enciclopedismo informativo, con una carga biográfica y
bibliográfica exorbitante que se revela en el material narrativo como una especie de autoconciencia en la
voz externa con la que se dialoga y la propuesta fallida de la llamada “novela total”; Ahí le dejo la gloria
de Mauricio Vargas Linares, centrada en el legendario encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil el
26 de julio de 1822, porque la ambientación y atmósfera no logran la gestación de la autonomía narrativa
de los personajes y no se desentraña el misterio de un encuentro legendario que permanece sin auscultar, a
pesar de una abrumadora bibliografía consultada, la propuesta de perfiles muy bien logrados de los dos
militares y un trabajo de investigación profesional derivado de su condición de periodista; la trilogía de
Víctor Paz Otero, La agonía erótica. De Bolívar, el amor y la muerte, Bolívar. El destino en la sombra y
Bolívar. Delirio y epopeya, por la afectación de un lenguaje retórico y grandilocuente que enfatiza en un
sentimentalismo desbordante tratando de revelar una imagen humanizada del héroe a través de la evocación
romántica en primera persona, sin crear un mundo alterno de ficción creíble. Y la de William Ospina, En
busca de Bolívar, que en esta novela no logró romper la frontera del ensayo y la ficción, a pesar de la
experiencia del autor en la llamada novela con trasfondo histórico, como Ursúa (2005), El país de la canela
(2008), con el que ganó el ganador del premio Rómulo Gallegos en 2009, y La serpiente sin ojos (2012).
En este balance crítico y referencial dejamos constancia de que La risa del cuervo de Álvaro Miranda
es quizás la más singular de todas las novelas leídas que relatan algunos aspectos relacionados con Simón
Bolívar, por su carácter transgresor, poético, paródico, lúdico, irreverente, carnavalesco y surrealista, pero
que no hemos incluido en este texto porque no se trata de una novela en que Bolívar sea el personaje
protagónico, sino más bien un telón de fondo espectral en torno del cual se mueven las ideas y los personajes
que participan en ciertos hechos históricos de las guerras de independencia en Venezuela.
En todas estas novelas pueden identificarse constantes temáticas o núcleos estructurales comunes: el
viaje, la enfermedad, los ideales revolucionarios, las guerras de independencia, la luchas por el poder local
en los territorios recién liberados, la sensualidad y el erotismo, el desengaño, la frustración, la muerte,
mediante las cuales se enfatiza en la revaloración del héroe para conferirle una dimensión más humana y
cuestionar el discurso laudatorio y la ampulosidad verbal para narrar al llamado “padre de la patria” con la
que ha sido presentado en la historiografía oficial. Desde ángulos distintos, los autores colombianos que
han escrito novelas sobre Simón Bolívar han intentado bajar el héroe del pedestal para imaginarlo como un
ser humano que padeció la gloria y el fracaso, el engaño y la desilusión en un mundo caótico de intereses
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mezquinos de unos y otros en la lucha por el poder. De esta forma, la lectura de estas obras son una
indagación en el pasado para entender la complejidad del presente, de tal forma que el acervo documental
sirva de fuente para una especie de “reescritura” o aproximación crítica de nuestra historia.
Desde el punto de vista del ensayo académico, cada una de estas novelas ameritan reflexiones
especializadas y la escogencia de las tres mencionadas corresponde a un criterio de selección personal como
creaciones verbales imaginarias que vamos a intentar esbozar en este texto.

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1. La ceniza del Libertador de Fernando Cruz Kronfly

Es importante destacar que esta es la primera novela colombiana publicada que se ocupa del viaje final
de Bolívar por el río Magdalena, que –paradójicamente– es uno de los hechos menos documentados de su
azarosa vida; luego aparecería El general en su laberinto (1987) de Gabriel García Márquez y La agonía
erótica. De Bolívar, el amor y la muerte (2005) de Víctor Paz Otero. Como antecedentes narrativos, solo
existe el cuento de Álvaro Mutis “El último rostro” (1974), basado en un supuesto diario del coronel polaco
Miecislaw Napierski, admirador del héroe venezolano. El relato de Mutis es una joya literaria que muestra,
con cierta brutalidad conceptual, la desesperanza y frustración del héroe en los últimos meses de su vida.
La obra de Cruz Kronfly, concebida desde la perspectiva de la posmodernidad literaria desde el punto
de vista formal, ofrece una visión singular del héroe que no se ciñe a la historiografía conocida, sino que la
altera expresamente para generar una atmósfera fantasmagórica y atractiva como universo de ficción:
Bolívar no viaja en un champán, sino en un vapor, embarcación más moderna de dos pisos que facilita la
existencia cronotópica de un piso de abajo y otro de arriba, en donde suceden eventos muy extraños, como
pesadillas, que perturban y atraen a los viajeros del piso de abajo, en el que va el Libertador, agobiado por
la enfermedad y el delirio, con sus acompañantes. En esta cubierta del piso de abajo a su vez, sentado en
una mesa observando y tomando apuntes con una estilográfica, aparece un hombre ataviado de una forma
extraña, gruesos lentes, una lata de cerveza, es decir, un hombre del siglo XX, que escribe en su portafolio
lo que podría ser la novela que estamos leyendo. Este eficaz recurso metaficcional, los numerosos guiños
intertextuales para la reflexión filosófica, histórica y sociológica y los poemas insertados en cursiva como
voz poética que narra desde una instancia superior a manera de supraconciencia del desgarramiento del
héroe muestran una expresa voluntad transgresora en la construcción del imaginario narrativo. Y facilitan
la percepción del enrevesado mundo presente del viaje por el río en medio de la selva, el calor, los mosquitos,
la fiebre, los fantasmas que dirigen una embarcación al garete, alternando con el pasado de mezquindad
que tuvo que soportar y el tránsito indiscriminado entre lo espectral o sobrenatural y lo que pudiera llamarse
lo “real” de la historia, aspectos de técnica y estructura narrativa que confieren a esta novela un valor
artístico formidable. Pero, ante todo, sirven como bases sustanciales para elaborar esa significativa metáfora
sobre el poder y la desolación que subyace en el relato, a la manera de Herman Broch en La muerte de
Virgilio, como el mismo autor lo ha reconocido:

No me interesaba, pues, Bolívar como tal, sino el hecho de que su vida real pudiese ser elevada hasta la dimensión
de la gran metáfora y el gran símbolo, tal como lo había encontrado magistralmente conseguido en La muerte de
Virgilio. Ahí estaba la paradoja del gran poeta de La Eneida, que se moría de soledad bajo las alas protectoras
de Augusto, el emperador. (Cruz Kronfly, 1994: 189)

2. El general en su laberinto de Gabriel García Márquez

En un ensayo publicado hace ya casi veinte años (Valencia Solanilla, 1997) hice una comparación,
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desde el punto de vista de la verosimilitud narrativa, entre esta novela de nuestro Nobel literario Gabriel
García Márquez y la de Fernando Cruz Kronfly, señalando que la obra de García Márquez, escrita en esa
prosa formidable que lo caracteriza y ocupándose del viaje final del héroe, que es denominado
sarcásticamente “Su Excelencia”, más que una novela parecía una biografía novelada, pues, a pesar de
relatar la cotidianidad de hombre fracasado en su viaje por el río Magdalena y que como tal debe enfrentar
los avatares de la soledad, la enfermedad del alma y del cuerpo con toda la carga semántica que significa
una derrota insensata a un guerrero del siglo XIX, lo que procura finalmente es mantener una imagen

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laudatoria del héroe, como también lo expresa Pablo Montoya (2009: 14) en un ensayo posterior: “La
pretensión de la novela es hacer creer que el fracaso de Bolívar debe verse como una consecuencia de su
honradez sin tacha, de su desprendimiento ejemplar, de su generosidad y su buena voluntad”. Esta
perspectiva limita la percepción del personaje novelesco como héroe problemático y complejo, pues el
intento de humanizarlo para aproximarlo al ser histórico está cargado de una emotividad frente al fracaso
que opera contradictoriamente: cuanto más se aproxima a la veracidad histórica utilizando una abrumadora
documentación que le facilita relatar lo “real” que le sucedió a Bolívar, más se distancia del sujeto real
complejo y contradictorio como fue Bolívar, ya que propone a toda costa mantener esa imagen ampulosa y
en cierta medida impoluta del héroe romántico que todo lo logra a pesar de la adversidad. Además, desde
la invención dialógica, los personajes parecen hablar con el artificio prestado del novelista: frases hechas,
giros lingüísticos, exageraciones, hipérboles, fino humor garciamarquiano que se nos antoja un elemento
agregado y no sustancial para la configuración de los personajes.
Sin embargo, la novela ahonda en el profundo sentimiento de soledad del personaje a través de las
evocaciones de un pasado similar al presente de la narración en esa mezcla de fracaso e impotencia a la que
fue reducido el Libertador, en un contexto plagado de traiciones, mezquindades, simulaciones de la recién
inaugurada clase dirigente criolla de comienzos del siglo XIX, que entorpeció el sueño de bolivariano de
La Gran Colombia. Al sobredimensionar al protagonista como víctima y mostrando su derrota como
consecuencia de la incomprensión y la persecución de los otros lo dota de una humanidad trastornada que
le impide ver su propia complejidad como ser contingente, lo que resulta paradójico, pues le quita
verosimilitud como personaje literario por el carácter epigonal de su autor.

3. La carroza de Bolívar de Evelio Rosero

Esta novela de Evelio Rosero, que obtuvo el Premio Nacional de Novela en Colombia en 2014, es
quizás la más sugestiva y compleja desde el punto de vista formal como propuesta artística para aproximarse
a lo histórico frente a un personaje que no se quiere “ficcionalizar”, sino presentar en su más escueta verdad.
Estructuralmente, hay una alternancia de dos espacios y tiempos que configuran historias paralelas que se
entrelazan a través de una trama bien sugestiva: en el presente, el carnaval de negros y blancos que se
celebra en Pasto en 1966; y en el pasado, el relato de hechos puntuales relacionados con Simón Bolívar sin
utilizar el recurso de la evocación personal, sino a través de fragmentos históricos que son narrados por un
grupo de amigos conspiradores en esta ciudad que se reúnen a hablar sobre Bolívar y cuyo personaje central
es el doctor Justo Pastor Proceso, médico ginecólogo. Sobre Bolívar, se recuerdan sus fechorías, debilidades
y andanzas non santas y se enfatiza en él la figura de ingrata recordación para los habitantes de esta región
del país en la segunda mitad del siglo XIX. Los hechos históricos que se revelan están relacionados con la
llamada “navidad negra” de 1822, que fue una masacre ordenada por el Libertador en la que las tropas al
mando de Sucre asesinaron inmisericordemente a decenas de hombres, mujeres y niños indefensos, la
apetencia sexual del Libertador por las jovencitas, su comportamiento desleal en las batallas y otros hechos
que han sido invisibilizados en la historia oficial sobre su vida. En este sentido, la novela reconstruye la
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memoria colectiva y presenta, de manera concisa, aspectos diversos de la personalidad y el comportamiento


del Libertador, con el evidente propósito de sanear heridas y aproximarse a lo que efectivamente ocurrió.
No se inventa nada, solo se recuerda una verdad silenciada en la pompa imaginaria del héroe. Es una especie
de ajuste de cuentas sobre lo que significó Bolívar para la comunidad de lo que ahora es el departamento
de Nariño y su base documental principal es el libro del historiador conservador José Rafael Sañudo,
Estudio sobre la vida de Simón Bolívar (1925), del que se insertan largos párrafos como intertextos directos.

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Rosero no quiere acabar con el mito de Bolívar, sino decir lo que realmente ocurrió, como lo expresó en
una entrevista: “No es mi propósito desmitificar a Bolívar. Solamente decir la verdad, respecto de una
mentira que se ha prolongado e hinchado durante 200 años” (Neira, 2012).
Para que la contundencia de estos planteamientos sea efectiva y no se refiera a una simple retaliación,
La carroza de Bolívar es también una novela sobre el Carnaval de Blancos y Negros, que es una gran fiesta
colectiva de desenfado, libertad, humor negro, excesos, erotismo, transgresión y puesta del mundo al revés.
El encuentro entre el Bolívar del pasado que se revela y el presente de carnaval que se vive con euforia,
desde el punto de vista de la trama, es una carroza (de ahí el título de la novela) que elaboran unos artesanos
para vengar la ofensa a la que es sometida una mujer por su esposo y que tiene un gran parecido con El
Libertador, ordenada por el ginecólogo Justo Pastor Proceso y protagonista, quien escribe una biografía
sobre su vida denominada La Gran Mentira de Bolívar o el mal llamado Libertador. El ginecólogo se las
ingenia para que los artesanos conviertan la carroza en la carroza de Bolívar, representando uno de los
momentos de gloria del Libertador, ocurrido el 6 de agosto de 1813 en Caracas, cuando fue recibido como
héroe, y que en la carroza aparece “uniformado y con una corona de laurel en la cabeza, sentado en su cojín
de terciopelo; y del carro tirarán doce niñas, dije niñas, no muchachas, con guirnaldas en el pelo y breves
túnicas, con ninfas. Así le gustaban a Bolívar” (Rosero, 2012: 66), que es uno de los hechos relatados por
Marx en su diatriba contra Bolívar en su célebre ensayo para la New American Cyclopedia Americana en
1858. La existencia de una carroza burlesca sobre Bolívar para mostrar en el carnaval desata la ira e
indignación de sectores diversos, que van desde las autoridades civiles, eclesiásticas y militares de la ciudad
hasta grupos de izquierda extremistas que también se sienten ofendidos, y es uno de estos últimos el que
decide matar o “ajusticiar” al doctor Justo Pastor Proceso para vengar al héroe, como un acto revolucionario
en pleno desfile de carnaval. De esta manera la novela quiere plantear que a la hora de defender el honor
patrio respecto de la historia oficial, Bolívar da para todo: desde los sectores más retardatarios afiliados al
partido conservador que lo utilizaron como estandarte para las ideas de justicia, unidad y orden, los radicales
liberales que defendieron sus ideales independentistas en siglo XIX, vinculados a las logias masónicas,
hasta los más extremistas revolucionarios, que pretenden cambios radicales de la sociedad por la utilización
de las armas, como ha ocurrido en Colombia.

4. Conclusiones

En la novela colombiana contemporánea existe un creciente interés por abordar diversos aspectos
relacionados con Simón Bolívar, como una forma de indagación y revaloración de nuestra memoria e
identidad cultural, que ha servido para desmitificar y humanizar al héroe de la historia oficial y proponer el
discurso literario de ficción como alternativa más sugestiva de acercarse al pasado.
Las novelas referidas y comentadas en esta ponencia presentan una visión compleja del héroe a través
de la imaginación, revelando aspectos desconocidos de Bolívar que enriquecen el acervo cultural y hacen
aportes valiosos a la llamada novela histórica en Hispanoamérica.
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Referencias bibliográficas

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Colección Pensamiento.

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Novelas colombianas sobre Simón Bolívar


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