Resumen Konetzke, América Latina Cap VII y VIII

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Resumen Konetzke, Richard: América Latina.

La época colonial

Capítulos VII y VIII

7. LA IGLESIA Y LAS MISIONES

La iglesia eclesiástica en la América española y portuguesa no se puede


considerar como un sector separado del desarrollo general, sino que se debe
tomar en cuenta la relación entre el Estado y la iglesia.

a) La iglesia y el Estado

El descubrimiento y la conquista de América se efectuaron bajo la dirección del


Estado y no obedecieron a una iniciativa eclesiástica, pero el cometido misional
señalado por el pontífice romano a los monarcas implicó una importante
participación de la Iglesia en la organización de la vida americana bajo el dominio
europeo, teniendo como elemento más fuerte el poder político. Fernando el
Católico había sentado las bases para una iglesia nacional en la América
hispánica.

El Consejo de Indias, por el fundado, se convirtió en la máxima autoridad estatal


también para los asuntos eclesiásticos, prosiguió la división territorial de la Iglesia
en América. Para demostrar más autoridad la corona española ejercía dominios
cada vez más amplios de la vida eclesiástica americana, teniendo roces con la
iglesia. Las colonias dieron más subordinación a la Iglesia que al poder estatal,
entró en conflicto con otras autoridades acerca de sus atribuciones, la Corona
presentó muchas dificultades al imponer autoridad sobre el clero americano.

Las polémicas prosiguieron, en el Consejo de Indias había conciencia de que


quitar las doctrinas a los religiosos constituiría un escándalo y que a los indios les
traería más males qué bienes. Esta América es enteramente eclesiástica, y en ella
más imperio tiene un cura que todo el brazo del rey.

b) Órdenes religiosas y misiones

Si bien en las colonizaciones ibéricas el Estado se hizo cargo, en una amplísima


medida, de la organización de la Iglesia y ejerció una autoridad casi papal sobre la
misma, esta situación derivaba principalmente del cometido de evangelizar a los
infieles. La Iglesia Católica no estaba preparada para una, expansión misional tan
grandiosa como la exigida por los descubrimientos en ultramar. Los monarcas
hispánicos respecto de los indios son padres, maestros y predicadores
evangélicos

Cortés creía que, si se disponía del número suficiente de intérpretes y misioneros,


en breve muchos o todos los indios abrazarían el cristianismo. El conquistador de
México no dispuso que se efectuaran simulacros masivos de bautismo. Pero
ordenó que se destruyeran las deidades aztecas y en su lugar se levantaran
cruces cristianas.

Hacer que un joven indio bien dotado aprendiera a leer y escribir y se formara
como catequistas para el adoctrinamiento religioso de los demás nativos. Los
encomenderos debían además abastecer las iglesias y proporcionar a los
párrocos su sustento. Ejercían asimismo una vigilancia sobre la actividad pastoral
y debían dar parte al prelado competente en caso de incuria por parte del párroco.
Los españoles se esforzaron, más bien, por impedir la catequesis de sus indios
para que ese adoctrinamiento no redujera la jornada laboral.

Pronto la evangelización se extendió por gran parte del territorio americano. No es


posible tratar aquí con mayor exactitud los métodos y resultados de las misiones,
así como la trascendencia general de las órdenes religiosas en el Nuevo Mundo.

c) Asentamientos misioneros y estados misioneros

Las órdenes misioneras adquirieron una importancia especial en la historia de


América porque procuraron abrir nuevos caminos en la colonización y dominación
de los países descubiertos en ultramar. Los frailes comenzaron por apelar
apasionadamente a la conciencia de los colonos, pero no lograron cambio alguno
en su conducta, y también las medidas que intentó la corona en salvaguarda de
los indígenas se mostraron ineficaces. Bajo estas impresiones, surgió la idea de
que había que buscar nuevos caminos y formas para la colonización.

De este movimiento derivó el incentivo moral necesario para determinar la relación


entre europeos y aborígenes americanos, dio por resultado la reforma católica y la
protestante. La evangelización de los aborígenes se llevaría a cabo siempre y
cuando en ese territorio no pusieran la planta otros españoles. La creación de
territorios misioneros aislados y su conquista pacífica, podían parecer ventajosas
también desde el punto de vista de la política colonial.

Cuando los indios estuvieran suficientemente adoctrinados en la fe cristiana y


supieran hacer uso de su libertad, podía inducírseles paulatinamente a tener trato
con los españoles. La reserva misionera pues, no debía mantenerse
perpetuamente aislada de los asentamientos europeos, como autoridades
seculares se debía mantener a los caciques, que ejercerían sus facultades cómo
hasta entonces pero reconociendo la soberanía del rey de España.

D) La inquisición

Con la iglesia llegó también al Nuevo Mundo la Inquisición española y portuguesa


los Reyes Católicos, conscientes de su cometido evangélico, quisieron, velar para
que ninguna persona cuya ortodoxia fuera dudosa arribara a las Indias y
entorpeciera, de alguna manera, la conversión de los aborígenes a la verdadera fe
católica. Prohibieron, por ende, a judíos, protestantes y penitenciarios la partida
hacia América.

Se exigía de aquéllos que demostraran descender de cristianos viejos y probaran


su limpieza de sangre. Quien ocupaba un carga en la Inquisición tenía derecho a
la misma consideración social que un hidalgo. Los familiares disfrutaban de
codiciados privilegios. En las causas penales, salvo tratándose de determinados
delitos, no estaban sujetos a los tribunales ordinarios; quienes iniciaban su
proceso eran los inquisidores. Los colonos en América no sintieron el
establecimiento de la Inquisición como opresivo para su libertad personal; el Santo
Oficio, por el contrario, era francamente popular.

Leyes del Estado vedaban su ingreso a la América española, y a las autoridades


reales les incumbía la expulsión de los inmigrantes clandestinos. La inquisición
logró impedir que se difundiera el protestantismo en la América hispánica, n
ninguna parte se llegaron a formar comunidades protestantes.

8) La explotación económica de los imperios coloniales español y


portugués.

a) La política económica del Estado

Las fuerzas expansivas, económicas y políticas que impulsaron a España y


Portugal al descubrimiento y conquista de regiones ultramarinas, determinaron
también la conformación de ordenamiento económico en el imperio colonial
americano. Se desarrolló un capitalismo colonial que veía posibilidades de
beneficio en el oro, la plata, perlas y otros productos preciosos del Nuevo Mundo,
al principio también en la adquisición de esclavos.

Las crecientes necesidades fiscales de los Estados ocasionadas por las empresas
en ultramar, los aprestos militares y la burocratización administrativa movieron a
los monarcas a asegurarse una parte en las ganancias de las expediciones
transoceánicas que se efectuaban con su autorización y respaldo. La economía
privada debía quedar excluida, nadie debía adquirir oro u otras mercancías para
sí.

Pero no era posible conservar este monopolio comercial de la corona, los


españoles, que trabajaban duramente en la isla y tenían que luchar contra los
indios, se rebelaron contra él. Los reyes, que tampoco podían sufragar los altos
costos de nuevas expediciones descubridoras tuvieron que dar parte en las
colonizaciones a la economía privada. En 1495 permitieron, a todos los súbditos
suyos deseosos de hacerlo, que se trasladaran libremente a las islas descubiertas
y les adjudicaron tierras gratuitas. Los inmigrantes podían reservar para sí la
tercera parte del oro que obtuvieran en minas y lavaderos, el resto había que
entregarlo a las autoridades.

Por lo común, la corona concedía a sus súbditos el derecho a explotar libremente


las riquezas del subsuelo, pero debía entregar a la corona un quinto del producto.
Este monopolio orientado al lucro influyó poderosamente sobre la vida económica
de las colonias.

Al igual que en la América española, también en Brasil debía entregarse a la


corona la quinta parte del oro extraído. Los derechos de aduanas y a las ventas
constituían también en la América lusitana una pesada carga.

Aunque las monarquías española y portuguesa fomentaron mediante algunas


medidas el desarrollo económico de las provincias americanas, el interés
financiero de la metrópoli fue siempre, sin embargo, el elemento preponderante y
decisivo.

b) La búsqueda de riquezas en tierra firme y en el mar Actividades


mineras

La explotación de las riquezas fue en lo que más atrajo a los españoles hacia el
Nuevo Mundo. Al iniciarse la conquista de una región existía la posibilidad,
ciertamente, de adquirir oro y plata por medio del trueque con los aborígenes o el
saqueo, los habitantes de la América precolombina sabían extraer y labrarlos
metales, pero a lo largo de los siglos cayó pronto totalmente, o en su mayor parte,
en manos de los españoles. Sólo trabajando se podía obtener más oro.

Se fueron descubriendo diferentes yacimientos de minerales y la corona explotaba


todo recurso y mano de obra a su alcance, los mares reflejaban un tesoro para la
corona por todos los recursos que podían encontrar. La extracción de recursos en
América duro hasta que no quedaba nada y en ese momento comenzaban a
buscar nuevos lugares para poder extraer.

c) Agricultura y ganadería
Por la falta extrema del abasto de víveres los emigrantes ibéricos se dedicaron al
cultivo del suelo explotaciones agropecuarias. Donde existía una población
aborigen sedentaria, los colonos evitaban en lo posible trabajar con sus propias
manos y dejaban a cargo de los indios la labranza, los españoles se sustentaban
en lo fundamental, con la producción agraria de las comunidades indígenas.

Cuando los indios satisfacían sus tributos en metales preciosos o en efectivo, los
españoles pronto se dieron cuenta que eran insuficientes los medios de
subsistencia, puesto que los aborígenes ya no consideraban necesario cultivar los
campos o criar ganado más allá lo necesario para su propio consumo.

Las explotaciones agrícolas españolas, dedicadas por lo general hasta entonces al


cultivo de trigo y la ganadería, se vieron precisadas a ampliar su producción y
pudieron contar con buenos ingresos ya que la competencia de los baratos víveres
indígenas desapareció en gran medida. Se dio un comercio interamericano más
intensivo, sobre todo entre zonas climáticas dispares, trajo aparejada una mayor
salida de los productos agrícolas.

Los españoles introdujeron tempranamente cereales y hortalizas europeos en las


comarcas y plantaron los frutales que ya conocían en su patria. La aclimatación de
plantas útiles del Viejo Mundo presentó no pocas dificultades. La caña, la
aceituna, el tabaco y la uva fueron las plantaciones principales para los españoles.

El Nuevo Mundo proporcionó a Europa estimulantes hasta entonces desconocidos


para ella y que procuraron considerables ingresos comerciales a los países
coloniales. El cacao, que entre los indios de la región andina era un artículo
alimenticio básico se convirtió en España y otros países europeos en una bebida
muy en boga.

Con aún mucha mayor rapidez que las plantas introducida se propagaron los
animales domésticos europeos por el nuevo Mundo. Caballos, vacas, ovejas,
cerdos, cabras, asnos, peros gatos, aves de corral y otros géneros de animales
domésticos hicieron, junto a los españoles la travesía hacia las posesiones de
ultramar.
d) Actividades industriales

El surgimiento de artesanías y manufacturas en las colonias de ultramar no se


ajustaba a la política económica general que seguían las metrópolis. Pero,
asimismo, entre los emigrantes que iban hacia América apenas existía una
inclinación a ocuparse de los trabajos industriales.

El inicio y desarrollo de cualquier tipo de producción industrial no constituyeron


fuerzas impulsoras de las colonizaciones española y portuguesa. La ciudad, en el
espacio de la colonización ibérica, no fue en el sentido económico una urbe
industrial, sino una ciudad, de consumidores en la que los funcionarios y
empleados públicos vivían de sus sueldos y los encomenderos gastaban los
tributos de sus indios asentados en los alrededores. Además, la capa más amplia
de los vecinos se dedicaba a la agricultura y la ganadería, de suerte que, en
buena medida, eran ciudades de labradores.

Surgieron los diversos oficios, en los cuales, junto a hombres de origen europeo,
trabajaban indios, negros y mestizos. La demanda de mano de obra en las
artesanías urbanas dio pie a una mayor integración económica de poblaciones
racialmente diferentes. Los distintos oficios se organizaron en gremios. A solicitud
de los gremios respectivos y en interés de los consumidores urbanos, los Cabildos
promulgaron las diversas ordenanzas gremiales, que requerían su confirmación
por las autoridades reales.

Cuanto mayor era la importancia y la confianza al servicio del bien público que un
gremio podía hacer valer, tanto mayor era su demanda de estimación social. Con
este fundamento, sus ordenanzas gremiales vedaban a negros, indios, mestizos y
mulatos la admisión al examen de maestría y sólo a los mestizos les permitían el
aprendizaje y el trabajo como oficiales.

Estaba en el interés del Estado que el consumo aumentara lo más posible y que
todos los habitantes tuvieran una ocupación y disfrutasen de una existencia
llevadera. Para elevar el poder adquisitivo había que acrecentar la producción del
país.
e) La importancia económica del comercio

El comercio era la principal fuerza motriz económica en las colonizaciones


ultramarinas y siguió apareciendo, en lo sucesivo, como el valor económico más
alto de una dominación colonial. La unificación de las coronas española y
portuguesa a partir de 1580 favoreció el establecimiento de esas conexiones
comerciales no autorizadas.

El comercio colonial a grandes distancias, que requería la inversión de cuantiosos


capitales, dio por resultado la formación de sociedades comerciales en las que se
mancomunaban para tal o cual viaje comercial financieros, mercaderes viajeros y
armadores de barcos. Más tarde surgieron aquí sociedades mercantiles
privilegiadas que recibieron de la corona determinados monopolios comerciales y
ejercieron en su calidad de corporaciones permanentes con capital colectivo, esas
prerrogativas ciertamente a menudo se sometieron al Consejo de Indias proyectos
para la creación de sociedades comerciales privilegiadas.

En beneficio y para el mantenimiento del comercio el gobierno español introdujo


también en América la Institución de los Consulados que estaban integrados por
el Cuerpo del Consulado, para la gestión de su corporación; el tribunal, dedicado a
la administración de justicia y la Junta de Gobierno creada por primera vez en
americano que debía fomentare el desarrollo general de la economía y el
establecimiento de relaciones comerciales.

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