Sitio Arqueologico de Sacsayhuaman
Sitio Arqueologico de Sacsayhuaman
Sitio Arqueologico de Sacsayhuaman
TECNOLOGICO PRIVADO
ANTONIO LORENA
CUSCO, PERU
2021
DEDICATORIA
Por ello el trabajo se divide en tres capítulos; el primer capítulo presenta sobre .e
aspectos generales de Saqsayhuaman como antecedentes históricos ubicación
geográfica, etc.El segundo capitulo es un tema acerca de la arqueología de
parque arqueológico ya mencionado y por último el tercer capítulo consta de los
puntos, estructura de un guiado en un orden
LOS AUTORES
INDICE
PORTADA
DEDICATORIA
INDICE
INTRODUCCION
CAPITULO I
ASPECTOS GENERALES
1.1 Etimología 6
1.2 Síntesis histórica
1.3 Teorías acerca de la construcción 7
1.4 Ubicación 8
1.5 Accesos
1.6 Extensión
1.7 Temperatura
1.8 clima
CAPITULO II
ARQUITECTURA
2.1 Las terrazas y muros perimetrales de la colina 9
2.2. Las grandes unidades constructivas del Sector de 1
Muyukmarca 1
2.3 Huacas y plataformas
2.4. Las construcciones de la Plataforma A 1
4
2.5. La Plataforma B y el Edificio de los Torreones 1
6
2.6 La construcción de la ladera Sur. 2
0
2.7 Reconstrucción del piso superior del Edificio de los 2
Torreones 1
CAPITULO III
DISTRIBUCION
3.1 Los torreones 2
7
3.2 Grupo de recintos 2
8
3.3 Los Baluartes 2
9
3.4 Rumipunco 2
9
3.5 Las puertas 2
9
3.6 Muralla, andenes y acueductos 2
9
3.7 Rodadero o suchuna 3
0
3.8 Kusilluj Jinkinan
3.9 Warmi kajchana
3.1 El baño del inca
0
3.1 A manera de anfiteatros
1
3.1 Chicanas 3
2 1
3.1 El trono del inca
3
3.1 La piedra cansada 3
4 2
CONCLUSION
REFERENCIA
ANEXOS
CONCLUSION
REFERENCIA
ANEXOS
CAPITULO I
6
Yupanqui o Pachakuti. Luego fue continuada durante el gobierno de su hijo Túpac Inka y
concluida con Wayna Qhapaq.
Aunque en realidad esta monumental obra no estuvo concluida al cien por ciento ya que
fue interrumpida por la llegada de los conquistadores, aunque ya cumplía las funciones
para las cuales fueron edificadas .Según inca Garcilaso de la Vega, fueron cuatro los
ilustres constructores (Alarifes) que dirigieron sucesivamente la obra . Del más antiguo al
más reciente, estos personajes fueron Apu Huallpa Rimachi, Inca Maricanchi, Acahuana
Inca y Callacunchuy.
El Dr. Luis Barreda Murillo insistía en afirmar que la probable técnica aplicada en
Saqsayhuaman, era la técnica Griega de “palo y ligadura”, aunque no explica al detalle en
qué consistía .Presumimos que se hacía moldes con palos y sus respectivas
amarraderas, para tener, para tener las dimensiones de los espacios vacíos en los
muros, para luego ser reemplazadas por piezas reales de piedra. Según Agurto Calvo,
para conseguir un amarre perfecto, lo cual resulta difícil, se debió a requerir del ajuste y
reajuste de su forma “era forzosa probarla muchas veces “, tal como lo recordaba el
padre Acosta (Augurto; 1987; 136). Lo que algunos lo conocen con el nombre técnico de
“ensayo error”, en algunos lu8gares en las excavacio0nes arqueológicas al costado de
los muros .En los sondeos de los cimientos que realizo el patronado de Arqueología, se
pudo determinar que luego de colocados los bloques se continuaba puliendo y retocando
la parte exterior del muro y junto a este trabajo en la base se halló : a) que no tienen
cimentación los bloques que forma el parámetro ,y b) fragmentos pequeños de roca
caliza y un polvillo gris ,fruto de los trabajos de revoque in situ de los bloques (Barreda ;
200799-100).Lo que demostraría que los acabados se realizaban en los mismos muros
.en este sentido todo parece indicar que se colocaban los bloques líticos grandes de
primera hilada dejando un vacío entre cada dos de ellos .Es decir ,alternando bloques y
espacios vacíos (Agurto;1987;140).como es lógico ,luego se rellenaba los espacios
vacíos con bloques líticos con precisión tal hoy genera la admiración del mundo.
Una teoría importante a ser tomada en cuenta, que es lo opuesto a las “tentativas
sucesivas” (ensayo erro), tratada líneas arriba, es “trazar y cortar”, y fue planteada por
Vincent R. Lee, que tuvo como inspiración la construcción de cabañas con estructuras de
troncos .En Sacsayhuaman se debieron aplicar muchos métodos, pero la técnica “trazar
cortar”, es de posible aplicación almenos en teoría. Para ir detallando en que consiste
1.5 ACCESOS
Por ambos barrios existen accesos peatonales y dos vías de acceso vehicular que nos
conducen al PAS (parque arqueológico de Saqsayhuaman), Una De Ellas Inicia En La
Calle Saphy-Llaullipata y la otra en la avenida circunvalación que bordea el PAS rumbo al
valle sagrado de los inkas.
1.6 EXTENCION
El PAS como área protegida fue delimitada mediante RM.517-82 ED con una extensión
superficial de 3,098.80 hectáreas , en un perímetro de 26550metros lineales y delimitada
según R.D.N°829/INC con una extensión de 2996.756 Has , en el que se desplazan
varios sitios arqueológicos “adoratorios ,recintos,andenes,fuentes,caminos,acueductos “ y
otros.
1.7 TEMPERATURA
Fluctúa anualmente entre 7° C a 19°C, los mese más fríos son junio y julio entre 5° C a
7°C bajo cero en las madrugadas, con heladas iniciadas desde el mes de mayo.
1.8 COORDENADAS
UTM-177171.3 lm E
8504872.55m O
1.9 CLIMA
Es variado con vientos moderados fuerte insolación al medio día .Presenta 02 estaciones
muy marcadas: una seca en los meses de Abril a octubre y lluviosa con nubosidades de
Noviembre a Marzo.
CAPITULO II
ARQUITECTURA
Sin embargo, forman parte de recintos que no fueron cerrados como murallas, por lo que
deberíamos pensar que servían para fijar límites monumentales a espacios y territorios
sacralizados. La construcción de quince puertas en los muros de Saqsaywaman nos
permite intuir que el conjunto respondía a finalidades más complejas que el simple
acceso a la cumbre del cerro o su defensa militar (Arkush y Stanish 2005). La forma en
zigzag de los muros ha sido puesta en relación con la divinidad del rayo (Silva 2007),
aunque Garcilaso de la Vega, impulsado por sus motivaciones familiares, sugiere una
relación con el arco iris (Mazzotti 1996: 182). Dada la complejidad arquitectónica del
conjunto, es probable que tuviese un simbolismo religioso múltiple. La disposición alterna
de las quince puertas debía permitir complejos rituales en el acceso a la ciudadela que
sobrepasaban la mera batalla ritual o tinku que cita Pachacuti Yamqui. Aunque el
desarrollo específico de estos rituales nunca podrá ser precisado con los meros datos
arqueológicos, existen algunos paralelos que pueden sugerir el posible uso ceremonial de
los recorridos en zigzag. En particular, el que describe Garcilaso de la Vega (2004 [1609]:
134) en el interior de la gran kallanca del santuario de Viracocha en Raqchi. Tanto el
edificio como el recorrido ceremonial (vid. Gasparini y Margolies 1977: 243, 250-51) han
sido entendidos a partir de datos arqueológicos como parte de las ceremonias que allí se
realizaban en honor del gran creador (Sillar 2002: 221-246). A pesar de la dificultad que
genera el texto de Garcilaso, sabemos que la liturgia incluía un recorrido en zigzag
atravesando alternativamente ocho puertas abiertas en el muro central del edificio. En
Saqsaywaman, los muros en zigzag se prolongan en sus extremos mediante terrazas que
abrazan completamente el perímetro de la colina (Figura 2). Lo que coincide con la
descripción de las «tres cercas» que escribió Garcilaso (2004 [1609]: 483). El resultado
es una gran meseta rodeada por laderas construidas que dibujaba en planta un alargado
cuadrilátero irregular. Algunos muros están asociados con niveles de cronología kilke
(Rowe 1944). Las terrazas de la pendiente, actualmente cubiertas por tierra y vegetación,
descendían hasta enlazar con los barrios más altos del antiguo Cusco en la zona de la
iglesia de San Cristóbal, antiguamente denominada Qolqapata (vid. Figura 1). Allí se han
conservado los restos de un edificio que sirvió de residencia a los últimos representantes
de la estirpe real inca. Los muros del «palacio» se prolongan por la ladera con
estructuras, canales y terrazas agrícolas hoy interrumpidas por la carretera asfaltada que
sube al cerro (Valencia 1984). Incluye dos caminos incas que ascendían hacía
Saqsaywaman («1» y «2» en la Figura 1). Si a todo ello añadimos que el topónimo de la
zona responde a la antigua presencia de almacenes agrarios (qolcas) en este sector de la
ciudad y la noticia de la existencia en este lugar de andenes rituales reservados para el
cultivo ceremonial, podemos concluir que las terrazas de la ladera del cerro fueron la
solución de continuidad que enlazaba Saqsaywaman con el centro urbanizado del Cusco.
Así, la colina rodeada completamente de terrazas era visible desde todo el valle como un
zócalo escalonado coronado por los edificios levantados en su cumbre.
La cumbre de Saqsaywaman (Figura 3) nos aparece hoy en día como una colina
transformada por la acción humana. Sin embargo, antes de ser completamente ocupada
por terrazas y construcciones, presentaba un aspecto muy diferente; era una cresta
rocosa irregular que dominaba la cabecera del valle (Kalafatovich 1970). Las grandes
rocas que todavía hoy emergen entre los restos arqueológicos son testimonio de ello.
Antes de asentar los cimientos de los edificios, fue necesario construir terrazas y muros
destinados a estabilizar las pendientes del cerro y regularizar la superficie horizontal de
su cumbre con un aporte masivo de tierras. El espacio fue organizado sobre la base de
dos grandes plataformas (A y B) sostenidas por muros de contención. Cinco grandes
elevaciones rocosas consideradas elementos sacros fueron integradas en el sistema de
terrazas. Las cinco fueron trabajadas y sirvieron de soporte a pequeñas construcciones
organizadas en torno a espacios descubiertos que rodeaban las rocas. La primera de las
rocas trabajadas («R-1» en la Figura 3) se sitúa en el extremo oeste de la colina, a
espaldas de los muros en zigzag. Los restos conservados y las improntas labradas en la
roca dibujan la planta de un conjunto de habitaciones adosadas a la roca, que dan forma
a dos patios cerrados («A» y «B» en la Figura 4, con los restos arqueológicos y su
restitución). La calidad de la mampostería empleada en la construcción, los
enterramientos descubiertos en sus inmediaciones (Paredes 2007: 243) y la presencia de
una fuente en el interior de uno de los patios (el B) permite atribuir una función religiosa y
ceremonial a este conjunto arquitectónico (Van de Guchte 1999; Staller 2008).
La fuente está situada junto a una profunda hendidura en la roca que daba acceso a un
sistema cárstico subterráneo que se extiende por debajo de las construcciones incas. La
hendidura fue transformada en una galería («G» en la Figura 4) y sus paredes revestidas
por muros de fina mampostería regular. Es bien conocida la importancia que juegan las
cuevas en los mitos andinos de origen, común con otras culturas americanas como la
mexica (Limón Olvera 1990). En nuestro caso, su asociación con una fuente de agua
refuerza el valor religioso de este conjunto (Sherbondy 1995).
11
A
cincuenta metros de distancia de este primer conjunto se sitúa la segunda roca que
afloraba en la superficie de la colina («R-2» en la Figura 3). Aunque esta zona no ha sido
completamente excavada, es evidente su posición y su relación con un grueso muro (1,5
m de anchura) en forma de «T». La tercera y cuarta rocas («R-3» y «R-4» en la Figura 3)
se sitúan en el interior de la Plataforma A. La primera es un bloque de gran desarrollo
vertical y, por ello, los edificios construidos en su entorno fueron organizados en dos
niveles superpuestos. En cambio, la segunda es una roca plana que aflora en la zona
central y más elevada de la Plataforma. Su posición sirvió para fijar el límite de la Plaza
Ceremonial (el «podio» en la Figura 3). En realidad, la zona rocosa que aflora
irregularmente en el centro de la colina fue rodeada por muros de contención para
transformarla en una extensa plataforma (la Plataforma A) con la forma de un trapecio
irregular (vid. Figura 5, más adelante). En su interior se construyeron cinco edificios
independientes destinados a usos religiosos y representativos, asociados con las rocas
que afloraban en esta parte de la colina. El espacio libre entre los edificios fue
regularizado y destinado a actividades artesanales de producción de objetos de prestigio,
cuyos restos han aparecido en las últimas excavaciones (en 2011). La Plataforma A sirvió
para construir cinco edificios. En cambio, la Plataforma B albergó un solo edificio unitario
del que se conservan sus cimientos (Edificio de los Torreones). Éstos dibujan tres
cuerpos compactos, uno de ellos circular, que probablemente corresponden a los
«torreones» mencionados por Garcilaso de la Vega (2004 [1609]: 485-488) 6. Las dos
plataformas construidas fueron complementadas con tres plazas. La mayor de ellas era
un gran espacio rectangular situado entre las dos plataformas (Plaza Ceremonial). Por
otra parte, delante de la fachada sur del Edificio de los Torreones se construyó una
pequeña plaza rodeada por construcciones (Cancha Sur). Finalmente, a espaldas de los
muros en zigzag se delimitó una plaza de planta romboidal destinada probablemente a
albergar unos jardines sacros (Plaza Romboidal). Para crear el espacio de la Plaza
Ceremonial y de la Cancha Sur fue necesario construir dos cuerpos de edificación
apoyados en las terrazas escalonadas que descendían por la Ladera Sur de la colina
(«Ladera Sur» en la Figura 2). Las tres plazas estaban comunicadas por pasillos y
corredores que sirvieron para organizar las circulaciones entre las plataformas y los
edificios construidos sobre la colina. Finalmente, levantada más de cuatro metros
respecto a los edificios de su entorno y situada en el extremo suroeste de la Plataforma
B, se encuentra la quinta y última gran roca («R-5» en la Figura 3). Presenta signos de
haber sido trabajada y conserva algunos restos de los muros que se adosaron a sus
paredes verticales. Aunque es difícil reconstruir su antigua forma, los datos permiten intuir
que estuvo rodeada de construcciones y que funcionaba como una plataforma elevada
situada en un punto estratégico de la colina. Carecemos de indicios seguros para ubicar
la escalera que permitía acceder al espacio superior.
La posición de las cinco rocas condicionó el trazado de los muros de contención que
delimitan las dos grandes plataformas, el trazado de la Plaza Ceremonial y la posición de
la Cancha Sur. Disponemos de tres argumentos arqueológicos para afirmarlo: en primer
lugar, el trazado de los muros en zigzag fue definido a partir de la posición de las tres
primeras rocas; en segundo lugar, los muros que delimitan la Plataforma A se apoyan en
las rocas tercera y cuarta; en tercer lugar, la Plataforma B que sostiene el Edificio de los
Torreones tuvo que ser encajada en el espacio triangular que quedaba entre las rocas 3,
4 y 5. En el caso de las rocas 1, 3 y 5, su gran desarrollo vertical hizo que las estructuras
adosadas fuesen ganando altura hasta formar una construcción con varios pisos
superpuestos. El principio estructural fue la combinación de obra construida con las
paredes de la roca trabajada. Se trata de una arquitectura mixta que conocemos bien en
diferentes yacimientos del entorno del Cusco, como Quenqo, Laqo, Inkiltambo, Rumiwasi
o Pucapucara, todos ellos lugares de culto generados en torno a una huaca o
manifestación natural percibida como una presencia sobrenatural. La mayor o menor
importancia de la huaca determinaba la mayor o menor importancia de las construcciones
adosadas a la roca y los espacios generados para el desarrollo de las actividades
religiosas (Meddens 1997; Staller 2008). La persecución de los cultos ancestrales
andinos acometida por la administración española civil y religiosa, la conocida
«Extirpación de Idolatrías» (vid. Duviols 1977), se ensañó particularmente en la
destrucción de estas construcciones. Desaparecidos los muros, sólo nos han quedado
improntas en la roca que no siempre permiten una lectura arqueológica clara (Staller
2008: 296). Así, no siempre es posible distinguir entre el término general de huaca, o
lugar religioso de carácter genérico, el más restringido de ushnu, o plataforma dedicada a
la realización de sacrificios, en particular líquidos, y el específico de intiwatana u
observatorio solar provisto de un gnomon que permitía fijar las observaciones en el
horizonte. En el caso de la Roca 1, la combinación de enterramientos, fuente y cueva
subterránea en una construcción con dos patios y varias habitaciones, nos permite
suponer que estamos ante una auténtica huaca dotada de personalidad religiosa propia y
que contaba con personal dedicado a su servicio. Los datos son más ambiguos en el
caso de las rocas 2, 3 y 4. Sólo la Roca 5 aporta datos para su reconstrucción como una
plataforma elevada destinada a la observación de los fenómenos naturales. Al igual que
los grandes apus que dominan el horizonte lejano o los rasgos del paisaje que coinciden
con la orientación de los eventos cíclicos del firmamento (Urton 1981a; Ziółkowski y
Sadowski 1989; Gullberg 2009), las rocas podían ser percibidas como manifestaciones
sobrenaturales. De hecho, en los yacimientos incas son frecuentes los bloques rocosos
que han sido respetados en el trazado de muros y terrazas, sin que podamos atribuir una
explicación funcional a dicha circunstancia (Van de Guchte 1990). Con más razón aun, en
la construcción de Saqsaywaman se debió observar una respetuosa atención a las rocas
singulares. Como hemos visto, la forma, posición y dimensiones de cinco de ellas
condicionó la disposición de las grandes plataformas destinadas a sostener los edificios
del conjunto arquitectónico.
A Los restos del Edificio 1 forman un tejido complejo de muros y cimentaciones con
diferentes orientaciones. Dibujan varios recintos aproximadamente rectangulares que
forman un patio a varios niveles entorno a la Roca 3. El edificio contaba con un segundo
piso construido con bloques de andesita. El arrasamiento que han sufrido las estructuras
nos impide conocer con detalle su forma. Con todo, la pared rocosa ha conservado
numerosas improntas de los muros que delimitaban el patio, por lo que es posible
proponer una posible reconstrucción del mismo (Figura 5, «1»). El edificio número 2 se
construyó sobre la superficie rocosa que aflora en el centro de la Plataforma A (Roca 3).
Sólo se ha conservado una parte de sus cimentaciones. A pesar de ello, es posible
restituir una retícula de nueve celdas que delimitan un edificio de planta cuadrada. Dado
el reducido tamaño de las celdas, la irregularidad de su trazado, el grosor de los muros
(1,5 m) y la ausencia de pavimentos, podemos deducir que estamos ante un zócalo de
cimentación que incluía tirantes destinados a estabilizar los rellenos de tierra que
sostenían el edificio sobre la superficie rocosa. En nuestro caso, debemos suponer que la
planta principal del edificio estaba formada solamente por uno o dos espacios con un
importante desarrollo vertical. Si además tenemos en cuenta la forma cuadrada de su
planta, podemos imaginar su alzado como una torre similar a las representadas en las
maquetas incas del museo arqueológico del Cusco (Agurto 1987: 274, 275 y 281; vid.
Figura 5); dotadas de una importante puerta monumental, disponían además de un piso
superior con ventanas y cubierta plana con un gran alero. El edificio número 3 es un
edificio rectangular que ha perdido completamente su fachada norte. Dos muros internos
dividían su interior en tres celdas de tamaño similar. El edificio número 4, a diferencia de
los dos anteriores, presenta una planta mucho más compleja. La parte norte abraza un
espacio descubierto («zt» en la Figura 5) que llegaba hasta los muros del Edificio 1. Ésta
es una de las zonas de trabajo artesanal documentadas por las excavaciones
arqueológicas. La parte sur, en cambio, se levanta sobre el podio que limita la Plaza
Ceremonial. Finalmente citaremos la existencia de un último edificio (el 5) construido
sobre la Plataforma A.
En conclusión, los datos arqueológicos permiten reconstruir una serie de «torres» que
dominaban funcionalmente el espacio de la Plaza Ceremonial. Dado su reducido espacio
interior y la importancia de sus cimentaciones, tenemos que pensar en una función
representativa, tal vez asociada con su posición de dominio visual respecto a la plaza.
Pudieron alojar objetos de prestigio religioso y por tanto político, que habrían sido
exhibidos en ocasión de las fiestas y celebraciones que tenían lugar en la plaza.
Sabemos que entre esos objetos se contaban los ídolos que pertenecieron a pueblos
conquistados, algunos objetos excepcionales que expresaban un carácter sobrenatural,
fardos funerarios de personajes relevantes, etc. Estos edificios, a pesar de su aparente
simplicidad, fueron construidos siguiendo un sistema de relaciones espaciales complejas.
Dado el terrible estado de destrucción en que se encuentran, es muy difícil reconstruir las
motivaciones paisajísticas, astronómicas o simplemente funcionales que determinaron
estas relaciones complejas.
Si consideramos las características estructurales de los cimientos del edificio, vemos, por
una parte, una serie de muros de gran tamaño que por su grosor (en torno a 1,5 m)
pueden ser descritos como «muros estructurales». Fueron construidos sobre potentes
cimentaciones y creemos que sirvieron para dibujar las líneas principales de los distintos
cuerpos de edificación que formaban el edificio. Permiten distinguir el perímetro de los
dos torreones rectangulares (T-1 y T-2) y la forma circular del torreón circular (T-3). Estos
muros enlazan constructivamente unos con otros formando una red continua que se
extiende sobre la superficie rigurosamente nivelada de la Gran Plataforma. En segundo
lugar, tenemos una serie de muros secundarios de menor grosor (ca. 0,8 m) que, en
general, carecen de una cimentación diferenciada del propio muro. Desde el punto de
vista arqueológico, se adosan a los muros estructurales y fueron realizados en una
segunda etapa del proceso constructivo. Son de poca longitud (en torno a los 2-3 metros)
y sirvieron para completar la distribución de las habitaciones interiores. Las
cimentaciones del torreón número 1 se identifican con claridad en la zona norte de la
plataforma: dibujan una parrilla formada por pequeñas habitaciones cuadradas
organizadas simétricamente en torno a un pasillo central. El torreón está asociado con un
patio cuadrado («Patio 1» en la Figura 6) desde donde se accedía al pasillo y a partir de
este a las cámaras interiores. Se dibuja así un sistema cerrado y fácilmente controlable
desde un solo acceso central que encaja bien con las noticias coloniales acerca de la
presencia de almacenes en Saqsaywaman. Es cierto que el sistema de almacenaje de la
producción agrícola que se guardaba en las qolcas se basaba con frecuencia en la
repetición de células aisladas, tanto de planta rectangular como circular (Raqchi, Pumpu,
Huanuco Pampa...). Pero también es cierto que, en otras ocasiones, las cámaras de
almacenaje se integran en edificios de carácter masivo basados en la repetición modular
de recintos. En el caso de Saqsaywaman, estos paralelos no resultan significativos ya
que las fuentes coloniales (Sancho de la Hoz 1962 [1534]: 91) hacen referencia al
almacenamiento «de armas, porras, lanzas, arcos, flechas, hachas, rodelas, jubones
fuertes acojinados de algodón, y otras armas de diversas maneras, y vestidos para los
soldados», objetos cuya gestión se aleja de las condiciones que imponía el almacenaje
de productos alimenticios. El Patio Cuadrado (Patio 1), con sus dependencias alargadas,
sería el espacio complementario idóneo para la manipulación de los bienes almacenados
en las cámaras cuadradas. Los cimientos del segundo «torreón» («T-2» en la Figura 5)
se reconocen en el extremo oeste de la plataforma B. Se han conservado in situ algunos
bloques de la primera hilada de sus paredes. Debía tratarse de un edificio de altísima
calidad constructiva a juzgar por la calidad del acabado de los bloques escuadrados de
andesita, que presentan sus caras vistas pulidas y constituyen la única documentación
disponible para imaginar los alzados arquitectónicos del edificio. Estos restos dibujan dos
puertas interiores y una que se abría en la fachada del edificio. Disponemos además de
los muros secundarios, perpendiculares a los muros estructurales, que sugieren la
división del interior en pequeñas habitaciones similares a las que hemos reconstruido en
el Torreón 1. Teniendo en cuenta todo ello, podemos restituir la planta baja del edificio
como un sistema de pequeñas habitaciones interconectadas y accesibles desde el
exterior a través de una sola puerta. Nuevamente, nos encontramos con una
configuración arquitectónica idónea para su utilización como espacio de almacenamiento
de objetos y bienes.
El tercer «torreón» es el célebre edificio circular identificado por las fuentes escritas («T-
3» en la Figura 6). Está formado por tres muros circulares concéntricos que delimitan una
cámara interior de 9 m de diámetro y dos anillos, también circulares, de 1,5 y 1,8 m de
anchura. El último muro circular se prolonga con muros que enlazan con los cimientos de
los torreones rectangulares, de modo que todo el conjunto estaba englobado en una
construcción unitaria que se extendía ocupando toda la plataforma. A la hora de
reconstruir el interior del Torreón Circular contamos con una serie de muros secundarios
(tirantes) perpendiculares a los muros curvos. Están asociados en parejas y flanquean los
restos de cuatro pequeños conductos de agua que nacen del espacio central y que se
dirigen hacia el exterior del edificio. Dado que el mantenimiento de los canales debía
exigir el acceso a los mismos para su limpieza o reparación, tenemos que suponer que su
posición corresponde a pasillos de circulación fácilmente accesibles. Si restituimos estos
pasillos, vemos que la planta baja del Torreón Circular se convierte en un pequeño
laberinto formado por espacios curvos y pasillos rectos que conducía al centro del torreón
mediante varios recorridos alternativos (Figuras 7 y 8).
Los conductos hidráulicos han sido considerados como una prueba de que el espacio
central era un reservorio de agua (Valcárcel 2007 [1934]), que debería corresponder a la
fuente que cita
18Garcilaso en el Edificio de los Torreones: «había una fuente de mucha y
muy buena agua, traída de lejos, por debajo de tierra» (2004 [1609]: 485). Desde nuestro
punto de vista, la existencia de la fuente en el espacio central del torreón es incompatible
con su interpretación como reservorio (en el sentido de un depósito de agua).
En este punto, algunas características de los canales nos pueden ayudar a proponer una
interpretación diferente. Existe un detalle constructivo asociado con el extremo final de
uno de los conductos («c-1» en la Figura 6) que sugiere una interpretación distinta.
Después de atravesar una de las paredes estructurales que delimitan el torreón circular,
el conducto sale a 30 cm de altura sobre el suelo. En ese punto, la boca del conducto se
convierte en un pequeño orificio de apenas 3 cm de diámetro. Si además tenemos en
cuenta los restos de un pequeño depósito abierto (40 x 40 cm de lado), situado debajo de
dicho orificio, podemos concluir que el conducto alimentaba una pequeña fuente
dispuesta en un pasillo del edificio. Otros cuatro conductos similares procedentes del
torreón circular vertían en este pasillo, aunque no han conservado el correspondiente
bloque con el característico estrechamiento del primer conducto. Estas evidencias,
consideradas conjuntamente, nos permiten reconstruir la posición de cinco fuentes que
se abrían en la pared exterior del torreón. En resumen, en el centro del espacio circular
se debería situar un punto privilegiado de distribución de agua que habría alimentado
estas cinco fuentes exteriores. Si relacionamos esta propuesta con la información
recogida en las crónicas coloniales, es inevitable situar en el centro del espacio circular la
fuente ceremonial que menciona Garcilaso de la Vega. Para llegar a la fuente, habría sido
necesario atravesar el laberinto de espacios circulares que hemos reconstruido en la
planta baja del Torreón Circular.
La planta baja del Edificio de los Torreones se completa con un conjunto de habitaciones
construidas en torno al Torreón Circular para formar las tres fachadas principales del
edificio: una hacia la Plaza Ceremonial, otra hacia la Cancha Sur y la tercera hacia los
jardines situados en la Plaza Romboidal. Estas habitaciones incluyen vestíbulos y los19
pasillos de acceso a las diferentes partes del edificio. Es posible determinar su posición
gracias a restos conservados de las pavimentaciones. Se ha podido identificar el
vestíbulo de acceso al edificio desde la Plaza Ceremonial («Vest.» en la Figura 6), el
pasillo de acceso a la Cancha Sur («b» en la Figura 6) y el sistema de comunicaciones
verticales. Este último elemento, a pesar de su rareza en el interior de los edificios incas,
está perfectamente definido en Saqsaywaman: se trata de una habitación («z» en la
Figura 6) con un pilar central en torno al cual giran los peldaños de la escalera. Cuatro de
ellos se han conservado in situ. El hueco de la escalera desciende por debajo de la cota
de circulación de la Plataforma B y comunica directamente con la Plaza Romboidal,
ubicada en el exterior del edificio. Contamos además con otras dos pequeñas
habitaciones con un pilar interior que presentan una morfología similar y que tal vez tal
alojaron sendas escaleras («x» e «y» en la Figura 6).
En definitiva, la planta baja del Edificio de los Torreones nos aparece como una
yuxtaposición compleja de espacios de funciones diferentes. Aparecen bien definidos los
espacios de almacenaje, que por su proximidad a los espacios ceremoniales del Torreón
Circular, debían estar asociados con la conservación de productos de prestigio. Esta
complejidad de funciones y usos implicó la gestión controlada de las circulaciones a
través de un sistema de vestíbulos, pasillos controlados y posiblemente tres cajas de
escalera para acceder al piso superior. En este sistema jugaron un papel fundamental los
tres espacios descubiertos que flanqueaban el edificio: la Plaza Ceremonial, la Cancha
Sur y la Plaza Romboidal. Las excavaciones en el interior de esta última han
documentado un conducto hidráulico perimetral que puede ser interpretado como parte
del sistema de irrigación del espacio interior. Este dato, unido a su singular posición,
permite suponer que el recinto constituía un espacio agrario con una componente ritual,
asimilable tal vez a una forma de jardín sacro.
Para construir la Plaza Ceremonial y la Cancha Sur fue necesario ganar espacio en la
ladera de la colina. Como la roca natural descendía rápidamente, hubo que aportar un
relleno de tierras para ampliar la superficie disponible y sostener la pavimentación
horizontal de ambas plazas. Para contener el empuje que generaba este relleno se
construyeron dos edificios adosados a la pendiente. Ambos se apoyaron en una terraza
situada a una cota más baja que las dos plazas. Las habitaciones de la planta baja
forman una doble hilera de cámaras accesibles desde la terraza inferior, dotadas de
nichos en sus paredes. Sobre ellas se debía situar un segundo piso destinado a formar la
fachada de la plaza. Valcárcel (2007 [1934]: 67) reconoce un escalón en algunas de las
paredes que habría servido de ménsula para apoyar el envigado del piso superior. En
Ollantaytambo y en Tipón contamos con construcciones apoyadas en terrazas de ladera
que contaban con dos pisos superpuestos. También conocemos ejemplos similares en
Machu Picchu y Choquequirao. Sin embargo, la escala y dimensiones de esta
construcción sólo es comparable con las construcciones de varios pisos que flanquean la
Plaza Ceremonial de Huch’uy Cusco. Allí, como en Saqsaywaman, los edificios que
bordean las respectivas plazas ceremoniales fueron realizados sobre cámaras situadas a
una cota más baja que el pavimento de la plaza. En este sentido, el templo del Sol en el
Santuario de Pachacamac nos ofrece una solución arquitectónica comparable con el uso
de bloques de edificación de dos pisos de altura, adosados a un muro de contención que 20
delimita una plaza situada a una cota superior.
Hemos comentado ya los restos que documentan la presencia de una escalera dentro del
Edificio de los Torreones («z» en la Figura 6). Su posición en el interior del edificio es una
excepción en la arquitectura inca (Gasparini y Margolies 1977: 145). En Saqsaywaman es
un indicio sólido de la existencia de un piso superior, como lo son también los bajantes de
evacuación de agua pluvial que se han conservado en puntos muy alejados del edificio
(«b» en la Figura 6). Estos datos arqueológicos no son los únicos argumentos disponibles
para reconstruir la desaparecida planta superior del Edificio de los Torreones; contamos
además con algunos datos recogidos en las fuentes coloniales.
Las primeras descripciones de Saqsaywaman son aportadas por Cieza de León (1988:
88): «había muchos aposentos… unos encima de otros, pequeños, y otros entre suelos,
grandes… y debajo de tierra dicen que hay mayores edificios». Estas referencias
coinciden con la descripción de Sancho de la Hoz (1962 [1534]: 89-91): «hay una
fortaleza de tierra y de piedra muy hermosa; con sus ventanas grandes que miran a la
ciudad y la hacen parecer más hermosa. Hay dentro de ella muchos aposentos y una
torre principal en medio hecha a modo de cubo, con cuatro ó cinco cuerpos, uno encima
de otro: los aposentos y estancias de adentro son pequeños». Los aposentos pequeños
deberían ser las cámaras de la planta baja, mientras que las ventanas grandes se
deberían situar en el piso superior. Garcilaso nos transmite una imagen similar (2004
[1609]: 485-488): «Pasadas aquellas tres cercas [los muros en zigzag], hay una plaza
larga y angosta, donde había tres torreones fuertes, en triángulo prolongado, conforme al
sitio. Al principal de ellos que estaba en medio, llamaron Móyoc Marca; quiere decir:
fortaleza redonda, porque estaba hecho en redondo… Al segundo torreón llamaron
Páucar Marca, y al tercero Sácllac Marca; ambos eran cuadrados». La plaza «larga y
angosta» es sin duda la Plaza Ceremonial, mientras que los tres torreones han de
identificarse con los que hemos descrito en las páginas precedentes. El texto añade
finalmente que «debajo de los torreones había labrado, debajo de tierra, otro tanto como
encima; pasaban las bóvedas de un torreón a otro, por las cuales se comunicaban los
torreones, también como por cima». Nuevamente se confirma la existencia de una planta 21
superior de la que sobresalían en altura los tres «torreones», que eran vistos por los
españoles como cuerpos escalonados. Además cita las «bóvedas» que cubrían los
techos de esta planta baja («de un torreón a otro»), que más adelante son descritas con
mayor precisión: «no supieron hacer bóveda de arco... dejaban para los soterraños unos
canecillos de piedra, sobre los cuales echaban, en lugar de vigas, piedras largas,
labradas a todas seis haces, muy ajustadas, que alcanzaban de una pared a otra».
Arqueológicamente sólo conocemos una construcción inca en la región del Cusco que,
por su forma y dimensiones, se podría relacionar con las cimentaciones de
Saqsaywaman. Se trata del edificio circular de Runku Raqay (Anglés Vargas 1972: 352-
356), situado en un punto estratégico de la quebrada del Pakaymayu, desde donde
controlaba una de las vías de acceso a Machu Picchu. Cuenta con un espacio circular
interior de 10 m de diámetro, rodeado por un anillo construido de 5 m de anchura, de
modo que el tamaño completo del edificio alcanza los 19,4 m. El anillo está dividido en
tres habitaciones casi iguales con nichos en sus paredes, separadas por tres estrechos
corredores, uno de los cuales servía de acceso al edificio. Dado que en su entorno se
han documentado restos de otras construcciones de menor calidad, se considera que el 22
edificio circular era el punto focal de un huch’uy tampu, pequeño establecimiento en el
camino que servía como lugar de vigilancia y estación de descanso. El espacio interior
del edificio se considera habitualmente un patio descubierto, aunque por sus dimensiones
habría podido soportar una cubierta de madera y paja. Esta es, en definitiva, la
problemática que plantea la restitución de los pisos superiores sobre cimientos circulares
de Saqsaywaman: saber si el edificio fue pensado y construido en función de un gran
espacio interior cubierto o si, por el contrario, los anillos concéntricos de cimentación
reflejan una serie de cuerpos escalonados al aire libre (kancha circular).
La primera línea de interpretación (un gran espacio interior cubierto) está apoyada por
dos ejemplos de los que no tenemos ningún resto, pero que son citados por las fuentes
coloniales. Garcilaso de la Vega (2004 [1609]: 60-61) describe un «hermosísimo cubo»
circular cuyo interior estaba ocupado por un espacio de más de quince metros de altura.
Estaba situado en la plaza de Awkaypata, delante del Amarucancha.
23
El segundo ejemplo se encontraba junto a la calle del Triunfo, en el costado oriental del
Kiswarkancha, «palacio» del propio Inka Wiraqocha (Bauer 2008: 237); era un gran
edificio circular denominado Suntur Wasi que habría servido de «casa de armas y
escudos». Aunque ambos edificios han desaparecido completamente, podemos
aproximarnos a su imagen a partir de dos fuentes iconográficas indirectas. La primera es
la lámina 329 del libro de Guamán Poma de Ayala (1980 [1615]: 331) con la
representación de los «Palacios Reales, Casas de los Inca (llamadas) Cusimanco». Entre
los distintos edificios que forman el conjunto palacial, destaca en primer término un
edificio circular designado como suntor uaci (torre redonda), con ventanas en el segundo
piso y techado con una cubierta cónica de paja. El modelo arquitectónico tiene su reflejo
en un edificio circular ilustrado por Squier (1877: 394) en el pueblo de Azángaro, en la
cuenca del lago Titicaca. Aunque el edificio no se ha conservado, nos queda una
fotografía, un grabado y dos acuarelas con su representación (McElroy 1986). Como
subraya Brian S. Bauer (2008: 233 y ss.), el edificio de Azángaro es el mejor paralelo
para aproximarnos a los sunturwasi de la plaza del Cusco, a lo que nosotros añadimos
que tal vez podría ser un referente para el Torreón Circular de Saqsaywaman.
La segunda línea de interpretación (que la torre circular fuera un cuerpo escalonado con
terrazas planas) implica considerar que el edificio fue construido como parte de un
sistema de observación astronómica. La medición rigurosa del movimiento del sol y de
los astros en la línea del horizonte permitía establecer el calendario agrario y determinar
las etapas del ciclo ceremonial que organizaba la vida cotidiana de la sociedad inca
(Urton 1981a; 1981b). Para ello se procedía a la fijación de lugares privilegiados de
observación y a la construcción en lugares significativos del horizonte de marcadores que
sirviesen de referencia en las mediciones (Aveni 1981; Zuidema 1981). Sabemos que la
plataforma sagrada o ushnu de Waykaypata habría servido como punto de observación
para medir el paso del sol entre dos pilares llamados Sucanca, construidos en la línea del
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horizonte del valle (Zuidema 1981: 320-321; 2007; 2008). En opinión de Zuidema (1981:
323-324), la torre del Sunturwasi del Amarucancha habría sido utilizada como indicador o
gnomon por su forma esbelta y por acabar en un pináculo vertical. En este contexto, los
edificios más representativos del Cusco, como el Coricancha, habrían sido trazados
considerando las alineaciones del sol en el horizonte y en función de determinadas
orientaciones astronómicas. Dada la relevancia de las construcciones de Saqsaywaman,
podemos suponer que la posición del «torreón circular» y la forma de su alzado fueron
determinadas por consideraciones de observación astronómica, lo que haría verosímil su
reconstrucción como una serie de plataformas concéntricas escalonadas cubiertas con
techos planos y tal vez coronadas por un pináculo. Tenemos un modelo arquitectónico en
las terrazas concéntricas que dan forma a la sucanca del conjunto arqueológico de
Choquekiraw Pukio en las inmediaciones del Cusco (Zecenarro 2001: 246). Se trata de
un conjunto de terrazas concéntricas que dibuja un volumen cilíndrico escalonado,
asociado con dos bloques de piedra utilizados como gnomon en las mediciones solares 7.
En conclusión, la extensa red de cimientos que hemos descrito constituía el soporte
unitario de un único edificio que englobaba tres torreones y dos patios interiores. Es muy
probable que en su trazado y construcción jugasen factores de observación astronómica
que por ahora resulta difícil precisar. El sistema de circulación de agua y los restos de
pavimentación nos han permitido precisar la posición de los pasillos de circulación. La
planta baja formaba un tejido complejo y compacto de habitaciones articulado por
pasillos, en la que almacenes y espacios ceremoniales de forma laberíntica se integraban
en dos patios interiores. Encima se debía elevar un segundo piso que contaba, al menos,
con tres bloques de edificación en altura (los «torreones») que, a juzgar por las fuentes
escritas, debían aparecer como las torres de homenaje de los castillos europeos tardo-
medievales: exentas. Si esto fuera cierto, el piso superior debería estar ocupado, en
parte, por una terraza que permitiera la comunicación entre los tres torreones. Hemos
señalado ya la única escalera interior del edificio cuyos restos se han conservado.
Existen otros dos pequeños espacios ocupados por un grueso pilar central que pueden
ser explicados como cajas de escalera.[ CITATION Mar14 \l 2058 ]
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CAPITULO III
DISTRIBUCION
Estos cimientos ubicados y limpiados bajo la dirección del doctor Luis E. Valcárcel en
1934.Los torreones en el incanato fueron tres, dispuestos sucesivamente en línea recta
en la cumbre de la colina, el central tenia planta circular por tanto el edificio fue
cilíndrico, se llamaba Muyujmarka,comprendia cuatro pisos con muchas puertas y
ventanas, se comunican a los otros torreones mediante pasadizos subterráneos y
también mediante cómodas calzadas exteriores, sus paredes estaban cubiertas de oro,
era residencia de los incas, había abundante agua, hoy todavía se exhiben los
acueductos, el líquido elemento emergía en la misma colina conducido de muchas leguas
de distancia por canales herméticos y subterráneos ,a salvo del riesgo de cortar la
provisión o de envenenar su contenido. Garcilaso dice haber jugado en su niñez
penetrando en las callejas hasta donde la luz lo permitia,había que ingresar con el ovillo
de hilo grueso para no perderse, atando uno de los extremos en la puerta de ingreso, las
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callejas subterráneas no solo comunicaban los edificios sino que pasaban por debajo de
ellos.
“Eran calles y callejas que cruzaban de una parte a otra con vueltas y revueltas y tantas
puertas, unas en contra de otras y todas de igual tamaño que a poco trecho que entraban
laberinto, perdían el tino y no acertaban a salir”.
Garcilaso dice:
“La obra mayor y más soberbia que mandaron hacer para mostrar su poder y magestad,
fue la fortaleza del Cuzco, cuyas grandezas son increíbles a quien no las haya visto, y al
que las ha visto mirado con atención le hacen imaginar y aun creer que son hechas por vía
de encantamiento y que las hicieron demonios y no hombres”.
3.4 RUMIPUNKU
Se ubica al oriente de la explanada y a menor nivel de ella. Destaca aquí un enorme lienzo
pétreo que discurre norte- sur paralelo al riachuelo P’ujru,con enorme vano de puerta en
su porción central.Rumipunku significa puerta de piedra, ignoramos el origen del
nombre, un tanto inadecuado,pues,todas las puertas son de piedra. Este grupo
arqueológico fue limpiado y puesto en valor a partir de 1968 con sumo cuidado por el Dr.
Luis A. Pardo y Arq. Oscar L.de Guevara.
El mas esmerado de los cronistas en describir Saqsayhuaman fue Garcilaso, él dice que en
cada cerca casi en medio de ella, había una puerta, nosotros creemos que omitió la
palabra principal, con la que la frase quedaría así “En cada cerca, casi en medio de ella,
había una puerta principal”, agrega que la primera se llamaba Tiupuncu,la que estaba
junto al arenal de la explanada,la segunda se llamaba Aqahuanapuncu,y la tercera
Viracochapuncu consagrada al dios Viracocha, indica también el vano de cada puerta se
cerraba con un elemento levadizo. Es indudable que los vanos de puerta, en todas partes,
alguna vez son abiertos y cerrados de acuerdo a las necesidades de los usuarios, pero en
el caso de Saqsayhuaman, aún no han establecido los especialistas como pudo ser el
funcionamiento de la puerta levadiza.
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Tal el nombre de la colina que queda hacia el lado norte de la explanada. Geológicamente
es una formación natural de diorita, roca de origen ígneo que emergió modulando en su
superficie combaduras y estrías a manera de toboganes. Allí aparecen labradas muchas
tianas y algunas paredes, más cimientos de recintos.
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3.8 EL TRONO DEL INCA O KUSILLUJ JINKINAN
Uno pequeño se ubica al norte del tobogán más largo, mediando una distancia apenas 29
de
media cuadra, el otro, de mayor envergadura, está al oriente del tobogán más largo, a
algo más de cien metros. En ambos casos se trata de nichos incompletos trazados en
sucesión en una pared semicircular, cómo rodeando un tolmo Central. Debieron ser
adoratorios y no anfiteatros.
3.12 CHINCANAS
Son dos, la pequeña junto a Darme K’ajchana,de corta longitud, es distracción de algunos
visitantes, es un pasaje subterráneo que permite el paso de personas en actitud casi
reptante. La grande, está más al norte, debajo de un gran roquedo de caliza que la
leyenda califica como la piedra cansada, esté pasaje subterráneo está inundado y no es
posible ingresar en él.
3.13 El TRONO DEL INCA
Distinto a K’usilluj Jink’inan, son escaños labrados en el flanco norte de la llamada piedra
cansada, escaños faccionados con sentido estético-religioso, parecen las hornacinas en un
retablo culto católico por su simetría. Debió ser uno de los muchos adoratorios
mencionados por Polo de Ondegardo.
La tradición registra la versión de una inmensa piedra, que por su volumen gigantesco y
peso, no pudo ser conducida al final de su destino, y en términos figurados dicen “sayk’ 30
usqa o Cansada”. Es innegable que en Ollantaytambo, Saqsayhuaman y otros centros
importantes, los trabajos se edificación continuaban cuando se produjo la guerra entre
Huascar y Atahuallpa que los interrumpió, quedando muchas rocas semielaboradas, en
medio camino.
Garcilaso y Cieza de León dedican largos comentarios a la Roca Cansada que arrollo
mucha gente al rodar y no pudo más ser movida.
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CONCLUSION
Mar, R., & Beltran Caballero, A. (2014). El conjunto arqueológico de Saqsaywaman. revista
española de antropologia Americana, 44(1,9-38).
Valer Farfan, A. (2019). El Qosqo Inka (primera edicion ed.). peru, Cusco: Impresiones Fabrizzio de
Florentito Ttito.
angles vargas, victor 1988 historia del cusco incaico tomo 1 talleres de industrial grafica S.A