Seis Hechos Fundamentales de La Historia de La Estética

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Seis hechos fundamentales de la historia de la estética

Nietzsche caracteriza de modo más detallado el procedimiento que emplea para


determinar la esencia del arte por desarrollar un saber acerca del arte. Nietzsche
no pregunta por el arte para describirlo como un fenómeno o una expresión de la
cultura, sino que, por medio del arte y de la caracterización de su esencia, quiere
mostrar qué es la voluntad de poder. La meditación nietzscheana sobre el arte se
mueve en torno a saber qué es lo que significa «estética».
La palabra «estética»: del griego “αἴζθηζις” έπιζηήμη, que significa saber acerca
del comportamiento humano sensible, del comportamiento relativo a las
sensaciones y a los sentimientos, y de aquello que lo determina. Por lo tanto, lo
que determina el sentir del hombre es la estética, y aquello respecto de lo cual
aquel se comporta, es lo bello. Así, la estética es la consideración del estado del
sentimiento del hombre en su relación [ Verhältnis] con lo bello, y lo bello mismo
es aquello que al mostrarse produce ese estado. Además, lo bello puede
pertenecer o bien a la naturaleza o bien al arte. La estética en la obra de arte
queda determinada como lo bello producido por el arte, la obra es representada
como aquello que sustenta y suscita lo bello en referencia a un estado
sentimental. La estética, aplicado a la meditación sobre el arte y lo bello es
reciente, tiene su origen en el siglo xviii, la meditación filosófica sobre la esencia
del arte y lo bello comienza ya como estética. En los últimos tiempos las
investigaciones hechas por la estética sobre el arte y lo bello no han servido para
nada, pues no proporciona ayuda para acceder al arte y mucho menos a la
creación.
El arte es una forma de voluntad de poder, y debe ser tratada a un nivel
fundamental. Si llevamos a cabo esta consideración sobre la esencia de la estética
podremos entender la interpretación nietzscheana sobre la esencia del arte, al
mismo tiempo, de concebir la posición que se tome respecto de ella de manera tal
que de todo ello pueda surgir una auténtica confrontación. Con el fin de
caracterizar la esencia de la estética, su papel dentro del pensamiento occidental y
su relación con la historia del arte occidental, enunciaremos seis hechos
fundamentales.

1. El gran arte griego carece de una meditación pensante conceptual que le


corresponda, es decir, los griegos no tenían una aproximación o una precisión
a la estética pero sí, una pasión por el saber filosófico.

2. La estética sólo comienza entre los griegos en el instante en que el gran arte, y
también la gran filosofía que se desarrolla en paralelo, se encaminan hacia su
final. En la época de Platón y Aristóteles, se acuñan los conceptos básicos
sobre la pregunta por el arte. Se trata, en primer lugar, de la pareja de
conceptos, materia-forma. Esta distinción tiene su origen en la concepción del
ente fundada por Platón, que lo considera en referencia a su aspecto, είδος,
ίδέα. El saber que la distinción de «materia y forma» surge en el ámbito de la
fabricación de útiles (de cosas de uso), que no ha sido obtenida del arte en
sentido estricto, es decir en el de las bellas artes y de sus obras, sino sólo
transferida a él.

3. Se refiere a una transformación de la historia en su totalidad. Es el comienzo


de la época moderna. Ésta se divide en dos periodos: 1.) el hombre y su libre
saber acerca de sí mismo, su posición en medio del ente se convierten ahora
en el lugar en el que se decide cómo ha de experimentarse, determinarse y
configurarse el ente. 2.) El gran arte y sus obras poseen grandeza, en lo que
hace a su ser y a su surgimiento histórico. El gran arte no es sólo grande ni se
vuelve grande por la superior calidad de lo creado, sino porque es una
«necesidad absoluta ». Simultáneamente, la estética y la relación estética con
el arte se produce en la época moderna, la decadencia del gran arte. Esta
decadencia no consiste en que la «calidad» sea inferior y el estilo descienda,
sino en que se pierde la relación inmediata a la tarea fundamental de exponer
lo absoluto, es decir, de ponerlo en cuanto tal como determinante dentro del
ámbito del hombre histórico.

4. En el instante histórico en el que el desarrollo de la estética alcanza el punto


más alto, el gran arte ya ha llegado a su fin. El acabamiento de la estética tiene
su grandeza por reconocer y expresar este final del gran arte como tal. El arte
ha perdido el poder de lo absoluto, su absoluto poder.

5. El arte ha abandonado su esencia, en el siglo xix se emprende una vez más el


intento de una «obra de arte total». Este esfuerzo está ligado al nombre de
Richard Wagner. Este intento tiene un carácter esencial. Ya el nombre resulta
significativo. Por un lado quiere decir: las artes no deben seguir realizándose
independientemente una de otra sino que deben unirse en una obra, y la obra
de arte debe ser una celebración de la comunidad del pueblo: la religión. Para
ello, las artes determinantes son la poesía y la música. La música es un medio
para hacer valer el drama, en la forma de ópera, que luego se convierte en
auténtico arte. La poesía y el lenguaje se quedan sin la esencial y decisiva
fuerza del saber. Se busca el dominio del arte como música, y con él el
dominio del puro estado sentimental: el frenesí y el ardor de los sentidos, la
desaparición en el «mar sin fondo de las armonías», la disolución en el puro
sentimiento como forma de redención: «la vivencia » en cuanto tal se vuelve
decisiva. La obra es ya sólo un excitante de la vivencia. El teatro y la orquesta
determinan el arte. Por más que, en su realización y en sus consecuencias, la
voluntad wagneriana de construir la «obra de arte total» se convirtió de modo
inevitable en lo contrario del gran arte, tal voluntad es, sin embargo, única en
su tiempo y eleva a Wagner por encima de los demás esfuerzos que se han
hecho por el arte y por mantener su carácter esencial en la existencia. Los
intento de Richard Wagner por construir la «obra de arte total» tuviera que
fracasar se debe no solamente al predominio de la música respecto de las
otras, se trata de la concepción y valoración del arte desde el mero estado
sentimental y de la creciente barbarización de este último que lo convierte en la
mera ebullición del sentimiento abandonado a sí mismo. La creciente
incapacidad para un saber metafísico, el saber acerca del arte se transforma
en el siglo xix en la experiencia e investigación de los meros hechos de la
historia del arte. La estética se convierte en una psicología que trabaja con
métodos científico-naturales, Pero allí donde lo «estético» no se convierte en
objeto de investigación sino que determina la actitud del hombre, el estado
estético se convierte en uno entre otros estados posibles, como por ejemplo el
político o el científico, el «hombre estético» es un producto del siglo xix.

6. Este hecho corresponde a lo que Hegel formulara respecto del arte “que
había perdido poder en cuanto configuración y preservación determinante de lo
absoluto” para Hegel el arte, había caído en el nihilismo y se había
transformado en algo pasado y carente de realidad efectiva, Nietzsche busca
en él el contramovimiento. Mientras que la estética hegeliana encontraba su
desarrollo en una metafísica del espíritu, la meditación nietzscheana sobre el
arte se convertía en una fisiología del arte. El arte es dejado en manos de una
explicación científico-natural, desplazado al ámbito de una ciencia de hechos.
En realidad, aquí se piensan hasta el final las consecuencias últimas del
preguntar estético por el arte. El estado sentimental es reducido a excitaciones
de las vías nerviosas, a estados corporales.

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