Cosenza-Lacan y El Problema de La Técnica en Psicoanálisis
Cosenza-Lacan y El Problema de La Técnica en Psicoanálisis
Cosenza-Lacan y El Problema de La Técnica en Psicoanálisis
Jacques Lacan
Lacaniana de Psicoanálisis y profesor del lstituto Freu-
y el problema de la técnica en psicoanálisis
diano e della Sezione Cl inica de Milán. También es
director científico del ABA (Asociación para el estudio
y la investigación de la anorexia , la bulimia y los desór-
denes alimentarios) y de la Comunidad Terepéutica La
Vela para casos graves de anorexia y bulimia .
Jacques Lacan y
el problema de la técnica
en psicoanálisis
PRÓLOGO DE
ANTONIO DI CIACCIA
TRADUCCIÓN DE
SILVIA GRASES
h
EDITORIAL CREDOS, S. A.
MAilHIIl
Director de la colección:
VI CENTE PALOMERA
PN LAThORÍADELACAN, IIO
17 1
PRÓLOGO
" l•:n psicoanálisis se puede decir cualquier cosa, pero no se puede hacer cual-
qtlicr cosa>>. Se podría escribir este aforismo como divisa del Libro de Do-
lll<'nico Cosenza. EL autor trata aquí de La técnica, de la técnica del psicoanáli-
¿Es un tema restrictivo? No. Es un tema esencial. El propio título evoca al
lc ·¡ tor atento el del primer seminario de Lacan: Los escritos técnicos de Freud.
El paralelismo entre los títulos de las dos obras no es casual. Ambas tie-
IH ' I\
la misma perspectiva. Naturalmente, Domenico Cosenza continúa y
1rtoma la perspectiva de Lacan. Hablar de técnica no quiere decir desplegar
conviven, en efecto, a pesar de los cambios de las coyunturas específicas del lt.disis. En este sentido, me ha parecido adecuado elegir como título del
momento histórico, en el curso de una enseñanza de cerca de treinta años, 11 xto facques Lacan y el problema de la técnica en psicoanálisis. En efecto,
un diagnóstico radical sobre el estado del psicoanálisis de su tiempo y una de sdc la perspectiva de Lacan, y al contrario que la tendencia preceptiva
intervención igualmente radical que aspira a reconducido en cada ocasión 111 opia de los manuales tradicionales de teoría de la técnica, el ámbito de
a los fundamentos que le son propios. Así pues, el campo de la técnica l.t técnica no es tanto el ámbito de la solución ya constituida, de la res-
constituye en psicoanálisis, en la lectura de Lacan, el ámbito que pone de IIIH'Sla a aplicar. Por el contrario, el ámbito de la técnica se presenta en
manifiesto los síntomas de la teoría psicoanalítica. En efecto, la técnica en 1.•lran esencialmente como problemático y ajeno a la obviedad de la res-
psicoanálisis no constituye en absoluto algo neutro, sino que es el síntoma IIIH'Sla verificada. La técnica en Lacan, por ejemplo «la técnica de lapa-
de la teoría de la causalidad psíquica, de la que, más o menos consciente- l.dua>> aludida en <<Función y campo», no apunta en absoluto a lo están-
mente, es expresión. La noción de alianza terapéutica en el corazón de la d.ll, sino más bien a la evocación, al efecto sorpresa, a la emergencia del
Psicología del Yo, por ejemplo, no es concebible sin su referencia a la no- 1m onsciente, del efecto de sujeto. Y esto sucede en la medida en que la
ción del Yo como esfera autónoma de conflictos, la parte sana del Yo con la esencial de Lacan consiste ante todo en reconducir la técnica
que el psicoanalista se alía en el tratamiento. Podríamos considerar la ense- 111.dftica a la lógica del inconsciente, y en última instancia a la ética del
ñanza de Lacan en el campo del psicoanálisis como el intento reiterado de 1lnl'o del analista, el motor del trabajo analítico. En efecto, tal como sos-
reconducir la práctica clínica desde su técnica hasta los fundamentos que tic lll' en el Seminario u, el analista forma parte del concepto mismo de
presiden la lógica del inconsciente freudiano, y que en «Función y campo» itll onsciente. Por lo tanto, la lógica del psicoanálisis encuentra en la fun-
Lacan resume en el axioma «el inconsciente está estructurado como un 11c 111 inconsciente del analista, del deseo del analista, su punto-eje. En
lenguaje ». Desde este punto de vista, el «retorno a Freud» de Lacan puede t 'tt· sentido me parece que puede entenderse la expresión de Lacan que
entenderse también como el trabajo de continua reconducción de la técni- l11 1nos citado al inicio, tomada del escrito << Del Trieb de Freud y del de-
ca analítica a la lógica del inconsciente en acto en la experiencia singular de ' o del psicoanalista» de 1964, en la que afirma que liga la técnica al fin
un psicoanálisis. Por lo demás, Lacan lo expresa claramente en diversos p1 llllt'fO. Se trata de ligar la técnica del psicoanálisis a la ética del deseo
puntos de su enseñanza, como por ejemplo en este pasaje revelador de «La dd .111alista, puesto que allí se sitúa para Lacan su fundamento real. Así
dirección de la cura y los principios de su poder» de 1958: p11n, la crítica lacaniana a las derivas tecnicistas del psicoanálisis pos-
'" 11diano en absoluto se resuelve en una desvalorización de la técnica,
No tenemos otro designio que el de advertir a los analistas sobre el desliza- l111>, por el contrario, en el intento de refundarla en la estela de la ense-
miento que sufre su técnica, si se desconoce el verdadero lugar donde se pro- lillllt.. l de Freud.
ducen sus efectos. 2 Por co nsiguiente, no hay técnica efectiva del psicoanálisis sin la lógica
1l1 I11H·onsciente que la fundamenta, ni hay lógica del inconsciente efectiva
En este libro he intentado poner de relieve la operación teórica realizada 111 l.1 rura si n la ética del deseo del analista que la mueve.
por Lacan sobre la técnica psicoanalítica, que me parece que se configu- S1n tales premisas no se puede entender la relación problemática de La-
ra, sobre todo, como un intento de sustraerla de la obviedad del precepto 1.111 l1 l'ntc a la técnica en psicoanálisis; más bien, se corre el riesgo de
y de lo estándar, propios de una deriva tecnicista sin concepto, para re- 1111dlntl'1 prctar el sentido. En efecto, se corre el riesgo de confundir la
pensarla a partir de sus fundamentos como problema actual del psicoa- 111 Í1 11t.tt i6n problcmáticn de Lacan respecto a la técnica con un rechazo o
1111.1 di·w.dw izaribn dl' s11 {1m hito. Tal vez a este malentendido se deba
2. ). Lacnn (196(>), Hrcrito.r 1 pp. ')9 1 ')<)2. 1.1111l11rll 1,, tntdt•n¡ i.t clt· loo. l.tranianos a escribir poco acerca dC'
12 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 13
cuestiones inherentes a la técnica del tratamiento. 3 A mi parecer, y esta te- tlllt:nto de la sesión analítica, que al principio se transforma en una unidad
sis de fondo está en el centro del trabajo que aquí presento, el problema de .t'mántica que se sustrae a los estándares de lo preceptivo para fundarse en
Lacan no es en absoluto el de un distanciamiento de la técnica en psicoaná- l.1 lógica simbólica del inconsciente, y finalmente muestra en su lógica
lisis, sino el de su fundamentación al servicio de la lógica del inconsciente y u¡uclla estructura asemántica constituida por lo real sin-sentido del goce,
de la ética del psicoanálisis. Lo que Lacan combate incansablemente es so- rl que la técnica de Lacan intenta responder. En este sentido, la escansión
bre todo la curvatura imaginaria a la que el ámbito de la técnica, diría que lllllporal de la sesión, así como la interpretación, cambia en el tiempo su
por razones de estructura, se presta espontáneamente, en particular en el ¡r1 opio estatuto y se transforma de puntuación que organiza la semántica
campo del psicoanálisis. En efecto, la técnica psicoanalítica está atrave- 1lt la frase en corte asemántico que aspira a separar el significante del obje-
sada por una paradoja que turba al analista en el ejercicio de su función: ln de goce. Así pues, tanto la doctrina del tiempo, en el doble estatuto de la
la de deber encarnarse en una práctica que deviene imposible si se deja nión variable y breve, como la doctrina de la interpretación se aproximan
reabsorber, como sucede con otras technai, en el ideal de un dominio. En l .• tda vez más en la enseñanza de Lacan al estatuto del acto analítico, que se
este sentido, la formulación «técnica psicoanalítica» encarna una parado- 11111 figura precisamente como corte inaugural, como discontinuidad, en
ja o, si se quiere, un síntoma que Lacan nunca dejó de analizar. En efecto, l11 llllología al funcionamiento real del inconsciente. Asistimos por tanto a
es en todo caso al ejercicio de una técnica que va más allá del dominio del 1111,1 convergencia progresiva de las nociones cardinales de la técnica psicoa-
yo y que deja espacio a los efectos incalculables del encuentro que aviene ll rluica, como pueden ser el tiempo y la interpretación, en torno al nudo
en la sesión, a lo que Lacan llama al psicoanalista que se orienta a partir de 1\rtnántico constituido por el corte, que aproxima al sujeto al núcleo de
su enseñanza. 111 • \entido que lo constituye en su ser.
En este sentido, la operación de Lacan sobre la técnica psicoanalítica, Al mismo tiempo, la propia noción de transferencia en Lacan se rees-
cuya parábola lógica he intentado esbozar a grandes rasgos en este trabajo, lllll"t ura también en estas dos torsiones, que desde el principio ponen de
se encarna a mi parecer en un esfuerzo de curvatura progresiva cuyo fun- lll.tlliflesto, más allá de los engaños de la identificación imaginaria, el es-
cionamiento se incardina a partir de lo real del deseo del analista. El dispo- 111111<> simbólico en la institución del sujeto su puesto saber, para mostrar
sitivo analítico lacaniano en su conjunto se transforma en función de los llll<rlmente cada vez más la marca real constituida por el objeto causa de
efectos de esta curvatura progresiva, que parte del campo de lo imaginario, 1 kM o, del que el analista se hace semblante para el sujeto en el curso de la
de la crítica a la fetichización formalista-ceremonial del setting analítico 1 llt',l. En efecto, la posición del analista en la transferencia, en la elabora-
y de sus estándares, para llegar inicialmente, a partir de la primera mitad de .; ir'u1 de Lacan, sufre también esta torsión de lo simbólico a lo real, que por
los años cincuenta, al horizonte simbólico de la palabra y del lenguaje en 1111 l.tdo nos restituye el itinerario de todo análisis que llega a su fin (el de-
psicoanálisis como dimensión constitutiva de su funcionamiento, y final- ' 111 1 dtl a na lista de la posición de Otro simbólico para el analizante a la
mente, desde el inicio de los años sesenta, a lo real del deseo inconsciente en de objeto resto de goce), y por el otro indica el vector progresivo de
el corazón de la experiencia analítica. De esta curvatura es expresión, sobre l11 de Lacan sobre el ser del analista en la transferencia: el des-
todo, la doble escansión que se produce en Lacan con respecto al funciona- ¡olu-·;llllicnto del lugar del Otro simbólico al lugar del objeto causa del deseo
h·l \lljt•to.
A'1 éste es el marco, en torno al ser del analista y a partir del de-
3· Sobre una cuestión tan fundamental como la del tiempo de la sesión, por ejemplo,
LIIIIrl .111.disw como presencia asemántica y motor real de la cura, en el
antes del curso de Miller Los usos de/lapso y del Congreso internacional de Buenos Aires
de 2000 la sesión analítica, las contribuciones eran cuanto menos l'SC,I'><t'; por no hn (IIIC tot p11cdt· t'\l'tthit hoy 1:11 dí.r 1111 t'llsayo lacnniano sobre la técnica en
hLr r de 1<1 'lllllO cst'nr ial de Lt fum·i(m d<.'l p.tgo de l.r st·slc'>n, ,oh re t•l r rr;r 11111 r 'l',if ' ·"' r"" l;t.
' ·1 INTRODUC C IÓN INTRODU CC IÓN rs
El trabajo que aquí presento está estructurado en tres capítulos. El pri- 1.1 ncial de la orientación crítica de Lacan hacia el empleo de la contratrans-
me ro aborda el problema delsetting y de la función del tiempo en la sesión lcrcncia en el análisis, desde los primeros años cincuenta hasta los textos
analítica lacaniana. Tras una breve introducción a los pilares de la teoría ll l:lS avanzados. Y revela además cómo Lacan se mantuvo, respecto al re-
de Lacan, resumidos en la articulación de los registros imaginario (I), sim- 1!tazo del empleo de la contratransferencia en análisis, tal como subraya
bólico (S) y real (R), el primer capítulo aborda la perspectiva general de La- Miller, en una posición de ortodoxia respecto a la enseñanza de Freud, que
can respecto a la técnica psicoanalítica y el enfoque crítico frente a su estan- 1 .rracteriza todavía hoy la práctica de los analistas lacanianos y cada vez
darización. A continuación ofrezco un trabajo de reconstrucción de los llll' nos la de los analistas de la IPA.
fundamentos de la sesión analftica lacaniana, sustentado en textos de Mi- Por último, el tercer capítulo aborda el tema de la posición del analis-
ller y de otros analistas seguidores de Lacan, cuyos puntos focales son los 1.1 y de su intervención dentro de la cura analítica. Se desarrolla en torno a
párrafos dedicados al problema del tiempo en la sesión. Dado que se trata 11 núcleos temáticos. El primero lo constituye el tema clásico de la in ter-
de la variante más significativa, además de la más conocida, que Lacan in- prl·tación, y la disertación sigue atentamente las transformaciones de la
trodujo con respecto a la doctrina vigente en la IPA, hemos dedicado un unc ión de interpretación dentro de la enseñanza de Lacan, coherentes con
espacio extenso al tema de la sesión de tiempo variable, así como a la sesión l. rs reestructuraciones internas a su teoría del inconsciente y de la práctica
breve, desarrollo más avanzado de la doctrina técnica lacaniana, con la in- psicoa nalítica. Los otros dos núcleos temáticos afrontan dos nociones no
tención de examinar atentamente la lógica que sostiene su empleo y su efi- pn tenecientes a la tradición del psicoanálisis, pero acuñadas e introduci-
cacia en el marco de la sesión. Con todo, junto a este tema cardinal, hemos 1l.1 s por Lacan en la teoría psicoanalítica, en pleno desarrollo de su ense-
intentado poner de relieve la especificidad de la sesión lacaniana en torno a ÍI.In za, para designar la especificidad de la posición y de la intervención
otros puntos cardinales, entre los cuales figuran, por citar sólo algunos, la dt·l psicoanalista en la cura. Especialmente, la noción de << acto analítico »,
frecuencia de las sesiones o la función del dinero, en los que la orientación q11 e Lacan desarrolla en el Seminario 15 L'acte psychanalytique (El acto
de la Escuela de Lacan desarrolla un enfoque original y coherente, si bien psrcoa nalítico), de 1967-1968, inédito. En segundo lugar, la noción de
resulta arduo localizar textos sobre estos temas. deseo del analista », que aparece en el escrito de 1958 << La dirección de la
El segundo capítulo aborda el tema de la transferencia, que para La- 111 ra y los principios de su poder», y que será definida en el curso de los
can es uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, así 111os sesenta. Dado que se trata de dos de las nociones del discurso de La-
como el de la contratransferencia. Lo hace sobre todo de modo analítico, 1.111 más difíciles de aprehender conceptualmente, y no sólo por parte de
siguiendo en detalle el desarrollo histórico, la elaboración de la doctrina de .r qu cllos que no provienen de una formación lacaniana, mi esfuerzo por
la transferencia en Lacan, desde el escrito de 1951 «<ntervención sobre la r111 cnta r esclarecerlo se resiente inevitablemente de esta dificultad intrín-
transferencia >> hasta la << Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psi " 'CI a su definición. Dificultad que, como expondremos en el tercer capí-
coanalista de la Escuela ». Asimismo, pasa por las etapas fundamentales del llllo, se vincula al hecho de que, a través de las nociones de acto analítico y
Seminario 8 La transferencia (r960-196r) y del Seminario r 1 Los cuatro con- dt deseo del analista, Lacan intenta designar aquello que es más difícil de
ceptos fundamentales del psicoanálisis ( I 964), en el que surge y se define la te- ,1, t ir en psicoanálisis: el núcleo mismo del ser analista, su punto de en un-
oría lacaniana de la transferencia como << sujeto supuesto saber ». ' l.ll i6n, aqu ello que se encuentra en el corazón de la función analítica y
En cambio, en la segunda parte del capítulo se expone la crítica de La- del 11 ,, ha jo del an áli sis.
can a la noción de contratransferencia, y sobre todo a su empleo por parte
del analista como factor determinante de la cura analftica . En relnción con
es te punto, un anñli sis atento de los textos muestra una nmtinurcl.rd strs
EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO
EN LA ENSEÑANZA DE LACAN
17
r8 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 19
ha operado sobre su teoría, se reconoce por la manera en que mantiene fir- pecto al deseo inconsciente que atraviesa al sujeto. En este sentido se pue-
me el punto de ruptura que el descubrimiento del inconsciente de Freud den leer una serie de definiciones del estatuto del yo (moi) formuladas por
abrió entre el psicoanálisis y cualquier otra forma de psicología. Lo que Lacan: «el síntoma humano por excelencia», «enfermedad mental del hom-
Freud aplica a la explicación del funcionamiento de la actividad psíquica hre»4 o «línea de ficción ». La exigencia fundamental de toda la obra de
del ser humano, para Lacan es, en no menor medida en que ya lo había Lacan sobre psicoanálisis será precisamente el hacer hincapié en la hete-
sido para el propio Freud, una auténtica «ruptura epistemológica», tanto rogeneidad estructural entre el yo y el inconsciente freudiano, el verdadero
por lo que respecta al conciencialismo yoico de la psicología como por lo núcleo de nuestro ser. Sobre esta base es posible comprender el activismo
que respecta al paradigma organicista de la psiquiatría. A tal efecto, el ra- polémico de Lacan frente a todas las corrientes· del psicoanálisis posfreu-
dicalismo de Lacan no hace sino llegar a entender la toma de conciencia diano, en primer lugar la Psicología del Yo, que, tanto en la teoría como en
del propio F..fi:J.!.d respecto al alcance inaudito de su descubrimiento. Cuan- la práctica, producen el efecto de atenuar, reducir o anular el alcance inno-
do Lacan define el descubrimiento freudiano como una «revolución co- vador del descubrimiento de Freud y lo reconducen bajo la égida de la
pernicana» en la explicación del funcionamiento del ser humano,' resuena función sintético-cognitiva del yo, haciéndolo función de un principio de
un pasaje del escrito Una dificultad del psicoanálisis en el que el fundador adaptación social del individuo, y finalmente, e inscribiéndolo, en cuanto
del psicoanálisis dibuja el efecto _9e su jescubrimiento como la tercera gran que teoría, como un capítulo particular en el seno académico de una psico-
«frustración_ narcisista;> sufrida_e()r _la a_ de la ciencia, logía general de los procesos psíquicos. He aquí lo que afirma claramente
tras las los descubrimientos de Copérnico en astronomía (la Lacan, en la lección de apertura de su segundo Seminario:
no centralidad de la tierra en las órbitas celestes) y de Darwm,_en biología
2
(la descendencia del de_los simios). En efecto, el descubrimiento Las nuevas perspectivas abiertas por Freud estaban llamadas a abolir las pre-
de Freud de la centralidad del deseo inconsciente en la vida psíquica del cedentes. Sin embargo, por mil flancos algo se produjo en el manejo de los tér-
ser humano vuelve falsa la premisa de base de la filosofía moderna y de las minos teóricos, y reapareció una noción del yo absolutamente distinta de la
jóvenes disciplinas psicológicas, la identidad entre psíquico y consciente, y que implica el equilibrio del conjunto de la teoría de Freud, y que, por el con-
revela el carácter, en absoluto originario sino más bien derivado, del yo trario, tiende a la reabsorción, como se dice además con toda claridad, del sa-
y de la conciencia. En esto consiste para Lacan el sentido profundo de la re- ber analítico en la psicología general, que en este caso significa psicología pre-
volución copernicana de Freud: en haber revelado que el yo, lejos de ser el analítica. Y, al mismo tiempo, puesto que teoría y práctica no son separables, la
relación analítica, la dirección de la práctica, vieron cambiar su orientación.
motor de la actividad psíquica humana, eLun derivado de ésta, un efecto
La historia actual de la técnica psicoanalítica lo demuestra.
secundario. Es lo que Lacan condensa en la definición de la subversión de
Esto sigue siendo muy enigmático. Sería incapaz de afectarnos si no tras-
Freud como << descentramiento del yo»,3 instancia que vela, esconde, man-
cendiera el conflicto entre escuelas, entre retrógrados y avanzados, ptolemai-
tiene alejado al sujeto humano de lo que Freud definía como el «núcleo de
cos y copernicanos. Pero va mucho más allá. Se trata del establecimiento de
nuestro ser» (das Kern unseres Wesen), el deseo inconsciente. Lacan radica- una complicidad concreta, eficaz, entre el análisis, manejo liberador, desmisti-
liza el descentramiento del yo producido por Freud, destacando en él el es- ficador de una relación humana, y la ilusión fundamental de lo vivido por el
tatuto alienante para el sujeto, su «función de desconocimiento» con res- hombre, al menos por el hombre moderno.
El hombre contemporáneo cultiva cierta idea de sí mismo, idea que se sitúa
r. J. Lacan (1954-1955), El Seminario. Libro 2, pp. T2, 17·
en un nivel semi ingt·nuo, semi elaborado. Su creencia de estar constituido de
2. S. Freud (1917), Una dificultad del psicoa11álisis, pp. 129- 135·
). Lacan (1954 19)5),E/Seminario. Libro .J., p. •7· 1• J 1 .llolll(lll)j • ll)'>·l),/.'/.\'r/11//lolllll / i/11111, pp. \1 • {1.
20 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 21
tal o cual modo participa de un registro de nociones difusas, cultural mente ad- tamiz en todas sus identificaciones fundamentales, mostrando su inconsis-
mitidas. Puede este hombre imaginar que ella surgió de una inclinación natu- tencia hasta el límite de la para que el deseo inconscien-
ral, cuando de hecho, en el estado actual de la civilización, le es enseñada por te pueda manifestarse en el sujeto y ser reconocido.
doquier. Mi tesis es que la técnica de Freud, en su origen, trasciende esta ilu-
sión. Ilusión que ejerce concretamente una influencia decisiva en la subjetivi-
dad de los individuos. El problema entonces es saber si el psicoanálisis se dejará
Los tres registros de la estructura del sujeto:
llevar poco a poco a abandonar lo que por un momento fue vislumbrado o si,
imaginario, simbólico, real
por el contrario, manifestará otra vez, dándole nueva vida, su relieve.5
mero a hacer de lo imaginario otro real, y en nuestro días a encontrar en ello la lttución estructuralmente narcisista, ya que es el producto desconocido de
norma de lo real. las identificaciones del sujeto a los significantes a través de los cuales los
Sin duda lo imaginario no es ilusorio y da materia a la idea. Pero lo que otros significativos de su vida, en primer lugar los padres, han designado
permitió a Freud realizar el descenso al tesoro con que quedaron enriquecidos identidad dentro del discurso familiar. En el segundo Seminario, titula-
sus seguidores es la determinación simbólica en que la función imaginaria se do precisamente El yo en la teoría de Freud, Lacan condensa en una frase,
subordina, y que en Freud es siempre recordada poderosamente, ya se trate tomada de Rimbaud, el sentido de tal constitución alienada del yo: «El yo
del mecanismo del olvido verbal o de la estructura del fetichismo. 6 es otro >> .8 Por lo tanto, la identidad del yo es para Lacan, precisamente en
tanto que narcisista, una identidad alienada que, en el momento mismo
Más allá de dicha referencia al texto de Freud, en el que muchos críticos de en que ofrece al sujeto una imagen de sí mismo en la que reconocerse, lo
Lacan (incluso benévolos como Etchegoyen) ven un círculo vicioso a través aleja de la verdad de su deseo. Por esto, Lacan reescribe la lch-Spaltung
del cual él hace sostener a Freud sus propias tesis, a continuación intenta- freudiana, la escisión del yo, en términos de la escisión irreductible entre el
remos explicar qué significan para el psicoanalista francés los tres regis- sujeto del inconsciente, que escribe con el pronombre personal francés je, y
tros. Para hacerlo, me serviré sustancialmente de la aportación de Jacques- el yo, que escribe con moi, donde el primero designa lo que Lacan llama el
Alain Miller a su lectura epistemológica de la obra de Lacan. 7 «sujeto de la enunciación>>(je), mientras el segundo designa al «sujeto del
enunciado >>(moi). Mientras el yo (moi) tiene un estatuto imaginario, el su-
Lo Imaginario (I) jeto del inconsciente (je) tiene un estatuto simbólico y es irreducible al yo.
¿En qué consiste lo imaginario en Lacan? Intentemos responder con algu- El sujeto de la enunciación (je), para Lacan, se manifiesta en los puntos de
nas definiciones. contradicción, de vacilación y de vacío propios de los enunciados del dis-
1. En primer lugar, lo imaginario, tal como aparece referido en la cita, curso del paciente en análisis.
no se confunde con lo ilusorio. Esto significa: a) que el sujeto está captura- m . En tercer lugar, Lacan define lo imaginario como el registro cen-
do desde siempre en las redes de lo imaginario; b) que su identidad misma, trado en torno a la relación especular, que no por casualidad encuentra en
su yo (moi) se constituye en el tejido de las representaciones imaginarias la teoría lacaniana el propio fundamento en la primera contribución ofre-
que lo conciernen; y e) que tales representaciones que constituyen el yo no cida por Lacan a la teoría psicoanalítica, es decir, el estadio del espejo (stade
se producen casualmente, sino en la relación «a dos >> que el sujeto mantie- du miroir), donde se sitúa la experiencia del reconocimiento por parte del
ne con las figuras fundamentales de su vida, con sus «otros>>, de los cuales niño, entre los seis y los dieciocho meses, de la propia imagen unitaria ante
extrae el tejido para constituir la propia identidad. el espejo. 9 Lacan retoma al respecto las investigaciones experimentales so-
II. En segundo lugar, el registro de lo imaginario condensa para Lacan
bre la percepción realizadas por Henry Wallon en el ámbito de la etología
todo lo que Freud ya había circunscrito en torno al estatuto del narcisismo humana y de la psicología de la edad evolutiva y las elabora de forma ori-
(Introducción al narcisismo, 1914) y al mecanismo de la identificación (Psi- ginal elevando el estadio del espejo a «encrucijada estructural>> en la psi-
cología de las masas y análisis del Yo, 1921), conceptos clave para explicar el cogénesis de la subjetividad. En este punto se ponen en marcha en la
proceso de constitución del yo. En efecto, el yo tiene para Lacan una cons- experiencia del sujeto, al mismo tiempo, el descubrimiento de la propia
identidad y la alienación que se deduce, la Spaltung entre el moi que viene a
6. J. Lacan, <<Situación del psicoanálisis en 1956>> , en J. Lacan (r966), pp. 445-446.
7· Son muchísimos los textos de Miller que se podrían referir a este respecto. Me limi-
taré a remitir al ya citado Recon·ido de Lacan, ciertamente una de t' fH .In'' y cluns H. J. L.lclll ( 1<¡•;.¡ 11115), /o.'/ Sr 1/111/tlllfl. l .tlmu. , pp. 17· 1H.
vias de accc'n a \U elufid;lci(m del texto dt· Laran . <¡ . J l..u .111 ( 11¡l•lll. 1, 1'1' 1
24 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA T:ÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 25
constituirse y el sujeto del inconsciente (je), que no se deja localizar en la tución. Es ésta la tesis que puede extraerse del programa <<Función y cam-
imagen especular, y que encontrará el modo de representarse en los puntos po», de 1953, en el que Lacan sostiene la tesis del «inconsciente estructura-
de vacilación del yo, a través de las formaciones del inconsciente (sueños, rlo como un lenguaje>> y del psicoanálisis como práctica que se resuelve en
lapsus y síntomas), de forma radical en la adolescencia. ttn «análisis del lenguaje»'' dirigido a hacer resurgir de lo reprimido, a
12
rv. Finalmente, lo imaginario puede definirse como el registro centrado 1ravés de la palabra del sujeto, aquel <<capítulo censurado>> de la propia
sobre la relación dual, que encuentra la propia forma más claramente reco- historia, enigmático, en el que se ha depositado su inconsciente.
nocible en la relación del niño con el deseo materno. El riesgo de un transi- 11. En segundo lugar, más en concreto, el registro simbólico está consti-
tivismo caníbal, ilustrado de modo magistral en la posición esquizo-para- 1u ido por el sistema significante y por la lógica que lo preside. Esto signifi-
noide de Klein, en el que no es posible distinguir el deseo del niño del de la r ,\que el orden simbólico no coincide simplemente con el sistema de la len-
madre, el deseo del sujeto del deseo del otro, en toda la oscilación pasional un hablada, sino que incluye cualquier sistema significante. En este
que va desde la agresividad al amor sin límite hasta el extremo patológico 'ot· ntido, Lacan elogia a Melanie Klein por haber entendido (a pesar de su
constituido por la paranoia, anima para Lacan la vida del su jeto en el campo roncepción del análisis en la que para Lacan domina la dimensión imagi-
de lo imaginario.' 0 Sólo a través del reconocimiento de un tercero que existe ll.t ria de las fantasmatizaciones inconscientes) que la condición del análisis
más allá de la relación dual y que pone un límite, que encarna una Ley que en la capacidad del sujeto de simbolizar y no necesariamente de ha-
regula la relación entre los dos, remitiendo a cada uno a su particularidad, blar, por lo que el juego como sistema significante se presta perfectamente
se hace posible, como Lacan muestra magistralmente en el Seminario 4, La 1tl traba jo analítico en el niño pequeño.' 3 El estatuto del significante en La-
relación de objeto, encontrar un punto de anclaje más allá de lo imaginario, y ca n se aclara con relación al del significado: no existe ninguna relación
en torno al cual el sujeto pueda localizarse en el propio deseo singular. n.ttural entre ambos, como ya explica claramente Saussure en el Curso de
IIIIRÜÍStica general a través de su concepto de arbitrariedad del signo lin-
Lo Simbólico (S) giHstico, sino que más bien el significado es un efecto que se produce den-
Al mismo tiempo, lo simbólico constituye para Lacan el menos reconocido ti o de determinado sistema significante en un momento dado. ' 4 Por ejem-
de los tres registros en el campo del psicoanálisis posterior a Freud, y aquel plo, el significado de una palabra depende de su posición de significante,
al que la práctica psicoanalítica, de hecho, más se refiere por la eficacia de ljlll' la determina dentro del sistema de la lengua a la que pertenece en un
su acción. Intentemos articular su estatuto a la luz de cuatro definiciones. ¡11 dodo dado de su historia: su valor lingüístico viene determinado por su
I. En primer lugar, el registro de lo simbólico está constituido por el d ti ncncia estructural respecto de las otras palabras como significantes
campo del lenguaje, dentro del cual la palabra del sujeto encuentra las con- rlt litro del sistema de la lengua. Sólo a partir de tal determinación signifi-
diciones de su propia enunciación particular. El encuentro de Lacan con la r, .tttl<.' o simbólica se produce el efecto de significado que la palabra vehicu-
lingüística estructural de Ferdinand de Saussure y el descubrimiento de su 111, ttt:.ís allá de la conciencia que al respecto tengan los hablantes.' 5 La rela-
posible empleo en la lectura de Freud es el presupuesto esencial de tal defi-
r r. ). La can ( 1966), Escritos 1, p. 258.
1 l. 1bíd.' p. 249·
ro. En relación con esto, véase sobre todo el escrito de Lacan «La agresividad en psi- r 1 Cfr. ibíd., pp. 107-108.
coanálisis», en J. Lacan (1966),Escritos 1, pp. 94-116, donde emerge además con claridad el r ¡. F.ll·scriw de Lacan en l'l que se realiza de forma más completa el encuentro con la
kleinismosuigeneris, mezclado con los aportes de la lectura existencialista del legel opera- lillgllfs tl!',r nlrllclural de S;tllsslllt' y )akohson es «Ln instancin de la letra del inconsciente
da en Francia por Kojeve, que caracterizaba la elaboración del psicoanaliMa fr en los cii.rr,r '1111 dnpiih de• Fcc·wl • (ro't¡), r·n J.I..H.II1 (HJ(,(¡),Eraitos 1, pp. 473 509.
arios treinta y cuarenta. ro¡, (Ir rhicl,¡r¡r. 1''''•17h
26 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 27
ción entre significante y significado expresa bien en Lacan la relación entre guien que ejerza la función de padre incluso aunque no lo sea ni biológica
el orden simbólico y el registro de lo imaginario: el segundo es un efecto 111 jurídicamente (a veces es el padre de la madre, el abuelo del niño, quien
necesario de la acción del primero en el proceso de constitución del sujeto e ncarna esta función, pero incluso una mujer puede encarnar para un suje-
humano, las fantasías fundamentales se construyen a partir de los signifi- lo la función paterna). Lacan define este significante como Nombre del
cantes-clave que organizan la historia infantil de un sujeto aun antes de su Padre, y su acción en la constitución del sujeto como «metáfora paterna»,' 7
llegada al mundo en el discurso de los padres. Y sin embargo, el desconoci- '1peración que permite al niño sustraerse al Deseo de la Madre, y consti-
miento de los propios significantes fundamentales, su represión en el in- luirse como sujeto descante, falto de algo que le resulta enigmático, y que
consciente, y la construcción del significado de la propia existencia en tor- husca en el curso de la propia existencia.
no al yo (moi), efecto del discurso del otro familiar sobre el sujeto, son IV. Finalmente, el registro simbólico es definido por Lacan como el cam-
cuanto el sujeto neurótico pone inevitablemente en escena sin saberlo. Por po del Otro con mayúscula, que distingue explícitamente del otro con mi-
ello, una definición que Lacan ha dado del trabajo del análisis es la de un llÚscula, que coincide con el semejante de la relación especular. La noción de
proceso que opera, inversamente al trabajo espontáneo que el inconsciente < )tro resume en sí misma todas las definiciones ya dadas del orden simbólico,
realiza con los sueños, una simbolización de lo imaginario, '6 una reducción y designa la dimensión histórico-lingüístico-familiar dentro de la cual el su-
del significado a su estructura significante. En efecto, el análisis produce jeto se constituye por efecto de la acción significante. A través de este concep-
un agotamiento de la fantasía infantil del sujeto en su génesis en el discur- to, Lacan reformula la noción freudiana de inconsciente y sitúa en el centro
so del otro familiar, dentro del cual el sujeto se ha sentido llamado a deber la historicidad radical, más allá de su representación, emergente en la prime-
ocupar para el otro, sin darse cuenta, una determinada posición. ra tópica de Freud, como lugar que contiene los instintos arcaicos y de las
m. En tercer lugar, en un ámbito más clínico, el orden simbólico está ¡misiones. «El inconsciente es el discurso del Otro» es, en efecto, una de
constituido por la dimensión del Tercero, que funciona como ley asimétri- las definiciones clave que encontramos en el texto de Lacan.
ca para los componentes de la relación dual, en primer lugar para la rela-
ción del niño con el deseo de la madre, situando entre ellos un límite que Lo Real (R)
los separa y los distingue. En esta clave relee Lacan el Edipo de Freud y la De los tres registros de Lacan, el de lo real es sin lugar a dudas el más
función del Padre como agente separador que preserva al niño del caniba- enigmático y el más difícil de definir. Por otra parte, para el propio Lacan,
lismo del deseo materno y permite su subjetivación. En efecto, el signifi- al menos hasta r96o, el año de su Seminario La ética del psicoanálisis, que
cante del Padre se ofrece al mismo tiempo como Ley, que priva al niño de la supuso un punto de inflexión, lo real funcionará como una especie de re-
exclusividad sobre la madre, y como ideal simbólico (ideal del yo) que le gistro mudo, definible sólo en negativo como el resto respecto a los ejes de
permitirá de adulto, identificándose con él, poder ser un hombre para una lo imaginario y de lo simbólico, como lo que no es ni del orden de la ima-
mujer. El significante Nombre del Padre se inscribe en el niño a través de gen ni del orden del símbolo.
la palabra de la madre, que le testimonia que en su deseo no existe sólo él Intentemos reconstruir el estatuto de lo real en Lacan, a la luz de algu-
(el hijo), sino que existe un Otro (un hombre) al que ella permanece vincu- nas clefiniciones.' 8
lada en tanto que mujer, y que funciona para ella como Tercero respecto 1. En primer lugar, lo real en Lacan no es la realidad. Para distinguir
del niño. Tal significante puede prescindir por tanto de la existencia real .11nbos conceptos, Lacan se remonta sobre todo a los usos diversos por par-
del padre, que puede incluso estar muerto, y puede concernir también a al-
' 7· l . l.;it>lll (11)')7 • tl¡')X),/ :'/.'im/lllllllfl. Uhro 5, p. 186.
tli. j. Lncan (H)'54 H)')')),l:/ Seminario. Libro l, pp. 4'52··15·1· 1 X. Ví·'"'' .d 111 /\l. Hn .d, .111 (
28 JACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOAN ÁLIS!S EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 29
te de Freud de los términos alemanes Wirklichkeit, que designa la realidad /'lO de placer, está en la base del funcionamiento del aparato psíquico.
en la acepción común del término, como realidad externa objetivada, y l'.11a designarlo, La can articula el concepto de goce (jouissance ), que
Realitiit, que, por el contrario, concierne a la dimensión de la realidad psí- ,¡, he entenderse como satisfacción autodestructiva, maligna, empuje li-
quica. Para Lacan, lo real es lo real del sujeto, es decir, atañe a cuanto de IJidinal irresistible hacia algo que provoca al sujeto un sufrimiento que
ineludible caracteriza su modo de funcionamiento y su economía de satis- l11 hace gozar. (Piénsese por ejemplo en la relación del toxicómano con
facción, más allá de cualquier criterio de adaptación a la realidad. l11 droga, o en la relación de la bulímica con la comida, pero también
n. En segundo lugar, lo real es lo imposible, es «eso de lo que no se pue- 111'!\ sencillamente en el freudiano «beneficio secundario» inherente al
de salir». Es decir, designa al ser mismo del sujeto, el nudo que estructura l111oma histérico y a la dificultad del neurótico para abandonar los pro-
su realidad psíquica. Mientras lo imaginario y lo simbólico están abiertos a 1""' síntomas a pesar de ver su destructividad.) Otra definición posible
la dimensión de lo posible, lo real marca lo imposible del sujeto, es decir, la l'l- , pues: Lo real es el goce.
matriz misma de su materia más íntima. VI.
Finalmente, lo real designa para Lacan lo real del sexo. Él se sitúa,
nr. En tercer lugar, lo real es en su estructura <<sin-sentido>>, asemántico, 111 .h allá de todo ideal de maduración genital, en la experiencia estruc-
irrepresentable, fuera del alcance de la imagen y del símbolo. ltll',d de pérdida de satisfacción, de placer parcialmente frustrado, que
1v. En cuarto lugar, lo real es lo real del cuerpo pulsional, es lo real de la -111·1.1 al partener sexual en la posición de sustituto del objeto perdido de
economía libidinal del sujeto, el motor de su economía de satisfacción. l.t 111itica primera experiencia de satisfacción. En ello, la relación sexual
En el Seminario 7, Lacan formula la dimensión de lo real en la pérdida 1q11 <·senta para el ser humano la tentativa de reencuentro del objeto per-
de la Cosa (das Ding), el objeto de la mítica primera experiencia de satisfac- l1do de la mítica primera experiencia de satisfacción, y a la vez, la expe-
ción del sujeto dibujado por Freud en el Proyecto de psicología. Cuatro años II CIH.ia de fracaso de tal búsqueda y el replanteamiento del trauma de la
después, en el Seminario II, lo real se precisa como «lo real del objeto pul- r••' 1dlda.El sujeto nunca encuentra en el Otro aquel objeto capaz de
sional» de las zonas erógenas en tanto que objeto perdido, cuyo empuje 1'11111pktarlo y representa la experiencia originaria de la mítica primera
hacia el reencuentro estructura la economía libidinal del sujeto. A los obje- En este sentido, el encuentro sexual es siempre para el ser
tos parciales ya indicados por Freud, el objeto oral y el objeto anal, Lacan l,llllt.lno un encuentro parcialmente frustrado, una satisfacción a través
añade el objeto-voz y el objeto-mirada. Resumiendo en una única función k l.1 pérdida. Es lo real de la pérdida del objeto de satisfacción y su repe-
lógica las diferentes formas del objeto perdido de la mítica primera satis- 111 11111 en la experiencia sexual, lo que constituye el presupuesto de la di-
facción, Lacan formula la teoría del objeto (a), objeto causa del deseo, obje- 111< 11\IÓn traumático-enigmática del sexo para el ser humano que los des-
to de la repetición, objeto en torno al cual se estructura la construcción del r 11l11 1111 ientos de Freud hicieron emerger. Precisamente, esta dimensión
fantasma fundamental que regula desde la infancia la economía de satis- ¡li t t•l psicoanálisis hace emerger es la que convierte la sexualidad en
facción del neurótico. Por consiguiente, otro modo en que Lacan intenta dH11 110 simplemente natural para el hombre, en algo que no se puede
formular la dimensión de lo real es: lo real es lo real del objeto (a). tl \t' ll;ll a través de la educación. Lo real del sexo es algo irrepresentable,
v. En quinto lugar, el concepto de real caracteriza el retomar y tra ttln .d final de un análisis el sujeto puede llegar no a representar sino a
ducir en el propio lenguaje teórico, por parte de Lacan, del <<más allá de l lltllllsuihir el núcleo de la propia relación particular con esta dimen-
principio de placer» de Freud, y en particular de la teoría freudiana dt· "¡¡,11 de la experiencia humana. Por ello, Lacan llegará a afir-
la pulsión de muerte (Todestrieb ). Lo real de Lacun n flllt't también el m<' liltll, dr manera provocativa y paradójica, a finales de los años sesenta,
olla de la pulsión de muerte de Freud, es el pri Jl( i111(1 de <'1111 op1.1, de sa i¡lll t'Xiste la n:lación sexual».
facción autockstructiva que ya en Fn:ud, .1 p.tl!lt ,11_ Md_ • o//,í rlr:lf'l'lllr 1
30 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO
31
LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA ciente transmitida por Freud, hasta extraviarla al replantear la centralidad
del yo como esfera autónoma de conflictos, según la formulación de Hart-
Crítica del formalismo técnico en psicoanálisis rnann. Podemos cuestionar la posición de Lacan sobre la técnica en psicoa-
nálisis, sobre todo a partir del presupuesto que hace funcionar su crítica de
Es raro encontrar en la obra y en la enseñanza de Lacan referencias al ámbi- los fundamentos del psicoanálisis posfreudiano, es decir, el aplicar a la co-
to de la técnica. Nociones tales como el contrato y el setting, que cualquier munidad de los analistas los mismos principios descubiertos por el psicoa-
manual de técnica psicoanalítica plantea habitualmente en los primeros ca- nálisis, para sacar a la luz las formaciones sintomáticas:
pítulos de sus exposiciones, en el texto de Lacan son prácticamente ilocali-
zables. Esta ausencia no es el simple efecto de una omisión, de un olvido o Método de verdad y de desmitificación de los camuflajes subjetivos, ¿manifes-
de un desinterés de Lacan por el tema. Es una ausencia que asume un valor taría el psicoanálisis una ambición desmedida, de aplicar sus principios a su
teórico preciso en la enseñanza de Lacan, una toma de posición en el debate propia corporación: o sea a la concepción que se forjan los psicoanalistas de su
interno de la comunidad analítica llena de implicaciones en el plano de la papel ante el enfermo, de su lugar en la sociedad de los espíritus, de sus rela-
ciones con sus pares y de su misión de enseñanza? 20
práctica analítica, coherente con una elaboración radical de los fundamen-
tos de la experiencia del psicoanálisis que se desarrolla desde hace medio si-
En este marco, la crítica de Lacan afronta el problema de la técnica en psi-
glo. En efecto, se trata de poner en tela de juicio la tendencia principal en la
coanálisis, poniendo sobre todo al descubierto la deriva formal que asumió
comunidad analítica internacional de Los años cuarenta y cincuenta, domi-
en el debate interno de la comunidad analítica, alejándose de las lecciones
nada por la Psicología del Yo y por la influencia determinante que la psi-
de la experiencia clínica de Freud y de sus fundamentos, localizables en úl-
quiatría estadounidense ejerció en ella, para presentar el psicoanálisis como
tima instancia para el psicoanalista francés en el campo del lenguaje y en la
una práctica ya codificada en un sistema de reglas técnicas y deontológicas a
runción de la palabra en análisis:
seguir, legibles en un manual. Práctica en la que, sin embargo, para Lacan, se
ha extraviado el punto cardinal constituido en la centralidad freudiana de la Parece en todo caso innegable que la concepción del psicoanálisis se ha incli-
dimensión del inconsciente, y el campo de experiencia efectivo que se consti- nado allí hacia la adaptación del individuo a la circunstancia social, la bús-
tuye en el inconsciente con la palabra del paciente. En este sentido, irónica- queda de los patterns de la conducta y toda la objetivación implicada en la
mente, Lacan lamentaba en «Función y campo» que a los jóvenes analistas noción de las human relations, y ésta es sin duda una posición de exclusión
en formación se los empujaba, para aprender la práctica del psicoanálisis, privilegiada con relación al objeto humano que se indica en el término, naci-
a leer a Fenichel y su célebre tratado sobre la técnica psicoanalítica, en vez do en aquellos parajes, de human engineering.
de leer a Freud.' 9 Al poner en evidencia la desviación de la comunidad ana- Así pues, a la distancia necesaria para sostener semejante posición es a la
lítica de la estela de la lección freudiana, y su orientarse por lo general en que puede atribuirse el eclipse en el psicoanálisis de los términos más vivos de
su experiencia, el inconsciente, la sexualidad, cuya mención misma parecería
consonancia a la inclinación de la psiquiatría psicoanalítica estadounidense
que debiese borrarse próximamente.
hacia un encuentro con el behaviorismo, Lacan toca en su texto-manifiesto
r.. .-¡
el problema de la técnica, sobre todo para mostrarse crítico con el énfasis
Por eso la fidelidad indefectiblemente reafirmada por el mismo bando hacia
sintomático del debate analítico contemporáneo a sus escritos, que aprisio-
la técnica tradicional previo balance de las pruebas hechas en los campos-fronte-
na y esteriliza en un formalismo extrínseco la dimensión ágil del incons- ra enumerados rn:\s arriba no carece de equívocos; se mide en la sustitución del
término clásico al término ortodoxo para calificar a esta técnica. Se prefiere ate- una posición logicista en psicoanálisis, y con ello quiere hacer hincapié en
nerse a las buenas maneras, a falta de saber sobre la doctrina decir nada. que la experiencia analítica es una experiencia lógica, es decir, estructura-
Afirmamos por nuestra parte que la técnica no puede ser comprendida, no da y, por tanto, hasta cierto punto formalizable y objetiva. En este sentido,
por consiguiente correctamente aplicada, si se desconocen los conceptos que la
Lacan, que está en las antípodas de toda posición subjetivista en psicoanáli-
fundan. Nuestra tarea será demostrar que esos conceptos no toman su pleno
sis, afirma con respecto al << futuro del análisis clínico y terapéutico de la
sentido sino orientándose en un campo de lenguaje, sino ordenándose a la fun-
ción de la palabra." evolución de los casos>>:
Lacan no puede determinarse a priori, sino que se basa en la lógica de la tnayores distorsiones de la teoría y de la técnica psicoanalíticas:
experiencia analítica, que se construye sobre los efectos de la práctica; sólo
sobre la base de esta lógica las reglas técnicas pueden adquirir validez. Pero es éste el campo que nuestra experiencia polariza en una relación que
A este respecto, Soler ofrece algunos ejemplos; en particular, se detiene en no es entre dos sino en apariencia, pues toda posición de su estructura en tér-
la razón lógica del diván en psicoanálisis, sosteniendo en este punto el mayor minos únicamente duales le es tan adecuada en teoría como ruinosa para su
rigor de Lacan con respecto a Freud. En efecto, según la lógica de Lacan, el técnica.V
pasaje al diván comporta un corte que reduce el inevitable cociente de es-
pecularidad imaginaria interno al cara a cara entre analista y paciente de ht.l articulación, la distinción entre relación imaginaria y relación simbó-
las entrevistas preliminares, poniendo al sujeto a trabajar con relación a la ltr;t, constituye un auténtico punto clave, el dintel lógico para entender
dimensión puramente simbólica de su palabra,30 sin la pantalla constituida todo el planteamiento de la clínica psicoanalítica de Lacan, su aproxima-
' ton ron respecto al problema de la técnica analítica y la crítica de su estan-
1 ización. En efecto, para Lacan lo estándar no sólo no da garantías al
27. M. Mazzotti (2ooo), pp. 88-89.
28. C. Soler (1984), p. 121.
29. Ibíd.' pp. ¡ 20- T21. {l. Cfr. A. Di Ciaccia (1999), p. 93·
30. Cfr. ibíd., p. ro 2. J. 1.aran ( 1966), Escritos 1, p. 255.
{ll JACQUi cS LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 37
an;disla frente a actuaciones contratransferenciales que lo destituyen de su Neconducir el setting a La estructura de la sesión analítica
propia función simbólica, sino que a menudo produce un efecto de sostén
colusivo respecto a la neurosis del paciente, lo que resulta evidente en par- l.a exigencia presente en la orientación de Lacan consiste ante todo en una
ticular con respecto a la neurosis obsesiva. Sobre este punto, Lacan y sus operación de reducción a lo esencial de lo que constituye la dimensión de la
discípulos se sitúan incluso en las antípodas del planteamiento de un críti- t.:xperiencia analítica, o sea, a su estructura irreductible, sin la cual no es ya
co benévolo como Etchegoyen, quien hace propia una tesis de Jean La- posible hablar de experiencia analítica. Esta operación, en la lógica de La-
planche al sostener que <<toda acción sobre el encuadre constituye un ac- can, consiste ante todo, preliminarmente, en depurar las condiciones de
ting out del analista». 33 Por lo tanto, afirma Lacan, no es en el plano de funcionamiento de la sesión analítica de las incrustaciones imaginarias que
una estandarización del setting y de la técnica donde el analista puede lle- con el tiempo han ritualizado el funcionamiento en una modalidad cere-
gar a posicionarse correctamente en la transferencia con el analizante, monial demasiado previsible y controlable por parte del analizante. Resi-
sino, más bien, al nivel de la lógica de la experiencia analítica y de la posi- tuar en el centro la experiencia de la palabra y de las leyes del lenguaje en
ción ética del analista, que en cada ocasión se calibran con respecto a la psicoanálisis también significa para Lacan liberar la experiencia de la sesión
singularidad del discurso del analizante. El modo de entender las reglas analítica de los obstáculos de esta ritualización ceremonial a la que una pre-
analíticas del setting y de la técnica se resiente pues, en parte ya desde ceptiva rígida y no analizada críticamente ha acabado en parte por reducir-
Freud, de esta confusión entre el plano imaginario y el plano simbólico la, reintroduciendo en el corazón del trabajo analítico el encuentro impre-
que entran en juego en la experiencia analítica: decible con la palabra del sujeto. Recientemente, Jacques-Alain Millcr ha
centrado el trabajo de su seminario sobre la orientación lacaniana precisa-
Ahora leemos los imperativos planteados por Freud acerca de algunos aspec- mente en torno al tema de la sesión analítica y su lógica de funcionamiento.
tos de la cura; por ejemplo, la ineludibilidad de la regla fundamental: la obli- Con la ayuda de Miller, intentaremos identificar aquí los factores esenciales
gatoriedad del pago y el necesario empleo del tiempo, no ya como una incita- en juego, las condiciones que hacen posible el funcionamiento de la sesión
ción a la estandarización, sino como una manera de subrayar el vínculo entre analítica y que inspiran la experiencia de la sesión de orientación lacaniana.
funcionamiento de la cura y cuestión ética. A causa de esta fracasada localiza-
ción de la ética del análisis con respecto a la técnica, el texto de Freud abunda
EL analista y los dos imperativos esenciales del análisis: ''Ven», «Habla »
en la enumeración de las condiciones de la cura y se limita a realizar breves
Ante todo, en la perspectiva de Lacan, la condición principal para que
alusiones a los aspectos realmente importantes, como por ejemplo el asunto
haya análisis es la existencia del psicoanalista. Ésta no se da nunca por su-
del saber en el tratamiento analítico. Además, las condiciones de la cura no es-
puesta ni por adquirida históricamente; es más, Lacan muestra siempre el
tán exentas de aspectos imaginarios: piénsese en el alquiler del tiempo, justifi-
lado contingente y precario de su existencia. Y esto hasta el punto de que,
cado con la necesaria subsistencia material del analista, o el uso del diván, que
efectivamente es necesario para aislar la transferencia, pero también para aho- para Lacan, el psicoanálisis podrá existir mientras existan psicoanalistas;
rrar al analista desagradables cara a cara. Todas las condiciones de la cura de aquí, para él, la importancia crucial de la formación del psicoanalista.
enumeradas por Freud se resienten del mismo límite: la referencia a lo simbó- Este relevo, que puede parecer banal, caracteriza la perspectiva de Lacan,
lico, el auténtico leitmotiv que empujó a Freud a su examen queda oculto por para quien lo que descubrió Freud fue ante todo un nuevo modo de encon-
el predominio del eje imaginario en la relación analizante-analista.34 trar la palabra del sujeto y de hacerla trabajar en una relación con otro su-
jl'tn: el analista. Sin embargo, en esta relación el analista es un sujeto del
33· R. H. Etchegoyen (1986), p. 481. todo particular, puesto que por lo general sólo responde a la palabra que el
H· A. Di Ciaccia (HJ!)!)a), p. ''+ Jlill it·ntt· k dirige haciéndole retornar al emisor la propia palabra de forma
38 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 39
invertida; es decir, haciendo que el sujeto hablante se encuentre con cuan- pm ejemplo con el médico o con el psicólogo), ni a partir de una posición
to de enigmático hay en su propia palabra, volviéndolo así el destinatario 11gestiva vinculada al carisma de su persona (como puede suceder con un
real de su misma palabra. Esta estructura de funcionamiento del discurso, , 11randero o un sanador). El analista, ante todo, hace posible el encuentro
que Freud descubrió y empezó a practicar, es lo que Lacan llama discurso ch·l sujeto con su propia palabra como un enigma que lo atañe directamen-
psicoanalítico. En el funcionamiento del discurso psicoanalítico, el analista lr, que está en la base de su padecer, y respecto al cual él mismo es llamado
ocupa una posición realmente inédita y del todo particular: para aquel a 1 11 abajar, a través de la elaboración, para intentar dilucidar aquello que su
quien se dirige, funciona más como un objeto catalizador de la propia pala- propia palabra quiere decirY
bra que como otro sujeto con el que entablar un diálogo entre semejantes. Únicamente esta posición peculiar del analista con respecto a la palabra
Por lo tanto, la posición del analista se caracteriza por una inercia activa, dd paciente hace que sea posible transformar la demanda de ayuda del pa-
que atrae a aquel que se le dirige, y por un silencio que empuja al interlocu- ncnte en una demanda analítica, permitiendo al sujeto el paso de la posi-
tor a hablar, a decir.3 5 ' rón pasiva de paciente, que espera del Otro la respuesta a su demanda, a la
Para que haya sesión analítica es necesario que haya alguien en la posi- posición que Lacan denomina analizante. Sin analista, pues, no puede ha-
ción de analista y que algún otro vaya a su encuentro periódicamente bajo lwr transformación del paciente en analizante, ni por tanto inicio del tra-
el empuje, regido por la relación de transferencia, de dos imperativos fun- ¡,,, jo analítico.
damentales, sin los cuales no se dan las condiciones necesarias para el aná-
lisis: el imperativo « ¡Ven!», que implica acudir regularmente a sesión, y el /•,'{ «lugar» del análisis
imperativo<< ¡Habla! ,,, que subyace a la que Freud llama la Grundregel, la la orientación de Lacan, el problema del lugar en el que se desarrollará
regla fundamental de la asociación libre. 36 l.r sesión analítica sufre un proceso de simplificación radical, que vuelve
' 11perfluos una serie de interrogantes relativos a las características físicas
La transformación del paciente en analizante dt·l lugar en el que se desarrolla el trabajo analítico. La literatura existente
Por lo tanto, sin analista no puede haber análisis. Ciertamente, esto no sig- ,d respecto abunda, por ejemplo, en una serie de preocupaciones relativas
nifica que no pueda haber relación terapéutica, puesto que el paciente que .1 la decoración de la consulta y a sus características más o menos asépticas o
padece un sufrimiento psíquico existe al margen del encuentro con el ana- pnsonales, en cierto modo similares a las preocupaciones relativas a la in-
lista y puede iniciar una relación de cura con un médico, un psicólogo o un d11mentaria del analista. Según la perspectiva lacaniana, el problema del
psicoterapeuta. Para Lacan, sin embargo, el analista es algo cualitativa- hrgn r del análisis queda depurado de sus referencias imaginarias y se re-
mente diferente de todo ello, no tanto por sus cualidades personales como dil re a su marco simbólico: la única condición esencial en el plano << físico >>
por el tipo de trabajo al que convoca a aquel que a él se dirige: el paciente, para que exista un lugar de análisis es que se garanticen las condiciones de
portador de un sufrimiento psíquico del que dice querer liberarse. Traba - producción y de escucha de la palabra, que esta comunicación suceda físi-
jo al que él mismo, el analista, se ha sometido con anterioridad, a partir de c.rmcnte al abrigo de la escucha de otros externos a la relación analítica, y
la condición de paciente, con otro analista, para dilucidar un sufrimiento e¡ lit' no se dé una interferencia externa tal que pueda comprometer el fun-
propio insoportable. En efecto, el analista no responde a aquel que se diri c.lcHwmicnto del discurso analítico en acto. En la relación analítica, la cade-
ge a él y que le pide ayuda a partir de una posición de saber (como succdt· 11 ;1 significante del discurso que se produce en la relación entre analizan te y
lill. d isla pa 1pita con evidencia, y ello deviene posible a condición de retirar
35· J.-A. Miller (2001), La sesión anaLítica, p. 5·
36. Ibíd. l7 A. Di Ciaccia ( 1999), p. 93·
,., J \1 !J I i 1 N ,. 1· 1. PROBLEMA DE LA 'I'IÍCN I C A EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 41
11 1•,,,,¡, '' ''' 1lw.i bies estímulos Sl'll\111 i;1lcs que caracterizan nuestra vida nacional concedió al hombre de los lobos, a iniciativa del propio Freud, por
'-""'k111:1 f'1H:r.1 de la sesión. Pw l11 1.1111o, el lugar del análisis hace posible la contribución de su análisis al desarrollo de la nueva ciencia:
1" '111'' J;IUjli('S 1\lain Mtlln dd1111 1111110 un proceso de neutralización del
1'1111'11!1 pii\'CI ,IM
¿No se comprende sin embargo que admitir un sujeto mantenido a costa del
l'to;o,t\;1111\..1111, o_'lihl IIGIIIt :diz.1ti6n de los estímulos externos hace posi- pritáneo del psicoanálisis (pues debía su pensión a una colecta del grupo), a
l•lc pülli:l' do; 'd ievt• ,.¡ dbt 111 so del analizan te, y cuanto en este discurso se causa del servicio que hacía a la ciencia en cuanto caso, es también instituirlo
1':11 :1 / 1 ,,¡,111o como algo extranjero, ajeno (unheimlich), o sor- decisivamente en la enajenación de su verdad ?39
lollt.di!Lides afectivas que caracterizan en la palabra del sujeto
l.1 nn.1 dd inconsciente. Así pues, el lugar del análisis se configura Tal principio del pago de la sesión permite al analista desmarcarse de toda
U1111n .tqud dispositivo artificial, puramente simbólico, que no se encuen- posición de tipo asistencial o caritativa. Por el contrario, el pago regular de
t 1.1 de manera natural y que no existía antes del descubrimiento de Freud, la sesión marca el hecho de que el analista no responde a la demanda
que hace posible una escucha especial de la palabra, focalizada en la emer- Je ayuda del paciente porque lo quiera, no pacta con tal demanda, sino que
gencia del inconsciente en los pliegues del discurso del sujeto. En efecto, el más bien conduce al analizante a deber hacer de la propia demanda un
dispositivo analítico hace posible que quien se somete a él pueda escuchar enigma respecto del que sólo él puede asumir la responsabilidad de res-
la propia palabra, y en particular, cuanto haya en esta palabra de extranje- ponder. Por lo tanto, en el análisis, el analizan te paga al analista por poder
ro y enigmático para el hablante mismo, y empuja al analizante, gracias a realizar el encuentro, en cada sesión, con el enigma contenido en su propia
la función ejercida por el analista, a decir algo con respecto al sentido in- palabra, y así aprende que debe pagar un precio, debe perder algo, para po-
consciente contenido en el enigma de su palabra. der realizar aquello que desea y que sigue negándose, sufriendo, sin saber
por qué. Mediante el pago regular de la sesión, en el fondo el analizante
El dinero y el problema del pago de la sesión acepta perder un poco de lo que le permite gozar (el dinero en su función
También el problema del pago es sustraído en la orientación lacaniana a de adquisición de bienes de consumo), ante la perspectiva de realizar un
todo criterio de estandarización extrínseco a las exigencias clínicas de su cambio subjetivo que le permita desear e intentar realizar lo que quiere.
función en el trabajo analítico con el paciente. A este respecto, lo que resulta Por lo tanto, el dinero asume un doble estatuto esencial en la sesión analíti-
esencial es el principio de fondo, en función del cual el analizante paga un ca. Por un lado, sostiene Lacan, tiene «valor simbólico»,40 es un don que
precio, cuantificable en dinero, al analista, para poder llevar adelante el pro- tiene la función simbólica de anclar la relación analítica en un intercambio
pio trabajo en análisis con su sostén. Esto es esencial a fin de que el analizan- que comporta por parte del analizante un precio convenido a pagar. Por el
te no confunda al analista con alguien que lo acoge porque lo ama o porque otro, tiene el estatuto real de objeto de goce que el analizan te pierde entre-
es su amigo: el pago marca la ajenidad del analista respecto al analizante, gándolo al analista, como condición para poder realizar un trabajo de
muestra que el analista no es alguien que se satisfaga simplemente por transformación subjetiva. Dicho esto, en la orientación lacaniana está ex-
las palabras del analizante, aun funcionando como catalizador de sus pala- presamente ausente cualquier forma de estandarización relativa a la cuan-
bras. Lacan no ha escrito casi nada sobre este asunto, pero aun así se puede tificación del precio de la sesión, para permitir al analista moverse sobre
encontrar en «Función y campo» una nota crítica relativa a los efectos clíni- este punto de manera flexible y adecuada a la situación particular de cada
camente letales de la renta vitalicia que la Asociación Psicoanalítica Inter-
{<)· ) , 1.:1{;11\ ( ICJ(l(>), J<'lt 1/101 1, p.
Cfr. J. ·A. Millc:-r (2oot),/-ii lt'.I'ÍÓn analírim, p. 7· ·1"· lhfd. p. )ljl)
42 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 43
paciente. Lo esencial a este respecto es que el analizante pague un precio, y por esta escansión suya «casi burocrática>>, por usar una expresión que él uti-
que este precio no le sea indiferente, que comporte una pérdida. En este lizaba para designar este aspecto de la función del analista. Sin embargo,
sentido, son conocidas las indicaciones de Lacan y de Dolto rela- para Lacan y en la orientación lacaniana, este principio no deviene en inspi-
tivas al análisis con niños, en los que se pedía a los pequeños pacientes que rador de ningún tipo de estandarización relativa al número de las sesiones a
pagaran privándose de algo que les interesara, desde guijarros hasta cara- las que se llama a realizar al paciente en análisis. Lacan dice sí al principio
melos. El segundo aspecto, también presente en el modo en que los analis- lógico de la serie constante de sesiones, pero dice no al precepto técnico de
tas lacanianos regulan por lo general el problema del pago, consiste en pe- una estandarización de su frecuencia. Nos volvemos a encontrar con un
dir al analizante que pague un precio que le sea posible pagar, sometiendo principio general de la orientación de Lacan en el trabajo clínico: ser riguro-
el criterio del pago al principio ético de hacer posible el análisis para un su- sos en la lógica nos permite ser más libres en la técnica. En la perspectiva de
jeto que lo demanda, no ya desde la posición de paciente sino desde la de Lacan, no hay nada peor en la práctica analítica que la rigidez técnica caren-
analizante. En este sentido, la determinación del precio de la sesión devie- te de un fundamento lógico extraído del caso clínico. Podríamos afirmar
ne en cada ocasión, para cada caso, en una valoración clínica vinculada a la que la relación entre lógica y técnica en psicoanálisis es, en Lacan, compara-
particularidad del sujeto que demanda el análisis, que toma forma a partir ble a la relación que instituye entre estrategia y táctica en la conducción de
de las primeras entrevistas. Esto hace que, por lo general, los analistas laca- la cura: la lógica de encuadre del caso y de la propia posición de analista en la
nianos no tengan una tarifa estándar sino que adecúen el precio de la transferencia pertenecen a la estrategia del análisis, mientras que la técnica
sesión a las condiciones clínicas y económicas del analizante. También el pertenece más al ámbito de la táctica. Este principio es aplicable también al
eventual aumento del precio de la sesión requerido por el analista en el curso problema de la frecuencia de las sesiones, del que a Lacan le interesa la regu-
del análisis sigue en la orientación lacaniana un criterio de tipo clínico, asu- laridad de la escansión lógica más que la cuantificación numérica: x días =y
me el estatuto de un acto analítico a todos los efectos y no está ligado a fac- sesiones. Resulta del todo ajeno a los principios de la teoría de Lacan, por
tores puramente extrínsecos como el aumento de la inflación u otros. Por ejemplo, el que se pueda sostener que alguien no está haciendo un análisis
lo general, no suele darse si el trabajo del analizante procede eficazmente. porque no va al analista un determinado número de veces por semana.
En alguna ocasión, por el contrario, sanciona un paso importante en el tra- Ciertamente, dependiendo del caso, el análisis requiere que el anali-
bajo de elaboración del analizan te. zante se someta en el trabajo analítico a un principio lógico de regularidad,
aquel principio que él puede sostener, que periódicamente lo hace acudir a
El problema de la frecuencia de las sesiones la cita con el psicoanalista. Pero en última instancia, para Lacan, lo que
El trabajo analítico requiere una regularidad, porque el material incons- puede hacer decir que un sujeto haya hecho o esté haciendo un análisis vie-
ciente requiere tiempo y continuidad para poder manifestarse y para que el ne dado únicamente por los pasajes lógicos que él ha realizado en el trans-
sujeto pueda elaborarlo. Sobre este principio se basa, ya desde Freud, la exi- curso de la cura y que lo han conducido a transformaciones libidinales en
gencia de una frecuencia constante de los encuentros entre analista y anali- el marco de su existencia. Para Lacan, nunca se puede afirmar a priori que
zante en la sesión. El análisis se presenta efectivamente como un recorrido alguien esté haciendo un análisis, por el simple hecho de que está acudien-
escandido en una serie de sesiones que se suceden de modo constante en el do, aunque sea todos los días, al analista, sino que sólo podemos decirlo
tiempo, durante un período de varios años, antes de llegar a su término. La- apres coup, a partir de los efectos de cambio que el trabajo analítico ha pro-
can hace propia la exigencia freudiana de la frecuencia como necesidad lógi - ducido sohrc él, y de su reconstrucción en la lógica de funcionamiento de
ca de una regularidad del trabajo analítico; en este sentido, un aspecto iclen la cura. )arques Al.1i11 Mdlt-1 ha retomado recientemente la cuestión de la
tiflcable en el funcionamiento ele la sesi6n a na lít ira VH:IH" el. u le • ¡un 1\.lllH'ntc impwl.ltH i.1 ele- l.1 c•11 c:l f'umionamicnto del trnbnjo analítico,
44 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 45
subrayando que sin la serie constante de sesiones no puede existir la condi- los datos suministrados por su experiencia clínica como analista. Aun tratán-
ción para una puesta de relieve de la emergencia del inconsciente: dose de la variación más impactante que produjo con respecto a la técnica
analítica clásica, definida por algunos, como subraya Maurizio Mazzotti,
No es cierto que la serie signifique necesariamente regularidad, automaton, como «la mayor innovación técnica desde los tiempos de Freud »,42 son muy
aburrimiento. Es fundamental entenderlo bien. En efecto, la práctica del psi- pocas las páginas que Lacan dedica a este tema. Están claramente localizadas
coanálisis procede a través de series-de-sesiones; si es necesaria la regularidad en un punto preciso de los Escritos de Lacan, donde se condensan sus tesis
es para favorecer la sorpresa; el automaton aquí es la condición de la tyche. 4 ' más importantes sobre la técnica psicoanalítica. 43 Se trata de algunas páginas
de la tercera parte de «Función y campo de la palabra y del lenguaje en psi-
No obstante, el modo en que la serie de sesiones toma forma en el análisis coanálisis », tituladas «Las resonancias de la interpretación y el tiempo del
de un sujeto es algo no estandarizado al nivel de la frecuencia. En la orien- sujeto en la técnica psicoanalítica». Las dos primeras partes de este escrito-
tación lacaniana, esto hace posible, por citar ejemplos realmente fuera de lo manifiesto de la orientación de Lacan en psicoanálisis están dedicadas, res-
estándar, que por ejemplo un analizante italiano pueda acudir a Francia pectivamente, a la dialéctica de la palabra y al campo del lenguaje en la cons-
regularmente, pongamos cada dos semanas, y desarrollar una serie de se- titución del sujeto humano, mientras que la tercera se centra en la función
siones en el curso de una jornada, durante varios años; o bien que un ana- del analista en la sesión y en su acción. Por este motivo, nos resulta importan-
lizante de Buenos Aires o de Sao Paulo viaje a París cuatro veces al año, te analizar en detalle estas páginas de La can sobre el problema del tiempo de
permanezca allí quince días y realice una serie de sesiones diarias, constru- la sesión.
yendo de esta forma particular, constituida por tramos analíticos periódi-
cos, el recorrido del propio análisis. Haciendo prevalecer el principio lógi-
co de la serie sobre el numérico de la frecuencia, Lacan rompe también a F.l tiempo del inconsciente no es el tiempo estándar
este respecto con cualquier principio de estandarización.
El primer punto fundamental de la argumentación de Lacan a este respec-
to concierne a una crítica de la identificación del tiempo de la sesión analí-
LA FUNCIÓN DEL TIEMPO EN LA SESIÓN ANALÍTICA LACANIANA
tica con el tiempo objetivo mensurable propio de las ciencias físicas y san-
t ionado por nuestros instrumentos de medida, principalmente el reloj. En
Está fuera de duda que la variación más conocida y discutida operada por \U disertación relativa a la <<función del tiempo en la técnica» y al problema
Lacan respecto a la técnica clásica en psicoanálisis está relacionada con su de la <<duración de la sesión», 44 Lacan lleva la cuestión sobre todo al nivel
doctrina relativa a la duración de la sesión. Ésta fue una de las herejías res- epistemológico del estatuto temporal del inconsciente, para medirse des-
pecto a la ortodoxia vigente, que empujó a la cúpula de la IPA, en primer lu- pués con el problema técnico de la duración de la sesión analítica. La tesis
gar, a no reconocerlo ya como didacta, y a continuación, en 1964, a expulsar- fundamental de Lacan estriba en que la temporalidad del inconsciente es
lo de la organización psicoanalítica internacional. Sólo llegado a este punto, tualitativamente diferente de la temporalidad mensurable del tiempo físi-
Lacan fundará una escuela propia, la École Freudienne de Paris, en la cual l o. El tiempo del inconsciente no es el tiempo estándar que organiza las ci-
convergerán los analistas formados en psicoanálisis en función de los princi
pios por él circunscritos en su lectura cruzada de la enseñanza de Preud y de
.¡J.. M. Mazzotti (2003), p. 89.
•l.{· 1bfd., pp. 8?-88.
·1' · 1. A. Milln, La (!uoridinlnt·, n ." ' ·1• nL1d.1 t'll 11.,,,,,¡, 1'· ¡.¡ , 11· 1 l.aca n ( 1966), F.scritos 1, pp. 298-299.
EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO
46 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS 47
tas y los momentos de nuestra vida cotidiana, vinculado a la rnaternatiza- en conformidad con el funcionamiento temporal del inconsciente del suje-
ción del tiempo establecida por la física moderna. Es lo que aparece clara- to, y con el trabajo de elaboración que el sujeto realiza en análisis.
mente en este pasaje, en el que Lacan replica a los críticos de las sesiones
variables y tendentes a la brevedad, que caracterizan la práctica analítica
lacaniana: El tiempo del inconsciente no es la duración
El inconsciente -se nos asegura con un tono tanto más comprensivo cuanto Por otro lado, el tiempo del inconsciente tampoco es para Lacan el tiempo
menos capaz se es de justificar lo que quiere decirse-, el inconsciente pide psicológico de la duración, del flujo de conciencia, de la fenomenología, que
tiempo para revelarse. Estamos perfectamente de acuerdo. Pero preguntamos a partir de Bergson y de Husserl penetró en el ámbito de la práctica psiquiá-
cuál es su medida. ¿Es la del universo de la precisión, para emplear la expre- trica y psicoterapéutica a través del enfoque de la psiquiatría fenomenológi-
sión del señor Alexandre Koyré? Sin duda vivimos en ese universo, pero su ca de Jaspers, Minkowski y Binswanger, para llegar hasta nosotros. Es más,
advenimiento para el hombre es de fecha reciente, puesto que se remonta corno explica de modo preciso Franc;:ois Leguil, el recorrido de Lacan se ca-
exactamente al reloj de Huyghens, o sea el año 1659, y el malestar del hombre racteriza justamente por su distanciamiento con respecto de la psiquiatría
moderno no indica precisamente es que esa precisión sea en sí para él un factor fenomenológica cuando el encuentro con el psicoanálisis haga emerger cla-
de liberación. Ese tiempo de la caída de los graves ¿es sagrado por responder al
ramente para él la irreductibilidad de ambos enfoques, y la heterogeneidad
tiempo de los astros en cuanto puesto en lo eterno por Dios que, como nos lo
del modo de entender la función del tiempo en la cura. La tradición bergso-
dijo Lichtenberg, da cuerda a nuestras carátulas solares? 45
niana hará una crítica del tiempo estándar en nombre de un tiempo vivido
que es el propio del flujo de conciencia; no es ésta la crítica al tiempo están-
En el marco de tal crítica epistemológica, el esfuerzo de Lacan estriba en
dar que Lacan hará suya. Para Lacan, el tiempo vivido de los fenomenólo-
mostrar que la temporalidad del inconsciente tiene una estructura de ma-
gos es el tiempo imaginario de la conciencia, que vive en la ilusión de una
nifestación y de funcionamiento cualitativamente diferente, que tanto el
continuidad sin fracturas, teleológica, según el modelo bergsoniano de la
texto freudiano corno la experiencia clínica nos permiten constatar. El
duración del impulso vital. En este contexto no hay sitio para la temporali-
tiempo del inconsciente no es un tiempo cronológico, sino que es más bien
dad extranjera, sorprendente, traumática y enigmática que caracteriza el
un tiempo que Lacan define en un escrito suyo de los años treinta como
modo de manifestarse del inconsciente en la experiencia psíquica del sujeto.
«tiempo lógico», vinculado al proceso de elaboración significante que el
Es ésta, por el contrario, la temporalidad que para Lacan es necesario que el
sujeto ha llegado a realizar en el marco de la propia experiencia, con res-
psicoanálisis asuma corno principio de referencia en el marco de la experien-
pecto a sus propias cuestiones y sus propias elecciones esenciales, y a los
cia analítica, llevándola al centro del funcionamiento de la cura. No el tiem-
cambios reales que consecuentemente se han dado en su existencia con res-
po vivido de la conciencia sino el tiempo extranjero, siniestro (unheimlich)
pecto a antes de iniciar el análisis. El tiempo lógico es para Lacan el tiempo
como decía Freud, sorprendente e impredecible del inconsciente.
peculiar del sujeto, y no el tiempo de la ciencia moderna. Tampoco es el
tiempo corno medida de valor del trabajo del analista, según los paráme-
tros propios de la economía del discurso capitalista, que sanciona que «equis>>
/;'1 tiempo de la sesión lacaniana entre simbólico y real
tiempo equivale a <<equis>> dinero. Por lo tanto, el esfuerzo de Lacan con
siste ante todo en la tentativa de resituar la función del tiempo en an(llisis
1.:1 posición lacaniana respecto a la temporalidad del inconsciente se dife-
ll' llCÍ:t pues tanto ele la csUl nda rización del tiempo de la sesión de la IP A
4'5· lhíd.,
48 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 49
como de la enfatización del supuesto tiempo auténtico de la duración, pri- De hecho, en la sesión analítica lacaniana, la abstención del analista de la
sión imaginaria propia del marco de toda psicología fenomenológica. En el respuesta a la demanda del paciente produce ante todo el efecto de dejar en
fondo, subraya Leguil, la sesión de tiempo estándar de la IP A es un antído- suspenso todas las significaciones imaginarias a las que su discurso alude, de
to contra la temporalidad imaginaria de la duración y del flujo de concien- poner entre paréntesis el valor de realidad de lo que dice, tomando nota lite-
cia; es un poner al paciente en análisis en una condición en la que no es su ral en tanto que estructura significante que constituye su discurso. El poner
yo el que determina el tiempo de la cura, sino que es un tiempo establecido entre paréntesis el significado, efecto de la no respuesta del analista a la pa-
por el Otro social, es el tiempo público de la ciencia moderna. 46 labra del paciente, permite poner en evidencia la cadena significante, la tra-
Lacan se plantea asimismo el problema de cómo neutralizar los ecos ma simbólica que constituye el discurso del sujeto. Y respecto a ella, el ana-
imaginarios de la duración del flujo de conciencia dentro del funciona- lista se abstiene de la respuesta y se sitúa para Lacan en una posición de pura
miento de la sesión analítica. En el fondo, la primera operación esencial en negatividad, se convierte en escriba del discurso del analizante y se limita a
el análisis la can iano consiste precisamente en un proceso de reducción de la hacer puntuaciones que permiten al sujeto, como en la intervención de un
amplificación imaginaria, o sea, en pasar por el tamiz el tejido de identifica- editor sobre un texto carente de signos ortográficos, clarificar la solidez de
ciones del cual el yo (moi) del sujeto se ha constituido inconscientemente en su discurso y sustraerlo de la ambigüedad. Esta posición del analista permi-
su relación con los otros fundamentales de su vida, para que se le revele al te operar sobre la palabra del paciente, pero no en el plano de su relación
sujeto la estructura alienante de ficción . Sin embargo, respecto a la función con el significado al que alude, sino en relación con la trama significante
simbólica del tiempo en sesión, la solución de Lacan es cualitativamente di- que la constituye en el marco de la historia del sujeto y de su relación con el
ferente de la de la sesión estándar de la IP A, por un lado porque reconduce Otro. Por otro lado, para Lacan, el otro momento tópico de la sesión lo
el funcionamiento simbólico de la temporalidad a la experiencia dialéctica constituye en cambio el momento de activación del analista en el proceso
de la palabra y al campo del lenguaje en análisis; por el otro, porque intro- del corte temporal, de 1-a escansión de la sesión, operado sobre un punto pre-
duce en el funcionamiento simbólico del tiempo en sesión la dimensión real ciso del discurso del paciente, que sanciona una elaboración o empuja su
del acto del analista, que respecto al tiempo se manifiesta a través de la es- inicio, destacándola. Acto que Lacan aproxima a la práctica de intervención
cansión de la sesión. Lacan es explícito en «Función y campo» al situar la llevada a cabo por los maestros zen en el aprendizaje de sus discípulos. Apa-
cuestión del tiempo de la sesión analítica, junto al abstenerse el analista de la rece pues con claridad que Lacan no sitúa al analista en el lugar del intér-
respuesta, en la juntura entre simbólico y real, y de hecho concibe la sesión prete, sino más bien en la práctica silenciosa del escriba y del maestro zen,
analítica como un proceso de neutralización de lo imaginario del sujeto: de aquel que transcribe el discurso del sujeto prestando atención a la orto-
grafía, y de aquel que lo anima a la elaboración de la propia posición subje-
Porque está claro, por otra parte, que la abstención del analista, su negativa a tiva. He aquí el pasaje de Lacan sobre el analista escriba:
responder, es un elemento de la realidad en el análisis. Más exactamente, es en
esa negatividad en cuanto que es pura, es decir, desprendida de todo motivo Desempeñamos un papel de registro, al asumir la función, fundamental en
particular, donde reside la juntura entre lo simbólico y lo real.[ ... ] Se ve enton- todo intercambio simbólico, de recoger lo que do karno, el hombre en su auten-
ces el otro momento en que lo simbólico y lo real se reúnen, y ya lo habíamos ticidad, llama la palabra que dura.
marcado teóricamente: en la función del tiempo, y esto vale la pena de que nos Testigo invocado de la sinceridad del sujeto, depositario del acta de su dis-
detengamos un momento sobre los efectos técnicos del tiempo. 47 curso, referencia de su exactitud, fiador de su rectitud, guardián de su testa-
mento, cscrih:lllo ck codicilos, el analista tiene algo de escriba. 48
46. F. Leguil (2ooo), p. 57·
47· J. Lacan (191íó), 1, pp. 297-·298. .¡H. lhfd., JI · jtll ,
50 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITlVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 51
He aquí por otro lado el pasaje sobre el procedimiento analítico por él des- mina una posición subjetiva --el sujeto es el efecto del significante-. Las es-
crito, como práctica cercana al zen: tructuras significantes determinan igualmente una modulación temporal.
Desde esta perspectiva, el tiempo es el efecto del significanteY
Y no somos los únicos que hemos observado que se identifica en última instan-
cia con la técnica que suele designarse con el nombre de zen, y que se aplica
como medio de revelación del sujeto en la ascesis tradicional de ciertas escue- El tiempo del inconsciente como discontinuidad
las del lejano oriente.
Sin llegar a los extremos a que se lanza esta técnica, puesto que serían con-
Hay un punto sobre el que la concepción estándar del tiempo y la teoría fe-
trarios a algunas de las limitaciones que la nuestra se impone, una aplicación
nomenológica de la duración, aun hallándose en las antípodas la una respec-
discreta de su principio en el análisis nos parece mucho más admisible que
to de la otra, están de acuerdo: el presupuesto de la continuidad temporal,
ciertas modas llamadas de análisis de las resistencias, en la medida en que no
por un lado cuantificable, y por el otro vivida. Para la primera, la continui-
implica en sí misma ningún peligro de enajenación del sujeto.
Pues no rompe el discurso sino para dar a luz la palabra. 49 dad viene dada por el tiempo objetivo de la ciencia; para la segunda, por el
f1ujo de la conciencia. Para Lacan, el tiempo del inconsciente no es asimila-
Aparece con claridad cómo, en el marco de tal práctica, el tiempo en la se- ble ni al primero ni al segundo. Se manifiesta en el sujeto -y esto lo muestra
sión resulta estar tan alejado del tiempo estándar como de la duración feno- Lacan de modo magistral en el Seminario r 1 Los cuatro conceptos fundamen-
menológica, y se configura más bien como un tiempo lógico que se determi- tales del psicoanálisis en la reformulación del concepto de inconsciente-,
na en cada ocasión como efecto de la estructura significante que emerge en como corte, como escansión, como pulsación, como discontinuidad. 52
la sesión por el discurso del sujeto. Sobre este punto, Jacques-Aiain Miller Jacques-Alain Miller ha retomado recientemente la problemática laca-
ha llegado recientemente a un esclarecimiento ejemplar de la teoría lacania- niana de la temporalidad del inconsciente y de la sesión, y ha establecido la
na del tiempo, releyendo precisamente en estos términos el difícil escrito de distinción, implícita en Lacan, entre dos modos de presentación del incons-
Lacan El tiempo lógico y la aserción de certeza anticipada, de 1945,50 presu- ciente en la experiencia del sujeto en análisis. En efecto, ha distinguido por
puesto esencial también para entender su empleo del tiempo en la sesión: un lado el inconsciente como saber, como regularidad y como repetición,
del inconsciente como sujeto, como corte y como discontinuidad, subrayan-
¿cuál es el tiempo lógico que está en relación con esto? -pregunta que tam- do en este punto una diferencia de acento en Lacan con respecto a Freud. 53
bién es de Lacan-. Pues bien, el tiempo lógico del que se trata en este asunto Es al inconsciente como saber, como regularidad de la compulsión a la repe-
tiene el mismo estatuto que el sujeto. Esto nos permite advertir la historia de 1ición y como determinismo inexorable, y no al inconsciente como sujeto,
<< El tiempo lógico ... »: el tiempo en sí mismo es un efecto de la estructura signi- romo efecto de sorpresa y de vacilación, al que aludía Freud cuando afirma-
ficante. Esto no fue dicho. El tiempo no es el contenido universal: se van a des- ha la atemporalidad del inconsciente. Para Lacan, el análisis opera en fun-
pachar pedacitos bajo los auspicios del time is money. El tiempo es un efecto de ri6n del inconsciente como sujeto, pone de relieve la falla, la vacilación y la
estructura. Lacan trae aquí la noción de tiempos subjetivos diferenciados, arti-
culados a la lógica del significante. Desde esta consideración podemos llamar-
los estructuras temporales. Eso significa que una estructura significante deter- '5'· J. -A. Miller (1999-2000), Los usos del lapso, lección del 17 de mayo de 2000,
pp. ¡He;
5.1.. Cír. P. Skriabine (2ooo), p. 65.
49· lbíd, pp.303-304. A este respecto, véase G. Basz, K. Mill.l.,(mnl), pp. e:¡(,.(,,, "il· J. A. Miller (1999-200o), Los usos del lapso, lección del 1 de diciembre de 1999,
c;o. J. Lacan (I()(Jó), Hr('rito.r 1, pp. 1H7 .w¡.
1'1' 1'1 •70.
52 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 53
apertura de una grieta que resquebraja la regularidad de la compulsión a la relato de una historia cotidiana por un apólogo que a buen entendedor dirige
repetición en la experiencia del neurótico, poniendo en crisis la identidad su saludo, una larga prosopopeya por una interjección directa, o al contrario
narcisista. El inconsciente como sujeto se manifiesta en los puntos de dis- un simple lapsus por una declaración harto compleja, y aún el suspiro de un si-
continuidad del discurso consciente del analizante, en los vacíos o en las va- lencio por todo el desarrollo lírico al que suple.
cilaciones de su palabra en el marco de la experiencia analítica, donde el de- Así, es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del suje-
seo inconsciente se abre paso en las formas del síntoma neurótico, del lapsus to. Por eso la suspensión de la sesión de la que la técnica actual hace un alto pu-
ramente cronométrico, y como tal indiferente a la trama del discurso, desempe-
y del sueño, mostrándose de forma cifrada y enigmática para el sujeto mis-
ña en él un papel de escansión que tiene todo el valor de una intervención para
mo, abriendo el espacio para su interpretación.
precipitar los momentos concluyentes. Y esto indica liberar a ese término de su
marco rutinario para someterlo a todas las finalidades útiles de la técnica. 54
La indiferencia con que el corte del timing interrumpe los momentos de está claro desde el primer momento que esa duración no puede anticiparse
apresuramiento en el sujeto puede ser fatal para la conclusión hacia la cual se para el sujeto sino como indefinida.
precipitaba su discurso, e incluso fijar en él un malentendido, si no es que da Esto por dos razones que sólo pueden distinguirse en la perspectiva dialéctica:
pretexto a un ardid de retorsión. [... ] Sin duda la neutralidad que manifesta- -una que se refiere a los límites de nuestro campo y que confirma nuestra
mos al aplicar estrictamente esta regla mantiene la vía de nuestro no-actuar. aseveración sobre la definición de sus confines: no podemos prever del sujeto
Pero este no-actuar tiene su límite, si no no habría intervención: ¿y por qué cual será su tiempo para comprender, por cuanto incluye un factor psicológico
hacerla imposible en este punto, así privilegiado? 55 que se nos escapa como tal;
-la otra que es propiamente del sujeto y por la cual la fijación de un térmi-
no equivale a una proyección especializan te, donde se encuentra de inmediato
Crítica del tiempo estándar en psicoanálisis enajenado de sí mismo: desde el momento en que el plazo de su verdad puede
ser previsto, advenga lo que advenga en la intersubjetividad intervalar, es que
la verdad está ya allí, es decir que restablecemos en el sujeto su espejismo ori-
Lacan examina la inadecuación epistemológica del tiempo estándar en el
gina l en cuanto que coloca en nosotros su verdad y que al sancionarlo con
escandir la pulsación temporal del inconsciente a través de diferentes ar-
nuestra autoridad, instalamos su análisis en una aberración que será imposible
gumentaciones pertenecientes a la práctica clínica. Toma prestada de
de corregir en sus resultados.
Freud la primera argumentación, relativa al problema del final de análi-
Esto es sin duda lo que sucedió en el caso célebre del hombre de los lobos,
sis. Lacan se refiere aquí al caso clínico del hombre de los lobos y a la re- cuya importancia ejemplar fue comprendida tan cabalmente por Freud, que
lectura crítica que Freud realiza en Análisis terminable e interminable, para vuelve a apoyarse en él en su articulación sobre el análisis finito o indefinido.
mostrar toda la perplejidad del propio Freud respecto a la antigua deci- La fijación anticipada de un término, primera forma de intervención acti-
sión de prefijar el final del análisis para su paciente. Al respecto, Lacan va, inaugurada (proh pudor!) por Freud mismo, cualquiera que sea la seguri-
considera que Freud realiza una autocrítica en la que se da cuenta de que dad adivinatoria (en el sentido propio del término) de que pueda dar pruebas
una determinación temporal anticipada a priori del final del análisis, una el analista siguiendo su ejemplo, dejará siempre al sujeto en la enajenación de
fecha decidida más allá de la dialéctica emergente en el curso de la cura, su verdad.
produce un efecto en última instancia obstaculizador con respecto al pro- Y efectivamente encontramos la confirmación de ello en dos hechos del
ceso de elaboración inconsciente del analizante, porque no respeta los caso de Freud:
tiempos del inconsciente como sujeto. De esta autocrítica freudiana surge Primeramente, el hombre de los lobos -a pesar de todo el haz de pruebas
que demuestran la historicidad de la escena primitiva, a pesar de la convic-
el criterio universalmente aceptado de la no conveniencia de prefijar un
ción que manifiesta para con él, imperturbable ante las dudas metódicas a
final anticipado del análisis, desvinculado de la dialéctica interna al pro-
cuya prueba le somete Freud- no llega nunca sin embargo a integrar su re-
ceso analítico. He aquí la argumentación de Lacan a este respecto:
memoración en la historia.
En segundo lugar, el hombre de los lobos demuestra ulteriormente suena-
El tiempo desempeña su papel en la técnica bajo varias incidencias. jenación de la manera más categórica, bajo una forma paranoide. 56
Se presenta en la duración total del análisis en primer lugar, e implica el
sentido que ha de darse al término del análisis, que es la cuestión previa a la dr l .acn n muestra como la práctica clínica enseña a Freud, en el caso del hombre
los signos de su fin. Tocaremos el problema de la fijación de su término. Pero e le· los lobos, que la temporalidad inconsciente que escande la elaboración del
analizante en el análisis no puede encerrarse a priori en un tiempo estándar 1 kctivo de su función, Lacan aplica los principios del psicoanálisis a la co-
que prefije la duración total del análisis, sin que esto conlleve el efecto de la rrllrnidad de los analistas y muestra cómo en psicoanálisis el debate sobre un
clausura anticipada de la elaboración y de reforzamiento de la alienación problema técnico encuentra siempre una raíz profunda en la ética analítica
subjetiva. La cuestión abierta, para Lacan, es por qué todo lo que es válido ya y ti ene resonancias políticas relativas al estado de la comunidad analítica.
para Freud con respecto a la duración total del análisis no puede serlo para '>obre el plano de los efectos del tiempo estándar en la sesión, el resultado
aquello que constituye el corazón de la práctica analítica, es decir, la sesión y qtrt' Lacan apunta con más énfasis viene dado, por un lado, por la colusión
la determinación de su duración. A este respecto, Lacan avanza argumenta- 1prc el tiempo estándar produce con respecto a las defensas del paciente ob-
ciones en las que intenta mostrar el estatuto defensivo de la s.esión estándar 1'\ivo, lo que alimenta la procrastinación infinita de las propias decisiones y
para el analista y para la comunidad de los analistas, y los efectos clínicos de dr· la duda que caracterizan su estructura. Por el otro lado, el tiempo están-
freno de la elaboración que comporta el tiempo estándar de la sesión, ya sea ll. rr obsesi viza la posición del analista, sometiendo la neutralidad de su posi-
del lado del trabajo del analizante, ya sea del de la posición del analista. En lo 1ron a la égida del ceremonial prefijado por el tiempo medido. He aquí el
relativo al primer punto, la asunción acrítica del tiempo estándar de la sesión !'·"aje de Lacan, difícil en razón de la referencia a la dialéctica esclavo/ amo
protege, para Lacan, a la corporación de los analistas del recuestionamiento 1lr·\arrollada por Hegel en la Fenomenología del espíritu, que el psicoanalista
de aquello en lo que consiste la función del analista como tal en el trabajo del rr toma para ilustrar la dialéctica del sujeto obsesivo, que se sitúa en la posi-
análisis. En este sentido, Lacan habla de un auténtico tabú vigente en la orto- 1um del esclavo, en su relación con el Otro, encarnado por el amo, lugar al
doxia analítica, respecto a un punto, la duración de la sesión, sobre el que I]IIC destina al analista en la transferencia analítica, esperando la muerte
además Freud nunca se pronunció de modo explícito: ¡1,1ra poder autorizarse finalmente a tomar posesión del lugar:
Aquí se trata una vez más de un elemento que pertenece manifiestamente a la El peligro de que este punto tome un valor obsesivo en el analista es simple-
realidad, puesto que representa nuestro tiempo de trabajo, y bajo este enfo lllente el de que se preste a la connivencia del sujeto: no sólo abierta al obsesi-
que, cae el capítulo de una reglamentación profesional que puede considerar vo, pero que toma en él un vigor especial, justamente por su sentimiento del
se como prevalen te. 1raba jo. Es conocida la nota de trabajo forzado que envuelve en este sujeto
Pero sus incidencias subjetivas no son menos importantes. Y en primer !u hasta los mismos ocios.
gar para el analista. El carácter tabú bajo el que se lo ha presentado en recicn Este sentido está sostenido por su relación subjetiva con el amo en cuanto
tes debates prueba suficientemente que la subjetividad del grupo está muy que lo que espera es su muerte.
poco liberada a este respecto, y el carácter escrupuloso, para no decir obsesivo, El obsesivo manifiesta en efecto una de las actitudes que Hegel no desarro-
que toma para algunos, si no para la mayoría, la observación de un estándar llo en su dialéctica del amo y del esclavo. El esclavo se ha escabullido ante el
cuyas variaciones históricas y geográficas no parecen por lo demás inquietar,, ri!'sgo de la muerte, donde le era ofrecida la ocasión del dominio en una lucha
nadie, es sin duda signo de la existencia de un problema que nadie está muy rk puro prestigio. Pero puesto que sabe que es mortal, sabe también que el
dispuesto a abordar, pues se siente que llevaría muy lejos en la puesta en clrul.r .1111o puede morir. Desde ese momento, puede aceptar trabajar para el amo y
de la función del analista. 57 1' llllllCiar al gozo mientras tanto; y, en la incertidumbre del momento en que
producirá la muerte del amo, espera.
Al interpretar el tiempo estándar de la sesión como un tabú de la comuni 'J'.rl la razón intersubjetiva tanto de la duda como de la procrastinación
dad analítica que protege a los analistas de un cuestionarnicnto del <'Siallrto '1"' 'on r.rsgos de carácter en el obsesivo.
Sr11 llllhargo todo su trabajo se opera bajo la égida de esta intención, y se
57· lhfcl., pp. {00, lur r p111 c'o doblemente enajenante. Pues no sólo la obra del sujeto le es arre-
<;H ) AC(.)UES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 59
bata da por otro, lo cual es la relación constituyente de todo trabajo, sino que el La función de la sesión breve
reconocimiento por el sujeto de su propia esencia en su obra, donde ese traba-
jo encuentra su razón, no le escapa menos, pues él mismo «no está en ello>>, Ya en «Función y campo>>, Lacan introduce, junto a la noción de sesión
está en el momento anticipado de la muerte del amo, a partir de la cual vivirá, variable, el concepto de sesión breve. Ahora bien, en su práctica clínica, la
pero en espera de la cual se identifica a él como muerto, y por medio de la cual sesión breve será utilizada de modo más radical en los años sesenta y se-
él mismo está ya muerto.
tenta, como resultado extremo de los desarrollos de su teoría del trabajo
No obstante, se esfuerza en engañar al amo por la demostración de las bue- analítico y de aquello que produce efectos de transformación sobre el su-
nas intenciones manifestadas en su trabajo. Es lo que los niños buenos del cate-
jeto en dicho trabajo. Mientras que en los años cuarenta y cincuenta, en el
cismo analítico expresan en su rudo lenguaje diciendo qu'e el ego del sujeto
corazón de la teoría de Lacan late la idea de que el análisis consiste esen-
trata de seducir a su superego.
cialmente en una dialéctica del sentido que permite al sujeto reapropiarse
Esta formulación intrasubjetiva se desmitifica inmediatamente si se la en-
de la propia verdad reprimida, a principios de los años sesenta Lacan en-
tiende en la relación analítica, donde el working through del sujeto es en efecto
utilizado para la seducción del analista. contrará que en el corazón del análisis se halla la confrontación con la di-
mensión asemántica de la compulsión a la repetición, el empuje mortífero
Tampoco es una casualidad que, en cuanto el progreso dialéctico se acerca
a la puesta en tela de juicio de las intenciones del ego en nuestros sujetos, la hacia el goce que subyace al sujeto, y sobre el que podrá incidir el acto del
fantasía de muerte del analista, experimentada a menudo bajo la forma de un analista, y no tanto la interpretación semántica. La dimensión de corte o de
temor, incluso de una angustia, no deje nunca de producirse. escansión deviene lo esencial del acto del analista en sesión. No obstante,
Y el sujeto se apresura a lanzarse de nuevo en una elaboración aún más de- ya en «Función y campo», la exigencia clínica que contiene la noción de
mostrativa de su <<buena voluntad>>. sesión breve está claramente articulada. Ella representa para Lacan la
¿Cómo dudar entonces del efecto de cierto desdén por el amo hacia el pro- modalidad de acción del analista sobre el tiempo de la sesión que empuja
ducto de semejante trabajo? La resistencia del sujeto puede encontrarse por al analizante a no dar demasiadas vueltas a ciegas en su discurso, para lle-
ello absolutamente desconcertada.5 8 gar a discernir los puntos que causan su sufrimiento, llevándolos a la pala-
bra. La noción de sesión breve no contradice el concepto de sesión varia-
Por lo tanto, el paso a la sesión de tiempo variable, sancionada por la escan- ble, sino que lo integra, en el sentido de que la sesión lacaniana es una
sión simbólica con la que el analista cierra la sesión sobre un punto particu- sesión variable que tiende a la brevedad y la concisión, que hace precipitar
larmente significativo del discurso del analizante, produce un efecto de el discurso del sujeto en un punto preciso que sanciona la escansión con-
sorpresa sobre el analizante y deviene para Lacan en el antídoto del efecto elusiva de la sesión. En el siguiente pasaje, Lacan describe con acierto el
de la obsesivización que la sesión de tiempo estándar produce de por sí, efecto de precipitación lógica en el discurso del analizante por efecto de la
tanto sobre la posición del analista, mortificada por su sumisión a un tiem- sesión breve :
po anónimo, cronométrico y carente de relación con el sentido del discurso
del paciente, como por el lado del analizante, cuyas defensas se refuerzan
No diríamos todo esto si no estuviésemos convencidos de que experimentando
en la dirección de la racionalización. 59
en un momento, llegado a su conclusión, de nuestra experiencia, lo que se ha
llamado nuestras sesiones cortas, hemos podido sacar a luz en tal sujeto mas-
culino fant;lsías anal con el sueño de su resolución por medio de
5s. Ibíd., PP· 3o2-3o3 . una Cl's:Ír('a, 1'11 1111 1'1 que de otro modo hubiéramos seguido reduci-
'59· M. Mazzotti (2003), p. 94· dm .1 h:11 "" npn nl.11 1n11n ll 1' ('1 a n e d('
ÚO J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS EL DISPOSITIVO ANALÍTICO Y LA FUNCIÓN DEL TIEMPO 6r
Por lo demás no estamos aquí para defender ese procedimiento, sino para una temporalidad de la sesión que al menos el analista, cuando no también
mostrar que tiene un sentido dialéctico preciso en su aplicación técnica. 6o 1'1paciente, ya preveían de forma anticipada, con lo que se vuelve a caer en el
mismo «vicio» que Lacan recrimina a los sustentadores de la ortodoxia de la
Franc¡:ois Leguil expresa el efecto que la práctica lacaniana de la sesión breve sesión estándar, entre los que el mismo psicoanalista argentino se alinea
produce en el sujeto en términos de un efecto de solidificación que pe·r mite al .tvalando su sentido y su eficacia. La argumentación de Etchegoyen, ejem-
sujeto sintetizar el punto de elaboración afrontado en sesión, evitando que pl o de una crítica a la técnica de Lacan exenta de prejuicios y que entra a
suelte la presa y diluya su valor en el flujo de palabras de una sesión prolon- .1nalizar el problema, gira sobre tres puntos: por un lado, el reconocimien-
gada. Toma este concepto de un relato que Paul Lemoine, discípulo de La- to de la coherencia entre la técnica de la sesión indeterminada y la teoría de
can fallecido hace algunos años, hizo en un congreso sobre las sesiones 1,acan; por el otro, y sobre todo, la crítica al corte de la sesión, que sustitu-
breves, y en el que refirió sus conversaciones con Lacan acerca de este asunto: ye a la interpretación, a la que estaría llamado el analista, según su parecer,
ron una acción de efectos sugestivos sobre el paciente; en tercer lugar, la
Cuando estaba en análisis con el doctor Lacan, me encontraba evidentemente
puesta en evidencia del riesgo de caer en una actuación contratransferen-
sorprendido por el hecho de que hubiera cambiado la duración de las sesiones
r ial a la que el analista se expone en la técnica de Lacan, con lo que desa-
y de que hubiéramos pasado a sesiones más cortas. Un día, mientras me acom-
pañaba a la puerta, le pregunté: << ¿Por qué ahora las sesiones son más cortas?>>. parece la neutralidad objetiva constituida por el tiempo estándar de la se-
Me respondió: << ¡Porque quiero volverlas más sólidas! >>. 6 ' sión.63 Es evidente que en la crítica de Etchegoyen emergen todas las
diferencias de fondo entre la impostación clásica del funcionamiento de la
Tal efecto de solidificación viene acompañado por el efecto de << despertar a sesión analítica y la curvatura que Lacan ha producido en su versión. Ante
lo real>> que la sesión breve produce sobre el paciente, y que obstaculiza el todo, según la perspectiva lacaniana, como veremos con más detalle a con-
goce estéril de la palabra que el análisis puede activar en él como si soñara tinuación, la interpretación no es ya una tarea a la que el analista está obli-
despierto, y sustrae al analista del riesgo de una << hipnosis al revés>> que se g-ado (en contra de la opinión del psicoanalista argentino, que defiende
produce cuando se escucha la palabra del paciente durante el tiempo pre- la posición dominante en el mundo analítico), sino que sólo es una de las
determinado de la sesión estándar. 62 fo rmas posibles de intervención, y ni siquiera la más privilegiada. Cada
vez más, en el desarrollo de la enseñanza de Lacan, será la noción de «acto
,111alítico>> , del que el corte de sesión es una encarnación posible, el que cali-
La crítica de Etchegoyen a la sesión variable fi cará de manera más adecuada la operación peculiar del analista. Además,
y el problema de la contratransferencia para Lacan el acto analítico se distingue de la contraactuación del analista
y, al contrario que esta última, no se produce como efecto imaginario de la
Con la ironía benévola habitual en él, Etchegoyen refiere otra anécdota en rontratransferencia del analista, sino más bien como corte simbólico en
su tratado Los fundamentos de la técnica psicoanalítica y hace notar el riesgo 1.1cadena del discurso del sujeto que produce unos efectos reales de rectifi-
de que en la práctica lacaniana de la sesión breve se opere una implícita y tiiCión sobre su posición, lacerando la cortina imaginaria que la recubre.
arbitraria predeterminación del tiempo de la sesión, que de hecho restaura No todo acto del analista en sesión son efecto de la contratransferencia del
.111alista. Y la diferencia entre un acto analítico y una actuación contra-
6o. J. Lacan (1966) , Escritos 1 , p. 303. t 1;tnsfercncial del analista M' verifica en primer lugar por los efectos que
61. F . Leguil (2000), p. 54·
(Í2. M. Mazzott i pp. <¡H - 1oo. l•{· H. JI , ( lt_¡ Htll, pp.
62 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
ción lógica que el analista puede operar a partir de tales efectos. El acto
LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA
analítico es para Lacan un acto simbólico del analista que produce efectos
Y LA CRÍTICA DE LA NOCIÓN DE CONTRATRANSFERENCIA
reales en la posición del sujeto, mientras que la actuación contratransferen-
cial es el efecto de una captura imaginaria del analista que lo aliena, identi-
ficándolo, en un punto del discurso del paciente. En este aspecto, el núcleo
del problema atañe a la teoría de la transferencia y sobre todo a la crítica de
la noción de contratransferencia operada por Lacan, que afrontaremos en
el próximo capítulo. En efecto, sin su elucidación resulta difícil entender
INTRODUCCIÓN:
qué quiere decir la noción de acto analítico que rige implícitamente, ya en
LA TEORÍA DE LA TRANSFERENCIA EN LACAN
«Función y campo», la estructura y la práctica de la sesión de tiempo variable
practicada por Lacan. En el fondo, la centralidad de la fijeza del setting, que
La noción de transferencia constituye en la enseñanza de Lacan, en línea
hace de la sesión de tiempo estándar una de sus constantes fundamentales o
con la teoría de Freud, uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis.
absolutas, tiene como finalidad precisamente, según sostiene Etchegoyen,
No por casualidad, Lacan, en su Seminario r 1 de 1964, Los cuatro conceptos
reducir los riesgos que implica la contratransferencia del analista. Desde el
fundamentales del psicoanálisis, la sitúa como uno de los puntos cardinales de
punto de vista de Lacan, el precio que el análisis paga en el loable intento
la teoría psicoanalítica, junto a los conceptos de inconsciente, repetición y
de poner freno a la actuación del analista con la sesión de tiempo estándar,
pulsión. Esto significa para Lacan (como, por otra parte, para todos aquellos
es la parálisis de su acto y la obsesivización por su posición. En este sentido,
cuya práctica remite a Freud) que experiencia analítica en sentido
·un psicoanalista lacaniano argentino ha podido afirmar recientemente, tras
sólo puede darse a partir de la activación de la relación de transferencia en la
volver a evocar la carta de Freud a Ferenczi del4 de enero de 1928 en la que
relación del analizante con el analista. «Al comienzo del psicoanálisis está
el padre del psicoanálisis invita a tomar las reglas por él avanzadas no como
la transferencia>>,' afirma en efecto Lacan en el texto más avanzado en su
tabú sino con la flexibilidad oportuna, que «el acto prohibido en la sesión
elaboración de la doctrina de la transferencia y de la formación del analista, la
analítica de la IPA es el acto analítico>>. 64
«Proposición del 9 de octubre de 1967 acerca del psicoanalista de la Escue-
En el próximo capítulo intentaremos mostrar, a través de una lectura
la >> . Esta condición marca la clínica psicoanalítica en su conjunto, prescin-
atenta de los escritos de Lacan sobre la transferencia (en particular, del es-
diendo de las diferencias de dirección y de orientación que la constituyen, y
crito de 195 r Intervención sobre la transferencia y del seminario de 196o-
señalando su diferencia específica con respecto al campo de las clínicas mé-
196r La transferencia, además de la teoría de la transferencia articulada en
dico-psiquiátrica, psicológica y psicoterapéutica. Es lo que Jacques-Alain
el Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis) cómo
Miller subraya eficazmente, en la estela de Lacan, en la apertura de un escri-
Lacan buscará, desde su punto de vista, liberar la posición simbólica del
to suyo en el que afirma que el colofón de todo ensayo de clínica psicoanalí-
analista de la prisión imaginaria que, a su parecer, comporta la teoría de la 2
tica consiste en ser una «Clínica-Bajo-Transferencia >>. Esta tesis conlleva
contra transferencia.
importantes implicaciones, que ya nos permiten circunscribir el campo de
nuestro discurso con respecto a la especificidad de la experiencia analítica.
1. 1. !.aran (11¡lt7l. p. 11 •
64. C . D . Carda (2ooo), p. '54 · .l. I.· A M1lln ( "1'1'1), p . .., ,
,1 i
(¡4 ) ACQU ES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 65
Ante todo, el psicoanálisis, a partir de Freud, tal como queda patente en Correlativa a tal elaboración es la articulación de la posición de Lacan
el caso Dora y en las reflexiones que produjo en el padre del psicoanálisis, con respecto a la noción de contratransferencia y a su empleo en la cura,
descubre en la transferencia un fenómeno no reductible a un accidente de punto sobre el cual la posición lacaniana se caracteriza de modo particular
recorrido a lo largo del tratamiento, sino que se revela más bien como una en fechas tempranas, como veremos, por su crítica radical frente a diferen-
condición necesaria de inicio de su funcionamiento. Cuando entra en el dis- tes figuras del psicoanálisis posfreudiano, y por su fidelidad a la orienta-
positivo analítico, el discurso del paciente va al encuentro casi automática- ción de Freud. En efecto, además del problema de la duración estándar de
mente de una transformación: de la queja respecto al propio síntoma pasa la sesión, el empleo de la contratransferencia en la cura es el otro punto en
a la investidura libidinal de la persona del psicoanalista. Al inicio de todo d que resultan patentes las divergencias de la Escuela de Lacan con respec-
análisis, el psicoanalista experimenta, como Freud con Dora, esta transfor- to a las orientaciones del psicoanálisis posfreudiano. Si, como hemos visto
mación espontánea en el discurso del analizan te. El problema del psicoana- en el primer capítulo, la posición lacaniana con respecto a la duración de la
lista, que Freud se vio obligado a afrontar en primer lugar, es cómo hacer sesión parece caracterizarse como herética con respecto a la freudiana, en
que tal investimiento libidinal que recae sobre él no funcione en la cura lo relativo a la noción de contratransferencia y su empleo reivindica la or-
como un obstáculo al trabajo del analizante sobre aquello que lo hace sufrir, todoxia de su vínculo con la lección de Freud. 3
sino más bien como condición que haga posible este trabajo. Al asumir esta
posición con respecto a la transferencia, Freud desmarcó la práctica del psi-
coanálisis tanto del enfoque objetivante de la clínica médico-psiquiátrica, TRANSFERENCIA Y DIALÉCTICA (1951)
que no suele ver en tal fenómeno nada más que un estorbo y una desviación
del paciente con respecto del principio de realidad, como de las prácticas Una posición freudiana sobre la contratransferencia
hipnóticas y psicoterapéuticas que intervienen en la cura a través de la pala-
bra aprovechando la dimensión sugestionadora de la transferencia. El escrito de 1951 <<Intervención sobre la transferencia>> 4 constituye el pri-
Para Lacan, sin embargo, la transferencia, su naturaleza y su manejo mer tratado explícito de Lacan sobre el tema de la transferencia y de la
en la cura permanecen como cuestiones abiertas dentro del debate exis- contratransferencia en psicoanálisis. Es importante, para captar el sentido
tente en el seno de la comunidad psicoanalítica internacional. En efecto, de las tesis aquí expresadas por Lacan, situar históricamente este texto,
aunque damos por hecho que, como dice Miller, la clínica psicoanalítica ya sea con respecto al curso del desarrollo de la teoría lacaniana, ya sea
es para los psicoanalistas de cualquier orientación una clínica bajo trans- con respecto a la coyuntura interna del movimiento psicoanalítico interna-
ferencia, no existe acuerdo sobre la naturaleza de la transferencia, sobre cional en la que hace su aparición. Por lo que respecta al segundo punto,
su lógica de funcionamiento ni sobre el modo en que el analista es llama- Jacques-Alain Miller ha puesto de relieve la importancia de este escrito con
do a ocupar su lugar en el proceso del tratamiento. En este sentido, pode- relación al texto de Paula Heimann de 1950 «Sobre la contratransferen-
mos entender la elaboración de Lacan sobre la noción de transferencia r ia >> , en particular en torno al problema de la contratransferencia, sobre el
como una labor de esclarecimiento de su estructura de funcionamiento qu e volveremos en la última parte de este capítulo: 5
en el trabajo del análisis. Esta elaboración, cuyas contribuciones más sig
nificativas abarcan el período que va desde 1951 , año del escrito «Inter
¡. J. A. Miller (200 1 2002), Le désenchantement de la psychanalyse, lección X del I2 de
vención sobre la transferencia», hasta la «Proposición del 9 de octubre de
klu t•ro de 2002 .
1967>>, sigue en su desarrollo las transformaciones inttlll.ls de la ense.-ian .¡ . 1. I .. K,t 11 ( J!¡(ih), 1;\ r /IItH 1, p. ,Jo.¡.
za de Lacan, y se resiente de sus efectos. '\· P. llru11.11111 ( 1 '.1'1")
LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 67
66 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
Mi tesis estriba en que la respuesta emotiva del analista con respecto al paciente
En este punto es necesario darse cuenta de que en el mismo momento en que
en la situación analítica representa uno de los instrumentos más importantes
Paula Heimann, en 1951, presenta en un artículo breve la contratransferencia
de su trabajo. La contratransferencia del analista es un instrumento de investi-
como la nueva brújula de la experiencia analítica, lo que se desarrollará du-
rante medio siglo hasta conducirnos a estos últimos productos, tenemos un gación del inconsciente del paciente?
texto de Lacan exactamente contemporáneo de 1951, que es su << Intervención
sobre la transferencia >>, que trata acerca del caso Dora.[ ... ] Nos damos cuenta Por el contrario, la tesis de Lacan sobre la contratransferencia, que en lo
de que es un texto que valora de modo particular la contratransferencia. Al esencial quedará orientada según las posiciones expresadas en su escrito
mismo tiempo que Paula Heimann escribe su texto, Lacan pone el acento, en de 1951, permanecerá vinculada a las tesis de Freud, que pone de relieve
el caso Dora, en la contra transferencia de Freud. Por ejemplo, escribe: <<En ra- el estatuto de obstáculo, de punto de impasse que en el curso del análisis si-
zón de su contratransferencia, Freud vuelve constantemente sobre el amor túa siempre al analista en el riesgo de vacilar y decaer de su posición en
que M. K. inspira a Dora >>. Bien, para comprender esta frase en su totalidad, es la transferencia. En este sentido, define la contratransferencia como «la
necesario pensar que, simultáneamente, existe el artículo de Paula Heimann, suma de los prejuicios, las pasiones, las perplejidades e incluso de la insu-
8
y supongo -como hizo Racker un poco antes- que forma parte de la polé- ficiente información del analista en tal momento del proceso dialéctico».
mica de la posguerra sobre la contratransferencia, al menos en los ambientes Empleando la lógica lacaniana de los tres registros constitutivos de la ex-
kleinianos, con los que Lacan estaba relacionado. Leída en estos términos, la
periencia del sujeto, podríamos decir que la primera tesis importante de
<< Intervención sobre la transferencia>> -aunque no he pensado mucho en
este escrito concierne a la naturaleza de la contratransferencia, y Lacan
ello-- es realmente lo que nos ofrece la perspectiva que adoptará la historia
subraya el estatuto de estancamiento imaginario, que corre el riesgo de
del psicoanálisis durante cincuenta años. Sobre este punto se realizará la divi-
hacer deslizar el análisis, si el analista no está advertido y lo emplea en el
sión de las aguas. Esta << Intervención sobre la transferencia » es el pendant del
artículo sobre la contratransferencia de Paula Heimann; por lo tanto, no sólo curso de la cura, hacia el plano de una relación especular entre analista y
es una intervención sobre la transferencia, sino que se trata de una interven- analizante que pone en peligro el trabajo de este último sobre la dimen-
ción sobre la transferencia y sobre la contratransferencia. 6 sión «tercera», constituida por su relación con el propio inconsciente. De
aquí la indicación de Lacan, que funciona en la orientación de los analis-
Estos dos textos parecen marcar, en la actualidad del debate psicoanalítico tas de su Escuela, de dejar la propia contratransferencia, tanto como sea
contemporáneo sobre la contratransferencia, las raíces de las dos posicio- posible, fuera de la dirección de la cura y llevarla más bien al propio análi-
nes irreductibles más características en la práctica actual del psicoanálisis. sis (si aún está en curso) como material de elaboración y seguramente a la
El texto de Heimann devendrá progresivamente, con la crisis de la hege- supervisión del caso. Ciertamente, esta posición se sitúa en las antípodas
monía annafreudiana, el punto de referencia sobre el empleo de la contra- de la de Heimann. Al final del capítulo volveremos sobre este punto rela-
transferencia, y en particular de la contratransferencia en el seno de la tivo a la contra transferencia, intentando mostrar los desarrollos de Lacan
IPA, y abrirá el camino a una participación activa de la subjetividad y de la y los efectos de estas diferentes posiciones en el debate del psicoanálisis ac-
emotividad del analista y a un empleo de la contratransferencia como ins- tual sobre el tema.
trumento indispensable en el proceso de la cura. He aquí cómo lo expresa
Heimann en este texto:
La naturaleza esencialmente dialéctica de la experiencia analítica La experiencia analítica encuentra pues su dimensión propia únicamente
dentro del diálogo que se produce ente analista y analizando, con la condi-
El texto de 1951 se abre y gira en torno a una tesis fundamental sobre la na- ción, añade Lacan, de «que su curso debe proseguirse según las leyes de
turaleza del psicoanálisis, que orienta la definición del estatuto de la trans- una gravitación que le es propia y que se llama la verdad».'' La verdad
ferencia. Es una tesis que reasume la posición de fondo de Lacan en psico- de la que se trata, en el diálogo analítico, es la verdad del analizando, el
análisis para todo el período de los años cuarenta y la primera mitad de los sentido inconsciente de su padecer en torno al cual gira el discurso psicoa-
años cincuenta, con anterioridad a su encuentro con el estructuralismo lin- nalítico, y la tarea del analista consiste en llevar al sujeto a producirla a tra-
güístico de Saussure y Jakobson, que rearticulará su teoría del psicoanálisis vés de sus propias palabras. Así, tal como muestra Lacan cuando lee la di-
a partir de la segunda mitad de los años cincuenta. Lacan expresa su tesis rección de la cura de Freud en el caso de Dora, el análisis procede por
clave afirmando que «el psicoanálisis es una experiencia dialéctica», y que «inversiones dialécticas>> que el analista es llamado a operar con su inter-
«esta noción debe prevalecer cuando se plantea la cuestión de la naturaleza vención cada vez que el sujeto pierde en su discurso la brújula de la propia
de la transferencia». 9 Con esta tesis, Lacan nos reconduce al punto más verdad inconsciente y de su elaboración, quedando encallado en un punto
vivo de su lectura de Freud, inspirada en los principios de la dialéctica ele estancamiento imaginario. En este sentido, afirma Lacan,
fenomenológica de Hegel tal como fueron valorados en los años treinta y
cuarenta en la interpretación existencialista de Kojeve, cuyas lecciones La- [... ]la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de la posición Jel puro
dialéctico que, sabiendo que todo lo que es real es racional (e inversamente),
can había seguido en París con Sartre y con los grandes intelectuales france-
sabe que todo lo que existe, y hasta el mal contra el que lucha, es y seguirá sien-
ses de la época. Leer a Freud a través de Hegel significó para Lacan recon-
do siempre equivalente en el nivel de su particularidad, y que no hay progreso
ducir la lección freudiana al nivel constitutivo de la experiencia en acto en el
para el sujeto si no es por la integración a que llega Je su posición en lo univer-
2
proceso analítico, en el meollo de la relación entre analista y analizando. El
sal: técnicamente por la proyección de su pasado en un discurso en devenir.'
psicoanálisis es entendido aquí como una experiencia intersubjetiva, irre-
ductible a cualquier intento de naturalización pseudo científica, refractario
En este marco dialéctico, el análisis se configura como un proceso de in-
a todo proceso de inclusión en el marco de una psicología general, como su-
tegración de lo particular que hace sufrir al sujeto en lo universal de la
cedía sin embargo en los intentos de la Psicología del Yo. He aquí cómo
historia que lo ha constituido en el curso de su existencia; integración
se expresa Lacan:
que restituye al sujeto mismo la verdad inconsciente de la base de su pa-
decer, reconciliándolo con ella. Es ésta una teoría del psicoanálisis de
Por lo que hace a la experiencia analítica debe comprenderse que se desarrolla
tipo hermenéutico que el propio Lacan no tardará en considerar opti-
entera en esa relación de sujeto a sujeto, dando a entender con ello que conser-
mista, e insuficiente para definir el trabajo del análisis. En particular, la
va una dimensión irreductible a toda psicología considerada como una objeti-
pretensión dialéctica de una integración plena entre lo real del sufrimien-
vación de ciertas propiedades del individuo.
En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se consti- to del sujeto y lo racional de su historia no dará razón, para Lacan, de todo
tuye por un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta, antes de lo que en el análisis queda fuera de tal integración, carente de sentido, y
10
toda intervención, la dimensión del diálogo. quc Freud expresaba a su manera en Análisis terminable e interminable, al
hablar de <<manifestaciones residuales» que permanecen también en un la interpretación de la transferencia como versión princeps de la interpre-
sujeto analizado. tación analítica (en particular, la posición expresada por Strachey en el
Es sin embargo a este Lacan «dialéctico» a quien ha permanecido vin- célebre artículo de 1934 «La naturaleza de la acción terapéutica en psico-
culada toda una generación de analistas franceses, y también muchos de análisis>>),' 5 muestra el carecer ilusorio y puramente funcional en la rea-
quienes, como André Green, decidieron no seguirlo a su nueva Escuela nudación de la dialéctica del proceso analítico. En este marco, la orienta-
tras la expulsión de la IP A. ción de Lacan de reconducir las manifestaciones de la transferencia a
momentos de detención inherentes a la lógica del proceso analítico per-
mite al psicoanalista francés articular una posición crítica frente a las
La transferencia como <<!Junto muertO>> y ocasión de re lanzamiento tendencias existentes en el seno del movimiento psicoanalítico de la pos-
de la dialéctica analítica gue rra (y hoy mayoritariamente hegemónicas), que tendían a hacer énfa-
sis en la matriz emotivo-afectiva de la transferencia. He aquí lo que afir-
Así pues, ¿cuál es la naturaleza de la transferencia en este texto de Lacan, ma a este respecto:
en el que se concibe el análisis como una experiencia dialéctica? El texto
define ante todo el estatuto, en términos de punto de detención, impasse, Así la transferencia no remite a ninguna propiedad misteriosa de la afectivi-
embarrancamiento del proceso analítico respecto a la dialéctica de su de- dad, e incluso cuando se delata bajo un aspecto de emoción, éste no toma su
sentido sino en función del momento dialéctico en que se produce.
sarrollo. En este escrito, las definiciones que Lacan ofrece de la transferen-
Pero este momento es poco significativo puesto que traduce comúnmente
cia muestran de varias maneras el carácter de fijación imaginaria, de obs-
un error del analista, aunque sólo fuese el de querer demasiado el bien del pa-
táculo al desarrollo del proceso dialéctico del análisis. No sin motivo, 6
ciente, cuyo peligro ha denunciado muchas veces Freud mismo.'
Lacan la define como un fenómeno que debe considerarse «como una en-
tidad totalmente relativa a la contratransferencia»/ 3 cuya definición ya he-
En este sentido, la posición del analista respecto a la transferencia en este
mos proporcionado. Para ser más precisos, veremos a continuación cómo
texto oscila entre dos polos fundamentales. Por un lado, el del puro dialéc-
Lacan subraya el estatuto imaginario, y en particular la función que su in-
tico (y no es casualidad que la referencia al Sócrates de los Diálogos platóni-
terpretación puede tener en el curso del proceso analítico:
cos sea habitual en la obra de Lacan, en particular en el Seminario 8, La
Aparece ya aquí con claridad cómo Lacan, marcando distancias con res- Freud es demasiado avezado en la constancia de la mentira social para haber-
pecto de las posiciones que en el seno de la IPA recomendaban al analista dejado incluso de labios de un hombre que en su opinión le debe
que <<a quien no ha captado esta articulación [... ] le resulta imposible captar principio, para Lacan imaginario, de la oblatividad, o bien en torno al pun-
qué está en juego en ese efecto[ ... ] que se llama la transferencia [... ]».37 to real constituido por el objeto parcial:
El analista en la transferencia como objeto agalmático C reo haber hecho bastante por hoy diciéndoles que es en torno a esto concreta-
Sin esta transformación, efectivamente, no se produce el fenómeno del mente corno, en el análisis o fuera del análisis, puede y debe establecerse la di-
amor, ni el inicio de la transferencia analítica, por la cual el analista es lla- visión entre dos perspectivas sobre el amor.
mado a encarnar en la transferencia del analizante el objeto de su falta, el Una de ellas asfixia, deriva, enmascara, elide, sublima todo lo concreto de
objeto perdido, causa de su deseo. En este sentido, la posición de Sócrates la experiencia en aquella famosa ascensión hacia un bien supremo, y es asom-
como supuesto continente de los objetos preciosos de Alcibíades encarna broso que nosotros, en el análisis, podamos conservar todavía vagos reflejos
para Lacan la posición del analista en la transferencia como objeto del de- suyos, de cuatro cuartos, bajo el nombre de oblatividad, esa especie de amar-
seo del analizante. Lacan lo subraya, afirmando que, en tanto analistas, en-Dios, por así decir, que estaría en el fondo de toda relación amorosa. En la
otra perspectiva - y la experiencia lo demuestra- todo gira en torno al privi-
legio, al punto único constituido en alguna parte por aquello que sólo encon-
r... J por el sólo hecho de que hay transferencia, estarnos implicados en la posi-
tramos en un ser cuando lo amamos verdaderamente. ¿Pero qué es esto? Es
ción de ser aquel que contiene el agalma, el objeto fundamental del que se tra-
ta en el análisis del sujeto. 38 precisamente agalma, el objeto que hemos aprendido a circunscribir en la ex-
periencia analítica. 4 '
Pero, dice Sócrates -y aquí conviene tomar las cosas tal como son dichas-,
desengáñate, considera las cosas con más cuidado, á¡..tELvov, para no equivo- LA T RANSFERENCIA COMO SUJETO-SUPUESTO-SABER (1964)
carte, porque éste yo oudén on [vacío de ser] no es, propiamente hablando,
nada. Evidentemente, dice, el ojo del pensamiento va abriéndose a medida 'f'ransferencia y saber
que disminuye el alcance de la vista del ojo real. Tú, desde luego, no has llega-
do a eso. Pero atención -allí donde tú ves algo, yo no soy nada.46 l•: n la teoría lacaniana de la transferencia analítica, la dimensión del amor
'(' anuda estructuralmente a la dimensión del saber. En efecto, el analista
investido eróticamente en la transferencia analítica del analizante, en
42. Ibíd., p. 51.
43· Cfr. lbíd., p. 8o. L lnt o que, como sostiene ya en el seminario La transferencia, «el psicoana-
44· Cfr. Ibíd ., p. 153. d e quien se viene a buscar la ciencia de lo más íntimo que uno tie-
45· Esta dimensión de la transferenci a como deslumbramiento es pues ta es pecialmen -
te de reli eve en la lectura del Seminario 8 reali zada por un discípulo dr l.1 prime ra ge ne rn 17· 1bfd ., p. 207.
ción ele Lacan : M. Safouan, pp. r96-202. JH. lhfd ., p. Hn.
46. J. ! .aran ( I ()(H> 196 1), El St·minurio. Ulm111, p. 1H Jll · lhfd ., p. H1
84 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA ss
ne ».50 De hecho, el analista es, por formación, alguien que tiene un saber ha tejido su historia, a la que se le supone que contiene la verdad de ese su-
acerca del inconsciente, pero que sin embargo no sabe nada acerca del de- jeto, la causa de su deseo. Para Lacan, el trabajo del análisis procede eficaz-
seo particular de aquel que le dirige su demanda a fin de averiguar la ver- mente cuando se instala al nivel de la dimensión simbólica de la transfe-
dad sobre la causa del propio desear. A este nivel, su saber es un saber sólo rencia, permitiendo al analizante elaborar simbólicamente los impasses que
supuesto en la demanda del analizan te, demanda que hace existir y vuelve lo afligen en las relaciones especulares con los otros que forman parte de su
operativa tal suposición en el trabajo analítico. En La transferencia, Lacan vida. Cualquier recaída de la transferencia analítica sobre el eje imaginario
expresa en estos términos la diferencia entre lo que el analista sabe y lo que constituye para Lacan un tropiezo que hace estancarse el trabajo analítico,
es supuesto saber: o puede ponerlo en peligro.
Ciertamente, sólo en la medida en que sabe qué es el deseo, pero no sabe lo que
desea ese sujeto -con el cual está embarcado en la aventura analítica- está Rl sujeto supuesto saber y sus condiciones de institución:
en posición de tener en él, el objeto de dicho deseoY la demanda del analizante y el significante de la transferencia
función de simulacro del objeto causa del deseo, real e inconsciente en su Reducir la transferencia a su estatuto simbólico de sujeto supuesto saber,
estatuto, lo que Lacan llama objeto (a). En el Seminario n, tal concepto es que emerge del discurso que el analizante desarrolla en el análisis y de las
rigorizado, y Lacan afirma ahí que en el análisis cuestiones nodales que lo conciernen y sobre las que trabaja, permite cir-
cunsc ribir durante el análisis, en la relación con el analista, la dimensión
La transferencia sólo puede pensarse a partir del sujeto a quien se le supone el del objeto pulsional inconsciente en torno al cual gira el núcleo de su eco-
saber. 55 nomía libidinal. Tal operación deviene posible en Lacan, a través de una
reducción de la ecuación subjetiva del analista en el análisis, que hace po-
Lacan es aún más explícito al respecto en la «Proposición del 9 de octubre sible situar en el corazón del trabajo analítico, y hacer resonar, la palabra
acerca del psicoanalista en la Escuela>>: del analizante, sus enunciados y el enigma de su punto de enunciación.
Es, en efecto, en la palabra del analizan te, que en el análisis tiene el esta tu-
El sujeto supuesto saber es para nosotros el pivote desde el que se articula todo lo simbólico de demanda, donde está contenida la condición de institu-
lo tocante a la transferencia. 56
ción de la transferencia:
En este sentido, para Lacan, lo realmente esencial en la teoría y en el mane- En otros términos, me parece imposible eliminar del fenómeno de la transfe-
jo de la transferencia analítica consiste en reducir a la mínima expresión rencia el hecho de que se manifiesta en la relación con alguien a quien se le ha-
(puesto que resulta imposible eliminar un margen de sugestión) 57 sus de- bla. Este hecho es constitutivo.00
rivas imaginarias vinculadas a la relación especular con la persona del ana-
lista que, en cambio, encuentran amplio eco en los desarrollos posfreudia- La palabra del analizante, es decir, la demanda contenida estructuralmen-
nos de la teoría de la transferencia, por ejemplo en la teoría de las relaciones te en su palabra, allí donde verse sobre la verdad de su sufrimiento y no
objetales. 58 Sobre este punto, Jacques-Alain Miller ha propuesto una distin- simplemente sobre la cura, y el enigma que la atraviesa, son condiciones
ción esclarecedora, separando la dimensión simbólica de la transferencia (el de institución de la transferencia y del trabajo analítico. En efecto, dicha
il!
sujeto supuesto saber), a entenderse como «efecto constituyente» de la pro- palabra, en su estatuto de demanda, hace existir aquello que es supuesto
6
ducción de la transferencia analítica, de la fenomenología imaginaria de la saber en tal demanda, es decir, «la significación» ' inconsciente que la con-
transferencia, reconducible al marco de los «efectos constituidos»: cierne, la verdad del deseo del sujeto y de su sufrimiento sintomático, su
<< qué quiere decir ». En este sentido, Jacques-Alain Miller indica en la de-
Es que el sujeto supuesto saber no se sitúa al nivel de la fenomenología de la manda del analizante la primera de las condiciones simbólicas que, unida
transferencia y se abastarda la noción o se la vuelve imbécil si se la reduce a a la institución del sujeto supuesto saber, designa la estructuración simbó-
<<aquel que se cree que sabe>>. No se trata de creencia, en este asunto. El sujeto 62
lica de la transferencia en Lacan, su efecto constituyente. En efecto, en
supuesto saber es transfenomenal, efecto constituyente de la transferencia, a
la demanda analítica el sujeto es supuesto saber de la existencia de un sen-
distinguir de los efectos constituidos que aparecen a su alrededor. 59
tido de su síntoma, que sin embargo él no sabe, y sobre lo que demanda al
analista, abriendo así el espacio a la experiencia del inconsciente como sa-
55· J. Lacan (1964), pp. 260-261.
56. Cfr. J. Lacan (1967), p. 12. (lo. J. Lacan (1960 19(11), El Seminario. Libro 8, p. 203.
57· Cfr. J. Lacan (1960-I961),E/ Seminario. Libro 8, p. 202. (¡a. 1. L;IC\11 (a()(J.¡),/:'/.'i¡·minario. Libro 11, p. z6r.
o¡H. Cfr. lhfd., p. zoH. j . A. . MiiJ,.,, . . ( 'nnll 111111.11\11 lt• analisi », en Cuademos andaluces de psicoanálisis,
1. A.. M , " Al g01 i 1hIIH' de l. aI"Yt .. , 1' 11 01111'•"rliP, 11 " 111, 1117H, p . 1'1· 11 ." :,¡ (¡, 11)1)1), 1' 1l
88 J ACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 89
ber que se le escapa. Al mismo tiempo, en la estructuración simbólica de la Lacan se sitúa a años luz de cualquier posición en psicoanálisis que locali-
transferencia, quien es supuesto saber es en realidad, más radicalmente ce en la comprensión el punto cardinal de la posición del analista, como
que el analista, tal como sostendrá claramente Lacan en el Seminario 17 dice en La transferencia, a propósito del analista, comentando críticamente
El reverso del psicoanálisis, el analizante como sujeto, la palabra analizante, un célebre artículo de Money-Kyrle de 1956 sobre la contratransferencia
la cual es supuesta saber sin saberlo explícitamente, en el análisis, de la ver- que había aparecido en el International ]ournal, y en el que el analista inglés
dad que contiene, y por tanto es llamada a producir dicho saber incons- apunta hacia la comprensión como el antídoto de la inflamación contra-
ciente que la concierne, explicitándolo. transferencia]:
Si eso que es supuesto saber en la transferencia es la significación, el
«qué quiere decir» del síntoma, y si quien es supuesto saber es el sujeto, Es preciso que sepa, en particular, que el criterio de su posición correcta no es
para Lacan el inicio de la transferencia se produce por efecto de una crista- que comprenda o no comprenda. 65
lización del síntoma en torno a un significante enigmático, denominado el
significante de la transferencia, en torno al cual gira la demanda (el qué Así pues, a través de la transferencia el analista es llamado a reducir sus deri-
quiere decir) del analizante que acude al analista. Al respecto, Miller su- vas imaginarias, a permitir ser la institución de la suposición de saber conteni-
braya el estatuto en los siguientes términos: da en la demanda del analizante, con la que él se interroga sobre la verdad del
propio deseo o del propio padecer. El analista no se amedrenta con respecto
Come iniziano le La respuesta de Lacan por tanto es: Los análisis co- a hacer que esta demanda se sitúe en el corazón de la relación analítica; más
mienzan con el significante de la transferencia. bien al contrario, se hace causa. No cae en la tentación de rechazarla, sino que,
¿Qué es el significante de la transferencia? El artículo de fin ido es lo que cuen- por el contrario, hace que emerja dondequiera que exista. Al mismo tiempo,
ta aquí, el significante de la transferencia, un significante destacado, singular. El el analista es también llamado a no caer en la tentación de saturarla con su res-
significante de la transferencia es aquel a propósito del cual el sujeto se pregunta: puesta y con su saber. El analista no sabe nada del deseo del sujeto que se diri-
<< ¿Qué quiere decir?». Para que un análisis comience es preciso que el sujeto haya ge a éL En efecto, como escribe Lacan en la «Proposición» de 1967:
encontrado el significante de la transferencia. Puede ser cualquiera que le haga
ese efecto. Es preciso desde luego que la significación le importe, que suponga Nos importa aquí el psicoanalista, en su relación con el saber del sujeto su-
que le va algo en la solución de la pregunta: «¿Pero qué quiere decir esto?>>. 63 puesto, relación no segunda sino directa.
Está claro que nada sabe del saber supuesto.66
Para hacer posible este trabajo del analizante, el analista lacaniano deja 1\111!
que se dé la suposición de saber que la demanda del analizante hace existir Más bien, para Lacan, es a partir de una posición de no saber que el analista se 1
hacia él, en tanto que supuesto depositario de su verdad, pero al mismo relaciona con tal demanda, de manera que empuje la palabra del analizan te a
1
tiempo se niega a la respuesta, y se instala en una posición que Lacan defi- producir el saber inconsciente que concierne a su deseo particular. Se trata de
ne como docta ignorancia o de «nesciencia>>, 64 de no-saber. En este sentido, aquel no saber activo en el que Lacan, como ya hemos visto, localiza la dimen-
sión zen propia de la posición del analista.
* En italiano en la traducción española. <<Come iniziano le analisi» ('cómo comienzan
los análisis') es el título de esta intervención de Miller en el Coloquio dc:l C:unpo Frcudin
no en Italia celebrado en Turín en abril de 1994, en torno ,¡J 1111'11111 l<lltol (N. t!r lar.)
(¡J· lhfd ., p. ll) . tic;. lhid ., p. :.Z..l _l·
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90 J ACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLlSIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 91
TRANSFERENCIA Y REPETICIÓN del sujeto: en efecto, <<hay en la manifestación de la transferencia algo cre-
ador>> .7° Así pues, dice La can, es necesario <<no diluir el fenómeno de trans-
La transferencia no es repetición ferencia en la posibilidad general de repetición»?' Por lo tanto, ya desde
este seminario, la transferencia no se reduce a su dimensión repetitiva, a la
La teoría lacaniana de la transferencia encuentra otro punto conceptual, mera repetición del pasado, sino que incluye en su interior una dimensión
que caracteriza la propia posición en el campo del psicoanálisis, en la sepa- creativa e innovadora. En el seno de esta operación se sitúa también otra
ración teórica, que se precisará a lo largo del tiempo durante la enseñanza definición de la transferencia, con la que Lacan pone de relieve un trabajo
de Lacan, del concepto de transferencia respecto al concepto de repetición inconsciente del sujeto irreductible a la mera repetición: es la definición de
(Wiederholung). La transferencia no es repetición; ésta es la importante te- la transferencia como ficción (jiction), respecto a la cual Lacan subraya aquí
sis que Lacan enuncia en el Seminario 1 1, donde no por casualidad señala su significado de fabricación, de construcción subjetiva, cuando afirma:
como diferentes, junto al inconsciente y la pulsión, la transferencia y la re-
petición, los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. En efecto, [... ] aquí llegamos al punto donde la transferencia aparece, propiamente ha- 111
en la tercera lección de dicho seminario introduce la distinción entre trans- blando, como una fuente de ficción. En la transferencia, el sujeto fabrica, cons-
ferencia y repetición afirmando lo siguiente: truye algo. Y en consecuencia, me parece, por fuerza hay que integrar inme-
diatamente a la función de la transferencia el término de ficción. 7'
[... ]de lo que aquí nos ocupa --el inconsciente, la repetición- otros hablarían
en el plano de la transferencia, diciendo que de eso se trata. Uno oye decir, por Esta definición de la transferencia la sustrae de un reduccionismo deter-
ejemplo, cosa de todos los días, que la transferencia es una repetición. No digo minista, presente generalmente en Freud, que ve en ella la simple repeti-
que sea falso, y que no haya repetición en la transferencia. No digo que Freud no ción de lo que ya ha sido, para reabrir en su estatuto el espacio del enigma
se haya acercado a la repetición a propósito de la experiencia de la transferencia. del sujeto y de su indeterminación inconsciente. Es lo que aparece clara-
Digo que el concepto de repetición nada tiene que ver con el de transferencia. 67 mente en la definición de la función de la transferencia que Lacan enun-
cia en el Seminario 11, en el que repiensa el inconsciente como dimensión
También Etchegoyen, en su ya citado tratado sobre la técnica analítica, no no sólo irreductible del pasado, sino más bien siempre por llegar, el in-
deja de evidenciar el carácter original de esta demarcación de Lacan. 68 Se consciente como futuro anterior, como el territorio de lo <<no nacido>>, de
trata de una posición a la que llega en el Seminario 11, tras haber llevado a lo <<no realizado>>, como la <<zona de las larvas>> que empuja al sujeto ha-
cabo en los años precedentes, en particular en el Seminario 8, La transferen- cia su realización:
cia, un intento de anudamiento, en la teoría de la transferencia, de las di-
mensiones repetitiva y creativa que aparecen implicadas en la dinámica Esto nos lleva a la función de la transferencia. Pues a este indeterminado de
transferencia!. En efecto, si por un lado afirmaba en el seminario de 1960 que puro ser que no tiene acceso a la determinación, a esta posición primaria del
«hay que partir del hecho que la transferencia, en último término, es el auto- inconsciente que se articula como constituido por la indeterminación del suje-
matismo de repetición».&¡ por el otro no deja de destacar que en la transfe- to, nos brinda acceso, de manera enigmática, la transferencia.73
rencia como <<reproducción en acto>> no se asiste a una simple pasivización
70. fbíd., p. 202.
67. J. Lacan (1964), El Seminario. Libro ll, p. 41. 71. !bid., p. 204.
Por lo tanto, para Lacan la transferencia no se resuelve en el determinismo Podría ilustrarles todo esto con la multiplicidad y la discordancia de las fór-
del automatismo de la repetición, sino que comporta en su ser la apertura mulas que los analistas han elaborado de la función de la transferencia. Es
al enigma de la indeterminación del sujeto. No es sólo el necesario repetir- muy cierto que la transferencia es una cosa, y otra muy distinta el fin terapéu-
tico. La transferencia no puede confundirse, tampoco, con un simple medio.
se de lo que ya ha sido, sino que es también, y en lo esencial, apertura a la
Así quedan situados los dos extremos de las formulaciones que encontramos
contingencia del encuentro con cuanto hace posible al sujeto la relación
al respecto en la literatura analítica. Cuántas veces podrán leer fórmulas que
con el enigma de su ser deseante. Al mismo tiempo, sin embargo, la trans-
asocian, por ejemplo, la transferencia con la identificación, cuando la identifi-
ferencia hace presente en la cura un movimiento de cierre, un obstáculo al
cación no es más que una pausa, una falsa terminación del análisis, frecuente-
trabajo analítico. En este sentido, Lacan afirma que mente confundida con su terminación normal. Su relación con la transferen-
cia es estrecha, pero precisamente en la medida en que la transferencia no ha
[... ] la transferencia es esencialmente resistente. Übertragungswiderstand. La sido analizada. A la inversa, encontrarán fórmulas según las cuales la función
transferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del in- de la transferencia es un medio para la rectificación realizan te, a la cual se opo-
consciente, por el que se vuelve a cerrar.74 ne todo mi discurso de hoy.
Es imposible situar la transferencia correctamente con ninguna de estas re-
Y también en este marco se sitúa la definición según la cual ferencias. Ya que de realidad se trata, ejerceré la crítica en ese plano. Hoy de-
jaré sentado un aforismo que servirá de introducción para lo que diré la próxi-
[... ]la transferencia es a la vez obstáculo a la rememoración y presentificación ma vez - la transferencia no es la puesta en acto de una ilusión que, según se
del cierre del inconsciente, que es el fracaso, siempre en el momento exacto, del supone, nos lleva a esa identificación alienante que es la de cualquier confor-
buen encuentro.75 mización, así fuera un modelo ideal, modelo al que en ningún caso, además,
puede servir de soporte el analista-, la transferencia es la puesta en acto de la
realidad del inconsciente.i>
1
Así pues, la transferencia presenta para Lacan un estatuto doble y ambiva-
lente en el análisis, antinómico, de obstáculo y recurso, de cierre y apertura,
como sucedía ya en el escrito de 195r. Aparece aquí con claridad cómo la di- 111
mensión fecunda de la transferencia analítica, que abre al enigma de la in- !.a transferencia como puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente
determinación del sujeto y hace posible el trabajo de elaboración, pasa a lo
largo del eje simbólico del sujeto supuesto saber, que empuja al analizan te a 1.a lección del Seminario r r sobre la transferencia comporta, además de la
referirse a la cadena significante del propio discurso para dilucidar el enig- pu esta en relieve de la distinción de transferencia y repetición, y la caracteri-
ma de la propia procedencia. El estancamiento transferencia! se produce, en /.ación de la transferencia simbólica como sujeto supuesto saber, la eviden-
cambio, cada vez que la transferencia se enquista en la relación especular l ia de la dimensión libidinal constitutiva del funcionamiento de la dinámi-
con el analista, en la identificación a su ideal, puesto que esto bloquea y ob- ''' transferencia!. No es casual que ello avenga en el Seminario r r de Lacan,
tura el trabajo de simbolización del analizante. A este respecto, es impor- puesto que éste se caracteriza por la recolocación en el centro de la teoría
tante el siguiente pasaje de Lacan, que desmarca su definición de la transfe- psi coanalítica del concepto de pulsión (Trieb), pensada aquí como el cora-
rencia de toda tentativa de reducir su estatuto al plano de la identificación: /.on libidinal del funcionamiento del inconsciente como máquina signi-
fr r: IIH e. Podríamos decir, en efecto, que mientras que en el Seminario 8
Lacan piensa la transferencia a partir de la centralidad del deseo, en el Se- Al instalarse la transferencia en el nivel simbólico del sujeto supuesto sa-
minario I I reformula la teoría a la luz de la nueva centralidad del concepto ber, resulta posible en el curso de la cura permitir que el analizante, des-
de pulsión. En este contexto, Lacan llega aquí a la siguiente definición com- pués de haber pasado por el tamiz todas sus identificaciones clave, se abra
pleta de la transferencia: paulatinamente al engaño que conforman la dimensión imaginaria del amor
de transferencia y la identificación con el analista, y al término del análisis
La transferencia es eso que, en la experiencia, manifiesta la puesta en acto de la llegue a desatar la coalescencia fantasmática entre su identificación funda-
realidad del inconsciente por cuanto que es sexualidad.77 mental, que Lacan simboliza con 1 mayúscula, y el objeto de su goce, (a),
confundidos entre ellos en la historia de su existencia neurótica. En este sen-
Esta definición permite una discriminación más cuidadosa en relación con
Licio, Lacan insiste en desmarcar la posición del analista de la de aquel que
la estructura de la transferencia, puesto que permite situar la identificación,
encarna para el analizan te un ideal al que adecuarse, 79 y más bien desplaza
pero también el amor, en el nivel de los efectos imaginarios que el fenóme-
la posición del analista en la transferencia al nivel del objeto parcial, para
no transferencia! produce necesaria y espontáneamente, pero respecto a los
facilitar en el analizante su desidentificación del analista y la localización
cuales es necesario que el analista esté advertido, para que el análisis no se
del propio núcleo de goce libidinal. Como afirma Lacan,
deslice hacia una deriva narcisista. He aquí lo que Lacan subraya al respec-
to, destacando el nivel de «puro engaño» que implica el amor como efecto Toda concepción del análisis que se articule -y hay que ver con qué inocen-
de transferencia en el análisis: cia- definiendo el final de análisis como una identificación con el analista, de-
lata así sus propios límites. Todo análisis cuya doctrina es terminar en la identi-
Pero entonces ¿qué ocurre? Ocurre algo que en su aparición más común se ficación con el analista revela que su verdadero motor está elidido. Hay un más
denomina efecto de transferencia. Este efecto es el amor. Es evidente que, como allá de esta identificación, y está definido por la relación y la distancia existente
todo amor sólo se ubica, como indica Freud, en el campo del narcisismo. entre el objeto a minúscula y la 1 mayúscula idealizan te de la identificación. 80
Amar es, esencialmente, querer ser amado.
Lo que surge en el efecto de transferencia se opone a la revelación. El amor En este sentido, se puede decir que en el Seminario II, Lacan se esfuerza
interviene en su función aquí revelada como esencial, la del engaño. El amor, sin por enmarcar el estatuto de la transferencia en el análisis entre la dimen-
duda, es un efecto de transferencia, pero es su faz de resistencia. Los analistas, para
simbólica constituida por la cadena significante y por su automatismo,
poder interpretar, tienen que esperar que se produzca este efecto de transferencia,
que instala al analista en el lugar del Otro, y la dimensión real determina-
y, a la vez, saben que hace que el sujeto se cierre al efecto de la interpretación.78
da por la contingencia del encuentro con el analista como semblante del
objeto parcial del analizante, como objeto (a).
77· En este punto no seguimos la traducción de Contri del Seminario r r, que nos pare- Volveremos sobre este punto en los siguientes capítulos, cuando afronte-
ce que se desvía, sino que preferimos tomar la cita de la nueva edición a cargo de Antonio tilOS el problema de la posición y de la intervención del analista en la cura y
Di Ciaccia (2003), p. r69. [En beneficio de la coherencia del texto, he traducido literalmente
'u punto-eje, constituido para Lacan por la función del deseo del analista,
del italiano la cita que el autor toma, según él mismo aclara, de la traducción realizada por
t'll su hacerse operativo en la dirección del análisis y en su conclusión. Báste-
Di Ciaccia. En la edición española de Paidós (J. Lacan, (r964), El Seminario. Libro 11, p.
r52), la referencia a la sexualidad, fundamental en la definición, se encuentra sólo más ad(·
!ante, tal como sigue:<<( ... ) la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconscien 79· <<Esta posición, la distingo diciendo que, en el lugar rnisrno que le corresponde, el
te.( ... ) Pero no omitamos aquello que Freud subraya ante todo como estrictamente con su\ .111.11
il>LI dcht auscnt:11w de 10do idt•al del analista >>. T. La can (r96o-r96r), El Seminario. Li- JI
tancial con la dimensión del inconsciente, a saber, la st·xu:ilul.ul "· (N tlr /u t.) 1 l•lo8, p. 4lH.
78. fhíd., fl · 2Ó 1. Ho. ). l..lt.lll ( l!¡liJ), lil Stiiii/Jtlliu. 1,dm1 11, p. 279·
96 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 97
nos por ahora con haber puesto de relieve cómo para Lacan, en la transfe- demanda del sujeto por el analista. Veamos como esclarece Miller el esta-
rencia analítica, es necesario llegar a localizar, más allá de los espejismos del 111 toque el significante de la transferencia (S) y el analista como significan-
ideal y de la identificación, el objeto real de goce que regula la economía libi- 11' cualquiera (Se) revisten en el algoritmo de Lacan:
dinal del sujeto, del cual el analista se hace en cierto modo catalizador para
permitir al analizante reconocerlo y circunscribirlo en el curso del análisis. ¿Por qué [el significante de la transferencia] es un significante? Es un signifi-
ca nte en la medida exacta en que se plantea la pregunta de lo que quiere decir.
En ese momento toma valor y estatuto de significante: es el significante de la
transferencia en la medida en que la respuesta va a buscarse en un analista. No
EL ALGORITMO DE LA TRANSFERENCIA (1967)
sólo tienen que preguntarse: ¿Qué quiere decir esto? es preciso aún que les lleve,
que les incite a buscar el complemento en un analista.
En la «Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el analista de la Escue-
¿Qué es un analista? No entremos en ese debate. Preguntémonos simple-
la », uno de los textos más importantes de Lacan sobre la formación del mente cuál es su función. La respuesta de Lacan es: Nada más que otro signifi-
analista, se expone por primera vez el denominado materna o algoritmo de cante. Vds. han encontrado un significante del que no saben lo que quiere de-
la transferencia, formalización a través de la cual intenta exponer la estruc- cir y van a buscar otro significante que se articule al primero. Dicho de otra
tura de la transferencia en el marco de la expe riencia analítica. Esta es- manera, el significante de la transferencia les mueve a ir a buscar lo que quiere
tructura está constituida, según se ha dicho ya, por el «pivote desde el que decir dirigiéndose a un analista como otro significante. Pero un analista no es
se articula todo lo tocante a la transferencia»/' es decir, el sujeto supues- el significante de la transferencia -Lacan insiste-, es cualquiera, a diferen-
to saber. El materna de la transferencia expuesto por Lacan es el siguiente: cia del significante de la transferencia que, él, es el, singular. Es un analista,
cualquiera, particular en el sentido de Aristóteles, es decir uno entre otros. Un
S se analista es siempre un analista entre otros. 83
2
S (S\ S , ••• sn) l•:n la parte inferior del algoritmo, tenemos los diferentes efectos de signi-
llcación (S', S', Sn) a través de los cuales la secuencia significante del dis-
Para captar el valor teórico y clínico de este algoritmo de Lacan es oportu- rurso del analizante representa al sujeto (s), construyendo una identidad
no, ante todo, aclarar la génesis y localizar el fundamento. Miller nos ayuda en un tejido de identificaciones, para otro significante constituido en la
en esta dirección, descubriendo la matriz en el algoritmo que Saussurc: \ ura por el analista como significante cualquiera (Se). Aparece claramen-
plantea como fundamento de la lingüística estructural y que Lacan retoma lc, en esta definición de la estructura de la transferencia, su configuración
para fundar la tesis del inconsciente estructurado como un lenguaje. 82 puramente simbólica que sitúa su lógica de funcionamiento más allá de
En efecto, en la parte superior del algoritmo tenemos la batería signifi- wdo plano fenomenológico de carácter subjetivo e intersubjetiva. En este
cante (S-7Se), constituida por el significante de la transferencia (S), que re 'cntido, el sujeto supuesto saber, núcleo simbólico de la transferencia, es
presenta de modo enigmático al sujeto (s) para otro significante, un signifi definido por Lacan como «constituyente ternario», 84 que marca el estatu-
cante cualquiera (Se) elegido entre otros significantes, y encarnado en la lo más allá de la especularidad subjetiva de la pareja analista/analizado.
81. ). Lacan (1967), p. 12. H{. J. A. Milll•r (11¡c¡o), •·Cmnt· iniziano le analisi», en J.-A. Miller, Cuadernosandalu-
112. ). A. Millcr, «Pl·tite introduction aux pot1VOII\ ele: c·n/ 11 lr·nu· mollttr• (f'f r/r•f'.I/I'IICI/IIí/11/1, 11 " 11>, JI 1 '1
/Ir, n." 1.p, lc¡c¡c;, p..n. H.¡. J, 1..l ll 'i lll ( 1q1í7l, /''"/'f"/t'/rÍ/1 ,¡,.¡ 11 ortu/J¡c· .robre· d f>.ílf'oa nai!Jtu de fa p. 1
,11
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¡1
en efecto, el sujeto no es constituyente sino que está constituido por la subjetiva >>il9 que el analizante experimenta al final del análisis con el aban-
dono de las identificaciones fantasmáticas que regían su identidad. Si al ini- 11
cadena significante como efecto de significación. Es supuesto saber, some-
tido al saber inconsciente que lo concierne en su historia y que se le escapa, cio del análisis la institución del sujeto supuesto saber se produce en relación
y no aquel que supone el saber: con alguien, al analizante, que no sabe lo que dice porque no sabe lo que
quiere, en la conclusión efectiva del análisis la caída del sujeto supuesto sa-
Aquí el levitante de la intersubjetividad mostrará su fineza en el interrogato- ber se produce como efecto de un sujeto que, al menos como tendencia, des-
rio: ¿sujeto supuesto por quién? sino por otro sujeto. pués de haber tamizado y reducido el núcleo fantasmático de la propia neu-
90
Un recuerdo de Aristóteles, un poquito de categorías, rogamos, para pulir rosis, deviene responsable de lo que dice y sabe lo que quiere.
a ese sujeto de lo subjetivo. Un sujeto no supone nada, es supuesto. Por último, cabe destacar un límite que contienen el algoritmo de la
Supuesto, enseñamos nosotros, por el significante que lo representa para transferencia y la definición misma de la transferencia como sujeto su-
otro significante. 85 puesto saber, en el que la formalización ofrecida por Lacan no da razón de
los desarrollos más avanzados de su propia teoría. Es de nuevo Miller 1.1
En el fondo, como subraya Miller, el núcleo de la teoría lacaniana de la quien lo pone de manifiesto, al demostrar la ausencia en el algoritmo de la
transferencia como sujeto supuesto saber consiste en afirmar que, en esen- dimensión de goce que habita el discurso analítico, y que hace difícil al
cia, la transferencia es ya interpretación, y que quien decide dirigirse a un analizante, una vez ha entrado en el dispositivo del análisis, apartarse del
analista ya ha interpretado previa e inconscientemente el sentido del pro- mismo, porque, más allá de cualquier exigencia de naturaleza terapéutica,
pio síntoma, y demanda al analista que lo ayude a leer lo que él, el anali- 9
le cuesta renunciar a aquel goce de la palabra que el análisis le permite. '
zante, ya ha interpretado sin saberlo. 86
El algoritmo de la transferencia permite a Lacan formalizar la estructu-
,1
ra de inicio del proceso analítico y la condición esencial de su conclusión, C RÍTICA LACANIANA AL EMPLEO DE LA CONTRA TRANSFEREN C IA EN LA CURA:
permitiéndonos así delimitar a nivel del funcionamiento de la transferencia LA POSICIÓN DE LACAN Y LA LECTURA DE JACQUES- ALAIN MlLLER
en la cura los dos pasajes que nos permiten afirmar cuándo se inicia un
análisis, y cuándo un recorrido analítico se encamina hacia el fin. Por lo 1A posición de Lacan después del escrito de 1951
que respecta al inicio del análisis, ya hemos destacado la manera en que se
instituye, para el sujeto, en la conexión entre el significante enigmático de la Volvemos ahora, al final del capítulo, a abordar el problema de la contra-
transferencia (S) y la demanda al analista (Se) con respecto al querer decir de ! ransferencia y la crítica lacaniana de su empleo como instrumento en la
dicho significante que lo hace sufrir interrogándolo. En cuanto a su conclu cura analítica. Este retorno es intencionado y responde en el fondo a una
sión, Lacan habla de caída del sujeto supuesto saber como experiencia ine
ludible del fin de un análisis, que revela la dimensión no real, 87 inesencial
gu11o necesario que el sujeto en actividad en la coyuntura, el psicoanalizante (único que habla
llltcialmente), se lo imponga. Es tan poco necesario incluso que, habitualmente, no es cierto».
85. Ibíd., p. 12. 88. lbíd ., p. 18.
86. Cfr. J.-A. Miller (1999), <<Come iniziano le analisi >> , p. 19. He¡. lbíd ., p. ¡(¡,
0
87. Cfr. J. La can ( 1967), PropoJici6n del 9 de octubrt•dt· 11¡(17 •olm•rll••ll'tktllllllífa dr la /:\ !)O. Cit. J. /\. Mdie·¡. 1)otll , JI' en lA Cause Freudien11e, n. 27, '994· p. rs.
cuda , p. 1 solamente el '"j l·to .d '<lhc·• 11oe·' '"·"· \IIICl<¡tu · 110 n t'll 1)1 . ( ' lt j 1\ l\ldl1e {ll¡i¡t¡) , ( '11111e llli/HIIHlle•,IIJ,disi », O{J. cit., p. 2 1.
IOO JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA IOI
indicación el a ve de Lacan al respecto, que ahora, después de haber analiza- Es una indicación muy clara, ya articulada en esencia en el escrito «Inter-
do en profundidad los elementos estructurales de la teoría de la transferen- vención sobre la transferencia>>, de 1951, que hemos comentado al princi-
cia, estamos en situación de valorar mejor. pio del capítulo, en línea con la posición de Freud.
En parte, lo que cambia respecto al escrito de 1951 es el acento, despla-
1
zado desde la suma de prejuicios del analista, que focalizaba la dimensión
ll i
Reconducir la contratransferencia negativa, hasta la implicación necesaria del analista en la situación de
a la implicación del analista en la transferencia transferencia, que parece, en cambio, proporcionar una definición positi-
va. Pero el núcleo de la posición de Lacan permanece igual: para él, la con-
La indicación de Lacan es la siguiente: es necesario reconducir la dimensión tra transferencia se presenta como un concepto inadecuado para la teoría
de la contratransferencia a la posición del analista en la transferencia analí- analítica, pensable únicamente si se reconduce a otro concepto fundamen-
tica, y entenderla como «la implicación necesaria del analista en la situación tal del que depende, el de transferencia; y como instrumento contraindica-
de transferencia >>. 92 Es una definición que Lacan construye entablando po- do con respecto a su empleo en la práctica. En el marco de tal cambio de
lémica tanto con la acepción común de la contratransferencia como residuo acento, Lacan puede, en efecto, afirmar:
inanalizado del analista en la relación con el analizado, como con la más re-
ciente versión extensiva de la contratransferencia que ofreció Heimann. La cuestión que se plantea es, pues, la de nuestra participación en la transfe-
Referimos íntegramente un pasaje de Lacan tomado de La transferencia: rencia. No es la de la contratransferencia. Se ha convertido a esta rúbrica en
un gran cajón de sastre de experiencias, al parecer con casi todo lo que somos
Al abordar, pues, las dos últimas veces la cuestión de la transferencia, lo hice del capaces de experimentar en nuestro oficio. De esta manera se han introduci-
lado del analista. Lo cual no significa sin embargo que yo dé al término de con- do toda clase de impurezas en la situación [analítica], porque está muy claro
tra transferencia el sentido que corrientemente se le otorga, el de una especie de que somos un hombre y, como tal, afectado de mil formas por la presencia del
imperfección de la purificación del analista en la relación con el analizado. Muy enfermo, de tal modo que han convertido verdaderamente a esta noción en
al contrario, entiendo por contra transferencia la implicación necesaria del ana- algo inutilizable. 95
lista en la situación de transferencia, y por eso precisamente debemos descon-
fiar de este término impropio. En realidad se trata, pura y simplemente, de las
consecuencias necesarias del propio fenómeno de la transferencia, si se lo anali-
La «división de las aguas>> y la posición freudiana de Lacan
za correctamente.9·1
sobre la contratransferencia
Como ha subrayado al respecto un discípulo de Lacan ya fallecido, Michel
Silvestre, para Lacan Esta indicación marca una diferencia cualitativa efectiva, una «división de
las aguas>> dirá Miller, que separa la orientación lacaniana, caracterizada
la noción de contratransferencia tiene sentido únicamente para interiorizar la por el rechazo del empleo de la contratransferencia en la cura, de las dife-
inclusión desde el principio del analista en la relación analítica. 94 rentes corrientes posfreudianas reagrupadas hoy entre ellas, además y tal
vez aún más que por la estandarización del setting, por compartir la centra-
92. ]. Lacan (1960-I96I),El Seminario. Libro 8, p. 227.
lidad de la noción y del empleo de la contratransferencia. Sobre este punto
93· lbíd.
94· M. Silvestre, «JI transfert nella direzione dt'll;lllll.l·, rr1 J l .. l(';ln t'f al. (1C)i'U1),
pp. 126 127.
1)'\. J 1.,1!.1 11(11)(11, · 11¡111), / ·'/Snll////lllrl./.i/noH,p.,l')l.
102 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA ENSEÑANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA 103
preciso tiene sentido hablar de una ortodoxia freudiana de Lacan y de los Uso extensivo de La contra transferencia como disolución
analistas lacanianos. A este respecto, es necesario hacer notar que la posi- de La objetividad de la clfnica psicoanalítica
ción de Lacan sobre la contratransferencia no sufre modificaciones sustan-
ciales con respecto a las tesis expuestas en 1951: el rechazo de su empleo en En el Seminario La transferencia aparece más explícitamente la preocupa-
la cura constituirá un punto firme que caracterizará toda su enseñanza. ción de Lacan con respecto al empleo activo de la contratransferencia en la
Pero es posible rastrear una articulación más amplia de esta posición críti- cura por parte del analista, y las razones que la promueven. Ciertamente, en
ca, especialmente diez años después en algunos capítulos del seminario La contraste con el enfoque cientificista de la Psicología del Y o, desde el inicio
transferencia, en el que Lacan se va a confrontar con los desarrollos de la de los años cincuenta Lacan había hecho valer su crítica frente a un supues-
teoría de la contratransferencia y de su empleo producidos a lo largo del to analista puro, capaz de situarse en una presunta esfera del yo libre de
transcurso de los años cincuenta, tras la semilla sembrada por Racker conflictos, encarnando al Otro que sabe y que interpreta el inconsciente del
en 1948 y por Pauta Heimann en 1950. La que diez años antes se presenta- paciente. En este sentido, Lacan había hecho oscilar la posición del analista
ba todavía como una posición seminal, y en muchos aspectos herética, re- en torno a los polos que encarnan una centralidad operativa del no saber en
presentada emblemáticamente por la polémica de Heimann con Melanie la relación, un no saber fecundo: es el caso de las figuras del analista escriba,
Klein, en 1960 ya comienza a abrirse paso dentro de la IP A, para conver- d analista zen, y en el fondo también del analista «maestro dialéctico», el
tirse en los siguientes decenios y hasta el presente en una posición amplia- cual, representado eminentemente por Sócrates, no pone en juego su saber
mente compartida. Por este motivo, Lacan vuelve a afrontar el problema sino que trabaja para hacer producir al interlocutor el suyo propio, según la
de la contratransferencia en el seminario de 1960: metáfora platónica de la comadrona estéril atribuida a Sócrates. No obstan-
te, la perspectiva de Lacan, si bien desmarca la posición del analista de la de
Introduje el problema a través del hecho de que la contratransferencia es cap- sostenedor e intérprete natural del saber inconsciente del analizan te, la sus-
tada en la práctica analítica de forma bastante extendida. Se considera en trae también, al mismo tiempo, del deslizamiento subjetivo que lo requiere
efecto que lo que podemos llamar cierto número de afectos, en la medida en todo como persona que participa afectivamente en la relación con el
que el analista es afectado por ellos en el análisis, constituyen una forma, si no analizante, a través de la explicitación en la cura de lo que siente en la rela-
normal, al menos no normativa, de orientación de la situación analítica, y un (ÍÓn con él. Del mismo modo, para Lacan «en cuanto al reconocimiento del
elemento no únicamente de la información del analista, sino incluso de su in
inconsciente, no tenemos forma de plantear que por sí mismo deje al analis-
tervención, mediante aquello que eventualmente puede comunicarle al res-
1.1 fuera del alcance de las pasiones»; es más, «cuanto más analizado esté el
pecto al analizado. No estoy amparando la legitimidad de este método. Cons-
.tnalista, más posible será que esté francamente enamorado, o francamente
tato que ha podido ser introducido y promovido en la práctica, y que ha sido
t•n estado de aversión, de repulsión». 97 Sin embargo, la denominada <<apatía
recibido y admitido en un campo muy amplio de la comunidad analítica. Esto
es por sí solo suficientemente indicativo. Y nuestro camino será por el mo .1nalítica» lo empuja a no dejarse llevar subjetivamente por el río de las pa-
mento analizar cómo los teóricos que entienden de esta forma el uso de la con \iones, en nombre de un deseo más fuerte (que Lacan llama el deseo del
tratransferencia lo legitiman.!J6 .111alista, cuyo estatuto será analizado en el próximo capítulo):
1... 1 si
el analista real iza algo así como la imagen popular, o también la imagen
dcontológica, ele la apatía, es en la medida en que está poseído por un deseo
más fuerte que aquellos deseos de los que pudiera tratarse, a saber, el de ir al
pher Bollas/ 0 ' ha localizado en la reafirmación del empleo de la contra-
grano con su paciente, tomarlo en sus brazos o tirarlo por la ventana.98
transferencia en la cura analítica la raíz profunda de las tendencias inte-
raccionistas radicales dentro de la IPA (en particular en el ámbito de la
Es éste el lado polémico de Lacan frente a los partidarios del empleo de la psicología californiana, en la posición de Owen Renik) que vuelven hoy
contratransferencia en la cura. Ambas posiciones, según Lacan, obstaculi- obsoleto el concepto mismo de inconsciente, reduciendo el análisis a la re-
zan, de modos opuestos, el trabajo del analizante sobre su propio discurso lación terapéutica en el hic et nunc [aquí y ahora] entre el terapeuta y su
inconsciente: la primera, planteando el saber totalmente del lado del ana- cliente. Bollas remite la responsabilidad de tal derrota a Melanie Klein,
lista, y la segunda, reduciendo la relación analítica a una relación intersub- cuya interpretación de la transferencia en el hic et nunc habría producido
jetiva, de sujeto a sujeto, en la cual la comunicación de la vivencia del ana- el efecto de tergiversar la técnica freudiana, alterando el acceso del anali-
lista interfiere con el trabajo de elaboración simbólica que el analizante es
zante a su propio pasado y al inconsciente, creando un universo interpre-
llamado a realizar, con respecto al enigma inconsciente contenido en su tativo de tipo paranoide, y abriendo así la vía a las actuales tendencias in-
propia palabra. Para combatir esta segunda tendencia, como hemos visto, terpersonales. Miller, en la estela de Lacan, localiza como mayor peligro
Lacan insiste en La transferencia sobre la «imparidad » asimétrica que ca- implicado en la «derrota» de la que habla Bollas y en la reafirmación de la
racteriza el vínculo analista 1analizan te en la relación analítica, y formula perspectiva contratransferencial, la puesta en duda de toda idea de objeti-
la metáfora del analista que funciona como «el muerto en el juego del
99
vidad de la clínica psicoanalítica.' 0 2
bridge », marcando así la dimensión de no reciprocidad de la posición
del analista en el marco de la relación de transferencia. Si la perspectiva de
la Psicología del Y o comportaba para Lacan el riesgo de una psiquiatriza- La contribución de facques-Alain Miller:
ción de la clínica psicoanalítica basada en la primacía del principio de rea- una nueva definición crítica de la contratransferencia
lidad, la perspectiva contratransferencial, por el contrario, presenta para él
el riesgo de una disolución de todos los niveles de objetividad propios de la Miller ha efectuado recientemente una lectura de la crítica de Lacan a la
clínica psicoanalítica fundada por Freud:
noción y al empleo de la contratransferencia que, manteniendo con fir-
meza los puntos de referencia articulados por el maestro, desarrolla con-
Si pusiéramos bajo el registro de la contratransferencia, así definido, nuestra secuencias de amplio alcance para la actualidad del psicoanálisis. Sobre
participación en la transferencia, si también hiciéramos entrar allí la casuísti- todo, como ya hemos apuntado, localiza la clave de lectura de la historia
ca, el problema de qué hay que hacer en cada caso, definido por sus coordena-
del movimiento psicoanalítico desde la posguerra hasta hoy en las dife-
das particulares, ciertamente resultaría imposible todo su cuestionamiento. ""
rentes actitudes adoptadas frente a la contratransferencia por los diversos
protagonistas del debate psicoanalítico después de Freud. En esta histo-
Este punto de la crítica de Lacan ha sido recientemente retomado y valo- ria, la posición de Lacan es, y continuará siendo, una excepción hasta su
rado por Miller, que apoyándose en el agudo y conmovedor diagnóstico muerte, debido a su firme rechazo a considerar la contratransferencia
de «derrota » del psicoanálisis contemporáneo formulado por Christo como un concepto dotado de autonomía epistemológica propia y un ins-
La contratransferencia como goce del analista en relación !los más avanzados de su elaboración. Esto es así en el sentido de que la crí-
con La propia introspección tica de Lacan a la contratransferencia ha encarado mayoritariamente la
El rechazo de la contratransferencia constituye, por tanto, una posible cla- vertiente imaginaria de la experiencia contratransferencial, y ha quedado
ve de lectura de la unidad de la obra de Lacan, en la que este punto ha per- por lo general anclada en este sentido en las posiciones del escrito de 1951,
manecido firme como un baluarte de la teoría y de la clínica. No obstante, época en la que la dimensión de lo real no presentaba aún su efectiva arti-
la propia lógica de la enseñanza de Lacan nos permite evidenciar una críti- culación autónoma. Si allí era definido como la suma de los prejuicios del
ca a la noción de contratransferencia que puede desarrollarse de manera analista que entran en juego en la relación con el paciente, lo que falta en
más radical, teniendo en cuenta los resultados más avanzados de la elabo- esta definición es saber qué sostiene libidinalmente la experiencia de la
ración teórica del propio Lacan. Para ello se tiene especialmente en cuenta contratransferencia en análisis. Es decir, es necesario proporcionar una
el hecho de que, tras el seminario de 1960 La transferencia, la enseñanza de nueva definición crítica de la contratransferencia, basada en la centralidad
Lacan prosiguió aún durante veinte años hasta su muerte. Sobre la base de la noción de goce propia de la enseñanza avanzada de Lacan. En este
de este planteamiento epistemológico, Miller afrontó durante la primera marco, que sigue la lógica de la lectura de Miller, la psicoanalista lacaniana
mitad de los años sesenta la lectura del texto de Lacan, haciendo funcionar argentina Graciela Brodsky ha definido recientemente la contratransfe-
el principio exegético de «Lacan contra Lacan». Ha puesto en evidencia rencia como el goce que el analista extrae en el curso de la sesión respecto a
cómo la elaboración más avanzada de la teoría de Lacan desemboca en la propia introspección, que lo conduce a exteriorizar al paciente su propia
la centralidad de la noción de goce, que es el modo en que se traduce en su vivencia, lo que siente y piensa. 108 En este sentido, la invitación de Lacan al
discurso la freudiana pulsión de muerte, la satisfacción libidinal que el analista articulada de diversas maneras, de hacerse el muerto, de ser escri-
sujeto extrae del propio sufrimiento y el empuje compulsivo a repetir la ba, de ocupar una posición zen, puede ser releída hoy en esta clave como
experiencia. El goce, núcleo del inconsciente como máquina libidinal del un principio de la práctica lacaniana, que funciona al revés respecto a los
sujeto, acaba por constituir para Lacan el objeto del psicoanálisis, el hueso analistas que se orientan sobre la contratransferencia: no gozar de tu in-
duro de roer de la práctica analítica, que resiste al trabajo de elaboración consciente y de tu introspección dentro de la sesión analítica.
simbólica. Esta centralidad de la noción de goce es utilizada por Miller
como punto-eje para su lectura de los conceptos fundamentales del psicoa-
nálisis en la enseñanza de Lacan. Y permite evidenciar donde, en Lacan,
los puntos de su teoría no están a la altura de su elaboración más avanzada.
Por ejemplo, ya hemos subrayado en el párrafo relativo al algoritmo de la
transferencia cómo, según Miller, la elaboración de Lacan no le haría sitio
a lo real del goce en juego en la transferencia analítica, que a menudo hace
continuar los análisis más allá de la caída del sujeto supuesto saber, porgue
el analizan te no quiere renunciar a gozar de su propia palabra en la sesión
analítica. El algoritmo de la transferencia no daba plena cuenta del análisis
en tanto que experiencia libidinal, experiencia de goce a la que al analizan
te le cuesta renunciar una vez que ha entrado. Asimismo se nrticula una
problematización de este tipo a propósito de la no< ion de· <IHlll:ltr;lnsfnt:n ·
cia: el modo en que la piensa Laran no t'' del todn .11lu 11.1do .1 lm dt:S:tl'ro rnH . li>fd , In< u'onl.\,, 11
LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA III
1 1"
I 12 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 113
y en la función de intérprete, de descifrador. Pero, ¿intérprete de qué? La interpretación adquiere verdadera importancia a partir del momento
Esencialmente de los sueños, de los lapsus, de los síntomas y, en resumen, en que comienza a definirse la técnica psicoanalítica. La interpretación se inte-
de las manifestaciones del inconsciente del paciente que se dirige a él, para gra entonces en la dinámica de la cura [.. .).3
dilucidar el enigma constituido por su sufrimiento psíquico. No por casua-
lidad, en los tratados relativos a la técnica psicoanalítica, la demarcación Sin embargo, respecto a esta centralidad de la interpretación en la práctica
entre el psicoanálisis y el variopinto ámbito de las psicoterapias se recondu- psicoanalítica, destacada por muchos, la posición de Lacan y de su Escuela
ce por lo general a la centralidad otorgada a la interpretación, y el punto de constituye una excepción respecto de la cual nos parece importante inda-
mayor reagrupación doctrinal de los varios y diferentes componentes del gar su estatuto. En efecto, en la enseñanza de Lacan, la noción de interpre-
movimiento psicoanalítico se localiza en la interpretación. Etchegoyen, en tación nunca ha constituido uno de los conceptos fundamentales del psico-
su tratado sobre los fundamentos de la técnica psicoanalítica, aborda el análisis. Esto no significa en modo alguno que tal noción no tenga su lugar
tema de la interpretación y, al referirse a la definición dada por La planche preciso en el marco de la enseñanza de Lacan. Más bien, como subraya
y Pontalis en el Diccionario del psicoanálisis, se hace portador de esta idea Jacques-Alain Miller, la interpretación se presenta en Lacan, desde los
consolidada.' Los dos estudiosos franceses afirman, en el marco de su defi- años cincuenta, como una noción derivada del concepto mismo de incons-
nición del concepto de interpretación, que ciente, este sí fundamental, elaborado por Freud. 4 O, para ser más exactos,
del concepto de inconsciente estructurado como un lenguaje, que es el
La interpretación se halla en el núcleo de la doctrina y de la técnica freudianas. modo en que Lacan traduce el estatuto del inconsciente en psicoanálisis a
Se podría caracterizar al psicoanálisis por la interpretación, es decir, por la los términos de la lingüística estructural. En efecto, esto ocurre porque el
puesta en evidencia del sentido latente de un material.' inconsciente está estructurado como un lenguaje que la interpretación en
análisis, y más en general la práctica misma del psicoanálisis, deviene posi-
Y especifican además, por lo que concierne a la dimensión operativa de la ble.5 Asimismo, en torno a la noción de interpretación como hilo conduc-
interpretación como intervención en la cura analítica, lo que sigue: tor general de nuestro trabajo, reencontramos la misma orientación de La-
ca n frente a los conceptos que la tradición psicoanalítica ha enmarcado en
Dado que la comunicación de la interpretación es por excelencia el modo d<.· el ámbito de la técnica, y el mismo esfuerzo por combatir su degradación
acción del analista, el término empleado aisladamente tiene asimismo el senti tccnicista-formalista, reconduciéndolos a sus fundamentos lógicos inma-
do técnico de interpretación comunicada al paciente. nentes, relativos a la estructura de funcionamiento del inconsciente en la
La interpretación, en este sentido técnico, se halla presente desde los orí l'Xperiencia analítica. A este respecto, Miller ha querido expresar la crítica
genes del psicoanálisis. Con todo, se observará que en la época de los Estudio.\ de Lacan hacia las teorías de la interpretación analítica centradas en el ha-
sobre la histeria (Studien über Hysterie, I 895), en la medida en que el principa l cer del analista, o en su metodología hermenéutica, focal izando con firme-
objetivo consistía en hacer surgir de nuevo los recuerdos patógenos incons / ,a la tesis clave del psicoanálisis según la cual sobre todo, en lo esencial, an-
cientes, la interpretación no se había deducido todavía como el principnl 6
l<.'s y más que el analista, es el inconsciente el que interpreta.
modo de la acción terapéutica (por lo demás, la propia palabra no se encucn
tra todavía en dicho texto). lbíd., p. 202.
.¡. J. i\ . Mill cr ( 1 996), La inwpretaci6n al revés, pp. 6-7.
"l· :d la primera conferencia d e Miller sobre Lacan dictada en 1982,
1. H . R. Etchegoyen ( 1986), p. 295. 1 A. Md In ( 1c¡H(o), 111 miorlr· 1.an111, p. 6.
2. ). Laplanchc,J H. Pont:IIis(I<JÚ?), p.lol 11 lhfd
IJ4 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNI C A EN PSI COANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA II5
Por consiguiente, la interpretación analítica interviene, en un segundo ración fantasmática. Por esta razón, en la orientación de Lacan no podemos
momento, sobre la base de la interpretación inconsciente. En este marco, es sino ponernos a la escucha de la palabra del analizante para entrar en armo-
verdaderamente esencial en la orientación lacaniana que, ante todo, el ana- nía, en la transferencia, con la estructura significante que compone su dis-
lista deje hablar al inconsciente del analizante situándose en su escucha, curso, si queremos llegar a circunscribir la economía singular de su funcio-
antes de poder hablar e interpretar. Si quien interpreta es esencialmente el namiento libidinal en el marco de dicha estructura. Podríamos decir que,
inconsciente (si los sueños, los lapsus y los síntomas neuróticos se presentan para Lacan, la verdadera puesta en juego de la interpretación en análisis se
ya como interpretaciones implícitas del deseo del sujeto que le plantea en sitúa en el punto de articulación en el que los significantes clave del discurso
ser), entonces es necesario, por lo general, dejarle a él la palabra, escuchán- del sujeto se organizan en torno a la órbita constituida por su singular econo-
dola en silencio. Por esta razón, el analista lacaniano está generalmente en mía libídico-pulsional, en la órbita del fantasma fundamental, en la juntura
posición de escucha silenciosa? entre el orden simbólico y la estructura de goce propia de lo real del sujeto.
Indudablemente, la tesis del inconsciente estructurado como un lenguaje A esta juntura, desde el punto de vista de Lacan, no se accede sin que el análi-
orienta al analista lacaniano a una práctica de la interpretación cualitativa- sis haya hecho desvanecerse en el sujeto los espejismos narcisistas que han te-
mente diferente de aquellas propuestas por los posfreudianos, precisamente jido la estructura imaginaria de su yo, y se revela, no como amo de sí mismo,
por su anclaje en la dimensión simbólica del funcionamiento del inconscien- sino desposeído de los significantes fundamentales que han constituido su
te como cadena significante, del que el sujeto mismo es un efecto constituido, economía de goce. Pero ante todo no se accede a ella si no se parte del presu-
y en absoluto un origen constituyente. No aspira, pues, al significado (ya sea puesto fundamental, destacado por Miller, de que la interpretación analíti-
inconsciente o latente), sino que más bien remite a su constitución significan- ca es, por estructura, una interpretación bajo tramferencia, y que, por lo tanto, la
te, y por ello Lacan ha subrayado en la interpretación, en particular a partir transferencia es la condición misma de la interpretación en psicoanálisis.9
del escrito de 1955 «Variantes de la cura tipo », la estructura metonímica, su
remitir a otra cosa distinta de la que se pensaba, a otro significante aludido en
el discurso del sujeto. La peculiaridad de la orientación hacia la dimensión Hllugar de la interpretación en la enseñanza de Lacan
simbólica propia de la noción lacaniana de interpretación se caracteriza tan-
to por la continuidad con la herencia de las lecciones de Freud como por la Tres premisas sobre la interpretación en Lacan
discontinuidad con respecto a las versiones posfreudianas de la interpreta- Antes de adentrarnos en lo específico de la noción lacaniana de interpreta-
ción psicoanalítica. 8 Por otro lado, el diferente estatuto de la interpretación es ción, resulta oportuno situar algunas premisas generales que nos permitan
dictado por el diferente modo de conceptualizar el estatuto del inconsciente enmarcar desde el inicio la cuestión en sus coordenadas fundamentales.
freudiano. Para Lacan, a diferencia de muchos posfreudianos, el inconscien- 1. Ante todo, hay que subrayar que no existe una teoría unitaria de la
te no es en absoluto el lugar de las profundidades arcaicas y de las fantasma - interpretación en Lacan. Lo que sus escritos y seminarios nos ofrecen es
tizaciones originarias, el lugar de los significantes primordiales, sino que: más bien, como lo es su estilo, el sucederse de múltiples avances y reajustes
más bien funciona como una máquina significante que ha tejido la historia de perspectiva sobre el tema de la interpretación en psicoanálisis, que se
del sujeto desde el origen, de modo singular, marcándolo hasta en su modo producen en coherencia y en el marco de la reestructuración progresiva de
de goce, en su particular funcionamiento libidinal-pulsional , en su estructu ' 11 teoría del in consciente en la experiencia analítica.
7· Es lo que subraya también Etchegoyen ( 19!!(1), p. ¡o.,, <¡. J.· A. Mdl<·l ( 1<¡H7), .:r, ,¡mf¡·¡ t'IH'i :l t' interpretación», en Momentos cruciales de la
8. A. Di Ciacc ia ( 1()<)6), pp. 9 1o. 1/ll' lit'll (illllllldli/111, i\l.itl.lllll .il , 1' 1'
I 16 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 117
11. En el curso de estas transformaciones, el punto-eje del planteamien- forma clásica de La interpretación en psicoanálisis, tal y como es ya localiza-
to de Lacan sigue siendo el anclaje de la interpretación analítica en el regis- ble en el texto de Freud. En este sentido, la posición de Lacan sobre la
tro simbólico de la estructura significante. Anclaje que sin embargo, como interpretación en análisis se aleja progresivamente incluso de la posición
veremos, cambiará de dirección en el curso de la enseñanza de Lacan, clásica de Freud. Los analistas lacanianos entienden por interpretación se-
apuntando progresivamente no ya al efecto de sentido, a La simbolización mántica aquella modalidad de interpretación a través de la cual el analista,
de Lo imaginario, como sucedía en su enseñanza de los años cincuenta, sino en la sesión, expone el significado inconsciente contenido en los enunciados
más bien y cada vez más al efecto de goce, a la modificación a través del del paciente. Asimismo, los analistas lacanianos la definen como interpre-
significante de lo reallibidinal de la pulsión, el vector de su investigación tación edípica, en tanto que apunta a poner al descubierto La verdad in-
en los años sesenta y setenta. consciente, la «Otra escena» freudiana que el discurso del analizante mues-
m. En el marco de tal planteamiento, nos parece fuera de lugar e inco- ' ra sólo en fragmentos.
herente con La teoría de Lacan pensar en la posible existencia en la práctica Dicha forma de intervención interpretativa está contraindicada en la
del analista de una tipología de interpretación calificable como Lacaniana, perspectiva lacaniana, ante todo porque hace desvanecerse el principio
ya sea más o menos oracular, como algunos han intentado definirla. No lundamental según el cual es el analizante el que debe interpretar: con su
existe un estándar de La interpretación lacaniana, del mismo modo que Intervención, el analista procura que el analizante produzca su interpreta-
no existe un estándar temporal de La sesión. ' 1Ón a través de la asociación libre, pero no se cambia por él. En segundo
Es cierto que en La práctica lacaniana de La interpretación hay formas de lugar, para expresarlo con una noción que tomamos prestada de Bion, el
interpretación que se tiende a evitar cuidadosamente. En particular, son e fecto de La interpretación semántica del analista es el de saturar el signifi-
dos las modalidades de interpretación a Las que el analista Lacaniano tiendt· c.tdo inconsciente que contiene el discurso del analizante. Esto corre el
a no recurrir: la interpretación de la transferencia y la interpretación se lll'Sgo de hacer detener el proceso de elaboración del analizante sobre un
mántica. Ltlso punto de llegada sugestivo, sustentado por la autoridad transferencia!
En primer Lugar, evitan operar interpretaciones de La transferencia. Por e lc·l analista. Por esta razón, para Lacan, igual que para Bion, la interpreta-
interpretación de la transferencia se entiende aquella interpretación dd ' 1!>n analítica es tal, y es eficaz en la cura, sólo si es insaturada. Esto le per-
analista en La que el sentido inconsciente del discurso del analizante es n· lllltC no sólo no cerrar el trabajo de elaboración del analizante, sino más
0
conducido al hic et nunc de su relación transferencia) con el analista. Es ésta .11111, relanzarlo.'
la forma princeps de la interpretación que podemos encontrar en La orienta Ha jo esta perspectiva, y según la orientación de Lacan, también la «cons-
ción kleiniana clásica, y de modo particular en la célebre contribución lllltción», cuya formulación en análisis Freud reservó al analista en su escri-
ofrecida en 1934 por James Strachey sobre la interpretación mutativn . to «Construcciones en el análisis», se convierte en un trabajo que en el pro-
Mientras que, para Strachey, la interpretación analítica por excelencia virn 11 "' :tnalítico le corresponde producir al analizante. Para Lacan, el analista
dada precisamente por La interpretación de la transferencia, para Lacan, rn r 1 la tarea de construir el caso fuera del análisis, y destina su cons-
cambio, la interpretación de la transferencia hace decaer al analista dt' llllc n6n a la supervisión y a los lugares de discusión de la práctica clínica.
posición simbólica, inflamando la vertiente imaginaria de la transfen·nrut
del analizante.
en. 1k modo parucular, en el tratamiento lacaniano de la psicosis las denominadas
En segundo lugar, Los analistas lacanianos tienden a no f'orlllul.tt iu1re ¡urt.tc 1onc·s srm;'nlllr,ls o c·dfpi<",IS no s6lo están contraindicadas, sino que están abso-
que definen como interpretaciones st:nlOÍ 111 ir,, '• ,,¡] vo en rond inonn e li hll illlll'lllr c·xt lnlll.l', po1q1w" tnmulrloill ptnt'<utori.ls y, por consiguiente, potencial
cepcionalcs. Por otrn parlt', t.dt·s illtU¡liU.tclnllc'' sr: (OIIc-spo1Hil'll co n 1!4 !ill} lltl dc ·\c·IH .ldri1.11\IC\,
II8 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 119
En ambos casos, la exigencia de mantener las distancias con respecto a en su enseñanza, es para Lacan una semántica producida por el analizante.
estas formas de interpretación en análisis viene dada por el intento de evi - l_a tarea del analista es sostener al analizante en su trabajo y, por tanto, no
tar recaer en la dirección de la cura sobre el eje especular de la relación ,tñadir sentido a su discurso. Más bien, como sostenía el propio Freud en
imaginaria, dando vida a una forma de intervención en la que, según la in- un a comparación entre el arte analítico y la escultura, el analista es llamado
terpretación del analista, se representa la correspondencia biunívoca entre a quitar el «demasiado sentido», la redundancia imaginaria con la que el
significante y significado (aunque éste esté reprimido) típica de la relación paciente se representa a sí mismo y su propia condición.
especular. Esta correspondencia bloquea el trabajo de elaboración signifi Así pues, la tesis general de Miller, sobre la que Rabanel se apoya en su
cante del analizante, y lo detiene sobre un falso punto de llegada, cuando 1ndagación sobre el concepto de interpretación, defiende que a lo largo de
no corre el riesgo de abrir una falla insostenible para el sujeto, posible co- la enseñanza de Lacan asistimos en muchos aspectos a una reestructura-
yuntura de desencadenamiento, como sucede en el caso de las psicosis. Sin r ión del campo de la semántica en psicoanálisis. Por otro lado, la referencia
embargo, el carácter de la interpretación en la cura analítica lacaniana, tác de Lacan a una semántica psicoanalítica es explícita, y la reencontramos
tico en vez de estratégico, hace que el analista pueda moverse respecto a ' ubrayada con claridad en un punto de «Variantes de la cura tipo », en el
1
aquélla con toda la libertad de movimientos que le permita la trama signi que habla de la técnica en relación con el material que el inconsciente del
l
ficante del discurso del analizante, destacando de este modo la interpreta .tnalizante ofrece en el análisis:
ción que el inconsciente del propio analizante tiene ya en alguna medida
formulado, y cogiéndolo por sorpresa. Lo que sin embargo queda marcado de descrédito en la técnica por el térmi-
no mismo de << material>>es el conjunto de los fenómenos en los que habíamos
La < <semántica psicoanalítica » entre Otro y goce: una periodización aprendido hasta entonces a encontrar el secreto del síntoma, dominio inmen-
de la enseñanza de Lacan sobre la interpretación so anexado por el genio de Freud al conocimiento del hombre y que merece-
ría el título propio de «semántica psicoanalítica»: sueños, actos fallidos, lap-
El psicoanalista francés Jean-Robert Rabanel articuló hace unos años por
sus del discurso, desórd enes de la rememoración, caprichos de la asociación
escrito un importante intento de encuadrar la noción de interpretación
mental, etc.' '
dentro de la enseñanza de Lacan." Su argumentación se estructuró a par
tir de la referencia general a una demarcación conceptual que ofrecía M1
Así pues, la demarcación que Miller ofrece para encuadrar el estatuto de la
ller en su curso de 1986-1987 Ce qui fait einsigne, en torno a la noción laca
,t•mántica psicoanalítica en Lacan se encuentra entre una semántica que se
niana de semántica. De hecho, la referencia a la interpretación implica en
r ructura a partir de la noción de Otro, y una semántica que se estructura
sí misma una semántica como condición que haga posible su ejercicio.
.1 partir de la noción de goce.
Sin embargo, para Lacan esto no significa que la interpretación <1<-1
Como se puede constatar, en la enseñanza de Lacan no hay espacio para
analista deba funcionar (como sucede, por el contrario, con la que antes lw
1111a semántica imaginaria o arquetípica, como por ejemplo la que encon-
mos definido como interpretación semántica o edípica) como saturación
11 am os en la obra de Jung. En efecto, el trabajo analítico es para Lacan,
del significado inconsciente contenido en la palabra del analizan te. En t'\11'
.I III C todo, una operación de reducción de lo imaginario, de desidentifica-
sentido, Lacan no confunde la semántica psicoanalítica con una hernw
111m y de depuración del na rcisismo del paciente. La demarcación mille-
néutica del sentido latente por obra del analista. Por el contrario, la scm;lll
11 ,111:1 fun ciona, pues, al mi smo tiempo, como un índice progresivo del des-
tica psicoanalítica, más allá de las diferentes fases que la han caractnizadu
11 . J. R. lt1h:uwl ( 1<¡<¡6), p. IJ, j , 1. 01 <' 0111 (11¡l1l1) , / l11 1i /11 1 11 1', '¡ Jn ,
I20 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA I2I
plazamiento de la semántica psicoanalítica lacaniana desde la centralidad ble y dialéctica formulación de deseo de reconocimiento (alienación imagi-
de la dimensión simbólica del Otro hasta la centralidad de la dimensión naria del sujeto respecto a la verdad del propio deseo que busca en el otro)
real del goce, de acuerdo con el desarrollo de la enseñanza de Lacan. y de reconocimiento del deseo (reconciliación oAufoebung, en la que el su-
jeto reencuentra su verdad particular en la historia simbólica en la cual se
La interpretación entre reconocimiento y puntuación ha constituido).' 3
La primera versión importante del concepto de interpretación en psicoaná- Con la noción de deseo de reconocimiento, Lacan quiere expresar, so-
lisis según Lacan nos remite al escrito-manifiesto de 1953 «Función y cam- bre el modelo de la figura hegeliana de la «conciencia infeliz >> expuesta en
po». Al mismo tiempo, se trata (utilizando la fórmula de Miller) de la pri- la Fenomenología del espü'itu, la posición del sujeto neurótico, su sentirse
mera declinación de la semántica a partir del Otro, que caracterizará la di vidido, lejos de su propia verdad. No sabe quien es y qué quiere. Y bus-
enseñanza lacaniana de los años cincuenta. En efecto, durante toda esa déca- ca fuera de sí, en la relación con los otros, la respuesta a la propia falta. Así
da nos encontramos frente a una semántica que parte del Otro y en ausencia pues, el sujeto está en la posición, típicamente neurótica, de esperar que
de la noción de goce: una semántica del Otro sin goce. Efectivamente, es más sea el Otro el que le diga en qué consiste lo que quiere, en reconocer su
bien la noción de deseo, y la correlativa de fa! ta, la que se sitúa en el centro de verdad. El deseo de reconocimiento es esta espera neurótica y sustancial-
tal semántica psicoanalítica. Y todo lo que corresponde al campo de la pul- mente paralizante, esta alienación imaginaria, en la que el sujeto está con-
sión, en la elaboración lacaniana de esta década tendente a evidenciar lacen totalmente a la llegada de la palabra del Otro que lo reconozca en
tralidad de la dimensión simbólica de la experiencia analítica en contra dr su ve rdad. Sin embargo, como muestra el propio Hegel en la Fenomenolo-
toda naturalización biologista del psicoanálisis, tiende a ser reabsorbido en KÍa del espíritu, esta posición condena al sujeto a la frustración perpetua, al
el registro de lo imaginario. Se trata pues de una semántica que se estructura no existir un Otro en condiciones de poder reconocerlo verdaderamente
fundamentalmente en la relación entre el registro de lo imaginario y el de lo t• n su particularidad. Sólo cuando el sujeto abandona la pretendida ilu-
simbólico, y que enmarca el trabajo analítico, y la práctica de la interpreta sión de poder encontrar fuera de sí, en sus semejantes, a un Otro que lo
ción, como un trabajo de simbolización de lo imaginario. La declinación 1 econozca en su verdad, podrá iniciar el recorrido de subjetivación de su
ofrecida en «Función y campo» constituye el primer tiempo de esta semán propia verdad. En el fondo, el psicoanálisis como experiencia dialéctica es
tica del Otro sin goce, a la que seguirá un segundo tiempo reconstruible t'n precisamente este proceso de subjetivación del propio deseo operado por
los Escritos que van desde «Variantes de la cura tipo» hasta «La dirección dr c·l sujeto, en el que éste se reconcilia con la historia de la que proviene. El
la cura >> , pasando por «La instancia de la letra». n·conocimiento del deseo consiste, pues, en este proceso de reconciliación
El paradigma de «Función y campo>>, como se ha destacado en los capí ,, Aufoebung, en el que el sujeto reencuentra su verdad particular en la
tulos precedentes, gira en torno a la tesis del psicoanálisis como dialéctica, h1 storia simbólica (lingüística, familiar, política) dentro de la cual ha veni-
y encuentra en la referencia a la fenomenología de Hegel, tamizada pe 11 do al mundo y se ha constituido, reconociendo su propio lugar dentro de 1
1
Kojeve e Hyppolite, el punto-eje para una relectura de la obra de Freucl, c; s.1 historia.
que ahora se hace posible gracias a la referencia a los descubrimientos di' 1,, 1.acan es explícito al articular a la dimensión simbólica la renovación de .11 1
lingüística y de la antropología estructural. Estamos aún ante un L:11 ;111 l:t técni ca de la interpretación en psicoanálisis:
más hegeliano que saussureano, más dialéctico que estructura lista: las razc,
nes de la dialéctica absorben en su interior las ele la estructura, suhsuntihl
dalas. En este marco de referencia, la sem:íntic.t psiroan.dnira d(' « FIIIIC.IÚII
y campm• gir:1en torno a Lllwti c't ll , hc·g¡:lt.lll,t, de; tn onotiiiiiC' IIIn, en l:t do 1 \ • Cl'r, I.• IC Ruh.1111 1( ll¡c_¡IÍ), p. '' ·1
122 J ACQUES LA CAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 123
No cabe pues dudar de que el analista pueda jugar con el poder del símbolo Si la semántica de «Función y campo » es una semántica del Otro que se
evocándolo de una manera calculada en las resonancias semánticas de sus ex realiza a través del reconocimiento del deseo del sujeto contenido en su pa-
pres10nes. labra verdadera, la vía a través de la cual en el análisis se sanciona este reco-
Ésta sería la vía de un retorno al uso de los efectos simbólicos, en una técni nocimiento nos viene dada por la interpretación como puntuación, que mar-
ca renovada de la interpretación.' 4 l'<l
dicha palabra verdadera en su punto de aparición en el discurso del
.malizante. En la palabra verdadera, para retomar la distinción realizada
Lacan enmarca la práctica de la interpretación a partir del fundamento de la por Miller, es el inconsciente mismo el que interpreta; en la interpretación
función evocadora y creadora de la palabra, y lo hace en el marco de esta dia .tnalítica como puntuación, el analista interviene en un segundo tiempo
léctica entre palabra llena y palabra vacía en análisis, estructurada en torno para poner de relieve la interpretación del inconsciente producida en lapa-
a la centralidad de la noción de reconocimiento. Si, en efecto, a partir dd labra verdadera, empujando así al sujeto a tomar nota de la verdad conte-
<< malentendido del lenguaje-signo >> ' 5 y de una reducción técnico-instru nid a en su misma palabra. He aquí cómo Lacan subraya el valor de esta
mental-denotativa del lenguaje y de la palabra se ha producido el «descré práctica de la interpretación analítica como puntuación:
dito sobre la técnica de la palabra>>,' 6 entonces, sostiene Lacan, es necesario
Por eso el psicoanalista sabe mejor que nadie que la cuestión en él es entender a
restituir a la palabra su pleno valor de evocación.' 7 qué «parte >> de ese discurso está confiado el término significativo, y es así en
efecto como opera en el mejor de los casos: tomando el relato de una historia co-
Para ello, la técnica renovada de la interpretación «exigiría [... ] una asimi tidiana por un apólogo que a buen entendedor dirige su saludo, una larga proso-
!ación profunda de los recursos de una lengua >> ,' 8 que haga posible hact•r popeya por una interjección directa, o al contrario un simple lapsus por una de-
emerger de las palabras del analizante el «sentido simbólico de un acto, dr claración harto compleja, y aun el suspiro de un silencio por todo el desarrollo
una relación o de un objeto >> ;' 9 aquel «lenguaje primero >>' 0 que le permita lírico al que suple.
reconocer en la propia palabra lo que le restituye el sentido inconsciente d1· Así, es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del sujeto."
su deseo, contenido en los símbolos de su síntoma. Para realizar esto, su
braya Rabanel, la interpretación analítica como puntuación interviene
p:u'a sancionar la verdad de la palabra del sujeto, y lo hace en relación con
el analista entonces debe callar, en vez de responder, debe hacer callar en el se ntido. Así, para Lacan el analista participa, además del maftre dialécti-
el discurso intermediario (a-a') para dejar sitio a la cadena de las palabra \ 1o d e la verdad, del escriba, y tiene un «papel de registro >>y una función de
verdaderas." 1crogida de la «palabra que dura >> . En su práctica, en efecto, de forma aná-
loga a la «práctica de los textos de las escrituras simbólicas >> ,
La interpretación del analista como puntuación de la palabra verdadera En efecto, en el campo de la estructura de lenguaje dentro del cual se
del sujeto funciona, pues, como resonancia de la interpretación del incons- constituye el sujeto no hay reconocimiento posible del deseo que permita
ciente. Al respecto, ya en «Función y campO>> evidencia Lacan el principio saturar su estructural falta-en-ser, modo en que Lacan traduce el concepto
que Miller había destacado en su lectura del concepto lacaniano de inter- freudiano de castración simbólica. En este contexto, a diferencia del hege-
pretación analítica, según el cual lismo de «Función y campo>>, no existe desalienación posible del sujeto,
reintegración dialéctica de su identidad alienada. Más bien, el análisis per-
el inconsciente interpreta y quiere ser interpretado! 4 mite al sujeto referirse a tal alienación constitutiva como al efecto de es-
tructura dentro del cual se ha producido y se produce, en relación con las
Lacan expresa en estos términos, de manera muy eficaz, la función de la leyes del lenguaje, la metáfora y la metonimia, su propio deseo.
interpretación analítica como puntuación dialéctica construida en «Fun- A este respecto, para captar el paso de Lacan a una lectura de Freud
ción y campO>>: marcada por la impronta de la lingüística estructural, resulta esencial la 1...1
traducción de los dos mecanismos principales de la lógica onírica descu-
[... ]cuando la cuestión del sujeto ha tomado la forma de la verdadera palabra,
bierta por Freud en La interpretación de los sueños, en las dos figuras claves
la sancionamos con nuestra respuesta, pero también hemos mostrado que una
de la retórica. Así pues, Lacan traduce las nociones de condensación y des-
verdadera palabra contiene ya su respuesta y que no hacemos sino redoblar
con nuestro la y su antífona ¿Qué significa esto, sino que no hacemos otra cosa plazamiento de Freud, en los conceptos de metáfora y metonimia. Y eleva
que dar a la palabra del sujeto su puntuación dialéctica?'5 tales conceptos al rango de leyes fundamentales del funcionamiento del in-
consciente estructurado como un lenguaje. En el marco de esta relectura,
La interpretación metonímico-alusiva d síntoma se caracteriza para Lacan como una metáfora, mientras que el
En el transcurso de tiempo que separa <<Variantes de la cura tipo>> (1955) y deseo se configura como metonimia. En efecto, al estar estructurado a par-
«La dirección de la cura y los principios de su poder>> (1958), se produce en tir del funcionamiento de las leyes del lenguaje, y ya no esencialmente en
la enseñanza de Lacan la segunda declinación de su semántica psicoanalíti función de la dialéctica del reconocimiento, el deseo no se deja definir por
ca a partir del Otro, y en ausencia del concepto de goce. Se trata de una se un único significante capaz de representar la identidad. Se define siempre
metonímicamente, en función de la relación diferencial entre los signifi- !
mántica que se diferencia de la de <<Función y campo>> en que desplazad
eje de la lógica del inconsciente de las leyes de la palabra a las leyes del kn rantes en que es captado en el discurso del analizante.
guaje, de la primacía de la dialéctica intersubjetiva a la primacía de la es El deseo, por tanto, ya no es aquí el sentido inconsciente de la verdad
tructura significante, de la centralidad del reconocimiento a la circunscrip del sujeto, cuyo significante, que representa su identidad, necesita recono-
ción de la falta-en-ser como dimensión constitutiva, no superable, del suj<·to rcr. En efecto, no existe en el inconsciente el significante de la identidad
humano como sujeto de deseo. del deseo del sujeto; se trata de un significante que falta por estructura. Por
Lacan abandona aquí una lectura más bien idealista y optimista del psi t·sta razón, según la definición ofrecida en <<La dirección de la cura>>,
coanálisis, y da un paso decisivo, en particular con el escrito de 1956 "l..;t el deseo es la metonimia de la carencia de ser. 26
instancia de la letra del inconsciente o la razón después de Freud», <k lu
dialéctica al estructuralismo. De Hegel a Saussure y Jakobson. Si d deseo es metonimia de la falta-en-ser, entonces la interpretación no
1'1m icrnc ahora tanto al sentido como a la significación, al deslizamiento
24. J.-A. Miller ( 1996), La interpretación u/ fl'tlfJ, p. 1¡.
2). J. Laca n ( rq(¡(¡), H.rrito.r 1, p. 1.1¡H. J.(l, ). l .. tl'.lll (11¡M1),Jiwntm J, p. (IJ.II .
I 26 JACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 127
significante que constituye la estructura del deseo mismo en torno a su nen algo que bruscamente haga posible su traducción -precisamente lo que
punto de vacío constitutivo. Además, si, como aparece en el coetáneo Se- permite la función del Otro en la ocultación del código, ya que es a propósito
minario 6, El deseo y su interpretación, el deseo es su interpretación, y si el de él como aparece su elemento faltante. 28
deseo es metonimia, entonces la estructura misma de la interpretación
En «La dirección de la cura>>, Lacan hace énfasis en «el lugar mínimo que
analítica, sobre todo la de la interpretación producida por el inconsciente,
ocupa la interpretación en la actualidad psicoanalítica»,29 y se esfuerza por
pero también la de aquella situada en un segundo tiempo por el analista, es
situar el espacio de la interpretación analítica más allá de dos tendencias
fundamentalmente metonímica. En este sentido, Lacan afirma:
que extravían su alcance específico. Por un lado, la tendencia «azorada»
hacia una especie de tentativa de tipificación clasificatoria que investiga los
Nuestra doctrina del significante es en primer lugar disciplina en la que sr
fndices de la interpretación y la separan de «todos los modos de interven-
avezan aquellos a quienes formamos en los modos de efecto del significante en
ciones verbales, que no son la interpretación». Como subraya Lacan:
el advenimiento del significado, única vía para concebir que inscribiéndosr
en ella la interpretación pueda producir algo nuevo. 111
El procedimiento se hace revelador cuando se acerca al foco de interés. Impo-
Pues no se funda en ninguna asunción de los arquetipos divinos, sino
11
ne que incluso una expresión articulada para empujar al sujeto a tomar una vi-
en el hecho de que el inconsciente tiene la estructura radical del lenguaje·,
sión (insight) sobre una de sus conductas, y especialmente en su significación
que en él un material opera según unas leyes que son las que descubre d
de resistencia, puede recibir un nombre completamente diferente, confronta-
estudio de las lenguas positivas, una lenguas que son o fueron efectivamentt"
ción por ejemplo, aun cuando fuese la del sujeto con su propio decir, sin mere-
habladas.' 7
cer el de interpretación, por sólo ser un decir esclarecedor.
[... ]Se siente que es la naturaleza de una transmutación en el sujeto lo que
Gracias a la referencia a las leyes de la lingüística estructural de Saussurr aquí se escabulle, y tanto más dolorosamente para el pensamiento cuanto
y Jakobson, Lacan puede mostrar que la interpretación producida por c·l que le escapa desde el momento mismo en que pasa a los hechos. 30
inconsciente sólo da vida al acontecimiento del significado en cuanto
efecto de la combinatoria significante que lo produce. En este marco, la el fondo, esta tendencia a tipificar la interpretación tiene que ver para
interpretación del analista invierte el trabajo de la interpretación incons 1,acan con un formalismo tecnicista que fetichiza abstractamente la de-
cien te, y remite al sujeto desde el significado constituido que lo represen marcación entre lo que es y lo que no es interpretación, sin tener en cuenta
ta hasta la cadena significante constituyente. Lacan hace hincapié en lo que es sobre todo el efecto de «transmutación en el sujeto» el que nos hace
siguiente: <"ntender apres coup que efectivamente ha habido interpretación. En este
punto, Lacan está de acuerdo con Strachey con respecto al hecho de que la
Ningún índice basta en efecto para mostrar dónde actúa la interpretación, \1 interpretación analítica sólo puede considerarse como tal si es mutativa, es
no se admite radicalmente un concepto de la función del significante, que rap decir, por el efecto de rectificación que produce a posteriori sobre el sujeto,
te dónde el sujeto se subordina a él hasta el punto de ser sobornado por él. .11111 no compartiendo con el autor anglosajón que tal interpretación se
La interpretación, para descifrar la diacronía de las repeticiones pueda producir fundamentalmente a través de una interpretación de la
cientes, debe introducir en la sincronía de los significantes que allí se C01llpo
¿A qué silencio debe obligarse ahora el analista para sacar por encima de ese imaginario, algo que permanece fuera del sentido y que constituye el
pantano el dedo levantado del San Juan de Leonardo, para que la interpreta
motor de la economía psíquica del sujeto, el punto de orbitación incons-
ción recobre el horizonte deshabitado del ser donde debe desplegarse su vir-
ciente de su deseo. Por otra parte, en esta época sigue considerando este
tud alusiva? 36
estatuto del objeto del fantasma como centro de gravedad del deseo subje-
tivo, el objeto (a), como un estatuto precisamente imaginario, de la misma
El panorama que de ello emerge se diferencia cualitativamente del de la
manera en que había considerado hasta ahora las nociones freudianas de
interpretación como puntuación, dibujado en «Función y campo». En
libido y pulsión. Por consiguiente, por un lado, la semántica del fantasma y
efecto, la interpretación alusiva no produce el efecto de fijar el sentido, sino
de la libido puede ser aún considerada como una semántica que se estruc-
el de reabrirlo a la significación.J?
tura a partir del Otro, en particular del Otro del deseo, y que gira en torno
a la noción de fantasma como centro orbitante de la significación incons-
De la «semántica del fantasma » a la «semántica mixta »;
ciente. En este sentido, puede pensarse en ella como en la tercera escansión
la interpretación como medio-decir «mi-dire »
de la semántica a partir del Otro en la enseñanza de Lacan: tras el Otro de
En el lapso de tiempo que va desde el escrito «Subversión del sujeto y día
la palabra de «Función y campo», y el Otro del lenguaje de «La dirección
léctica del deseo en el inconsciente freudiano », contemporáneo del Semina
de la cura >> , tenemos ahora el Otro del deseo y del fantasma de «Subver-
rio 7,La ética del psicoanálisis, hasta el Seminario 17, El reverso del psicoanáli
sión del sujeto >> .39
sis (es decir, durante la década de los sesenta), se desarrolla en la enseñanza
No obstante, por otro lado la semántica del fantasma y de la libido abre
de Lacan una «semántica mixta ». Ésta se caracteriza, como subraya Raba
contradicciones teóricas en el marco de la enseñanza de Lacan, que lo con-
nel, por «fórmulas mixtas » relativas al estatuto de la interpretación analíti
ducirán al giro fundamental inherente a su investigación en psicoanálisis:
ca, que se estructuran a partir del registro, por parte de Lacan, del «fracaso
la recolocación en el centro de su elaboración del registro de lo real, el
de su tentativa de reducción de lo imaginario a lo simbólico, con el objeto
paso a este registro de todas las nociones fundamentales de la economía
pequeño a como resto ».38 Este intento había encontrado su articulación m:b
libídico-pulsional antes confinadas en el ámbito de lo imaginario, y el ini-
avanzada en la «semántica del fantasma y de la libido>>, desarrollada en
cio de las denominadas << fórmulas mixtaS>>, en las cuales precisamente
segunda mitad de los años cincuenta y culminada en el escrito de I9f10
Lacan se esfuerza por integrar lo real del goce y del objeto (a) en el marco
«Subversión del sujeto >> , y había consistido en la localización de un resto li
de la estructura significante en la que se constituye el sujeto. Este esfuer-
bidinal-fantasmático, el objeto (a) como objeto del fantasma del sujeto, no
zo de integración se caracteriza por dos contradicciones fundamentales
reabsorbible en el trabajo de simbolización. La época de la semántica dc·l
e ineludibles propias de la semántica lacaniana del fantasma y de la libi-
fantasma es también la época en que Lacan articula el célebre grafo del dr
do: la ausencia de un significante propio para el deseo, y el estatuto, ex-
seo, que se estructura entre el Seminario 5, Las formaciones del inconscientf',
céntrico e irreductible a los registros del significante y del significado, del
de 1957-1958, y el escrito «Subversión del sujetO>>. En este marco teórico dr.
objeto (a). 40
referencia, Lacan constata por un lado que en el análisis hay algo que en úl
Se abre aquí, en cierta medida, la paradoja de la interpretación analítica
tima instancia no se deja reabsorber en el trabajo de la simbolización dt' le'
en torno a la cual Lacan operará una reestructuración de la noción de inter-
pretación, en el marco de una reflexión conjunta del concepto de incons-
36. Ibíd., p. 62o.
37· A. Di Ciaccia (1996), p. 12.
Jbíd.
38. J.-R. Rabanel (1 996), p. '' 7· 40. lhíd .
132 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 33
ciente en psicoanálisis. Si en efecto la significación inconsciente gira en nificación no es lo esencial para el advenimiento del sujeto. Es esencial que el
torno a un núcleo de no-sentido causativo, el objeto del fantasma, entonces sujeto vea, más allá de esta significación, a qué significante -sin-sentido, irre-
la interpretación en análisis deberá apuntar a la simbolización significante ductible, traumático-- está sujeto como sujeto. 4'
de lo imaginario, poniendo sin embargo su mira, sobre todo, en lo real no
simbolizable, asemántico, constituido por el objeto causa del deseo.4' En este marco aparece la idea de la interpretación como localización en la
El Seminario r r, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, cadena significante del sujeto de aquel significante primordial, sin-sentido
constituye en este sentido, respecto a la noción de interpretación, un mo- y condición de la significación, que Lacan escribe con el materna S., el sig-
mento de la enseñanza de Lacan en la que se destaca su estatuto de práctica nificante de la freudiana Urverdraengung, de la represión primaria, que
no hermenéutica en tanto que no centrada en el sentido, ni exclusivamente participa en la constitución del fantasma fundamental del sujeto. Se trata,
en el retorno metonímico de la significación. En efecto, la interpretación por ejemplo, de aquel «algo irreductible, non-sensical, que funciona como
aparece aquí como una significación determinada que remite a un núcleo significante originariamente reprimido », y que en el caso freudiano del
significante primordial de no-sentido, asemántico, en el origen de todas hombre de los lobos está constituido por «la aparición brusca de los lobos
las significaciones del sujeto. Así pues, subraya Lacan: en la ventana del sueño», que «desempeña la función des, en tanto que re-
presentante de la pérdida del sujeto». 43
Es falso, por consiguiente, que la interpretación esté abierta a todos los senti- Jacques-Alain Miller destaca, a propósito de este seminario, pero tam-
dos, como se ha dicho, so pretexto de que se trata sólo del vínculo de un signi · bién en general sobre la noción de interpretación en la enseñanza de La-
ficante con otro significante, y, por tanto, de un vínculo sin pie ni cabeza. La can, y en particular a la luz de la inscripción de lo real del goce en el marco
interpretación no está abierta a todos los sentidos. Sería hacer una concesión a de la estructura significante, cómo el empleo lacaniano de la noción de in-
los que claman contra el carácter incierto de la interpretación analítica el de-
terpretación oscila entre dos vertientes, una metafórica y otra metonímica,
cir, que, en efecto, todas las interpretaciones son posibles, lo cual es entera-
una dirigida a la circunscripción del significante primordial (como hemos
mente absurdo. Que el efecto de la interpretación, como he dicho, sea aislar en
visto en el Seminario rr) y otra dirigida al objeto (a) causa de deseo y al
el sujeto un hueso, un Kern, para decirlo como Freud, de non -sense, no implica
que la interpretación misma sea un sin-sentido. efecto-de-goce, al plus de goce:
La interpretación es una significación que no es una significación cual \,
Encontramos estas dos vertientes en Lacan: o acentúa en la interpretación su
quiera. Viene aquí a ocupar el lugar de S, e invierte la relación por la cual, en el
vertiente metafórica, oracular, que tiene en su mira el significante último, o
lenguaje, el significante tiene como efecto al significado. El efecto de la in ter
acentúa la vertiente metonímica, el carácter alusivo y metonímico de la interpre-
pretación es el surgimiento de un significante irreductible. Hay que interpn·
tación. Sobre esta vertiente Lacan habla del medio-decir. Las formulaciones
taren el nivel des, que no está expuesto en todo sentido, que no puede ser cual
pueden situarse de un lado o del otro, según lo «éxtimo » sea situado como signi-
quier cosa, que es una significación aunque sólo se alcance por aproximación 1fl
ficante último o como plus de goce, lo que es resumido por la pareja (S,,a). 44
sin duda. Lo que hay allí es rico y complejo cuando se trata del inconsciente 1
del sujeto, y está destinado a hacer surgir significantes irreductibles, non -sem1
La noción de interpretación como medio-decir (mi-dire) es articulada por
cal, hechos de sin-sentido. [... ]
Lacan en el Seminario 17, El reverso del psicoanálisis. Con esta definición de
La interpretación no está abierta en todos los sentidos. No es cualquier.1.
Es una interpretación significativa que no debe fallarse. No obstante, csw srg
.p. ). Lnc;tn (r<)f>.¡), /:'/ Sl'lllinario. Ubro 1 r, pp. 257-258.
U· lhfd ., p. .tr:¡q
4'. A. Di Ciaccia ( 1996), p. 12.
1·1 1 1\ Mtll11, l'•tll• "''""lt"'""' ·lt1xpn11vnir,dcLtparol(·»,r it.p.2,{-
134 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 35
la noción de interpretación, y con este seminario, se cierra el denominado A continuación la presenta en estos términos en la forma de la cita:
período de la «Semántica mixta>> y de las «fórmulas mixtas>> de la inter-
pretación, según la periodización realizada por Rabanel a la luz de la lec- El enigma es la enunciación -con el enunciado, espabílense. La cita es: yo
tura de Miller. Esta definición se construye en el marco conceptual de un planteo el enunciado, y el resto, es el sólido apoyo que ustedes encuentran en el
seminario en el que Lacan realiza el esfuerzo más radical de integración nombre del autor, cuya carga les endoso. [... ] A su manera, la cita es también
entre el campo del significante y el campo del goce, a través de la creación un medio decir. Es un enunciado del que os indican que sólo puede admitirse
de la teoría de los discursos. En este contexto, Lacan define el saber corno en la medida que ya participáis de cierto discurso. 48
«instrumento de goce>>, y la verdad corno «hermana del goce>>, con lo que
quiere destacar el esfuerzo de introducir lo real del objeto plus de goce en La interpretación analítica corno medio-decir enigmático remite a la enun-
el marco significante de la estructura del discurso analítico. Esto significa ciación, al decir del analizante sólo aludido en sus dichos. La interpretación
que, en la estructura del discurso, la intervención significante no produce como cita remite sobre todo al sujeto el propio enunciado como tal, en la
sólo efectos-de-sentido, sino también efectos-de-goce, efectos de plus de forma del «¡tú lo has dicho!», lo hace funcionar como medio-decir que di-
goce sobre el sujeto. En este seminario, Lacan define la inlerpretación, vide al sujeto, e introduce en él la sorpresa en la supuesta banalidad de lo
ante todo, sobre la falsilla de la verdad como saber, la cual «sólo puede de- que ha dicho.
cirse a medias>>: 45 Lacan resume, pues, en estos términos su noción de interpretación
como medio-decir en la doble forma del enigma y de la cita, situando en el
Un saber en tanto verdad -esto define lo que debe ser la estructura de lo que centro del trabajo interpretativo el discurso del psicoanalizante:
se llama una interpretación. 46
Pues bien, estos dos registros, en la medida en que participan del medio-decir,
La interpretación analítica es, en efecto, un medio-decir que se presenta constituyen el medio -y, si se puede decir, el título- con el que interviene la
con la doble forma del enigma y de la cita. Sobre todo, Lacan presenta la interpretación.
La interpretación -quienes la usan se dan cuenta- se establece a menu-
interpretación como medio-decir con la forma del enigma:
do por medio del enigma. Enigma recogido, en la medida de lo posible, en la
trama del discurso del psicoanalizante y que uno, el intérprete, no puede de
Me parece que ya ven lo que quiere decir aquí la función del enigma --es un
ningún modo completar por sí mismo, no puede, sin mentir, considerarlo
decir a medias, del mismo modo que la Quimera aparece como un medio
como algo efectivamente manifestado. Cita, por otra parte, tomada a veces del
cuerpo, salvo cuando se le da la solución, entonces desaparece por completo.
mismo texto, de tal enunciado. Así es que puede pasar por algo efectivamente
[... ] Si he insistido tanto en la diferencia de nivel entre la enunciación y t·l
manifestado, sólo con que se le adjunte todo el contexto. Pero entonces uno
enunciado, es precisamente para que adquiera sentido la función del enigma.
apela a su autor. 49
El enigma es probablemente esto, una enunciación. Dejo a su cargo que la
conviertan en un enunciado. Apáñenselas como puedan -como hizo Ed1
po-, sufrirán las consecuencias. En el enigma se trata de estoY
Interpretación versus acto. La «semántica a partir del goce» desplazamiento de la interpretación como puntuación, anclada por estruc-
y la interpretación-corte ( «coupure») tura a la exigencia del efecto de sentido, a la interpretación como corte, que
Con el seminario El reverso del psicoanálisis, concluye en la enseñanza de apunta en primer lugar al efecto de goce, a la rectificación del nivel del
Lacan el período de las denominadas fórmulas mixtas, encaminadas a goce, y que define ahora como «práctica post-interpretativa», puesto que
conectar el orden de lo simbólico y lo real del goce en el marco de una <<la edad de la interpretación ha quedado atrás nuestro>>. 5 '
estructura lógica unitaria. A partir de aquí, la enseñanza más avanzada El paso a la interpretación analítica como corte, como intervención
de Lacan, que cubre todo el período de los años setenta hasta su muerte, que apunta a separar al objeto de goce de la red de significaciones en
se estructurará en torno a las nociones de inexistencia del Otro y de real la que está preso, es en el fondo el efecto consecuente de una radicaliza-
del goce, dando vida así a una semántica que no parte ya del Otro sino del ción de la estructura real del inconsciente como corte, latido, movimiento
goce. Lacan encontrará muchas maneras de nombrar la inexistencia del Otro, de apertura/cierre y pulsación temporal que Lacan ya había sacado a la
ya en el Seminario IJ: no hay metalenguaje, no existe relación sexual, el luz en el Seminario 11. Si, en efecto, el inconsciente se hace presente esen-
padre está castrado desde el origen. En este marco, la palabra del sujeto en cialmente sobre la base de esta estructura topológica de apertura 1cierre
análisis ya no está esencialmente dirigida al Otro, el significante ya no es momentánea e irrepresentable, que pone entre paréntesis la dimensión de
sobre todo reenvío a otro significante, sino soporte de goce. A este propó lo imaginario, entonces la interpretación deberá también apuntar a través
sito, el Seminario 20 de Lacan, Aún, de 1972-1973, representa de manera del significante no ya al significado ni a la significación sino al objeto de
ejemplar la centralidad del goce en el hablanteser (padétre, modo en qur goce, al objeto (a) causa del deseo que mueve silenciosamente la economía
Lacan define ahora al sujeto), en el que la relación con el lenguaje no se es pulsional del sujeto. Es lo que Lacan ratifica en el escrito de 1972 << El ato-
tructura fundamentalmente en el registro semántico de la lingüística, sino londradicho >> , relanzando una definición de la interpretación ya formula-
más bien a partir de la experiencia de goce de la !alengua (lalangue). Con da con anterioridad, pero en el marco de un texto marcado por la referen-
esta expresión Lacan marca, refiriéndose a la lalación del niño, el uso del cia matemática a la topología, y en particular por la práctica del corte
lenguaje sin-sentido y al servicio del goce. Es la época en la que la atención de las estructuras topológicas (el toro, la banda de Moebius, la botella de
de Lacan se desplaza hacia la escritura de Joyce, una escritura que no part(' Klein, el cross cup y otras), que produce una transformación real de su
en modo alguno de una semántica del Otro, sino de una semántica del goc(' configuración, sobre cuya homología intenta reconstruir la estructura de
y del «sentido gozado>> (jouis-sens). 50 la interpretación analítica:
En efecto, la obra de Joyce es para Lacan el ejemplo más radical, en la
literatura de principios del siglo xx, de una escritura más orientada a mm La interpretación, como lo formulé en su tiempo, atañe a la causa del deseo,
trar el funcionamiento libidinal de la lengua como vehículo de goce causa que ella revela, y de la demanda que con su modal arropa el conjunto de
función semántica de expresión de un significado. los dichos. Quienquiera que me siga en mi discurso sabe bien que encarno esta
En este contexto, resulta importante enmarcar los efectos que esta to1 causa con el objeto (a), y este objeto, lo reconoce (por haberlo yo enunciado
sión interna de la enseñanza de Lacan produce en torno a la noción y a l.t tiempo ha, diez años, en el seminario del 196I-1962 sobre la identificación,
práctica de la interpretación en el análisis. Jacques-Alain Miller, en su in donde introduje esta topología). 52
tervención «La interpretación al revés>>, expresa el paso esencial de Lnc.111
con respecto a la noción y la práctica de la interpretación en términos 'k 1111
'j i. 1. A. Millt'l (H¡i¡ll),l l lllllr'I/111'1111'1ÓIIIIIrcvés, p .7.
50. A . Di Ciaccia ( 1996), p. 1 jl .. l•l ,ltololllh ,uiHht> •, p .. ¡5·
138 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 39
Como subraya Gennie Lemoine, ahora la interpretación rompe lazos defi- E L ACTO ANALÍTI CO
nitivamente en Lacan respecto al paradigma semántico-hermenéutico de la
traducción, 53 para llegar a configurarse, según las expresiones utilizadas en
El problema del acto en psicoanálisis
<<El atolondradicho», como una «intervención interpretativa»,54 un <<decir
antes del seminario <<L'acte psychanalytique »
privilegiado >>,55 un corte que «va contra la significación >> 56 apuntando a lo
real de la estructura, a la división entre el enunciado y la enunciación, entre
lo dicho y el decirY En esta dirección, el desarrollo progresivo de la ense- Lacan afronta el problema del ser del analista, además de, como veremos,
ñanza de Lacan sobre la interpretación, efecto inherente a la reestructura- por el lado de su deseo, también por el lado de su acto. En efecto, el analis-
ción del concepto de inconsciente como estructura en la que habita lo real de ta actúa en la dirección de la cura esencialmente con el propio ser, es decir,
/alengua como goce esencial y sin-sentido del hablanteser, conduce a enten- a partir de cuanto ha conseguido circunscribir y rectificar del propio fun-
der la práctica en dirección inversa al movimiento espontáneo del incons- cionamiento pulsional en su análisis. No es casualidad que el << cómo actuar
ciente como máquina de producción y proliferación de la significación y del con el propio sen> aparezca como una de las demandas fundamentales
sentido. El trabajo del análisis es, por tanto, una operación de reducción pro- inherentes al trabajo del analista en el escrito << La dirección de la cura y los
gresiva del sentido y de la significación a los significantes primordiales y ase- principios de su poden>, de 1958. En este sentido, Lacan plantea el proble-
mánticos (SJ, sobre los cuales se ha constituido la historia del sujeto, y de ma del acto del analista como una cuestión en absoluto reductible a una di-
desenganche de tales significantes primordiales respecto de su coalescencia mensión meramente técnica, sino más bien relativa al fundamento ético de
fantasmática con el objeto (a) causa del deseo. Por este motivo, Jacques- la posición analítica misma. Esto significa que, para Lacan, no existe ana-
Alain Miller ha sostenido que la vía de la interpretación en análisis no es la lista sin acto analítico. El problema consiste ahora, para nosotros, en inten-
de seguir al inconsciente en la producción de sus significaciones, ni mucho tar dibujar en lo esencial las líneas directrices de la teoría lacaniana del acto
menos de alimentarla, sino más bien la de dejar hambriento al inconsciente analítico. Antes es necesario decir que Lacan llegará a su formulación en la
apuntando al no-sentido que está en el corazón de su estructura. 58 fase madura de su enseñanza, sobre todo en su decimoquinto seminario,
En su formulación más avanzada, que articula su estatuto, más allá de L'acte psychanalytique, impartido en 1967-1968 y aún inédito. A él se añade
lo imaginario, en la operación del corte asemántico que se produce en la el breve escrito << L'acte psychanalytique >> , breve reseña del citado semina-
cadena significante del discurso del sujeto, para localizar el significante S, rio, elaborado en 1969 y editado ahora en Autres écrits. Con anterioridad a
y separarlo del objeto causa del deseo, el estatuto de la interpretación en esta elaboración, nos interesa destacar dos aspectos relativos a la cuestión
análisis, progresivamente desplazado respecto al recinto tradicional d<· de la acción del psicoanalista, tomada en sentido más general, ya presen-
pertenencia al ámbito de la técnica y de la semántica, se aproxima cada Vl'Z tes en la enseñanza de Lacan de los años cincuenta.
más al territorio, lógico y ético, de lo que Lacan llamará el acto analítico.
Indistinción entre acto y acción
En primer lugar, aparece una concepción de la acción o del acto del psicoa-
53· G. Lemoine (1996), p. 102.
54· J. Lacan (1972), El atolondradicho, p. 65.
nalista (Lacan no distingue aún entre acto y acción, como hará en cambio,
55· Ibíd., p. 44· wn rigor, posteriormente) coextensiva a su palabra y a su ser de sujeto. La
56. Ibíd., p. 52. pmhlcm{lt ic:1 del acto es pues reabsorbida así íntegramente, como subraya
57· Cfr. G. Lemoine (1996), pp. TOÓ- 1(>7. Miqucl B,¡ssols, n1 simbólica de acto significante, en el mar-
58. Cfr. J. A. Mill er (1()<)6), 1.-lJ int/'lf>l"l'f rl ! /01/ td ll't't'•, p. 11 , 1 o dt·l p ;ll .te l1 g1n,¡ !.11 .1111o11Hl dt : lm .1 1\m ri 11( llt' llLI del inconsciente cstruct u
il
LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 141
140 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
Tal es la brusca consideración previa que toma valor por aparecer como lo
59· M. Bassols (1999), pp. 127-128.
6o. Especialmente a partir de 1998, que Glauco Carloni ha definido como <<a fio li que debe vencer primeramente en él el psicoanalista. Pues, ¿qué otra razón
rencziano» por los congresos internacionales centrados en la obra del maestro húngaro," habría para hacer de ella el exordio de esa vía temperada que aquí el autor
ha abierto una auténtica Ferenczi Renaissance, que ha culminado recientemente en el/11/f'/ quiere trazamos de la intervención del analista con la línea elástica que va a
national Congress Clinical S. Ferenczi celebrado en Turín del r8 al2 I de julio de 2002, a 1.11 tratar de definir?
go de uno de los mayores artífices del renacimiento ferencziano en Italia, Franco Ho1 g•'
gno. Véase, en relación con este renacimiento de estudios ferenczianos en ftalia, sohn· todo
L. Aron y A. Harris (eds.), L'ereditd di Sandor Ferenczi, Borla, Roma, 1998 (199 F. llr 11
lll. 1. Lacan (•966),f:.scritos 1, p. 327.
gogno (ed.), La partecipazione affettiva del!'analista. lt comributo di Sa11dor Pt•renrzJIII¡•uJ
(iJ. . lhíd .
siero psicoanalitico contemporaneo, Franco Angt·li, Mil (rrl , 11)1)1); y, d1· nli('Vo H1u gog1111, /'rr
Ir¡ . lllfd .
coanalisicomeper('OI'.fO, Horinghi,·ri, ' l\11fn, 1<¡r¡r¡, 1'1'· 111
142 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 43
El orden de subjetividad que debe en él realizar, eso es sólo lo que se indica El año siguiente será efectivamente el del seminario L'acte psychanalitique,
con una flecha en cada encrucijada, monótono por repetirse bajo avisos dema- en el que Lacan elaborará su propia teoría del nodo constituido por el pro-
siado variados para que no busque uno en qué se parecen. Menschenkenntniss, blema del acto analítico, y en el que desaparecerá la referencia a Ferenczi.
Memchenforschung, dos términos cuya ascendencia romántica, que los empuja Intentaremos ahora exponer los puntos esenciales de la teoría de Lacan so-
hacia el arte de conducir a los hombres y a la historia natural del hombre, nos bre el acto analítico.
permite apreciar lo que con ellos se promete el autor, de un método seguro y de
un mercado abierto - reducción de la ecuación personal-lugar segundo del
saber -imperio que sepa no insistir- bondad sin complacencia --descon
Teoría del acto analítico ( 1967-1968)
fianza de los altares de la beneficencia- única resistencia que atacar: la de la
indiferencia (Unglauben) o del demasiado poco para mí (Ablehnung) - aliento a
las expresiones malevolentes- modestia verdadera sobre el propio saber --en La naturaleza inaugural del acto
todas estas consignas,¿ no es el Yo el que se borra para dar lugar al punto-suje- Ante todo, Lacan destaca el carácter inédito de la elaboración sobre el acto
to de la interpretación? Por eso no toman su vigor sino por el análisis personal analítico que quiere proponer, haciendo hincapié en el vacío de pensa-
del psicoanalista, y especialmente por su fin. 64 miento en todo lo relativo a su estatuto dentro de la literatura psicoanalíti-
ca. En mi opinión, esta elaboración se estructura en realidad a partir de la
Tres años después, en << La dirección de la cura >> , Lacan persiste en subra cuestión radical expuesta por Ferenczi sobre el nudo que liga estructural-
yar la posición inaugural de Ferenczi con respecto al problema de la acción mente la acción del analista con el recorrido que realiza como analizante.
en psicoanálisis, en los siguientes términos: Sin embargo, la formulación que Lacan desarrolla en torno a esta cuestión
constituye una recomposición inédita con respecto al marco conceptual y
La cuestión del ser del analista aparece muy pronto en la historia del análisi\. lingüístico de la tradición psicoanalítica, incluso ferencziana. No es casual
Que esto se deba a aquel a quien más atormentó el problema de la acción analí que inicie su resumen escrito del seminario L'acte psychanalitique en estos
tica, no es cosa que debe sorprendernos. Puede decirse en efecto que el artículo términos:
de Ferenczi: <<Introyección y transferencia >> , que data de 1909, es aquí inaugu
ral y que se anticipa con mucho a todos los temas ulteriormente desarrollado' El acto psicoanalítico, ni visto ni conocido sino por nosotros, o sea, nunca loca-
de la tópica.6s lizado y aún menos cuestionado: eso es lo que suponemos del momento electi-
vo en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista. 67
No deja de tener in:tportancia para nosotros el hecho de que la última ref(•
rencia importante a Ferenczi que aparece en los escritos de Lacan se en Ante todo, el acto psicoanalítico se refiere, pues, a un paso, a un «momen-
cuentre en el opúsculo de 1966 <<Del sujeto por fin cuestionado>>, en el qu(' to electivo>>, algo que atañe a la temporalidad del instante, y que compor-
define al analista húngaro como ta un efecto de transformación, un cambio de posición subjetiva. En este
sentido, para Lacan, el acto psicoanalítico clarifica el estatuto del acto
el más auténtico interrogador de su responsabilidad de terapeuta. 66 como tal, y lo distingue sobre todo del estatuto de la acción. Se trata de
una distinción, ésta entre acto y acción, que antes de Lacan no se había
Habrán oído que cuando ahora nos adentramos en esta dirección, de in ter ro todo acto verdadero, todo acto que marque, que cuente, es una transgresión.
gar de modo más preciso e insistente que en las lecciones precedentes aquello Si se quiere, todo acto verdadero es delincuente, lo cual se observa en la histo-
que es el acto analítico, [... ] sabemos así qué puede ser de todo acto, de este ria; que no hay un acto verdadero que no implique una violación, ¿un pasar
acto cuyo carácter inaugural he demostrado hace poco, y cuya tipología, si M' el límite, un franquear de qué? de un código, de una ley, de un emblema sim-
puede llamar así, hemos vehiculado a través de esta meditación vacilante qut· bólico, con el cual, poco o mucho el sujeto queda en infracción; y es este que-
se desarrolla en torno a la política a partir del acto llamado del Rubicón, por dar en infracción lo que permite a este acto la oportunidad de modificar el có-
ejemplo.[ ... ] digo.75
¿Dónde está aquí el sentido del acto? Ciertamente, tocamos y sentimm
que el punto en el que se suspende sobre todo la pregunta es el sentido IV. En cuarto lugar, la dimensión no-garantizada del acto, que el acto
tégico de tal o cual paso. Gracias a Dios, si he evocado de entrada el Rubin·m mismo contiene en su estructura, y que hace que no pueda ser autorizado
ha sido por algo. Es un ejemplo muy sencillo, marcado por la dimensión ck lo
72. Ibíd.
68. Ibíd., lección del ro de enero de 1968.
73- Cfr. M. Bassols (I999), p. 125.
69. lbíd.
74· Cfr. G. Brodsky (2002), p. 1 r.
70. Ibíd.
7'i· J. A. Miller, «Jacques Lacan. Anotaciones sobre su concepto de paso al acto>>, en
71. Ibíd.
1:'/hi/odt·rlmulna,n."t), •997,p.12.
146 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 47
por el Otro, sino que implica en última instancia un autorizarse por parte En efecto, el acto analítico es para Lacan «el acto que opera analíticamen-
de quien lo realiza.76 te» 78 , acto con el que «el analista se instala en su posición » 79 y hace posible y
En efecto, ante las decisiones fundamentales de la existencia en las que autoriza «el trabajo del analizante» .80 Y, como tal, no podemos confundir-
el sujeto es llamado a un acto de elección, ninguna garantía externa puede lo con la acción o con el hacer, aunque «el análisis junta un acto y un ha-
sustituir al sujeto llamado a decidir: éste está solo y carece de garantías con cer>>.8' En efecto, el acto es en alguna medida el núcleo de la acción y del
respecto a lo que elegirá. Según Lacan, en esto consiste la dimensión de hacer, y más bien el analista está llamado a mantener abierta «la hiancia
riesgo connatural al producirse un acto. entre el acto y el hacer »,8' su diferencia irreductible. Aparece ya en esta de-
Veamos ahora cómo se encarna en Lacan esta cuádruple raíz de la no- finición general, que ahora vamos a especificar, que la dimensión del acto
ción de acto, dentro de la experiencia analítica, en la función del acto ana- analítico en Lacan no introduce en absoluto, como a menudo se ha llegado
lítico. a malinterpretar, una especie de invitación al intervencionismo en la cura
analítica. 83 En efecto, en el curso de la cura el analista lacaniano está gene-
Acto analítico, acto del analista ralmente en una posición de escucha silenciosa. Sin embargo, a través de la
y trabajo del analizante:el inicio del análisis noción de acto, Lacan quiere replantear la práctica clínica como tal a partir
Ante todo, es importante enmarcar el problema del acto analítico en rela- de su dimensión de acto analítico, dimensión instituyente del análisis que
ción con la función del psicoanalista, y Lacan mismo subraya la fecundi- por lo general es olvidada y no tratada en la literatura psicoanalítica. Esto
dad de pensar el no-actuar propio del analista, lo que con él hemos llamado no sucede por casualidad para Lacan, puesto que «hay algo realmente in -
su posición zen, a partir de la perspectiva del acto: soportable en el acto», 84 y
En todo caso, quisiera decir para terminar que no sé invocar suficientemente a el acto analítico es eso a lo que el analista opone el más desaforado desconoci-
los psicoanalistas a meditar sobre el carácter especial de su posición, o sea, so- miento.85
bre el deber de ocupar un ángulo completamente diferente de aquél para el
que se los requiere, aunque les está prohibido actuar. Pese a ello, deben centrar Y no obstante, de nuevo para Lacan, el menor desconocimiento de lo que
la meditación sobre su propia función desde el punto de vista del actoJ7
es el acto analítico conlleva como consecuencia «la negación de la posición
analítica». 86 Con esta paradoja, el analista se encuentra ocupando su fun-
76. Este nivel del acto se puede apreciar en la clínica especialmente en el trabajo con la
neurosis obsesiva. En efecto, al sujeto obsesivo le horroriza el acto porque no puede decidar 78. Ibíd., lección Il del22 de noviembre de 1967.
sin el reconocimiento de un Otro que garantice la bondad de su elección. Esto hace que d 79· lbíd., lección I del as de noviembre de 1967.
procrastine hasta el infinito sus elecciones fundamentales inmerso como Hamlet en la te111 8o. Ibíd., lección VIII del31 de enero de 1968.
pestad de la duda, o bien que elija lo opuesto a lo que quiere y a favor de lo que debe, es decar, 8r. lbíd., lección VII del24 de enero de 1967.
de lo que le es dictado por las leyes del Otro social y familiar. A este respecto, véase el artículo dc· 82. lbíd.
M. Bassols, L'acte et son effacement (2ooo), pp. 27-29, que retoma el caso freudiano del ho111 83. A este respecto, véase la crítica de este extendido malentendido en G. Brodsky
bre de los lobos desde el punto de vista del problema del acto analítico, y aquel (L'atto th
(2002), p. 35·
entrata, 1999, pp. 126-127) en el que el mismo autor ilustra un caso suyo en el que el sujcw oh 84. J. La can (r967-1968), Le Seminaire. Livre XV. L'acte psychanalitique, lección IV del
sesivo permanece inmóvil frente al problema de casarse o no con su propia mujer. 6 de diciembre de 1967.
77· J. Lacan (1967-1968), Le Seminaire. Livre XV. L'acte p.ryrhunulytique, lección VIl 8o;. lhíd ., lección 11[ del29 de noviembre de 1967.
del 24 de enero de 1968. !1(,. lhld , lc·n¡(ll1 1V del 6 de diciembre de 1967.
148 JACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA I49
ción, en la tensión entre el acto que lo instituye como tal, el acto analítico En el seminario, Lacan ofrece múltiples definiciones que especifican la re-
justamente, y el horror de tal acto. lación entre el acto y la dimensión significante. Destaca que ningún acto se
El acto analítico se pone en juego al inicio de cada análisis. Como afir- puede constituir sin un correlato significante; 9 ' que el acto, en tanto que
maLacan: testimonia algo, implica al Otro; 92 y que
Comenzar el análisis es un acto; no está del lado del analizante, sino del lado no se actúa sino en el campo de intervención significante.93
del analista. 87
Hay acto sólo cuando hay superación de un umbral significante. Y es por ello sino el objeto causa del deseo y que este sujeto de la enunciación, en todo caso,
que el acto, que también he presentado como mudo, no toma sin embargo su será efecto del acto y no tanto su agente. 98
valor y sus coordenadas sino de un universo de lenguaje. [... ] Es ésta la justifi-
cación de la lección de Lacan, según la cual el acto acontece siempre de un de- Lacan puede asumir esta perspectiva a partir del momento en que ya no
cir: no basta un hacer para que haya acto, no basta que haya movimiento, ac- reduce en su enseñanza el lugar del analista al del Otro simbólico, situando
ción, es necesario que haya también un decir, que enmarque y fije el acto. [... ]
al analista no esencialmente como correlato de la significación, sino como
Decimos que el acto, cuando se da uno, cosa rara, el acto es siempre retomado
correlato de la pulsión, como objeto de investimiento libidinal. En este
apres coup por la significación. Cuando hay verdaderamente un acto que cuen-
marco, destaca Graciela Brodsky, Lacan puede alcanzar a invertir la lógica
ta, se hace de ello una epopeya.!IÓ
clásica del acto en su estructura. En virtud de esta inversión,
zable fuera de las coordenadas transferenciales que organizan la relación esbozado bajo el título de fingimiento, y que deviene grave si se vuelve olvido,
0
analítica. No puede existir, pues, acto analítico sino bajo transferencia. Es de fingir olvidar que su acto es el de ser causa de este proceso.' '
lo que subraya el propio Lacan cuando afirma:
A través del acto analítico, el analista autoriza el inicio del análisis y la ins-
00
Fuera del manejo de la transferencia, no hay acto analítico.' tauración del sujeto supuesto saber, fingiendo no saber a qué será reducido
éste en la persona del analista, por el analizante, al término del análisis: a
Por otro lado, al mismo tiempo, sigue sosteniendo Lacan en «L'acte psy- soporte de a, objeto causa del deseo, núcleo libidinal de la transferencia. En
chanalytique», el acto psicoanalítico tiene una función constitutiva e ins- este sentido, el acto analítico, en su modo de articularse al inicio y al final
tituyente para la estructuración de la transferencia en la experiencia analí- del análisis, dibuja la parábola de transformación de la transferencia en la
tica. En efecto, como ya hemos visto, sobre todo en el inicio de un análisis, cura, desde la ficción del sujeto supuesto saber hasta la revelación de su in-
es el acto del analista el que hace posible el inicio del trabajo analizante, existencia en el paso del analizante a través de la roca constituida por la
pues garantiza con su consentimiento a la demanda del paciente la estruc- castración simbólica. Castración que Lacan escribe de diferentes maneras,
104
turación del sujeto supuesto saber, y el desarrollo de la experiencia analíti- en las fórmulas «No hay Otro del Otr0>>, 103 <<No hay metalenguaje>>,
105
ca. Sin el acto inaugural del analista, que dice sí a la demanda del sujeto, no <<No hay transferencia de la transferencia» y en el materna S (A):
hay estructuración del sujeto supuesto saber que pueda sostener el trabajo
analizante. Sobre este particular, Lacan afirma lo siguiente: El acto psicoanalítico funciona al inicio, por así decirlo, con el sujeto supuesto
saber falseado, porque el sujeto supuesto saber confirmará ahora aquello que
El acto analítico consiste en soportar la transferencia.' 0 ' era sencillo de ver desde el inicio: que está en el principio de la lógica analíti-
ca. Si aquel que deviene analista pudiera ser curado por la verdad en que él
Soportar debe entenderse aquí, sobre todo, y particularmente al inicio del ha devenido, sabría marcar qué cambio se ha producido al nivel del sujeto su-
análisis, en el sentido de autorizar la transferencia analítica. En esto consis- puesto saber, o sea, lo que en nuestro grafo hemos marcado a través del signi-
ficante de S (A). Sería necesario darse cuenta de que el sujeto supuesto saber
te la dimensión de ficción o artificio, el fingimiento (feinte) propio de la es-
queda reducido al final del análisis al mismo <<no haber » característico del in-
tructura del acto analítico. Como dice Lacan:
consciente mismo, y que este descubrimiento forma parte de la misma opera-
Lo que constituye el acto psicoanalítico como tal es, bastante singularmente, ción-verdad. oo6
este fingimiento (feinte) a través del cual el analista olvida que, en su experien-
cia de psicoanalizante, él ha podido ver reducir a lo que es esta función del su- Llegados a este punto, el destino del analista y de su acto es el de decaer
jeto supuesto saber. [... ] El problema de esto, que lo es de la verdad, es fingir para el analizante a su pura función de objeto-resto, objeto-desecho, de
también que la posición de sujeto supuesto saber sea sostenible, porque allí acuerdo con su estatuto de encarnación del objeto (a) causa de deseo para
está el único acceso a una verdad de la que este sujeto será expulsado por que-
dar reducido a la función de causa en un proceso en impasse. El acto psicoana-
102. Ibíd., lección III del29 de noviembre de 1967.
lítico esencial del psicoanalista comporta aquel algo que yo no nombro, que he
103. ). Lacan (200I),Autresécrits, p. 376.
104· lbíd .
roo. J. Lacan (r967-1968), Le Seminaire. Livre XV. L'acte psychanulitique, lección 111 10'). lhíd ., p. 3!h.
del29 de noviembre de 1967. 1011. J. ! .aran ( 191'7 196!!), 1-t· Seminaire. Livre XV. L'acte psychanalitique, lección V del
1o 1. lhíd ., lección VI del 17 <k enero de 1t¡llH. 1o dt t 1111 o dt· 1 t¡I1H.
154 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 55
07
el sujeto.' En este sentido, como afirma Lacan en la «Nota italiana», el ne nada que ver con la subjetividad de la persona del analista, con su afecti-
analista es el «resto de la susodicha (humanidad)»,' 08 en tanto que encarna vidad y emotividad en la cura. Lo que más bien Lacan quiere poner de re-
para el analizante el objeto-rechazo, el objeto parcial en torno al que gira lieve en esta noción, es qué hace analista a un analista, en qué consiste su ser,
la economía de su deseo, inobjetivable por el discurso universal de la cien- es decir, la naturaleza del deseo que lo anima en el ejercicio de su práctica, a
cia. En este sentido, para Lacan, el acto analítico, en su resultado, va a parar pesar de las diferencias singulares e irreductibles propias del estilo de cada
a un campo cercano al del acto trágico:' 09 su destino es el de ser rechazado, analista. Esta noción, evocada en el escrito «La dirección de la cura y los
descartado. principios de su poder», de 1958, articulada en el seminario La transferencia
Pero es precisamente la destitución del sujeto supuesto saber en la cura y definida en r964 en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, es-
la que abre las puertas, en la proximidad lógica del momento de concluir el tará de ahora en adelante en el corazón de la enseñanza de Lacan en el cam-
propio análisis, al deseo del analista como mutación libidinal experimenta- po del psicoanálisis, en particular en los escritos relativos a la formación del
do por aquel analizante cuya salida de la cura no se configura como fuga psicoanalista. Se trata, de todos modos, de una de las nociones clave de la en-
del discurso analítico, sino que, por el contrario, aparece como paso a ana- señanza de Lacan de acceso más difícil, que toca el núcleo de la formación y
lista, transformación del psicoanalizan te en psicoanalista.'' 0 Paso que resti- del ejercicio del psicoanálisis según su orientación. Por este motivo, intenta-
tuye el acto analítico, que soporta el instaurarse inédito del sujeto supuesto remos enmarcar su estatuto poniendo de relieve las características esencia-
saber, frente a la demanda de otro sujeto que pide el análisis. En este senti- les, las diferencias con respecto a otras formas de deseo implicadas en las
do, podemos decir, introduciéndonos así en el discurso relativo al mismo, prácticas de cura, su génesis y su función operativa en el trabajo del análisis.
que el acto analítico está animado por el deseo del analista y apunta en últi-
ma instancia al deseo del analista.
El deseo del analista, eje de la cura analítica
estructura, ser desincorporada del ser de su deseo de analizar; no puede minar su estatuto. Es sabido que, desde Freud, el psicoanálisis se ha pre-
haber, pues, una técnica de intervención separada de la ética en psicoanáli- sentado como una disciplina en la que la investigación del inconsciente y la
sis, es decir, de la relación del analista con el propio deseo, resultado de la terapéutica se entrelazan de manera inextricable, ambas incluidas en su
propia formación analítica, del propio análisis en primer lugar, más allá propia definición por el padre del psicoanálisis. Sin embargo, la obra de
del deslumbramiento imaginario constituido por la identificación al pro- Lacan apunta a poner de relieve en Freud la primacía de un deseo, el del
pio analista. En este sentido, Lacan afirma: analista, cualitativamente diferente del de curar. En efecto, es en la radica-
lidad del primero donde, en lo relativo al psicoanálisis, el segundo demues-
Es sin duda en la relación con el ser donde el analista debe tomar su nivel ope- tra su eficacia. Es lo que aparece de modo impresionante para Lacan en las
ratorio, y las oportunidades que le ofrece para este fin el análisis didáctico no grandes obras fundacionales del psicoanálisis, en las cuales Freud, como
deben calcularse únicamente en función del problema que se supone ya re-
afirma en la nota inicial a La interpretación de los sueños, no se echa para
suelto para el analista que le guía en él.' '2
atrás, sino que decide moverse, sin el sostén de ninguna autoridad científi-
ca de su tiempo, empujado sólo por la propia pasión por la verdad, hacia el
En la cuestión del deseo del analista se vinculan por consiguiente tanto el
Acheronta constituido por el inconsciente. Al respecto, la conclusión del es-
problema de su operatividad en análisis con el paciente como el del resulta-
crito «La dirección de la cura>> contiene un elogio de Freud que evoca las
do de un análisis denominado didáctico, de cuyo término surge un nuevo
articulaciones más radicales de su obra y que destaca la primacía en el psi-
sujeto que se autoriza a realizar el paso de la posición de analizante a la de
coanálisis de un deseo que va más allá del deseo de curar:
analista. Al respecto, Lacan puede afirmar, por un lado, en La transferen-
cia, que el deseo del analista es el punto-eje de la formación, y a la vez, en el
escrito de 1964 «De l Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista», que Interroguemos lo que ha de ser del analista (del «Ser>> del analista), en cuanto a
su propio deseo.
es el deseo del analista el que en último término opera en el psicoanálisis." 3 ¿Quién tendrá todavía la ingenuidad de contentarse, en cuanto a Freud,
con esa figura de burgués tranquilo de Viena que dejó estupefacto a su visitan-
A partir de ahora, trataremos de entrar progresivamente en la definición te André Breton por no aureolarse con ninguna obsesión de Ménades? Ahora
de la noción de deseo del analista, tras haber indicado su alcance estratégi- que ya sólo tenemos su obra, ¿no reconoceremos en ella un río de fuego, que
co en la enseñanza del psicoanálisis de Lacan. no debe nada al río artificial de Franc;:ois Mauriac?
¿Quién mejor que él confesando sus sueños supo trenzar la cuerda donde
se desliza el anillo que nos une al ser, y hacer lucir entre las manos cerradas
Más allá del deseo de curar que se lo pasan en el juego de la sortija de la pasión humana su breve fulgor?
¿Quién ha protestado como ese hombre de gabinete contra el acapara-
miento del gozo por aquellos que acumulan sobre los hombros de los demás
Un modo de comenzar a discriminar el deseo del analista, y distinguirlo
las cargas de la necesidad?
de otras formas del deseo propias de otras prácticas, consiste en intentar ¿Quién ha interrogado tan intrépidamente como ese clínico ligado a la co-
interrogarlo a partir del problema del fin que lo mueve. Efectivamenlt', tidianidad del sufrimiento a la vida sobre su sentido, y no para decir que no lo
ésta es una de las modalidades, a través de las cuales Lacan intenta detcr tiene, manera cómoda de lavarse las manos, sino que no tiene más que uno, en
el cual el deseo es llevado por la muerte?
112. Ibíd. Hombre de deseo, de un deseo al que siguió contra su voluntad por los ca-
'' 3· J. Lacnn (r966),Hrcrito.r ..z, p.l!n. minos donde se refleja en el sentir, el dominar y el saber, pero del cual supo re-
I 58 J ACQUES LA CAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA 1 59
El deseo del analista introduce para Lacan algo inaudito, que desmarca al
Más allá de la persona psicológica del analista
analista de la función tradicional de alivio del sufrimiento, ocupada social-
11 6
mente por el cura y por el médico. El analista participa y, en efecto, pro-
Si la primera delimitación esencial para circunscribir el deseo del analista
duce efectos terapéuticos, pero su deseo es diferente del de la cura del pa-
estriba, como hemos visto, en distinguir su fin del de curar, la segunda
ciente: estriba más bien en permitir al sujeto decir bien aquello que quiere,
consiste en diferenciarlo del deseo psicológico de una persona. Se trata
la verdad de su deseo, y poder hacerse cargo de él en su existencia a pesar
de un punto cuyo esclarecimiento resulta esencial, porque la formulación
«deseo del analista » ha sido criticada en muchas ocasiones como psicolo- lado del analizante, y el «sujeto-supuesto-deseo>>, que funciona del lado
gista o subjeti vista, o se ha terminado por confundir su estatuto con la no- del analista, que empuja al analizante a poner en palabras su saber incons-
ción de contratransferencia. En realidad, nada más lejos de las intenciones ciente. 120 El deseo del analista se configura, pues, como una función opera-
y del conjunto doctrinario constituido por la enseñanza de Lacan. Al res- tiva vacía de contenido propio, que empuja al analizante a decir bien lo
pecto, a principios de la década de los ochenta, Serge Cottet, psicoanalista que quiere, a traducir lo que dice ser su deseo en el lenguaje de su deseo in-
de la École de la Cause Freudienne, se ocupó de disipar la confusión que se consciente (o sea, en el deseo del Otro), emergente en el trabajo del análisis.
había creado al respecto en su importante libro Freud y el deseo del psicoa- Es el deseo del analizan te, de hecho, el que debe llenar de contenido parti-
8
nalista. " Ahora nos interesa mostrar que a Lacan le resultaba muy claro cular aquello que la acción del deseo del analista deja vacío de contenido.
que la noción de deseo del analista no contenía en su interior remisión al- En este sentido podemos interpretar la siguiente afirmación efectuada por
guna a la subjetividad psicológica del analista, otro interlocutor del anali- Lacan en La transjetencia:
zante en el curso de la cura. Sobre este punto, Lacan es muy claro ya en La
transferencia, donde afirma: [... ]las coordenadas que el analista ha de ser capaz, de alcanzar para, simplemen-
te, ocupar el lugar que le corresponde, definido como aquel que le debe ofrecer,
El deseo del analista no es tal que pueda bastarle con una referencia diádica." 9 vacante, al deseo del paciente para que se realice como deseo del Otro.'' '
Con esta afirmación, Lacan quiere subrayar que el deseo del analista no es
un afecto que la persona del analista siente por la persona del analizante, lo El <<deseo de Fteud » en el otigen del psicoanálisis y su más allá
que haría entrar al analista en el marco de una relación especular de tipo
imaginario. Más bien, es una función que pertenece al ser del analista Durante varios años, al menos desde su formulación hasta el Seminario 17,
cuando está instalado en su posición simbólica dentro de la relación analí- El reverso del psicoanálisis, de 1969-1970, Lacan ha sostenido una equivalen-
tica. Y a en el capítulo precedente, a propósito de la transferencia, hemos cia entre el deseo del analista y el deseo de Freud. Cuando utiliza la expre-
mostrado como Lacan localiza en su activarse el inicio del análisis, y en la sión << deseo de Freud >> , Lacan no se está refiriendo al deseo personal de
estructuración simbólica del sujeto supuesto saber, que se vuelve posible Freud como individuo. Como recalca en el Seminario 1 r, más bien se refie-
por la posición impar del analista, la condición propiamente analítica de la re, por un lado, al sentido objetivo de la expresión, es decir, a la cuestión
transferencia misma. Ahora, podemos decir que es precisamente el deseo del deseo inconsciente suscitada por Freud en el descubrimiento del psico-
del analista la función operativa que permite a la transferencia instalarse análisis, al deseo como concepto inaudito introducido por el psicoanálisis.'''
en el eje simbólico del sujeto supuesto saber, y que de este modo hace posi- Por el otro lado, la expresión «deseo de Freud >>se refiere a la posición, que
ble al analizan te, a quien que en última instancia se le supone tal saber in Freud asume por vez primera con relación a la palabra del paciente, que dio
consciente, realizar su propio trabajo de elaboración sobre todo lo que de vida a la práctica del psicoanálisis y a la existencia del psicoanalista. Lacan
enigmático le manifiesta su discurso con respecto a la naturaleza de su se refiere a esta segunda acepción cuando equipara el deseo de Freud al de-
deseo. Al respecto, Cottet introduce una formulación esclarecedora, y dis seo del psicoanalista.' 23 Pero a lo largo de su extensa obra, Lacan pone pro-
tingue en la relación analítica el sujeto supuesto saber, que se instala cl<:l
120. Cfr. S. Cottet (1 996), epígrafe II .
12 1. J. Lac an (rg60- 196 1), El Seminario. Libro 8, p. 125.
r r 8. Cfr. S. Cottet (1 996), epígrafe l. l ll. Cf'r . J. I.:H'ill1 ( 19Ú4), Libro l l , pp. 20-2 1.
119. J. Lacan (r 960- 196 1), El Seminario. Libro 8, p. 12c¡. 1:. q. C i'1 . S ( ' 111 H' l ( 1<¡()(!), r pfg ra 1 11 .
LA POSI CIÓN Y LA INTERVEN C IÓN OI, L A NA I.I !>'I',\ 1 tq
162 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
gresivamente en tela de juicio esta cuasi-equivalencia hasta que en el Semi- definición dada por Lacan del ser del analista, en su escrito 1k 1'J7'{ y¡¡
nario 17 llega a separar la función universal, constituida por el deseo del <<Nota italiana», 128 donde afirma que el analista es <<el descdw dr l.t
analista, del deseo del fundador del psicoanálisis."4 Lacan, tras haber mar- cha (humanidad) >> ,129 aquel cuyo deseo consiste en ocupar pa 1,1 t 1 .11
cado desde el inicio de su enseñanza en psicoanálisis su propia posición te el lugar del objeto-resto, objeto perdido, objeto de goce intnttothlt por h1
bajo la divisa del «retorno a Freud >> , toma buena nota de que hay una ten- dispositivos simbólicos propios del discurso social y terapéutico.
sión, como subraya Cottet, «entre los principios implícitos del freudismo y
la orientación lacaniana >> .' 25 Y a en los años precedentes, La can había pues-
El deseo del analista como producto del análisis
to en tela de juicio, por ejemplo en «<ntervención sobre la transferencia>>,
la suma de prejuicios (sobre la feminidad, sobre la relación sexual) que ha-
Como ya he dicho, el deseo del analista, además de ser aquello que es ope-
bían impedido a Freud mantener la posición analítica con relación a Dora.
rativo en la cura, es al mismo tiempo el factor determinante en la forma-
En el Seminario r 1, Lacan llega a afirmar, respecto del deseo de Freud, que
ción del analista. Aquí, para alcanzar nuestros objetivos, nos interesa foca-
«algo en Freud nunca fue analizado >> .' 26 Gradualmente, Lacan toma nota
lizar la atención sobre el estatuto del deseo del analista como producto del
de que algo cojea en el deseo de F reud, y que es necesario liberar el deseo del
trabajo del análisis. No se trata, en efecto, de un deseo innato, sino de un
analista de los efectos de esta cojera, dejando de promover el deseo de Freud
<< deseo inéditO >> ' 30 que el análisis produce en aquellos sujetos que se some-
«como Ideal fundador de la posición subjetiva del psicoanalista>> .' 27 En par-
ten a él y que llegan a dar el paso de la posición analizante a la de analista.
ticular, el impremeditado componente religioso que contiene la teoría freu-
La única excepción al respecto viene dada por Freud y por su autoanálisis,
diana del Edipo, con la idealización del Padre que comporta, así como su
sostenido en el período epistolar localizable en la correspondencia con
idea de la ciencia como ideal del saber externo al psicoanálisis al que ésta
Fliess. Esta dimensión inédita del deseo del analista como producto del
debe tender con una adecuación progresiva, constituyen para el Lacan de fi -
análisis es subrayada eficazmente por Lacan en el seminario La transferen-
nales de los años sesenta los puntos ciegos que alejan el deseo de Freud del
cia, cuando afirma que, en el curso del propio análisis, en el analista,
deseo del psicoanalista. Esto conlleva, como destaca Cottet, una reestructu
ración de la noción de deseo del psicoanalista, que se refleja en el ejercicio se ha producido una mutación en la economía de su deseo.' 3 '
de su función: es acentuada la dimensión de objeto propia del analista, su es
tatuto de objeto parcial para el analizante, revelado ya en La transftrencia; al Es la producción de este cambio la que ofrece la prueba de que el deseo del
mismo tiempo, se produce un corte limpio en su identidad con el deseo del analista se ha podido instalar en aquel sujeto en el curso del propio análisis,
Otro, que acababa por mantenerlo dentro de una idealización. El deseo y ha podido devenir en aquel << deseo más fuerte >> '32 que le permite, en la
del analista se convierte así en una función que es encarnada por el analis posición de analista, no sucumbir al torbellino de las pasiones con las que el
ta en posición de objeto (a), causa de deseo, que lleva consigo el resto, la analizante lo inviste en el curso de la cura. La producción en el propio aná-
<< marca del rechazo >> , el resto de goce intolerable que hace sufrir, a pesar dt· lisis de esta mutación en la economía del propio deseo es el efecto de un re-
todo de manera irresistible, al sujeto. En este marco, resulta legible la nueva
128. J. Lacan (1 973), N ota italiana, p. 12.
124. Cfr. ibíd., epígrafe VII. 129. Tbíd., p. I3.
corrido analítico que ha llegado hasta Las raíces del ser del sujeto; por este la noción de deseo del analista, a partir de 1968, de una connotación más
motivo, Lacan habla del «papel de la cicatriz de la castración en el eros del subjetiva en su forma definitiva que acentúa el estatuto de objeto que fun-
analista». Esta cicatriz designa todo lo que hay de más íntimo en el sujeto, ciona como causa en el discurso analítico:
es decir, la huella psíquica del objeto perdido que sigue representándose en
el neurótico en el movimiento de compulsión a la repetición. En el curso El analista no será ya considerado como sujeto, sino como objeto (a), tapón
del propio análisis, el analista experimenta una reestructuración del propio (bouchon) de la hiancia subjetiva del analizante. '35
El deseo del analista como función lógica Y continúa explicando que tal lugar del analista como deseante puro com-
porta el «abstraerse, escamotearse él mismo en La relación con el otro de
Por tanto, cada vez más en el desarrollo de la enseñanza de Lacan, el deseo cualquier suposición de ser deseable>>.' 38 Sobre todo, al comentar este paso
del analista adquiere una connotación lógico-funcional vinculada estnH es necesario desvincular la posición de Lacan de una especie de idealiza-
turalmente al ser del analista, que deviene operativa en la posición del a na
lista como objeto (a), causa de deseo. Cottet separa una reestructuración dv 135. S. Cottet (1996), epígrafe VII.
136. ]. La ca n ( 1964), El Seminario. Libro 11, p. 243·
133. Ibíd. 1)7· J, Lacan (1960- 196 1),E/ Seminario. Libro 8, p. 410.
134. Jbíd ., p. 440. 1 {H. lhld.
166 JA CQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS LA POSICIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA r67
ción del analista que podría extraerse de la lectura. Lacan habla del «lugar neurótico se caracteriza por el hecho de que sus enunciados no coinciden
puro del analista», pese a que sabe bien que, como analistas, nunca con su enunciación, lo que dice no es nunca equivalente a su querer
decir, y en esta escisión entre el dicho y el decir emerge para Lacan la división
nunca estamos a la altura de nuestra función.' 39 que lo estructura. En la «Proposición», Lacan desarrolla una nueva defini-
ción del deseo del analista, construida en torno a la noción de enunciación:
Decir «el lugar puro del analista» significa para él decir el deseo del analista
como pura función universal, insostenible sin oscilaciones por cualquier ana- El deseo del analista es su enunciaci6n.' 4'
lista concreto, que sella la propia práctica no sólo con la marca de su singula-
ridad que encarna su estilo (lo que no puede ser de otro modo para Lacan), Con esta definición, Lacan quiere destacar que el núcleo de la posición del
sino también por los momentos de caída de la posición analítica que se verifi- analista, lo que caracteriza su ser en tanto analista, no está tanto en sus
can en el curso de la conducción del análisis. El lugar del analista como desean- enunciados, en lo que dice, como en la pura función de descante, en el de-
te puro indica, pues, una acción de deseo («desean te ») que carece de un seo del analista como causa del deseo del analizante. En este sentido, el
contenido o de un objeto particular, que no apunta al reconocimiento de deseo del analista pertenece a la ética del psicoanálisis, y sólo anclándose en
aquel hacia el que se dirige, y que produce como efecto la movilización del él la técnica puede tener en el trabajo del analista un lugar propio que no
propio deseo por parte del analizante. En este sentido, para Lacan, el deseo tergiverse su naturaleza esencial ni su lógica de funcionamiento.
del analista es análogo al deseo de Sócrates expuesto por Platón en El ban-
quete, el cual no quiere el bien del discípulo, sino que quiere que él ame/ 40
que pase, como Alcibíades, de la posición del amado a la del amante, o sea, a La acción del deseo del analista:
la posición de faltan te y, por tanto, de desean te, de «sujeto del deseo ».' 4 ' El separar en la transferencia el Ideal(!) del objeto (a)
lugar del deseante puro coincide pues, en La transferencia, con el lugar del
analista como objeto agalmático causa de deseo, y paradójicamente, con la Es importante captar la articulación que Lacan construye cuando habla de
función del muerto en el juego del bridge. Esto nos remite a cuanto hemos di- la relación entre deseo del analista y transferencia en el trabajo del análisis.
cho con respecto a la posición zen del analista según Lacan, que encarna un En esta articulación, en efecto, aparece más claramente dónde (a qué nivel)
no-actuar fecundo en efectos de transformación que movilizan el deseo del y cómo (a través de qué operación fundamental) opera el deseo del analista.
analizante, haciéndolo aparecer antes que nada en su discurso en el análisis. Lacan articula este punto de manera particular en el seminario Los cuatro
En la «Proposición del9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Es conceptos fundamentales del psicoanálisis. Sin embargo, ya en el seminario La
cuela» Lacan ofrece una definición ulterior del deseo del analista, construida transferencia Lacan nos ofrece elementos esenciales para introducirnos en
en el marco del registro lingüístico de su teoría. En los años cincuenta había tal articulación. En él, Lacan nos muestra a través de Alcibíades, basándose
empleado la diferencia entre enunciación y enunciado para interpretar la di en la lectura de El banquete de Platón
visión del sujeto (Spaltung) que aparece en la teoría de Freud, y que se explici
ta en particular en uno de sus últimos escritos, «La escisión del YO». El su jeto el último resorte del deseo, que obliga siempre en el amor a disimularlo más o
menos - su objeto es la caída del Otro A, a otro, a .' 43
En esta definición, Lacan expone la dimensión disimuladora del amor, la la transferencia se ejerce en el sentido de llevar la demanda a la identificación.
coalescencia del Otro con el objeto de goce, del ideal del Otro con el objeto Es posible atravesar el plano de la identificación, por medio de la separación del
de la pulsión parcial, que es propia de la estructura de la transferencia. No sujeto en la experiencia, porque el deseo del analista, que sigue siendo una X,
no tiende a la identificación sino en el sentido exactamente contrario. Así, selle-
por casualidad es precisamente Alcibíades, el hombre consumido por el de-
va la experiencia del sujeto al plano en el cual puede presentificarse, de la reali-
seo por Sócrates, el que revela en El banquete, en la figura de Sócrates como
dad del inconsciente, la pulsión. ' 47
objeto del deseo, la presencia del objeto ahora separada de la cobertura ofre-
cida por la idealización del amor. Precisamente por esta razón, puesto que
Precisamente en este sentido, Lacan sostiene que el final del análisis no
«el analista sabe, como Sócrates, que el nivel de (a) no es accesible a ningún
puede hacerse coincidir en absoluto, como sucede en cambio en la Psicolo-
ideal»,' 44 para que pueda encarnar (a) para el analizante,
gía del Yo, con la identificación al analista.' 48
Por consiguiente, y sobre todo, deseo del analista contra identificación,
el analista debe ausentarse de todo ideal del analista.' 45
y aun podríamos decir, en cierto modo, contra transferencia en el sentido
En este marco asume todo su alcance la indicación técnica de Lacan, en po- de que opera en la dirección opuesta a la que la transfe rencia recorre es-
lémica con la posición reparadora-parental del analista kleiniano, según la pontáneamente y que desemboca en la identificación. El deseo del analista
cual, en tanto analistas en el trabajo del análisis, es lo que no permite a la transferencia cerrarse de manera estable sobre la
identificación, y por tanto es la premisa para que la transferencia funcione
sabemos que no debemos ser los padres del analizado.' 46 y siga funcionando como transferencia analítica; es lo que impide al anali-
zante adormecerse sobre la identificación, en primer lugar con la persona
Esta indicación técnica se rige, como sucede siempre en Lacan cuando se del analista, y que relanza su trabajo de elaboración. En este sentido, tam-
trata de técnica, por el principio ético según el cual el deseo del analista em- bién podríamos llega r a formular con Lacan la tesis aparentemente opues-
puja al analizante a separar la identificación del analista del objeto de ta, o sea, que la transferencia, en tanto que transferencia analítica, es el deseo
goce que el analista encarna para él; y por otro lado, sitúa al analista en la del analista, en el sentido de que la verdad de la transferencia analítica es en
condición de no alimentar la idealización hacia sí, que cubre como un velo última instancia el deseo el analista que la mueve, es el analista en posición
para el analizante su relación con su objeto (a), protegiéndolo de encon- de objeto causa del deseo. En este sentido Lacan puede llegar a decir:
trarlo. Este punto deviene aún más claro en el contexto del seminario Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. En efecto, se expone aquí un analista puede llegar a decir que toda la teoría de la transferencia no es más
claramente cómo el deseo del analista actúa en sentido opuesto a la identi que una defensa del analista.
ficación que la transferencia soporta. Mientras que la transferencia tiende Yo le doy un vuelco a este término extremo. Muestro exactamente su otra
en su movimiento espontáneo a cerrar la demanda del analizante sobre la cara al decir que es el deseo del analista.' 49
identificación con el analista, el deseo del analista, exactamente al
apunta a separarlas, abriendo al analizante la dimensión del objeto pulsio En efecto, si el estatuto de la transferencia es la puesta en acto de la realidad
na! que lo mueve más allá de las redes de la identificación: sexual del inconsciente, el analista, cuya presencia <<es como tal una manifes-
144. Ibíd ., pp. 439-440. 147· J. Lacan (1964), El Seminario. Libro ll, p. 282.
145. Ibíd., p. 428. 148. Ibíd., p. 279.
146. lhíd., p. 224. '49· lhíd ., p. 164.
170 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TÉCNICA EN PSICOANÁLISIS
[... ]el deseo como lugar del empalme del campo de la demanda, donde se pre-
sentifican los síncopes del inconsciente, con la realidad sexual. Todo esto de-
ALEMÁN LAVIGNE, J· y S. LARRIERA SÁNCHEZ (2001), El inconsciente: existencia y dife-
pende de una línea que llamaremos línea de deseo, ligada a la demanda, y con
rencia sexual, Síntesis, Madrid.
la cual se presentifica en la experiencia la incidencia sexual.
BASSOLS, M. (1999), <<L'atto di entrata», en M. T. MAIOCCHI (ed.), Illavoro di apertura.
¿Cuál es este deseo? [... ]el deseo en cuestión es el deseo del analista.' 5 '
Per una strategia dei preliminari, Franco Angeli, Milán, pp. 123-128.
- (2000), «L'acte et son effacement», en Mental, n. 0 10, pp. 25-32. Publicado en cas-
El deseo del analista es, pues, la función operativa que permite en el análi-
tellano en Internet: «El acto y su borramiento», Virtualia. Revista digital de la Es-
sis encontrar puntos de conjunción entre lo simbólico y lo real, entre lapa-
cuela de la Orientación Lacaniana, año I, n. 0 3, octubre 2001, (www.eol.org.ar/vir-
labra del analizan te (el campo de la demanda) y lo real de su objeto de goce
tualia/oo3/default.asp)
pulsional (la realidad sexual). En este sentido, el deseo del analista es preci-
- (2001), «El "kairos" de la sesión analítica••, en La interpretación como malenten-
samente el punto-eje del trabajo analítico, si lo entendemos, como hacía dido, Colección Diva, Buenos Aires, pp. 23-34·
Lacan en el desarrollo avanzado de su enseñanza, como una tentativa ex- BASZ, G. y K. MILLAS (2oor), «L'imprevisto zen», en La Psicoanalisi, n. 0 29,
trema de llevar a lo simbólico, a la palabra del analizante, las huellas libidi- PP· 56-61.
nales radicales con las que se ha escrito su modo de gozar. BOLLAS, c. (2001), «Qu itter le sens: de la défaite de la psychanalyse contempo-
Esto permite al analizante, en un trabajo analítico avanzado, tocar la raine », Revue franfaÍSe de psychanalyse, n. hors série, pp. 231-242.
dimensión real que está implicada en la transferencia, cuando la dimen · BOTT SPILLIUS, E. ( I 988), Melanie Klein Toda y. Developments in Theory and Practice,
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[la transferencia] No es sombra de los viejos engaños del amor. Es aislamiento greso del Campo Freudiano en Italia (Milán, 4 y 5 de mayo de 1996), Scuola
en el presente de su puro funcionamiento de engaño. [... ]detrás del amor lla Europea di Psicoanalisi- Sezione Italiana, pp. 155-16J.
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