Pedro Garfias 88
Pedro Garfias 88
ANTOLOGÍA
Selección y nota de
AURORA PEDROCHE
Retrato de Pedro Garfias por
JUAN REJANO
(1950)
MÉXICO, 2010
ÍNDICE
NOTA
AURORA PEDROCHE 3
RETRATO DE PEDRO GARFIAS
JUAN REJANO 5
ROMANCE DE LA SOLEDAD 9
CAPITÁN XIMENO 9
ASTURIAS 11
MADRID 12
PRIMAVERA EN EATON HASTINGS
(POEMA BUCÓLICO…) 14
INTERMEDIO
LLANTO SOBRE UNA ISLA 18
PRIMAVERA EN EATON HASTINGS
(CONTINUACIÓN) 19
INTERMEDIO
NOCHE CON ESTRELLAS 23
PRIMAVERA EN EATON HASTINGS
(CONTINUACIÓN) 24
ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO 28
CANCIÓN 28
EPITAFIO A ANTONIO MACHADO 30
2
NOTA
3
En marzo o abril de 1939, ya perfilada la derrota de
la causa de la República, marcha el poeta al exilio co-
mo tantos otros miles de sus compatriotas, y pasa pri-
mero las fronteras de Francia y posteriormente las de
Inglaterra, donde habrá de escribir la considerada por
muchos su obra mayor: Primavera en Eaton Hastings,
cuya primera edición debemos al FCE en 1939. Des-
pués, México, al que llega a bordo del vapor Sinaia, y
en el cual compone su conocido poema “Entre España
y México”.
Viviendo en Monterrey (de 1943 a 1948), publica
De soledad y otros pesares, recopilación de poemas
escritos en diversas épocas en España, y algunos en
México. En el año de 1943 se conoce su Elegía a la
presa de Dnieperstroi. Años después, en 1951, saldrá
a la luz Viejos y nuevos poemas, con prólogo de Juan
Rejano que por considerar es lo más certero que se ha
escrito sobre Garfias, incluimos después de esta breve
introducción.
Viajero incansable recorre casi toda la República
Mexicana y es acogido por sus amigos lo mismo en
Torreón que en Chihuahua, Sonora, Jalisco, Puebla,
Campeche, Yucatán, Guanajuato, Veracruz o el Dis-
trito Federal. Dicta conferencias, da recitales, y en
1953 publica en Guadalajara el que será su último
libro en vida: Río de aguas amargas.
Se habla de tres inéditos: Sonetos a mi padre, La
balada de la cárcel del mundo y La ronda de los to-
reros muertos, que presumiblemente se llevó Garfias
a la tumba impresos en su portentosa memoria en la
que escribía y pulía cada palabra, cada verso.
Escribió una obra teatral, Las vidas paralelas y una
comedia llamada Los hijos de la luna que ignoramos
si fueron representadas y publicadas. Se sabe también
de un guión para cine y de algunos cuentos, pero
tampoco podemos dar noticia de ellos.
A la edad de 66 años, cansado, enfermo y lleno de nos-
talgia, muere el poeta en Monterrey en el año de 1967.
AURORA PEDROCHE
4
RETRATO DE PEDRO GARFIAS
*
POR JUAN REJANO (1950)
*
Tomado de: Pedro Garfias, Antología poética, Finisterre, México,
1970.
5
desesperado hilo del corazón que, a punto de romperse, se
anuda más fuertemente y vibra y restalla y se enciende,
metal desafiador de los más altos fuegos:
6
estatua desprendida de la tierra, oloroso a vides y panales,
una rama de olivo de signó la frente,
un clavel negro le traspasó la piel,
un torso campesino doblado sudorosamente sobre la tierra
le avivó la rebeldía.
7
México restañaba la crueldad occidental, la de los caballe-
ros de la civilización cristiana, con dulces paños frater-
nales,
8
ROMANCE DE LA SOLEDAD
Homenaje a Góngora
La cayada de mi verso
apuntalando la tarde.
Mi corazón se acelera
sobre el volar de las aves.
CAPITÁN XIMENO
9
Dicen, Ximeno, que fuiste
bandolero y que supiste
de la fuga por los montes
hacia aquellos horizontes
donde nadie sabe dónde
un tibio rincón se esconde
para el hombre como el ave
sediento de libertad.
Y quién sabe
si fue mentira o verdad.
Yo te he visto Capitán
en el frente cordobés:
del Batallón de Garcés.
Valiente, serio, callado,
gran soldado
sobre tu caballo alzado
qué buena estampa tenías
tu mirada, como el cielo
desperezando su vuelo
sobre lentas lejanías.
Y ahora irás por las veredas
y entre breñas y jarales
—no por blandas alamedas
ni por caminos reales—
a la muerte. Buen Viaje.
Tu pistola sin reposo
y tu caballo nervioso
serán tu sólo equipaje.
Y tu silencio y tu afán
Desolados…
Capitán
de bandidos y soldados.
Y a mi qué
si yo siempre te veré
con la muerte terca enfrente
y tu mirada inocente
mirándola fijamente.
¡Ay, Ximeno, Capitán
del Batallón de Garcés;
Capitán
de la cabeza a los pies!
10
ASTURIAS
Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte...
Asturias verde de montes
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur;
polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes
¡Hambre!
Bajo la piel resecada
ríos sólidos la sangre
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarle.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias lejana,
hija de mi misma madre.
11
Millones de puños gritan
su cólera por los aires,
millones de corazones
golpean contra sus cárceles.
MADRID
12
II
III
13
los deslumbres de su oro.
Madrid espera y espera,
sobre un pedestal de escombros,
sin sus collares de luces
y entre sus mármoles rotos
espera y espera y mira
por encima de sus hombros.
14
Te miro recostada sobre el césped
agua verde y verdor claro tu carne
tu rumoroso pelo embravecido
y el bosque de tu risa palpitante.
II
III
15
Pasear contigo en soledad callada
al través de un silencio transparente
la frente levantada al sol que sube
orgulloso del brío de su vuelo.
IV
16
de estas oscuras gentes que me cercan
¿Cómo, si no, llevar sobre los hombros
la ausencia? El ágil viento me conoce
y ayuda en mi trabajo: cada día
cuelgo del monte nuestro cielo limpio,
planto en el lago nuestra rubia era
y el ancho río de corriente pródiga
vacío lentamente...
Allí donde los pinos y los álamos,
donde la encina sólida y el roble
el claro olivo de verdor de plata.
Y sobre el culto césped
el triunfo de la espiga.
El sol muy en lo alto, fatigando
el aire con sus alas,
en el cénit su vuelo detenido.
VI
17
VII
INTERMEDIO
Llanto sobre una isla
Ahora
ahora sí que voy a llorar sobre esta gran roca sentado
la cabeza en la bruma y los pies en el agua
y el cigarrillo apagado entre los dedos...
Ahora
ahora sí que voy a vaciaros ojos míos, corazón mío,
abrir vuestras espitas lentas y vaciaros
sin peligro de inundaciones.
Ahora voy a llorar por vosotros los secos
los que exprimís vuestra congoja como una virgen sus
pechos
y por vosotros los extintos
que ya exhaláis vapor de hieles.
Ahora voy a llorar por los que han muerto sin saber
por qué
cuyos porqués resuenan todavía
en la tirante bóveda impasible…
18
Y también por vosotras, lívidas, turbias, desinfladas
madres,
vientres de larga voz que araña los caminos.
Un llanto espeso por los pueblecitos
que ayer triscaban a un sol cándido y jovial
y hoy mugen a las sombras tras las empalizadas.
Ahora
ahora puedo llorar mis llantos olvidados
mis llantos retenidos en su fuente
como pájaros presos en la liga.
Los llantos subterráneos
los que minan el mundo y lo socavan
los que buscan la flor de la corteza
y el cauce de la luz, los llantos mínimos
y los llantos caudales, acudan a mis ojos
y fluyan en corrientes sosegadas
e incorporarse al llanto universal.
VIII
19
y el cielo transparente sobre el campo
con sol por todas partes: en el agua
que acelera su paso bullicioso
en la brisa transida de pinares
en la cima veloz de la montaña.
Se me adelgaza el tacto de los dedos
se hace mi planta elástica y flexible
puedo flotar, saltar desde un barrote
al otro de mi jaula.
cantar balanceándome en el viento
alisar la montaña con mis manos
y detener el vuelo de los ríos.
Remonto la corriente
sorteo los escollos familiares
y anclo en la media noche:
cojo la luna blanca
y la traigo a mi recto mediodía
que la pinta de azul desvanecido.
Lanzo al espacio el lago soñoliento
con alboroto de las nubes quietas
y pasmo de los juncos fugitivos.
IX
20
El viento tiene palabras
que no las comprende el árbol.
XI
21
XII
XIII
a derecha y a izquierda
desperezar los ojos
y luego descansar, sobre la cumbre,
diciendo: esto fue todo.
22
XIV
Tu silencio.
INTERMEDIO
Noche con estrellas
23
sus aves y sus peces, y esclaviza a la India;
solo en medio de un pueblo que duerme en esta noche
yo he de gritar mi llanto.
XV
Andar es lo ordenado.
Seguir nuestro camino
llevando a los costados
el césped satisfecho
y el alto pino, demasiado alto.
Así nuestra palabra
va bien con nuestro paso solitario.
Tú sigue tu camino.
Yo quiero recostarme sobre el árbol
y ver pasar la tarde... Tanto tiempo
que mis ojos inmóviles
olvidaron su oficio
no han de negar su condición de espejos:
deja correr el río
24
deja volar la nube
por mis ojos abiertos y tranquilos.
XVI
XVII
XVII
25
fiera y perpetuamente renovada
dá vigor a mis alas y a mis voces.
El dócil leño que te entrego ahora
sabe más de soberbias resignadas
que el corazón pequeño de los hombres.
Ayer el sol de acero lo bruñía
y lo mecía el viento enamorado:
ayer las hojas verdes le brotaban
cual un sudor de cándido rocío
y lo lamía la inocente lluvia
como una res tranquila;
era su pompa orgullo de los prados
y norte de los juncos su estatura:
su pedestal buscaban los arroyos
como las flores tímidas su sombra:
hoy es él mismo flor y sol y lluvia.
Mirándote tenaz, paciente y terco,
con tu rosada lengua infatigable
devorando a los troncos y a las horas
hasta lograr, pavo real del viento,
la plenitud de tu cenit glorioso
fluye sereno el pulso
y la labor diaria se remansa
consciente del camino y de la meta.
XIX
26
Mis ojos le han buscado en vuelo lento
XX
27
pero también su cultivado césped
lo ha sido por las manos.
Hombres de España muerta, hombres muertos de España,
¡venid a hacerles coros a estos pájaros!
28
CANCIÓN
Guadalquivir:
El espejo de tus aguas
sabe del rodar suave
de las tardes sevillanas.
La palabra se rebela.
Si no la cuidas se escapa,
porque tiene su querencia.
Te procura.
De noche te asaetea
de día levanta el vuelo
y se aleja.
29
Y verás, si es que se queda,
cómo suena la palabra
cuando suena.
30
Portada:
Francisco Moreno Capdevila
Editor:
Fernando Maqueo
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