Articulo - Medio Ambiente - Desarrollo

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LA VISIÓN DEL MEDIO AMBIENTE Y EL CONCEPTO DE DESARROLLO

Sandra Milena Silva Arroyave1


Germán Vargas Larios 2

RESUMEN

Éste artículo tiene como objetivo presentar la visión de medio ambiente a través de los
diferentes tipos de sociedades que se han presentado a lo largo de la historia humana y de que
modo su evolución se ha visto determinada por la concepción de desarrollo que surge
concomitantemente con el sistema capitalista, en tanto que, es hasta esta formación social en el
que el fundamento de su organización es esencialmente económico, todo gira alrededor de la
obtención de ganancias, de beneficios privados, y para ello, el mejoramiento permanente de las
fuerzas productivas como medio fundamental de producción, constituyéndose en un proceso
sin límites en el que la naturaleza misma pasa a ser vista como un factor de producción, antes
que como una condición de vida.

Bajo estas circunstancias, se revisan diferentes acepciones del concepto de desarrollo


integrándole variables como ambiente, sociedad y cultura, pero teniendo en cuenta que el fin
último del capitalismo sigue siendo, la generación y acumulación de riqueza y su concentración
absoluta, como tendencia inevitable. En este sentido, el mejoramiento de los procesos
productivos, de su eficiencia y competencia entre países, como medio fundamental de la
acumulación, dificulta el cuidado y la protección de los recursos naturales y se constituye en el
principal riesgo para la preservación del medio ambiente.

Como conclusión puede mencionarse que a lo largo de la evolución humana el medio ambiente
ha pasado de una concepción amplia del medio físico que hace posible las condiciones de vida
y bienestar a una visión reduccionista como un factor de producción más y, bajo esta
concepción, más que permitir, pone en riesgo la supervivencia del ser humano y el desarrollo
de las sociedades. Mientras continúe un sistema capitalista sin intervención para el cambio, será
dificil lograr la preservación y el cuidado de los recursos naturales, pues llegar a este punto
implica modificar la forma en que se organiza la sociedad, lo que significa combinar o inclusive
sustituir los principios del utilitarismo y apropiación privada de los beneficios que conducen a
un exacerbado culto al individuo, por otros que recuperen su carácter ético, los beneficios
colectivos y al otro y por esta vía al individuo, no a la inversa; no implica como punto de partida
descalificar al mercado sino modificar su estatuto de fin a medio: el mercado no es el marco de
valoración, por el contrario el mercado debe conducirse y regularse por valores sociales que
dignifican al hombre. Para lograr estos cambios, paradógicamente, de acuerdo a Polanyi, hay
que retornar a los principios de organización de las sociedades precapitalistas del pasado, como
la reciprocidad y el mando, que responden claramente al sentido comunitario, social y político

1
Ingeniera Ambiental, Universidad de Medellín, Medellín, Colombia. Doctora en Estudios Organizacionales de
la Universidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México, México (Título en trámite). Magíster en
Administración, Universidad de Medellín, Medellín, Colombia. Docente de planta de la Facultad de Arquitectura
e Ingeniería de la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia, Medellín, Colombia. Grupo de
Investigación Ambiente, Hábitat y Patrimonio. Dirección: Cra43A Nº 16B-50 – 3002836597.
[email protected]
2
Maestro en Administración Pública, Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Doctor en
Estudios Organizacionales, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Coordinador General del PICA
(Posgrado Integral en Ciencias Administrativas de la UAM) México. [email protected]
1
de las acciones ambientales. Por ello, se hace este recorrido histórico de la concepción
ambiental en estas sociedades.

PALABRAS CLAVE: Medio ambiente, Desarrollo económico, Desarrollo humano,


Desarrollo humano cultural sostenible, Capitalismo.

ABSTRACT

This article aims to present the vision of the environment through the different types of societies
that have been presented throughout human history and in which way their evolution has been
determined by the conception of development that arises concomitantly with the capitalist
system, as long as it is up to this social formation in which the foundation of its organization is
essentially economic, everything revolves around obtaining profits, private benefits, and for
this, the permanent improvement of the productive forces as a means fundamental production,
constituting a process without limits in which nature itself is seen as a factor of production,
rather than as a condition of life.

Under these circumstances, different meanings of the concept of development are reviewed
integrating variables such as environment, society and culture, but bearing in mind that the
ultimate goal of capitalism remains, the generation and accumulation of wealth and its absolute
concentration, as an inevitable trend. In this sense, the improvement of productive processes,
their efficiency and competition among countries, as a fundamental means of accumulation,
hinders the care and protection of natural resources and constitutes the main risk for the
preservation of the environment.

In conclusion it can be mentioned that throughout the human evolution the environment has
gone from a broad conception of the physical environment that makes possible the conditions
of life and well-being to a reductionist vision as a factor of production more and, under this
conception, more that allow, puts at risk the survival of the human being and the development
of societies. As long as a capitalist system continues without intervention for change, it will be
difficult to achieve the preservation and care of natural resources, since reaching this point
implies modifying the way in which society is organized, which implies combining or even
replacing the principles of utilitarianism and private appropriation of the benefits that lead to
an exacerbated cult of the individual, by others that recover their ethical character, the collective
benefits and to the other and in this way to the individual, not the other way around; does not
imply as a starting point to disqualify the market but to modify its end-to-end status: the market
is not the valuation framework, on the contrary, the market must be conducted and regulated
by social values that dignify man. To achieve these changes, paradoxically, according to
Polanyi, it is necessary to return to the organizing principles of the pre-capitalist societies of
the past, such as reciprocity and command, which respond clearly to the community, social and
political sense of environmental actions. Therefore, this historical journey of environmental
conception in these societies is made.

KEY WORDS: Environment, Economic development, Human development, Sustainable


human cultural development, Capitalism.

INTRODUCCIÓN
El concepto de medio ambiente establecido por González y Valencia (2013, p. 3 - 4) plantea
“la forma de representar el resultado de las interacciones entre el sistema biofísico y el sistema
cultural que han implicado históricamente diferentes tipos de configuración estructural del
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aparato social humano”. Lo anterior supone varios elementos, el primero y podría decirse que
más importante es el hecho de que el medio ambiente se conforma de factores físicos, tales
como los recursos naturales agua, aire y suelo; elementos bióticos como fauna y flora y un
componente social donde el ser humano juega un papel preponderante en el establecimiento del
concepto de medio ambiente, pues con éste ingresan a dicha definición los elementos culturales,
sociales, políticos y económicos que rodean una sociedad y que no pueden dejarse del lado al
analizar su ambiente.

Sin embargo, alcanzar esta concepción ha significado trasegar un largo camino y ver cómo los
problemas de contaminación ambiental se fueron potenciando hasta alcanzar una crisis mundial
como la del calentamiento global, la cual no sólo involucra el aumento de la temperatura del
planeta, sino que como lo plantea Reyes (2015, p. 1 - 2) en el Foro Económico Mundial de
2015:

El cambio climático está exacerbando más que nunca los riesgos asociados a las crisis del
agua, la escasez de alimentos, la reducción del crecimiento económico, el debilitamiento
de la cohesión social y el aumento de los riesgos para la seguridad. Al mismo tiempo, la
inestabilidad geopolítica expone a las empresas a proyectos cancelados, licencias
rechazadas, interrupciones en la producción, activos dañados y restricción de los
movimientos transfronterizos de capital. A su vez, estos conflictos políticos entorpecen
aún más la lucha contra el calentamiento global, puesto que reducen el potencial de
cooperación política y favorecen el desvío de recursos, innovación y tiempo que podrían
dedicarse a estrategias de prevención y resiliencia al cambio climático.

Para evidenciar la transformación que ha tenido el ser humano con respecto a su relación con
el medio ambiente y el concepto de desarrollo, el presente documento tiene como objetivo
analizar las diferentes ideas y estrategias que han surgido en la sociedad actual como
mecanismo de reacción del ser humano, que no obstante, comprende que éste integra al medio
ambiente, aunque no soluciona el problema de la contaminación ambiental, puesto que sus
resultados son marginales y hasta contradictorios debido a que las estrategias que emprende no
trascienden el marco del mercado y sus determinaciones, por lo tanto, no conducen, ni regulan
el mercado sino por el contrario se ven gobernadas por éste.

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA Y MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

A continuación se presenta el concepto de medio ambiente a lo largo de las diferentes


comunidades de la humanidad, así como el concepto de desarrollo y sus diferentes acepciones
a través del componente económico, humano, sostenible y cultural.

1. El concepto de medio ambiente a lo largo de las diferentes comunidades de la


humanidad

Cuando el ser humano empieza a realizar una sobreexplotación desmedida de los recursos
naturales disponibles en el medio, comienza a darse cuenta que él forma parte fundamental del
concepto de medio ambiente, pues al imposibilitarse el uso continuo de los diferentes recursos
naturales y al ver cómo la naturaleza le devuelve sin piedad parte de los impactos ambientales
negativos que éste le ha proporcionado a lo largo del tiempo, comprende cómo el dominio de
la naturaleza que él consideraba tener, es sólo una utopía, pues sin poderlo predecir con
exactitud se ha visto inmerso en un conjunto de catástrofes naturales frente a las cuales no ha
podido más que intentar salvar su vida y resguardarse, pues la furia de la naturaleza ha sido tal,
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que ha devastado regiones enteras, sin importarle límites político administrativos o físicos de
países y territorios, dado que para la naturaleza se es uno sólo, el planeta tierra en su inmensidad
es uno y no tiene las divisiones que el ser humano creó para dominarlo.

No obstante, bajo el sistema social actual, el ser humano pareciera aún no comprender que si
no lleva a cabo diferentes estrategias que le permitan vivir de manera armónica con su
naturaleza, ésta terminará comprometiendo su supervivencia, por un lado en respuesta a los
impactos ambientales negativos previamente mencionados y por el otro, al dejarlo sin la
oportunidad de extraer bienes y servicios para la generación de satisfactores sociales,
situaciones que en última instancia sólo generarán un único resultado y es la imposibilidad de
que el ser humano sobreviva en el tiempo.

Pero esta situación no ha sido así siempre, la humanidad ha recorrido diferentes etapas
evolutivas en las cuales la concepción del medio ambiente y los recursos naturales fue
transformándose lentamente, pasando de ser un elemento fundamental para la vida a un simple
medio de producción. A continuación se presentan algunas características de las comunidades
que han existido a lo largo de la historia del planeta tierra y la forma en que éstas han asumido
al medio ambiente, como mecanismo para resaltar que el medio ambiente desde la aparición de
la sociedad capitalista, fue, es y ha sido visto como un medio para satisfacer las necesidades
humanas.

1.1 Comunidad primitiva

Es conocida como la primera formación de la sociedad al darse la separación entre el ser


humano y el mundo animal, se caracteriza porque en ella los recursos naturales y el medio
ambiente son un elemento fundamental para su supervivencia, pues de ellos obtienen alimento
y materiales para favorecer su protección en momento en los cuales la propia naturaleza los
amenaza.

Con respecto a la producción de satisfactores sociales, estos se basan en las necesidades básicas
de alimentación y protección como se mencionó anteriormente y para lo cual, emplean
herramientas rudimentarias, construidas precisamente con los elementos disponibles en los
recursos naturales, los cuales obedecen por ejemplo al palo, el hacha de piedra y la lanza; así
como el arco y la flecha que se fueron desarrollando con el paso del tiempo.

Dadas las características del tipo de herramientas de producción, es claro que en este tipo de
comunidad había un bajo nivel de desarrollo de dicha producción, lo que en términos de cuidado
y protección de los recursos naturales era una ventaja, en el sentido, de que se veían obligados
a dejar descansar la tierra, es decir, al extraer los recursos naturales de un ecosistema y
requerirlos nuevamente, era necesario buscar otros lugares similares en donde aún se tuvieran
recursos disponibles, lo cual daba la oportunidad de que el ecosistema ya intervenido, tuviera
tiempo de autodepurarse, para estar posteriormente y con el paso del tiempo, nuevamente
disponibles para su explotación.

Sin embargo, estas condiciones fueron cambiando, pues el hombre primitivo empezó a
desarrollar cada vez más sus fuerzas productivas, como una manera de protegerse y
contrarrestar los efectos de la naturaleza, llegando así a fundir el metal y con esto dar un paso
a un nuevo conjunto de instrumentos que le permitían realizar labores más arduas, sumado a la
domesticación de los animales, que le dio la posibilidad también de mejorar el rendimiento del
trabajo, en tanto proporcionaban una fuerza adicional que el hombre por sí solo no tenía.
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Con estas modificaciones se empieza a generar la primera división social del trabajo, aparecen
las pequeñas industrias artesanales, empieza a ampliarse el intercambio de productos y llega el
momento donde es innecesario el trabajo de toda la comunidad al tiempo que se genera la
propiedad privada, haciendo posible la explotación, como lo plantean Kuusinen y otros (1962,
p. 1) “la producción había progresado tanto que la fuerza de trabajo humana rendía ya más
de lo necesario para el simple sustento del propio trabajador”.

Con lo anterior, se da lugar a la creación de otro tipo de sociedad como la esclavitud, la cual se
detalla a continuación.

1.2 Esclavitud

La primera forma de sociedad clasista fue la esclavitud, surgida como consecuencia de la


desintegración y caída del sistema comunal primitivo. La población se dividía en hombres libres
y esclavos. Los libres tenían todos los derechos civiles, de propiedad y políticos. Los esclavos
eran privados de todos estos derechos y las relaciones de producción de la sociedad esclavista
se basaban en el hecho de que no sólo los medios de producción, sino también los esclavos,
eran una propiedad que además de ser explotados podían ser comprados y vendidos como
ganado. La explotación de los recursos naturales se hacía para satisfacer en gran medida al
esclavista y reducir el consumo de los esclavos al mínimo posible, es decir, a las cantidades
básicas que requerían para no morir de hambre.

En esta comunidad, la creación del Estado trajo consigo nuevas costumbres y una ideología
específica en la que se fue extendiendo poco a poco el desprecio al trabajo físico, en el que
como lo plantea Kuusinen y otros (1962, p. 2) el trabajo del campo empezó a verse como una
ocupación indigna del hombre libre; fortaleciendo así, la desigualdad entre los mismos.

Desde el punto de vista de la producción y la explotación de los recursos naturales, puede


decirse que en la sociedad de la esclavitud, es más intensiva que en la comunidad primitiva,
pero aún puede seguirse denominando baja, en el sentido que la extracción se realiza aún por la
acción humana, con ayuda de animales que imprimen mayor fuerza para la ejecución de labores
y con nuevas herramientas de trabajo. El trabajo esclavo se distinguió por una productividad
extremadamente baja; el esclavo no estaba interesado en los resultados de su trabajo.

En este sentido, puede pensarse que en este tipo de sociedad el medio ambiente tenia
únicamente una connotación de tierra, que proporcionaba alimento y la posibilidad de obtener
un usufructo a partir de la comercialización de los mismos.

Teniendo en cuenta las características anteriores y el desagrado de los esclavos sobre su forma
de vivir, se gesta una revolución social que termina por dar paso a la época feudal.

1.3 Feudalismo

Kuusinen y otros (1962, p. 2) establecen que:


La base de las relaciones de producción de este régimen es la propiedad de los señores
feudales sobre los medios de producción, y, en primer lugar, sobre la tierra (el término
de «feudalismo» procede de la palabra latina «feodum»; así se llamaban las tierras que
el rey distribuía entre sus allegados, a cambio de lo cual éstos habían de prestarle
servicio militar).
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Lo anterior significa que en este tipo de sociedad, la tierra junto con los demás recursos
disponibles en ella, es vista como proveedora de alimentos y materiales que permiten la
generación de nuevos productos.

Durante la existencia del feudalismo, según Kuusinen y otros (1962, p. 2) se hicieron numerosos
descubrimientos relevantes que ejercieron gran influencia en la historia de la humanidad: los
hombres aprendieron a convertir el hierro colado en dulce, a construir barcos de vela apropiados
para largos viajes, a preparar sencillos instrumentos ópticos (anteojos, catalejos), inventaron la
brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el reloj de cuerda. A la energía muscular del hombre
y de los animales se fue sumando cada vez más la fuerza del viento (molino de viento, barco de
vela) y de las caídas de agua (molino de agua, rueda hidráulica, el motor más primitivo que se
empleó extraordinariamente en la Edad Media).

Por otro lado, se profundizó en el conocimiento sobre los recursos naturales en tanto éstos
debían ser analizados y reconocidos con un relevado detalle por parte de los príncipes, quienes,
según Maquiavelo (1532, p. 99), ejercían una labor militar al tener como responsabilidad la
protección de su pueblo, esto se evidenciaba en las fortalezas adquiridas por éstos, donde la
caza de animales era un ejercicio que les permitía realizar dos funciones principales,
acostumbrar el cuerpo a las fatigas y conocer la naturaleza de los terrenos, la altitud de las
montañas, la entrada de los valles, la situación de las llanuras, el curso de los ríos y la extensión
de los pantanos, lo cual les permitía primero, aprender a conocer la región donde vivían y a
defenderla mejor; y posteriormente, hacer más fácil el conocimiento de una región donde fuera
necesario actuar, puesto que la forma de las colinas, los valles, las llanuras, los ríos y los
pantanos de un sitio, podrían tener cierta similitud con las de otros.

En este sentido es importante resaltar, como el ambiente y sus recursos naturales sirven como
proveedores de materias e insumos empleados en los diferentes procesos productivos de la
época, donde se resalta la agricultura y la industria artesanal, aunque no se logra aún la
organización como una sociedad de intercambio (mercado).

En este tipo de sociedad se acrecienta también la división social del trabajo y la desigualdad
social y económica, situaciones que terminan por dar lugar a la conformación de la sociedad
capitalista. El tránsito entre estos dos tipos de sociedades, puede verse reflejada, por ejemplo
en la sociedad española, la cual en la época del año quinientos como lo plantea Álvarez (1984),
se debatió entre dos tendencias contradictorias: la de la economía feudal y la de la economía
capitalista. Como lo establece Moreno (2010), la mayor parte de la población vivía del campo,
la producción poseía formas feudales y generalmente se destinaba al autoconsumo; la tierra
estaba concentrada en pocas manos; la estructura social estaba muy polarizada: en la pirámide
se hallaban unos pocos privilegiados, mientras que en la ancha base estaban los rústicos que se
dedicaban a las labores del campo, además de la concentración de la riqueza, la carga fiscal
regresiva, los bienes escasos y el nivel de precios era muy elevado.

En esta época “no podían separarse fácilmente las motivaciones económicas de las grandes
masas de hombres, del círculo normal de la existencia misma. El labriego, difícilmente tenía
conciencia de actuar de acuerdo con motivos económicos. Realmente no lo sabía, él seguía las
órdenes de su señor o los dictados de la costumbre. Ni siquiera el señor mismos tenía una
orientación económica. Sus intereses eran militares o políticos o religiosos y no estaban
básicamente orientados hacia la idea del lucro o engrandecimiento” (Heilbroner, 1962, p. 70).

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Las desigualdades anteriormente mencionadas, junto con la necesidad de la burguesía de contar
con hombres libres, emancipados de la servidumbre y sin propiedad, para que laboraran en sus
fábricas termina creando la sociedad capitalista.

1.4 Capitalismo

Este tipo de sociedad se basa en la propiedad privada de la clase capitalista sobre los medios o
factores de producción, en tanto los trabajadores recientemente emancipados de la antigua
sociedad feudal carecen de los medios para generar el sustento que les permita sobrevivir. “El
trabajo dejó de ser parte de una relación social explícita en la cual un hombre (Siervo o
aprendiz) trabajaba para otro (señor o maestro del gremio) a cambio de tener asegurada, por
lo menos, la subsistencia. El trabajo pasó a ser entonces solamente una cantidad de esfuerzo,
una “mercancía” destinada a ser vendida en el local del mercado por el mejor precio que
pudiese cotizarse y completamente desprovista de cualquier clase de responsabilidades
recíprocas por parte del comprador que no fuesen el pago de los salarios” (Heilbroner, 1962,
p. 71).

Es así como los campesinos finalmente se ven obligados a volcarse hacia las fábricas con el fin
de no morirse de hambre, pues al carecer de sus medios de subsistencia, sólo les queda la opción
de vender su fuerza de trabajo, convirtiéndose así en un trabajador sin tierras (Heilbroner,
1962).

De acuerdo con Martínez (2003, p. 45) “el vínculo entre la empresa y el resto de la sociedad
se planteaba a través del mercado laboral, cuya pieza clave era un contrato que incluía la
aceptación implícita por parte del obrero de la jerarquía interna de la empresa”.

Para ésta época, el individuo adquiere una estructura de pensamiento individualista, egoísta
que se mueve por las determinaciones internas del deseo, que debe vencer cualquier límite que
se oponga a su consecución. Su único fin natural es la adquisición ilimitada o indeterminada de
bienes por satisfacer un deseo también ilimitado. De esta forma, desaparecen las relaciones
entre personas como fundamento del orden social, puesto que ahora son las relaciones entre el
individuo y las cosas (que se convierten en objetos de deseo) las que organicen la sociabilidad
humana (Lahera, 2000, p. 38).

Adicionalmente, se intensifica enormemente la explotación de los recursos naturales, en tanto


aparece la máquina de vapor como factor de producción, lo que permite por un lado realizar
una extracción de recursos de una manera más rápida y por el otro, de una mayor cantidad, tal
como lo plantea Noah (2014, p. 385) “la revolución industrial dio a conocer nuevas maneras
de convertir la energía y de producir mercancías, liberando en gran medida a la humanidad
de su dependencia del ecosistema circundante. Los humanos talaron bosques, drenaron
marismas, represaron ríos, inundaron llanuras, tendieron decenas de miles de kilómetros de
vías férreas y construyeron metrópolis de rascacielos”.

El aumento de los volúmenes de producción y la generación de impactos ambientales negativos


genera degradación de los recursos naturales y tasas excesivas de extracción, imposibilita que
éste sea capaz de devolverse a sus condiciones originales por sí sólo, dado que se supera con
creces su capacidad de carga, entendida ésta como la máxima concentración de un contaminante
que puede llegar a un recurso natural sin que se modifiquen sus condiciones originales. Éste
desarrollo tecnológico, bajo el cual se crea un mayor deterioro de los recursos naturales, tiene

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como fin lograr el máximo dominio sobre las cosas y los propios hombres, centrando la misión
de la humanidad en el progreso, superándose cada vez más a sí mismo (Jonas, 1979, p. 36).
El concepto de desarrollo viene anclado precisamente a dicha evolución histórica, pues a
medida que se fueron realizando diferentes procesos extractivos de los recursos naturales, éstos
fueron direccionados a generar desarrollo económico de las comunidades. La tierra, por
ejemplo, “concebida anteriormente como territorio de un gran señor, comenzó a verse en su
aspecto económico como algo que podía ser comprado o arrendado por la utilidad económica
que rendía. Los tributos, los pagos en especie, los bienes intangibles como el prestigio y el
poder y todo aquello que fluía antes de la posesión de la tierra, se redujo ahora a una sola
compensación: la renta, es decir, la utilidad monetaria derivada de dedicar la tierra a un uso
lucrativo (Heilbroner, 1962, p. 71).

De igual manera, “la propiedad pasó de ser una cantidad de riqueza tangible, una
acumulación, un tesoro en vajillas, en metálico, en joyas, etc. a ser expresable en un
equivalente monetario. La propiedad se convirtió en capital y no se manifestaba ya en forma
de bienes específicos sino como una cantidad abstracta, de flexibilidad infinita, cuyo valor
dependía de su capacidad para ganar intereses o utilidades” (Heilbroner, 1962, p. 72).

A partir de los elementos anteriormente enunciados para cada tipo de sociedad, puede decirse
que antes del capitalismo, el hombre no tenía que preocuparse por el cuidado y la protección de
los recursos naturales, en tanto la explotación sobre los mismos no era tan fuerte. Tal como lo
plantea Jonas (1979, p. 27), en la época antigua “por mucho que el hombre hostigue año tras
año la tierra con su arado, la tierra permanece inalterable e inagotable; el hombre puede y
tiene que confiar en la infinita paciencia de la tierra y ha de adaptarse a sus ciclos. (…) las
intervenciones del hombre en la naturaleza, eran esencialmente superficiales e incapaces de
dañar su permanente equilibrio”.

En esta época (comunidades primitivas, esclavistas y feudales) el componente económico no


tenía vida propia por sí sola y puede decirse que estaba fusionado con los elementos políticos y
sociales, es hasta la conformación del sistema capitalista, que el aspecto económico toma mayor
relevancia, se convierte en la base de dicha sociedad, el trabajo cobra importancia y se crea el
concepto de desarrollo, el cual evolucionará de una concepción reducida, aún en la dimensión
económica, al asociarse solo al crecimiento y no a la distribución del ingreso; hasta una visión
compleja que pasa por la incorporación de los aspectos relativos a la desigualdad social, la
posición de los países y asimetrias del poder en el interior y a la incorporación de los aspectos
humanos y ambientales. En todos estos pasajes, como se muestra a continuación, la diversidad
de concepciones del desarrollo, aún en sus últimas manifestaciones como el desarrollo
sostenible o con calidad humana, por su preocupación ambiental y del hombre, tienen en
común, la preservación si, pero no del medio ambiente sino del status quo social.

2. EL CONCEPTO DE DESARROLLO

La palabra desarrollo ha tenido diferentes concepciones a través del tiempo, en tanto ha


evolucionado conforme al pensamiento y a las características de las sociedades. Sin embargo,
para todos los casos la idea de desarrollo estará ligada siempre a la idea de futuro,
relacionándose con cómo pretende verse una sociedad en un período de tiempo determinado.

Tal como lo plantea Edelman y Haugerud (2005, p. 5 - 9), la noción de desarrollo nace desde
finales del siglo XVIII y el XIX, como una concepción de orden para el desorden del progreso.
Posteriormente, desde 1960 hasta inicios de los setenta, la visión de desarrollo se centró en
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alcanzar los niveles de consumo de los países industrializados, luego pasó a tener el objetivo de
redistribuir con crecimiento, para a finales de la década de 1970 buscar satisfacer las
necesidades básicas de los pobres (sin expectativa de equidad con las naciones más ricas) y
finalmente en la década de 1980, el desarrollo se centró en la austeridad fiscal bajo programas
de ajuste estructural que a menudo sacrificaban a los pobres (Leys, 1996, p. 26, citado por
Edelman y Haugerud, 2005). A fines de la década de 1980, argumenta Leys (1996, p. 26, 24,
citado por Edelman y Haugerud, 2005), las potencias recientemente expandidas de los mercados
mundiales de capital sobre las economías nacionales, junto con otros cambios económicos
mundiales, indicaban que la "teoría del desarrollo" estaba en graves problemas, de hecho, "la
única política de desarrollo que se aprobó oficialmente fue dejar que el mercado asignara los
recursos, no el Estado".

En resumen, los cambios institucionales en la economía global y el sistema financiero


acompañaron una redefinición gradual del "desarrollo" en la década de 1970, con grandes
instituciones como el Banco Mundial que cambian su enfoque de la especialización
económica dentro de un marco nacional a la especialización en una economía mundial; por
lo tanto, para el Banco, el desarrollo se convirtió en "participación en el mercado mundial".
Además, "la crisis de la deuda cambió los términos del desarrollo de una preocupación
nacional a una global. Los Estados aún persiguen objetivos de desarrollo, pero estos
objetivos tienen más que ver con el posicionamiento global que con la gestión del "hogar"
nacional (McMichael 2000, p. 150, citado por Edelman y Haugerud, 2005).

Lo que esta en debate es la propia concepción del desarrollo y su pertinencia como proyecto
nacional, regional y local en un contexto de globalización; en que medida los proyectos locales
son compatibles con el interés de las grandes empresas trasnacionales y del capital foráneo; y
fundamentalmente, si en estas circunstancias el “libre mercado” es la única alternativa posible
como se predica desde los organismos mundiales comerciales y financieros; o, es posible
retornar a la esencia del desarrollo como acto volitivo, no evolutivo, como procesos asociados
a la libre determinación y soberanía de los pueblos; y finalmente, lo que implica capacidades
institucionales de nuestros gobiernos para elegir entre seguir o rechazar tendencias
globalizadoras que subordinan el interes nacional al del capital y empresas multinancionales.
Se considera que estos aspectos deben precisarse en una concepción del desarrollo y son
cruciales para la preservación del medio ambiente, razón por la que a continuación se da cuenta
de la evolución del concepto de desarrollo en estrecha vinculación con estas variables
sociopolíticas.

2.1 Desarrollo económico igual a crecimiento

De las primeras asociaciones que se han hecho al término del desarrollo fue con respecto al
crecimiento económico (Mallorquin, 1998, p. 20; Sunkel, 1970, p. 30). Es decir, se confunde o
se equipara al proceso de acumulación de capital. Este binomio, desarrollo y crecimiento
económico, del que difícilmente puede desvincularse a las actuales medidas de bienestar más
complejas como las asociadas al desarrollo humano propuestas por Sen, como el Índice de
Desarrollo Humano - IDH, toman en consideración el PIB per cápita. Esta concepción tiene
sus orígenes en el período entre guerras (Serrano et al, 2014) por el creciente optimismo en la
intervención del estado, con base en la planeación para el progreso y la mejoría económica.

Es en sí, como lo menciona Castillo (2011, p. 3) un “proceso de transformación de la sociedad


o un proceso de incrementos sucesivos en las condiciones de vida de todas las personas o
familias de un país o comunidad”. La asociación crecimiento y desarrollo permite la distinción
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entre países desarrollados y subdesarrollos a partir de medir las actividades económicas legales.
Un país que crece más rápido generalmente es asociado con la noción de rico o desarrollado o
emergentes al desarrollo. Por ello, uno de los indicadores al desarrollo desde su surgimiento ha
sido el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones.

Aunque esta idea intuitivamente puede tener sentido, el problema de esta noción es que se trata
de una relación espuria. El hecho de que una economía tenga un crecimiento acelerado puede
estar asociado al crecimiento del empleo tanto como al crecimiento de la devastación ambiental
(Furtado, 1975). La asociación de desarrollo con crecimiento económico per cápita, según Sen
(1998), puede tener, al menos, cinco problemas:
i) Deja de lado los problemas de la distribución y de la pobreza,
ii) Las externalidades y las cuestiones que no son parte del mercado,
iii) Los sesgos implícitos que hay en la elección de los precios del mercado,
iv) Da una imagen incompleta de la vida de las personas,
v) Que el PIB per cápita a lo mucho puede reflejar una cierta cantidad de bienes que termina
siendo una aproximación insuficiente para tener alguna noción sobre el acceso real que
tiene a los bienes (Sen,1998).

Conforme a los fines de este artículo, el segundo problema relativo a las externalidades se
refiere al hecho de que los economistas típicamente realizan pronósticos o estimaciones
monetarias y aquellas cosas que no tienen un precio como un bosque o la contaminación, se les
ha intentado asignar (imputar) un precio y así poder incorporarlos en la generación y diseño de
una política en un contexto de mercado. No obstante, las estimaciones son altamente subjetivas,
en consecuencia, la medida del PIB no es consistente para tomar en cuenta las externalidades
por lo que deben ser consideradas con demasiada precaución estas bases conceptuales y
metodológicas en las que se fundamenta la moderna economía ambiental.

Mas allá del problema de medida de las externalidades, este concepto de desarrollo supone la
acumulación de riquezas, en la cual la explotación de los recursos naturales es cada vez más
intensiva con el fin de alcanzar la creación de capital a todo costo, pues con el desarrollo
económico se resalta la necesidad de crear bienes y servicios de una calidad determinada que
lograra satisfacer las necesidades de los clientes, sin considerar en ningún momento la relación
de las organizaciones con su ambiente externo, los recursos naturales, salvo el “buen juicio”
del consumidor que se valora a partir del “sobreprecio” que estaría dispuesto a pagar por la
externalidad relativa al deterioro del medio ambiente, desde la perspectiva de la economía
ambiental (Albi, 2000).

Bajo el sistema capitalista en el cual el desarrollo económico se considera la base de la sociedad,


la preocupación por la conservación y protección del medio ambiente, se basa en lograr que los
empresarios adquieran una responsabilidad ambiental, sin embargo, bajo el concepto de
desarrollo únicamente visto como acumulación de capital y riqueza, tal como lo plantea
Friedman (1962, p. 112) “existe una y sólo una responsabilidad social de la empresa: utilizar
sus recursos y comprometerse en actividades diseñadas para incrementar sus beneficios en la
medida en que permanezca dentro de las reglas del juego; es decir, comprometerse en una
competencia abierta y libre sin engaño o fraude”, lo cual supone que la única responsabilidad
de las organizaciones en el sistema capitalista es realmente la generación de ganancias.

A partir de lo anterior, puede decirse entonces que para incorporar el elemento ambiental al
concepto de desarrollo económico como tal, debe ampliarse y reestructurarse, pues debido a la
inclusión de cada uno de los factores que determinan el crecimiento económico (recursos
10
humanos, recursos naturales, capital y tecnología), se hace imposible para el ser humano
continuar validando el desarrollo como únicamente económico. Como antes se ha mencionado,
los conceptos de desarrollo humano y desarrollo sostenible que se han impulsado desde
organismos financieros internacionales como el Banco Mundial tampoco son una respuesta
consistente en tanto que no logran superar el binomio desarrollo-crecimiento, puesto que no se
salen de los marcos institucionales de una economía de mercado sino que bajo los postulados
de la economía ambiental sus propuestas se subordinan a este marco. De este modo, la
incorporación del elemento humano y el concepto de sustentabilidad no pasa de ser un discurso
para el mantenimiento del status quo social antes que la preservación del medio ambiente, como
se muestra a continuación.

2.2 Desarrollo Humano y Desarrollo Sostenible: Mitos y Realidades

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (1990) define el desarrollo
humano como la posibilidad de elegir de los individuos que tiene como objetivo expandir la
gama de oportunidades abiertas a las personas para vivir una vida saludable, creativa y con los
medios adecuados para desenvolverse en su entorno social.

Esto significa que el desarrrollo humano ubica el centro de la concepción del desarrollo en el
proceso de expansión de las capacidades de las personas de manera que puedan elegir su modo
de vida, incrementar su calidad de vida, felicidad y confort, cuestionando entonces que el
desarrollo dependa únicamente de la expansión del capital físico. Así, el concepto de desarrollo
humano según Dubois (2002) sustituye una visión del desarrollo centrado en la producción de
bienes por otra centrada en la ampliación de las capacidades de las personas. Amartya Sen
(1988, p. 11), establece precisamente que “la mejora de las condiciones de vida debe ser
claramente el objetivo esencial de todo el ejercicio económico y esa mejora, es una parte
integral del concepto de desarrollo”.

A partir de las afirmaciones del desarrollo humano es importante vislumbrar un elemento


fundamental que integra dicho concepto y es la protección del medio ambiente del cual forma
parte el ser humano, en la medida en que cuando se refiere a la ampliación de las capacidades
de las personas para vivir una vida saludable, creativa y con los medios adecuados para
desenvolverse en su entorno, es fundamental tener en cuenta los recursos naturales y su uso y
manejo adecuado, teniendo en cuenta que el medio ambiente y sus recursos naturales son
precisamente quienes, dependiendo de su permanecia a lo largo del tiempo posibilitan al ser
humano disfrutar de alimento, paisaje, la sombra de un árbol, vestimenta, momentos de
esparcimiento, entre otros.

Así, la conservación del medio ambiente da lugar a la generación del concepto de desarrollo
humano sostenible o simplemente desarrollo sostenible como es conocido generalmente y el
cual fue planteado en 1987 en el Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo (conocido como Informe de la Comisión Bruntland), el cual hace referencia a la
posibilidad de que tanto las generaciones presentes como las futuras tengan la capacidad de
satisfacer sus necesidades a partir del uso adecuado de los recursos naturales. Textualmente, la
Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1987) plantea que el desarrollo
sostenible es “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades".

11
Aún cuando difícilmente se puede estar en desacuerdo con estas afirmaciones, caben los
mismos señalamientos de cautela que antes se han vertido para los planteamientos de la
economía ambiental. La “vuelta de tuerca” de la década de 1980 que se ha dado a partir de la
introducción y uso generalizado de la noción de desarrollo humano, una teoría con vestimenta
universal que funcionó perfectamente para desmantelar las críticas al desarrollo, en su
concepción tradicional que se vincula con el crecimiento. Ahora, el desarrollo es entendido
como altos niveles de escolaridad, baja mortalidad y altos ingresos -esa caja negra donde caben
los objetivos del milenio-3, se ocultan los problemas de la desigualdad del ingreso y regionales,
las asimetrías de poder, entre otras categorías que había introducido la CEPAL en la posguerra.

Bajo este discurso, las transformaciones sociales que inevitablemente esta implícito en el
desarrollo, tienen que remitirse al individuo, todo depende que se dote a este sujeto social de
las condiciones para su libre actuación: la libertad como valor superior del hombre es crucial
para su realización individual y también para su realización social. Desde nuestro punto de
vista, este discurso muestra una especificidad de la política Neoliberal de los gobiernos que
radica en que ha renovado su forma de intervención y que ha ampliado su poder e influencia,
más que el mito del debilitamiento del poder estatal, que hoy prevalece en las concepciones
actuales de “gobernar sin gobierno”, en las que se propone sustituir al estado por el mercado,
en los procesos de conducción y regulación social (Pierre and Peters, 2000; Weis, 1998).

Un aspecto que resalta de esta nueva hegemonía conceptual (Alvarez Leguizamón, 2008) es
que comparte el rasgo con la primera, la del desarrollo asociado con el crecimiento económico,
de ser parte de un programa gubernamental, aunque ampliado a una especie de “estado
multinacional o global”. Así, el desarrollo humano forma parte de un marco promovido
efusivamente por agencias internacionales como la ONU, mediante libertades instrumentales
como libertades políticas, servicios económicos, garantías de transparencia, oportunidades
sociales y seguridad protectora es compartida por la visión de la gubernamentalidad4
Neoliberal.

En esta nueva época está de moda hablar de política social con transferencias condicionadas,
de guerra contra la pobreza, de instituciones “débiles” y “fuertes”. Los nuevos administradores
públicos construyen sus discursos y sus planes conceptualizando a la violencia económica como
una consecuencia de la asimetría en el acceso a la educación, al sistema de salud, de incentivos
erróneos que desembocan en informalidad o que generan corrupción. De hecho, el crecimiento
y el desarrollo ahora solo dependen de un stock grande de capital. “Los pobres son pobres
porque no tienen recursos ni capacidades” (Spicker, Alvarez Leguizamon, & Gordon , 2009, p.
91).

El desarrollo humano ha sido tratado como un discurso de carácter universal y promueve


indirectamente la remoción del tratamiento diferenciado que se promovió desde los países
periféricos en la posguerra. La destitución de aquella visión de la posguerra que incluso alcanzó
a empapar las discusiones de la ONU -de ello la Resolución del 12 de diciembre de 1974 que

3
Los objetivos de desarrollo sostenible son una especie de actualización de textos donde los
funcionarios de la ONU van actualizando la lista de deseos y también la lista de espera para su
cumplimiento.
4
Término que Foucault utiliza para referirse al conjunto de acciones cotidianas, aparentemente
distanciadas del gobierno como las de instituciones educativas, culturales o ONG, que en la práctica
son acciones de control político bajo el concepto “líquido” de poder de este autor, es decir, como algo
que fluye, que no es estático, sino dinámico, donde todos son víctimas y victimarios a la vez.
12
llevó el nombre de la Carta de derechos y deberes económicos de los Estados es un ejemplo de
particular claridad5.

La globalización ha implicado en muchos aspectos el fin de la política y la legitimación del


gobierno de los expertos. El fin de la política elaborado por sujetos colectivos y su sustitución
por el ciudadano empoderado articulado en colectivos o sociedades. Han marcado el fin del
desarrollo como un fenómeno colectivo, social, y este ha empezado a ser tratado como un tema
de capacidades individuales y de libertad individual de elegir.

En este contexto, cobra toda su relevancia los señalamientos de Jonas (1979, p. 37) al plantear
que “si la esfera de la producción ha invadido el espacio de la acción esencial, la moral, tendrá
entonces que invadir la esfera de la producción, de la que anteriormente se mantuvo alejada,
y habrá de hacerlo en forma de política pública”. Lo anterior plantea que el concepto de dicho
desarrollo es dinámico a través del tiempo, de acuerdo a la búsqueda de un equilibrio entre los
elementos sociales, económicos y naturales, los cuales dependerán de las transformaciones de
las sociedades y de la forma de abordar las diferentes situaciones que puedan presentarse ante
él. Entonces las acciones del desarrollo sostenible no pueden provenir de los individuos
aislados, de sus pensamientos individuales (o individualistas) sino de acciones políticas, esto
es, de acciones colectivas a través de las políticas públicas. El desarrollo sostenible es
inevitablemente un proceso político, no se trata de programas impuestos desde arriba por el
gobierno, por lo tanto, encaminados a la preservación del status quo social y no precisamente
de los recursos naturales y del medio ambiente. Se trata de un proceso de construcción social
del desarrollo sostenible, de un proyecto social alternativo, por lo tanto, de un proyecto que
tiene que provenir desde abajo (Gilly, 1988). En suma el desarrollo sostenible implica
necesariamente una cuestión política, es un proceso político que confronta concepciones no
solo diferentes sino contradictorias, lo que nos conduce finalmente al debate actual del
desarrollo endógeno: Para o por el pueblo.

2.3 Desarrollo Endógeno: Para o por el Pueblo ¿Qué Camino Seguir?

Agamben (2013) plantea que el concepto de desarrollo actual es tóxico y nocivo, por lo cual es
necesario pensar en un desarrollo endógeno entre las concepciones por los pueblos, bajo el cual
la comunidad propone su propia visión y esquema de desarrollo y para los pueblos, impuesto,
donde el Estado tiene un papel trascendental en la creación de directrices, lineamientos y
políticas públicas que permitan modificar la acción social. Por otra parte, Sachs (1996, p. 105)
plantea: “(…) ahora estamos forzados, a preocuparnos por los impactos de la presión ecológica
– la degradación de las tierras, de los régimenes de agua, de la atmosféra y de los bosques –
sobre la perspectiva económica”.

No hay desarrollo sin sustentabilidad; no hay sustentabilidad sin desarrollo, es la


fórmula que establece la nueva unión. El desarrollo emerge rejuveneciendo de este
enlace, empezando una nueva vida el achacoso concepto. Esto no es nada menos que la
repetición de una conocida artimañana: cada que en los últimos 30 años se reconocían
los efectos destructivos del desarrollo, el concepto se estiraba de tal manera que podía

5
En las disposiciones finales de dicha carta, artículo 31 y 32, afirma que todos los Estados tienen el
deber de contribuir a la expansión equilibrada de la economía mundial teniendo en consideración la
situación económica de los países en desarrollo y también afirma que ningún Estado podrá emplear
medidas económicas políticas ni de ningún tipo “con objeto de coaccionar a otro Estado para obtener
de él la subordinación de sus derechos soberanos o conseguir ventajas de cualquier naturaleza”.
13
incluir daño y terapia juntos. Por ejemplo, cuando se hizo obvio, alrededor de 1970, que
la búsqueda del desarrollo intensificaba realmente la pobreza, se inventó la noción de
desarrollo equitativo para reconciliar lo irreconciliable: la creación de la pobreza con la
abolición de la pobreza. En el mismo temperamento, el informe Brundtland incorporaba
la preocupación por el medio ambiente en el concepto de desarrollo, creando el
desarrollo sustentable como el techo conceptual para la violación y/o la curación del
medio ambiente (Sachs, 1996, p. 106)

Así, el desarrollo sostenible, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO (1997, p. 9), “no busca fijar límites para el
desarrollo, sino que reconoce que... La sostenibilidad requiere un equilibrio dinámico entre
muchos factores, incluidas las exigencias sociales, culturales y económicas de la humanidad y
la necesidad imperiosa de salvaguardar el entorno natural del cual forma parte esa
humanidad”.

Al final, el equilibrio dinámico entre factores sociales, culturales y económicas y la necesidad


de salvaguardar el entorno natural, definidos en el concepto del desarrollo sostenible, se reduce
a una concepción donde lo fundamental, no es la economía, ni la política, sino la cultura es el
marco integrador, como lo plantea la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura – UNESCO (2010, p. 4) “es la cultura la que ofrece el contexto, los
valores, la subjetividad, las actitudes y las aptitudes sobre las que los procesos de desarrollo
han de tener lugar”.

Con la creación de esta propuesta de concepto de desarrollo humano cultural sostenible se


considera que la importancia del medio ambiente depende en gran medida del grado cultural de
una comunidad. Puede decirse que el desarrollo de una sociedad está mediado por la cultura
que tengan sus integrantes, siendo entonces el desarrollo una consecuencia de la cultura. El
problema con esta visión interpretacionista es que deja de lado los caminos para llegar a una
“cultura de preservación del medio ambiente”, esto es el problema de los cambios
institucionales y organizacionales, en suma, la transformación social que necesariamente debe
impulsarse por medios políticos.

Conforme a esta idea Yudice (2005, citado por Solís y otros, 2014, p. 131) señala que el
“desarrollo cultural no se plantea exclusivamente en relación con las industrias culturales,
sino a su vínculo con la pobreza y la sostenibilidad de los recursos naturales”, lo cual significa
que el concepto de cultura, asociado al de desarrollo es un elemento que al mediar las relaciones
del ser humano con su medio ambiente, por lo tanto, no puede faltar en la promoción de una
visión para su cuidado y protección como fundamento estratégico en toda política pública para
mejorar el manejo ambiental de un territorio. Este es el sentido que debe prevalecer en la
propuesta de una concepción del desarrollo sostenible que esencialmente es un proceso
volutivo, es decir, de voluntades colectivas que se expresan como políticas públicas que tienen
que lidear o sortear con las culturas territoriales. Así, Polanyi (1989 - 1994) y Lahera (2000) en
su obra “La Gran Transformación” y particularmenta en “El Sustento del Hombre” al proponer
una “movilización política para transformar la realidad”, lo cual exige el desarrollo de un
“pensamiento para la acción transformadora”, se da cuenta que este es inexistente en el contexto
de las sociedades actuales, en su organización y cultura de las sociedades de mercado, por lo

14
que tiene que remontarse a las sociedades precapitalistas del pasado y encuentra como
respuestas los principios de reciprocidad y mandato de la sociedad antigua6.

De igual manera, Jonas (1979) demanda una nueva etica ante la ausencia de valores en nuestra
civilización tecnológica, la etica de la responsabilidad, por la amenaza y los riesgos que
representa la acción del homo faber para la preservación del medio ambiente, por lo que de
acuerdo con este autor, solo puede efectuarse a través de las políticas públicas, es decir, en el
mismo nivel que la acción del homo faber, como expresión voluntades colectivas. Finalmente,
la cultura parece ser, en las concepciones mas recientes, el fundamento de las políticas públicas,
en autores como Subirat, Bordieau o Majone, coinciden en que la efectividad de una política
radica en la participación de la gente, en la argumentación, persuación y convencimiento del
público (Roth, 2010; Subirats, 2001; Majone, 2005).

En suma, la cultura como el conjunto de creencias, símbolos, valores y elementos cognoscitivos


en los que subyace el comportamiento humano es algo que ya hace parte de una sociedad, por
lo cual es un elemento que no necesariamente cambia o se modifica a voluntad, lo que además
significa, que cuando se genera un cambio de cultura, es porque también ya hubo un cambio
social, económico y político. En este orden de ideas, la cultura de una sociedad con respecto al
concepto de desarrollo sostenible, si bien, no puede verse, en estricto sentido, como un
obstáculo, si debe contemplarse como un elemento que amplía la complejidad del tránsito de
una sociedad con un modelo de producción tradicional a un modelo de producción limpia, en
el cual se busca “generar más” con la menor cantidad posible de recursos naturales y
previniendo o disminuyendo la generación de impactos ambientales negativos.

Así, puede decirse entonces que el concepto de desarrollo sostenibe debe tener en cuenta el de
cultura, entendida ésta como el substrato bajo el cual se organiza una sociedad, para a partir de
allí, poder establecer estrategias y herramientas que sean funcionales para ese tipo de sociedad
(con sus determinadas características), pues las medidas que apliquen para una comunidad, no
necesariamente aplicarán de la misma manera para otra, en tanto sus bases sociales, es decir,
sus elementos culturales, difieren entre sí.

A partir de los planteamientos anteriormente presentados, puede decirse que el camino a seguir
es en sí, la búsqueda de un desarrollo por el pueblo, en el que se genere empleo, en donde se
mejoren las condiciones de calidad de vida de la comunidad y se dé un trato respetuoso al medio
ambiente. Los caminos a seguir no son únicos, con frecuencia la visión comunitaria del
desarrollo pareciera contradecir o rechazar las concepciones convencionales, en el Zapata de
Womack se inicia con una frase que pinta la identidad campesina del México revolucionario de
principios del siglo XX:
“Estos eran unos campesinos que no querían cambiar y que por eso mismo hicieron una
revolución”.

El desarrollo para los pueblos indígenas y campesinos de México, dueños de casi la mitad del
territorio, no ha sido mas que la historia de la defensa ante la invasión de sus tierras y el despojo
de sus bienes naturales por los proyectos extractivos y energéticos, apoyados e impulsados por
los sucesivos gobiernos neoliberales y sus leyes; pero aún en el actual gobierno progresista de
Andres Manuel López pretenden instrumentar un programa eléctrico y de zonas económicas

6
Principios que denotan la esencia social de los procesos económicos y de producción, totalmente
visibles en las sociedades antiguas hasta el feudalismo y “ocultas” en la sociedad capitalista.
15
aunque ya no de manera impuesta por el estado sino mediante “formulas democráticas” de
consultas populares.

Lo anterior muestra que las estrategias del desarrollo son diversas, complejas y dinámicas,
puesto que deben adaptarse a interacciones sociales en las que intervienen una multiplicidad de
actores con valores e intereses diversos; donde mas que la previsión, lo dominante es la
complejidad de la emergencia; todo ello bajo procesos sociales dinámicos de cambio
permanente (Kooiman, 2005). No obstante, las estrategias implementadas hoy en día para
preservar el medio ambiente, no se encuadran en este contexto de complejidad, obedecen más
a visiones reduccionistas del desarrollo, bajo el cual se estructuran los derechos de propiedad y
los sistemas de gestión ambiental, como las propuestas en la corriente de la economía ambiental,
por ejemplo. Así, para finalizar en el siguiente apartado, se efectuará una revisión de algunas
de las estrategias que se han implementado para promover al preservación del medio ambiente
en América Latina y Colombia y establecer su naturaleza y alcances en cuanto su potencial
transformador a a partir de su valoración en un continuom que va del extremo reduccionista de
la economía ambiental a otras estrategias de mayor complejidad como la creación de políticas
públicas y los instrumentos de comando y control, que apuntan más a un desarrollo bajo el cual
se modifiquen las formas de organización de la sociedad y por ende, su trato con los recursos
que lo rodean.

RESULTADOS, ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS

3. ALGUNAS IDEAS O ESTRATEGIAS CREADAS POR EL SER HUMANO PARA


PRESERVAR EL MEDIO AMBIENTE

A partir de los años 70 aproximadamente, se han planteado algunas ideas o estrategias que
permiten disminuir el riesgo al cual están sometidas las sociedades con respecto a la ecología,
dentro de estas puede mencionarse los derechos de propiedad, la producción más limpia, los
sistemas de gestión ambiental y los mercados verdes, algunas de las cuales se encuentran hoy
en día sólo en consideración y otras, por el contrario, ya han sido o están siendo desarrolladas
y ejecutadas.

3.1 Derechos de propiedad

Desde la teoría económica se crea el concepto de derechos de propiedad, el cual como lo plantea
Usaquén (2008, p. 353) es la posibilidad de que “el titular del derecho, respaldado por la
norma, se apropie y explote, transfiera o done un recurso”. Lo anterior significa que cuando
una persona es dueña de la tierra o de un recurso natural, tiene toda la potestad sobre éste, tanto
para explotarlo, como para protegerlo, por lo tanto se considera que una forma de prevenir y/o
controlar la contaminación ambiental es otorgando derechos de propiedad a los particulares
sobre los recursos naturales, pues al tenerlos como propios se preocuparán más por mantenerlos
en óptimas condiciones para poderlos usar a través del tiempo que si no fueran suyos, pues la
existencia de bienes colectivos, puede generar en algunos seres humanos la percepción de que
la protección y el cuidado de los recursos naturales no es responsabilidad suya, en tanto hay
miles de personas que pueden acceder a él, tanto para cuidarlo, como para explotarlo.

Lo anterior se ve totalmente contrastado con la descripción de las sociedades precapitalistas y


justo con el ascenso de la sociedad capitalista, en la que la propiedad privada como fundamento
de su organización económica y social es precisamente en esa sociedad donde emergen los
riesgos ecológicos más graves. Entonces, por el contrario, la propiedad privada no es solución
16
sino causa de la contaminación ambiental. Esto significa que la prevención y/o el control de la
contaminación ambiental más que un problema del régimen de propiedad privada, y en
consecuencia de potestades individuales; es un problema de potestad colectiva, no es un
problema que pueda resolver “la mano invisible” (el mercado) con la suma de voluntades
individuales en la “búsqueda de su propio interés”; como problema de la colectividad las
respuestas tienen que ser colectivas, como lo prescribe Jonas (1979) una voluntad colectiva que
solo puede expresarse en las sociedades como políticas públicas, como acción reguladora del
mercado reorientándolo del interés privado, al interés público.

Roldán (1998), plantea que las sociedades actuales dificilmente se gobiernan por la cultura,
porque ésta no es manipulable. Para hablarse de una nueva forma de organización de la vida
social y cultural en pro de su manejo ambiental, logrando disminuir los impactos ambientales
negativos que ésta pueda llegar a causar, se requiere generar políticas públicas que busquen
cambiar los patrones de producción y consumo de los recursos naturales, a través de la
implementación paulatina de mecanismos amigables con el medio ambiente. Bajo esta idea, a
continuación se presentan algunas estrategias voluntarias relacionadas con la gestión ambiental
empleadas en Colombia, las cuales tienen un grado incipiente en la preservación del medio
ambiente, puesto que en ellas se sigue dejando a voluntad del particular la protección de los
recursos naturales.

3.2 Estrategias voluntarias: Política de producción más limpia, Sistemas de gestión


ambiental y Mercados verdes

• Política Nacional Colombiana de Producción Más Limpia


Esta Política surge, como lo plantea el Ministerio del Medio Ambiente de Colombia (1997)
inicialmente en el año 1997, como un mecanismo del país para dar solución a la problemática
ambiental de los sectores productivos, previniendo la contaminación en su origen, en lugar de
tratarla una vez generada, lo cual favorecería tanto la rentabilidad organizacional como la
sostenibilidad de los recursos naturales.

Posteriormente, es actualizada por el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial


de Colombia (2010) en el año 2010 y renombrada como Política de Nacional de Producción y
Consumo: Hacia una cultura de consumo sostenible y transformación productiva (la cual
además del objetivo anteriormente planteado, integra el concepto de consumo sostenible
(entendido éste como la compra de bienes o servicios generados a partir de materiales reciclados
o biodegradables), debido a que el país comprendió que los problemas de contaminación
ambiental no dependen únicamente de los procesos de producción o la prestación de servicios,
sino también del comportamiento del consumidor frente a los mismos, de su decisión de compra
con respecto a los diferentes artículos presentes en un mercado, en donde, por un lado puede
ser menos consumista y por el otro, puede preferir adquirir bienes y servicios ambientalmente
amigables en lugar de consumir aquellos que dentro de su proceso no han involucrado la
variable ambiental.

Esta Política fue constituida como una guía, un lineamiento o una directriz que las
organizaciones apropiaron de manera voluntaria y no obligatoria, razón por la cual su
implementación en el mercado no ha sido como tal vez se esperaba, pues en la mayoría de las
organizaciones se realizan actividades concernientes al cuidado de los recursos naturales
únicamente cuando se tiene de por medio el cumplimiento de un requisito legal, que de no
hacerlo, podría acarrear sanciones económicas para la organización o cuando las propias
exigencias del mercado, enfatizadas en las relaciones con los proveedores y los clientes,
17
generan la presión de contar con herramientas de gestión ambiental que demuestren la mejora
de este componente dentro y fuera de la organización, por que al no tenerlas, podrían verse
comprometidas las transacciones económicas entre los diferentes actores. El problema actual
es que se sigue recurriendo a la voluntad individual y el medio ambiente es una cuestión
colectiva.

• Sistemas de Gestión Ambiental

Los Sistemas de Gestión Ambiental pueden definirse como esquemas organizacionales que
buscan la implementación de estrategias y herramientas de manejo ambiental que permitan
prevenir la generación de nuevos impactos ambientales negativos y disminuir la magnitud de
aquellos ya existentes, al tiempo que se promueve el mejoramiento continuo de los procesos
ambientales organizacionales.

Como ejemplos de Sistemas de Gestión Ambiental se encuentra la norma ISO 14001, la cual
contiene los requisitos que pueden ser auditados con propósitos de certificación/registro o de
autodeclaración del sistema de gestión. Este estándar internacional no establece requisitos
absolutos para el funcionamiento ambiental, más allá del compromiso en la política ambiental
para cumplir con los requisitos legales y otros requisitos aplicables a la organización, a la
prevención de la contaminación y a la mejora continua (ISO, 2004). Es de carácter voluntaria
y ha sido el esquema más elegido por la organizaciones colombianas cuando deciden certificar
su sistema de gestión ambiental.

Otro ejemplo es el mencionado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio


Ambiente (2016): Sistema Comunitario de Gestión y Auditorías Medioambientales – EMAS,
el cual es una herramienta voluntaria diseñada por la Comisión Europea para la inscripción y
reconocimiento público de aquellas empresas y organizaciones que tienen un sistema de gestión
ambiental que les permite evaluar, gestionar y mejorar sus impactos ambientales, asegurando
así un comportamiento excelente en este ámbito, similar a la norma ISO 14.001 en términos
que otorga una certificación o distinción de aquellas empresas que cumplen con los estándares
ambientales definidos por dicha organización. En este caso se resalta que el término de
comunitario no lo es en términos de una construcción colectiva, sino que se trata de un sistema
específico para las organizaciones ubicadas dentro de la comunidad europea, por lo que para
Colombia solo aplicaría en empresas de esta procedencia.

• Mercados Verdes

La creación de ésta estrategia data aproximadamente de los años 80, donde después de una
divulgación del concepto de desarrollo sostenible, diferentes países, en su mayoría
desarrollados, empezaran a comercializar bienes y servicios producidos o generados a partir de
procesos menos nocivos con el ambiente. El mercado verde tiene dos objetivos principales
según Ottman (1998, p. 45):
• Desarrollar productos que tengan un balance entre las necesidades del consumidor, la
calidad, el desempeño, el precio y la conveniencia con una compatibilidad ambiental.
• Proyectar una imagen de alta calidad, que incluya una sensibilidad ambiental relacionada
con los atributos del producto y a su vez con los logros ambientales de las empresas productoras.

Según Grant (2007), el mercado verde tiene tres componentes fundamentales:

18
• Establece nuevos estándares: Se basa en los objetivos comerciales, comunicando que la
marca y sus productos son más verdes que las demás alternativas. Se busca establecer la
diferencia.
• Comparte responsabilidades: Se tienen objetivos comerciales y ambientales al mismo
tiempo; se busca cambiar la forma como las personas usan los productos por medio de
experiencias de marca, eventos y educación.
• Soporta la innovación: Además del anterior se suman los objetivos culturales generando
nuevas formas de vida y nuevos modelos de negocios (Grant, 2007, p.12)

En Colombia, los adelantos generados en esta temática consideran en el año 2006 la definición
de productos verdes por parte del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial
como aquellos que se enfocan hacia mercados especializados en bienes y servicios que además
de promover el uso sostenible y la conservación de los recursos naturales, fomentan una
distribución más justa y equitativa de los beneficios económicos generados, ya que incluyen
variables de sostenibilidad social para los grupos involucrados en su producción.

Más adelante, en el año 2015, la Subgerencia Cultural del Banco de la República crea el Plan
Estratégico Nacional de Mercados Verdes, que busca la realización de transacciones
comerciales para diferentes categorías tales como mecanismos de desarrollo limpio,
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y de la biodiversidad, ecoproductos
industriales y servicios ambientales. Estos a su vez, buscan acentuar la implementación de la
Política Nacional de Producción y Consumo Sostenible, en donde la comercialización de bienes
y servicios sean producidas con un menor impacto ambiental negativo y a su vez, se promueva
en la sociedad la preferencia por realizar un consumo sostenible de los mismos. Lo cual
demuestra que los mercados verdes son un tema relevante en el país, incipiente y en constante
desarrollo, pues como lo plantea Echeverri (2008, p. 14) “en Colombia, el uso de estrategias
de mercadeo verde por parte de las empresas se encuentra en una fase naciente. Si bien el
mercado colombiano cuenta con el apoyo de programas de sostenibilidad para empresas con
desarrollos en el mercado verde, son pocos los estudios que se han realizado sobre estas
prácticas”.

Lo primero es entonces, crear la regulación, posteriormente, realizar el cambio de mentalidad,


que es cuando se alcanza la sedimentación y se obtienen móviles o elementos cognoscitivos de
comportamiento individual. En este punto es fundamental tener claro que tanto el Estado como
el mercado, forman parte esencial del contexto del medio ambiente, donde lo importante es
definir qué tipo de Estado se requiere para su preservación. Así, estas estrategias pueden
considerarse un paso en el establecimiento de una gestión ambiental organizacional que debe
ser cada vez más potenciada dentro de las mismas, pues su cambio mental, la creación de nueva
regulación y la modificación de la existente para hacerlas más restrictivas, posibilita la
comprensión de que el ser humano es parte fundamental del concepto de medio ambiente y al
estar en organizaciones, éstas a su vez también lo conforman.

3.3 Estrategias regulatorias: Legislación ambiental

Los mecanismos de regulación y control para el cuidado y la protección de los recursos


naturales son recientes en las sociedades actuales, en Colombia, por ejemplo, datan
aproximadamente de los años 70, cuando a través de las diferentes comisiones y convenciones
en el ámbito mundial se empezó a tratar el tema de la protección ambiental, debido a la
generación de problemas de salud generados por la contaminación que se empezaron a
manifestar de manera cada vez más potente.
19
Esto supone que las regulaciones además de ser recientes, cuentan con un desarrollo limitado
en algunos temas como el recurso suelo y en otros, a pesar de tener una mayor reglamentación
(agua y aire), se nota como aún ésta es baja, incipiente y en algunos casos, inefectiva, pues por
un lado no se logra llevar a cabo una real implementación de las leyes, en tanto existe
desconocimiento de las mismas y por el otro, la capacidad gubernamental para hacerlas cumplir
se torna deficiente, lo cual lleva a que en muchos casos el país cuente con el mecanismo de
regulación, más no con su efectiva aplicación.

Bajo este panorama es importante analizar que las características de la sociedad actual plantean
la existencia de un mundo globalizado, en el cual según Messner (2001, p. 49) “las diferentes
estructuras y redes universales influyen unas en otras, se compenetran y surgen efectos en
cadena que también pueden desembocar en riesgos sistémicos globales” en donde, por ejemplo,
pueda presentarse el caso, de que al realizar inversiones directas de empresas multinacionales
en países menos desarrollados y con regulaciones ambientales escasas y/o con vacíos jurídicos,
pueda promoverse en mayor medida la generación de procesos de degradación ambiental.

Así, se resalta entonces como las regulaciones ambientales en Colombia retoman la concepción
de que los recursos naturales son un bien común, un derecho fundamental de todos los
ciudadanos donde prima el bien general sobre el particular o donde las exigencias legales ponen
cada vez más frenos a los problemas de contaminación ambiental, sin con esto querer tapar el
hecho de que es un proceso que aunque lleve varios años, aún es incipiente y depende además,
de la voluntad de muchos particulares, por lo que puede decirse que la ejecución de los
requisitos legales es individual, porque aunque la constitución mencione el bien comun, las
acciones son individuales y de carácter voluntario o a través de incentivos y de educación, sin
llegar realmente a una precisa regulación de bienes comunes.

A partir de las estrategias anteriormente mencionadas, es posible establecer que en cada una de
ellas y como se planteó anteriormente, es necesario incorporar la educación en el proceso de
implementación de las mismas, pues así, logrará generarse cambios de consciencia en los seres
humanos, para que estos al realizar una o varias de las diferentes estrategias presentadas, logren
promover realmente un desarrollo humano cultural sostenible, pues sin incorporar el
componente educativo, posiblemente no sea suficiente para continuar avanzando en el cuidado
y la protección del medio ambiente, dado que muchas de las estrategias enunciadas requieren
conocimiento, divulgación y motivación suficiente para garantizar su ejecución.

Así mismo, es importante mencionar que las medidas anteriores, en su mayoría han surgido
como programas de los organismos internacionales, bajo los cuales se busca la preservación del
sistema capitalista, más que del medio ambiente como tal. No obstante, puede decirse que los
cambios que se han dado en la historia a partir del impulso de las organizaciones estatales,
implican acciones colectivas (políticas públicas) y son estas precisamente con las cuales se
logra corregir la tendencia existente a generar un mayor daño del medio ambiente.

CONCLUSIONES

Medio ambiente y sistemas económicos

El medio ambiente se relaciona directamente con los diferentes sistemas económicos que se
han presentado a lo largo de la historia, al ser este un elemento fundamental en el concepto de
desarrollo, el cual, fue visto inicialmente, como el logro de un crecimiento económico asociado
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al mejoramiento productivo, para posteriormente, comprender que el desarrollo además del
crecimiento económico implica otras consideraciones tales como la cultura, la calidad humana
y el medio ambiente como un derecho humano.

Es hasta el surgimiento de la sociedad capitalista donde los recursos naturales son vistos como
factores de producción y están sujetos a una explotación sin límite, fundamentado en un
régimen de mejoramiento de los procesos productivos, lo que significa encontrar la mejor
manera para explotar la naturaleza, por lo que más que protegerla se ve como un medio para la
generación y acumulación de riqueza, sin importar sus consecuencias.

Bajo estas circunstancias, la protección de los recursos naturales requiere retomar los principios
económicos de las sociedades antiguas previas al capitalismo (Polanyi, 1947 – 1994): en las
economías de la tradición, el mandato y la reciprocidad, sustituyendo y/o complementando los
principios del intercambio en las prácticas del mercado. De este modo, se hace necesario
humanizar el sistema económico donde el ser humano es visto como una cosa mediante la
sustitución de los principios utilitarios del capitalismo por valores sociales que trasciendan estas
relaciones cosificadas que hoy dominan la realidad social, por relaciones esencialmente
humanas y de claro sentido social. Así, subordinar los procesos de mejora tecnológica a la
protección y el cuidado de la naturaleza mediante su regulación estatal y la construcción de
políticas públicas (economía del mandato) que permita alinear a la sociedad hacia nuevas
prácticas amigables con el medio ambiente.

Medio ambiente y concepciones de desarrollo


No obstante, que en el discurso los procesos de desarrollo han evolucionado de una visión
únicamente económica a una concepción centrada en el ser humano, en la práctica no hay
avances significativos, y las instituciones creadas en este ámbito tan solo constituyen un
discurso para disfrazar el objetivo real de generar beneficios económicos mediante la protección
de la propiedad privada, más que del medio ambiente.

Así, el desarrollo sostenible, cultural y humano solo es factible mediante un proceso volutivo,
entendido éste como el resultado de voluntades (sociales), donde se genera una nueva forma de
organización de la vida social y cultural, en la cual, el problema de la contaminación ambiental
debe resolverse por la colectividad y a través de la creación de políticas públicas las cuales
deben ser construidas de manera horizontal, como requisito o condición de su viabilidad.

La creación de derechos de propiedad y la existencia de las estrategias voluntarias no garantizan


el cuidado y la protección de los recursos naturales. En el primer caso, un individuo tendría la
libertad de realizar la explotación de los recursos de su propiedad y por ende, se encargaría de
garantizar su supervivencia a lo largo del tiempo, pero, estas acciones estarían dictadas más,
por el sostenimiento de su calidad de vida y de los beneficios que le genere la explotación de
los recursos, que por el hecho de cuidar la naturaleza como un componente básico de la
existencia humana. En este caso, la propiedad privada es el problema, no la solución. En el
segundo caso, no habría regulación. Por lo tanto, para lograr la protección real de los recursos
naturales, sería necesario crear un nuevo paradigma del concepto de desarrollo, donde se ajuste
y reforme el capitalismo actual, incorporando la regulación del Estado a través de políticas
públicas donde inicialmente se considere la preservación de los recursos naturales y
posteriormente, la de la propiedad privada, por lo tanto se respondería a una iniciativa comunal,
pública, colectiva, con políticias de intervención gubernamental.

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Medio ambiente, Economía de incentivos y liberalismo y políticas públicas (regulación
estatal)

En el caso de las estrategias voluntarias, como la economía de incentivos, por ejemplo, donde
los mercados verdes coaccionan a los que contaminan, su implementación obedece más a una
estrategia del mercado por parte de las organizaciones, en donde, en algunas ocasiones, la
generación de rentabilidad, se ve supeditada a la implementación de prácticas que promuevan
la protección de los recursos naturales, pero una vez más, esto se hace para garantizar el
bienestar económico de las organizaciones y por ende de unos pocos individuos, que por tener
activa una conciencia ambiental que promueva el mejoramiento del entorno y por ende, de la
sociedad, donde prevalezca el bienestar social por encima del particular (llamado organización).

Así, para lograr una real protección ambiental, es necesario traspasar el límite discursivo de las
estrategias voluntarias, impulsadas desde organismos internacionales, el cual está orientado en
mayor medida a preservar el status quo de la sociedad capitalista, donde se busca el interés de
las empresas y los grupos hegemónicos y no el interés colectivo. Proteger el medio ambiente
significa modificar éstas conductas, para lo cual, es necesario en un primer momento iniciar
con mecanismos coercitivos que poco a poco vayan generando institucionalización. Así, se
propone un modelo de múltiples actores e incentivos para lograr un mayor avance en la
plataforma institucional, de tal manera que se generen construcciones colectivas, que permitan
generar acuerdos entre las partes para la preservación del medio ambiente y así paulatinamente
ir eliminando acciones coercitivas por acciones de consenso.

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