Ev Por Competencias Mexico
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competencias en México
Jesús Daniel Barraza de la Cruz
Unidad Ciudad Juárez
Barraza De la cruz, J.D. (2016). El trasfondo del enfoque por competencias en México. En J.A. Trujillo
Holguín y J.L. García Leos (coords.), Desarrollo profesional docente: reforma educativa, contenidos
currículares y procesos de evaluación (pp. 39-47), Chihuahua, México: Escuela Normal Superior Profr.
José E. Medrano R.
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Jesús Adolfo Trujillo Holguín y José Luis García Leos (coords.)
Resumen
El enfoque por competencias es relativamente moderno y busca que los es-
tudiantes de educación básica desarrollen habilidades para poner en práctica
el conocimiento en la resolución de problemas de la vida cotidiana. Ser com-
petente significa realizar alguna actividad de la mejor manera posible. Así, la
persona que desarrolla competencias está preparada para realizar actividades
cotidianas que le generen un conflicto; en otras palabras, se promueve que el
ciudadano sea útil a la sociedad, una sociedad que es controlada por la gente
que tiene el poder económico y social y son los que requieren tener mano
de obra capacitada que pueda realizar la actividad de manera eficiente, sin
generar un alto costo y de esta forma seguir generando riqueza y abundan-
cia. La mala organización y la falta de información provoca que la sociedad
realice críticas al aire, que se resistan al cambio y todo se convierta en una
lucha en la que, como sociedad, perdemos al no informarnos acerca de la
nueva reforma educativa, al no participar de manera activa en el diseño,
planeación y ejecución de la misma en nuestras escuelas. Quien sabe si un
enfoque puede o no ser útil es el docente, ya que convive diariamente con
los niños dentro del aula; pero al no hacerlos partícipes en la valoración de
este enfoque se promueve que estos sigan siendo un instrumento más del
gobierno que en realidad busca favorecer intereses políticos y personales,
pero no piensan en la capacitación correcta de los estudiantes. Es por esto
que se plantea que existe un trasfondo en la planeación del enfoque por
competencias.
Introducción
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que agachan la cabeza y continúan por el camino que traza el gobierno; se evita
investigar y conocer para posteriormente emitir un juicio de valor.
El propósito de este documento es reflexionar acerca de lo que propone
este enfoque por competencias, las posibles virtudes y defectos que se pueden
encontrar al trabajar de esta manera. Se analiza qué tipo de ciudadano es el que
busca el enfoque por competencias y cuáles son sus intenciones reales, apoyado
en algunos teóricos que abordan el tema de las competencias en la educación.
México creó, pues, una reforma educativa basada en acciones que han resul-
tado exitosas en otros países, buscando así que tengamos el mismo resultado
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y que pronto igualemos el nivel educativo de los países desarrollados; por
tanto, mejore nuestra economía y de esta manera tengamos calidad de vida.
Desgraciadamente, el gobierno ha tomado solo algunos elementos del enfo-
que que utilizan en otros países, descuidando otros que son muy importantes
y que le dan un giro completo a los resultados que obtenemos al utilizar este
enfoque por competencias. Por ejemplo, el crear una reforma con un enfoque
educativo diferente, con otro plan de estudios, nuevos programas y diferente
forma de evaluación, requiere primero de capacitación docente, ya que son los
maestros quienes ponen en práctica lo establecido en los documentos que rigen
una reforma educativa. Se requiere una buena infraestructura en las escuelas,
apoyo para las familias de los alumnos y maestros competentes.
Todo esto genera un alto costo que el gobierno debería cubrir; sin embargo,
se ha notado muy poco apoyo por parte de las autoridades correspondientes;
están pidiendo resultados iguales a los de países desarrollados, pero brindando
muy pocos recursos a la educación; es decir, quieren que los maestros logren
mucho con poco.
El enfoque por competencias no es malo; simplemente está diseñado de
manera muy global, y siendo México un país muy diverso cultural y económi-
camente se torna un tanto complicado estandarizar los resultados obtenidos en
todo el país. Primero que nada se debe hacer un diagnóstico de la educación en
nuestro país; pero no comparando con otros países, sino tomando en cuenta las
características de nuestros habitantes y el contexto en el que se desempeñan,
para poder así establecer metas encaminadas a mejorar la calidad de vida de
nuestra población y no a formar mano de obra para que el gobierno se vea favo-
recido y que el poder económico y social siga en manos de un pequeño grupo.
CEPAL y UNESCO (1992) hablan de “capital humano”, en tanto conciben
al individuo como un conjunto de atributos valiosos que pueden ser incremen-
tados por medio de la inversión apropiada para el progreso económico de las
empresas y el Estado. Los seres humanos son entonces materia prima para
ganancias futuras.
Es así como ha funcionado nuestro país a lo largo de la historia. Aquellos
que tienen un nivel socioeconómico alto se favorecen de la mano de obra de
aquellos con bajo nivel económico y social; la diferencia es que el enfoque
por competencias busca que ese “capital humano” esté mejor preparado, pue-
da lograr mayor producción en menos tiempo e incluso que una sola persona
tenga la habilidad de realizar diversas funciones dentro de la empresa. Así,
los empresarios invierten en menos recursos humanos y obtiene los mismos o
mejores resultados, lo cual impacta directamente en su propia economía, mas
no en la de los ciudadanos.
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En lo estrictamente relacionado con el aprendizaje de los alumnos se puede
rescatar que después de un pequeño análisis se percataron de que al terminar la
educación básica, las personas tenían el conocimiento, pero no la habilidad de
saber cuándo era útil para solventar situaciones de su vida cotidiana. Por eso
es que el enfoque por competencias se centra en que el alumno sepa dónde y
cuándo debe utilizar los aprendizajes obtenidos; de esta manera se piensa que
se están preparando para desempeñarse de manera útil en la sociedad.
En décadas anteriores, el maestro era conductista; es decir, transmitía
o vaciaba únicamente el conocimiento que él tenía en la mente del niño; era
un aprendizaje completamente teórico; la función de la educación se basaba
en la adquisición de conocimiento, utilizando como principal herramienta la
memorización y dejando la responsabilidad total del aprendizaje en el maestro.
Hoy en día se pretende que sea el alumno el actor principal en el proceso
de enseñanza-aprendizaje, basado un poco más en el maestro constructivis-
ta, el cual se preocupa en que el alumno construya su propio conocimiento
(metacognición), tomando el docente un papel diferente; esto es, como guía
o facilitador del aprendizaje.
El enfoque por competencias sigue buscando que el alumno construya su
propio conocimiento, que lo haga de manera práctica, apoyado en situaciones
reales que se encuentre en su vida diaria; solo que ahora, además de construir
el conocimiento, debe desarrollar las habilidades y actitudes necesarias para
saber qué puede hacer con el conocimiento, para qué le es útil, cuándo y de
qué manera lo va a utilizar.
Se pretende formar personas preparadas para afrontar una vida en sociedad
en constante movimiento, con nuevas exigencias por el avance de la tecnología,
misma que propicia cambios en industrias, máquinas y en todas las actividades
que realizamos cotidianamente. Para mala fortuna nuestra, la sociedad está en
un proceso muy acelerado que brinda muy poco tiempo para capacitar personal;
por tanto, el enfoque por competencias pretende formar seres humanos que al
término de la educación básica sean capaces de desarrollar diversas actividades
y de afrontar el cambio constante en el desempeño de una función.
En la nueva sociedad del conocimiento se observan cambios en el mercado
y en el empleo que exigen nuevas ocupaciones, por lo que se plantea superar
el modelo educativo basado en la sociedad industrial por otro que responda
a la formación de nuevas capacidades y competencias del ciudadano, para
adaptarse a los cambios de la cultura y el trabajo (Cabra, 2008).
De esta manera, el gobierno pretende que los estudiantes que terminan
la educación básica, que abarca preescolar, primaria y secundaria, puedan
desempeñar una actividad como lo haría en otros tiempos únicamente un pro-
fesional. De esta manera obtienen doble beneficio, pues aumenta la baraja de
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opciones para contratar personal y disminuye el costo o el pago que deben
hacer por dicha actividad.
Desgraciadamente, con tristeza veo cómo este enfoque promueve que
los alumnos se preparen para ser funcionales en la sociedad, para servir a
quienes necesitan sus servicios. De esta manera seguimos muy lejos de formar
ciudadanos emprendedores, exitosos, autónomos, que busquen innovar, crecer
profesional y personalmente; seguimos siendo un instrumento del gobierno que
de una manera sutil engaña a sus ciudadanos, brindando en algunos lugares
apoyos suficientes para que los alumnos terminen la educación básica, pero
después se torna complicado estudiar en una universidad, una maestría o un
doctorado. De igual manera se ofrecen nuevos empleos en industrias o fábricas
que otorgan un sueldo bajo, pero existen pocos trabajos para profesionales,
maestros o doctores en alguna rama especial.
Actualmente encontramos profesionales trabajando en maquiladoras y
supermercados desempeñando funciones diferentes a las de su profesión, con
un sueldo que no premia el esfuerzo por prepararse.
El proyecto pedagógico de formación basado en competencias es el es-
cenario en el que se pone a funcionar una nueva moda, detrás de la cual se
esconde una concepción de la política educativa al servicio del “entorno”, “las
expectativas de los empleadores” y las exigencias pragmáticas, cuantitativas
y económicas de un determinado modelo de sociedad, considerado benéfico
en sí mismo (Bustamante, 2003; Zubiría, 2004).
Concuerdo totalmente con el autor, detrás del enunciado que dice que los
estudiantes serán preparados para la vida en sociedad; existe una satisfacción
de intereses económicos en un pequeño sector de la población, que son los
que manejan las empresas importantes en nuestro país. Las competencias de-
terminan qué cualidades requieren quienes aspiran a ser trabajadores dentro
de estas empresas poderosas.
Se dice que los docentes han rechazado este enfoque por competencias y
que de cierta manera no apoyan la reforma educativa. Se tiene la equivocada
noción de que les parece malo y que por eso siguen trabajando con el enfoque
antiguo; sin embargo, no es precisamente la reforma educativa o el enfoque
por competencias el que preocupa a los profesionales de la educación, sino más
bien las formas de enseñanza con las que los alumnos pueden alcanzar esas
competencias y, sobre todo, cómo hay que evaluar para saber si el alumno es
competente. Además, el docente sí se preocupa por el futuro de sus alumnos
y algunos logran percatarse del trasfondo que existe en el enfoque por compe-
tencias, mismo que no favorece el desarrollo profesional de los niños y jóvenes
mexicanos y que busca que se trabaje a marchas forzadas durante la educación
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básica para que alcancen el perfil de egreso y esto permita a los empresarios
y comerciantes seleccionar mano de obra eficiente y barata.
El problema es que piden al docente que evalúe a sus alumnos de acuerdo
con sus características personales, tomando en cuenta el contexto, si presentan
o no necesidades educativas especiales y respetando su proceso de aprendi-
zaje; sin embargo, todo esto se contradice cuando nos dicen que el referente
para la evaluación son los aprendizajes esperados, estándares curriculares y
competencias que están establecidos de manera global y no permiten hacer
diferencias físicas, emocionales y culturales.
La importancia de las competencias en general es aceptada, pero se entien-
de que reconocer el concepto no es suficiente. Las verdaderas implicaciones
se encuentran en identificar los modos más adecuados de enseñanza, activi-
dades de aprendizaje que promuevan conocimientos, habilidades y actitudes
y modos de evaluar dichas competencias en coherencia con los objetivos de
formación (Cabra, 2008).
El enfoque por competencias, así como la reforma educativa en general,
tiene muchos retos por cumplir. Primero que nada es necesario que se cuente
con la información suficientemente clara, que los encargados de inspeccionar
que este enfoque se lleve a cabo en la educación básica logren dominar su con-
tenido y puedan brindar las herramientas a los docentes para que lo conozcan y
desarrollen habilidades para trabajarlo en su práctica docente. Es necesaria la
actualización de los maestros para usar los nuevos instrumentos de evaluación,
materiales didácticos y sobre todo el uso de las TIC, recordando que algunos
docentes que tienen un buen camino recorrido en la docencia no dominan las
herramientas tecnológicas.
Otro punto interesante es precisamente la infraestructura y materiales para
las escuelas. La reforma educativa actual menciona estrategias y materiales
que es necesario utilizar en los centros escolares; sin embargo, en gran parte
del país las escuelas no cuentan con el apoyo suficiente o bien las condiciones
del contexto no permiten el uso de algunas herramientas. Por ejemplo, hay
lugares donde se llevan computadoras para los niños y ni siquiera tiene luz
eléctrica, lo cual complica el uso de las mismas.
Los maestros son quienes ponen la cara ante la sociedad y es por eso que
siguen buscando aplicar el enfoque por competencias con los pocos recursos
que tienen, pensando en que el niño se vea beneficiado y pueda llegar a ser
un individuo competente, como marca el plan y los programas de estudio,
así como cumplir con los rasgos del perfil de egreso de educación básica. El
enfoque puede llegar a funcionar de mejor manera cuando exista una buena
organización. Mientras tanto seguiremos en una imitación de enfoque por
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competencias que tiene la intención de favorecer a quienes tienen el poder en
nuestro país, situación que no es nueva en la historia de México.
El país requiere autoridades que verdaderamente se preocupen por Mé-
xico, que dejen de lado los compadrazgos y las relaciones afectivas con los
dueños de televisoras y empresas y verdaderamente atiendan las necesidades
educativas de una población que se encuentra atrapada en las mentiras de los
medios de comunicación y las redes sociales. Necesitamos políticos que no
se aprovechen de nuestra vulnerabilidad y que busquen potenciar nuestras
capacidades, y como ciudadanos debemos investigar y conocer qué es lo que
está sucediendo con la educación e iniciar el cambio desde nosotros mismos,
con nuestras acciones y formas de pensar.
Conclusión
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lo que venga. No importa si de primera intención le parece bueno o malo el
enfoque o la reforma educativa; hay que fomentar el hábito de investigar, de
conocer acerca del tema, encontrar los pros y los contra para aterrizarlos en
el salón de clase, en la realidad y entonces, por medio de la observación y la
práctica, poder dar un punto de vista argumentado, donde se exprese por qué
puede llegar a funcionar o bien puede terminar siendo un fracaso.
Referencias
Barrón, C. (2000). La formación en competencias. En M.A. Valle (edit.),
Formación de competencias y certificación profesional. México: UNAM.
Bustamante, G. (2003). El concepto de competencia III. Un caso de
recontextualización: las “competencias” en la educación contemporánea.
Bogotá, Colombia: Sociedad Colombiana de Pedagogía.
Cabra Torres, F. (2008, mayo-agosto). La evaluación y el enfoque de
competencias: tensiones, limitaciones y oportunidades para la innovación
docente en la universidad. Revista Escuela de Administración de Negocios,
(63), 91-106.
CEPAL-UNESCO. (1992). Educación y conocimiento, eje de la transformación
productiva con equidad. Santiago de Chile.
HayGroup. (1996). Las competencias: clave para una gestión integrada de los
recursos humanos. España: Ediciones Deusto.
Zubiría, S. (2004). La mala pedagogía se hace con buenas intenciones. En G.
Bustamante et ál. (eds.), El concepto de competencias II. Socolpe, Bogotá.
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