Lida de Malkiel Maria Rosa - La Tradicion Clasica en España
Lida de Malkiel Maria Rosa - La Tradicion Clasica en España
Lida de Malkiel Maria Rosa - La Tradicion Clasica en España
LA t r a d ic i On c l A s ic a
EN ESPANA
EDITORIAL ARIEL
Esplugues de Llobregat
Barcelona
Cubierta: Alberto Corazon
Impreso en Espana
I
A lo largo de casi cuarenta anos de lectura apasionada e in
vestigation penetrante, empezando con su mas tierna ado-
lescencia, Maria Rosa Lida de Malkiel no cejo en su lealtad
a la literatura. Desde luego, tenia otros intereses: la entu-
siasmaban ciertos compositores, ante todo Bach (y su escuela)
y Mozart; admiraba a varios pintores —prefiriendo quiza los
retratistas a los paisajistas—, y en sus viajes por el continente
norteamericano nunca perdia la ocasidn de ir a un museo de
bellas artes; la atraia la historiografia antigua y moderna; era
folklorista consumada y, aguijoneada por esta curiosidad tem-
prana, tambien se orientaba con acierto en mitologia y etno-
grafia, sin llegar a ser verdadera especialista en disciplinas de
dimensiones tan t^cnicas; en fin, era capaz no solo de com-
prender trabajos de sesgo lingiiistico, sino que aun escribio
varias notas de caracter lexicografico u onomastico. Todo ello
no quita nada a nuestro aserto de que el contacto espontaneo
con la literatura y el estudio sistematico de ciertas epocas y
tradiciones nacionales, asi como de varios autores predilectos,
nunca ceso de ser la nota dominante de su vida intelectual y
artistica.
Pero dentro de este empeno ejemplar reconocemos nume-
rosos cambios y matices. El «primer amor» de la futura in-
vestigadora eran las letras antiguas —todavia no la literatura
medieval o renacentista, ni menos la moderna—. Como trat£
10 la tradici6n clAsica en espana
de explicar en otro contexto 1, no es inverosimil que ese im-
petuoso deseo de descender a las mds antiguas raices de la
cultura se deba a la tradicion judaica de su familia, sustitu-
yendose un clasicismo por otro, lo hebreo por lo griego y
latino, Jerusalen por Atenas y Roma —en un primer perfodo
de su desarrollo—. Sea o no convincente esta hipotesis, no
cabe duda de que la joven «egresada» de la Facultad de Filo-
soffa y Letras se declaro estudiosa de la filologfa clasica y
dedico el primer lustro de sus ocios a la lectura sistematica
de los autores de la Antigiiedad, comenzando con Homero y
Pindaro. Como la materia se ensenaba mal en Buenos Aires,
la joven investigadora, ya muy disciplinada, no tardo en reco-
nocer la necesidad de un riguroso autoaprendizaje. Adquirio
un excelente conocimiento del ingles y del aleman; aprovecho
sus modestos ahorros para acumular, poco a poco, una pe-
quena biblioteca particular —que a veces estaba puesta al dla
mejor que las bibliotecas publicas y universitarias de su pa-
tT'la—i se dedico a devorar revistas extranjeras, anotando es-
crupulosamente todo lo leido.
Hacia 1935, tales actividades dejaron de ser la preocupa-
cion principal de la autora; sin embargo, perduraron hasta
finales de 1947, aun despuds de su traslado a los Estados Uni-
dos. En efecto, el primer trabajo que emprendio en Cambridge
era una traduccion (al espanol) de Tucldides, proyecto que no
llevo a cabo. El fragmento queda inedito, como otras muchas
tentativas que babia becbo la autora en esta direccidn general
(nos referimos ante todo a su traduccidn de La cite antique,
de Fustel de Coulanges, que le fue encargada por la editorial
Losada y que en el ultimo momento no salio, porque otra
editorial, en Espana, se le babia adelantado). Entre las mues-
tras de los primeros tanteos de Maria Rosa Lida que llegaron
a ser publicados podemos aducir su excelente resena —breve,
pero enjundiosa— de la Gramatica latina de Rodolfo Oroz’
„ V ,PisCUT £odetenidamente este asunto en el artfculo «The Judaic Strain in
Maria Rosa Lida de Malkiel», que escribf a ruego del amigo Arie Serper para
la nueva revista Hebrew University Studies in Literature.
introducci6n 11
que ella coloc6 —ignoramos por qu£ conducto— en el Bole-
tin de la Biblioteca de Menendez Pelayo (1933); varios resu-
menes criticos de revistas eruditas (ante todo, de lengua ale-
mana) que le encargo Emerita; algunas antologias en miniatura
de traducciones de pasajes clasicos, agrupados en torno a un
topos («Esfuerzos ejemplares», «La palabra es lo primero»),
que salieron en la revista costarriquena Repertorio americano.
Constituyen las cumbres de esta actividad el amenisimo libro,
que ella, con modestia, intitulo Introduccion, sobre El teatro
de Sofocles (1944), y la traduction, precedida de un estudio
monografico, de Herodoto, que llevo a cabo en su periodo
porteno, aunque el libro salio con cierto retraso, cuando ya
estaba domiciliada en California.
En 1935, Amado Alonso (cuyo curso obligatorio sobre la
gramatica historica Maria Rosa ya habia seguido con notable
exito, hacia 1930) tuvo la feliz idea de invitarla a ingresar,
como colaboradora cientifica, en su Instituto de Filologia, al
que daba en aquel entonces un enorme empuje, aspirando
a convertirlo en una espetie de sucursal o embajada del Cen
tro de Estudios Historicos madrileno, con marcada autonomia
local.
Amado Alonso y su amigo Pedro Henriquez Urena persua-
dieron a Maria Rosa Lida a que definiese de modo algo dis-
tinto su especialidad y su programa de pesquisas. Como la
filologia clasica en su forma mas pura carecia de arraigo en
el pais y en la metropoli y como esa distiplina estaba muy
lejos de florecer tampoco en la facultad, la joven helenista se
declararia dispuesta a enfocar otra categoria de problemas,
cuya discusidn y tentativas de solution podrian patrocinar,
con los recursos disponibles a ello, y sin roce con los fildlogos
clasicos, los peritos del Instituto de Filologia. Ademas, Hen
riquez Urena, siendo persona sumamente flexible, mantenia
relaciones muy estrechas con numerosas revistas y casas edi-
toriales, dentro y fuera del pais, lo que prometia resultar
muy oportuno para la difusion de cualquier hallazgo. Alonso
propuso, como nuevo denominador comun de los buceos cien-
12 la tradici6n clAsica en espana
II
Cualquier escrito literario o cientifico, por breve que sea,
tiene su propia historia —mejor dicho, prehistoria— «pe-
quena» o anecdotica. Habiendome enterado, por conductos
directos o indirectos, de las circunstancias que motivaron, hasta
cierto punto, la mayoria de los trabajos reunidos en este tomo,
puedo compartir con el lector no iniciado algunos recuerdos
personales y aun varias conjeturas y reflexiones.
Creo no equivocarme al declarar —fundandome en el ca-
racter impulsivo de Amado Alonso y tambien en la coyuntura
politica de aquel inolvidable momento historico— que la fun-
dacion nada menos que sensacional de la Revista de Filologia
Hispanica fue resultado de una decision espontanea. El primer
numero del tomo I —en que quedd incluido, como uno de los
dos articulos principales, «Transmisi6n y recreacion...»— de
bio de salir hacia fines, no hacia principios, del ano 1939; a tal
introducci6n 19
conjetura me inclinan, primero, el hecho de que La Nation
de Buenos Aires publico una resena anonima muy elogiosa de
dicho articulo en su numero del 3 de diciembre; y, luego, el
recuerdo de baber visto tan solo aquel numero al entrar por
primera vez en el gabinete de don Tomas Navarro en Co
lumbia University, muy a principios de marzo de 1940, a los
pocos dlas de mi llegada a Nueva York4. Por otra parte,
«Transmision y recreacion...» encierra los frutos de extensas y
muy detenidas lecturas, que debieron de escalonarse a lo largo
de tres o cuatro anos de labor intensa y silenciosa. Me ima-
gino que Alonso, un poco impaciente y muy deseoso de
«lanzar» lo mas pronto posible a su mejor alumna, se apre-
suro a ofrecer, en 1938, las primicias de su trabajo («E1 rui-
senor de las Ge6rgicas...») a una revista europea5; luego,
dandose cuenta de la impresion muy halagiiena que produ-
4. Puedo agregar otto dato en apoyo de mi hipotesis. En su sentida ne-
crologia de la autora, que todavia reclamara nuestta atencion, Marcel Bataillon
cuenta (pag. 190) que la dedicatoria en el sobretiro del articulo que le llego
llevaba la fecha del 26 de octubre de 1939.
5. Existe una dimension intima de la historia de este articulo, que ya no
hay necesidad de esconder, y que confirma lo poco que comprendia Amado Alon
so a Maria Rosa, y no solo en materias tan insignificantes como aquellas comicas
tentativas suyas, hacia 1940, de convertirla en dialectologa. Cuando la timida
alumna le entrego su manuscrito sobre las Gedrgicas, Amado Alonso, sin si-
quiera consultarla, se apresuro a mandarlo a la revista de Hamburgo, sin darse
cuenta del aspecto tragico de su accion —no se manda al azar, en pleno 1938,
el manuscrito de una judia a una ciudadela del imperio nazista—, ni tampoco
del aspecto tragicomico, ya que, de salir a luz este hecho, la propia revista
hubiera podido ser cerrada o, por lo menos, «castigada».
Comprendiendo perfectamente que se trataba de un caso de atolondramiento
y no de mala voluntad de parte de su maestro, Maria Rosa Lida desatendio
el incidente (mejor dicho, el desliz), pero se empeno en no distribuir un solo
sobretiro de los que le llegaron de Hamburgo (de hecho, ni salvo las erratas,
es decir, ni los miro). El episodio es instructive, porque muestra hasta que
punto Amado Alonso era incapaz de evolucionar una vez que se radico en el
Nuevo Mundo; habiendo trabajado en la ciudad hanseatica como becario del
Centro de Estudios Historicos, alia por 1925, no se podia imaginar lo que
habia llegado a ser un centra universitario nazi. Esta terquedad tambien carac-
teriza el apego de Alonso a ciertas modas europeas (por ejemplo, el idealismo
de Vossler) de los anos veinte, que ya eran un anacronismo en Harvard alia
por 1950. De ahi quizas el escasisimo exito que tuvo en Norteamerica, fuera de
los esttechos circulos de hispandfonos.
20 la tradici6n clasica en espana
Ill
<jQue conclusiones se pueden sacar de los trabajos reunidos
en este tomo —que abarcan los anos 1939-1962, es decir,
casi un cuarto de siglo— sobre la evolution de la autora?
Antes de contestar a esta pregunta, conviene matizar un poco
el concepto del tiempo. Si la autora hubiera vivido en otra
epoca y escrito parecida serie de artfculos entre 1890 y 1913
o entre 1950 y 1973, la situation serfa muy distinta. Coincide
el auge de su actividad con unas convulsiones terribles en la
historia universal (guerra mundial, guerras civiles, dictaduras,
genocidios), y su propia vida, relativamente sosegada, muestra
un cambio brusco cuando, en el mes de septiembre de 1947,
dejo atras su familia, su cfrculo de amigos, su facultad, su
24 la tradici6n clasica en espana
querida ciudad natal, por la cual sentia tan fuerte apego, para
trasladarse para siempre —no cuentan dos o tres breves vl-
sitas posteriores a Buenos Aires— a un pais de habla, cul-
tura y escala de valores muy distintas. De modo que, psicolo-
gicamente, los concentradisimos veinticuatro anos representa-
dos en esta miscelanea corresponden a un arco de medio siglo
o mas.
Comencemos la valoracion critica con lo que ella misma
pensaba de su obra. Tenia la costumbre de hablar muy poco
de si y de su trabajo, reservando el dialogo consigo misma
para sus diarios. Asi y todo, a veces se desahogaba; de tales
confesiones ocasionales y de tal autocritica es licito recons-
truir su imagen. A1 evocar, alia por 1960, sus trabajos juve
niles, adtmtia que la habian embelesado demasiado ciertos
detalles (paralelismos, filiaciones) pintorescos o picantes; que
se habia dejado cautivar de manera excesiva por temas inheren-
temente poeticos, como el gorjeo de ruisenores o la imagen
del ciervo herido, y que, en busca de lo exquisito, habia des-
cuidado problemas mas fundamentals. (Si el lector me autori-
zase aqui a trazar un paralelo con la lingiiistica, diria que el
examen monografico, microscopico, de desarrollos apasionantes
en la historia literaria corresponde hasta cierto punto a la eti-
mologia, que a veces tambien peca por su exagerada atencion
a temas elegantes y trayectorias dramaticas.) La divisoria entre
el estilo y el enfoque individualizante de la juventud de Maria
Rosa y el metodo de documentacion mas selectiva, de orien
tation mas teorica y de miras mas amplias, que caracterizan
las obras de su madurez, se puede identificar con los dos
extraordinarios articulos-resenas ya aludidos que salieron uno
tras otro en 1951: «Perduracion de la literatura antigua en
Occidente» y «La tradition clasica en Espana». Afortunada-
mente, ambos trabajos, de perfil panoramico, estan represen-
tados en esta miscelanea.
Para apreciar con mayor justicia las primeras obras maes-
tras de la autora, no es el peor metodo hojear sus opusculos
medio olvidados de los anos treinta. Estos trabajitos, todavia
introducci6n 25
muy modestos —que apenas si presagian el esplendor de su
futura obra de investigadora—, muestran a una mujer joven
ya innegablemente brillante, pero un tanto encogida, de mar-
cada sensibilidad historica y estetica, a quien fascina la lectura
como experiencia artfstica y humana, pero a quien todavfa
no preocupan demasiado los problemas teoricos que hoy esta
de moda plantear al dar los primeros pasos en estudios lite-
rarios. Alla por 1935, Maria Rosa Lida fue lectora atenta y
apasionada, antologista incansable, traductora y anotadora ri-
gurosa de textos. La encantaban, por un lado, la lectura rdpi-
da, al azar, y por otro la lectura detenida y premeditada, de
sesgo exegetico y filologico; pero no se ve que la haya satis-
fecho el rastreo de fuentes para la demostracion de una tesis
especulativa. No confundfa inquietudes abstractas, filosoficas,
con su curiosidad de lectora, lega o erudita; no aprovechaba
sus contactos con textos artisticos para probar o rechazar posi-
ciones teoricas como el biografismo o el determinismo.
El apego al testimonio y no la especulacion —con sus afir-
maciones a humo de pajas— quedo como un rasgo inconfun-
dible de las pesquisas de Marfa Rosa Lida de Malkiel (como
sigue siendolo de las investigaciones ultrapirenaicas tan equi-
libradas y felizmente formuladas de Jean Frappier, a quien
ella admiraba); pero, desde luego, hubo de llegar el momento
en que el placer de enhebrar pasajes bien seleccionados (aun
comentandolos con impecable gusto) se agotd a fuerza de repe-
ticion. A riesgo de recalcar un hallazgo trivial insisto en que
las ambiciosas resenas paralelas de los libros de Curtius y
Highet marcan esa decisiva transicion del microcosmos al ma
crocosmos, que tambien explica —si se permite alejarme del
marco de la miscelanea presente— la diferencia fundamental
entre las viejas e inofensivas «Notas...» (1940) y las «Nuevas
notas...» (1959), repletas de desaffos y polemica, al Libro de
Buen Amor.
No es este reajuste el unico cambio radical que, a bien
mirar, se observa en la actitud de la autora. He aquf otro,
a que no se refirio nunca, ni aun en sus conversaciones con-
26 la tradici6n clAsica en espana
I
1. E l ruisenor de las «G e 6 rgicas»
ga panegirica», en que Lope vierte en facil retorica culterana los versos «Divina
Elisa, pues agora el cielo / con inmortales pies pisas y mides»:
Yo, siempre agradecido,
las memorias adoro
de aquella excelentisima senora,
que con el pie cenido
de eternos lazos de oro,
por campos de zafir pisa la aurora.
Asi canta, asi llora
el ruisenor que pierde
el dueno que tenia ...
46 la tradici6n clAsica en espana
y en medio de las penas
con canto no aprendido,
con sus harpadas lenguas te alabasen,
y que cuando callasen
por el escuro velo
de la noche serena,
solo la filomena
por su dulce garganta en triste duelo
despida sus querellas,
moviendo a compasion a las estrellas.
4. — LIDA
50 LA tradici6n clasica en espana
Y sobre la huella de Garcilaso, Lope:
Lamenta Filomena,
gime la tortolilla enamorada.
(La Arcadia, IV)
Pero Francisco de la Torre acoge tambien la conseja de la
«tortola cuitada» (Endecha II), de la «viuda sin ventura» (li-
bro I, Cancion II y Endecha VII), a quien acompana, por
supuesto, Filomena. En la Cancion I, «Tortola solitaria, que
llorando...», el ruisenor retribuye el gemido musical de la
tortola sirviendole de planidera:
Avecilla doliente,
andes la selva errando
con el sonido de tu arrullo eterno:
y cuando el sempiterno
cielo cerrare tus cansados ojos,
llorete Filomena,
ya regalada un tiempo con tu pena a.
En estos versos, y mas declaradamente en el envfo de la can
cion «Verde y eterna yedra», el canto, privilegio del ruisenor,
ha pasado por asociacion a su companera:
De Filomena o tortola doliente,
cancion, buscad la harpada
lengua, y all! llorad mi vida ansiada.
Algo semejante acontece en las Rimas de Camoens, quien,
con cierta insistencia, concibe el gorjeo de la golondrina (Proc-
ne) como dolorido bajo o contrapunto del cantar lfrico del
ruisenor (Filomela):
En quamto Progne o triste sentimento
da corrompida irmaa co’o pranto ajuda.
(Egloga VII)
Ves como a Philomela deixa o canto,
com que incita os pastores namorados,
e multiplica Progne o triste pranto?
(Egloga XV)
TEMAS GRECOLATINOS EN LA POESIA LIRICa 51
Progne triste suspira
e Philomela chora.
(Oda IX)
5. — LIDA
66 LA tradici6n clasica en espana
perduracion de la anecdota lirica del salmo —el ciervo encen-
dido en deseo ante las aguas vivas—. La «Doliente cierva» repi-
te, pues, con tecnica nueva el motivo de Boscan. Su peculiaridad
estriba en presentar la muerte de los dos ciervos como «triunfo
glorioso», o sea, en su intento de convertir la res de monteria
en una criatura literaria de significado semejante al de la tor
tola 19. Asi como la tortola casta de Eliano se transforma en la
Edad Media en ejemplo de inconsolable viudez, y como la Fi-
lomela clasica muere cantando, hecha paradigma de amor divi-
no, de igual modo el ciervo, que en toda la Antigiiedad ha sido
comparacion de amores, recibe una nueva «naturaleza». San
Juan de la Cruz la declara en frases que traducen los giros fijos
de un ejemplario:
19. Es evidente que va trazando la silueta del ciervo como leal enamorado
paralelamente a la conseja popularisima de la tortola:
Como tdrtolas solas y queridas
solos y acompanados anduvistes,
dice en la cancidn. En la endecha «Viuda sin ventura» otras poeticas congojas
acompanan, como hemos visto, a la «tortola cuitada»:
Llora Filomena, •
cierva herida brama.
La asociacion con el ciervo se trasluce tambien en la endecha «E1 pastor m£s
triste» con el termino «montero», peculiar de la caza mayor e inadecuado para el
matador de la tdrtola:
Tdrtola cuitada,
que el montero fiero
le quitd la gloria
de su companero.
Comparese en la Cancidn II:
el regalado y blando
pecho pasado del veloz montero.
Y tambidn:
las asechanzas de un montero crudo.
TEMAS GRECOLATINOS EN LA POESIA LIRICA 67
Y es de saber que la propiedad del ciervo es subirse a los
lugares altos, ... y si oye quejar a la consorte y siente que
esta herida, luego se va con ella y la regala y acaricia 20.
Francisco de la Torre tomo tal ficcion como hilo de la «Dolien-
te cierva» sin mas cambio que el impuesto por la imitation
de la Eneida: el elegir la cierva herida como figura en movimien-
to. Su cancion, difusa y narrativa, se orienta mediante este tema
hacia la lfrica pura del Cantico espiritual, donde el simbolismo
animal, infinitamente denso, empalma la transmision de cultura
continua de la Antigiiedad a la Edad Media con la transmision
reanudada de la Antigiiedad al Renacimiento.
En el Cantico la presencia de la compleja imagen del ciervo
herido que ansia las aguas no se justifica unicamente por su raiz
biblica. La admision del elemento virgiliano es muestra de una
manera esencial de la poesfa devota espanola que solo en raros
momentos —en los versos de San Juan, ante todo— deja sub-
sistir el sutil equilibrio en que se apoya la belleza: el «vol-
ver a lo divino», piedra de escandalo de la critica extranjera,
no tiene asomos de blasfemia ni de satira; proviene, al contra-
20. Declaracion del verso «que el ciervo vulnerado» del Cantico espiritual.
Comparense, por ejemplo, las formulas iniciales del bestiario latino editado por
A. Tobler en ZRPb, XII, 1888, pags. 57 y sigs.: «Cervus habet duas naturas et
duas figuras». a) «Trait cum naribus serpentes ... ». b) «Et aliam naturam habet
cervus, quando natat cum aliis ... Cervus hanc naturam habet, quia quando
facit filios ...»i. La fabula del fidelfsimo amor del ciervo, contada como caso
acontecido, esta puesta en boca del personaje «a quien era muerta su amada»
en la novela anonima CuestiSn de amor, compuesta entre 1508 y 1512. La si-
guiente octava de Camoens (Egloga IV, 5) parece recoger la ficcion de los
ciervos enamorados —pero antes de que el cazador ponga a prueba la ternura
del animal— orientada al climax petrarquesco, heredado de la poes'a provenzal
y aun de la arabe, de la herida de amor, tan rigurosa como la de la muerte:
O cervo, que escondido e emboscado,
temendo o cobifoso cafador,
esta na selva, monte, bosque ou prado
e alii donde vive, vive amor:
de temor e de amor acompanhado
com iusta causa amor tern e temor:
temor a quern para ferillo vinha,
amor a quern ja ferido o tinha.
68 la tradici6n clasica en espana
21. Las Canciones del alma que se duele de que no puede amar a Dios tanto
como desea vuelven a lo divino «A la Flor de Gnido»:
Si de mi baja suerte
las llamas del amor tan fuertes fuesen
que absorbiesen la muerte,
y tanto mas creciesen
que las aguas del mar tambien ardiesen.
Como es sabido, la forma estrofica de la Noche oscura y el Ccntico espiritual
es la de la Cancion V de Garcilaso, asociada por Luis de Leon, maestro del
santo —«buen lapidario ... desta piedra rica», le llama fray Jeronimo de San
Jose—, a la expresion del pensamiento filosofico y religioso. El motivo de la
«cristalina fuente» procede, segun Pfandl (Historia de la literatura national
espaiiola en la Edad de Oro, Barcelona, 1933, pag. 108), de la novela italiana
del Caballero Platir; el del cabello de la amada como lazo o red del alma es
un tema de Petrarca (sonetos 196, 197, 198), fijado en la Cancion IV de
Garcilaso, desarrollado en dos sonetos Castellanos de Camoens («A la margen
del Tajo un claro dia», «E1 vaso reluciente y cristalino») y otras poesias suyas,
y repetido con predilection por Herrera —para no nombrar sino los mas famosos
de entre los herederos inmediatos de Garcilaso—. Los nombres mitologicos (Sire-
nas, Filomena), las alusiones a la fabula del ruisenor y a la de la tdrtola no son
recuerdos maquinales de la lengua poetica del momento: desempenan un come-
tido especial, que se perfila materialmente en su extensidn y en los pasajes nunca
accesorios en que se encuentran. Recuerdos evidentes de la Egloga I de Gar
cilaso se hallan en la Llama de amor viva («rompe la tela» = «ioh tela delica-
da!» 4- «este velo / rompa del cuerpo» y tambien «do se rompiese / aquesta
tela de la vida fuerte» de la Egloga II; «ioh mano blanda, oh toque deli-
cado!» —«;oh miserable hado, / oh tela delicada!» + «<;D6 esta la blanca mano
delicada?»). Otras reminiscencias en el Cantico espiritual («jOh prado de ver-
duras / de flores esmaltado!» = «Ves aqui un prado lleno de verdura») y Eglo
ga II («presentanos a colmo el prado flores / y esmalta en mil colores su verdu-
ra»; «buscando mis amores / ird por esos montes y riberas» = «busquemos otro ■
llano, / busquemos otros montes y otros rios»; «do mana el agua pura; / entremos
mas adentro en la espesura» = «Ves aqui una espesura, / ves aqui un agua
clara» -f- «en esta agua que corre clara y pura», «el canto de la dulce Filomena*
•al acabar el poema = «La blanca Filomena* al acabar el cantar de Salicio).
TEMAS GRECOLATINOS EN LA POESl'A LIRICA 69
con ojos renacentistas ha recorrido el Cantar de los cantares para
recrearlo en una version que nos es mas cercana que el original
porque nos emparienta con ella el fondo grecorromano de la
cultura moderna. La belleza del Cantico espiritual es accesible
a nuestra admiration como el sentido de una lengua romance lo
es a nuestro entendimiento; la del Cantar de Salomon es un
habla remota en que no solo las palabras sino tambien el pen-
samiento exigen traduction.
Asi, pues, el Cantico espiritual no solo admite en el motivo
del ciervo la imagen de la Eneida sino que le da tambien predo-
minio sobre la del salmo. Pero ademas, y en eso difiere de
Boscan y de la generalidad de los poetas italianizantes, recoge
la elaboration medieval del tema. En la Edad Media la literatura
devota, aficionada a recrear espiritualmente la naturaleza en
sus bestiarios moralizados, ve en la «criatura simple» que al ser
acosada por los perros se entrega por si misma al cazador *22, y
cuyo enemigo especifico es la serpiente23, la figuration de Je
sus 24. San Juan de la Cruz acoge tales acepciones simbolicas
La Declaracion del verso «los valles solidarios nemorosos» sigue muy de cerca los
primeros versos de Nemoroso, y calca uno de sus giros: «Los valles ... de
dulces aguas llenos» = «vcrde prado de fresca sombra lleno».
22. As! Plinio, Historia natural, VIII, 32: «Urgente vi canum ultro confu-
giunt ad hominem ... Caetero animal simplex». Tambien afirma Plinio y lo
corrobora Eliano, Naturaleza de los animales, XII, 46, que para cazarlo los mon-
teros se valen de la musica, que lo atrae irresistiblemente. Estas dos «propieda-
des» estan patdticamente entrelazadas en los Conjuros de amor de Costana:
Aquel amor con que viene
la triste cierva enganada
rebramando,
donde el ballestero tiene
su muerte muy concertada
en llegando ...
23. Plinio, ibid.: «Et iis est cum serpente pugna. Vestigant cavernas, na-
riumque spiritu extrahunt renitentes» (lo mismo en XXVIII, 9). Eliano, ibid.,
II, 9, y VIII, 6. La fabula aparece en L’image du monde de Gautier o Gossuin
de Metz, compuesto a mediados del siglo xm, y en Le livre du tresor de Bru-
netto Latino, que tanta difusion tuvo en la Edad Media.
24. El sentido alegorico esta claramente indicado en el Bestiaire de Philippe
de Thaon, de principios del siglo xii. En el Ejemplario editado por A. Tobler
70 la tradici6n clAsica en espana
no solo porque son bien tradicional de las letras sagradas sino
por propio temperamento: frecuentisima en su expresion es la
referenda al mundo animal, donde menudean, junto a hechos
de fina observation, fabulas como la del ave fenix, la vibora, Ja
remora, el pajaro solitario, la paloma, la tortola y el ruisenor .
pertenecen las liras tituladas «Ansfa el alma estar con Cristo», parafrasis del
himno del cardenal Pedro Damiano, que comienza con el mismo simil («Ad
perennis vitae fontern mens sitivit arida»):
Del agua de la vida
mi alma tuvo sed insaciable;
desea la salida
del cuerpo miserable,
para beber desta agua perdurable.
San Juan de la Cruz repite la imagen al final de la parte I:
Contemplan con gran gozo
la presencia de Dios que tanto amaron:
bebiendo estan del pozo
que tanto desearon,
por cuya agua tan grande sed pasaron.
Y en la parte III:
Dichosa y venturosa
el alma que a su Dios tiene presente;
oh mil veces dichosa,
pues bebe de una fuente
que no se ha de agotar eternamente.
TEMAS GRECOLATINOS EN LA POESIA LIRXCA 77
cumplen todas las epifanlas. En la vision de la silueta animal
recortada en las altas penas pudo influir un recuerdo de Vir-
gilio 9, al que se opone, no obstante, con dos notas especificas:
frente a la grey de las Georgicas, la soledad «que no sufre com-
panla aunque sea de su naturaleza», condition esencial en que
insisten los Avisos y sentencias espirituales y representada en
el Cantico con el motivo de la tortola que vacia el alma para el
Encuentro. Frente al estatismo de la manada, detenida cara a la
rafaga fecunda, instabilidad vital que San Juan mismo se-
nala cuando declara el sentido del asomar del ciervo como un
comenzar a mostrarse, como
el asomar, que mata en un instante,
de la «Octava rima» de Boscan, vuelto a lo divino para designar,
mas que la revelation cabal, la promesa incumplida de una
presencia que cruza por el extasis del mistico y del poeta.
En el Cantico el tema del Esposo se reviste de la forma
simbolica animal (asi en el comienzo y en las tres respuestas)
con una insistencia que emana de la necesidad de contraponer
al alma, esencia humana, la no-humanidad del Esposo. El mo-
tivo del ciervo reaparece luego por ultima vez en el momento
en que el Esposo anuncia la union dirigiendose
A las aves ligeras,
• leones, ciervos, gamos saltadores,
y conjurandolos a no turbar el sueno de la Esposa:
Por las amenas liras
y cantos de Sirenas os conjuro ...29
29. GeSrgicas, libro III, 269 y sigs.:
Illas ducit amor trans Gargara, transque sonantem
Ascanium; superant montes et flumina tranant:
continuoque avidis ubi subdita flamma medullis
(vere magis, quia vere calor redit ossibus) illae
ore omnes versae in Zephyrum stant rupibus altis
exceptantque leves auras ...
78 LA TRADICION ClA.SICA EN ESPANA
En el Cantar de los cantares (II, 7 = HI, 5) el Esposo con-
jura a las doncellas «por los gamos y los ciervos del campo»,
volvemos a hallarnos, pues, en este pasaje, uno de los que mas
se arriman a la inspiration del original, con un cambio de con-
tenido a favor de la alusion marcadamente profana seme-
jante al correr de imagenes senalado en la Declaration de
«Adonde te escondiste...», cambio que una vez mas confirma el
empleo deliberado de la ornamentacion pagana en la expresion
poetica de San Juan de la Cruz.
Comentario elocuente del arraigo de la comparacion del cier-
vo herido y las aguas en el siglo xvil k es el haberse convertido
el feliz enlace de dos momentos liricos en definition esencial
del ciervo, como se desprende del soneto de Quevedo que enu-
mera los habitos de los animales:
Como al reclamo acude el pajarillo,
el tordo al fruto del temprano almendro,
al animal difunto el negro cuervo,
las saltadoras cabras al tomillo:
como a la voz del simple corderillo,
hambriento el lobo en su porfiar protervo,
al agua, herido de la flecha el ciervo ...
II
E l esquema «Flerida, para mi dulce y sabrosa /
MAS QUE LA FRUTA DEL CERCADO AJENO ...»
La arquitectura de las primeras octavas que cantan alterna-
tivamente Tirreno y Alcino en la Egloga III de Garcilaso se
remonta, como es sabido, a las comparaciones encontradas del
Ciclope de Teocrito:
IOh blanca Galatea! <-Por que rechazas al que te ama?
Mas blanca eres que leche cuajada, mas delicada que un
cordero, mas esquiva que una becerra, mas aceda que uva
en agraz.
Virgilio distribuye el contraste entre las dos voces del canto
amebeo (Egloga VII, 37 y sigs.):
—Nerine Galatea, thymo mihi dulcior Hyblae,
candidior cycnis, hedera formosior alba...
—Tmmn ego Sardoniis videar tibi amarior herbis,
horridior rusco, projecta vilior alga ... 31
La disposicion simetrica de las dos series de comparaciones
en el dialogo bucolico fue muy bien acogida en el Renacimiento,
pues coincidia con formas familiares de la lirica medieval, afi-
cionada a oponer tesis y a enumerar similes. Lo encontramos
asi en la Arcadia (Egloga II) de Sannazaro, que tanta in-
fluencia ejercio en la poesia pastoril espanola:
—Fillida mia, piu che i ligustri bianca,
piu vermiglia che’l prato a mezzo aprile...
—Tirrena mia, il cui colore agguaglia
le matutine rose e il puro latte...
31. —Nereide Galatea, mis dulce para ml que el tomillo hibleo, / mis
nevada que los cisnes, mis hermosa que la hiedra blanca ... / —Asl, al contra-
rio, te parezca yo mis amargo que las hierbas de Cerdena, / mis aspero que el
acebo, mis ruin que las ovas arrojadas ...
temas grecolatinos en la poesi'a lirica 81
Sannazaro simplified la simetria del original («Tu, mejor
que...», «Yo, peor que...»), reducida en sus versos a dos
series de comparaciones elativas, y su sencillo esquema («Tu,
mejor que...», «Tu, mejor que...») es el que adoptan casi una-
nimes, como iremos viendo, los poetas bucolicos de los si-
glos xvi y xvn en Espana; apenas difieren en exaltar en las
dos series a un mismo sujeto (asi Montemayor y Gil Polo) o a
dos distintos (Camoens, Barahona de Soto, Francisco de la To
rre, Valbuena). En cambio, la referida egloga de Garcilaso, que
en el comienzo de la responsion de los pastores presenta como
unico punto de contacto seguro con Sannazaro el momento pri-
maveral del prado 32, es justamente la que se mantiene fiel a
la estructura de Virgilio:
—Flerida, para ml dulce y sabrosa
mas que la fruta del cercado ajeno m,
mas blanca que la leche, y mas hermosa
que el prado, por abril de flores lleno ...
32. Tambien procede de Sannazaro (Arcadia, prosa XI) el nombre Tirreno
(«ivi vinsi Crisaldo, figluolo di Tirreno»), cuya forma femenina aparece en uno
de los versos citados de la Egloga II. El nombre del otro pastor es el del rey
de los feacios Alcfnoo (Odisea, VI-XIII), que Ariosto habfa puesto en boga por
haberlo dado a la maga Alcina, poseedora tambien de jardines sobrenaturales y
muros maravillosos (Orlando furioso, VI). (A. da Barberino, Guerin Meschino,
siglo xiv, ya conoce la maga Alcina.) Flerida viene de los libros de caballenas:
el Primaleon cuenta sus amores (que habfa de poner en escena Gil Vicente en
la tragicomedia Bon Buardos), y es figura importante en el Palmerin de Ingla-
terra, segunda parte del Primaledn. Phyllis se llama una de las pastoras celebra-
das en las Eglogas III y VII de Virgilio. En italiano y en espanol el nombre ha
dado dos formas: al acusativo, unico caso en que esta declinado en la Egloga III,
corresponde Fflida; al nominativo, repetido en la VII, Filis. Sannazaro, Galvez
de Montalvo y Cervantes, entre otros, los emplean como nombres distintos; en la
Arcadia del poeta napolitano, Fillida aparece en la Egloga II, y Filli, la amada
muerta, en la Egloga XII; la herofna de la novela pastoril de Galvez de Mon
talvo es Fflida, y Filis uno de los personajes secundarios. Cervantes presenta las
dos formas en la enumeracidn de nombres bucolicos del Quijote (I, 25):
cPiensas tu que las Amarilis, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Gala-
teas, las Fflidas ... ?
Para los nombres de tres de las cuatro ninfas del Taj'o, asf como para las octa-
vas que siguen a su mencion, Garcilaso contamino el comienzo del episodio de
6. — LIDA
82 la tradici6n clAsica en espana
—Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto mas que la retama,
y de ti despojado yo me vea,
cual queda el tronco de su verde rama ...
En El pastor de Filtda, novela al estilo de la Diana de Mon-
temayor, Luis Galvez de Montalvo presenta una nueva varian-
te de esta arquitectura en dos eglogas intercaladas en el relato
(partes III y VI), que celebran en la primera parte las perfec-
ciones de una de las pastoras y encarecen en la respuesta el
desvio de la otra:
— jOh mas hermosa a mis ojos
que el florido mes de abril;
mas agradable y gentil
que la rosa en los abrojos;
mas lozana
que parra fertil temprana;
mas clara y resplandeciente
que al parecer del Oriente
la manana!
— jOh mas contraria a mi vida
que el pedrisco a las espigas;
mas que las viejas ortigas
intratable y desabrida;
mas pujante
Pedro Soto de Rojas, amigo y secuaz de Gongora, concilia la Egloga VII y las
Metamorfosis, incluyendo en su egloga «Marcelo y Fenijardo» una nueva varia-
cion del canto de Polifemo
37. Galatea, mis blanca que el pdtalo de la nevada alhena, mis florida
que los prados.
90 la tradici6n clAsica en espana
en la del mes primaveral38. No faltan creaciones individuates
mas o menos felices, como la petrarquesca estrofa de contrastes
de la dgloga de Montalvo que comienza: «Lucida mia, en cuya
hermosura» (parte VI) y los primores de Camoens:
As conchinhas da praya que presentao
a cor das nuvens, quando nace o dia ...
o navegar por ondas que se asentao
co’o brando bafo com que o sol se enfria ...
Dentro de ese reducido terreno asistimos tambien al naci-
miento y fortuna de un simil creado, para la llrica italia-
nizante, en la Diana de Montemayor (libro VI):
y mas resplandeciente
que el sol que de Oriente
por la manana asoma a tu majada...
pero que con traje castizo habia aparecido ya en dos serrani-
llas (I y X) del marques de Santillana:
Vi serrana sin argayo
andar al pie del otero,
42. Los siguientes versos de la tantas veces citada egloga «Siralvo y Alfeo»
(El pastor de Filida, III) podrlan aducirse como excepcion:
Mas dulce y apetitosa
que la manzana primera.
Pero lo mds probable es que Montalvo haya empleado «primera» en la misma
acepcion que lo hizo Valbuena en un lugar semejante (Siglo de oro en las selvas
de Erifile, Egloga IV):
Mas bella es mi Tirrena y mds lozana
que las blancas ovejas de Taranto
y de arbol fertil la primer manzana.
En ese caso, ya sea el simil espontaneo, ya variante caprichosa del nobilior pomis
dc las Metaniorfosis, el sentido no ofrece punto de contacto con los versos de
Florida ni con el Genesis. La «manzana primera» es la «fruta temprana» de
Santillana (Serranilla III), que tambien hizo tradicidn. La egloga de Montalvo
en que se halla es, repetimos, imitacidn del «Canto de Polifemo» de Castillejo, y
este poeta se ha complacido en recordar en sus pasajes de mas fino lirismo los
motivos y expresiones de los poetas del siglo que le precedid.
TEMAS GRECOLATINOS EN LA POESIA LIRICA 95
comparaciones en el canto amebeo (Bucolicas, VII), arraiga en
la egloga espanola por obra de Garcilaso y a favor, sin duda, de
su semejanza con las antiguas «recuestas», y como diversifica
su contenido con el aporte de otros motivos literarios de dis-
tinto origen. Tradicion reanudada en el caso del ruisenor; en
el del ciervo, compleja creation renacentista que acoge en sus
mas perfectas realizaciones las variantes del desarrollo popular
del mismo motivo; y esquema clasico implantado sobre formas
medievales semejantes y renovado con toda la diversidad de
temas poeticos del Siglo de Oro: los tres ejemplos estudiados
ponen de relieve el valor de la transmision de temas literarios,
que es testimonio de unidad cultural y piedra de toque que re
vela, dentro de la continuidad de transmision de los temas, el
fraude retorico o el oro fino de la inspiration de cada ar-
tista.
* Volkstum und Kultur der Romanen, XI, 3-4, 1939, pags. 290-305.
1. Como bajo la sombra del dlamo lamenta la afligida Filomela a sus hijos
perdidos a quienes un duro labrador hurtd observandolos implumes en el nido:
y ella toda la noche llora y posada en una rama renueva su sentido canto y
con su lamento llena la lejanfa.
EL RUISENOR DE LAS «GE6RGICAS» 101
antiguo y el moderno, pues no es solo el hombre del medioevo el
que ve la belleza antigua en la forma en que la fijo Virgilio.
Estas paginas no pretenden trazar el cuadro exhaustivo de las
comparaciones que tienen rasgos comunes con la citada, sino exa-
minar las que en algun sentido determinaron su formulacion y las
que la vertieron en terminos de sensibilidad renacentista.
^ Virgilio hallo en la Odisea, XVI, 216-218, el motivo de los
pajaros afligidos por la perdida de la nidada:
Lloraban dando agudos gritos, mas penetrantes que los de las
aves aguilas marinas o buitres de garra adunca— a quienes los
campesinos robaron los pequehos antes de que tuvieran plumas.
Aparte de las diferencias que derivan de ser otra el ave elegida,
la imagen de las Georgicas se aleja de la homerica en oponer al
vago plural «campesinos» la creacion del rustico que acecha mali-
ciosamente los polluelos indefensos en el nido. Burns arator, ademas
de senalar la crueldad del ganan indiferente a la perdida preciosa
para el ruisenor, alude a su brutalidad estupida (cf. fossor = ‘cava-
dor, ‘destripaterrones’, ‘majadero’, figuration proverbial del hom
bre rudo: Catulo, 22, 10; Persio, 5, 122) frente a la maravilla espi-
ritual del pajaro.
Esta imagen no se presenta solamente en narration dpica; po-
seemos tambien la versidn dramatica, toda ruido y movimiento,
del Agamenon de Esquilo, 48-54 (Headlam):
Surge del corazon gran clamor de guerra, al modo de los buitres
que en solitario dolor por sus hijos de alto nido vuelan en remo-
lino remando con los remos de sus alas: y han perdido el trabajo
de guardar el lecho de sus pequenos.
El cuadro ha ganado en precision; el poeta se decide por el
termino de la comparacion y lo caracteriza minuciosamente por el
grito, el vuelo, el nido alto y solitario. (Como detalle subjetivo
muy griego, deploran los buitres el trabajo que les ha dado la
nidada, ni mas ni menos que Fenix en la lliada, IX, 490-492, la
nodriza de Orestes en Las Coejoras, Electra en la tragedia de Sofo-
cles, 1.143-1.148, y el coro de madres argivas en Las Suplicantes
de Euripides, 918-924.) Todos estos rasgos y particularmente el
vuelo agitado de las aves en el intento de recobrar sus crias con-
trasta con el dolor inmovil del pajaro artista, sugerido en las Gedr-
102 la tradici6n clAsica en espana
gicas por la propia inmovilidad y desesperanza de Orfeo. Mas cerca
del tierno recogimiento de Virgilio se halla la comparacion de So-
focles {Antigona, 424-426), que simplifica el cuadro de Esquilo,
insistiendo en el lamento como expresion unica de la pena del ave
y en la soledad del nido como causa unica de esa pena:
Vemos a la doncella gimiendo con el son agudo de un ave
dolorida cuando en el nido vacio ve el lecho huerfano de los
polluelos.
A esas dos notas solas alude tambien Euripides al comparar
el llanto de las troyanas en la ciudad asolada con el ave que llora
a sus hijos alados (Las Troyanas, 146-147). <
Con todo, esta imagen no es muy frecuente en la literatura anti
gua, porque el pensamiento antiguo no se lanza directamente a la
realidad; prefiere ordenarla dentro de los cuadros tipicos de la
mitologia. A la vision de un hecho real sustituye el recuerdo del
relato mitico; el color del pajaro que llora sus cnas existe como
actualization de la fabula del ruisenor2. Asi, en la Odisea, hace
2. Es esta —observa el Lexicon de Roscher— una de las fabulas que motivan
psicologicamente ciertas peculiaridades de los animales refiriendolas a caracteres
que poseian antes de su metamorfosis; asi el canto triste del ruisenor en la ale-
gria general de la primavera sugirio un pasado humano de dolor y culpa. A una
version beocia, poco difundida, de esta fabula se refiere la Odisea: Aeddn
(= ‘ruisenor’, femenino en griego), mujer de Zeto, envidiosa de la fecundidad
de su cunada, quiere dar muerte al primogenito de ella, y mata en cambio, por
error, a su hijo unico, Itilo. Indicio de la antigiiedad de esta forma de la leyenda
es que la heroina no tiene nombre propio; en la redaccion atica, mucho mds
conocida, aparecen los nombres Procne y Filomela, que no son sino epitetos de
naturaleza: Procne, de perknos (‘oscuro’) = ruisenor; Philomela (‘la que gusta
de hacer nido en los apriscos’) = golondrina. El nombre comun del ruisenor
(aedon = ‘la cantora’) es otro ejemplo de este procedimiento muy frecuente en
la formacion de nombres de animales. Sofocles fijo la leyenda dtica en su drama
perdido Tereo: Procne, por vengarse de Tereo, que ha agraviado a su hermana,
Filomela, mata a su propio hijo, Itis. Los dioses transforman a Procne en ruise
nor y a Filomela en golondrina. Es natural ver en el ave de canto planidero a
la madre que llora a su hijo; el balbuceo confuso de la golondrina (con el que
los poetas aticos comparan las hablas no griegas) se explica porque en la leyen
da Tereo corta la lengua a su victima. Esa es la versidn que se encuentra en
todos los autores griegos hasta llegar a Agatarquides de Cnido (siglo II antes
de C.), que en un fragmento de su obra El Mar Eritreo menciona la transfor-
macidn de Filomela en ruisenor. Coincide con la de Agatarquides la redaccion,
definitiva para los modernos, que Ovidio da en el sexto libro de sus Metamor
fosis. iA que obedece el cambio? Dado el nombre Itis, no es dificil percibir la
EL RUISENOR DE LAS «GE6RGICAS» 103
juego con el pasaje citado la versi6n mitol6gica del libro XIX
518-523:
Como cuando la hija de Pandareo —el pardo ruisenor— posa
da en el follaje espeso de los arboles entona su hermoso canto, al
comenzar la primavera, y en frecuente modulation derrama su
voz de eco variado 5 lamentando a su Itilo, hijo del rey Zeto, a
quien un dfa mato a bronce en su imprudencia.
-7' ir
El canto solitario e ininterrumpido de Orfeo evoca el paralelo
con el ave que .ya Euripides (Helena, 1.107 y sigs.) habia celebrado
como el cantor de la naturaleza. Pero Virgilio no se contenta, como3
11. Tambien entre los modernos, como ya en Homero, hay otras horas
mitoldgicas, fuera del amanecer. As! Boccaccio:
Gia aveva Febo nascosi i suoi raggi nelle marine onde ...
(Filocolo, II)
Quiza particularmente sugerido por el ejemplo de Boccaccio hallamos uno
que otro caso de anochecer mitoldgico en la prosa poetica de Juan Rodriguez
del Padrdn:
Ferfa Apollo al occidental orizonte con el carro de la luz, llegado
al punto que ya sus cauallos, cansados del celestial afan, banaban en las
marinas ondas, un dfa del qual Mercurio la primera hora aula senoreado.
Un dla, el tiempo e la ora seyendo que Febo del Cerco meridiano ya
134 LA tradici6n clasica en espana
No escasea la hora mitologica en la poesfa narrativa del
Marques de Santillana; su nota peculiar es preferir la acumula-
cion de alusiones eruditas a las imagenes mitologicas mismas:
La madre de Alecto las nuestras regiones
dexara ya claras al alba lumbrosa
(La comedieta de Ponga, en Cancionero..., num. 163, 85)
Tras los dos poetas maximos del reinado de don Juan II,
la grey de imitadores repite docilmente la formulacion tradi-
cional de la hora:
Avia recogido sus crines doradas
Apolo, faziendo lugar a Diana;
(Diego del Castillo, Visidn sobre la muerte del rey
don Alfonso, en Cancionero..., num. 458, 1)
16. Las franjas rosadas del cielo al amanecer, que han inspirado la imagcn
homerica de los dedos de rosa, y la del lecho o carro azafranado de los poetas
latinos, sugiere a Valdivielso, muy aficionado a poetizar lo humilde y cotidiano,
EL AMANECER MITOL6GICO 149
La blanca Aurora con su rojo paso
en nubes escondida caminaba,
y los celajes del oriente raso,
de oro confuso y turbia luz bordaba.
(Hoj'eda, La Cristiada, V, 1)
El Alba entonces bordara de flores
el prado, y de arreboles el Oriente.
{Ibid., XI, 134)
El cielo entonces no resplandecia,
ni por los campos del rosado Oriente
Apolo, origen de la luz, vertia
los dorados arroyos de su fuente.
(Acevedo, De la creation del mundo, Dia primero, 8)
una casera imagen que contrasta risuenamente con la acostumbrada pompa del
topico:
Y antes que el Alba con su rubia escoba
del cielo hermoso las estrellas barra,
y con la luz que al rojo Apolo roba
al mundo afeite Candida y bizarra.
{Ibid., XX 41)
150 la tradici6n clAsica en espana
Muestra el Aurora la rociada frente,
llenos de blancas perlas los regazos.
(Ibid., Dfa quinto, 79)
19. No te puedo decir la hora exacta —es mas facil que se pongan de
acuerdo los filosofos que los relojes—; sin embargo, era entre las doce y la una.
«iQue grosero! —diras—, cuando todos los poetas, no contentos con describir
la salida y la puesta del sol, molestan tambidn al mediodla <!tu dejaras pasar as!
tan buena hora?»
Ya Febo habla dividido con su carro la mitad del globo y, mds cercano a
la noche, agitaba las fatigadas riendas, haciendo bajar en oblicuo trayecto la
desviada luz ...
EL amanecer mitol6gico 159
No hay que buscar muy lejos el bianco de la satira: no
es sino la lengua exornada con que, en la «Glosa» a la Corona-
cion, Juan de Mena vierte libremente algunas fabulas de las
Metamorfosis, en una deliberada tentativa de narracion poetica
que le lleva a rebasar el estricto fin explicativo de la «Glosa». En
el comento de la copla 25 la fabula narrada es la de Clicie, y
en ella se destacan por su textura altamente decorativa las
llneas que Mena introduce con cita expresa de su autor:
Y dize Ouidio que como Febo descendia en ocidente, en
aquel dorado carro de cuatro ruedas que tirauan los sus caua-
llos, IS como Febo los dexasse en los suelos de Espana, que
son los sus postrimeros pastos, recreando sus miembros, IS
apacentandose por aquella yerua ambrosia llamada, en este
tiempo, Febo dexando alii los sus cauallos ...20
Mas directamente, Torres Naharro se burla de la perifrasis
mitologica destinada a expresar la hora, insertandola para mayor
contraste en el habla ruda de Galterio, el hortelano de la Co
media Aquilana, II:
Hao, collaco dormilon,
apana tus arrapiecos,
que su padre de Feton
va ya por essos cabe^os.
Lope, tan aficionado a la hora mitologica, no deja de
prodigarla humoristicamente en La Gatomaquina, junto con
otros requisitos impuestos por la preceptiva del genero epico:
20. Pag. 690 de la edicion de Juan Steelsio, Amberes, 1552, ejemplar gentil-
mente facilitado por el profesor Arturo Marasso. El pasaje correspondiente de las
Metamorfosis, IV, 214-217, dice asf:
Axe sub Hesperio sunt pascua Solis equorum:
ambrosiam pro gramine habent; ea fessa diurnis
membra ministeriis nutrit reparatque labor:.
Dumque ibi quadrlpedes caelestia pabula carpunt ...
160 la tradici6n clAsica en espana
11. — LIDA
162 LA tradici6n clasica en espana
A1 s6n del arma desperto la Aurora,
temerosa dejando sus umbrales,
vertiendo en vez de lagrimas que llora
las perlas de sus ojos orientales;
la santa luz del Sol que el mundo adora
anunciaba a los miseros mortales,
renovando a sus cuerpos el quebranto,
y ella a si misma por Memnon el llanto.
A la cuadra del Sol las Horas bellas
fueron con lento y perezoso paso,
quitandoles la luz a las estrellas,
o haciendosela dar con rayo escaso;
y despertando a Febo la una dellas,
Eunomia, diputada para el caso,
contando la salida de la Aurora,
hizo salir al Sol la bella Hora.
{Ibid., XII, 1-2)
Cf. tambien canto IV, octavas 1-7; XI, 96-99, y en especial el
canto II, que describe en no menos de 135 endecasllabos las
diferentes posiciones del sol en el zodlaco.
Don Quijote se situa, pues, en una convencion retorica mu-
cbas veces secular cuando imagina que su historiador ba de ini-
ciar con ese topico el relato de su primera salida:
Apenas habla el rubicundo Apolo tendido por la faz de
la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermo-
sos cabellos, y apenas los pequenos y pintados pajarillos con
sus harpadas lenguas habfan saludado con dulce y meliflua
armonfa la venida de la rosada Aurora que, dejando la blanda
cama del celoso marido, por las puertas y balcones del man-
chego horizonte a los mortales se mostraba, cuando ...
{Quijote, I, 2)
cia a una fuente docta es puro artificio retorico (pdgs. 243, 271, 342), acogido
tambien por Boiardo y Ariosto (pag. 271). Es patente en este ultimo caso c6mo
el joven investigador ha equivocado la funcion de la referencia a la fuente docta,
por no atender a lo especlfico de cada epoca. En los siglos xii y xm es el sesgo
didactico de la literatura en lengua vulgar lo que impone dicha referencia,
mientras en los poemas de Boiardo y Ariosto la alegacion irdnica de «la pluma
arzobispal de don Turpln» refleja la actitud critica del Renacimiento italiano
ante la norma de autoridad.
176 la tradici6n clasica en espana
II
SlGLO XIII
de piedra emites {sic- < Etimologias..., XVI, iv, 24); pag. 119: A. y su puen
te sobre el Araxis (< Etimologias, XIII, xxi, 16). Sorprende que el autor del
Alexandre, vertiendo el lapidario de san Isidoro en su poema, cs. 1.468 y sigs., y
mencionandole expresamente, c. 1.467d, no sacase partido de la noticia sobre
la piedra chemites.
12. Primera crdnica general, ed. R. Menendez Pidal, Madrid, 1955; alusio
nes elativas, pags. 80a, 82a, 142b, 225b; geograffa y cronologfa: pags. 156, 92b;
anecdota de Suetonio, I, vii, 1: pag. 9a (tomada, segun Menendez Pidal, pag.
lxxiv, del Spectilum historiale de Vicente de Beauvais; la insistencia en la fealdad
de A. procede de la novela del Seudo-Calistenes y sus numerosas derivaciones);
referencia a la embajada de galos e iberos: pag. 105a (< Orosio, III, xx, 8
<C Justino, XII, xiii, 1), cf. Alejandreida, X, 230 y sigs., y Libro de Alexandre,
cs. 2.520 y sig., 2.609; a «Talisarid», reina de las amazonas: pag. 220a (<f Ro
drigo de Toledo, De rebus Hispaniae, I, 12, segun Menendez Pidal, pag. cxvu);
al anillo con que A. moribundo designa como sucesor a Perdiccas: pag. 221f>
(< Rodrigo de Toledo, I, 14, segun Menendez Pidal, ibid.; cf. Justino, XII,
xv, 12; Quinto Curcio, X, v, 4). Para las citas de la Alejandreida en la General
estoria y elogio de Galtero de Chatillon, extractado de la parte IV, cf. ed.
A. G. Solalinde, Madrid, 1930, I, pags. xiv y sig. La seleccidn del mismo
Solalinde, Alfonso el Sabio, Madrid, 1922, I, pags. 261 y sigs., contiene otros
trozos de la parte I. Solalinde probo la utilizacidn del Libro de Alexandre
en RFE, XV, 1928, pags. 1-51. —Extractos del Secretum secretorum en Par-
180 la tradici6n clAsica en espana
Siglo XIV
Poesia. Ofrece el Libro de Buen Amor dos alusiones ela-
tivas (cs. 1.081d y 1.215d) y la descripcion de los meses repre-
sentados en la tienda de don Amor (cs. 1.265-1.300), en com-
pleja relacion de dependencia con la descripcion correspondien-
te de la tienda real en el Libro de Alexandre, cs. 2.548-2.566,
La trivial alusion del Poema de Alfonso Onceno, c. 1.115cd,
para ponderar la batalla del Salado, cobra valor si se repara en
que es la unica alusion clasica en todo el poema, aficionado a
parangones caballerescos, tales como Roldan, Oliveros, Pepi-
nos, etc.
Prosa. El Libro del consejo e de los consejeros de «Maes-
tre Pedro» se abre con la reflexion de «un sabio que ha nom-
bre Seruio» y que no es sino parafrasis de las primeras lineas
del prologo en prosa de la Alejandreida. El cap. xn, sobre el
lisonjero, trae la anecdota de Alejandro, que se reconoce mor
tal al verse herido (< Seneca, Epistola LIX, cf. Cary, pags. 152
tida II, tit. IV, teyes 2 y 4; V, 14 y 18; IX, 1, 2, 5-6, 9-11; 16, 21-22; X, 3;
sobre la version utilizada, cf. L. Kasten, «Poridat de las poridades. A Spanish
Form of the Western Text of the Secretum secretorum», RPb, V, 1951-1952,
pag. 182.
13. Castigos e documentos, ed. A. Rey, Bloomington, 1952, pags. 172, 186,
213. Gran conquista de Ultramar, ed. P. de Gayangos, BAE, XLIV, pags. 396a
y 410ab: Tiro; 39Gab, 512a y particularmente 149ab: las varias Alejandrias, con
mencidn de la forma arabe del nombre y breve noticia sobre Bucefalia. La Le-
yenda del Cavallero del Qisne, ed. E. Mazorriaga, Madrid, 1914, pag. 115.
LA LEYENDA DE ALEJANDRO 181
y sig., 301), amplificandola con muy catistizo detallismo, y el
siguiente inserta el dicho de Alejandro de que a veces el ene-
migo, por su abierto reproche, es mas util que el amigo (< Bo-
cados de oro, ed. H. Knust, Tubinga, 1879, pags. 231 y 312).
Merece senalarse que estos tres pasajes no se leen en el Liber
consolationis et consilii de Albertano de Brescia, presunta fuen-
te principal de «Maestre Pedro», y atestiguan por consiguien-
te la difusion de la leyenda de Alejandro en Espana 14. Si muy
deliberadamente don Juan Manuel deja a un lado los ejemplos
de la Antigiiedad, fray Juan Garda de Castrojeriz en su Glosa
al «Regimiento de principes» de Egidio Romano esparce el mas
rico anecdotario de Alejandro en lengua castellana, compilado
principalmente del «Policrato», esto es, el Policraticus de Juan
de Salisbury. Anecdotas adicionales, procedentes de Valerio
Maximo, Justino, Seneca y San Jeronimo, parecen haberle lle-
gado a traves de otros tratados politico-morales y de ejem-
plarios para predicadores. En ciertos casos se vislumbra ade-
mas la lectura directa de las fuentes antiguas, que a veces co-
menta mediante textos medievales. Las fuentes exclusivamen-
te medievales son raras, pero su utilizacion es mucho mas ex
tensa 15.
14. Los tres pasajes corresponden a la ed. de A. Rey, RPb, V, 1951-1952,
pag. 213, y VIII, 1954-1955, pags. 37 y sig. Sobre las fuentes, cf. V, pag. 213
y n. 6.
15. Para don Juan Manuel, cf. RPh, IV, 1950-1951, pags. 169-184. —Deri-
van del Policraticus las siguientes anecdotas de la Glosa de Garcia de Castro
jeriz (ed. J. Beneyto Pdrez, Madrid, 1947, 3 tomos): I, 94, prfncipes y sabios,
mas carta de Filipo a Aristoteles sobre el nacimiento de A. <C Policraticus, IV,
vii (la carta se remonta a Aulo Gelio, IX, 3); I, 111, A. y el pirata < Poli
craticus, III, xiv (con reinterpretacion, favorable al rey, del relato desfavorable
de La ciudad de Dios, IV, iv; cf. Cary, pags. 99 y sigs.); I, 132, paciencia de
A. con su ayo Antlgono < Policraticus, III, xiv (no hay fuente antigua sobre
este supuesto ayo de A.: la anecdota parece ser una de las muchas fraguadas por
Juan de Salisbury; cf. Cary, pags. 96, 159, 285); I, 138, frugalidad de A. < Po
licraticus, V, vii (<C Frontino, IV, in, a quien Garcia de Castrojeriz suele
equivocar con Vegecio); I, 140, continencia <C. Policraticus, V, vii (■ < Frontino,
II, xi); I, 145, compasion < Policraticus, V, vii (< Frontino, IV, vi, esta vez
equivocado con «Valerio»); I, 168 y sig. = II, 62 = III, 175 y sig. grandeza
de A. frente a Parmenion < Policraticus, VII, xxv (< Valerio Maximo, VI,
iv, ext. 3); II, 16, muerte de Cah'stenes < Policraticus, VIII, xiv (con reinter-
182 la tradici6n clAsica en espana
SlGLO XV
Poesia. Hay abundantes alusiones a Alejandro, elativas y
asceticas, en el Cancionero de Baena; menos vulgares son la
oscura mencion de frey Lopez, num. 117, c. 7, quien parece
encarar el problema de merito y fortuna en la carrera del Con
quistador, y la de Pero Velez de Guevara, num. 319, c. 1,
con probable referencia a las mujeres de la familia de Dario.*I,
pretacion, favorable al rey, del relato desfavorable de Valerio Mlximo, VII, II,
ext. 11; cf. Cary, pig. 113); II, 209, tropa reducida pero practica < Policraticus,
VI, xiv (< Frontino, IV, n); III, 67 = 315 y sig., carta en que Filipo repro-
cha a A. sus didivas < Policraticus, VIII, II (< Ciceron, Sobre los deberes,
II, xv, 53 y sigs., y Valerio Maximo, VII, II, ext. 10. Garcia de Castrojeriz no
p '[vxr I jber comprendidn bien el texto del Policraticus; cf. Cary, pags. 87 y
sigs.); Ill, 203, A. alaba a los jueces que han fallado contra el < Policraticus,
V, xii (ifantaseo de Juan de Salisbury?); Ill, 353, A. respetuoso de los templos
<i Policraticus, VI, vii (segun cita expresa de la Glosa; cf. Josefo, Antigiiedades
judaicas, XI, 317 y sigs.). — Anccdotas de la Glosa derivadas de tratados politi
co-morales y ejemplarios: I, 102, A. herido se reconoce mortal (cf. Cary, pags.
152 y sig., 301, y Libro del consejo e de los consejeros, XII); I, 105 y sig. =
III, 304, A. escoge soldados viejos (< Justino, XI, vi, 4 y sigs.; cf. Cary,
pags. 161, 303, y Adejandreida, I, 249 y sigs.); I, 124, confla en su medico
(< Valerio Maximo, III, vm, ext. 6; cf. Cary, pig. 160); I, 155, liberalidad
de A. y mezquindad de Antlgono (< Seneca, Sobre los beneficios, II, xvi; Cary,
pigs. 86, 154, 279 y sig., 348, 350, 360, demuestra como la anecdota, contada
por Sdneca para condenar los dos extremos, se convierte desde Guillermo de
Conches, Moralium dogma philosophorum, xiii, Giraldo de Gales, De principle
instructione, I, vm, y Brunetto Latini, hi livres dou tresor, II, xcv, 7, en ala-
banza de A. Agreguese El caballero Cifar, ed. C. P. Wagner, Ann Arbor, 1929,
pigs. 344 y sig., unica anecdota de A. presente en esta novela); II, 183, A. ad-
quiere de su ayo «Leonildo» un defecto en su andar (< San Jer6nimo, Episto-
la CVII, 4; cf. Cary, pags. 288 y 304, sobre difusion de esta anecdota en
ejemplarios y en el tratado De eruditione principum, V, 9, de Guillermo Perrault,
cuya huella espanola apunta el citado editor de la Glosa, I, pig. xxix). —Pre-
suponen lectura directa la anecdota de Calfstenes en versidn desfavorable a A.
(I, 168), tal como la habfa narrado Valerio Mlximo, VII, II, ext. 11, y las citas
asimismo desfavorables de la Eplstola CXIII y de las Cuestiones naturales,
III, Prefacio, de Seneca (III, 132 y 157), mlentras parece indirecta la anecdota
(I, 94) que reinterpreta como humildad de A. lo que en Seneca, Eplstola XCI,
es un sarcasmo contra su soberbia. —Comentario de un texto antiguo mediante
otro medieval: I, 55 y 324, la condena del ansia de dominio y saber por Seneca
(Eplstola XCVIII; Sobre los beneficios, VII, ii; Cuestiones naturales, V, xvm)
LA LEYENDA DE ALEJANDRO 183
Pablo de Santa Maria en Las edades del mundo anota varios
hechos de la vida de Alejandro conforme al relato de Pedro
Comestor (o de su secuaz, don Lucas de Tuy), con un par de
concesiones a episodios fabulosos 10. Es curioso que Fernan
Perez de Guzman, tan buen catador de la individualidad de sus*I,
ejemplo ascetico: nums. 294, c. 6, y 295, c. 4. Sobre los supuestos epitafios de A.,
cf. Hilka, «Studien...», pags. 69 y sigs., y Cary, pags. 169, 211; sobre el paren-
tesco entre el epitafio «En ego qui totum mundum certamine uici...» y el
motivo, originariamente judio,. de los filosofos ante la tumba, cf. Cary, pags.
99, 151 y sig., 156, 169, 300 y sigs. La traduccion de Pdrez de Guzman, impre-
sa por primera vez (junto con el original latino segun dos ms. del Mare historia-
rum, Biblioteca Nacional de Madrid) en la ed. de Generacion.es e senblan^as de
J. Dominguez Bordona, Madrid, 1924, pags. 155-158, postula un texto latino
con las siguientes divergencias respecto de los publicados: v. 5, terrebam ...
terruit (Hilka y Dominguez Bordona, sternebam ... sternuit); v. 7, uermes me
temptant (= Dominguez Bordona; Hilka: modo me mors temptat)-, v. 10, teneor
(= Dominguez Bordona; Hilka: teror); v. 13, gryphis mediante (= Hilka,
Dominguez Bordona: gerio [?] mediante)-, v. 16, urna breuis tumida (= Do
minguez Bordona; Hilka: urna breuis tandem); v. 18, plura (Dominguez Bor
dona: plurima-, Hilka, nulla)-, v. 19, quoque florida uita (Dominguez Bordona:
quam florida uita-, Hilka: quoque florida uirga); v. 21, cui cuncti seruiebant
(= Dominguez Bordona; Hilka: cui cuncta fauebant); v. 24, ex fragili (= Hilka;
Dominguez Bordona: ex frigido); v. 27, Si praesciremus (= Hilka; Dominguez
Bordona: percipiemus)-, v. 29, dicebar (= Dominguez Bordona; Hilka: dicor);
v. 30, Quis sum uel qualis (= Dominguez Bordona; Hilka: Quis sum, quidque,
qualis). Este mismo epitafio habia sido traducido, sin duda algunos anos antes,
por Clemente Sanchez de Vercial en su Libro de los exenplos por a.b.c., CCXXV
(ed. P. de Gayangos, BAE, LI, pags. 502 y sigs.). Ambos coinciden en atribuir
el epitafio a Demostenes (y la aposicion de Sanchez de Vercial, «un grand fild-
sofo», nos lleva a la novela del Arcipreste Ledn, II, ill, donde el fildsofo De
mostenes aconseja a los atenienses someterse a A.), ambos saltan loS soeces vs.
25 y sig., gratos a Giraldo de Gales (cf. n. 1 de este articulo) y ambos
vierten cada distico en una cuarteta, siendo Perez de Guzman m£s diestro versi-
ficador y mas fiel traductor. La traduccion de Sanchez de Vercial postula un
texto latino que en el v. 5 decia sternebam, en el 13, grypho, en el 18, plura,
y en los vs. 19, 21 y 29 decia respectivamente uita, seruiebant y dicebar, como
los de Perez de Guzman y Dominguez Bordona. Ese texto omitia los vs. 27
y sig. y agregaba al final un distico («Aunque todo el mundo Tuuiesses a man-
dar, Contigo una cosa Non podrias leuar») que no figura en los de Perez de
Guzman, Hilka y Dominguez Bordona. Adem£s, Sanchez de Vercial (o su texto
latino) suprime el v. 14 («nunc cum Tartareis [asi Hilka; Dominguez Bordona:
ad Tartareos] infima tango reus»), y a continuacidn acopla en sus cuartetas pen-
tametros y hexametros que corresponden a disticos distintos, pero, al llegar al
verso hexametro 21, tradrue solo el primer hemistiquio, rellenando la cuarteta
con un anadido («que por mi lo ueras»), y con el segundo hemistiquio forma la
primera parte de la cuarteta siguiente, de suerte que, a partir de aqui, cada
cuarteta vuelve a corresponder a un distico del original.
186 la tradici6n clAsica en espana
18. En las Glosas a sus Froverbios, cs. 64 y sig., Santillana cita dos veees
a Seneca «en el su libro De beneficiisy/, pero no deriva directamente de 61,
l.°, porque contra la intencicn expresa de Sdneca, cuenta la an&dota en alaban-
za de A., o sea, conforme a la reinterpretacion medieval, y 2.°, porque transforma
al filosofo cinico y al veterano que, segun Sdneca, piden dadivas a Antigono y
a A. en «un pobre ome» y «un pequeno menestril». Para causas y paralelos de
esta ultima tarnsformacion, cf. Cary, pags. 361 y 364; anadase que, siendo
corriente en la Edad Media el tipo del juglar pedigiieno y la confusion de «c»
y «t» en los mss., varios escritores metamorfosearon sin mas «Cynicus petiit
talentum» en «el juglar Tinico ... demandaua vn marco de oro» (Garcia de
Castrojeriz, Glosa, I, 155), «.i. menestrier ... li demanda un besant» (Brunetto
Latini, Li livres dou tresor, II, xcv, 7). La novela del Seudo-Callstenes reem-
plaza el bochornoso motivo que impulsd a Pausanias a asesinar a Filipo por el
amor de Olimpias, sospechosa de complicidad en el asesinato (cf. Justino,
IX, vi y vii ); el vocalismo del nombre en el Infierno de los enamorados, c. 56
(«Pausonia») sugiere la forma «Pausona» del Libro de Alexandre, cs. 170a, 175b
(ms. P: Pausana), 178a (ms. P: Pausana), 180c, 182a. —Las unicas alusiones a
A. en la obra de Juan de Mena se encuentran, que yo sepa, en composiciones de
LA LEYENDA DE ALEJANDRO 187
El recuerdo favorable del Conquistador abunda en el poe-
ma De contempto del mundo del condestable don Pedro de
Portugal, enlazado con difundidas reinterpretaciones medieva-
les de su anecdotario. En cambio, Diego de Burgos, secretario
de Santillana, en su Triunfo del Marques, es quiza el primero
en ofrecer una imagen de Alejandro del todo hostil, probable-
mente bajo el influjo de Petrarca. Fernando de la Torre y Fe-
rrando Filipo de Escobar traen una vez mas el nombre del
macedonio, ya para el topico de la muerte vencedora, ya como
dechado de poderfo y liberalidad, mientras Diego Guillen de
Avila, traductor de Frontino, encabeza con el afortunado y va-
liente Alejandro la vision de los guerreros griegos en su Loor
de don Alonso Carrillo, c. 101. En el Desprecio de la Fortuna,
c. 21, de Diego de San Pedro, Alejandro personifica por si
solo la vanidad de los bienes mundanos, y es extremo de domi-
nio y hazanerfa en Los doze triumphos de los doze apostoles,
IX, ii, cs. 5 y 10, de Juan de Padilla, el Cartujano. No menos
triviales son las alusiones elativas del Gancionero de Juan del
Encina y su mencion dentro del topico de la muerte vencedora;
por el contrario, los curiosos vs. 31 y sigs. del romance que sirve
sobre que el noble honra a sus servidores (A. y Hefestion < Valerio Maximo,
IV, VII, ext. 2); num. CCXXIX, sobre la paciencia de los prlncipes (< Garcia
de Castrojeriz, Glosa, I, 132; Sanchez de Vercial ha aclarado un tanto la re
daction, pero mantiene la reinterpretation arbitraria con que la Glosa traduce
el Policraticus, III, xiv; cf. n. 15); CCLXXXV, sobre que la riqueza consiste
en no codiciar (encuentro de A. y Diogenes, narrado segun Valerio Maximo, IV,
in, ext. 5, y comentado segun Seneca, Sobre los beneficios, V, vi); num. CCCIV,
sobre que el senorlo suele pertenecer a malvados (comienza con un Vbi sunt?
que solo enumera imperios, y continua ilustrando la moraleja con el ejemplo de
A., Neron, Caligula, etc.; cf. num. XXVI; para la violenta condena de A., ven-
cido por «el vino, la lujuria y la soberbia», cf. Cary, pags. 282 y sigs.); num.
CCCLXXXI, sobre que el pobre vive mas seguro que el poderoso (Sdcrates,
los cazadores y el rey < Disciplina clericalis, num. XXVIII; cf. num. CXC).
22. Especulo de los legos, ed. J. M. Mohedano Hernandez, Madrid, 1951,
nums. 106 y 531. A. adquiere el andar defectuoso de su ayo (cf. n. 15 sobre
Garcia de Castrojeriz, Glosa, II, 183; num. 220, A. en Jerusalem (< Pedro
Comestor; cf. RPh, X, 1957, pag. 187); nums. 306 y 381, la piedra maravillosa
(apologo contra la codicia, cuya version mas antigua se encuentra en el Talmud
de Babilonia; cf. Cary, pags. 19 y sig., 150 y sig., 176 y sigs., 299 y sig., 347
y sig., 373 y sig.); num. 382, los filosofos ante la tumba (< Disciplina clericalis,
num. XXXIII; cf. Cary, pags. 52, 99, 151 y sig., 156, 169, 193, 300 y sigs., 348);
num. 385, A. y los gimnosofistas (cf. Cary, pags. 148, 167 y sig., 298, 304;
agrdguese Bocados de oro, pags. 294 y sig.). — El Tratado de moral (Cancionero
de Juan Fernandez de H'tjar, II, num. LXXIII) deriva todo su material sobre
A. de los Bocados de oro-. II, aforismo de A. sobre lo que debe procurar el
rey (< Bocados de oro, pag. 310 = Buenos proverbios, pag. 39); ibid., Aris-
toteles aconseja a A. hacer buenas obras para ensenorearse de las gentes (< Bo
cados de oro, pag. 261 = Buenos proverbios, pag. 33); VI, A. y el buen orador
mal trajeado (< Bocados de oro, pig. 309 = Buenos proverbios, pig. 38); ibid.,
A. honra mds a su maestro que a su padre (< Bocados de oro, pag. 311; cf.
Cary, pags. 288 y sig.). —Flor de virtudes (Cancionero de Juan Fernandez de
Hijar, II, num. LXXVIII) traduce la compilation italiana de igual tltulo, redac-
tada a fines del siglo xm: VIII, los filosofos ante la tumba (cf. Cary, pag. 348;
los nombres propios asignados a los filosofos, junto con los de varias «autori-
dades», constituyen una muestra instructiva de Antigiiedad fantaseada); XI, A.
y el pirata (cf. Cary, pdgs. 348 y sig.); XIII, A. y el pobre a quien regala'una
ciudad (cf. Cary, pags. 349 y 360); XVIII, A. y el loco (cf. Cary, pag. 349);
LA LEYENDA DE ALEJANDRO 191
del mundo» que Fortuna se jacta de haber derrocado (Media
Parte, n). Alonso de Madrigal no se desdena de repetir textual-
mente la respuesta que en los Bocados de oro, pag. 309, desta-
ca la continencia de Alejandro. En la Visidn delectable, II, x
(BAE, XXXVI, pag. 390#), del judaizante Alfonso de la Torre,
enumera Justicia, entre las iniquidades cometidas por no estar
ella en este mundo, las de Alejandro contra «las ultramarinas
tierras». Fernando de la Torre, pariente de Alfonso, ofrece
dentro de una version del Vbi sunt? una mencion del imperio
y largueza de Alejandro que, por su tono hostil, concuerda
con la anecdota de la carta a el dirigida por un «Garcia el Ne-
gro». Documenta el lento transito entre la erudicion medieval
y la renacentista el que Pero Diaz de Toledo, primer traductor
castellano de Platon, encabece su glosa de la Exclamacion e que-
rella de la governacion de Gomez Manrique con la maxima del
prologo de la Alejandreida, que tan minuciosamente habia pa-
rafraseado «Maestre Pedro» siglo y medio antes, si bien sus
anecdotas de Alejandro derivan todas de fuentes antiguas. De
las dos alusiones asceticas a la historia de Alejandro en la
Tragedia de la insigne reina dona Isabel del condestable don
Pedro de Portugal, la segunda refleja inequivocamente la boga
de Boccaccio, De casibus uirorum illustrium. El Vergel de los
pnncipes de Rodrigo Sanchez de Arevalo autoriza sus preceptos
sobre la guerra con un par de anecdotas fantaseadas de Alejan
dro. Para Alfonso de Palencia, Tratado de la perfeccion del
triunfo militar (ed. A. M. Fabie, Madrid, 1876, pags. 28, 30,
77), Alejandro es arquetipo de grandeza, ya por la monarquia
XXXV, sobriedad de A. (cf. Cary, pig. 160). Ademds, el original italiano pone
en boca de A. seis sentencias (cf. Cary, pag. 349), de las cuales la version caste-
liana atribuye las dos primeras al escolastico Alejandro de Hales (XI y XIII),
la cuarta a «Sedechia profeta» (XXII), la quinta a Galieno (XXXIII) y solo la
tercera (XVII) y la sexta, casi irreconocible de puro abreviada (XXXIX), a
«Alixandre». La forma «Sedechia» sugiere un texto italiano distinto del pu-
blicado, mas bien que un desvfo personal del traductor. Cary omite la maxima
«Alexandre dize: mds vale la honrada muerte que non la vil senoria» (XXVII),
no si si por inadvertencia o por faltar en el texto de Fior di virtu, ed. B. Fab-
bricatore, Napoles, 1870, que me es inaccesible.
192 LA tradici6n clasica en espana
que los macedonios ganaron bajo su mando, ya como noble que,
por consumir toda su edad en caballerias, mostro poca afi-
cion a la caza, ya como uno de los griegos que, no por hado ni
fortuna, sino por valor, «sobrepujaron en valor militar casi to-
das las naciones». A pesar de su ansia de erudicion y ornamento
a la antigua, en la obra de Juan de Lucena, como en tanto tra-
tado moral de los siglos previos, Alejandro sigue siendo para-
digma impersonal para lecciones independientes y a veces con-
tradictorias y, baciendo caso omiso de las novedades de Pe-
trarca, Lucena celebra la continencia del Conquistador no solo
con el caso historico de la mujer e hijas de Dario, sino tam-
bien con la sentencia que le asignan los Bocados de oro, pagi-
na 309 23.
23. Enrique de Villena, Los doze trabajos de Hercules, ed. M. Morreale,
Madrid, 1958, pags. 53 y sig.: el perro que el rey de Albania regalo aA. (< Pli-
nio, Historia natural, VII, 149 y sig.) como paralelo al can Cerbero; Tratado
del aojamiento, ed. J. Soler, «Tres tratados», RHi, XLI, 1917, pag. 185: la
doncella serpentina enviada a A. por la Reina de la India como caso de mirada
malefica (peripecia de la novela del Seudo-Calistenes que paso al Secretum se
eretorum, ed. R. Steele, y R. Bacon, Opera..., V, 60 = Poridat de las poridades,
ed. L. Kasten, Madrid, 1957, pag. 41); Arte cisoria, ed. E. Diaz Retg, Barce
lona, 1948, pag. 86, la macabra piedra pirofiles, «que traya Alexandre sobre todas
consigo, segun Aristoteles en su lapidario cuenta» [?].—Alonso de Madrigal,
el Tostado, Tratado de como al ome es nescesario amar, ed. A. Paz y Me'lia,
Opusculos literarios de los siglos XIV a XVI, Madrid, 1892, pag. 234, 2.“ con
clusion: cf. Cary, pags. 329 y sig.'—Fernando de la Torre, Libro de las veynte
cartas e quistiones, VI (Cancionero y obras en prosa, pags. 35 y sig.): «<>Que'
del grande e mayor tirano e poderosso senor del mundo, Alixandre, e de su
franqueza desmoderada ... ?» Creo que es esta la primera censura a la liberalidad
de A. en Castellano; en lattn, Diego Garcia de Campos en la archirretorica epis-
tola dedicatoria de su Planeta al arzobispo don Rodrigo de Toledo (ed. P. M.
Alonso, Madrid, 1943, pigs. 163 y sig.) habia arremetido contra A. «quod
dissutus et dissolutus et diffusus et confusus prodigus numquam meruit dici
largus ... Et fauorem populi et datum uolatilem finem constituit sui propositi»;
para juicios negativos de moralistas medievales sobre la liberalidad de A., cf’.
Cary, pags. 85-91. «Garcia el Negro», en Cancionero y obras en prosa’ II,
pag.. 6.^ A., herido en el asalto de una ciudad de la India, no se deja atar por
el cirujano ( < Quinto Curcio, IX, v, 28 > Alejandreida, IX, vs. 469 y sigs.,
y Libro de Alexandre, cs. 2.252 y sigs., cf. Fernan Perez de Guzman, Mar de
bistorias, VIII, en n. 25 del presente estudio), pero aunque fuerte para sufrir
el dolor «non pudo ser fuerte contra la desordenada cobdifia e loca gloria del
mundo». Pero Diaz de Toledo, Glosa (Foulche-Delbosc, Cancionero caste
llano..., II, pag. 131a: «segund escriue que al [r/c] actor, copilador de la ystoria
LA LEYENDA DE ALEJANDRO 193
_ JuanRodriguez del Padron, al contraponer varones y mu-
jeres ilustres para ventaja de estas, empequenece a Alejandro,
que extendid sus conquistas «por los juyzios astronomos del
su maestro» mas que por fortaleza propia. Entre las muestras
del genero parte didactico, parte retorico de que habia de ser
«fruto tardio» la obra de fray Antonio de Guevara, ofrece el
Cancionero de Herberay des Essarts una parafrasis de algunos
parrafos de la embajada de los escitas segun Quinto Curcio,
VII, viii, 12-30. La deliciosa Historia de la Poncella de Fran-
cia revela el temple caballeresco de su autor en la admiracion
al rey de Macedonia; la heroina misma declara: «Acuerdome
auer leydo en las cosas de Alexandre ...»; solo al considerar a
Dario como victima de Fortuna suena un leve eco ascetico, aun-
que sin reproche para su vencedor24.
Mena, poeta del Prerrenacimiento espanol, Mexico, 1950, pag. 123, y «Contri-
bucion al estudio de las fuentes literarias de Jorge Luis Borges», Sur, nume-
ros 213-214, 1952, pags. 52 y sigs.
6. Este verso es un calco del de Lfgdamo, v. 16: «nec uenit tardo curua
senecta pede», pero es elocuente que la modificacidn mas sensible consista en
reemplazar el trivial «tardo» por «tacito», el epfteto que Ovidio liga especffica-
mente con el tiempo. A los ejemplos enumerados en el texto, puede agregarse el
siguiente par de casos, que parafrasean dicho epfteto: Amoves, I, vm, 49:
«labitur occulte fallitque uolubilis aetas», y Tristes, III, vm, 36: «[senectus]
206 la tradici6n clAsica en espana
quae strepitum passu non faciente uenit». Seneca, tan adeudado a la poesfa de
Ovidio, no deja de reflejar este concepto, De breuitate uitae, VIII, 5: «nihil
tumultuabitur [aetas], nihil admonebit uelocitatis suae; tacita labetur ...». Re-
cuerdese que la comparacion del tiempo vital con el correr del agua se halla
asimismo en el Arte de amar, III, 62: «... eunt anni more fluentis aquae», si
bien en forma no muy arrimada a la de las Coplas.
«ARPADAS LENGUAS»
Estudios dedicados a D. Ram6n MenSndez Pidal, II, 1951, pigs. 227-252.
Desde el siglo xvi se encuentra con bastante frecuencia
el adjetivo arpado para calificar la lengua de las aves canto-
ras y, por extension, aplicado una que otra vez a las aves
mismas o usado figuradamente. El ejemplo mas antiguo que
conozco se halla en las Coplas nuevamente trobadas sobre la
prision del Rey de Francia, de Andres Ortiz (J. E. Gillet,
A Spanish Play on the Battle of Pavia, 1525, PMLA, XLV,
1930, pag. 521, vs. 105 y sig.):
Ueo del otro [^un?] cabo las aues cantar
con lenguas harpadas en esta montana.
Aparece un par de veces en las imitaciones de La Celestina:
[Ah, todas las aves del canto suave! <;Oisme? £por que todas
en uno no os juntais a cantar la mi alegria que llevo en este
mi corazon, y cantar con vuestras lenguas arpadas a quien lo
quisiese saber,.mi maravillosa astucia ... ?
Sancho de Munon, Tragicomedia de Lisandro y Roselia, 1542
(CLERC, Madrid, 1872, pag. 104)
Pues yo juro por lo que a ley de quien soy debo, que si Livio
otra vez al mundo volviera, con su arpada lengua y limada
policfa mayor materia en la vida desta [la tercera Dolosina]
hallara para escrebir que quando los hechos de todo el pueblo
romano por decadas relato.
Alonso de Villegas Selvago, Comedia Selvagia, 1554
(CLERC, Madrid, 1873, pag. 113)
14. -- LIDA
210 la tradici6n clAsica en espana
poetica. Cf. RFH, I, 1939, pags. 26-27, y en los versos que se citan a continua-
eion, junto al posible rastro caballeresco harpadas lenguas, se halla el eco de fray
Luis y de Garcilaso, «con canto no aprendido».
«ARPADAS LENGUAS» 213
En las claras fontezicas
so los arboles sombrios,
oyendo las paxaricas
con sus lenguas harpadicas,
reciben los ayres frlos.
5. Extrana la naturaleza de las glosas latinas con que los antiguos diccio
narios explican harpa y harpado. No es exageracion afirmar que los vocablos
latinos, clasicos y tardlos, relacionados, no figuran en ellas, y que los que figuran
no son latinos. No lo son, en efecto, harpa ‘punta cortada en triangulo’ (los
unicos significados conocidos, y ambos tardlos, del latln harpa son: ‘instru-
mento musical’ y ‘hoz’), ni harpagare, harpagatus ‘aranar, desgarrar’ (unico
significado conocido es ‘robar, saquear’, en Plauto, Aulularia, II, 2, 24; Baqui-
des, IV, 4, 11; Pseudolus, I, 2, 6; IV, 2, 2, y en autores tardios), ni harpatus
(unico significado conocido y tardlo es: ‘taner el arpa’). Por otra parte, cuspi
datus no quiere decir mas de ‘rematado en punta, puntiagudo, aguzado’, lo
que no corresponde a ningun ejemplo conocido de arpado ni, por supuesto, a
los dos aducidos por el Diccionario de Autoridades. Acerca de farpas, este Dic
cionario no ofrece traduccion latina, mientras el de Terreros vierte con exacti-
tud fimbriae acuminatae. Tampoco es acertada la version latina de farpado ‘Fim-
biatus. Acuminatus’ que da el de Autoridades, pues ni toda fimbria remata
en picos, ni acuminatus, por si solo, indica pluralidad de picos mas bien que uno
solo. La traduccion exacta es la de Terreros: fimbriis acuminatus. En cuanto
al etimon del glosario del Cancionero de Baena, bajo latln farpa o ferpa ‘franja,
listdn, guarnicidn’, lastima es que Pedro Jos£ Pidal no indicara sus fuentes. Lo
que mis se le acerca es ferparius, ferperius, en Ducange-Charpentier, latinizacidn
de frippier, francos antiguo ferpier.
15. •— LIDA
226 la tradici6n clAsica en espana
^armonioso, diffcil^ debfa ser disociarlo de los dos rfrminos anteriores, arpa
instrumento de musica’ y arpar ‘aranar, desgarrar’. Los juegos de palabras, no
siempre de intention comica, lo prueban. Asf el maestro Valdivielso, Vida y
muerte del patriarca san Jose, canto XXII, octava 65 (BAE, XXIX, pig. 232b),
repitiendo quizd la comparacion que se halla una que otra vez en Lope, entre
el^arpa de David y la Cruz: «seras suave y sonoro / adonde, arpado yo, serfs
tamda». O el chiste siguiente, dirigido a un personaje que canta acompan&dose
del arpa en la Loa que empezaron Rueda y Ascanio (NBAE, XVIII pig 575b
num 250): «Pasaiero de garganta, / p^jaro de arpadas manos, / misefior del
mentidero, / calandria de los teatros ...»
7. Por ejemplo: en las poesfas latinas reunidas bajo el nombre de Walter
Map, siglos xii-xiii (ed. T. Wright, Londres, 1841), Apocalypsis Goliae, vs. 383
384; De^palpone et assentatore, 505-506; De auaritia et luxuria mundi, 119
La edicion de Persio de Santi Consoli, Roma, 1911, pdgs. 22 y sigs., agrega
la Cbromca Polonorum, de Vicente de Cracovia, siglos xii-xiii (Monumenta
Polontae histonca, II, A. Bielowski, Lwow, 1872, pag. 305), el De rebus gestis
«ARPADAS LENGUAS» 233
Quis expediuit psittaco suum chaere
picasque docuit uerba nostra conari?
Persio ilustra la maxima de que la necesidad es madre de
las artes senalando que, por hambre, el papagayo y la picaza
imitan el lenguaje humano. Fernando de Rojas tradujo fiel-
mente los nombres latinos, deteniendo su atencion en la len-
gua de las aves imitadoras. Ahora bien: bay un texto de
zoologia —el texto de zoologia en tiempos de Fernando de Ro
jas— que habla de dos aves cuya lengua tiene la particu-
laridad de carecer de puntal:
Fitov 5e touto ) [soil. |Jie\cr[xop6<pu)] xai dhrj&o'vt, xapa touq fiXXooq
opviOaq, to py] e^eiv Trj<; ■p^toxTyji; to o£6.
Arist6teles, Historic, natural de los animales, IX, 15 (616b) 8
16. -- LIDA
Disertacidn leida en la Academia Argentina de Letras. el 31 de agosto
de 1961, en el homenaje a don Luis de Gongora con motivo de cumplirse el
cuarto centenario de su nacimiento.
Debo confesar ante todo que los ochenta discursos de
Dion Cocceyano Crisostomo no constituyen mi libro de cabe-
cera. Solo un azar de lecturas me llevo a repasar hace poco
el Discurso VII de este simpatico conferenciante (o, mas
exactamente, predicador), perseguido por el emperador Do-
miciano y favorecido por el «pio, felice, triunfador Trajano».
A pesar de su privilegiada position en su ciudad natal de
Prusa, en Bitinia (Asia Menor), Dion abrazo la filosoffa tinica
y estoica y, sin renunciar al lucimiento oratorio, por lo menos
en su juventud, actuo durante lo mas y mejor de su vida
como moralista practico, no como pensador original o pro-
fundo. En suma: personaje muy tfpico de la cultura helenis-
tica bajo los Antoninos, comparable a su coetaneo Plutarco,
a quien supera mucho como estilista, y de quien difiere en
cenirse al sencillo y utilitario Jenofonte como modelo prefe-
rente, y en dirigirse a un publico mas vasto y mas lego.
El Discurso VII pertenece a la vejez de Dion, segun se
desprende de varias indicaciones del texto y de la evolution
de su estilo. Parece haberse pronunciado en Roma con la
mira de aconsejar la vida de campo, no como lugar comun
poetico, sino para remediar males que amenazaban muy de
veras a la sociedad romana y que al cabo acarrearon su ruina.
Predica Dion la conveniencia de que la plebe se establezca
en el campo, despoblado e inculto a consecuencia del lati-
fundio que retiene en el despilfarro de la ciudad a los propie-
tarios ricos y atrae a los campesinos desposeidos, con los que
congestiona la poblacion urbana, fomentando su ociosidad y
244 la tradici6n clAsica en espana
9. Cf. dos de los epitafios que compuso para si mismo: «La isla de Tiro
me nutrio, y me dio a luz la atica Gadara, que se halla en Siria ... Si soy sirio,
<!de qud te maravillas? Forastero, vivimos en una sola patria: el mundo ...»
[Antologia griega, VII, 417); «... Meleagro, a quien llevaron a edad adulta la
divina Tiro y la sagrada tierra de Gadara. Si eres sirio, salanr, si eres fenicio,
rtaidios; si griego, ‘alegrate’ ...».
LITERaXURA ANTIGUA EN OCCIDENTE 295
cio es el primero en presentar profusas muestras de su vene
ration al libro, ello apunta a que aumenta el prestigio del libro
porque, a traves del cristianismo, ha aumentado el influjo orien
tal y, en particular, el hebraico.
A Curtius se le ha pasado por alto la explication obvia
de estos hechos porque el cristianismo que trae a eolation para
aclarar tal o cual fenomeno literario es un cristianismo sin
raices, concebido medievalmente como un cuerpo de doctrina
sin enlace con el pasado. El autor, tan amigo de remontarse
a las primeras fuentes —a la desconocida epopeya indoeuropea,
por ejemplo, para explicar la conocida Iltada (pag. 177)—,
desconcierta presentando el cristianismo como la religion del
libro (pag. 312). Claro es que su escrupulosidad acaba por im-
ponerse, y en su ejemplificacion los casos mas numerosos y
significativos pertenecen al Antiguo Testamento. Pero la frase
con que los introduce: «Ya el Antiguo Testamento encierra
gran numero de metaforas librescas» (pag. 313), esta tan lejos
de reflejar la verdad como la del historiador de filosoffa que
concediese: «Ya la Metaf'isica de Aristoteles encierra una expo
sition de la teoria de la materia y la forma que, por supuesto,
pertenece en propiedad a Santo Tomas de Aquino». Tan ex-
trano proceder no es, por lo demas, la exception, sino la
regia 10.
Extrana tambien en un critico de la fina receptividad de
Curtius la pobre presentation del judafsmo helenistico, tan
significativo no solo para la historia del sincretismo antiguo
sino para los comienzos del cristianismo (cf. pags. 47, 216, 445,
535: el tema esta totalmente omitido en el fndice». La desaten-
15. Curtius mismo reconoce estos hechos evidentes en las ultimas paginas
del libro, 398 y sigs. Alii anota que la transmision y la continuidad no son
valiosas en si (pag. 398); que los periodos en que la tradicion se pierde son los
mas fecundos (pag. 400); que entiende por tradicion europea una «memoria
creadora», y recomienda para fomentarla un canon de autores fundado en belleza
{ibid.). No pienso que haya de verse en estas opinones la rectificacion de las
ideas Msicas del libro, sino que, mientras el autor atendia a demostrar la unidad
europea, acentuaba la continuidad y que, una vez demostrada, subraya ldgica-
mente los elementos valiosos y creadores.
LITERATURA ANTIGUA EN OCCIDENTE 301
cion original, de los elementos transmitidos que de su revitali
zation en un todo organico y singular: la obra de arte con-
creta. De ahl la exaltation de la Edad Media 10, la evidente
preferencia por Calderon sobre Lope, la satira contra la diferen-
ciacion en perfodos (pag. 19). Curtius, mas inclinado a subrayar
la identidad que a percibir las diferencias, exagera la baja es-
piritual, la repetition pasiva, en desmedro de la orientation nue-
va. En el Excurso I, por ejemplo, cataloga varias consejas me-
dievales con que se explicaban obras de arte no entendidas, y
se refiere a parecidos errores literarios, pero no recuerda que
la Antigiiedad positivamente fantaseada (y no negativamente
18. Una de las hondas paradojas del libro de Curtius es el fuerte localismo,
en pugna con su fervor por la unidad europea. La universidad y el gimnasio
alemanes aparecen como punto de referenda (pags. 16, 19, 21, 59 nota 1,
267) y arranque de generalizaciones sin validez fuera de Alemania. En un estudio
que afirma como valor positivo la unidad europea, sorprende hallar a Estilicon
calificado de «Deutschromer» (pag. 312), lo mismo que es aleman el tono de
Notker Balbulo (pag. 460) y alemana tambien la molestia de Godofredo de
Viterbo que se equipara con Lucano y con Horacio (pag. 507; cf. tambien la
insistencia en la seguridad germanica del anglosajon Aldhelmo, pag. 455).
No menos sorprendente es explicar la cargazdn ornamental de Ausonio y Sidonio,
asi como el perverso estilo de la latinidad irlandesa, como caracterfstica racial
celta (pag. 392), exactamente como se «explicaba» el gongorismo por afinidad
racial entre el cordobes Gdngora y los «Cordubae natis poetis, pingue quiddam
sonantibus atque peregrinum». Siempre es una sorpresa para el lector que
parte de una lengua romance y no siente como exoticos el griego ni el latin,
comprobar ese como sortilegio que la palabra latina y griega opera en el ale
man (cf. pag. 71: «presta servicio a la paideia mediante el poder del logos»\
pag. 121: «las fuentes del bios») pdg. 136: «este libro puede llamarse una Nova
20. — LIDA
306 LA tradici6n clasica en espana
express un mismo despego de la realidad. Por un lado el cri-
tico, indiferente a la esencial unidad de la obra de arte con-
creta, la fragments en atomos conjeturales —los topicos de
Curtius o las cantilenas de la teoria romantica de la epopeya—;
por el otro, se precipita a asir la palpable semejanza material,
sin parar mientes a la intima, irreductible diversidad. Veanse
los casos siguientes:
Pag. 34, nota 2. Por ser el latin la lengua sabia e inaltera
ble para el hombre medieval, observa Curtius que a ella se tra-
ducen poesias de la lengua vulgar; traducciones son la Historia
destructionis Troiae de Guido delle Colonne, la Gesta duels
Ernesti, el Carmen de prodicione Guenonis, etc. A lo que el
autor agrega: «De igual modo, todavfa a mediados del siglo xvi
[se tradujeron al latin] las famosas Coplas de Jorge Manrique
a la muerte de su padre. — Goethe leyo con gusto en latin
Rhetorica»; pag. 398: «la relaci6n con la tradition literaria se mueve entre dos
conceptos ideales: el tesoro (thesaurus) y la tabula rasa»; pag. 399: «se puede
comprender el recuerdo segun la letra —y segun el pneuma»). De igual indole
es el deslumbramiento verdaderamente medieval que ejercen las autoridades, no
solo las desplegadas en la pag. 8, desde Herodoto hasta Ortega y Gasset, sino
las esparcidas a manos llenas por todo el libro para apoyar con su nombre ilustre
las trivialidades mas inocentes (cf. pag. 73, juicio de Mommsen sobre Quinti-
liano; pag. 251, aforismos de Novalis; pig. 393, nota 4, testimonio de Saints-
bury para convencer al lector de la belleza del «Dies irae»; pag. 398, cita de
Platon para servir de epifonema al largo parrafo). Goethe y Hofmannsthal son
las autoridades favoritas y, a decir verdad, no sd si se hace justicia a tan excel-
sos artistas tomando al pie de la letra, como premisa para la investigation cien-
tifica, muchas frases, siempre bellas e ingeniosas, aunque no siempre dichas con
tan grave intention. Las observaciones de Goethe sobre el orientalismo de Cal
deron (pag. 347) reflejan las opiniones corrientes de los criticos romanticos, que
explicaban por los arabes lo que en la literatura espanola no era europeo «gene-
ral». Dudo de que la graciosa observation de Goethe sobre los libros en rustica
(pag. 305) pueda erigirse en criterio de cultura. La cita de Goethe a todo cuento
acaba por convertirse en un rito huero: el programa que traza Goethe para
estudiar las metaforas estilisticamente, dentro de una lengua «primitiva», tiene
muy poco que ver con la ciencia de la metafora, historica y comparativa, que
persigue Curtius (pags. 304 y sig.). En suma: abrumado por la balumba de
autoridades, pienso si el lector extranjero de Curtius no echara de menos la
pereza espanola —la de Cervantes, digo, que se confesaba «naturalmente poltron
y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me s£ decir sin
ellos».
LITERATURA ANTIGUA EN OCCIDENTE 307
Hermann und Dorothea». Muy distintos son resultado e inten-
cion en los primeros y en los ultimos casos, pues si en las
versiones medievales la intencion de hacer digna de la clere-
cia la invencion vulgar es evidente, no puede decirse lo mismo
de las modernas. <{Cual pudo ser, a mediados del siglo xvi,
la intencion del traductor de Manrique (y en 1624 de Gas-
par Barth, interprete de La Celestina), cuando las lenguas vul-
gares ya habian ganado jerarquia literaria y cuando el espanol
gozaba precisamente del maximo de su prestigiosa expansion?
Quiza fuese el latinizador de las Coplas un rezagado venerador
del latin; quiza un pedante estrafalario, como lo fue Gaspar
Barth; quiza se gozase en tan sabio donaire como los domines
de Oxford que han vertido al latin los sonetos de Shakespeare
y al griego Humpty Dumpty y Sherlock Holmes 19: como quie-
ra que fuese, las Coplas y La Celestina se leyeron en espanol
y no en latin. En cuanto a la traduccion latina de Hermann und
Dorothea, claro es que no se debio a que se siguiese viendo en
el latin la unica lengua que pudiese fijar una obra literaria, sino
al deseo de ejecutar un juego de ingenio particularmente inten-
cionado, ya que, segun observaba el mismo Goethe (Conner-
saciones con Eckermann, 18 de enero de 1825), restituia el
poema a la intencion de arte antiguo con que lo habia creado.
Pag. 139. Aun en el supuesto caso de que sean topicas las
imagenes basadas en relacion personal («la lluvia, hija de las
nubes», etc.), no hay tal topico en las palabras que se atri-
buyen a Epaminondas: «Dejo dos hijas maravillosas, [las ba-
tallas de] Leuctra y Mantinea» 20. La imagen surge ya en una
oda I del libro III: mucho mas importantes son la epfstola citada, la oda 26
del libro I y la 9 del libro IV. Manilio formula su mas detallada protesta de
novedad en los libros II y III, Boccaccio en el libro XII, 84, de la Tese:da. En
varios poemas el manifiesto esta al comienzo de un canto, pero no del canto I
(el tercero en las Gedrgicas, el cuarto en Lucrecio, el segundo y tercero en
Manilio, el segundo del Paradiso). Por ultimo, el elogio de la originalidad de
Lucano en las Silvas de Estacio, II, 7, v. 51, ni se halla al principio de la
composition ni es comparable con los «manifiestos» anteriores, pues no expresa
proposito propio sino forma parte del encomio general de Lucano.
316 la tradici6n clAsica en espana
35. (iDonde existe, en nuestros dias, el lector general ante quien es preciso
defender las imagenes de Gongora y Shakespeare, pero capaz de interesarse en el
pensamiento alegorico de Bernardo Silvestre y en las querellas literarias italianas
del siglo xiii? En un libro destinado al lector general es peligroso aventurar
opiniones personales como si fuesen dogmas indiscutidos (pig. 270, Gide cali-
ficado de «sublime»; 311, menosprecio de Ausonio, y 319, alabanza de Baudri de
Bourgueil; 390, fecha del Mio Cid y afirmaciones muy discutibles sobre la lite-
ratura espanola medieval; cf. final de la nota 13); y peligroso, asimismo, no
guardar proporcion en los ejemplos. Bueno es que la ejemplificacion sea tlpica
330 LA tradici6n clasica en espana
No son las senaladas meras fallas de elegancia formal ex
terna. La organizacidn inadecuada no es sino un aspecto, el
mas palpable, de un desalino de pensamiento que menoscaba
la rafz misma del libro. Muchos complejos conceptos basicos
carecen de una definicion que permita seguir sin equfvoco el
pensamiento del autor.
Despues de la sagaz observacion de Curtius sobre la uni-
cidad del Renacimiento como fenomeno de la historia cultural
italiana, y su interpretacidn de los otros «Renacimientos» como
otros tantos reflejos del italiano (pag. 42, nota 2), sorprende
que adopte (pags. 65, 79) y justifique (pags. 61, 121, 258 y sig.)*1
4. Eupbues, the Anatomy of Wit. Eupbues and bis England, by John Lyly,
ed. de M. W. Croll y H. Clemons, Londres, 1916, introduccidn de M. W. Croll,
en especial pigs. xxiv -lx iv . Es este uno de los puntos de historia literaria
europea en que la atencidn a Espana facilitarfa notablemente la solucidn del
problema, mucho mas transparente en la prosa castellana que en la inglesa. Desde
la Historia Gothica del arzobispo don Rodrigo (1243), fuente de la Primera
crdnica general, ese estilo se introduce en la prosa castellana con pretensidn
artfstica, y esti representado ininterrumpidamente hasta fray Antonio de Gue
vara. Norden (Die antike Kunstprosa vom VI. Jahrbundert v. Chr. bis in die
Zeit der Renaissance, Leipzig, 1898, pigs. 773-809), para remontar el estilo de
Guevara a la Antigiiedad grecorromana, se empend en probar que Guevara era
un humanista y, como tal, estudioso de Isocrates y Ciceron. La verdad es que
el examen de las obras de Guevara prueba que nada tenfa de humanista, que
su latfn era escaso y su griego nulo. Y prueba, sobre todo, que este escritor
de tan sabrosa y rica vena estaba firmemente asido, en cuanto a su pensamiento,
al pasado medieval y no al presente humanista. Todo lo cual corrobora la
filiacidn medieval de su estilo. Cf. RFH, VII, 1945, pigs. 346 y sigs.
348 la tradici6n clAsica en espana
nor tornado de Virgilio, como el que indica Highet, pero en esencia esta de-
masiado anclado en la tradicion erudita medieval para inspirar a un estilo simple
y «natural». Cf. el aludido libro de Curtius, pags.-354 y sigs. y, como ejempio
concreto, las intrincadas perifrasis de las pags. 278 y sig.
6. Highet afirma (pig. 169) que Sidney en su Arcadia estaba «especialmente
en deuda con Dafnis y Cloe». Ahora bien: el libro de S. L. Wolff, The Greek
Romances in Elizabethan Prose Fiction, Nueva York, 1912, con el que Highet
encabeza la bibliografla sobre este punto (pag. 612), afirma lo contrario, pag.
335: «Lo mas extrano de todo es que ni aquf [XIII, 11, descripcion del rio
Ladon] ni en ninguna parte toma nada de Longo».
350 la tradici6n clAsica en espana
re, Les Sthiopiques, Paris, 1935, vol. I, pag. xcvi) y en las crea-
ciones de los mas grandes ardstas de los siglos xvi y xvn, en
el Tasso, en Cervantes, en Calderon, en Racine (ocasionalmente
en Shakespeare, cf. pag. 648), para no mencionar ingenios me-
nores como Barclay, el de la Argenis, Gil Polo, Alexandre Har
dy, Basile y muchos otros. Es lastima que Highet senale de
pasada, asombrandose, la admiracion de Racine (pag. 294), en
lugar de detenerse a exponer con su habitual penetracion y sim-
patia las razones nada reconditas de la unanime admiracion por
Heliodoro en esos siglos.
Como E. R. Curtius, desatiende a veces Highet a lo que en
la cultura de la Europa Occidental no es grecorromano. En
principio la falla parece menos seria en Highet, quien ha limi-
tado modestamente su cometido al influjo griego y romano en
la literatura de Occidente. Pero es dificil que un libro de divul
gation, destinado a un lector de mediana cultura, pueda cenir-
se estrictamente a un sector particular de la realidad sin falsear
la perspectiva general a que aspira y, de rechazo, sin viciar la
representation de su sector particular. Por lo demas, en algu-
nos casos Highet senala influjos no grecorromanos, tales como
la attraction de los romanticos por el Oriente (pags. 358 y 435),
el Oriente como una de las «huidas» de los artistas del siglo
xix (pag. 438), el influjo de China y Japon en los impresionis-
tas (pags. 502 y sig.). Lo general, tanto en Highet como en
Curtius, es la tendencia a ensanchar el volumen de lo grecorro
mano a costa de lo no grecorromano. Ante todo, no disimula
su antipatia por el Oriente (pags. 435, 688) ni deja de favore-
cer a griegos y romanos adecuandolos a sus propios ideales:
frente a la Aphrodite «terrible y asiatica» de Pierre Louys, la
griega es «el sonriente espiritu nacido de la espuma del mar
Egeo» (pag. 459). No es tal «sonriente espiritu» la Afrodita
implacable y enloquecedora del Hipolito: bien sabian los grie
gos, demasiado francos para cerrar los ojos a la realidad, que
en la naturaleza que rodea al hombre, y sobre todo dentro de su
propia alma, no hay solo «espiritus sonrientes».
Muy exagerado tambien es el nexo entre la legislacidn
LA tradici6n clasica en espana 351
romana y las democracias del mundo moderno (pag. 2). Pues
justamente las dos grandes democracias de nuestros tiempos,
Inglaterra y los Estados Unidos, basan su legislacion en sus
propias usanzas mucho mas que en el derecho romano, mien-
tras tantas naciones latinas, poseedoras de perfectas constitu-
ciones de inspiracion romana, se han mostrado incapaces de
democracia. Para bien y para mal el modo de ser de cada pueblo
es mas importante que sus codigos.
Comun error con Curtius y la enorme mayorla de los estu-
diosos de la cultura occidental es exagerar la deuda, siempre
grande, por cierto, con Grecia y Roma. Vease como rezan las
palabras iniciales (pag. 1):
7. Andfora: Salmos, 118, 10-12; 146, 7-10. Antitesis: Salmos, 115, 5-7; Pro-
verbios, 10, 1 y sigs. Paralelismo: Salmos, 114, 1 y sigs.; 121, 5-6; 137, 3-6.
Climax: Salmos, 119, 28-29; 150. Tricolon: Salmos, 107, 39; 109, 22; 1 Reyes,
8, 42. Es ocioso advertir que una busqueda sistematica multiplicarla facilmente
los ejemplos.
la tradici6n clAsica EN ESPANA 353
doro subraya la importancia de su elemento oriental, como lo
sugiere el autor en pag. 165. Clitofonte y Leucipe no aportan
por Grecia, aunque si por Tiro, Sidon, Bizancio y Egipto; la es-
cena de Dafnis y Cloe es Lesbo, junto a la costa del Asia Me-
nor. Highet senala lo escasamente helenico de Heliodoro (pa-
gina 165); puede agregarse que todos los autores conocidos
de estas antiguas novelas —Aquiles Tacio de Alexandria, Ca-
riton de Afrodisias, Jenofonte de Efeso— no son griegos de na-
cion. No parece sino muy puesto en razon relacionar estas his-
torias con las otras mas breves, que lograron su mas perfecta
formulacion literaria en el Decameron y a las que Highet se
refiere con cierta vaguedad (pag. 89), como si se las conociese
solo por transmision puramente folklorica, sin calidad literaria:
al fin de cuentas, la novelfstica oriental (india, persa, arabe),
vertida al latin desde el siglo xn, ha ejercido sobre la narracion
occidental un influjo tan bien atestiguado como el de la litera-
tura grecorromana sobre otros generos.
La prevencion de Highet (y de Curtius) contra lo oriental 88
al Asia, pero guarda con ella muy fntima relacidn. Claro est£, asimismo, que la
lfrica griega no procede de la asidtica en el sentido de que derive de los Sal-
mos o del Cantar de los cantares, pero los nombres de los modos y de la ma-
yorfa de los instrumentos musicales griegos hablan a voces del influjo asMtico
en los origenes de la lfrica griega. Los m^s antiguos musicos y poetas proceden
del Asia Menor y de las Islas, en vivo contacto con el Oriente (un hermano
de Safo es mercader en Niiucratis de Egipto; un hermano de Alceo milita entre
los babilonios); tampoco es inoportuno recordar la conviccidn de A. Meillet,
segun la cual el hex^metro griego no es un verso indoeuropeo, Les origines indo-
europeennes des mhtres grecs, Paris, 1923. Me parece que Highet, que se halla
tan por encima del nacionalismo de nuestros dfas, lo proyecta sin embargo en el
pasado.
9. El estudio de los finales romances de la lfrica hispanohebrea e hispano
arabe (S. M. Stern, AlAn, XIII, 1948, 299-346, y XIV, 1949, 214-218; F.
Cantera, Sef, IX, 1949, 197-234; D. Alonso, RFE, XXXIII, 1949, 297-349)
retrotrae considerablemente el problema de los origenes y enriquece el cono-
cimiento de la lfrica primitiva peninsular. Su contribucidn al esclarecimiento de
c6mo surgi6 y se difundio la forma lfrica de la muwassaha es menos importante
y, sobre todo, menos directa.
LA tradici6n clasica en espana 355
mas flojo es aquel, precisamente, en que el autor hace caudal
para enlazarlo con su tema: el influjo de Ovidio, no por su
Ars amatoria sino por sus «muchas historias inmortales de apa-
sionada adoracidn mas alia de la muerte». Tales historias se sin-
gularizan, en su enorme mayoria, por su amor tragicamente sen
sual (Apolo y Dafne, Venus y Adonis, Biblis, Escila, Medea,
Mirra, Salmacis). Pero aun las pocas historias menos deshones-
tas (Atalanta e Hipomenes, Cefalo y Procris, Pframo y Tisbe,
Ceix y Alcione, Orfeo y Euridice) no muestran el menor atisbo
del vasallaje a la amada, de la complacencia en el sufrimlento
sentimental, de la adoration desinteresada, esenciales en el amor
cortes. Digase lo mismo de los elegfacos latinos. En cambio,
esa esencia se encuentra en toda su complejidad —y no era
un secreto en el ano 1949— en la hrica arabe, en parte ya en
la preislamica. Asm Palacios, Garcia Gomez, Massignon, P£r£s
han llamado la atencion sobre el «amor udri», teorizado y ce-
lebrado desde Bagdad hasta Murcia, del siglo x al xiv y, por
cierto, no ajeno en su raiz a la especulacidn neoplatonica del
Oriente helenizado. Don Ram6n Menendez Pidal ha ilustrado
con elocuentes muestras las ideas caballerescas en la literatura
y la vida hispanoarabe, y hasta Curtius, tambien muy parcial
de lo grecorromano, admite la fuerte verosimilitud de su influ
jo sobre el Mediodia de Francia (pag. 523). Lo que es mas, en
Poesia arabe y poesia europea, Menendez Pidal ha probado la
posibilidad material de la transmision de la cancion arabe, evi-
dente para todos los que presenciamos, por ejemplo, la pene-
tracidn popular de la cancion yanqui en Hispanoamerica, donde
el vulgo apenas comprende su lengua, a la par de la penetration
culta, por medio de traducciones, del pensamiento y la litera
tura de los Estados Unidos. El desconocimiento de la breve
obra maestra de Menendez Pidal, asi como de las obras capita-
les de los otros autores citados, denuncia para nuestro descon-
suelo el aislamiento en que, sin percatarse, trabajan los cam-
peones de la tradicidn humanistica y de la unidad europea.
Fuerza es confesar, ademds, que el cristianismo, cuyo influ
jo positivo y negativo en la transmisidn clasica nunca podra’en-
356 LA tradici6n clasica en espana
carecerse bastante, esta tratado en forma poco satisfactoria. No
habra lector que, en lugar de las magras paginas 7 a 9 no ecbe
de menos un bien construido capitulo, claro, agudo y exacto,
como los que Highet sabe escribir, sobre este tema trascenden-
tal. No lo reemplazan, por cierto, ni las paginas indicadas, ni las
contradictorias referencias hechas al pasar: es, en efecto, fre-
cuente que Highet inciense a la Iglesia con muy trillados mitos
que el mismo se encarga de desmentir a las pocas paginas 10.
defensores de una y otra parte; asombra ver (pdg. 353) que a las futiles razones
de Gibbon contra el cristianismo, Highet opone razones igualmente futiles en
favor. Arguye Highet que los cristianos del Imperio romano de Oriente (pues
ni intenta aplicar su justificaci6n al de Occidente) lograron a veces rechazar
a los barbaros y, cuando no lo lograron, acabaron por civilizarles. No puede
sostenerse que los subditos del Imperio bizantino hayan rechazado las invasiones
(cuando las rechazaron) en su cardcter de cristianos, sino en su caracter de ciu-
dadanos romanos, como lo venfan haciendo desde siglos, como lo hablan hecho,
con mas exito, las legiones de Mario; y tampoco era iniciativa de la Iglesia,
sino tradicion romana, el asiento pacffico de masas de barbaros.
11. Como la redacci6n de estas lineas es algo ambigua, conviene recordar
que la comparacion de Virgilio con el hermoso vaso lleno de culebras no
es, que yo sepa, de San Jer6nimo, sino del monje Juan en la vida de su maestro,
San Od6n, abad de Cluny (primera mitad del siglo xii). Vease Migne, Patrolo-
gia latina, vol. CXXXIII, col. 49.
358 la tradici6n clAsica en espana
12. Tambidn peed en este sentido Gabriel Mir6 en las Figuras de la Pa-
sidn del Senor. Vale la pena tener presente que si todo un legado consular podia
escribir ixi por ipsi (Suetonio, Vida de Augusta, 88), lo que equivaldrla a es-
cribir hoy adoccidn por adopcion, no se exigirlan muchas letras a un simple
procurator, generalmente subordinado al legado de Siria. En cuanto al linaje
de Pilato, las opiniones esttin divididas, pues unos lo creen liberto o de fami-
lia de libertos, mientras otros lo relacionan con la antigua gens Pontia. Pero un
ex-esclavo podia ser gobernador: el procurador Antonio Fdlix, ante cuyo tribu
nal comparecid San Pablo, debid su nombramiento a su hermano, el liberto
Palas, favorito del emperador Claudio.
LA tradici6n clasica en espana 363
el autor el poder de estimulo, de fermentation renovadora con
que en muy distintas dpocas y pueblos actua la Antigiiedad.
Con saludable insistencia subraya lo creador de su influjo, que,
en la medida en que es eficaz y valioso, no puede identificarse,
como querria Curtius, con la retorica inerte: la mejor prueba
esta en el escaso valor de sus calcos (el Africa de Petrarca, pa-
gina 85; la Franciada de Ronsard, pag. 144) y en el alto me-
rito de sus imitaciones recreadoras, como Os Lusiadas y el Pa-
raiso perdido. De ahi la cercama, el calor vital de su estudio
que no poseen otras antigiiedades contra lo que suele pensar
el lego de nuestros dias (con veleidades exoticas que recubre
con el nombre de antropologia): las humanidades clasicas no
son erudition abstrusa (pag. 364).
Acerca de como se realiza este influjo bay en este libro muy
atinadas reflexiones generales. Sin formularlo explicitamente, da
a entender Higbet, a proposito de las ficciones de Dictis y Da
res, que no siempre es lo mejor de Grecia y Roma lo que ha
fecundado el arte de los nuevos pueblos (pag. 56). Identica
conclusion se colige de las paginas que exponen la influencia de
la novela griega (pags. 163 y sigs.), del menos que mediano tea-
tro de Seneca, de las Anacreonticas y buena parte de la Anto-
logia griega, tan eficaces en la lirica menor como ineficaz fue
el admirado Pindaro en la oda solemne: los fracasos y los exi-
tos de la lirica de Ronsard (pags. 233 y sigs.) son el mas elo-
cuente comprobante de que las obras antiguas no ban influido
en proportion directa a su valor objetivo.
Esa inferencia, indiscutible a mi modo de ver, guarda inti-
ma relation con otro concepto, que Higbet expresa en un pa-
saje (pag. 361) e ilustra practicamente en toda su obra, el con
cepto mas discreto que jamas se baya dicbo sobre un influjo
literario, y mucbo menos paradojico de lo que parece a primera
vista: «Probablemente es el caso que cada epoca toma de la
Antigiiedad lo que le place». En efecto: c>por que, por ejemplo,
Esquilo no es importante en el Renacimiento y si en el roman-
ticismo? No creo que la respuesta se halle en la dificultad
lingiiistica del poeta (pag. 132), pues —salvo el caso muy excep-
364 LA tradici6n clasica en espana
cional de Shelley— contados eran los romdnticos que podfan
leerlo sino en traduccion, y traducido al latfn, que lefan todos
los hombres del Renacimiento, andaba desde 1555 13. La res-
puesta se halla en la adecuacion que cada epoca encuentra
o cree encontrar en los clasicos, adecuacion no exclusivamente
estetica, segun prueba el fervor de Shelley por la rebeldfa del
Prometeo encadenado y por el patriotismo libertario de Los
Persas. Muy interesante es el ejemplo a proposito del cual
Highet formula esa observacion (pag. 361): en nombre de
Grecia se predied en el siglo xvn el mas estricto formalismo
literario porque, despues del arte informe de la Edad Media
y del arte tumultuoso del Renacimiento, los artistas aspiraban
a un orden riguroso; y en nombre de Grecia se predica a co-
mienzos del siglo xix la libertad artfstica porque, tras siglos
de absolutismo, los romanticos ansfan «naturalidad» y libertad
artfstica, polftica y moral (pags. 364 y sigs.). O recuerdese la
anecdota segun la cual Bossuet se encierra a leer Homero, antes
de escribir la oracion funebre de la reina Marfa Teresa, para
ponerse en vena sublime (pag. 330), mientras Goethe toma
la Odisea como modelo para la poesfa aburguesada de Herman
y Dorotea (pdgs. 382 y sig.), y, en nuestros dfas, Alfonso Reyes
comenta con exquisita simpatia bumorfstica los resortes litera-
rios y humanos de la Ihada (Homero en Cuernavaca, Mexico,
1949): no puede ser mas diverso lo que estos tres artistas
ban ido a buscar en Homero. Evidentemente, lo decisivo en
cada caso no es lo que Homero brinda, sino lo que el artista
moderno busca. La «moraleja» de la historia del influjo gre-
corromano ensena, pues, que la Antigiiedad clasica no vale
como panacea ya confeccionada y lista para cualquier caso,
sino como estimulo que ha sabido arrancar altfsimas respuestas
de las naturalezas privilegiadas, sin poder, claro estd, convertir
en privilegiadas a las naturalezas que no lo son. El «influjo»
grecorromano —no nos engane la metafora— no es un fluido
17. No seri inoportuno advertir aqul que, como Highet atiende poco a lo
italiano y menos a lo espanol, se le escapan gdneros enteros de filiacion greco-
rromana por el mero hecho de que no fueron muy practicados en Francia e
Inglaterra. As! la fabula mitologica al modo de Ovidio y de Claudiano, que
cultivaron Juan de Mena (en el Comentario a su Coronacidn), el autor de la
Fabula de Orfeo del Cancionero general de Hernando del Castillo (num. 297
en la edition Bibliofilos Espanoles), Castillejo, Hurtado de Mendoza, Silvestre,
Barahona de Soto, Mai Lara, Carrillo y Sotomayor, Pedro Espinosa, Gongora,
Lope, Mira de Amescua, Villamediana, Figueroa, Jauregui, Bocdngel, Diaz Ca-
llecerrada y todavla, en el siglo xvm, Jos£ Antonio Porcel.
la tradici6n clAsica en espana 373
de Heredia, muy relacionado con la Grecia bizantina, hace
traducir a Tucidides: version anterior casi en un siglo a la
traduction latina de Lorenzo Valla.
J enofonte, pag. 117. — A la mencionada version de la
Anabasis por Diego Gracian de Alderete, puede agregarse la de
la Ciropedia y varias obras menores por el mismo fecundo
traductor (cf. Bataillon, op. cit., II, pag. 226), y la de la Ciro
pedia por Antonio Agustin, 1579.
Plutarco, p^gs. 117 y 119. — El autor cita solamente
la traduction de las Vidas paralelas de Alfonso de Palencia,
basada en la version latina de Lapo Florentino y no en el
original griego (cf. A. Paz y Melia, El cronista Alonso de Valen
cia, Madrid, 1914, pag. xxxiv). En el siglo xiv, Heredia habia
encargado una version de treinta y nueve de las Vidas basada
en la versidn en griego moderno de Demetrio Talodiqui. El
protestante Francisco de Enzinas, que ensend griego en Cam
bridge, tradujo las primeras, Estrasburgo, 1551; Gracian las
de Temistocles y Camilo; un andnimo las de Cimdn y Luculo
(Bataillon, op. cit., II, pag. 227, nota 15). Juan Castro Salinas es
autor de Ocho vidas entresacadas de Plutarco, Colonia, 1562.
Quevedo, en su Marco Bruto, inserta una versidn de esta Vida.
No menciona Highet versidn espanola de las Morales. El Prin
cipe de Viana tradujo el tratado apocrifo De toda condicion
de la nobleza de la versidn italiana de Angelo Decembri, ba
sada en la latina de Bonaccorso (cf. Schiff, op. cit., p^gs. 114
y sigs.). A comienzos del siglo xvi Pedro Fernandez de Villegas
traduce el Libro de la utilidad que se recibe de los enemigos.
Gracian de Alderete publico en Alcala, 1548, con el titulo de
Las obras morales, una seleccidn de las Morales; en Alcala,
1533, habia impreso los Apotegmas. Diego de Astudillo agregd
a su traduccidn de Vives un dialogo y una carta de Plutarco,
Amberes, 1551. De Valladolid, 1538, es la traduccidn anonima
del tratado Contra la codicia de las riquezas.
Salustio, pag. 117. — De este autor, muy influyente en
la historiografia espanola medieval, Highet menciona unica-
mente la traduccidn de Francisco Vidal de Noya, 1493. Puede
374 LA tradici6n clasica en espana
agregarse que esta no es sino un arreglo de la que, a ruegos de
Fernan Perez de Guzman, compuso su primo Vasco de Guz
man a mediados del siglo xv; otra traduccion es la de Manuel
Sueiro, Amberes, 1615.
Cesar, pag. 117. — No se nombra ninguna version espano-
la. La mas antigua parece ser la derivada de la italiana de
Pier Candido Decembri, probablemente para el Marques de
Santillana; siguen las de Diego L6pez de Toledo, Toledo, 1498
(cf. M. Menendez Pelayo, Bibliografia hispano-latina clasica,
Madrid, 1902, pags. 422 y sigs.) y la de Pedro Garcia de
la Oliva, Toledo, 1570.
T ito L ivio, pag. 118. — «En espanol Pedro L6pez de
Ayala hizo una traduccion muy influyente». Alguna influencia
debio de tener, en efecto, ya que 11ego a imprimirse: Sala
manca, 1497. Con todo, Ayala vertio solo las Decadas primera,
segunda y cuarta y no directamente, sino de la version francesa
de Pierre Bersuire. Versiones directas son la de fray Pedro
de la Vega, Zaragoza, 1520, y la de Francisco de Enzinas, Am
beres, 1550, que corrige la anterior.
TAcito, pag. 118. — No menciona Higbet ninguna version
espanola, siendo asi que existen las de Manuel Sueiro, Ambe
res, 1613; Baltasar Alamos y Barrientos, Madrid, 1614; An
tonio de Herrera, Madrid, 1615; y la magnifica traduccion de
las Historias y los Anales por don Carlos Coloma, Douai,
1629.
P lat6 n, pig. 118. — Olvida Higbet las versiones espano-
las, aunque las primeras fuesen considerablemente mas antiguas
que la latina de Marsilio Ficino (1482), ya que El libro de
Flatdn llamado Fedron [sic'] en que se trata de c6mo la muerte
no es de temer, de Pero Diaz de Toledo, capellan del Marques
de Santillana, estaba concluido hacia 1445. A1 mismo se debe
la version del Axioco, el didlogo espurio que, por sus tdpicos
consolatorios y ninguna especulacion filosofica, fue leidisimo
en el Renacimiento. Pedro de Rhua, el contrincante de fray
Antonio de Guevara, tradujo el Critdn y el Fedon; Pedro
Sim6n Abril, el Gorgias y el Crdtilo, no impresos, pero si utili-
la tradici6n clAsica en espana 375
zados en su ensenanza (cf. M. Morreale de Castro, Pedro Simdn
Abril, Madrid, 1949, pdg. 319).
Arist6 teles , pdgs. 119 y 123. — La unica traduccion es-
panola mencionada es la de la Etica por el Principe de Viana.
Schiff, op. cit., pags. 31 y sigs., registra una traduccidn cas-
tellana de esta obra, de la Economica y De animalibus entre
los libros de Santillana. E. L. Legrand, Bibliographic hispano-
grecque, Nueva York, 1915-1917, pag. 11, menciona otra tra
duccion de la misma obra, Sevilla, 1493. En 1509, junto con
la Etica del Principe de Viana se imprime una version andnima
de la Politica, basada en la latina de Leonardo de Arezzo. Pedro
Simon Abril vertid la Politica con el titulo de Los ocho libros
de republica, Zaragoza, 1584, traduccidn reimpresa con reto
ques hasta hoy; tambien tradujo, pero no imprimid, la Etica.
Diego Hurtado de Mendoza tradujo la Mecdnica (cf. ed. de
R. Foulche-Delbosc, PHi, V, 1898, pags. 365-405); el licen-
ciado Murcia de la Llama vertid los Meteoros, Madrid, 1615;
Diego de Funes y Mendoza, del latin, la Historia general de
aves y animales, Valencia, 1621. Cosme Gdmez Tejada de los
Reyes traduce abreviandolos los libros de filosofia natural y
moral, Madrid, 1650. A comienzos del siglo xvn, Vicente Ma
riner tradujo, sin dar a la imprenta, la Logica y varias obras
de fisica, psicologia y zoologia. (Para versiones catalanas vdase
D. Rubio, Classical Scholarship in Spain, Washington, D.C.,
1934, p^g. 171.) De comienzos del siglo xvn es la versidn de
la Poetica al latin, de Juan Pablo Rizo; de Madrid, 1626, la
de Alonso Ordonez das Seyjas y Tobar; la Nueva idea de la tra-
gedia antigua de Jusepe Antonio Gonzalez de Salas, Madrid,
1633, se subtitula expresamente Ilustracidn de la «Poetica» de
Aristoteles d.
Cicer6 n, p£gs. 119 y 124. — Tampoco se nombra versidn
alguna espanola. Hay antigua versidn aragonesa del De officiis
y De amicitia, que poseyd Santillana (cf. Schiff, dp. cit., pA-
ginas 63 y sig.). Alfonso de Cartagena tradujo el De senectute
y el De officiis, probablemente en colaboracidn con su secreta-
rio, Juan Alfonso de Zamora, en la primera mitad del siglo xv;
376 la tradici6n clAsica en espana
/
la tradici6n clAsica en espana 377
S6focles, pAg. 120. — La venganza de Agamendn, de Fer-
nan Perez de Oliva, Burgos, 1530, no es traduccidn de la
Electra sino versidn libre en prosa.
EurIpides, pAg. 120. — Lo mismo hay que prevenir sobre
la Hecuba triste del Maestro Oliva. Pedro Simon Abril tradujo
la Medea, impresa en 1570 y 1599, segun L. Pfandl, Historia
de la literatura nacional espanola en la Edad de Oro, Barcelona,
1933, pag. 113. Fray Luis de Leon tradujo dos fragmentos
de la Andrdmaca. Vease Menendez Pelayo, Cuatro palabras
acerca del teatro griego en Espana (en las Comedias de Aristd-
fanes traducidas por F. Baraibar y ZumArraga, Madrid, vol. I,
1880), sobre una traduccidn de Boscan, un Hipolito de Villegas,
y una curiosa noticia del Pinciano (Philosophia antigua poetica,
XIII, repetida en el Guzman de Alfarache de Mateo LujAn de
Sayavedra), acerca de cierta Ifigema que se representd en el
Teatro de la Cruz.
Plauto, pAg. 121. — El Anfitrion traducido en 1515 por
Francisco Lopez de Villalobos fue adaptado en 1529 por Fer-
nAn Pdrez de Oliva. En 1555 aparece en Amberes una version
andnima del Soldado fanfarrdn y de los Menecmos. En 1559
Juan Timoneda imprime su adaptacidn de esta ultima (que
Highet menciona en la pag. 134) y del Anfitridn.
Oratoria, pag. 122. — Aqui Highet ha olvidado del todo
a Espana. P. S. Abril declaraba utilizar en sus clases traduc-
cion de «las oraciones de Esquines contra Demostenes y De-
mdstenes contra Esquines» (M. Morreale de Castro, op. cit.,
pAg. 319). Espana compartid con el resto de Europa la predilec-
cidn por Isdcrates: Gracian de Alderete tradujo De la go-
bernacidn del reino, al rey Nicocles, Salamanca, 1570, y Pero
Mejia tradujo, de la versidn latina de Rodolfo Agricola, la
Parenesis a Demonico, incluida en su Silva de varia leccidn,
Sevilla, 1542. El doctor Andres Laguna tradujo las Cati-
linarias, Amberes, 1557; Abril, el libro primero de las Verrinas,
Zaragoza, 1574, y, ademas, empleaba en sus clases versiones
castellanas de «las oraciones de Tulio contra Verres, Pro lege
Manilia, Pro Archia, Pro Marcello, Pro Milone» (M. Morreale
378 la tradici6n clAsica en espana
22. E. M. Barreda, Musica espanola de los siglos xii a xvm, Buenos Aires,
1942, pigs. 146 y 184.
35. — MBA
386 la taadici6n clasica en espana
23. Permftaseme reunir en esta nota algunas observaciones sobre tres erro-
res de hecho que se han deslizado en el libro de Highet. Pag. 61: en la le-
yenda de Filomena, Procne y Tereo, segun las Metamorjosis, VI, 437 y sigs.,
estos dos ultimos no tienen «hijos», sino un solo hijo, Itis. Pag. 89: «No hay
prototipo clasico de su disefio [el de Decameron], las series de historias carac-
terfsticas contadas por un grupo de amigos o de conocidos ocasionales». Muy
semejante, sin embargo, es el episodio de las Minieidas en las Metamorfosis,
IV, 32 y sigs., las tres hcrmanas que evitan la algazara de la bacanal a la que
se ha entregado el resto de Tebas, y entretienen sus labores contando cada cual
una historia de amor. Pag. 517: acerca de la poesfa de Ezra Pound, «Papiro»,
que reza: «Primavera ... / demasiado tiempo / Gongula», dice Highet: «No puedo
decir qud es lo que entienda por Gongula. Es la forma femenina de una palabra
que quiere decir [en griego] ‘redondo’. Quiza sea el nombre de una muchacha».
En nota, pag. 699, agrega: «Estrictamente el femenino es fofifsjXtj, y no hallo
que se le use para personas [cf. Plutarco, Nicias, 19]. Pero Pound no da gran
importancia a la exactitude Con todo, aquf es irreprochablemente exacto; entre
las tres alumnas de Safo que nombra Suidas se encuentra Gdnguila ro-p/uXa)
de Colofdn. El nombre aparece mutilado en un fragmento de Safo (ed. J. M.
Edmonds, num. 45). Lo que es mas, toda la poesfa «Papiro» de Pound no es
sino la traduccidn del comienzo de trn fragmento muy estropeado de Safo
(num. 85) que incluye ese nombre: Tjp' a.../' 8fjpa xo ../ ToyjuXa a. .
396 la tradici6n clAsica en espana
74, 115, 266, 287, 288, 336, 378 arturica, literatura 170, 186
380, 383, 390 Artus, el Rey 187
Arguijo, J. de 288, 390 ascension (de Nemrod, etc.) 196,
Ariosto, L. 81, 92, 138, 145, 175, 197
250, 276, 277, 281, 314, 332, ascetismo (cristiano, pagano) 168,
345, 387 172, 184-187, 191, 193
Aristeo 100 Asensio, E. 337
Aristippus, H. 397 Asia Menor, la antigua 325, 362
Aristofanes 43, 106, 111, 236, asianismo 347, 354
317, 377 asiatico, arte 300
Aristoteles 103, 174, 179, 181, Asm Palacios, M. 292, 354, 355
183, 187, 190, 192, 193, 196, asindeton 278
233-235, 273, 277, 280, 295, 301, asindeticos, versos (y rapportati)
303, 324, 331, 338, 348, 371, 330
375, 397 Assisi.—■Ascesi 310
aristotelismo 292, 294 astronomia (antigua) 137, 154,
Arjona, M. 98, 390 157, 161, 311
Arleta (maga) 60 Astudillo, D. de 373
Armas antarticas, ver: Miramontes Atena 122
Zuazola Ateneo (autor) 333
«Armas y letras» 289, 318 Atila 195
Arnim, H. \on 246 Aubert, H. 234
Arnold, M. 317, 347 Aubrun, Ch.-V. 194
arpa 215-217, 230 Augusto, Octaviano (y su siglo)
arpado ‘armonioso’ 230 100, 202, 261, 293, 359
arpar ‘cortar, aranar’ 218-221, aulas medievales 126, 127, 131
226-231 Aulo Gelio 181, 331
Arquemoro 273 Aulon, fray G. 376
arquetipos de cualidades 187 Aureliano 202
Arquimedes 183 Aurora (=Alba) 131, 139, 142
arquitectura medieval 296 144, 146, 154-156, 160-162, 177,
arrebol 138, 149, 155 386
arrianismo 188 Ausonio 40, 154, 278, 279, 286
Arriola, P. M. 188 288, 305, 308, 309, 320, 329
arroyo manso 79, 84, 163 auto sacramental 359
arte por el arte 344 autores 38, 126, 272, 278
artes liberales 272, 273, 284 autoridad y «autoridades» 175
artifice o artista, Dios como 190, 306
282, 283 aves imitadoras, parleras
artificio retdrico (podtico, verbal) 233, 235
175, 310, 335, 347, 357, 386 aves literarias 40, 51, 52, 70,
Artigas, M. 249 140, 162, 163, 209, 216
«artista comparable a la Naturale- Avila, D. G. de 187, 188
za» 280 Avila, G. de 216
fNDICE ALFABfh'ICO 403
Avito (San) 147, 297 «Beatus ille» 263, 267
Avranches, E. 335 becerrilla 89
axiomas dc la pesquisa literaria Becquer, G. A. 95
30 Beda 272, 298, 332
azahar 148 Beliams de Grecia, Don 210
Aznar, F. 227 Bell, A. F. G. 290
azor 107 belleza fisica 276
aztecas 321 Bello, A. 256, 390
azucena 85, 86, 142, 144, 148 Bembo, P. 108, 303, 304
Beneyto Perez, J. 181
Babel, torre de 197 Benjamin de Tudela 176
Babeuf, G. G. 366 Beowulf 304
Babilonia 196, 237, 352 Berceo, G. de 52, 239, 285
Bacon, R. 281 Bergson, H. 271
Badia Margarit, A. 29 Berkeley (Universidad y biblioteca)
Baile de la Maya 213 20, 22
baja espiritual 301 Bermudez, J. 383, 390
bale on 154, 160, 163 Bermudez, P. P. 99
Balzac, H. de 316 Bermudez y Alfaro, J. 372
banquete 245 Bernardez, F. L. 317
Barahona de Soto, L. 64, 73, 81, Bernardo de Claravalle (San) 274,
87, 88, 372 281, 287
Baraibar y Zumarraga, F. 377 Bernardo de Cluny 274
Barbaro, E. y F. 397 Bernardo Silvestre 274, 279, 281,
barbaros (reyes, etc.) 272, 276 321, 329, 335
Barberino, A. da 81 Bersuire, P. 374
Barclay, J. 350 Beso 189
Barco Centenera, M. del 153, 212 bestiario 67, 69, 107
Barth, G. 307 Biblia 62, 65-67, 75, 84, 93, 134,
Bartrina, J. M. 390 260, 273, 276, 277, 281, 282, 291,
Barreda, E. M. 385 296-298, 312, 315, 332, 352, 359,
Barrios [victima de la Contrarre- 383, 390
forma] 391 bibliografia 168
barro-co, -quismo 60, 284, 319, Biblioteca de Autores Espanoles
323, 345, 346, 371, 387, 393 14
Basile, G. 350 Biblis 355
Basilio (San) 296 bienestar material 263
Bataillon, M. 19, 21, 28, 31, 373, bilingiiismo 344, 361
395, 397 biografismo 25
batalla (descripcidn de la) 129 Bion 92
Baudri de Bourgueil 329 bizantinos 301, 357, 373
bautismo 70 Blake, W. 278, 317
Beach, R. M. 389 blasfemia 67
Beatriz 280, 322 blasones y ensenas 195
404 la tradici6n clAsica en espana
Blume, C. 203 bufones 293
Bocados de oro 176, 181, 190 buitre 116
192 Burgos, D. de 136, 187
Bocangel, G. 372 burgues, ideal 319
Boc(c)ac(c)io, G. 132, 173, 191, burlesco, tono 247
299, 303, 315, 332, 353, 395 Burton, R. 395
boda rustica 244 Bustamante, J. de 372
Boecio 126, 184, 287, 289, 302, Bywater, I. 382
315, 334, 342, 381, 382
Boiardo (Boyardo), M. M. 175 caballeresca (epopeya, novela) 161,
Boileau, N. 261, 332 169, 174, 175, 177, 186, 210,
Bonaccorso 373 214
Bonilla y San Martin, A. 12, 68, caballeresco (ideal, prestigio) 319,
214 355, 365
Boscan, J. 41, 44, 45, 52-54, 56, caballerias 192
60, 61, 65, 66, 69, 74, 76, 77, El caballero del Cisne 180
79, 94, 108, 109, 211, 377, 380 El caballero Platir 68
bosque grandioso 276 El caballero Zifar 182, 183
Bossuet, J.-B. 364 Cabanyes, M. de 265, 390
Bowra, C. M. 334 cabana de pastores 244, 245
brahmanes 321 cabello de la amada 68
bratnar (por) ‘buscar, desear’ 53 cabello de oro, 147, 148, 150,
bramido 65 153, 156, 162
Bravo de Lagunas, S. 378 cabo roto, versos de 308, 309
bravura militar 169 334
Bremer, K.-J. 31 cabras y cabritos 78
brevedad (como ideal estetico) 282 Cabrera, fray A. de 221
Breviarium Romanum 203 cacofonia 303
Bridges, R. S. 317 cachorro 116
Briffault, R. 354 caida 93
brio vital, el 93 calandria 107, 214, 232, 237
Britt, M. 203 calco rutinario 174
Browne, Sir Thomas 346 Calderon de la Barca, P. 177, 238
Briich, J. 53 275, 277-279, 283, 284, 287-289’
Bruni, L. 397 301, 304-306, 311, 328, 346,
Bucefalo 179 350, 381, 385, 392
bucolica, poesia; bucolismo 38, Caligula 189, 190
65, 81, 84, 92, 276 Calimaco 104, 314, 330, 338
Budge, A. W. 197 Calipso 334
budismo 315 Calistenes 173, 181, 182, 188,
Buenaventura (San) 40 193
Buenos Aires 22-26, 285 Calisto 196
Buenos proverbios, Libro de los Camoens (= Camoes), L. de 41
176, 190, 195 42, 50, 51, 58, 67, 68, 81, 83,
fNDICE ALFABJETICO 405
84, 90, 138, 139, 163, 267, 288, Carmen de prodicione Guenonis
363, 388 306
campo verdc 59 Carmina Burana 338
Campos, U. 379 Caro, A. (poeta italiano) 349
Can Grande 277 Caro, M. A. (escritor colombiano)
«canci6n» italiana 61 103, 112, 390
cancidn popular 73 Caro, R. (poeta espanol) 250, 256,
cancion yanqui en Hispanoamdrica 368, 380
355 carolingio (personaje, estilo) 186,
Cancioneiro geral 188 277
Cancionerillos de Praga 211 Caron 315
Cancionero de Baena 182, 183, Carrillo y Sotomayor, L. 88, 372,
220, 224, 226, 237 376, 380
Cancionero de Herberay des Essarts carro azafranado, dorado
193, 19* 148, 149, 153, 154, 158-160
Cancionero de J. Fz. de Hijar 188, Cartagena, A. de 375, 376, 397
190 Cartagena, P. de 333
Cancionero de la Vaticana 52, 53, Cary, G. 23, 167-176, 178, ISO-
72 186, 188, 189, 191, 192, 196
Cascales, F. 379, 380, 392
Cancionero de Vbeda 97, 287 Casiodoro 273, 281, 282, 298, 328
Candace, reina de la India 183 Castelo Branco, C. 239
Cano, M. 283
Castellanos, J. de 151, 163
canon do autores 126, 132, 300, castidad 177
328 castigo providencial 189
Cantar de los Cantares 26, 44, 56, Castillejo, C. de 70, 86, 94, 372,
69, 75, 78, 84, 92, 321, 338, 378, 393
354, 390 Castillo, D. de 136
cantares de gesta 334 Castillo, H. del 372
Cantera, F. 354 Castillo Soldrzano, A. de 184,
Cantico de Moises 321 214
cantilenas 306 Castro, A. 388, 391
canto de los pajaros = lengua ex- Castro Salinas, J. 372, 373
tranjera 235, 236 catalogo de formas 331
canto nocturno 105 Catulo 101, 104, 106
caracterologia nacional 323 Caupolican 387
Carducci, G. 263 cazador 54
caricatura 161, 262 Cazador de Enbea, El 244
caridad (concepto judeocristiano) cedro 276
168 Cefalo y Procris 355
Caritdn 353 Ceix y Alcione 355
Carlomagno 128, 187, 272, 280, Cejador y Frauca, J. 215, 230,
301 235
Carmen Arvale 321 cclaje 149, 160
406 la tradici6n clAsica en espana
Celestina (protagonista) 196 55-60, 63, 65, 67, 69, 70, 72-74,
Celestina, La Tragicomedia de 76, 77-79, 95, 96, 244
Calisto y Melibea) 71, 158, 196, Cincio Romano 397
214, 218, 219, 223, 230, 238, cinicos 186, 251
239, 246, 307, 384, 385, 393 circunloquios 154, 157
Celtes, C. 258 circunstancia lirica 73
celtismo 305, 323 circunstancias de la acogida (de una
cenacolo padovano 326 obra) 365
Centro de Estudios Historicos 11, Cirne, J. 334
19 Cirot, G. 167
Centurio 247 cisne 57, 80, 88, 92, 105, 139
C6rbero 192 ciudad, el hombre de 244,
ceremonias 296 245
Ceres 104
clasicismo 278, 319, 326, 331, 342,
Cervantes (Saavedra), M. de 29, 344
81, 266, 289, 306, 311, 350,
378, 383, 388, 389 clasicismo francos 291, 299
Banos de Argel 177 «classicus» 304
Don Quijote 81, 162-164, 177, Claudiano 124, 274, 279, 286-289,
210, 214, 215, 218, 225 296, 321, 372
Entremeses 388 Claudio (emperador) 362
Galatea 83, 87, 164, 388, 390 clavel 88, 142
Novelas ejemplares 388 clavellina 86
Numancia 214,, 232, 383 Clemente de Alejandria 361
Pedro de Urdemalas 97 clero, clerecxa 131, 310, 311, 365
Persiles y Sigismunda 164, 388 climax 352
Pdnconete y Cortadillo 163, Climene (nombre de ninfa) 82
388 Clito 173, 188
Viaje del Parnaso 388, 391 Cloetta, W. 330
cervatillo 56 codicia 190, 192
Cesar, G. J. 179, 187, 202, 374 cofradia de los letrados 311
cesarismo 280 cognoscitivo frente a estetico (go-
Cespedes y Meneses, G. 214 ce) 279
Cetina, G. de 59, 380 Cohoon, J. W. 247
Chretien de Troyes 56 Colegio de Mexico 21
Ciceron 168, 182, 184, 193, 273, Coleridge, S. T. 317
324, 328, 347, 352, 356, 375 Coloma, C. 374
377 Colon, C. 51, 52
Cidade, H. 336 Colonna, F. 334
ciencia literaria 281 Colonna, fray J. de 194
ciencias exactas y sociales 367 Colonne, G. delle 306
cientificismo 276, 279, 291, 314, color local 263
367 Coluccio Salutati 233
ciervo her i do; cierva 52, 53, Collado del Hierro, A. 378
INDICE ALFABETICO 407
Comadre de Bath (personaje de de versiones 59, 68, 93, 104,
Chaucer) 316 187, 262
Comedia Nueva, la 112 continencia 191-193
Comedia Thebayda 233 continuidad de la cultura (europea)
Comedie Frangaise (teatro) 384 37, 121, 280, 298, 299, 310,
Comdstor, P. 183, 190, 196, 197 321
comicos, motivos 281 Contrarreforma 263, 344, 391
Comodiano 333 convencion artistica 323
comparacion (como figura poetica) convencional, enfoque 300
43, 59, 80, 83, 84, 88, 101 conversos 294
comparacion elativa 81 CopilaciSn del gran Alexandre
comparatismo (literario) 26 196
compiladores de ejemplos 168 Coplas de Mingo Revulgo 392
complacencia en el sufrimiento cordero 161
355 Cordero, J. M. 376
complicacion de un tema 38 Cordoba 305
complutense, cfrculo (universitario) Cordoba, A. de 184
307 Cordoba, F. de ( = abad de Rut".)
componente espanola de la cultura 249
europea 26 Cordoba, fray J. de 217, 223
composicion latina 356 Cormon, F. 227
conceptismo 278, 289, 292, 319, Corneille, P. 265, 356
320 Cornejo, fray A. 376, 378
conceptos bdsicos complejos 330 Cornelio Nepote 307
conciencia (historica, primitiva) Correa, I. R. 391
271, 326 Correas, Maestro G. 177
concretez 306 correccion lingiifstica 331
confesiones 262 correr del agua, el 206
confianza 189, 196 corriente principal 393
conquista normanda 365 cortes historicos (arbitrarios) 300
conquistador, figura del 172, 174, cortesano (arte, ideal) 175, 276,
388 319
conquistadores del Nuevo Mundo corzo 58, 59, 95, 96
51 cosmico, marco 280
«Conrado» 302, 334 cosmogonia 122, 324
Conrado de Hirsau 281 cosmologfa 284
Consejo y los consejeros, Libro del cosmovision 305
182 Costana 69
conservation de autores clasicos Coster, A. 389
356 costumbrismo 314
consolacidn 313 Coulton, G. G. 301, 338, 341
Constantino 272 Covarrubias Orozco, S. de 217,
construcciones latinas 386 224, 225, 228
contaminacion (fusion, amaigama) Cowper, W. 262
408 la tradici6n clAsica en espana
Crashaw, R. 346 cumbres de la cultura 299
Cratero 194 Curtius, E. R. 12, 17, 20, 21, 25
Crawford, J. P. W. 283, 385 27, 30, 31, 37, 202, 271-338,
creacion (original, poetica, espon- 341, 342, 348-351, 353, 355,
tanea) 300, 321, 322 358, 360, 361, 363, 368, 382
creador y original, lo 236 Curvier 360
crepusculo 128
«criatura simple» 70 Chandler, A. R. 317, 318
cristianismo 70, 125, 172, 174, Chanson de Roland 128, 275,
177, 273, 276-278, 295, 315, 355, 281, 304, 318
360, 361 Chartres, escuela de 274
cristianizacion 274 Chaucer, G. 278, 338, 367, 382
(jcristianizacion de Virgilio? 356 Chaytor, H. J. 334
Cristo 277, 283, 308; ver Jesus Chiabrera, G. 366
criterio de seleccion de autores China — su influjo sobre Europa
331 350
crftica (del siglo xvm) 261 Churriguera (familia de arquitectos)
critica homerica 343, 345 346
crftica literaria 279
criticismo modernista 31 Dacier, A. 261
crfticos 156 Dandin 336
CroU, M. W. 347 Daniel 171
Cronica de D. Alvaro de buna 195 Dario (rcy de los persas) 171, 172
Cronica de D. Juan II 194 178, 182, 183, 188, 189, 192,’
Cronica troyana 183 194, 333
Crdnica del Condestable M. L. de Dario, R. 113, 264, 394
Iranzo 195 Davenport, M. 227
cronologfa 179 David 232, 297
Crosland, J. 370 Decembri, A. 373
Cruz (como sfmbolo) 232 Decembri, P. C. 369, 374
Cruz, San Juan de la 26, 49, 55, declamacion 275
66-68, 70-78, 91, 266, 390 decoracion poetica 74, 104 159
Cruz, sor Juana Ines de la 79 283 ’ ’
Cruzadas 128 decrepitud 315
cuento medieval 292 dechados antiguos 275
cuento popular 334 Delicado, F. 233, 336
cuervo 237 delirio poetico 281
Cuervo, R. J. 14 Denriter 316, 338
Cuestidn de amor (novela anoni- Demetrio 317
ma) 67
democracia 351
Cueva, J. de la 338, 381, 383 Demostenes 185, 194, 377
culteranismo 278, 289, 292, 311 deportes medievales 96
319,320,392 ’ derecho romano 351
cultura moderns 69 Descartes, R. 388
fNDICE ALFABETICO 409
descripcion cscueta 129 Diniz, Dom (rey de Portugal y
descripcidn topografica 333 poeta) 237
dcscubrimiento de America 51, Diodoro 307, 308
290 Didgenes 168, 177, 188-190
desdoblamiento de la figura central Diomedes 281, 285
64 Di6n Crisostomo 243, 247, 248
deslizarse del tiempo, el Dionisio de Halicarnaso 333
205 Dios (como centra del alma; como
despoj os de la caza 63 artifice) 55, 172, 282
desposado y novia 204 Dioscuros 280
Des pos ori o entre... 317 disdplina escolar 38
determinismo 25, 174, 304, 305 Disciplina scolarium, De 302,
Devizes, R. de 233 382
devoddn 280 discordia 316
devota (literatura, poesia) 303, discrecion 189
310, 356 disyuntivas retdricas 116
«Dexter Chronologus» 167 diversidad intima 306
dialectica 277 «divino, volver a lo» 67, 68, 76
dialogo bucolico 80 division en generos 293
Dialogos de las cortesanas 353 dobletes de motivos 37
diamante 83, 143 doctores de la Iglesia 295
Diana 45, 96, 133, 136, 146 dogmatismo medieval 300
Diaz Callecerrada, M. 372 Poke, L. 164
Diaz de Guzman, R. 222 Domidano 243
Diaz de Ribas, P. 249 Dominguez Bordona, J. 185
Diaz de Toledo, P. 191, 192, 374, doncella serpentina 192
376, 397 Donne, J. 346
diccion (vicios, figuras) 272 Draconcio 147
«Dictis y Dares» 275, 289, 344, Drake, Sir Frands 388
363, 365, 369, 370 drama pastoral 385
didacticismo 138, 175, 193, 276, dramat-izacion, -ica 116, 285
289, 303, 314, 356 Du Bartas, G. de S. 387
Diderot, D. 283, 310 Du Cange, Ch. du Fresne 225
Dido 54, 56, 82, 105, 287, 388 duracion de la vida 206
«diecinuevista», erudicion 12
«Dies irae» 306 eco 111
Diez de Gamez, G. 176, 195, 196, Eco 47, 287
380 ecuanimidad 170
diferenda (variacidn, moduladdn) Edad de Oro 37, 62, 112, 245,
111 263
diferenciacidn de perfodos 173 edad media 37, 38, 40, 42, 52,
difusidn cultural 170 66, 67, 69, 71, 73, 75, 76, 80,
Dinamene 82 94, 101, 126, 158, 168, 171, 172,
Dindimo 189 174, 176, 181, 186, 191, 201,
410 la tradici6n clAsica en espana
236, 238, 260, 271, 275, 278-280, enumeracidn (mitoldgica, hist6rica)
282, 285, 289, 291, 296, 301, 41, 107, 138, 144, 186, 194
318, 319, 335, 336, 341, 344, enumeracidn de objetos (arboles,
364, 382, 384 etcdtera) 274, 276
Las edades del mundo 183 Epaminondas 307
edificante, literatura 308 dpica cristiana (primitiva) 299
Edipo 384 dpica (epopeya) medieval, renacen-
egipcia, literatura 352 tista, histdrica 128, 147, 150,
Egipto (antiguo, helenista) 175, 164, 285
325, 354 Epicteto 330
dgloga 323, 385 epicurelsmo 113, 122, 264, 356
Ehrenberg, V. 175 Epicuro 54
Eiximenis, F. 176 Epistola moral a Fabio (anon.)
ejempl(ari)o 73, 168, 181, 182, 393
189, 272 epistolar, arte 273
ejemplos histdricos 352 epitafios de Alejandro 185, 189
ejercido fatigoso (frente a inspira- epitomes de novel? s 343
d6n) 281 epopeya 275-277, 305
eleglacos, poetas 262, 355 epopeya breve 314
Elena (de Troya) 388; ver Helena epopeya burlesca 391
Eliano 66, 69, 105 erasmismo 366
Erasmo 276
Elio Espardano 251
Eliot, T. S. 345 Ercilla, A. de 150-152, 386
Elisa 48, 65, 82 Erdmann, C. 282, 328
Eros 56, 109
elogio dd prindpe 318 erotismo profano y sagrado 56
emanation divina 280 64, 71
embeleso estetico 178 errores de identificacidn 280
Emerita ‘Merida’ 360 erudition de primera mano 28
Emerita (rcvista erudita) 11 erudiddn espanola 365
emperador 276 erudicion frente a regodjo 309
enciclopedia 282, 294 erudicion «local» 284
encina 87, 109, 111 escenario idllico 42
Encina, J. de(l) 136, 187, 188, escision entre pasado y presente
297, 379 37
Endnas, F. de 373, 374, 378 Esdla 355
Eneas 105, 275, 334 Escobar, F. F. de 187, 188
enfoque filoldgico 30 escolastica 132, 277, 281, 283
enlace causal 304 escondida scnda 261
Ennio 54, 308 Escoto, M. 234
Enriquez del Castillo, D. 196 escritura, culto a la 279, 324, 325
Enriquez de Ribera, F. 188 escudo argentino 365
ensenanza medieval 301 Eslava, A. de 98, 238
Entwistle, W. J. 384 esmeralda 85, 164
INDICE ALFABETICO 411
Espana medieval 329, 330 Etana 196
especialismo 335 Eterna Virgen 361
Espiculo de los legos 190 dtica frente a estetica 261, 265
espera (y busqueda) 79 etimologia 24, 83, 215, 218, 225,
Espinel, V. 379 231, 232, 308, 382
Espinosa, A. M. (padre) 222 etimologia como forma de pensa-
Espinosa, P. 372, 379 miento 282, 310, 335
Espinosa Medrano, J. de 249 etimologia popular 103
«Espola» (iSpalato?) 188 etruscos 315
espontaneidad de reaccion 313 eufuismo 346, 347
Espronceda, J. de 317 Eugenius vulgaris 40
esquemas (verbales, formales) 37, Eulalia de Merida (Santa) 324
81, 303 Euridice 48
esquematizacidn de la realidad 164 Euripides 43, 56, 101, 103, 106,
Esquilache, principe de ( = Fran 112, 267, 312, 317, 350, 377,
cisco de Bcrja) 145-147, 163, 385
379, 380, 392 Europa (como unidad) 284, 285,
Esquilo 101, 102, 104-106, 235, 291
267, 312, 317, 335, 363, 364, europa, literatura 258, 271
384 Eusebio (de Cesarea) 297, 298,
fisquines 377 358, 369
essay 262 Evangelio 125, 275, 279, 358, 359
Estacio 40, 43, 44, 111, 114, 116, Everyman 360
124, 126, 127, 275, 289, 313, exageracion 278
369, 371 exegesis (literaria, alegdrica) 30,
estaciones del afio 157 273, 297, 308
estado de animo de una epoca exempla (medievales) 352
{—Zeitgeist') 365 exhortacidn al alma 202
estatuaria antigua (reinterpretada) exordio 314
336 experiencia vital (reflejada en la
Estebanillo Gonzalez 333 literatura) 164
Estella, D. de 395
estetica 284, 289, 322 experiencia del investigador 280
estetismo pagano 113 experimental, metodo 310
Estilicon 305 explication mecanica 174
estilizacion 113, 115, 164, 246
estilo (de la expresion) 322, 351 fabula 86, 102, 106
estima (exagerada) del pasado Fabula de Orfeo 372
323 fabula medieval 292
estoicismo 93, 122, 168, 170, 173, fabula mitoldgica 372
204, 243, 248, 251, 263, 330, Faeton(te) 123, 133, 137, 141,
356 148, 151, 153, 155
estribillo 72 falcon 107
estroficos, esquemas 280, 303 falsarios 334
412 la tradici6n clAsica en espana
fama (terrena) 175, 177, 184, Filelfo, F. 247
193, 194, 316 Filipo de Macedonia 181, 182,
fanfarrdn 190 186-188
fantasia (caballeresca, etc.) 43, 49, Filis (ninfa cazadora), Filida, Filli
142, 170, 186 62, 63, 81
Faria y Sousa, M. 288 Filddoce (ninfa) 82
faro de Alejandrla, el 183 filologla 272, 330, 335, 366
fatalidad del enlace causal 304 Filomela, -ena 39-42, 44, 46-52,
Febo 124, 126, 133, 136, 138, 142, 66, 68, 71, 95, 100, 102, 104,
146, 150, 153, 155, 158-160, 107, 113-116, 177, 211, 212, 214,
^ 162, 177 231, 237, 238, 395
Febo el troyano 210 Fildn 276, 296, 362
fecundidad, culto a la 274 filosoffa 272, 273, 276, 277, 315,
fecha (expresion mitologica) 326 338, 344
fechas, sugestion de 161 filosoffa (helenfstica, medieval)
Feijoo, fray B. J. 288, 392 122, 292
Felipe IV 392 Fildsofos ante la tumba 176
Felipe de Tripoli 179 185 ’
fdnix, ave 70, 71, 101 fineza de enamorado 41, HO
Fernan Gonzalez, Poema de 176 Fior di virtu 191
178, 196 Fitzmaurice-Kelly, J. 292, 372
Fernandez, L. 95 «Flaviano> 302, 382
Fernandez, S. 334 flecha (o saeta) 54-57, 59, 60,
Fernandez de Heredia, T. 369 62, 73, 74, 78, 97
372, 373 ’ Florida 81
Fernandez de Idiaquez, J. 379 Flor de virtudes 190, 191
Fernandez de Moratln; ver Moratln Flora 143, 155
Fernandez de Navarrete, M. 333 Florenda (medieval) 280, 319
Fernandez de Navarrete, P. 376 Florentino, L. 373
Fernandez de Ribera, R. 381 flores 146, 155, 160
Fernandez de Villegas, P. 373, Floresta de phildsophos 196
Florisel 211
Ferragut (paladin morisco) 60 Folengo, T. (= «Merlfn Coccaio»)
Ferreira, A. 383 277
Ferrer, fray V. 135 folklore 32, 353
Fet des Romains, Li 371 fonction fabulatrice 271
feudalismo 168, 174, 283 Fonte-Frida, romance de 115
Ficino, M. 374, 397 form a (literaria, tradicional) 38
Fielding, H. 262, 278 259
fiestas 296 formalismo 356
Figueroa, F. de 372, 390 fortaleza (como virtud) 187
figuras retoricas (o: de diccion) Fortuna (y Merito) 173, 183, 188
332, 347 194
filantropfa 168 Fortunato, V. 281, 285, 313
fNDICE ALFABliTICO 413
Foulchd-Ddbosc, R. 211, 375 Garcia de Campos, D. 192
fragmcntaci6n en perlodos 271, Garcia de Castrogeriz, fray J. 181,
301 182, 186, 189, 190, 193
France, A. 359, 362 Garcia de la Huerta, V. 236, 288
frances, celo por el 392 Garda de la Oliva, P. 374
Francia medieval, la 169 Garcia de Quevedo, J. H. 217,
Franciosini, L. 218, 223, 228 218'
Francisco de Salas (San) 393 «GarcIa el Negro» 191, 192
franjas del cielo 148 Garcia Gomez, E. 310, 313, 325,
Frankel, H. 337 355
franqueza 168, 187 Garda Matamoros, A. 391
Frappier, J. 25 Garcilaso de la Vega 38, 41, 42,
Frau Minne 109 44, 45, 47, 48, 57, 58, 60, 61,
Fredegario Escolastico 396 . 63, 65, 68, 70, 75, 79, 81, 82,
Freyre, I. 323 84, 88, 89, 92, 93, 95, 109-113,
Frontino 167, 181, 182, 187-189 115-117, 211, 212, 237, 264, 286,
Front6n 331 289, 319, 323, 388, 390
fruta 81, 98 Garlandia, J. de 302, 382
fruta prohibida (o del cer- Gaselee, S. 301
cado ajeno) 93 Gautier (Gossuin) de Metz 69
fuego 59, 71, 97 gavilan 105, 107
fuente 59, 60, 64, 65, 67, 68, Gayangos, P. de 180, 185
genealogico, juego 317
70, 72-74, 76, 78, 79, 85, 86, 96,
97 Genebrada, fray A. de 381
fuentes antiguas 170, 175, 181, generacion del 1898 301
186, 189, 191, 249, 250, 290 General Estoria, La 21, 176, 369,
fugitivo de la vida (escapista) 371
246 generos literarios 38, 121, 280,
Funes y Mendoza, D. de 375 303
Funes y Villalpando 381 Genesis, el 93
fusion de opuestos 43, 266, 293 genio personal 300
Fustel de Coulanges, N. D. 10 geografla (medieval) 179
germanicas, culturas 292
Galeno 313 Gesta ducis Ernesti 306
Galileo 301, 310 Gesta Romanorum 188
Galter(o) (Gautier) de Chatillon Gibb, H. A. R. 293
127, 172, 177, 179, 302 Gibbon, E. 345
Galvez de Montalvo, L. 61, 63, Gide, A. 329
79, 81-83, 85, 86, 88-90, 91, 94 gigantes 88, 89, 297
Gallardo, B. J. 99 Gilgamesh 196
gallegoportuguesa, poesla 63, 71, Gillet, J. E. 209, 337
76 Gilson, J. P. 203
gallo 237 gimnasio alemdn 305
gamo 56 gimnosofistas 190
414 LA tradici6n clasica en espana
Giovanni del Virgilio 277 Gracidn de Alderete, D. 336, 372,
Giovannino de Mantua Til 373, 377
Giraldo de Gales 167, 182,' 185 graciosos 293
Giulian, A. A. 381 grajo 233, 234
gnoseologia 284 gramatica 272, 281, 310
Godinez (victima de la Contra- gramaticos antiguos 290, 382
rreforma) 391 Gran conquista de Ultramar, La
Godofredo de Viterbo 176, 282, 180, 219
299, 305 Gran teatro del mundo 328, 330
Godoy Alcantara, J. 167 Granada, fray L. de 96, 97, 221,
Godoy de Loaisa, M. 376 225, 296, 309, 394
Goethe, J. W. von 271, 280, 292, Grau, J. 395
299, 300, 304-306, 325 Gray, T. 262, 278
Gog y Magog 174 Greban, A. 360
Goldsmith, O. 262 Grecia idealizada 361, 394
goliardos 276, 335 Greco, El {—Domingo Theotoco-
golondrina 46, 50, 51, 102, pulos) 346
236 grecorromano, fondo 69, 121, 156
Gomez Hermosilla, J. M. 368 292, 293, 325, 348, 355, 358,
Gomez Tejada de los Reyes, C. 362, 364, 366, 385
375 Greene, R. 349
Gdngora, L. de 22, 57, 58, 60, griego, estudio y pronunciacidn
73, 84, 88, 89, 94, 113, 114, del 82, 361, 392
139, 140, 160, 161, 163, 265, Grimmelshausen, J. J. K. von 346
266, 278, 279, 286, 305, 311, grulla 86
319, 323, 329, 345, 371, 372, Guarini, G. B. 349
389, 390, 393 guerreros de la fe, los nueve 312
Gonguila 395 Guevara, fray A. de 193, 194,
Gonzalez, fray D. 288 202, 289, 302, 347, 374, 382,
Gonzalez, D. 281 393
Gonzalez de Clavijo, R. 188 Guggenheim [Memorial] Founda
189, 226, 228 tion, The John Simon... 23
Gonzalez de Mendoza, P. 369 Guillen, C. 385
Gonzalez de Salas, J. A. 375, 376 Guillermo de Blois 301
380 Guillermo de Conches 182
Goodenough, E. R. 361 Gutierre de Toledo 188
gorjeo 112 Guzman, J. de 379, 380
gorra frigia (como emblema) 365 Guzman, V. de 374
Goujon, J. (escultor) 96
Graal, el santo 274 hablas no griegas 102
grabar el nombre de la ama- haaas 316
da 330 hado 192
Gracidn, B. 278, 279, 289, 303, hagiografia 274, 281, 325
311, 335, 346, 380, 391, 393 Halle, A. de la 360
fNDICE ALFAB&TICO 415
Halm, C. 317 Herndndez Garcia, E. 368
harapo 239 Herodes 195
Hardy, A. 350 Herodes Antipas 195
Harmonidcs 334 Herddoto 11, 12, 235, 306, 334,
«harpadas lenguas» 46, 50, 84, 342, 351, 353
162 hdroe, imagen del 275, 326
Hartzenbusch, J. E. 336 Hero(n)das 246, 247 '
Haskins, C. H. 331 Herrera, A. de 374
Hatzfeld, H (A.) 393 Herrera, F. de 44, 48, 49, 61, 63,
Hawkins, R. 388 68, 92, 115, 286, 321, 359, 379,
haya 109 389-391
Hearn, L. 336 Herrera, G. A. de 229
hebraicas, notas 27 Herrera Maldonado, F. 378
hebreo medieval 333 Heslodo 104
Hector 187, 334 Hesiquio 106
hedonismo 281 heurlstico, principio 332
Hefestion 190 hexametros 296, 297
hegemonlas 272 Higher, G. 17, 21, 22, 25, 27,
Heine, H. 317 340-397
Helena (de Troya) 98; cf. Elena Higuera, J. R. de la 167
helenismos del aleman cientifico hijos de angeles 297
305 Hilario de Poitou 333, 338
helenistica, cultura 279, 294 Hildeberto 335
helenizacion de nombres propios hilillos de tradicion 121
335 Hilka, A. 167, 185
Heliodoro 250, 349, 350, 353, «Himno del Mar Rojo» 321
378 Himnos homericos 316, 334, 394
Henriquez Gomez 391, 393 hiperbaton 278, 332, 334, 386
Henriquez Urena, P. 11, 20, 98, hipSrbole 311
338 Hiperion 141
Heracles/Hercules 127, 184, 195, hipocoristicos 106
313 Hipocrates 313
Heraclito 276 Hipomenes y Atalanta 355
heraldica 227 hispano-arabe, cultura 282, 286,
herejias 130, 274 292, 320, 354, 355
herencia cultural 38, 253 hispanojudios, autores 292
herida (del alma, etc.) 58 Histoire ancienne jusqu’h Cesar
60, 67 371
Hermogenes 317 historia 272, 299, 322
Hernandez, F. 380 Historia Alexandri Magni (de
Hernandez, J. 285 Liegnitz) 195
Hernandez de Oviedo, G. 229 historia de la literatura por den-
Hernandez de Velasco, G. 370, tro 83
379 Historia de pr[o]e!iis 179
416 LA tradici6n clasica en espana
historia de la teoria podtica 281 Ibsen, H. 384
historia de las ideas 327, 329 iconograffa 167
historia literaria 271, 299, 325 ideal humano 274
historia sagrada 297 idealization del pasado 302
historica, propension 177, 263 «idearium filologico» 31
historicidad de personajes 323 idilio pastoral 91, 109, 244, 262
Hofmannsthal, H. von 298, 306 Iglesia (catolica) 130, 171, 272,
Hojeda, fray D. de 149, 222, 387 298, 356, 360
Holmes, Sherlock 307 Iglesias de la Casa, J. 47, 216,
(H)oloferne(s) 135 217
Homero 10, 12, 39, 43, 45, 47, Ildefonso de Toledo (San) 289,
81, 82, 101-106, 113, 114, 116, 346
117, 121, 122, 127, 129, 133, «Ilias latina» 126, 132
184, 271, 273, 276, 281, 292, imagenes elementales 316
295, 299, 300, 305, 314, 316, Imago Mundi 178
317, 318, 320, 334, 335, 338, imitation (artfstica, libresca, re-
343, 364, 365, 368-370 creadora) 110, 116, 283, 316,
hora mitologica 134, 138, 147, 363
154, 159-161, 326 Imperial, F. 183, 324, 336, 337
hora poetica 130 impresionistas 350
Horacio 17, 20, 40, 46, 51, 55, Imperio romano 362
56, 73, 74, 89, 98, 125, 156, 157, inda, literacura 293
246, 255-267, 273, 283, 298, 303, indecencias 349
305, 313, 315, 328, 341, 359, India, la (evocation medieval)
379, 389, 390 194
Humberto (San) 76 indiferencia al sufrimiento 356
Huerta, J. de la 231, 380 individual concreto, lo 335
Hugo, V. 264, 392 individualidades grandes 299
huida = fuga 73, 74 individualismo del artista 26
humanismo 272, 274, 277, 283, 38, 263, 304, 321
291, 329, 358 individualismo de ciertas culturas
humanismo del siglo xx 341 362
humildad 280 indoeuropea (religion, epopeya)
humor patibulario 324 275, 295
humorismo 157, 302, 311, 325 inercia espiritual 305 .
Humpty Dumpty (personaje de inflexion de la voz 116
Alice in Wonderland) 307 influencias clasicas 255 (y pas
Hegel, G. W. F. 300, 319 sim)
hegemonia europea de Espana 368 influjo y valor objetivo 363
Hurtado de Mendoza, J. 307 influjo determinado por quien adop-
372, 375, 390 ta 363
Hurtado de Toledo, L. 372 Inglaterra medieval, la 171
Hurtado y Jimenez de la Serna, T. inglesa, cultura 272
292 inmortalidad, ansia de 277
INDICE ALFABETICO 417
innovaciones 299 Jauregui, J. de 57, 73, 249, 287,
inscripciones latinas 333 370-372, 380
inspiration 38, 277 jazmin 148
Instituto de Filologia (Buenos Jenofanes 276
Aires) 11, 20, 29, 98 Jenofonte 44, 243, 353, 373
instrumentos musicales 354 Jeronimo (San) 171, 172, 181,
integralista, vision 305 182, 184, 273, 281, 289, 297,
intention artistica 105 298, 328, 357, 358, 361
interpretation alegorica 296 Jerusalen 171, 172, 174, 175, 190
intimidad religiosa 68 jesuitas 285, 311
invasiones de los barbaros 356 Jesus 70, 282, 317; ver tambien
Cristo
investigation historico-literaria 31,
32 jilguero 214
invocation 202, 277 Jimenez Paton, B. 381
Iriarte, J. de 366 Johnson, S. 262
Iris 316 Jonia 353
irlandesa, cultura 305 Jordan de Urrfes, J. 249
ironfa; ironta 164, 311 Josefo 27, 171, 172, 182, 296,
Isaac 361 297, 315, 358, 362, 369
Isabel 82 joyas de la Muerte 204
Joyce, J. 345
isabelina, cultura (inglesa) 278,
332, 384 Juan II, corte de 301, 312
Juan Bautista (San) 359
Isalas (profeta) 342 Juan Crisostomo (San) 330
Isidoro de Sevilla (San) 178, 184,
Juan de Espera en Dios 335
196, 197, 273, 275, 279, 281,
Juan Lorenzo de Astorga 310
283, 289, 301, 308, 369 Juan Manuel, Infante D. 181, 378,
Isla, Padre J. F. de 338 384
Isocrates 347, 377 judafsmo (helenistico) 26, 27,
Italia medieval, la 167, 169, 329, 276, 295, 361
330 judaizantes 294
italiana, poesia (siglo xv) 320judeocristianos, conceptos 168,
italianizantes, poetas espanoles 69,
195, 196, 359
72, 90, 93, 108 judfos 195, 196
«Italicus» 126, 334, 369 juegos de ingenio 333
Mo 39, 102, 106 juegos de virtuosismo verbal 57,
Itis 102, 106, 395 278, 308
juglares 170, 186
Jaeger, W. 357 Juliano (emperador) 358
jansenismo 299, 356 Juno 54
Japon —su influjo sobre Europa Jupiter 201, 313
350 juridicos, estudios 275, 278
Jarava, J. de 376, 378 jurisprudencia (medieval) 324
jardines literarios 318 Justicia 191
27. -- LIDA
418 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
Justino 169, 179, 181, 182, 186, Leandro y Hero 40, 41, 52, 61,
188, 193-195, 369 108
Justino Martir (San) 361 Lear (personaje de Shakespeare)
Juvenal 21, 126, 266, 341, 371 384
Juvenco 125, 126, 147, 281 lebrel 57
juventud 205 Leconte de Lisle, Ch. 264
Hector tnedio», el (o: «comun»,
Kasten, L. 180 «general») 329, 330, 342, 345’
Keith, A. B. 293 350, 360, 368
Keats, J. 317 lectura (como suma virtud) 309
Knapp, W. I. 380 leche 80, 81, 92
Knust, H. 176, 181 lecho azafranado 148
Kohler, R. 204 Ledesma, A. de 68, 311
Krause, A. 201 legado del Proximo Oriente 26
Kristeller, P. O. 397 Legrand, £. L. 375, 378
Kuhn, A. 29 Lehmann, P. 302, 382
Lemercier, N. 311
Lactancio 274, 277, 287, 297 lengmi (hablada, culta; niveles)
La Fontaine, J. de 346
Laguna, A. 377 lengua extranjera 235
Lai d’Aristote 348 lenguas clasicas 388
Lamartine, A. de 317 lenguas y literaturas modernas
Iamento del pajaro 44 38, 367
Lancaster, C. M. 386 Le Notre, A. 262
Lando, F. M. de 226 «Leomarte» 386
Lang, H. R. 336
Langdon, S. H. 196 Leon,1 QC
el Arcipreste 183,’ 185’ 189
Lao Tse(u) 315
Lapesa, R. 31, 368, 369, 388 i^eon, tray L. de 45, 53, 57, 68,
lapidario 107 84, 212, 237, 263-266, 283, 287
La Porte, A. de 218, 223, 224 290, 308, 319, 335, 346, 359,
Larbaud, V. 338 377, 379, 390, 394
Larra, M. J. de 390 leon(a) 116, 276
Las Casas, fray B. de 221, 229 «Leonildo» (presunto ayo de Ale
jandro) 182
Laso de Oropesa, M. 370 371 Leopardi, G. 317
378 ’ ’
Laso(s) de Hermlona 333 letra escrita, culto de la 309
Lasso de la Vega, G. [L.] 98 letrado medieval, el 171 174
175 ’ r
latln humanlstico 278 letras 294, 322, 324
Latini, B. 69, 182, 186 Levi-Provencal, £. 354
latinidad, sentimiento de 260 Levitico 353
latinidad clasica 40 Levy, R. 293
Lazarillo de Tormes, Vida de 22
176, 177, 221, 223 leyendas (medievales, etc ) 40
94, 175, 176 '
INDICE ALFABETICO 419
Leyes de Manu 315 «Funcion del cuento popular en
Liber historiae Francorum 396 el Lazarillo de Tormes» 32
liberalidad (= largueza) 168, 174, «La General Estoria: notas li-
177, 182, 187, 191-194, 196 terarias y filologicas» 15, 31
libertad (artfstica, interior, moral, Hcrodes: su jigura, reinado y
politica) 261, 304, 364 dinastia 17
libertinaje 274 Herodoto, Los nueve libros de
libresca (imitation, transmision) la Historia: traduction y es
316, 319 tudio preliminar 11
Librija Cano, J. de 370 «E1 hilo narrativo de las Sole-
libro, culto al 279 dades» 32
libro de la Naturaleza 279, La idea de la fama en la Edad
290, 294, 309, 322, 324, 326, Media castellana 15, 16, 31,
327 178, 195
Licofron 267 Introduction al teatro de Sofo-
Lida, R. 21 cles 10
Lida de Malkiel, M. R. Jerusalem el tema literario de
«La abeja: historia de un moti- su cerco y destruction por los
vo poetico» 15 romanos 15
«Abejas del Mediterraneo» 15 Josefo y su influencia en la lite
«Alejandro en Jerusalem:* 174, ratura espanola 13
190, 195 Juan de Mena, poeta del Prerre-
«E1 amanecer mitologico en la nacimiento espanol 14, 187,
poesia narrativa espanola» 204, 205, 318
14, 20, 330 «Juan Rodriguez del Padron»
14, 31
[Antologias miscelaneas] 11, «Notas para la interpretation...
17 del Libro de buen amor» 14,
«Arpadas lenguas» 15, 16, 20, 25
32 «Nuevas notas para la interpre
«Contribucion al estudio de las tation del Libro de buen
fuentes de Jorge Luis Borges» amor» 25
205 La originalidad artistica de «La
El cuento popular hispanoame- Celestina» 15, 20, 31
ricano y la literatura 13 «Para la primera de las Coplas
«La dama como obra maestra de Jorge Manrique» 31
de Dios» 32 «Perduracion de la literatura an
«Datos para la leyenda de Ale tigua en Occidente» 17, 24,
jandro...» 17, 23 30
«Dido y su defensa en la lite «La sabidurla humana y la sabi-
ratura espanola» 13 durla divina: Historia de una
«Fray Antonio de Guevara: Edad frase [Philosophia ancilla
Media y Siglo de Oro espa- theologiae] y de una actitud»
nol» 14, 302 296
420 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
«E1 ruisenor de las Georgicas» Ligdamo 205
19, 318 Erica 285, 345, 354
Selection de Juan Ruiz, «El li- Erica en lengua vulgar 291, 292
bro de buen amor»; edition Erica gallego-portuguesa 52
con estudio y notas 14, 29 lirio 85, 86, 148
ITrabajos postumos] 15 Lisimaco 188
«La tradition clasica en Espa- Lista, A. 156, 239, 390
na» 17, 24 literatura es vida 257
«Transmision y recreation de Eteratura india 353
temas grecolatinos en la poe- Eteratura mundial (o universal)
sia lfrica espanola» 13, 18, 255, 256, 322
19, 26, 28, 212, 318 literaturas nacionales 271, 329
■«Tres notas sobre Don Juan Literes, A. 385
Manuel» 14, 181 liturgia 324, 354
«La vision del trasmundo en las liturgia monastica 273
literaturas hispanicas» 16 Livio, T. 374
anaEsis Eterario y estilistico 13 Livio Andronico 361
autoaprendizaje 10 Loa famosa de la lengua (y otras
autocritica 24 loas) 213, 229
comparatismo 16 lobo 78
documentation 13, 14, 16 Lodge, T. 349
Edad Media 14, 16 logica 273
ediciones criticas 14 Long, W. R. 369
erudition profesional 14 «Longino» 298
estudios universitarios 10 Longo 349, 394
etnografia 9 Lopez, frey 182
fuentes secundarias 13, 14 Lopez, fray A. 381
helenismo 11
historiografia 9 Lopez, D. 370, 379, 381
judaismo 10 Lopez de Avalos, R. 381
letras antiguas 9 Lopez de Ayala, P. 368, 374, 381
lexicografia y Engiiistica 9, 15 Lopez de Cortegana, D. 381
literaturas extranjeras 14 Lopez de Reta, A. 381
mitologia 9 Lopez de Toledo, D. 374
musica 9 Lopez de tlbeda, F. 57, 336
onomastico 9 Lopez de ViEalobos, F. 220, 377
pintura 9 Lopez Estrada, F. 189, 226
reception de sus trabajos 28 Lopez y Planes, V. 285
retoques 13 Louys, P. 350, 353
romanistica 16 Lucano 126, 127, 135, 147, 187,
siglo xv 14, 16 288, 289, 306, 315, 369-372, 378
Siglos de Oro 14, 16 Lucas de Tuy 183, 197
traducciones 10 Lucena, J. de 184, 192, 302, 336,
traslado a Norteamerica 10,15, 23 382
INDICE ALFABETICO 421
Luciano 106, 378 manjares 244, 245, 275, 330
Lucrecio 54, 259, 267, 313-315, mano blanca 68
338 Manrique, G. 186, 187, 191, 204,
lugar comun 37, 305, 320, 332 227
Luis XIV, siglo de 278, 389 Manrique, J. 22, 31, 184, 201
Lujan de Sayavedra, M. 377 206, 277, 307, 333
lujuria 184 Manrique, Maestre R. 203
luna 85 manzana 88, 94, 98
Luxemburgo, la Mariscala de 383 Map, W. 232, 238, 302, 382
Luzan, I. de 288 Maragall, J. 394
Lyly, J. 347 Marasso, A. 159
Marbodo 335
llama (f.) 73, 74 Marcial 40, 103, 114, 323, 380,
381
llama (m.) 96 Marciano Capela 272, 283, 288,
llanto nocturno 108-117 301
Marco Aurelio 202, 273, 280, 330
Macabeo, Judas 172 marco social de la literatura 169,
Macdonald, I. 367 344
Mac Innes, H. 22 marcha de lo general a lo particu
Macrobio 280, 281, 286, 290, lar 327
299 Mariana, padre J. de 301, 394
macrocosmos filologico 25 Mariner, V. 375
Machado, A. 394 Marino, G. B. 286, 345, 346
madre desventurada 44 marmol 99
Madrigal, A. de (el Tostado) 191, Marouzeau, J. 257
192 Martinet, A. 21
«Maestre Pedro» 180, 181, 191 Martinez de Toledo, A. 190, 382
Magdalena, iglesia de la (en Paris) Martinez de Medina, G. de 183
365 martirio 281
magia poetica 133 Massignon, L. 355
magnanimidad 189 Mateo de Vendome 320
Maillon, J. 349 matizado (cielo, prado) 90,
Maimonides 283 98, 140, 153, 155
Maitre Pathelin, Farse du 360 Maximiano 301
Malherbe, F. de 273, 313 «Maximiano» = Anaximenes 189
Mai Lara, J. de 229, 372, 381 Mayans [y Siscar], G. 248
Mallarme, S. 345 Mazorriaga, E. 180
Malon de Chaide, P. 44-46, 56, mecanicista, pensamiento 303,
57, 59, 211 322
manada ( = grey) 76 Mccenas; mecenazgo 193, 261
Manchester, P. T. 386 Medea 355
manifiestos literarios 315 media noche 157
Manilio 314, 315 medicos (cirujanos) 194
422 LA tradici6n clasica en espana
Medina, F. de 286 microcosmos filologico 25
mediodia 143 Michael, I. 178
mediterianeo, mundo 271, 292 Michaelis de Vasconcelos, C. 28,
Medrano, S. F. de 379 98, 193
Meier, H. 29 Michault, P. 311
Meillet, A. 354 Midas 184, 186, 193
Mejia, D. 380 (ver tambien Me- Migir, fray 183
xia) Migne, abate J. P. 98, 196, 295,
Melancoryphos 234 328, 357
Meleagro 294 Miguel Angel 315
Melendez Valdes, J. 95, 97, 236, Mila y Fontanals, M. 167
390 Millet, G. 196
Melgarejo, B. 380 Milton, J. 184, 277, 304, 314,
Melibea 196 346, 348, 359, 363, 387
melodramatico, efecto 189 minoiia culta, la 171
Mello de Sande, J. 376 Minsheu, J. 217, 223
memoria mecanica 236 Mir y Noguera, P. 230-232, 235
memorias 262 Mira de (A)mescua, A. 65, 372
Mena, fray F. de 378 mirada malefica 192
Mena, J. de 132, 133, 138, 159, Miramontes Zuazola, J. de 154
186, 187, 204, 289, 292, 312, 155, 163
337, 367, 369, 371, 372, 382 Miro, G. 362
Menendez (y) Pelayo, M. 12, 130, mirra 355
264-266, 374, 376, 377, 381, 389 miseria intelectual 299
Menendez Pidal, J. 130 misticismo (y misticos) 58, 76
Menendez Pidal, R. 15, 16, 21, 171
37, 178, 179, 325, 354, 355, 368* Mistral, G. 95, 96 .
369, 391 mitificacion 65, 121, 131, 133
Menipo de Gadara 293 147, 156
Meogo, P. 53, 72 mitologia 40, 64, 68, 102, 106,
Mercurio 133 107, 109, 117, 134, 139, 141,
Merejkovsky, D. 349 142, 144, 159, 161, 162, 177,
Mesa, C. de 370, 379 178, 202, 249, 277, 278, 297,
mescolanza de generos 325 314, 317, 326, 344, 349, 352,
mesianismo 360, 361 383, 387, 388
metaforas 113, 202, 275, 281, 294, Mitre, B. 257
295, 306, 309, 310, 316, 321, modas literarias 320
327, 332 modelo {dominante, secundario)
metamorfosis 104 117
metrica 259, 272, 275, 303 modelos clasicos 12, 37
Meun, J. de 274, 321 modernismo 394
Mexla (o Mejia), H. 227, 228 moderno, el hombre 164
Mey, F. 372 Moerbeke, G. 234
mezquindad 182 Moises 297, 315, 320
INDICE ALFABETICO 423
Moliere (= J.-B. Poquelin) 352, muerte (vencedora) 187, 204
394 mundo al reves, el 274
Molina, fray A. de 217, 222 Munon, S. de 209, 219, 237, 334
momentos del dia 143 Murcia de la Llama, Lie. 375
momentos historicos 38 Murray, G. 98
Mommsen, T. 184, 197, 298, 306 Musas 201, 277, 278, 284, 290,
monacato 277 326-328
monarquia absoluta 261 musica callada 92
Mone, F. J. 359 Mussato, A. 277, 296, 310, 326
monjes medievales, celo de 356 Musso y Valiente, J. 98
Monneret de Villard, U. 354 Mutanabbi, al- 313
Monmouth, G. de 365
mono 283, 327 Nation, La (diario porteno) 19,
monogenesis cultural 26 28
Monro, D. B. 317 nacionalsocialismo 391
Montaigne, M. E. de 365 Naogeorgio, T. 247
Montalvan (victima de la Contra- Napoleon Bonaparte 365
rreforma) 391 narracion 116
monte 76, 77, 79 Natas, F. de las 370
Montemayor, J. de 81, 82, 85, 89 Natura(leza) 122, 131, 155, 177,
91 178, 262, 263, 271, 274-276,
montero, cazador, ballestero 284, 309, 310, 317, 321, 328
66, 69 naturalezas privilegiadas 364
Montoliu, M. de 91 naturalidad (elegante) 311, 364
Moore, T. 349 naturalismo 109
moralejas 168, 169 naufragio 244, 245
moralistas 168, 169, 192, 243, Navarro (Tomas), T. 19, 21
244, 351 nave(gacion) 275, 290, 326
Moratin, L. Fernandez de 390, nebli 107
392 Nebrija, A. de 217, 234, 382
Moratin, N. Fernandez de 390 Neckam, A. 95
Morel, F. 247 Nectanebo 170, 177
Morel-Fatio, A. 367 Nemesiano 40, 41
Morell, padre J. 379, 381 Nemoroso 44, 48, 65, 69, 82
Moreto, A. 311 Nemrod (= Nembrot) 196, 197
moriscos 129 neoclasicismo 156, 262, 265, 293,
Morreale (de Castro), M. 375, 302, 305, 332, 344-346, 348, 356,
377, 378 383, 384, 392
Mosco 43, 114 neoestoicismo 248
motivo folklorico 103 neologismos cultos 349
motivos literarios (liricos, etc.) «neopaganos» 394
37, 38, 121, 156, 329 neoplatonismo 260, 355
Moya, fray A. de 370, 379 Neptuno 134
Mozart, W. A. 304, 332 Neron 189, 190
424 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
Nestor 273 Nueve de la fama, los 312
«Neuphilologen» 12 Nuevo Mundo 139, 141, 152*
Newald, R. 257 154
nexo (o complejo) social 366 numeros (valores esteticos, simbo-
Nibelungos 304 licos) 282, 285
Nicolas de Cusa 310 numeros favoritos 280, 312
nido de pajaros 41-45,48,100, numeros redondos 312
108-111, 113-116 Nunez de Reinoso, A. 379
Niebuhr, B. G. 345 Nykl, A. R. 354
nieve 83, 89, 98
ninfas 55, 63, 81, 82 obscenidad (antigua, medieval)
nino viejo 274 301, 353
Nise (nombre de ninfa) 82 obsequio de enamorado 41,
nobleza (de cuna, medieval, ver- 84, 110 (cf. «fineza»)
dadera) 169, 171, 276 Occidente 271, 292, 300, 316,
nobleza del alma 318 322, 341, 342, 357, 361, 392
noche serena (silencio noc- Oceano, -ana 122, 124, 133, 138,
turno) 46, 134, 135, 144, 152 141
Nodier, Ch. 316 Ochoa, E. de 18
nodriza 316 oda 359, 363, 390
nombrar al autor medieval 282 Odiseo 39, 334
nombre alegorico 335 Odon (San) 357
nombre ficticio significativo 334, Olimpias 186
335 Olimpo 149
nombre mitologico 162 Oliva, Maestro 377
nomenclatura gramatical 311 Oliveros 180, 318
Nonno 279, 294 olivo 276
Norden, E 347 Olmedo, J. J. 263, 390
norma (cultural, literaria, artistica)
olmo 49, 108, 115
38, 124, 147 Olschki, L. 51
Notker Balbulo 281, 305 onomastico 106
«Novalis» (= F. baron von Har- onomatopeya 103, 106, 204
denberg) 306 Ona, P. de 44, 95, 96, 153, 163
novedad creadora 303 opera pastoral 385
novela de amor y aventuras 352 «opinion general» 171
Novela de Nino 352 oratoria 247, 251, 331
novela griega 349, 363 Ordonez de Seyjas y Tobar, A.
novela pastoril 349 375
novelesco (planteo, relato, tema) Orfeo (y Euridice) 48, 100, 102,
106, 178, 275 103, 112, 283, 355
novellstica oriental 353 organica, unidad 301
Novo, S. 107 oriambar 156
Nueva Revista de Filologia Hispa oriental (leyenda, influjo) 169,
nica 21 295, 316, 317, 322, 350, 361
INDICE ALFABETICO 425
orientalismo 306 paisaje urbano (frente a rural)
Oriente helenizado 355 262
origen del cosmos 277 pajaros 318
Origenes 296, 361 pajaros despojados de su
originalidad de la adaptacion 322 crla 39, 41, 43, 100, 108, 113
oriol 237 116
Orleans, Charles d’ 311 Palencia, A. de 191, 373
ornamentacion (pagana, barroca) palma 276
7, 8, 132, 138, 144, 147, 192, Palmerin de Inglaterra 81
196, 201, 273, 277, 289, 305, paloma 70, 71, 74, 86
308 Pan 334
oro 83 Panchatantra 164
Orosio 169, 172, 179, 184, 303, Pandora 334
369 panegirico 274-276, 326
Oroz, R. 10 «Panegirico por la poesia» 283
orquesta 324 panorama geografico 140
Ortega y Gasset, J. de 306, 326, papagayo 233-235, 237, 238
342 ‘ parabolas de Balaam 321
ortiga 82 parafrasis 84, 275; cf. perifrasis-
Ortiz, A. 209 paraiso 52
osaherida 87 paralelismo 352
os(ezn)o 78 paralelismo ‘olvido’ —'muer-
Oudin, C. 217, 223, 224, 378 te’ 64
oveja 94 parasitismo 244
Ovidio 12, 40, 46, 49, 83, 86-88, Paravicino, fray H. 287
92, 94, 99, 102, 103, 105, 106, Pardo Bazan, E. (condesa de) 217'
112, 124, 126, 127, 132, 178, parentesco 275, 316
205, 206, 233, 249, 259, 273, parentesis 311
274, 289, 330, 341, 355, 369, Paris, juicio de 179
371, 372, 379, 380, 389, 395 Parmenion 181, 189, 194
Pablo (San) 342, 362 parnasianismo 345
Padilla, J. de (= El Cartujano) Parnaso 394
136, 138, 187, 188, 334 parodia 161, 162, 214, 236
padres de la Iglesia 295, 298, paronomasia 278
328, 357 particular historico, lo 336
Paetow, J. L. 331, 382 pasar del tiempo, el 205
paganismo 78, 93, 125, 273, 274, pasividad de la adaptacion 322
278, 357 Pasternak, B. 203, 204
Pages, A. de 227-229 pastor (enamorado, sosega-
paisaje (alegorico, elegiaco, epi- do) 84, 244
co, estilizado, ideal, paradisiaco, pastora 82, 85, 90
pastoral) 40, 42, 52, 65, 79, pastoril, literatura 80; vet: bu~
84, 92, 107, 112, 276, 284, 326, colico
333 Patch, H. R. 173
426 LA TRADICION CLAsiCA EN ESPANA
patristica 272, 277, 283, 289 perro de caza 244
Patrologia latitia 98, 196, 295; persa, literatura 293, 318
302; ver tambien Migne Persio 101, 232, 235, 238, 296,
pattern 280 341, 380
Paulino de Nola 287 persistencia de formulas verbales
Paulo Diacono 320, 359 310
Pausanias 186, 188 persistencia de lo viejo 325
pavon 83, 87, 89 personification (alegorica) 109,
Paz y Melia, A. 373 122, 157, 160, 296
pedagogfa 284 personification de objeto inanima-
pedrisco 88 do 45
Pedro Alfonso 176 Pervigilium Veneris 40, 267
Pedro Damian (San) 287 Pesado, J. J. 256
Pedro Damiano (cardenal) 76 Petrarca, F. 43, 51, 56, 61, 67,
Pedro de Portugal, El Condesta- 68, 90, 108, 111, 114, 131, 132,
ble D. 187, 191, 193 170, 173, 184, 186, 187, 192,
Peleo 318 260, 277, 299, 303, 308, 332,
Pellicer, J. 249, 250, 378, 379 344, 363
Penelope 39 petrarquismo 299, 303
pensamiento primitivo 282 Petronio 293
Pentadio 288 Pfandl, L. 68, 98, 377
pentametros 296, 297 Philippe de Novarre 168
Pentateuco (como literatura) 320 Philippe de Thaon 69
Pepinos 180 Philomena 40, 109; cf. Filome-
Percivale, Sir Richard 223 la, -na
perduracion de la Antigiiedad 121 «Philosophia, ancilla theologiae»
Peres, H. 355 296
Perez, G. 370 physis 274
Perez de Ayala, R. 368 Pteara Justina, La 236
Perez de Guzman, F. 183, 184 picaza 233, 235, 236
186, 192, 194, 292, 374, 376 Pidal, P. J. 225, 226
Perez de Moya, J. 317 Pinciano, el (=:H. Nunez de Guz
Perez de Oliva, F. 377 man) 377, 392
Perez Ramirez, A. 381 Pindaro 10, 267, 290, 298, 333,
Perez Sigler, A. 372 335, 337, 353, 359, 363, 366,
Pericles, edad de 359 390
perifrasis 157-159, 278, 284, 334; «Pfndaro tebano» 126, 369
cf. parafrasis Pineda, fray J. de 231
periodo sintactico 162-164 Pineda, P. 218, 228
periodos, segmentacion en 290 Pinos, F. de 372
peripateticos 173 pintura (defensa de la) 283
per la 162, 163 (cf. aljofar) pintura en el teatro 304
Perrault, G. 182 Piramo y Tisbe 355
perro 69 Planco 261
INDICE ALFABETICO 427
Platon 189, 191, 276, 282, 285, pozo 76
290, 306, 308, 337, 351, 353, Prado, padre G. 203
357, 358, 374, 397 prado (alegorico, ameno, mila-
platonismo 274, 281 groso) 52, 65, 68, 69, 81, 89,
Plauto 43, 112, 324, 333, 360, 90, 98, 163, 276
371, 385 preceptiva literaria 273, 331
plegaria 172 predestination 172
Plinio 59, 69, 108, 116, 192, 231, predicadores 168, 174, 181, 273,
234, 380 352
Plotino 279, 294 prendas de amor 48
pluralidad de los mundos 195 PRERRENACIMIENTO 40, 131, 186
Plutarco 18, 51, 243, 313, 334, PRERROMANTICISMO 262, 278
365, 373 prestamos lexicos 382
Pluton 145 Primaleon 81
poder temporal, espiritual 175 primavera (eterna, literaria)
poderio 187 40, 51, 81, 85, 90, 102, 103, 110
Poe, E. A. 343 Primera Cronica General 179,
Poema del Cid (= Alio Cid) 129, 202, 347, 369, 380
178, 276, 281, 302, 304, 323, «primitiva», lengua 306
329 primitiva poesia (Erica) cristiana
poesia 331, 357 290, 325
poesia latina medieval 38, 40, principe 275, 276, 318, 326
272, 275-278, 287, 288, 320 Prisciano 281, 317
poesia devota, sagrada 44, 67 procedimiento, aleman (en filolo-
«poeta teologo» 277 gia) 305 ’
poetica 273, 277 Proclo 279, 294
polemica 261, 330 Procne (Progne) 40, 41, 46, 50,
Polifemo 88, 89, 94, 98 51, 102, 107, 115, 395
poligenesis cultural 26, 30 proeza y sabiduria 318
politico, pensamiento 272 profanos, autores 68, 279-281
Polo, G. G. 55, 81, 85, 89, 90, Profetas 321
350 pronunciation del griego 381
Pompe(y)o 135 Propercio 40
Poncio Pilato 362 prosa latina medieval 347
Pope, A. 262, 347 prosa (rimada, ritmica) 275
Porcel, J. A. 372 prosa, historia de la 346
pordioseo de poetas 281 Proserpina 104
Poridat de las poridades 179, 192 Proteo 52, 53
Poro 177, 183, 188, 189 prototipos biblicos 26
postrenacentista, reaction 391 provenzal, poesia 67, 318 (ver
potencia femenina 274 tambien trovadoresco)
Pott, A. F. 103 Proverbios (libro biblico) 56, 93,
Pound, E. 345, 395 323, 352
Poussin, N. 346 proverbios 246
428 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
Providencia 171-173 rasgos nacionales y locales (de una
Prudencio 125, 126, 147, 274, literatura) 255
279, 281, 288, 290, 294-296, 324,rastreo de fuentes 28
325, 359 Ratnavali 164
psicologia social 323 reactualizacion de temas 38
puer senex 315, 338 realidad (cultural) 255, 309, 323
puerta(s) 163 realismo (literario, filosofico) 65,
puerto, ya seguro 263 113, 116, 141, 296
puesta del sol 122 recreacion de temas 38
quebrar albores 129 recuerdos literarios 43
quechuas 321 «recuestas» 95
quejas de poetas 281 redencion, mito de 280
querella de antiguos y modernos reduction de un motivo 38
344 reelaboration 322
Querilo 314 refrigerio 64, 65, 75
Quevedo [y Villegas], F. G. de refundidores 334
59, 71, 78, 84, 113, 116, 161, Regnier, M. 394
215, 230, 250, 266, 287, 317, rehabilitation de la Edad Media
346, 372, 373, 376, 378-381, 344
387, 392-394 Reinoso, F. J. 156
quiasmo 347 religion y moral 351
Quintana Roo, A. 263 Rembrandt, H. van Rijn 346
Quintiliano 273, 279, 281, 290, reminiscencia 344, 349
303 remora 71
Quinto Curcio 179, 184, 189 remozamiento de un topico agota-
192-195 do 338
Quinones de Benavente, L. 239 renacimiento 37, 38, 44, 52, 67,
Quiroga (vtctima de la Inquisi 75, 76, 80, 93, 94, 96, 107, 108,’
tion) 380 110, 130, 131, 139, 158, 174,
Quiros, P. de 49, 115 191, 201, 259, 260, 262, 263,
276, 279-281, 284, 290, 301, 308,
309, 319, 330, 335, 346, 363,
Rabano Mauro, praeceptor Germa- 364, 385,386, 388, 390, 392
niae 172, 288
Raby, F. J. E, 333 «Renacimiento» carolingio 299
301
racial, (presunto) factor 305, 323 «Renacimiento del siglo xii» 331
Racine, J. 312, 332, 346, 348, renovation de lo viejo 325
356, 384, 385 Repertorio americano 11
racionalismo 261, 388, 389 repetition pasiva 301
Rafael (Sanzio) 304, 332 requisitos eticos y sociales 169
Ramirez de Prado, L. 288 Reso 106
Ranee, el padre 357 responsion musical 73
Rand, E. K. 125 retama 82
Ranz Romanillos, A. 18 retirada, filosofia de 261
INDICE ALFABETICO 429
retorica (culterana, etc.) 45, 95, Camara), J. 133, 158, 193, 194,
154, 156,163, 175, 193, 211, 337, 380
272, 273,275, 277, 279, 281 Rodriguez Florian, J. 220
283, 286,291, 302, 303, 308, Rodriguez Marin, F. 309
310, 311,317, 320, 330, 331, Rojas, F. de 196, 334; cf. Celes-
351, 363 tina, La
retrato de belleza humana 326 Rojas Zorrilla, F. de 216, 218
retruecano 310 Rojo y Sojo, A. 227, 228
Reuchlin, J. 389 Roldan 180, 318 [cf. Chanson de
Revah, I.-S. 336 Roland]
revelacion 309 Roma idealizada 362
Revenga, A. 376 roman courtois 276
Revista de Filologia Hispdnica 18, Roman d’Eneas 365
20, 21, 29 Roman de Thebes 216, 367
Revolucion francesa 365, 366 Roman de Troie 365
Rey, A. 180, 370, 382 Romancero, El 92, 107, 130
Reyes, A. 22, 98, 251, 364, 393, romances burlescos 160
396 romantica, teoria 306
Reyes Cato’icos, los 188 romanticismo 156, 262, 263,
R(h)ua, P. de 374 278, 279, 293, 342, 344, 350,
Riba, C. 264-267, 389 363, 364
Ribera, L. de 57, 97 Romeo 384
Riley, E. C. 29 Ronsard, P. 267, 346, 363, 366,
rima 280, 303 390
Ringler, W. 346 rosa (y ruisenor) 49, 80, 82,
Rioja, F. de 389, 390 84, 86, 90, 140, 144, 148, 160,
Riquer, M. de 369 286, 288, 318
riqueza 187 Roscher, W. H. 102
ritnao 164, 302 Ross, D. J. A. 167
ritos {romano, mozarabe, ambro-
siano) 203 Rousseau, J.-J. 263, 310
Rivadavia, B. 365 Rubens, P. P. 346
Rivas, duque de (=A. de Saave Rubio, D. 375, 376, 380, 381
dra) 390 Rudolf von Ems 173
Rizo, J. P. 375 Rufo [Gutierrez], J. 150
Roa Barcena, J. M. 256 ruisenor 39-43, 45-47, 49-51,
Robles, J. de 379 60, 68, 69, 71, 95, 100, 102,
robo galante 48 105-112, 204, 216, 231-233, 236
roca 87 238
rodeos poeticos 158 Ruiz, J. 22 107, 180, 237, 367
Rodrigo de Toledo, arzobispo D. Ruiz de Alarcon, J. 177, 381
179, 347 Ruiz Montiano, fray G. 376
Rodriguez de Almela, D. 195, 196 Ruperto de Deutz 172
Rodriguez del Padron (o: de la Rusia — ({pais europeo? 347
430 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
rustico (medieval), el 171, 244 Sancho IV, el Bravo 179
Ryder, A. W. 336 Sannazaro, G. 41, 43, 51, 80, 81,
83, 85, 89, 92, 112, 323, 349,
Sa de Miranda, F. de 381 388
Saavedra Fajardo, D. de 391, 392 Sanravius, J. 364
sabios antiguos 194 Santa Cruz de Duenas, M. de 221
Sabunde, R. (= fr. Sebond) 309, Santa Maria, A. de 397
336 Santa Maria, P. de 183
sacerdotisa 316 Santillana, marques de (—1. Lo
sacramental, teatro 305 pez de Mendoza) 40, 41, 90,
safica, estrofa 260, 359 107, 134, 184, 185, 196, 201,
Safo 103, 298, 317, 354, 395 264, 266, 283, 369, 370, 374
sagrados, autores 279, 280 376, 382, 383, 390
Saintsbury, G. E. 306 sapientia ~ / ortitudo 275
Salado, batalla del rio 180 sapientia = scientia 276
Salas, P. 379 Saplana, fray P. 381
Salazar, E. de 97 satira 67, 265, 281, 310, 317, 344,
Salazar y Torres, A. de 288 392, 393
Salcedo Coronel, J. G. de 249, Savonarola, G. 357
250 Sbarbi, J. M. 94
Salicio 82, 110 Schevill, R. 12, 214, 215
salida del cuerpo 76 Schiff, M. 370, 373, 375, 383
Salinas, M. de 288, 381 Schiller, F. 317
Salisbury, J. de 168, 181, 182, Schmid, W. 318, 319
184, 188-190, 193, 273, 281 «scriptorium» 130
Salmacis 355 Sebastian, D. (rey de Portugal)
Salmos 44, 45, 53, 56, 69, 70, 74
73, 94, 321, 333, 352, 354 Secretum secretorum 176, 183
Salomon 295, 315 192
Salustio 373 secularization 131
San Jose, fray J. de 49, 68 sed 61, 64, 70, 75, 76, 79, 97
San Pedro, D. de 187, 188 «Sedechia» 191
San Victor, El. de 281 Sedulio 126, 281, 288, 333
sancion etica 93 Sedulio Escoto 310
Sanchez Albornoz, C. 283 Semejanga del mundo 178
Sanchez de Badajoz, D. 220 Sempronio 196
Sanchez de Badajoz, G. 107 Seneca 51, 55, 84, 103, 106, 157,
Sanchez de Vercial, C. 185, 189, 164, 168, 169, 181, 182, 184,
190, 194 186, 188-190, 193-195, 206, 293,
Sanchez de Viana, P. 372, 381 312, 328, 360, 363, 376, 385,
Sanchez del Aievalo, R. 191 394
Sanchez de las Brozas, F. (=E1 senectus viridis 315
Brocense) 92, 93, 110, 111, sensibilidad 261, 262
134, 312, 379, 390 sentencias morales 189, 192, 272
INDICE ALFABETICO 431
sentencias numericas 282 Silesia, poetas de 346
senorlo 190 Silio Italico 124, 147, 250
serie (positiva, negativa) 83 Silva, F. de 219
sermon en lengua vulgar 170 Silvestre, G. 70, 287, 372
serpiente, vfbora 47, 69-71, sfmbolos literarios 59, 67, 69, 73,
111, 114 74, 285, 309
serran(ill)a 90, 97, 107 simetria 80, 81, 85, 262
Serrano y Sanz, M. 211, 247 shnil 38, 41, 43, 46, 52, 54, 73,
servidumbre 275 74, 76, 80, 82-84, 86, 87, 104,
Servio 277, 296, 301 108
Setenta, los (=; Septuaginta) 361 simultaneidad 323
Seudo-Ausonio 287, 288 sincretismo antiguo 295
Seudo-Callstenes 168, 170, 179, singularidad de los fenomenos 313
183, 186, 192 sinonimos 289
Seudo-Epifanio 171 sintaxis clasica 62
Seudo-Ovidio 105 slntesis de la civilizacion occiden
Seudo-Turp'm 282 tal 30
sexo de la personificacion 109 sirenas 76, 86
Shaftesbury, conde de (= A. A. sirios en la Antigiiedad tardla
Cooper) 262 294
Shakespeare, W. 279, 293, 302, sistematizacion logica 173
307, 311, 328, 329, 347, 350, soberbia 184
383-385 sobrenatural, lo 76
Shaw, G. B. 384 Sobrino, F. 218, 224, 228
Shelley, P. B. 347, 364 Socrates 105, 189
Showerman, G. 389 sofistas 272, 273, 276, 319
Siciliano, I. 302 Sofodes 101-103, 106, 236, 312,
Sidney, Sir Philip 346, 349, 370 377, 383
Sidonio Apolinar 285, 305, 328, sol 85-87, 90, 138, 142, 143, 145,
346 153, 155, 160-162
Siete partidas, Las 224, 228 Solalinde, A. G. 21, 30, 179, 369,
Sigiberto 335 370, 382
siglo xii 290, 291, 294, 298, soledad (nocturna) 92, 105,
319, 320, 323, 326, 328, 330, 264
331, 346, 356 Solis, A. (conde de Salduena) 217,
siglo xiii 292 218, 381
siglo xv 356 Soils y Rivadeneyra, A. 59, 288
SIGLO XVII 320 sombra 87, 122, 123, 126, 127,
siglo xix 356 134, 143
siglo(s) DE ORO 37, 39, 44, 61, soneto 302
85, 92, 95, 100, 147, 154, 261, sonido, adjetivo de 230
276-278, 282, 283, 285, 289, 295, Soto de Rojas, P. 89
297, 304, 311, 332, 368, 384, 389, Spitzer, L. 337
391, 393 Steele, R. 176, 261
432 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
Stern, S. M. 354 tentacion 93
Stevens, Captain J. 218, 224, 228 teocentrismo 275, 283, 304
suasorias 275 Teocrito 41, 80, 83, 86, 88, 92,
subconsciente colectivo, el 274, 110, 276, 378
316 Teodoro de Gaza (= Theodorus
sucesividad 323 Gazae) 234
Suevio, M. 374 Teofilo de Antioqula 361
Sueno de Escipion 279 Teognis 353
Suetonio 179, 187, 362, 369 teologfa 168, 169, 272, 277, 278,
Suidas 395 280, 283, 284, 289, 324, 326
superioridad de tecnica 104 teoria 273
supervivencia del topos 26 teoricas, posiciones 25, 30, 32
sustancia poetica 280 Terencio 371
Swinburne, Ch. 317, 348 Tereo 102, 107, 395
Teresa de Avila (Santa) 56, 59,
Taciano 361 283
Tacito, P. C. 374, 394 termino de la vida 206
Tages 315 Terreros y Pando, padre E. de
Tales de Mileto 302, 353 217, 218, 225, 227
«Talisarid», reina de las amazonas Tertuliano 297, 361
179 tesis opuestas 80
Talmud de Babilonia, el 190, 352 Tetis (nombre de ninfa) 82, 139,
Talodiqui, D. 373 154, 155, 161, 164
Tamara, Bach. F. 376 Textor, R. 164
Tamayo de Vargas, T. 92 textos 38
Tantalo 60 Thomas, L.-P. 265, 393
Tarn, W. W. 173, 183, 184 Thompson, D’Arcy W. 234
Tassara, G. G. 390 Thompson, S. 316
Tasso, Torquato 57, 277, 299, Thornley, G. 349
304, 332, 336, 338, 346, 350, Tiberio 261
371 Tibulo 54, 259
teatro frances contemporaneo 345 Ticiano [Vecelli(o)] 346
teatro medieval 328 tienda real 180
Tebas 163, 388 Tiepolo, G. B. 346
tecnicismos (de gramatica y reto- tijeras (sentido traslaticio) 220
rica) 281, 310 Timoneda, J. 213, 214, 377
Telemaco 39, 334 tinieblas 122, 137, 146, 151,
telestico 333 152
temas (formales, materiales) 38, Tiresias 105
280 «Tirso de Molina» (= G. Tellez)
templanza 187 372
Ten Princes (cuento hindu) 164 Titan 126, 127, 141
Tennyson, A. 347, 348 Tito 202
Tenorio, Don Juan 384 Tito Livio 173, 188
INDICE ALFABETICO 433
Titon 123, 139, 141, 144, 152, transcendentalismo medieval 335
163, 273 transitoriedad de la vida 203
Toante (personaje homerico) 334 transmision en versos 321
Tobler, A. 67, 69 transmision libresca 319
Toldo, P. 316 trasfondo latino de lo romance
Tomas de Aquino (Santo) 273, 349
287, 295 Tratado a Hereunto 273
Tomas de Celano (Santo) 359 Tratado de lo sublime 328
Tomas Moro (Santo) 342 Tratado de moral 190
tomismo 277, 283, 294 Tratados politico-morales 181,
topica (normativa, historical 273, 182
275, 305, 322, 325, 330, 332 tricolon 352
topico retorico 38, 306, 321, 325 Trimberg, Hugo von 259
topologia 26 trino 111, 113
tor do 233, 234, 237 Tristan de Leonis 92
Torquemada, A. de 210 trompo 54
Torre, A. de la 191, 283, 294, trovadoresca, poesia 108, 168
397 Troya, guerra y ruina de 180,
Torre, Fernando de la 187, 188, 202, 248, 313, 343, 365, 382
191, 192 trunco, vocablo 308, 309
Torre, Francisco de la 62, 64, 67, Tsong Kapa 315
73, 81, 87, 91, 237, 264, 390 Tucidides 10, 301, 372, 373
Torre Bach, Fiancisco de la 47 Tuim, Jehan de 371
49 Turno 316
Torre Fanfan, F. de la 381 Turpin, el Arzobispo 175
Torrellas, P. 194 tuteo obligatorio 366
Torres Naharro, B. de 159, 357 «Ubi sunt?» 190, 191, 313
Torres Ramila, P. de 237 Ulises 74, 105 (cf. Odiseo)
tortol(ill)a viuda 49, 50, 66, «ultramarinas tierras» 191
68, 70, 71, 76, 79, 84, 95, 115, unidad europea 300, 305, 342
211 universal experiencia humana 26
Toynbee, A. 271 universalismo 336
Los trabajos y los dias 334 universidades 291, 341
tradicion hispanica 27 universidad alemana 305
tradicion literaria (poetica) 132, Urdemalas, Pedro de 335
280 Urfe, H. d’ 349, 388
tradicion(alidad) literaria 37, 323, urraca 233
341 Urries, J. J. de 371, 372
traduccion: ?en prosa o en verso? utopia bucolica 79, 246
367
traducciones medievales 368 Valbuena (o Balbuena), B. de 58,
tragedia 344 81, 86, 94, 144, 212, 216, 237,
Trajano 202, 243 387
trajes a la griega 366 Valbuena Prat, A. 72, 184
28. -- LIDA
434 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
Valderrama, P. de 222 Elisia 79
Valdes (inquisidor) 380 Entremes del poeta 231
Valdes, A. de 297, 378 Epigramas 59
Valdes, J. de 195, 279, 381 Epistolas 393
Valdivielso, fray J. de 68, 98, Felicio (egloga piscatoria) 83
147, 148, 163, 232, 287, 387 La Filomena 141, 178, 237,
Valencia, fray D. de 183 387
Valencia, P. de 247, 248, 372, Fuenteovejuna 384
378 La Gatomaquia 94, 113, 159,
Valera, J. 349, 394 391
Valera, Mosen D. de 195, 196 Las grandezas de Alejandro 174
«Valerio» 302, 382 La hermosura de Angelica 287,
Valerio Maximo 181-183, 188-190, 387
193, 195, 307, 308 El hijo de la Iglesia 216
Valery, P. 345 Isidro 144, 387
valoracion estetica 299 Jerusalen conquistada 140, 142,
Valla, L. 373 143, 148, 387
vanagloria, vanidad 184, 192, Laurel de Apolo 140, 143, 378
193, 203 La nina de plata 177
van Buren, A. W. 257 Los pastores de Belen 42, 49
Varela, J. C. 263, 390 El peregrino en su patria 113
variacion 156 Porfiar hasta morir 384
Varron, T. 293 El premio de bien hablar 84
vasallaje a la amada 355 El remedio en la desdicha 287
Vazquez Siruela, M. 249, 250 El rey sin reino 311
Vega, A. de la 96 Rimas 287
Vega, V. de la 390 Romancero espiritual 97
Vega Carpio, F. L. de 12, 68, El rustico del cielo 311
72, 108, 266, 279, 283, 286, La selva sin amor 56, 60, 385
301, 370, 372, 381, 384, 389-391 Servir a senor discreto 287
Amarilis 42, 51, 59, 60, 110 Sonetos 229
Andromeda 387 Triunfos divinos 55
La Arcadia 42, 50, 78, 110 Ya anda la de Maragatos 164
El caballero de Olmedo 384 Vega, fray P. de la 374
El cardenal de Belen 287 Vegecio 167, 181, 189
El castigo sin venganza 384 vejez 205
Lo cierto por lo dudoso 287 Velazquez, D. (Rodriguez de Silva
La Circe 89, 141, 178, 387 y) 346, 389
El desden vengado 238 Velez de Guevara, P. 182
El domine Lucas 287 veneracion al saber 174, 177
La Dorotea 65, 311, 384 Venus 133, 151
La Dragontea 141, 143, 144, verdad historica 173, 323
387 Verdaguer, J. 217
Egloga panegirica 45, 56 Vergara, F. y J. 378
INDICE ALFABETICO 435
vergel de amor 52, 237 122-125, 129, 236, 245, 259, 260,
verso libre 303 262, 264, 267, 273, 275-277, 279,
veta oriental de la cultura europea 280, 289, 302, 303, 309, 313-317,
26 323, 328, 330, 338, 341, 344,
Viana, principe de (D. Carlos) 347, 349, 356, 357, 360, 365,
373, 375 368, 370, 371, 379, 387, 388
Vicente, G. 72, 81 Virgilio, D. G. del 324, 326
Vicente de Beauvais 173, 179 virtudes (caballerescas, etc.) 190,
Vicente de Cracovia 232 191, 282
Victor, J. (= G. Vittori) 217, virtuosismo 156, 333
223 Virues, C. de 150, 163, 383
Victorino, M. 281 visiones 107, 133, 156, 315
vid 276 vislumbre, mirar a la 85
Vida, G. 387 viuda sin ventura; viudez
vida como comedia (la) 275 50, 66
vida eterna 75 Vives, J. L. 346-347, 369, 373
Vidal de Noya, F. 373 vivir sencillo, el 263
Vie de St. Alexis 348 Vodoz, J. 316
Vieira, fray D. 224 vuelo de las aves 101
vieja joven 315, 326 Vossler, K. 19
viento 87
Vilanova, A. 248-250 Waitz, G. 194
Vilar y Pascual, L. 227 Wall, B. V. 317
Vilaragut, A. 376 Warnerio de Basilea 277
Villacreces, fray P. de 135 Watts, I. 359
«Villalon, C. de» 378, 382, 391 White, H. M. O. 257
Villamediana, conde de (—J. Tas- Wilamowitz-Mollendorf, U. von
sis y Peralta) 372, 392 17
villano (medieval), el 115, 171 Willis, R. S. (Jr.) 178
Villaviciosa, J. de 161, 162, 391 Wimmer, F. 234
Villegas, E. M. de 44, 49, 109, Wingate, S. D. 234
113, 115, 116, 265, 288, 368, Wolf, F. A. 343
372, 377, 378, 381, 390, 393 Wolff, S. L. 349
Villegas, J. de 381 Wolfflin, H. 346
Villegas Selvago, A. de 209 Wolfson, H. A. 296
Villen de Biedma, J. 379 Wordsworth, W. 317
Villena, E. de 190, 192, 370, 371
vinetas de genero literarias 246
violeta 86 Xenofante, el flautista 193
Virgilio 12, 18, 38-40, 41, 43, 45
47, 49, 54, 56, 57, 59, 60, 62, yedra 50, 80
64, 67, 69, 73, 75, 76, 80-82, 85, yerba de la vida (o de la juven-
87, 88, 94, 97, 103-105, 108-117, tud) 196
436 LA TRADICION CLASICA EN ESPANA
yerba ponzonosa 60, 63-63, Zapata, don L. 386, 379
70, 78, 97 zarzuela 383
zodfaco 162
Zorrilla, J. 217
Zamora, J. A. de 373 zorro 237
Zayas y Sotomayor, M. 212 Zurita, J. de 333
INDiCE
A b re v ia tu ra s........................................................................ 7
Introduction, por Y akov M a l k i e l ................................. 9