Nee, Watchman - La Llave de La Oración
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LA ORACION
DE ABRAHAM POR SODOMA
(GENESIS 18:16-33)
JOSUE INQUIERE
EN CUANTO A LA DERROTA EN HAI
(JOSUE 7)
Cuando los hijos de Israel atacaron la ciudad de Hai: “Huyeron delante de los de
Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron
desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el
corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua” (Jos. 7:4-5). Después de
un triunfo tan poderoso en Jericó, ¿por qué los hijos de Israel sufrieron una
derrota tan aparatosa en Hai? Lo único que Josué podía hacer era postrarse
ante Dios, acudir a El, esperar, y preguntarle por la causa de la derrota. Josué
estaba afligido por el peligro en que se hallaba Israel, pero se afligía aún más a
causa de la deshonra que esto había traído al nombre del Señor; por lo tanto,
inquirió: “¿Qué harás tú a tu grande nombre?” Esta fue la llave de su oración. El
honró el nombre de Dios. ¡Su preocupación era qué haría Dios por Su propio
nombre! Cuando Josué llegó a este punto, Dios habló. Dijo: “Israel ha pecado ...
por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos ... ni estaré
más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros” (vs.
11-12). A Dios le importaba Su propio nombre, y no podía tolerar el pecado entre
Su pueblo. El escuchó la oración de Josué y lo instruyó a que descubriera el
pecado que había causado el problema y le pusiera fin. Después de que Josué
esclareció la causa de la derrota de Israel, se levantó muy temprano para dar
por terminado el asunto y descubrió que el pecado era la codicia de Acán.
Cuando Israel eliminó ese pecado, la derrota se convirtió en victoria. Tolerar y
esconder nuestro pecado es hacer que el nombre de Dios sea blasfemado y es
darle a Satanás ocasión para atacar al pueblo de Dios. Josué no se limitó a orar
con celo y sin discernimiento, y tampoco le pidió a Dios que salvara a Su pueblo
y le diera la victoria una vez más. La deshonra que esto trajo al nombre de Dios
le causó gran dolor, y su súplica le recordó a Dios que solucionara este asunto
por causa de Su propio nombre. Su oración fue al grano y produjo una respuesta
de parte de Dios. Josué primero tuvo que encontrar la razón del fracaso. El tuvo
que descubrir el pecado y ponerle fin para que se le diese gloria a Jehová, el
Dios de Israel.
LA CONSULTA DE DAVID
CON RESPECTO A LOS TRES AÑOS
DE HAMBRE
(2 SAMUEL 21:1-9, 14)
“Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó
a Jehová” (v. 1). David no hizo una oración sencilla diciendo: “Oh Dios, este
período de hambre ha durado tres años; te rogamos que tengas misericordia de
nosotros. Ponle fin a esto y concédenos una cosecha abundante este año”. No,
David no oró de esta manera. “David consultó a Jehová”. El buscó la causa del
hambre. La consulta de David fue al grano; tocó la llave. Dios dijo: “Es por causa
de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas” (v. 1).
Dios no tolerará el pecado de romper un voto, y David tuvo que eliminar este
pecado. Después que resolvió ese problema, la palabra de Dios relata que “Dios
fue propicio a la tierra después de esto” (v. 14). David poseía la llave de la
oración; por eso fue al grano, y su oración produjo la respuesta de Dios.
Esa noche en el huerto de Getsemaní nuestro Señor Jesús estaba triste hasta la
muerte. ¿Cómo oró en tales circunstancias? Dijo: “Padre Mío, si es posible, pase
de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mt. 26:39). El
poseía la llave de la oración. No le temía a la muerte, y aunque tenía libertad de
hacer Su propia voluntad, escogió no hacer su propia voluntad; El prefirió hacer
la voluntad de Su Padre. Así que oró por segunda vez: “Padre mío, si no puede
pasar de Mí esta copa sin que Yo la beba, hágase Tu voluntad” (v. 42). Luego
oró por tercera vez diciendo las mismas palabras (v. 44). Cuando tuvo la certeza
de cuál era la voluntad de Su Padre, dijo a Sus discípulos: “La hora está cerca ...
Levantaos, vamos” (vs. 45-46). Si nuestro Señor como un hombre sobre la tierra
supo usar muy bien la llave de la oración y se negó a Sí mismo a fin de procurar
la voluntad de Dios, ¿cómo podemos nosotros pronunciar negligentemente unas
cuantas palabras en oración y pensar que ya podemos discernir la voluntad de
Dios?
En Isaías 62:6 dice: “Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el
día y toda la noche no callarán jamás”. Estos guardas son hombres de oración.
Ellos tienen que vigilar permanentemente a fin de ver si algo sucede, y deben
gritar cuando algo ocurra. Un hombre de oración debe recordarle los asuntos al
Señor continuamente. Esta no es tarea de un individuo ni de unos cuantos; es
necesario que un grupo considerable de hombres ore de esta forma. “Todo el
día y toda la noche no callarán jamás”. Esta son compañías que velan
continuamente; juntos descubren algo, y juntos oran sin cesar a Dios “hasta que
restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra” (v. 7). Debemos
perseverar en oración hasta que el Cuerpo de Cristo sea edificado. Dios
necesita nuestras oraciones. El quiere que tengamos un espíritu de oración, un
ambiente de oración y la llave de la oración. Hermanos y hermanas,
levantémonos de nuestra condición y aprendamos a orar. Busquemos la llave de
la oración para que podamos satisfacer la necesidad de Dios hoy.