Las 10 Tentaciones de Un Catequista

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Las 10 tentaciones de un

catequista
Un apartado para hacer una autoevaluación y mejorar. A veces es bueno ver que
emociones, motivaciones y razones nos arraigan a nuestro ser catequista para
poder mejorar y quitar todo aquello que no nos hace construir nuestra casa
(pastoral y vital) sobre unos buenos cimientos. Aquí tenéis 10 rasgos para saber
si sumas o restas en la misión pastoral y también unas claves para poder mejorar:

1- Afán de protagonismo: 

Un catequista sabe quien es el protagonista de todo: Dios. Quitarlo a Él del


centro de la catequesis para en su lugar ponerse a uno mismo es un rasgo
fundamental de que algo no funciona bien. Actitudes que pretenden que el
catequista sea recordado y adorado por los jóvenes a toda costa es una fuente
inagotable de problemas. A veces es tal el problema que cuando desaparece este
catequista también desaparecen los jóvenes pues su motivación no era Dios sino
una persona concreta (creamos dependencias). Algunos ejemplos que pueden
dejar más claro a que nos referimos:

 Cuando queremos agradar a toda costa a los jóvenes y por ello permitimos
que hagan cosas fuera de lo permitido.
 Cuando utilizamos nuestros rasgos físicos o intelectuales (siempre
superiores a la de los catecúmenos simplemente por edad) para atraer su atención
e incluso despistarlos de lo importante.
 Cuando queremos tomar la palabra sin saber muy bien que decir, casi por
impulso y fuera de lugar, hablando de forma incoherente y desafortunada.
 Cuando dejamos mal a un compañero, destacamos sus defectos o nos
provoca envidia el éxito de otro.
 Cuando necesitamos ser recordados por los jóvenes a toda costa como si
esto fuera lo más grande de las catequesis y nos frustra que no sea así.
 Cuando nuestro máximo recurso es tirar de frases o gestos que, aunque
exentos de profundidad, suenan bien o sorprenden de primeras.

Jamás se olvidarán de mi
Medidas, Trabaja la humildad: el mejor catequista no es aquel del que se
acuerda todo el mundo sino el que muestra a Dios como un guía que sabe
apartarse del camino cuando es oportuno. La efímera alegría de ser recordado no
se puede comparar con la alegría de ver a un joven disfrutar tanto o más que tú de
Su presencia sin que la tuya (tu presencia) sea necesaria.
2- Afán de ocupar cargos:

A veces, en el interior de una parroquia puede haber una auténtica carrera por
ocupar un cargo u otro y esto no hace más que entorpecer la tarea
evangelizadora. Ocupar un cargo de responsable, encargado de una actividad, el
organizador de un evento, el responsable de oración, un coordinador de una etapa
de catequesis, responsable de liturgia, el director de una convivencia… Son mal
llamados cargos pues en un entorno cristiano son ante todo servicios donde
nuestras virtudes y defectos son ofrecidas a la Iglesia. Esforzarse o actuar con la
mira puesta en estos puestos es algo que a larga se nota y se traduce en
frustraciones y mal ambiente. Es común en estos casos que aquel que
simplemente desea trabajar por el Evangelio se topa casi por sorpresa con estas
responsabilidades mientras que aquellos que lo desean como si de un título se
tratara acaban por criticar a aquellos que eligen estos cargos y es un clásico (por
desgracia) que hablen de favoritismos o “mafias”.

Solo eligen a los favoritos


Medidas, construir el Reino sea donde sea: Céntrate en amar a tus jóvenes y
compañeros catequistas, en saber que eres parte de un puzzle en el que todos las
piezas son necesarias y donde estas responsabilidades están al mismo nivel que el
catequista más “raso” pues todas están en favor de la construcción del Reino.

3- Falta de servicio total o disponibilidad a medias:

Al hilo del punto dos, un catequista ofrece su servicio sin letra pequeña que lo
condicione. ¿Esto qué quiere decir? Que desde lo que podemos aportar y somos
nos ofrecemos a estar allí donde haga falta incluso donde menos cómodos
podemos estar. “Estos niños son malísimos, no quiero estar”, “No pienso coger
una escoba” o “Si no estoy con niños yo no voy” son expresiones que pueden
resumir este servicio condicionado.

No pienso coger una escoba


Medidas, la entrega total: Decir como María, aquí estoy, hágase.

4- Me atrae lo afectivo y social

En ocasiones Dios se vale de mil excusas para atraerte hasta una experiencia de
encuentro con Él. Muchos son los jóvenes que han venido a catequesis porque les
gustaba un compañero o una chica de la parroquia (motivo afectivo). Otros
vienen porque sus amigos vienen y él no puede faltar (motivo social). A otros les
obligan sus padres (motivo tradicional)… Que bueno cuando estos detonantes se
encuentran con la Palabra que transforma sus vidas. Pero que peligroso es cuando
estos motivos iniciales no se transforman e incluso son llevados hasta la vida
adulta de un catequista que se hizo evangelizador por seguir en un grupo de
amistad o por una relación sentimental. ¿Por qué? Porque no podemos dar
aquello que no tenemos y si no es Dios el motor de nuestra vocación catequética,
los jóvenes, tus compañeros y hasta tú mismo acabarás descubriendo que algo
falla. Inevitablemente acabarás cayendo en otras de estas 10 tentaciones y no te
interesará profundizar más en tu fe más allá de lo que te estimule y te dé un
subidón de adrenalina emocional. Ojo porque grandes grupos de fe o de
catequesis se rompieron por la fractura de una amistad.

Somos la chupi pandi, lo nuestro jamás


acabará
Medidas, la fe se vive en comunidad pero ante todo a través de un encuentro
personal

5- Nostalgia pasada

Te invito a que pienses en un momento de Encuentro con Dios del pasado.


¿Increible verdad? Pues debes saber que realmente fue maravilloso si te impulsó
y te envió a hacer algo grande. Jesús en sus lecturas constantemente sana y abre
los ojos a pecadores, pero también envía: “haz tú lo mismo”. No podemos
quedarnos estancados en algo que pasó y fue muy bueno, tenemos que caminar y
sobre todo no vivir a base de golpes de fe, es decir, buscando repetir en ciertas
catequesis, convivencias de verano, que mi fe tenga un subidón. Más bien, se
trata de buscar y tener presente la fe en tu vida de forma constante, en tu día a
día, en lo cotidiano. Y ojo, más peligroso que vivir a saltos de fe es intentar
emular estos momentos de encuentro con Dios con nuestros jóvenes…
¿Conoces el síndrome de Estocolmo pastoral? No caigas en él ni en los
terribles:

Esto siempre se ha hecho así


Medidas: la oración y discernimiento diario que nos impulsa a obrar para y
por Dios. También es precioso saber que Dios tiene una Historia de Salvación
concreta para cada uno, deja que Él lo haga todo nuevo, no trates de imitar los
grandes éxitos de tu pasado.

6- Falta de prioridad

Sabrás que vivimos en un mundo donde somos activados por infinidad de


estímulos y llamadas y que ante todo nos obligan, queramos o no, a optar por
cosas concretas. También habrás descubierto que ser catequista no es tan fácil
como de niño pensabas y verás que exige mucho esfuerzo, organización, tiempo
(más allá de la propia catequesis) y que optar por esta misión supone decir no a
muchas otras cosas. A veces, esto no lo tenemos en cuenta al principio del curso
cuando todo es favorable y nuestras energías están al cien por cien pero cuando
llega el cansancio de los exámenes o de la vida laboral, los cumpleaños o fiestas
que coinciden con la hora de catequesis, etc… se pone verdaderamente a prueba
nuestra opción por la pastoral. No debemos olvidar que ante nosotros hay un
grupo de jóvenes que nos espera y del que somos referente para acercarse a Dios.
Tampoco olvidemos que nuestra ausencia es un desbarajuste en el grupo de
catequistas y que lo que tú no haces es más trabajo para el que si ha optado
radicalmente por la evangelización.

Lo siento, llevo el examen muy mal y no


podré ir (10 minutos antes de empezar la
catequesis)
Medidas:  la organización y el compromiso sincero. Es curioso, pero aquellos
que no dudan ni decaen en épocas de exámenes, trabajo… y son fieles a su
compromiso suelen ser los que mejores notas o éxito laboral consiguen, pues su
compromiso generalmente es coherente en todos los aspectos de su vida. Valora
las posibilidades de tu agenda y analiza donde y cuando es más fácil que tu
compromiso decaiga para prever medidas.

7- Falta de constancia en la fe y coherencia de vida

Ser catequista depende en buena parte de tu vida de fe. Sin ella, ¿Qué quieres
transmitir? Cuidar nuestra fe, como queremos que nuestros jóvenes la cuiden, es
básico y por ello formar parte de un grupo de fe, tener oración diaria, asistir a los
sacramentos… conformarán un sustento sólido en el que apoyarse. Si alguno de
ellos no está, tú lo notarás y ellos (tus niños o jóvenes) lo notarán. Además, todo
son ventajas pues no solo te ayudará en tu vida cotidiana sino que también te
dotará de herramientas muy interesantes para tus catequesis. Por ejemplo, una
lectura de la Biblia con la que has orado y meditado varias veces podrás
trabajarla de una manera más profunda que si simplemente es un texto con el que
te estás encontrando por casualidad. Además, cuando una disfruta y siente lo que
hace, vibra con ello y esto los jóvenes que reciben la catequesis lo notan.

¿Pero tú no decías que había que perdonar”


(un joven a un catequista enfadado)
Medidas: Oración diaria, vida en comunidad y coherencia con el Evangelio
y l Tradición de la Iglesia. Además, es vital ser fiel, incluso aún cuando no
comprendamos y entendamos, a todo aquello que del Evangelio se emana y de
las consignas que la Iglesia da para poder vivirlo plenamente. No hay nada más
antiproductivo que un agente de pastoral que en catequesis dice algo y en su vida
hace lo contrario pues los jóvenes están atentos hasta el más mínimo detalle de
nuestra vida y si hay algo que detestan ellos son los hipócritas.

8- Ausencia de trabajo en equipo e individualismo 

 Pensar que por norma tenemos la razón o que nuestros modos son los mejores
suele ser también símbolo de caída libre. Cuanto más compartas tu trabajo y
aciertos o por otra parte seas capaz de transmitir tus discrepancias de una manera
agradable y asertiva (con el objetivo Evangelizador en mente) todo será mucho
más fácil. No habrá catequesis ni proyecto pastoral que se sostenga si no somos
capaces de dejar atrás estilos personales, obsoletos métodos o maneras y
actitudes oposicionistas.

Siempre dije que este proyecto no iba a


salir adelante
Medidas, todos somos protagonistas del proceso pastoral y todos debemos
aprender a dejarnos hacer por otros. Trabajar con otros seguramente lleve más
tiempo y genere más problemáticas pero sin duda también nos lleva más lejos.

9- Inmadurez personal

¿Cuántos adolescentes (aquí por su etapa vital si es más normal), compañeros


catequistas o incluso hermanos de comunidad, cuando tienen un bajón emocional
abandonan sus puestos? Si cuando estás triste tu fe decae o tus relaciones
pastorales dependen de tu estado de ánimo me temo decirte que eres algo
inmaduro (o bien en la fe o bien en lo personal). Nuestra fe y nuestra labor
pastoral no se debe basar en estar alegre o triste sino de vivir con ella pase lo que
pase. Al revés, es cuando más perdido está todo cuando debemos sentir el abrazo
de Dios, quien nunca abandona, en la oración, en el prójimo, en la comunidad, en
la reconciliación… Expresiones como “No me siento cuidado o valorado”, “no
me siento atendido” o “Esto ya no es lo que era” suelen ser síntomas, en alto
porcentaje de casos, de personas cuya madurez debe ser puesta en tela de juicio y
que esconden otros problemas. También se ocultan tras ellas una mala gestión en
la resolución de conflictos o la necesidad de ocultar las verdaderas causas tras un
chantaje sentimental.

No me siento cuidado o valorado


Medidas: Antes de ver que te aportan los otros, que apoyo te dan, que disculpas
te dan… pregúntate qué aportas tú, qué apoyo das tú, que disculpas tienes que
pedir… Que no se hable tanto en primera persona del singular sino en la del
plural: ¿Nosotros como podemos resolver esto?

10- Optar por lo fácil

Hacer catequesis no es algo sencillo pues “jugamos” con un mensaje insuperable


e inmutable, el Evangelio, que debemos presentar a los jóvenes de una forma
atractiva. Lo fácil es tergiversar a nuestro antojo o inundar con juegos facilones
que pueden hacer que el sentido original desaparezca simplemente por destacar
positivamente ante los jóvenes. Lo complicado es hacer que el sentido principal
de la catequesis llegue a los corazones de los jóvenes. Claro que está bien
incorporar juegos, vídeos, acampadas, gymkhanas… pero no por ser la salida
rápida y sencilla que cualquiera saber montar en un momento y que nos libra de
dolores de cabeza. Que el Evangelio y el joven sean los protagonistas, que
disfruten aprendiendo cosas sobre su fe personal dentro de la Iglesia. Claro, esto
exige tiempo, oración, dedicación e incluso formación.

También es frecuente ver como bajo el telón de “los valores cristianos” se


motivan muchas experiencias llamadas “evangelizadoras” pero que de Evangelio
y valores tienen poco. Es vital no perder de nuestra mirada el Evangelio, del cual
emanan esos valores, y no transmitir o hablar de unos valores, que aunque
buenos (los puede tener cualquier  buena persona atea) no llevan a algo más
trascendental o a uno estilo de vida cristiano.

Nuestros chavales salen de aquí llenos de


valores
Medidas: Evita las primeras ideas, aquellas que son fáciles de hacer o que nos
aseguran el “éxito” porque los jóvenes se lo pasan fenomenal pero sin ningún
hilo catequético. No somos ludotecas. Lo primero, el único protagonista, el
Evangelio; y si encima luego se lo pasan fenomenal con un juego extraordinario
perfecto. Es importante para esto tener una lista de objetivos de catequesis a
cumplir que nos aseguren una buena formación: que tipos de oración se quieren
hacer, que contenidos de fe son los que se quieren tratar en esta edad… y que
esto esté programado desde principios de curso. Que no llegue el día de antes a la
catequesis sin saber que es lo que vamos a enseñar.

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