Ccatamayo Karolina Derecho Estabilidad
Ccatamayo Karolina Derecho Estabilidad
Ccatamayo Karolina Derecho Estabilidad
Facultad de Derecho
2017
RESUMEN
1. La estabilidad laboral
1.1 El derecho a la estabilidad laboral en la legislación y la Constitución
1.2 La contratación indefinida como regla general
1.2.1 Pronunciamientos del Tribunal Constitucional sobre la estabilidad laboral
2. Los contratos sujetos a modalidad
2.1 Evolución histórica
2.2 Necesidad de su implementación
2.3 Características de la contratación temporal
2.3.1 Normas comunes y formalidades
2.3.2 Límites a su aplicación
3. El contrato innominado
3.1 Características de la contratación
3.2 El principio de legalidad y el principio de causalidad
3.2.1 La ajenidad en los riesgos
3.3 Contratos temporales: ¿listado enumerativo ejemplificativo o listado
enumerativo taxativo?
3.4 Jurisprudencia
4. Conclusiones
5. Bibliografía
Introducción
Mediante el presente trabajo se busca analizar la contratación temporal a la luz del derecho a
la estabilidad laboral, analizando los límites legales a este tipo de contratos así como la
aplicación práctica que viene dándose en los últimos años en nuestro país y que ha motivado
diversos pronunciamientos en distintos niveles de la judicatura. De este modo podremos
determinar en qué casos se estaría violentando el derecho a la estabilidad laboral.
1. La estabilidad laboral
Vinculado a este mismo derecho, y en muchos casos empleado como sinónimo, se habla del
principio de continuidad laboral. Esto último se da en razón, según lo planteado por Joaquín
Pérez en su libro “Estabilidad en el Empleo”, debido a que la noción de estabilidad remite
implícitamente a un doble orden de consideraciones: de un lado, la seguridad y de otro la
duración (Pérez: 2004). Sobre este último punto, la ejecución del contrato de trabajo es
determinado como de tracto sucesivo, en vista a que no se agota con la realización
instantánea. Por ello para continuar con dicha ejecución, el trabajador requiere de cierto grado
de seguridad respecto de su permanencia, en específico en lo relacionado al término del
mismo.
Américo Plá, en su conocida obra “Los Principios del Derecho del Trabajo”, precisa que el
principio de continuidad expresa la tendencia actual del derecho del trabajo a atribuirle la
más larga duración a la relación laboral, desde todos los puntos de vista y en todos los
aspectos. (PLA, 1978). La mencionada tendencia es la que ha sido acogida por nuestro país,
tal como lo ha manifestado el Tribunal Constitucional, al afirmar que existe una preferencia
por la contratación a tiempo indefinido. Esta duración se condice con la necesidad de
indeterminación de la finalización de la prestación que viene de la mano con el supuesto
contrario, de que el empleador no tiene derecho a despedir de forma arbitraria.
Resulta entonces pertinente indicar que los fundamentos de la estabilidad se entroncan con
conceptos y principios básicos del derecho laboral como la justicia social, protección y
continuidad (ERMIDA: 1983). Sin embargo, dicha estabilidad no implica que lo contratos
de trabajo carezcan en todo sentido de naturaleza temporal, de hecho, tal como lo recoge
Alfonso De los Heros:
“La realidad es que todo contrato de trabajo es temporal por su propia naturaleza.
Dura lo que dure la voluntad o la capacidad del que lo presta y está sujeto a los
avatares propios de toda relación jurídica.” (DE LOS HEROS: 2004)
En el contrato de trabajo, como en todo acto jurídico, la voluntad juega un rol esencial. Por
ello no podríamos sostener que hay un contrato de trabajo allí donde se presta trabajo forzoso,
o en aquella de la relación donde una de las partes desea ponerle término y la contraparte no
lo permite. El mencionado autor también señala, como complemento a este presupuesto del
principio de continuidad establecido en favor del trabajador, que debemos considerar al
contrato de trabajo como uno de duración indefinida, de tal manera que el trabajador pueda
trabajar mientras quiera, mientras pueda y mientras exista la fuente de trabajo (DE LOS
HEROS: 2004); con ello quedarían sentados los límites para considerar una relación a tiempo
indefinido.
Es bueno en este punto analizar los alcances de la estabilidad laboral en nuestro contexto,
para ellos traemos a colación lo planteado por Rafael Martinez, quien centra su análisis en
cómo cambian las exigencias del mercado del trabajo en especial en la época de crisis, donde
el mantenimiento de los recursos reviste mayor complejidad:
Como en todo momento de persistente crisis económica, donde los negocios se ven obligados
a reducir sus operaciones por temas relacionados a sus metas de productividad, la vigencia
del mencionado principio de estabilidad (concretado por sí mismo en derecho) podría ser
percibido en sentido negativo. Consideramos personalmente esto pues no se otorga a los
empleadores un rango de flexibilidad para aumentar o disminuir el número de trabajadores
de sus organizaciones, según los requerimientos internos ¿Qué consecuencias conlleva esta
percepción negativa del derecho? La obstaculización en la creación de nuevos puestos de
trabajo, a causa de la incertidumbre futura del desarrollo de la economía, termina finalmente
por dividir a la clase trabajadora en aquellos ocupados y desocupados.
Hasta este punto podemos concluir, tal como postula Ermida Uriarte que:
La necesidad de certeza sobre lo que depara el futuro es un elemento clave en el análisis del
derecho a la estabilidad laboral, en tanto el trabajo como fuente de sustento para la persona,
reviste de vital importancia para su subsistencia y la de su núcleo familiar. Por lo tanto,
complementado este presupuesto podemos determinar que la estabilidad se sustenta en dos
pilares básicos que son, de un lado los límites al despido, y de otro, las restricciones a la
duración de los contratos (PEREZ: 2004); tal como estudiaremos en adelante.
Para cerrar este punto, destacamos la reflexión de Ermida Uriarte quien desvirtúa un
planteamiento común en nuestro entorno, el cual sostiene que la estabilidad es ficticia y
desechable porque a menudo es violada o eludida; señalando que en estos casos sería los
mismo que pretender que la limitación de la jornada de trabajo es una protección ficticia a
ser derogada, dado que a menudo se realizan horas extras con habitualidad. (ERMIDA;
1983).
Con la analogía que realiza el referido autor caemos en cuenta que no resulta válido el
argumento basado en que, porque en la práctica un derecho es constantemente burlado, este
pierde en determinada medida sus efectos. Por el contrario, consideramos que si hay un
derecho que es eludido en reiteradas ocasiones, merece una atención especial de parte de las
autoridades.
1.1 El derecho a la estabilidad laboral en la Constitución y la legislación
Sin perjuicio de lo planteado en el párrafo anterior, los siguientes artículos son tomados en
consideración al momento de realizar el desarrollo legislativo con respecto a este derecho:
De los citados artículos podemos encontrar que esta Constitución reconoce la protección a la
estabilidad laboral denominada “de salida”, que refiere a la imposibilidad de despedir a un
trabajador sin que medie causa justa de por medio. En concordancia con ello, se pronuncia
Ermida, siguiendo a José Martins y Norberto Centeno, respecto definir a la estabilidad como
la garantía de permanencia en el empleo asegurada a ciertas especies de empleados,
consistente en la imposibilidad jurídica de ser despedido, salvo la existencia de justa causa
expresamente prevista”. (ERMIDA; 1983). Tales causas se encuentran previstas en nuestra
legislación y se refieren a la capacidad y conducta del trabajador.
No obstante, la dimensión de la estabilidad laboral “de entrada”, no es recogida por nuestra
Carta Magna de forma expresa. Esta refiere a la contratación de forma indefinida desde el
inicio de la relación laboral. No consideramos que los citados artículos cumplan con proteger
ambas dimensiones del derecho a la estabilidad laboral, como la hacía la Constitución
anterior. Tal como lo expresa Deveali, la estabilidad constituye pues una forma de amparo
general, de la cual brotan a su vez derechos individuales (DEVEALI: 1983), por lo que no
puede quedar en situación de desprotección.
A nuestra consideración es correcto sostener que la estabilidad laboral es una base para la
protección de otros derechos, como lo es el de acceso y conservación del empleo. Sobre este
punto hace referencia la Ley de Productividad y Competitividad Laboral que dentro de sus
disposiciones enmarca la presunción de la contratación a plazo indeterminado como regla
general:
Como lo vimos en el acápite anterior, existe una presunción legal de contratación a tiempo
indefinido a la que somete todo inicio de relación laboral en el Perú. Tal como lo manifestó
el maestro Américo Plá:
6. Prolongación del contrato en los casos de sustitución del empleador” (PLA: 1978)
Con ello van quedando extremos como que el derecho a la estabilidad en el empleo no supone
la proscripción de contratos de carácter temporal; por el contrario, lo que busca es
circunscribir los mismos a trabajos de duración determinada en el tiempo. Nuestra legislación
va incluso más allá de eso al considerar sanciones para los empleadores ante la vulneración
del derecho, que implican por ejemplo la transformación del contrato en uno a plazo
indeterminado. La idea entonces, tal como la plantea Alfonso De los Heros es la de:
Con esta última cita, comprendemos entonces una arista adicional de la estabilidad laboral
que finalmente propone un beneficio colateral para el empleador, reflejado incluso en
términos económicos de ahorro. Sostenemos esto último en tanto la renovación constante de
personal para los mismos puestos de trabajo, supone un sobrecosto y doble inversión para el
empleador. Resulta entonces a modo de ejercicio, mucho más sencillo en costos a largo plazo,
el mantener al personal sin un alto índice de rotación, no solo concentrado en los costos
sociales, sino en la inversión que realiza una empresa sobre cada uno de sus empleados.
Empero, no es esta la visión predominante en los empleadores de nuestro país, que ante el
temor de la incertidumbre económica, ven en la estabilidad laboral que protege a sus
trabajadores un amenaza, por lo que optan muchas veces por violentar este derecho. Entonces
nos encontramos en un plano en el que estos justifican su acción en atención a sus
requerimientos en materia económica.
Para ello, citaremos algunos extractos relevantes que tratan sobre la materia que nos ocupa,
que es la protección al derecho de estabilidad laboral en su dimensión de entrada.
“El régimen laboral peruano se rige, entre otros, por el principio de causalidad, en
virtud del cual la duración del vínculo laboral debe ser garantizado mientras
subsista la fuente que le dio origen. En tal sentido, hay una preferencia por la
contratación laboral por tiempo indefinido respecto de la de duración determinada,
la que tiene carácter excepcional y procede únicamente cuando el objeto del contrato
sea el desarrollo de labores con un alcance limitado en el tiempo, sea por la
concurrencia de determinadas circunstancias o por naturaleza temporal o
accidental del servicio que se va a prestar. Como resultado de ese carácter
excepcional, la ley establece formalidades, requisitos, condiciones y plazos
especiales para este tipo de contratos, e incluso sanciones cuando a través de estos,
utilizando la simulación o el fraude, se pretende evadir la contratación por tiempo
indeterminado.” (Las negritas son nuestras)
Dentro de esta doble dimensión del derecho plasmada por el Tribunal, nos compete
concentrarnos en la primera de ellas, referida a la estabilidad laboral de entrada. Este es pues,
el momento preciso donde el trabajador exige el cumplimiento de la contratación a plazo
indeterminado, condicionando la contratación a plazo fijo, a supuestos expresamente
previstos en la ley, que responden en teoría a actividades transitorias y estrictamente
temporales.
Tal como definimos en el capítulo anterior en principio, todo contrato de trabajo debe
suscribirse a plazo indefinido, aunque excepcionalmente nuestro ordenamiento, atendiendo
la naturaleza del servicio a prestar, ha previsto la contratación a plazo determinado. Al
respecto, Oxal Ávalos nos brinda una definición de los mismos:
“Para nosotros, los contratos de trabajo sujetos a modalidad son aquellos acuerdos
de voluntades celebrados de forma excepcional y que constan por escrito, en virtud
de los cuales una persona denominada trabajador, presta sus servicios de manera
subordinada en beneficio de otro, denominada empleador, sea natural o jurídica,
por cierto plazo (determinado o determinable) o durante determinados períodos a
efectos de satisfacer las necesidades empresariales…”(OXAL: 2008)
Esta postura que plantea al contrato de trabajo de duración indeterminada como el típico es
también soportada por el Tribunal Constitucional. Por lo tanto el desarrollo de esta parte de
nuestro trabajo se centrará en conocer un poco más a fondo las características y limitaciones
que poseen este tipo de contratos que tanto la doctrina como la jurisprudencia han calificado
como excepcionales en su aplicación.
El Perú desde antes de los años setenta se encontraba en un contexto de máxima estabilidad
laboral en ambos sentidos: tanto de salida como de entrada. Con la promulgación de la Ley
18138 que introdujo al sistema límites para la contratación temporal incluyendo la exigencia
de causalidad para la celebración de este tipo de contratos. Asimismo estableció una
aprobación administrativa previa a cargo de la Autoridad del Trabajo quien debía de analizar
si la causa esbozada en cada caso concreto se condecía con la realidad de lo planteado por
las partes.
Sin embargo, esta situación no duró por mucho tiempo ya que con la promulgación del
Decreto Ley 22342, Ley de Fomento de las Exportaciones No Tradicionales, se dejó abierta
la posibilidad de contratación determinada libre en este sector. Para el Estado dicha actividad
por sí misma era considerada justificada y no requería de la limitación temporal a un
determinado número de meses o años. Es así como a criterio de las autoridades políticas de
la época, nos encontrábamos antes dos cuerpos legales contradictorios en su esencia.
Para continuar en esa misma línea es que se dio la Ley 24514 que pretendía volver a la
situación inicial de protección absoluta a la estabilidad laboral de entrada que había sido
arrebatada con estas últimas normas. No obstante a la vez permitió una forma indiscriminada
de contratación temporal mediante el Programa Ocupacional de Emergencia. Bajo este
contexto es que se promulga el Decreto Legislativo 728, Ley de Fomento del Empleo, que
termina por plantear una serie de posibles escenarios para suscribir contratos a plazo fijo.
Mario Pasco destaca la situación de incongruencia producida en este lapso de tiempo, que
finalmente se centró en desmontar la estabilidad absoluta, al respecto comenta lo siguiente:
“Si dicha legislación abarcaba los dos extremos de la estabilidad, limitando tanto
la contratación como el despido, la nueva recayó también en ambos extremos al
permitir, en uno de ellos, contratar a plazo casi con total libertad, dada la enorme
variedad de formas ofrecidas...” (PASCO: 2012)
Los mismos autores estimaban que dentro de este paquete de medidas que flexibilizaron el
sistema laboral se propone la eliminación de la estabilidad de entrada de debido a que:
“…rompiendo el principio de causalidad que lleva a adecuar el tipo de contrato (indefinido
o a plazo fijo) a la naturaleza de la labor (permanente o temporal), no solo se incrementaron
a nueve las modalidades temporales, sino que se permitió la contratación temporal para
labores permanentes (particularmente con el contrato de inicio o incremento de actividades”.
(TOSTES, VILLAVICENCIO: 2012). Con esta afirmación nos cuestionamos un poco más
sobre la pertinencia de este tipo de contratos en las labores de índole permanente en la
empresa.
“Un primer elemento jurisprudencial viene dado por las necesidades que tiene por
delante un proyecto empresarial, distinguiéndose las permanentes de las
extraordinarias, excepcionales o precarias. Respecto de las primeras, se dijo que
debían ser cubiertas por personal permanente; en cambio, para las segundas, se
admitió la contratación de trabajadores temporales”. (CANFALONIERI: 2002)
Todos estos factores inciden al momento de plantear el tema de la contratación laboral, tal
como manifiesta Carlos Blancas: se dará en un primer caso, debilitando el principio de la
contratación indefinida, según el cual este constituye la regla y la contratación temporal la
excepción, para estimular esta última forma de contratación a través de la creación de una
serie de nuevas modalidades de contratos de duración determinada que exigen la
demostración de su existencia. Contratos en los que, muchas veces, la temporalidad de estos
contradice la naturaleza permanente de la labor del trabajador. (BLANCAS: 2012).
La causalidad entonces se erige como un requisito esencial en este tipo de contratos que debe
condecirse obligatoriamente con el requerimiento empresarial para el caso concreto. Si un
empresario desea contratar personal a plazo fijo, se encontrará entonces obligado a demostrar
que tiene una necesidad objetivamente demostrable. Por ello Mario Pasco plantea:
“Así las cosas, admitir un contrato temporal no causal representa permitir que el
empleador fije, de modo unilateral y hasta arbitrario, un plazo cualquiera, no dedo
por una contingencia constatable.” (2012)
Los trabajadores con contratos sujetos a modalidad deben de recibir el mismo trato y
beneficios que los trabajadores con vínculo indeterminado. El contrato temporal solo se
diferencia el indefinido en la duración y en los efectos de su extinción, mientras que todo lo
demás no se justifican excepciones ni en beneficio ni en perjuicio del trabajador, por lo que
en principio las diferencias de trato basadas en el mero dato de la temporalidad son
necesariamente discriminatorias. (DE LA VILLA: 1995) La discriminación en el sentido
planteado, constituiría incluso una violación constitucional.
Si bien es parte objetivo del presente trabajo analizar la situación del derecho a la estabilidad
laboral en este tipo de contratación, tal como desarrollamos previamente, ello no obsta para
destacar la estabilidad laboral de salida (que se materializa en el derecho a no ser despedido
sin causa justa) que existe a favor de todos los trabajadores, sin importar la temporalidad. El
trabajador contratado tiene asimismo derecho a la estabilidad laboral durante el tiempo que
dure el contrato, una vez superado el período de prueba. Esto se da en Perú, a diferencia de
otras legislaciones, como la colombiana, donde es factible estipular un período de prueba aun
dentro de un contrato a plazo fijo. (PASCO: 2001)
Traemos a colación las características mencionadas pues son aquellas sobre las que la
mayoría plantea interrogantes. De un breve planteamiento de las mismas nuestras
conclusiones se suman a las que ha señalado Néstor De Buen Lozano quien manifiesta que
en términos generales, las soluciones legales se inclinan por una preferencia hacia el tiempo
indeterminado y por la consideración excepcional de las otras modalidades. (DE BUEN:
1997)
Mario Pasco nos explica un poco más la relación existente entre la exigencia de la causa y lo
referido a la estabilidad:
De acuerdo con ello, el contrato temporal tendría que ser necesariamente causal, fundarse
siempre en una necesidad transitoria. Por lo que el mismo autor plantea como inadmisible, y
hasta es reprochable, la contratación temporal incausada, no sustentada en un requerimiento
objetivo, sujeta o derivada de la simple voluntad de una de las partes (el empleador),
encubierta bajo la apariencia de bilateralidad contractual. Esta sería sin duda una posición de
abuso de las fuerzas de poder que se encuentran en juego.
Finalmente Wilfredo Sanguinetti plantea que el principio de causalidad de la contratación
temporal no es más que una manifestación de un principio de mayor alcance, como es el de
estabilidad en el empleo. El propósito último de este principio es garantizar que el vínculo
durará tanto como la fuente que le dio origen. (SANGUINETTI: 2008, 16)
3. El contrato innominado
Existen también otras disposiciones de rango legal que deberán observarse al momento de
emplear estos contratos, por ejemplo lo señalado en el artículo V del Título Preliminar del
Código Civil que tiene aplicación supletoria, donde se indica que se considerarán como
inválidos aquellos pactos que constituyan abuso de derecho. Serán inválidos también los
pactos que impliquen renuncia de derechos de alguna de las partes, en respeto a lo previsto
en el inciso 2) del artículo 26 de la Constitución Política, que precisa que en la relación
laboral se respeta el principio del carácter irrenunciable de los derechos reconocidos por la
Constitución y la ley, tal como resulta el derecho al trabajo.
Acerca del principio de causalidad, este parte de la premisa de que la contratación temporal
es una excepción a la regla y se debe emplear cuando la causa que da origen al contrato sea
de naturaleza temporal o transitoria. El derecho a la estabilidad laboral es una base para la
protección de otros derechos, como lo son el de acceso y conservación del empleo, por ello
nuestro ordenamiento exige la existencia de causalidad para su suscripción. Sobre este punto
hace referencia la Ley de Productividad y Competitividad Laboral que dentro de sus
disposiciones enmarca la presunción de la contratación a plazo indeterminado como regla
general:
“Artículo 4º.- En toda prestación personal de servicios remunerados y
subordinados, se presume la existencia de un contrato de trabajo a plazo
indeterminado…”
De acuerdo con ello, el contrato temporal tendría que ser necesariamente causal, fundarse
siempre en una necesidad transitoria. Por ello el mismo autor plantea como inadmisible, y
hasta reprochable, la contratación temporal incausada, no sustentada en un requerimiento
objetivo, sujeta o derivada de la simple voluntad de una de las partes (el empleador),
encubierta bajo la apariencia de bilateralidad contractual. Esta sería sin duda una posición de
abuso de las fuerzas de poder que se encuentran en juego.
Acerca de este punto, Manuel Alarcón señala que: “Es característica esencial que sobre el
empresario recaiga el resultado económico favorable o adverso, sin que el trabajador sea
afectado beneficiosa o adversamente por el mismo, sin que exista pues, participación en el
riesgo económico. Si la relación mantenida entre empresario y trabajador no implica esa
irrelevancia directa del riesgo de la producción para el segundo no hay una relación laboral,
sino un contrato de sociedad” (ALARCON 1986:503).
1
Informe No. 18-2013-MTPE/2/4
únicamente la temporalidad del servicio. La interpretación que debería otorgarse al artículo
82, ha encontrado dos posturas adversas que defienden los doctores Elmer Arce y Wilfredo
Sanguineti.
Para el primero de los autores, este listado debe considerarse como uno taxativo (numerus
clausus), dado que esta interpretación estaría en armonía con los principios reconocidos en
nuestro ordenamiento, para lo que refiere:
“Me parece que esta aparente libertad debe interpretarse de modo restrictivo,
pues de lo contrario se quebraría el principio de preferencia de la contratación
indefinida que encuentra respaldo en el artículo 22 de la Constitución. Más
todavía, basta leer el propio artículo 4 LPCL para descubrir la ratio legis del
precepto, sobre todo cuando señala que se podrá celebrar un contrato sujeto a
modalidad “en los casos y con los requisitos que la ley establece”. Es decir, sólo
en los casos que el legislador faculta expresamente al empresario, éste podrá
contratar trabajadores con contratos a plazo fijo. Sin ninguna duda, se
introduce el principio de legalidad en la contratación temporal. Lo que impide
a cualquier empresario, en consecuencia, la suscripción de contratos
temporales sin fundamento legal.” (las negritas son nuestras) (ARCE 2006:12)
Siendo así, para el referido autor el listado debe interpretarse siempre a la luz de la legalidad
de la contratación temporal, siendo que si el supuesto no está expresamente regulado en la
ley no estaría permitida su firma. Para ello señala que el artículo 82 hace una remisión a
disposiciones legales distintas a las contenidas en dicho cuerpo legal, específicamente las
relativas a los regímenes especiales laborales. De este modo, no estaría cerrándose la
posibilidad de que puedan suscribirse este tipo de contrato a plazo fijo, donde solo se
reiteran las condiciones de temporalidad y duración adecuada de la necesidad transitoria,
lo que se trataría de una actitud precavida de parte del legislador.
Por otro lado, Sanguineti considera que este artículo fue incorporado con la finalidad de
brindar al empleador la posibilidad de superar sus necesidades transitorias de personal, no
reguladas en los otros supuestos, a través de este tipo de contrato. Al respecto, comenta:
“La nómina de contratos temporales admitidos por nuestro ordenamiento no
se agota en las hipótesis tipificadas legalmente, ya sea por la propia LPCL o
por normas especiales. A ello hay que añadir la posibilidad, prevista por el
artículo que ahora se comenta, de contratar “cualquier otra clase de servicio
sujeto a modalidad no con templado específicamente”, “siempre que su objeto
sea de naturaleza temporal y por una duración adecuada al servicio que debe
prestarse”. La norma abre, así, la posibilidad de nuevas adaptaciones del
principio general a las circunstancias de cada caso concreto, más allá de las
previstas con carácter singular.” (las negritas son nuestras) (SANGUINETI
2008:131)
El autor fundamenta su postura alegando que la gama de situaciones propuestas por la ley, no
necesariamente recogerían todos los supuestos que se presenten a la realidad, añadiendo una
crítica a su redacción. Para ello se hizo necesario que el legislador flexibilice en cierta medida
el principio de causalidad, a fin de que puedan colmarse las necesidades temporales de
personal que pueden tener las empresas. En esa línea, propone algunos ejemplos:
Ahora bien, Sanguineti hace énfasis en la importancia de que los contratos suscritos al
amparo del artículo 82 sean examinados con rigurosidad respecto del cumplimiento de las
condiciones de temporalidad y duración de la contratación (ambos estrechamente
conectados). En este punto quien deberá probar la necesidad temporal es el empleador a
fin de justificar el empleo de este tipo de contrato.
3.4 Jurisprudencia
“2.1. A partir del año 2011 LINDLEY ha iniciado un proceso de “transición e innovación
tecnológica” a nivel nacional, dirigido a la implementación de cambios tecnológicos
sustancias y de última generación en sus maquinarias, equipos, instalaciones y procesos,
métodos y sistemas de producción para responder a las nuevas necesidades del mercado e
introducir la tecnología que se usa en otros países, con el propósito de convertirse en una
compañía de tecnología de punta, de mejorar sus estándares de eficacia y eficiencia y de
mejorar su nivel competitivo en el mercado nacional e internacional. Esta reorganización
supone la concentración y automatización de todo el sistema de producción y operaciones
de LINDLEY a nivel nacional, lo que involucra a la construcción y apertura de nuevas
infraestructuras a nivel nacional (plantas de tratamiento de agua y de jarabe y bebida,
estaciones CO2, montaje de equipos de llenado, entre otros), la implementación de un
sistema de producción automatizado de mayor capacidad (mediante la incorporación de
máquinas de tecnología de punta) y la gestión empresarial de la empresa a nivel nacional;
y, la implementación de proyectos de reducción de consumo de agua (^) ello supone que la
producción será realizada en menor tiempo y con menos recursos materiales y humanos que
los que actualmente se destina a tal fin.
2.2 Así de acuerdo al Planeamiento estratégico de la empresa 2011 - 2015 basado en los
Informes Técnicos de la Gerencia de Estrategia Operacional referida a la proyección de la
demanda en función de los estudios de demanda de la empresa Ipsos Apoyo, así como de la
Gerencia de Supply Chain sobre capacidades instaladas, preparadas por LINDLEY y
especialistas contratados por ésta, LINDLEY, aproximadamente entre los años 2011 y 2015,
construirá y contará con nuevas plantas e instalaciones industriales en el país, las mismas
que funcionarán con un número ya estimado y limitado de personal para cubrir la demanda
del mercado por la tecnología nueva que tendrán, formando un solo sistema de producción
y operaciones de LINDLEY a nivel nacional. No obstante, entre la actualidad y hasta el
inicio de operaciones del nuevo sistema de producción y operaciones a nivel nacional,
conformado por las nuevas plantas y nuevos procesos productivos automatizados, LINDLEY
tiene la necesidad transitoria de contratar a personal adicional para cubrir la demanda del
mercado en dicho lapso, ya que la producción actualmente se realiza con maquinarias y
sistemas de producción que son primordialmente manuales, pero que dejarán de operar a
partir del funcionamiento de las nuevas plantas industriales antes mencionadas.
Tras el cese del personal contratado bajo esta modalidad contractual, se presentaron una serie
de demandas que han culminado en la aceptación del modelo empleado por la referida
empresa, el mismo que ha sido analizado en las distintas instancias, hasta llegar al Tribunal
Constitucional. Resulta relevante para esta investigación, determinar la forma en la que
nuestros jueces evalúan la utilización de los contratos suscritos al amparo del artículo 82,
más aun cuando existe el debate en torno a su interpretación, tal como lo estudiamos en el
acápite anterior.
Es así que tomando como referencia la causa objetiva empleada en los contratos de transición
tecnológica utilizados por Lindley, tenemos que dentro de los considerandos 17 y 18 de la
sentencia No. 144-2016-17°JETP-CSJL-YJM, el 17vo Juzgado Especializado de Trabajo
Permanente ha indicado:
“17. Con ello se advierte, que la contratación del actor bajo un contrato de trabajo
sujeto a modalidad completado en el artículo 82 del Decreto Legislativo N° 003-
97-TR, tenía como causa justificante realizar labores manuales de operario de
producción, de forma eventual, temporal y transitoria, toda vez que ello, dependía
hasta que se implemente progresivamente a nivel nacional las plantas modernas y
con tecnología de punta como refiere la demandada, tales como: La planta Trujillo,
Sullana e Iquitos, así como el Proyecto Pucusana-Lima y Proyecto Nueva
Arequipa; asimismo, se adicionó que la planta de Callao se viene repotenciando;
resultando por ello razonable y justificante la contratación temporal del actor, pues
ello finalizaría con la implementación de un sistema de producción automatizado
de mayor capacidad y mediante la incorporación de maquinarias sistematizadas.
La Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima en la Resolución No. 548-5,
del Expediente No. 34861-2013-0, emitida el 25 de agosto de 2016, dentro de su
considerando noveno señala:
En esta sentencia, lo que puede apreciarse es el criterio que asume la sala donde señala
expresamente que Lindley pudo contratar bajo esta modalidad, mientras duraba el proceso
de transición tecnológica, no estando obligado a renovar de manera sucesiva el contrato al
demandante. Sobre la causa objetiva de contratación hace hincapié en que esta respondió a
una necesidad transitoria.
“9. Del mencionado contrato sujeto a modalidad suscrito entre ambas partes se
desprende la existencia de una causa objetiva de contratación, así como la
naturaleza temporal del servicio requerido por la empresa demandada. Por
tanto, se advierte que el vínculo laboral del recurrente de naturaleza
determinada, concluyó al vencimiento del plazo establecido en su contrato modal.
Asimismo, no se evidencia que se haya desnaturalizado el mencionado contrato
modal." (las negritas son nuestras)
2
Sentencia recaída en el expediente No. 02651-2014-PA/TC, en los seguidos por Carlos Mendoza Abaro
contra Corporación Lindley S.A.
postura de Sanguinetti, considera que el legislador procuró proporcionar una herramienta a
los empleadores para cubrir sus necesidades de carácter temporal.
4. Conclusiones
Después de haber desarrollado los alcances del derecho a la estabilidad laboral en nuestro
ordenamiento, así como un repaso a los contratos sujetos a modalidad recogidos en la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral, detuvimos nuestra atención en el análisis del
llamado contrato “innominado”, respecto a lo que hemos concluido:
ALARCON, Manuel, 1986, “La ajenidad en el mercado: un criterio definitorio del contrato
de trabajo”, en Civitas Revista Española de Derecho del Trabajo, Nº 28.
AVALOS, Oxal, 2008, Contratos de trabajo temporal: un estudio práctico sobre los
contratos sujetos a modalidad, Lima: Grijley.
DEVEALI, Mario, 1983, El Derecho del Trabajo en su aplicación y sus tendencias, Astrea:
Buenos Aires.
DE LOS HEROS, Alfonso, 2004, Los contratos de trabajo de duración determinada: ¿regla
o excepción?, en “Los Principios del Derecho del Trabajo en el Derecho Peruano: libro
homenaje al profesor Américo Plá Rodríguez”, Sociedad Peruana del Derecho del Trabajo
y de la Seguridad Social: Lima.
PASCO, Mario, 2001, Bance de la Reforma Laboral Peruana, Lima: Sociedad Peruana de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
PLÁ, Américo, 1978, Los Principios del Derecho del Trabajo, De Palma: Buenos Aires.
TOYAMA, Jorge, 2012, “Validez y eficacia del contrato de trabajo”, en Revista Derecho
PUCP”, No. 68.