Mesmer Gambetta

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Franz Anton Mesmer

El magnetismo animal.

Franz Anton Mesmer es una figura sumamente peculiar en la Historia de la


Medicina. Sus nociones de “magnetismo animal”, “flujo de energías” y la
concepción de que en definitiva cualquier ser humano puede curar a su
prójimo, le valieron tanto aplausos como críticas. La filosofía del mesmerismo
es heredera de una larga tradición occidental, el platonismo y el aristotelismo
así como concepciones alquimistas medievales hacen de la filosofía del doctor
alemán un conjunto ecléctico pero sumamente interesante.
ÍNDICE

I El joven médico alemán.

II El cosmos y nosotros.

III El magnetismo animal.

IV El caso Osterwald.

V La estadía en París y su famosa “cubeta”.

VI La teoría del fluido universal.

VII El Rey se interesa por el tratamiento.

VIII Problemas en París.

IX Una valoración sobre Mesmer y su obra.

X Bibliografía.
I. El joven médico alemán

Mesmer nace en Iznag, en lo que actualmente es Suabia (territorio alemán) en


1734. Estudia medicina en la Universidad de Viena y se recibe de médico en
1766. Dejando de lado datos biográficos irrelevantes para este artículo, es
destacable el profundo interés de Mesmer por la influencia del cosmos en la
salud de los hombres. Así quedan reflejados dichos pensamientos en su tesis en
latín “De planetarum influxu in corpus humanum”, el cual estudiaba la
influencia de la Luna y los planetas sobre el cuerpo humano y las
enfermedades, generando una especie de astrología médica. Esto evidencia de
antemano que Mesmer no pensaba como un médico de su época, su
pensamiento intentaba traspasar los límites de su tiempo y efectivamente así lo
hizo.

II. El cosmos y nosotros

El pensamiento de Mesmer estaba basando en la certeza de que existía una


íntima conexión entre el hombre y el cosmos. Entre el adentro y el afuera.
Según el médico germano, existía un fluido que conectaba y atravesaba a todos
los objetos del Universo, incluyendo al hombre. Este fluido generaba una red de
conexión, haciendo del Cosmos un todo. Estas redes de flujos permitían el
traspaso de energías y que en el hombre actuaban sobre los nervios. Lo dicho
por Mesmer supone una interacción entre los cuerpos inanimados con aquellos
animados, unidos por un flujo en común. Las enfermedades según este
planteo, son causadas por una mala repartición de este fluido en el cuerpo.
Para Mesmer la forma de ordenar ese fluido es a través de un imán.
III. El magnetismo animal

En 1776 Mesmer experimenta con una paciente. Le hizo beber una preparación
que contenía hierro y le sujetó imanes en varias partes de su cuerpo. La mujer
afirmó haber experimentado la sensación provocada por el pasaje de una
sustancia, una especie de fluido misterioso y que por varias horas se sintió
aliviada. Según nuestro amigo Mesmer, los efectos no fueron provocados por el
imán, sino que fueron causa de su “magnetismo animal” que fue transmitido al
cuerpo de la paciente. Con este hecho el alemán deja los imanes de lado y
comienza a usar a su cuerpo como emisor de magnetismo, dejando el
“magnetismo mineral” y pasando al “magnetismo animal”

IV. El caso Osterwald

El caso Osterwald fue el más resonante en la carrera de Mesmer. Según


parece un tal Osterwald, miembro de la Academia de Baviera, habría sanado
casi milagrosamente de una parálisis y de una ceguera total. Pero el hospital
general de Viena rehúsa autentificar esta curación. Es la primera confrontación
entre Mesmer y la medicina oficial, la que negará siempre toda legitimidad a
sus prácticas. Mesmer parece, sin embargo, obtener resultados. El gran duque
de Baviera, Maximiliano José, le invita dos veces a Múnich para que exponga su
método. Y se vuelve realmente famoso con la curación del barón Horka, que
sufría de espasmos en la faringe y a quien ningún médico había podido sanar
hasta entonces. Pero en 1775, la Academia de Berlín publica una carta en la
que trata al magnetismo de mistificación. De todos modos, Mesmer continúa
con sus tratamientos. Sin embargo, después de muchos fracasos y de la
continua oposición de los médicos, abandona Viena en 1778 y se instala en
Pans. Al año siguiente, la publicación de su Memoria sobre el descubrimiento
del magnetismo animal despierta una enorme curiosidad y le asegura el éxito.
V. La estadía en París y su famosa “cubeta”

Como ya mencioné en el artículo anterior, Mesmer huye de Viena y se establece


en París. Su presencia en la capital francesa fue un furor, los parisinos se
agolpaban en su consultorio para poder experimentar este mágico tratamiento
que según las palabras de Mesmer, curaba todo tipo de enfermedades sin
necesidad de pastillas o cirugías.

La clínica del Dr. Mesmer deslumbraba: salas de espera enormes, espejos


suntuosos, fragancias de incienso en el aire. En el medio de la sala estaba la
“cubeta”: una bañera ovalada de unos 30 centímetros de profundidad y un
metro y medio de largo. En la baqueta había botellas de agua magnetizada
herméticamente cerradas, con sus cuellos apuntando hacia fuera. Las botellas
estaban sumergidas en agua y con limaduras de hierro sobre ellas. La baqueta
estaba cubierta por una planchuela de hierro con agujeros. A través de los
agujeros pasaban unas barras largas de hierro. Por lo tanto la “cubeta de
Mesmer” era una enorme masa de metal imantado, el medio idóneo para hacer
efectivo el magnetismo animal.

El tratamiento en la clínica de Mesmer no se hacía en forma individual sino en


colectivo. Los pacientes se sentaban alrededor de la cubeta, presionando sus
rodillas unos contra otros y tomándose de las manos. Este fuerte contacto físico
permitiría el pasaje del famoso fluido permitiendo el magnetismo animal entre
los pacientes. Luego se les recomendaba a los pacientes que tocasen la parte
enferma de su cuerpo con la cubeta.

Siguiendo con la terapia, jóvenes ayudantes de Mesmer entraban a la sala.


Comenzaban a masajear a los pacientes, mirándolos directamente a los ojos.
Silenciosamente, de las puntas de sus dedos fluía el poder magnético, hasta
que un pianoforte comenzaba a sonar, acompañado por la voz de una soprano
que entonaba una melodía sin palabras.
Sesión de mesmerismo

El silencio de la sala se rompía pronto, entre risas y carcajadas y gritos de


excitación se continuaba el tratamiento. Las mejillas de las mujeres
comenzaban a enrojecerse, unos gritaban, otros lloraban y algunos hasta se
arrancaban los pelos. En medio de este bullicio los ayudantes del doctor salían
de la sala y el doctor Mesmer entraba envuelto en una bata con una varita en la
mano. La curación se realizaba a través de la imposición de manos realizada
por el mismo doctor o tocándolos con dicha varita. Luego él se encargaba de
calmar a los pacientes, con un simple chasquido de dedos los hacía volver a la
normalidad. Luego de esto la desorientación reinaba, las personas allí presentes
no sabían qué había pasado, pero estaban seguros de haber vivido una
experiencia fuera de lo común.
VI. La teoría del fluido universal

La esencia de las prácticas de Mesmer no tenía ningún basamento científico. El


doctor creía firmemente en sus nociones pero nunca las puso a prueba,
simplemente las aceptaba como verdades. Afirmaba la existencia de un fluido
universal que conectaba todo lo existente en el Universo, un lenguaje común
del cosmos que afectaba a todo por igual. Esta teoría es heredera de una vieja
tradición occidental que se remonta hasta Platón con sus ideas del alma y el
mundo, y Aristóteles con su noción del quinto elemento, o elemento primigenio
es decir, el éter. Estos conceptos retomados por el hermetismo dan lugar a la
noción alquimista de “fluido”. Para los alquimistas, la sustancia primera es un
caos, presente en absolutamente todo. La energía universal al unirse a esta
sustancia forma el mundo y a todos los seres que habitan en él,
transformándose en el principio vital básico. Paracelso afirma que la luz tiene
actividad y su acción se ejerce sobre el caos primitivo y ve en el aura,
desdoblamiento psíquico del cuerpo humano, una manifestación del principio
universal vital. Se puede ver que existía un terreno fértil en el pensamiento
occidental para la creación de la noción de un fluido universal. Y Mesmer va
más allá, afirma que puede controlarlo y usarlo en beneficio del hombre.
VII. El Rey se interesa por el tratamiento

Entre los años 1783 y 1784, el mesmerismo se transforma en la curación “de


moda” y es entonces que la Facultad de Medicina obtiene que se dicte una
prohibición de las sesiones, lo que despierta la cólera de- los pacientes y de la
opinión pública. Debido a este asunto, Luis XVI decide crear dos comisiones
para que se encarguen de estudiar el fenómeno. La Comisión estaba compuesta
por ilustres intelectuales de la época. Incluía a Majault, Benjamin Franklin, Jean
Sylvain Bailly,J. B. Le Roy, Sallin, Jean Darcet, de Borey, Joseph-Ignace
Guillotin, Antoine Lavoisier, Poissonnier, Caille, Mauduyt de la Varenne, Andry,
y de Jussieu. Su conclusión es que el fluido universal no existe e insisten sobre
el papel que juega la imaginación en la práctica del magnetismo. Un último
informe señala que el mesmerismo puede ser peligroso para las costumbres por
sus connotaciones sexuales (debido al contacto que se requiere para la
imposición de las manos).

De todas maneras a pesar del veredicto desfavorable Mesmer se enriqueció


muchísimo con su tratamiento al mismo tiempo que era cada vez más odiado
por amplios sectores de la sociedad parisina.

VIII. Problemas en París

Sin embargo, los trances en los que caían los pacientes durante las sesiones de
mesmerismo eran muy reales y no fabulaciones. La comisión atribuyó estos
hechos al poder de la imaginación de los pacientes y al fenómeno de imitación
propio de crisis colectivas. Todo era disparado por las expectativas del paciente,
bajo las manipulaciones de los magnetizadores. Buscando las causas
imaginarias del magnetismo animal, la comisión dio cuenta de “la magnitud del
poder que puede lograr un hombre sobre otro, sin la ayuda aparente de ningún
agente físico intermediario” y que “las acciones y signos más simples a veces
producían efectos muy poderosos, que las acciones del hombre sobre la
imaginación podían convertirse en un arte”.
Mesmer fue denunciado por charlatán y tuvo que abandonar Paris en 1785; sin
embargo el mesmerismo dejó su legado, que llega a nuestros días. Más allá de
la ridícula representación teatral que montaban los magnetizadores, más allá
del sinsentido de la baqueta y de la varita mágica, había algo cierto: la
posibilidad de inducir al paciente en un estado de trance, en un estado de
sueño que por supuesto nada tenía de magnético. No eran necesarias barras de
hierro magnetizadas para inducir el trance, eran suficientes los gestos y las
palabras del magnetizador.

Involuntariamente Mesmer ayudó al surgimiento de las técnicas modernas de


hipnosis. Pero aquí no terminan las influencias del mesmerismo en nuestros
días. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, tomó la idea de transferencia
del mesmerismo; mientras que para Mesmer lo que se transmitía de una
persona a otra era un fluido magnético, para Freud eran las fuentes creativas
del inconsciente.

Mesmer se retira de la vida pública y sus actividades posteriores se desconocen,


lo único que sabes que es que muere en 1815 en la ciudad alemana de
Meersburg.
IX. Una valoración sobre Mesmer y su obra

Quizás hoy en día las prácticas de Mesmer nos parecerían un absurdo. El


avance de la ciencia en general fue desmontando rápidamente estas nociones
al carecer de un fundamento empírico y comprobable para sustentar estos
tratamientos. Pero aún en nuestros tiempos las prácticas espiritistas tienen
lugar, pienso en hechizos, brujerías, magia negra, tarot, invocaciones de
espíritus, etc. Todas prácticas que de un modo u otro apelan a cuestiones
ocultas o aparentemente ocultas ante los ojos del hombre. Mesmer aprovechó
la aparente eficacia de sus tratamientos para hacerme famoso y ganar unos
cuantos billetes, pero la interrogante salta inmediatamente: ¿Mesmer fue un
charlatán o un profesional con buenas intenciones? ¿El objetivo del médico
alemán era simplemente enriquecerse o poder suministrarles a sus pacientes
un tratamiento eficaz y a su vez libre de todo medicamento innecesario? Las
respuestas a estas interrogantes las extraerá el lector luego de asimilar las
palabras que redacté a los largo de estos 3 artículos dedicados a la obra del
médico bávaro. Lo que sí sabemos es que las prácticas mesmerianas tuvieron
un fuerte impacto sobre la medicina del siglo XIX. El hipnotismo se podría decir,
es hijo del mesmerismo, y por ende tuvo influencia en el psicoanálisis
freudiano. Las medicinas alternativas como el Reiki, la reflexiología y la
acupuntura (entre otras) tienen íntima relación con el mesmerismo entablando
un estrecho vínculo entre filosofía oriental y las prácticas del médico bávaro.
Tanto unas como otras, parte de la misma concepción; el ser humano posee en
sí mismo las herramientas necesarias para curarse, y de esto se deriva la
ausencia de fármacos o sustancias de cualquier tipo en estas filosofías.

El control de las energías, chacras o flujos es la clave.


X. Bibliografía.

Todo el texto de este documento está reproducido del siguiente sitio Internet:

https://elglobodegambetta.wordpress.com/tag/mesmer/

- Biografía de Franz Anton Mesmer. STEFAN ZWEIG.

- Los fundamentos del magnetismo animal. Editorial Índigo.

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