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Misiones

El documento describe las estrategias de un agente de la Misio Dei, incluyendo tener una visión y misión sin fronteras, un liderazgo enfocado en la misión de Dios, y la importancia de la capacitación y desarrollo para la misión.
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El documento describe las estrategias de un agente de la Misio Dei, incluyendo tener una visión y misión sin fronteras, un liderazgo enfocado en la misión de Dios, y la importancia de la capacitación y desarrollo para la misión.
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Las estrategias de un agente de la Misio Dei

Romanos 15: 15-21

INTRODUCCIÓN: La eficacia de nuestro ministerio está en función de realizar la misión


de Dios. En este sentido, todo esfuerzo de los ministerios de la iglesia deben estar en
función de hacer discípulos en todas partes del mundo, bajo cualquier circunstancia y en
toda época.
La iglesia está para continuar el ministerio de Jesús, es decir, la misión de la iglesia
es una extensión del ministerio de Jesús.
Esto requiere una reingeniería en la forma en que hemos organizado la iglesia,
pero también en la forma en que funciona la iglesia. Precisamente por eso, es importante
considerar las estrategias de una agente de la Misio Dei.

1. Una visión y misión sin fronteras


En el texto seleccionado, Pablo presenta un resumen de la estrategia que utiliza
como misionero. Aunque no pretendo hacer una exégesis de todo el texto, sí tomaré
algunas ideas básicas.
Pablo había encarnado la visión de Jesucristo de hacer discípulos en todo el
mundo. Por eso, quería plantar iglesia en todo el mundo, por eso tenía una misión global.
En este pasaje, hay algunas expresiones que permiten percibir la visión del apóstol y que a
la vez representan un desafío para nosotros hoy. Por ejemplo:

“Desde Jerusalén hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio…” Aquí Pablo nos habla
de una extensión geográfica de cómo había avanzado el evangelio, de lo cual Pablo había
sido parte, especialmente a través de los viajes misioneros que emprendió enviado por el
Espíritu Santo a través de la iglesia local de Antioquía: “…Dijo el Espíritu Santo:
apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hechos 13 2, 3).
A la vez, manifiesta la visión amplia que Pablo tenía. No se reducía a un espacio
físico, sabía que todas las familias de la tierra tenían parte de la salvación de Dios a través
de Jesucristo.
“Ya no hay lugares…” Esta declaración da la idea que ya todos eran cristianos, sin
embargo, la idea que el apóstol transmite es que considera que ya no hay lugares donde el
evangelio no había sido predicado y donde él pudiera predicar. Ya había cristianos que
podían hacer esa tarea, mientras él alcanzaba a otras personas de otras latitudes.
Cuando vaya a España, iré a vosotros. Por muchos años, Pablo había tenido la
intención de visitar a los hermanos de Roma, sin embargo no había podido, pero ahora
que ya no tenía lugares donde predicar, se extendía a España, considerado como el último
lugar de la tierra de aquél entonces.
Dios tiene un tiempo para cada lugar, y el tiempo es hoy. Nos toca a nosotros
llevar el evangelio a muchas comunidades, de la manera en que otros nos trajeron el
evangelio.

2. Un liderazgo en función de la misión de Dios


El liderazgo cristiano existe para cooperar con Dios en su plan redentor, los enfoques
deben ser misionales, no precisamente el activismo. Por lo tanto, los líderes deben tener la
orientación clara y las motivaciones correctas. Esto no es posible sin una estrecha
comunión con Dios, un entendimiento claro de las Sagradas Escrituras, conocimiento de
las personas y comprender qué está haciendo Dios en el mundo.
La actividad de Dios en el mundo puede sintetizarse en dos acciones: a)
Reconciliar al mundo consigo mismo (2 Corintios 5:18-20) para lo cual el liderazgo debe
motivar, capacitar, organizar y movilizar a la iglesia para la evangelización. b). Formar y
perfeccionar a los Santos. Esto implica un discipulado integral para el desarrollo, que
forme el carácter de Cristo en cada discípulo, pero también ayude a desarrollar
competencias ministeriales para que puedan servir en las diferentes áreas de la vida de la
iglesia como en la sociedad. Entre los enfoques misionales de los líderes se mencionan las
siguientes:

• Crear y madurar relaciones interpersonales


La vida cristiana y la misión de Dios es posible realizarla en base a las relaciones: la
relación con Dios, la relación con nuestros hermanos y el resto de la creación. Por eso,
el líder deberá promover ambientes para crear relaciones y perfeccionarlas.
El estudio dirigido por Schwarz sobre el desarrollo de las iglesias, indica que un
factor determinante son las relaciones afectivas y concluye que cuando hay “deficiencia
de amor, el futuro desarrollo de la iglesia se ve seriamente relentizado.” Además, afirma
que la interdependencia es un factor que puede incidir significativamente en otras áreas
de la vida y funcionalidad de la iglesia. Dicha interdependencia exige la existencia de
relaciones saludables que intencionalmente se han propiciado y constantemente se
mantienen.
Para lograr relaciones saludables se requiere de amor, a la vez, las relaciones son
el espacio donde se manifiesta el amor. Además, las relaciones permiten el crecimiento
mutuo.

• Organizar y movilizar capacidades


La misión que Jesús encomendó a sus discípulos, implicaba reproducir el proceso
que habían experimentado con Jesús. Para tal tarea envió Espíritu para empoderar a
los discípulos y la mejor expresión de esa capacitación sobrenatural son los dones
espirituales, que en algunos casos van relacionados a los dones naturales.
Las Escrituras establecen que los líderes espirituales tienen la tarea de
perfeccionar a los santos y prepararlos para la obra del ministerio (Efesios 4:11, 12),
porque la iglesia es un organismo vivo, dinámico y vive para cumplir la voluntad de
Dios en este mundo, mediante el ejercicio de los dones espirituales (1 Co. 12- 14;
Rom. 12:3-8; 1 Pedro 4:10).
El líder deberá promover un ambiente para descubrir dones y abrir espacios
de servicios para que esos dones sean desarrollados y aprovechados en beneficio del
cuerpo de Cristo.
En este paradigma, el pastor tiene la tarea de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio. Esto comienza ayudando a los demás a descubrir sus dones.
Luego se remite a un proceso de formación que implique desarrollo en el carácter
cristiano como en el ministerio. En seguida se abren espacios y se ubican a cada uno
de acuerdo a sus dones y habilidades. Pero también se requiere de mentoreo o
acompañamiento de tal manera que sea posible corregir lo deficiente y potencializar
el ministerio. De esta manera, el pastor ministra en una curva exponencial.
Este paradigma es coherente con la doctrina del sacerdocio de todos los
creyentes, la cual implica que todos los creyentes que forman parte del cuerpo de
Cristo tienen capacidades y habilidades que responde al propósito de Dios para cada
uno. Por eso, el sacerdocio de todos los creyentes está relacionado a los dones que
Dios ha otorgado. Los dones o carismas son capacidades dadas por el Espíritu Santo
para el equipamiento de los santos para realizar el ministerio y edificar el cuerpo de
Cristo.

3. Capacitación y desarrollo para la misión

La falta de interés en la teología, tan común en la mayoría de los pentecostales


latinoamericanos, es solo un síntoma de la despreocupación por la fidelidad al
evangelio y su pertinencia a la situación de nuestra misión. Sin embargo esto debe
cambiar, porque la teología está al servicio de la iglesia y es muy importante para la
salud de la iglesia. Anotamos a continuación algunos beneficios:
Primero, la teología sirve para evaluar a la luz de las Escrituras lo que la
iglesia hace. Muchas veces la cultura del suceso, la sociedad del consumo, la ética
circunstancial y otros valores mundanos inciden en la cultura y misión de la iglesia.
Segundo, la fe debe articularse de tal modo que responda a los nuevos
desafíos e interrogantes que surgen de la situación del mundo contemporáneo. Las
respuestas del pasado tienen su valor. Cada generación de cristianos tiene la ardua
tarea de proclamar el evangelio en su contexto socioeconómico, político y cultural; y
ahí ofrece sus servicios la teología orientándonos a proclamar el evangelio en
categorías contemporáneas.
Tercero, en consecuencia de lo anterior, la teología hace más efectiva la
misión de la iglesia. Por tanto, si toda la iglesia es misionera, entonces la reflexión
teológica es una tarea que compete a todo el pueblo de Dios. La teología como la
misión, no es propiedad de una élite; es una responsabilidad y un privilegio de todo
seguidor de Jesucristo. Entonces, la Educación Teológica no debe estar enclaustrada
en el seminario, debe ser para toda la iglesia.
Cuarto, la educación teológica debe ser un proceso de formación del carácter.
Tradicionalmente la educación teológica se ha enfocado en el conocimiento (saber) y
el ministerio (hacer), subestimando la formación del carácter. La experiencia advierte
que la formación teológica sin un carácter cristiano adecuado es un peligro porque
produce orgullo. La práctica del ministerio sin carácter cristiano produce un
liderazgo infatuado, manipulación de personas, culto al éxito y a la personalidad y
muchas veces insensibilidad espiritual. Así, la formación en valores son importantes,
las buenas costumbres y disciplinas.
La pedagogía de Jesús se enfocaba en la formación integral de sus discípulos,
por consiguiente la educación teológica debe darse en el marco de la formación
integral, es decir, nos debe interesar el desarrollo del carácter (vida devocional), la
excelencia académica (vida intelectual) y contextualización del evangelio (vida
ministerial). Pero también debe atender otras áreas importantes de la persona, tales
como: sensibilidad, relaciones, apreciación estética y espiritualidad.
La experiencia advierte que, la formación teológica sin un carácter cristiano
adecuado es un peligro, porque produce orgullo, autosuficiencia y muchas veces
cinismo. La práctica del ministerio sin carácter cristiano produce un liderazgo
infatuado, manipulación de personas, culto al éxito y a la personalidad y muchas
veces insensibilidad espiritual.
Sexto, también debe ser educación para el ejercicio del ministerio. La doctrina
del sacerdocio de todos los creyentes implica capacitar a cada uno para que
desarrolle las competencias necesarias para efectivizar la misión de Dios. Si la
educación teológica es un proceso por el que se desarrollan capacidades entre los
llamados de Dios, entonces, nuestros esfuerzos deben ir orientados a brindar
herramientas para que el ministerio sea desarrollado efectivo.
Finalmente, debe ser educación para la misión. La misión de la iglesia es lo
que da origen a la teología, por consiguiente la educación teológica debe ser
orientada a la misión. Entonces, el papel primario y básico de la educación teológica
es prepara a los miembros de la iglesia para que cumplan la misión que Jesucristo ha
encomendado.
4. Formando una cultura misionera
Esta cultura se forma mediante la enseñanza y el compromiso. Es decir, hay que enseñarle
a los demás pero también hay que inducirlos al compromiso de participar en las misiones
locales y transculturales, ya sea en la oración e intercesión misionera, la plantación de
iglesias, la adopción de misioneros transculturales, el envío de familias misioneras a otros
países, etc.

El culto misionero mensual

El culto sirve para movilizar a la iglesia al cumplimiento de la misión de Dios. Esto


implica:

Reflexionar sobre el quehacer misionero: En primera instancia, el culto misionero


debe promover la reflexión misionológica de la iglesia. Tal reflexión, permitirá que
la iglesia local entienda el corazón de Dios y discierna sus planes y
consecuentemente, sepa cómo participar en la misión de Dios.

Concienciar a la iglesia sobre la responsabilidad misionera: En el culto misionero se


reflexiona y se crea conciencia en todos los miembros de la iglesia sobre la
importancia de participar en los proyectos misioneros. Para traer conciencia, hay que
apelar a la razón y a las emociones. El convencimiento racional debe ser producto
de la exposición de la Palabra de Dios, mientras que la necesidad de los pueblos
debe afectar las emociones y llevar al compromiso.

Informar sobre el avance de los proyectos misioneros: El culto misionero también


debe ser aprovechado para informar sobre los avances misioneros a nivel local (si se
tienen), territorial, nacional y mundial. La iglesia tiene el derecho de estar informada,
por lo que debe hacerse responsablemente. La indiferencia hacia las misiones que
muchos manifiestan, en parte se debe a la falta de información. Hay que informar
para que todos se sientan parte de los proyectos y sepan que sus oraciones tienen
significado y las ofrendas están siendo encausadas adecuadamente.
Involucrar a la iglesia en los proyectos misioneros. Finalmente, el culto misionero
mensual tiene como objetivo involucrar a cada iglesia local en los proyectos
misioneros. Mediante la oración intercesora, la ofrenda de fe, la comunicación con
los misioneros a través de correos, videos, redes sociales; programando viajes
misioneros cortos, proveyendo para la capacitación de misioneros, entre otras
actividades.

La conferencia misionera anual


La conferencia misionera es determinante para el involucramiento de las iglesias locales
en la evangelización mundial. No importa el tamaño de la Iglesia, lo importante es lo
grande de su visión y compromiso con la misión de Dios.
Es importante que cada año se defina un tema específico, se seleccione sabiamente a los
invitados a compartir porque de ellos dependerá en gran mediad el impacto, planifique
adecuadamente el programa, organice un excelente equipo que involucre a los líderes
principales de la iglesia.

5. Integración y movilización de ministerios para la plantación de iglesias

La misión de Dios es lo que determina la acción de la iglesia. En ese sentido, todos los
ministerios deben estar involucrados en los diferentes proyectos misioneros. Comenzando
desde la estructura organizacional de la iglesia, supervisores, pastores locales, consejeros,
todos los líderes y membresía.
Esto permitirá trabajar en sintonía con la agenda de Dios y dará crecimiento a la iglesia,
tanto local como general.

6. Financiando la misión

La misión debe ser financiada por cada iglesia local. Para eso hay que establecer un
sistema claro, transparente y comprometido de recaudar y administrar las finanzas.
A través de cada culto misionero mensual, debe recaudarse la ofenda, la cual puede ser
promovida por lo que se conoce como la ofrenda de fe.
También será importante establecer un presupuesto, tanto de cuánto se proponen
recaudar como también en qué se pretende invertir. La mejor manera de motiva la
generosidad es mostrándole a las personas proyectos que valen la pena y demostrándoles
transparencia.

Conclusión: la iglesia fue llamada y convocada por Jesucristo para que continúe con su
misión de hacer discípulos en este mundo. Esta tarea es lo que justifica la existencia de la
iglesia.
Además nos dejó su Espíritu Santo para capacitarnos en el cumplimiento de esta gran
tarea. Seguro que cuando nos comprometemos con la misión de Dios, Dios se
compromete con respaldarnos.

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