Salmo 34

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Bendecid Al Señor - En Todo Tiempo Salmo 34

Versículo 1

El Salmo 34 nos relata la experiencia de un hombre piadoso que aprendió a bendecir al Señor en todo
tiempo. Es fácil bendecir al Señor cuando las circunstancias son favorables, pero sólo la fe que probó su
bondad y su fidelidad en los momentos difíciles puede bendecir al Señor en todo tiempo. Si nos
elevamos por encima de las circunstancias, podremos alabar al Señor siempre.

Versículo 2

Este espíritu que alaba al Señor en todo tiempo, sólo lo hallaremos en alguien que tiene una confianza
inamovible en Él. Con este espíritu, el salmista podía decir: “En Jehová se gloriará mi alma”. Las riquezas,
la posición social y la capacidad intelectual, son cosas que pueden fallarnos; no así el Señor, en quien
podemos confiar en todo tiempo. Además, cuando nos gloriamos en el Señor, nos colocamos en un
terreno espiritual donde todos los santos pueden estar juntos. Leemos que “lo oirán los mansos, y se
alegrarán”. Un hombre sencillo y sin educación, como Pedro, y un hombre refinado y culto como Pablo,
comparten la más alta posición — la posición en Cristo —, y desde allí ambos pueden decir: “En Jehová
se gloriará mi alma”. El gloriarse en la pobreza o la ignorancia es mera hipocresía; el gloriarse en las
riquezas o el conocimiento es mera vanidad. No era Pedro quien decía que él era «sencillo e ignorante»;
tampoco era Pablo quien afirmaba que él «tenía mucho conocimiento». Eran otras personas las que
decían estas cosas acerca de estos creyentes. Pero, olvidando lo que quedaba atrás, ellos podían decir:
“El que se gloría, gloríese en el Señor”, manifestando claramente que estaban juntos en un terreno
común, en el cual eran utilizados por el Señor para el importante servicio apostólico.

Versículo 3

Este espíritu humilde, que sólo se gloría en el Señor, conduce a los creyentes a estar unidos. Por eso, el
salmista exclama: “Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre”. El creyente que se
gloría en sus riquezas, o en su intelecto, o en su ascendencia, sólo busca magnificarse a sí mismo y,
además de esto, puede provocar divisiones entre los creyentes. ¡Cuántas veces se producen divisiones
en el pueblo de Dios a causa de la vanagloria y el egocentrismo! ¡Hasta los discípulos del Señor
disputaban entre sí en el camino para saber quién sería el mayor! (Marcos 9:34).

En cambio, aprendemos que el espíritu humilde, que bendice en todo tiempo, que se gloría sólo en el
Señor, que exalta su Nombre, conduce a los santos hacia el centro bendito de reunión y el lazo perfecto
de comunión: la persona del Señor.

Versículos 4-7
El salmista presenta el tema principal del Salmo en los tres primeros versículos, y luego pasa a describir
la experiencia por medio de la cual aprendió a bendecir al Señor en todo tiempo y a exaltar su Nombre.
Este hombre temeroso de Dios se encontró en circunstancias que lo llenaban de temor (v. 4); su camino
estaba en medio de las tinieblas (5); sus momentos de angustia se multiplicaban (6). Las dificultades y
las injusticias presionaban a este hombre. Además, tenía que soportar la oposición de aquellos que
tenían sus corazones llenos de enemistad (v.21), cuyas lenguas hablaban maldad y que buscaban cubrir
su mal con engaño (13).

En medio de estas circunstancias difíciles, el salmista no mostró un espíritu de orgullo y enojo contra sus
oponentes. Tampoco intentó vengarse con sus propias fuerzas, sino que “buscaba a Jehová”. Él dejó
todas estas cosas en las manos del Señor, y puso todas sus pruebas ante Él.

La feliz consecuencia de esta actitud la relata el mismo salmista: “(El Señor) me libró de todos mis
temores”. El Señor le dio luz a su camino y lo preservó “de todas sus angustias”. Además de esto, el
Señor le enseñó que, pese a la fuerte oposición de los hombres, él era protegido por poderes angélicos
invisibles. Este humilde hombre fue librado por el Señor de «todos» sus temores y de «todas» sus
angustias, por eso él podía bendecir al Señor en «todo» tiempo.

Versículos 8-10

El salmista había experimentado la bondad del Señor, por lo cual invita a sus hermanos a “gustar y ver
que es bueno Jehová”, y a comprender que el hombre que confía en el Señor y camina en Su temor,
recibe bendiciones. En el mundo actual hallaremos muchas necesidades, pero el Señor nunca dejará de
suplirlas. El salmista buscó al Señor y fue bendecido por Él. Por lo cual, le dirá a sus hermanos: “Los que
buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.

Versículos 11-14

Estos versículos nos enseñan un camino de paz y quietud en medio de un mundo turbulento y hostil.
Podemos encontrar «vida» en un mundo de muerte, y podemos «ver el bien» atravesando un mundo de
maldad. Pero, debemos caminar en el temor de Dios, guardando nuestras lenguas del mal para no
calumniar o injuriar a otros, y guardando nuestros labios de hablar engaño para justificarnos a nosotros
mismos. Apartémonos del mal y hagamos lo bueno; y en vez de atacar a nuestros oponentes,
busquemos la paz.

Versículos 15-18

Si caminamos según lo enseñado en los versículos precedentes, descubriremos que los ojos del Señor
están siempre sobre nosotros, y que sus oídos están atentos a nuestro clamor. Él está en contra de los
que practican el mal, pero libera al justo de todas sus aflicciones; Él está cerca del quebrantado de
corazón y contrito de espíritu. Si nuestros corazones están quebrantados por todo lo que nos rodea, y
nuestros espíritus están contristados por lo que hallamos en nosotros mismos, comprobaremos la
realidad del versículo 18: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu”.
Versículos 19-20

No obstante, aun cuando hay un camino pleno de «vida» y «bienes» para los santos, no es menos cierto
que en este mundo de maldad el justo padecerá aflicciones. “Muchas son las aflicciones del justo”, pero
en medio de estas aflicciones el creyente disfrutará de los solícitos cuidados del Señor. Él libera. Él
protege a los suyos del mal, y a ninguno de ellos le será quebrado hueso alguno. Él trata con el malvado.
Él redime el alma de sus siervos, y ninguno de los que confían en Él será abandonado. Cuando
apreciamos la maravillosa gracia del Señor que nos socorre en medio de nuestras aflicciones, bien
podemos decir: “Bendeciré al Señor en todo tiempo”.

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