Sentencia - DIP - Art 8 CPC y Reciprocidad

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Exp.

N° 2004-000475
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Ponencia del Magistrado: ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.

Mediante escrito presentado en fecha 20 de mayo de 2004 por ante la Secretaría de la Sala de

Casación Civil, la abogada Coromoto D’urso Morales de Delgado, actuando en su carácter de

apoderada judicial del ciudadano WALTER ANTONIO GUTIÉRREZ MORALES, quien a su

vez actúa como representante de la Sociedad Anónima Ojeda, Gutiérrez Espinoza y Asociados,

Consultores Jurídicos tal y como consta al folio dos (2) de la pieza 1 del expediente, solicitó el

exequátur de la sentencia dictada en fecha 11 de diciembre de 2002, por el Juzgado Tercero Civil

del Distrito de la ciudad de Managua, República de Nicaragua que declaró a favor de ciudadanos

nicaragüenses, obreros agrícolas que trabajaron en la ciudad de Chinandega, Nicaragua, y que se

vieron seriamente perjudicados por la exposición al pesticida denominado Nemagon o Fumazone.

El 4 de diciembre de 2005, se dio cuenta en Sala, siendo reasignado el expediente al Magistrado que

con tal carácter suscribe el presente fallo, en fecha 17 de octubre de 2006.

Mediante auto de fecha 25 de abril de 2005, el Juzgado de Sustanciación admitió la solicitud de

exequátur, cuanto ha lugar en derecho, y ordenó emplazar a las sociedades mercantiles Dow

Chemical Company, Shell Chemical Company, y Standard Fruit Company hoy conocida como Dole

Food Company Inc, las dos primeras domiciliadas, según indica la solicitante, en la ciudad de

Caracas, Distrito Capital, para que comparezca dentro de los diez (10) días de despacho siguientes a

aquel en que conste en autos su citación, a dar contestación a la solicitud indicada.

Por auto emanado del Juzgado de Sustanciación de la Sala de Casación Civil de este Máximo

Tribunal, de fecha 5 de mayo de 2005, se señaló el error en la citación, por cuanto se ordenó

emplazar a las sociedades mercantiles “...Shell Chemical Company...” cuando a quien realmente

1
correspondía emplazar era a la sociedad mercantil “Shell Oil Company”, quedando así subsanado el

error en referencia a los fines consiguientes.

Constan del cuaderno separado del expediente signado bajo el Nº 2004-000475, nomenclatura de

esta Sala, copias certificadas referentes a la solicitud de medida de embargo, de conformidad con lo

dispuesto en los artículos 585 y 588 del Código de Procedimiento Civil, por la abogada Coromoto

D’urso Morales, actuando en su carácter de apoderada judicial del ciudadano Walter Antonio

Gutiérrez Morales, sobre la totalidad de los bienes muebles que se encuentran en las oficinas del

piso 8, ubicadas en el edificio Shell Venezuela, y que se decrete medida preventiva de embargo

sobre las cuentas corrientes de las entidades: Banco Mercantil Nº 1031041419, Banco Venezolano

de Crédito Nº 0290000742, Banco de Venezuela Nº 01020131-44-0000413888, Banco Occidental

de Descuento (B.O.D.), Nº 0116-0118-94-0003246388, Corpbanca 0121-0170-82-0100394774,

Banco Provincial Nº 0108-0020-57-0100002360.

En decisión de fecha 14 de junio de 2005, emanada de esta Sala de Casación Civil, se declaró

improcedente dicha solicitud de medidas cautelares, por cuanto en una solicitud de esta naturaleza

es necesario la concurrencia de los dos supuestos: el fumus boni iure y el periculum in mora, siendo

que en el caso bajo estudio no se cumplió el segundo de los requisitos.

En fecha 17 de junio de 2005, la abogada Coromoto D’Urso Morales consignó por ante la

Secretaría de la Sala de Casación Civil solicitud de reposición de la sentencia dictada en fecha 14 de

junio de 2005 por la Sala, planteando un “…RECURSO DE REPOSICIÓN DE LA

SENTENCIA INTERLOCUTORIA…”, entendiendo esta Sala que lo pretendido por la abogada

recurrente es la nulidad del mencionado auto en razón de la existencia de un hecho notorio

conformado por la inminente venta de las gasolineras y otros activos de la empresa Shell Oil

Company en Venezuela. Por otra parte, con base a una serie de documentos, solicita se acuerden las

medidas cautelares que garanticen las resultas del exequátur que se tramita por ante esta Sala de

Casación Civil.

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Mediante escrito de fecha 7 de marzo de 2006, consignado ante la Secretaría de esta Sala de

Casación Civil, la abogada Coromoto D’urso Morales, identificada supra, solicitó proseguir con la

sustanciación del exequátur en cuanto a las empresas “Shell Chemical Company” y “Dow Chemical

Company”, obviando o excluyendo la citación a la empresa “Dole Food Corporatión INC” todo

esto de conformidad con los principios contenidos en los artículos 10, 14, 15, 26 y 27 del Código

de Procedimiento Civil. (sic) (folios 1283 y 1284 de la segunda pieza del expediente).

- I–

En cuanto a la solicitud de la abogada Coromoto D’Urso Morales de Delgado, referida a la

reposición de la sentencia emanada en fecha 14 de junio de 2005, que declaró improcedente las

medidas solicitadas, la Sala observa que el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil dispone:

“…Después de pronunciada la sentencia definitiva o la interlocutoria sujeta a


apelación, no podrá revocarla ni reformarla el Tribunal que la haya
pronunciado.

Sin embargo, el Tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar los puntos dudosos,
salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencias o de cálculos
numéricos que aparecieren de manifiesto en la misma sentencia, o dictar
ampliaciones, dentro de tres días, después de dictada la sentencia, con tal de que
dichas aclaraciones y ampliaciones las solicite alguna de las partes en el día de la
publicación o en el siguiente.”

En concordancia con la disposición transcrita, el artículo 272 eiusdem establece:

“…Ningún Juez podrá volver a decidir la controversia ya decidida por una sentencia,
a menos que haya recurso contra ella o que la ley expresamente lo permita…”.

Al comentar el artículo 252, la doctrina nacional expresa: “...Es principio general que las

sentencias son irrevocables. El juez agota su jurisdicción sobre la cuestión disputada al dictar la

sentencia definitiva o interlocutoria sujeta a apelación. Si se trata de un auto de mera instrucción,

no hay tal agotamiento de la función jurisdiccional y el juez puede –conforme a la regla del

artículo 310- revisar su propia providencia y revocarla por contrario imperio si fuere conducente.

Pero si la decisión es una sentencia inapelable (como la de las primeras cuestiones previas: Art.

357) el fallo es irrevisable en forma absoluta, tanto por la instancia superior como por el mismo

3
juez que lo dictó; de lo contrario se inutilizaría la intención consuntiva de la ley al crear ‘ad

latere’ de la prohibición legal, una suerte de reclamo o recurso de reconsideración...”. (Ricardo

Henríquez La Roche, Código de Procedimiento Civil, Tomo II, Segunda Edición) (Resaltado de la

Sala.)

Así lo sostuvo esta Sala en sentencia Nº 3, de fecha 30 de mayo de 2002, caso: José Ignacio

González Briceño, Expediente: 01-168, donde señaló:

“...De acuerdo con lo establecido en el artículo 252 del Código de Procedimiento


Civil, el Tribunal que dicta el fallo definitivo no puede revocarlo ni reformarlo,
pues se produce una inmediata pérdida de jurisdicción que impide cualquier
posibilidad de revisar lo decidido, con excepción de las aclaratorias o
ampliaciones sobre los puntos dudosos que pueda presentar la sentencia sobre
el dispositivo del fallo, que en todo caso requieren del impulso de la parte
interesada en ello.

Por tal motivo, vista la absoluta improcedencia del pedimento formulado por el
referido abogado, quien solicitó a la Sala que anule su propia decisión, en una suerte
de querella nullitatis no contemplada en el ordenamiento jurídico vigente, SE
DESESTIMA dicha solicitud y se ordena el archivo del expediente...” (Resaltado
de la Sala)

El mismo criterio sostuvo la Sala Constitucional de este Supremo Tribunal, tal como se desprende

de su sentencia de fecha 9 de marzo de 2001 (Caso Luís Morales Bance y otros, Expediente 00-

2169), que expresa:

“... El artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, de aplicación supletoria al


procedimiento de amparo de conformidad con lo previsto en el artículo 48 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, establece lo
siguiente:

...omissis...

De la transcrita norma procesal se extrae, en primer lugar, la imposibilidad del


tribunal de revocar o reformar su propia decisión –sea definitiva o
interlocutoria sujeta a apelación-, lo cual responde a los principios de seguridad
jurídica y de estabilidad e inmutabilidad de las decisiones.

Sin embargo, valoró el legislador que ciertas correcciones en relación con el fallo
dictado sí le son permitidas al tribunal, por cuanto no vulneran los principios antes
mencionados, sino, por el contrario, permiten una efectiva ejecución de lo decidido.
Estas correcciones al fallo, conforme al único aparte del citado artículo 252 del
Código de Procedimiento Civil, se circunscriben a: i) aclarar puntos dudosos; ii)
salvar omisiones; iii) rectificar errores de copia, de referencias o de cálculos

4
numéricos, que aparecieren de manifiesto en la misma sentencia; iv) dictar
ampliaciones.

Además, la posibilidad de salvar omisiones, rectificar errores manifiestos o dictar


ampliaciones, no corresponde de oficio al tribunal que dictó el fallo sino que debe
operar a solicitud de parte, en el breve lapso previsto en el transcrito artículo 252: el
día en que se publica el fallo o al día siguiente.

De lo anterior se colige que la solicitud de rectificación del fallo, en los términos


previstos en el único aparte del artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, es
un medio otorgado por dicha ley procesal a las partes en juicio cuyo fin no es otro
que lograr que el tribunal aclare los puntos dudosos, salve las omisiones y rectifique
los errores manifiestos de copia, de referencia o de cálculo numérico o dicte
ampliaciones.

Ello así, dicha solicitud no constituye un recurso judicial o un medio de


impugnación del fallo, mediante el cual la parte que esté en desacuerdo con el
criterio expuesto por el tribunal en la sentencia, pretenda de éste que la
modifique en su favor; para ello, la ley procesal consagra el recurso ordinario
de apelación y demás medios de impugnación.

El criterio anteriormente expuesto es compartido por la doctrina nacional, para


quien: “La corrección de la sentencia es la facultad concedida por la ley al juez que
la ha dictado de rectificar o subsanar, a petición de parte, los errores materiales,
dudas u omisiones que aparecieren del fallo, o dictar ampliaciones del mismo”.
Motivo por el cual: “La corrección no se extiende hasta revocar ni reformar la
sentencia, posibilidades éstas que en nuestro sistema están reservadas solamente para
las sentencias interlocutorias no sujetas a apelación, son (rectius: sino) que está
destinada a obviar imperfecciones del fallo en el modo de manifestación de la
voluntad del órgano que lo dicta, sea que las imperfecciones deriven de la omisión
de requisitos de forma de la sentencia, sea de la disconformidad entre la voluntad
interna del órgano y la voluntad declarada; y en este sentido, el concepto genérico
del instituto es laudable, ya porque disminuye embarazos, gastos y controversias a
las partes, ya por la ayuda que presta a la administración de justicia, coadyuvando a
la sinceridad y a la plenitud de sus manifestaciones”. (Rengel Romberg, Arístides)
“Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano”, Tomo II, Editorial Arte, Caracas,
1992, pp. 323 y 324).

Por lo que respecta al caso concreto de la solicitud de ampliación de sentencia, se


puede señalar que la misma se trata -como ya se dijo- de un medio dado a las partes
en juicio para que expresen al tribunal las razones que consideren pertinentes en
relación con algún pedimento o asunto no resuelto por el sentenciador, pero sin que
ello implique alterar la sentencia ya dictada, pretendiendo la revocatoria o
modificación del fallo, por diferir del criterio allí expuesto por el tribunal. Es
decir, subsiste la prohibición contenida en el encabezamiento del artículo 252
del Código de Procedimiento Civil, mediante la cual se imposibilita al tribunal
revocar o/ modificar la sentencia pronunciada...”. (Resaltado de la Sala).

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Esta prohibición legal se extiende incluso para los procedimientos de exequátur, como fue

expresamente señalado en sentencia del 29 de marzo de 2005 (caso Lilibeth Espinoza Barbosa y

Luís Emigdio Guerrero Romero, Expediente Exp. AA20-C-2004-646):

“...El exequátur es el procedimiento por el cual se pretende obtener el


reconocimiento de un acto o sentencia dictada por un tribunal o arbitro extranjero en
el territorio cuya ejecución se pretenda hacer valer.

El proceso de exequátur se ventila en una sola y única instancia, siendo que si el


asunto presentado es de naturaleza contenciosa, es competencia de la Sala de
Casación Civil conocer del mismo, de conformidad con lo establecido en los
artículos 5 numeral 42º de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia y 850
del Código de Procedimiento Civil; pero si se trata de una materia no contenciosa,
corresponde al tribunal superior del lugar donde se pretenda hacer valer la sentencia
extranjera, como lo determina el artículo 856 eiusdem.

Ahora bien, las normas que regulan el procedimiento de exequátur no contempla


disposición alguna que ordene o prevea la consulta para las decisiones dictadas por
lo tribunales superiores, bien porque se conceda o no la fuerza ejecutoria de los actos
o sentencias extranjeras; esta posición legislativa determina lo dicho en relación a la
sola y única instancia para estos asuntos, ello contiene una razón lógica jurídica,
pues de admitirse revisión o consulta de estas decisiones no contenciosas,
sustentaríamos una contradicción con la norma que atribuye la competencia a los
Tribunales Superiores y no a este Tribunal Supremo de Justicia, de lo cual es
evidente que el fallo dictado por dicho tribunal no tiene consulta ante ninguna
instancia, por considerar la Sala que la misma no tiene sustento legal y por
consiguiente, no puede producirse un dictamen del mérito de la materia, más allá de
los términos consignados en esta decisión. Así se declara...”

Como se evidencia de la doctrina y jurisprudencia transcritas, de conformidad con el artículo 252

del Código de Procedimiento Civil, no le es dable a la Sala revocar ni reformar el auto del 14 de

junio de 2005, ni siquiera por el sobrevenido y lamentable fallecimiento de alguno de los

litisconsortes activos. Así se establece.

-II-

En cuanto al hecho notorio, la representación judicial de los solicitantes, expone lo siguiente:

“...VISTA LA DECISIÓN DE FECHA CATORCE (14) DE JUNIO DE 2005,


EMANADA DE ESTA DIGNA SALA, EN VIRTUD DE LA CUAL, DECLARA
IMPROCEDENTE LAS MEDIDAS CAUTELARES SOLICITADAS EN FECHA
VEINTE (20) DE ABRIL DE 2005, (…) ESTA REPRESENTACIÓN PROMUEVE
RECURSO DE REPOSICIÓN DE LA SENTENCIA INTERLOCUTORIA
ANTES SEÑALADA, Y EN SU DEFECTO, SOLICITA SE REPONGA DICHA

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SENTENCIA, ORDENANDO LLEVAR A CABO LAS MEDIDAS
CAUTELARES SOLICITADAS POR LA SUSCRITA, (…).
…omissis…

ES EL CASO, CIUDADANA MAGISTRADA, QUE LAS MEDIDAS


CAUTELARES PEDIDAS, PUEDEN LLEVARSE A CABO DE INMEDIATO,
SIENDO QUE EL ESPÍRITU DE LA MISMA ES EVITAR QUE QUEDEN
DESPROTEGIDAS LAS VÍCTIMAS, COMO CONSECUENCIA DE LA MALA
FE DE LOS DEMANDADOS.
EN TAL VIRTUD, NO SOLO RATIFICO EL HECHO DE QUE: “…los
demandados han estado deshaciéndose de sus bienes, siendo una clara
demostración de ello, las ventas de las gasolineras de Shell ubicadas en el país…”,
COMO SE EXPUSO EN EL ESCRITO DE SOLICITUD, SINO QUE ESTA
SITUACIÓN, AMERITA EL DECRETO “UREGENTE” DE ESTAS MEDIDAS,
PUES SE CUMPLE DRASTICAMENTE CON LOS PRESUPUESTOS EXIGIDOS
EN LA NORMA RECTORA, VALE DECIR:

1) EL RIESGO MANIFIESTO DE QUE QUEDE ILUSORIA LA EJECUCIÓN


DEL FALLO (periculum in mora), Y,

2) EL ANEXO DE UN MEDIO DE PRUEBA QUE CONSTITUYA PRESUNCIÓN


GRAVE DE ESTA CIRCUNSTANCIA Y DEL DERECHO QUE SE RECLAMA,
(Fumus boni iuris), DE CONFORMIDAD CON LO ESTABLECIDO EN EL
CONTENIDO DEL ARTÍCULO 585 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO
CIVIL.

…Omissis…

POR OTRA PARTE, ESTE ALTO TRIBUNAL, EXPONE QUE ESTA


SITUACIÓN, AMERITA, “…la demostración de dicha circunstancia de hecho…”
(…), Y TAMBIÉN INDICA EN LA SENTENCIA DE MARRAS: “…Esta
ausencia de prueba que permita evidenciar los hechos narrados por la abogada
solicitante…, “…impone el rechazo de la petición cautelar…” (…). SIN
EMBARGO, ESTE ARGUMENTO ES INVIABLE DEBIDO A QUE ESTAMOS
EN PRESENCIA DE UN HECHO PÚBLICO Y NOTORIO, DE
CONFORMIDAD A LO PREVISTO EN EL CONTENIDO DEL ARTÍCULO 506
DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, EN SU ÚLTIMO APARTE,
CUANDO CLARA Y EXPRESAMENTE, ESTABLECE: “...Los hechos notorios
no son objeto de prueba...”.

…omissis…

SIN EMBARGO, PROPORCIONAMOS A ESTE DIGNO TRIBUNAL, A TODO


EVENTO, Y PARA MAYOR ABUNDAMIENTO DE LAS RAZONES
ESGRIMIDAS, SENDOS EJEMPLARES, TOMADOS VIA INTERNET DEL
DIARIO EL UNIVERSAL, DONDE AMPLIAMENTE ANUNCIAN LA VENTA
DE LOS ACTIVOS DE LA EMPRESA UNIVERSALMENTE CONOCIDA
COMO SHELL, DISTINGUIDOS CON LAS LETRAS “A” “B” Y “C.
...omissis…

7
POR TODOS LOS ARGUMENTOS ANTES TRANSCRITOS, ES QUE ESTA
REPRESENTACIÓN AFIRMA QUE SI SE CUMPLIÓ CON EL EXTREMO
PREVISTO EN EL ARTÍCULO 585 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO
CIVIL, NO SIENDO NECESARIO PROBAR EL HECHO PÚBLICO Y NOTORIO
DE QUE LAS EMPRESAS EN CUESTIÓN, SI SE ESTÁN DESHACIENDO DE
SUS BIENES, PERO, EN TODO CASO, ANEXAMOS, EN ESTE ACTO,
ELEMENTOS IRREFUTABLES SOBRE DICHOS HECHOS, AMPLIAMENTE
EVIDENTES.

EN CUANTO A LA SEGUNDA PREMISA CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 585


DEL CÓDIGO DE PROCDIMIENTO CIVIL, REFERENTE AL ANEXO DE UN
MEDIO DE PRUEBA QUE CONSTITUYA PRESUNCIÓN GRAVE DE ESTA
CIRCUNSTANCIA Y DEL DERECHO QUE SE RECLAMA (fumus bonis iuris),
ESTA REPRESENTACIÓN ADJUNTÓ EN SU MOMENTO, DIVERSAS ACTAS
DE DEFUNCIÓN DE LOS DEMANDANTES FALLECIDOS, Y CUYAS
IDENTIDADES CONSTAN EXPRESAMENTE EN LAS ACTAS QUE
CONFIGURAN EL PRESENTE EXPEDIENTE, Y QUE PARECIERA QUE
ESTA DIGNA SALA, NO VALORO PLENAMENTE.

…omissis…

HABIENDO ANALIZADO LAS RAZONES TANTO DE HECHO COMO DE


DERECHO, ESTA REPRESENTACIÓN SOLICITA SEA RECONSIDERADA
LA IMPROCEDENCIA DE LA SOLICITUD DE LAS MEDIDAS
CAUTELARES, CORRIGIENDOSE DICHA SENTENCIA, Y SEAN
PRONTAMENTE OTORGADAS, EN BENEFICIO DE LAS VÍCTIMAS
AFECTADAS POR LOS QUÍMICOS CONOCIDOS “NEMAGON” O
“FUMAZONE”…” (Resaltado de la solicitante)

En cuanto al hecho público y notorio, esta Sala en sentencia Nº 231, de fecha 19 de julio de 2000,

caso: Hercilia Linares contra Ramona Linares y Otros, Expediente: 00-215 estableció:

“...Así lo ha señalado la Sala Constitucional de este Alto Tribunal mediante


sentencia de fecha 15 de marzo de 2000, (caso de Oscar Silva Hernández), en la cual
expresó que el concepto del hecho notorio diverge del hecho público, pues “...este
último parte de criterios conceptuales. Unos consideran que atiende a una ficción
legal de conocimiento, desligado de una difusión suficiente. Un ejemplo es el hecho
que goza de los efectos del registro público, o de la publicación en periódicos
oficiales; otra vertiente para conceptualizarlo, lo señala como el que tiene lugar en
sitios públicos, criterio también ajeno a su difusión; y una última es, que el hecho
público es aquel que surge de actos del poder público”. (Subrayado de la Sala). Por
tanto, la situación de emergencia judicial no puede ser considerada un hecho notorio,
pues la misma es un hecho público al ser producto de actos administrativos
publicados en Gaceta Oficial.

Sin embargo, es menester señalar que la medida que tomó el Juzgado Superior
Distribuidor, de reasignar las causas afectadas, no tuvo la misma difusión que las
medidas decretadas por la Comisión de Emergencia Judicial, ni tuvo fundamento
legal, bien mediante resolución dictada por dicha Comisión, o por haberse divulgado

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a través de publicación oficial. Esto, evidentemente, hace de esa decisión un hecho
singular, por lo cual no es posible considerarla como un hecho notorio, pues
para que sea considerado como tal “su existencia debe ser conocida por la
generalidad de los ciudadanos de cultura media, en el tiempo y en el lugar en
que se produce la decisión”(Carnelutti, Estudios sobre Procedimiento Civil, p.185).

En este mismo sentido, esta Sala de Casación Civil, en sentencia de fecha 21 de julio
de 1993, que hoy se reitera expresó que “la sola publicación por algún medio de
comunicación social, sin la certeza de que el hecho fuere “conocido y sabido por
el común de la gente en una época determinada”, no convertía al hecho en
notorio, pues la noticia aislada no se incorpora a la cultura...” (Resaltado de la
Sala).

La sentencia de la Sala Constitucional Nº 98 de fecha 15 de marzo de 2000, caso Oscar Silva

Hernández, establece:

“... La necesidad que el hecho notorio formara parte de la cultura de un grupo social,
se hacía impretermitible en épocas donde la transmisión del conocimiento sobre los
hechos tenía una difusión lenta, sin uniformidad con respecto a la sociedad que los
recibía, y tal requisito sigue vigente con relación a los hechos pasados o a los hechos
que pierden vigencia para la colectividad, a pesar que en un momento determinado
eran conocidos como trascendentales por la mayoría de la población. Dichos hechos
no se podrán proyectar hacia el futuro, para adquirir allí relevancia probatoria, si no
se incorporan a la cultura y por ello la Casación Civil de la extinta Corte Suprema
de Justicia en fallo de 21 de julio de 1993, acotó que la sola publicación por
algún medio de comunicación social, sin la certeza de que el hecho fuere
“conocido y sabido por el común de la gente en una época determinada”, no
convertía al hecho en notorio, concepto que comparte esta Sala, ya que la
noticia aislada no se incorpora a la cultura.

Ceñidos a la definición de Calamandrei, puede decirse que la concepción clásica del


hecho notorio, requiere, por la necesidad de la incorporación del hecho a la cultura,
que el, por su importancia, se integre a la memoria colectiva, con lo que adquiere
connotación de referencia en el hablar cotidiano, o forma parte de los refranes, o de
los ejemplos o recuerdos, de lo que se conversa en un círculo social. Por ello son
hechos notorios sucesos como el desastre de Tacoa, la caída de un sector del puente
sobre el lago de Maracaibo, los eventos de octubre de 1945, la segunda guerra
mundial, etc.

Pero el mundo actual, con el auge de la comunicación escrita mediante periódicos, o


por vías audiovisuales, ha generado la presencia de otro hecho, cual es el hecho
publicitado, el cual en principio no se puede afirmar si es cierto o no, pero que
adquiere difusión pública uniforme por los medios de comunicación social, por lo
que muy bien podría llamársele el hecho comunicacional y puede tenerse como una
categoría entre los hechos notorios, ya que forma parte de la cultura de un grupo o
círculo social en una época o momento determinado, después del cual pierde
trascendencia y su recuerdo solo se guarda en bibliotecas o instituciones parecidas,
pero que para la fecha del fallo formaba parte del saber mayoritario de un círculo o
grupo social, o a él podía accederse.

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Así, los medios de comunicación social escritos, radiales o audiovisuales, publicitan
un hecho como cierto, como sucedido, y esa situación de certeza se consolida cuando
el hecho no es desmentido a pesar que ocupa un espacio reiterado en los medios de
comunicación social.

De esta manera, el colectivo se entera de conflictos armados, de los viajes del


Presidente de la República, de los nombramientos que hace el Congreso, de la
existencia de crímenes y otros delitos, de la existencia de juicios, etc.
Estas noticias publicitadas por los medios (por varios) de manera uniforme,
podrían ser falsas, pero mientras no se desmientan y se repitan como ciertas, para el
que se entera de ellas son hechos verdaderos sucedidos, así su recuerdo no se haya
dilatado en el tiempo.

Se trata de un efecto de la comunicación masiva, que en forma transitoria y


puntual hace del conocimiento general un hecho que durante cierto espacio de
tiempo, a veces breve, permite a los componentes de la sociedad referirse a él y
comentar el suceso, o tomar conciencia de un mensaje, como sucede con la
propaganda o publicidad masiva.

Que un identificado grupo de béisbol es el campeón de Venezuela, es un hecho


que se presenta como cierto por la comunicación social, y que se consolida como
tal, cuando la mayoría de los medios siguen reseñando las andanzas y
compromisos de ese equipo.

De un hecho comunicacional de este tipo, no puede escapar un juez que en la vida


actual, incluso como parte de los hechos que debe adquirir para engrosar su
conocimiento sobre su entorno social, lee periódicos, oye radio o ve televisión. Es
esta difusión comunicacional una de las fuentes de la “sensación o escándalo
público” que toma en cuenta el artículo 59 del Código Orgánico Procesal Penal,
como presupuesto de la radicación.

Pensar que este hecho del cual toma conciencia no sólo el juez, sino un gran sector
del colectivo, es de igual entidad que los otros hechos litigiosos, es una irrealidad.
Tan irreal es, que la doctrina enseña que es un requisito de validez del
reconocimiento de individuos en rueda de personas, el que las fotografías de los
posibles reconocidos no deben haber recibido publicidad previa al acto de
reconocimiento.
El hecho publicitado o comunicacional no es un hecho notorio en el sentido clásico,
ya que puede no incorporarse como permanente a la cultura del grupo social, sin
embargo su publicidad lo hace conocido como cierto en un momento dado por un
gran sector del conglomerado, incluyendo al juez; y desde este ángulo se puede
afirmar que forma parte durante épocas, de la cultura, así luego desaparezca, ya que
su importancia o trascendencia era relativa, tenía importancia solo en un espacio y
tiempo limitado y a veces breve.

Este concepto moderno del hecho notorio diverge del hecho público. Este último
parte de diversos criterios conceptuales. Unos consideran que atiende a una ficción
legal de conocimiento, desligado de una difusión suficiente. Un ejemplo es el hecho
que goza de los efectos del registro público, o de la publicación en periódicos
oficiales; otra vertiente para conceptualizarlo, lo señala como el que tiene lugar en

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sitios públicos, criterio también ajeno a su difusión; y una última es, que el hecho
público es aquel que surge de actos del poder público.
El hecho comunicacional, fuente de este tipo particular de hecho notorio que se ha
delineado, es tan utilizable por el juez como el hecho cuyo saber adquiere por su
oficio en el ejercicio de sus funciones, y no privadamente como particular, lo que
constituye la notoriedad judicial y que está referido a lo que sucede en el tribunal a
su cargo, como existencia y manejo de la tablilla que anuncia el despacho; o lo
relativo al calendario judicial, a los cuales se refiere el juzgador sin que consten en
autos copias de los mismos; notoriedad judicial que incluye el conocimiento por el
juez de la existencia de otros juicios que cursan en su tribunal, así como el de los
fallos dictados en ellos.

¿Puede el juez fijar al hecho comunicacional, como un hecho probado, sin que
conste en autos elementos que lo verifiquen? Si se interpreta estrictamente el artículo
12 del Código de Procedimiento Civil, el cual es un principio general, el juez sólo
puede sentenciar en base a lo probado en autos, con excepción del hecho notorio.
Tiene así vigencia el vetusto principio que lo que no está en el expediente no está en
el mundo. Pero si observamos las sentencias, encontramos que ellas contienen un
cúmulo de hechos que no están probados en autos, pero que son parte del
conocimiento del juez como ente social, sin que puedan tildarse muchos de ellos ni
siquiera como hechos notorios. Así, los jueces se refieren a fenómenos naturales
transitorios, a hechos que están patentes en las ciudades (existencia de calles,
edificios, etc.), a sentencias de otros tribunales que se citan como jurisprudencia, a
obras de derecho o de otras ciencias o artes, al escándalo público que genera un caso,
a la hora de los actos, sin que existan en autos pruebas de ellos.

Si esto es posible con esos hechos, que casi se confunden con el saber privado del
juez, con mucha mayor razón será posible que el sentenciador disponga como ciertos
y los fije en autos, a los hechos comunicacionales que se publicitan hacia todo el
colectivo y que en un momento dado se hacen notorios (así sea transitoriamente)
para ese colectivo.

Esta realidad lleva a esta Sala a considerar que el hecho comunicacional, como un
tipo de notoriedad, puede ser fijado como cierto por el juez sin necesidad que conste
en autos, ya que la publicidad que él ha recibido permite, tanto al juez como a los
miembros de la sociedad, conocer su existencia, lo que significa que el sentenciador
realmente no está haciendo uso de su saber privado; y pudiendo los miembros del
colectivo, tener en un momento determinado, igual conocimiento de la existencia del
hecho, porque negar su uso procesal.

El hecho comunicacional puede ser acreditado por el juez o por las partes con los
instrumentos contentivos de lo publicado, o por grabaciones o videos, por
ejemplo, de las emisiones radiofónicas o de las audiovisuales, que demuestren la
difusión del hecho, su uniformidad en los distintos medios y su consolidación; es
decir, lo que constituye la noticia.

Pero el juez, conocedor de dicho hecho, también puede fijarlo en base a su saber
personal, el cual, debido a la difusión, debe ser también conocido por el juez de la
alzada, o puede tener acceso a él en caso que no lo conociera o dudase. Tal
conocimiento debe darse por cierto, ya que solo personas totalmente desaprensivos

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en un grupo social hacia el cual se dirije (sic) el hecho, podrían ignorarlo; y un juez
no puede ser de esta categoría de personas.

Planteado así la realidad de tal hecho y sus efectos, concatenado con la justicia
responsable y sin formalismos inútiles que el artículo 26 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela contempla; aunado a que el proceso constituye
un instrumento fundamental para la realización de la justicia, tal como lo establece el
artículo 257 de la vigente Constitución, y que el Estado venezolano es de derecho y
de justicia, como lo expresa el artículo 2 ejusdem, en aras a esa justicia expedita e
idónea que señala el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, a pesar de que el hecho comunicacional y su incorporación a los autos de
oficio por el juez, no está prevenido expresamente en la ley, ante su realidad y el
tratamiento que se viene dando en los fallos a otros hechos, incluso de menos
difusión, esta Sala considera que para desarrollar un proceso justo, idóneo y sin
formalismos inútiles, el sentenciador puede dar como ciertos los hechos
comunicacionales con los caracteres que luego se indican, y por ello puede fijar
como cierto, los hechos que de una manera uniforme fueron objeto de difusión por
los medios de comunicación, considerándolos una categoría de hechos notorios, de
corta duración.

Los medios de comunicación se proyectan hacia una sociedad de masas, que recibe
conocimientos por diversos medios: prensa, radio, audiovisuales, redes informáticas,
que uniforman el saber colectivo sobre los hechos que se presentan como
ciertamente acaecidos (eventos), donde las imágenes que se transmiten o se publican
someten con su mensaje a la masa a la cual pertenece el juez y las partes. Siendo así,
¿para qué exigir pruebas sobre esos hechos comunicados, si todos –así sean falsos-
creen que al menos ocurrieran verazmente? Con aceptar que el juez como parte de
ese conocimiento colectivo, así este sea transitorio y temporal, fije en un fallo un
hecho, no se ocasiona para nadie ningún daño, porque si el juez inventare el hecho,
la alzada y hasta la casación, al no conocerlo, lo eliminarían del mundo de los hechos
ciertos, necesarios para poder sentenciar, y para ello bastaría la consciencia del
sentenciador de la alzada de no conocer el hecho como cierto, ni poder tomar cuenta
de él por no saber dónde buscarlo.

...omissis...

Del contenido de los medios de comunicación masivos, hay una serie de hechos
cuya captación es limitada, no sólo por la forma como se expresan, sino porque
no son destacados por todos o por la mayor parte de los medios de una
localidad. Estos contenidos a pesar de ser difundidos, no tienen la característica
de ingresar a la cultura del grupo así sea en forma temporal. Mientras que hay
otros, que por estar extensamente difundidos y presentados de manera tal que son de
fácil aprehensión por cualquiera, pasan de inmediato, aunque puntual y
transitoriamente, a ser parte del conocimiento del grupo, destacándose entre ellos
aquellos que aparecen como información comunicacional veraz, y no como
opiniones, testimonios, anuncios, cuya autoría y veracidad no consta. De este residuo
se tiene certeza de que fueron difundidos, más no de su veracidad; pero el hecho del
cual se hace responsable el medio de comunicación y que varios medios lo
presentan como sucedido efectivamente, resulta captado por el colectivo como un
hecho veraz...”. (Resaltado de la Sala)

12
En aplicación de la jurisprudencia anteriormente transcrita, se evidencia que:

1. Para que un hecho sea considerado notorio se requiere su incorporación a la


“...cultura normal propia de un determinado círculo social en el tiempo en que se
produce la decisión...”, que él, por su importancia, se integre a la memoria colectiva,
con lo que adquiere connotación de referencia en el hablar cotidiano, o forme parte
de los refranes, o de los ejemplos o recuerdos, de lo que se conversa en un círculo
social.

2. El hecho publicitado o comunicacional no es un hecho notorio en el sentido


clásico, ya que puede no incorporarse como permanente a la cultura del grupo social;
sin embargo, su difusión pública uniforme por los medios de comunicación social
escritos, audiovisuales, o radiales, lo hace conocido como cierto en un momento
dado por un gran sector del conglomerado, incluyendo al juez.

3. Aún cuando se hubiera alegado, la simple publicación de un hecho determinado


en un medio de comunicación no lo convierte en “notorio”, admitir lo contrario
equivaldría al absurdo de considerar que, basta la circunstancia que cualquier hecho
haya sido publicado en cualquier medio de comunicación, para que se le atribuya la
condición de notorio.

Por consiguiente, de conformidad con los criterios anteriormente transcritos, no es posible

considerar como hechos públicos y notorios los ejemplares de noticia vía Internet, distinguidos con

las letras a, b, c y d, del diario el universal, consignados en autos. Así se decide.

- III -

En vista de que fueron presentados nuevos documentos que según la representación judicial de la

parte solicitante, pretenden justificar el establecimiento de la medida preventiva solicitada, esta

Sala, de conformidad con lo señalado sobre este punto en el artículo 19 de la Ley Orgánica del

Tribunal Supremo de Justicia, hace las siguientes consideraciones:

Son tres (3) los ejemplares de noticias del Diario “El Universal” extraídos de Internet, presentados

por la abogada recurrente para demostrar el periculum in mora, en virtud de que los mismos

plantean “…LA VENTA DE LAS GASOLINERAS Y OTROS ACTIVOS DE LA SHELL OIL

CONPANY EN VENEZUELA Y OTROS PAÍSES.”

Los mencionados ejemplares que el artículo 4 de la Ley Sobre Mensajes de Datos y Firmas

Electrónicas, asimila a los documentos escritos, en cuanto a su eficacia probatoria, son:

13
1.- Publicado con fecha 28 de noviembre de 2004 y con el título “…70% DE ESTACIONES HAN

SIDO VENDIDAS” localizado en la página Web del Diario “El Universal”

(http://buscador.eluniversal.com/2004/11/28/apo_art_28129B.shtml), y extraído en fecha

16/6/2005, plantea la venta de un número considerable de estaciones de servicio, manteniendo una

planta de lubricantes de alta tecnología.-

Observa esta Sala que la presente reseña no puede considerarse como prueba del presunto riesgo de

evasión de responsabilidad por parte de la empresa Shell, sino por el contrario de un proceso de

reestructuración donde se admite la continuidad de la empresa en el territorio nacional. Así se

decide.-

2.- Publicado con fecha 05 de noviembre de 2004 y con el título “…SHELL ANUNCIARÁ VENTA

DE ACTIVOS EN EL CARIBE…” localizado en la página Web del Diario “El Universal”

(http://buscador.eluniversal.com/2004/11/05/eco_ava_05A505021.shtml), y extraído en fecha

16/6/2005, repite el plan de reestructuración analizado en la precedente publicación, incluso

aludiendo a empresas ubicadas fuera del territorio nacional, razón por la cual tampoco puede

señalarse a dicha publicación como prueba del presunto riesgo de evasión de responsabilidad por

parte de la empresa Shell.-

3.-Publicado en fecha 02 de febrero de 2005, con el título “…PDVSA PUEDE COMPRAR

ACTIVOS DE SHELL JUNTO A ARGENTINA ENARSA…” localizado en la página Web del

Diario “El Universal”(http://buscador.eluniversal.com/2005/02/02/eco_ava_02A529231.shtml), y

extraído en fecha 16/06/2005, este artículo habla de la posible venta de activos de la Shell, y en su

parte pertinente establece “…no confirmó ni desmintió la posibilidad de que esa compañía participe

en la compra de los activos de Shell en el país…” lo que deja establecido el rumor de las ventas de

los activos de Shell.

Por consiguiente, los mencionados documentos traídos al expediente por vía electrónica, no son

pertinentes para fundamentar el presunto ocultamiento y enajenación de bienes de la empresa Shell

con la finalidad de hacer ilusoria la ejecución del fallo. Así se decide

14
DECISIÓN

En fuerza de las anteriores consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia de la República

Bolivariana de Venezuela en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la

República y por autoridad de la Ley, declara IMPROCEDENTE la solicitud interpuesta por la

abogada Coromoto D’Urso Morales en su condición de apoderada judicial del ciudadano Walter

Antonio Gutierrez Morales.

Publíquese, regístrese y comuníquese.

En virtud de la naturaleza de la decisión dictada, no procede la condenatoria en costas.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil del Tribunal

Supremo de Justicia, en Caracas, a los treinta (30) días del mes de marzo de dos mil siete. Años:

196º de la Independencia y 148º de la Federación.

Presidenta de la Sala,

____________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta,

_________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado Ponente,

_________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,

______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ

Magistrado,

_______________________________
LUIS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ

Secretario,
______________________________
ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ

Exp. Nº AA20-C-2004-000475

15
El Magistrado CARLOS OBERTO VÉLEZ, expresa su disentimiento respecto del criterio

consignado por los otros Magistrados y Magistradas integrantes de esta Sala de Casación Civil que

aprobaron el fallo que antecede, en el cual se declara “…IMPROCEDENTE la solicitud

interpuesta por la abogada Coromoto D’Urso Morales en su condición de apoderada judicial del

ciudadano Walter Antonio Gutierrez (sic) Morales…”, petición referida a la nulidad de una

sentencia de la Sala dictada en el mismo asunto, mediante la cual declaró sin lugar la medida

cautelar solicitada y a la “nueva” solicitud cautelar por haberse presentados “nuevos documentos”

que la justificarían; por lo que, procede a consignar por vía del presente escrito “...las razones

fácticas y jurídicas de su negativa...” en atención al contenido y alcance del aparte cuarto del

artículo 20 de la Ley Orgánica del Tribunal Suprema de Justicia de la República Bolivariana de

Venezuela, en concordancia con el artículo 63 del Reglamento Interno del Tribunal Supremo de

Justicia. En consecuencia, salva su voto, en los siguientes términos:

El 21 de junio de 2005, la Sala dictó sentencia declarando improcedente la solicitud de medida

cautelar, con base a que no fue demostrado el periculum in mora, señalando en su motivación, lo

siguiente:

“…Ahora bien, respecto al periculum in mora exigido en el artículo 585 del


Código de Procedimiento Civil para el decreto de las medidas preventivas a que
hubiere lugar, la solicitante no acompañó al expediente en su pieza principal ni en
el cuaderno de medidas, medio de prueba alguno que haga presumir que la
ejecución del fallo quede ilusoria, limitándose a señalar que “...corriéndose un
riesgo inminente de que la ejecución del fallo quede ilusoria, debido a que los
demandados se han estado deshaciendo de sus bienes, tal y como lo hicieron en la
República de Nicaragua, (una clara muestra de estas situaciones son las ventas de
gasolineras propiedad de la Shell en Venezuela)...”.

Luego de la declaratoria de improcedencia de la cautelar, la solicitante del exequátur vuelve a

peticionar, pretendiendo, por una parte, “RECURSO DE REPOSICIÓN DEL AUTO DICTADO

EN FECHA 21 DE JUNIO DE 2005”, que tal como lo expresó la disentida en su primer capítulo

16
constituye una pretensión de nulidad del referido fallo de la Sala, y por otra, solicita nuevamente la

medida señalando que trae nuevos documentos probatorios.

Comparto la primera parte de la disentida, pues, tal como se resuelve, la Sala no puede revocar por

contrario imperio sus propias decisiones; sin embargo no así lo resuelto en el capítulo III de la

sentencia que antecede, pues pasa a analizar la misma solicitud de medida preventiva que ya había

sido resuelta por la Sala, lo que evidencia que, en contradicción a lo previamente establecido

respecto a la imposibilidad de revisión de nuestras sentencias, indirectamente se está revisando y, en

consecuencia, volviendo a decidir sobre los mismos hechos ya resueltos en la decisión de la Sala

que declaró la improcedencia de la medida preventiva por falta de prueba de los alegatos que

sustentaban el periculum in mora.

Efectivamente, según el artículo 19 de la Ley Orgánica que rige nuestras funciones, “ En cualquier

estado y grado del proceso las partes podrán solicitar, y el Tribunal Supremo de Justicia podrá

acordar, aun de oficio, las medidas cautelares que estimen pertinentes para resguardar la

apariencia de buen derecho invocada y garantizar las resultas del juicio, siempre que dichas

medidas no prejuzguen sobre la decisión definitiva”. Ello no significa que la parte pueda solicitar

varias veces la misma medida cautelar sobre los mismos bienes y bajo los mismos hechos.

Si la Sala ya negó la medida, la parte interesada podrá solicitar otras medidas distintas a la ya

resuelta o la misma medida pero alegando hechos distintos a los ya resuelto, lo contrario sería

aceptar indirectamente que podamos ir contra la cosa juzgada que emanó de la decisión de la

Sala y que declaró improcedente la cautelar.

En el caso, se solicitó medida cautelar de embargo sobre unas cuentas bancarias de Shell

Venezuela, la cual fue declarada improcedente al no poder acreditar el periculum in mora. Se alegó

la realización de actos tendientes a insolventar a la referida Shell Venezuela, como la venta de sus

activos, para evadir la condena contenida en sentencia extranjera, cuyo pase se solicita. La Sala para

17
declarar improcedente la cautelar señaló que dichos hechos alegados (la insolvencia) no fueron

demostrados y, por tanto, no se podían establecer.

En esta oportunidad, pretende la solicitante, volver a pedir la misma medida y con base en los

mismos hechos (insolvencia de Shell con venta de sus activos), trayendo, y así lo indica la

disentida, “…nuevos documentos que según la representación judicial de la parte solicitante,

pretenden justificar el establecimiento de la medida preventiva solicitada…”. La parte lo que

trae son las supuestas pruebas que demostrarían el periculum in mora, pero esos hechos ya fueron

resueltos en su oportunidad por la Sala y admitir ahora dicha presentación, desvirtuaría, por una

parte el procedimiento para traer las pruebas de los alegatos y la posibilidad del control de la misma

y, por el otro, contraría la cosa juzgada. No se está pidiendo otra medida, es la misma: el embargo

preventivo de cuentas bancarias; y tampoco se están alegando hechos nuevos que pudieran dar

lugar a un nuevo pronunciamiento de la Sala en atención al artículo 19 de la Ley Orgánica del

Tribunal Supremo de Justicia.

Por lo expuesto, estimo que la disentida no debió entrar a analizar las documentales traídas ni

considerar la posibilidad de la procedencia de la cautelar en los términos solicitados; sino que debió

declarar la inadmisibilidad de lo solicitado por haber sido ya resuelto por la Sala y por cuanto no es

permitido el análisis ni revocación por contrario imperio.

Por otra parte, la solicitud que se propone plantea el tema de la eficacia de la sentencia dictada por

órgano jurisdicción supremo de un país extranjero y el cual se requiere sea aplicable por los

Tribunales de la República mediante el procedimiento del exequátur. En este orden de cosas, resulta

oportuno invocar el tratamiento que nuestra novísima Constitución Bolivariana de Venezuela da al

de la aplicación del derecho extranjero mediante los tratados que la República tiene suscritos al

respecto. Previo al señalado tratamiento, la resolución del asunto referido a la eficacia de los actos

de autoridades extranjeras ha sido objeto de sustanciación mediante la aplicación de los preceptos

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respectivos contenidos en la legislación interna como son las normas del Código de Procedimiento

Civil, en virtud del mandato expreso y categórico del artículo 8 del citado Código que establece el

orden de prelación de las fuentes en el caso del Derecho Internacional Privado. Dentro de tales

exigencias destaca la prueba de la reciprocidad en el Estado Sentenciador, circunstancia ésta que

adquiere una unisitada importancia, pues conduce a la mutua cooperación entre los Estados que

constituyen la comunidad internacional.

Como ha de apreciarse, se pretende dar entrada al territorio de la República a un sistema jurídico

extranjero para lo cual es imprescindible que se cumplan los requisitos de reciprocidad exigidos por

el Derecho Internacional Público de lo cual son expresivos los Tratados internacionales y/o en las

Convenciones Internacionales regidas por el sistema que define el Derecho Internacional Privado.

En este sentido el compendio más uniforme de las resoluciones de Derecho Internacional Privado lo

constituye el Código de Bustamante que fue ratificado por la República de Venezuela en 1934.

También se encuentran vigentes por lo que respecta al Estado Venezolano, las Convenciones de su

tipo aprobado en la conferencia de Montevideo de 1979.

El tema a la reciprocidad es de orden público procesal eminente y como tal de obligatoria aplicación

por el Sentenciador. El examen de los requisitos que impone la reciprocidad se encuentra

expresamente establecidos en la Ley del Derecho Internacional Privado, cuyo artículo 53 lo

reglamenta expresamente; sin embargo, conviene insistir en que tal reciprocidad constituye,

además, un mecanismo de prueba que el Sentenciador debe examinar in limine litis. No podríamos

en esta oportunidad profundizar sobre los alcances valorativos de dicho punto, pues asumiríamos el

riesgo eventual de entrar a calificar situaciones de mérito que no corresponde en esta incidencia

cautelar; no obstante, preciso es que todos los supuestos probatorios de la solicitud respectiva se

encuentren plenamente satisfechos en los autos. Así lo establece, además, la Convención

Intenacional aprobada al respecto en Montevideo, el 8 de mayo de 1979.

19
El asunto referido a la providencia de medidas cautelares, aparece reglamentado la Convención

Interamericana Sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares y aprobada en Montevideo en la misma

fecha citada la cual remite a la legislación nacional el cumplimiento de los requisitos presuestarios.

Como bien dice la sentencia que antecede, los requisitos de hoy no fueron acreditados

suficientemente en los autos y por ello la negativa resulta indefectible.

En este punto particular, es criterio de quien disiente que debe considerarse igualmente la naturaleza

de la acción que ha dado origen a la solicitud de exequátur, pues una acción declarativa de certeza,

por ejemplo, no debería tener como garantía cautelar una medida provisoria y para que la acción

patrimonial a la cual eventualmente se contraiga la sentencia cuyo pase se solicita, pueda sustentar

una providencia cautelar, resulta indispensable que del examen preliminar que se realice aparezca

comprobado el sistema recíproco Vigente en el Estado que emite la sentencia con relación al Estado

recipiendario, que en éste caso es la República Bolivariana de Venezuela. Ese análisis preliminar de

la reciprocidad deviene congruente con los supuestos de ley existentes en ambos Estados. No se

trata de un examen de fondo de la cuestión, pues la reciprocidad no lo permite; pero si de la revisión

preliminar de esos supuestos que conduzcan a establecer la congruencia -se repite- indispensable

entre dos sistemas jurídicos enfrentados en el caso del exequátur que se examinará

La disentida debió, a pesar de la prohibición de admisibilidad que previamente señalé, referirse a

tales presupuestos de reciprocidad, que permitieran a la Sala pronunciarse sobre la cautelar

solicitada.

Queda de esta manera estructurado el presente voto salvado.

En Caracas, fecha ut supra.

Presidenta de la Sala,

____________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

20
Vicepresidenta,

_________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado Ponente,

_________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,

______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ

Magistrado,

_______________________________
LUIS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ

Secretario,
______________________________
ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ

Exp. Nº AA20-C-2004-000475

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