Al Servicio Del Altar

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AL SERVICIO DEL ALTAR

¿Qué es un Acólito?
Los acólitos son ministros, niños o jóvenes, que asisten al celebrante principal, en todas las celebraciones
litúrgicas y procesiones. Los monaguillos, como eran llamados anteriormente, desempeñan diversas funciones
en el altar con el objeto de ayudar al orden y belleza litúrgica, además de incentivar la participación, la devoción
y el recogimiento de los fieles.
"El acólito ocupa un lugar privilegiado en las celebraciones litúrgicas. Quien sirve en la Misa, se presenta a una
comunidad. Experimenta de cerca que en cada acto litúrgico Jesucristo está presente y obrante. Jesús está
presente cuando la comunidad se reúne para orar y dar gloria a Dios. Jesús está presente en las palabras de las
Sagradas Escrituras. Jesús está presente sobre todo en la Eucaristía en los signos de pan y del vino. Él actúa por
medio del sacerdote que in persona Christi celebra la Santa Misa y administra los Sacramentos" (Juan Pablo II,
02 de agosto de 2001 - milésima audiencia general).
"...vuestro compromiso en el altar no es sólo un deber, sino un gran honor, un auténtico servicio santo" (id).
Pero también esta comunidad puede ser una cuna de futuras vocaciones. Nadie negará que la Iglesia ha podido
"cosechar" muchas vocaciones dentro de los grupos de acólitos.
Como todo cristiano, el acólito está llamado a Anunciar a Jesucristo y a dar testimonio de Él en todas partes, a
amarlo y seguirlo toda la vida...

El Acólito es Servidor y Testigo de Jesucristo


Cuando el acolito asiste al Sacerdote, ministro representante de Cristo en el altar, ayuda muy de cerca al mismo
Jesucristo en el Sacrificio de la Eucaristía y está en contacto con las cosas dedicadas al uso de Jesús.
Por eso el acolito debe distinguirse por su Piedad, es decir, por recibir frecuentemente los sacramentos de la
Reconciliación y de la Comunión; por la constante práctica de la oración y por su gusto y alegría por participar
en celebraciones litúrgicas.
El acólito es destinado al servicio del altar y ayuda del sacerdote y del diácono", dice la Introducción General
del Misal (nº 65).
La palabra 'clave' en esta frase es la palabra "servicio". El acólito está llamado a servir, muy en especial en la
celebración eucarística.
La palabra "servir" es un término bíblico de mucho contenido e inspira respeto. Aquí no se trata de un servicio
esclavizante o humillante, sino un privilegio noble de poder servir. Se trata aquí de "servicio religioso".
Pero de esta nobleza de su función, fluye también el deber de cumplir esta tarea de servicio de una manera
constante, digna, alegre y devota. Y eso sólo es posible si conoce bien su tarea.
Al mismo tiempo, el acólito es el testigo de Jesucristo. Da testimonio de su fe en Jesús, no sólo dentro de la
Iglesia sino en toda su vida: en la familia, en la escuela, en las actividades deportivas, etc. En todas partes se
siente orgulloso de ser cristiano e irradia amor hacia el Señor y hacia los demás, a través de todo su
comportamiento. Sacará fuerzas del contacto frecuente con los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia,
para dar testimonio de Jesús y vivir como Él lo desea. A través de la oración diaria, será capaz de mantenerse
fiel al Señor.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA CELEBRACIÓN.
La Eucaristía instituida por Cristo el Jueves Santo y le pidió a su Iglesia que la celebrara todos los días. Desde
los tiempos de los apóstoles la liturgia Eucarística ha ido evolucionando en ritos y fórmulas, pero siempre ha
mantenido lo esencial.
Entre los siglos V y IX la liturgia se enriqueció con la participación de los fieles. El Papa Gregorio Magno
impulsó notablemente la liturgia Eucarística, e incluyó el uso de la música propia.
Entre los siglos X y XV se presentan diferencias en la celebración litúrgica y los pontífices de la edad media
buscaron la unidad en el culto dando forma a un Misal.
El Concilio Vaticano II en la Constitución llamada "Sacrosantum concilium" pide la reforma de la liturgia para
lograr una mayor eficacia pastoral; una de esas reformas es la del Misal Romano, que es promulgado por el
Papa Paulo VI el 3 de abril de 1969.
SIGNIFICADO DE LITURGIA
Para entender el significado de la liturgia, es muy importante primero que recordemos lo que celebramos en
ella.
Estamos tan acostumbrados a ir a misa, y los monaguillos estamos tan acostumbrados a ayudar en la misa, que
algunas veces se nos olvida lo importante que es lo que estamos celebrando.
En la liturgia celebramos el Misterio de Cristo. Pero, ¿qué quiere decir esto exactamente? Como sabemos el
hombre abandonó a Dios tras desobedecerle en el paraíso, y Dios, en vez de olvidarse de nosotros, estableció
una Alianza con su Pueblo. Esta Alianza culmina con la venida de Jesucristo. Dios estableció un plan en el que
su propio Hijo vendría al mundo, haciéndose hombre y muriendo en la cruz y, de esta manera, nos abriría las
puertas del cielo.
Este es el gran Misterio. “Cristo con su muerte, destruyó nuestra muerte, y con su resurrección, restauró nuestra
vida”. Gracias a la liturgia podemos anunciar este gran acontecimiento para que todos los hombres sepan que
Cristo ha venido a salvarnos.
La Palabra Liturgia
Liturgia viene de la palabra griega “Leitourgia” que a su vez esta compuesta de “Leitos” que significa popular,
del pueblo y “Ergon” que significa obra. Por tanto se refiere desde hace mucho tiempo a una obra que pertenece
a la comunidad y no de utilidad privada.
Por lo tanto, la palabra significa “obra o quehacer público”, “servicio de parte de y a favor del pueblo”.
Quiere decir que, nosotros los hombres, tomamos parte y ayudamos a Dios en su obra. Es decir, en la misa no
sólo recordamos todos juntos que Cristo un día nos salvó, sino que los hombres ayudamos a Dios en esta gran
misión de la salvación.
Cada misa revivimos el sacrificio con el que Cristo nos abrió las puertas del cielo. Además, rezamos juntos unos
por otros, conocemos mejor el Evangelio, aprendemos el camino para ser santos y damos a conocer a los que no
saben esta buena nueva.
¡Por eso es tan importante nuestra labor de acólitos!. Si vivimos la celebración eucarística sabiendo que
ayudamos a Dios a salvar a los hombres en cada misa, nos esforzaremos mucho más por prepararnos mejor y
hacer nuestro trabajo con responsabilidad y mucha ilusión.
Los documentos conciliares, especialmente la Sacrosanctum Concilium, hablan de la liturgia como un elemento
esencial de la vida de la Iglesia que determina la situación presente del pueblo de Dios: «Con razón, entonces,
se considera a la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan
y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la
Cabeza y sus miembros ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica por ser obra
de Cristo Sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el
mismo título y el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.» (SC 7).
Lo que no es Liturgia
- La liturgia no es un espectáculo sagrado, un culto exterior: Esto sucede cuando solo nos preocupamos por lo
externo, es decir el arreglo de las flores, la ubicación de los monaguillos etc, olvidándonos de que es obra de
Cristo.
- No es liturgia el cumplimiento legal de unos ritos: Muchas veces solo vamos a la iglesia por cumplir, por
tradición, porque me toca participar como monaguillo, porque me toca llevar las ofrendas, porque me obligan
mis padres etc.
- La liturgia no es un culto privado: No se trata de una vida espiritual individual en la cual cada quien busca la
realización de sus gustos y hasta procura realizarlos en privado.
La Eucaristía es una Fiesta
“La liturgia es la fiesta de la comunión eclesial. En la cual el Señor Jesús, por su misterio pascual, asume y
libera al Pueblo de Dios y por él a toda la humanidad, cuya historia es convertida en historia salvífica para
reconciliar a los hombres entre sí y con Dios” (Puebla 918).
La liturgia, dice Puebla, es una fiesta. La fiesta litúrgica es la afirmación de la vida desde el sentido nuevo que
nos ha dado Cristo. Es la Celebración de la fe, de la alegría y del gozo de la resurrección. Es la gran fiesta de la
unidad, de tener algo en común, de crear nuevos lazos de vida comunitaria.
La comunidad cristiana no puede vivir sin la fiesta de la eucaristía, lo mismo que la eucaristía no puede tener
lugar sin la comunidad. Este es el lugar privilegiado para encontrarnos como hermanos, para celebrar en un
ambiente festivo nuestra Fe.
Esto es bueno como teoría, pero veamos la realidad:
- ¿Son de hecho las eucaristías dominicales una fiesta?
- ¿Sentimos el corazón en fiesta cuando participamos en ellas?.
La verdad es que existen muchas dificultades. Hay desconocimiento de lo que se celebra y de lo que significa la
auténtica fiesta, mucha gente va a misa los domingos porque así está mandado, otros van por rutina. Se ve poca
participación, ya sea en los cantos, las oraciones o las lecturas. Cabe destacar aquí el esfuerzo de muchas
comunidades juveniles que cada día van aportando su creatividad y van dando más colorido, más vida y alegría
a nuestras celebraciones litúrgicas.

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