Celebrar La Pascua en Familia
Celebrar La Pascua en Familia
Celebrar La Pascua en Familia
UNA GRAN OPORTUNIDAD: Vivir un encuentro entre padres e hijos en oración entorno a la Palabra de Dios y
compartir el taller de las preguntas de la Pascua de forma dinámica e ilustrativa. Es un espacio para suscitar una
catequesis familiar con los niños, jóvenes y adultos como Iglesia doméstica, el hogar, cuna de la vida y escuela
de la fe y del amor. Es importante preparar bien este momento, trabajar con signos para ampliar la comprensión
del tema. Recordemos que los padres son los primeros educadores y evangelizadores de sus hijos, por ello son
los primeros responsables en transmitir y hacer crecer la fe que les compartieron al bautizarles en Cristo.
Recursos: La Biblia, un cirio encendido, un pan, jugo o vino de uva, la imagen de un cordero, anexo sobre el
sentido de estos símbolos. Preparar el encuentro con oración y estudio para saber guiarlo como líderes de casa,
responder a las inquietudes y así animar el encuentro de oración.
En el NUEVO TESTAMENTO, estas son las preguntas que los niños cristianos pueden hacer a sus padres sobre
la nueva y definitiva Pascua de Jesús que celebramos. Así se inicia la experiencia de la transmisión de la Fe en la
alianza sellada por Jesús. Se da en un diálogo que recoge el sentido de los días santos, en especial sobre la noche
del sábado Santo de la Vigilia Pascual, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Bases bíblicas:
En el Evangelio Jesús retoma el Shemá. Mc. 12, 28 -34
El apóstol Pablo recuenta nuestro memorial de salvación en la Primera carta a los Corintios 11, 23 – 26.
Ver video: SHEMÁ ISRAEL. “Escucha Israel”. Camino neocatecumenal. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=coii9xvak44
1. ¿Por qué esta noche es la más importante y diferente de todas
las noches del año y debemos estar despierto hasta tarde?
2. ¿Por qué hemos ayunado esperando esta noche, vigilando en
silencio y oración como en ninguna otra noche del año?
3. ¿Por qué comulgamos con pan ázimo (sin levadura) y vino de
uva en una Eucaristía que empieza a oscuras?
4. ¿Por qué nos vestimos con el mejor traje, y todo está
preparado convenientemente para un gran banquete?
5. ¿Por qué se proclama abundantemente la Palabra de Dios y se
renueva nuestras promesas Bautismales?
6. ¿Por qué hoy todo se prepara con luces en el altar, flores,
colores y cantos alegres para celebrar la Pascua?
A partir de este texto y otros del Antiguo de Testamento nos preguntamos ¿cómo podemos anunciar hoy a
Jesucristo salvador?, pues Él vino a dar plenitud a las esperanzas y promesas del pueblo de Dios.
Hacer la lectura de Génesis 22, 1-18 (sacrificio de Isaac hijo de Abraham) y los otros textos bíblicos que
están en concordancia con los seleccionados del Nuevo Testamento.
1 Después de estos sucesos, Dios puso a prueba a Abrahán.
Y le llamó: — ¡Abrahán! Éste respondió: — Aquí estoy.2
Entonces le dijo: —Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú
amas, a Isaac, y vete a la región de Moría. Allí lo ofrecerás
en sacrificio, sobre un monte que yo te indicaré.
3 Muy de mañana Abrahán se levantó, ensilló a su asno, se
—No extiendas tu mano hacia el muchacho ni le hagas nada, pues ahora he comprobado que temes a Dios y no
me has negado a tu hijo, a tu único hijo.
13 Abrahán levantó la vista y vio detrás un carnero enredado en la maleza por los cuernos. Fue Abrahán, tomó el
carnero y lo ofreció en sacrificio en vez de su hijo. 14Abrahán llamó a aquel lugar «El Señor provee», tal como se
dice hoy: «en la montaña del Señor provee».
15 El ángel del Señor llamó por segunda vez a
Isaías 53, 11
Debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo,
justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos.
Hechos 5, 30
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros habíais matado colgándole en una cruz.
Colosenses 2, 14
habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso,
y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz.
1 PEDRO 2, 23 - 25
“Y quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino
que se encomendaba a aquel que juzga con justicia; y El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la
cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados. Pues
vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.
Después de este compartir de la Palabra, en esta ocasión se puede terminar esta reflexión
meditada con esta hermosa lectura sobre la salvación universal de Cristo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar «a los que
viven en tinieblas y en sombra de muerte». El, que es al mismo tiempo Hijo de Dios, hijo de Eva, va a librar de
su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer
padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: Mi Señor esté con todos. Y
Cristo, respondiendo, dice a Adán: Y con tu espíritu. Y tomándolo por la mano le añade: «Despierta tú que
duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz».
Yo soy tu Dios que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo: tengo el
poder de anunciar a los que están encadenados: Salid; y a los que se encuentran en las tinieblas: iluminaos; y a
los que dormís: levantaos.
A ti te mando: «despierta tú que duermes», pues no te creé para que permanezcas cautivo en el
Abismo; «levántate de entre los muertos», pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos;
levántate, imagen mía, creado a mi semejanza.
Levántate, salgamos de aquí porque tú en mí, y yo
en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Dormí en la cruz y la lanza atravesó mi costado por ti, que en el paraíso dormiste y de tu costado diste origen a
Eva. Mi costado ha curado el dolor del costado. Mi sueño te saca del sueño del Abismo. Mi lanza eliminó
aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono
celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el
verdadero árbol, yo que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilará;
ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los
alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y las moradas, los tesoros abiertos y el reino
de los cielos que existe antes de los siglos está preparado”.
Oración
Padre Misericordioso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro: te
pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la
vida eterna. Por Cristo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén.
OTROS EJEMPLOS DE EJERCICIOS QUE SE PUEDEN REALIZAR CON LA PALABRA DIOS:
1. Génesis. 6, 9 – 7, 2 (Noé y el arca salvadora) y la primera Carta de San Pedro 3, 18 – 22. (La resurrección
de Cristo y el Bautismo).
2. Números. 21, 4 – 9 y Juan 3, 14 – 16 (como Moisés levantó la serpiente en el desierto).
3. Las diversas palabras en singular en los Evangelios pueden ser temáticas (símbolos) que se pueden
desarrollar a lo largo de toda la Sagrada Escritura (ej: casa, árbol, pan, vida, luz, camino, madero, cordero,
justicia, reino, rebaño, pastor, verdad, alas, entrañas, misericordia, etc.). Una línea guía de temas
también la ofrece un vocabulario bíblico teológico (León de Four), es bueno y fácil de encontrar en PDF
en internet. Sobre este tema realizaremos otro taller más a profundidad.
4. La lectura continua de la Sagrada Escritura según los ciclos litúrgicos de la Iglesia es muy fructífera, en
especial en aquella unidad entre el antiguo y nuevo testamento, aquí se puede desarrollar el estilo
BIBLICO-LITURGICA, LECTURA CREYENTE DE LA HISTORIA, que es una forma de sencilla de Lectio Divina
que se aplica e ilumina la vida cotidiana.
5. Otra ayuda de oración, revisión de vida y estudio del Evangelio está en proponer las preguntas claves
para la aproximación espiritual: ¿qué dice el texto?, ¿qué me dice Jesús? y ¿qué le digo a Jesús? – ¿qué
haría Jesús en mi lugar?
ANEXOS ARTICULOS.
Pascua Judía, Pascua Cristiana.
Hacia finales de marzo, millones de personas de todo el mundo han celebrado la fiesta de la pascua. Para los
judíos y los cristianos se trata de la fiesta religiosa más importante de su calendario litúrgico ya que configura la
vida misma de la fe. En el Antiguo Testamento tenemos los antecedentes más remotos de la pascua judía que
tantas veces celebró el mismo Jesús, mientras que en el Nuevo Testamento está el testimonio de la “nueva”
pascua instaurada por el Señor. Veamos los aspectos centrales de esta importante fiesta en los ámbitos propios
del judaísmo y del cristianismo primitivo.
La pascua judía.
Originalmente la pascua (pésaj) en el antiguo Israel era una fiesta agrícola (o pastoril) que ya existía en época
cananea, celebrada el día 14 del primer mes del año (‘Abib antes del destierro babilónico y Nisán después del
destierro) y que pone fin al tiempo del desierto al comer los frutos de la tierra y ya no el maná bajado del cielo.
Así lo narra el libro de Josué (Josué 5,10-11).
Posteriormente, se vincula esta fiesta con la cena del cordero y con la comida de los panes ázimos,
estableciéndose -estas dos fiestas juntas- como conmemoración del acontecimiento salvífico del paso por el
mar rojo, cuando Dios libera al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia y lo conduce al desierto del Sinaí. En los
libros del Éxodo, Números y Deuteronomio tenemos las primeras alusiones a la fiesta (Ex. 12; Nm. 9; Dt. 16,1-
8). En la época de la monarquía hay registros de la celebración de la fiesta realizada por Salomón (1R. 9,25; 2Cr.
8,13) y en tiempo de la reforma de Josías se comienza a transformar en fiesta de peregrinación en Jerusalén
(2R. 23,21-23).
El judaísmo rabínico llegó a establecer normas muy precisas para la celebración de la pascua en el templo de
Jerusalén, enfatizando el sacrificio. Así lo expresa un texto llamado la Misná:
“El cordero pascual era sacrificado por tres grupos, como está escrito: lo inmolará toda asamblea de la
congregación de Israel: asamblea, congregación, Israel. Cuando entraba el primer grupo, se llenaba el atrio.
Cuando se cerraban las puertas del atrio, tocaban el sofar, luego la trompeta clamorosamente y luego de nuevo
el sofar. Los sacerdotes estaban en pie formando dos filas y teniendo en sus manos vasos de plata y de oro. Una
fila tenía todos los vasos de plata y la otra todos de oro. No estaban mezclados. Los vasos no disponían de base
a fin de que no los pudieran posar y se coagulara la sangre. Un israelita lo inmolaba, el sacerdote recibía (la
sangre) y la entregaba a su compañero y éste al suyo, recibía el (vaso) lleno y devolvía el vacío. El sacerdote que
estaba más cercano al altar la vertía de una vez sobre las brasas (del altar)” (Misná Pesahim 5,5-6).
Todo este rito de sangre era parte del sacrificio del cordero realizado por la familia en el templo junto a los
sacerdotes. La segunda parte de la celebración se realizaba en las casas mediante una cena íntima en la que se
comía el cordero sacrificado, los panes ázimos, las hierbas amargas y cuatro copas de vino. Cada elemento de
la cena tenía un significado específico que hacía memoria del gran acontecimiento liberador del éxodo. Este
significado salvífico de la pascua estará siempre presente en el judaísmo, como bien lo indica otro texto rabínico
llamado el Tárgum: “Esta es la noche de la pascua para el nombre de YHWH, noche reservada y fijada para la
liberación de todo Israel a lo largo de sus generaciones” (Targum de Éxodo 12, 41-42).
La pascua cristiana.
La fiesta principal de los cristianos es la pascua en la que se celebra el gran acontecimiento de la resurrección
de Jesús, el Señor. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (Mt. 26,26-29; Mc. 14,22-25; Lc. 22,19-20) nos
relatan la “última cena” celebrada por Jesús junto a sus discípulos como una cena de pascua. Está presente el
pan ázimo, dos copas de vino (en Lc.) y unas bendiciones pero el significado nuevo dado por Jesús a la comida
es el anuncio de su propia muerte, ya no se conmemorará la salida de Egipto, sino la muerte del Señor como
sacrificio pascual. La idea del sacrificio pascual la desarrollará más el evangelio de Juan al mostrar a Jesús como
“el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1,29). El cuarto evangelio hace coincidir la muerte de
Jesús con el sacrificio de los corderos pascuales. Así en Jn. 19,14 al momento de su sentencia a muerte y luego
en Jn 19,36 aplicando a Jesús lo prescrito sobre los corderos en las leyes de Ex. 12,46 y Nm. 9,12. Es decir, Jesús
muere al mismo tiempo en que las familias judías acudían al templo a sacrificar a los corderos para celebrar la
pascua.
Esta teología del cordero pascual del cuarto evangelio marcará profundamente el cristianismo primitivo y san
Pablo en su primera carta a los Corintios la desarrollará diciendo: “eliminad la levadura vieja, para que seáis
masa nueva ya que sois ázimos, porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido sacrificado. De manera que
celebramos la Pascua no con levadura vieja, ni con levadura de perversidad y maldad, sino con ázimos de pureza
y verdad” (1Co. 5,7-8). Así mismo la primera carta de Pedro exhorta diciendo: “Sabiendo que habéis sido
liberados de la conducta estéril heredada por tradición, no con cosas corruptibles -oro o plata- sino con la sangre
preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha” (1P. 1,18-19). Tanto la carta primera a los Corintios
como la primera carta de Pedro insisten en la importancia del sacrificio redentor de Jesús. Su muerte dada
gratuitamente para todo el mundo tiene un valor expiatorio superior a todos los sacrificios y leyes del antiguo
Israel.
Para concluir pensemos que esta pascua que nos regala el Señor es un momento muy importante para la Iglesia
al tener un nuevo Papa. Como una manera de reflexionar la importancia del acontecimiento pascual válido para
nuestro tiempo actual, guardemos estas primeras palabras del santo Padre, llenas de sabiduría, que ponen el
acento en los aspectos centrales de la pascua cristiana, a saber, la entrega de Jesús por amor, la eucaristía como
fuente de unión con él y la alegría de la resurrección como acontecimiento del presente y no del pasado:
“Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es en primer
lugar la del dolor y la muerte, sino la del amor y la de la entrega de sí mismo que da vida” (Francisco, Audiencia
general del 27 de marzo de 2013).
“En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y distribuye el cáliz «para nosotros». El Hijo de Dios se
ofrece a nosotros, ofrece en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros, para
habitar entre nosotros”. (Francisco, Audiencia general del 27 de marzo de 2013).
“Lo que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor – el ir al sepulcro -, ahora se transforma en
acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como antes, no sólo en la vida
de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en nuestra historia de la humanidad. Jesús no está muerto,
ha resucitado, es el Viviente.” (Francisco, Homilía vigilia pascual 30 de marzo de 2013).
Recuperado de: https://www.ucsc.cl/blogs-academicos/pascua-judia-pacua-cristiana/
Pablo Uribe Ulloa. Académico Instituto de Teología. Universidad Católica de la Santísima Concepción.
De la Pascua judía a la Pascua cristiana.
La historia del pueblo de Israel es incomprensible sin la experiencia del Éxodo. De la misma forma la Iglesia, la
congregación de los que creen en Jesús, el nuevo Pueblo de Dios, solo tiene sentido a partir de los nuevos
acontecimientos pascuales: la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Igual que Israel experimentó la liberación de la opresión de Egipto y se autodescubrió como pueblo, más aún,
como Pueblo de Dios, a partir de este acontecimiento; de igual manera la comunidad cristiana descubre, en
Cristo muerto y resucitado, la liberación definitiva, integral, del ser humano, y su razón de ser como nuevo
Pueblo de Dios: la Iglesia.
«Liberación».
La muerte y la resurrección de Cristo han inaugurado una liberación en la que queda implicada toda la creación.
El ser humano, el cristiano y la cristiana con más razón, son responsables de que dicha liberación llegue a todos
y a todo.
«Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto,
fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada
de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,20-21).
Cada uno de nosotros y de nosotras, individual y comunitariamente hemos de convertirnos en actores de dicha
liberación; no podemos ser simplemente espectadores o receptores pasivos. Toda la creación, afirma el texto
paulino, está esperando ansiosamente nuestra manifestación, el que nos tomemos en serio que somos los
portadores del mensaje de liberación clavado en la cruz del Gólgota. No podemos continuar muertos: ¡Cristo ha
resucitado!