Transferecia
Transferecia
Transferecia
Traducción libre
El descubrimiento de la transferencia
Al momento del análisis de Dora, la técnica utilizada por Freud consistía en reconstruir las
cadenas de eventos que habían sido deformadas debido al surgimiento de los síntomas
neuróticos. Lo anterior, lo llevaba a cabo a través de las asociaciones, los sueños y las memorias de
la infancia referidos por los pacientes.
El objetivo era hacer consciente lo inconsciente, poniendo atención en la formación del síntoma.
Freud notó que no era suficiente comunicar al paciente las reconstrucciones, sino que éstas
tenían que ser vividas y analizadas en la transferencia.
Transferencia: momento en el curso del análisis en el que se actúa en relación a una persona
significativa de la vida pasada del paciente, la cual es proyectada en el momento presente en la
figura del analista.
La transferencia permite también evocar eventos de la infancia, específicamente, las fantasías
universales.
Al igual que en el complejo de Edipo, la idea de la transferencia se desarroll ó paso a paso en los
artículos de Freud durante varias décadas. La idea misma de transferencia está presente desde
1895, en “Estudios sobre Histeria”, fue solo con el análisis de Dora in 1905 que Freud realmente
comienza a entender cuan significante puede ser. Posteriormente depura sus ideas en el tema en
varios artículos cortos dedicados a diferentes aspectos de la transferencia. El presente, en orden
cronológico, es un esbozo de las principales fases del pensamiento freudiano en este artículo.
Supuesto abandono de Anna O. y Breuer
La transferencia indudablemente había sido sólo un mito de los primeros reportes de Freud,
publicados algunos años después del evento, de cómo Breuer interrumpió el tratamiento de Anna
O. en 1881. El reporte de Freud prestó crédito a la creencia que Brauer interrumpió
repentinamente el tratamiento porque Anna O. se había enamorado de él y, revelando la
naturaleza sexual de la transferencia de ella, Breuer aceptó el abandono: “En consabido horror él
acepto el abandono y envió a la paciente a un colega” (Carta de Freud a Stefan Zweig, 2 de Junio
de 1923, 1987c [1908 – 1938]). La reciente investigación histórica, sin embargo, pareciera indicar
que el supuesto abandono de Brauer, como Freud lo reportó, tiene menos relación con los
eventos actuales que con las memorias posteriores de Freud, probablemente modificado por las
dificultades que él tenía con Breuer – un colega, por todos conocido, de aquellos pioneros días –
acerca del papel de la sexualidad en la histeria.
Cuando Freud usa por vez primera el término “transferencia” – en 1895 en “Estudios en Histeria”
– él la creía una forma de resistencia como cualquier otra, y no le atribuía la importancia que
posteriormente ve en el fenómeno. Él la veía entonces como un límite en la eficacia y un obstáculo
en la relación de confianza necesaria para llevar a cabo el tratamiento adecuado. Él da como
ejemplos las quejas o el cariño excesivo que los pacientes podían manifestar inadvertidamente
hacia el médico. Su observación fue presentada dentro la discusión de los motivos inconscientes
detrás de su resistencia y como el paciente podía ser ayudado a superarla, como cualquier otro
síntoma es manejado en psicoanálisis.
La transferencia tomo gran significancia con el tratamiento de Dora por parte de Freud en 1905,
cuando él descubre que ella pone fin a su tratamiento debido a los sentimientos afectuosos y
eróticos que Dora transfería de forma inconsciente hacia él. Esto permitió a Freud definir la
transferencia como un displacer en el análisis de sentimientos, deseos, fantasías o quizás también
en todos los escenarios donde de hecho se reproducen experiencias pasadas con personas
importantes en el pasado de los pacientes y en particular durante la infancia. Pero aunque Freud
descubrió a posteriori que la transferencia jugaba un papel mayor en la decisión de Dora de
interrumpir el tratamiento, él no llego a considerar que fuera motivo trascendental detrás de
todas las dinámicas del proceso psicoanalítico. Esto es como él definía el fenómeno en aquel
tiempo:
¿Qué es la transferencia? Existen nuevas impresiones o reproducciones de los impulsos y
fantasías que son despertadas y hechas conscientes durante el progreso del análisis; pero ellas
tienen esta peculiaridad, que es característica de sus especies, que ellas reemplazan a algunas
personas pasadas por la persona del médico. Dicho de otra forma: el total de series de experiencia
psicológica son revividas, no como siendo parte del pasado, sino aplicadas a la persona del médico
en el momento presente. (1905e [1901]: 116).
Freud dio más detalles con respecto de la naturaleza de esta transferencia, diciendo que “no hay
medios de evitarla” y agregando “debe ser detectada casi sin asistencia” (ibid.: 116).
“Las dinámicas de la transferencia” (1929b) es el primer artículo escrito por Freud dedicado
exclusivamente a la transferencia; en el que usa el término “imago” – una idea de Jung – que
describe las representaciones internas del pasado de los pacientes las cuales son sustituidas en la
persona del psicoanalista. Freud también toma en cuenta la influencia de la transferencia del amor
y el odio resaltado por Ferenczi en 1909, después de haber observado que los pacientes tendían a
obligar al médico a adoptar el papel de figuras paternas quienes fueron simultáneamente amados
y temidos. Esto no es suficiente para pensar en términos simples de “transferencia”, escribe
Freud; el psicoanalista debe tomar en consideración las cualidades afectivas inherentes en la
transferencia: por tanto distingue la transferencia “positiva”, donde los sentimientos afectivos son
dominantes, de la transferencia “negativa” en donde los sentimientos son predominantemente
hostiles. Freud continúa el argumento de que los sentimientos afables vinculados con la
transferencia positiva siempre tienen una base erótica, en parte consciente y en parte
inconsciente, porque las relaciones tempranas establecidas en la infancia siempre involucran
objetos sexuales. Como resultado, la transferencia en el análisis siempre tiene un aspecto doble,
positivo y negativo; cuando la transferencia es acompañada por sentimientos hostiles o elementos
eróticos reprimidos, es transformada en resistencia. Esta doble corriente de afectos dirigió a Freud
a adoptar una idea de Breuer (1911) de ambivalencia. Sin embargo, como él decía, la ambivalencia
puede ser un fenómeno perfectamente normal, cuando se vuelve excesivo, especialmente en la
psicosis, puede inducir en el paciente una transferencia negativa hacia el analista la cual evitaría
un resultado exitoso del tratamiento.
Transferencia y repetición.
En 1920, en “Detrás del principio de placer”, Freud observa que en algunos pacientes la
naturaleza repetitiva de su transferencia parece ser imposible de superar; en lugar de progresar,
estos pacientes continúan y repiten sus frustraciones o reproducen sus síntomas porque
aparentemente ellos las encuentran imposibles de recordar y procesarlas adecuadamente.
Señalando que la conducta de estos pacientes contradice su primera teoría de las pulsiones
inconscientes – según la cual la mente humana tiene como meta principal la búsqueda de placer y
la evitación de displacer – Freud comenzó a darle en el tema esa concepción inicial. Él sugirió que
una implacable fuerza psíquica obliga a algunos pacientes a ir de angustia en angustia, de fracaso
en fracaso, de modo que ellos nunca consiguen superarlos. En orden de distinción este fenómeno
clínico de simple “repetición”, lo llamo “la compulsión a repetir”, porque el paciente parece ser
incapaz de la libre separación de esta fuerza pulsional compulsiva que Freud describe como
“demoniaca” (1920g: 21). Freud fue más lejos al postular la existencia, más allá del principio de
placer, de un conflicto primordial mayor – entre dos grupos de pulsiones inconscientes: la pulsión
de vida y la pulsión de muerte. Esta nueva idea le permitió describir la diferencia entre pacientes
neuróticos, quienes manifiestan “neurosis de transferencia” y siguen el principio de
placer/displacer, y aquellos que sufren de depresión, perversión o psicosis y que presentan una
“neurosis narcisista” y una transferencia hostil basada en el conflicto fundamental entre las
pulsiones de vida y muerte.
Bion, hace una diferencia entre la identificación proyectiva normal y la patológica. La diferencia
se basa principalmente en la capacidad de tolerar la ansiedad (pecho- inodoro).