Procura No Esperar

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2

Procura no esperar

Él una mañana partió y prometió volver, esa misma mañana ella,


con el corazón en la mano palpitando hasta casi reventar, prometió
esperar, así sin más. Él tiempo transitó y fue imposible detenerlo,
ella seguía pensando en él, soñó miles de veces con él, añoro
desesperadamente su regreso, lo necesitaba a él para sentirse
completa, las cartas esporádicas y con ausencia de romance no
bastaron nunca. Inesperadamente un día de mercado escucho
voces en el aire, casi murmullos, pero el nombre de él siempre fue
nítido, lo escuchó perfecto… ¡Estaba de vuelta!
De un instante a otro no cabía tanta algarabía en su pecho, todos
los colores que en su momento palidecieron ya lucían hasta
sobresaturados, ella pensó en prepararse, recibir a su amor como
merecía ser recibido, sacó de su bolso todo el dinero que tenía
disponible, y sin escatimar compró flores como para coleccionar,
harinas, especias y el más bonito vestido. Toda la tardé se reunió
con el recetario de su madre y juntos planearon el festín más
suculento jamás planeado, y esa noche al dormir sonrió tan real y
naturalmente, ilusionada por el día siguiente.
Al cantar del primer gallo ya tenía un pie fuera de la cama y en la
cabeza una vida planeada, preparó el desayuno, pero no comió,
pues esperaba compartir el pan con él. Y subió a la terraza para
esperarle, ¡oh si se ella supiera la tragedia que se venía! Por allá de
las 9 y un tanto más de esa misma mañana vislumbro en la lejanía
una figura masculina, una reconocible, para ella irresistible, era su
sombra, pero no estaba sola, en su confusión no veía claramente
parecía una chica sonriente, en la penumbra lo tomó del brazo y
entre la niebla lo besó. Pensó que tal vez solo alucinó, o que el
cansancio le afectó, pudo ser que por traerlo en la mente
trasnochó. Pero desgraciadamente su vista se desnubló, la chica
repentinamente colapsó, su pecho se inundó en dolor, el aire habia
dejado de ser suficiente, no podía consigo misma, tembló y se puso
fría, no alcanzó a decir nada más, sus palabras no tuvieron fuerza
para salir, quizás por no desayunar se fue nada más.
Las exequias fueron ostentosas muchas flores adornaron su cajón
hubo rosas hasta en la carrosa, y la comida estaba por demás
deliciosa, hubo de sobra a pesar de la zozobra. Hasta figuraba haber
sido premeditado por ella, más nosotros sabemos que ni un
segundo ella lo meditó.
Y a mitad de la mudanza él se enteró de la noticia tardó meses en
recuperar la sonrisa, su esposa lo acompañó a la misa, escucho
entre el barullo las voces acusarlo y sintió entre la multitud las
miradas observarlo.
Él sabía que no la mató, ella sola murió de amor.

Escrito para:
Rebeca B. L.
Cito a José Madero en “Final ruin”
“Un cuento no debe rimar
Mas me encanta subirle a la dificultad
Termino estrofas igual cada par
Yo sé, un cuento no debe rimar
He tratado la prosa, pero me sale mal
Sobre todo en este tan particular”

Debo ser pésimo escritor al no haber sido capaz de escribir sin


rimar.

También podría gustarte