La Infancia Entre El Pasado y El Presente
La Infancia Entre El Pasado y El Presente
La Infancia Entre El Pasado y El Presente
Presentación
Los pensamientos, las creencias y preocupaciones que a través del tiempo fueron
modulando la relación de los adultos con los niños sin duda han ido cambiando.
Las formas habituales de las prácticas de crianza de otros tiempos o de otros
contextos hoy pueden parecernos abusivos o crueles. Sin embargo, estas
prácticas sociales eran vividas como naturales en ese momento y en ese contexto
socio-histórico, existía un consenso que les daba legitimidad y permanencia.
Del mismo modo podemos encontrar que el trato que reciben hoy nuestros niños
por parte de los adultos se encuentra en cierta medida sometido al mismo proceso
de naturalización y legitimación. Los estudios que historizan acerca del concepto
de infancia relatan una serie de abusos cometidos con los niños en todos los
tiempos. Muchas de estas prácticas hoy las denunciaríamos como formas de
violencia o maltrato. Sin embargo, en aquella época formaban parte de la vida
cotidiana de las sociedades y gozaban de aceptación.
Nos toca ahora mirar la relación que establecemos hoy con los niños para
comenzar a instalar algunas preguntas acerca de nuestras concepciones,
discursos y prácticas con el objeto de evitar el silenciamiento y la legitimación de
nuestras prácticas educativas cotidianas naturalizadas.
El presente texto reúne los principales aportes de dos fuentes bibliográficas que a
mi entender son relevantes para comprender nuestras prácticas educativas -
familiares y escolares - desde una nueva perspectiva, aquella que nos permita ver
cuál es la concepción de infancia que heredamos, cuál es la que sostenemos y
cuál es la que queremos.
¿Cómo se organiza nuestra vida social? ¿Por qué las personas en un determinado
contexto comparten una manera particular de vincularse unos con otros? ¿Por qué
los miembros de una sociedad se sienten ligados entre sí? ¿Cómo ocurre que
experimentamos subjetivamente la sensación de pertenecer, de formar parte de
un colectivo social?
Para modificar alguna de estas creencias o mitos que nos gobiernan es necesario
en primer lugar "desnaturalizarlas", es decir desocultar su carácter cultural,
construido.
Decimos que tenemos que desmitificar estas cuestiones porque para que una
práctica social cambie es necesario modificar las creencias que la sostienen y le
dan sentido. No hay cambio si no hay un cambio en el imaginario social.
Las creencias y mitos que organizan nuestras vidas son cambiantes, precisamente
la historia nos demuestra el carácter cultural de nuestras creencias. Pensemos en
alguno de los prejuicios por ejemplo, el significado cambiante que se le atribuye a
la cuestión de mostrar el cuerpo. Si en otras épocas y en otras culturas las cosas
fueron diferentes, no son tan naturales como las percibimos en nuestra vida
cotidiana. La naturalización es uno de los grandes obstáculos para el cambio
porque legitima formas de actuar y pensar y, además, crea consensos.
Sin embargo no es tan fácil operar este quiebre. Los mitos son muy eficaces.
¿Cómo logran su eficacia?
Se pueden señalar varias características que contribuyen a hacer tan eficaces a
los mitos. Por una parte se enuncian en forma repetitiva y con insistencia. Por
ejemplo: afirmamos con frecuencia que "los hombres no lloran", o que "el amor
verdadero es para toda la vida".
Son afirmaciones que ocultan lo histórico y construyen una realidad como si fuera
una realidad objetiva. Construyen e instalan regímenes de verdad. Las verdades
son absolutas y universales. Quedan ocultas las contradicciones entre el mito y la
realidad. Por ejemplo, la creencia de que el amor materno es instintivo. La realidad
nos muestra claramente de qué manera el amor materno está afectado por
múltiples condiciones, sociales, económicas, culturales. Sin embargo las mujeres
lo sienten como una condición natural inevitable y, desde que son niñas desean
ser madres. Decimos con insistencia que una mujer no se ha "realizado" si no es
madre. Esto es efecto del mito, de la fuerza con que opera en lo más profundo de
nuestra subjetividad.
Los mitos institucionalizan tanto relaciones materiales como subjetivas. Prescriben
desde contratos laborales hasta relaciones matrimoniales.
El mito es uno de los elementos básicos que hacen que el poder funcione.
Hablamos de "poder" en el sentido clásico del término: la capacidad de afectar a
otros en mayor grado de lo que se es afectado. Los otros elementos que hacen
que el poder funcione son: la violencia o la fuerza y el discurso del orden (normas,
leyes)
Cabe ahora preguntarse cómo concebimos la infancia hoy. ¿Cuáles son los mitos
que construimos alrededor de la infancia y que sostienen los discursos y las
prácticas de crianza tanto familiares como escolares?
Historizar acerca del concepto de infancia nos permite explicar cómo se sostienen
ciertas prácticas sociales a lo largo del tiempo. Los niños no fueron concebidos de
la misma manera en todos los tiempos. Estas creencias acerca de los niños y de
sus necesidades fueron modelando diversas formas de vinculación por parte de
los adultos. Algunas permanecen como modelos heredados mientras que otras se
fueron modificando.
Resulta interesante comentar el trabajo que vengo realizando con docentes para
tratar el tema de las necesidades emocionales de los niños en su temprana
infancia y el rol de la maestra. El trabajo consiste en una actividad de taller para
indagar las ideas espontáneas que los participantes tienen acerca del vínculo
madre-hijo. El propósito es comenzar a desmitificar algunas certezas que
gobiernas nuestras acciones.
En primer lugar se pide a los grupos que intenten definir qué significa la expresión
"amor materno o instinto materno" en nuestro lenguaje cotidiano, a qué nos
referimos cuando hablamos de "amor materno". Aparecen entonces las
significaciones habituales que por tan habituales se conciben como hechos
naturales. Por ejemplo la gente acuerda en que esta expresión alude a una
condición propia de la mujer para cuidar de sus hijos, es el impulso a amar a los
niños en general, para algunos es extensivo a los hombres, padres, para otros se
generaliza en un rasgo que se refiere a cualquiera dispuesto a proteger o entablar
un lazo afectivo con otra persona más débil, etc.
Más allá de que el deseo de amar a un hijo sea un hecho "natural" o "cultural", el
amor materno se instala en el presente como un imperativo en la medida en que
transitamos un momento histórico en el cual concebimos al niño como un ser
necesitado de afecto y cuidados maternales. Sin duda, los aportes de la psicología
del niño y del psicoanálisis han operado una transformación en los discursos
acerca del niño para que esta concepción se legitime. Pero, ¿en qué medida se ha
operado una transformación en las prácticas sociales y en las relaciones que se
establecen con los niños?
Los resultados de esta investigación son muy deprimentes. Revelan una larga y
triste historia de abusos cometidos con los niños desde tiempos remotos hasta
casi nuestros días. Por supuesto no se puede generalizar en forma absoluta,
siempre hubo padres que amaron y trataron bien a sus hijos. En muchos casos los
errores en la crianza se debieron más a la ignorancia que a la mala voluntad.
Si bien hasta hoy los casos de niños maltratados son frecuentes, los historiadores
señalan que a partir del S XVIII fue desarrollándose paulatinamente una actitud
más humanitaria.
Todo esto no quiere decir que los padres de otras épocas no amaran a sus hijos,
sí los amaban. Hoy también les pegan y los quieren. Antes y ahora hay
manifestaciones de ternura, especialmente cuando los niños no demandan nada.
Los padres, de todas las épocas, han tenido dificultades para alcanzar el nivel
empático opina De Mause. Las representaciones colectivas acerca del niño fueron
sosteniendo diversas prácticas aceptadas y justificadas. Veamos como algunas
prácticas históricas dan cuenta de la concepción de infancia que se tiene.
Fajas: El niño está tan lleno de peligrosidades. Para controlar estas peligrosidades
es necesario fajarlo atado y apretado durante mucho tiempo.
Abandono: La forma más común era enviar al niño a la casa de la ama de cría.
Las nodrizas existieron desde la época de la Biblia. En el S XVIII la gran mayoría
de las madres trataban de evitar darle de mamar a sus hijos.
Los niños permanecían en las casas de las nodrizas entre dos y cinco años. La
costumbre persistió en Inglaterra hasta el S XVIII, en Francia hasta el S XIX y en
Alemania hasta el s XX.
Recién en el siglo XIX los poderes públicos comienzan a pensar en los niños como
personas con necesidades especiales, vulnerables, desamparados; y no como
adultos pequeños prestando servicios a sus padres.
Voy a esbozar muy brevemente algunas reflexiones acerca de dos cuestiones que
hacen a nuestra práctica pedagógica en el Nivel Inicial. La idea es que a la luz de
estos enfoques podamos ir delineando un proceso de análisis acerca de la
infancia en el presente. Detectar nuestras creencias cristalizadas y naturalizadas
para crear condiciones que nos permitan producir nuevas significaciones acerca
de las problemáticas educativas. Intento dejar formuladas algunas preguntas para
que el lector pueda acordar o debatir aportando su propia perspectiva.
Sin duda nos encontramos ante un problema que tiene un fuerte impacto en las
instituciones de Jardín Maternal. Cómo se organiza el vínculo con la familia
considerando que las madres, al no cumplir con las expectativas sociales del
"amor materno", sienten que traicionan los mandatos de la naturaleza. Las
mujeres en el pasado entregaban a sus hijos a las nodrizas pero no sentían culpa
por ello. Hoy se delega en la institución y esta práctica genera ansiedad y tensión;
tanto en los que delegan como en los que reciben.
¿Qué pasó con el interés del Estado de frenar los índices de mortalidad infantil
que generaron los discursos del amor maternal? Todo parece confirmar que las
nuevas transformaciones sociales han producido un viraje en los intereses del
Estado que hoy priorizan la inclusión de la mujer en el sistema laboral dando lugar
a un nuevo discurso acerca de los beneficios de una educación sistemática,
institucional, en la temprana infancia.
La pregunta que surge, a partir de los aportes que historizan acerca del trato que
han recibido los niños en el pasado, es en qué medida persisten en nuestras
prácticas educativas los modelos heredados y sobre qué concepción de infancia
se sostienen. En el caso de la puesta de límites y la enseñanza de normas y
valores nos encontramos con algunas modalidades que, si bien van cambiando en
su forma, conservan los supuestos básicos de las relaciones establecidas con los
niños en el pasado.
Los especialistas nos advierten que los niños que se "portan mal" son aquellos
que se "sienten mal". Se sienten poco reconocidos, que no valen, que no son
queridos ni aceptados. Estos niños, con frecuencia han tenido una historia familiar
difícil y no han recibido un trato que los haga sentirse valiosos, sienten que no los
quieren. Considerando que este sentimiento de "no pertenecer" es uno de los que
mayores sufrimientos nos trae, también a los adultos, podemos hacer una lectura
diferente: que los niños se portan mal porque necesitan ser mirados.
Las maestras dicen que son chicos que "quieren llamar la atención". Pero veamos
como significamos esta expresión "llamar la atención"
Tal vez sea necesario resignificar este llamado de atención y pensarlo como un
pedido de alguien que está padeciendo, alguien que sufre y necesita que lo miren,
que lo atiendan. Generalmente los niños que se portan mal al final consiguen
despertar molestia y rechazo en los otros. Así, confirman y refuerzan lo que ellos
piensan de sí mismos: que no valen. Y, mientras no comiencen a sentirse bien
será muy difícil que puedan portarse bien ¿Cómo hacemos para quebrar esta
secuencia?