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BOLETIN

DE LA

SOCIEDAD ESP AÑO LA DE EXCURSIONES


ARTE - ARQUEOLOGIA - HISTORIA

Año LlI Segundo trimestre Madrid 1944

El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia


en el Museo del Prado

De Catalogación.-Nejtanebós 11.
- Textos.-En la isla del Nilo.- En
Roma.-Las otras esculturas egip.
cias del Prado.-Nota estética con-
siguiente.

De Catalogación

Hablemos, una vez, de las estatuas egipcias del Museo del Prado.
Las estatuas egipcias son allí corno. la Cenicienta. Nadie las mira, en
la penumbra de un paso; _y de un paso del piso bajo, y en oscuro esba-
timento entre dos luces contrapuestas: entre el ingreso bajo, el de las
altas columnas, franqueable desde el paseo de! Prado y desde la sedente
estatua de Velázquez, y subidos (tras de los torniquetes), tres o cuatro
escalones: el lugar más oscuro de la sala avalada, la princi.pal de la Es-
cultura clásica; 10 princi.pal a la luz (luz de Este, que no ya de Poniente},
y como luz casi única.
En ese oscuro ambiente, y labradas en piedras negras o negruzcas, las
tres egipcias estatuas, grandes, y la egipcia cabeza, no pequeña, no las ve
y diré que no Ias atisba nadie. Y ese "nadie", es decir, 'esos negativos "to-
das", tienen (como dejo ya explic~do) una excusa bastante, y suficiente
para su preterición de mera inadvertencia.
Quienes no la tenemos somos nosotros, los del Museo, los hombres
de su dirección, su catalogación, o los pregoneros de sus riquezas; los que
responder debemos, o deberíamos, de todo "capital" o parte del capital de
66 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.· del Prado

"riqueza estética" allí inactivo, improductivo, cual encerrado en cajas:


como el oro del viejo avaro.
Un solo catálogo de la Escultura del PIlada 'se ha publicado hasta el \

día, en los ciento veinte años de la existencia del mundialmente 'famosísi-


IDO Museo. Es el catálogo del que (sobre escultor laureado) fué "conser-
vador" de la Sección de Escultura, D. Eduardo Barrón. Lleva el extenso
libro de 1908 (publicado de :R.~al Orden de 7 de septiembre de 1907)

el título, que diré "integral", de catálogo "de la Escultura" (la del "Mu-
seo Nacional de Pintura 'y Escultura") , " Pues con catalogarse por Ba-
rrón en las 300 páginas de texto, todo lo existente, clásico grecorromano,
o bien del Renacimiento (el Prado nunca tuvo, ni tiene, escultura medie-
val), j se olvidó de las cuatro bellas' piezas del arte faraónico o postfaraó-
nico! j Y claro que fué como por pura inadvertencia, pues no se le ocu-
rrió dar una razón. In1iuna excusa siquiera! A1 maravillarme (ahora, es-
tos días) del inexplicable hecho, pensé yo si es que se hubiera discurrido
un tiempo, y se realizara luego temporalmente, la cesión d~ tales obras al
Museo Arqueológico Nacional. en donde hubo y puede volver a' haber
una gran sala egipcia. Pero (aparte mi memoria, aunque ya claudicadora,
la muy pícara) el propio difunto Barrón ofrece, sin él darse cuenta, un
testimonio de la permanencia en su tiempo, como ahora mismo y en el
mismísimo lugar, de la principal estatua egipcia y del busto egipcio del
Museo: pues la fototipia de la "lámina La" (tras de la portada y los
prólogos puesta), al darnos en nítidos blancos las colosales estatuas del
Vestíbulo (rotonda de entrada en conjunto), deja ver en lo oscuro, en
la penumbra que dije, de la dicha Sala ovalada, muy en negro sobre
paredes casi negras y sobre pedestal negreante, algo que parece indefinida,
escultura, y es (allí. entonces, y es allí. ahora) (1) el arrodillado orante
Faraón, principal personaje egipcio del Museo del Prado: a 'Vista atenta, '
lo adivinábamos; pero lo confirma (por fortuna) el fuerte reflejo de luz
en dos planos: el del pedestal. rectangular y el del perpendicular altarcillo
sobre sus oblicuos muslos. ,. j es él, es el más agraviado por Barrón!: el por
Barrón preterido último de los Faraones de Egipto: el último de los de
la 30 y última dinastía; es, a la griega, el llamado Nejtanebós Ir (a 'la

(1) El día 9 de mayo de 1944, la estatua ha sido cambiada de lugar, aunque en


el mismo Salón: lejos de la preciosa pieza egipcia recién ingresada: el halcón- HOl1l,s. de
la espléndida donación del mexicano Sr. Zayas: otra de las Zayas, es de arte asiático,
sumir, y las restantes, griegas.
. ,
Ellas Tormo 67

latina Nectanebo lI) y en el idioma suyo egipcio Nejt-Nepf : No el Il,


sino único de tal nombre Nejt-Nepf, pues su presunto padre no se ape-
llidaba exactamente en lengua egipcia con iguales palabras, sino con
otras sólo parecidas.
Después del libro del escultor, el de Barrón, vino, espontáneamente
(sin intervención del propio Museo del Prado), una catalogación fran-
cesa. De un joven, ya docto entonces, estudioso y del todo a 'la moderna
(de un pensionado: tras de su carrera universitaria), miembro de la Es-
cuela de altos Estudios Hispánicos.
Robert Ricard, en Burdeos y en I923, vió publicado en 4.0 su libro
"Marbres antiques du Musée du Prado, Madrid", con no menos de
74 láminas (de doble y de triple obra reproducida, algunas de ellas) y
140 páginas de impresión. '
A pesar de decir el título "!Máinioles", incluyó Ricard en texto y en
las reproducciones los 'escasos bronces. Pero a pesar de la frase general
del título: " .. Antiguos", ¡no estudió, ni catalbgó.Lni reprodujo las
pétreas estatuas y el pétro busto egipcio! i Y no dió siquiera,' excusa l, ni
alusión, ni noticia, 'con ser bien' docto y adecuadamente trabajado, 'tras
de la "Intr.odúction",' su trabajo también preliminar "Hdstorique de la
Collection" (2) .

Nejtanebós Il, el último de los Faraones

Del que vemos como total olvido; y de todos, 'VInO a despertar una
simpática voz juvenil. en un lindo folleto editado en Madrid, Imp. Clá-
sica Española, 1924. El autor: R.. Blanco y Caro, ahora profesor de Ins-
tituto (según creo), e hijo del tan conocido escritor M. R. Blanco-Bel-
monte, ya hoy fallecido: "Un recuerdo del último Faraón en el Museo
del Prado" es el título del Iibrico ; añadiendo estas algo aquí sorprenden-
tes palabras "(Notas arqueológicas y epigráficas) ". Sorprendentes, y más

(2) Si los catalogadores (el español, el francés), los más dbligados a no tener
olvidos, se olvidaron de las estatuas egipcias, i no es de extrañar que' las "Guías", los
libros de guía sobre la España toda, las pasaran por' alto! La Guía "Baedeker", ale-
mana, ola guía francesa "Joane", la de 1911 (prólogo del bien por mí llorado rnon-
sieur Bertaux}, nada dice en su lugar (p. 165), al anotar o describir la Sala, la
misma Sala, La española "Novísima Guía" (E. López), 1924. p. 97, es la que algo
se contenta, con decir las solas palabras "varias esculturas egipcias" (p. 97).
68 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.°d~elPrado

en un joven español, por tratarse de. epigrafía jeroglífica. El título sigue


diciendo: ... "Traducción del texto jeroglífico, corregido por E. A. Wal-
lis Bugde, Conservador de las Antigüedades egipcias y asirias del Museo
Británico". Y todavía se añade en el titulo: "Epílogo de M. R. Blanco-
Belmonte"; el cual llamado "epílogo", del padre del joven (entonces
y ahora, pero ahora ya profesor de institución de 2." Enseñanza), es una
composición poética en rima asonante, de romance, pero de siete estrofas,
lindas ellas y dedicadas a la escultura tan sólo, que no al hijo suyo que
la levan tara del olvido (3).
Quién, Blanco Caro, en el librico puso un fotograbado (de Ciarán,
fotografía. de Duque) en que se ve (de tres cuartos, a la diestra del Faraón
el fotógrafo) casi la estatua entera, de cabeza a sólo las arrodilladas ro-
dillas; añadiendo el joven escritor, y de trabajo suyo personal. ótras dos
láminas: de los jeroglíficos a la espalda de Faraón, la 2.a, y de los otros
de los cuatro lados del pedestal (lo allí auténtico y también 10 de labor
postiza, discriminándolas el texto) los restantes jeroglíficos.
El nobilísimo arranque del estudiante, hoy joven profesor, fué el
de decidirse para 'el caso a aprender el idioma egipcio y la escritura de
sus jeroglíficos: ello sin maestro. pero aprovechando los libros que pidió
a Inglaterra, del dicho Mister Wallis Bugde precisamente. Yo estoy se-
guro de que ihace los veinte años, se publicaría y se celebraría la literaria
hazaña del jovencísimo egiptólogo español. Pero yo debo recordarla hoy
y ponderarla, y también, en 10 posible a mi pluma, popularizarla. Por-
que, gracias al rasgo, cual de aventura literaria entre nosotros, y cele-
brándose, seguramente que despertó aquí del olvido, de la preterición dos
veces secular ya (dos siglos de tener . en España la escultura, teniéndola
.
. anónima) ; iY en el mundo veintitrés veces secular}, pues hace en este año
,1944 no menos de 2.}02 años que comenzó a reinar en el Alto y el
Bajo .Egipto el último Faraón indígena, verdadero Faraón, el llamado
en egipcio Nejt-Nepf, en griego Nejtanebós Ir y en latín Nectanébus Ir:
el hombre de la estatua arrodillada, de orante y de ofreridante, de nuestro

(3) En la bella poesía. la del señor Blanco- Belmcnte, en el librito de: su hijo, ha-
bría de recrificarse 10 de "tosca" (dos veces), lo de "sola" (pues son cuatro las estatuas
o cabeza egipcias), y tamibién lo del "granitd": que al menos en Madridl, nos suena a
cosa bien distinta de los basaltos, y todas las otras piedras de toda la estatuaria egipcia.
Cuando catalogó el librito de Blanco Caro, la estatua del Faraón en el Prado, te-
\
nía al pedestal una ca rtelira. Simplista: "Figura egipcia. No catalogada". Ahora na tiene
nada.

. ••

Elias jarillo 'j"

69
Museo del Prado: según 10 dicen, 10 garantizan y 10 repiten los jeroglí-
ficos del plinto y los de la pilastra de la espalda del mismo monumento
escultórico.

Lo principal del trabajo del Sr. Blanco Caro fué la lectura, que
creyó él' ser el primero en hacer, de las inscripciones jeroglíficas y de sus
cartelas del Faraón, fijando en consecuencia las fechas, las de dicho mo-
nuca reinante desde el 358 al año 340 antes de Cristo, que es cuando,
al perder él la corona, perdió definitivamente la independencia el Egipto
de los Faraones: la inmedia ta pero efímera dominación persa (la de los
que le vencieron y le conquistaron el país) fué bien luego sustituida
por la conquista, para el Egipto benévola, de A¡lejandro Magno: después
de quién, la familia de uno sus generales, la estirpe de los Ptolorneos, re-
girá a la griega el Egipto; como, después de Cleopatra, serán Augusto y
los Emperadores romanos los que regirán a la romana el Egipto: el Egip-
to, y como monarcas absolutos y patrimoniales (lo más patrimonial del
vastísimo Imperio). Pero unos (los Ptolomeos Lágidas) y los otrcs
(los Augustos y Césares romanos) en Egipto respetarán usos, costum-
bres, religión, cultos, lengua y escritura, y tendrán, ellos también, su
cartela jeroglífica para sus monumentos, de estilo y de modas egipcios:
pues no siempre edificaban a la griega o a la romana los Tolomeos o los
Augustos allí reinantes.

El bello, el bien editado trabajo de Blanco Caro· merece consideración


ponderativa, que yo _Ie tributo sinceramente. Pero no fué él el primero en
"deletrear" (no "letras", sino jeroglíficos) las inscripciones de nuestra
estatua faraónica del Museo. Estaban deletreadas, y la estatua del todo
catalogada muy de antemano, pero en la docta Alemania; sin que en
España, al menos en nuestras generaciones (de la mía, de viejo, a la de
Blanco Caro, de joven) por nadie se hiciera mérito, ni mención, ni lo-
grara aprovechamiento alguno de ello.

El primero que leyó en nuestro Museo los jeroglfficos en cues-


tión fué el alemán Lépsius; y el primero, j y el único l, en catalogar
ésa, como las otras tres esculturas egipcias, fué Hübner, El libro de
Hübner, impreso fué en r862 (siete años antes de que yo naciera); antes,
años y años antes, el trabajo de Lépsius se publicó en su libro "Konigs-
buch " (esto es: "El libro de los Reyes"), precisamente al tratarck la
· 70 El último de los Faraones, y la estatuarla egipcia en el M.O deLPradó

XXX dinastía: de la cual fué último Faraón el Nejtanebós II de los


libros griegos, el Nejt-Nepf de las inscripciones monumentales o ma-
nuscritas.
Lépsius, el verdaderamente primero conocedor y apreciador de nues-
tra estatua del Faraón orante y oferente al dios Osiris, no era sino uno
de los padres de la Egiptología; pero que él visitara Madrid yo no 10 sa-
bía. Y digo esto porque cuando Blanco Caro ignoraba, fiándose de los
datos negativos de nuestro Museo del Prado, cuándo y cómo llegaron
al mismo las estatuas egipcias, suponiéndolas de ingreso no lejano, ellas
estaban ya en España desde el siglo XVIII y en, las propias Reales colee-
cienes, e ingresaron en el Prado con ellas seguramente cuando del Pala-
cio de la Granja fueron llevados al Prado todas las esculturas clásicas:
las en San Ildefonso, un' siglo antes, instaladas por Felipe Vy su es-
posa Isabel de Farnesio (4).
Lépsius (Ricardo) fué un egiptólogo y un 'lingüista. Naciera en
Naumburgo, en 18IO (el 23 de diciembre), y murió (en 10 de julio)
en 1884. Al morir, era el Superior Bibliotecario en Berlín, .en la gran
Biblioteca universitaria, pero muchísimos años antes ya fué él el Director
(Oberleiter) de la gran expedición científica al Egipto, de 1842 a 1846;
y desde 1846 y como en consecuencia, ya fué hecho catedrático de la
Universidad de Berlín. Su grandiosa obra, la suya maestra, fué su libro
"Denkrnaler nach Aegypten and Aethiopien" (monumentos en Egipto
y Etiopía);libro en doce tomos, publicados de 1849 a 1860, con 'texto
de 4 tomos y con otros tres de complementos, publicados éstos de 1897
a 19°4; ya después de la muerte del autor,el final de la impresión. Lép-
sius, además, inventó un alfabeto para la escritura de las lenguas más
extrañas y sin literatura; pero lo que aun nos interesa decir es que, aguas
arriba del valle del Nilo, completó el estudio de los faraones etíopes
-(dinastías XXIII. XXIV, XXVI), cuyos desapacibles emporios artís-
ticos fueron en Mléroe y Nápata : precisamente el estudio que más re-
cientemente' ha renovado (sobre las huellas de Lépsius, el alemán) el
inglés Budge, precisamente el que, de lejos, ha sido el maestro de nuestro
Blanco Caro. Como veremos, el e~tudio de Lépsius de la estatua del
Faraón del Museo del Prado, lo incorporó en su trabajo del "Libro de

(4) Comprada en Roma, la colección, allí formada por la Reina Cristina de


Suecia. Al Prado llevada por Isabel It
Elias Tormo 71

los Reyes" (Kónigsbuch) , publicando al caso (por lo visto; lo presumo,


pues no alcanzo a conocer el libro) nuestra estatua (lámina 50 a p. 673),
como nos lo dice Hübner.

Textos .catalogales

Como me propon.go dar aquí los escasos textos catalogales, los an-
teriores y los posteriores al elegante folleto de Blanco Caro, vayan aquí
los solos dos existentes sobre la estatua de Nejtanebós; y primero pondré
el más moderno, el del Catálogo que decimos del Sr. Sánchez Cantón,
y después el tan olvidado de todos, y tantos años de todos preterido,
catálogo de Hübner.
Fué catalogado el monumento de Nejtanebós en el único Catálogo
de la Pintura del Prado en que se incluyó la escultura, el de 1933, con
estas, para 10 en el mismo acostumbrado,
• no cortas palabras (pág. 524):
"412-E.-Oferente. Piedra negra: alto, O,97.-Hombre arrodilla-
do; adoeado a una pilastra con abundantes restauraciones. En el plinto,
una inscripción, con restauraciones también. La pila';itra, intacta, ostenta
un epígrafe con una invocación a Osuis M!erti en la co~mna y el nom-
bre del Faraón oferente, que es Nectanebo JI de la XXX dinastía, último
rey de Egipto (35,8-350 a, d. c.), derrotado por (os persas. Arte Saita.-
Se debe la lectura de la inscripción a R. Blanco Caro, en su folleto: "Un
recuerdo del último Faraón" (1924.")
Hasta aquí el texto o, papeleta de Sánchez Cantón. Y ahora la pape-
leta de Emil Hübner, de 1862 impresa:

La estatua arrodillada de Nectanebós 11

Número 412 [numeración posterior al Barrón]:


Texto H iibnet íntegro: (Número) "1".
F. 95.- [Quiere decir colocada a mediados del siglo XIX en ls»Sala
grande, que hOI) son dos, la que va entre el vestíbulo central Ij la 'rotonda
baja del Sur, Ij puesta la obra en la fila o la espina central; y era la no-
vena a contar desde el N arte (según se aclara en el especial plano ilndica~
dar, Ij allí se oeia fácilmente el respaldo . con los jeroglíficos)] .
~,

34.-[Número que indicaba un inventario del Archivo del Real Pa-


lacio.]
; '-.
72 El ultimo de Losiaraones, y la estatuarla egipcia en el M.o del Prado

H. I,03.--{Indica alto, y en metros.)


(Piedra negra y manchada de verde y piedra oet de.)
Jooen egipcio accodillado (en su origen Rey Nectaneboy, desnudo;
con un Faldellin ["eskenti"] a la cadera. A la cabeza lleva el acos-
tumbrado paño [claf] caqetne a los dos lados. Encte las rodillas sos-
tiene, al modo de rrapezóforo, un pedestal [pilar-tablero, a litar, cual me-
sita J, probable para oicenda de sacrificio, La estatua muestra que ya en
la anttqiiedad f.cié estropeada y tuvo qae ser cestourada, asi el material
en el que va la inscripción, de cierto en la parte auténtica [p,rimé.iu12 ]"
(S una piedra semejante a la serpentina, negra y con 1 pequeñas] manchas
verdes'. Los temieridos de la antif¡'üedad son de piedra oetde sin manchas;
los modernos, de otra gris, con manchados negros y blancos. La total
cabeza, con e! comienzo de las caqentes bandas laterales del paño [daf]
de la misma cabeza, es de piedra verde: débese, por el trabajo y por el
material, tenerse por antigua, pero coctespondiente a otra estatua de per-
sona privada. En la misma cabeza hay u~a pieza: sobre el ojo diestro fj la
mejilla diestra Cj hasta sobre la nariz, que de nuevo t ué de reeunuucion
y en piedaa gris. A porte de la diferencia de materiales, demuestra la falta
del U reus, la :serpiente sagrada, sobre la frente (que notoriamente tienen
que llevar las efigies de Rey), que la cabeza no es la correspondiente a
la estatua. Ya de restauración moderna, débense reconocer la total al
extremo caqente tela del tocadó de la cabeza a la diestra, más toda la
pacte del pecho con el brazo diestro, una parte del citado caballete o
banquillo [altar J puesto entre las rodillas, como también la parte nueva
del plinto con los jeroglíficos puestos en 1'(Imisma.
"Ajello [el abate al servicio de nuestra Reina Isabel de Famesio]
1, 1 (?): [Indicación de la duda del mismo H übner] .
"S. !ld. [Palacio de la Granja] la, 136 "ídolo egipcio en mármol
negro? [orrc duda de H übnerJ. Reproducido [grabadito pequeño, no di-
ciendo nombre ni rango] por el conde de Claree, lámina 998, 2559.
B (número)'.
"Yo lH<übner] participo de las observaciones de Lépsius sobre Las
insaipciones jerof¡,líficQls de esta estatua; también le sigo en' su juício y
discriminación de los postizos de restauración. (Dice Lépsiws): "La es-
tatua correspondió ociqinariamente al Rey [en griego] Neizonebos (JI),
el-último de los Faraon~s nacionales, de la dinastía xxx, el tercero -d~
ellos. [Años] 358 a 340 antes de Cristo." (Véase Lépeias, "Koniqs-
BOL. DE LA SOc. ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII .
Museo del Prado

NEJTANEBós Il, último Faraón de Egipto.

Estatua oferente (1'03 m.): piedra negra, y verdosa o con manchas negras en lo repuesto de antiguo.
(a) De perfil: auténtico casi todo lo visible de lo jeroglífico. (b) De frente: no auténtico lo jeroglífico.
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO Lll
(a) Museo del Prado (b) Isla de Filae (e) Museo Vaticano

..

(a) NEJTANEBÓS Il, reverso de la estatua oferente. Piedra negra.algo de verdosa en el brazo ... Auténticos los jeroglíficos
(con polvos blancos de relleno, hecha la fotografía, para su más fácíllectura)
(b) Del subsistente gran "Pabellón» de Nejtanebós Il en la Isla de Filae, Alto Egipto (según Prisse d'Avennes).
(e) Uno de los dos subsistentes colosales leones de Nejtanebós Ir, hoy en el Museo Egipcio del Vaticano
y su sala de honor y al centro de ella.

rfAUSER y MENET
MAORID
Ellas tormo 73
buch": "Libro de los Reyes", lámina 50, 673.) De las incripciones
[son dos], es la del pilar [pilias/m] a Ia espalda [a la figura adhetidcú
la conservada entera; de las del plinto primitivo, solamf21ntela del lado
po.~te.rior,y hasta el extremo junto al' pie diestro. Lorestame!f/,e comple.tó
con escritura [seudo] j;e-roglífica. La parte antigua de la irtecritxion nos
dice: "Hijo de Ra [el dios dieZ Sol], de su estirpe, el que le ama
Nejtnebf (Nectanebus), siempre vivo, amante de Osuis Merti, del gran
Dios, Señor del Cielo, en la ciudad Bahet," De las otca« partes vense
rectamente la misma inscripción bosta el medio die la parte traseca, a pesar
de no conservarse sino poco. En ambos lados laterales faltan, sin duda,
sólo los cestantes non:bres [epítetos] del Rey, los que en la inscripción
de detrás se encuentran. Et epíteto de Os iris "M¡e,r'ti" es en los mona-
mentes raro [eu,rioso] asimismo, corno el nomb re de la ciudad de Bahet,
en la que este Osiris era honrado. En la inscripción a las espaldas en el
pilar, va, en la columna a" derecha, ez' nombre, el primer nombre, y los
epítetos de Ositis Mecti, "Rey de los Dioees, el mayal!' Dios, Señor del
Cielo, habitante en Bahet, al que el, Rey, al dador de la vida ama." .
La pérdida de la cabeza es tanto más de Lameruox porque hasta el día
[mediados del siglo .XIX] , s610 se conoce un retrato de Nectanebo, el del
Louote tLépsius, "Monument,os de' la Expedición prusiana", 3, 30!, 82).
Y aquí finaliza (copiada íntegra, traducida) la papeleta catalogal del
Hübner: libro impreso en 1862.
Resulta de 10· dicho por Hübner (y seguramente tomado del texto de
Lépsius, y pcr tanto autorizadísimo), y resulta también de 10 dicho por
Blanco Caro (y consultado con WaUis Bugde) que las dos inscripciones
altas y perpendiculares de la pilastra al respaldo de la estatua orante, son
del todo auténticas, y sólo en un punto alguna pérdida por un fuerte gol-
pe; y que, en cambio, las inscripciones también jeroglíficas del pedestal °
plinto son en parte auténticas y en parte falsas; estas últimas, a una, vie-
ja restauración, hecha por ignorante de todo lo jeroglífico, imitándolo
caprichosamente.
D~ la lectura de los textos del Hübnery del Blanco Caro haré, para
su no fácil comprensión o planteamiento, un párrafo y un gráfico discri-
minadores de lo auténtico y 10 apócrifo. Advertiré que yo siempre me
digo, cuando "derecha" o "izquierda" las del que mira un cuadro, y, en
cambio, las palabras "diestro" o "siniestro" las refiero, no al espectador,
sino al personaje del cuadro ° del relieve: es mi costumbre. Pero claro
74 El último de 10$ Faraones,!J La estatuaria egipcia en el M.b deLPrado ·
que en estatuas (las que deben mirarse cambiando, y circularmente, los
puntos de vista) ya no caben mi "derecha" ni mi "izquierda". Por ello
ahora, pues, diré "diestra" y "siniestra" las de la estatua o busto o cabeza
y lo mismo "delante" y "detrás", "frente" o "espaldas", referidos al
Faraón y no al espectador.
Pues así digo que las inscripciones jeroglíficas del plinto o pedestal
son falsas ... : 1. 0
, en todo el delante, el frente, en absoluto: 2.°, en parte
mínima del lado siniestro, precisamente la del ángulo con el frente; 3.°, la
de un tercio o algo más del diestro, precisamente también la' inmediata
al frente: es decir, 1.0, 2.° Y 3." juntas y falsas; y 4,'1 un muy poco en el
puro ángulo diestro-espalda; esto es: algo muy poco en cada dirección.
Resulta, en consecuencia, casi enteramente auténtica la inscripción del
pedestal en el detrás o la espalda y casi enteramente también auténtica
la inscripción del siniestro, y así dan auténtica la mitad del perímetro.
Pero queda además auténtica una parte- del diestro, la más hacia la espalda,
menos el angulito dicho.
Alhora bien: se da el caso de que .la inscripción del pedestal, en total,
son dos inscripciones, ~ro de igual texto y del todo repetido. Pero ien
direcciones opuestas l ; ,es decir, a 10 europeo escrito (de nuestra izquierda
a nuestraderecha); y a 10 semítico (de derecha a izquierda) : ambas di-
recciones horizontales (cuando las de la pilastra de la espalda perpendicu-
lar son, como hemos dicho, ambas de arriba a abajo). Ejemplo de ex-
plicación en lo del pedestal: a espaldas suponiendo la palabra, España
como final, e üía al centro:
ESPAÑAÑAPSE
y~ en cambio, a la cabecera, e iría la. misma palabra delante:
AÑAPSESPAÑA
En el monumento comenzó el doble texto al centro del delante; y
acaba, todavía, al centro del detrás.
Con 10 .cual, y recordando 10 antes dicho, y mirando las líneas del
dibujado cuadrado, y sus faltas, resulta que falta en absoluto el comienzo
del doble texto, en todo '10 delantero; pero que las otras faltas se suplen,
por no ser faltas dobles.
Lo unido o refundido en único texto, 10 deja traducido Blanco Caro
así: " ... como hijo del Sol de sus entrañas amado Nekbt-Nebt vida eterna
Osiris Merki dios grande Señor cielo gobernador Bah':; en su ongi-
na río estilo j estilo que diré de cual de telegrama! el que luego Blanco
-

Buos Tormo 75
Caro lo pone más en español corriente: , "Nekbj-neb-f. hijo del Sol
y amado hijo de sus entrañas j vida eterna! al gran Dios Osiris Merei
Sefior del Cielo y dueño de Bah", que es la ciudad de Bahet, Y esta es
(en lo que se ha, salvado) la inscripción duplicada del plinto.
Las dos inscripciones de la pilastra de respaldo y a espaldas, íntegras,
y no repetido nada, y bastante bien conservadas, la da así Blanco Caro,
ya no telegráficamente (y por paralelismo, invertiré yo el orden): L8., la
de nuestra derecha: "[como 1.0] Horus, hijo de' Ra el Destructor, [como
2.°] Rey del Sur y del Norte, el restaurador de las tierras, [como 3.°]
Horus dorado, ojo am.ado de los dioses, [como 4.°] nombre solar: Por-
venir del Espiritu de Ra, rey de reyes, Señor del Poder [eso significa
Nejt-Neb ] . A tí, vida eterna. La 2,8. [la de nuestra izquierda]: Al dios
grande Osiris, rey de los dioses, dios grande, señor del cielo, jefe gober-
nador de (la ciudad de) Bah, amado dador de la vida, señor estabilidad
y serenidad, señor de salud y alegría corazón, toda como Ra, eterna-
mente," (5)
Esto es todo lo legible (y traducible, y ante todo interpretable) de
las inscripciones jeroglíficas de la estatua. Las cuales nos declaran, un acto

(5) Los cinco números que entre paréntesis (entre corchetes) hemos puesto son, se-
gún Blanco Caro, los acostumbrados cinco nombres compuestos de cada Faraón, toda
la significaciórn devota. El usual en la vida era el 5.9; y por ser el 4.9 también pre-
ferido en el uso, y acabando de significar la personalidad del Faraón, son el 5.9 Y el
4.9 los que se ven en los jeroglíficos con un cierre rectangular, redondeados los án-
gulos, cuyo nombre común, en egipcio, era el de "Serej". Bl 5'\' nombre de nuestro
Faraón del Prado es el Nejt-Nepf : es su nombre más personal, pero que significa "Se-
ñor-Fuerte" (como mi nombre, Elías, en hebreo "Eliyaj", significa "mi dios es Dios");
rmientras que el 4.Q nombre, menos personalisimo, el de Keper-ka-ra, significa
"Porvenir del Espíritu del Ra" (del dios Ra). Todo, según Blancor Cardo
Ambos nombre y prenombre son los que en los jeroglíficos se encierran en ce-
rrada linea rectangular de redondeados ángulos, y con una recta tangente a uno de los
dos lados cortos: la "cartuche", que dicen en francés; "cartela", entre nosotros, y
"sello real" (palabra demasiado equívoca), COmo quiere Blanco Caro, Ahora, a mi
modo, pero tomándolo del mismo Blanco Caro, y para curiosidad del lector, diré que
el 5.9 nombre, en su "cartela" (que puede verse en el monumental retrato del M.)useo
del Prado}, es el que, significandlo "Nejt-Nepf" se dibujaba con cuatro dibujos, el
del brazo horizontal incensario con la mano empuñada con cosa, el del ave rapaz, el
de la sierpe reptante y el del platillo cóncavo; y que el 4.9 nombre, el de "Keper-ka-ra"
o "Ra-keper-ka", se dibujaba (siempre, no con el misma orden de colocación), con
un circulito, un escarabajo, y con aquello de la mitad de las ancas de rana en una sóla
línea. Y en sus ángulos rectos el resto de cada mitad de cada extremidad de la rana.
En el pedestal y en la pilastra de la espalda se ven las cartelas "Nejt- Nepf": y hoy
solamente en la de 13 espalda, la de "Keper-ka-ra", '
76 Et último de los Faraones, y la estatuaria egipcja en el M.' del P;'ado

de ofrenda o sacrificio del Faraón [el de los tristes destinos: de ser el


último de los Faraones] a Osiris ["Asar" en egipcio], a Osiris Merti
[epíteto no interpretado], dios [de la escasamente conocida] ciudad de
Bahet.
Los textos van bien xon la escultura, en la cual 'Vemos un acto de
oración o de adoración y de ofrenda a Asar (Osiris}.
Observando .ahora nosotros (como entre paréntesis) que de. Egipto
procederá la adoración y la oración arrodillados, ahora, modernamente,
,
tan generalizada entre católicos, cuanto rara en los otros ritos cristianos
y en el latino, litúrgico y más secular, más antiguo: rara, y como sólo
momentánea, postura la propia de una rápida, adoración, pero en manera
alguna ha sido nunca la propia de las oraciones: las que tienen; y por su
natural postura, la de estar en pie, desde el paganismo, y salvo en él para
oración a los dioses subterráneos o infernales: para estos, de bruces. Orar
pide estar en pie, levantar los brazos yOabrir y ofrecer [alevantada palma
de la mano, mirando. al alto. Aún la misma Comunión, en los ritos
orientales, se recibe en pie y antes acercándose, y siempre en pie, al mi-
nistrante de ella. Y cierro paréntesis. I

Ncjt-Nepf (Nectanebós II), con altar portátil sobre sus oblicuados


muslos, ofrenda y ora, y yo presumo que ello era en la casi olvidada
ciudad de Bahet, de donde procederá la estatua, pues cualquiera cosa sería
Bahet que no una capital: ciertamente no una verdadera capital, ni de
provincia siquiera.
Después veremos (al referirnos a la estatua del Louvre) , en otro mo-
numento, el arrodillado Zalarnofcros, o portador de zálamo o thálarno
(Clarac, pl. 335, la 2." número 367), la creación más similar al Nejta-
nebós II del Prado y a igual tamaño, pero que nos muestra, sobre el
tablero del altarcito, tres sedentes ídolos en único trono y cuyos inmensos
altos tocados recuerdan los tres tipos de los colosos de la fachada del
templo subterráneo de Ipsambul (el del menos grande de los dos hipe-
geos). Sean como creo grandes dioses, o aun siendo (si 10 fueran, faraones
antepasados y divinizados, que no lo creo), declara la. similar estatua
del Louvre que en la nuestra del Prado está del todo bien visto por el
Sr. Blanco Caro (aunque él no 10 explique) el carácter del altarcito
portátil del tablero con pedestal de nuestra estatua y, en consecuencia,
bien precisado el carácter de acto de culto en que se nos muestra a Nejt-
Nepf, Dada la lectura de. los jeroglíficos del pilar trasero v los de los
Blías Tormo 77

dobles del plinto, aunque incompletos, reconocemos que es el acto de


ofrenda a Osiris (Asar en egipcio), y creeré yo que en la misma modestí-
sima ciudad de Bahet, 10 que representa y 1'0 que recuerda nuestra estatua
del Prado: Bahet tendrá por su particular dios a Asar, como 10 tenían, a
una u a otra divinidad, todos los "nemas" (distritos o provincias) del
antiguo Egipto. En el fondo de [a Historia,' allí, como en otros países,
el politeísmo tenia tantas veces el carácter de' refundiciones que .,diré
na.cÍonales de los casi "monoteísmos" .de cada comarca: aunque "mono-
t-ismos" siempre "matrimoniales", de dios y de diosa: como en Egipto,
en muchos otros países.

El Sr. Blanco Caro resume bien la vida y reinado del último Fa-
raón: pero no quiero yo participar en la alusión (paralelo) que su escrito
hace al 'último emperador romano, i último, pero de sol o Occidente l. Ró-
mulo Augustulo, El por los griegos llamado Nejtariebós II (fuera o no
hijo de Nejtanebós I: el creador de la XXX dinastía), y fuera o no (si
algo valió la "especiota") verdadero padre de Alejandro Magno (man-
chando él el tálamo de Filipos de Macedonia), en las guerras de Nejtane-
bós II con 'los persas, atacó primero Egipto a Persia en la misma Asia,
pero uno de los contratados estrategas griegos, griegos al servicio del
Faraón, hizo traición, y virtualmente quedó la guerra del todc cambiada
de signo. Cuando a la vez fué el Egipto el invadido por los persas, la
suerte de las armas le fué al fin adversa. al último Faraón, q;ue ya había
debido su ascenso al trono, frente a un deudo, a otro estratega griego,
Agesilao, y con griegos mercenarios.
En la lucha, aun en Asia (Fenicia.), los traidores mercenarios como
los defensores de la causa del Egipto, llevan nombres griegos; y la batalla
definitiva la pierde personalmente Nejtanebós II, por la oportuna, estra-
. regia de otro de los griegos, Nicostrato.
Saco estas notas del texto mismo de Blanco Caro para hacer ver
cuáles contactos había. ya entre los egipcios y los griegos en las ante-
vísperas de la conquista de Alejandro Magno sobre los persas, que tan
efímera dominación lograron en el Nilo. El fugitivo Faraón, navegando
Nilo arriba" alcanzó la Etiopía
En cambio. de mi discrepancia en el aprecio del monarca de tristes
destinos, me permitiré copiar del Sr. Blanco Caro una página de los
"l8 El último de to« Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.O del Prado

mecenazgos de religión y de arte de nuestro Faraón último: la que dice


lo siguiente:
"La preponderancia sacerdotal y la decisiva influencia griega son las
caracterlsticas del último período, y esas dos fuerzas se manifiestan con
todo vigor desde el comienzo del reinado de Nectanebo,
"Monarca conetrucroc, amigo de las tradiciones, 'émc;lo de [as glorias
de [os que dejarán sus nombres unidos a maqria« obcas. m:qwitectónicas,
construyó el Vestfbulo del templito a Isis-Harhor, en el extremo de la
isla de Files" r oéaee luego] " El templa de Edfú ta"mbién recibió cuantiosos
donativos; se repararon y ampliaron lolSsantuarios de Kamak y Medina
Habú, y en Cootos, Abydos, Cocodrilópolis, M!enfis y Heliápolis tarri-
bién irüecoino la lacqueza del! Monarca, acudiendo con medios abundan-
tes a [as obras de restauración y conseroacion, El Delta na rué oloidado,
y por las excavaciones se ha comprobado el efectivo auxilio que pre!stó
a [os Santuarios d,!!,lNorte de sus dominios: Seb enitas, cuna de' su 'dinas-
tía, fué la pobladon acaso más favorecida, efe .. ".
"E[ Faraón rué representado 'múltiple-s veces en estatuas y se conserva
bastante completa su co(:ección icónica; puede verse el retrato del postrer
Foraén y puede advertirse que los escultores .faltistas de piedra no tienen
que envidiar en arte y técnica a nineano de sus predecesores."
Hasta aquí Blanco Caro.
Pero aquí el problema para mí insoluble (hoy, y en IMadrid) de
saber si la cabeza del Prado es la propia del resto de la estatua o si (como
dijo Hübner, y no sé si antes lo dijera o no 10 dijera Lépsius) es extraña
al resto de la estatua: al parecer, B lance Caro no puso reparo en la
afirmativa; no recayó siquiera en la, duda.
Ello toca a 10 de [os fragmentos no originales que muestra la es-
.tatua del Museo del Prado, y de piedras distintas entre sí y con el bloque
general: como antes 10 hemos visto, precisado, en el texto de Hübner. De
los postizos de la inscripción del plinto todo está ya dicho y todo 10
dejo aquí ya debidamente anotado.
En cuanto a la cabeza, 10 que dice Blanco Caro es 10 siguiente
(p. 10- 1 1): "La cabeza. y la cara han sufrido arreglos, adiciones, de tal
modo excesivos, que casi anulan el valor iconográfico de esta pieza. La
garganta, el paño deredho [diestro] del "claf"; cadera. mano, brazo y
hombro derechos [diestra], la mano y el costado izquierdo [siniestra] ,
el aItarcito, en fin, toda la obra Iba padecido una restauración amplia Y
Ellas 7ormo 79

detallada, que el artista que perpetró la empresa sin duda fué un modelo
de paciencia ... "
Mientras que otra cosa discrimina Hübner (o en Hübner, piar toma-
do de Lépsius, presumo yo}, ya que se ha dicho y copiado antes 10 que
dijo, en general: remiendos de la antigüedad, en piedra verde sin man-
chas; cuando de otra gris con' manchados negros y blancos, los remien-
dos posteriores modernos: añadiendo (ítextualm~nte): "La total cabeza
con el comienzo de las cayentes bandas laterales del paño de la misma
cabez [claf] es de piedra verde, Debe. por el trabajo material, por anti-
gua tenerse, pero correspondiente a otra estatua de persona privada". Y
esto, 10 de persona privada. que no de Faraón. insiste Hübner, por no
verse el "ureus" la sagrada, serpienre r enhiesto. el que diríamos el "bus-
to" de ella] sobre la, frente del monarca.
El que la tal cabeza todavía muestre pequeños remiendos, en piedra
gris me demuestra en absoluto la antigüedad de los primeros remiendos,
y precisamente en el mismo -Egipto forjados. y en la misma ciudad y en
las propias devociones: acudiéndole a desperfectos, probablemente lo pien-
so yo, los mismos .sacerdotes del templo de destino.
y si es así. ¿ y por qué no pensaren que fuera de nuevo retrato, to-
mado de 11015 otros (o del roto) ? ... ya que tras del último Faraón subsis-
tieron los templos 'y los cultos, y por largos siglos. a pesar de los T'olomeos
helénicos y de los Augustos romanos, tolerantes Reyes de los egipcios unos
v otros ? Yo puedo creer que los agradecidos sacerdotes de Osiris en
Bahet resta uraron, y muy luego. la estatua oferente. con cabeza precisa-
mente &'1 primer oferente de ella: y que no le pondrían el "ureus", pre-
cisamente por haber dejado Ne itanebós II de ser Faraón.
En cambio, los fragmentos modernos en la restauración, cosa ha de
ser, a mi juicio, de los artífices del Renacimiento italiano, pues es punto
menos que seguro que de Italia (que no de Egipto. esto' ciertamente},
vino la estatua a España y a La. Granja de San Ildefonso. i Y así de ne-
gativo es el valor de las partes de los remendados jerozlíficos en el pe-
destal!
Yo, de una restauración, con cabeza nueva, si hecha en los siglos del
Renacimiento, no podría en manera alguna pensar en que fuera el retra-
to del titular del monumento; pero sí, en la mejor hipótesis, la de que
el sacerdocio del templo, reencabezara el monumento, buscando autenti-
cidad en los rasgos personales de aquel piadoso mecenas, ~ quien, sin
SO El último de los Faraones, y la "estatuaria egipcia en el M. o deLPrado

desdoro ninguno para su memoria póstuma, le tocó ser el "Boabdil",·el


último rey. autóctono, de la plurimilenaria serie d: los Faraones, y cuya
caída, tan inmediatamente fué vengada por Alejandro Magno (¡ su pre-
suntivo. hijo l) . a no más de ocho solos años, pues el macedonio con-
quistó el \Egipto y fundó Alejandría para capital, en el año 332 a. d. c.,
anulando previamente la dorrrinación persa en Asia, como muy luego en
el Africa nilota .
.DeI argumento contrario, de Hübner, de faltarle el "ureus" a la fren-
te, característica general (no absoluta) de les Faraones, me cumple pcn-
sar que al restaurar la estatua los sacerdotes de Osiris en aquella mo-
desta ciudad, prescindieron del signo faraónico, pues Nejtanebós había
sido destronado, y las dinastías nativas se habían extinguido: ponerle a la
cabeza el "ureus" entrañaba ya un acto de rebeldÍ:a contra los monarcas
helénico-macedónicos del Egipto.

Nejtanebós en la isla del Nilo

Antes hemos hablado, trayendo uexro ajeno, de los magníficos me-


cenazgos de arte y devoción de nuestro último Faraón auténtico. De la
cita ya aprovechada, lo que subsiste, y bien famoso, es el pórtico de Nejt-
Nepf en Ia meridional isla del Nilo. de Pila (o Filae aPilé). Aun en
Madrid, y sin libros, he visto la cartela faraónica de su nombre más per-
sonal (que era, como siempre, el 5.°), en un libro que reproduce el estu-
dio del orden arquitectónico del monumento: las cartelas de nuestro Fa-
raón: signo que dicen neit, con el solo antebrazo todo horizontal, con el
neb . el cuenco, y con el signo que dicen Ka: eso que parecen dos ancas,
en una sola recta, de una rana, y en ángulo recto, las pantorrillas y pies
de la misma, y con el gavilán o balcón (de Horus) , y con aquello, 10 que
parece víbera o sierpe, que llaman no sé cómo, Y de la cartela 4:, con
sólo tres signos: el del círculo, Ra, el del escarabajo, kheper,
A falta de 'mayores informaciones gráficas, aun en la misma España y
en las tan faltas bibliotecas públicas y privadas, puede verse la principal
y subsistente creación artística del mecenazgo de Nejtnepf (Nejtane-
bós Ir). En el tomo Ll, el llamado de "~rte Clásico", de la edición espa-
ñola y en castellano, del tan excelente libro de K. Woermann Historia del
Arte en todos {os tiempos y pueblos, y a su página 72 (sin texto, salvo
página 71: la llamada); allí se reproduce muy claramente una escrupu-
Ellas Tormo
81
losa restauración en el papel de una parte (que son dos columnas y tres
intercolumnios) del llamado "Pabellón" de Nekta,nehós (sin decir que el
Il, pero así. de suyo, lo sabernos que es del nuestro Nejtnepf), en la isla
de Filé; la restauración en el papel, obra maestra en las tales, se toma del
libro de Prisse d'Avennes, el ilustre egiptólogo francés (6).
La reproducción hasta detalla los jeroglíficos de largas tiras perpen-
diculares en los fustes, y Iasescenas en los tableros de los parapetos inter,
columniales, también. A' estos últimos detalles no daremos entera fe,
pues vemos repetida la misma escena en los tres; pero sí la debemos dar
a todo 10 estrictamente arquitectónico La circunstancia de ser monumen-
to en el cual. con variedad, aun entre capitel y capitel y entre columna y
columna, se mantiene la armonía perfecta entre ellas, y sobre sus fustes se
sobrepone al capitel campaniforme otro athórico (con cuatro cabezas-
busto de fa diosa Athor, a los cuarro lados, integrado), y ·sobre'lascabé'.
zas, el ternplecillo de cuatrofachadas y pcrtales.i nos danIa emoción de 10
barroco en lo egipcio, y más acusado que en parte alguna; pero extraer-
dinariamente más 'Sobrio que los barrocos europeos (de la Antigüedad
'clásica 'o del Renacimiento) : el entablamento tiene la nobleza de 10 clá-
siro arcaico, y aun' mantiene en conjunto sobriedad feliz el parapeto in-
teroolurrmario, cuya explicación yo creería adivinada par lejana sugestión
en Egipto de los perípteros helénicos (arcaicos) : pero no pudiéndose de-
j-ar abierta al afuera la columnata, pues no en Egipto país de democracia,
sino de severo alejamiento del pueblo, éste nunca admitido a visita de los
monumentos (7).

(6) El aludido' libro de Prisse d'Avennes, será el de "Histoire del'Art egyptien


d'apres les monurnents". París, 1869-1877.
(7) Aun con verlo diminuto, puedo decir que en la lámina 61 del tomo d!cl rr
Woermann citada, esto es, en la reconstitución de Prisse d' Avennes del "Pabellón" áe Pi-
lae, se ven las cartelas de Nejtanebós H, tal cual las ostenta la estatua oferente del
Museo del Prado; así, en el barandal d cancela, en la escena repetida en "celanoglifo"
(bajo relieve, pero relieve en el rebajado fondo), corno en la tira larga y perpendicular
del centro-frente de cada columna: la cartela con el escarabajo y el disco solar,' y las
patas enarcadas de rana, que son los signos "Khcper", "Ra" y "Ka", respectivamente.
y la cartela con el "ser fuerte": antebrazo horizontal ("Nejt"), el cuenco ("Nep"),
el gavilán O) ("Osirio") y la como sierpe reptante.
Nuestra estatua del Prado, si transportada ahora que fuera ella a Filae, allí estaría
como en su casa, en aquel su "pabellón",
El texto del Woermann, reducido al pie del grabado, no dice cuál de los d:bs Nek-
tanebós es el Faraón del "Pabellón " , pero es bien sabido que lo es el nuestro: el n.
El que las columnas del "Pabellón" nectanebino de Pilae tenga el fuste en Id bajo
82 El último de los Faraones} y la estatuaria egipcia en el M." del Prado

El de Filae (Pila) no es templo, sino pórtico.. y acaso de ingreso a


templo que no subsiste; piénsese en seguida que otro de los monumentos
de la misma isla del Nilo es el llamado "kiosco" de Trajano, obra de
Aidriano; pero en arte egipcio, y seis siglos más tarde que el "pórtico"
de Nejr-Nebf. En la creación adriánea (Adriano era arquitecto), 105 ca-
piteles (por cierto, no' acabados de detallar a su muerte), en vez de la su-
perposición arhórica doble (cabeza; ternplecito) del pórtico de Nejt-Nebf.
sostienen, de sillares escuadriados, un pilar, no alto para que el entabla-
mento (de igual factura) quede' elevado: resultando el español Adria.nCi,
en esa vez, discípulo del arquitecto de. Nejt-Nebt, ¡del Faraón último,
cuya estatua oferente había de venir a un museo español l : casualidad:
pero, que pica más nuestro interés. Y como en el mismo citado terno Ir de
nuestra edición española del Woermann, va también bellamente repro-
ducido el también pórtico llamado "Kiosco de T!rajailO" (a la lámina 7·a),
puede tenerse a la 'Vez a la vista, jugando nuestros dedos registradores, el
"pabellón" y el "Kiosco"; el trajaneo se nos 'muestra, cual hijo (en des-
rindo) 'del ne itanebeo (de rica decoración). Se trata de dos notabilísimas
pequeñas, pero 'grandiosas arquitecturas: sin techumbre ambas, ya que, al
fin, allí era innecesaria, pues se trataba de país sin lluvias muy en ab-
soluto.
i Sin lluvias era! iEra, y ya no es! Ahora ya llueve alguna vez, al-
gún afio que otro. Los' ingleses. enriqueciendo más al siempre rico 'EgiP-
to, embalsaron soberbiamente el Nilo, para acrecentar y normalizar los
riegos, y el embalse, magno, soberbio, inunda más o menos la isla de Pi-
Iae o Pilas, y albora creo que cuando más lleno el embalse es cuando re-
basa todos los monumentos: cuando menos lleno, todavía 'les alcanza a
mojar los ba jos de columnas y pilastras: su solidez, verdader;tmente ar-
caica V formidable, dicen que garantiza su subsistencia, ¡Y hasta resulta
más atractiva, dicen, la visita turística cuando entra la barca por entre las
columnatas!
Añadiré que la tal famosísima isla riilótica, extremo sur del Arte egip-

y .muy acusado, con curva reentrante sobre el plinto (en disco éste), es ya ext'raño,
pues ya entonces, en el arte egipcio, se habla aceptado q~e en 10 bajo. no hubiera
tal estrechamiento: técnicamente, es ilógico, Por lo cual circunstancia, y porque los can-
celes, en parte, abrazan en cóncavo los fustes, la visión de tales columnas es la de un
adelgazamiento por demás acusada de cada fuste en 10 bajo, y acabando éste .cual
en bolsa. Y eUa, contrastando, y se ve que de propósito, con el capitel; éste ofrécese.
en cambio, cuanto más alto, más abierto.
Ellas Tormo 83
ClO,no tiene de larga sino 'cosa de 400 ó 450 metros, y mucho menos
de amplia (8).
Egipto fué y es un desierto: un desierto pétreo, atravesado por un
'gran río, el cual Nilo enriquece primero, desde muchos miles de años, las
muy estrechas riberas; y el río, que además, más abajo y por arrastres
milenarios ga.nó al mar toda: la llanura del Delta, la que el Nilo riega es-
pléndidamente también, Aun en nu-stros días (contando a toda la m 0'-
narquía.' incluso la 'Vecina península, ya asiática, arábiga, del Sinaí) , lo
desértico son 29 de las 30 iguales partes del país, pero con una le basta,
j con un 1130 1. para su invariable riqueza agrícola, verdaderamente enor-
me. Lo pétreo del suelo y lo sereno del aire explican precisamente su arte,
tantas veces milenario.

En Roma: del último Faraón ..... y de Adriano

De Nectanebós IIhay en Roma, también, recuerdos monumentales,


y . es probable que relacionados todos con la memoria, inmortal como
Mecenas, del español Emperador Adriano.
En el "Mu5eQ Egiziano" del Vaticano, y precisamente en su sala
más amplía y más solemne,la 'llamada de los Reyes (estatuas colosales),
hay de Nectanebós H dos colosales leones, con los "cartuchos" o "car-
telas'tregios de su nombre personal y los "otros nombres suyos de honor
y devoción"; y hay también el resto de 'una estatua del propio Faraón,

(8) La isla de Pila o Philae, .de tan notable excepcional interés .artistico, equivale en
tamaño al solo espacio que en Madrid cierran las calles de Alcalá, Marqués de Cubas,
Zorrilla y Carrera de San Jer6nimo: 400. yardas de S. a N. y 140 de E: a. W. (cálculo
364 por 127 metros). A base pétrea, se le acumularon al núcleo arrastres terrosos
para dejarla formada.
Su nombre egipcio era "Pilak" o "Ailaka"; en árabe (lo torno de texto inglés) la
dicen hoy "Ana; el Wogood" (cosa que alude a ser frontera política), y más usado
"Gezeeret-el-Berbee" (que la dice ser isla). En egipcio se la llamaba también
"Ma-n-lek",. que significa "plaza de frontera".
El conjunto monumental más amplio era y es el del termplo de Isis, a,1 Oeste de
Ia isla. Lo más por mí aludido y más repetida la vista en libros, son dos que diremos
<pabellanos, uno, y 'Otro, junto a las aguas del río, bastante conservados: el de Nej-
tanebós Il, al Sur, y el Ilamado de T:rajano, que construiría Adriano, al Este, pero tam-
bién en la parte meridional. El segundo (tres o cuatro veces más amplio que el de
Nejtanebós) . nevó, arrastrado hasta eÍ día, a través de los siglos, el nombre di! "Lecho
de Faraón".
Antes de ernbalsarse el agua del gran río, conservaban los monumentos, todavía,
algo de la pintura arquitectónica y mural primitiva.
84 El último de los faraones, y la estatuaria egipcia en el M," del Prado

en la que falta del todo la cabeza y otras partes del cuerpo, pero tiene en
la parte de la espalda las consabidas inscripciones jeroglíficas y sus nom-
bres, prenombres y sobrenombres.
Orazio Marucchi, el doctísimo autor de la catalogación de tal especial
Museo egipcio, aun en los resúmenes de su obra, que van en las guías de
visitante (yo manejé, y tengo anotada, la de 1933, en francés), describe
esas piezas y detalla la lectura jeroglífica y reproduce en grabaditos las
dos "cartel'as": cartelas que son idénticas a las dos de la inscripción de
la espalda del Nectanebós II del Museo del Prado: "escritas" en sentido
de 'arriba-abajo, cuando la del Vaticano en el sentido de derecha-iz-
quierda. La interpretación coincide bastante, no del todo, comparada la
de Marucchi con la de Blanco Caro: en la "cartela" más personal. in-
cluye el primero la palabra del dios Horus (el halcón), que no incluye el
segundo, nuestro intérprete.
Ambos dicen que las dos cartelas forman sentido proseguido; el que
Marucchi dice que puede interpretarse así:
"El rey Negt-Nepf, amado por el dios Thot de Rehuí Horus. sol vivo
que hace justicia. el que pone' en orden los dos países. Horus resplande-
ciente que hace lo que es caro a los dioses, el rey del alto y el bajo Egipto,
el maestro de los dos países, el hi io del Sol Nejt-iNépf. que vive por
siempre, que es amado por el dios T'hot de Rehia."
Los dos leonesde basalto ~e ven echados sobre la base cuadrangulat.
la que va decorada con esos ,ieroglíficos y cartelas. Están colocados al
centro corno teatral de la sala, a derecha e izquierda de la bellísima es-
tatua colosal de la Reina Tuáa. la madre del más famoso de los Faraones.
Ramsés H. Las dos estatuas de los leones estuvieron (seguramente) colo-
cadas al ingreso de un templo egipcio, construido o bien restaurado por
-d último de los Faraones. o acaso colocadas ante su sepulcro. Fueron
transportadas a iRoma después de la incorporación del Egipto al Imperio
.y colocadas, muy probablemente en el alrededor del templo de Isis y de
Sérapis en el "Campo de Marte". o "ea en el "Iseo Campense", cerca de
la Iglesia actual de "Santa-María-Sopra-MiÍnerva". El Papa Sixto V,
Peretti (1585-1590). hizo transportar los leones a la fontana por él
construída en las Termas de Diocleciano, "Fontana de Termini" (espado
entre el gran Museo "delle Terrne" (el de Arqueología y Arte clásico)
y la estación "Termini". central de todos los trenes de viajeros y junto a
(183 -
1
la gran plaza "delle Terrne". Pero, por orden de GregorioXVI
Elia« Tormo 85

1846)', el fundador del "M useo Egiziano" del Vaticano, los leones fue-
ron puestos en el mismo, y en la fontana los sustituyeron por unas exac-
tas. copias de las dos figuras de los leones, con' reproducción de la res-
pectiva inscripción Jeroglífica (9).
Acompaña a los leones en la misma oitada sala vaticana el frag-
mentarle una estatua en "granito" del propio Nejtanebós n, según
puede verse en la ..cartela" de su ropaje y en la inscripción jeroglífica
que va grabada en la parte posterior de la estatua; la que lleva el nú-
mero 26. No conserva la cabeza, como queda dicho, y no nos sirve para
definir como personal ,o no la cabeza del Nejtanebós Il del Museo del
. Prado.
Aludí al español Emperador esteta (esteta en sentido noble, nobili-,
sima, pero también en el equívoco) , porque en 'el propio Iseo Cam¡pense,
él tuvo parte, como en el otro templo egipcio cerca de Porta Maggiore;
y, por allí mismo, en el "sepulcro" ~sepulcro cenotafio, sin el cadáver ni
sus restos) de su favorito Antínoo. Además, en la estupenda "Villa;
Adriana", en T'ívoli, cerca de Roma, toda una ciudad de belleza, creó
también un Iseo notabilísimo, trayendo de Egipto, y haciendo él crear,
maravillas escultóricas del estilo. Sus entusiasmos estéticos, particular-
mente los de enamorado del arte. egipcio, se acreditan cada día más; pero
bastaría ver en el "Museo. Egiziano" del Vaticano la colosal estatua-del
joven Antínco, que preside la otra de las dos salas grandes y que procede
de la Villa Adriana, en Tívoli. Es, cual las colosales sepulcrales egipcias:

(9) Siendo en' los dibujos iguales las 'dos "cartelas" de Nejt-Nepf, en el' respaldo,
y en el pedestal (dos también) de la estatua del Prado, cotejadas con las de 'los leones
del Vaticano (dos y dos, también}, voy a dar aquí las traducciones, comparadas, de Ma-
rucchi y de Blanco Caro:
. .1." La más personal de Nejtanebós II (la de cuatro figuritas: el brazo incen-
sario, la patena cóncava, el ave, la serpecilla ) : "Señor del Poder" (Blanco Caro) ;\
poderoso su maestro, Horus (M,arucchi); Sonando Nejr-Nept (Ror).
2." L~ más importante de las cuatro no tan personales (la de sólo tres figu-
ritas: disco (solar), escarabajo, medias piernas de rana en dos ángulos rectos por las
rodillas); "Porvenir del espíritu: de Ra (Blanco Caro), "su persona transformada
en el Sol" (Ra) (Marucchi) : SOnando Kjeper-~a-ro.
¿,Deberé añadir aquí que la cartela de Nejtanebós U, personal, que trae el Espasa
(XIX, página 257) no coincide con la de Marucchi y¡ Blanco Caro? Sí, tiene dos,
pero sólo dos figuras iguales (brazo incensario, serpecilla), pero añade cinco figuritas
más, extrañas: incluso' un -león echado, que en 34 de las cartelas del Marucchi no se
ve, y sí en sólo dos (entero el animal en una, y en una mitad la delantera de la no-
ble fiera, la otra). ¡No me .sé explicar e! erren de! anónimo colaborador del encielo-
pédico l
M El último de los Faraones, y Laestatuaria egipcia en eLi'iB'delPrado

en todo y por todo. El desnudo, tan casi total, es, en actitud egipcia, ad-
mirablemente clásico, pero viste la kalántica o "claf" a la cabeza y al
cinto el "skenti", ese faldellín como pabellón sin pliegues y al cenero
el suelto paño igual, de decencia.
Adriano tuvo mucha parte en el embellecimiento del "Iseo Cam-
pense ", situado no Idos de dos grandiosísimas creaciones adriáneas:
el Paneeón ide Agripa a un lado (reconstrucción de su mecenazgo en
arquitectura del todo nueva y genial y suya: Adriano era arquitecto
también), y el templo a Adriano mismo, al otro Iadc.dedicadc por su
inmediato sucesor, e hijo suyo adoptivo, Antonino Pío,
En Egipto (donde ocurrió la desgracia, mortal, del joven Anúnoo)
creó Adriano; y a todo empeño, una nueva ciudad, la de Antinoe; de la
cual proceden precisamente, en el propio Museo Egiziano de Roma, todo
un gran armario de riquísimas telas coptas, y un retrato femenino, de
pintura en momia, del tiempo del m"ismo ,Adriano, de muy singular
interés.

No quiero callar una duda; la de si el Nejt-Nepf del Prado era un


Naophoro, o llevaba (sin remplecito, que a eso corr~sponde 10 de naóforo)
sobre el ara estatuitasde dioses, que después se puede imaginar que, rotas.
se hicieron desaparecer sus últimos fragmentos (como el mismo temple-
cito, con estatua dentro, si 10 tuvo).

Las otras esculturas egipcias del Museo del Prado (10)

Hemos hablado solamente, iy bien merecida la preferencial. de la es-


tatua de Nejt-Nebf, Nektanebós Il, la singularmente importante y ma-
yormente bella del Museo del Prado. Las otras dos, interesantes tam-
bién son; pero, sobre no tener inscripciones, tienen extraño del todo al
puro arte egipcio los plegados cenerales de los paños, que, Po[ 10 demás, y
mas a la egipcia, les envuelven caderas y piernas, dejando a 10 bajo libres,

(10) Se 'Sueledecir de nuestras esculturas egipcias del Museo del Prado, y más particu-
larmente del Faraón. que corresponden al arte saítico,
El original de la, .palabra 10 ofrece la importancia monumental de la Dinastía XXVJ,
la que tuvo su. capital en Sais, al Norte, en el Delta del Nilo; es la época de los Psamé-
tic os. los Nechaos, Apríes y Amásis (¡estatua de Psarnético 1 del Miuseo de Turín, la
mejor; la del tocayo, Ill, en el Louvre : y mucho mejor la cabeza, del Museo del
Caíro l ) : es un nuevo apogeo, evidente (s, vn y V1I). Pero se extiende el nombre
BOL. DE L/\ SOc. ESP. DE EXCURSIONES TOMO LE
Museo del Prado

Sacerdote del misterioso culto de Isis (de frente y de perfil), estatua para arrimada lateralmente a una pared del «Iseo».
Basaltos, negro, y el blanco para la indumentaria (Ka1asiris), 1'58 m. Arte egipcio, pero de la época romana .

.AUSER y MENET
MADRID
Ella, Tormo, 87

o los solos pies (la una), o poco más que los solos pies (la otra), ¡ésta!, la
del pequeño cuadrúpedo sernicocodrilo que el pie siniestro pisa, y lo cha-
fa, sin oprimirlo de verdad; la escultura que es a la vez de un tercio de
piedra blancuzca, gris claro, cual mármol, para los. ropajes, entre el resto
(lo alro y 10 bajo') , de piedra negra", Obra que ¿por qué no pensar, en
mero atisbo, que proceda. de Cocodrilópolis i

La estatua egipcia en pie, la de basaltos negro y gns,


de sacerdote ísíaco de Ho~us

Es la número [posterior a la numeración del Barrón] '414-E [escul-


tura] , texto de Hübner:
(N.o;) "3.-C. 47 [?uieren decir la letra y la cifra que situada esta...
ba la e,9,tatuaen la sala baja larga det Norte, hoy de Pintura tj Escuitura
francesa, y allí colocada pcecieamente en el estrecho tado, del Norte' y U!1l

tanto hacia el Este, donde hoy el abierto paso, antes tapiado, a ,f(t ~o'Y
sala de Ptimitioos españoles.]
"(424)" [Indica el número de la estatua en el Inventario del Archivo
del RJeal Palacio] ..
"H [alto] 1-58 [metw]. Basalto negro y basalto gris. Figura
egipcia en pie; cual en el caso anterior (la otea nuestra ca.,t'nl:ofjuda),es
para mí dudoso el sexo, debiendo pensarse que sea el masculino. Desde
encima del ombliqo abajo, está el cuerpo envuelto apretadamente, son
nuevos ambos brazos y manos. Debajo quedan tueca los muy estrechos
o menudos pies, los que son antiguos; El de la izquierda pt~a.eobre un
pequeño. caodrúpedo de cortplS'!mocco« (¿cocodr{'nol). La estatf!a: se t11an-
time en tres piezas, ele Ias. cuales, la del medio, al cuerpo bajo, es de pie.,
dta de color ,gris "cl~, cuando ..las. dos testame [afta, baja], de color
negro".

"Saíta" a las dinastías anteriores: la de Tanis (la XXI), la de Bubastis (la XXII),
las de M¡iroe 'Y Nápata (XXII, XXllH y XXIV;), que son de comparación artística
inadecuada. y luego a las restantes dinastías hasta la die los Nejtanebós (la XXX), En
todo lo históricamente llamado, con excesiva amplitud, "Saíta", que quieren que al-
cance del 663 antes de Cristo .., al 640 después de Cristo (!!!).
Cronológicamente, 10 todavía faraónico coincide con tos siglos de avance y de
culminación de la escultura griega; Y: en 10 arcaico de 10 helénico, y aún después
cabe pensar en puntos de contacto, nada intensos de eficacia.
ss ElllWmo de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.o del Prádó

"Ajello, 1,3, S. Ild. [Palacio de la Gmnja}, [sala] 10, [n.o] 134:;


ídolo egipcio de pie, en mármol¡ negro.
Reproducida en el Claree, página 998, 2.559 C.
Pué catalogada la estatua en el único carálogo de la pintura del Pra-
do en-que se incluyó la escultura, que es el de 1933, con estas palabras:
214-E [pág. 524, Y la 536"único lU9'Uren que se ha dado número
a la obra, como a las otras egipcias]. Estatua eqipcia. Piedra negra y már-
mol; alto, 1-69. Cuerpo entero".
yo me atrevería a catalogarla como el dios Horus o como sacerdote
de su culto: alternativa 'que tantas veces queda imprecisa en catalogación
de es'tat;uas,egipcias, entre el dios 'O la diosa y el sacerdote ola sacerdoti-
sao "El cocodrilo (dice Marucchi, en 16 suyo del Catálogo de Ios Museos
Capito1inos, Roma), que representaba a veces el Nilo, era' también el
símbolo del mal; por eso se le ve frecu~ntemente chafado por el dios Ho-
rus (que simboliza al Sol naciente}, para significar la victoria del bien
sobre los elementos maléficos." Véase luego.
El mismo tamaño diminuto de la bestia le da carácter simbólico.

La estatua egipcia en pie, de basalto negro, de sacerdote


o sacerdotisa de lsis

Número [posterior al Barrón] 413-E.


Texto íntegro del Hübner .
. "Número 2" "45" [Qwere decic: colocada la esta¡tua a mediados del'
siglo XIX en 4a sala larga del Norte, piso bajo, hoy de pintura Ij .escal:

tU<íafrancesa; indicando el número 45 que en su- Irerüe Norte; 'a la -sazón


noabieito 'come» hoy u' la" sala de' Primitivos españoles]; ,
"421" - [Indica el número de la estatua en etLnoentario-del Archivo
del Real Palaáo].
, -
H [alto] 1-55 [rnerro], Basalto negro.
Fiquca egipcia en pie, si de VQlróno de mujer, yo [H,úbnen] no lo sé
decidir. Cubre la cabeza el acostumbrado almidonado velo (tocado) raya-
do, caqendo tieso tras de las orejas. Por debajo del llano pecho Va estte-
chadoel cuerpo, apretado por una vestidura sin pliegues, la que abajo sólo
deja libres los pies. El plegado cíngulo (o delantal, mandilo cín9'U(o) y
las caderas SOITll nuevas; de otro modo, son visibles varias pequeñas res-
BOL. DE LA soco ESP. 'DE EXCURSIONES TOMO Lll
Museo del Prado

Sacerdotisa (7) o sacerdote del misterioso cuIto de Isis (de perfil y de frente), estatua para arrimada lateralmente a una
pared del «Iseo», Basalto, negro (1'55 m.) Arte egipcio, pero de la época romana.

l.USER y MENET
A1AORIO
Ellas tormo 89
tauraciones, como manchas, y de otra ciase de piedca, La modernas con-
servadas restauraciones de los tmuilados brazos son (o deben de ser)' ya
remotas (?)
Ajello 1. 2. S. tu. (Palacio de La Granja], [sala] 10, [número en
ella] 133 (diciendo): "Idolo egipcio en pie, de mármol neqro": '
, , Reproducida por Clatac. Lámina 998 (núinero) 2.559 D.
La estatua en pie, ésta de basalto negro, fué catalogada por única vez
en el Prado, en el único catálogo en que se incluyó lo de escultura, el de
I93~, en la sala misma donde hoy está, pero no entonces en el mismo lu-
gar de las otras tres obras egipcias (p. S36). Dice sólo lo siguiente:
"Número 4IS-E" [Númeco, como los otros tres, novísimo].
"Eqipcio" •
Granito negra y mármol: alto, 1-69.
kte de baja época.
La demasiada identidad de la nota, casi igual a la del 414- E, con.
igual alto, haría indiscernible la estatua con la otra similar, máxime por
no tener puestas cartelas, ni número pintado tampoco,
Hübner resuelve la alternativa, 'pues da diferente alto: la de basalto
ne~ro, ésta, de I,S5, Y la de basaltos negro y gris, d~ I;S8.
Me atreveré f1 catalogar es~a estatua también, aunque con Plenos se-
gura base que la anterior, y en relación con la misma. Creo que han de,
ser relacionadas entre sí por . la indumentaria
.
y por otras circunstancias.
'" ",)

Una y otra visten en realidad dos piezas, aunque no parezcan sino un~
sola... Ambos personajes llevan muy ceñida una, corno
. ~
túnica o ,falda fe-
:., , . '. . .

menina: Y alllboª tienen a la cintura una amplia pieza, cual de hilo,


'. ,.. , • 1 ! .,

apretada de pliegues, la¡ que al cruzarse, anudada de una manera


..
u otra, " " ,

deja colgantes los dos extremos, que no alcanzan la altura de los pies y
pasan muy abajo de la altura' de l~s rodi1las~ hÚsÍ:i~amenú: todos estos
plegados son greco-romanos, cuando' la adhesión ~in pliegues de 'iaoti:ci
pieza, la de falda, todavía es de tradición de arte egipcio del que tantas
diosas co~:Ocemos vestid~s' cual con túnicas de ~lá;úc~
goma, que cubr~:
pero no oprime ni deforma siquiera el galbo de las mamas ni él" mo-
delado de los muslos.' Pero el nudo al torso y colgantes largos,' es 'iri:
discutible característica del culto isíaco en 1'0 greco-romano: el culto,
místico, de Isis, Sérapis y' el hijo Harpócrates (Horus) .
El cambio de color, de la piedra, en 'la figura del cocodrilico, .noshatia
00 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M," del Prado

pensar en sacerdote isíaco, recordando la pintura (11 fresco de Herculano,


en q,oe se representa rn:uy escrupulosamente un acto de los solemnes (pero
no de los miscericeos) del culto de Isis, y por tanto de Osiris, y también
de Horus, el hijo de Isis y Osiris: ello, y precisamente por ser de Hercu-
¡ . .•

lana, en el siglo 1 de nuestra ,era, El sacerdote princi:pal. llevando cosas


sagradas,' en alto lo vemos todo vestido de blanco en la pintura, salvo
sola la cara, desnuda, y puesto entre uno y otro sacerdotes auxiliares, de
blanca túnica, cual diaconisa y diácono que diríamos: los tres al fondo,
entre estatuas de esfinges echadas; 'y muy acá del espectador, entre la
procesional actitud de los fieles 'y con otras ceremonias, dos' sacerdotes,
desnudos los brazos y pecho; y con camisones o albas desde la altura
de debajo de los sobacos hasta con el suelo.
Vese, pues, el blanco allí, como característica del sacerdocio de la
religión isíaca, arraigadisima en Roma y el Imperio en los tres primeros
siglos del imperio romano (11) .
.Si, pues, una de nuestras estatuas, la de la bestiecilla chafada, por el
uso de mármol blanco separando el negro de arriba del de abajo debe
ser catalogada como Horus (en el imperio romano llamado más frecuen-
temente Harpócrates) , el dios hijo de Osiris y de Isis, o, mejor, como
estatua de sacerdote de Horus (cuyo culto no fué nunca separado del
Isíaco), deberemos catalogar también la figura de sola piedra negra, tan
similar como ~ ella, como de sacerdote Isíaco o sacerdotisa, A tal ca,-
rácter sacerdotal ayuda mucho la cinta o cinturón sobre lo alto del des-
nudo pecho: recuerdo otro en estatua de basalto negro de oferente de ta-
bla de altar 'en el ¡M¡uso Capitalino catalogada-corno de sacerdote, y del
resto vestido de 'J claf " -y "skenti" egipcios,' aunque ya .algo. transfor-
mados en' Roma,
En "el cuadro de Herculáno se adivina bien 'que en' el culto IsíacoIos
sacerdotes,' para 'sostener su 'túnica por bajo de los sobacos, habrían de
usar algo corno cinturón alto" yen cuanto (11mido y \las xaidas de la
amplia tela,'es' en algún modo similar al nudo y los colgantes, 'y, tan pre-
cisamente al centro del pecho, los tan característicos de las estatuas de
la diosa Isis ocle' sus sacerdotisas; tanto como puedan serlo característicos

(11) Sobre la extensi6n enorme de esos culcos en España, publico "Charla Aca-
démica", con mapa y con i1ustraciones gráficas, en la revista de la Real Academia de
la Historia núm. 2. Q - de 1944.
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOM.O Lll
Museo del Prado

Busto (de perfil y de frente) de basalto negro (0'35 rn.). Arte egipcio, pero de la época romana, acaso bajo Adriano (77),
Gran Mecenas de lo egipcio en Roma y Tívoli.

rlAUSER y MENET
1oi4DRIO
Ellas formo

en sus manos el sistro (instrumento musical) con unas sonajas y el sím-


polo (cazoleta del agua "sagrada", precisamente del Nilo, aun en Roma
obligadamente usada) (12).

El busto de basalto negro

Número [posrerror al Barrón] 413-E [e~ultura].


"85" [en Hübner].
D. 4. [Quiere decir, en el atravesado pasillo entre el alscensor y las
Salas francesas, piso bajo, y colocado en la pared del Sur, en el lado
Este. ]
"346". [Es el númerc: que indica el del lnoentario del archivo del
Real Palacio].
"H. 35" [cen'tímetros del aúo]. Basalto neqto;
"Cabeza egipcia, de varón, con las dos caidos de la tela tiesa del
tocado de la cabeza, tal cual se usaba en la época romana."
"S. Ild," [Palacio Real. de la Granja] 10, 135 "ídolo egipcio".
En el único catálogo de la Pintura del Museo del Prado en que se
incluyó también la escultura, el de 1933, se catalogó así:
"413-E.[escultura]. Busto egipcio. Piedra neqca: alto, 0,51. Ar-
Pe saita," (13)

Estudio en el Clarac de nuestras, estatuas egipcias

Nuestras tres estatuas egipcias del Prado no puede decirse que estén
"inéditas". En el viejo Clarac ya se dió el dibujo de las tres: al trazo y
poco más, como en todo el Clarac "Musée de Sculpture", entre miles', de
reproducciones: Y como todas las láminas grandes del Clarac fueron re-
producidas, aunque diminutamente, en el tomo 1 del Salomón Reinach,
"Repertoire de la Statuaire Grecque et Romaine", cuya 2.a edición (que
manejo) es del año 1906 (de 1897 la 1.") a página 614, mitad alta,

(12) Del cuadro (fresco) de Herculano hay fotografías, muy conocida y re~ro-
ducida la de AUna'rí. A mano no la tengo sino en grabadito, en el "Dictionnaire Illus-
tré" 'de Lavedan, p, 550, fig. 509.'
(13), En el inventario del Abate Aje!1o, de las esculturas de Felipe V y la reina Far-
nesio, se anotan 14 estatuas egipcias; positivamente al Prado no pasaron sino tres y
un busto.
92 El último de los Faraones, y Laestatuaria egijJcia en el M.. del Prado

en ella. se reproduce la "planche" 998 del Clarac: dando sus medidas a


pies y pulgadas, y d.icié~dolas a cada una de las tres "de granito negro".
En la del pie sobre animalucho (2.559. C) pónele 6 pies de altura, la, sin
manos (2.559. D) 5 pies y 11 pulgadas y el arrodillado (2.559. B) 3
pies y 6 pulgadas. Este, visto de-medio lado (el diestro}, como en el foto-
grabado del Blanco. y' Caro; y las otras dos en
casi y muy completa fron-
talidad. Quiero añadir que él, el Conde de Clarac, en su noble empresa,
reprodujo, entre tales' millares de esculturas antiguas clásicas, h~sta 7,~ es-
tatuas egipcias (entre ellas seis esfinges) : del Louvre (la mayor parte de
, '
las reproducidas), pero también de los Museos de !Roma, del de Turin,
de Inglaterra (tres, de particulares) y las tres del Prado,' finalmente.
y el conjunto me convida a decir que del tipo de nuestro Nejtene-
bós Ilse ve, entre las 66 estatuas "humanas'" o"d;'vinas"~ hasta otras
tres arrodilladas, dos en el Louvre (números 2.559 y 2.551, a la. pági-
. na 145; de la "planche 2 ~~ "deiClarác grande) y la tercera en el mismo
Louvre (403, 2.554, a pagina 170, tornada de la "planche 335").
Esta (a diferencia de las otras dos) llene, como la deMadrid, sobre
sus muslos oblicuos el altarcrto ; pero dandonos a nosotros muy lÚ!!
prueba de que es altar el de Madrrd, y la expucación de su natural des-
tino, mostrando como muestra sobre el tablero horizontal tres divini-
dades en esculturitas hieráticas: sentadas y alargados los antebrazos sobre
los sendos muslos suyos y con las tres cabezas con los altos voluminosos
tocados divinales tan típicos. Eso visto, ya no cabe duda en que, como
ya dijo el Sr, Blanco Caro, se trataba de un, altarcito, Por lo demás, el
oferente tampoco muestra el "ureus" sobre su frente, y sí que muestra
en la pilastra Po que tiene aplicadas sus espaldas (pilastra que es mucho
mayor [que la de Madrid de grueso, de ancho, y de alto) que está llena, y
en el mismo borde, de jeroglificos. Las medidas no se pueden leer bien
en' el Reinach, pi saber si suman o no al tomarlas el lado liso en que
aparece la figura; con ésa se lee sólo en parte 3 pies y... (?).
y ya puesto a ver explicaciones, añadiré yo que la otra estatua de
esa misma página, Reinach 170 del Clarac, "planche" 335, nos muestra
estatua del touvre de egipcio en pie, oferente también de capillita con
estatua ya divina o relieve dentro de ella; cual en momento distinto, y
creeré que Posterior, de la misma ceremonia. Clarac lo llama zalamóforo,
portador. de tálamo. Y. que -parece tipo escultórico xornparable con el
tipo de nuestro M'USeo del Prado, tambiénvel dé las estatuas de egipcio
Elies Tormo 93

sentado al suelo, no ya en cuclillas (muy agudos los dosángulos de las


dos articulaciones del fémur, o sea replegadísima la figura y, sin embar-
go,con aire de solemnidad), porque éste (página 615, "planche" 996,
número 2.5'58-E) tiene delante de las separadas pantorrillas' un altarcito
con una divinidad, y arriba, con los antebrazos uno sobre el otro, una
actitud de devoción y religiosidad; sin él, pero en acto que también se
adivina ritual, otra figura del todo en esa igual postura para nosotros
europeos rarísima y' antimonurnental (páginas 146 y 147, Reinach, "plan-
ches" 290 y 29 L al centro de ambos del Clarac). Clarac a los tres los
llama sacerdotes ("pt:iétres").
En esas estatuas que conoció Clarac Ct en 1847) ya en Museos de
Europa, en las que no son de dioses, bien se ve la indumentaria reducida
en gene·ral al "dar', a la cabeza y al "skenti", a las caderas y parte del
muslo, es decir, la toca con ínfulas caídas y el faldellín doblado y cru-
zado a pabellón a lo delantero; y éste, aqui, co~ otro faldellinito interior
alargado central: un taparrabos colgante. Quedan al aire desnudos inte-
gros los brazos y todo el busto hasta más ahajo del ombligo y' medio
muslo y toda la pierna y pie de cada lado (14).

Nota estética consiguiente

y :he aquí cómo se nos explica históricamente el notable desarrollo


del arte escultórico en el valle del bajo Nilo, allí donde' se podía vivir
escasamente vestido, aun los monarcas prepotentisimos;' y hasta en los
más solemnes actos de culto. No 'lo impedía ciertamente el clima, absolu-
tamente nada frío, ni nada húmedo; y lo consentía, a varones al menos;
la religión, pues nos referimos a estatuas verdaderamente rituales.
En Grecia, el predominio y el excepcional valor artístico de la escul-
tura se explica también, y bien plenamente, por otros hechos del vestir

(14) Ei conde de Clarac, que acaso (que seguramente, creo) antes que Lépsius estudió
y dibujó las tres estatues egipcias del Museo del Prado, nació en 177~, y murió en
1847. Al morir babía publicado 12 de las grandes entregas de su "Musée d.'Esculp-
ture", publicación que casi le arruinó. Como dejo dicho, lo de arte egipcio del ~seo
del 'Pradd no se publicó, sino en la última de las grandes entregas, las póstumas, en
la de 1853.;
El título de "Conde" del Clarac, 10 tuvo su padre, a quien persiguió la Revolu-
ción francesa; y militar éste, general de terrible genio, se vengó, pasando 'al' servicio
de España, cuando la coalición contra la Francia revolucionaria; fué, en consecuencia,
94 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M:" del Prado

desnudo; el predominio de los juegos, gimnasia disputada al aire libre,


en país de tibio ambiente y con carácter, en su raíz, religioso, y muy so-
lemnemente religioso: pero a la vez patriótico, el patriotismo de las patrias
chicas; a noble competencia: y el de la patria grande', aquella Hélada, or-
gullosa de la salud, agilidad, fuerza y alma intrépida de sus hijos. Frente
a tales antecedentes lejanos, la escultura moderna es mentira profesional,
oonfesémoslo: mentira profesional. aunque de noble alcurnia.
Ya no en tiempos de Nejtarrebós Il, coetáneos de los griegos de los
mejores siglos (ya vivía Lísipos, el último de los grandes escultores grie-
gos, y aun vivía Praxite1es), sino en muchos siglos antes, era ya "clási-
ca.. (clásica a su modo) la escultura egipcia, cuando la griega no lo era
todavía.
Por eso, explicase bien cómo el Conde de Clarac la incluyera en su
"Musée 'de Sculpture'": y por eso mismo es abundantemente inexplicable
que los -Iibros de la escultura del Prado, el de nuestro Barrón y el del
francés Ricard, la: olvidaran en absoluto y sin siquiera dar excusa ni ex-
plicación. Y así, por el contrario, es más de ponderar a Hübner, cuyo
ejemplo no supieron seguir Ricard' y Barrón, aun citando Barrón y Rí-
card a Hiibner (cuando le citan), pero con las mínimas citaciones y muy
mal tasadas.
Una esencial bien grande diferencia tócanos reconocer, finalmente,
entre el clasicismo escultórico griego y el egipcio, pero uno y otro hijo
'de lo antes dicho del otro y del' uno. 'El helénico es c~asicismo de mo-
vimiento: e1 egipcio, de absoluta quietud es, en cambio. Todas las esta-
tuas que acabamos de citar están hieráticamente en actitud ritual y sa-
grada de reposo, estén en pie o arrodilladas o sentadas' al suelo cual en
cuclillas: porque todo igualmente son actos de culto. Y por ello, así en
dioses' conioasimísmo en príncipes y sacerdotes, precisamente vistos en
solemne frontalidad, casi absolutamente paralelos' todos los miembros,

general español, Y en plena guerra, desde nuestros Pirineos llamó a su hijo, el futuro
arqueólogo, que vivió en España en 1793 y 1794. El título de Clarac era pirenaico,
pues "Clarac", con el castillo familiar, es "bourg", a 18 kilómetros de Pau. Se suele
decir que el tal militar tuvo el "record" (que decimos ahora) en su lista de 'lances
de honor. El hijo volvería mucho mlás tarde a ESpaña, pues seguramente copió las
estatuas, no en La Granja, sino ya en el Museo del Prado.
En el "Clarae de poche"; o sea el libro tomo 1 del "Repertoíre de la Statuaire".
de S. Reinach, las tres estatuas egipcias del Prado llevan en la parte de notas la res-
pectiva referencia al Híibner en abreviaturas; pero todo ello, por adiciones de S. Reinach.
Ellas Tormo 95

es decir, muy Iitúrgicamente. Se inventó por un sabio eso de la "ley de


la frontalidad". en la Historia del Arte, singularmente en el egipcio. Pero
antes que ley para los artistas, lo fué canónicamente para el sacerdocio
y para sus servidores: los faraones, inclusive. lodo solemne; miembros
quietos; y atención al puro frente, y postura de una impecable forma-
ción: precisamente en el sentido que tiene la palabra "formación" en las
prácticas de cuartel y en las paradas militares. Con tales estabilidades,
las piernas, los brazos, los pies, manos, cara, todo en tiesura; logrado,
sin embargo, el efecto artístico esencialmente clásico; reposo sacramen-
tal, ritmo absoluto ,de masas y de todo, pero alma vital, y en expresión
de sentida emoción impecable en el acto religioso y solemne. Ese es o
así es lo rnultimilenario del Arte egipcio: todo religión, sólo religión. Pa-
recería que es otra, o será acaso otra que vaquélla, la humanidad ésta
nuestra del siglo xx, ila humanidad, del cinematógrafo l, del arte de
la instantaneidad precipitada: de la precisa instantaneidad de la movi-
lidad y sin un punto de detención.

, I
¡ ( ,1
ELfAS 'TORMO

Andanzas de Don Quijote en tierra'
manchega

Ha logrado vida Don Quijote como ninguno de cuantos en su época


tuvieron carne mortal, y Sancho Panza, ni más ni menos; que a tanto
alcanzó la divina y archihumana creación de Cervantes. Pues si esto hay,
y los jamás nacidos caballero andante y escudero andado alientan desde
entonces y alentarán los siglos futu ros , ¿ qué mucho nos parezca Roci-
nante todo flaco rccin, y Rucio cada borrico de este pelo?
Siendo esto así, imagino que muchos lectores de El Libro desearán
ver con vista de sus ojos los lugares en que acaecieron las hasta entonces
nunca pensadas aventuras,
Primera dificultad en que repararán los que persigan ese natural de-
seo es que mal pueden seguirse huellas' que nunca dejaron los cascos de
ambas nombradas bestezuelas, y más habiendo cuenta del natural des-
cuido de Cervantes, quien escribía imaginaria historia de un loco y, cierto.
no pensó precisar lugares ni distancias.
Contra este reparo se alza la realidad que nos prueba que el Príncipe
de nuestras Letras, aun al descuido, retenía en su excelente memoria cuan-
tos lugares visitara, de suerte que, sin proponérselo, señaló razonable
ruta, al modo que atina quien relata cuentos fantásticos, sí los sitúa en
territorio que bien conoce; ese tal no buscará acierto. ni menos PI ci-
sión, pero logra ambas cosas, porque, conforme habla o escribe, Vn oiendo
los lugares a que se refiere.
Defiendan estas salvedades el buen juicio del que compone guión, no
Úll~~9 ni aun muy solo; en lo que afecta a ía- Tercera 'Salida, casi de
98 Andanzas de Don Quijote en tierra manchega

acuerdo con el del Patronato Nacional del Turismo (que debiera llamar-
se Tomismo) y no muy apartado, en la segunda ..
Para componerlo he partido del único pataje seguro que en la Se-
gunda Salida de Don Quijote cita el autor; el Puerto Lápice ; y desde
él calculo jornadas de unas seis leguas, porque la experiencia .de quien
mucho ha cabalgado (y no' poco asnalmente) dice que no se andan más
sobre menguado rocín y buen pollino, si el que oprime los lomos de este
último va muchas veces "caminando y comiendo. muy despacio", cual
solía ir el bueno de Panza, y si, en tanto, pasaba, de camino, con su señor
sabrosos razonamientos.
Si así se estima 10 caminado, maravilla cómo concuerda cuanto dice
El Libro con lo que nos enseña la topograña del país, Sólo en dos cosas
difieren más de la cuenta texto y realidad (si a ésta se ajusta el sitio donde
creo baber descubierto el de les Batanes): en la situación de la casa del
Caballero del Verde Gabán y en la longitud de la jornada que siguió al
man teamien to de Sancho; aquélla en que, 1l1áS que nunca, me n udearon
aventuras tantas que no se daban lugar unas a otras; tales fueron ejércitos
carneriles, disciplinantes y batanes; jornada que precisa estimar en doce
leguas (doble de las que calculo) y más difícil de admitir, supuesto que
la comenzaron, contra costumbre. muy entrado el día,
Dificultad mayor para cuantos estudian las andanzas de Don Qui-
.joteha sido ·ubicar su aldea, que osadamente sitúo en LA MOTA DEL
CUERVO, con las razones que aduzco al final de este derrotero. Mucho
tiempo se tuvo por averiguado que era Argamasilla de Alba, pero la
autoridad máxima en cuestiones cervantinas, D, Francisco Rodríguez Ma-
rín, declara, autorizado y autorizando su opinión con las de .Mienéndez
Pelayo, Valera y Cavia, que para nada pensó Cervantes en tal Argama-
_ silla, tan lejana del Toboso; si acaso, en la de Calatrava (de donde eran
los Académicos cuyos son los versos laudatorios que anteceden al Libro),
pero- nunca como pueblo natal de Alonso Quijano. Los datos que aduce
Rodríguez Marín respecto de unos Pero Pérez, Carrasco, Ricote y aun
cierto Alonso Quijada, muestran Esquivias cuna de modelos para las
perSÜ'nas que figuran en la inimitable ihistoria, pero topográficamente
tampoco pudo imaginar allí el lugar de Don Quijote, porque hay mucha
distancia de Esquivias al Toboso.
y aquí entra la mayor contradicción 'de cuantas se refieren a tan
discutido punto. En su primera salida, Don Quijote, apenas dejó la aldea,
Pedro de Novo

"comenzó a caminar por el antiguo Cj conocido campo de Montiet" (par-


te I, cap. II), yen la tercera salida "acertó Don Quijote a tornar la misma
derrota y camina que él había tomado en su pcimer viaje, que fué por'
el campo de M\ontiel" (Parte I. cap. VJI).
Cuanto consta en las últimas páginas de este mi desenfadado escrito
en defensa de LA MOTA. DEL CDE!R VO como el innominado lugar,
prueba que Cervantes lo imaginó inmediato al Toboso, y no puede con-
siderarse así ninguno del Campo de Montiel, cuyo límite Norte en el si-
glo X":I, .según demuestra D, Fermin Caballero, coincidía con la actual
carretera de Manzanares a La Ossa de Montiel , o sea, unas doce leguas
del TobQS9.
Cervantes conoció muy bien La Mancha (describe minuciosamente la
Cueva de Montesinos); sin duda la cruzó varias veces para ir a Anda-
lucía; ya hacia Córdoba, por Almodóvar del Campo y Valle de .A¡lcudia,
, ya por el camino real de Córdoba y Sevilla que cruza El Viso del Mar-
.qués y Despefiaperros (casi el actual trazado de la carretera de Andalucía),
bien por el Campo de Monticl hacia Jaén y Granada. También debió
cruzar La Mancha, marchando a Cartagena, según recorrido muy pró-
ximo a .Ia actual carretera que cruza Quintanar de la Orden y que pasa
por muy cerca del Toboso. Tal vez cuando seguía los dos últimos cami-
nos citados oyera decir que entre ambos estaba el Campo de Montiel y
él 10 extendiera muy al Norte, hasta el lugar de Dulcinea, confundiéndolo
allí con el Campo de Criptana.
Esto sentado, y entendida la modestia del presente guión, basado en
recuerdo de pasadas lecturas, dispersas y sin consulta inmediata de ·10 mu-
che escrito respecto la tierra y viajes de Don Quijote, adviértase también
que, se limita a las andanzas en territorio manchego y que la excursión
se calcula (por 10 que a horas de luz y tiempo empleado se refiere) para
, realizarla en automóvil durante dos días de primavera u otoño.
. Sean. tan atrevidas líneas humilde homenaje cervantófilo de quien
, ha estudiado tales. andanzas en libros y campos .
---------,
. ....- -
,
100 Andanzas de Don Quijote en tierra manchega

(Primer día de excursión automovilística)

COMO DE SOL A SOL, PUEDEN SEGUIRSE LAS ANDANZAS


DE DON QUIJOTE EN SU SEGUNDA SALIDA, DESDE EL
AIJJOEA NA TAL A LA SIíERRA MORENA

(Ténfl'Clse a la vista el mapa adjunto)

Excursión de la mañana: de Puerto Lápice al Parador de Manzanares.


Kms. de auto' Eritre nueve y diez de la mañana deje el' no muy diligente viajero
móvil.
MA.DRID ésta de antiguo coronada Villa, y, pues su ccche, con ingeniosa máquina
dotado, si no alcanza a Clavilefio supera mucho por 'buen andar a Ro-
ARA.N]UEZ,
47 km •. ·
cinante, en casi dos horas pase Aranjucz y La Guardia y llegue a Tem-
bleque, pueblo fuera de nuestra ruta, pero que convienecitar, 'Pues ~a-
rEMBLEQUE,
hemos, que en su término segaba Sancho, e importa mucho cuanto a él
82 km s.
atañe, ya que "las locuras del señor sin [as necedades del mozo no vaP-
drian un ardite":
Aibora bien, ¿por qué iba a segar all'i y no a cualquier otro lugar
manchego? Por su profesión de minero, el autor de esta. guíla 'ha ave-
riguado que existen en el fondo del valle de Tembleque manantiales
salinos que nacen fértil aquella tierra 10 bastante para necesitar segadores
forasteros, Buen conocedor era Cervantes de la región y de sus costum-
bres. Asimismo sagaz, si no certero, anduvo Clemencirn al decir en una de
las valiosas notas que puso a su edición crítica del "Quijote"- de 1 797,
que el nombre Tembleque es de origen judío, corrio el de tantos pueblos
toledanos, y que es alteración del hebreo Bethlehern. 'que significa u casa
d' pan". No obstante, creo que tal nombre se refiere a suelo poco firme,
pues si el caminante, ya advertido, mira a su alrededor desde aquel pueblo,
notará que ocupa un 'Valle excavado en arcillas blandas, con sales como las
que nut~en, no d-emasiado lejos, las fuentes de Carabaña y de Loeches.
Dicho suelo, blando y feraz, aparece COImaasorria la miga del pan al
romperse la corteza protectora, con la cual equiparo dura capa de caliza
que, por los a lt01S circundantes, forma cual mesa de caliza compacta, uni-
do suelo desde aquí hacia el Sur; el parejo y llanisimo territorio de Va
Mancha, que allí empieza. As.í, esta vista de Tembleque al principio
de nuestro itinerario nos muestra las entrañas del suelo que hemos
de jecorrer y el por qué de la manchega llanura.
SIGNOS CONVENCIONALES
_ Z~Saljda
_3~Salida
Lim/te de provincia _.._.._.._+_
Carreteras
Ferrocarril _

ANDANZAS DE D~ QUIJOTE
EN TIERRA MANCHEGA
Escala de 1:800.000
4 2 o 4 8 12 16 20 24 28 kms.
! el '. ks -=-=' Ip I

"
Pedro de Novo
101

lIADiIOHJO' , A poco, y subida pendiente' cuesta desde Tembleque y corridas


119 km ••
cuatro leguas, hallamos en Madridejos varios molinos de viento, muestra
de los "treinta a poco más desaforados qigantes" que combatió el inmor-
tal hidalgo unas cuantas leguas de allí, entre 'Levante y Mediodía.
Debieran preocuparse los pueblos, las Diputaciones de Ciudad Real,
Toledo y Cuenca, y sobre rodc, el Patronat,o Nacional de Tomismo, de
que no desaparezcan (como ahora ocurre) esos molinos que buscan con
la vista cuantos por aquí viajan. Tengo noticia de que una buena alma
y, sin duda espíritu, selecto, ha reconstruído uno en La Mota del Cuervo,
y que lo dedica a Museo Quijotesco. j Dios haga que cunda el ejemplo!
PUSiTO U.le. No mucho precisa caminar hasta Puerto Lápice, donde estaremos de
186 kms.
hoz y de coz en plena ruta quijotesca. Aquella nava, más que puerto. paso
obligado de Toledo a La Mancha para los que por esta región marcha-
ban a Andalucía, dista del giganteo escuadrón la jornada a caballo que
emplearon los dos inmortales caminantes y. jornada y media 'del lugar
de ambos, según al punto verá el que leyere u oirá el que escuche leer con
atención.
Con motivo de la segunda salida dice el texto (Parte 1, cap. VII):
" ... sin despedirse Sancho de su;¡;hijos y mujer ni Don Quijote de su
ama y sobrina, una noche se salieron del lugar ... , en la cual caminaron
tamo que al amanecer se tuvieron por sequros de que no los hallarianc"
Dice poco desp~és: "Acertó DOn Quijote a tomar la misma derrota y
camino que él había tomado en su primer viaje, que rué por el Campa
de Montiel'", y más adelante, refiriéndose al mismo día (Parte 1, capítu-
lo VillI): "En esto descubrieron treima o más molinos de viento que
hay en aquel campo". Pasaron aquella tmsrrra noche entre unos árboles,
y al día siguiente ... "tornaron a su comenzado camino de Puerto Lá-
pice y, a obra de las tres del dia, lo descubrieron!'.
Esto prueba que, como antes dije, Cervantes extendía el Campo de
Montiel hasta cerca de Puerto L ápice, y destruye la mayor dificultad para
situar el lugar de Don Quijote, como veremos al final de este guión.
En Puel't'o Lápice descubrió primeramente Don Quijote a los dos frai-
les benitos, que montaban sendas mulas corno dromedarios y a quienes
alanceó imaginándolos secuestradores de la señora Vizcaína. cuyo coche
detrás de el/os, marchaba a Sevilla. Pues todos "iban el mismo camino" ,
sin duda bajaban el puerto de Norte a Sur; sentido opuesto al de Don
Quijote. ya que éste había de~cubierto primero) a 10s frailes, que iban de-

UnlvenUnt Aulonoma de üercelcna

SelVel de Biblloteques
Biblioteca d'Humahltats
-
fÓ2 Ándanzas de Don Qú40te en iieri'a manclzeg~

Lugar de la lante. Así ,que Puerto Lápice fué plinto extremo septentrional del derro-
batalla con tero que siguió el Hidalgo en su segunda salida y primero de ella que en-
el vizcaíno.
contramos llegando de Madrid.
Tras "la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente man-
chego tuvieron", marcharon amo y mozo en demanda de dónde alber-
garse aquella noche, y, según Cide Hamete Benenge1i, "diéconse prisa para
llegar a poblado antes de que anocheciese" (Parte I, cap. X). No imagino
que ese lugar que buscaban pudiese ser otro que Villarrubia, único en
aquella parte, hacia la sierra, ya que, aunque calle ese autor arábigo el
sentido en que caminaron los hérces luego de la aventura con el Vizcaí-
no, sus pasos al día siguiente demuestran que se arrimaron a terreno mon-
tuoso. En efecto: "faltóles el sol", junto a las chozas de unos cabreros"
-'
Discurso de (los que oyeren, si no escucharo-n, el discurso de la Edad Dorada) . De ¡,\Uj,
la Edad Do-
rada. "apenas comenzó a descubrirse el día por los balcones del Oriente" (par-
te 1, cap. XIII) , marcharon a la rústica y pagana sepultura de Grisóstomo,
que no estaba de aquellas chozas media legua y que habían abierto "en
una quiebra entre dos altas montañas". Por cima de la peña dond~ se ca-
Entierro de vaba la sepultura pareció la pastora' Marcela, casta, arisca y bellísima como
Grisóstomo
y discurso Diana; argüidora cual escribano. Aquella quiebra y peñas indican suelo
de la pasto- montañoso que no podía pertenecer sino a derrames de la Sierra de la Vir-
ra Marcela.
gen, qué lo es de La Calderina, por donde los Montes de Toledo mueren
en el llano en las serraras Serrana y Luenga.
El qué se extiende a Levante de aquellos montes constituye La Man-
cha típica; llanura, al parecer, ilimitada como estepa, pampa o mar. Aun-
que en algarabía, manxa significa país seco, encierra agua, si oculta, tan
somera que se saca y sacaba con norias. EsaUanura unida e igual por
componer su suelo, como queda dicho, dura y continua capa caliza, pre-
senta la conocida propiedad de esa roca de agrietarse y formar simas o
criptas (recuérdese el Campo de Cnptana) . Allí, los ríos se pierden a 'tre-
chos y a trechos reaparecen, cual ocurre al soterrado Guadiana en Villa-
rrubia de los Ojos, por donde no pasa este itinerario, pero sí' pasa por Vi-
llaharta, 'donde apuntan esos resurgimientos del río.
Estas, al parecer, ociosas observaciones respecto al carácter y forma
interna del país y las más gustosas y evocadoras de su perdurable aspecto
externo pueden guiarnos para averiguar la ruta que llevaron Don Quijo-
te y su' escudero, los cuales, una vez acabado el entierro de Grisóstornc
y 'él discurso de Marcela, "se entraron por el mestno bosque donde (JÍe·
Pedro de No'vo ia3
ron que se había entrado la pastora" y luego, "habiendo andado más de
dos horas por él", vinieron a parar a "un prado' lleno de fresca hierba,
junto al cual corría un arroyo" (Parte I,' cap. XV). Para escribir esto tal
vez recordó Cervantes el regado territorio donde se junta el Cañamares al
Guadiana. Allí pastaban las jacas gallegas con quienes se desmandó Ro-
Dondefué}a
pendenCIa cinante,' y en aquel nuevo val de las estacas, con las suyas vengaron el
con los yan-
güeses. agravio del Rocín a sus yeguas los desalmados yangüeses que las apa-
centaban.
Tras esta desgracia, Sancho a pie y molido, Don Quijote (por estar-
lo más), atravesado en 'el Rucio, y Rocinante, más destroncado aún, poco
andariego, "caminaron una peoueña legua hasta. el camino real" (Parte 1,
capítulo XV), donde descubrieron la Venta; la famosa Venta-Caetillo
de Palomeque el Zurdo; donde servía Maritornes; fa del Moro encan-
tado con puño de arriero; la del manteamiento de Sancho, y la en que su
señor compuso el bálsamo de Fierabrás QParte I, cap. XV.I).
Sitnación de Aunque no se- sitúa tan aína la famosa Venta, nos ha conducido casi
la Venta del a ella el camino que acabamos de seguir, pues nos insinúa el autor que se
Moro En-
t'lntado. hallaba a una pequeña legua de la confluencia del Guadiana con el Caña-
mares. Dada esa di:stancia en un camino que no difería mucho del que hoy
sigue la carretera entre Ciudad Real y Puerto Lápice, podemos imaginar-
la a sólo dos leguas del actual Parador de Tomismo de Manzanares, el
cual ofrece a los entusiastas cervantófilos ocasión para almorzar con des-
canso (y con Valdepeñas) y aun para reposar la comida desde la una o
dos de la tarde (hora en qU2 puede llegarse allí) hasta las tres o tres y
MANZANARIS,
175 km s, media. De suerte que si el Parador difiere en situación casi dos leguas, su-
ple a aquella Venta' inolvidable con los viajeros de calidad. Luego vere-
mos cómo nuevas- aventuras confirman esta situación.
Apoco de caminar desde el Paradores muy posible que veamos, no'
Losejércitos en el camino; sino en medio del campo por entre sendas y entre sendas
de cameros.
polvaredas.. dos ejércitos que van a ernbestirse y a encontrarse en mitad
de aquella espaciosa llanura; 'uno, bajo las órdenes de Pentapolin .el xlel
Arremangado Brazo y por cristianos compuesto; el otro, obediente al
furibundo Alifanfarón y con paganos y sarracenos nutrido; y, cuando el
caminante no viere tales ejércitos (que sí verá, si soñar sabe), siempre dis-
tinguirá, realmente y sin tropelía, en su mesmamesmedad, rebaños de
ovejas y carneros, como los queconteraplaren los no mucho tiempo en-
gañados ojos de Panza.
104 Andanzas de Don Quvoie en tierra r,nanchefjd

VALDEPltn.U, Tras la fiera acometida de Don Quijote, que acabaron las hondas pas-
201 km s,
toriles, siguieron los nunca escarmentados amo y mozo el camino real de
ALMURADIRL, Andalucía, que llevaba a Despeñaperros. En él loseomó la noche; lo que
232 kms,
por razonable cómputo, ocurriría unas seis leguas de la Venta y no lejos
de El Viso del Marqués. Ya cerrada la noche, aun esperaba Sancho que,
"pues aquel camino era real, a una o dos legua-,s¡
de buena cazón halluria en
él alguna venta" (Parte, 1, cap. XIX).
, \
Acaso las habrían andado cuando
sobrevino la aventura con los fantasmas guardadores del Cuerpo Muerto.
Aventura de
donde Don Quijote ganó por el poder de su Ianza y socarronería del es-
los encami- cudero, nombre de Caballero de la Triste Figura. Dispersar la pavorosa
sados.
comitiva y luego que. por excusar represalias, caminaron corto trecho
EL VISO,
~38 km s,
..en/re dos montañuelas", se hallaron en "espacioso lj escondido valle.
donde almorzaron. comieron y merendaron y cenaron a un mismo pun-
LO ... con más de una fiambrera que los señores cléciqos del difunJfO... en
la acémila de su repuesto tenían" (Parte 1. cap. XliX).
De seguida, acosados por la sed, llegaron a aquel paraje entre unos
árboles altos y "entre grandes y levantados riscos", (por tanto, no en
Aventura de llano ni entrellano) donde, a más del ruido del agua que alegrólos sobre
Los Batanes.
manera, ..oyeron a deshora 0,[,,0 estruendo que pusiera pavor en cualquier
otro corazón qu:e no tuese el de Don Quijote" (Parte 1. cap'. XX).
Allí rué el temor manifiesto de Sancho y el dominado y vencido de
su señor ante la q~ parecía espantosa aventura; allí acabaron la noche,
y, ya de dia, "aparecio descubierta y patente la misma causa...
)
de aquel
Insólito y. para ellos. espantable ru:ido, y eran (si no lo has joh. lectoct
por pesadumbre y enojo) seis mazos de batán que con sus alternativos
golpes aquel estruendo formaban":' (Parte 1, cap. XX).
Salvo aquel estruendo y aquellos mazos todo se conserva igual en el
Ubicación y
,estado ac- mismo o, muy parecido sitio: añosos árboles. cuyas hojas, movidas del
tual de los blando viento, ~hacen temeroso y-mansc ruido; "la soledad. la fresca hier-
Batanes.
ba, cauce represado para producir el salto que movía las máquinas. Di-
ríase que en aquel barranco. perteneciente al Arroyo de la Huerta de la
Monja, umbría de la Sierra de San Andrés (llamada' así por una ermita'
de calatravos) , tres leguas a Poniente de El Viso, el mismo Cervantes re-
posó junto a los Batanes; paisaje e ingenios que, recordados después, mo-
vieron el suyo a escribir este episodio. Como aspecto y condiciones se
acomoda en todo el lugar que describo al relato cervantino, y como si-
tuación es casi exacta siguiendo Ia ruta que imagino y que, como antes
Pedro de Novo 105

decía, se ajusta a, la realidad con sólo el error de una legua, lo que nada
significa en viaje imaginario, pero que, repito, destaca la fidelidad con que
Cervantes, hasta involuntariamente, estampa sus recuerdos.
Arranque del Basta seguir desde El Viso el camino vecinal de San Lorenzo, y en
camloo de Los
Batanes e o e I él, en su kilómetro 14, arranca la senda por la que, largo. tcecho en co-
km, 14 de la ca-
rretera d e El che y cot tisimo a pie. se alcanza el lugar de Los Batanes, cuya ~U'n-
VI,o a San Lo-
renzo.
tidad de aspecto- no deja duda ser el que Cervantes describió, 10\ que JUS-
nfica y compensa el esfuerzo de llegar. Acaso allí mismo merendo Ver-
vantes, y los modernos viajeros deben hacerlo en aquel lugar que, _1 no
vieron Don QÚ1Jote y Sancho, es seguro que lo contemplaron los prorun-
dos ojos de su creador.

[Vueltos los excursionistas al kilómetro 14 del camino de San Lo-


renzo, deben llegar luego basta su parte 'más alta, entre los kilómetros
20 y 22, pues desde allí se divisa grande parte de Sierra Morena y se ror-
rna idea de aquella que no puede recorrerse en coche, ni casi a pie,
por lo arisca y extraviada. También se divisan desde allí, al Norte, el nis-
rórico castillo de Calatrava, base importantísima en la batalla de Las Na-
vas de Tolosa, que se dió pocos kilómetros al SUJ: de la Sierra, y como
contraste se ven, al Oeste, los hornos de las fábricas de destilación de pi-
zarras bituminosas en la cuenca carbonífera de Puertollano. j

Volviendo ahora al lugar de los Batanes y a la' historia del famoso


hidalgo, recordemos que, desengañados y corridos de su temor, Don Qui-
Jote y Sancho, por no ver los batanes, marcharon (aunque llovía) en de-
manda del camino real. Para alcanzarlo, a poco ..torcieron a la derecha
mano" (Parte 1, cap. XXI) justamente, como el que, saliendo de aquel
barranco, se encaminara a El Viso, y se encontraron con aquel rapabar-
bas (que quizás iba de El Viso a Huertezuelas) 'y que, porque no se le
mojase, llevaba cubierto el sombrero ("que debía de ser nuevo") con la
bacía que en buena lid le tomó Don Quijote creyendo ver en ella el yel-
mo de Mambrino.
Queda dicho que Don Quijote y Sancho marchaban en demanda del

Aventnra de
camino real (que casi coincide con la actual carretera de Andalucía), y,
losGaleotes, pues, a poco de andar por-él, sin duda cercanos a Despefiaperros, descu-
brieron la' cuerda de Galeotes, supongo que sería- tan fatal hallazgo en tan
renombrado lugar, ..ya que "el'tiempo que emplearon haciendo camino dió
espado para que departiesen largamente y para que Don Quijote esbozase
io6 Andanzas de Don Quijote en tierra manchegt:

el libro de Caballerías (arquetipo del género) donde él terminaba Rey y


Conde su escudero. El famoso Despefiaperros dista cuatro leguas de El
Viso y este lugar tres del de Los Batanes.

DESPEíI APERROS
PARTE DE LA RUTA DE DON QUIJOTE QUE NO PUEDE
258 kms.
SEGUIRSE BN COCHE Y DE LA QUE, POR TANTO, SÓLO SE
HACE MIENCIQN PARA SITUARLA EN EL MAPA

[Por huir de la Santa Hermandad, luego de la desagradecida contien-


da con les guardas' y galeotes, "aquella noche llegaron a la mitad de las en~
trañas de Sierra Morena" (Parte 1. cap. XXIII) con intención de atra-
vesarla toda, y luego, pasados los días que les durase el matalotaje que
llevaban, "sali« al Viso o a Almodóuar del Campo". Esto revela que las
entrañas de la Sierra donde ha.llaron .otro día al Roto Cardenio y antes
Encuentro su muerta mula y los escudos, tan bien recibidos de Sancho, deben situar-
con el Roto se entre Santa Elena y la Sierra del Agua; por Peíiarrubia. Montón de
Cardenio.
Trigo y Alcornoquejo, confines de las provincias de Ciudad Real, Jaén
y Córdoba. Entre aquellos riscos, como Beltenebrós en la Peña Pobre,
Lugar de pe- hizo penitencia Don Quijote; de allí salió Sancho con su famosa emba-
nitencia de jada -a Dulcinea, y ,Pasados tres días, regresaba el escudero, no desde El
Don Quijote
en Sierra Toboso (donde jamás estuvo), sino desde La Venta, guiando al Cura y
Morena. al Barbero y aun a Cardenio ya Dorotea, cuyos dorados cabellos de esta
última y pies blanquísimos la descubrieron por mujer bajo su traje de al-
deano. Calculados así parajes y distancias, resulta que del lugar de la pe-
nitencia hay unas catorce lequas hasta La Venta, 10 que se ajusta a que
Sancho empleara tres días en ir, inspirar con sus palabras la traza y dis-
fraz del Cura y del Barbero, vuelta de todos a la Sierra, y, de camino,
escuchar y recoger a Dorotea.y a Cardenio. Pero todavía da .mayor segu-
ridad para estas ubicaciones el que aquella nueva Peña Pobre distase de
El Toboso las treinta leguas que estimaba Don Quijote.]

SE REANUDA EL RECORRIDO EN AjUTOMOVIL

DEIPaR "'PERROS Poco tiempo emplea un automóvil -de Despefiaperros a El Viso del
Marqués. Aquí es fuerza visitar el palacio del de Santa Cruz, que da so-
brenornbre y renombre al pueblo; el ilustre marino Don Alvaro de Ba-
zán, héroe de Lepanto y vencedor en la mar de franceses e ingleses.
EL VISO Hecho esto, sólo queda tomar la vuelta de Manzanares, casi por igual
camino que hacia La Venta siguió Don Quijote, vuelto de su penitencia,
Pedro de Novó

cuando escoltaba a la infanta Micomicona: cammo donde Sancho resca-


tó su rucio de las ~arr~s <;leGinés de Pasamonte.
Llegados c;l.eIlU€iVO a~ Parador de Manzanares, deseamos a los excur-
En la Venta-
Castillo, l.u- sionistas noche más sosegada que la que en La Venta tuvieron Don Qui-
gar del DIS- jote, sus acompañantes y nuevos huéspedes; sin fementido lecho, trans-
cnrso de las
Ar11Ias Y de parente frazada, ásperas sábanas, como de angeo, ni aposento estrellad?
las Letras
(ho)' Parador (por dejar las rendijas del techo ver así el cielo) _ Sea la cena, por la com-
de Manza~a-
real. pañía, de tanto gusto como aquélla donde se vieron reunidas las bellas
Dorotea, Luscinda y Zoraida, la gallardía del Cautivo, arrogancia de Don
Fernando, nobleza de Cardenio, discreción del Cura y la no menor del
Barbero y de otros acompañantes en permanecer silenciosos mientras el
Gran Caballero pronunciaba su inmortal Discurso de las Armas y las
Letras.
En gracia a la que del cielo, con tales recuerdos, reciben los modernos
huéspedes, absténgase de pedir te, tortilla a la francesa, ni aun vino ex-
tranjero, que sería grande afrenta al del país. Asimismo guárdense de de-
cir ¡Haló!, sí acaso los llaman por teléfono, pues, de hacerlo, pudieran des-
pertar justísimas iras del encantado moro que en La Venta inmortal y
no lejos del Parador se halla.
{ .

1M Andanzas de Don Quijote en tierra mancheqa

Segundo día.

DONDt~ SE DA FIN Y REM¡ATE A LA PEREGRINACIÓN TRAS


LAS HUELLAS DE DON QUIJOTE POR T[ERRA MA)NOHEGA
EN SU TERCERA SALIDA

(En este segundo día el recorrido en automóvil es en sentido inverso


del que llevó Don Quijote desde su lugar a la Cueva de Montesinos.)
Otro día, hacia las ocho de la mañana, pueden dejarse "las ociosas
plumas" y reanudar jornada por la parte sur del "antiguo y conocido
Campo de Montiel", cuya mención tanto confunde y desorienta a los
de esta gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada his-
exégetas
toria,
RUIDERA
Ninguna detención será menester, pues nos hallamos fuera de toda
(50 kms. desde
ruta quijotesca, hasta el lugar y lagunas de Ruidera, donde nace el. Gua-
Manzanares)
diana, que, a poco, se pierde en las criptas del rubio suelo (con criptas,
por ser también calizo, pero de índole y edad muy distintas a las del que'
hasta aquí hemos pisado en la llanura). Oculto recorre el río ocho leguas
desde Argamasilla a Los Ojos; territorio del que, por cubrir al oculto
río, dijo metafóricamente a Tamerlán el hidalgo madrileño Rui Gonzá-
les de Clavija, cuando Enrique IU lo envió de Embajador él Samarcanda.
que "en España había. un puente de ocho leguas, donde pastaban gfln{l,-
dos". En forma más poética describe Cervantes ese fenómeno:' Entre las
aventuras de la Cueva de Montesinos (una de Ias criptas del Campo) dice
que Guadiana, fiel escudero de Durandarte, muerto su señor en Ronces-
"valles y encantada la señora Belerrna, fué igualmente "conuettido en río
de su triesmo nombre, el cual, cuando llegó a fa supeciicie, iué tanto el
pesar que simio ... que se sumergió en las entrañas de la tierra, pero,
como no es posible dejar de acudir a su natural cocaente, de cuando en
cuando sale" (Parte H, cap. XXIII). Tanto o más que él lloraron las
sobrinas de Durandarte, también encantadas, a quienes invocaba así Don
Quijote: "Vosotras, lagunas de Ruideca, que mostráis en vuestras a~'Uas
la que lloraron vuestros divinos ojos".
LO$ años muy lluviosos presentan las lagunas horizonte de agua; de
Pedro de Novo 109

modo que no fuégrotesca burla de Cervantes decir que a Don Quijote y


Sancho, cuando desde la playa de Barcelona vieron por primera vez el
mar. (adviértase que se trataba del Mediterráneo. tranquilo), "parecioles
espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en La
Mancha habían visto" (Parte Il , cap. LXI).
LA OSS'A DE Poco trecho hay hasta la Ossa de Miontiel; lugar que creo, sin que
MONTIEL
pueda ser otro, aquella aldea en que los dos héroes manchegos posaron la
(69 kms. desde
Manzanares) noche antes de visitar las cuevas con el primo de Basilio, que sirvióles de
guía sobre su borrica preñada; pues desde dicha aldea a la cueva de Mon-
tesinos "no habia más de dos leguas" (Parte Il. cap. XXII).
Cueva de Si la carretera 10 permite y se halla tan buena guía como aquel inno-
Montesinos.
(10 km'. desde
minado primo, será posible alcanzar la Cueva. ya que no visitada. Tam-
La Ossa). bién cabe ir a ella desde Ruidera, siguiendo las lagunas; pero esto sólo
allí mismo se averigua cierto en cada caso.
Como antes dije, desde este punto, extremo meridional que alcanzó
Don Quijote durante la Tercera Salida, se recorrerá en sentido inverso
la ruta que había llevado desde su aldea. (iNos limitamos al recorrido en
tierra manchega y prescindimos en este itinerario del que Don Quijote
llevó hada Aragón y luego en ese reino y en Cataluña.)
Lugar de las Así, en orden contrario a como 10 relata la historia, se hallarán su-
B o d a s "de cesivamente, el lugar de las Bodas de Carnacho, que los más colocan en
Camacho.
Socuéllarnos, pues del relato resulta que aquel 'lugar estaba a una jornada
SOcutLLAMOS

(50 kms. desde de la dicha aldea que hemos situado en La Ossa y, efectivamente, de So-
la Cueva de
cuéllamos a la Ossa de Montie1 sólo hay ocho leguas.
Monte,lnnsl.
Muchos situán en Belmonte la casa del Caballero del Verde Gabán y
Casa del Ca-
ballero del de admitirlo así, quedará bastante alejada, a la diestra mano, de nuestro
VerdeGabán camino. Pero tal situación es verosímil, pues sabemos que, Don Quijote.
al salir de El Toboso "tomó et camino de Zaragoza" (parte .Il, capítu-
lo XVn) y en él se hallaba Belmonte (ahora en la carretera a Cuenca y
Teruel}, Sin embargo. alguna dificultad hay en esto, pues también cuen-
, ta el moruno historiador que poco alejados de la casa del de lo Verde
encontraron, los allí tan obsequiados huéspedes. a los estudiantes y la-
briegas vecinos de Quiteria, quienes llevaban su mismo camino, y debe
advertirse que desde Belmonte son opuestos el que conduce a Socuéllamos
y el que lleva hacia Aragón. Esta es la segunda de las dos únicas dificul-
tades y contradicciones que he hallado para reconstruir la ruta de Don
Quijote en tierra manchega; la anterior fué la jornada excesivamente lar-
110 Andanzas de Don Quijote en tierra mancheqa

ga desde la Venta-Castillo al lugar de Los Batanes. El resto del camino


de Don Quijote puede seguirse sin discrepancia.
Pero no hay que reparar en tales niñerías, sino dar por bueno esto
Aventura de poco que queda inseguro y pensar que a corto camino de la hospitalaria
los leones.
casa, está el campo donde hallaron el carro con los leones de quienes tomó
nuevo sobrenombre el Hidalgo (Parte I1, cap. XVII).
En cambio, seguramente, sería inútil buscar aquel grupo de árboles
Aventuradel
Caballero de donde 10 tomó el Caballero del Basqueo de los Espejos (Parten, ca-
del Bosque.
pítulo XIV) por el suyo verdadero y más humilde el Bachiller Sansón
Carrasco; los bosques han desaparecido con el progreso de los siglos.
Aquel bosquecillo estaba, pues, entre Belmonte y El Toboso. distante
media jornada del primer pueblo y otro tanto de la patria de Dulcinea.

Aventura En tan corto trecho no sería difícil imaginar el sitio donde toparon
del carro o con el carro o carreta de las Cortes de ~a Muerte (Parte I1, cap. XI), pero
carreta de
las Cortes de no va nada en averiguarlo y no forzará a parada alguna.
la Muerte.
Así que hacia la. una de la tarde podrá llegarse a Quintanar para co-
. mer en su Parador de Tornismo, pues sería poco prudente fiar de los que
QUINTANAR DE

LA ORDEN se hallasen en El Toboso, preguntando allí a "uno con dos mulas", quien
tan pOOO satisfaría a la demanda de sitio para buen yantar, como defrau-
dado dejó al enamorado caballero cuando le preguntaba por los palacios
de Dulcinea.
Cierto, faltará la sabrosa pero rústica comida que pudiera granjearse
en tobosesca venta y donde campeara del mismo queso que Sancho lleva-
ba en las alforjas (y aun cabría sospechar, al morderlo, fuese sobrante de
aquél), pero el propio Parador de Quintanar tal vez depare cerdo en ado-
bo, extremado cuando es 'bueno; 10 que enaltece a la. amada. del Hidalgo,
pues según nota marginal en los cartapacios que, por continuar la inte-
rrumpida historia, salteó Cervantes al sedero y que tradujo el morisco del
. .
Alcaná toledano: "Dulcinea de El Toboso dicen que tuvo la mejor mano
para salar.puetcoe que otra mujer en toda La Mancha" (parte 1, cap IX) .
El Toboso
10 k m s , del
Si el tiempo no apremia, conviene, como sobremesa, corto desvío a
Qulntanar).
El Toboso para ver, a la misma Aldonza en las puertas de su casa o del
corral donde afirmó Sanc.ho haberla hallado ahechando trigo rubión
cuando su fingida embajada. También, como advierte Navarro Ledesrna,
a cada paso se habrán visto en aldeas y caminos los dos tipos raciales re-
presentativos: el escueto, severo y señoril del Hidalgo (si bien éste común
.Pedro de Novo, , 111

a toda España) ,y el rechoncho, zanquilargo y pernicorto, mucho y mal


barbado de Panza (más particularmente manchego). .
Lo malo del camino no aconseja marchar de El Toboso a LA MOTA
DEL CUERVO, pero el por qué de mencionar aquí esta aldea, se debe a
La Mota del ,'que me atrevo a considerarla PROBABLE L UGAiR DE DON QUIJOTE,
CuervO, pro-
bable lug~r
conforme anuncié en la,
introducción de este audaz ,
escrito. He aquí los
de Don QUI- argumentos que 'aduzco 'en favor de esta hipótesis.
jote.
Dice Cervantes en el primer capítulo de la Primera Parte, cuando
Alonso Quijano escogía su dama, que "en lugar cerca del suyo había una
moza labradora de mur) buen parecer" (parte l, cap. I}.
Se adivina que la cercanía de El Toboso al lugar de Don Quijote,
motivaba que éste la hubiese visto a. menudo; por ejemplo, en excursiones
por los contornos de su aldea, corno "amigo dé la caza".
En otro lugar, Sancho, "en lo que dudaba -algo era en creer aquello de
, la linda Dulcinea de El Toboso, porque nunca (al nombre 'ni tal prince-
sa había llegado jamás a su noticia) aunque vivía tan cerca de' El 'Toboso"
(parte r, cap. XIII).
Cuando el Caballero envía al escudero desde Sierra Morena a El To-
boso, con la carta para Dulcinea, dice Sancho, refiriéndose a la Dama
(cuando sabe que es su conocida Aldonza Lorenzo), "quiero' ya oetrm
en camino sólo por vella, que ha muchos días que no la veo". Frases y
concepto aplicables únicamente a persona que vive tan cercana 'que lo
accidental es dejar de verla muchos días (aunque se comprende que días
pudieran tomarse por meses).
.En camino con su misma embajada llegó Sancho a La Venta, donde
topó con el Cura y el Barbero, a los que, entre mil disparates, "les contó,
cómo llevaba la carta a la Señora Dulcinea de' El T'oboeo, que era la hija
de Alonso Cocchuelo" (parte I, cap. XXViI:). No dudaba Sancho de que
ambos oyentes conocían al vecino labrador, como suele ocurrir entre los
que habitan aldeas muy próximas.
En .todos estos transcritos pasajes se ve que los del lugar de Alonso
Quijano, cuando hablan de El Toboso es siempre en sentido acomodado
a quien habla de personas vecinas en pueblo muy inmediato al suyo.
Cuando emprende la Tercera Salida dice Don Quijote (Parte Ir, ca-
pítulo IX): "La noche se nos va entrando a más andar y con más os-
caridad de la que habíamos menester para alcanzar a ver con el 'día El To-
112 Andanzas de Don Quijote en tierra manchega

boso": Esto puede interpretarse corno queriendo decir que si la noche hu-
biese sido clara la aprovecharan para caminar y llegar a El Toboso al
hacerse de día. o bien corno deseo de llegar a E1 Toboso aun en el día o
de día; es decir, tardando veinticuatro horas, En, rigor así fué, supuesto
que llegaron al anochecer del día siguiente. como' se ve por estás palabras:
"En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día
siáuiente. Al fin otro día, al anochecer, descubrieron la gran ciudad de
El- T<oboso" (Parte rr. cap. VIII).
Como la frase otro día no puede significar en este caso un tercer día,
pues se opone a 10 antes dicho, el pasaje transcrito sólo puede interpretar-
se de tres modos:

1.0 Como manifiesto y habitual descuido de Cervantes que no cura-


ba de precisar lugares ni distancias.
2.0 Como que emplearon veinticuatro horas. 10 que, aun con las na-
turales paradas, supondría jornada de ocho o diez leguas, y esto sí podría
colocar la discutida aldea en el Campo de Montiel
3.0 Que, vista la oscuridad de la noche, no anduvieron durante ella
y que, tampoco 10 hicieran al día siguiente porque deseasen llegar a El
Toboso sin luz, como 10 indica el que ordenase Don Quijote "entrar en
la ciudad entrada la noche" (parte [l. cap. VE!), y que "medianoche
era por filo cuando Don QuiJote y Sancho dejaron el monte y entraron
en El Toboso" (parte II. cap. IX). En este tercer supuesto. el lugar de
Don Quijote distaría cuatro leguas del de Dulcinea.
Todo 10 dicho, relativo a ser ambos lugares muy proximos se aco-
moda más al tercero y último supuesto y, en tal caso, para hallar la igno-
r:tc!J;¡ aldea comencemre por trazar. desde El Toboso como centro, una
,circunferencia 'COnradio de cuatro leguas.
Pues reparemos ahora en 10\ que no tengo noticia haya reparado na-
die. cual es que en Los trabaic« de Persile« y Sioisrminda (Libro II .. ca-
pítulo X) se dice que "el escuadrón de pe!regrinos" a una jornada de
Oaintanar, "llegó a un nugar. de cutjo nombre no me acuerdo". Creo
indiscutible que este lugar también de La Mancha, también cercano a El
Toboso y también de nombre voluntariamente olvidado no podría ser
otro que el que Cervantes dió por patria a Alonso Quijano, pues como
capricho resulta demasiado extraña la repetición de tal humorada relativa
al mismísimo pueblo. Siesto contraría lo que? cap. lógica y sagacidad' afir-
Pedro-de Novo q3
man Rodríguez Marín y Valera de que aquella frase "de cuyo nombre no
quiero acordarme" fuese simple galanura para dar mayor realidad a un
lugar imaginado, creo que esta idea de nuestro primer cervantista puede
ser acertada y no oponerse a que Cervantes se refiriese a lugar determinado
y bien conocido, y sobre todo, insisto en que lo que dice en "Persiles"
es harto significativo.
Teniéndolo en cuenta, si, como se hizo desde El Toboso, desde Quin-
tanar por centro se traza otro arco cuyo radio sea otras cuatro leguas, se
advertirá que corta al anterior hacia LA MOT'A DEL OU ER:V °, lugar
del que puede pensarse 'que (aparte cualquier desaguisado que allí ocurrie-
ra al Manco glorioso) tal vez bastase para que evitara estampar su nom-
bre, el del ave de mal agüero que ostenta. (por eSQ me fijo' en él con pre-
ferenciaal de Miguel Esteban, igualmente situado respecto de El Toboso
y de Quintanar.)
Aparte siempre el tropiezo de ser todo fantasía, reconozco que aun
quedan dos grandes objeciones contra LA MOTA DEL CUERVO para
identificarla con la ignorada y famosa aldea. Es una, lo mucho que dista
del Campo de Monticl. por donde cruzó Don Quijote apenas partido de
su aldea: pero esta misma dificultad atañe a cualquier otro lugar cercano
a El Toboso, ya que nunca puede serlo, a la vez, a este pueblo y a aquel
campo; sobre todo para el criterio respecto a lo cercano y a lo lejano
que imponían los medios de transporte en aquel siglo. Repito mi creencia
d'e que Cervantes consideraba que el Carnpor de Montiel lle~aha.. si no al
Puerto Lápice, al menos muy cerca y, por tanto, también a El Toboso.
La segunda 'objeción a mi hipótesis, está en ser LA MOTA- DEL
CUERVO lugar demasiado pequeño para tener varias familias de hidal-
gos, pero no holgaría investigar d allí se conservan testimonios de haber
existido las de los Qnijanos, Ouijanas, Qui iadas o Ouesadas,
Soslayando por fuerza esta, muchas veces no averiguada, cuestión.
sólo queda tomar la vuelta de Madrid. cruzando por Ouintanar y Aran-
ARANJU!Z

(74 km •. del juez donde acaso la apacibilidad del para ie convide a cenar con fresas y
Qulntanar, 84
kmi. de El To- espárragos. Mas no sin que antes de llegar 'al. hasta hace poco, real y
boso],
siempre florido sitio se contemple el hondo cauce del Tajo, tan distinto
del somero, cuanto tortuoso, del Guadiana Alquél, al excavar su lecho,
dejó en alto la capa de dura caliza que se vió en Tembleque y que forma
la elevada Alcarria (alcarria significa páramo, en árabe). En cambio, el
GUCldian¡t,que no excavó (por: razones que no vienen albora a cuento).
114 Andanzas de Don Quijote en tierra manchega

ALCALÁ, corre sobre esa caliza que, aunque a igual altura que aquellos páramos
650 kms., reco-
rrido total (sal- (los dé Alcalá, por ejemplo) " no destaca en altas mesas, sino en ese ten-
vo error u omí-
ston).
dido llano de La Mancha: tierra la más gloriosa del mundo, pues tomó
sobrenombre de ella el primero entre los caballeros andantes.

De esta villa de Madrid, a veintitantos días de abril de mil novecien-


tos y trein ta y seis..
Laus Deo.

PEDRO DE NOVO

Dedicado a Viruca Miró Quesada;


flor de El Perú; gala de Lima.
BOL. DE LA SOc. ESP. DE EXCURSIONES TOMO Lll
VALLADOLID. CAPILLA REAL

Interior de la nave Púlpito


BOL. [)E LA SOc. ESP. DE EXCURSioNES
TOMO LII

VALLADOLID. CAPILLA REAL

Coro

".- .~~ --
in E.rTA&EAL.CAPILLlt
~ ," ~-
IEJAVTiZO ELDIA20 •
.~UN"DEJ8S1 . fEJWAt/- 8~i5i($lR
bOJOSECIUSTI NIA NO'
HiJOSEC4UNOOD.E $.A. , ,SJ!5To:rlm tl
1_ o
REAL LA.rERENISIMA·
SEÑOR" iNFf\NTA~ '1 oc~manu
OOÑAJOS E FA FE RNAN u
. r8~a't"tJtJ.
l.0~~O"~~Ni~.!&,
Lápida de bautizo Lápida de consagración

;~RVIItNH
~~'l~IO
La Capilla Real de ,Valladolid

, , 'Por JUAN AGAPITO y REVILLA

El grandioso recibimiento que" se hizo el 18 de 'noviembre de 1517.


cuando por primera vez' entró en 'Valladolid Don 'Carlos '1. fué tan es"
pontáneo a 'la vez que tan celebrado por todas las clases sociales que; cier-
tamente, conmovió al joven Rey y le hizo entender el afecto 'y el buen
deseo del pueblo con que era acogido al. pisar-tierras de Castilla, Por
eso, sin duda, y sabiendo, corno sabría que la villa de Valladolid era; el
cenrropclicico tie la región, aunquetorra ciudad ostentara .el lema de
"Caput Castellae", por e-lla mostró siempre cierta simpatía, y entendiendo
que las ciudades y villas miraban a la nuestra como ejemplo de toda- ac-
tividad pública, y 10' queella' marcara las otras' seguirían sin. titubeos. aq'~¡
reunió repetidas veces las Cortes 'castellanas y, de' ellas obtuvo grandes
ayudas y auxilios para' sus bélicas emPresas, corno se observa en las ocho
Cortes celebradas en 15 18, para su proclamación; '1523, continuadas en
1524. 1527, 1'537 (corr la Emperatriz y el Príncipe Don Felipe), 1542,
1544 Y 1548 (estasdosúhimas presididas por el Príncipe)' y' 1555.
Valladolid no ocasionó nunca disgustos graves a Don Carlos I. El
motín que se originó en la villa queriendo impedir la 'salida del Rey para
asistir a las Cortes de Santiago-Coruña no fué por' desafección, más 'lo
fué por el cariño que se le tenía y por pretender no saliera del reino: En
las Comunidades, Valladolid se resistió a entrar en la rebelión, y entró
al fin obligada por los acontecimientos, además que las Comunidades no
iban contra el Rey. '
Un suceso, verdaderamente sin importancia, disgustó a Don Carlos J
116 La Capilla Real de Valladolid

en Valladolid, en el cual mostró rigor y energía. El 23 de abril de 1542,


cuando se estaban celebrando Cortes. aparecieron a la puerta de la iglesia
del convento de San Pablo unos pasquines difamatorios del Rey. del
Príncipe y de otros personajes. Se hicieron pesquisas a'l efecto, y a .los
tres días se de.cubrió que habíanl sido puestos por dos jóvenes llamados
Lasso de la Vega. Fueron condenados a muerte, mas el 17 de mayo Don
Carlos les levantó tan tremendo castigo, conmutando la pena por un año
de prisión, uno en Orán y otro en Bugia, y destierro perpetuo de la
Corte. Dichos jóvenes eran naturales de Toledo, y el indulto le concedió
el Rey a instancias del príncipe Don Felipe. quien mostró gran empeño
en que se concediera. (Cita el caso D. !Manudde Foronda y Aguilera en
Estancias y viajes den Emperador Carlos V. tomándolo de D'Herbays,
Desctiption des ooqaqes faicts et victoiresde Charles Quins, R. A. de la
Historia, 11- I -6, legajo 4. y de Juan de Vandenesse, Sontmaire des vo-
uaqe« fai ts par Charles le Cinquiéme de- ce nom depuis l' an 1514 [usque
le 25 maq 1551, Bibliot. Nac. de Madrid, ms, 1.75'8.)
Valladolid amaba a su rey Don Carlos 1 y éste trató a la villa con
cierto cariño. siempre que pudo mostrarla su simpatía. hasta tomando
parte en funciones públicas. corno torneos y alanceamientos 'de toros,
en cuyas fiestas mostró gallardía y valor.
Sin embargo, no tuvo en Valladolid casa propia. Se ha dicho por
alguno que pretendió hacer palacio real En 'Toledo reformó y agrandó
el 'A:lcázar y en Granada no terminó de construir un magno palacio en
la Alhambra. De Valladolid no se sabe nada de tales pensamientos; sí
J

que faltan varios libros de acuerdos del Ayuntamiento donde pudieran


encontrarse datos referentes a ese proyecto, y también pudiera-n confun-
dir la noticia con ·la idea de hacer palacio para el príncipe Don Felipe.
cuyos preliminares, que no pasaron de tales, dejo consignados en un
trabajillo titulado Un prooectado palacio real 'en Valladolid en el si-
ala XVI publicado en el Boletín de la Academia de Bellas Artes de
Valladolid (tomo I. 1930 a 1933, pá!gs. 324-331).
No tuvo. pues. el Emperador palacio en Valladolid que fuera de su
patrimonio real; pero no le faltaron aposentamientos suntuosos, y si
durante el primer 'tercio del siglo XVI se alojó en las casas de D. Ber-
nardino Pirnentel, así que el Secretario de Don Carlos. el influyente
Comendador mayor de León, D. Francisco de los Cobos, y su esposa,
doña María de Mendoza, dieron fin a las obras de construcción de sus
Juan Agapito y Reoiiia I'l7

magníficas casas frente al convento de San Pablo, no tuvo por qué pre-
ocuparse, en sus variadas estancias en Valladolid, de' preparar su posada
y dispuso siempre a su antojo de un verdadero palacio, que por la fre-
cuencia con que fué ocupado por los reyes y príncipe, ciertamente pudo
titularse ya "real", sino "imperial", como le correspondía por la dignidad
del Rey nuestro Don Carlos I o el Emperador Don Carlos V.
De ese palacio no he de indicar nada ahora, ya que me he ocupado de
él en diferentes ocasiones; pero sí recuerdo, y es el tema de este trab.ajillo,
que monarcas tan religiosos y piadosos como Don Carlos y su esposa
Doña Isabel de Portugal no podían disfrutar de una vivienda que no
dispusiera de un oratorio o capilla donde a diario y con toda comodidad
celebrasen los cultos divinos en familia, modestamente, en privado, sin
las molestas ceremonias que' llevaban consigo las exhibiciones en pú-
blico.
y vino a resolver este problema la humildísima iglesita -que a las
espaldas de las casas del Consejero de Estad¿ del Rey-Emperaodre.r poseía la
caritativa cofradía de' Nuestra Señora del Rosario.
, ¿Cuándo fué incorporada esa iglesita al "palacio real", en términos
que la Reina dice de ella "itengo mií.capilla en la dicha iglesia de Nuestra
Señora"? Aunque de este particular he de tratar luego, bien puedo ade-
lantar que después de 1534, probablemente en 1536, la capilla adquiere
los honores reales, por la frecuente asistencia en ella de la familia, de
Don Carlos 1.
Humildísima como fué en un principio la iglesita, llegó 'a 10 más que
podía llegarse. Un testigo llamado Pedro de Gordejuela, de ochenta años
poco más o menos, declaró el 23 de mayo- de 1544 en un pleito que en
el apéndice l. o de documentos se extracta, expresó que de "quarenta
años a esta parte que este testigo tiene noticiade la dha. casa e ospital e
cofradía de nra. Señora del Rosario desta dha. villa, que puede aver poco
más o menos, que vna señora que se Ilarnava doña Catalina de CoRal,
que fué la fundadora e dotadora del dho. ospital en la dha. casa que
agora es, que hera suya de la dha. doña Catalina" .
Concuerda perfectamente la noticia con 10 que escribió D. Mariano
Alcacer en el trabajo que publicó en el Boletín de la Comisión de monu-
mentos históricos tj artísticos de e~ta provincia con el título general de
El Rosarillo (núm, 5, 2.° trimestre de 1927, luego en aparte al que aña-
dió dos documentos};
La CapilláReal de ValtadoLid

De él se deduce que la cofradía de Nuestra Señora del !Rosario tenía


su bopical desde tiempo indeterminado, pero es de' suponer que 'no ~ría
mucho antes del siglo XVI, en la calle que por ello se! llamó dé! Rosario
(actualmente de San Diego), el cual lindaba por la derecha, según se en-
traba desde dicha calle pública, con casas de doña üatalinade Corral. y
por la izquierda con las de doña Juana de la Cerda, esposa que fué de
D. Lepe Manuel, Comendador de la arden de Alcántara.
Viendo, sin duda, doña Catalina la estrechez en que se movía laco-
fradía, y llevada de su acendrada piedad, donó, por escritura de 14 de
enero de 1503 ante el escribano de húmero .Francisco Sánchez de Colla-
dos, esas casas 'que lindaban con el,hospital, para que sirvieran al dicho
objeto y sala de juntas de la cofradía, asignando, además, a ésta ocho mil
maravedís de renta al año, sobre las alcabalas de Segovia, para' atender
a los gastos de la caritativa institución.
La mencionada señora era viuda en segunda nupcias de Rodrigo de
Villalpando, y de la familia t~n prestigiosa de los Corral de Valladolid
de les siglos XV y XVI. pero no puedo precisar quiénes fueransus pro-
genitores, pues aunque éra hermana de un Diego-de Corral, hubo tantos
de este nombre en
,
la familia que no me es dable
. ,. .
identificarla. Sólo puedo
.

añadir, y ello es bien poco, que pertenecía a la casa de Corral del linaje
de Reoyo, y, según se hace constar en~l apéndice 7.°, este D. Diego dé
Cotral. así como su hijo Gonzalo, poseyeron casas junto al hospital dé
San Cosme y San, Damián en la Piñonería." '
Doña Catalina otorgé testamento el 14 de agosto dé 1504, Y además
de algunas donaciones :hech'as a favor de sus sobrinos Gonzalo y M~ú'-
~elo de Corral. hijos dé su meríci~nad0' hermano D. Diego, instituyó por
heredero universal al hospital de Nuestra Señora del, Rosario, l~gá'ndole
varios bienes, entre las 'que Se contaba~ la aceña dé Linares en el Pisuerga
y la heredad de Fuensaldaña, si bien impuso la condición que subviniese
al sostenimiento de ocho camas, que tenía puestas en el hospital, no para
.
enferm~s, sino para recoger viudas pobres que 'Viniesen. a . Valladolid
".
a
asuntos de la Chancillería, y si en el ínterin caían enfermas, debieracuí-
dár~eLis·y hasta darlas sepultura en ~aso d~ fallecimiento.
• t . . . ~.,
Quedaba sub- • . ..

sistente la donación de los ocho mil maravedis de renta que tenía hecha
de "antes, :peto ~bligaba. a 'lá 'cofradía a dÜ't~r en cada 'año 'co~ tres mil
rh'les au~a huerfan~ d~ padre o' madreque f~~~a' vecina de 'la villa; Y
1 .. ,',-, ',. -, I '. "

así que se consiguieran las bulas necesarias para ello, Sé' 'diría una misa
Juan Agapito y 1?euiltd .

rezada diaria y otra cantada. con tres capellanes los días festivos, el 16
de' agosto de cada año otra de réquiem .con asistencia de la cofradía y se
la hicieran honras como cofrade fundadora. Nombró, además. por patro-
no del hospital al doctor Palacios. oidor de la Real Chancillería, y
después del fallecimiento de este señor, al prior, que fuese del convento
de San Agustín. modificándose este nombramiento por su codicilo otor-
gado el 1 8de agosto mismo, por el cual hacía recaer el patronato en el
prior del monasterio de San Pablo.
. Constituida de ese modo la fundación, acrecentados sus recursos y ha-
biendo prosperado la cofradía, pretendió en 15 16 hacer iglesia nueva;
pero se ofrecieron serias dificultades con los propietarios de las fincas co-
lindantes por las servidumbres de las vertientes de tejado, que retrasaron
la ejecución de los planes pensados, y, alfin,se solucionaron las diferen-
cias existentes haciéndose concesiones mutuas, que se 'consignaron en' la
consiguiente escritura de convenio.
Así y todo, aunque se hicieron -obras, "poco se adelantó en la iglesia,
pues la reedificación y construcción de altares no ruvo efecto hasta 1535,
en que la llevó a feliz: término la .Emperatriz ", según dijo A1cocer; pero
esto merece una razonada rectificación. por lo menos en lo referente a la
reconstrucción de la iglesia. que solamente tenía en sus principios un al-
tar portátil con la efigie de San Gregario "para la devoción de las pobres
acogidas en el dicho hospital".
LIa reconstrucción de la iglesita de Nuestra Señora' del Rosario,' no
fué debida a Doña Isabel de Portugal. Véanse las pruebas a conainuación.
. Si Don Carlos I mostró cierta predilección por Valladolid, como lo
demuestran las doceestancias que en la villa hizo y que fué la población
de España en que residió por más tiempo (1.145 dias en ella, mientras
que solamente 754 vivió en' Toledo, aunque se la califique de "imperial"),
su esposa Doña Isabel de Portugal tres veces estuvo aposentada en Va-
Iladolidvpero también' la tuvo afecto, porque, como dijo, D. Javier Va-
les Failde en su libro La Emperatriz Isabel (pág. 289), era "tan amada
por ellapor 'ser cuna de su hijo" .
La primera' estancia de la Emperatriz en nuestra villa fué del viernes
22 de febrero hasta el 2'3' de agosto de 1527. en cuyo tiempo nació el
príncipe Don Felipe, y entonces se alojó el regio e imperial matrimonio
en las casas de D. Bernardino Pirnentel, como es' sabidísimo, lugar hoy
ocupado por la Diputación Ptovlnci~l. .
i20 La Capilla Real de \ÍaÍladolid

En esa ocasión ninguna relación podía tener la iglesia y hospital de


Nuestra Sefiora del Rosario, con las cas:as de D-. Francisco de los Cebos
y su esposa dofia María de Mendoza, pues el palado del Secretario de
Don Carlos no estaba aún terminado de construir sobre lo que habían
sido las casas de la Condesa de Ribadavia, madre de la bella joven de 'ca-
torce afies doña María, que se desposó 00'11 Cabos el 20 de octubre
de 1522, y consta que aun en 1533 trabajaban Julio Aquiles y Alejan-
dro Mayner en la decoración del suntuoso palacio, como pintores.
Ya es más probable, casi seguro, que Don Carlos y Doña Isabel se
aposentaran en el flamante palacio del Comendador Cebos en su breve
estancia en Valladolid en 1534, del 29 de junio al 19 de julio. Y si así
sucedió, como parece, en él dió a luz la Emperatriz, según siempre se la
llamaba, un niño, por desgracia muerto. LOr. escribió D. Martín de Sa-
linas, el embajador que el rey de Hungría, Don Fernando, hermano de
Don Carlos, tenía en la Corte de éste, -en carta datada en Valladolid el
15 de julio de 1534, en la cual se lee: "La Emperatriz por respeto' de su
preñado 'Vino desde Madrid adelante, y el Emperador acordó visitar las
ciudades de Avüa: Salamanca, Toro y Zamora; y a los 29 del pasa-
do, S. -M. estando en T'oro, fué advertido de la mala disposición deste
lugar, y también que al príncipe Don Felipe, suhijo, le había dado mal
de sarampión; de lo cual no se tomó conocimiento luego por los médicos,
pensando su mayor mal; y la Emperatriz congoxada deste efecto recibió,
grande alteración; y otro día siguiente a las seis de Ia tarde, malparió un
hijo muerto ; que por el cuento de su preñado seria de ocho meses. Ha
sido muy gran desmán, y la culpa está en haber venido a lugar sospecho-
so. S. M. queda con entera salud y estamos esperando su buena disposi-
ción del trabajo pasado para partir de aquí y andar desterrados por las
_aldeas, porque este lugar se va empeorando, y no es razón -deestar en él".
T'anro que el mismo Salinas decía a su Rey, desde Palencia el 29 de julio
de 1534: "La villa de V alladolid se comenzó a dañar de manera que a
SS. MM,. ha-sido forza-do salir fuera -ellos yi toda su Corte; y lo mismo
ha mandado hacer a la Chancillería, por respeto que la villa torne a salud
para se tornar a -ella ", (Véanse esas cartas en las publicadas por D. An-
tonio Rodríguez Villa, bajo el título de El Emperador Carlos V y su
Corte en el Boletín de la Real Academia de la Historia, tomos XLII a
XLVI, 19033 1905).
Aunque Doña Isabel saliera de- Madrid con Don Carlos y viniera di-
Juan AiJaplto y Reoilta 121

rectament'e a Valladolid, y acompañase el Emperado- a su esposa hasta


Villacastín, el 5 de junio saldría la Emperatriz de este pueblo y habría
delleg-ar a nuestra villa, dado. su estado, hacia el 9 la de dicho mes.
ó

Desde ese día hasta que salió con dirección a Palencia el 19 de julio, no
podía tener. la señora otras ocupaciones que las que sus cuidados deman-
daban, por ella. y por el sarampión de Don Felipe.
Es más, creo que lo que pudo hacerse en ¡la iglesia, en 1535, fuera de-
bido al Comendador Cabos y su esposa doña Maria ae Mendoza . Pn-
mero, porque hasta que se terminasen las obras de su palacio no habnan
de ocuparse de mejorar o reformar las casas de los vecinos que con aquél
colindasen, y segundo, porque terminado aquél, en el cual se ha·clan
en 1533,. por lo menos, trabajos de decoración, era ya probable que se
preocupasen de ayudar o auxiliar a la iglesita que tan cerca de su vivienda
existía y la cual pudieran utilizar fácilmente para sus devociones.
Además de estos detalles, indicios de alguna consideración dada la
generosidad y. piedad del matrimonio Cobas para suponer lo expresado,
hay un daroque hace mucha fuerza y al que puede dársele el valor de un
documento ..
En una escritura otorgada en 24 de julio de 1 552 por la cofradía de
Nuestra Señora del Rosario concediendo, a doña Maria' de Mendoza, ya
viuda (Cobas falleció en mayo de 1547), el derecho yuso de la tribuna
de la iglesia, consta el "pedimiento" o petición de licencia al R. M.· Don
Fr. Antonio Rondón, comendador del monasterio de Nuestra Señora de
la Merced y juez apostólico del hospiral de Nuestra' Señora del Rosario,
y en él, cuya solicitud autorizaron los licenciados Virúes y Buitrón, ha-
cen constar "íos beneficios y. buenas obras que su señoría (Doña Maria) y
el señor comendador mayor de León, su marido, an he-cho en la dha. casa
y hospital, que son el hazer 'Y Rehedificar la capilla de la dha. yglesia del
rrosario de talla y el altar mayor con sus gradas e púlpito y rretablo que
a su cavsa se hizo en el dho. altar y enlucir la dha. capilla e yglesia YI sue-
los della y que también hizieron la portada de la dha. yglesia de cante-
ría", además de costear varios ornamentos y hacer otros favores.
Se abrió una información parra ·declarar la utilidad de la petición, y
entre los varios testigos que actuaron, uno de ellos, Hernando Bernaldo,
quien tomó parte muy inmediara en las obras, depuso que "bió azer el
dho. paso. y callexcn por mandado del dho. señor comendador mayor de
León, y este testigo pagó los tres 'mill y quinientos mrs. a 'la dha .. con-
La Capilla Real, de Valladolid

fradía y confrades. ea Juan García y sus compañeros carpinteros que h~-


zieron la dha. obra por el dhovmandado, y el paso y callexon . " ; y aña-
dió que "hizo hazer la dha. capilla de talla, contenida en la pregunta, 'a
Francisco de Salamanca, entallador, vecino desta villa, y el altar mayor.
púlpito y gradas dél, y enlucir la dha. capilla e yglesia y suelos-della ..,
ansimismo por eldho. mandado hizo azer la dha. portada de cantería. y
el dho. señor comendador mayor dió por mano deste testigo para ello
doscientos ducados, los qua les gastó este testigo, e después dió cuenta
dellos a los confrades" . Hernando Bernardo fué alcaide de la casa del Co-
mendador.
(En estedocumento, que extracto en el apéndice 2.°, figuran como co~
frades Juan de Portas, entallador, y 'los pintores Antonio Vázquez, Alon-
so de A'V'i1a,Gerónimo Vázquez y Juan de Avi1a. De ellos no digo nada
por ahora.)
Hay que sentar, en consecuencia, 'que Cobos y su esposa, si no "hi-
cieron" desde cimientos la iglesia del Rosario, pues la frase .de "hazer la
dha. capilla de talla" no autoriza para pensar que la reedificación fuera
total, al menos costearon obras de gran importancia, como era todo el
interior de la capilla con su fachada de-cantería, .altar mayor y S1,l retablo.
púlpito y su escalerilla, y suelos, así como el paso y callejón paria comu-
nicar el palacio del, matrimonio Cobos con la iglesita de Nuestra Seño-
ra del Rosario ..
y hasta entonces, hasta heoho todo lo indicado, no podía verse aún
la actuación de Doña .Isabel de Portugal en la capilla' vecinade1·palacio
del magnate. -,
, Otra <cosasededuce ya en la, tercera estancia o residencia en Vallado-
lid de la Emperatriz; Esta estancia fué más larga que Ias otras. "A co-
mienzos de verano de este año de 1536 trasladó la Emperatriz su Corte
a Valladolid. para esperar en esta ciudad, tan amada por.ella por ser cuna
de su-hijo, el. regreso de Carlos 1". (Vales Failde, lugar dioho). y ya no
salió Doña 'Isabel de nuestra villa hasta el 22 de septiembre de ,.1538, se-
gún se desprende de estos datos:
" ' "El 28 (de diciembre de 1536) salió Carlos '1, en compañía de su es-
posa e hijos. pata Valladolid. en cuya ciudad vivieron hasta et 23 de ju-
lio del año siguiente de 1537, en que, después de celebradas Cortes' en
esta ciudad.. salió aquél para Monzón con el fin de celebrar también
Cortes.' dejando en, la capital' castellana a su augusta esposa Y sus tres
Juan Agapdoy Reoid«

hijos" (Vales, 290). Cosa a que aludió 'Salinas desde Valladolid, a 18 de


marzo de 1537, escribiendo: "Llegó (Don Carlos) a Tordesillas después
de comer a buena hora del día', y esperábale .la Emperatriz en la Cámara
de la Reina nuestra señora (Doña Juana la Loca), donde fué rescibido
con el amor 'que se debe -de madre y de muger, S. ¡M,. se detuvo en Tor-
desi1lassiet~ días para se 'holgar y que se acabase el aposento y se vino a
esta villa. Fué 'ventura en el camino, porque 1el hizo muy buen 'tiempo: y
acabado de llegar cayeron las mayores nieves, fortuna yagua que se ha
visto por los que hoy 'Son vivos, tanto que me han dicho que han tenido
trabajo en los bastimentas por causa de faltar las moliendas y quien las
!I:·r-uxese
a la villa.- Tiénese por nueva cierta que la Emperatriz está pre-
ñada, de que S. Mi. tiene ,gran contentamiento; como es razón que se tenga".
Volvía a escribir el embajador de Fernando desde Valladolid el 5 de
abril del mismo año: "Ya escribí a V. M. cómo la¡Emperatriz estaba pre-
ñada y su bien 'va adelante. Nuestro Señor la. guarde y alumbre corno
conviene". Y repetía el bueno de D. Martín .Salinas el 3 de junio
de 1537, desde nuestra villa también, a su. rey Don Fernando: "La Em-
peratriz está muy preñada y placerá a Dios de. la alumbrar con bien; y a
mi parecer no se habría perdido nada que V. Mi. tuviera aquí uno de sus
hijos, como allálo dixe, por los respectos que allí se platicaronr y aquella
opinión tengo al presente". ' .-
H embajador, del mismo modo desde Valladolid el 16 de junio, co-
municó que "S. M. determina partir desta villa para tener Cortes en Mt:>n-:,
zón para principio de julio ... La :émperatriz quedará en esta villa por res-
pecto de su largo preñado y por ser la jornada de guerra" .
. El 17 de octubreDios concedió un nuevo hijo a la Emperatriz, el
cual "fué baúÍizado a los pocos días con moderada pompa, dada la. au:
sencia de Carlos 1, imponiéndose le el nombre de Juan ... ", y con alg.ú~
retraso dió la noticia Salinas a Don Fernando por !hallarse en Monzón.
diciéndole el 23 de octubre: "La Emperatriz plugo 'a Dios que parió un
hijo y quedaron ella y el Sr. Infante muy buenos. ,$l. ,M. está buena, gra-
cias a Días, y alegre con este bien que Dios le h:a, dado" .
Esté infante Don Juart, a los cinco meses de edad, voló al Cielo, y.
los restos mortales del augusto niño recibieron cristiana sepultura en el
colegio' vallisoletano de San Gregorio hasta 1559,' en que fueron trasla-
dadós ,; la CapillaReal de Granada, .así como 10~de. la. princesa Doña' Ma-
ría de Portugal, primera 'mujer de Don Felipe Il. depositados en el con-
La Capilla Reat de Valladolid
124
vento ce San Pablo de Valladolid desde 1545 en que ocurrió su muerte.
(Véase en el Bol. de la R. Academia de la Historia, tomo LX, págs. 5-24,
enero de 1912, el trabajo del Duque de T''Serclaes Traslación de cuerpos
reales de Granada a San Lorenzo de El Escoria! y de Valladolid a Gra-
nada. El desgraciado D. Javier Vales Failde escribió que les restos del
infantito Don Juan estuvieron depositados en la iglesia de San Pablo.)
Don Oarlos 1 si no vió nacer a su hijo Don Juan, tampoco le vió mo-
rir. Desde Barcelona escribía Salinas el 9 de febrero de 15'38.: "Habrá
cinco días que S. 'M. ha mandado restar las naos ... S. M. se partirá des-
pachada esta posta a visitar Gerona y Perpiñán y Salsas... y ansimismo
se cree y se dice que venido irá por las postas a Valladolid a visitar la
Emperatriz ... "; y añadía el bueno de Don Martín, en su obsesión de ci-
tar embarazos de la Emperatriz: "Túvose sospecha. cuando fué de Mon-
zón, que quedaba preñada, 10 cual no fué verdad". Y Don Carlos no
llegó en aquella ocasión a Valladolid- hasta el 12de agostode 15~8, es-
tando el maltrimonio en nuestra villa hasta el 20 de septiembre, de la
cual salieron los esposos con dirección a Tordesillas, en donde pasaron
,.
veinticuatro horas con la reina Doña Juana, saliendo el día siguiente el
Rey para Valladolid para despachar ciertos asuntos urgentes. y la EIl1[Je-
ratriz para Toledo, donde ~e reunieron el 23 de octubre. ¡Cómo iba a
figurarse Doña Isabel que esa era la última visita que ¡hada a su suegra!
La Emperatriz falleció en Toledo, y de resultas de un parto, ell.O de
mayo de 1539.
En esa buena temporada de residencia en Valladolid. ya pudo y tuvo .1

tiempo la Reina de ocuparse de las cosas de la iglesita de Nuestra Señora


del Rosario, y como esta era su capilla y en ella oía los divinos oficios,
por estar "la dicha iglesia .. ' incorporada en las casas del comendador ma-
yor de León. donde posarnos S. M. e yo cuando estarnos en esa villa",
en carta que dirigió a la 'cofradía desde Cobas (de Segovia) el 25 de sep-
tiembre de 1538. pocos días 'después de salir por' última vez de Vallado-
lid, ella misma dice: "Mandé facer y se hizo un retablo y tribuna y un
pasadizo y puerta por lo bajo para entrar ala dicha iglesia". (Véase ~l
apéndice 3.°.) Eso fué 10 que hizo Doña Isabel en la capilla que desde
entonces, o por entonces, se Ia titula "real"; y ese retablo "que se hizo".
y la tribuna y el pasadizo o puerta. se construyeron y labraron por 1537·
La descripción del retablo posterior a 1535 la dió Alcacer, y de él es-
cribió' que "la Efnperatriz mando construir el altar mayor de madera ta-
\ .
.
Juq/n ¡~fJa,Jito y Reuilla ' 125
Ilr,'
~,.' " "'-
,
na,d~':-ya se ha visto que Cobos hizo el altar mayor-e-figurando en pri-
mer término la virgen circundada del rosario, insignia de la cofradía, con
cualtro 'á-ngeles a los' lados -Y cuatro en la parte superior sosteniendo el
rronó ,delPad're eterno. Debajo de _la Virgen otro ángel. y más abajo, jun-
to a la mesa de altar el relicario con el Santísimo Sacramento. A lbs la-
dos del Sagrario -Ias imágenes de S-an Francisco y San Antonio, y más
sepa'fadas las figuras de los ApóstcYles San Felipe y Santiago. En los pi-
lares de este retablo se colocaron a la izquierda San Juan Bautista y a la
aereoc-haSan Juan Evangelista y orlando estas figuras a ambos lados,
las armas imperiales. Por la parte de arriba como remate, las dos coronas
imperial-es sobre sus bastones cruzados y ~as siete saetas doradas, y por
abajo las co'lumnas con' el Plus Ultra. Terminaba el retablo con el Toisón
del que pendían, a los .lados, dos colgantes de frutas y flores con lazos,
todo tallado y estofado".
Por la época sería el retablo una bella obra, interesantísima siempre
por ser trabajo costeado por la Reina, y tengo para mí que estaría traba-
jado por buenos maestros: ¿Berruguete? ¿ Giralte? Indicios, nada más
que indicios, puedo señalar: pero está en lo probable que tales artistas in-
tervinieran de alguna manera en esa obra. Me fundo en un detalle que
quizá no tenga relación ninguna para unir los nombres de Alonso Be-,
rruguete y Francisco Giralte con el real retablo: mas algo ello querrá de-
cir: es mucha casualidad citar los nombres dé dos excelentes maestros de
Escuítura en un documento que otorga la cofradía del Rosario' cuando
se estaba haciendo, segurame,nte; ~l mencionado retablo.
Un poder otorgado por la cofradía del Rosario a favor del señor
Hernando Bemaldo, cofrade, para todo lo que sea representar a aquélla
en sus diversos aspectos, ante el escribano 'y notario público apostólico y
real y de la iglesia y abadía, Cristóbal de Santiago, se data "en la dha. vi-
na de Valladolid, a. diez y ocho días d'el mes de nouiembre año del-
56r. de Mill y quinientos y treinta y siete afies. testigos que fueron pre-
sentes a 10 que dicho es para ello llamados y rogados, Alonso berrugue-
te, Secretario del Crimen de la corte e chancillería de Valladolid, e franco.
guiralte e Pedro de Campo, estantes e auitantes en esta dicha Villa "
'¿Puede, sacarse de ello -alguna consecuencia? No quiero decir más que
10 que déjo estampado. "Sería una temeridad, por mi parte, hacer comen:
tarios.
Lo que sí es de recordar es que ese año de 1537 la reina: Doña Isabel
126 La Capilla Real de Valladolid

de Portugal se ocupó de cosas de arte en Valladolid. Ese retablo lo de-


muestra. P0rO hay más.
lEn 'el mismo año vino a nuestra villa Luis de Portugal a consolar a
su hermana la Emperatriz, asaz inconsolable por el fallecimiento de su
crra fiermana la Duquesa de Saboya, y entonc-es' acarició la idea, de que
el rnenciondo hermano Luis ciñera 'la corona ducal de Milán.' Ló dijo
tarrsbién D. Martín de Salinas al escribir al rey Don Fernando, su señor:
"V. M. sabrá que yo supe cómo el Emperador estaba muy determinado:
y aun resoluto, en dar el dicho Estado (de Mitin) al infante Don Luis por
ruego de la Emperatriz".
Más probable creo que la visita de Don Luis a.su hermana fuera, por
ese motivo de política que por la circunstancia de la muerte de la Duque-
sa de "Saboya, aunque todo estaba relacionado; rnas fuese porIo- que fuese,
es locierto que en dicho año, o en 1 538, e~tuv:;'dé paso en 'Valladólid
el-pintor portugués Francisco dé Holanda,' cuando tenía veinte anos, 'para
saludar a 'la Emperatriz Dbña Isabel.' en -riÜmlbre' del Rey de Portugal
Juan Il l. EsteRey protegió al joven pintor y le enviaba a Italia a dibu-
jaé fortificaciones y trabajos de su profesión, y' 'al visitar el' artista a
Doña' Isabel, ésta le encargó la enviase-un retrato del Emperador Don
Carlos, desde Barcelona, donde embarcaría,' para Italia. Y este pintor,
páoo:o' mucho, estaría relacionado con el infante Don: Luis, si con él
r: 1
'110 vino.
, y ya que cito 'la Francisco de Holanda, recuerdo que escribió el 'libro'
titulado De la pintura amiaua, cuya traducción al castellano hizo el pin-
tor, también, portugués, Manuel Denis, en I563, y el que hoy identifico
con el "ydonis pintor", que aparece documentalmente 'e'n Valladolid eh
I548, I 55 I Y I5154, Y supuse italiano. (Véase mi libro, en parte impreso,
La Pintura en ValladolId. pág. 138:) 'Denis fué pintor de 'Doña: Juana,
Princesa de Portugal e Infanta de ESpaña.
No es de extrañar que la Emperatriz estuviera relacionada con artis-
tas de su tierra, y a su' sombra buscasen cierra protección 110spaisanos, así
como que tuviera afición a las Bellas Artes.
Dejo' este 'largo paréntesis y vuelvo a recordar que los mayores favo-
recedores de la iglésita -dé Nuestra Señora del' Rosario 'fueron el- Comen-
dador mayor' de Leóríy su esposa, No solamenteIo 'que dijeron '1.05 licen-'
ciados Virúes y Buitrón y el testigo Hernando Bernaldo hicieron aquéllos
por la cofradía, sino que hay que añadir la reg-alaron un ternó y capa y
I
Júan Agápito y Reoilla 127

frontales para todos los altares, de seda y guadarnaciles, cálices y cus-


todia de plata, según los letrados, y según el testigo, tres ternos, otros
oolorado, de terciopelo azul, capa de damasco encarnado con su cenefa y
capilla, otro terno de res, dos dalmáticas de raso amarillo y morado,
otro entero para las masas de réquiem y otras cocas, además de las
limosnas de 300 reales una vez, otra. de 200, erra de 20 ducados, ,Iy las
súplicas que "personalmente" hizo el Comendador a los Papas Clemen-
te vn y Paulo I1I.de los breves que concedieron para la "casa y hospi-
tal de Nuestra Señora del Rosario",
No es de extrañar que con los favores y beneficios recibidos de '}la Em-
peratriz y de los esposos Cebos, quisieran elevar el rango de la modesta
capilla, mucho más desde que se la calificó de "capilla Real" por ser "mi
capilla", según dijo Doña Isabel. Y por residir entonces en Valladolid
el obispo de Zamora D. Pedro 'Manuel, cuya casa estaba a la entrada de
la calle del Empecinado de ahora, casi frente a la iglesia de .San Martiri,
de' la cual casa aún se conserva uno de Jos dos escudos de piedra que os-
tentaba la portada, se encargó dicho prdado de consagrar laiglesita, cuyo
acto se perpetuó con una lápida colocada en el pilar del lado deJ Evan-
gelio del arco de entrada de la capilla mayor, que aunque su inscripción
fue publicada por Sangrador Vétores en su Historia de Valladolid, y
García-Valladolid, en Valladolid. Sus recuerd!os y sus grandezas, la trans-
cribo de nuevo, porque ninguno de los dos señores la copió fielmente .
. Dice así. en r1etras góticas, a pesar de lo avanzado del siglo XVI, en
que se labró:

Esta iglesia real con


sagro : el mui : reberédo. s.
do p~ m anuel obispo de zamo
ra : a : xvij de marzo: de : iUdXXX
iX

Sangrador transcribió muy mal la fecha y la puso "Xv.IJ a XXXIX" ;


García-Valladolid no 10 hizo mejor, y por '"J'" puso "Y", escribiendo
"XVIY A XXXIX, suprimiendo ambos el mes, así como las cifras "iUd",
que 0'0 supieron interpretar por 1500, según es tan sabidísimo,
Es de n'Oltarque la palabra "real" de la primera línea del' letrerol está
grabada sobre otra que ocupaba mayor espacio que el quecorrespondía a
128 La Capilla Real de Valladolid

las cuatro [erras de "real", por 10 que rebajaron 'la piedra para hacer des-
aparecer 10 que primitivamente se escribiera; lo cual quiere significar que
se rectificó' la palabra, así que Doña Isabel. por ecrito, expresó que la ca-
pilla era suya y, por tanto, había de calificarse de "real".
La inscripción está perfectamente comprobada, y he encontrado la
prueba en una carta ejecutoria de 24 de septiembre de 1546 dada por don
Fray A'nt'onio Rendón, maestro én Santa Teología, Comendador del mo-
nasterio de Nuestra Señora de la Merced de redención de cautivos, de Va-
lladolid, juez apostólico conservador de la igdesia y hospital de Nuestra
Señora' del Rosaría y "capilla de su majestad, en esta villa", por virtud
de un curiosísimo pleito entre Juan de Morales, capellán mayor de dicha
capilla, y el Corregidor y otros de la villa, iniciado por aquél el 13 de abril
de 1543, a propósito de haber sacado el te-niente de merino Pedro de San-
tiago y Alomo Gutiérrez. mercader de hierro. a Lope Hurtado, calderero,
de lugar sagrado. por estar retraído éste en la 'casa religiosa y llevarle preso
a la cárcel de la villa. Ganó el pleito Morales, y Hurtado fué restituido a
la iglesia de Nuestra. Señora del Rosario. ¡

De esta ejecutoria conoció Alcacer, mas no dijo que en ella se copia-


ba el acta de consagración de la iglesita, la cual transcribo en el apéndi-
ce 4.°, tomándola de la referida ejecutoría, que' se conserva en el archi-
'\1'0 de San Felipe Neri, a donde han ido a parar muchos papeles de las 00-

fradías de Nuestra Señora del Rosaría y de San Cosme y San Darnián,


por ser la Congregación de San Felipe Neri protectora de las' dos cofra-
días reunidas,
El Acta es curiosísima y hace ver que la ceremonia de la consagración
de la iglesia era mucho más sencilla que actualmente se practica en se-
mejantes casos.
Otra prueba que confirm:a la calificación de "capilla Real" de la igle-
sita está en que Don Carlos 1. además de conseguir varias bulas apostóli-
cas referentes a la casa religiosa, nombró por su capellán al presbítero Juan
de :Morales~ a quien asignó el sueldo de 35.000 maravedís, que debie-
ron convertirse en cien ducados de renta anual sobre el obispado de Pa-
lencia en tiempos de! prelado D. Juan de Zapata, Presidente de nuestra
Chancillería.
Pero Doña Isabel no pudo contemplar ya consagrada la "mi capilla",
como ella dijo, "para cuando, placiendo a Dios, allá vuelva" (Apéndi-
ce 3.°), pues falleció la bella Emperatriz en Toledo, según dije, el T.?
Juan Agapito y Reoilla 129

de mayo de' 1539, mes Y medio después de la cerernorna litúrgica. Pero


su recuerdo allí perduró muchos años.
Unos pocos se sucedieron, y la iglesita volvió, Si no a revestirse de
gran suntuo~idad, al menos presenció solemnidad significativa. El prín-
cipe Don Felipe, luego Ir de este nombre COU1Jo
Rey, y su joven esposa,
Doña María de Portugal, pasaron en Valladolid teda su vida de casados,
y aquí dió a luz la Princesa a su hijo Carla", que tantos disgustos dió al
padre, andando 101& años.
lMiuchas cosas se prepararon en la villa para celebrar el deseado naci-
míenro del Infante, el cual vino al mundo el 8 de julio de 1545; pero
las fiestas proyectadas al efecto tuvieron que dejarse para mejor oca-
sión, pues las alegrías se convirtieron en tristezas cuatro días después
por el repentino e inesperado fallecimiento de la Princesa, ocurrido el 12

de julio.
,LQS regocijos que habían de acompañar al bautizo se suprimieron en
absoluto, como era de rigor, y aun la ceremonia bautismal, que habría
de tenerse en la iglesia de San Pablo, según se tuvo la del padre, hubo
de ce1ebrárse1a modestísimamente, y de ella escribió D. Juan Antolínez
de Burgos, en la Histoeia de Valladolid: '''Olebróse el bautismo del Prín-
cipe-así 10 escribió el historiador, por haberlo sido luego DO'n, Carias-
en la capilla que hoyes del palacio real, y entonces de la cofradía de
Nuestra Señora del Rosario. H

y también se hizo constar el acto en inscripción lapidaria, poniéndose


la piedra sobre la ya referida de da consagración, y del mismo modo gra-
bada en caracteres góticos de esta manera:

el infante. don car


los. se bautizo aqui
a dos de agosto. año
de. xl.v.:-1545.

(Tampoco copiaron fielmente Sangrador y García- Valladolid esta


inscripción, por suprimir el "de" de la cuarta línea.)
Doña María Sarmiento de Mendoza (así se llamaba, aunque para
abreviar la dijesen doña María de Mendoza), viuda ya, siguió prestan-
, do a la cofradía de Nuestra Señora del Rosario su .magnánima protección,
y consta -que, en compensación de los favores recibidos, se concedió a la
La Capilla Real de Valladolid
130

señora el derecho y uso de la ¡tribuna que la Emperatriz había mandado


hacer en la ig lesira. La esc-ritura de concesión se otorgó el 24 de julio de
1552, con todos los formulismos y trámites de la época, y de algunas
diligencias se deducen noticias curiosísimas que extracto en el apéndi-
ce 2.°, haciendo resaltar que ~1 en la petición de licencia a Fr. A,nt!Qinio
Rondón, como juez apostólico del hospital de Nuestra Señora del Rosa-
rio, se dice que "tratan de conceder a la muy ilustre señora doña María
de Mendoca, muger que fué de don Francisco de los Cobas, Comenda-
dor mayor de León, para su señoría y para sus hijos y decendientes y
subcesores en su casa y mayorazgo. para que puedan tener y tengan de-
recho y vso en la tribuna questá hecha en medio de la yglesia del Rosario,
para que en ella puedan oyr todas las misas que se dixeren e vísperas y
todos los otros oficios diuinos con sus criados y criadas e las otras
personas que quisieren meter y no otra persona alguna más de las que
ellos metieren ..... , así cerno también "entrar por el paso que agora está
hecho desde la casa de su señoría a la dha. tribuna".
En la información al efecto hecha para ilustrar al juez apostólico que
había de dar la autorización para hacer la concesión, el testigo Hernando
Bernaldo declaró, entre otras cosas, que "sabe que la dha. señora ,doña
María de Mendoca, como la dixeron que la casa del dho. ospital se que-
ría hundir, e que se hundía e de noche mataría beynte pobres qucstavan
en la dha. casa, y si se hundía e caya de día podía matar otros tantos
mandó a este testigo que derribase y hiziese derribar la dha casa y la tor-
nase a hazer de nuevo., e así este testigo a hecho hazer, por mandado de
la dha. señora, el dho. hedificio y casa en el estado en que está, en el qual
cree que en todo él se abrá'n gastado cerca de mill ducados, poco más a
menos"; añadió que la cofradía suplicó á doña María que por las mer-
cedes de ella y de su marido recibidas y por las que "esperavan rrecebir de
aquí adelante , se sirviese de la dcha. tribuna"; y la sefiora respcndió
"quella mandaría ynbiar por Luis de Vega, para que diese horden que
la dha. casa se acabase del todo e muy bien acabada e asi aposento de po-
bres, como sala de cofrades, tribuna de los clérigos, y así luego "Ia dha. se-
ñora ynbió a llamar a la billa de Madriz al dho. Luys de Vega, y le man-
dó todo 10 aquí contenido, yasí el dho. Luys de Vega venido, 110' vida y
dexó la borden para que se acabase a este testigo. y sabe que la dha.
señora dcfia María está determinada de acabarlo, avnque le cueste otros
rnill ducados, porque se lo a así mandado a este testigo y sabe que mandó
Juan Agapito y Reoilla 131

al dho. Luys de Vega -que dexase encomendada la dha. 'obra a este testi-
go, porque el dho. Luys de Vega se lo dixo y ¡la dha. señora se 10 a dho.".
Con la licencia oportuna, dada el 12 de junio, y previos los tres tra-
tados de costumbre e incorporación de una escritura que doña María
otorgaba- sobre 10 convenido, se firmó por ambas partes el documento de-
finitivo en la fecha indicada, haciendo xonstar los cofrades que el paso
desde las casas de la señora a la tribuna era de tres pies' y medio de ancho
por once varas de largo. Aun se añadió a la 'escritura, el mismo día 24
de julio de 1552, en que se otorgaba, un acta en la que se hizo constar.
"porque la dha. tribuna no se ha de alargar ni ensanchar en tiempo al-
guno más según e de la manera que agora está y la emperatriz, nra. seño-
ra, la dexó hecha", la medida que tenía, que era de trece pies de "vara de
ancho por veinticuatro de largo, con un' voladizo o "balcón" de cinco
pies más largo que la tribuna y seis de ancho No hay que dudar que la
cofradía hacía un "favor" a su protectora: pero había que "atar bien los
cabos", por 10 que pudiera ocurrir andando los años y no viviendo ya
la magnánima señora.
Comentario requiere un detalle de estas noticias: el correspondiente
al nombre de Luis de Vega. Este era el del arquitecto o maestro mayor
del antiguo palacio real de Madrid, Luis de la Vega. No, es de extrañar
que doña María de Mendoza se quisiera servir de los informes del maestro
para dar orden en cómo había de hacerse la obra del hospital. Que hu-
biera alguna relación entre Luis de la Vega y D. Francisco de los Cobas,
es muy natural, al ser aquél el maestro que intervenía por aquellos años
de Don Carlos 1 en las obras de modificación o reforma del alcázar o pala-
cio madrilefio.> Esa relación la aprovecharía también doña Maria recor-
dando la de su marido, yeso trae como por la mano la especie de si la
venida de Luis de la Vega por mandado de doña María a visitar lo de]
hospitalde Nuestra Señora _del Rosario sería por ser conocedor del pa-
lacio fabricado por Cabos y su mujer, y hubiera entendido en la cons-
trucción de tal palacio. No hay documento que lo pruebe; pero sí que es
muy probable que el nombre del arquitecto del Rey, Luis de la Vega, tu-
viera que unirse a la construcción de las casas principales del rico matri-
monio. Si para una cosa tan pequeña corno era el construir un cuerpo de
edificio para ocho cuartos, cocina, sala de juntas de cofrades y otras me-
nudencias parecidas, se requiere nada menos que la presencia de un maes-
tro tan acreditado coma Luis de la Vega, al servicio de Don Carlos 1 y de
132 La Capilla Real de Valladolid

su hijo Don Felipe, ¿ no parece lógico que más necesaria fuera para inter-
venir en el palacio frontero a San Pablo? Y si ese llamamiento de doña
Maria a Luis de la Vega era una prueba de confianza en los conocimientos
técnicos y prácticos del maestro, L de 'qué podría venir esa muestra de
aprecio y de confianza? ¿De qué hubiera trabajado para los esposos en las
referidas casas vallisoletanas? Bien pudiera haher ocurrido, mas yo no me
atrevo a asegurado, como no me he atrevido a afirmar que Manso Be-
rrugucte y Francisco Girálte intervinieran en el retablo que para la ca-
pilla mandó hacer la Emperatriz Isabel.
A los pocos años de estar eh uso doña María de Mendoza de la tri-
buna de la iglesia del Rosario, recibió ésta un honor de subido interés,
por celebrar en ella sus rezos Santa Teresa de Jesús y compañeras, cuan-
do vinieron a nuestra villa al objeto de hacer, la santa reformadora su
cuarta fundación.
Está fuera. de duda que habitó 'Santa Teresa, por espacio de tres me-
ses y cuatro días, en las casas de doña María" y que, por tanto, utilizó
la susodicha capilla.
Equivocando el lugar, D. José María González de Echávarri, en su
precioso folleto publicado en 19 14, Santa Teresa de Jesús en ,Valladolid,
aparte de unos artículos que salieron en el diario vallisoletano El Por-
venir, sentó la especie de que la Santa se alojó en el palacio de doña Ma-
ría, que "estaba en terrenos que hoy ocupan la calle de Alonso Berrugue-
te y' el teatro Calderón, hasta tocar con el antiguo Hospital de Santa Ma-
ría de Pópulo, iglesia del Rosarillo, una de cuyas 'Tribunas pertenecía
al Palacio". Ya había sentado antes la misma afirmación, muy errónea,
por cierto, el P. Bonifacio del 'Moral, agustino, en su Vida de Santa Te-
resa de Jesús, para uso del pueblo (imprenta de Miñón, Valladolid,
1890). Pero ambos se equivocaron, porque el palacio de doña María de
Mendoza no era él del Almirante, sino el ya conocidísimo de frente' a
San Pablo, y la casa religiosa, que lindaba con las casas del Almirante,
era entonces la cofradía de San Oosrne y San Damián, que hasta prin-
cipios del siglo XVII, como se verá, no se unió a la del Rosario, conocién-
dose por El Rosarillo con tal motivo y desde tal época la iglesia que ac-
tualmente lleva este título.
El error queda perfectamente deshecho, y bien determinada la ada:ra-
ción que hice a propósito del librito del Sr. González de Echávarri, en un
artículo que, bajo el epígrafe de Estancia pmvi!slonal de Santa Teresa de
Juan Agapito y Reollla 133

Jesús en el parado del secretario Cobas, en Valladolid, publiqué en el


Bol. de la Soco Casto de Excursiones (núm. 143, nov. de 1914), con la
ampliación y confirmación que en el número siguiente firmó D. Federico
Sangrador Minguela con el titulo de La real capilla de San Diego.
No .hace falta más, pero hay que justificar esa estancia de Santa Te-
resa eon las notas siguientes.
Don Bernardino de Mendoza, hermano de doña María de Mendoza
y de D. Alvaro de Miendoza, obispo de Avila, instó a Santa Teresa para
que fund'ase en nuestra villa, y la cedió a tal efecto la heredad que poseía
en lo que entonces se llamaba Río de Olmos (hoy conocida por Ribera de
los Ingleses), donde primitivamente se fundó también el monasterio de
San Francisco. Y allí entró Santa Teresa el 10 de agosto de 1568, acom-
pañada de las MM. Ana de San José, Dorotea de la Cruz, Isabel de la
Cruz, María Bautista, sobrina de la Santa, y hermana Francisca de Jesús,
así como del clérigo Julián de Avila y San Juan de la Cruz.
El terreno elegido no era muy sano; por ello se procuró en seguida
meter el convento de San Francisco en la villa cuando en él se instaló.
"En Río de Olmos cayeron malas cassi todas" las religiosas. Y en visita
de tal contrariedad, la piadosa y magnánima doña Miaría de Mendoza
ofreció trasladar a las monjas a lugar más saneado, y mientras se hacían
las gestiones oportunas y se preparaba el aposentamiento, llevó a su pala-
cio a las religiosas, diciéndolo de este modo un escrito del convento, que
consultó el Sr. González de Echávarri: "Después', passado pOlCOmás de
dos meses, la dicha señora doña María de Mendoza, su hermana (la de
D. Bernardino}, vista. la gra(n) descomodidad q allí avia para la salud,.
por estar en sitio muy húmedo y junto al Rio, y a esta causa coin) mu-
cha enfermedad, víspera de todos ssttos., llevó a las Religiosas a su cassa,
donde estubieron con mucho Recogimiento sin salir del quarto, y allí
aya missa desde una tribuna q cae a la parroquia (no llegaba a tanto la
iglesita) de ntra. señora del Rosario, y e(n) la tribuna se administraron
los stos. sacramentos." (Las letras entre paréntesis las suplo yo.)
y allí estuvieron las monjas hasta que, comprada; la casa y huerta a
doña Maria Hernández de Isla, viuda del regidor de Valladolid D. Juan
de Argüello, por sí y en nombre de su hijo mayor, como su tutora y cura-
dora, por escritura otorgada ante José las Navas el 14 de enero de 1569,
y arreglada algún tanto la casa para el fin a que se destinaba, a ella se
trasladaron, como dice un manuscrito del convento. "Se trasladó esta fun-
i34 La Capilla keal de Vatiadolid

dación a esta cassa donde aora estamos, que la co(m) pró la sra. Doña Ma-
ría de Mendoca: hícose la traslación con grande solemnidad, día del
glorioso 'san BIas a 3 de febrero de 1569, yendo las Religiosas en proce-
ssión, acompañándolas el sr. obispo de Abila don Alvaro de Mendoca,
hermano de 100s.dichos sres. fundadores, y. los conventos de los padres
carmelitas de la observancia y del glorioso Sto. Domingo, cofradías y
todos los señoreo> de Vallid., a las cual se halló presente nuestra madre
Sta. Teresa."
Resulta, pues, que si la iglesita de! Rosario, humildísima en sus prin-
cipios, fué luego protegida por el Comendador mayor de León y su mu-
jer, hcnrada con el uso que de ella hicieron. d Emperador y Doña Isabel
de Portugal, señalada con el bautizo del príncipe Don Carlos, y además
de haber recibido los honores de la consagración, tuvo la inmensísima
gloria.de haber sido magnificada (len la presencia de la gran Santa española
por un tiempo. bastante para impregnar aquel ambiente del misticismo
y arrobamiento de su elevado espíritu.
'. y a eso llegó la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y por eso doña
María de Mendoza siguió procurando sus favores a la cofradía y favo-
reciéndola cuanto la. era posible para que, como eran sus deseos, ."El ser-o
uicio de N. sefiorerr este dho. su templo vaya en aungmento". Razón
por la cual, a la petición de la cofradía para que la diese licencia "para ata-
jar el sopcrtal del patio de vuestra señoría que alinda con la capilla de.
la dha. yglesia donde se pongan los cajones de los dhos, ornamentos. y
seruycio della, y se tenga .sacristia", porque "tiene los ornamentos y
seruycio del altar en unavouedílla questá deuajo dél", accedió inmedia-
tamente, según era de esperar, .dada su generosidad, como se observa en
el documento original que lleva su firma (Apéndice 5.") .
.. Un detalle solamente faltaba para queIa iglesia del Rosario fuese de.
hecho. y de derecho capilla real, es decir, capilla del real palacio, yeso se
consiguió cuando las casas del Comendador mayor de León fueron ad-
quiridas por Don Felipe III para en ellas tener su real morada. Pero antes
de ello. el palacio de doña Miaría de ,Mendoza recibió el último suspiro
de la caritativa señora, la cual falleció el 1 1 de febrero de 1587, tribu-
tándola el Ayuntamiento los honores correspondientes a mujer que había
sido, de regidor 'Vallisoletano, cuya circunstancia, copiada de los autos del'
Regimiento, consigno en el trabajo inédito Aposentos y palacios reales
en Valladolid y la cOISa en que nació Felipe Il , por lo que lo omito aquí.
Juan Agaplto y Reuilla 13S

.Sabidísimo es que el Duque de Lerma compró a un nieto de D. Fran-


cisco de los Cobas y doña María de Mendoza, por escritura de ! rde sep-
tiernbre de 1600, cuyo sucesor era el Marqués de Carnarasa, D. Francis-
co de los Cobas yde Luna, adelantado perpetuo de Cazarla, capitán de la
Guardia española del Rey y poseedor del mayorazgo instituido por sus
abuelos, por renta de 4.000 ducados, "unas cassa principales que tiene
en la ciudad de Valladolid que son de su mayorazgo y están en la corre-
dera de san pablo, 'COn todo 10 a ellas anejo y Perteneciente, juntamente
con las casas y casillas accesorias que están juntas con la dha. cassa has-
ta la yglesia del Rosario ... , con todos los corrales, jardines, fuentes y
puerta. trasera ... y las tribunas a la yglesia del Rosario ... ".
TOQo ello 10 cedió, según también es sabido, el Duque de Lerma a
Felipe lII, por escritura de 11 de diciembre de 160 L ante Juan de San-
tillana, y "sucedió--escribe Antolínez de Burgos en Hist . de ValZador
lid, pág. 39 ?-que la Majestad de Felipe 3.°, teniendo su coree en Va-
11adolid el año de 1602, necesitó hacer de esta iglesia -del Rosario-
capilla real. y habiéndolo hecho así, la cofradía de Nuestra Señora del
Rosario se incorporó entonces con la de San Cosrne y San Damián, que
es una iglesia que está en la plazuela de la Peñoleria".
Efectivamente, se hicieron las capitulaciones para unir las dos cofra-
días, trasladando todo 10 de la del Rosario a la de 'san Cosme y San Da-
míán, por escritura de 28 de octubre de 1602, cuyo documento, con el
número 2, copió íntegro Alcocer en El Roearillo, por 10 cual no' le doy
yo, pero sí extracte> en el apéndice 6.° el expediente de aprobación de
dicha. unión, que mereció I la del obispo de la diócesis, D. Juan Bautista
de Acevedo, dada el 19 de abril de I603, en el cual se notan ciertos par-
ticulares de interés, que dejan traslucir el disgusto de los cofrades del Ro-
sario por el despojo que de su casa les hizo el Rey.
En el "pedimiento" se dice al prelado que Su Majestad "a tenido e
tubo necesidad de la dha. yglesia e cassa y hospital para hacer en ella su ca-
pilla rreal y la cassa para yncorporalla en su cassa y palacio rreal, por
confinar con él por las trasseras, y hauiéndosse puesto en execución con
bolunrad y consentimiento de V. ss.' a lo que se entiende, la dha. cofra-
día del rrosario, por no tener cassa, yglessia ni hospital- donde poder. ha-
cer sus memorias y hospitalidad de mugeres biudas honrradas que bienen
a pleitos, ni donde se juntar. donde hacer sus juntas y cauildos, an tratado
de se vnir e yncorporar con la dha. cofradía de los. gloriosos mártires"
La Captüa Real de VaLLadolid

San Cosme y San Darnián. Repiten que la cofradía del Rosario "ha teni-
do y tiene-necesidad-de yglessia, cassa e ospital por auerles quitado la
suya el rrey, nuestro' sefior ... " , como "le es notorio a v. ss." comp. perlado
que es de la dha. ciudad, y por horden y comissión de su magesrad' auer
pasado todo por su mano, ' ,", suplican al obispo
"mande rreceuir ynfor-
- \ ,

mación , ,, ,com/OIsu magestad les tomó la que tenían y la yncorporó en su


cassa y palacio rreal",
Sigue en el expediente la escritura de concierto o capítulos hechos
para la unión 'de 'las dos cofradías, que dije antes, y siempre que pueden
hacen hincapié en que el Rey" a tomado la cassa, yglesia y espiral de
nra. señora del rrosario, e metídola dentro de su palacio,desaciendo la
cassa e 'metido dentro del dho. su palacio la dha. yglesia e aciendo en
ellas su capílla rreal, y cerrando las puertas que tenía en la calle". y
que ello fué un verdadero despojo 10 prueba 'la segunda cláusula o con-
dición al decir, que siempre estarán ya unidas las dos cofradías, "aun-
que el rrei, nuestro señor, o los sses. neves, que después, dél fueren, les
rrestituyan y entreguen la dha. yglessia, cassa y hospital del Rossario".
A continuación se puso la información al efecto abierta y empezaron
las declaraciones de' los testigos el 2 de diciembre de 1602, diciendo el
primero, Andrés de Prada, criado del Rey, que teniendo S. M. "necesidad
de la dha. yg1essia, cassa y ospital, para hacer en ella su capilla rreal ..
anssí la tomó, y tiene al pressente echo capilla rreal, y entiende que con
acuerdo y voluntad del señor obispo desta ciudad",". Algo semejante
declararon otros testigos; añadiendo uno de ellos que "su magestad les a
llamado (a los del Rosario) su yglessia, cassa y ospital y echádoles della,
corno es notorio".
Tras del 'concierto y transacciones con el prior y cabildo de la Cate-
dral y la parroquia de la Antigua, a la que pertenecía la cofradía de
San Cosme y San Damián, con ambas cofradías, se dió por el prelado la
aprobación consiguiente y dejó de existir la iglesia del Rosario, de hecho
y de derecho, para ser oficialmente la "capilla real".
La traslación del Santísimo desde la iglesita del Rosario a la de los
mártires San Cosme y San Damián, en la Pefiolería (mejor Piñolería y
Piñonería), se celebró con mucha fiesta y regocijos "espirituales y cor-
perales". y hubo, según el licenciado Gregario de Camargo, clérigo, co-
frade de la del Rosario, quien crdenó una brevísima indicación de aqué-
Has, "sermón, processiones, dancas y mucho ornato", y se puso "El
Juan Agapito y Reoilla

ssmo. Sacramento en la Custodia que agora está, tercero día de la pascua


de Spiritu sancto del año de 1603, que cayó este año en 18 de Mayo, y
el tercero día fué a 21 del dho. dixo este día la Missa y puso el ssmo. Sa-
cramento en la custodia, e hico todo el officio desde las primeras vís-
peras hasta las segundas, que fueron las processiones, el doctor Sobrino,
canónigo de la Magistral. cathedrático de Theología y comissario del
Sancto Officio (luego obispo de Valladolid), diácono y subdiácono los
racioneros Gaspar Pérez y Alberto Martinez, siendo alcaldes de las di-
chas cofradías Hernando de Ceballos y Balthassar de Vega, y capellanes
de las dhas. cofradías los licenciados Joan Sánchez y Barguen y Fran-
cisco Pérez".
Muy interesante y curiosísimo sería detallar algo la historia de la
cofradía de San Cosme y San Damián, a la; que se incorporó la, del Ro-
sario: pero ello no. entra ya en el tema de este trabajo, y solamente en el
apéndice 7. hago un extracto
0
del expediente de compra por la cofra-
día de los santos mártires a' Juan de Guzmán, criado del A[mirante don
Fadrique Enríquez de Cabrera, conde de Módica, del suelo "cercado de
tapias sobre sus cimientos de piedra e con su portada de piedra .. , sy-
tuado en la Piñonería desta villa de Vallid.", cuya escritura se otorgó el,
1.0 de septiembre de 1500, ante Francisco Sánchez de Collados .
.y para no salir del tema, volvamos a la ciertamente u capilla Real".
Es indudable que Don Felipe III mandada hacer algunas obras en su
"iglesia del Rosario"; pero no puede precisarse cuáles serían. Lo que sí
debe rectificarse es la noticia que dió D. Mariano González Moral en
El indicador de Valladolid (pág. 51), al decir que la ca~lla "fué cons-
truída por Felipe 3. a! principiar, el siglo
0
XVII". No, la capilla no se
reconstruyó entonces: la "hizo capilla Real" por pasar a su propio do-
minio y propiedad, mas no la "construyó". Tampoco se sabe lo que el
Rey daría en ornamentos y cómo la alhajaría con obras de ante, ni el culto
que en ella ofreciera. A este propósito recuerdo que en esta histórica ca-
pilla se expuso a la veneración de los fieles una magnífica obra de nues-
tro Gregorio Fernández, que se la conoce por el Cristo de El Pardo. De
ella trató con criterio muy certero Serrano Fatigati en su trabajo Escul-
tura en Madrid (publicado en el BOL. DE LA SOC, ESPAÑOLA DE EXCUR-
SIONES. temo XVII, pág. 205). Muchos escritores se ocuparon de ella (un
resumen hago en mi libro La obra de [os maestros de la Escultura) oalli-
soletana. torno II. págs. 36-39); pero lo hizo magníficamente D. José
La Capilla Real de Valladolid
138 I

Maní y Monsó en su notabilísimo estudio Grefj'Orio Fetnández, Su vida


tj suS' obras (dado en M useum, tomo Il. págs. 212-236), en el cual cita
Ull'O'S daros que le prcporáonó Serrano Fatigaai después que este autor
había publicado su mencionado trabajo'.
La cita se refiere a un Compendio de la Historia del Santísimo Cristo
del Pardo, de autor anónimo, y de él se desprende que el 8 de abril de
16 05, Felipe IlI, estando en Valladolid, encargó a Fernández un Cristo
yacente, que fué expuesto "en' el oratorio del Palacio Real de Valladolid,
trasladándose la estatua con gran veneración y solemnidad a Madrid
en 1606 al reintegrarse la Corte al punto de donde la había sacado el
Duque de Lerma. La escultura fué de gran agrado y aprecio del Rey, y
en su poder; estuvo nueve afies, trasladándosela en 1615, en magna proce-
sión, al convento de Capuchinos de El Pardo, por cuyo nombre se cono-
ce la talla (de allí pasó á la parroquia .del Buen Retiro). Es, obra tan
importante, que el anónimo autor del Compendio mencionado cuenta la
anécdota de que Fernández decía de la obra: "El cuerpo lo he hecho yo;
pero la cabeza sólo la ha podido hacer Dios." Otra cosa dijo D. Ricardo
de Orueta y Duarte en. su folletito sobre Gteqcxio Fernández : "Si la ca-
beza del Cristo de El Pardo, según pregonaba el propio autor, la debió
hacer Dios, el 'resto del cuerpo 10 debió hacer el demonio."
,,y sucedió, desde que marchó definitivamente Felipe III con su Corte
a Madrid, que la "capilla real" corrió la misma suerte que ,el-Palacio. No
tuvieron en Víallado1id, desde varios siglos antes, los reyes su casa propia,
y cuando la tuvieron de su patrimonio, desde principios del siglo XVII,
apenas fué ocupada por ellos, y muy accidentalmente. A la "capilla real"
la ocurrió 10 mismo. 'Y si. como he dicho, de "hecho y de derecho" lo era
desde que la "adquirió" la corona, pues", pocas veces se vió visitada por
sus dueños. Y ¿para eso el Rey "echó" de ella a los cofrades?
Decayó la vida de 'la Capilla Real, casi abandonada en su destino, du-
rante los siglos XVII y XVr'II, y tanto, que apenas se hace referencia de
ella en las Ordenanzas de! Real Palacio de Valladolid, formadas a con-
sequcncia de Real Orden por don Pedro de Chaoes, Juez de dicho Real Pa-
lacio, tj aprobadas por S. M. - En Valladolid: En la Imprenta de' don
Francisco Antonio Garrido, Impresor del Santo oficio de lál Irrquisiciéa.
Año de 1789 (no figura este impreso en el Catálogo razonado dé las
obras impresas en Valladolid, por D. Mariano Alcacer); y si se cita
una vez, es por causa de utilizar los frailes del próximoconvento de fran-
Juan Agapito y Reoilla 13Y

ciscanos de San Diego, una dependencia que pertenecía a la capilla,


con la cual habían hecho comunicación, Decían aquellas Ordenanzas. en
su número 18: "Que por quanto S. M,.' tiene en el lado del Evangelio de
su Capilla Real un quarto de Tribunas de las Damas, y por lindar con el
dicho Monasterio, los Religiosos se sirven dél para su Enfermería, se
les dexe el uso de dicho quarto vajo, y alto, hasta que S. M. fuere servi-
do de mandar otra cosa; o lo hubiere de menester, haciendo reconocimien-
tos los dichos Religiosos que 10 poseen por esta calidad, y. no porque
sea suyo.
A poco de estas Ordenanzas entró la Capilla Real en una fase nueva y
de actividad. Se concedió, en 19 de septiembre de 1794, al provincial de
la Orden de religiosos descalzos de San Francisco, instalados en el con-
vento de San Diego, autorización para demoler la parte alta del pasadizo
que unía el Palacio Retal con el convento, y permiso para fundar en la
misma capilla la Orden Tercera .de San Francisco (Apéndice 8.°), Y poco
después, 18 de abril de 17 95, para demoler la tribuna alta con objeto de
abrir una ventana que diera luz a la baja que había de servir de coro
(Apéndice 9.°). Ambas .Reales órdenes las firmó Don Manuel de Godoy,
el Príncipe de la Paz, con el eítulo de "El Duque de la Alcudia n. y como
a este personaje le habían hecho el ofrecimiento de nombrarle Hermano
mayor y Protector de la Tercera Orden que iba a fundarse en la Real Ca-
pilla, muy agradecido a ello contestó el mismo Duque al Provincial (6 de
mayo de 1795), precediendo otra carta de gracias ele García Jan, con
fecha del día. antes (Apéndice 10).
Con esta autorización real, el P. Provincial, Fr. Francisco de la Con-
cepciónGrajal, fundó la Tercera Orden de Penitencia en la Capilla Real.
por patente de 15 de mayo 'de 1795, la cual mereció la aprobación del
General Fr. Joaquín Company, el 2 de julio del mismo año (Apéndi-'
ce 11), quedando nombrado el guardián del con vento de San Diego
Fray Antonio de San Bernardino, como Comisario visitador de la nue-
va fundación.
En seguida se hicieron los estatutos correspondientes, de los que doy
un co'rto extracto de 10 más importante en el apéndice 12, yen ellos, ade-
más, es claro, de detallar en qué habían de ocuparse en los ejercicios se-
manales, al principio se determina que se nombra por Primer Ministro,
Hermano mayor y Protector de la Orden Tercera, al Duque de la AJeu-
dia, que ya había aceptado el cargo, "por todo el tiempo, de .su vida, de
La Capilla Real de Valladolid
14Ó
que debe gloriarse dcha. V. O. T."; nombramiento, en verdad, por el que
esperaba la Orden recibir favores, como, en' efecto, consiguió. según se
observa en la Real orden de 14 de agosto de 1795 yen la de 7 de octu-
bre del mismo año? por la cual s,e manda "se componga la tribuna del
cuerpo de la Capilla cedida vltimamente a la Comunidad para la Benera-
ble orden tercera", firmando esta última disposición Godoy con el título.
de, Príncipe de la Paz, concedido peco antes por el Rey (Apéndice 13).
Constituida, ya la Hermandad, inmediatamente hicieron algunas obri-
Has en el edificio, y una de las más importantes, por ser para uso público,
fué la que se encomendó al. maestro carpintero Eusebio Ramos, quien
hizo un cancel nuevo para la Real Capilla de la V. O. T. de Penitencia,
que importó 1.464 rs., según memoria del maestro de 20 de diciembre
de 1795, quecon 330 rs. del cerrajero del cancel. dada nota pOorel P. Gra-
jal, se elevó a 1.794 rs. l.o,satisfechg "con todo lo demás que [e ha gas-
tado en la Real Capilla".
Oficialmente, se pasó el nombramiento que hasta por los estatutos
se había hecho a favor del Príncipe de la Paz, así como a D. Garc~l
Jara, quienes contestaron cump1ida~nte a la Hermandad. y en su nom-
bre, al P. Grajal, por cartas de .16 de agosto de P97 (Apéndice 14).
La buena organización de toda comunidad exige que en sus princi-
pios el orden presida con todo rigor sus actos y que la cabeza directora
no descuide ni un instante la inspección. y como Fr. Joaquín Company,
Ministro general de toda la Orden de Menores de San Francisco, dió Le-
tras patentes, por las cuales nombró Visitador de la misma a Fr. Fran-
cisco de la Concepción Grajal, y le concedía facultad para tener un sub-
alterno, dadas en Madrid a 28 de junio de 1797, el P. Graj al nombró
por su subalterno o segundo visitador a Fr. José Sánchez de San Antonio,
'yen sus enfermedades o ausencias, a Fr. Simón de San Pedro de Alcán-
~, . . . ~
tara, maestro de novicios, fecha 20 de agosto del mismo año. Mas re-
nunció el oficio de vicevisitador Fr. José de San Antonio "por impedirle
la asistencia a' sus Discípulos y no permitir el P. Guardián vajase a los
Exercicios el Mae,stro de Novicios" ; por la misma razón, el P. Grajal, en
31 de enero de 1798, hizo la sustitución con Fr. Carlos de la Concepción
Prieto.
La Hermandad se llegó a posesionar de la capilla con todos los de-
rechos que creía anejos a Ia propiedad, y uno de ellos era el de poder en.. ,
te~rar en ella, cierto que 10 haría. de. sus hermanos; pero se atajó esa pre-
141
Juan Agapito y Reoilla

tensión por medio de la Real orden de 5 de octubre de 1800 (Apéndice


15), prohibiendo en absoluto "pretensiones tan irregulares como estra-
fias a la salud pública", pues "La Capilla del real Palado que está a car-
go de Ios relijiosos de San Diego. no es una Y glesia pública ni conbiene
que se erija en tal. poniendo campanas. destinándola a Enterrar difuntos
y otros Vsos que con el tiempo pueden alegar derechos. .Excitar preten-
siones Y acarrear Lítijios".
Mas nO!por eso el rey D. Carlos IV dejaba de proteger a su Capilla
Real. ya que, por Real orden de 27 de febrero de í 800. concedía que se
pusiera en ella "la Y magen de nra. Señora y una de las mesas de piedra
que ,havía en el Palacio" (Apéndice 16). así como autorizaba 'C],ue"en el
callejón que da a la capilla se abriese una pieza de veinte y un pies de
largo y diez de ancho que pueda servir de Sacristía. no siendo posible
hazerla en el parage que V m. indica" . (Se refería al P. Grajal.)
En el año de 1802, ola V. O. T. solicitó del ilustrísimo señor don
Alejandro Camerón, obispo de Maximianópolis, algunos beneficios espiri-
tuales, y concedió a todos los hermanos cuarenta días de indulgencia por
algunos actos que 'Verificasen, como llevar los pasos o insignias de la Pa-
sión. por hacer los :actos de Fe, Esperanza y Caridad. por asistir a los
ejercicios. por decir delante de Nra. Sra. de la Concepción "Ave María
Purísima". por rezar un Padre Nuestro y Ave María a.nte la imagen de
San Pedro de Alcántara, y otros varios más. Y en esos. momentos de auge,
la V. O. T. solicitó de varias sacramentales hiciesen con ella lo que ha-
cían con los observantes en funciones, entierros o prácticas, aunque, de-
cía. que l1!0 tenía necesidad de las autorizaciones consiguientes por <tener
los Descalzos las mismas facultades que aquéllos; pero lo hacía para evi-
tar alteraciones y disputas cuando la V. O. T. asistiese a los entierros
de los hermanos que' fueran cofrades de dichas sacramentales. La incor-
poración se acordó por la Sacramental de San Pedro. el 28 de enero; de la
de San Nicolás, el 25 de marzo. y de la de San Ildefonso, el 9 de mayo,
consiguiendo el mismo favor por la cofradía del Santísimo Sacramento
y Animas del Hospital General. en junta de 16 de abril. todo del año
1802, comunicado el 16 de mayo.
Malos tiempos fueron los de la francesa da para la Capilla Real y la
V. O. T., en términos que dejaron limpia de todo ornato aquélla y arre-
bataron 10 que pudiera arrancarse; no cargaron con las dos inscripciones
relacionadas de la consagración de la capilla y el bautismo del príncipe
142 La Capilla Real de Valladolid

Den Carlos por estar empotradas en las paredes. Pero, pasada la mare-
jada, volvió a recobrar su actividad y comunicarse con otras institucio-
nes afines, y a instancias de la Escuela de Nuestro -Sefior Jesucristo, bajo
la protección de Nuestro Padre San Felipe Neri, cuya comunicación de
petición firmaba el secretario, Manuel Brián, el 19 de abril de 1814,
acordó el día siguiente la V. O. T. incorporarse a tal cofradía, y en esta
confraternidad participar de las gradas, alivios y bienes espirituales, que
Nuestra Madre la Iglesia tiene concedidos a la Santa Escuela. En el oficio
de ésta se lee: "Los exercicios tan augustos de nra. Religión sacrosanta;
que hace el objeto destos dos santos Establecimientos, no podrían estar
por más tiempo sin mutua comunicación, y ya que felidrnente pueden
vno y otro exercitarse livremente después de la dolorosa suspensión que
ham padecido a. ynpulsos de la impiedad."

Como el desmantelamiento de la capilla, como acabo de decir, fué


tan general. no había más remedio que acudir a donde se pudiera para con-
,cieguir 110 más indispensable para el culto, y hasta se recurrió a adquirir CIO-

sas que -puede decirse se desechaban de otras iglesias. No hay más que
recordar 10 siguiente: -

El Visitador, Fr. Francisco de San Roque, en 6 de junio de 1815"


dirigió una solicitud al párroco, mayordomo de la iglesia e individuos de
la Junta de bienes de la parroquia de la Antigua, y en ella decía:

"Acaban de desocupar la Capilla Real, propia para practicarse en ella


los Santos exercicios: pero como la miramos inutilizada para tan santo
ministerio, sin más ajuares que las paredes. Para dar principio a su uso
es necesario forma-r un Altar. En atención de que en essa su Iglesia tienen
una messa con sus adjuntas gradillas, que han separado del Altar maior
para colocar ot-ra más conducente al culto; suplica juntamente con todos
los hermanos, hagan el favor de alargarla para dha. Capilla en los térrni-
nos que fueren más adactables a su mucha Cristiandad y en el precio que
arreglaren los inteligentes en la materia de que sedará la más completa
satisfacción," -
La Comisión de Hacienda de la parroquia comisionó al mayordomo
Cayetano Alonso, y como tal mayordomo de fábrica, dió recibo de ha-
bersecntregado 'de doscientos reales que le dió el tesorero de la V.O, T.,
Juan Benito. en 7 del mismo mes, por "la mesa vieja de altar y Gradería
que se cita y por una custodia o tabernáculo",
Juan Agapito y Reuilla ¡43

y por el mismo desmantelamiento y saqueo que se hizo de la ca-


pilla, la cofradía RO tenía donde reunirse y celebrar sus cabildos, por 10
cual solicitó se la concedieran dos dependencias que tenía la iglesita ad-
yacentes al lado de la Epístola. El rey Don Fernando' VII accedió ,a
ello, no sin poner algunas condiciones, que repetían 10 que ya en otras
ocasiones se había hecho constar, como' prohibir los enterramientos de
personas, no poner campanas y conservar las tribunas que tenía el Pala-
cio en su capilla. La resolución fué dada por Real orden de 29 de oc-
tubre de 1817, trasladada .a la cofradía en 1 1 de noviembre por la Ad-
ministración del Real Palacio, y en 24, por la Intendencia de la pro-
vincia (Apéndice 17).
La capilla estuvo expuesta a perder su destino por pretenderse su-
primir la cofradía.
Por el añal 818, Ios PP. Observantes de Valladolid y su V. O. T.
de Penitencia suscitaron la duda de si la familia de Descalzos podía fun-
dar en sus conventos la Orden Tercera de Penitencia en los mismos tér-
minos que 10 practicaba la regular Observancia, 10 cual tendía a que fue-
se suprimida la fundada en la Capilla Real. Pasó el asunto al Ministro
General de la Orden de San Francisco, y éste se quiso informar, como
era lógico y natural. del convento de San Diego, y éste dió una contesta-
ción por la cual se resolvió el negocio mediante a estar confirmada y apro-
bada por el Ministro General, Fr. Joaquín Company, en 2 de julio de
1795, según "su patente que existe al folio 20 de este libro", se dice en
un documento al efecto redactado. Ya se había tratado de cosa igual pre-
tendida por los Observantes del convento de Conde, en el arzobispado
de Braga, que se oponían a la fundación de la Orden de Penitencia en
el convento de Azurara, próximo a aquél. desestimándose la pretensión
por decreto de la sagrada Congregación de Cardenales de 11 de 'septiem-
bre de 1'740. Semejante controversia se suscito igualmente entre los Ob-
servantes de Alba- de 'Termes y Descalzos de Peñaranda, aquéllos, de
la provincia de Santiago, y éstos, de la de San Pablo, obteniéndose, del
mismo modo" una resolución favorable a los Descalzos, en cuanto que
unos y otros podían erigir en sus conventos la Orden' Tercera de Peni-
tencia, no cabiendo duda ya después del Breve de Benedicto XIV, de 2

de agosto de 1745, que empieza: Laudabilis Romanorurm Ponciiicum:


Tenían, por 10 tanto, la misma facultad todas las familias de la re-
ligión seráfica desde el momento que el Sumo Pontífice León X reunió
144 La Capilla Real de Valladolid

bajo una sola cabeza a Ios 'Observantes, Recoletos y Descalzos, para for-
. mar 'un solo cuerpo.
"En uso, pues, de esta facultad -decía la: contestación de los Descal.
zos de San Díego-, esta provincia de San Pablo, con patente del excrno. y
Rev.v P. Fr. Joaquín Compani, M~nistro General de la orden .seráfica fe-
coba en Madrid a 19 de septiembre de 1794, trató de erigir y fundar la
V. O. T. en el convento de San Diego, de Valladolid. Y para que los
hermanos terceros pudiesen hacer sus exercicios con toda livertad y fran-
queza, y sin incomodar a nadie, el señor Carlos cuarto tuvo la' bondad
de permitir se fundase dicha orden en su real capilla, sita en este mismo
convento, como todo consta de la carta que dirigió su primer ministro de
estado al R. P. Provincial y se lee original en el libro de la fundación de
la tercera orden de este convento."
Al margen de 10 que debía ser el borrador jo minuta de esa especie
de informe se escribió:
"Contestación a una representación que los RR. PP. observantes y
su Venerable orden tercera de Penitencia de esta de Valladolid hicieron a
Ntro. Emo. y Reverendísimo Padre General, Fr. Ciri10 Ailameda y Brea,
por el año de 1818, con el fin de que extinguiese esta V. O. tercera de
Penitencia, erigida en esta Capilla Real c6ntigua a este Convento de San
Diego dé esta de Valladolid, y dirigida y governada por 1(l1S'
Padres. Descal-
'zos de dicho Convento. Y vista por su Rma. esta contestaóón también
fundada, no hizo mérito ni aprecio alguno de lo expuesto por dichos Pa-
dres observantes, y su V. O. T. mandando siguiese esta V. O. Tercera
de S. Diego CCIffiP hasta aquí."
Continuó, por tanto, la Capilla Real en su misión de albergar y ser
usada por la V. O. T.; pero llegó, en 1835, la supresión de los conventos,
y es claro, dejaron los religiosos Cid de San Diego el suyo, y, como cense-
-,uencia, la capilla próxima que regentaban. Y coma nunca deja de existir
un funcionario "celoso", o mejor, "empachado de legalidad" el adminis-
trador del Real Patrimonio de Valladolid reclamó, en comunicación de 25
de noviembre de 1 83 7, de la cofradía pusiera a su disposición, "con la bre-
vedad posible" , la Capilla Real. y en 6 de diciembre volvió a insistir, pero r

atenuando la orden de devolución del edificio, y aun añadiendo el adminis-


trador que "de ningún modo puedo permitir que se continúe ocupando (los
reales edificios) sin nueva autorización" (Apéndice 18) .
(Continuará)
DE LA SOc. ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII
BOL
COLECClON MUNTADAS. BARCELONA

Tabla central de altar dedicado a la Virgen


(1'53 x 1'12)

H"US~RYMEtlET
MA,DRID
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII
COLECCION MUNTADAS. BARCELONA

Descendimiento de la Cruz
Van der Veyiien (1'23 x 0'83)
BOL. DE LA SOCo ESP. DE EXCURSIONES TOMO Lll
COLECCION MUNTADAS. BARCELONA

Fragmento de un retablo producción de Domener Valls San Agustín, Escuela Aragonesa


(2'22 x 1'52) (1'96 x 1'27)

HAUSER y MENET
MADRID
TOMO Ll\
BOL. DE LA SOCo ESP. DE EXCURSlONES
COLECCION MUNTADAS.

Plafón lateral del llamado "Frontal de los Nueve Obispos» Tabla central de un altar dedicado a la Virgen. Taller de los Serra
(1'20 x 0'95) (1'43 x 1'00)

HAUSER y MENET
-'1ADR10
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII

COLECCION MUNTADAS. BARCELONA

San Miguel
(1'61 x 0'82)
Notas sobre las. pinturas de la
Colección Muntadas

A mi excelente amigo D. José Francés.

El admirable conjunto de obnas de arte que reunió el Excmo. Señor


D. Matías Muntadas Revira, Conde de Santa IMaría de Sanso es una evi-
dente muestra de la personalidad que supo hermanar conjuntamente a
sus múltiples actividades industriales y comerciales de envergadura, un
noble 'aprecio y estima, al servicio de una fina sensibilidad. que le per-
. mitiercn reunír este notable conjunto de obras de arte de la Edad MJe-
dia, especialmente dentro del período gótico.
Al fallecer el Sr. Conde. los señores herederos supieron valorizar,
como merecía. la Colección. decidiendo publicar, en 1931, el Catálogo. de
la Cotécción' Muntadas.
. A raíz de la publicación del mismo: el interés de los historiadores de
nuestro' Arte hispánico fué creciendo cada día, habiéndose solicitado de
lús nobles herederos del patrimonio Muntadas, autorización para visitar
la Colecciónvestudiarla e- incluso para exponer alguna de las obras que
la enriquecen.
Personalidades de todos conocidas, como el Excmo. Sr. D. Juan de
Contreras, Marqués de Lozoya, en su magistral Historia del Arte His-
pánico; D. Elías Tormo, D. Joaquín Folch y Torres y el ilustre profe-
.sor .de la Universidad de Harvard, sir Chandler !Rathfon Post, en su no-
table Histocq oi Spanish Painttnq, han divulgado, discutido, y clasifi-cado
la mayoría de las obras pictóricas de esta notable Colección Muntadas,
\

146 Notas sobre las pinturas de la 'Colección Mun"t(J.f!as

La serie, cada día más numerosa, de discípulos que, alrededor de las


citadas personalidades ha venido formándose, se ha ocupado a menudo
de esta Colección.
Citemos, sólo a título de referencia, entre otros varios, miss Gertru-
de Richert, Benjamín Rowland, Gudiol y Ricart.
No podemosdescuidar los esclarecimientos que en los estudios rea-
lizados han podido dar August L Mayer, F. J. Sánchez Cantón, Emile
Bertaux, Durán y Sanpere, Górnez Moreno, Gudiol y Cunill, J. Pijoán,
Sanpere y Miquel', Serra Vilaró. Soler y March, Sanchís Sivera, Leandro
de Saralegui, Tramoveres, Sánchez Gozalbo.
Por nuestra parte, conocíamos la Colección, por las diversas conver-
saciones que sobre 'COsasde arte había,~~s' tenido' con D. José María de
Albert Despujol, Barón de Terrades,' y por el catálogo que gentilmente
nos, ofrecía! hace unos años. aparte los diversos cambios de impresiones
quede ~ez en cuando tenía~os c~n 'el profesor Post.
A. raíz de la .reciente guerra, en junio, de 1937, una feliz casualidad
nos permitía departir; en -BurgOs, con el Sr. Ha,eón de Terrades. '
Aunas, preguntasque 'dícho señor inoshacía interesándose por la ,0)-
'lección, podíamos .asegurar al Sr: Barón que,' según 'las referencias-que a
nosotros baoíaidlegado,no' sólo se había salvado' la casi .totalidad de las
obras, 'sino 'que se hallaban, debidamente" acondicionadas,' 'én los diversos
depósitos de obras de arte que había constitúído.vl Gobierno de la "Gene-
ralitat", al frente de los cuales estabarr-personastde reconocidaconipeten-
cía y honorabilidad.
Cuando nuestro paso por Barcelona, a primeros de febre'tdde"Í'!n 9,
podía:~o'sri6tificar ar S~. Bir6n de Terr'cides' qúé '~~iíamo's destinados ha-
'~ia'-Fíg.í.~~tas 'V'Iüga~es'fro'~teáz6s, dciridndebía~cs':'Cli'm:pIir la tnisÍ'óh.que,
- en calidad de agente de Recuperación 'de Vanguardia del Servicio' de De-
fensa .. del P~trfinon:io ~Arllsti¿o Nacional, se' nos 'confiaba. .. ' .r~;

En junio de 1939, el propio Sr. Barón nos encargaba' y autorizaba


'~ará 'qu/ ~n'~'u· ño~mb;e' procurase indagar, a~eíigu~r' y' ~i~~ificar,'¿n los
di~er.sO';dépósáos
" ~ ~
d~'obras'• •
de" arte recu'perado,s-, 1;s dífere~:tes piezas que
I ~ i' • - .. • • •

for~aban¡:>a,r'te integr,nte dé í.a',C?l("~ción Muntad~.s., .:,'


Fruto del conocimiento directo que tuvimos con la m~yoitél ~e las
pinturas de esta notable Cole'éció:ij: aÍ' ten~~ que pa~ai r'ei;eradasveces
• :, • • - 4" ~ ,- " • • - •

por nuestras manos, son estas notas, 'que decidimos reunir ..


-,J"áan 'Sutrá Villas

EVOLUOION, DE LA PINTURA qOTICA 'EN' ESPAÑA, Y DE


,'FORMA ESPECIAL EN LA REGION' CATALANA: '
'f, ....

Séanos permitido, antes' de entrar de pleno en nuestro modesto estu-


dio sobre la Colección Muntadas, comprobar la imperiosa: riecesidad 'de
'poseer en iEsp'añá una documen ración técrricá para las distintas obras de
.arte- de los grandes maestros de la pintura hispánica.
En el curso del año 1934, 'nos' era dado estudiar, en los laboratorios
: anexos a las principales pin'aCotecas'del extranjero, 'y de form:aes~cial
'cuarido-nuestra estancia ene! "Laboratóire de Pinac01cigie 'des :Mu'sées du
Louvre", al aceptar la amable invitación que nos' hacía S, E. 'el D~:' Don
Fernando Pérez (q. Ei'. G.e;), Director y creador del -citado Laboratorio,
los modernos métodos deexamen de 'las pinturascl:u'los' rayos X" ultra-
violetas e infrarrojos" 'Y deforma' especial, con IaJuzYasante.: procedi-
miento de irrefutables resultados; creación del' citado Pro'fesor.;" .;
Recientemente, ' se han venido reconóciendo Tas- grandes ventajas que
estos laboratorios pueden proporcionar, no sóic a los estudiosos , de las
obras de arte, sino los elementos de juicio que ofrecen para llevar a cabo
birestauráciones, con garantía científica y 'adecuada forma. ,',
Podemos señalar, por. ejemplo, cómo en Italia,' al 'lado de las' gran-
des pinacotecas, la labor meritoria de los labo'ratorios,' descollando "el
"IstitutoCentrale del Réstauco" ,
:$011 de un apreciable ,interés lasobras que Renato Mancia ha venido
publicando en su Biblioteca' del Restaccto, y los diversos estudios 'del pro-
fesor A. P: Laurie y' del DI. Eibner;entc otros.
La documentación que se, tendría en manos; permitiría demostrar con
el examen comparativo de las características propias' a cada maestro, pal-
;,pables pruebas, que serían otros tan tos argumentos cien tíficamente :iúefu-
: sables, en favor o .cohtra el modesto parecer que a' continuacióntvamos a
exponer.
"La importancia de Cataluña en el cuadro general de la pintura ro-
niártié:á se debe, aún más rque a los frescos que adornaban' sÍis iglesias, a
'la"cantid¡¡dde tablás pintadas -que servían .de ornamente a los airares; y
seconier\ran<toda'vía en número tal, que supera al 'que pueden reunir to-
dos los M!useos de Europa juntos." ' ' , , .
Con estas-palabras del Sr, Marqués 'de Lozoya, en su Historia del
lA8 Notas sobre las pinturas de la Coieccián Murita(ids

Arte Hispánico, queda ya revelado el valor que, para el estudio del Aite,
pueden tener las dos piezas número 3o 5 (p. 4 Y 5) de la Colección.
Recientes estudios han -permitido comprobar que eran tos plafones
laterales del llamado Frontal de los Nueve Obispos, 'que, procedente del
viejo monasterio de San Saturnino de Tabérnoles, existe en los Museos
de Arte de Barcelona.
Ciertos detalles de la indumentaria litúrgi-ca, especialmente la mitra,
han hecho atribuir esta 'Obra dentro de la segunda mitad del siglo XII.
Pero, no pudiendo darse a este factor que concierne la indumentaria. más
que un relativo valor desde el punto de vista cronológico, es mejor, para
situarla, apoyarse en el desarrollo que se observa en los procedimientos
técnicos con que ha sido ejecutada.
Ello motiva que Se clasifiquen estos dos plafones de la Colección
dentro de las producciones de final del sigl-o XII o principios del XIII.
Con estas dos obras románicas nos adentramos ya en este nuevo si-
glo, notando cómo el ambiente creado por las estructuras góticas, al limi-
tar los espacios decorativos, influye poderosamente sobre el Arte.
Los elementos monocromos, pero de vivo colorido, que hallamos en
las vidrieras de las Catedrales y en las miniaturas de los códices, tienden
a aumentar laque era limitada gama de 'colores en las pinturas románicas.
Fruto de estos dos factores, vamos observando có~o las formas rígi-
. das, bizantinas, geométricas, propias del periodo románico, ·dan paso a
un expresionismo lleno de vida yde movilidad, haciéndose sentir un na-
. turalismo y un interés a lo anecdótico, que disminuye, en parte, la majes-
tuosidad a que nos tenía acostumbrados el románico.
Es a través de Navarra, que las nuevas modalidades artísticas pene-
tran en España, por hallarse esta región, geográfica, religiosa y política-
mente más unida a Francia que el resto de la Península.
En. las comarcas del occidente y del sur de Cataluña es donde esta
primitiva corriente, llamada franco-gótica, ha venido gozando de más
popularidad.
Los colores, en general, son vivos y carecen de transparencias.
El antipendio o frontal va quedando relegado en segunde término,
para dar paso al retablo que, de dimensiones reducidas y apaisado a fines /
del románico, aumenta de tamaño a medida que se avanza en el siglo XIII,
motivando la desaparición del Baldaquino ..
Ya entrados de. pleno en este siglo, es de notar la poderosa influencia
Juan Sufra Vinas 149

que la nueva mística franciscana ejerce sobre la sensibilidad de los pue-


blos de Europa, provocando un intenso amor hacia lo natural y humano,
máximo exponente "de la bondad y de la belleza del Creador".
A finales del siglo XIV y principios del XV, la pintura gótica en Es- r

paña-queda más acusada que en el resto de Europa.

Contribuyen a ello, las relaciones comerciales y políticas entre la Co-


rona de Aragón e Italia, cada' día más intensas; por otra parte, una fuer-
te corriente se establece por los caminos de la Corte Pontificia de Aviñón .
. De aquí vino Ia supremacía de las tradiciones italianas en Cataluña,
Valencia y Aragón.
Mallorca, por las relaciones familiares de la. Corte con la de Nápoles,
así como por ,su privilegiada situación,' 'geográfica. fué el punto de con-
tacto de las nuevas ~o,d·alidades artísticas que en este nuevo período del
Arcese iban creando, dando paso al llamado estilo ítalo-gótico.

De las dos grandes Escuelas italianas, la Florentina, con GiJo.tto" y la


Sienesa, con Duccio y Simonc Martini, fué esta última la que más pode"
rosarnente influyó sobre nuestros artistas.
Los colores, no tan violentos, saben combinar finas y delicadas trans-
parencias.
En general, todas las pinturas son hechas sobre madera, con un en-
drapadcen las uniones de las tablas, recubiertas por una imprimación
yesosa, que lleva trazado al buril el contorno de las figuras.
La pintura suele ser a la témpera de huevo.
Un fondo dorado, liso unas veces, finamente burilado y punzonado
otras, 10 hallamos estofado a medida que avanzamos en el siglo XV, sien-
do todavía como un lejano recuerdo oriental,
Podríamos resumir las dos características que hemos señalado per-
mitiéndonos decir que el franco-gótico obedece a Una .corriente que sigue
la ruta terrestre de las peregrinaciones a Santiago, mientras que el ítalo-
gótico se adentra por las vías del Mediterráneo y a través de las tierras
del Langüedoc,
Compuesta esta valiosa Colección Muntadas por "un conjunto de
obras maestras de los siglos medios", veremos cómo estas generales ca-
racterísticas de la pintura dominan en las principales obras de la Colec-
ción, permitiéndonos una ordenación cronológica y por Escudas, hasta
llegar; ya algo avanzado el siglo XV, a ras obras directamente influencia-
i5ó Notas sobre las pinturas de la Colección Muntadas

daLPor las grandes Escuelas flamencas, que tan excelentemente > hall amos
representadas,
, .' .',"
' "
Ferrer Bassa.
,
Su evidente
".. "
viaje
. .
a Italia .
forma su personalidad arsís-:
tica¿.. :: al. entrar
. r,.' ~
en contacto
. ' r • I .'
con las producciones florentinas deGiotto,
~!.'. ~ ;" .' ~ I • ..~ • • ~ .¡..
y, las
sienesas de Sirnone Martini, siendo éstas ll,a~ que}c avienen más, a s~ tern- i

pera mento. . \.,


,
~. •. . '- •••• ~ r , '" '"
' • :",
'Documentalmente, es conocido. a partir ,de 1 3 24, muriendo en 1 34a.
, I
'rCons.t~ 'q~e' los' :Reye~
.;, .. ," ." L. ' ,',
d; Ar~agÓn;leco~fi~;ondiversi.d~d
.... ,.. " ..•. ;. i',"'!'
d~'enc~rg~s.
.'. • '.

Dejó un hijo suyo, Arnau, que había recibido de las monjas de .Pe-
d'~a,ibese( encargo de'" un~s 'p~rii~r~s que 'debía~deco'~ar 'la's pa~edes: de
-:: ;,,' "
la iglesia.
"JaúmevPere y 'Joari' Serra. De estaf'a,miÜ¡¡ de pintores abundan las
noticias dbcúmenl'al.es', . derit'ró'dtla segunda mitad del siglo XIV.
-, "Én las obras' de 'JaUlne se tracluce'n las "~ormas sienesas, conocidas,
si no a través de'r'as'prod'u¿cioríes>d~ Fe~réi:B,assa,directamente en la
Gorre- Pontificia' de Avinóh: ,1,.'
,¡ La familia realven' 136 l;cOhfie:retrabaj~~:'á . Jaume, que consta' fa- ,
llecido en 1395. Las últimas noticias documentales de :~ere datan del' 1'399.'
"-El' ta:flerde los'hefmanosSerratontribuyó, indudablemente, a for-
mar muchos pintores, que, al ir tomando personalidad propia, 'tr-ab~ja-
ron independientemente ' "
. Posee-la Colección una tabla representando La Coronación de la Vir-'
gen, número v+Lü.tp. 22), cuya' impresión' sieriesa permite situarla entre:
las producciones directamente influidas por Ferrer Bassa:
., De Iosherrnanos Sena, posiblemente de J-aume, es Ia tabla central de
UI1 altar, número 297 (p. 1-2). quezepresenca La ~Vt'l'gef1 sentada.
El primitivismo y la for~a, característica que' se observa en las pro-
ducciones de estos pintores, se traduce-en- el conjunto de -un retablo dedi-
"cado-a-Santa Magdalena.i.número 296 (p. 14) , que, si ~o,directamen:te
obra .de uno, deellos, 'Puede ser de, un pintor formado en sutaller,
'. ,Entre, Jos. anónimos pintores que' traducen el estilo .italo-gótico en la
región valenciana, hay uno, denominado el Maestro de Villahermosa, al,
cual puede atribuirse el retablo .número 30 '(p.' -13:), .que representa La
Vir.gende, ((1 L,eqhe. ,,' .. , ,
_' La, directa influencia detc.idapGc, los h.rrnanos Serra.. se traduce en.
esta obra, que puede ,
situarse
, a finales del .siglo XW. , '
.Dedicadoá Santa An~, hay .un retabloy número Z2'1(P~~Ü, con el
Juan Sutrá Viñas'

monograma BNl/:MNT:, que.ha permitido atribuir esta obra al pintor


manresano Bernat de Montflorir, conocido por documentos del n90 al
. . .
1392, que muy pronto evolucionó hacia las nuevas modalidades del
Siglo xv. , , ,
H¡állanse en es'ta' Co-lección cuatro fragmentos dere.tablo: n6mero 308
(p. 15), que 'se clasifican como' producciones de Domenec Va11s, que
ejecutó una serie de obras en la región de Tortosa, a finales del siglo XIV.
La técnica pueril es compensada por el interés iconográfico de las es-
cenas', que demuestran una directa dependencia <con el taller de los Serra.'
Puede adscribirse a la Escuela aragonesa de finales del siglo XIV, la ra-
bia número 225 (p. 16), que representa San Lorenzo, siendo digno de
interés, al lado de su típico primitivismo, los estofados del fondo dorado
yde los ornamentos de la dalmática.
, Al iniciarse el siglo XV, fundiéronse en el 11ama do, estilo irrternacio-:
nal las dos modalidades: la franco-gótica y la ítalo-gótica.
Con esta amalgama se introduce' en la composición una' vida y un
dinamismo exuberante, aparejado. con' el hispánico sabor trágico y realis-:
rilo, que es contrarrestado por pequeños detalles, francament. humoristás.:
las másde las veC~s. .
Van aumentando los pliegues' en. los ropajes y se nota un creciente in-
terés pata introducir 'Ia tercera dimensión.
Es el pintor gerundense UNís Borrassá, el máximo exponente de esta
nueva modalidad en la 'pin tura-gétíca: elestilo internacional.
: Se empieza a tener noticias 'de Berrassá en 138'0, gozando enI]-8'8r
de la real protección de D.· Juan 1, "que le requiere para disponer 10soF-
narnentos necesarios para su coronación" ..
A finales del siglo, establecióse en Barcelona, donde regentó durante
treinta años, su importante taller; teniendo' a suserviéio .un esclavo tárta-
ro, Lluc, que le ayudaba en 1 sus tareas.' r . '.

La 'documentaciénsobre Borrassá es' copiosa ;: ella nos' permite' conocer


el éxito de su taller, que sólo en 1392 .tenía encargados cinco grandes re,"
tablos.i.no pudiendo: dar .abasto a las numerosas demandas que se k ha-
dan;
. ~.M;>pchasde las cabezas de los Santos que representaba SOn verdaderos
retratos, y las escenas bíblicas las sabe transportar a su. vida contempo-.
ránea. . .... :.: .: :~. "

Puede tal vez "explicar la penetración en Castilla de. el¡ta nueva IqQ-
r
152 Notas sobre las pinturas de la Coleecum Muntadas

dalidad artística el encargo que recibió del comerciante de Burgos, Gar-


cía Ruiz, para un retablo de Santa Catalina".
En la tabla número 390 (p. 18), que representa La Virgen sentada,
hay detalles que permiten situarla como obra del taller Borrassá,
Lo propio ocurre co~ El Calvario, número 229 (p. 20),
_La difusió~ de las obras de Borrassá y 'la actividad creciente' de su
taller, indudablemente debían formar escuela, descollando el pin.tor Jau-
me Cirera, cuya actividad consta documentalmente de 1425 a 145:l. co-
I~borando con él Bernat Puig.
Directamente influido por su obra, puede clasificarse el fragmento de
. -
altar dedicado a San Miguel Arcángel, número 194 (p. 19), que podría
completar, con las tablas que existen en los Museos de Arte de Barcelona,
el que había sido retablo de San Miguel y de San Pedro, de la Seo de
Urgel.
~parte L1uc Borrassá, Jaume Cirera y Bernat Puig, que acabamos de
mencionar, al trasponer
.
el primer
~ - cuarto del siglo
".
xv, puede observarse,
. . .
tanto en los discípulos directamente formados en el taller Borrassá como
en los 'que no lo fuer~n, perdura una lejana trad¡ció~. sienesa e;n SUSCl'ea-
ciones, que contrasta con el dinamismo típico de la región Catalana, in-
troduciendo, a guisa de 'tanteo, las nuevas modalidades flamencas.
Séanos permitido mencionar, entre la pléyade de pintores, Mareu
Ortoneda, pintor del campo de Tarragona, documentado entre I;'HZ y
1433; Grau Gener, que colaboró con el propio Borrassá: el llamado
Maestro de Penyafiel, llegando a un Jacobus Ferrarii, Jaurne Ferrer, que
firma una Adoración de los Reyes, existente en el Museo Diocesano de
Lérida eÓ,

En el taller de la familia Ferrer, de la cual se tienen documentos


"del 1436 y 1457 ,se crea la Escuela de Lérida, siendo el punto _de con-
tacto entre' Cataluña y' Aragón, modificando totalmente la Escuela ara-
gonesa al instalarse la citada familia en Zaragoza.
Atribuída a Jaurne Ferrer, posee la Colección la magnífica tabla nú-
mero 166 (p. 25), que representa La Dotrnictón de la Virgen, posible"
miente réplica del tema semejante al que en 1457 el propio Ferrer pinta-
ba 'para la iglesia de la. Sangre, de Alcover.
A esta Escuela de Lérida se adscribe la gran tabla número 33 (p. 48);
que esteniñca' el Gólgota.
Juan Sutrá Viña"

Durante estos mismos años, la Escuela valenciana tiene su máximo


esplendor; las relaciones artísticas y comerciales entre algunas ciudades
italianas Y el Maestrazgo son intensas; y siendo la Corte Pontificia de
Aviñón protectora del arte sienés, recordar debemos que el Papa Luna
supo rodearse de valencianos, "no siendo extraño que estas relaciones en-
I
gendrasen corrientes artísticas".
Pello alrededor del gran número de obras que pueden agruparse den-
tro de esta fase del estilo gótico internacional, descollaban unas cuantas,·
que se agrupaban bajo la paternidad de un anónimo pintor, denominado
el Maes.trode San Jorge.
El nombre le era dado por las tablas dispersas del retablo de San
Jorge, distribuido entre el Musee du Louvre y el Art Institute, de
Chicago.
Sus obras, realizadas con una perfecta técnica de miniaturistavson,
indudablemente, las más atractivas de toda la Escuela catalana.
Su personalísimo estilo, las composiciones, impregna-das de una infi-
nita gracia, la riqueza del colorido, la finura con que se tratan lostnás
insignificantes detalles y la delicadeza con que los fondos dorados son
acabados, motivaron que, a pesar de las técnicas y del espíritu flamenco
que' se importaron, como veremos, al final de la vida de este Maestro, su
obra perdurase, influenciando la mayoría de pintores de la segunda mi-.
tad del siglo s»,
- Era lástima que el anonimado dejara incompletos los estudios que,
acerca de este Maestro de San Jorge, se hacían .
. -El problema apasionaba, y eran diversas las hipótesis que existían;
pero, gracias a los interesantes documentos que halló D. Agustín Darán
y Sanpere, quedaba despejada la incógnita.
El pintor Bernat Martorell, del cual se tenía noticia como miniara-
rista, era' documentado a partir de 1427, sabiendo fallecía en 14S2, de-
jando su hijo Bemat, también documentalmente conocido desde aque-
llas fechas hasta 1464.
Aparte las obras documentadas de San Pedro de Pubol y las que
tuvimos en nuestras manos para restaurar, como el gran retablo del
Salvador, de la Catedral de Barcelona, y el de San Miguel. originaria-
mente de Pobla de Ciérvoles, actualmente en la Primada y Metropolitana
Catedral de Tarragona, se adscriben a este admirable Bernar Martorell.
los' plafones de Chicago y los de París, con otras varias obras que en,I'i 4
'
Notas sobre las pinturas de la Coleccián Munia.das .

quecen colecciones particulares y xíivereos, Museos, permitiéndonos C9m.-


plesarJ~ serie, . las siguientes obras de esta Colección:
:' Números -4 y 122 (p. 26), 12.6 (p. 29),121 y 168 (p. 17).y
1,67! (p.. 19).
;El sotabanco o predella, núrnero , 126 (p. 29) '. al recuperarlo en .el
fronterizo depósito de Darnius, mereció especial atención. nuestra, ya que
en' el estudio
.. que dedicamos
~ a la admirable tabla de los Santos Juanes
.'-' ~ , ,

de Vlinaixa. que existe en el Museo Diocesano de Tarragona, cuya res-o


tauración estábamos efectuando al estallar la pasada guerra, completaba,
con las cuatro tablas y El Calvario que posee Mr .. Brimo de Larousilhe,
de..París, nuestro intento de reconstitución del conjunto de retablo de-
dicado a.los Santos Juanes.
Efectivamente; las dimensiones, el, espesor de la tabl~ y ur¡.aserie
de idetalles..que-en nuestras últimas r~stauracione~i,bamos anotando por
las características que ofrecían, peculiares de las producciones conocidas
de Bernat Martorell, concordaban perfectamente. >"
c..De las producciones. .de esteportel1toso Bernat Martor.Il, pa,~aremos
a: ocuparnos.. como merecen.. las producciones de. directa influencia flamen-
ca 9ue posee la Colección, como son las de Lluis Dalmau. del anónimo
~aestro .de Pedralbes, .así denominadoacaus~ .de una. de sus mejores,, .

obras, que; procedente; ,a.}.parecer, del gran convento de Pedralbes, enrr .


quece la Colección, de la escuela de Jaume Huguet. de Pedro Garcia de
Benabarre. y del anónimo, pero ·importanteMaestro de la Colección-
Muntados.
: > La: nueva técnica _de la pintura . al óleo -y ,las nuevas. modalidades que
. '-caracterizaban la pintura por tierras de Fla~d.es, donde tenían su ~áximo,
esplendor, podían. haber sido importadas o divulgadas en nuestra Patria.
por' JoS· .hermancs Huberto y Jan van Eyck. --
"Con~ta que a finales de :septie.m~re o principios de octubre de 1427 ..
salía del 'valenciano puerto de El. Grao, para' regresar a su país, la emba-
jada borgoñesa que Felipe el Bueno había enviado para solicitar la mano
to••• • ." •

de.Ja .Princesa 'aragonesa Isabel. hermana' de Jaime. Último. Cbn?e de


Urgel, uno de. 1!OSpretendientes al trono de Martín el Humano. '
r . Formaba parte de -dicha embajada el pintor Jan van Eyck.
. Nuevamente .llegaba a nuestra Patria, en r z de diciembre deI.p8,.
eI,Yél mencionado pintor, acompañando la embajada compuesta por los.
señores de Roubaix y de Saintes, con misión de pedir la mano de la -por-.
155

t~gu,esa Infanta Isabel; hermana de Juan L permaneciendo p0.r' espacio,


de diez meses en España, peregrinando a Santiago de Compostela y. deam;
hulando por tierras. de Castilla' y de And¡¡lucía, visitando al "Re y Juan II
de, Castilla, al Sultán de 0ra,nada y, al Duque de ,Arjona" .. ,
"Casualmente"en 3 de diciembre. del mismo.afio 'I428,'espor'p'rime-
ra-vez,..mencionadoel nombre del pintor ,catalán, Ll uis Dalmau, ya ;en po-
sesión" según sedesprende, del título de pintor de la Corte de Alfonso, V,'
siendo; enviado. a Castilla pava una .real. misión, _
" I ,

.',; Existen 'posibilidades' 'que permiten' establecer un directo conocimien-


to', en aquellas fechas, entre -el- fl,ame.nco artista .Jan van Eyckvy -nuestró
Lluis Dalmau.tdel rcual se sane su estancia en Flandes en 1431, al servi-:
cio de su Rey y señor. '"
'Séanós 'permitido 'señalar 'que, precisamente eh, mayo de' 1432, -era' ul-
tiIhild.6 'por' los ¡hÚri:t,an'ós Huberto y 'Jan' van E¡yck elrmaravilloso po-:
Iíptico del Divino Cordero, que enriquece la magnífica Catedral de San
Bavón,' 'die'"Gante;' y- que el propio J anpintaba, 'entre los' años 1434 Y
1436, el llamado Retablo de. la' V1'rgen, del Canónigo Van dar Paele, que
se admira en aquel incomparable Museo de Brujas.
, "HerilOs mencioriado estas dos obras, a las que podemos añadir la 11a- '
mada Fiierue dé la vida, que, procedente del imonasterio segoviano del
Parral, se haÜ.a: ~n el Museo dél Pi:~do, y queparece Ser obra deHuberto,
para permitirnos observar lo mucho' 'que pudieron 'influir sobre Lluis Dal-'
niaU',clercuid;s¡ttiene la fecha del contrato que, en: octubre de 1433, hizo
para ej~~utáf' el~erablb de la llamada Virgen dels Concellers,' que existe
en '10~'Museos de Arte, de Barcelona.

"
Otras muchas noticias documentales existen sobre este
,
pintor, que,
por sus múltiples y' div~rsas actividades y por la poderosa influencia 'que
pudo ejercer sobre la pintura de la epoca, -merecería 'un detallado estudi'ü.i
. ; ~ , . ., ' ., . "

La fina percepción de Emile Bcrtaux, supo apreciar semejanzas que


existen entre la, tabla número 198 (p. 54) de esta Colección, con la Vir-
gen dels Concellers
Pqsl. reúne; u¡;¡a serie; de lo~ras catalanas, que afilia con el nombre del
M4esttR de.Pedralbes.ia causa de la tabla número 307 (p. 39).qela Co-
lección, adscribiendo
_. .
al propio
... , .
Maestro
.. -",
la número
.'
204 (p. 32).
.. '" '.

Este anónimo pintor sabe mantener en' sus producciones .una. admira-.
c.j.óp,por ;1o':n~t'a,mente flamenco .del arte .de Lluis Dalmau, peroespañoli-
156 Notas sobre las pinturas de la Colecoián Muntadas ,

zándolo aún más. anticipándose de esta forma a las, producciones de


Huguet.,
La Virgen con el Niño Dios, urúmero 307 (p. 39). tiene similitudes
asombrosas con la com¡pOiSiciónde La Virgen dels Concellers, de Dalrnau.
El manto de la Virgen encaja dentro del gran triángulo que Dalmau
sabe reproducir del arte de los Países Bajos, enriqueciéndolo con orfebre-
ría a la moda flamenca y simulando incrustaciones de piedras .preciosas,
En determinados aspectos. este Maestro de Pedralbes está más en ar-
monía con la moda flamenca que el propio Dalmau; pero en la plácida
belleza y dulzura que respiran las figuras representadas se observa ya el
insinuante y divino chattne que descuella de las obras netamente cata-
lanas de Jaume Huguet.
Al propio Maestro que viene ocupándonos. se une El Calvario o Ca-
pilla. número 204 (p. 32), 'que es uno de los ejemplares en los cuales
el Crucifijo está esculpido. destacándose' del fondo pintado.
Parece ser que el Cristo de marfil no era ya el original cuando este
conjunto entró a formar parte de la Colección.
La Escuela flamenca de Van der Veyden goza en España de gran
influencia, recordando, como muy bien dice el Sr. Marqués de Lozoya.
cómo "las relaciones políticas y comerciales, estimuladas por la boda de
Isabel de Avis con el Duque de Borgoña, favorecieron, sin duda, 141im-
portación de obras de arte neerlandesas".
Las obras de esta influencia que posee la Colección, números 1 17 Y
10 (p. 51), número 200 (p. 53), número 171 (p. 59), número 199
(p. 58), números 266 y 170 (p. 61). merecerían por sí solas unos co-
mentarios aparte.
Siguiendo la evolución de la pintura en esta part~ del siglo x», s'O-
bresale en Cataluña un nuevo pintor, Jaume Huguet, del, cual sabemos
sus actividades entre 1448 y 1486. habiendo constituido taller y for-
mado escuela en Barcelona.
Dentro la órbita de la moda flamenca. constituye el polo opuesto a
Dalmau.
Este, directamente influido por las obras y sujeto a las normas de
los van Eyck: por el contrario, Huguet y sus discípu10s asimilan las
nuevas corrientes' flamencas, incorpo.rándolas dentro del espíritu y la téc-
nica racial de Bernat Martorell.
Uno de los colaboradores de Huguet es el pintor Miquel Nadal,
Juan. Suirá. Viñas -157

,documentado a partir del ano 1453, señalándose al anónimo, Maestro de


Sant Quirse, como posible autor del San Miguel. número 37 (p. 40),
que palpablemente evidencia la fase de la pintura catalano-aragonesa, que
S€ incorpora a las nuevas modalidades de aquellos momentos.
Compañero de este anónimo Maestro de Sant Quirse, podemos con-
siderar' aPere Espalargucs, pintor de los extremos limites de Aragón y
Cataluña, documentado a partir del año 1490 .
Cuatro obras suyas posee la Colección, cuya paternidad recae sobre
este pintor; número 113 (p. 29), número 12.'5 (p. 45), número 439
(p. 34) y número 440 (p. 34)·
Pero al lado de ellas, y ocupando preferente lugar, debemos mencio-
nar las obras, de "Pere García de Benavarre"; que habia sucedido a Mi-
.quel Nadal, como director del taller que al fallecer dejara en plena' acti-
vidad el meritisimo Bernat Martorell.
La documentación que Durán y Sanpere ha sacado del olvido, em-
pieza a mencionarnos el nombre de Pe re 'García de Benabarre, a partir
del año 1455.
De la Colección sobresalen las siguientes obras: número 31 (p. 3 o),
número }06 (p. JO), número 373 (P. 45) Y húmero 6 (p. 36).
Cuenta la Colección con obras de la Escuela aragonesa, tajes' como el
San Agusrín número 1 (p. 35) y los '371 y 372 (p. 47), representando
San Vicente y San Lorenzo, que, con la riqueza de detalles y magnificen-
cia que respira el San Agustín, son precursores de los ideales estéticos que
Bermejo acabó en la región de Santo; Domingo de Sitos.
Del anónimo Maestro de Gerona, aunque con algunas reservas, se
adscribe el San Jaime, número 35 (p. 33), de la Colección,
Este llamado Maestro de Gerona sabe en sus obras seguir las ense-
ñanzas de Huguet.
Podemos admirar unas cuantas obras de este anónimo pintor, 'en las
Salas Capitulares de Gerona, siendo ellas las que le dan el nombre, re-
saltando las dos que componen La Anunciación, que en 1930 restaura-
mos, acoplándolas tal como podemos admirarlas actualmente.
'Una familia de pintores catalanes es documentada durante la se-
gunda mitad del siglo XV: la llamada familia Vergos, de cuyo taller,
y posiblemente pi.ntada po,r Pau, es el San Juan, número 370 (p.- 41),
y La Virgen amamantando al Divino' Hijo, número 115 (p. 37), de la
Colección
':158 Notas sobre las pinturas de la Colección Mún'tlid"as

Traspuestas ya las Escuelas de. Lérida Y'Aragóri, que alrededor de los


Ferrer se crearon, y las de Tarragona y del Maestrazgo, durante resta
segunda mitad del síglo xv, que tenemos ya señaladas, podríamos añadir
a las mismas. otras que enriquecen la Colección.' guardando su regional
carácter:
Después de los valencianos Jacornart y Rexaoh, Post señala al anóni-
mo pintor que denomina el- MaestroMartínez, a causa de haber sidopré-
sentada una obra por D, Juan Martínez Vallejo en el Museo Provincial
·de Valencia.
Al Maestro Marninez se atribuye el tríptico núrnerovl P? (p. 28) de
{a Colección.
El fragrnenco de retablo número' '129 (p: 34) ésasignado 'como obra
de.TuanRexaoh .'
La influencia que la pintura valenciana ejercesobú la' pintura :c~ta-
I . . .. .• .

lana queda patentizada-por las obras de Pere Girard, cuyos datoscons-


-tan apar:tir del año 1479,·siendo. posiblemente, obras Sll"ya s las siguien-
tes piezas de la Colección : número II 6 (p. 32), número 83 (p: 33)' Y
número 374 (p. 73).
En la histeria d~ la pintura hispánica figura el anónimo Maestro que
Post. justificadamente. derrcrrrina Maestro de la Colección Muntadas. a
. causa de la magnífica. tabla. central de altar. número 191 (p. 42),'qtie re-
presenta La Virgen sentada COn el Niño Jesús:. añadiéndose a est~ Mae'S-
· tro él San Miqud Arcángel, número 193 (p. 46).' y el San AtitoriilOl
Abad, número 19"2 (p': 41),
Con estas tres obras de la Colección. se completa, 'la "§erie ' con un
plafón que existe en la Colección de la Baronesa de 'Kerkhove. en Lon-
dres. y el San Miguel Arcángel de la espléndida Colección qü{D: Miguel
Maten Pla posee en su señorial palacio de Perelada, plafón: qué lleva las
· 'huellas del 'Vandalismo queeri los últimos momentos 'de dominio rojo
'efectuó ~ri aquella mansión la tristemente conocida brigada Líster.
Del movimiento castellano hispano flamenco. sobresale el vpintor Fer-
nando Gallego.rcuyas actividades se establecen en Salamanca y 'Zamora,
y cuyas producciones pueden situarse' entre los afies 146~ y 1480: adscri-
biéndose al propio Fernando Gallego La AdÜ'ració'n. de loe Reqe» Magos,
número 120 (p. 49), de la Colección .
. " De finales del siglo xv hay la tabla número 84 ~p. 57), en' la que.
al lado de la expresión flamenca, se observa el tipismo propio de Castilla.
Juan' Stürá Viñas 159

Obras influenciadas por las producciones de Quitin M-etsys, cuya pri-


mera obra suya fechada es del' 1509, y dé Jerard David, que sabemos
instalado,en Brujas en 1483, pueden ser las número 130 (p. 55) y la
número 40 (p. 53).
Notable, desde diversos aspectos, es el tríptico de Escuela flamenca
número 202 (p. 52).
No podríamos completar este breve ciclo pictórico que se desarrolla
dentro de ésta. bajo diversos aspectos, notable Colección Muntadas, sin
mencionar los dos fragmentos laterales de altar números 81 y 82 (p. 84),
que revelan la influencia del pintor cordobés Bartolomé Bermejo.
Del anónimo Maestro A:lfonso, que figura al servicio de AHonso V
en Nápoles, cuya enigmática aparición en los anales del Arte documen-
talmente se produce a partir del año 1465. posee la Colección un Santo
Guerrero, que había . formado parte del primitivo .
altar mayor del Mo-
nasterio de San Cugat del Vallés, y, que por su procedencia. puede apa-
rejarse con las tablas que existen en los Museos de Arte de .Ba:rdd~:Iflfa,.
En tal caso, este Santo Guerrero, número 34 (p. 31), sería San Jorge,
patrono de la nobleza y de esta región catalana.
Maestro Alfonso, anónimo pintor, es el máximo exponente de la
influencia del renacimiento italiano en nuestra pintura hispánica.

Figueras, Pascua de Pen tecostés, 24 de ma yo de 1 942.

JUAN SUTRA VII"iAS


, '
Asesor Auxiliar del ServiCio de Defensa
del Patrimonio Artístico Nacional

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