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DE LA
De Catalogación.-Nejtanebós 11.
- Textos.-En la isla del Nilo.- En
Roma.-Las otras esculturas egip.
cias del Prado.-Nota estética con-
siguiente.
De Catalogación
Hablemos, una vez, de las estatuas egipcias del Museo del Prado.
Las estatuas egipcias son allí corno. la Cenicienta. Nadie las mira, en
la penumbra de un paso; _y de un paso del piso bajo, y en oscuro esba-
timento entre dos luces contrapuestas: entre el ingreso bajo, el de las
altas columnas, franqueable desde el paseo de! Prado y desde la sedente
estatua de Velázquez, y subidos (tras de los torniquetes), tres o cuatro
escalones: el lugar más oscuro de la sala avalada, la princi.pal de la Es-
cultura clásica; 10 princi.pal a la luz (luz de Este, que no ya de Poniente},
y como luz casi única.
En ese oscuro ambiente, y labradas en piedras negras o negruzcas, las
tres egipcias estatuas, grandes, y la egipcia cabeza, no pequeña, no las ve
y diré que no Ias atisba nadie. Y ese "nadie", es decir, 'esos negativos "to-
das", tienen (como dejo ya explic~do) una excusa bastante, y suficiente
para su preterición de mera inadvertencia.
Quienes no la tenemos somos nosotros, los del Museo, los hombres
de su dirección, su catalogación, o los pregoneros de sus riquezas; los que
responder debemos, o deberíamos, de todo "capital" o parte del capital de
66 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.· del Prado
el título, que diré "integral", de catálogo "de la Escultura" (la del "Mu-
seo Nacional de Pintura 'y Escultura") , " Pues con catalogarse por Ba-
rrón en las 300 páginas de texto, todo lo existente, clásico grecorromano,
o bien del Renacimiento (el Prado nunca tuvo, ni tiene, escultura medie-
val), j se olvidó de las cuatro bellas' piezas del arte faraónico o postfaraó-
nico! j Y claro que fué como por pura inadvertencia, pues no se le ocu-
rrió dar una razón. In1iuna excusa siquiera! A1 maravillarme (ahora, es-
tos días) del inexplicable hecho, pensé yo si es que se hubiera discurrido
un tiempo, y se realizara luego temporalmente, la cesión d~ tales obras al
Museo Arqueológico Nacional. en donde hubo y puede volver a' haber
una gran sala egipcia. Pero (aparte mi memoria, aunque ya claudicadora,
la muy pícara) el propio difunto Barrón ofrece, sin él darse cuenta, un
testimonio de la permanencia en su tiempo, como ahora mismo y en el
mismísimo lugar, de la principal estatua egipcia y del busto egipcio del
Museo: pues la fototipia de la "lámina La" (tras de la portada y los
prólogos puesta), al darnos en nítidos blancos las colosales estatuas del
Vestíbulo (rotonda de entrada en conjunto), deja ver en lo oscuro, en
la penumbra que dije, de la dicha Sala ovalada, muy en negro sobre
paredes casi negras y sobre pedestal negreante, algo que parece indefinida,
escultura, y es (allí. entonces, y es allí. ahora) (1) el arrodillado orante
Faraón, principal personaje egipcio del Museo del Prado: a 'Vista atenta, '
lo adivinábamos; pero lo confirma (por fortuna) el fuerte reflejo de luz
en dos planos: el del pedestal. rectangular y el del perpendicular altarcillo
sobre sus oblicuos muslos. ,. j es él, es el más agraviado por Barrón!: el por
Barrón preterido último de los Faraones de Egipto: el último de los de
la 30 y última dinastía; es, a la griega, el llamado Nejtanebós Ir (a 'la
Del que vemos como total olvido; y de todos, 'VInO a despertar una
simpática voz juvenil. en un lindo folleto editado en Madrid, Imp. Clá-
sica Española, 1924. El autor: R.. Blanco y Caro, ahora profesor de Ins-
tituto (según creo), e hijo del tan conocido escritor M. R. Blanco-Bel-
monte, ya hoy fallecido: "Un recuerdo del último Faraón en el Museo
del Prado" es el título del Iibrico ; añadiendo estas algo aquí sorprenden-
tes palabras "(Notas arqueológicas y epigráficas) ". Sorprendentes, y más
(2) Si los catalogadores (el español, el francés), los más dbligados a no tener
olvidos, se olvidaron de las estatuas egipcias, i no es de extrañar que' las "Guías", los
libros de guía sobre la España toda, las pasaran por' alto! La Guía "Baedeker", ale-
mana, ola guía francesa "Joane", la de 1911 (prólogo del bien por mí llorado rnon-
sieur Bertaux}, nada dice en su lugar (p. 165), al anotar o describir la Sala, la
misma Sala, La española "Novísima Guía" (E. López), 1924. p. 97, es la que algo
se contenta, con decir las solas palabras "varias esculturas egipcias" (p. 97).
68 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.°d~elPrado
(3) En la bella poesía. la del señor Blanco- Belmcnte, en el librito de: su hijo, ha-
bría de recrificarse 10 de "tosca" (dos veces), lo de "sola" (pues son cuatro las estatuas
o cabeza egipcias), y tamibién lo del "granitd": que al menos en Madridl, nos suena a
cosa bien distinta de los basaltos, y todas las otras piedras de toda la estatuaria egipcia.
Cuando catalogó el librito de Blanco Caro, la estatua del Faraón en el Prado, te-
\
nía al pedestal una ca rtelira. Simplista: "Figura egipcia. No catalogada". Ahora na tiene
nada.
. ••
•
Elias jarillo 'j"
69
Museo del Prado: según 10 dicen, 10 garantizan y 10 repiten los jeroglí-
ficos del plinto y los de la pilastra de la espalda del mismo monumento
escultórico.
Lo principal del trabajo del Sr. Blanco Caro fué la lectura, que
creyó él' ser el primero en hacer, de las inscripciones jeroglíficas y de sus
cartelas del Faraón, fijando en consecuencia las fechas, las de dicho mo-
nuca reinante desde el 358 al año 340 antes de Cristo, que es cuando,
al perder él la corona, perdió definitivamente la independencia el Egipto
de los Faraones: la inmedia ta pero efímera dominación persa (la de los
que le vencieron y le conquistaron el país) fué bien luego sustituida
por la conquista, para el Egipto benévola, de A¡lejandro Magno: después
de quién, la familia de uno sus generales, la estirpe de los Ptolorneos, re-
girá a la griega el Egipto; como, después de Cleopatra, serán Augusto y
los Emperadores romanos los que regirán a la romana el Egipto: el Egip-
to, y como monarcas absolutos y patrimoniales (lo más patrimonial del
vastísimo Imperio). Pero unos (los Ptolomeos Lágidas) y los otrcs
(los Augustos y Césares romanos) en Egipto respetarán usos, costum-
bres, religión, cultos, lengua y escritura, y tendrán, ellos también, su
cartela jeroglífica para sus monumentos, de estilo y de modas egipcios:
pues no siempre edificaban a la griega o a la romana los Tolomeos o los
Augustos allí reinantes.
Textos .catalogales
Como me propon.go dar aquí los escasos textos catalogales, los an-
teriores y los posteriores al elegante folleto de Blanco Caro, vayan aquí
los solos dos existentes sobre la estatua de Nejtanebós; y primero pondré
el más moderno, el del Catálogo que decimos del Sr. Sánchez Cantón,
y después el tan olvidado de todos, y tantos años de todos preterido,
catálogo de Hübner.
Fué catalogado el monumento de Nejtanebós en el único Catálogo
de la Pintura del Prado en que se incluyó la escultura, el de 1933, con
estas, para 10 en el mismo acostumbrado,
• no cortas palabras (pág. 524):
"412-E.-Oferente. Piedra negra: alto, O,97.-Hombre arrodilla-
do; adoeado a una pilastra con abundantes restauraciones. En el plinto,
una inscripción, con restauraciones también. La pila';itra, intacta, ostenta
un epígrafe con una invocación a Osuis M!erti en la co~mna y el nom-
bre del Faraón oferente, que es Nectanebo JI de la XXX dinastía, último
rey de Egipto (35,8-350 a, d. c.), derrotado por (os persas. Arte Saita.-
Se debe la lectura de la inscripción a R. Blanco Caro, en su folleto: "Un
recuerdo del último Faraón" (1924.")
Hasta aquí el texto o, papeleta de Sánchez Cantón. Y ahora la pape-
leta de Emil Hübner, de 1862 impresa:
Estatua oferente (1'03 m.): piedra negra, y verdosa o con manchas negras en lo repuesto de antiguo.
(a) De perfil: auténtico casi todo lo visible de lo jeroglífico. (b) De frente: no auténtico lo jeroglífico.
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO Lll
(a) Museo del Prado (b) Isla de Filae (e) Museo Vaticano
..
(a) NEJTANEBÓS Il, reverso de la estatua oferente. Piedra negra.algo de verdosa en el brazo ... Auténticos los jeroglíficos
(con polvos blancos de relleno, hecha la fotografía, para su más fácíllectura)
(b) Del subsistente gran "Pabellón» de Nejtanebós Il en la Isla de Filae, Alto Egipto (según Prisse d'Avennes).
(e) Uno de los dos subsistentes colosales leones de Nejtanebós Ir, hoy en el Museo Egipcio del Vaticano
y su sala de honor y al centro de ella.
rfAUSER y MENET
MAORID
Ellas tormo 73
buch": "Libro de los Reyes", lámina 50, 673.) De las incripciones
[son dos], es la del pilar [pilias/m] a Ia espalda [a la figura adhetidcú
la conservada entera; de las del plinto primitivo, solamf21ntela del lado
po.~te.rior,y hasta el extremo junto al' pie diestro. Lorestame!f/,e comple.tó
con escritura [seudo] j;e-roglífica. La parte antigua de la irtecritxion nos
dice: "Hijo de Ra [el dios dieZ Sol], de su estirpe, el que le ama
Nejtnebf (Nectanebus), siempre vivo, amante de Osuis Merti, del gran
Dios, Señor del Cielo, en la ciudad Bahet," De las otca« partes vense
rectamente la misma inscripción bosta el medio die la parte traseca, a pesar
de no conservarse sino poco. En ambos lados laterales faltan, sin duda,
sólo los cestantes non:bres [epítetos] del Rey, los que en la inscripción
de detrás se encuentran. Et epíteto de Os iris "M¡e,r'ti" es en los mona-
mentes raro [eu,rioso] asimismo, corno el nomb re de la ciudad de Bahet,
en la que este Osiris era honrado. En la inscripción a las espaldas en el
pilar, va, en la columna a" derecha, ez' nombre, el primer nombre, y los
epítetos de Ositis Mecti, "Rey de los Dioees, el mayal!' Dios, Señor del
Cielo, habitante en Bahet, al que el, Rey, al dador de la vida ama." .
La pérdida de la cabeza es tanto más de Lameruox porque hasta el día
[mediados del siglo .XIX] , s610 se conoce un retrato de Nectanebo, el del
Louote tLépsius, "Monument,os de' la Expedición prusiana", 3, 30!, 82).
Y aquí finaliza (copiada íntegra, traducida) la papeleta catalogal del
Hübner: libro impreso en 1862.
Resulta de 10· dicho por Hübner (y seguramente tomado del texto de
Lépsius, y pcr tanto autorizadísimo), y resulta también de 10 dicho por
Blanco Caro (y consultado con WaUis Bugde) que las dos inscripciones
altas y perpendiculares de la pilastra al respaldo de la estatua orante, son
del todo auténticas, y sólo en un punto alguna pérdida por un fuerte gol-
pe; y que, en cambio, las inscripciones también jeroglíficas del pedestal °
plinto son en parte auténticas y en parte falsas; estas últimas, a una, vie-
ja restauración, hecha por ignorante de todo lo jeroglífico, imitándolo
caprichosamente.
D~ la lectura de los textos del Hübnery del Blanco Caro haré, para
su no fácil comprensión o planteamiento, un párrafo y un gráfico discri-
minadores de lo auténtico y 10 apócrifo. Advertiré que yo siempre me
digo, cuando "derecha" o "izquierda" las del que mira un cuadro, y, en
cambio, las palabras "diestro" o "siniestro" las refiero, no al espectador,
sino al personaje del cuadro ° del relieve: es mi costumbre. Pero claro
74 El último de 10$ Faraones,!J La estatuaria egipcia en el M.b deLPrado ·
que en estatuas (las que deben mirarse cambiando, y circularmente, los
puntos de vista) ya no caben mi "derecha" ni mi "izquierda". Por ello
ahora, pues, diré "diestra" y "siniestra" las de la estatua o busto o cabeza
y lo mismo "delante" y "detrás", "frente" o "espaldas", referidos al
Faraón y no al espectador.
Pues así digo que las inscripciones jeroglíficas del plinto o pedestal
son falsas ... : 1. 0
, en todo el delante, el frente, en absoluto: 2.°, en parte
mínima del lado siniestro, precisamente la del ángulo con el frente; 3.°, la
de un tercio o algo más del diestro, precisamente también la' inmediata
al frente: es decir, 1.0, 2.° Y 3." juntas y falsas; y 4,'1 un muy poco en el
puro ángulo diestro-espalda; esto es: algo muy poco en cada dirección.
Resulta, en consecuencia, casi enteramente auténtica la inscripción del
pedestal en el detrás o la espalda y casi enteramente también auténtica
la inscripción del siniestro, y así dan auténtica la mitad del perímetro.
Pero queda además auténtica una parte- del diestro, la más hacia la espalda,
menos el angulito dicho.
Alhora bien: se da el caso de que .la inscripción del pedestal, en total,
son dos inscripciones, ~ro de igual texto y del todo repetido. Pero ien
direcciones opuestas l ; ,es decir, a 10 europeo escrito (de nuestra izquierda
a nuestraderecha); y a 10 semítico (de derecha a izquierda) : ambas di-
recciones horizontales (cuando las de la pilastra de la espalda perpendicu-
lar son, como hemos dicho, ambas de arriba a abajo). Ejemplo de ex-
plicación en lo del pedestal: a espaldas suponiendo la palabra, España
como final, e üía al centro:
ESPAÑAÑAPSE
y~ en cambio, a la cabecera, e iría la. misma palabra delante:
AÑAPSESPAÑA
En el monumento comenzó el doble texto al centro del delante; y
acaba, todavía, al centro del detrás.
Con 10 .cual, y recordando 10 antes dicho, y mirando las líneas del
dibujado cuadrado, y sus faltas, resulta que falta en absoluto el comienzo
del doble texto, en todo '10 delantero; pero que las otras faltas se suplen,
por no ser faltas dobles.
Lo unido o refundido en único texto, 10 deja traducido Blanco Caro
así: " ... como hijo del Sol de sus entrañas amado Nekbt-Nebt vida eterna
Osiris Merki dios grande Señor cielo gobernador Bah':; en su ongi-
na río estilo j estilo que diré de cual de telegrama! el que luego Blanco
-
Buos Tormo 75
Caro lo pone más en español corriente: , "Nekbj-neb-f. hijo del Sol
y amado hijo de sus entrañas j vida eterna! al gran Dios Osiris Merei
Sefior del Cielo y dueño de Bah", que es la ciudad de Bahet, Y esta es
(en lo que se ha, salvado) la inscripción duplicada del plinto.
Las dos inscripciones de la pilastra de respaldo y a espaldas, íntegras,
y no repetido nada, y bastante bien conservadas, la da así Blanco Caro,
ya no telegráficamente (y por paralelismo, invertiré yo el orden): L8., la
de nuestra derecha: "[como 1.0] Horus, hijo de' Ra el Destructor, [como
2.°] Rey del Sur y del Norte, el restaurador de las tierras, [como 3.°]
Horus dorado, ojo am.ado de los dioses, [como 4.°] nombre solar: Por-
venir del Espiritu de Ra, rey de reyes, Señor del Poder [eso significa
Nejt-Neb ] . A tí, vida eterna. La 2,8. [la de nuestra izquierda]: Al dios
grande Osiris, rey de los dioses, dios grande, señor del cielo, jefe gober-
nador de (la ciudad de) Bah, amado dador de la vida, señor estabilidad
y serenidad, señor de salud y alegría corazón, toda como Ra, eterna-
mente," (5)
Esto es todo lo legible (y traducible, y ante todo interpretable) de
las inscripciones jeroglíficas de la estatua. Las cuales nos declaran, un acto
(5) Los cinco números que entre paréntesis (entre corchetes) hemos puesto son, se-
gún Blanco Caro, los acostumbrados cinco nombres compuestos de cada Faraón, toda
la significaciórn devota. El usual en la vida era el 5.9; y por ser el 4.9 también pre-
ferido en el uso, y acabando de significar la personalidad del Faraón, son el 5.9 Y el
4.9 los que se ven en los jeroglíficos con un cierre rectangular, redondeados los án-
gulos, cuyo nombre común, en egipcio, era el de "Serej". Bl 5'\' nombre de nuestro
Faraón del Prado es el Nejt-Nepf : es su nombre más personal, pero que significa "Se-
ñor-Fuerte" (como mi nombre, Elías, en hebreo "Eliyaj", significa "mi dios es Dios");
rmientras que el 4.Q nombre, menos personalisimo, el de Keper-ka-ra, significa
"Porvenir del Espíritu del Ra" (del dios Ra). Todo, según Blancor Cardo
Ambos nombre y prenombre son los que en los jeroglíficos se encierran en ce-
rrada linea rectangular de redondeados ángulos, y con una recta tangente a uno de los
dos lados cortos: la "cartuche", que dicen en francés; "cartela", entre nosotros, y
"sello real" (palabra demasiado equívoca), COmo quiere Blanco Caro, Ahora, a mi
modo, pero tomándolo del mismo Blanco Caro, y para curiosidad del lector, diré que
el 5.9 nombre, en su "cartela" (que puede verse en el monumental retrato del M.)useo
del Prado}, es el que, significandlo "Nejt-Nepf" se dibujaba con cuatro dibujos, el
del brazo horizontal incensario con la mano empuñada con cosa, el del ave rapaz, el
de la sierpe reptante y el del platillo cóncavo; y que el 4.9 nombre, el de "Keper-ka-ra"
o "Ra-keper-ka", se dibujaba (siempre, no con el misma orden de colocación), con
un circulito, un escarabajo, y con aquello de la mitad de las ancas de rana en una sóla
línea. Y en sus ángulos rectos el resto de cada mitad de cada extremidad de la rana.
En el pedestal y en la pilastra de la espalda se ven las cartelas "Nejt- Nepf": y hoy
solamente en la de 13 espalda, la de "Keper-ka-ra", '
76 Et último de los Faraones, y la estatuaria egipcja en el M.' del P;'ado
El Sr. Blanco Caro resume bien la vida y reinado del último Fa-
raón: pero no quiero yo participar en la alusión (paralelo) que su escrito
hace al 'último emperador romano, i último, pero de sol o Occidente l. Ró-
mulo Augustulo, El por los griegos llamado Nejtariebós II (fuera o no
hijo de Nejtanebós I: el creador de la XXX dinastía), y fuera o no (si
algo valió la "especiota") verdadero padre de Alejandro Magno (man-
chando él el tálamo de Filipos de Macedonia), en las guerras de Nejtane-
bós II con 'los persas, atacó primero Egipto a Persia en la misma Asia,
pero uno de los contratados estrategas griegos, griegos al servicio del
Faraón, hizo traición, y virtualmente quedó la guerra del todc cambiada
de signo. Cuando a la vez fué el Egipto el invadido por los persas, la
suerte de las armas le fué al fin adversa. al último Faraón, q;ue ya había
debido su ascenso al trono, frente a un deudo, a otro estratega griego,
Agesilao, y con griegos mercenarios.
En la lucha, aun en Asia (Fenicia.), los traidores mercenarios como
los defensores de la causa del Egipto, llevan nombres griegos; y la batalla
definitiva la pierde personalmente Nejtanebós II, por la oportuna, estra-
. regia de otro de los griegos, Nicostrato.
Saco estas notas del texto mismo de Blanco Caro para hacer ver
cuáles contactos había. ya entre los egipcios y los griegos en las ante-
vísperas de la conquista de Alejandro Magno sobre los persas, que tan
efímera dominación lograron en el Nilo. El fugitivo Faraón, navegando
Nilo arriba" alcanzó la Etiopía
En cambio. de mi discrepancia en el aprecio del monarca de tristes
destinos, me permitiré copiar del Sr. Blanco Caro una página de los
"l8 El último de to« Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.O del Prado
detallada, que el artista que perpetró la empresa sin duda fué un modelo
de paciencia ... "
Mientras que otra cosa discrimina Hübner (o en Hübner, piar toma-
do de Lépsius, presumo yo}, ya que se ha dicho y copiado antes 10 que
dijo, en general: remiendos de la antigüedad, en piedra verde sin man-
chas; cuando de otra gris con' manchados negros y blancos, los remien-
dos posteriores modernos: añadiendo (ítextualm~nte): "La total cabeza
con el comienzo de las cayentes bandas laterales del paño de la misma
cabez [claf] es de piedra verde, Debe. por el trabajo material, por anti-
gua tenerse, pero correspondiente a otra estatua de persona privada". Y
esto, 10 de persona privada. que no de Faraón. insiste Hübner, por no
verse el "ureus" la sagrada, serpienre r enhiesto. el que diríamos el "bus-
to" de ella] sobre la, frente del monarca.
El que la tal cabeza todavía muestre pequeños remiendos, en piedra
gris me demuestra en absoluto la antigüedad de los primeros remiendos,
y precisamente en el mismo -Egipto forjados. y en la misma ciudad y en
las propias devociones: acudiéndole a desperfectos, probablemente lo pien-
so yo, los mismos .sacerdotes del templo de destino.
y si es así. ¿ y por qué no pensaren que fuera de nuevo retrato, to-
mado de 11015 otros (o del roto) ? ... ya que tras del último Faraón subsis-
tieron los templos 'y los cultos, y por largos siglos. a pesar de los T'olomeos
helénicos y de los Augustos romanos, tolerantes Reyes de los egipcios unos
v otros ? Yo puedo creer que los agradecidos sacerdotes de Osiris en
Bahet resta uraron, y muy luego. la estatua oferente. con cabeza precisa-
mente &'1 primer oferente de ella: y que no le pondrían el "ureus", pre-
cisamente por haber dejado Ne itanebós II de ser Faraón.
En cambio, los fragmentos modernos en la restauración, cosa ha de
ser, a mi juicio, de los artífices del Renacimiento italiano, pues es punto
menos que seguro que de Italia (que no de Egipto. esto' ciertamente},
vino la estatua a España y a La. Granja de San Ildefonso. i Y así de ne-
gativo es el valor de las partes de los remendados jerozlíficos en el pe-
destal!
Yo, de una restauración, con cabeza nueva, si hecha en los siglos del
Renacimiento, no podría en manera alguna pensar en que fuera el retra-
to del titular del monumento; pero sí, en la mejor hipótesis, la de que
el sacerdocio del templo, reencabezara el monumento, buscando autenti-
cidad en los rasgos personales de aquel piadoso mecenas, ~ quien, sin
SO El último de los Faraones, y la "estatuaria egipcia en el M. o deLPrado
y .muy acusado, con curva reentrante sobre el plinto (en disco éste), es ya ext'raño,
pues ya entonces, en el arte egipcio, se habla aceptado q~e en 10 bajo. no hubiera
tal estrechamiento: técnicamente, es ilógico, Por lo cual circunstancia, y porque los can-
celes, en parte, abrazan en cóncavo los fustes, la visión de tales columnas es la de un
adelgazamiento por demás acusada de cada fuste en 10 bajo, y acabando éste .cual
en bolsa. Y eUa, contrastando, y se ve que de propósito, con el capitel; éste ofrécese.
en cambio, cuanto más alto, más abierto.
Ellas Tormo 83
ClO,no tiene de larga sino 'cosa de 400 ó 450 metros, y mucho menos
de amplia (8).
Egipto fué y es un desierto: un desierto pétreo, atravesado por un
'gran río, el cual Nilo enriquece primero, desde muchos miles de años, las
muy estrechas riberas; y el río, que además, más abajo y por arrastres
milenarios ga.nó al mar toda: la llanura del Delta, la que el Nilo riega es-
pléndidamente también, Aun en nu-stros días (contando a toda la m 0'-
narquía.' incluso la 'Vecina península, ya asiática, arábiga, del Sinaí) , lo
desértico son 29 de las 30 iguales partes del país, pero con una le basta,
j con un 1130 1. para su invariable riqueza agrícola, verdaderamente enor-
me. Lo pétreo del suelo y lo sereno del aire explican precisamente su arte,
tantas veces milenario.
(8) La isla de Pila o Philae, .de tan notable excepcional interés .artistico, equivale en
tamaño al solo espacio que en Madrid cierran las calles de Alcalá, Marqués de Cubas,
Zorrilla y Carrera de San Jer6nimo: 400. yardas de S. a N. y 140 de E: a. W. (cálculo
364 por 127 metros). A base pétrea, se le acumularon al núcleo arrastres terrosos
para dejarla formada.
Su nombre egipcio era "Pilak" o "Ailaka"; en árabe (lo torno de texto inglés) la
dicen hoy "Ana; el Wogood" (cosa que alude a ser frontera política), y más usado
"Gezeeret-el-Berbee" (que la dice ser isla). En egipcio se la llamaba también
"Ma-n-lek",. que significa "plaza de frontera".
El conjunto monumental más amplio era y es el del termplo de Isis, a,1 Oeste de
Ia isla. Lo más por mí aludido y más repetida la vista en libros, son dos que diremos
<pabellanos, uno, y 'Otro, junto a las aguas del río, bastante conservados: el de Nej-
tanebós Il, al Sur, y el Ilamado de T:rajano, que construiría Adriano, al Este, pero tam-
bién en la parte meridional. El segundo (tres o cuatro veces más amplio que el de
Nejtanebós) . nevó, arrastrado hasta eÍ día, a través de los siglos, el nombre di! "Lecho
de Faraón".
Antes de ernbalsarse el agua del gran río, conservaban los monumentos, todavía,
algo de la pintura arquitectónica y mural primitiva.
84 El último de los faraones, y la estatuaria egipcia en el M," del Prado
en la que falta del todo la cabeza y otras partes del cuerpo, pero tiene en
la parte de la espalda las consabidas inscripciones jeroglíficas y sus nom-
bres, prenombres y sobrenombres.
Orazio Marucchi, el doctísimo autor de la catalogación de tal especial
Museo egipcio, aun en los resúmenes de su obra, que van en las guías de
visitante (yo manejé, y tengo anotada, la de 1933, en francés), describe
esas piezas y detalla la lectura jeroglífica y reproduce en grabaditos las
dos "cartel'as": cartelas que son idénticas a las dos de la inscripción de
la espalda del Nectanebós II del Museo del Prado: "escritas" en sentido
de 'arriba-abajo, cuando la del Vaticano en el sentido de derecha-iz-
quierda. La interpretación coincide bastante, no del todo, comparada la
de Marucchi con la de Blanco Caro: en la "cartela" más personal. in-
cluye el primero la palabra del dios Horus (el halcón), que no incluye el
segundo, nuestro intérprete.
Ambos dicen que las dos cartelas forman sentido proseguido; el que
Marucchi dice que puede interpretarse así:
"El rey Negt-Nepf, amado por el dios Thot de Rehuí Horus. sol vivo
que hace justicia. el que pone' en orden los dos países. Horus resplande-
ciente que hace lo que es caro a los dioses, el rey del alto y el bajo Egipto,
el maestro de los dos países, el hi io del Sol Nejt-iNépf. que vive por
siempre, que es amado por el dios T'hot de Rehia."
Los dos leonesde basalto ~e ven echados sobre la base cuadrangulat.
la que va decorada con esos ,ieroglíficos y cartelas. Están colocados al
centro corno teatral de la sala, a derecha e izquierda de la bellísima es-
tatua colosal de la Reina Tuáa. la madre del más famoso de los Faraones.
Ramsés H. Las dos estatuas de los leones estuvieron (seguramente) colo-
cadas al ingreso de un templo egipcio, construido o bien restaurado por
-d último de los Faraones. o acaso colocadas ante su sepulcro. Fueron
transportadas a iRoma después de la incorporación del Egipto al Imperio
.y colocadas, muy probablemente en el alrededor del templo de Isis y de
Sérapis en el "Campo de Marte". o "ea en el "Iseo Campense", cerca de
la Iglesia actual de "Santa-María-Sopra-MiÍnerva". El Papa Sixto V,
Peretti (1585-1590). hizo transportar los leones a la fontana por él
construída en las Termas de Diocleciano, "Fontana de Termini" (espado
entre el gran Museo "delle Terrne" (el de Arqueología y Arte clásico)
y la estación "Termini". central de todos los trenes de viajeros y junto a
(183 -
1
la gran plaza "delle Terrne". Pero, por orden de GregorioXVI
Elia« Tormo 85
1846)', el fundador del "M useo Egiziano" del Vaticano, los leones fue-
ron puestos en el mismo, y en la fontana los sustituyeron por unas exac-
tas. copias de las dos figuras de los leones, con' reproducción de la res-
pectiva inscripción Jeroglífica (9).
Acompaña a los leones en la misma oitada sala vaticana el frag-
mentarle una estatua en "granito" del propio Nejtanebós n, según
puede verse en la ..cartela" de su ropaje y en la inscripción jeroglífica
que va grabada en la parte posterior de la estatua; la que lleva el nú-
mero 26. No conserva la cabeza, como queda dicho, y no nos sirve para
definir como personal ,o no la cabeza del Nejtanebós Il del Museo del
. Prado.
Aludí al español Emperador esteta (esteta en sentido noble, nobili-,
sima, pero también en el equívoco) , porque en 'el propio Iseo Cam¡pense,
él tuvo parte, como en el otro templo egipcio cerca de Porta Maggiore;
y, por allí mismo, en el "sepulcro" ~sepulcro cenotafio, sin el cadáver ni
sus restos) de su favorito Antínoo. Además, en la estupenda "Villa;
Adriana", en T'ívoli, cerca de Roma, toda una ciudad de belleza, creó
también un Iseo notabilísimo, trayendo de Egipto, y haciendo él crear,
maravillas escultóricas del estilo. Sus entusiasmos estéticos, particular-
mente los de enamorado del arte. egipcio, se acreditan cada día más; pero
bastaría ver en el "Museo. Egiziano" del Vaticano la colosal estatua-del
joven Antínco, que preside la otra de las dos salas grandes y que procede
de la Villa Adriana, en Tívoli. Es, cual las colosales sepulcrales egipcias:
(9) Siendo en' los dibujos iguales las 'dos "cartelas" de Nejt-Nepf, en el' respaldo,
y en el pedestal (dos también) de la estatua del Prado, cotejadas con las de 'los leones
del Vaticano (dos y dos, también}, voy a dar aquí las traducciones, comparadas, de Ma-
rucchi y de Blanco Caro:
. .1." La más personal de Nejtanebós II (la de cuatro figuritas: el brazo incen-
sario, la patena cóncava, el ave, la serpecilla ) : "Señor del Poder" (Blanco Caro) ;\
poderoso su maestro, Horus (M,arucchi); Sonando Nejr-Nept (Ror).
2." L~ más importante de las cuatro no tan personales (la de sólo tres figu-
ritas: disco (solar), escarabajo, medias piernas de rana en dos ángulos rectos por las
rodillas); "Porvenir del espíritu: de Ra (Blanco Caro), "su persona transformada
en el Sol" (Ra) (Marucchi) : SOnando Kjeper-~a-ro.
¿,Deberé añadir aquí que la cartela de Nejtanebós U, personal, que trae el Espasa
(XIX, página 257) no coincide con la de Marucchi y¡ Blanco Caro? Sí, tiene dos,
pero sólo dos figuras iguales (brazo incensario, serpecilla), pero añade cinco figuritas
más, extrañas: incluso' un -león echado, que en 34 de las cartelas del Marucchi no se
ve, y sí en sólo dos (entero el animal en una, y en una mitad la delantera de la no-
ble fiera, la otra). ¡No me .sé explicar e! erren de! anónimo colaborador del encielo-
pédico l
M El último de los Faraones, y Laestatuaria egipcia en eLi'iB'delPrado
en todo y por todo. El desnudo, tan casi total, es, en actitud egipcia, ad-
mirablemente clásico, pero viste la kalántica o "claf" a la cabeza y al
cinto el "skenti", ese faldellín como pabellón sin pliegues y al cenero
el suelto paño igual, de decencia.
Adriano tuvo mucha parte en el embellecimiento del "Iseo Cam-
pense ", situado no Idos de dos grandiosísimas creaciones adriáneas:
el Paneeón ide Agripa a un lado (reconstrucción de su mecenazgo en
arquitectura del todo nueva y genial y suya: Adriano era arquitecto
también), y el templo a Adriano mismo, al otro Iadc.dedicadc por su
inmediato sucesor, e hijo suyo adoptivo, Antonino Pío,
En Egipto (donde ocurrió la desgracia, mortal, del joven Anúnoo)
creó Adriano; y a todo empeño, una nueva ciudad, la de Antinoe; de la
cual proceden precisamente, en el propio Museo Egiziano de Roma, todo
un gran armario de riquísimas telas coptas, y un retrato femenino, de
pintura en momia, del tiempo del m"ismo ,Adriano, de muy singular
interés.
(10) Se 'Sueledecir de nuestras esculturas egipcias del Museo del Prado, y más particu-
larmente del Faraón. que corresponden al arte saítico,
El original de la, .palabra 10 ofrece la importancia monumental de la Dinastía XXVJ,
la que tuvo su. capital en Sais, al Norte, en el Delta del Nilo; es la época de los Psamé-
tic os. los Nechaos, Apríes y Amásis (¡estatua de Psarnético 1 del Miuseo de Turín, la
mejor; la del tocayo, Ill, en el Louvre : y mucho mejor la cabeza, del Museo del
Caíro l ) : es un nuevo apogeo, evidente (s, vn y V1I). Pero se extiende el nombre
BOL. DE L/\ SOc. ESP. DE EXCURSIONES TOMO LE
Museo del Prado
Sacerdote del misterioso culto de Isis (de frente y de perfil), estatua para arrimada lateralmente a una pared del «Iseo».
Basaltos, negro, y el blanco para la indumentaria (Ka1asiris), 1'58 m. Arte egipcio, pero de la época romana .
.AUSER y MENET
MADRID
Ella, Tormo, 87
o los solos pies (la una), o poco más que los solos pies (la otra), ¡ésta!, la
del pequeño cuadrúpedo sernicocodrilo que el pie siniestro pisa, y lo cha-
fa, sin oprimirlo de verdad; la escultura que es a la vez de un tercio de
piedra blancuzca, gris claro, cual mármol, para los. ropajes, entre el resto
(lo alro y 10 bajo') , de piedra negra", Obra que ¿por qué no pensar, en
mero atisbo, que proceda. de Cocodrilópolis i
tanto hacia el Este, donde hoy el abierto paso, antes tapiado, a ,f(t ~o'Y
sala de Ptimitioos españoles.]
"(424)" [Indica el número de la estatua en el Inventario del Archivo
del RJeal Palacio] ..
"H [alto] 1-58 [metw]. Basalto negro y basalto gris. Figura
egipcia en pie; cual en el caso anterior (la otea nuestra ca.,t'nl:ofjuda),es
para mí dudoso el sexo, debiendo pensarse que sea el masculino. Desde
encima del ombliqo abajo, está el cuerpo envuelto apretadamente, son
nuevos ambos brazos y manos. Debajo quedan tueca los muy estrechos
o menudos pies, los que son antiguos; El de la izquierda pt~a.eobre un
pequeño. caodrúpedo de cortplS'!mocco« (¿cocodr{'nol). La estatf!a: se t11an-
time en tres piezas, ele Ias. cuales, la del medio, al cuerpo bajo, es de pie.,
dta de color ,gris "cl~, cuando ..las. dos testame [afta, baja], de color
negro".
"Saíta" a las dinastías anteriores: la de Tanis (la XXI), la de Bubastis (la XXII),
las de M¡iroe 'Y Nápata (XXII, XXllH y XXIV;), que son de comparación artística
inadecuada. y luego a las restantes dinastías hasta la die los Nejtanebós (la XXX), En
todo lo históricamente llamado, con excesiva amplitud, "Saíta", que quieren que al-
cance del 663 antes de Cristo .., al 640 después de Cristo (!!!).
Cronológicamente, 10 todavía faraónico coincide con tos siglos de avance y de
culminación de la escultura griega; Y: en 10 arcaico de 10 helénico, y aún después
cabe pensar en puntos de contacto, nada intensos de eficacia.
ss ElllWmo de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M.o del Prádó
Sacerdotisa (7) o sacerdote del misterioso cuIto de Isis (de perfil y de frente), estatua para arrimada lateralmente a una
pared del «Iseo», Basalto, negro (1'55 m.) Arte egipcio, pero de la época romana.
l.USER y MENET
A1AORIO
Ellas tormo 89
tauraciones, como manchas, y de otra ciase de piedca, La modernas con-
servadas restauraciones de los tmuilados brazos son (o deben de ser)' ya
remotas (?)
Ajello 1. 2. S. tu. (Palacio de La Granja], [sala] 10, [número en
ella] 133 (diciendo): "Idolo egipcio en pie, de mármol neqro": '
, , Reproducida por Clatac. Lámina 998 (núinero) 2.559 D.
La estatua en pie, ésta de basalto negro, fué catalogada por única vez
en el Prado, en el único catálogo en que se incluyó lo de escultura, el de
I93~, en la sala misma donde hoy está, pero no entonces en el mismo lu-
gar de las otras tres obras egipcias (p. S36). Dice sólo lo siguiente:
"Número 4IS-E" [Númeco, como los otros tres, novísimo].
"Eqipcio" •
Granito negra y mármol: alto, 1-69.
kte de baja época.
La demasiada identidad de la nota, casi igual a la del 414- E, con.
igual alto, haría indiscernible la estatua con la otra similar, máxime por
no tener puestas cartelas, ni número pintado tampoco,
Hübner resuelve la alternativa, 'pues da diferente alto: la de basalto
ne~ro, ésta, de I,S5, Y la de basaltos negro y gris, d~ I;S8.
Me atreveré f1 catalogar es~a estatua también, aunque con Plenos se-
gura base que la anterior, y en relación con la misma. Creo que han de,
ser relacionadas entre sí por . la indumentaria
.
y por otras circunstancias.
'" ",)
Una y otra visten en realidad dos piezas, aunque no parezcan sino un~
sola... Ambos personajes llevan muy ceñida una, corno
. ~
túnica o ,falda fe-
:., , . '. . .
deja colgantes los dos extremos, que no alcanzan la altura de los pies y
pasan muy abajo de la altura' de l~s rodi1las~ hÚsÍ:i~amenú: todos estos
plegados son greco-romanos, cuando' la adhesión ~in pliegues de 'iaoti:ci
pieza, la de falda, todavía es de tradición de arte egipcio del que tantas
diosas co~:Ocemos vestid~s' cual con túnicas de ~lá;úc~
goma, que cubr~:
pero no oprime ni deforma siquiera el galbo de las mamas ni él" mo-
delado de los muslos.' Pero el nudo al torso y colgantes largos,' es 'iri:
discutible característica del culto isíaco en 1'0 greco-romano: el culto,
místico, de Isis, Sérapis y' el hijo Harpócrates (Horus) .
El cambio de color, de la piedra, en 'la figura del cocodrilico, .noshatia
00 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M," del Prado
(11) Sobre la extensi6n enorme de esos culcos en España, publico "Charla Aca-
démica", con mapa y con i1ustraciones gráficas, en la revista de la Real Academia de
la Historia núm. 2. Q - de 1944.
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOM.O Lll
Museo del Prado
Busto (de perfil y de frente) de basalto negro (0'35 rn.). Arte egipcio, pero de la época romana, acaso bajo Adriano (77),
Gran Mecenas de lo egipcio en Roma y Tívoli.
rlAUSER y MENET
1oi4DRIO
Ellas formo
Nuestras tres estatuas egipcias del Prado no puede decirse que estén
"inéditas". En el viejo Clarac ya se dió el dibujo de las tres: al trazo y
poco más, como en todo el Clarac "Musée de Sculpture", entre miles', de
reproducciones: Y como todas las láminas grandes del Clarac fueron re-
producidas, aunque diminutamente, en el tomo 1 del Salomón Reinach,
"Repertoire de la Statuaire Grecque et Romaine", cuya 2.a edición (que
manejo) es del año 1906 (de 1897 la 1.") a página 614, mitad alta,
(12) Del cuadro (fresco) de Herculano hay fotografías, muy conocida y re~ro-
ducida la de AUna'rí. A mano no la tengo sino en grabadito, en el "Dictionnaire Illus-
tré" 'de Lavedan, p, 550, fig. 509.'
(13), En el inventario del Abate Aje!1o, de las esculturas de Felipe V y la reina Far-
nesio, se anotan 14 estatuas egipcias; positivamente al Prado no pasaron sino tres y
un busto.
92 El último de los Faraones, y Laestatuaria egijJcia en el M.. del Prado
(14) Ei conde de Clarac, que acaso (que seguramente, creo) antes que Lépsius estudió
y dibujó las tres estatues egipcias del Museo del Prado, nació en 177~, y murió en
1847. Al morir babía publicado 12 de las grandes entregas de su "Musée d.'Esculp-
ture", publicación que casi le arruinó. Como dejo dicho, lo de arte egipcio del ~seo
del 'Pradd no se publicó, sino en la última de las grandes entregas, las póstumas, en
la de 1853.;
El título de "Conde" del Clarac, 10 tuvo su padre, a quien persiguió la Revolu-
ción francesa; y militar éste, general de terrible genio, se vengó, pasando 'al' servicio
de España, cuando la coalición contra la Francia revolucionaria; fué, en consecuencia,
94 El último de los Faraones, y la estatuaria egipcia en el M:" del Prado
general español, Y en plena guerra, desde nuestros Pirineos llamó a su hijo, el futuro
arqueólogo, que vivió en España en 1793 y 1794. El título de Clarac era pirenaico,
pues "Clarac", con el castillo familiar, es "bourg", a 18 kilómetros de Pau. Se suele
decir que el tal militar tuvo el "record" (que decimos ahora) en su lista de 'lances
de honor. El hijo volvería mucho mlás tarde a ESpaña, pues seguramente copió las
estatuas, no en La Granja, sino ya en el Museo del Prado.
En el "Clarae de poche"; o sea el libro tomo 1 del "Repertoíre de la Statuaire".
de S. Reinach, las tres estatuas egipcias del Prado llevan en la parte de notas la res-
pectiva referencia al Híibner en abreviaturas; pero todo ello, por adiciones de S. Reinach.
Ellas Tormo 95
, I
¡ ( ,1
ELfAS 'TORMO
•
Andanzas de Don Quijote en tierra'
manchega
acuerdo con el del Patronato Nacional del Turismo (que debiera llamar-
se Tomismo) y no muy apartado, en la segunda ..
Para componerlo he partido del único pataje seguro que en la Se-
gunda Salida de Don Quijote cita el autor; el Puerto Lápice ; y desde
él calculo jornadas de unas seis leguas, porque la experiencia .de quien
mucho ha cabalgado (y no' poco asnalmente) dice que no se andan más
sobre menguado rocín y buen pollino, si el que oprime los lomos de este
último va muchas veces "caminando y comiendo. muy despacio", cual
solía ir el bueno de Panza, y si, en tanto, pasaba, de camino, con su señor
sabrosos razonamientos.
Si así se estima 10 caminado, maravilla cómo concuerda cuanto dice
El Libro con lo que nos enseña la topograña del país, Sólo en dos cosas
difieren más de la cuenta texto y realidad (si a ésta se ajusta el sitio donde
creo baber descubierto el de les Batanes): en la situación de la casa del
Caballero del Verde Gabán y en la longitud de la jornada que siguió al
man teamien to de Sancho; aquélla en que, 1l1áS que nunca, me n udearon
aventuras tantas que no se daban lugar unas a otras; tales fueron ejércitos
carneriles, disciplinantes y batanes; jornada que precisa estimar en doce
leguas (doble de las que calculo) y más difícil de admitir, supuesto que
la comenzaron, contra costumbre. muy entrado el día,
Dificultad mayor para cuantos estudian las andanzas de Don Qui-
.joteha sido ·ubicar su aldea, que osadamente sitúo en LA MOTA DEL
CUERVO, con las razones que aduzco al final de este derrotero. Mucho
tiempo se tuvo por averiguado que era Argamasilla de Alba, pero la
autoridad máxima en cuestiones cervantinas, D, Francisco Rodríguez Ma-
rín, declara, autorizado y autorizando su opinión con las de .Mienéndez
Pelayo, Valera y Cavia, que para nada pensó Cervantes en tal Argama-
_ silla, tan lejana del Toboso; si acaso, en la de Calatrava (de donde eran
los Académicos cuyos son los versos laudatorios que anteceden al Libro),
pero- nunca como pueblo natal de Alonso Quijano. Los datos que aduce
Rodríguez Marín respecto de unos Pero Pérez, Carrasco, Ricote y aun
cierto Alonso Quijada, muestran Esquivias cuna de modelos para las
perSÜ'nas que figuran en la inimitable ihistoria, pero topográficamente
tampoco pudo imaginar allí el lugar de Don Quijote, porque hay mucha
distancia de Esquivias al Toboso.
y aquí entra la mayor contradicción 'de cuantas se refieren a tan
discutido punto. En su primera salida, Don Quijote, apenas dejó la aldea,
Pedro de Novo
ANDANZAS DE D~ QUIJOTE
EN TIERRA MANCHEGA
Escala de 1:800.000
4 2 o 4 8 12 16 20 24 28 kms.
! el '. ks -=-=' Ip I
"
Pedro de Novo
101
SelVel de Biblloteques
Biblioteca d'Humahltats
-
fÓ2 Ándanzas de Don Qú40te en iieri'a manclzeg~
Lugar de la lante. Así ,que Puerto Lápice fué plinto extremo septentrional del derro-
batalla con tero que siguió el Hidalgo en su segunda salida y primero de ella que en-
el vizcaíno.
contramos llegando de Madrid.
Tras "la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente man-
chego tuvieron", marcharon amo y mozo en demanda de dónde alber-
garse aquella noche, y, según Cide Hamete Benenge1i, "diéconse prisa para
llegar a poblado antes de que anocheciese" (Parte I, cap. X). No imagino
que ese lugar que buscaban pudiese ser otro que Villarrubia, único en
aquella parte, hacia la sierra, ya que, aunque calle ese autor arábigo el
sentido en que caminaron los hérces luego de la aventura con el Vizcaí-
no, sus pasos al día siguiente demuestran que se arrimaron a terreno mon-
tuoso. En efecto: "faltóles el sol", junto a las chozas de unos cabreros"
-'
Discurso de (los que oyeren, si no escucharo-n, el discurso de la Edad Dorada) . De ¡,\Uj,
la Edad Do-
rada. "apenas comenzó a descubrirse el día por los balcones del Oriente" (par-
te 1, cap. XIII) , marcharon a la rústica y pagana sepultura de Grisóstomo,
que no estaba de aquellas chozas media legua y que habían abierto "en
una quiebra entre dos altas montañas". Por cima de la peña dond~ se ca-
Entierro de vaba la sepultura pareció la pastora' Marcela, casta, arisca y bellísima como
Grisóstomo
y discurso Diana; argüidora cual escribano. Aquella quiebra y peñas indican suelo
de la pasto- montañoso que no podía pertenecer sino a derrames de la Sierra de la Vir-
ra Marcela.
gen, qué lo es de La Calderina, por donde los Montes de Toledo mueren
en el llano en las serraras Serrana y Luenga.
El qué se extiende a Levante de aquellos montes constituye La Man-
cha típica; llanura, al parecer, ilimitada como estepa, pampa o mar. Aun-
que en algarabía, manxa significa país seco, encierra agua, si oculta, tan
somera que se saca y sacaba con norias. EsaUanura unida e igual por
componer su suelo, como queda dicho, dura y continua capa caliza, pre-
senta la conocida propiedad de esa roca de agrietarse y formar simas o
criptas (recuérdese el Campo de Cnptana) . Allí, los ríos se pierden a 'tre-
chos y a trechos reaparecen, cual ocurre al soterrado Guadiana en Villa-
rrubia de los Ojos, por donde no pasa este itinerario, pero sí' pasa por Vi-
llaharta, 'donde apuntan esos resurgimientos del río.
Estas, al parecer, ociosas observaciones respecto al carácter y forma
interna del país y las más gustosas y evocadoras de su perdurable aspecto
externo pueden guiarnos para averiguar la ruta que llevaron Don Quijo-
te y su' escudero, los cuales, una vez acabado el entierro de Grisóstornc
y 'él discurso de Marcela, "se entraron por el mestno bosque donde (JÍe·
Pedro de No'vo ia3
ron que se había entrado la pastora" y luego, "habiendo andado más de
dos horas por él", vinieron a parar a "un prado' lleno de fresca hierba,
junto al cual corría un arroyo" (Parte I,' cap. XV). Para escribir esto tal
vez recordó Cervantes el regado territorio donde se junta el Cañamares al
Guadiana. Allí pastaban las jacas gallegas con quienes se desmandó Ro-
Dondefué}a
pendenCIa cinante,' y en aquel nuevo val de las estacas, con las suyas vengaron el
con los yan-
güeses. agravio del Rocín a sus yeguas los desalmados yangüeses que las apa-
centaban.
Tras esta desgracia, Sancho a pie y molido, Don Quijote (por estar-
lo más), atravesado en 'el Rucio, y Rocinante, más destroncado aún, poco
andariego, "caminaron una peoueña legua hasta. el camino real" (Parte 1,
capítulo XV), donde descubrieron la Venta; la famosa Venta-Caetillo
de Palomeque el Zurdo; donde servía Maritornes; fa del Moro encan-
tado con puño de arriero; la del manteamiento de Sancho, y la en que su
señor compuso el bálsamo de Fierabrás QParte I, cap. XV.I).
Sitnación de Aunque no se- sitúa tan aína la famosa Venta, nos ha conducido casi
la Venta del a ella el camino que acabamos de seguir, pues nos insinúa el autor que se
Moro En-
t'lntado. hallaba a una pequeña legua de la confluencia del Guadiana con el Caña-
mares. Dada esa di:stancia en un camino que no difería mucho del que hoy
sigue la carretera entre Ciudad Real y Puerto Lápice, podemos imaginar-
la a sólo dos leguas del actual Parador de Tomismo de Manzanares, el
cual ofrece a los entusiastas cervantófilos ocasión para almorzar con des-
canso (y con Valdepeñas) y aun para reposar la comida desde la una o
dos de la tarde (hora en qU2 puede llegarse allí) hasta las tres o tres y
MANZANARIS,
175 km s, media. De suerte que si el Parador difiere en situación casi dos leguas, su-
ple a aquella Venta' inolvidable con los viajeros de calidad. Luego vere-
mos cómo nuevas- aventuras confirman esta situación.
Apoco de caminar desde el Paradores muy posible que veamos, no'
Losejércitos en el camino; sino en medio del campo por entre sendas y entre sendas
de cameros.
polvaredas.. dos ejércitos que van a ernbestirse y a encontrarse en mitad
de aquella espaciosa llanura; 'uno, bajo las órdenes de Pentapolin .el xlel
Arremangado Brazo y por cristianos compuesto; el otro, obediente al
furibundo Alifanfarón y con paganos y sarracenos nutrido; y, cuando el
caminante no viere tales ejércitos (que sí verá, si soñar sabe), siempre dis-
tinguirá, realmente y sin tropelía, en su mesmamesmedad, rebaños de
ovejas y carneros, como los queconteraplaren los no mucho tiempo en-
gañados ojos de Panza.
104 Andanzas de Don Quvoie en tierra r,nanchefjd
VALDEPltn.U, Tras la fiera acometida de Don Quijote, que acabaron las hondas pas-
201 km s,
toriles, siguieron los nunca escarmentados amo y mozo el camino real de
ALMURADIRL, Andalucía, que llevaba a Despeñaperros. En él loseomó la noche; lo que
232 kms,
por razonable cómputo, ocurriría unas seis leguas de la Venta y no lejos
de El Viso del Marqués. Ya cerrada la noche, aun esperaba Sancho que,
"pues aquel camino era real, a una o dos legua-,s¡
de buena cazón halluria en
él alguna venta" (Parte, 1, cap. XIX).
, \
Acaso las habrían andado cuando
sobrevino la aventura con los fantasmas guardadores del Cuerpo Muerto.
Aventura de
donde Don Quijote ganó por el poder de su Ianza y socarronería del es-
los encami- cudero, nombre de Caballero de la Triste Figura. Dispersar la pavorosa
sados.
comitiva y luego que. por excusar represalias, caminaron corto trecho
EL VISO,
~38 km s,
..en/re dos montañuelas", se hallaron en "espacioso lj escondido valle.
donde almorzaron. comieron y merendaron y cenaron a un mismo pun-
LO ... con más de una fiambrera que los señores cléciqos del difunJfO... en
la acémila de su repuesto tenían" (Parte 1. cap. XliX).
De seguida, acosados por la sed, llegaron a aquel paraje entre unos
árboles altos y "entre grandes y levantados riscos", (por tanto, no en
Aventura de llano ni entrellano) donde, a más del ruido del agua que alegrólos sobre
Los Batanes.
manera, ..oyeron a deshora 0,[,,0 estruendo que pusiera pavor en cualquier
otro corazón qu:e no tuese el de Don Quijote" (Parte 1. cap'. XX).
Allí rué el temor manifiesto de Sancho y el dominado y vencido de
su señor ante la q~ parecía espantosa aventura; allí acabaron la noche,
y, ya de dia, "aparecio descubierta y patente la misma causa...
)
de aquel
Insólito y. para ellos. espantable ru:ido, y eran (si no lo has joh. lectoct
por pesadumbre y enojo) seis mazos de batán que con sus alternativos
golpes aquel estruendo formaban":' (Parte 1, cap. XX).
Salvo aquel estruendo y aquellos mazos todo se conserva igual en el
Ubicación y
,estado ac- mismo o, muy parecido sitio: añosos árboles. cuyas hojas, movidas del
tual de los blando viento, ~hacen temeroso y-mansc ruido; "la soledad. la fresca hier-
Batanes.
ba, cauce represado para producir el salto que movía las máquinas. Di-
ríase que en aquel barranco. perteneciente al Arroyo de la Huerta de la
Monja, umbría de la Sierra de San Andrés (llamada' así por una ermita'
de calatravos) , tres leguas a Poniente de El Viso, el mismo Cervantes re-
posó junto a los Batanes; paisaje e ingenios que, recordados después, mo-
vieron el suyo a escribir este episodio. Como aspecto y condiciones se
acomoda en todo el lugar que describo al relato cervantino, y como si-
tuación es casi exacta siguiendo Ia ruta que imagino y que, como antes
Pedro de Novo 105
decía, se ajusta a, la realidad con sólo el error de una legua, lo que nada
significa en viaje imaginario, pero que, repito, destaca la fidelidad con que
Cervantes, hasta involuntariamente, estampa sus recuerdos.
Arranque del Basta seguir desde El Viso el camino vecinal de San Lorenzo, y en
camloo de Los
Batanes e o e I él, en su kilómetro 14, arranca la senda por la que, largo. tcecho en co-
km, 14 de la ca-
rretera d e El che y cot tisimo a pie. se alcanza el lugar de Los Batanes, cuya ~U'n-
VI,o a San Lo-
renzo.
tidad de aspecto- no deja duda ser el que Cervantes describió, 10\ que JUS-
nfica y compensa el esfuerzo de llegar. Acaso allí mismo merendo Ver-
vantes, y los modernos viajeros deben hacerlo en aquel lugar que, _1 no
vieron Don QÚ1Jote y Sancho, es seguro que lo contemplaron los prorun-
dos ojos de su creador.
Aventnra de
camino real (que casi coincide con la actual carretera de Andalucía), y,
losGaleotes, pues, a poco de andar por-él, sin duda cercanos a Despefiaperros, descu-
brieron la' cuerda de Galeotes, supongo que sería- tan fatal hallazgo en tan
renombrado lugar, ..ya que "el'tiempo que emplearon haciendo camino dió
espado para que departiesen largamente y para que Don Quijote esbozase
io6 Andanzas de Don Quijote en tierra manchegt:
DESPEíI APERROS
PARTE DE LA RUTA DE DON QUIJOTE QUE NO PUEDE
258 kms.
SEGUIRSE BN COCHE Y DE LA QUE, POR TANTO, SÓLO SE
HACE MIENCIQN PARA SITUARLA EN EL MAPA
DEIPaR "'PERROS Poco tiempo emplea un automóvil -de Despefiaperros a El Viso del
Marqués. Aquí es fuerza visitar el palacio del de Santa Cruz, que da so-
brenornbre y renombre al pueblo; el ilustre marino Don Alvaro de Ba-
zán, héroe de Lepanto y vencedor en la mar de franceses e ingleses.
EL VISO Hecho esto, sólo queda tomar la vuelta de Manzanares, casi por igual
camino que hacia La Venta siguió Don Quijote, vuelto de su penitencia,
Pedro de Novó
Segundo día.
(50 kms. desde de la dicha aldea que hemos situado en La Ossa y, efectivamente, de So-
la Cueva de
cuéllamos a la Ossa de Montie1 sólo hay ocho leguas.
Monte,lnnsl.
Muchos situán en Belmonte la casa del Caballero del Verde Gabán y
Casa del Ca-
ballero del de admitirlo así, quedará bastante alejada, a la diestra mano, de nuestro
VerdeGabán camino. Pero tal situación es verosímil, pues sabemos que, Don Quijote.
al salir de El Toboso "tomó et camino de Zaragoza" (parte .Il, capítu-
lo XVn) y en él se hallaba Belmonte (ahora en la carretera a Cuenca y
Teruel}, Sin embargo. alguna dificultad hay en esto, pues también cuen-
, ta el moruno historiador que poco alejados de la casa del de lo Verde
encontraron, los allí tan obsequiados huéspedes. a los estudiantes y la-
briegas vecinos de Quiteria, quienes llevaban su mismo camino, y debe
advertirse que desde Belmonte son opuestos el que conduce a Socuéllamos
y el que lleva hacia Aragón. Esta es la segunda de las dos únicas dificul-
tades y contradicciones que he hallado para reconstruir la ruta de Don
Quijote en tierra manchega; la anterior fué la jornada excesivamente lar-
110 Andanzas de Don Quijote en tierra mancheqa
Aventura En tan corto trecho no sería difícil imaginar el sitio donde toparon
del carro o con el carro o carreta de las Cortes de ~a Muerte (Parte I1, cap. XI), pero
carreta de
las Cortes de no va nada en averiguarlo y no forzará a parada alguna.
la Muerte.
Así que hacia la. una de la tarde podrá llegarse a Quintanar para co-
. mer en su Parador de Tornismo, pues sería poco prudente fiar de los que
QUINTANAR DE
LA ORDEN se hallasen en El Toboso, preguntando allí a "uno con dos mulas", quien
tan pOOO satisfaría a la demanda de sitio para buen yantar, como defrau-
dado dejó al enamorado caballero cuando le preguntaba por los palacios
de Dulcinea.
Cierto, faltará la sabrosa pero rústica comida que pudiera granjearse
en tobosesca venta y donde campeara del mismo queso que Sancho lleva-
ba en las alforjas (y aun cabría sospechar, al morderlo, fuese sobrante de
aquél), pero el propio Parador de Quintanar tal vez depare cerdo en ado-
bo, extremado cuando es 'bueno; 10 que enaltece a la. amada. del Hidalgo,
pues según nota marginal en los cartapacios que, por continuar la inte-
rrumpida historia, salteó Cervantes al sedero y que tradujo el morisco del
. .
Alcaná toledano: "Dulcinea de El Toboso dicen que tuvo la mejor mano
para salar.puetcoe que otra mujer en toda La Mancha" (parte 1, cap IX) .
El Toboso
10 k m s , del
Si el tiempo no apremia, conviene, como sobremesa, corto desvío a
Qulntanar).
El Toboso para ver, a la misma Aldonza en las puertas de su casa o del
corral donde afirmó Sanc.ho haberla hallado ahechando trigo rubión
cuando su fingida embajada. También, como advierte Navarro Ledesrna,
a cada paso se habrán visto en aldeas y caminos los dos tipos raciales re-
presentativos: el escueto, severo y señoril del Hidalgo (si bien éste común
.Pedro de Novo, , 111
boso": Esto puede interpretarse corno queriendo decir que si la noche hu-
biese sido clara la aprovecharan para caminar y llegar a El Toboso al
hacerse de día. o bien corno deseo de llegar a E1 Toboso aun en el día o
de día; es decir, tardando veinticuatro horas, En, rigor así fué, supuesto
que llegaron al anochecer del día siguiente. como' se ve por estás palabras:
"En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día
siáuiente. Al fin otro día, al anochecer, descubrieron la gran ciudad de
El- T<oboso" (Parte rr. cap. VIII).
Como la frase otro día no puede significar en este caso un tercer día,
pues se opone a 10 antes dicho, el pasaje transcrito sólo puede interpretar-
se de tres modos:
(74 km •. del juez donde acaso la apacibilidad del para ie convide a cenar con fresas y
Qulntanar, 84
kmi. de El To- espárragos. Mas no sin que antes de llegar 'al. hasta hace poco, real y
boso],
siempre florido sitio se contemple el hondo cauce del Tajo, tan distinto
del somero, cuanto tortuoso, del Guadiana Alquél, al excavar su lecho,
dejó en alto la capa de dura caliza que se vió en Tembleque y que forma
la elevada Alcarria (alcarria significa páramo, en árabe). En cambio, el
GUCldian¡t,que no excavó (por: razones que no vienen albora a cuento).
114 Andanzas de Don Quijote en tierra manchega
ALCALÁ, corre sobre esa caliza que, aunque a igual altura que aquellos páramos
650 kms., reco-
rrido total (sal- (los dé Alcalá, por ejemplo) " no destaca en altas mesas, sino en ese ten-
vo error u omí-
ston).
dido llano de La Mancha: tierra la más gloriosa del mundo, pues tomó
sobrenombre de ella el primero entre los caballeros andantes.
PEDRO DE NOVO
Coro
".- .~~ --
in E.rTA&EAL.CAPILLlt
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IEJAVTiZO ELDIA20 •
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REAL LA.rERENISIMA·
SEÑOR" iNFf\NTA~ '1 oc~manu
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l.0~~O"~~Ni~.!&,
Lápida de bautizo Lápida de consagración
;~RVIItNH
~~'l~IO
La Capilla Real de ,Valladolid
magníficas casas frente al convento de San Pablo, no tuvo por qué pre-
ocuparse, en sus variadas estancias en Valladolid, de' preparar su posada
y dispuso siempre a su antojo de un verdadero palacio, que por la fre-
cuencia con que fué ocupado por los reyes y príncipe, ciertamente pudo
titularse ya "real", sino "imperial", como le correspondía por la dignidad
del Rey nuestro Don Carlos I o el Emperador Don Carlos V.
De ese palacio no he de indicar nada ahora, ya que me he ocupado de
él en diferentes ocasiones; pero sí recuerdo, y es el tema de este trab.ajillo,
que monarcas tan religiosos y piadosos como Don Carlos y su esposa
Doña Isabel de Portugal no podían disfrutar de una vivienda que no
dispusiera de un oratorio o capilla donde a diario y con toda comodidad
celebrasen los cultos divinos en familia, modestamente, en privado, sin
las molestas ceremonias que' llevaban consigo las exhibiciones en pú-
blico.
y vino a resolver este problema la humildísima iglesita -que a las
espaldas de las casas del Consejero de Estad¿ del Rey-Emperaodre.r poseía la
caritativa cofradía de' Nuestra Señora del Rosario.
, ¿Cuándo fué incorporada esa iglesita al "palacio real", en términos
que la Reina dice de ella "itengo mií.capilla en la dicha iglesia de Nuestra
Señora"? Aunque de este particular he de tratar luego, bien puedo ade-
lantar que después de 1534, probablemente en 1536, la capilla adquiere
los honores reales, por la frecuente asistencia en ella de la familia, de
Don Carlos 1.
Humildísima como fué en un principio la iglesita, llegó 'a 10 más que
podía llegarse. Un testigo llamado Pedro de Gordejuela, de ochenta años
poco más o menos, declaró el 23 de mayo- de 1544 en un pleito que en
el apéndice l. o de documentos se extracta, expresó que de "quarenta
años a esta parte que este testigo tiene noticiade la dha. casa e ospital e
cofradía de nra. Señora del Rosario desta dha. villa, que puede aver poco
más o menos, que vna señora que se Ilarnava doña Catalina de CoRal,
que fué la fundadora e dotadora del dho. ospital en la dha. casa que
agora es, que hera suya de la dha. doña Catalina" .
Concuerda perfectamente la noticia con 10 que escribió D. Mariano
Alcacer en el trabajo que publicó en el Boletín de la Comisión de monu-
mentos históricos tj artísticos de e~ta provincia con el título general de
El Rosarillo (núm, 5, 2.° trimestre de 1927, luego en aparte al que aña-
dió dos documentos};
La CapilláReal de ValtadoLid
añadir, y ello es bien poco, que pertenecía a la casa de Corral del linaje
de Reoyo, y, según se hace constar en~l apéndice 7.°, este D. Diego dé
Cotral. así como su hijo Gonzalo, poseyeron casas junto al hospital dé
San Cosme y San, Damián en la Piñonería." '
Doña Catalina otorgé testamento el 14 de agosto dé 1504, Y además
de algunas donaciones :hech'as a favor de sus sobrinos Gonzalo y M~ú'-
~elo de Corral. hijos dé su meríci~nad0' hermano D. Diego, instituyó por
heredero universal al hospital de Nuestra Señora del, Rosario, l~gá'ndole
varios bienes, entre las 'que Se contaba~ la aceña dé Linares en el Pisuerga
y la heredad de Fuensaldaña, si bien impuso la condición que subviniese
al sostenimiento de ocho camas, que tenía puestas en el hospital, no para
.
enferm~s, sino para recoger viudas pobres que 'Viniesen. a . Valladolid
".
a
asuntos de la Chancillería, y si en el ínterin caían enfermas, debieracuí-
dár~eLis·y hasta darlas sepultura en ~aso d~ fallecimiento.
• t . . . ~.,
Quedaba sub- • . ..
sistente la donación de los ocho mil maravedis de renta que tenía hecha
de "antes, :peto ~bligaba. a 'lá 'cofradía a dÜ't~r en cada 'año 'co~ tres mil
rh'les au~a huerfan~ d~ padre o' madreque f~~~a' vecina de 'la villa; Y
1 .. ,',-, ',. -, I '. "
así que se consiguieran las bulas necesarias para ello, Sé' 'diría una misa
Juan Agapito y 1?euiltd .
rezada diaria y otra cantada. con tres capellanes los días festivos, el 16
de' agosto de cada año otra de réquiem .con asistencia de la cofradía y se
la hicieran honras como cofrade fundadora. Nombró, además. por patro-
no del hospital al doctor Palacios. oidor de la Real Chancillería, y
después del fallecimiento de este señor, al prior, que fuese del convento
de San Agustín. modificándose este nombramiento por su codicilo otor-
gado el 1 8de agosto mismo, por el cual hacía recaer el patronato en el
prior del monasterio de San Pablo.
. Constituida de ese modo la fundación, acrecentados sus recursos y ha-
biendo prosperado la cofradía, pretendió en 15 16 hacer iglesia nueva;
pero se ofrecieron serias dificultades con los propietarios de las fincas co-
lindantes por las servidumbres de las vertientes de tejado, que retrasaron
la ejecución de los planes pensados, y, alfin,se solucionaron las diferen-
cias existentes haciéndose concesiones mutuas, que se 'consignaron en' la
consiguiente escritura de convenio.
Así y todo, aunque se hicieron -obras, "poco se adelantó en la iglesia,
pues la reedificación y construcción de altares no ruvo efecto hasta 1535,
en que la llevó a feliz: término la .Emperatriz ", según dijo A1cocer; pero
esto merece una razonada rectificación. por lo menos en lo referente a la
reconstrucción de la iglesia. que solamente tenía en sus principios un al-
tar portátil con la efigie de San Gregario "para la devoción de las pobres
acogidas en el dicho hospital".
LIa reconstrucción de la iglesita de Nuestra Señora' del Rosario,' no
fué debida a Doña Isabel de Portugal. Véanse las pruebas a conainuación.
. Si Don Carlos I mostró cierta predilección por Valladolid, como lo
demuestran las doceestancias que en la villa hizo y que fué la población
de España en que residió por más tiempo (1.145 dias en ella, mientras
que solamente 754 vivió en' Toledo, aunque se la califique de "imperial"),
su esposa Doña Isabel de Portugal tres veces estuvo aposentada en Va-
Iladolidvpero también' la tuvo afecto, porque, como dijo, D. Javier Va-
les Failde en su libro La Emperatriz Isabel (pág. 289), era "tan amada
por ellapor 'ser cuna de su hijo" .
La primera' estancia de la Emperatriz en nuestra villa fué del viernes
22 de febrero hasta el 2'3' de agosto de 1527. en cuyo tiempo nació el
príncipe Don Felipe, y entonces se alojó el regio e imperial matrimonio
en las casas de D. Bernardino Pirnentel, como es' sabidísimo, lugar hoy
ocupado por la Diputación Ptovlnci~l. .
i20 La Capilla Real de \ÍaÍladolid
Desde ese día hasta que salió con dirección a Palencia el 19 de julio, no
podía tener. la señora otras ocupaciones que las que sus cuidados deman-
daban, por ella. y por el sarampión de Don Felipe.
Es más, creo que lo que pudo hacerse en ¡la iglesia, en 1535, fuera de-
bido al Comendador Cabos y su esposa doña Maria ae Mendoza . Pn-
mero, porque hasta que se terminasen las obras de su palacio no habnan
de ocuparse de mejorar o reformar las casas de los vecinos que con aquél
colindasen, y segundo, porque terminado aquél, en el cual se ha·clan
en 1533,. por lo menos, trabajos de decoración, era ya probable que se
preocupasen de ayudar o auxiliar a la iglesita que tan cerca de su vivienda
existía y la cual pudieran utilizar fácilmente para sus devociones.
Además de estos detalles, indicios de alguna consideración dada la
generosidad y. piedad del matrimonio Cobas para suponer lo expresado,
hay un daroque hace mucha fuerza y al que puede dársele el valor de un
documento ..
En una escritura otorgada en 24 de julio de 1 552 por la cofradía de
Nuestra Señora del Rosario concediendo, a doña Maria' de Mendoza, ya
viuda (Cobas falleció en mayo de 1547), el derecho yuso de la tribuna
de la iglesia, consta el "pedimiento" o petición de licencia al R. M.· Don
Fr. Antonio Rondón, comendador del monasterio de Nuestra Señora de
la Merced y juez apostólico del hospiral de Nuestra' Señora del Rosario,
y en él, cuya solicitud autorizaron los licenciados Virúes y Buitrón, ha-
cen constar "íos beneficios y. buenas obras que su señoría (Doña Maria) y
el señor comendador mayor de León, su marido, an he-cho en la dha. casa
y hospital, que son el hazer 'Y Rehedificar la capilla de la dha. yglesia del
rrosario de talla y el altar mayor con sus gradas e púlpito y rretablo que
a su cavsa se hizo en el dho. altar y enlucir la dha. capilla e yglesia YI sue-
los della y que también hizieron la portada de la dha. yglesia de cante-
ría", además de costear varios ornamentos y hacer otros favores.
Se abrió una información parra ·declarar la utilidad de la petición, y
entre los varios testigos que actuaron, uno de ellos, Hernando Bernaldo,
quien tomó parte muy inmediara en las obras, depuso que "bió azer el
dho. paso. y callexcn por mandado del dho. señor comendador mayor de
León, y este testigo pagó los tres 'mill y quinientos mrs. a 'la dha .. con-
La Capilla Real, de Valladolid
las cuatro [erras de "real", por 10 que rebajaron 'la piedra para hacer des-
aparecer 10 que primitivamente se escribiera; lo cual quiere significar que
se rectificó' la palabra, así que Doña Isabel. por ecrito, expresó que la ca-
pilla era suya y, por tanto, había de calificarse de "real".
La inscripción está perfectamente comprobada, y he encontrado la
prueba en una carta ejecutoria de 24 de septiembre de 1546 dada por don
Fray A'nt'onio Rendón, maestro én Santa Teología, Comendador del mo-
nasterio de Nuestra Señora de la Merced de redención de cautivos, de Va-
lladolid, juez apostólico conservador de la igdesia y hospital de Nuestra
Señora' del Rosaría y "capilla de su majestad, en esta villa", por virtud
de un curiosísimo pleito entre Juan de Morales, capellán mayor de dicha
capilla, y el Corregidor y otros de la villa, iniciado por aquél el 13 de abril
de 1543, a propósito de haber sacado el te-niente de merino Pedro de San-
tiago y Alomo Gutiérrez. mercader de hierro. a Lope Hurtado, calderero,
de lugar sagrado. por estar retraído éste en la 'casa religiosa y llevarle preso
a la cárcel de la villa. Ganó el pleito Morales, y Hurtado fué restituido a
la iglesia de Nuestra. Señora del Rosario. ¡
de julio.
,LQS regocijos que habían de acompañar al bautizo se suprimieron en
absoluto, como era de rigor, y aun la ceremonia bautismal, que habría
de tenerse en la iglesia de San Pablo, según se tuvo la del padre, hubo
de ce1ebrárse1a modestísimamente, y de ella escribió D. Juan Antolínez
de Burgos, en la Histoeia de Valladolid: '''Olebróse el bautismo del Prín-
cipe-así 10 escribió el historiador, por haberlo sido luego DO'n, Carias-
en la capilla que hoyes del palacio real, y entonces de la cofradía de
Nuestra Señora del Rosario. H
al dho. Luys de Vega -que dexase encomendada la dha. 'obra a este testi-
go, porque el dho. Luys de Vega se lo dixo y ¡la dha. señora se 10 a dho.".
Con la licencia oportuna, dada el 12 de junio, y previos los tres tra-
tados de costumbre e incorporación de una escritura que doña María
otorgaba- sobre 10 convenido, se firmó por ambas partes el documento de-
finitivo en la fecha indicada, haciendo xonstar los cofrades que el paso
desde las casas de la señora a la tribuna era de tres pies' y medio de ancho
por once varas de largo. Aun se añadió a la 'escritura, el mismo día 24
de julio de 1552, en que se otorgaba, un acta en la que se hizo constar.
"porque la dha. tribuna no se ha de alargar ni ensanchar en tiempo al-
guno más según e de la manera que agora está y la emperatriz, nra. seño-
ra, la dexó hecha", la medida que tenía, que era de trece pies de "vara de
ancho por veinticuatro de largo, con un' voladizo o "balcón" de cinco
pies más largo que la tribuna y seis de ancho No hay que dudar que la
cofradía hacía un "favor" a su protectora: pero había que "atar bien los
cabos", por 10 que pudiera ocurrir andando los años y no viviendo ya
la magnánima señora.
Comentario requiere un detalle de estas noticias: el correspondiente
al nombre de Luis de Vega. Este era el del arquitecto o maestro mayor
del antiguo palacio real de Madrid, Luis de la Vega. No, es de extrañar
que doña María de Mendoza se quisiera servir de los informes del maestro
para dar orden en cómo había de hacerse la obra del hospital. Que hu-
biera alguna relación entre Luis de la Vega y D. Francisco de los Cobas,
es muy natural, al ser aquél el maestro que intervenía por aquellos años
de Don Carlos 1 en las obras de modificación o reforma del alcázar o pala-
cio madrilefio.> Esa relación la aprovecharía también doña Maria recor-
dando la de su marido, yeso trae como por la mano la especie de si la
venida de Luis de la Vega por mandado de doña María a visitar lo de]
hospitalde Nuestra Señora _del Rosario sería por ser conocedor del pa-
lacio fabricado por Cabos y su mujer, y hubiera entendido en la cons-
trucción de tal palacio. No hay documento que lo pruebe; pero sí que es
muy probable que el nombre del arquitecto del Rey, Luis de la Vega, tu-
viera que unirse a la construcción de las casas principales del rico matri-
monio. Si para una cosa tan pequeña corno era el construir un cuerpo de
edificio para ocho cuartos, cocina, sala de juntas de cofrades y otras me-
nudencias parecidas, se requiere nada menos que la presencia de un maes-
tro tan acreditado coma Luis de la Vega, al servicio de Don Carlos 1 y de
132 La Capilla Real de Valladolid
su hijo Don Felipe, ¿ no parece lógico que más necesaria fuera para inter-
venir en el palacio frontero a San Pablo? Y si ese llamamiento de doña
Maria a Luis de la Vega era una prueba de confianza en los conocimientos
técnicos y prácticos del maestro, L de 'qué podría venir esa muestra de
aprecio y de confianza? ¿De qué hubiera trabajado para los esposos en las
referidas casas vallisoletanas? Bien pudiera haher ocurrido, mas yo no me
atrevo a asegurado, como no me he atrevido a afirmar que Manso Be-
rrugucte y Francisco Girálte intervinieran en el retablo que para la ca-
pilla mandó hacer la Emperatriz Isabel.
A los pocos años de estar eh uso doña María de Mendoza de la tri-
buna de la iglesia del Rosario, recibió ésta un honor de subido interés,
por celebrar en ella sus rezos Santa Teresa de Jesús y compañeras, cuan-
do vinieron a nuestra villa al objeto de hacer, la santa reformadora su
cuarta fundación.
Está fuera. de duda que habitó 'Santa Teresa, por espacio de tres me-
ses y cuatro días, en las casas de doña María" y que, por tanto, utilizó
la susodicha capilla.
Equivocando el lugar, D. José María González de Echávarri, en su
precioso folleto publicado en 19 14, Santa Teresa de Jesús en ,Valladolid,
aparte de unos artículos que salieron en el diario vallisoletano El Por-
venir, sentó la especie de que la Santa se alojó en el palacio de doña Ma-
ría, que "estaba en terrenos que hoy ocupan la calle de Alonso Berrugue-
te y' el teatro Calderón, hasta tocar con el antiguo Hospital de Santa Ma-
ría de Pópulo, iglesia del Rosarillo, una de cuyas 'Tribunas pertenecía
al Palacio". Ya había sentado antes la misma afirmación, muy errónea,
por cierto, el P. Bonifacio del 'Moral, agustino, en su Vida de Santa Te-
resa de Jesús, para uso del pueblo (imprenta de Miñón, Valladolid,
1890). Pero ambos se equivocaron, porque el palacio de doña María de
Mendoza no era él del Almirante, sino el ya conocidísimo de frente' a
San Pablo, y la casa religiosa, que lindaba con las casas del Almirante,
era entonces la cofradía de San Oosrne y San Damián, que hasta prin-
cipios del siglo XVII, como se verá, no se unió a la del Rosario, conocién-
dose por El Rosarillo con tal motivo y desde tal época la iglesia que ac-
tualmente lleva este título.
El error queda perfectamente deshecho, y bien determinada la ada:ra-
ción que hice a propósito del librito del Sr. González de Echávarri, en un
artículo que, bajo el epígrafe de Estancia pmvi!slonal de Santa Teresa de
Juan Agapito y Reollla 133
dación a esta cassa donde aora estamos, que la co(m) pró la sra. Doña Ma-
ría de Mendoca: hícose la traslación con grande solemnidad, día del
glorioso 'san BIas a 3 de febrero de 1569, yendo las Religiosas en proce-
ssión, acompañándolas el sr. obispo de Abila don Alvaro de Mendoca,
hermano de 100s.dichos sres. fundadores, y. los conventos de los padres
carmelitas de la observancia y del glorioso Sto. Domingo, cofradías y
todos los señoreo> de Vallid., a las cual se halló presente nuestra madre
Sta. Teresa."
Resulta, pues, que si la iglesita de! Rosario, humildísima en sus prin-
cipios, fué luego protegida por el Comendador mayor de León y su mu-
jer, hcnrada con el uso que de ella hicieron. d Emperador y Doña Isabel
de Portugal, señalada con el bautizo del príncipe Don Carlos, y además
de haber recibido los honores de la consagración, tuvo la inmensísima
gloria.de haber sido magnificada (len la presencia de la gran Santa española
por un tiempo. bastante para impregnar aquel ambiente del misticismo
y arrobamiento de su elevado espíritu.
'. y a eso llegó la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y por eso doña
María de Mendoza siguió procurando sus favores a la cofradía y favo-
reciéndola cuanto la. era posible para que, como eran sus deseos, ."El ser-o
uicio de N. sefiorerr este dho. su templo vaya en aungmento". Razón
por la cual, a la petición de la cofradía para que la diese licencia "para ata-
jar el sopcrtal del patio de vuestra señoría que alinda con la capilla de.
la dha. yglesia donde se pongan los cajones de los dhos, ornamentos. y
seruycio della, y se tenga .sacristia", porque "tiene los ornamentos y
seruycio del altar en unavouedílla questá deuajo dél", accedió inmedia-
tamente, según era de esperar, .dada su generosidad, como se observa en
el documento original que lleva su firma (Apéndice 5.") .
.. Un detalle solamente faltaba para queIa iglesia del Rosario fuese de.
hecho. y de derecho capilla real, es decir, capilla del real palacio, yeso se
consiguió cuando las casas del Comendador mayor de León fueron ad-
quiridas por Don Felipe III para en ellas tener su real morada. Pero antes
de ello. el palacio de doña Miaría de ,Mendoza recibió el último suspiro
de la caritativa señora, la cual falleció el 1 1 de febrero de 1587, tribu-
tándola el Ayuntamiento los honores correspondientes a mujer que había
sido, de regidor 'Vallisoletano, cuya circunstancia, copiada de los autos del'
Regimiento, consigno en el trabajo inédito Aposentos y palacios reales
en Valladolid y la cOISa en que nació Felipe Il , por lo que lo omito aquí.
Juan Agaplto y Reuilla 13S
San Cosme y San Darnián. Repiten que la cofradía del Rosario "ha teni-
do y tiene-necesidad-de yglessia, cassa e ospital por auerles quitado la
suya el rrey, nuestro' sefior ... " , como "le es notorio a v. ss." comp. perlado
que es de la dha. ciudad, y por horden y comissión de su magesrad' auer
pasado todo por su mano, ' ,", suplican al obispo
"mande rreceuir ynfor-
- \ ,
Den Carlos por estar empotradas en las paredes. Pero, pasada la mare-
jada, volvió a recobrar su actividad y comunicarse con otras institucio-
nes afines, y a instancias de la Escuela de Nuestro -Sefior Jesucristo, bajo
la protección de Nuestro Padre San Felipe Neri, cuya comunicación de
petición firmaba el secretario, Manuel Brián, el 19 de abril de 1814,
acordó el día siguiente la V. O. T. incorporarse a tal cofradía, y en esta
confraternidad participar de las gradas, alivios y bienes espirituales, que
Nuestra Madre la Iglesia tiene concedidos a la Santa Escuela. En el oficio
de ésta se lee: "Los exercicios tan augustos de nra. Religión sacrosanta;
que hace el objeto destos dos santos Establecimientos, no podrían estar
por más tiempo sin mutua comunicación, y ya que felidrnente pueden
vno y otro exercitarse livremente después de la dolorosa suspensión que
ham padecido a. ynpulsos de la impiedad."
sas que -puede decirse se desechaban de otras iglesias. No hay más que
recordar 10 siguiente: -
bajo una sola cabeza a Ios 'Observantes, Recoletos y Descalzos, para for-
. mar 'un solo cuerpo.
"En uso, pues, de esta facultad -decía la: contestación de los Descal.
zos de San Díego-, esta provincia de San Pablo, con patente del excrno. y
Rev.v P. Fr. Joaquín Compani, M~nistro General de la orden .seráfica fe-
coba en Madrid a 19 de septiembre de 1794, trató de erigir y fundar la
V. O. T. en el convento de San Diego, de Valladolid. Y para que los
hermanos terceros pudiesen hacer sus exercicios con toda livertad y fran-
queza, y sin incomodar a nadie, el señor Carlos cuarto tuvo la' bondad
de permitir se fundase dicha orden en su real capilla, sita en este mismo
convento, como todo consta de la carta que dirigió su primer ministro de
estado al R. P. Provincial y se lee original en el libro de la fundación de
la tercera orden de este convento."
Al margen de 10 que debía ser el borrador jo minuta de esa especie
de informe se escribió:
"Contestación a una representación que los RR. PP. observantes y
su Venerable orden tercera de Penitencia de esta de Valladolid hicieron a
Ntro. Emo. y Reverendísimo Padre General, Fr. Ciri10 Ailameda y Brea,
por el año de 1818, con el fin de que extinguiese esta V. O. tercera de
Penitencia, erigida en esta Capilla Real c6ntigua a este Convento de San
Diego dé esta de Valladolid, y dirigida y governada por 1(l1S'
Padres. Descal-
'zos de dicho Convento. Y vista por su Rma. esta contestaóón también
fundada, no hizo mérito ni aprecio alguno de lo expuesto por dichos Pa-
dres observantes, y su V. O. T. mandando siguiese esta V. O. Tercera
de S. Diego CCIffiP hasta aquí."
Continuó, por tanto, la Capilla Real en su misión de albergar y ser
usada por la V. O. T.; pero llegó, en 1835, la supresión de los conventos,
y es claro, dejaron los religiosos Cid de San Diego el suyo, y, como cense-
-,uencia, la capilla próxima que regentaban. Y coma nunca deja de existir
un funcionario "celoso", o mejor, "empachado de legalidad" el adminis-
trador del Real Patrimonio de Valladolid reclamó, en comunicación de 25
de noviembre de 1 83 7, de la cofradía pusiera a su disposición, "con la bre-
vedad posible" , la Capilla Real. y en 6 de diciembre volvió a insistir, pero r
H"US~RYMEtlET
MA,DRID
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII
COLECCION MUNTADAS. BARCELONA
Descendimiento de la Cruz
Van der Veyiien (1'23 x 0'83)
BOL. DE LA SOCo ESP. DE EXCURSIONES TOMO Lll
COLECCION MUNTADAS. BARCELONA
HAUSER y MENET
MADRID
TOMO Ll\
BOL. DE LA SOCo ESP. DE EXCURSlONES
COLECCION MUNTADAS.
Plafón lateral del llamado "Frontal de los Nueve Obispos» Tabla central de un altar dedicado a la Virgen. Taller de los Serra
(1'20 x 0'95) (1'43 x 1'00)
HAUSER y MENET
-'1ADR10
BOL. DE LA soco ESP. DE EXCURSIONES TOMO LII
San Miguel
(1'61 x 0'82)
Notas sobre las. pinturas de la
Colección Muntadas
Arte Hispánico, queda ya revelado el valor que, para el estudio del Aite,
pueden tener las dos piezas número 3o 5 (p. 4 Y 5) de la Colección.
Recientes estudios han -permitido comprobar que eran tos plafones
laterales del llamado Frontal de los Nueve Obispos, 'que, procedente del
viejo monasterio de San Saturnino de Tabérnoles, existe en los Museos
de Arte de Barcelona.
Ciertos detalles de la indumentaria litúrgi-ca, especialmente la mitra,
han hecho atribuir esta 'Obra dentro de la segunda mitad del siglo XII.
Pero, no pudiendo darse a este factor que concierne la indumentaria. más
que un relativo valor desde el punto de vista cronológico, es mejor, para
situarla, apoyarse en el desarrollo que se observa en los procedimientos
técnicos con que ha sido ejecutada.
Ello motiva que Se clasifiquen estos dos plafones de la Colección
dentro de las producciones de final del sigl-o XII o principios del XIII.
Con estas dos obras románicas nos adentramos ya en este nuevo si-
glo, notando cómo el ambiente creado por las estructuras góticas, al limi-
tar los espacios decorativos, influye poderosamente sobre el Arte.
Los elementos monocromos, pero de vivo colorido, que hallamos en
las vidrieras de las Catedrales y en las miniaturas de los códices, tienden
a aumentar laque era limitada gama de 'colores en las pinturas románicas.
Fruto de estos dos factores, vamos observando có~o las formas rígi-
. das, bizantinas, geométricas, propias del periodo románico, ·dan paso a
un expresionismo lleno de vida yde movilidad, haciéndose sentir un na-
. turalismo y un interés a lo anecdótico, que disminuye, en parte, la majes-
tuosidad a que nos tenía acostumbrados el románico.
Es a través de Navarra, que las nuevas modalidades artísticas pene-
tran en España, por hallarse esta región, geográfica, religiosa y política-
mente más unida a Francia que el resto de la Península.
En. las comarcas del occidente y del sur de Cataluña es donde esta
primitiva corriente, llamada franco-gótica, ha venido gozando de más
popularidad.
Los colores, en general, son vivos y carecen de transparencias.
El antipendio o frontal va quedando relegado en segunde término,
para dar paso al retablo que, de dimensiones reducidas y apaisado a fines /
del románico, aumenta de tamaño a medida que se avanza en el siglo XIII,
motivando la desaparición del Baldaquino ..
Ya entrados de. pleno en este siglo, es de notar la poderosa influencia
Juan Sufra Vinas 149
daLPor las grandes Escuelas flamencas, que tan excelentemente > hall amos
representadas,
, .' .',"
' "
Ferrer Bassa.
,
Su evidente
".. "
viaje
. .
a Italia .
forma su personalidad arsís-:
tica¿.. :: al. entrar
. r,.' ~
en contacto
. ' r • I .'
con las producciones florentinas deGiotto,
~!.'. ~ ;" .' ~ I • ..~ • • ~ .¡..
y, las
sienesas de Sirnone Martini, siendo éstas ll,a~ que}c avienen más, a s~ tern- i
Dejó un hijo suyo, Arnau, que había recibido de las monjas de .Pe-
d'~a,ibese( encargo de'" un~s 'p~rii~r~s que 'debía~deco'~ar 'la's pa~edes: de
-:: ;,,' "
la iglesia.
"JaúmevPere y 'Joari' Serra. De estaf'a,miÜ¡¡ de pintores abundan las
noticias dbcúmenl'al.es', . derit'ró'dtla segunda mitad del siglo XIV.
-, "Én las obras' de 'JaUlne se tracluce'n las "~ormas sienesas, conocidas,
si no a través de'r'as'prod'u¿cioríes>d~ Fe~réi:B,assa,directamente en la
Gorre- Pontificia' de Avinóh: ,1,.'
,¡ La familia realven' 136 l;cOhfie:retrabaj~~:'á . Jaume, que consta' fa- ,
llecido en 1395. Las últimas noticias documentales de :~ere datan del' 1'399.'
"-El' ta:flerde los'hefmanosSerratontribuyó, indudablemente, a for-
mar muchos pintores, que, al ir tomando personalidad propia, 'tr-ab~ja-
ron independientemente ' "
. Posee-la Colección una tabla representando La Coronación de la Vir-'
gen, número v+Lü.tp. 22), cuya' impresión' sieriesa permite situarla entre:
las producciones directamente influidas por Ferrer Bassa:
., De Iosherrnanos Sena, posiblemente de J-aume, es Ia tabla central de
UI1 altar, número 297 (p. 1-2). quezepresenca La ~Vt'l'gef1 sentada.
El primitivismo y la for~a, característica que' se observa en las pro-
ducciones de estos pintores, se traduce-en- el conjunto de -un retablo dedi-
"cado-a-Santa Magdalena.i.número 296 (p. 14) , que, si ~o,directamen:te
obra .de uno, deellos, 'Puede ser de, un pintor formado en sutaller,
'. ,Entre, Jos. anónimos pintores que' traducen el estilo .italo-gótico en la
región valenciana, hay uno, denominado el Maestro de Villahermosa, al,
cual puede atribuirse el retablo .número 30 '(p.' -13:), .que representa La
Vir.gende, ((1 L,eqhe. ,,' .. , ,
_' La, directa influencia detc.idapGc, los h.rrnanos Serra.. se traduce en.
esta obra, que puede ,
situarse
, a finales del .siglo XW. , '
.Dedicadoá Santa An~, hay .un retabloy número Z2'1(P~~Ü, con el
Juan Sutrá Viñas'
Puede tal vez "explicar la penetración en Castilla de. el¡ta nueva IqQ-
r
152 Notas sobre las pinturas de la Coleecum Muntadas
"
Otras muchas noticias documentales existen sobre este
,
pintor, que,
por sus múltiples y' div~rsas actividades y por la poderosa influencia 'que
pudo ejercer sobre la pintura de la epoca, -merecería 'un detallado estudi'ü.i
. ; ~ , . ., ' ., . "
Este anónimo pintor sabe mantener en' sus producciones .una. admira-.
c.j.óp,por ;1o':n~t'a,mente flamenco .del arte .de Lluis Dalmau, peroespañoli-
156 Notas sobre las pinturas de la Colecoián Muntadas ,