Muller, Marina Aprender para Ser Capitulo 1
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Psicopedagogía Clinica I
Comenzaré por decir qué entiendo por psicopedagogia. En esta disciplina encontramos la
confluencia de lo psicoló gico, la subjetividad, los seres humanos en cuanto tales, en su vida
psíquica, con lo educacional actividad específicamente humana, social y cultural.
Implica así una síntesis: los seres humanos, su mundo psíquico individual y grupal, en relació n
al aprendizaje y a los sistemas y procesos educativos.
Esta doble vertiente vuelve indispensable recurrir a diversas ciencias que nos proporcionan
conocimientos e instrumentos para trabajar en psicopedagogia; no só lo la Psicología en sus
distintas ramas, especialmente evolutiva, educacional, social, patoló gica, clínica, y la Pedagogía
general y especial, sino también la Sociología, la Antropología, la Lingü ística, con las
posibilidades que nos brinda cada una de ellas.
Una particularidad de esta disciplina es su objeto de estudio: un objeto subjetivo» tratado por
un «sujeto subjetivo». Esta indagació n incluye de por sí a los mismos operadores, los
Psicopedagogos, y compromete su historia personal y su estilo de aprendizaje, a la vez que su
apertura para escuchar los mensajes de esos sujetos que les estan «enseñ ando có mo
aprender>>, en un proceso donde investigador y objeto-sujetos de estudio se influyen
recíprocamente. No podemos prescindir en nuestra tarea de las actividades de aprendizaje
cada psicopedagogo/a realiza, en especial con respecto de su propio campo profesional, y de la
progresiva elaboració n personal del rol laboral.
También existen otras á reas; la sistemá tica, relacionada con el planeamiento educacional y el
asesoramiento pedagó gico; la institucional, que colabora con los planes educacionales y
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El aprendizaje tiene que ver con la inserció n de cada persona en el mundo de la cultura y de lo
simbó lico, mundo pre-subjetivo, por el cual el ser humano adquiere un sentido.
Mediante el aprendizaje, cada ser humano se incorpora a ese mundo cultural con una
participació n activa, al apropiarse de conocimientos y técnicas, construyendo en su
interioridad el universo de representaciones simbó licas, que por otra parte le trascienden.
Los psicopedagogos se ocupan de este campo polifacético. Siendo una profesió n reciente, se les
plantea la necesidad de esclarecer su identidad ocupacional: quiénes son, qué hacen, qué
formació n los habilita para su desempeñ o. Las instituciones encargadas de la preparació n
académica en general acentú an uno de los grandes campos de esta formació n, en desmedro del
otro: así resultan psicopedagogos que tienen un fuerte predominio psicoló gico y un
entrenamiento especialmente clínico, apto para desenvolverse en el terreno de la salud mental
y sus alteraciones; o por otra parte, para el trabajo de investigació n y planeamiento en lo
educacional; lo difícil es la integració n de estas dos líneas, ya que como vimos, ambas son
constitutivas de esta ocupació n.
La preparació n parcial resulta con facilidad en posiciones que a mi modo de ver distorsionan el
rol psicopedagó gico o reflejan formaciones unilaterales:
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los que no disponen de preparació n pedagó gicay didá ctica, y que descartan de su
reflexió n las problemá ticas del sistema educativo.
Los estudios académicos son só lo un primer momento en el trabajo psicopedagó gico: como en
otras profesiones, también en ésta será un requerimiento el aprendizaje permanente por
medio de cursos de postgrado, el trabajo interdisciplinario y en equipos, las supervisiones por
parte de profesionales que tengan mayor experiencia, y la posibilidad de aná lisis no só lo como
bú squeda de curació n, sino como medida de preservació n psiquica y de resguardo de la tarea.
Cada psicopedagogo/a como tal, y el conjunto de ellos como profesió n, van elaborando una
imagen de lo que es la psicopedagogía, por la definició n de su propia identidad ocupacional en
conexió n con la tarea, con sus logros y dificultades.
Una de las formas de lograr este objetivo puede ser disponer de un equipo o de un centro de
orientació n urniversitaria, para afianzar el proceso de elecció n vocacional en el ingreso a la
carrera, detectar problemá ticas personales o de aprendizaje, y hacer el seguimiento y la
orientació n de los estudiantes que lo necesiten.
Esto puede extenderse con los graduados mediante servicios de estudios de postgrado, de
asistencia técnica y de orientació n organizados por los mismos centros de estudio o
asociaciones de graduados.
Ademá s, la metodología de enseñ anza en los ciclos de preparació n profesional, debería incluir
simultá neamente modos de esclarecer có mo se aprende psicopedagogia y qué obstá culos
surgen ante ese aprendizaje.
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Para delimitar la modalidad de esa relació n entre los psicopedagogos y sus consultantes, en
tareas de tratamiento o preventivas, encontramos el concepto de clinica. Este proviene de la
medicina, y deriva de un término griego que significa lecho.
Originalmente se refiere a la enseñ anza y la asistencia médica prá ctica: la aplicació n de los
conocimientos médicos al enfermo. Asi se produce una situació n por la cual el profesional
observa al sujeto, “Ve” lo que «le pasa», lo que «le duele» o le transtorna - de ahí la expresion
“ojo clínico”-; «escucha» el discurso del paciente y descifra en todos estos datos una serie de
signos que le permitirá n dar sentido a lo observado y al mensaje transmitido, para proceder en
consecuencia.
Difiere del enfoque experimental, por el cual se buscan las semejanzas entre grandes conjuntos
de sujetos, las regularidades estadísticas, lo <<esperable» segú n distribuciones de frecuencias,
lo cual reduce las diferencias y acentú a la uniformidad (por ejemplo: la utilizació n de técnicas
estandardizadas).
En el método clínico, pasa a primer plano que se trata con sujetos particulares atendidos por
otro sujeto, en una relació n inter-subjetiva. Se entra en contacto con ellos, mediante el
lenguaje, en el marco de las entrevistas, para escuchar su relato de qué les pasa, qué esperan
hacer para atenderse, qué imaginan respecto del curso de sus problemas y de la intervenció n
clínica.
Esto implica disponer de un marco referencial teó rico y de un entrenamiento en entrevistas
clinicas, pero a la vez, de una gran plasticidad para aceptar que quien configura las entrevistas,
es decir, lo que sucede durante ellas, es el sujeto en su peculiaridad.
Podemos establecer el símil de un texto «en clave», con diversos niveles que se superponen, en
el Cual los estratos má s profundos “se cuelan” de modo irregular a través del lenguaje
manifiesto, verbal, grá fico, lú dico, de gestos, de acciones; procuramos continuamente «leer»
ese texto, no en forma ingenua y literal, sino otorgá ndole un efecto de sentido segú n nuestra
habilidad para “escuchar” algo distinto de lo meramente enunciado.
Esta «lectura» clínica presupone contribuciones epistemoló gicas que dan lugar a la
construcció n de un sistema de conocimientos psicopedagó gicos.
Comentaré sintéticamente las fuentes teó ricas que en mi prá ctica clínica han resultado
significativas:
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Ninguna de estas contribuciones ha surgido directamente para responder a la problemá tica del
aprendizaje humano, si bien todas ellas aportan a que se pueda reflexionar científicamente y
operar en el campo psicopedagó gico.
Tomamos de cada una de estas ciencias algunas pautas para pensar y actuar ante los
interrogantes que nos hacemos frente a los seres humanos que aprenden. Esta es una tarea de
investigació n y creació n que debe proseguirse, dado que buscamos la verdad científica sin
llegar nunca a encontrarla: má s bien vamos definiendo laboriosamente nuevas cuestiones,
preguntá ndonos en forma incesante, descubriendo en la teoría y en la prá ctica cuanto
ignoramos, cuá nto nos falta para un conocimiento «verdadero».
Como dijo el maestro indígena Don Juan a su discípulo, el antropó logo Castaneda:
(Las enseñ anzas de Don Juan, de Carlos Castaneda, Fondo de Cultura Econó mica, México, 1974,
pá g. 108)
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Por otra parte, es bastante comun en muchos profesionales la sumisió n intelectual a una u otra
«escuela», a uno u otro «maestro», en una actitud que recuerda a la de las iniciaciones
esotéricas, con un marcado temor a «pensar en forma diferente», a «salirse de los cá nones»
admitidos.
Las bases filosó ficas está n presentes en todo psicopedagogo o impregnan su tarea, pero
constituyen realidades de otro orden no debemos confundir la Ciencia o la técnica con «la
solució n» problemas humanos, en este caso, del aprendizaje.
De todo esto surge que para llevar a cabo esta actividad no se puede prescindir de estudios y
trabajos interdisciplinarios, ya que para atender a un objeto-sujeto tan complejo y de tan
mú ltiples facetas como es el ser humano que aprende hay que recurrir a muy diversas
disciplinas, aceptando que cada una de ellas contribuirá con una gama importante de
conocimientos, que por lo demá s nunca agotará n su objeto.
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otra; las rivalidades expresadas o implícitas por las zonas de competencia de cada ciencia; la
prescripció n del campo de una disciplina por los miembros de otra, debido al intento de
mantenerla subordinada, etc.
Es en la medida que trabajemos en equipo, como podemos atenuar las desconfianzas mutuas y
favorecer el conocimiento de los aportes de otras ciencias.
La psicopedagogía clínica tampoco debe restringirse a la consulta privada que se hace dificıl o
inaccesible a muchos sectores; es importante incluir este servicio a nivel institucional: en obras
sociales, en instituciones sanitarias (hospitales, clínicas, centros de salud menta); en
instituciones educativas (escuelas comunes y especiales o centros de rehabilitació n,
dependencias del Ministerio de Educació n, programas de educacion a distancia).
Pero estaríamos realizando una acció n reducida, costosa y difícil, y a veces de resultados
insuficientes, si no ampliamos nuestro radio de intervenció n al campo preventivo:
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las identificaciones con otros significativos que permanecen inconcientes para cada uno,
por medio de las cuales se fue construyendo la identidad, y que incidieron en la elecció n
profesional
los propó sitos explícitos e inconcientes por los cuales se eligió ser psicopedagogo/a y se
sigue siéndolo.
las fantasías, ansiedades y dificultades especificas que se movilizan al efectuar el
trabajo, particularmente clínico, en cuanto «resuena>> en los propios conflictos y los
pone en evidencia ante uno mismo
la historia y las vicisitudes de la formació n psicopedagó gica: qué se aprendió , dó nde y
có mo; quiénes enseñ aron, qué vinculo y qué procesos de identificació n se estableció
con los maestros; dó nde se trabaja, con quiénes y haciendo qué tareas; qué se sabe
hacer, y qué se desconoce
qué experiencias de aná lisis se han vivido, y qué se aprendió en ellas.
Lo que es como persona cada profesional, será el punto de partida clínico, la herramienta
inicial. Esto permitirá reconocer que en la relació n clínica entre consultantes y
psicopedagogo/a, cada cual “transfiere”, actualiza deseos inconcientes, repitiendo modelos del
pasado infantil, vividos tanto en el vínculo interpersonal como en cuanto a la tarea.
El marco del método clínico será n las entrevistas operativas. Es decir, una situació n que
incluye a dos o má s participantes, en un espacio fisico apto para un encuentro que asegure la
contenció n de los consultantes en cuanto a privacidad y tranquilidad para exponer su
problemâ tica, con tiempo suficiente Y una frecuencia acorde con la tarea (diagnó stico,
tratamiento, orientació n a padres) que proponga consignas flexibles para favorecer el discurso
del paciente. El mismo será escuchado e interpretado por el/ la profesional desde la
perspectiva del aprendizaje, con intervenciones que tomen en cuenta la demanda del sujeto y
la puesta en circulació n de sus deseos de aprender.
El trabajo mediante entrevistas de tipo operativo tiende a tomar la situació n de consulta como
lugar para el planteamiento y la eventual resolució n de la problemá tica (en este caso, del
aprendizaje), con la participació n activa del sujeto consultante.
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Esta confluencia espacio-temporal se logra mediante la experiencia clínica misma, pero quien
está iniciá ndose tiende a separar la cronología de este proceso: recoge datos, informació n
sobre los pacientes; reflexiona sobre esos datos después de las entrevistas, para lo cual
consulta o supervisa con otros; elabora así una estrategia o plan de su acció n posterior luego
prueba sus hipó tesis y su estrategia en la actividad con los pacientes. Esto le ayuda a mantener
cierta distancia con el objeto de estudio, a la vez que le sostiene y acompañ a en su rol
psicopedagó gico para la resolució n de sus propios conflictos de aprendizaje y para la
elaboració n de su identidad profesional.
Al decir que el método clínico es también operativo, está apuntando a una tarea de aprendizaje
y de tratamiento de sus alteraciones, a un hacer tanto como a un pensar, un conocer y un
vivenciar(imaginarizar- revestir de afecto y significació n): para cada paciente es no solamente
expresar (por el lenguaje de diversos có digos: Corporal, lú dico, verbal, grá fico, etc.); también es
incorporar informació n (conocimientos) vivencial y significativa con respecto a sus problemas,
a distintas á reas culturales científicas y técnicas; desarrollar aptitudes y destrezas del
aprendizaje de técnicas en las á reas del saber y de la actividad humana); con incorporació n
por parte de los psicopedagogos de materiales pedagó gicos y variados recursos auxiliares cuyo
inventario haré má s adelante.
La tarea estructura la relació n clínica, que no fomenta el desarrollo transferencial como ocurre
en un tratamiento psicoanalítico (transferencia hacia el terapeuta) sino que trabaja con la
transferencia y las dificultades hacia la misma tarea, y por ende, hacia el aprendizaje.
La tarea (lú dica, pedagó gica, dramá tica, dialogal) es el eje que organiza la clínica
psicopedagó gica y que ayuda a superar relaciones dualísticas sujeto-aprendizaje, sujeto-
psicopedagogo/a, Sujeto-familia, donde no se hace lugar a un tercero. Por lo tanto, donde no
puede ser discriminada la «falta», aquello de lo cual carece, lo que no puede o no tiene, lo que
no es, su incompletud y dependencia bá sica, para aceptar entonces ese «tercero ordenador»,
mediatizado por el conocimiento, la escuela y la cultura, y experimentado desde las primeras
relaciones familiares en el triá ngulo padre-madre-hijo.
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