Zapata-Cabalga Por El Tepozteco
Zapata-Cabalga Por El Tepozteco
Zapata-Cabalga Por El Tepozteco
ISBN: 978-607-477-658-4
ISBN de la colección Teoría y análisis: 978-970-31-0929-6
CONSEJO EDITORIAL
José Luis Cepeda Dovala (presidente) / Ramón Alvarado Jiménez
Roberto M. Constantino Toto / Sofía de la Mora Campos
Arturo Gálvez Medrano / Fernando Sancén Contreras
Comité editorial
Jaime Osorio Urbina (presidente)
Verónica Alvarado Tejeda / Aleida Azamar Alonso
Anna María Fernández Poncela / Felipe Gálvez Cancino
Ignacio Gatica Lara / Laura Patricia Peñalva Rosales
Alberto Isaac Pierdant Rodríguez / Carlos Andrés Rodríguez Wallenius
José Alberto Sánchez Martínez / Araceli Soní Soto
Introducción.............................................................................................................................. 17
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
Autonomía municipal: tierra y territorio, bases para una democracia radical ....................... 177
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
global, el mérito principal de esta obra consiste en que ubica la reacción tepoz-
teca contra el club de golf dentro de un proceso mundial, con sus expresiones
nacionales en el neoliberalismo de choque de Carlos Salinas de Gortari y sus
sucesores.
En efecto, la mundialización asumió claramente desde la década de 1980 el
carácter de una ofensiva contra todas las conquistas históricas y las organizacio-
nes de los trabajadores y frente a todas las formas de solidaridad –comunitarias,
sindicales, mutualistas, religiosas tradicionales, familiares– que podrían permitir
resistir a la imposición del egoísmo, del hedonismo, del individualismo, de la
xenofobia y el racismo que son condiciones necesarias para la subsunción de
la agricultura, la silvicultura, la pesca por el capital, de la promoción desenfre-
nada de la depredación ambiental y de los bienes comunes para abrir camino al
imperio del mercado y del consumismo sin normas ni trabas.
Esa ofensiva, antes que una resistencia por parte de los trabajadores urbanos e
industriales, enfrentó la contraofensiva de los sectores rurales o las comunidades
indígenas, donde existían todavía relaciones comunitarias de origen precapita-
lista, pues ellos fueron condenados a su desaparición y vieron en peligro sus
territorios y su modo de vida. Marginados o directamente abandonados por
el Estado capitalista, corrompido e ineficiente de los países dependientes, éste
tenía en ellos métodos y aparatos de dominación más primitivos, el capitalismo
contaba con menos consenso en esas comunidades y enfrentaba contraculturas
tradicionales arraigadas. En esos eslabones débiles del sistema de explotación
y opresión aparecía más claramente la fusión entre las reivindicaciones socia-
les, la democracia, la defensa de la naturaleza y de una relación natural entre
la sociedad y ella, lo cual les permitía a esos sectores que resistían encontrar
aliados en amplias capas de la población urbana, de los ambientalistas y de la
intelectualidad.
En 1995, el estallido de la indignación en Tepoztlán formó parte de la misma
ola que en 1990 había llevado a los indígenas ecuatorianos a tumbar a un gobierno
neoliberal y a organizarse como partido ad hoc, o de la que, en años anteriores,
llevó en Chiapas al desarrollo de masas de un catolicismo popular e indígena,
dirigido por la diócesis de San Cristóbal de las Casas y, en 1994, al levantamiento
de los indígenas dirigidos por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
La protesta popular tepozteca formó parte así, como la de los indígenas de
Ecuador o de Chiapas, de una lucha para evitar un cambio brutal y negativo
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PRÓLOGO
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
En unos cuantos años, de 1995 a la fecha, los tepoztecos han defendido sus
tierras, bosques y en especial el agua; las mujeres han desplegado un papel
fundamental en los movimientos, reforzando la comunidad al establecer, como
ellas mismas dicen, nuevos lazos familiares menos autoritarios y patriarcales
y liberar con eso la conciencia de otros sectores del propio pueblo, como son
los jóvenes. Los tepoztecos vivieron detrás de las barricadas más de dos años;
establecieron, de hecho, por medio de una consulta democrática, un “munici-
pio libre, constitucional y popular”; sufrieron la represión; se aliaron a escala
nacional e internacional, utilizando diversos medios de comunicación (en es-
pecial internet), con una gran gama de grupos ambientalistas, grupos sociales
y asociaciones políticas; derrotaron e hicieron renunciar a un gobernador que,
además, era general retirado especialista en contrainsurgencia; ganaron sin duda
las elecciones para la presidencia municipal, instalaron en un ejercicio ejemplar de
combinación de democracia participativa y representativa, un Consejo Municipal
de todos los barrios y pueblos, e impulsaron, entre otras cosas, la integración de
una coordinadora de grupos cívicos forestales y ambientalistas para proteger el
bosque de los incendios y reforestarlo con especies nativas (p. 57).
No es poco, sobre todo en una situación nacional marcada por los efectos del
TLCAN en el medio rural y por la gigantesca emigración masiva hacia Estados
Unidos, que cambia las relaciones entre jóvenes y ancianos, entre hedonismo y
tradiciones político-religiosas, entre residentes y emigrados en todas las comu-
nidades indígenas o campesinas.
El estudio de las conclusiones del movimiento contra el club de golf en Te-
poztlán sigue interpelándonos. En efecto, De te fabula narratur.
Porque por toda América Latina –en Perú, Bolivia, Argentina o Chile– se
difunde lo que Concheiro llama “ecologismo popular”. Es decir, la protesta ma-
siva y unitaria contra la apropiación privada de los bienes comunes, en particular
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PRÓLOGO
del agua, la tierra, los bosques, por la minería a cielo abierto o el agronegocio.
Tepoztlán se pronuncia Famatina en Argentina o Río Blanco, en Piura, Perú,
y adquiere distintos nombres por doquier donde las trasnacionales pretenden
saquear el agua indispensable para los pequeños campesinos y los pobladores
locales y destruir el paisaje y el territorio, bienes preciados de éstos.
También porque, en todas partes, resurgen hoy los mismos fenómenos sociales
que se vieron en Tepoztlán: la intervención masiva de mujeres, jóvenes y niños;
su creatividad y decisión política que en la lucha se politizan y transforman su
subjetividad; el respeto mutuo durante la movilización y el fin tanto de la venta
de alcohol como de los robos; el afloramiento de la conciencia histórica profunda;
la reaparición de las Asambleas Comunitarias; la reconstrucción en la calle de la
democracia directa, del municipio libre, enfrentado a las instituciones deslegi-
timadas del poder estatal al servicio del capital; la construcción de gérmenes de
poder local basado en la autonomía y la autogestión; la disrupción de la relación
hasta entonces “normal” de mando-obediencia; la construcción de alianzas po-
líticas y sociales contra el bloque de poder dominante (gobierno-trasnacionales);
la creación de organismos representativos de la democracia directa, flexibles y
renovables según la voluntad popular, como Comités de barrio o Comités po-
pulares que asumen decisiones; la aparición de nuevos intelectuales orgánicos
al calor del movimiento; el recurso a instrumentos organizativos que antes te-
nían otras funciones compatibles con la dominación –como las parroquias, los
diversos grupos religiosos, las mayordomías, los grupos de señoras ligadas a la
acción social– para dar cauce a un proceso absolutamente nuevo y disruptivo de
luchas anticapitalistas, antiestatales, antimperialistas que corroen las bases de la
dominación y tienen por eso honda repercusión nacional en condiciones locales
absolutamente distintas, pero igualmente marcadas por la brutalidad del capital,
por sus políticas inhumanas y antiecológicas, por el sometimiento de los gobiernos
a la voluntad del capital financiero internacional.
En este trabajo se ve claramente la mecánica de los procesos similares que
estallan hoy contra las políticas extractivistas en todos los países de nuestro conti-
nente. Es decir, la transformación de luchas inicialmente limitadas, locales, y por
reformas en movimientos de masas que crean gérmenes de poder dual, modifican
profundamente la subjetividad de sus participantes y se politizan en sentido an-
ticapitalista al tener que vencer la resistencia del bloque gobierno-gran capital,
porque toda lucha real y masiva local se inscribe en la resistencia a las políticas
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
del capital mundializado, el cual subordina a las autoridades locales al poder del
capital financiero internacional. Además, se ve la transformación de una causa
inicialmente liderada por grupos de intelectuales y ambientalistas democráticos,
como los que integraron el Comité de Unidad Tepozteca en un gran movimiento
de masas, cuando los campesinos asumieron las reivindicaciones y las unieron con
su propia visión de su historia, e incluso sus mitos, con lo cual adquirieron otro
carácter y una magnitud muy superior. Dice al respecto Concheiro:
[…] los tepoztecos estaban en contra de los “abusos”, pedían respeto al orden
social vigente, esto es, el cumplimiento de las resoluciones de un cabildo, de la ley
agraria y reclamaban la falta de legalidad en el otro cabildo que autorizó el club de
golf. Todo esto lo exigían ante un gobierno al que le reclamaban también que fuera
imparcial. Y es precisamente en estos términos que la fuerza “antisistémica” del
movimiento creció ante sí misma y frente a un poder que abandonó la legalidad,
fue abiertamente parcial y con todo ello perdió toda legitimidad (p. 122).
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PRÓLOGO
Los niños que tanta participación tuvieron en los dos años del movimiento
son ya mujeres y hombres adultos; muchos de ellos emigraron fuera de México
o no están ya en el pueblo, que cambió profundamente, como todo el estado de
Morelos y el país. De la gesta que vivieron quedan remembranzas, recuerdos
aislados, algunas conclusiones que se van sedimentando y, con otras experien-
cias anteriores, van constituyendo esa historia popular profunda que aflora
siempre en las grandes luchas populares, tal como reaparecieron las tradiciones
del Tepozteco y lo que dejó en el pueblo la figura del general Emiliano Zapata
y la movilización –fracasada– de la Comuna de Morelos en la lucha contra
el club de golf. Obras como ésta ayudan a tejer el hilo rojo del conocimiento,
que se entrelaza con el de la historia oral, que va sin embargo por otro camino.
Las grandes luchas son efímeras y se saldan con victorias de un momento que
después el poder intenta anular o, muchas veces, con derrotas de las que sale
siempre enorme, en la conciencia popular, la sombra de los vencidos para marcar
el camino de futuros combates. La construcción por los tepoztecos de elementos
de poder popular ha dejado ya sus huellas y un humus cultural y político que
permite que en el futuro sean fértiles las semillas de otras experiencias similares,
en otros horizontes porque la mundialización al servicio del capital financiero
facilita hoy la información global, la ruptura del aislamiento y de las visiones
provincialistas. Para algo, al menos, debería ser útil...
15
Introducción
Zapata cabalga por el Tepozteco hace referencia a uno de los fantasmas que recorre
el mundo: el de las luchas campesinas e indígenas de largo aliento y con un
amplio horizonte de visibilidad, producto de la construcción de la forma Estado
desde lo nacional-popular que actualmente se ve reforzado por los procesos de
reestructuración política del capital en el marco de la llamada globalización.1 En
ese gran escenario, este trabajo se detiene en una experiencia que puede consi-
derarse paradigmática: la que ha escenificado la comunidad de Tepoztlán, en
el estado de Morelos.
Tepoztlán, como parte del México construido desde las prácticas sociales y
culturales, es una comunidad que ha recreado su identidad a lo largo de una
historia de gran aliento, en la que tiene relevancia su condición étnica expresada
en un territorio y en prácticas de territorialidades construidas en el entramado
de la historia local enlazada con la historia nacional, que se institucionaliza
en originales prácticas de hacer política desde lo local, lo regional, nacional y
mundial. En el caso de Tepoztlán, la apropiación de la tierra es referente de un
“territorio agrario” y “sagrado”.
Zapata cabalga por el Tepozteco refiere a la recuperación del héroe revoluciona-
rio, propia del mito del héroe cultural y del “héroe militar” (Arnal, 2010) que
se constituyó en una de las imágenes visibles en la recuperación de la memoria
histórica que sirve a la defensa de los pueblos frente a los asaltos del capital
por apropiarse de su territorio. En particular, nos referimos a una historia que
viene tejida desde los mitos fundacionales de Tepoztlán antes de la llegada de
los españoles, y pasa por la participación directa de este pueblo en el proceso
descolonizador que arranca con la Guerra de Independencia, y sigue en la lla-
mada Revolución del Sur, matizando con su presencia, al lado de otros pueblos,
1
Sobre el término “globalización” y el ideológicamente comprometido y supuesto sinónimo
de “mundialización”, véase Samir Amin (2001:15). En este trabajo adopto el término globali-
zación en tanto jerga corriente de un fenómeno que corresponde a la lógica del capital y la
imposición de su dominio.
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
el ideario liberal de las primeras décadas del siglo XIX,2 y demostrando cómo
la forma Estado es resultado de correlaciones de fuerzas social y culturalmente
definidas en la arena de la lucha de clases.
Llama aún más la atención el papel desempeñado por los habitantes de
Tepoztlán en la gesta de la Revolución Mexicana y cómo este pueblo participa
de ese pacto social-estatal que toma forma en el artículo 27 de la Constitución.
El zapatismo con todo y los espectros que lo componen, ilumina el camino de
los tepoztecos por medio de las insurrecciones de Rubén Jaramillo y más ade-
lante en la llamada teología de la liberación. Pero en su conjunto, esa historia
abigarrada se condensará en unos cuantos años, de 1995 a la fecha, reeditando
la defensa que los tepoztecos han hecho de sus tierras, bosques y, en especial,
del agua.
Los tepoztecos, por más de dos años, tras las barricadas, establecieron de he-
cho un “municipio libre, constitucional y popular”; sufrieron la brutal represión y
lograron por sí mismos y en alianza con otros movimientos nacionales e interna-
cionales –en especial los ambientalistas– derrotar, entre otros, el megaproyecto de
construcción de un club de golf; ganaron varias veces la presidencia municipal;
instalaron un Consejo de Planeación y Desarrollo Municipal (Coplademun);
e impulsaron, entre otras cosas, la integración de una coordinadora de grupos
cívicos portadores de un “ecologismo popular”.3
También se recuperaron las asambleas de la Comunidad Agraria de Tepoz-
tlán y se democratizó la elección de los representantes comunales y ejidales.
Finalmente, a principios de la década de 2010, los tepoztecos se enfrascaron
en consolidar su reciente triunfo en la recuperación de sus tierras y darle un
significado por medio de un proyecto colectivo de “desarrollo sustentable”.
Frente a la crisis y desmantelamiento del “Estado benefactor” y la reestruc-
turación política del capital, en el marco de la llamada globalización, se han
dado una serie de inéditos movimientos sociales que desde lo local presentan
nuevos caminos estratégicos para la transformación social. Analizaremos estos
procesos sobre la base de la experiencia del pueblo de Tepoztlán que desde
2
Al respecto es muy importante el libro de Florencia E. Mallon (2003).
3
La sustentación teórica de esta perspectiva que analizamos en el capítulo IV, puede revisarse
en los textos de la revista Ecología política y en especial en el libro de Martínez-Alier (1992),
De la economía ecológica al ecologismo popular, y en el libro de Víctor M. Toledo (2000), en el que
además se refiere concretamente a la lucha del pueblo de Tepoztlán.
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INTRODUCCIÓN
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Como plantea Enrique Semo (1978:299): “México es un país rico en tradiciones revo-
lucionarias y la lucha actual por el socialismo necesita un examen crítico de las experiencias de
1810-21, 1854-67, 1910-1917 y 1935-39”.
5
En este sentido es importante el balance de Silvia Bolos (2003), donde destaca el papel y la
experiencia del municipio de Tepoztlán. También véase Adriana López Monjardin (2003).
6
El sentido de la relación entre el Estado y la sociedad es el que utiliza Antonio Gramsci
en Cuadernos de la cárcel; un excelente análisis de esta cuestión lo encontramos en Christine
Buci-Glucksman (1976) y para el caso de México en Rhina Roux (1994, 1999 y 2003).
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
20
INTRODUCCIÓN
transición democrática que intenta darse desde el poder estatal, pero sobre todo
el carácter de los movimientos sociales en el mundo rural, para situar, en una
perspectiva general, las luchas del pueblo de Tepoztlán.
Finalmente, el cuarto capítulo “Autonomía municipal: tierra y territorio, bases
para una democracia radical”, se refiere a esta lucha en los campos de debate
sobre la transición a la democracia y los caminos que podrían permitirla, en
términos comparativos –a partir de las experiencias del movimiento indígena,
campesino y de los municipios rebeldes del mundo rural–, recuperar y, en cierta
medida, reelaborar elementos para una propuesta de organización política que
tenga por referentes el ejercicio de una democracia radical, el despliegue de una
democracia territorializada, y que en términos de la relación Estado-sociedad
se proyecte en un poder constituyente.
Si bien este trabajo se concibió sobre los procesos de transformación de
las relaciones actuales entre la sociedad y el Estado, específicamente desde el
mundo rural, en un plano teórico global y nacional, se hizo considerando que
estos procesos no pueden ser comprendidos cabalmente sino en el ámbito local,
delimitado por la construcción social y cultural del territorio (Giménez, 1996) y
el ejercicio histórico de control sobre el mismo tomando como referencia diversas
experiencias de autonomía en el ámbito local comunitario (Nivón, 1994; Salles,
2001; Tezanos, 2001). Éstas se entienden no como ejercicios aislados o meros
referentes de prácticas “comunitaristas” sino enmarcados en la propia lógica del
capital (Revelli, 1997). Tepoztlán ha desempeñado un papel muy relevante entre
los movimientos sociales contemporáneos y consideramos que, como caso, nos
permite entender mejor la forma en la que se ha articulado históricamente el
mundo campesino e indígena en la dinámica de la sociedad en su conjunto.
Esta perspectiva nos obliga a superar los enfoques dicotómicos y fragmen-
tarios de los procesos sociales y desarrollar una visión histórica e integrada que
parta necesariamente de la praxis de los sujetos, en una visión trascendente de
la vida diaria y del análisis de las acciones colectivas que sirven para la toma
de conciencia histórica de la cotidianidad y su engarce en proyectos y utopías
sociales realizables.
Singularmente, el caso de Tepoztlán no sólo es un ejemplo que reúne una
serie de características que permiten tener una lectura en el campo de la práctica
política de lo “global desde lo local”, sino que, en términos metodológicos, per-
mite confrontar diversas teorías que en parte fueron desarrolladas teniendo como
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
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CAPÍTULO I
Tepoztlán: un espacio en el tiempo, un lugar en la historia
Comunidad histórica
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
sin ser la mexicana una sociedad puramente ritual, las colectividades aparecen como sujetos
centrales para el análisis político cultural, lo que obliga a “entender los procesos de subjetividad
que están presentes en esta comunidad”.
3
Morayta, Good, Melgar, Paulo y Saldaña (2003:78) plantean que la “territorialidad
etnocultural” refiere precisamente a una intersección entre el tiempo y el espacio, que toma
forma, por ejemplo, en el culto a Xiuhtecuhtli, deidad del fuego y del año.
4
Las leyes de los zapatistas más importantes son: “Ley general sobre libertades municipales”,
emitida en Tlaltizapán, Morelos, el 15 de septiembre de 1916 y la “Ley Orgánica de los ayun-
tamientos del estado de Morelos”, emitida en el mismo lugar el 20 de abril de 1917. Ambas
leyes se encuentran en Emiliano Zapata. Derechos y obligaciones de los pueblos, PRI, México, s/f.
5
Véase el trabajo de Bruno Bosteels (2001) sobre la “democracia radical”, en el que plantea
que ante la carencia de una verdadera sociedad (por estar invadida por el Estado), la democracia
formal no hace más que reforzar el orden establecido y que aun los llamados cambios sociales,
si sólo se expresan en la alternancia o en el extremo, en la “toma del poder”, no tocan en realidad
la esencia de los sistemas de dominación; por lo que es necesario moverse en los “confines de
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TEPOZTLÁN: UN ESPACIO EN EL TIEMPO, UN LUGAR EN LA HISTORIA
lo político”, ejercer la crítica despiadada, ocupar los “vacíos” del poder, y ejercer la libertad en
tanto refuerza el reconocimiento de las diferencias.
6
Sobre la “democracia territorializada”, véanse los textos de René Zavaleta (1986),
Manuel Chiriboga (1992), Pete Brown (1998), Alicia Barabas (1998), Raúl Arango (1992),
y sobre todo el de Fernando Calderón y Mario Dos Santos (1992). Algunos planteamientos
que nos describen la democracia territorializada son los de “pensar globalmente, actuar
localmente” y el de “biorregionalismo”, como sistema social para una sociedad sostenible, o
los planteamientos de “lo pequeño es hermoso”; donde el modelo político gira en torno a la
comunidad. Este tipo de democracia rinde tributo a la democracia comunitaria tradicional,
con el consenso como una de sus prácticas. La democracia territorializada es diferente a la
mera “participación” o a la ambigua “democracia económica” o a la “democracia representativa”
y no sólo se circunscribe a lo local, exige una visión compleja de las prácticas autogestivas de
los pueblos indios y municipios en el medio rural, que son ejemplos de la dislocación de los
poderes actuales, del modelo hegemónico, ya que transforman los principios de las prioridades
del modelo económico dominante y de los propios fundamentos del pacto social de la moderni-
dad en crisis, abriendo caminos para nuevas utopías posibles, para modernidades alternativas
y para procesos de una democracia que tiene su correlato directo en las prácticas sociales que
constituyen un poder constituyente contrapuesto permanentemente a los poderes constituidos.
7
Me refiero al planteamiento de Antonio Negri (1994:17), quien afirma que este tipo de
poder no sólo es la fuente “que produce las normas constitucionales de todo ordenamiento ju-
rídico, sino [que] también el sujeto de esta producción”. El poder constituyente es un concepto
que hace referencia a una crisis, la del ejercicio real de la democracia, y se encuentra entre la
propia democracia y la soberanía, entre la política y el Estado, y con particular acento, entre
la potencia y el poder.
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
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TEPOZTLÁN: UN ESPACIO EN EL TIEMPO, UN LUGAR EN LA HISTORIA
puede agregar, las dota de referentes identitarios que aparecen como “permanentes”. Un análisis
sobre esta sugerente perspectiva lo encontramos en Jaime Osorio (2001).
9
Parafraseando a Guillermo Bonfil (1989).
10
Véase la interesante obra sobre el tepozteco de Ángel Zúñiga Navarrete (1996). Desde
otra perspectiva, Yolanda Corona, Graciela Quinteros y Miriam Padilla (2005:625-626).
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
11
Para las CEB en Morelos y el papel que desempeñaron en Tepoztlán, véase el libro de
Lya Gutiérrez Quintanilla (2007).
12
Sobre los territorios indígenas, en los últimos años destacan las series de libros publicados
por el INAH: Diálogos con el territorio. Simbolizaciones sobre el espacio en las culturas indígenas en
México (2003); La comunidad sin límites. Estructura social y organización comunitaria en las regiones
indígenas de México (2003); Visiones de la diversidad. Relaciones interétnicas e identidades indígenas
en el México actual (2005) (donde se encuentran estudios fundamentales sobre Morelos, coor-
dinados por Miguel Morayta); así como el libro de Eckart Boege (2008).
13
Para el historiador Walter Benjamin (1978), el Angelus Novus, título del cuadro de Klee,
representa el ángel de la historia.
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TEPOZTLÁN: UN ESPACIO EN EL TIEMPO, UN LUGAR EN LA HISTORIA
que no existen territorios “vírgenes” sino “tatuados” por las huellas de la historia,
de la cultura, del trabajo humano, mismos que adquieren una carga cotidiana
cuando se transforman, como en el caso de Tepoztlán, en los “geosímbolos”
de una cultura de la resistencia. El territorio es así un área de distribución de
prácticas espacialmente localizadas, donde sedimentan las tradiciones como:
fiestas del ciclo agrícola anual, rituales del ciclo de vida y rituales del panteón
nacional, pero también es un camino, que no obstante tiene a cada rato que
construir puentes que conduzcan a utopías socialmente realizables donde se
proyecta la protesta campesina e indígena (Morayta et al., 2003:26).
Por todo ello, los planteamientos actuales de la “desterritorialización”
(Mato, 2008; George, 2003; Hernández, 2009 y, Giménez, 1996) –que
apelan a que la llamada cultura de masas producto de la revolución de los
medios de comunicación y las migraciones cancelan el apego al territorio y
al propio sentimiento nacional– deben ser revisados ante la evidencia de la
multiplicación de casos como el de Tepoztlán. La cultura posmoderna es des-
territorializada, desespacializada, pero la desterritorialización física no es igual
a la pérdida del sentido territorial en términos simbólicos y subjetivos (“cuando
se emigra se lleva la patria dentro”); la “topofilia”, es decir, el apego afectivo al
territorio y en particular al lugar de origen es aún, hoy por hoy, una constante
antropológica.
Volviendo a nuestro punto de anclaje empírico, lo étnico también aparece
como un elemento básico de la identidad tepozteca, no sólo como un referente
más o menos remoto de origen, sino en su presencia diaria, por ejemplo: en las
fiestas que dramatizan “ciclos míticos de contenido histórico” (Broda, 1982:129;
Corona y Pérez y Zavala, 1998; Pérez y Zavala, 2002, 2004a, 2004b y 2005),
en las toponimias, los saludos, los apodos, la forma de ser y en sus expresiones
políticas, como en la controversia constitucional establecida por los tepoztecos en
el 2002 contra la resolución del poder Legislativo sobre los derechos y cultura
indígena y los referentes sobre esta cuestión en el Convenio 169 de la Organi-
zación Internacional del Trabajo (OIT).
Sin embargo, se puede afirmar que el hilo conductor del conjunto del tejido
social identitario de la comunidad de Tepoztlán, a lo largo de su historia y aun de
sus referentes míticos, es sin duda el agrario, entremezclado institucionalmente
con lo ambiental y el poder local; donde el municipio, el Parque Nacional El
Tepozteco –formado en la época cardenista– y el Corredor Biológico Ajusco
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Comunidad “revisitada”
Sobre el pueblo de Tepoztlán existen una serie de estudios que realmente im-
presionan por su calidad y por el carácter paradigmático que han adoptado para
las ciencias sociales, tanto en la antropología, como la etnografía y la sociología.
En los primeros estudios etnográficos guiados por el funcionalismo, destaca el
trabajo ya clásico de Robert Redfield, publicado en 1930: Tepoztlan a Mexican
Village, que contempla este pueblo como representante tipo de las comunidades
folk, en un tránsito lineal a lo urbano, producto de una lenta pero inexorable
asimilación de la cultura rural a la urbana. Años más tarde, contraviniendo una
regla no escrita en los estudios etnográficos, Oscar Lewis repite, en las décadas
de 1940, 1950 y 1960, la investigación sobre el pueblo que estudió Redfield. Y
al franquear los límites de los estudios funcionalistas encuentra las situaciones de
conflicto generadas, dice él, por la privación de bienes materiales, la competencia
por los recursos, destacadamente la tierra y por contradicciones que pertenecen
a las diferencias entre grupos sociales que actúan bajo circunstancias cambiantes
(Hewitt, 1988:62). En este sentido, si bien Lewis (1964; 1968) demuestra que
la comunidad “ideal” que “vio” Redfield no existe, coincide en que la sociedad
tepozteca estaba frente a un cambio sociocultural, podría decirse que imparable,
aunque Tepoztlán no vivía aún bajo el sino de la “cultura de la pobreza” porque
las formas de “organización tradicional” eran todavía fuertes, esto es que ni los
tepoztecos ni su cultura estaban totalmente desorganizados.
En 1956 Lewis concluía su trabajo diciendo:
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TEPOZTLÁN: UN ESPACIO EN EL TIEMPO, UN LUGAR EN LA HISTORIA
Y... Tepoztlán parece que vino a contradecir no sólo a estos estudiosos sino
a los que siguieron investigándolo.
Entre las décadas de 1970 y 1980, Claudio Lomnitz (1982) y Roberto Varela
(1984; 1986) realizan estudios en Tepoztlán y concluyen que no hay espacio
para la autodeterminación del pueblo tepozteco debido a la modernización, ex-
presada en la red de comercio y el balance negativo de “energía” de este pueblo
en relación con la región, y más aún por la presión de los habitantes de la Ciu-
dad de México, en especial los intelectuales, sobre las tierras de los tepoztecos.
Una vez más, la sentencia de muerte y las correspondientes actas de defunción
eran extendidas por adelantado por estos representantes del estructuralismo y
estructural marxismo.
Años más tarde, en 1994, un megaproyecto turístico –con una inversión
para diez años de 700 millones de dólares– centrado en un club de golf y casas
de campo, quiso ser impuesto por parte de un poderoso grupo de accionistas
que recibieron el apoyo directo de un gobernador (con una importante carrera
militar). El resultado fue una larga lucha que descubrió una comunidad re-
inventada mil veces, plena de contradicciones internas pero a la vez con una
fuerte cohesión. Ese momento, esa coyuntura cargada de futuro, y otras más
que hacen de Tepoztlán un espacio en el tiempo, un lugar en la historia, son
las que evocamos en el presente y siguiente capítulo.
Se trata entonces de deshacer, como Ariadna, la historia para retejerla por
medio de las coyunturas, de ciertos acontecimientos históricos que han incidido
en la conformación de ese territorio llamado Tepoztlán.
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
inferir que Tepoztlán fue una zona de tránsito y una frontera en disputa, o sea
“un corredor cultural receptor (...) de diversas culturas” (Sánchez, 1998:13). Las
leyendas populares, repetidas por muchos tepoztecos (Corona y Pérez y Zavala,
1999), hablan de un pasado remoto, de más de 25 siglos; de un origen histórico
glorioso ligado a la cultura madre, la de los pueblos olmecas, y posteriormente a
la tolteca-chichimeca y más adelante a la tlahuica, la xochimilca y la tenochca.
En este sentido, la reconstrucción del origen de Tepoztlán en términos histó-
ricos subraya el carácter cultural de la conquista del territorio actual que ocupa
esta comunidad; pero también que es un territorio y un pueblo que adopta por
nombre el de su dios creador, el Tepoztécatl.14 Las leyendas se entrecruzan con
los datos históricos y Tepoztlán aparece, por ejemplo, como el espacio donde
Mixcóatl, el jefe militar de las tribus invasoras tolteca-chichimecas, fundador
de la primera capital de ese imperio en Culhuacán, “sostuvo relaciones con
Chimalma” en el año 947 en la zona de Tepoztlán, y el fruto de esa relación
fue nada menos que el hombre-dios Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl (López-
Austin, 1998), personaje central, mejor aún, héroe cultural del desarrollo de la
civilización mesoamericana.
En el siglo XII, en medio del derrumbe del Imperio Tolteca, llegaron a los
valles centrales, entre éstos los del estado de Morelos, nuevas oleadas de emi-
grantes, también de habla náhuatl, procedentes del mítico Aztlán-Chicomoztoc.
Entre los nueve grupos que llegaron estaban los tlahuicas, que se asentaron en
torno al año 1156 en la región próxima a Tepoztlán (Saldaña, 1995; Carrasco,
1996), y los xochimilcas. En este sentido, las historias varían según la utilización
que de ellas se hace en el presente. Así, tenemos que Tepoztlán fue refundado
por los tlahuicas que se encontraban en confrontación con los xochimilcas,
versión con una importante fuerza política que sirve para enfrentar actualmente
los problemas de límites entre Tepoztlán y diversas comunidades cercanas.
Sin embargo, los vestigios arqueológicos (Sánchez, 1998) y diversas fuentes,
especialmente las compiladas por Peter Gerhard (1986:96-100) y seguidas
14
Alfredo López-Austin (1998:79, 83) plantea que existe una “unidad íntima entre el nombre
del dios creador y el de la población”, y que esto estaba muy extendido en Mesoamérica, lo que
liga a esos poblados con una existencia mítica, con arquetipos religiosos que sirven para la “or-
denación de los hombres, pueblos e instituciones” junto con el numeral o tiempo de fundación.
Sobre Tepoztlán véase Corona y Pérez y Zavala (1998); Pérez y Zavala (2004a y 2005).
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34
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15
Citado por Sánchez (1998:69). También de este admirable lingüista son una serie de
cuentos recogidos en el municipio de Tepoztlán, entre los que destaca aquel de la desobediencia
del cacomizcle y la capizcáyotl (zorra) al señor hueyi miztli (el león); Pablo González Casanova
(2001).
35
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–¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! –dijo a esta sazón don Quijote–.
¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes!
Una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormento.
Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un día a la horca,
por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades.
16
Sobre el sentido de un diálogo “imposible” entre las civilizaciones mesoamericana y oc-
cidental, véase Enrique Dussel (1998).
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17
Al respecto puede consultarse el libro de Florencia E. Mallon (2003), donde refiere
específicamente al caso de Tepoztlán desde la Guerra de Independencia, pasando por las
revoluciones liberales, hasta el Imperio de Maximiliano y el papel que estos campesinos tienen
en la construcción de la nación, y a la vez cómo ésta determina la construcción política de los
campesinos.
39
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18
Francisco Leyva se había convertido en el dirigente de los liberales, derrotados por la
fracción moderada de su propio partido, contexto en el cual es encarcelado Negrete, tepozteco
leyvista que enfrentó a un militar “gachupín” que insultó a México, pero que además es acusado
de contrabandear armas.
41
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sin dejar de pelear precisamente desde las filas de ese partido. Tepoztlán sufre
diversos despojos de tierras entre los que destaca, en 1869, año de la funda-
ción del estado de Morelos, el “préstamo” forzado que hizo la hacienda de
Oacalco de 2 100 hectáreas de las mejores tierras de humedad de la comuni-
dad, mismas que serán recuperadas hasta 1929, 60 años después. Pero lo más
importante, es que Tepoztlán logra sortear las Leyes de Reforma que prohibían
que las corporaciones, en este caso la comunidad indígena, tuvieran tierras, por
medio de hacer del municipio el legítimo propietario de las tierras, condición
que estaba prevista en la propia ley de desamortización.19
Años después, en 1877, se inició, a pesar de la resistencia que ofrecieron los
tepoztecos (Lewis, 1968:73), la construcción del ferrocarril México-Cuernavaca,
que inauguró Porfirio Díaz en 1897, y que pasó por un lado del poblado de San
Juan Tlacotenco, para que el yerno de Díaz pudiera contar con un medio de
transporte de los productos de su hacienda. Este nuevo “acto de modernidad”
fue acompañado del intento de segregar el pueblo citado de la cabecera municipal
mediante un nuevo ordenamiento del territorio en atención a la utilización de
fuerza de trabajo en las haciendas y la provisión de carbón de encino para las
ciudades de México y Cuernavaca.
Sin embargo, la mayoría de las tierras de Tepoztlán se mantuvieron relativa-
mente fuera de la lógica económica y social del avance de las nuevas haciendas
por su natural aislamiento (Womack, 1976:44), aunque la zona cercana al
ferrocarril empezó a ser invadida. Las confrontaciones con el autoritarismo
porfiriano trajeron múltiples deportaciones, una práctica común que empleó el
poder de los hacendados para derrotar a los pueblos en defensa de su existencia
como tales.
Tepoztlán, que había sido un centro de las luchas independentistas y libe-
rales, mantiene su tradición, y en 1910 los viejos leyvistas reaparecen en una
nueva versión, como oposición relativamente tolerada en el ámbito regional
contra Porfirio Díaz; y se apoderarán de la presidencia municipal de Tepoztlán
(Womack, 1976:60-61).
19
Existe actualmente toda una línea entre los historiadores de cómo los pueblos reivindicaron
siempre sus derechos en el marco y a nombre de las libertades constitucionales articulando
lenguajes que aparecen en principio como incompatibles. Véase por ejemplo el excelente trabajo
de Antonio Annino (1999).
42
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También fue de los primeros pueblos en ser tomados por los maderistas,
entre los participantes de la quema de los archivos municipales y el saqueo de
las casas de los jefes políticos locales (que fueron a refugiarse en las montañas)
estaba Eugenio Moreno, oriundo de Tepoztlán. Bernabé Labastida, el destacado
dirigente leyvista de Tepoztlán deportado, “regresó de Quintana Roo dispuesto
a vengarse de los caciques locales que lo habían deportado. Cuando descubrió
que habían huido, dio muerte a dos de sus parientes y luego estableció su propio
cuartel general en las afueras del pueblo” (Womack, 1976:73).
Como dice Robert Redfield (1930), “es de interés observar que Tepoztlán fue
una de las primeras poblaciones del estado de Morelos que se unió a la revuelta
zapatista en contra del régimen de Díaz”, en especial a la fracción encabezada
por Genovevo de la O, que actuaba en la sierra del Chichinautzin como escenario
de la guerra de guerrillas, base del asedio continuo a Cuernavaca (Womack,
1976:138). También destaca que el “único comisionado (a la Convención de
Aguascalientes en 1914) de extracción meramente morelense era Galván, abo-
gado de Tepoztlán” (Womack, 1976:212).
Pero en la memoria colectiva de los tepoztecos sobre la Revolución pesan igual
los sucesos victoriosos y la propia participación del pueblo en la Revolución que
la represión carrancista. Casi no hay familia que no recuerde cómo fueron asesi-
nados miles de tepoztecos y otros más tuvieron que abandonar el pueblo (véase
Tostado, 1998). Fue a partir del 15 de septiembre de 1916 que los carrancistas
empiezan las deportaciones masivas. Esto significó otra declaración de guerra
contra la institución de los pueblos (Womack, 1976:260). Zapata, ese mismo
día, decretó una “Ley General de Libertades Municipales”, por medio de la
cual abolió todos los controles federales y estatales sobre los ayuntamientos en
materia de administración y hacienda, además de ordenar que las elecciones fue-
ran directas. El resto de los artículos de esta ley eran fuertemente comunalistas,
hechos para que los integrantes de la comunidad tomaran directamente parte
en los principales asuntos de sus pueblos y evitar que los caudillos militares,
incluyendo por supuesto los zapatistas, llegasen a puestos de elección. Solamente
los residentes del lugar podrían ocupar cargos públicos; los funcionarios sólo
prestarían un año sus servicios y deberían esperar dos para poder reelegirse.
Las cuestiones como el presupuesto municipal, la compra o venta de propiedad
municipal, los contratos y empréstitos municipales, entre otros, tendrían que
presentarse a una junta general públicamente anunciada, para su plena discusión
43
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20
En términos generales, el ayuntamiento, especialmente en el medio rural, ha estado ligado
a una identidad territorial, que al integrar la cuestión de los recursos naturales queda potenciada
especialmente; al respecto véase el libro de Miguel Moreno Plata (2001).
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21
Información obtenida del Archivo del Registro Agrario Nacional; Archivo 24, 3131;
Expediente de Restitución de Tierras de Tepoztlán, Morelos.
22
“Estimulados por el gobierno (1923), muchos agricultores formaron sindicatos, como
el de los ‘bolcheviques’ en Tepoztlán” (Womack, 1976:368).
45
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tenía como eje la defensa de la propiedad comunal en manos del municipio, que
por cierto estuvo dirigido por ellos entre 1922 y 1928. Durante este periodo,
los bolcheviques buscaron terminar con el poder de los caciques, para lo que
se propusieron una redistribución de la tierra; sin embargo, a los abusos de
poder cometidos por esta facción política en contra de sus opositores se suma-
ron cambios de rumbo en la política estatal que favorecieron a los centrales, y
la confrontación interna terminó con una masacre en el carnaval de 1928, en
el que el grupo de los bolcheviques asesina en plena celebración a casi todos
los miembros del grupo de defensa de los centrales, más otros civiles que se
encontraban presentes: el saldo de la masacre fue de 22 personas muertas y 24
heridas. Esto representó el fin del dominio político bolchevique en Tepoztlán
y dio comienzo al periodo de los centrales,23 comandados por Juan Hidalgo
(Lomnitz, 1982:162-168; Varela, 1984:257).
23
Morayta et al. (2003:72-73), plantean que la referencia de “centrales” o las “mitades”
tiene que ver con la organización sociopolítica espacializada del altépetl en una abierta referen-
cia a la crisis y polarización que toda territorialidad conlleva, particularmente expresada en
las dualidades nahuas y en las series de cuatro y ocho espacios unidos por un centro, en con-
juntos paralelos diferenciables, previamente unidos. “Por ello, las mitades filtran y potencian
las facciones y bandos dentro de las organizaciones comunitarias, o las generan como propias
y excluyentes”.
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las localidades. Como es de suponer, bienes ejidales no se queda con los brazos
cruzados; acusa a la presidencia de manipular a los comuneros, de usurparle
funciones y de situarse fuera de la ley. El conflicto continúa hasta 1956 sin que
las autoridades agrarias estatales y federales intervengan, llegando ambos gru-
pos a un enfrentamiento en el que el comisariado de bienes ejidales despoja al
de bienes comunales del “sello”, que simboliza la autoridad; sin embargo, los
representantes comunales de San Juan Tlacotenco y Santa Catarina se declaran
en rebeldía, desconocen la autoridad del comisariado ejidal y no regresan los
sellos correspondientes. A partir de este momento San Juan tendrá un papel
protagónico que se prolongará hasta fines de la década de 1990: de manera
regular desconocerá cualquier autoridad de la cabecera que pretenda mandar
sobre los montes comunales; “el hecho no es extraño dado que este pueblo se
encuentra situado justamente en la zona boscosa del municipio y reclama, como
suyos, estos bosques” (Paz, 2002:110).
Lomnitz (1982) indica que después de 1935, tras la caída de la cooperativa
carbonera y con la diversificación económica de Tepoztlán, propiciada tanto
por la apertura de la carretera que lo unía a Cuernavaca, como por la capita-
lización de los campesinos conseguida mediante la venta del carbón que les
permite dedicarse a otras actividades, desaparecen los grupos hegemónicos que
controlan los recursos significativos de la comunidad, las tierras y los bosques:
“ningún tepozteco ni siquiera ningún grupo de tepoztecos puede tener bajo su
control directo poder sobre la mayoría del pueblo –es decir, que ya no existe la
base económica para un cacicazgo” (Lomnitz citado por Paz, 2002:180), sin
embargo, convenimos con Fernanda Paz (2002) en que si bien lo anterior es
cierto, no desaparecen por ello los conflictos en torno al control de los recursos
y su administración, lo que sitúa a Tepoztlán en una posición vulnerable en un
momento en que el estado de Morelos comenzaba a modernizarse, se cons-
truía la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC), colindante con la
comunidad agraria de Tepoztlán, y se abrían nuevas carreteras que hicieron de
Tepoztlán, “hasta entonces un pueblo enclavado en la montaña, un lugar acce-
sible y atractivo para aquellos que buscaban construir sus residencias de fin de
semana” (Paz, 2002:110-111).
Junto con la carretera La Pera-Cuautla se inició un proceso de adquisición
ilegal de terrenos en el municipio de Tepoztlán a fines de la década de 1950 y
principios de la de 1960 para la construcción del club de golf Monte Castillo,
51
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
24
Como lo plantea la corriente estructuralista y estructural marxista.
52
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En este sentido, si consideramos el poder como praxis, esto es, el poder como
un proceso –básicamente en constitución–, entonces debemos enfatizar la idea
del conflicto, y analizar especialmente las situaciones de confrontación de las
fuerzas sociales. La intervención de las relaciones personales que en el ámbito
local o de los “pequeños territorios” (Benedict, 1999) tiene mayor relevancia, si
hay líderes o no, y si los individuos son activos o pasivos. Para Hugo Zemelman
(2000:147) lo político en un recorte local se concreta en el acceso de la población
local a las instancias de poder que forman parte de un sistema extralocal (regio-
nal, nacional) y la creación de instancias de decisión locales (además de la tensión
entre ambas y su utilización, según el caso; por ejemplo, el sindicato de maestros
y la lucha contra el club de golf, de los partidos o de los grupos de ecologistas).
53
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54
CAPÍTULO II
Zapata cabalga por el Tepozteco
1
Utilizamos el sentido que le dan a la construcción de paradigmas del conocimiento social
Boaventura de Sousa Santos y Leonardo Avritzer (2004), al atribuir el despliegue de nuevos
paradigmas a la confrontación de conocimientos y saberes diversos y especialmente a los que
ellos llaman movimientos de “globalización contrahegemónica”.
2
Como explicamos en el capítulo I, la definición de Tepoztlán como “comunidad” responde
a una identidad construida a lo largo de su historia, pero también refiere al pueblo o villa de
Tepoztlán (que tiene más de 60% del total de la población del municipio, véase INEGI, 1996),
al municipio mismo, la comunidad agraria, el ejido, y eventualmente la comunidad indígena.
También referiremos cómo el capital bajo el modelo neoliberal es “constructor de comunidades”
en tanto persigue la explotación no sólo del trabajo sino de su entorno “comunitario” socialmente
construido; véase Revelli (1997).
55
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3
Claudio Lomnitz (1999:122-149) discute a partir del caso de Tepoztlán, la fórmula del
“México profundo” de Guillermo Bonfil (1989) en tanto “no es más que una inversión velada
del discurso modernista de tradición versus modernidad” y propone, desde la perspectiva de la
subalternidad, el término de México “inaudible” o “silencioso”.
4
Paul Liffman (2002) también usa el ejemplo de Tepoztlán, y nos plantea cómo en el
contexto de la “desterritorialización” hay una recomposición étnica desde la localidad que
acaba proyectando su socialidad en un ámbito regional, nacional o mundial, precisamente en
el despliegue de las territorialidades.
5
Rhina Roux (2003:122) propone que la tierra expresa una encrucijada, tanto en el siglo
XIX, como en el XX y en la crisis del presente siglo, de la “dinámica interna” y de la “definición
de las rupturas y alianzas” que componen la forma Estado.
6
Es precisamente este carácter contradictorio de los procesos de territorialidad en donde
ubicamos la lucha del pueblo tepozteco contra el club de golf, el que nos permite comprender
el carácter específico de este tipo de movimientos sociales.
7
Sobre “ecologismo popular” o “narodnikismo ambiental” aplicado al pueblo de Tepoztlán,
consúltese Víctor M. Toledo (2000).
56
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8
Véase nota a pie 6, Capítulo I, p. 25.
9
Este cambio sustancial en la vida comunitaria, referido por las propias mujeres y jóvenes,
es analizado más adelante en el contexto del movimiento contra el club de golf.
10
Es evidente que la renuncia del gobernador Jorge Carrillo Olea tuvo que ver, además
del papel central que desempeñó el movimiento contra el club de golf de Tepoztlán, con otras
fuerzas sociales y políticas, entre las que destaca el avance electoral del PRD en el estado de
Morelos y la pérdida de la mayoría del PRI en la Cámara de Diputados en el ámbito local,
véanse A. Mier (2003) y V. H. Sánchez Reséndiz (2003).
57
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58
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11
Es importante manifestar que estuve directamente involucrado en el movimiento de
Tepoztlán contra el club de golf, que viví en el pueblo ocho años y que hasta la fecha soy asesor
de la comunidad agraria de Tepoztlán. Soy consciente de la carga de “violencia” que conlleva
toda intervención desde una construcción de subjetividad distinta y también del régimen de
reciprocidad que se establece con los integrantes de una colectividad cuando se participa con
ellos en una lucha. En esta perspectiva, considero pertinente establecer un diálogo que amplíe
el horizonte de visibilidad histórico de los propios tepoztecos.
59
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12
Este “ecologismo popular” tiene sus antecedentes en la defensa del bosque desde fines de
la década de 1920 y a mediados de la de 1930, cuando los tepoztecos impulsaron la integración
de uno de los primeros “Parques Nacionales” del país.
60
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13
“Parque Inteligente Corporativo-Proyecto Ancla GTE Data Services”, que además tenía
comprometida, en un principio, la inversión por parte de la empresa Ford Motor Co.
61
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
14
Para los actos y fechas véase “Anexo: relación de hechos en torno al conflicto ‘El Tepoz-
teco’. Cronología”, del libro Morelia y Tepoztlán: dos aproximaciones sociológicas que coordinaron
Jorge Munguía y Margarita Castellanos (1997:75-132).
62
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
15
Al grupo KS se le conocía como empresa constructora con experiencia en el municipio de
Jiutepec, Morelos, en donde desarrolló un conjunto habitacional de 75 hectáreas y en Acapulco,
Guerrero, construyó un complejo residencial de más de 20 millones de dólares.
16
Si bien toda la propaganda de la empresa hablaba de que tenían 250 socios para el proyecto
del club de golf, a lo largo del proceso sólo se dieron a conocer 52 accionistas.
17
Ex secretario de Hacienda y Crédito Público y suegro de Francisco Kladt Sobrino;
acusado por el PRD de participar en operaciones fraudulentas en el Banco Nacional de Obras
y Servicios y Banca Unión durante la administración de Carlos Cabal Peniche, implicado
en el lavado de dinero y perseguido por la justicia desde septiembre de 1994; además, su
pareja, Úrsula Oswald, se desempeñaba como secretaria de Desarrollo Ambiental de Mo-
relos, lo que en sí mismo prefiguraba un abierto tráfico de influencias. El PRD, en términos
generales, denunció y exigió a la Secretaría de Gobernación que interviniera para aclarar la
procedencia del dinero de la empresa KS.
18
Otro de los elementos que constituyeron parte del cuestionamiento sobre el origen del
dinero para el proyecto se derivó del hecho de que Hugo Salgado Castañeda, notario público
número 2 y uno de los 52 accionistas conocidos, había tenido relaciones comerciales con
Maurizzio Raggio, implicado por el gobierno italiano en el lavado de dinero y preso por lo
mismo en la penitenciaria del estado de Morelos desde el 4 de mayo de 1995. Además, este
notario es un conocido prestanombre de Luis Echeverría en el estado de Morelos.
63
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
priísta recién electo,19 el general brigadier Jorge Carrillo Olea, que obtuvo sus
grados por favor presidencial (como guardaespaldas de Luis Echeverría y como
subsecretario de gobernación con Miguel de la Madrid) y como cereza del pastel,
aparecía el obispo de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes.20 Por el capital ex-
tranjero destacaba, con una inversión inicial de 70 millones de dólares, GTE Data
Services, para desarrollar un proyecto de “Parque inteligente corporativo”, que
entre otras áreas iba a tener una que concentraría información de toda América
Latina para el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos y un
centro de informática en el que estaría asociada la Ford Motor Company.
La inversión que se quería hacer del club de golf era transnacional porque había
poder económico desde Estados Unidos, había gente que iba a invertir en este
club de golf de Estados Unidos, había gente de la política que tenía su lana y
quería invertirla aquí en el club de golf... Según, el dueño es mexicano, pero se
necesitaba mucha gente para el proyecto, no iba a alcanzar con los pesos, tenían
que invertir dólares, de esa manera se iba a llevar a cabo, pero también seguía
siendo nacional, uno de los fuertes era TV Azteca, iba a invertir, nos dieron duro,
tenían el poder de poner en mal a Tepoztlán, nos dieron duro, hasta todavía
últimamente si pueden, nos dan.21
Esta “santa alianza” del capital y el poder regional y nacional22 tenía, sin
embargo, dos rasgos de los tiempos “cambiantes” que acabaron revirtiéndoseles.
19
Entrevista a Ricardo Castillo (2003). Cabe aclarar que al día siguiente de los comicios
del 21 de marzo de 1995 comenzó abiertamente la campaña gubernamental a favor del club
de golf, por medio de varias declaraciones del general Carrillo Olea.
20
El obispo de la diócesis de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes, había sido nombrado
para acabar con la labor del obispo Sergio Méndez Arceo en el estado de Morelos, quien fue
integrante de la Teología de la Liberación y había impulsado la organización y el trabajo social
de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), las cuales lograron una impresionante presencia
en Morelos y particularmente en Tepoztlán.
21
Ricardo Castillo fue uno de los dirigentes de la lucha contra el club de golf, integrante del
Concejo Municipal electo por el pueblo en pleno movimiento, miembro del equipo de asesores
de la diputada perredista doctora Adela Bocanegra en la comisión de ecología (1997-2000),
secretario del Municipio de 2000 a 2003, e integrante desde hace muchos años del grupo
ecologista local “Los Tejones”.
22
En cuanto al poder regional, el proyecto del club de golf representaba la alianza entre
dos bloques: el del ex gobernador Antonio Riva Palacio y el de Jorge Carrillo Olea, ligado al
64
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Había un rezago agrario brutal... y una reserva ecológica destrozada en los úl-
timos 50 años, donde nunca hubo un plan de ordenamiento y nunca hubo una
inversión por parte de la Federación [...] Tepoztlán tiene un rezago enorme en
infraestructura de distribución de agua potable [...] una topografía muy com-
plicada [...] y, finalmente un crecimiento anárquico porque nunca hubo un plan
de ordenamiento urbano de la comunidad, además de una invasión paulatina y
clara hacia la zona de la reserva ecológica...
Por su lado, Francisco Kladt Sobrino, presidente de KS, decía: “Es increíble
analizarlo en el contexto macro, nuestro proyecto venía a ser un ordenador,
no un detonador [...]. En enero de 1995 era el único proyecto visible en ese
momento...”.23
Las campañas de información, con presentaciones “impecables” en la prensa
y la radio empezaron a difundir cifras millonarias y las “virtudes” ecológicas
del proyecto. La empresa Kladt Sobrino (KS) aparecía como símbolo de la
modernidad, del progreso y el “desarrollo ambientalmente sustentable” (como
65
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
decía su propaganda) que junto con GTE (la empresa telefónica más importante
con base en Estados Unidos y líder mundial en telefonía celular) se proponían
desarrollar un proyecto que en una primera fase constaría de una inversión de
cerca de 375 millones de dólares, que ayudaría a superar el “atraso” no sólo en
el municipio sino en el estado de Morelos (Scheinfeld, 1999:71-72).
Marcando el paso con la velocidad con la que se quería imponer el proyecto
del llamado club de golf “El Tepozteco”, el gobernador empezó una rápida e
incesante guerra en los medios contra los tepoztecos, acusándolos de que “siem-
pre se han opuesto al progreso”, para en medio del ¡No al club de golf! que
crecía como consigna en el pueblo, acabar tildando a los tepoztecos de “indios
guarachudos”, descubriendo así la clase de combate que se avecinaba.
Al poder regional se sumó el federal y entre otras fuerzas de la “moderni-
zación” se integró rápidamente la Iglesia, que en voz del obispo de la diócesis
de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes, decía que el club “El Tepozteco” se
trataba de “un regalo de Dios que cae del cielo para beneficio de Tepoztlán” y
también se “sumaron” investigadores de la Universidad Autónoma del Estado
de Morelos (UAEM) y de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad
Xochimilco (UAM-X).24
Básicamente, puede decirse que el club de golf era un proyecto que escapaba
a la lógica económica y política local y sus efectos sociales serían desastrosos para
la comunidad. Ambientalmente representaba, a pesar del discurso contrario
de la propia empresa, un atentado contra los recursos, especialmente el agua y la
tierra, y un peligro para la fauna y flora silvestre. El área donde querían construir
el campo de golf se localiza en una zona de transición entre la selva baja cadu-
24
Para el proyecto del club de golf “El Tepozteco” KS contrató para la Manifestación de
Impacto Ambiental (MIA) a la empresa Energía y Ecología SA de CV que buscó validar la MIA
por medio de académicos de la UAEM y la UAM-Xochimilco. Por su lado el gobernador le pasó
a KS estudios sobre mantos acuíferos por medio del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua
(IMTA), aunque el estudio lo había encargado la delegación de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua) en el estado y puso al servicio de la empresa no sólo a su secretaria de Ecología, sino
al secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, que declaró que el gobierno apoyaba el
club de golf y el corporativo “porque atraerá inversión en un proyecto que conjunta ecología,
empleo y desarrollo. Es un desarrollo urbano equilibrado; además de que traerá un incremento
de ingresos por licencias y permisos, aumento de los ingresos por los impuestos prediales, apor-
taciones sociales al pueblo, promoción del desarrollo comercial y turístico...”.
66
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25
Se elaboró una “Contramanifestación de impacto ambiental”, de la cual utilizamos
información, por parte de investigadores de distintas instituciones, entre ellos Raúl Benett,
Exequiel Ezcurra, Alberto Szekely, Iván Azuara, Laura Itzel Castillo, Armando Mojica y
Luciano Concheiro. Además se logró que el “apoyo” de la UAM-Xochimilco se pasara al lado
del pueblo de Tepoztlán (por medio de una carta pública el entonces rector de la Unidad Xo-
chimilco, Jaime Kravzov, quien apoyó abiertamente la causa del movimiento de los tepoztecos)
y del lado de KS quedó circunscrito a la iniciativa de un solo investigador de esa institución.
67
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Además, en términos sociales, el club de golf habría tenido como efecto una
diametral polarización entre la población local y los “habitantes” de un club,
donde la acción se calculaba de medio millón de dólares y las casas en un millón
de dólares como base; además de los procesos de diferenciación económica y
cultural que generaría al interior de la propia comunidad. La oferta de la empresa
KS de crear 13 000 empleos temporales y 3 000 permanentes era, en la perspec-
tiva del pueblo y de haber sido cierta, un proceso negativo, en tanto los empleos
ofrecidos serían para una fuerza de trabajo descalificada y mal pagada, que no
es a lo que aspiran los tepoztecos y por lo que han realizado grandes sacrificios
educando a sus hijos. Por este motivo estaban seguros de que los trabajadores
provendrían de otros lugares y no del municipio y esto, evidentemente, traería
una urbanización extrema, una fuerte disputa por los pocos y malos servicios
con los que cuentan y, en general, el empobrecimiento del pueblo. La millonaria
derrama de impuestos y el desarrollo de obras para el municipio que también
ofrecía KS –y su aliado el gobierno del estado– eran muy poca ganancia frente a
los claros problemas descritos, y como algunas voces expresaban “esa derrama
para lo único que serviría es para convertir el ayuntamiento en un botín y fuente
de corrupción incontrolable” (entrevista a la doctora Bocanegra, 1995), en tanto
el poder real del municipio se trasladaría fuera del mismo.
Desde principios de 1995 el grupo KS había iniciado una fuerte campaña
propagandística y de compra de conciencias a favor del club de golf,26 pero a
la vez, en los tiempos y espacios propios del pueblo de Tepoztlán y de los otros
pueblos y colonias que componen el municipio, comenzaron a aparecer en las
fachadas de las casas de los que eran claros partidarios del club, pintas con una
consigna directa: No al club de golf. Se fue corriendo la voz, en una vertiginosa
toma de conciencia. Hubo acusaciones en el sentido de que el proyecto pertene-
cía a capitales extranjeros y que el No representaba la defensa del pueblo, de sus
recursos, de su agua y por ende de la patria. Por ello, el 18 de marzo, día de la
expropiación petrolera y del orgullo nacional, en un nutrido mitin de más de 2
500 personas, convocado por el “Comité de Unidad Tepozteca” (CUT), se obligó
al presidente municipal a que diera lectura al acta del cabildo anterior del 23 de
26
Primero aparecieron pintas, volantes, y la empresa KS rentó un local en el pueblo de
Tepoztlán para difundir las bondades del proyecto. KS comenzó a contratar personas para las
obras, la encargada de las contrataciones fue la esposa de uno de los integrantes de la planilla
del PRI en las elecciones de marzo de 1997 y que fueron derrotados.
68
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
enero en contra del campo de golf. Entre otros oradores, la viuda del profesor
Esteban Flores Uribe, Guadalupe Rojas, recordó el sacrificio de su esposo en la
lucha contra el club de golf a principios de la década de 1960 y planteó que “¡el
pueblo no quiere el campo de golf!”. Al final se levantó un acta de la asamblea con
el compromiso de los miembros del ayuntamiento de que no aceptarían bajo nin-
guna circunstancia el proyecto de KS (entrevista a la doctora Bocanegra, 1995).
En el ’94 inicia la lucha contra el club de golf, este club de golf era una impo-
sición del gobierno, así lo sintió la población, para arrebatarnos más de 300
hectáreas de zona agrícola y boscosa. Más que nada la población se empieza a
unir, a informar cómo estaba este proyecto, toda la población toma conciencia y
allí inicia una lucha que dura dos años, la gente destituyó un ayuntamiento que
estaba fungiendo, que había iniciado un año antes, pues el presidente munici-
pal avalaba este proyecto junto con el gobernador, él sabía que había llegado a
la presidencia y él lo dijo en una reunión que tuvimos con él, quiso calarnos y
nosotros le dijimos que como grupo (Los Tejones) no participábamos en la po-
lítica, más que nada éramos activistas de la cuestión ambiental y que no contara
con nuestro apoyo para el cargo, y él nos dijo: pues me apoyen o no yo voy a ser
presidente municipal, él sabía que tenía que llegar y tenía que aprobar o estar
del lado de este proyecto (entrevista a Ricardo Castillo, 2003).
Después del acto de masas convocado por el CUT, compuesto por activistas
políticos y sociales, el sentimiento de oposición al proyecto se traslada de los
sectores preocupados desde un principio –y podría decirse que “desde siem-
pre”– por la cohesión comunitaria y los recursos naturales de la región, com-
puestos por campesinos, ecologistas locales y externos, algunas “doñas” ligadas
a las comunidades eclesiales de base (CEB),27 maestros y profesionales, y de esas
organizaciones, al conjunto del pueblo.
27
El papel de las CEB, no sólo en términos formativos sino sobre todo en cuanto a las
estructuras organizativas y la generación de nuevos liderazgos, ha sido fundamental en el
estado de Morelos. El párroco de Tepoztlán en esos años, Filiberto González, acusado por
los “traidores” (los que eran favorables al club de golf) de ser del PRD, tuvo una importante
participación en todo el movimiento.
69
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
28
A principios de agosto se da a conocer que la Comisión Nacional del Agua había au-
torizado, desde el 19 de julio de 1995, la perforación de tres pozos profundos en los predios
propiedad del fideicomiso del megaproyecto turístico y corporativo, para el riego del club de
golf, el abasto a las casas e industrias.
29
La lucha no sólo refiere a la cuestión agraria, sino que recurre a una argumentación
cultural más amplia, explícitamente en el plano de lo simbólico en cuanto a la protección de
los vestigios arqueológicos.
70
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Este movimiento en un inicio fue ecológico cien por ciento. Yo tuve la satisfacción
de haber sido la que llegó a concretar la unidad de todos los grupos políticos, aquí
en la casa hicimos la primera reunión global de toda la gente con ideas políticas
completamente distintas y partidos políticos, y grupos civiles; representantes de
grupos antagónicos de tradición, con un solo pensamiento, estábamos unidos
por la defensa de las tierras. Desgraciadamente, los que tenían algún interés
económico o político de que se hicieran las cosas empezaron a decir que sólo era
del PRD y que estaba induciendo esta lucha. Es honesto decir que fue realmente
el PRD el que apoyó. El gobierno empezó a decir que era la oposición que nun-
ca estaba contenta y que todo era político, que realmente no nos interesaba la
ecología, empezaron a meter a la gente del Valle (donde está una buena parte de
las casas de fin de semana) diciendo que era la que nos estaba moviendo y que
los grandes políticos que hay en Tepoztlán nos estaban influyendo. Así se movió
la cosa, pero usted sabe... en un principio la lucha fue por completo ecológica
(entrevista a la doctora Adela Bocanegra, 1995).
30
Albert Wahrhaftig (2003) nos menciona que en “1995, la leyenda del Tepozteco enmarcó
la discusión sobre devastación ecológica que el club de golf habría causado. Explicando el pasaje
en el cual la doncella, quien sería la madre del Tepozteco, se baña en las aguas de Axihtla. El
programa que acompañaba la portada de Semillas decía: ‘El agua escurre, fresca y cristalina, de
entre las faldas de jade y de turquesa del majestuoso Tlahuiltépetl (Cerro de la luz), como parte
del corredor biológico Ajusco-Chichinautzin (Lugar de los cuatro pechos), pero que está en
riesgo de desaparecer, junto con los tepoztecos, si cavan pozos para regar los pastizales envene-
nados, para que jueguen al golf unos cuantos ricos’. Para 1996, la portada fue una expresión
triunfante de la derrota del proyecto del club de golf, a manos de los tepoztecos. Coronada por
el victorioso grito de ¡justicia y dignidad! el Tepozteco enfrenta a un gobierno sordo y ciego a
los reclamos del pueblo de Tepoztlán. El lado izquierdo de la portada contrastaba el liderazgo
71
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
tradicionales fiestas aparecieron letreros, junto con murales que dieron voz a
otro tipo de actores, reforzando “un sistema persistente de identidad cultural”
(Wahrhaftig, 2003). Estas manifestaciones, que puede decirse tienen un referente
en ciertas tradiciones, se vieron reforzadas por los “grafitis”, que a decir de un
semiólogo (Wahrhaftig, 2003) “parecen tener un enfoque cultural único”, que
al combinarse con mensajes del “New Age”, con los anuncios de una tortille-
ría o los de un expendio tradicional de chiles junto con letreros de comida en
microondas, expresan una propuesta multicultural que sobre todo en la lucha
contra el club de golf aparece matizada por una tonalidad propia. Por ejemplo,
a la entrada del pueblo un joven tepoztizo,31 junto con sus viejos amigos de la
escuela de Tepoztlán, pintó una serpiente emplumada que decía “Unidos somos
resistencia”. También Rius, uno de los caricaturistas más conocidos de México,
pintó un mural en el portal de la Presidencia Municipal junto con El Fisgón,
caricaturista de La Jornada, “mientras que los alrededores de la plaza principal
fueron cubiertos con una variada colección de murales menores” y en “lo que
entonces era un restaurante, frente al mercado”, apareció un mural grande y
complejo que contaba la vida y hechos de “El Tepozteco”.32
Si bien la palabra tomó por asalto muchos espacios comunitarios, es el mu-
nicipio, como institución de poder y referente simbólico, adonde se dirigieron
los propósitos internos del movimiento, primero en el mitin del 18 de marzo de
1995 y posteriormente como el espacio físico en disputa para lograr la cohesión
de Tepoztlán ‘...que sabe cómo escuchar para tener el derecho de ser escuchado...’, con el lado
derecho, que mostraba la corrupción y deshonestidad del gobierno estatal. Muchas, si no es
que todas las portadas utilizan la táctica mexicana, consagrada con el tiempo, de los ‘ídolos
tras los altares’”.
31
“Tepoztizo” es la denominación que en términos despectivos se le da a las personas
que no nacieron en Tepoztlán, pero que viven permanentemente ahí y que durante el mo-
vimiento contra el club de golf tomó forma en una suerte de reconocimiento de “ciudadanía”
por adopción.
32
Las citas son de Robert Wahrhaftig (2003:3-4). Este mismo autor nos refiere que: “Los
tepoztecos encontraron muchas formas para expresar visualmente su oposición al proyecto del
club de golf y, significativamente, ahora, seis años más tarde, estos murales permanecen. Las
paredes de Tepoztlán son memoria viva: conservan la información, ‘olvidan’ otra y, más aún,
la modifican al paso del tiempo”.
72
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
33
Alejandro Morales fue, hasta que se convirtió en candidato a la presidencia municipal,
empleado del programa de “Crédito a la palabra” en Morelos, así como presidente de la
asociación de jitomateros y sembrador, con un grupo de ecologistas, de jitomate orgánico en
terrenos “prestados” del club de golf. También participó activamente en contra del proyecto
de tren escénico que promovía el entonces gobernador Riva Palacio. Gobernador que para
imponer su proyecto centró sus ataques contra el presidente municipal, el MVZ Flores Ferrara
(1991-1993), la Coordinadora Democrática Tepozteca (CDT), los comuneros y el Partido de
la Revolución Democrática.
34
En su campaña para gobernador, Jorge Carrillo Olea insultó públicamente al priísmo
local, le llamó, entre otras cosas, “rufián” al presidente del PRI local y, según él, dio por ter-
minado el “cacicazgo vestido de mujer” que tenía su origen en comerciantes y restauranteras.
El PRI local, como decíamos, quedó dividido y más tarde “desmantelado” por Carrillo Olea
para imponer la candidatura de Morales, desplazando a la mayoría del PRI local y al Comité
de Mujeres Tepoztecas o Grupo de la Mujer Tepozteca (Las Chimostecas) hacia el Comité de
Unidad Tepozteca.
35
En las elecciones de 1994 en Tepoztlán se empadronaron 15 000 ciudadanos, de ellos
casi 9 000 participaron con su voto. De ésos, 4 729 apoyaron a Alejandro Morales; 3 212 a la
doctora Adela Bocanegra y 895 a Javier Olivares del PARM. Cabe destacar el rasgo competitivo
de estas elecciones en comparación con la disputa por la presidencia municipal de 1991, que de
10 000 empadronados sólo 2 923 votaron; 1 546 a favor del candidato priísta, Flores Ferrara;
1 045 por el candidato del PRD, Rojas Ortiz; 113 por el del PARM y 100 por el del Partido del
Frente Cardenista para la Reconstrucción Nacional.
73
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
(se dice que hasta con amenazas familiares), el líder de los comuneros, don Abra-
ham López,36 traicionó al pueblo apoyando el proyecto del club de golf.
Previendo lo que iba a suceder, el 20 de agosto “alrededor de 1 000 habi-
tantes de Tepoztlán unidos en asamblea advierten que de realizarse el proyecto,
el único responsable sería el presidente municipal Alejandro Morales por no
convocar a consulta pública” (Munguía y Castellanos, 1997:76). El 24 de agos-
to de 1995 se consuma la traición a los tepoztecos por parte de la mayoría del
cabildo, encabezada por el presidente municipal, que presionado directamente
por el gobierno del estado, sin convocatoria pública como estipula la ley, en un
local fuera del ayuntamiento y en ausencia de los dos regidores de la oposición
(cuando el voto debe ser unánime en estos casos), aprobó el cambio de uso del
suelo solicitado por la empresa KS y autorizó una licencia provisional de cons-
trucción “a cambio” de que la empresa diera un informe pormenorizado de
las obras para así hacer estimaciones de los pagos de derechos al ayuntamiento
(Monroy, 1995:17).
Sin embargo, el presidente municipal desestimó la fuerza de la oposición al
club de golf al decir que “los 40 que vienen reuniéndose, poca capacidad de con-
vocatoria tendrán”... El mismo 24 de agosto a las 17:05 horas, las campanas del
templo de la Santísima Trinidad repicaron y repicaron, seguidas por las campanas
tocadas por los mayordomos de los templos de los ocho barrios de Tepoztlán,
incluida la del monasterio de la Natividad. A las 18 horas, más de 4 000 habi-
tantes se encontraban frente al Palacio Municipal, la decisión fue unánime: ante
la traición, se montó una guardia continua frente al Palacio.
36
Don Abraham López era un anciano dirigente, con una larga historia de participación en
la Confederación Nacional Campesina (CNC), pero también en la defensa de ciertos intereses
de los ejidatarios y comuneros.
74
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
de campana en todos los barrios, a las cuatro se llamó y vino mucha gente, no se
esperaban porque dijo el Ayuntamiento cómo van a hacer una asamblea con 40.
Ellos se fueron con la finta de que los que más nos juntábamos éramos como 40,
entonces por eso estaban seguros y éramos un montón, se llenó la explanada y
el zócalo y se tomó el Palacio (entrevista a Caritina Ortiz, 1995).37
37
Doña Cari, como le dicen, es integrante de las CEB, participa activamente en su barrio
“La Santísima”, fue obrera por casi 30 años y encabezó una huelga en la fábrica donde traba-
jaba, “Cartuchos SA”, por la que fue expulsada. Durante el movimiento contra el club de golf
participó activamente en las guardias, marchas y cuanta actividad se promovió.
38
En esta experiencia quedan rebasadas las dicotomías como las de Ferdinand Tönnies
(1990), entre la Geeminschaft (comunidad) y la Gesellschaft (asociación) en tanto tipos ideales,
ya que destaca la construcción de diversas identidades (Melucci, 1999:260; Wolf, 1987).
75
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39
En ese mismo testimonio la doctora Adela Bocanegra (entrevista, 1996), hija de un
héroe del pueblo, que gracias a su participación en el Batallón 201 en la Segunda Guerra
Mundial, le fue concedida la construcción de la escuela secundaria que lleva el nombre del
ilustre contingente, decía como balance a “toro pasado” del CUT: “Ahora los grupos políticos
ya están cada quien por su lado, hemos aprendido que los partidos políticos son secundarios
ante la vida de un pueblo y todos debemos trabajar juntos y la gente de los grupos es consciente
que se puede trabajar juntos, tal vez ahora es el momento electoral. Era necesario entrar a las
elecciones para avanzar”.
76
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40
Lázaro Rodríguez es ecologista, dirigente del grupo “Los Tejones”, activista del CUT.
Fue electo en su barrio, Santo Domingo, para ser parte de la planilla votada para formar el
Ayuntamiento Libre y Constitucional. Él encabezó las votaciones, por lo que ocupó el cargo de
presidente municipal (de facto). Posteriormente fue electo bajo el mismo mecanismo y presidió
el ayuntamiento de Tepoztlán de 2000 a 2003.
77
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41
En realidad el convenio ya existía porque era un prerrequisito para que el ayuntamiento
autorizara el cambio de uso del suelo. Con los permisos aparentemente resueltos, la empresa
había empezado a contratar gente del municipio, 300 según se decía entre la población de
Tepoztlán (Monroy, 1995).
78
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
de Milpa Alta, DF–, fue interrumpido por los cohetones y las campanas de la
iglesia principal, la de la Natividad, y posteriormente por el constante repique
en toque de alerta del conjunto de las iglesias del pueblo.
Por distintas calles, como hormigas, subieron más de 1 000 tepoztecos arma-
dos de palos, aunque destacadamente se incorporaron los jóvenes. Los granade-
ros fueron enfrentados a golpes, con piedras, palos y mucho valor. Ellos dirían
después que los atacaron con los niños por delante, el pueblo negará la versión
y entre sonrisas confirmarán que “El Tepozteco”, el héroe mítico cultural, en
su común representación como niño, los acompañó desde ese momento. Los
escudos de granaderos y otros “utensilios” de la represión serán transformados
en juguetes para los niños.
Los pocos asistentes a la asamblea de “comuneros” corrieron y algunos que
sí eran tepoztecos se unieron al pueblo. También huyeron los traidores, el pre-
sidente municipal y el anciano don Abraham. La gente detuvo a cinco altos
funcionarios del gobierno del estado y a la presidenta local del PRI, que fue
alcanzada cuando saltaba tecorrales tratando de huir. Los llevaron al palacio
municipal y los enfrentaron a una masa de miles de tepoztecos enardecidos
que, sin embargo, guardó la disciplina, atendiendo al mensaje de sus dirigen-
tes, que les recordaron sus antecedentes de lucha. De esta manera, “el espíritu
de Fuenteovejuna” sólo rondó el ambiente para ser sustituido por instantáneos
juicios políticos, claras negociaciones y pruebas de fuerza. Se mantuvo así, una
suerte de asamblea permanente frente al palacio municipal; a lo largo del día se
recibieron múltiples apoyos de los ex obreros del ingenio Emiliano Zapata, de
trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco,42
de vecinos de Milpa Alta y Yautepec, entre otros.
Se negoció, en el momento, la salida de toda policía de Tepoztlán y se pidió
la renuncia del presidente municipal. Más tarde, ante una comisión negociadora
integrada por una representación plural de diputados del estado se planteó –en
la madrugada del 5 de septiembre– devolver a los funcionarios a cambio de
la desaparición de los poderes municipales, que los diputados turnarían a las
42
El 10 de septiembre en Tepoztlán, entre otras, se anunciaron las declaraciones del rector
de la UAM-Xochimilco, Jaime Kravzov, de que podía “afirmar categóricamente que en ningún
caso se ha llevado a efecto estudio alguno de carácter específico en relación al mencionado club
de golf ”, por parte de la UAM-Xochimilco.
79
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80
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46
La prensa local se comportó en términos especialmente retrógrados y amarillistas. La
prensa nacional en realidad no mostró un mayor interés más allá de lo folklórico del caso. Una
destacada excepción fue la revista Proceso, que realizó una investigación importante sobre la
empresa KS.
47
El 6 de septiembre de 1995 el PRD rechazó oficialmente la construcción del proyecto
del club de golf, “promovido por la empresa Tzematzin, perteneciente al grupo KS, a partir de
un estudio ambiental en donde este partido señala las condiciones y restricciones que se deben
observar para evitar deterioro ambiental con la realización del proyecto”. El 7 de septiembre
“Cuauhtémoc Cárdenas, en un mitin realizado frente a la presidencia municipal, expresa su
solidaridad y la del PRD con la comunidad tepozteca y la defensa que hace de su patrimonio”
(Munguía y Castellanos, 1997:78-79).
81
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48
Como decía Walter Benjamin (1978:194), en la conciencia colectiva ciertas imágenes
hacen que lo nuevo se confunda con lo antiguo. Imágenes, deseos imaginados, y mediante éstos
la colectividad busca explicar la imperfección de la sociedad.
49
Puede decirse que el movimiento va construyendo una identidad que aparece como “pro-
pia” o preexistente porque se sustenta en una cultura particular. “Los caminos de la resistencia
forman una intrincada red de estrategias que ocupan un amplio espacio en la cultura y en la
vida cotidiana de los pueblos indios” (s.n). Cultura de resistencia “que no es inmovilidad sino
adopción de los cambios indispensables con el fin de permanecer” (Bonfil, 1989:191).
50
El PRD local le propuso directamente a Adolfo Aguilar Zinzer que renunciara a la
diputación que había obtenido bajo las siglas de ese partido, “al fin que tú no quieres al PRD”,
a favor de Adela Bocanegra (su suplente) y así ella pudiera protegerse con el fuero contra las
órdenes de aprehensión giradas en su contra. Según cuentan, hasta le ofrecieron que podría
mantener la dieta..., como era de esperarse, ni siquiera contestó la propuesta (Proceso, núm.
992, México).
82
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51
Son los mayordomos quienes tienen el resguardo de los templos y los que concentran
una importante autoridad moral.
52
Puede parecer contradictorio hacer referencia al quehacer cotidiano para hablar de pro-
tagonismo de las mujeres; pero precisamente la “publicitación” de lo privado politiza de otra
manera lo “público”. Hay que ver además este proceso en términos del papel de la “resistencia”;
para ello, consúltense los textos de James Scott (1997 y 2000) y la cuestión del poder desde la
vida cotidiana puede verse en el trabajo de Gabriel Torres (1994).
53
Nuvia Balderrama (entrevista, septiembre de 2004), joven integrante del movimiento,
estudiante de psicología en la UAEM e integrante del Coplademun, plantea que el movimiento
trajo “consecuencias” por los cambios que generó: “Sí [...], de repente se me hace que ha
sido como romper reglas y esto trajo muchas cosas. Una, se formaron nuevas relaciones de
pareja o se hicieron nuevas formas también de familia y la otra es que también hubo desin-
tegración familiar por estas cuestiones, hubo muchos divorcios, mucha gente por ejemplo
sí se espantó y lo que hizo fue irse a estudiar a otro lado, lo utilizó como pretexto para irse a
trabajar a otro lado, muchos se fueron a trabajar a Estados Unidos, si antes se iba el esposo
se quedaba toda su familia, pero a pesar que se pueda decir de estos cambios como negativos
que mucha gente lo pueda ver, muchos de los divorcios eran necesarios, esos cambios, las
consecuencias que trajo, muchas mujeres se liberaron de verdad, y yo pienso que también
los hombres, porque por lo regular cuando uno dice divorcio o desintegración familiar uno
piensa en la mujer, pero también los hombres vivieron esos cambios, eso es para mí si pienso
en los cambios profundos que tuvo el movimiento, fue la cuestión familiar, de pareja, de las
formas de vida, etcétera”.
83
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El efecto más profundo del movimiento contra el club de golf, y por profundo
me refiero a aquellos procesos que cambian la forma de ser, de vivir, fue la forma
de participación pública, esa sí fue una marca muy fuerte, porque antes de este
movimiento, en los anteriores movimientos la participación sólo se delegaba a
ciertos grupos de activistas, que por lo regular eran de personas mayores y en
este movimiento de “No al club de golf ”, la participación más extensa fue de
jóvenes, tanto de hombres como de mujeres; eso en la participación pública fue
lo que más se notó. Un cambio también fundamental fue que las mujeres partici-
paron de otras formas, no solamente de ir y estar ahí, sin opinar, sin involucrarse
por ejemplo en las actividades que se hacían de organizar las marchas, en hacer
pintas; la participación de las mujeres fue más fina. Es un cambio profundo el
participar de estas mujeres que eran jóvenes, adultas y ancianas, porque muchas
de estas personas en su vida habían estado en un movimiento así, y sin en cambio
84
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lograron hacerlo, lograron romper un rol de que por ejemplo sólo tenían que
estar en su casa, si se enteraban de que estaba lo del club de golf, pero desde
su casa, no podían ir y opinar “No al club de golf ”; de hecho, nada más salir
de sus casas representó algo distinto. Por ejemplo, para las mujeres casadas
fue un cambio muy profundo. Para mí como mujer fue lo que más me movió,
la participación de las mujeres en las diferentes actividades que había en este
movimiento, y que además tomaron decisiones, o sea ellas podían opinar y decir:
“No, mejor vamos a organizarnos de esta forma para recibir a tal caravana o de
la otra”. Las mujeres eran las que organizaban como muy desde adentro de que
si venía una caravana, que si iba un grupo de apoyo, cómo se iba a recibir, con
qué comida..., toda esa organización; lo otro que cambió es que los hombres
las dejaron, o sea como que también los hombres de alguna forma se quitaron
como ese peso histórico de que por ser fuertes, por ser los que traen el dinero,
etcétera, ellos eran los que tenían que decidir. Se cambió un poquito o un mucho
(entrevista a Nuvia Balderrama, septiembre de 2004).
Durante el tiempo que duró el movimiento en contra del club de golf, las for-
mas organizativas se multiplicaron y tomaron diversos referentes con un claro
sentido de territorialidad, entre las más notables destacaron las barricadas. El
85
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86
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vendrán hombres a ofrecerles las mieles y a disfrazarles las cosas para que no
las conozcan...”.54
Días después de la gran movilización del 3 de septiembre, entre el 7 y el
8, cuando hay que subir a venerar al cerro del Tepozteco,55 “por primera vez
desde que tiene memoria el pueblo”, se decidió en asamblea que sólo subiera
una comisión para no descuidar las guardias y las barricadas. Las tradiciones
fueron puestas así al servicio del movimiento.56
Las barricadas colocadas en cada una de las entradas al pueblo para dar
seguridad fueron muy efectivas en ese sentido, pero a la vez brindaron un punto
de concurrencia organizativa y de sentido de fuerza colectiva, especialmente
para los jóvenes.57 Además, se convirtieron en uno de los símbolos del com-
54
El mito del Tepozteco es uno de los referentes simbólicos más importantes para los tepoz-
tecos, no sólo porque representa la conformación de la toponimia misma del pueblo, y es parte de
su mito de origen, sino porque aparece, a lo largo de la historia de la comunidad, y en particular
en el movimiento contra el club de golf, con un papel central en la definición política de corte
épico de la comunidad (véanse Corona y Pérez y Zavala, 1998 y 1999; Castañeda, 2003). El
Tepozteco representa a la vez la identidad construida en torno al particular mito de un “héroe
cultural”, “El Tepozteco”, que como dice Víctor Hugo Sánchez Reséndiz (2003:113 y ss.),
tiene continuidad hasta el mito construido en torno a la figura de Emiliano Zapata y permite
hacer coincidir la historia mitológica y las hazañas de esos héroes culturales con la historia
general, al darle un sentido de continuidad, ascendente y progresivo. Sobre los rasgos del mito
del “héroe cultural” es muy interesante el análisis de J.A. Bech (2004:165 y ss).
55
Ya en un estudio en 1993, Lomnitz (1999:84) observaba que parte de los estereotipos
“refirman el linaje (indígena) del pueblo ante el discurso nacionalista dominante”.
56
Yolanda Corona y Carlos Pérez y Zavala (1998:39) plantean al respecto que la “existencia
actual de los tepoztecos es atravesada poderosa y sutilmente por una historia primordial que
conmemora y revive continuamente su pasado mítico” y refiriéndose al movimiento contra el
club de golf agregan; “podemos considerar que su lucha es un ejemplo claro de un movimiento
en que la acción colectiva está guiada por un sistema simbólico, una cosmovisión preñada
de elementos míticos y religiosos que avalan su conducta”.
57
Nuvia Balderrama (entrevista, septiembre 2004) plantea al respecto: “Los jóvenes es-
tábamos bien metidos, no dormíamos, hacíamos guardias, ayudábamos en la cocina a traer la
comida, estábamos en los boletines de prensa, en las mantas, en las pintas, estábamos realmente
convencidos y creídos de que hasta donde fuera [...], en ese momento era de ‘Patria o Muerte’,
me acuerdo de que hasta nos poníamos a pensar en estrategias para defendernos, o sea, qué
íbamos a hacer si llegaban los granaderos, la policía, qué íbamos a hacer si alguien rompía un
retén y se metía a fuerza...”.
87
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Los colonos de Huilotepec, una de las colonias del pueblo de Tepoztlán, rela-
taban: en una ocasión, a una familia de apellidos Azpe Armella los paramos en
el retén para que se identificaran y, sólo se rieron de nuestra orden. Entonces
les dijimos: “esto va en serio y riéndose se pueden amolar”. Uno de ellos se
puso serio, se identificó y lo dejamos pasar, por eso nos dimos cuenta de sus
apellidos. Ellos son gente prepotente, que no cooperan con la comunidad y por
la forma de comportarse, pareciera que no tienen educación; aunque debemos
aceptar que la esposa de Azpe Armella regresó a la media hora a disculparse.
Tepoztlán está lleno de tanto influyente, que a veces nos preguntamos si toda-
vía la tierra pertenece a los tepoztecos o sólo nos queda la dignidad y parte de
nuestra historia...
Otros casos se sucedieron con diputados que venían armados, pero uno
de los casos más sonados fue el enfrentamiento en torno al helicóptero que
tuvieron los tepoztecos con la guardia también armada del entonces gobernador
de Puebla y ex secretario de gobernación, Manuel Bartlett. Pero fueron mucho
más comunes las muestras de solidaridad, como por ejemplo, la nieta del general
Zapata, una nieta de Nicanor, llegó a apoyarlos con un teléfono celular.
No somos dueños del retén, sino el pueblo; pero no queremos que ninguna
otra persona venga a mandarnos.58
58
“Los colonos de Huilotepec, también somos dignos de esta historia”, testimonios recogidos
por Sonia Pulido y Carlos Cuellar (1997:4-5).
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¡No! es tiempo de basta, sí, ya basta de tantas humillaciones hacia los tepoztecos
de los ricos. Primero un tren, después un teleférico, ahora un tal club de golf
y no sólo esos, sino que 800 casas, centros comerciales y no sé que tantas cosas
más. Sí, ya estamos hartos; ahorita eso, después van a querer hacer una ciudad.
Además destruyendo la naturaleza..., el paisaje tan hermoso que tiene Tepoztlán.
A todas las personas que tal vez están viendo este dibujo, tan sólo les digo algo:
que analicen antes de hacer algo: no venderse por unos cuantos pesos y pensar
en su pueblo y no en su interés personal ¡No al club de golf!”
59
Víctor Manuel Toledo (2000) refiere la lucha de los tepoztecos como la de un ecologismo
constructor de sentidos para una modernidad alternativa ante la crisis civilizatoria actual.
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Los grandes aliados del movimiento de Tepoztlán contra el club de golf fueron,
sin duda, los grupos ecologistas, tanto de los ámbitos regional como nacional e
internacional. En especial: el Taller Espacio Verde, el Grupo de los Cien (que
calificó el proyecto de KS como ilegal, antidemocrático y antisocial), el Colectivo
Ecologista de Jalisco, el Pacto de Grupos Ecologistas, el Comité Nacional para
la Defensa de los Chimalapas, los Concejos Nahuas del Alto Balsas o grupos
como Greenpeace-México,60 unidos a los grupos ecologistas de Estados Unidos,
Sierra Club, Greenpeace-USA, Friends of the Earth, California Public Interest
Group, Peoples for Parks y Corporate Accountability Research Group, entre
otros. Ellos fueron los que dieron a conocer el nombre de la empresa trasna-
cional: GTE, ligada al proyecto de KS, a la vez que descubrieron que la partici-
pación de 70 millones de dólares de parte de esa empresa era para establecer
un centro de documentación electrónico para toda América Latina al servicio
del Departamento de Estado de Estados Unidos.
También los grupos ecologistas de Estados Unidos y Canadá fueron los
que iniciaron una campaña en contra de esa empresa, que trajo consigo una
temprana carta de renuncia unilateral de GTE Data Services al proyecto de KS,
planteando que se sentía engañada porque le habían informado que había pleno
acuerdo de parte del pueblo. Otro importante apoyo a la causa del pueblo fue el
60
La Dirección de Comunicación Social del estado de Morelos planteó en un comunicado
que Greenpeace-México se había retractado de su apoyo a la causa del pueblo de Tepoztlán.
Los ambientalistas desmintieron al gobierno en la televisión y denunciaron la guerra “sucia”
contra el pueblo tepozteco y su causa justa. Este hecho le permitió tomar a Greenpeace una
relevancia que no había logrado con anterioridad.
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
del empresario Jack Nicklaus, propietario del Golden Bear Cours Managment
(empresa especializada en campos de golf).
Todos estos vínculos de apoyo se establecieron a una gran velocidad por medio
de internet, pero también como producto de los contactos externos de Tepoztlán
por medio de los llamados tepoztizos. El resultado, en cuanto a las alianzas, fue
la creación de una importante “red” de diversas “redes”,61 que en términos del
pueblo representó una escuela práctica de internacionalismo y la ubicación de su
lucha en una escala mundial, como expresión positiva de la permeabilidad entre
fronteras y de las nuevas herramientas de lucha producto de la globalización de
las informaciones.
Jugando siempre en el espacio de la historia y sus expresiones simbólicas, el
15 de septiembre de 1995 fue convocado un mitin muy singular (puede decirse
que al estilo tepozteco), ya que el pueblo –a pesar de las difíciles condiciones que
vivía, se propuso dar de comer a todos los concurrentes. Se calcularon más de
cinco mil asistentes; los contingentes más numerosos vinieron de Tlayacapan,
Cuautla, Tetela, Oacalco, Cuernavaca, Yautepec, Tlaltizapán, entre otros pueblos
de fuerte raigambre zapatista. También asistieron intelectuales y artistas que,
como Ofelia Medina con un ¡Zapata Vive!, recordaron la lucha de los indígenas
chiapanecos y su hermanamiento con la lucha de los tepoztecos. Por su parte,
Carlos Monsiváis diría que sentía muy cercana la posibilidad del triunfo de este
pueblo... “si sobrevivía a los discursos”...
Precisamente uno de esos largos discursos presentaba a los visitantes una
síntesis de la lucha política de los tepoztecos y cómo ligaban los combates épicos
del héroe mítico Tepoztécatl con las reivindicaciones de Emiliano Zapata y el
movimiento contra el club de golf:
Hemos asestado un golpe mortal, parando las obras del club de golf, hemos
igualmente destituido a nuestras autoridades municipales por corruptas. Damos
la más cordial bienvenida a todos los pueblos de Morelos y del DF y del Estado
de México que nos acompañan en una lucha sin cuartel contra el grupo KS, que
es el monstruo de las mil cabezas. Nuestro Tepozteco de antaño nos ha dicho
claramente ¡hombres de esta comarca!, no se dejen engañar por luces que son de
estrellas, puesto que son de luna, nuestro pueblo es valiente, tiene el corazón
61
Sobre este tipo de formas organizativas de los llamados “Nuevos movimientos sociales”,
véanse Castells (1990) y Borja y Castells (1998).
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de temple, no se crean de las mieles que les ofrece KS porque los empalagan, no
permitan la construcción de algo que no es del pueblo porque si lo permiten será
el mismo pueblo el que pedirá su corazón para saciar la ira de nuestros dioses
Ometochtli, Tonatiuh, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl. Así como el Tepozteco
destruyó al monstruo de las mil cabezas que era el Xochicácatl devorador de
hombres, nosotros hemos asestado la puñalada final para la muerte de este
monstruo que significa el grupo KS patrocinado por Francisco Kladt Sobrino.
Hemos demostrado al pueblo entero, al país y a los países hermanos del mun-
do, que Tepoztlán ante todo tiene dignidad, tiene hombres y mujeres, jóvenes,
maestros, campesinos, que se han unido a la lucha para reivindicar lo que Zapata
nos legó..., luchamos por la tierra, por la justicia y por la libertad.62
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turas de poder para enfrentar una larga lucha. Demostrando una vez más su
capacidad organizativa y visión democrática, el 13 de septiembre la asamblea
general realizada en la explanada frente al palacio municipal63 decidió integrar
un nuevo Ayuntamiento inspirado en el espíritu original de los artículos 39 y
115 de la Constitución y en las leyes municipales zapatistas de 1916.64
El sábado 16 de septiembre de 1995 fue anunciada esta decisión en el mitin de
los pueblos, grupos, partidos y personas solidarias con la lucha de los tepoztecos
y el domingo 17, así como los días siguientes, ocho barrios, diez colonias y siete
pueblos en asambleas y por votación directa propusieron a sus candidatos para
formar un Concejo municipal provisional.
En esos días el diario nacional Reforma realizó una encuesta en 400 vivien-
das del municipio y la publicó el 16 de septiembre donde mostraba que 82%
de los tepoztecos y 70% de los llamados tepoztizos apoyaban al CUT y a la
decisión del pueblo de Tepoztlán en contra del club de golf. En contraste, ese
mismo día –irónicamente en el mismo periódico–, el gobernador Jorge Carrillo
Olea publicó una carta apoyando y comprometiéndose con los permisos para
63
El marco político que determinó la decisión de la asamblea fue el de una marcha ese
mismo 13 de septiembre en desagravio al gobernador y de repudio a los tepoztecos, orga-
nizada por el PRI, en especial por el ex gobernador Lauro Ortega, los diputados federales y
uno de los senadores morelenses, entre otros políticos, y a la que asistieron alrededor de 4 000
priístas de todo el estado. Este acto representó la reagrupación de las fuerzas del priísmo en
el plano local, que habían quedado fracturadas por la elección de Carrillo Olea. El tono de
los discursos en dicho acto fue de abierta guerra contra los tepoztecos, “politizando” de esta
manera el conflicto. La “salida” propuesta enarbolada por el gobernador era realizar una su-
puesta “consulta” popular, el nombramiento de un Concejo municipal provisional y una serie
de apoyos económicos y en obras para el municipio. El PAN acabó apoyando por medio de un
diputado la iniciativa de “consulta” del gobernador, proclamándose como un posible árbitro
y después, de parte del secretario general de ese partido en la entidad, apoyando directamente
la construcción del club de golf. En el caso del PRD, como ya mencionamos, sus dirigentes
locales, casi sin excepción, se colocaron al lado del pueblo tepozteco y a escala nacional fue
muy importante la solidaridad de la Comisión de Medio Ambiente y Política Urbana de ese
partido, encabezada por Laura Itzel Castillo.
64
Por las referencias hechas en los actos me parece que se puede aplicar la máxima política
que plantea Adolfo Gilly (1971:237) para el movimiento zapatista en el caso de los tepoztecos:
“[...] las conquistas de la experiencia y de la conciencia pueden quedar cubiertas y vivir subterrá-
neamente por todo un periodo, pero son las únicas que nunca se pierden”.
95
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65
También fue importante para romper el “cerco informativo” la internacionalización del
conflicto: en diversos actos se contó con la presencia de la CBS y en especial de la National Public
Radio (cuyo corresponsal vivía en Tepoztlán); el “golpe” mediático de Greenpeace (referido
con anterioridad); la difusión en Estados Unidos y en México, primero por el semanario
Corre la voz del PRD (7-13 de septiembre) y el domingo 10 de ese mes por la revista Proceso,
donde se evidenciaban las intenciones de GTE (la empresa telefónica más importante con base
en Estados Unidos y líder mundial en telefonía celular) y el ocultamiento que de ello habían
hecho tanto el gobierno del estado como la empresa KS.
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La idea del municipio que se quisiera es que tenga mayor libertad en sus acciones,
menos controlado por el gobierno del estado, normalmente todo lo controla el
estado, el agua, el registro civil, la recaudación de rentas, los impuestos federales
y después nos devuelve una cantidad que no va en proporción a lo que pudiera
ser el trabajo. En el aspecto político igual, la imposición de los partidos del
PRI, del PRD, o cualquiera otro, igual hace su voluntad. Nosotros no venimos
de ningún partido, por ejemplo, el presidente no pertenece a ningún partido,
en mi caso tampoco pertenezco a algún partido, la mayoría tampoco. Desde
que tengo 18 años nunca he votado, porque eso es una burla. Nunca he estado
condicionado. Tenemos que construir un municipio como el de los tiempos de
Zapata... (entrevista a Julián Ayala, 1995).
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se aprovechó para tener gente del pueblo que los apoyara. Entonces el Concejo
Provisional estuvo encabezado por gente de San Juan y la cosa siguió evolucio-
nando bien respecto a las negociaciones que se entablaron con el gobierno del
estado para solucionar esto, porque se dio cuenta que no éramos cien perredistas
revoltosos, como lo manifestó, que nos oponíamos a un proyecto nefasto. Se dio
cuenta cuando la votación del Ayuntamiento Libre y Constitucional que no iba
a poder imponer el proyecto, porque el pueblo se estaba movilizando de una
forma manifiesta y estábamos haciendo las cosas legales más o menos bien a
pesar de que había dicho que ese proyecto se iba a dar a como dé lugar; empezó
a ceder (entrevista con Adela Bocanegra, 1995).
Con este apoyo abrumador, la más alta votación de la historia del municipio,
el Ayuntamiento Libre, Popular y Constitucional en los días que siguieron y
hasta 1996, representó un ejercicio de poder autonómico, que puede decirse
se convirtió en un referente de las luchas municipalistas de todo el país y pre-
cisamente al construir la autonomía desde lo cotidiano le dio al movimiento
una renovada perspectiva, en el sentido directo de lo que muchos tepoztecos
denominaron como “poder popular”.
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ron, y para seguir la secuencia de la lucha, los diálogos con el gobierno, que
por un lado, no nos reconocía y por el otro, no nos mandaba el presupuesto,
pero la lucha se dio... En ese entonces hubo menos delincuencia, no teníamos
policía, la policía era comunitaria, eran jóvenes voluntarios, pero igual con un
garrote andaban, por ahí hubo un caso de robacoches, que toda la noche los
anduvieron correteando, se escondían, hasta que los atraparon, de esa manera
ya no entró gente a Tepoztlán a hacer algún ilícito, afortunadamente en ese
entonces no se “chupó” mucho, ahorita pensándole, pues no. En las tienditas
no se vendía alcohol, decían apoyamos al movimiento, no se vende alcohol, así
decían los letreros. Sí se respetó mucho eso, ahorita ya se está dando el auge
desgraciadamente como en todo el país, pero en el movimiento no se dio, eso
nos ayudó mucho (entrevista a Ricardo Castillo, 2003).
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A los tres primeros presos se les culpó de la muerte de Pedro Barragán, tío del
Presidente municipal destituido. Los jóvenes usaban como armas palos, los
balazos pegaban en las piedras y los jóvenes se cubrían atrás de un tecorral.
Pasaban zumbando las balas. Un testigo dice que vio cuando disparaba su
hermano del difunto, Sr. Félix Barragán, alias El Chicharrón. Empezó esta
pugna porque un grupo de personas... se empezó a agarrar de encargo a Rocío
Ortiz que es la suplente del Diputado Federal del PRI por Tepoztlán, porque
ofendía mucho a las personas que estaban contra el club de golf; ella tenía un
puesto en el mercado y un día le recogieron su puesto y lo llevaron al municipio,
ella habló con el Ayuntamiento y se lo entregaron. Un día en la noche se citó
a la gente temprano para ir a quitar de nuevo el puesto, ella lo sabía y al día
siguiente estaba preparada con su pistola, como se vio en la foto que salió en
el periódico. Llegaron las personas y les dijo que ya venían sus amigos “Los
Ratones” que venían a protegerla y fue cuando llegaron ellos a echar balazos,
cuando vieron que la gente se juntó todos se fueron por el Callejón de Buena-
vista, los siguieron y fue allí donde realmente se vio que no hubo más muertos
66
“A Gerardo Demesa lo fueron a sacar los judiciales de las oficinas del SNTE, que se
burlaban de su amparo” (entrevista con Caritina Ortiz, 1996).
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porque los jóvenes no llevaban armas, que nada más se escondían atrás de las
paredes y de los tecorrales. Entonces este Pedro que era velador del mercado
estaba durmiendo y lo fueron a levantar, que estaban en problemas sus hermanos,
él se levantó y atravesaba, disparaban, y a él le tocó; lo dejaron tirado herido y
ellos le corrieron y ya fue la gente del pueblo que lo levantó, algunas personas
decían que lo dejaran, pero no, se lo llevaron al Centro de Salud. Los Barragán
eran los que tenían un puesto en el mercado de la Unión Ganadera que también
se lo destruyeron todo, pero de esto no se supo quién fue y también le echan
la culpa a los presos. Personas del pueblo recogieron los casquillos de las balas
y las entregaron, incluso Félix Barragán estuvo preso pero salió con poder de
judicial, le dieron su nombramiento.
Ellos siguieron amenazando gente por teléfono y siguió, hasta la fecha,
contando con el apoyo del gobierno. A Rocío le dio el gobernador su lugar en
el mercado de Cuernavaca. Esta familia empezó a tener actividad cuando llegó
Alejandro a la presidencia: su puesto en el mercado, este señor. Félix se acercó
a don Abraham y formaba parte de su planilla. Los Ratones, los de Huilotepec
no son Barragán.67
67
Por el tipo de denuncia no puse el nombre del informante.
68
Los escritos anónimos señalaban que el CUT sólo buscaba obtener prebendas políticas y
económicas (Munguía y Castellanos, 1997:79).
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cero de Morelos, único general brigadier carrancista “que nunca había ganado
una batalla” y que sólo había destacado en la represión, los asesinatos masivos,
las deportaciones y la organización de la delincuencia oficializada (haciéndole
los honores al verbo, “carrancear”, obtuvo su grado de general de división). En
esta línea, el gobernador Carrillo Olea hizo gala de su incapacidad política, acos-
tumbrado a mandar pero no a gobernar, racista (se refería a los tepoztecos como
“indios guarachudos”), con un equipo prepotente y soberbio que presumían,
como su secretaria de ecología, Úrsula Oswald, de su “influyentismo”.
El CUT acusó al gobierno estatal de “manipular a la opinión pública y tratar
de dividir y doblegar al pueblo de Tepoztlán, rompiendo los acuerdos que se
habían tomado luego de las pláticas en la Secretaría de Gobernación”. El gobierno
acusaba a su vez al CUT de ser intransigente, por lo que además de nombrar
el Concejo Municipal por su cuenta, no instaló las oficinas del Registro Civil,
el Servicio Militar Nacional y el Ministerio Público en la cabecera municipal,
sino que intentaron ubicarlos en la ayudantía municipal del pueblo de Santa
Catarina, lo cual contravenía también los acuerdos suscritos por el gobierno y
el Comité de Unidad Tepozteca.
El gobernador enfiló duras críticas a quienes desde la federación clausura-
ron temporalmente los trabajos de construcción del club de golf. Y logró, días
después de la clausura, el 14 de septiembre, un “acuerdo” con Julia Carabias,
directora del INE y posteriormente secretaria de la Semarnap, que se compro-
metió a “dejarle al gobierno del estado la responsabilidad de proteger (sic) el
corredor ecológico Ajusco-Chichinautzin [...] por la importancia que tiene
para los acuíferos de la entidad, y donde 13 000 de sus 50 000 hectáreas están
deforestadas” (Monroy, 1995:157).
Los tepoztecos reforzaron los argumentos ambientales, decidieron crear
un Comité Técnico para debatir con las comisiones correspondientes de las
cámaras de Diputados y Senadores (esta última presidida por Heberto Castillo
del PRD), y desarrollaron una campaña más allá de los límites del estado de
Morelos. Asimismo, buscaron nuevos aliados en la perspectiva de la defensa
de los recursos naturales; por ejemplo, el 13 de octubre de 1995 por la noche,
realizaron una reunión abierta, de masas, del cabildo, con la participación de
personas de todo el municipio y en ella recibieron a 400 campesinos de pue-
blos y ejidos de la zona oriente de Morelos, que llegaron en una marcha para
mostrar que estaban en pie de lucha contra el proyecto de la construcción de
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69
Vale la pena recordar sobre este tipo de experiencias lo que decía el investigador Arturo
Warman: “Los zapatistas no sólo habían peleado por la tierra sino también por ejercer el dominio
sobre el territorio por medio de la comunidad libre [...] Los mecanismos de esta democracia
campesina se alejaban con firmeza de los de la democracia parlamentaria y se fincaban en la
pequeña corporación autónoma capaz de actuar” (Warman, 1976:117-118).
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Muerte y vida
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Como dicen los tepoztecos, triste es decirlo, pero la muerte de Marcos Ol-
medo dio vida a la victoria del pueblo de Tepoztlán contra el club de golf. No
obstante, el movimiento tuvo que seguir en pie de lucha para lograr su pliego de
demandas, que en ese momento era: a) libertad inmediata e incondicional de los
presos; b) anulación de más de 100 órdenes de aprehensión; c) desistimiento por
parte de KS, mediante un documento firmado y avalado por el gobierno estatal,
la Semarnap y la Profepa, comprometiéndose a no construir el campo de golf o
proyecto parecido, y que se respetara el proceso de recuperación de las tierras
comunales; y d) castigo a los autores intelectuales y materiales de la emboscada
del 10 de abril y asesinos de Marcos Olmedo.
La autonomía en la encrucijada
Sin embargo, después del desgaste de un año y seis meses en movimiento en las
asambleas se consideró que era pertinente legalizar el movimiento socio-político
70
Donde se ve cómo una camioneta de la policía atropella..., a un policía, y a los policías
agrediendo, así como su jefe desenfundando y disparando.
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Si ganamos, que consideramos debe ser así porque la gente se está organizando,
está haciendo su esfuerzo, todos los Comités de Barrio están haciendo lo suyo,
a cada Comité de Barrio se le asignó una comunidad para que fueran a hablar
con ellos, ya se integraron bastantes comunidades. A petición de las comuni-
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dades y de los dirigentes de las comunidades han dicho ¿si no ganamos qué?,
si ganamos pues muy bien seguimos fortaleciendo los Comités de Barrio para
una democracia horizontal y si no ganamos qué, creo ellos mismos han dado la
respuesta: si no ganamos de todos modos hay que seguir organizándose porque
lo importante no es ganar unas elecciones que en este caso nada más como
coyuntura surgió lo de las elecciones. Pero de hecho lo que urge en Tepoztlán
y así lo han manifestado ellos, es un Plan de Desarrollo Municipal, surgido y
elaborado desde las necesidades de los mismos afectados y en esa medida no
nos interesaría qué partido ganara o no ganara sino cumplir el desarrollo y
cumplimiento de ese Plan es un proceso muy lento, pero creo que va teniendo
forma. Desde el 10 de noviembre de 1995 el regidor de hacienda, Julián Ayala,
había previsto junto con otros compañeros este Plan de Desarrollo, pero dado
que el movimiento se desvió a cuestiones de la represión en Tlaltizapán se quedó
fuera y él enfermó de una enfermedad incurable, lo acabamos de enterrar el 11
de enero. Este Plan está en una etapa muy interesante, para eso parte del pueblo
está organizando un foro interregional que se llama “Desarrollo, reforma y auto-
nomía municipales” entre los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz,
Hidalgo y Morelos, tocante al intercambio de experiencias con los diferentes
municipios que han tenido una experiencia semejante a Tepoz y creemos que
después de eso, más lo que el pueblo decida en sus comunidades, porque una
parte positiva del movimiento es que en esta última etapa las elecciones se han
abierto hacia las comunidades, que han correspondido de una manera ejemplar.
Por eso creemos que este Plan de Desarrollo no es desde arriba, desde un inte-
lectualismo o desde un academicismo, sino es un proceso lento en el que todos
vamos aprendiendo y de hecho cualquiera lo podemos hacer, de los que estamos
arriba, en el sentido de que participamos como estudiosos de los problemas, pero
lo que más nos interesa es la concientización de los diferentes sectores sociales
de las comunidades que se inmiscuyan en este Plan de Desarrollo (entrevista a
Inocencio Rodríguez, 1996).
En la apretada guía programática anterior destacan diversos elementos que
hacen referencia en especial al fortalecimiento de una cultura política, centrada
en la democracia y preocupada en cómo hacer de ésta una práctica radical, esto
es, constitutiva de una sociedad local distinta.
A la vez, esta fase del movimiento utiliza su memoria, resemantiza sus princi-
pios de identidad para proponerse hacer política por medios distintos, todo esto
en un marco de contradicciones o identidades propias enfrentadas entre sí.
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de esta etapa está dado por la confrontación entre la muerte y la vida, concre-
tamente el asesinato a manos de “las fuerzas del orden”, un emblemático 10 de
abril, de uno de los integrantes del movimiento, pero también por la entrada
en una encrucijada de la experiencia autonómica, donde afloraron claramente
las contradicciones internas y las “salidas” que se buscaron tuvieron que ver
con una interesante combinación de la apropiación del territorio por medio del
sentido de comunalidad, en términos agraristas, y la elaboración, como ya se
mencionó, de un Plan de Desarrollo Municipal.
En el anterior sentido, se combinaron elementos que corresponden a la
composición de actores sociales integrados en un sujeto social con diferentes
“orígenes” o referentes de valores, reglas e imaginarios, que en vez de ser leídos
a la luz de las ya caducas dicotomías de “tradición-modernidad” y “asociación-
comunidad”, se pueden comprender en los términos de las teorías sobre los mo-
vimientos sociales contemporáneos. La evidencia expuesta y la rica combinación
y simultaneidad de formas y estructuras organizativas nos muestran que diversas
memorias “coexisten dentro del mismo fenómeno empírico y se convierten en
elementos activadores de la acción colectiva”. La “unidad” del movimiento
debe interpretarse entonces partiendo del reconocimiento de que se da entre
diversas identidades y a la vez pertenece a diferentes fases de desarrollo y por
ello representa en realidad una “red de relaciones” que constituyen la realidad
que aparece “sumergida” en el movimiento (Melucci, 1999:59 y 61).
Para Alberto Melucci (1999), paradójicamente hay que relevar la construc-
ción de las identidades colectivas71 en la formación de los movimientos. Esos
referentes que se consideraba estaban erradicados porque se suponía que los ac-
tores no pueden adoptar una identidad estable, son precisamente los que explican
tanto la lógica de los movimientos como el carácter de estos procesos, en tanto
no representan una acumulación lineal sino suponen un carácter discontinuo.
71
Enrique Laraña (1999:151 y ss.) nos habla de que en los análisis de los movimientos
sociales existe una confluencia teórica que apunta desde distintas perspectivas a la construc-
ción del paradigma de la identidad, que más tarde, en la década de 1990, adquiere forma en la
expresión: movimientos de la identidad.
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naturaleza de las ideas que impulsan a participar a los individuos hasta lograr un
consenso y una unidad “impensables” en el movimiento de Tepoztlán es, como
diría Enrique Laraña (1999:153), una mezcla entre las utopías milenaristas y las
socialistas y liberales, cuya meta finalmente es la búsqueda de identidad.
Entonces, nos parece fundamental tomar en cuenta las “expectativas”, lo
que lleva necesariamente al tema de la identidad. En primer lugar, tenemos las
crecientes perspectivas que abre la educación y, en general, el Estado benefactor,
cuya ruptura es evidente en las últimas décadas del siglo pasado. Éstas se ven
agudizadas con la posible “movilidad descendente”, producto de lo que podría
causar un megaproyecto como el que tratamos en este libro y que comparado con
su posición anterior genera un alto grado de incertidumbre (Melucci, 1999:64),
así como agravios acumulados y reencarnados.
Pero este modelo de análisis fincado en el descontento, que camina de la
frustración a la agregación de las inconformidades, tampoco explica cómo se
mantuvo la unidad y menos aún cómo lograron dirimir o generar sus opciones
los individuos para “decidirse” a una acción colectiva de las dimensiones del
movimiento de Tepoztlán. Más que una decisión “racional” de los agentes, es el
proceso mismo de la identidad colectiva, que pasó de las expresiones multitudi-
narias a la construcción de formas organizativas más institucionalizadas, el que
nos permite entender la construcción del sujeto. Por supuesto que la identidad
está referida a las necesidades inmediatas, a las experiencias organizativas, pero
sobre todo al uso de la memoria colectiva, a la forma de participación dotada
de significados y a diversos esquemas de construcción de las grandes utopías
(Zemelman, 2000), que a pesar de su desgaste desempeñaron un papel impor-
tante entre los tepoztecos.
En este sentido, puede concluirse que el movimiento –desde la identidad y
su memoria puesta en acción– no puede reducirse al modelo ideal de la racio-
nalidad instrumental o de los determinantes materiales, más bien su marco rei-
vindicativo es la mejor muestra de esta “unidad en la diversidad”. Recordemos,
como ejemplo, las determinantes ambientales en la lucha contra el club de golf,
pero también el despliegue de un autonomismo municipalista; pero sobre todo,
debemos darles la razón a aquellos que plantean que la intensidad y la calidad
de la participación de los individuos (Melucci, 1999:67) y grupos, así como
la duración de los compromisos colectivos, determinan en buena medida el
alcance de los movimientos.
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73
Lo que puede constatarse es que la leyenda toma forma en el hecho de que Tepoztlán es
una de las primeras comunidades reconocidas por Cédula Real.
74
La “aculturación” expresa aquellos fenómenos que se producen cuando grupos de
individuos con culturas diferentes entran en contacto continuo y directo y generan cambios
en las pautas culturales originales de uno u otro grupo o de incorporación local de elementos
externos (Giménez, 1992).
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Las formas de la política por “otros medios” y con un sentido más allá del he-
cho estatal dependen de la socialidad construida por la historia de un pueblo
y del horizonte de visibilidad de sus luchas y la forma en que se “reescribe” y
guarda la historia en la memoria colectiva. Estas formas de recordar refieren a
una urdimbre de elementos de índole privado, como el caso de la movilización
de las mujeres, y lo público, expresado en la demanda de vigilancia social de lo
privado. Son estos diálogos ocultos, este pie y trama al servicio del movimiento,
donde la eticidad que gravita en torno a la dignidad escapa a la lógica del poder
(Dussel, 1998).
Si redefinimos así lo político, los periodos de “latencia” y “resistencia” del
movimiento social aparecen como tiempos para la creatividad y el despliegue
de los antagonismos, fuera de las estructuras de poder.
Aunque en la cresta de la ola del movimiento contra el club de golf los símbolos
con fuerte raigambre cultural tuvieron un papel determinante en la diferente
forma de hacer política (Corona y Pérez y Zavala, 1998; Pérez y Zavala, 2004),
es precisamente su carácter cultural el que dota de una especial “gramática” al
movimiento, misma que estuvo encubierta bajo formas “permitidas” desde el
poder o que tienen un grado de aceptación social, que hicieron, por ejemplo,
que la fiesta, el carnaval o la obra teatral del Tepozteco, sirvieran de base a la
identidad colectiva y tengan una importancia más allá de los procesos políticos,
o sean espacios donde se verifica al mismo tiempo una reelaboración de elemen-
tos de la cultura dominante, como el sentido que tienen los partidos, el poder
municipal, o el voto, como se dio en el caso de Tepoztlán.
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75
El carnaval es una fiesta permisiva, en la que se dicen de cierta forma las cosas que
refuerzan el discurso y el diálogo popular, ambos ocultos al poder. Se ridiculiza a este último
y a la personificación del mismo en obispos, gobernadores, funcionarios o los nuevos burócra-
tas locales. Diría Bajtin (1999) que lo carnavalesco pertenece al discurso ritual del discurso
desinhibido, discurso sin amo ni señor, de inversión de papeles, donde el insulto toma su lugar
ante la ausencia de normas de dominio. Pero también puede ser la válvula de escape para el
descontento social y a la vez base por medio del lenguaje de otras formas de dominación, entre
las que es obvia la diferencia económica entre los barrios y la utilización de la llamada economía
de prestigio para el dominio político.
76
Singularmente este hecho es recordado en términos de una memoria incierta, para la
mayoría acabó con la muerte heroica de un maestro y para algunos otros con una traición.
No obstante, Luis Prieto (entrevista septiembre de 2004) refiere con claridad la dedicación y
compromiso del maestro Esteban Flores.
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121
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ser leída en clave de lo que plantea Carlos Marx en El Capital (1971), desde la
subsunción del trabajo campesino y social en el capital y, por tanto, la difusión
de las relaciones de dominio específicas del capitalismo, aprovechando las estruc-
turas sociales y las formas de producción que se dan bajo una lógica distinta
de la del capital; que no obstante en el momento de su unicidad, que es la de
la esfera de la política, adquieren forma en la hegemonía de una clase sobre las
demás (véase García, 2009).
Otra lectura que cuestiona el planteamiento de hegemonía, en especial
los estructural-marxistas, es la de James Scott (2000), quien sostiene que
el modelo de la hegemonía deja sin explicar por qué los cambios sociales
se producen desde abajo y desde procesos que refieren al orden legal y no
a los grandes proyectos de cambio. Esta “complicación” para entender los
movimientos crece aún más si se contempla desde el mundo rural, donde las
relaciones de clase aparecen en términos de pobreza y dependencia, es decir,
donde las condiciones materiales tienen fuertes referentes sociales y políticos,
que se expresan como hemos expuesto, en variados y ocultos discursos (Scott,
2000:104), pero también, y ahí el discurso de Scott es limitado, construyen
ámbitos de contrahegemonía.
Puede decirse que los tepoztecos estaban en contra de los “abusos”, pedían
respeto al orden social vigente, esto es, el cumplimiento de las resoluciones de
un cabildo, de la ley agraria; y reclamaban la falta de legalidad en el otro cabildo
que autorizó el club de golf. Todo esto lo exigían ante un gobierno al que le
demandaban también que fuera imparcial. Y es precisamente, en estos términos,
que la fuerza “antisistémica” del movimiento creció ante sí misma y frente a
un poder que abandonó la legalidad, fue abiertamente parcial y, con todo ello,
perdió toda legitimidad.
Además, vale la pena recordar el contexto en el que se da este movimiento
y que trataremos con más detalle en el capítulo tres, al discutir los términos de
la llamada transición a la democracia, asumida por nosotros como una transi-
ción “podrida” con claros visos de truncarse. Pero más allá de esta discusión,
los hechos ya relatados en torno al conflicto nos hablan de un sistema político
doblemente limitado por las fronteras que establece en la utilización abierta de
la represión y la desigualdad de acceso de los diversos “actores” a los recursos
propios de una sociedad “democrática” como la prensa y los medios en general,
y las diversas instancias de gobierno.
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77
Jody Waters (1999) juega en su proyecto de tesis “Discourse, Praxis and Power in ‘The
Golf War’...” con los tiempos en los que se verifica el conflicto de Tepoztlán y la llamada “Guerra
del Golfo” y con los términos golf-golfo en inglés y español; y en inglés gulf-golf.
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bilitarnos, dividirnos y preparar las condiciones para que los partidos políticos,
especialmente el PRI, hagan la tarea de volvernos a la normalidad de su “demo-
cracia” [...] aunque la Asamblea Popular aceptó a regañadientes la negociación
[...] en un inicio estas negociaciones provocaron dudas y hasta incredulidad del
pueblo hacia el ayuntamiento popular, pero se aceptaron éstas porque debe haber
prudencia, porque sabemos que la razón nos asiste y que saldremos victoriosos en
las nuevas elecciones [...] Admitimos éstas para que vieran nuestra disposición
a solucionar la parte más grave de este conflicto, el intento de imponernos el
club de golf [...] además, en el ayuntamiento no habrá cambio de autoridades,
si no se cumplen antes los acuerdos a los que se llegó de manera verbal con el
gobierno y que son los siguientes: libertad inmediata e incondicional de nues-
tros tres compañeros presos; anulación de más de 100 órdenes de aprehensión;
desistimiento por parte de KS, mediante un documento firmado y avalado por
el gobierno estatal, la Semarnap y la Profepa, comprometiéndose a no cons-
truir el campo de golf o proyecto parecido; y de que se respete el proceso de
recuperación de nuestras tierras comunales; castigo a los autores intelectuales y
materiales de la emboscada del 10 de abril y asesinos de Marcos Olmedo. Por
parte de los ejidatarios se exige también solución al problema del predio de la
“Quinta Piedra”, ya que es una burla a la dignidad humana que el poder político
se ensañe con nuestra pobreza y en nuestras tierras ejidales. Que quede claro que
de no cumplirse estos acuerdos verbales, prolongaremos el ayuntamiento libre
y popular por el resto del sexenio del gobierno de Morelos (Tepoztlán Rebelde,
septiembre de 1996).
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ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
y una dependencia del gobierno del estado. Además, el papel no tiene ningún
valor jurídico”.78 Sin embargo, mostrando su disposición, la Asamblea General
contrapropuso que se retiraría el retén de Huilotepec a cambio del documento
sobre la “Cancelación definitiva del club de golf ”.
El documento que ofreció el gobierno el año pasado es anacrónico, se salió
fuera del tiempo, es una contestación de que no se va a realizar el campo de
golf. Pero por ley, creo que el artículo 87 municipal, señala que después de un
año si no se realiza la obra, ésta caduca. Creo que hay dos formas de cancelar
el campo de golf: una es por vía de los hechos como fue el caso en el que la
comunidad no aceptó con sus movilizaciones y de hecho no se realizó porque
aunque estuviéramos un poquito divididos, qué logrará el gobierno. Si empezara
otra vez (el proyecto de club de golf), se levantaría como un solo hombre el
pueblo. Por otra parte, la parte jurídica, la parte legal, consideramos que está
fuera de tiempo porque además el proceso de litigio tocante a la tenencia de
la tierra va a continuar porque hay problemas bastante serios como parte del
proceso, en la medida en que muchos campesinos vendieron tal vez de buena
fe. Esto ya entraría en otro tipo de derecho; a lo mejor tienen la razón de po-
seer esas tierras, lo que no se vale es que pasen a pequeña propiedad, sin hacer
los trámites pertinentes jurídicamente y además cuando se vende un espacio y
queda un intermedio de tierra comunal y luego se vende otro espacio y ellos se
apropiaron como si fuera un sólo terreno eso es lo que no se vale. Además nos
preocupa que la empresa y el gobierno desestimaran la historia de Tepoztlán por
sus raíces y creo que la tierra sigue siendo muy fuerte en Tepoztlán, como sus
raíces culturales, como son las 34 pirámides. Este litigio va a continuar porque
tanto los abogados de la parte empresarial como nuestros abogados, va a estar
en discusión a quiénes le pertenecen esas tierras. Pero además lo que se juega
es la historia de un pueblo porque la historia de un pueblo está en su tierra y
en su agua, y al quitarnos la tierra y el agua desapareceríamos como pueblo
y eso va a estar difícil. Desde la Colonia hubo mucha rebeldía en Tepoztlán,
a veces los que vienen no lo entienden del todo pero una vez que se meten a
vivir con nosotros lo entienden mejor. Sin embargo, hay todavía errores que no
hemos sabido superar como son los localismos, a lo mejor hay esa huella de que
quisiéramos de que el movimiento fuera exclusivamente de tepoztecos pero hay
muchos también que consideramos que no es proceso exclusivo de tepoztecos
78
Volante, 30 de noviembre de 1996.
128
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79
La leyenda del Tepozteco dice que para vencer al monstruo de Xochicalco le pidió no
ser destrozado y que dada su valentía se lo traga entero. “Ya en su panza saca sus navajas de
obsidiana y pedernal y empieza a cortar... Morir para vencer...”.
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rencias internas, pero sobre todo en la idea de que si ganábamos, pues muy bien,
seguíamos fortaleciendo los comités de barrio para lograr una democracia hori-
zontal” (Rodríguez y Cuellar, 1996). El 11 de agosto de 1996 se realizó la elección
para decidir por los candidatos; participaron más de 3 000 tepoztecos (muchos
menos que en la elección anterior), en un marco en el que el periódico Tepoztlán
Rebelde de ese día llamaba A todo México a “defender el poder popular”.
130
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Sin embargo, el flanco débil de este tipo de elecciones siguieron siendo los
pueblos y las colonias. Dentro de los “usos y costumbres”, el ejercicio de la
democracia encierra las viejas prácticas clientelares y las estructuras corporati-
vas a escala local como las de los maestros. También la necesidad de registrar
la planilla por un partido, en este caso el PRD, generó ciertas reticencias tanto
en el ala más radical del movimiento, porque “no creemos que luego no quiera
nada” (entrevista con Caritina Ortiz, 1996), como entre los más conservadores
que caracterizaban esta organización política como “muy ofensiva”.
131
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
“La niñez de Tepoztlán sigue con sus tradiciones”80 y una comparsa que entre
otros versos tenía: “Todavía no hay solución; este Valle Sagrado; pero ya se ha
preparado; con ancestral devoción; una infantil diversión que a todos siempre ha
gustado. En pleno mil novecientos; y más noventa y siete; sufrimos un estilete; de
represión y aislamiento; ¡Pero con notas de viento!; les damos un buen banquete
(comparsa infantil, escrita por el profesor Jesús García Sánchez).
En otro acto se planteó que “el gobierno seguro los va a presionar, pero que
junto con el pueblo habrán de responder. El pueblo es limpio, no tiene malicia”.
Pero también hubo provocaciones, se corrió la voz de que habían agarrado a
don Refugio Marquina, el dirigente de los ejidatarios e integrante de la Planilla,
el sábado 15 de febrero en el zócalo de Tepoztlán, “por medio de un judicial
que vive aquí”, el intento resultó fallido y como respuesta a este tipo de actos
del gobierno, el 19 de febrero se hizo una marcha a Cuernavaca para apoyar al
profesor Galo (Gerardo Demesa), porque se decía que el 20 de ese mes sería
sentenciado. Todo esto hablaba de una ofensiva gubernamental para desesta-
bilizar el proceso electoral, con la intención de crear una situación de ruptura,
es probable que el gobierno y su partido hubieran calculado su irremediable
derrota en las urnas.
Aunque también se dieron manifestaciones antielectorales sintetizadas en
una maravillosa pinta en una casa del pueblo que decía: “¡Viva la democracia.
80
Sobre el papel de los niños en el movimiento y la generación que hacen de sus referentes
culturales políticos, véase el texto de Corona y Pérez y Zavala (2001).
132
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Haber aceptado las elecciones exigidas por el gobierno fue un duro revés que
nosotros mismos permitimos al haber aceptado la presión que el gobierno nos
impuso con una de las armas que los gobiernos usan en contra de las luchas
que los pueblos sostienen: el vil chantaje de proponer cínicamente la libertad
de nuestros tres presos políticos –presos de conciencia y de la dignidad para
Amnistía Internacional– a cambio de desaparecer el Ayuntamiento Libre,
Popular y Constitucional. No sólo aceptamos esta afrenta sino que también, con
engaños, entregamos al gobierno el derecho de que nombrara a los otros tres
integrantes del Concejo Municipal, sacándolos de nuestras comunidades como
si éstas fueran pertenencias del gobernador, donde además ha logrado comprar
a algunos aliados con recursos que pertenecen a nuestro municipio.
Al aceptar ahora las elecciones –repudiadas enérgicamente por todo el pueblo
a finales del año pasado– aceptamos la autoridad del gobierno para que éste
decidiera y se impusiera por encima de la voluntad del pueblo. Corrimos este
riesgo porque nos interesa mucho la libertad de nuestros presos y para demostrar
una vez más nuestra buena voluntad para resolver el problema que el propio
gobierno generó, complicó y mantiene. La respuesta es conocida por todos: el
gobierno no tiene palabra (volante, 27 de septiembre de 1996).
133
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Por qué entrar a las elecciones, porque consideramos que después del desgaste
de un año y seis meses era pertinente legalizar el movimiento sociopolítico de
Tepoztlán, a pesar de que en sus inicios fue agrario, entonces no había de otra
forma más que entrar a las elecciones, pero pensábamos que entrar a las elec-
ciones de una manera condicionada, a cambio de que solucionaran los cuatro
puntos fundamentales de las demandas de los tepoztecos: mediante una comisión
legislativa de los cuatro partidos principales y una comisión federal, vinieron
los diputados pero no se concretó nada en serio, hubo problemas con los de
Tabasco (la marcha al DF) que desviaron la atención y la Asamblea tuvo que
tomar decisiones en donde dijo que se metía a las elecciones y sin condicionar
nada. Creo que fue probablemente un error pero ya estamos en ese proceso. En
el que la parte positiva se vio que si la gente tepozteca se organiza en los barrios,
colonias y comunidades pudiera llegar al poder y si desde luego se le respeta esa
organización, ese es un gane. Porque hay quejas constantes de que primero un
partido y luego otro registran a sus planillas y actualmente hay cuatro planillas,
esas cuatro planillas nosotros hemos razonado que el gobierno ha actuado de ma-
nera ventajosa, de manera de dividir al pueblo porque consideramos que después
de haberse terminado el periodo hasta el 31 de enero para las inscripciones de
las planillas el gobierno hace una apertura de 10 días más para que entren otras
planillas. Creemos que esto no es legal y si en esta parte ya nos está jugando así,
consideramos que en todo el proceso nos va a poner obstáculos por todos lados.
¿Hasta dónde llegaremos?, no sabemos, pero el pueblo está decidido y si no le
respetan las elecciones en caso de que ganemos las elecciones, está dispuesto a
continuar su lucha de otra manera porque se demuestra que en la disposición
del pueblo está la mejor disponibilidad de pasar a la legalidad; pero si esto no se
respeta que no quede en la intolerancia y en la cerrazón del pueblo (entrevista
a Inocencio Rodríguez, 1997).
Por las noches los del PRI daban regalos, buscando –como se decía en los
actos públicos, al denunciar estos hechos– “comprar la dignidad del pueblo”.
La respuesta fue la consigna dada por la Planilla del Pueblo de que la población
“reciba las despensas, que están compradas con nuestros impuestos”. La con-
frontación política se dio en términos distintos a los habituales, aun los militantes
de los partidos modificaron su visión, como en el caso de la que fuera candidata
a diputada local en esas elecciones.
134
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
En lo político, aun cuando hay mucha conciencia, todavía quedan algunos priístas
que les cuesta trabajo quitarse la camiseta y que siguen sosteniéndose y hacen
guerra. La unidad de un inicio se resquebrajó y con menos representatividad
el partido oficial ha retornado, aquí en la cabecera no se ha visto pero están
trabajando en las comunidades con sus manipulaciones. La inspectora de la
zona en San Andrés de la Cal, que es la madre de..., se presentó y prometió las
perlas de la virgen; en otras comunidades van a repartir uniformes deportivos.
Estamos como al principio, con la ventaja de que ahora gran parte del pueblo
está unido y se ha dado cuenta que los partidos políticos no son lo ideal para
ningún movimiento, porque sólo causan divisiones, para que nuestras elecciones
tengan legalidad el Código legal pide que se compita por algún partido y el
partido que en alguna medida todo el tiempo apoyó al pueblo fue el PRD, por
eso se compite con las siglas del PRD. Tepoztlán ha pasado la etapa del partidis-
mo, es consciente de que todas estas cosas políticas no se manejarán por ningún
partido político, la ciudadanía tepozteca es consciente y ha dejado entrever su
conciencia (entrevista con Adela Bocanegra, 1996).
135
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136
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
las necesidades del pueblo tienen que resolver en función de las necesidades del
pueblo... (entrevista con Adela Bocanegra, 1997).
La lucha contra el club de golf librada por los habitantes de este municipio a
lo largo de dos años (de 1995 a 1997), puso de manifiesto que no era sólo una
propuesta de inversión foránea lo que se cuestionaba, sino que lo que estaba en
juego para los tepoztecos era el futuro de sus bienes comunales y el de sus rela-
ciones sociales, tanto hacia el interior como hacia el exterior; en pocas palabras,
el futuro de su proyecto colectivo en torno a este territorio, este bien común
representado por sus habitantes como un símbolo de identidad. Es por ello, tam-
bién, que lo que comenzó siendo un movimiento reivindicativo de los derechos
territoriales o derechos de tenencia, al poco tiempo derivó en un movimiento
político que exigía internamente la reestructuración de las formas de gobierno y
la creación –o recreación– de instancias de participación y representación para
la toma colectiva de decisiones (Paz, 2002:185-186).
Nosotros tuvimos que llevar una lucha muy larga, nosotros tuvimos que convenir
con el gobierno, tuvimos que llegar a un arreglo, a una salida política y antes
de que saliera, ustedes saben que hasta el gobernador cayó, cayó Carrillo Olea
137
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
y pienso que todo inició con la lucha del club de golf. Nosotros tuvimos que
llevar un proceso jurídico hasta que nos quitaron las órdenes de aprehensión y
fue dos años después de que terminó este Ayuntamiento Libre; tuvimos gente
encarcelada y algunos que no nos apresaron tuvimos que hacer un proceso ju-
rídico muy largo para que esas órdenes de aprehensión se nos quitaran, porque
no éramos delincuentes, estábamos luchando por una causa justa (entrevista a
Ricardo Castillo, 2003).
Yo siento que fue la identidad que tenemos como tepoztecos lo fuerte del mo-
vimiento. Nosotros no nos da pena y donde quiera que llegamos decimos que
somos tepoztecos. Antes decían que éramos brujos porque sí había curanderos;
ahora si vamos a otro lado y nos dicen tú eres brujo, no, ya no somos brujos,
pero se nos quedó eso de que había mucha gente curandera. Se fueron perdiendo
138
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
la gente, eso sí ya lo hemos perdido, hay todavía por ahí uno que otro, pero ya
no son como los de antes; ahora son maldosos, antes lo niños no iban al médi-
co, la gente (los curanderos) los curaban, esto se perdió ya. Pero la identidad
es la fuerte, todo tiene que ver, desde los usos, las costumbres, si quieren el
sentir que tenemos, la identidad es lo que lo hace a uno fuerte, al menos aquí
en Tepoztlán tenemos muchas cosas que no se dan en otro lado: sentimos un
orgullo, al menos yo lo siento (entrevista a Ricardo Castillo, 2003).
139
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140
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
a los “castigos” infringidos por los “débiles” (los niños o las mujeres), al ultraje
público a los representantes del poder, el hacerlos temblar en público, a ellos,
los poderosos o a los traidores y “vendidos”, como ocurrió en el caso especial
del “cuidandero” de las tierras de Monte Castillo.
Hablar de la memoria desde la identidad, y no a la inversa como hicimos
en el acápite anterior, pone el acento en la “experiencia social de los ultrajes,
el control, la sumisión, el respeto forzado y el castigo” como un “semillero de
la cólera, la indignación, la frustración, de toda la bilis derramada y contenida
que alimenta el discurso oculto” (Scott, 2000:140-141). En tanto los valores
urbanos y de la fábrica son “impersonales”, en el caso del mundo rural adquieren
formas personales que generan –desde las formas de dominio– un tremendo
resentimiento que se expresa socialmente, y al dejar marcada la dignidad personal
hacen de este valor un elemento esencial.
“La dignidad es al mismo tiempo un atributo muy privado y muy público
a la vez. Alguien puede sentir que otro lo ha ultrajado aunque no haya habido
testigos de ningún tipo” (Scott, 2000:143), como ocurrió cuando una comisión
técnica acompañó a los integrantes del Ayuntamiento Libre, Popular y Constitu-
cional a una reunión con los senadores y uno de ellos, de origen militar, se sintió
profundamente ofendido porque Lázaro Rodríguez, el presidente municipal de
facto, no se quitó en ningún momento el sombrero.
Cuando los tepoztecos lograron “publicitar” el discurso oculto, el de su re-
sistencia cotidiana, se utilizó un público y un espacio especial. En los momentos
de libertad absoluta, de conquista del espacio, en las guardias, en las asambleas,
se fueron combinando y confrontando los diálogos ocultos; por ejemplo, y con
resultados muy importantes, el de los jóvenes frente a los adultos o el de las
mujeres frente a los hombres. El movimiento se transformó en una extensión del
espacio autónomo al espacio del conjunto, como cuando se verifica el carnaval
y las transgresiones se extienden al conjunto social dando una gran resonancia
al discurso de protesta.
Los grados de libertad dependieron, no obstante, del espacio en el que se
expresaba el discurso. Aunque también, como veíamos en el caso de los mítines,
el término del espacio (Scott, 2000:150) no sólo es físico sino virtual, al estar
marcado por códigos lingüísticos; como los apodos en Tepoztlán, un dialecto o
gestos incomprensibles para otros; como el caso de los niños persiguiendo po-
licías, los eufemismos o el manejo de la ironía; y claramente el manejo del doble
141
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142
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
referentes territoriales, con una larga historia, donde toma forma contradictoria-
mente la identidad colectiva y se cruzan otro tipo de identidades como la de los
jóvenes o las mujeres, así como los referentes religiosos y de otros campos de la
cultura, que en su conjunto aparecen referidos a ciertos espacios. No obstante,
simbólicamente, sobre todo en cuanto a la unidad, la identidad entre los espejos
de Tepoztlán, quizá la de mayor consistencia y constancia es la de pueblo.
Una niña, María Fernanda Martínez A., de quinto grado de primaria decía:
“El pueblo es nuestra tierra, la tierra de nuestros padres y nuestros abuelos; la
queremos como se quiere a la familia, al lugar donde vivimos, al paisaje que nos
rodea. No lo queremos porque es grande y poderoso, ni por débil y pequeño: lo
amamos simplemente porque es nuestro y donde yo nací” (El Zapatista Ilustrado,
1996:14), o el testimonio de Margarita Ramírez O., de Santa Catarina: “pero lo
que importa es que nosotros, como niños, seamos libres como pajaritos para jugar
adonde nosotros queramos, aunque seamos pobres, pero lo que importa es de
que tenemos mucha naturaleza”. Por otra parte, Diego Adolfo, del poblado del
barrio de Santo Domingo, dice: “Este pueblo ha logrado superar retos difíciles,
logrando esto Tepoztlán ha logrado conservar sus tradiciones y costumbres” (El
Zapatista Ilustrado, 1996:15 y 17).
Pero esta “gran” identidad como pueblo de Tepoztlán es un referente que
vive subordinado cotidianamente a otras identidades. Es más común que las
personas se presenten a sí mismas como integrantes de tal o cual barrio o
poblado del municipio. La identidad tepozteca gira en torno a un fuerte refe-
rente territorial que se alimenta de una larga historia y de una viva memoria
colectiva como se ha venido planteando. El espacio con el que directamente
interactúan los habitantes de Tepoztlán es el que los define en primera instancia:
“soy del Barrio de San Miguel” o “del poblado de Amatlán” o “de la Colonia
Obrera”. A la vez los barrios, colonias y pueblos se tejen en un complejo de
relaciones que los define a todos en una segunda “matria” como tepoztecos,
unidos –como ya veíamos– a un territorio que aparece como la conjugación de
espacios míticos con los vividos social y económicamente, así como los paisajes
agrarios y agropecuarios referidos a poblaciones con muy poco crecimiento
actualmente.81
81
En el 2000, según el censo, Tepoztlán contaba con 32 921 habitantes, con una tasa de
crecimiento negativa de 1995 a 2000 de -0.74 (Chao, 2001:139).
143
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Todos los barrios tienen una característica o una mascota, representados por
un animalito: el barrio de San Pedro son los leones; después bajamos al barrio
de Los Reyes, que son los gusanos de maguey; el barrio de Santa Cruz, que es
el cacomixtle; el barrio de San Sebastián, que somos los alacranes, yo soy de
ahí; el barrio de La Santísima, que son las hormigas; el barrio de San Miguel,
que está aquí en la entrada que son las lagartijas; el barrio de Santo Domingo, que
son los gatos, y el único que no tiene animalito es el barrio de San José, mejor
conocido como el barrio de La hoja, porque lo representa la hoja de maíz, o sea
que todos tenemos una identificación, de ahí todos los jóvenes se identifican con
un animalito.
82
En cuanto a los índices de marginación, Tepoztlán ocupa el lugar 29 de 33 municipios del
estado de Morelos, esto es, se encuentra entre los menos marginados a pesar de que poco más
del 8% de la población mayor de 15 años es analfabeta; de los mayores de 15 años 27.65% no
tiene la primaria completa; más de la mitad de las viviendas tienen hacinamiento, una cuarta parte
está sin drenaje ni excusado, una tercera parte con piso de tierra y una quinta parte sin agua.
144
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
Estos animalitos tienen que ver con cada fiesta. Por ejemplo, la fiesta de San
Sebastián es el 20 de enero, el 21 de enero se hace una especie de brinco, nos
tiznamos, nos echamos tizne en la cara y todas las playeras tienen el logotipo del
alacrán y cuando en el carnaval se identifican más con su barrio, los jóvenes le
ponen un sapo a su playera, esto lo toman mucho los jóvenes. Después vienen
los pueblos: que es el pueblo de Santa Catarina, pueblo de San Andrés de la Cal,
San Juan, Amatlán, Santiago Tepetlapa, Ixcatepec, son los pueblos. Hay tres
colonias reconocidas que es la colonia Obrera, la colonia Bocanegra y la colonia
Tierra Blanca. Hay otros asentamientos irregulares que no están reconocidos
todavía como colonias (entrevista a Ricardo Castillo, 2003).
El ser joven es tener una familia, un barrio, es tener un animal con el que te
identificas. Yo soy Cicatl, hormiga. Por ejemplo, los jóvenes se dicen: ¡Ah, eres
lagartija!, entonces brincas en tal comparsa y así (...) y tú como joven debes tener
claro de qué barrio eres y saber qué animal te corresponde, porque si no estás en
el barrio, pues no estás (entrevista a Nuvia Balderrama, enero 2003).
En este sentido, los barrios son la “matria” más íntima, la más cercana en la
construcción de las identidades; por ejemplo, don Fermín Bello, el presidente
municipal electo en 1997, que es del barrio de la Santa Cruz, en 2003 le hizo
una canción a su barrio, cuyas últimas estrofas dicen: “la cruz al frente nos indica
que será, de ser valiente es luchar con la verdad, confíense gente que en su mente
tiene luz, salud amigos y que viva Santa Cruz”. También es desde los barrios
que se tejen las relaciones entre los otros del propio pueblo o hacia fuera.
Por ejemplo, en Santa Cruz vienen a una fiesta danzantes de Guerrero; antes eran
como los arrieros, antes caminaban de tierra en tierra, o de pueblo en pueblo, a
caballo o a lomo de bestia. Entonces llegaban, en un lado vendían, por decir en
Tlayacapan venden mucho barro, ollas, cazuelas, piñatas, después llegaban a ese
poblado, compraban jarros para la cocina, se iban a otro lado para intercambiar,
a otro lado vendían pulque, vendían lo que hay en la región y así cambiaban,
por ejemplo Guerrero, Chiapas y juntaron todo, hicieron la danza de una forma
especial, se empezaron a organizar danzando, bailando, tocando, ¡ay qué bonito!
Luego aquí danza una cuadrilla, a veces decimos que ellos vienen a agrandar
la fiesta; nosotros los esperamos, los recibimos con todas las atenciones. Aquí
los del barrio no nos ponemos a pensar... aquellos que vienen de allá, cuánto
145
ZAPATA CABALGA POR EL TEPOZTECO
pagan para llegar aquí... y aquí se llena de gente, hay 30 danzantes, a veces más,
levantan la cabeza, el que ya se tardó más, o que le caen bien, o que le dieron
el lugar, le danzan y le van a depositar a veces una cazuela, una olla (entrevista
a Fermín Bello, 2003).
83
A pesar del excelente relato de los acontecimientos de Tepoztlán, María Rosas (1997)
fue cuestionada por activistas tepoztecos en un evento público que discutía, en el 2003, los
libros publicados sobre el pueblo, por “olvidar” al diputado del PRD que el 10 de abril había
apoyado a los que se encontraban cercados, sobre todo a los niños.
146
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No todos son comuneros, hay mucha migración, por ejemplo, ¿qué es lo que
pasa? El problema de la tenencia de la tierra no sólo es de Tepoztlán, es de todo
el país, realmente el producir la tierra ya no es rentable, la gente la va dejando
abandonada, por ejemplo, yo soy comunero con una porción de tierra pero no la
cultivo, la porción de tierra que tengo es de bosque y la quiero conservar como
tal. Ahora, no se puede precisar el porcentaje de cuántos comuneros sean en
Tepoztlán; en Tepoztlán son reconocidos 1 843 comuneros de todo el pueblo,
la comunidad tiene una superficie de 23 800 hectáreas, 2 100 hectáreas por
parte del ejido, y bueno, pues no ha habido una regularización de la tenencia
de la tierra en Tepoztlán, no ha pasado el Procede por acá, por la razón de que
siempre que han podido, han querido afectar nuestras tierras, porque no ha
sido solamente el proyecto del club de golf, sino que también ha sido un gran
periférico alrededor de nuestro cerro, un teleférico de una colonia que se lla-
ma Tierra Blanca a la falda de los cerros, hacia la parte alta del Tepozteco, y a
donde se construiría la casa club Monte Castillo, y ahí siempre han tratado de
fregar nuestros bosques y nosotros nos hemos mantenido a proteger la tierra
y a proteger nuestra vegetación, y bueno, es por eso que también nosotros no
queremos el Procede en Tepoztlán. Nosotros creemos que en su momento una
regularización de la tenencia mediante un ordenamiento urbano, hasta donde
tenga que crecer la mancha urbana, y bueno, darle la característica que poda-
mos darle mediante un acuerdo de asamblea, pero no exactamente mediante el
Procede, porque nos damos cuenta de ejidos en donde sí ha entrado el Procede
que se hacen fraccionamientos, se enajena y realmente el campo se va perdiendo
(entrevista a Francisco Almazán, 2003).
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Mucha gente de la que ya estaba en Estados Unidos platicaba que ellos veían
por tele el Movimiento y que se veía muy feo, y que ellos que tenían planeado
regresarse, ya no lo hicieron por el miedo de qué pasaría. Sobre todo no se regre-
saban los jóvenes, pero por ejemplo me decía una chava que su abuelito se
regresó porque lo que allá se escuchaba era que les querían quitar la tierra a
los tepoztecos, y el abuelito dijo: “a mí cómo me van a quitar mi milpa”, y es
que el abuelito, digo un abuelito joven de 50 años, que dijo “yo me regreso,
si quieren ustedes quédense pero yo me voy porque dicen que van a quitar
las tierras, yo no quiero que me quiten mi milpa” (entrevista a Nuvia Balde-
rrama, 2004).
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Sin lugar a dudas que estas múltiples contradicciones pasaron a ser menores
o se resolvieron en la lucha, pero independientemente fueron un gran triunfo,
pues como dice María Fernanda Paz: “si hay algo difícil es encontrar a simple
vista en Tepoztlán un sentido comunitario. Aquí todos desconfían unos de otros.
La vida social y las relaciones están marcadas en buena medida por el conflic-
to: pueblos contra cabecera; ejidatarios contra comuneros; priístas contra no
priístas, por sólo mencionar los más evidentes; y en el nivel de las localidades
encontramos igualmente estas divisiones” (Paz, 2002:186).
El “movimiento contra el club”, como suelen llamarle los tepoztecos, fue
capaz de hacerles olvidar sus diferencias internas, juntar esfuerzos y enfrentar el
problema como si fueran desde siempre un bloque unificado. Pero como hemos
dicho, esta conciencia y práctica provino de la interacción entre los actores, con
sus diferencias y contradicciones; fue en varios espacios, como ya menciona-
mos, donde se redefinieron las identidades para construir un gran espacio del
movimiento, donde se generaron nuevos códigos de significados diferentes a
los dominantes, adquiriendo una dimensión antisistémica y la capacidad de
construir sus utopías posibles.
En el marco de las identidades y los “espejos” se encuentra el debate entre
“tradición-modernidad”. Si partimos de la identidad, rompemos con la cir-
cularidad que encierra esta dicotomía. Por ello, la colectividad no representa
una unidad con una “consistencia ontológica” como dice Melucci (1999:55),
al menos es contradictoria su construcción y se presentan simultáneamente en
las luchas sociales de clase junto o a un lado de las luchas por la ciudadanía,
reconceptualizándose una y otra.
“Tal como lo dice Florescano, no se trata tanto de un rechazo a la moderniza-
ción, sino de la necesidad de conservar una relativa autonomía ante elementos
culturales o innovaciones técnicas contrarias a sus necesidades” (Corona y
Pérez y Zavala, 1998:39). Podríamos, aunque esto excede el propósito de este
libro, observar los determinantes materiales de una sociedad, que como la te-
pozteca, se mueve en un laberinto económico que va del tlacólol, en la milpa,
a la producción y venta de fruta, flor, pasando por microempresas y fábricas,
desembarcando en los servicios,86 pero también pasando por la migración o el
86
“A mediados de los años noventa, el INEGI reportaba que del total de la población
económicamente activa de ese municipio, el 26.26% pertenecía al sector primario, el 26.54% al
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secundario y el 43.94% al terciario..., los tepoztecos dependen cada vez menos de las actividades
agrícolas y forestales para obtener sus ingresos” (Paz, 2002:185).
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tuvo muchos problemas por eso (...) porque ella es una mujer que sabe valorar
y defender lo que le rodea (...) y en las juntas en las que participaba mi mamá
era casi a escondidas, al igual que otras mujeres que tenían que contar la hora
porque el marido iba a regresar del campo y tenían que estar en la casa.
Para mí fue diferente, quizá porque mi preparatoria la hice en Cuernavaca y
este hecho de ir y venir de Cuernavaca, haces como un puente cultural de alguna
manera porque sales y te das cuenta que hay otras formas de vestir y llegas aquí y
ves que la forma es diferente, y en todo este proceso vas mezclando estilos de vida
y vas viendo que no hay tantos límites más que los que tú te pones. Por ejemplo,
una vez me subí en una pirámide que hacen en el carnaval (...). Con el movi-
miento me siento como muy adentro de lo que es estar como tepozteca porque
también a partir del movimiento en contra del club de golf las mujeres cambiaron
en muchos esquemas (...) Por el hecho que ellas fueron en muchos momentos
las que hicieron, las que organizaron, las que brigadearon en las escuelas, las que
estuvieron al frente, las que estaban hasta la noche y estaban tempranito (...) Y
me refiero a mujeres tanto jóvenes como adultas. Por ejemplo, la cocina para mí
fue algo muy importante para el movimiento, era como el fogón cuando estabas
en el Tlecuili, siento; si no hay cocina, si no hay fuego, pues no se forma como tal
(...) se hizo alrededor del fuego de la cocina y también se rompieron esquemas
porque los roles de las mujeres los desdoblaron y multiplicaron, porque ya no
eran nada más amas de casa, sino eran las esposas, las amantes, las novias, las
mamás que cuidaban al hijo en la mañana y en la tarde tenía que ir a la junta y
las mujeres jóvenes nos convertimos en parte de esta identidad tepozteca que no
había aflorado (...) que no se había expresado, o sea la chava de Tepoztlán era la
que también tuvo las agallas de estar en ese movimiento y exigir lo que querían
para un futuro y rompieron esquemas porque me acuerdo que decían: “ya se
enojó mi novio pero no me importa porque yo quiero estar aquí...”. Entonces
eso me dejó mucha presencia y he aprendido mucha gestión, cómo dialogar y
te abre un panorama amplio... Entonces, como joven te hace tener un poder
inmenso porque eres joven pero eres sostenible, autónoma, pero también eres
mujer (entrevista a Nuvia Balderrama, 14 de enero de 2003).
En las asambleas, pero sobre todo en las guardias y en los debates en los ba-
rrios, resaltaron durante el movimiento las aspiraciones a las utopías, en las cuales
se refundan nuevos valores sobre los anteriores o son reinventados, como los que
refieren a la no violencia, libertad de expresión, o en los espacios “resituados”
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CAPÍTULO III
Crisis de la forma Estado y movimientos sociales
1
Lenin definía así la transición que ocurría en Rusia a espaldas de las masas y que ocupaba
como mecanismo central la vía constitucionalista.
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En México asistimos a una grave y prolongada crisis política que pone en cues-
tión la particular forma Estado que le dio una llamativa estabilidad al régimen;
en este sentido, no se trata de un ajuste “sino una crisis de funcionamiento y re-
producción. Se trata –y éste es su rasgo distintivo– de una crisis global abarcadora
de las tres dimensiones constitutivas del Estado: a) una crisis de la forma de
estructuración de la comunidad estatal; b) una crisis de la relación de mando-
obediencia entre gobernantes y gobernados; y c) una crisis de funcionamiento
y reproducción de la élite gobernante” (Roux, 1994:3). Por tanto, es una crisis
de la forma Estado, y los conflictos sociales y políticos han logrado “alterar las
reglas, normas, acuerdos y valores que dan identidad a un sistema, esto es, el
marco autorreferencial que guía la conducta y las expectativas de todos sus
miembros” (Roux, 1994:4). No obstante, la crisis puede significar también una
reestructuración y reformulación que eufemísticamente ha sido planteada en los
términos de la llamada “transición a la democracia”.
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Como dice también Rhina Roux (1994:4), no toda crisis política conduce a la desarticu-
lación de un sistema. Las crisis son oportunidades de reestructuración.
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mos está a la orden del día, en este campo se definen –sobre todo después del
levantamiento zapatista del 1 de enero de 1994– nuevos sentidos del quehacer
político y de las formas de constitución de los actores y sujetos sociales.
En la perspectiva puede plantearse que los efectos del modelo neoliberal
sobre el campesinado, en tanto que representan básicamente un proceso de
subordinación del proyecto nacional a los dictados del gran capital trasnacional
y la “reconversión política” puesta en marcha, no hicieron más que agudizar la
crisis política. Dicho en términos coloquiales, no se puede patear impunemente
la historia y esperar que el México profundo no tenga algunas respuestas.
Es evidente que partimos de una matriz histórica cuya apuesta es transfor-
marla; sus rasgos básicos los hemos señalado más arriba: el corporativismo de
corte autoritario, con fuertes tendencias paternalistas y tutelares, así como la
carencia de una cultura social e individual democrática. Pero también contamos
con un movimiento campesino que ha tomado la palabra, las tierras, procesos
productivos, carreteras y quizá, por qué no, sea uno de los fundamentos de una
nueva y democrática sociedad.
En términos generales, puede decirse que para enfrentar la construcción de
una modernidad alternativa que desafíe el hecho mismo de la cuestión nacio-
nal-estatal realmente existente, debemos analizar la realidad por medio de las
prácticas de los propios sujetos, incluyendo por supuesto el estudio empírico
de los mecanismos generales de identidad (Crowley, 1993:269) y buscar una
nueva “reconciliación” entre lo “universal” y lo “particular”, en un contexto de
debilitamiento de lo nacional. La cuestión no es tanto del qué, como del cómo,
punto de partida que exige relevar los procesos de identidad colectiva como
realidades que se construyen socialmente (Pérez-Agote, 1994:33).
En este sentido, resulta preciso reconocer e identificar las nuevas dinámicas
de los movimientos sociales, así como las tensiones y desafíos que guardan los
procesos de organización social frente a las transformaciones provocadas por
la puesta en práctica de las políticas neoliberales como por debilitamiento de la
acción política de los actores tradicionalmente reconocidos en el campo.
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en este caso los pueblos indígenas y la nación, las cosas, por culpa directa de la
llamada “clase política”, llegaron a un callejón sin salida por incumplimiento y
falta de acuerdo con el poder Legislativo.
Derivado de lo anterior, los ecos nacionales del zapatismo se diluyeron o
perdieron presencia, y el organismo inspirado por sus luchas y discurso, el
Congreso Nacional Indígena (CNI), se refugió en cada región, a lado –y a veces
enfrente– de otras organizaciones, como la Asamblea Nacional Plural por la
Autonomía (ANIPA), que prosiguió el camino de las alianzas políticas con los
partidos y la lucha en los ámbitos nacional e internacional por el reconocimiento
de los derechos indígenas.
Para los pueblos indígenas la lucha por la tierra, por la “Madre tierra”, repre-
senta el fundamento material y simbólico de su existencia, que si bien tiene una
larga trayectoria de más de 500 años (que muchas veces se presenta en la lucha
agraria), se ha recuperado de diversas formas en una abierta insurrección de
carácter municipal. Esta lucha incesante que busca el poder local para la defensa
de la tierra y sus recursos naturales, poco a poco ha dibujado procesos de auto-
nomías municipales y regionales de pueblos indígenas específicos, y en general
distintas prácticas de territorialidad que recomponen, en el marco de la disputa
con el gran capital y el Estado, parte del espacio rural mexicano.
Sin duda, las oleadas desde principios de este siglo vinieron de muchos
lados, enriquecieron las luces que alimentaban el calidoscopio social; los pri-
meros fueron los maiceros, seguidos de frijoleros, sorgueros, cañeros, piñeros,
cafeticultores, ganaderos, que en sus reclamos y demandas específicas se fueron
entretejiendo para enfrentar las políticas neoliberales, hasta acabar definiendo
lo que puede llamarse un programa político en defensa de sus productos, pero
en lucha por la soberanía y la autosuficiencia alimentaria (véase Rubio, 2004).
También entre los remolinos de aparente resaca de la marejada indígena, des-
tacan las movilizaciones y el movimiento social que se denominó “El campo no
aguanta más”, encabezado por los campesinos productores de mercado.
En los últimos años, la lucha económica adquirió un claro sentido territorial,
la agenda agraria de lucha por la tierra volvió a posicionarse, la perspectiva am-
biental se convirtió en un claro referente y ambas se extendieron a la defensa del
mercado interno y a las propuestas de desarrollo ecológicamente sustentable y
culturalmente compatible. Paradójicamente, en la fase actual de la globalización,
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e indígenas por la tierra. En este sentido, se trata de una clara disputa por la
historia y los referentes de identidad. Por ello, tomamos como ejemplo de esa
disputa, en un territorio específico, el del pueblo de Tepoztlán, para reconstruir
el referente de “larga duración” del movimiento y su expresión local.
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CAPÍTULO IV
Autonomía municipal: tierra y territorio,
bases para una democracia radical
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Como producto directo de las luchas sociales y políticas de las masas rurales
que se enmarcan en los efectos que tiene la mundialización sobre la reestructura-
ción espacial del dominio del capital (Revelli, 1997), podemos decir que la lucha
por la tierra se ha transformado, al representar para los campesinos e indígenas
de México, desde la disputa interna y externa, el medio de producción básico
para la economía campesina y su resemantización como referente simbólico de las
identidades étnicas, pasando por su adjetivación en las prácticas de territorialidad,
del llamado “ecologismo campesino” (Toledo, 1999) y la disputa por el poder
espacialmente referido, hasta la base de un ejercicio horizontal de la democracia
directa y del despliegue de las autonomías indígenas y municipales.
Así vista, la defensa de la tierra se trueca de manera indefectible en la defensa
de un territorio, de una tierra culturalmente adjetivada. El territorio constituye
un espacio social y simbólicamente construido, el lugar del despliegue de un
conjunto de formas de organización, relación y resemantización del espacio. Es
aquí donde las reclamaciones y contiendas territoriales se fundan y reaparecen
cargadas de un fuerte sentido identitario.
De esta manera, la defensa de la tierra va más allá de la disputa por el medio de
reproducción básico de la economía campesina, puesto que emerge y cobra sentido
sobre un espacio sistemáticamente simbolizado, sacralizado y constantemente
reconstruido en diversas prácticas de territorialidad. Ésta puede ser entendida
como “la (re)construcción de una espacialidad propia, subalterna y autónoma a
la vez, invisible a los ojos del poder, donde se reconstruye el sujeto colectivo [...]
es el espacio social vivido, distinto al espacio físico de realidades materiales, y
distinto a las representaciones oficiales del espacio (distritos, provincias, cantones,
corregimientos, etcétera)” (Toledo, 2004:18).
La llamada globalización, como quedó planteado en el capítulo III, “Crisis de
la forma Estado y movimientos sociales”, es precisamente la que ha despertado
o ha hecho visibles estas fuerzas diversas que demandan un mayor protagonis-
mo, posibilidad de decisión y participación en diversos ejercicios autónomos
de poder. Emerge así la praxis desde lo local, donde las transformaciones y
utopías, así como la esperanza de un mundo mejor, aparecen como realizables,
como futuros cargados de posibilidad. En medio del convulso escenario de
las transformaciones globales, renace paradójicamente la fuerza de “lo local”,
de las comunidades, las regiones, los municipios. Así también surge San Sal-
vador Atenco, como una comunidad que, desde lo local, despliega diversas
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Las estrategias campesinas y de otros sujetos y actores sociales, como las mu-
jeres, los jóvenes, los indígenas, arrancan en la construcción de los contrapoderes,
desde el nivel de la sobrevivencia, y retoman las propias experiencias y prácticas
de los sujetos sociales ubicando el desarrollo en una “escala humana” (Monjo,
1994). Tenemos así una amplia gama de caminos alternativos que dependen
del enlace de las diversas propuestas y de la lucha por espacios de contrapoder
y particularmente de tácticas para su consolidación. Entre éstas destacan, en
el ámbito productivo de competencia con economías de escala, la floricultura
–para en el caso que analizamos–, el despliegue de un sector asociativo y auto-
gestionario, así como una complementariedad y combinación de los mercados
que permitan la mayor retención de excedentes posible.
En términos generales, los “nichos” de mercado (café orgánico, miel, turismo
ecológico) y los llamados mercados solidarios, junto con el fortalecimiento de
los mercados locales y regionales por medio del “trueque” moderno entre los
campesinos y otros productores, o los consumidores, redundan en un incremento
del empleo local, en la diversificación y articulación de las fuentes de ingreso,
en la elevación del grado de autosuficiencia de las unidades campesinas de
producción y de sus comunidades, permitiendo una “intra-acumulación” por
medio de ahorros propios y la formación de organizaciones como las uniones
de crédito y las cajas de ahorro, como en el caso de Tepoztlán.
El principio de equidad (Guerra, 1994; Chiriboga, 1992; 2004), si bien
depende para ser viable de las estructuras de dominación, representa el eje de
la acumulación de cambios en el mundo rural. La equidad tiene un correlato
con la base económica, pero también con las relaciones sociales, políticas y –en
particular– las culturales, en las que se desenvuelve el mundo campesino y
rural. Por ello, en la búsqueda de la equidad, los movimientos sociales enfren-
tan la modernización, pero también, en términos más profundos, el núcleo de
modernidad que ésta encierra; las formas de dominación, no sólo políticas, sino
las que entrañan la reproducción social del propio dominio. Por eso es funda-
mental una perspectiva de género (Appendini, 2002), como también el camino
a la equidad exige un reconocimiento de la diferencia y de sus posibilidades de
expresión autónomas, del reconocimiento de prácticas constituyentes que van
más allá del “pacto social”.
Vista así, la lucha del pueblo tepozteco contra el club de golf no sólo es un
movimiento de resistencia, sino de reconstrucción de sus propias formas de or-
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que muchos comparten, y han sido ellos, los bienes comunales, los que a su
vez la han alimentado. La concepción del bosque como bien común, más que
en palabras, se expresa en la práctica de quienes así lo conceptualizan. Así lo
manifestó una mujer de la cabecera que participa en uno de los grupos cívicos
forestales de esta localidad:
Yo, más que nada como madre, veo un incendio y me conmueve sentir que
se están acabando nuestros cerros, nuestros bosques, ¿qué le vamos a dejar a
nuestros hijos? Yo no quiero dejarles algo contaminado. Como que entra algo,
como que llama. No puedo estar aquí y ver que el cerro se quema (entrevista
realizada por María Fernanda Paz a una integrante del Grupo Cívico Forestal
Cacomixtles, abril de 1999).
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La pelea por el Estatuto comunal tiene realmente que ver con que Tepoztlán siem-
pre ha luchado por proteger su bosque, sus costumbres, y nosotros buscamos una
forma de reglamentar estos usos y costumbres y es algo que al propio gobierno
le dolió en su momento, cuando nos pusimos a trabajar en ello, porque para
ellos es algo que les impide entrar tan abiertamente, y bueno, nosotros ahora nos
regimos, pues lo manifestamos en el propio estatuto, con nuestra propia ley. Ahí
nosotros estamos reglamentando cómo nosotros queremos cuidar nuestra tierra,
por ejemplo, estamos renunciando a un artículo de la ley agraria donde permite
la asociación mercantil, entonces Tepoztlán aceptó por unanimidad rechazar este
artículo y es parte de lo que permite evitar la entrada de proyectos que vienen a
afectar nuestra comunidad. Tepoztlán sí quiere el desarrollo, pero un desarrollo
consensuado que realmente no nos afecte; pero en la mente capitalista de los
empresarios no hay una forma ecologista de buscar la comunión entre empresa
y comunidad (entrevista a Francisco Almazán, 2003).
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se terminó de imprimir el 7 de octubre de 2012. En su
composición se utilizaron tipos de las familias Caslon
Old Face; el tiraje consta de 1000 ejemplares impresos
sobre papel cultural. Edición e impresión mc editores,
Selva 53-204, Insurgentes Cuicuilco, 04530 Ciudad
de México, tel. (52)(55) 5665-7163 [mceditores@
hotmail.com].