Vía Crucis Familiar

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Segunda Reunión General

CUARESMA
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…
Oración por las Familias
Santa Familia de Nazaret,
Jesús, María y José que nunca más haya en las familias
En ustedes contemplamos el esplendor episodios de violencia, de cerrazón y división,
del verdadero amor, a ustedes confiados que quien haya sido herido o escandalizado
nos dirigimos. sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret, Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias haz tomar conciencia a todos
lugar de comunión y cenáculo de oración, del carácter sagrado e inviolable de la familia,
auténticas escuelas del Evangelio de su belleza en el proyecto de Dios.
y pequeñas iglesias domésticas.
Jesús, María y José,
escuchar, acoger nuestra súplica.
Amén.
Sagrada Familia, ruega por nosotros
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros
Jesús, María y José, bendigan y protejan al MFC
Vía Crucis Familiar
Oración Inicial:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén.

Señor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte


del grano de trigo que cae en tierra y muere para producir
mucho fruto (Jn 12, 24).

Nos invitas a seguirte cuando dices: «El que se ama a sí


mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este
mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25).

Tú te adelantas y nos muestras que sólo entregándola


salvamos nuestra vida.

Ayúdame para que mi Vía crucis sea algo más que un


momentáneo sentimiento de devoción.

Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de


trigo, a encontrar, en el «perder la vida», la vía del amor, la
vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en
abundancia (Jn 10, 10).
Amén.
I Estación
I ESTACIÓN:
Jesús es condenado a muerte.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
El matrimonio condenado.-
I Estación Cristo fue condenado; Porque quiso y porque nos quiso, fue
condenado con falsas acusaciones, le condenaron porque no
respetaba las tradiciones, Él que había dicho que no había
venido a destruir, sino a perfeccionar, le condenaron porque se
oponía al Cesar, Él que había dicho que había que dar al Cesar
lo que era del Cesar.

No importaba, le condenaron a muerte.


Hoy la institución matrimonial también es condenada, se le
califica y se le condena como una realidad del pasado. Algo
que ya no sirve para hoy. No son pocos los que dicen que el
matrimonio no es válido para hoy y se unen libremente,
dispuestos a separarse cuando surja la primera dificultad. Se
condena al matrimonio porque, dicen, impone una convivencia
diaria que quita la libertad al individuo. Se condena al
matrimonio, porque no quieren comprometerse “para
siempre”. Se condena al matrimonio porque se considera a los
hijos como a una carga y no como un gozo. ¿Por qué suceden
estas cosas? ¿No será porque los cristianos no hemos sabido
presentar una imagen atractiva de nuestros matrimonios?
I Estación
Oración:
Señor Jesús, que pasaste treinta años de tu vida en familia.
Ayúdanos a imitar en nuestros hogares las virtudes de la
familia de Nazaret y saber presentar a los hombres la
auténtica imagen de la familia cristiana.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
II Estación
II ESTACIÓN:
Jesús con la cruz a cuestas.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
II Estación
El matrimonio tiene que tomar la cruz de la convivencia
diaria.
Cristo Jesús, después de ser brutalmente azotado y coronado
de espinas, tiene que cargar con su cruz, es decir, con
nuestras cruces. Con pocas fuerzas, pero con mucho amor.

El matrimonio es una comunidad de vida y amor, en él todo


ha de ser compartido: lo que tenemos, lo que hacemos y lo
que somos y compartirlo con gozo.

Pero con el tiempo aparecen los defectos disimulados, ocultos,


“perdonados en el noviazgo”. Estar juntos día y noche, un día
y otro día, un año y otro año puede ser para algunos una
pesada cruz. Es la cruz de la convivencia diaria, de la pesada
rutina. Una cruz que en algunos casos se hace dura y difícil.
Pero esa cruz también redime y salva.
II Estación
Oración:
Ayúdanos, Señor, a cargar con la cruz de cada día, a saber
descubrir la grandeza de las cosas pequeñas, a no olvidar que
“quien es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho”.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
IIi Estación
III ESTACIÓN:
Jesús cae por primera vez.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
IIi Estación Primera caída de los matrimonios: las sospechas, los
celos.
Todavía no habían salido de Jerusalén y Cristo ya no puede
con el madero de la cruz y cae en tierra, cae en el suelo con la
cruz encima, sobre su figura derrumbada la mirada
amenazadora e indiferente de los verdugos.

Inevitablemente pasan los primeros años del matrimonio, con


el paso del tiempo se pagan las primeras ilusiones, se ven las
cosas con menos pasión y con menos ilusión, el color rosa de
los primeros momentos da paso al color gris-morado de la
realidad monótona de cada día, en muchos casos el amor se
enfría y se debilita.

Aparecen la soledad, las lágrimas silenciosas, las caras largas,


es el momento del amor herido y surgen inevitablemente las
sospechas, los celos que tanto hacen sufrir, esta suele ser la
primera caída de muchos esposos, que un día se prometieron
felicidad y fidelidad eterna, y ahora parece que aquellas
promesas no se ven cumplidas.
IIi Estación
Oración:
Señor, danos tu gracia y tu ayuda para que en nuestros
hogares mantengamos siempre firme la ilusión de los
primeros días y para que el amor de los esposos sea cada día
más firme y estable.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
Iv Estación
IV ESTACIÓN:
Jesús se encuentra con su Madre.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador
El dolor de la madre ante los hijos.
Iv Estación María estaba preparada para el dolor, cuando presentó a su
hijo en el Templo de Jerusalén a los pocos días de nacer le
dijeron que “una espada le atravesaría el alma”.
María había sufrido en Belén, en Egipto, en Nazaret, en la
pobreza, en tantas ocasiones, pero ver a hijo cargando con la
cruz, coronado de espinas, ensangrentado era distinto.

Era el dolor de una madre por sus hijos que había sido
prendido en la oscuridad de una noche, juzgado sin garantías
legales, condenado a muerte como un vulgar malhechor, y
que iba camino del patíbulo cargado con una cruz de madera,
era ciertamente un dolor profundo como ningún otro.

Hoy son muchas las madres que sufren por sus hijos: es el
dolor de una madre ante su hijo deficiente físico o psíquico,
ante el hijo que prometía mucho y se vuelve un calavera, ante
el hijo que no encuentra trabajo, ante el hijo que se encamina
por los senderos de la droga o de la delincuencia, siempre
será la madre la que más sufra y la que sufra en silencio.
Iv Estación
Oración:
Señor Jesús, que tuviste a tu lado a tu Madre en el momento
supremo del camino al Calvario, ayuda a cuantas madres
sufren en silencio por sus hijos, dales fortaleza y valentía para
sobrellevar su dolor y hazlas el valor del sufrimiento.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
v Estación
V ESTACIÓN:
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador
Los esposos tienen que ser mutuamente cirineos.
Los verdugos no tenían compasión, querían que Jesús no se
v Estación les muriera por el camino y llegara vivo al calvario, querían
clavarlo en la cruz y que muriera crucificado, querían
completar su obra.
|
Por eso, y para que no se les muriera por el camino -no por
compasión- buscan un hombre para que lo ayudara a llevar la
cruz. Y encontraron a Simón de Cirene. Él no sabía quien era
el hombre de la cruz. De haberlo sabido lo hubiera hecho
encantado.

Nadie en la vida está libre de una cruz. Cada cual lleva la


suya, aunque no lo parezca. Aunque traten de escaparse de
ella. También la hay en los esposos. Cada familia lleva su
propia cruz. Será diferente, pero será cruz. Para unos la cruz
es el agobio económico, para otros el paro. Para unos la cruz
serán los hijos, para otros la enfermedad. Lo cierto es que no
hay familia sin cruz. Pero en el matrimonio todo es común,
todo debe ser compartido por los esposos. Para los dos
maderos a veces pesados de la cruz matrimonial – la que sea-
debe haber cuatro hombros dispuestos a compartir el peso de
la cruz. Los esposos deben ser cirineos el uno para el otro.
Sólo así serán de verdad comunidad matrimonial.
v Estación
Oración:
Señor Jesús, que en el camino del Calvario tuviste en Simón
de Cirene una ayuda para llevar la cruz, haz que los esposos
sean cirineos el uno para el otro; que ambos esposos sepan
ayudarse a llevar la cruz de cada día.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
vi Estación
VI ESTACIÓN:
La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y mí pecador.
La madre limpia la cara de todos los suyos.
Cristo cargado con la cruz, sigue su camino hacia la cumbre
vi Estación del Calvario, su cara está manchada de sangre y de polvo, su
cabeza coronada de espinas, apenas puede ver, ha perdido la
belleza.

A ambos lados del camino el gentío mira, una mujer valiente,


desafiando el “qué dirán” sale de las filas, atraviesa la calle,
se acerca a Jesús y le limpia con un paño el rostro
desfigurado. Le alivia por unos momentos el dolor. Dice la
tradición que en el paño de aquella mujer quedó marcada
para siempre la imagen de Jesús.

¡Cuantas veces en la vida de familia hay caras marcadas por


las arrugas, por el cansancio, por el duro trabajo, por la
enfermedad, por las contradicciones y problemas, por el dolor!
Es el momento en que haya alguien dispuesto a limpiar, a
ayudar, a compartir, a entregarse.

Unas veces -las más- será la madre. Otras tendrá que serlo el
padre. Pero siempre será necesario que alguien, como la
Verónica, esté dispuesto a limpiar el dolor ajeno. Alguien
dispuesto a sacrificarse para que los demás puedan aliviar su
dolor.
vi Estación
Oración:
Señor Jesús, que camino del Calvario tuviste el consuelo de
que una mujer te limpiara el rostro; ayuda a los esposos para
que estén siempre atentos al dolor que pueda haber en su
hogar para ayudar y compartir, para aliviar y consolar.
Por Cristo Señor Nuestro.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
vii Estación
VII ESTACIÓN:
Jesús cae por segunda vez.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
vii Estación Segunda caída de los esposos:
el problema de los hijos.
Jesús, ya a las afuera de Jerusalén, vuelve a caer, la ayuda del
cirineo no era suficiente, le faltaban las fuerzas y cae de
nuevo en tierra aplastado por el madero de la cruz.
Los hijos son muchas veces, más que una alegría, un
problema serio.

Hoy más que nunca, para muchos padres son una pesada
carga, que les lleva a volver a caer en el desánimo y en el
desaliento. Unas veces es una enfermedad del hijo lo que
preocupa y angustia.

Otras, las más, son los malos pasos que dan, su rebeldía, el
paro. Incluso, la delincuencia y la droga. ¡Cuántos disgustos
nos dan a veces! Hay momentos en los que incluso parece
que nos arrepentimos de haberlos traído al mundo. Nos
pesan, como a Jesús le pesaba la cruz. Nos hacen sufrir, nos
hacen caer en el desconsuelo y la desesperación.
vii Estación
Oración:
Señor Jesús que caíste en tierra por segunda vez aplastado
por el peso del madero de la cruz, ayuda a los padres que
sufren el dolor y el desconsuelo que les producen muchas
veces sus propios hijos.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
viii Estación
VIII ESTACIÓN:
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
El llanto por los hijos. En el camino del Calvario que
viii Estación recorrió Jesús, no todo fueron ofensas para Él. Sabemos que
un pequeño grupo de mujeres, viendo cuanto sufría y viendo
el dolor de su madre, lloraban por Él. Fue como una lejana
caricia. Jesús se paró ante ellas y con voz casi sin fuerzas, les
dijo: “No lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por
vuestros hijos”.

Junto a los días de afecto y cariño, junto a los días apacibles y


buenos, junto a las alegrías que muchas veces proporcionan
los hijos, existen también otros días de sufrimiento y dolor.
Son los momentos en que hay que tragarse las lágrimas de la
soledad, son los momentos en los que el llanto brota
espontáneo.

Son los momentos del dolor por los hijos que traen suspensos
en sus estudios, del dolor por el hijo al que despiden del
trabajo, el dolor por el hijo que con frecuencia llega a casa
bebido y encamina su vida por los senderos del alcohol.

¡Hay veces en que hacen sufrir tanto que se llora por ellos! El
camino de las lágrimas es un camino muy recorrido por las
madres. ¿Qué madre no ha llorado alguna vez por su hijo?
viii Estación
Oración:
Señor Jesús, que camino del Calvario consolaste a unas
mujeres que lloraban por ti; consuela hoy a las madres que
lloran por sus hijos. Dales ánimo y valor.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
ix Estación
IX ESTACIÓN:
Jesús cae por tercera vez.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
Tercera caída en el matrimonio:
ix Estación La enfermedad.
Ya faltaba poco para llegar a la cumbre del Calvario. Apenas
unos metros. Pero Jesús no podía más, estaba desangrado,
había llegado al límite de sus fuerzas, no podía más y cae al
suelo bajo el madero de la cruz por tercera vez.

En la vida de las familias no hay problemas insolubles, cuando


hay salud y fuerzas para afrontarlos. “Mientras haya salud…”,
solemos decir, pero cuando menos lo esperamos, surge la
enfermedad, la operación difícil, el accidente laboral o de
tráfico, el tumor que tanto nos asusta y todo se nos derrumba
a nuestro alrededor. Nos faltan las fuerzas, nos dan ganas de
revelarnos. “¿Por qué a mí, Señor? ¿Por que nos tenía que
tocar a nosotros?”.

La cruz se hace demasiado pesada para nuestros hombros, y


caemos bajo el peso del dolor. Surge la desesperación, se
reniega de todo y de todos.

También se reniega de Dios que nos permite tales desgracias,


esta caída, la de renegar de Dios, es una caía de muchas
familias.
ix Estación
Oración:
Señor Jesús, que caíste en tierra por tercera vez bajo el peso
de la cruz. Ayuda a los matrimonios que sufren la cruz de la
enfermedad, ayúdales a comprender que el dolor es el camino
y el medio de la redención.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
x Estación
X ESTACIÓN:
Jesús es despojado de sus vestiduras.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador
Los padres tienen que despojarse de su autoritarismo y
x Estación su paternalismo.
Por fin llegan al Calvario, Jesús consigue llegar con vida a la
cumbre del pequeño monte, pero aún quedaba algo, la pasión
de Cristo fue total, no quedó en su cuerpo ni en su espíritu un
solo rincón sin dolor, allí lo desnudan y se ve envuelto en la
burla y en el desprecio de las gentes.

Mientras los hijos son pequeños, sus padres les arropan y


protegen constantemente, se les protege quizás demasiado,
se les mima, pero pasan los años y los hijos crecen, se hacen
mayores, quieren independizarse de sus padres, se alejan del
hogar, incluso, a veces, se revelan contra la autoridad y la
protección de sus padres y entonces surge el drama en
muchas familias.

Los padre Olvidan muchas veces que sus hijos ya son


mayores, que pueden volar por sí mismos, que tienen derecho
a una cierta independencia y autonomía.

Los padres no saben desprenderse del paternalismo y


autoritarismo. Olvidan que su autoridad debe tener ya unos
límites y sufren.
x Estación
Oración:
Señor Jesús que fuiste desnudado en el monte del Calvario;
ayuda a los padres en la difícil tarea de despojarse de su
autoritarismo y paternalismo con que anulan, sin desearlo, la
personalidad de sus hijos.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
xi Estación
XI ESTACIÓN:
Jesús es clavado en la cruz.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
xi Estación La cruz de la ancianidad.
Y cuando llegaron a la cima del monte, después de
desnudarlo, le clavaron en la cruz, las manos y los pies, dolor
sobre dolor, después lo levantaron y quedó colgado,
suspendido entre el cielo y la tierra, allí sirviendo de diversión
para unos, de llanto para otros y de salvación para todos.

Al llegar a la cima de los años, al subir la cuesta de los


muchos días, desnudándonos de agilidad y fortaleza, nos
vamos haciendo viejos, para suavizar la realidad decimos que
nos hacemos mayores, pero los años pesan.

Es la pesada cruz de la edad, de la ancianidad. Unos la


sobrellevan con cierta dignidad, otros con aceptación
cristiana, muchos reniegan por haber llegado tan pronto a la
cumbre de la vida.

Pidamos a Cristo clavado en la cruz por todos los que cargan


con la pesada cruz de los muchos años, para que no pierdan
nunca la esperanza.
xi Estación
Oración: Señor Jesús, que fuiste clavado de manos y pies en
una cruz; te pedimos por todos aquellos ancianos que cargan
con la pesada cruz de los años. Ayúdales a sobrellevar las
incomodidades de la edad y a que mantengan siempre firme
la esperanza.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
xii Estación
XII ESTACIÓN:
Jesús muere en la cruz.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
xii Estación La viudez: la muerte de uno de los esposos.
Ha llegado el temido final, Cristo está clavado en la cruz y
desde ella entrega su vida y la entrega por amor, perdona a
sus verdugos, nos entrega a su Madre, pide agua, dice que su
obra está consumada y muere, las sombras y las tinieblas
cubren el Calvario, hay gente que comienza a creer, el
centurión romano dice que ese hombre era Dios, se cumple la
profecía de Jesús: “Cuando sea elevado, atraeré a todos a mí”.
Todo, por lejano que nos parezca, llega en la vida, unas cosas
antes, otras después, pero al final siempre está la muerte
cierta, segura, cruel y tarde o temprano siempre acaba
haciendo acto de presencia, cuando muere alguien en una
familia, muere algo para todos.
Pero cuando muere uno de los esposos, es el otro quien más
muere con él, entonces aparecen como únicos compañeros de
la viudez la sombra, el vacío, el desamparo, la soledad. Y eso
nadie podrá volver a llenarlo del todo. Después sólo quedan
los recuerdos, las lágrimas y las oraciones.
Pidamos a Cristo muerto en la cruz por tantos viudos, para
que sean atendidos y no se encuentren solos.
xii Estación
Oración:
Señor Jesús que moriste en la cruz y dejaste a tu Madre triste
y sola; te pedimos por todos los viudos y viudas que
perdieron al compañero de su vida. Hazte presente en sus
vidas para que nunca se encuentren solos.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
xiii Estación
XIII ESTACIÓN:
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y mí pecador.
xiii Estación
Cuando los hijos se mueren.
La escena tenía que hacer llora hasta las piedras, María
traspasada de dolor, recoge durante unos instantes en su
regazo el cadáver de su hijo, aquel cuerpo destrozado,
aunque no lo pareciera, era el de su hijo, aquel hijo que ella
había cobijado tantas veces de niño, aquel hijo que ella había
visto crecer, aquel que “todo lo había hecho bien”, estaba
ahora muerto en sus brazos.
Algunos padres viven la terrible experiencia de ver morir a un
hijo, los accidentes, la enfermedad incurable, el tumor
maligno, el infarto.
Cerrar los ojos a un hijo es una de las experiencias más duras
y crueles de la vida, algo que sólo puede entender quien ha
tenido la desgracia de vivirla en su propia carne, algunos
padres han bebido este amargo trago.
Estos son los únicos que están en condiciones de saber cómo
fue el dolor de María al tener en su regazo el cuerpo muerto
de su Hijo.
xiii Estación
Oración:
Virgen María que viste morir a tu hijo en una cruz y lo
recogiste después en tus brazos; ayuda a las familias que
pasan por el amargo trance de perder un hijo. Dales fortaleza
y esperanza.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
xiv Estación
XIV ESTACIÓN:
Jesús es puesto en el sepulcro.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. – Que por tu Santa
Cruz redimiste al mundo y a mí pecador.
xiv Estación La muerte del que queda.
El cuerpo de Jesús fue colocado en un sepulcro nuevo,
excavado en la piedra, pero prestado, el que era dueño de
cielos y tierra, muere más pobre que nadie, no tuvo ni tierra
para su sepultura, para descansar el sueño de la muerte le
tuvieron que prestar un sepulcro, ¡Hasta ese despojo y
entrega llegó Jesús!.
La muerte, tarde o temprano, ya lo sabemos, nos llegará a
todos, aquí no valen resistencias, ni grandezas humanas.
Cada uno deberá asumir su propia muerte, pero para un
cristiano no hay lugar para la desesperanza, la esperanza
cristiana borra toda sombra de duda, anula el impulso de la
desesperación.
Cristo nos dijo que si el “grano de trigo no muere, quedará
infecundo”, y que “quien crea en Él, aunque muera, vivirá
para siempre”.
Pidamos desde lo hondo de nuestro corazón al Señor que nos
infunda fe en sus palabras y la esperanza en una vida eterna,
a la que todos estamos llamados.
xiv Estación Oración:
Señor Jesús que dijiste: “Yo soy la resurrección y la vida.
Quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá para siempre”.
Infunde en nuestros corazones la firme esperanza de la vida
eterna. Ayúdanos a comprender que, aunque caminamos
hacia una muerte segura, ese es el paso que nos conduce a
una vida que no tendrá fin.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí – Pecamos y


nos pesa ten misericordia de nosotros.

- Padre nuestro.
- Ave María.
REFLEXIÓN FINAL

El Vía Crucis termina con la muerte y sepultura de Jesús, pero


esa muerte no fue sino el paso para la resurrección.
Él dijo: “Si el grano de trigo no muere, no producirá fruto”.
La muerte de Cristo produjo fruto abundante, el fruto del
amor y del perdón.

Un perdón que nos viene a todos los hombres gracias a esta


muerte.

Hemos intentado con este sencillo Vía Crucis descubrir los vía-
crucis que existen en tantos hogares de nuestro tiempo.

En ellos sigue sufriendo y muriendo el Señor.

Pidámosle que también para estas familias que llegue pronto


el domingo de la resurrección.

Así sea.
Oración Final Área V Diocesana

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