Transfigurar El Horror en Belleza
Transfigurar El Horror en Belleza
Transfigurar El Horror en Belleza
en belleza*
❊ Michèle Petit
(Traducción de Sandra Sepúlveda Amor)
[ 15 ]
[ 16 ] Sin embargo, este cambio está perturbando a mucha
gente. Una amiga, cuando pasa por el sitio, desvía la
mirada. “¿Qué es lo que no quieres ver?”, “la destruc-
ción, eso me asusta. El agujero”, como si ahí hubiera
una gran tumba. Una de mis vecinas sufre de depresión,
ya no puede soportar este caos. Mis vecinos mayores te-
men que nuestro edificio, construido sobre una cantera,
se derrumbe: todos los días tiembla cuando golpean los
edificios cercanos. Y es verdad que las vibraciones son
impresionantes. Cuando las paredes se mueven, todos
nos imaginamos tres pisos más abajo, enterrados bajo
los escombros.
A mí, sobre todo, me disgusta este polvo gris cubrién-
dolo todo día tras día. Tiene un sabor a muerte, y nos
recuerda la fragilidad de nuestra condición. Además,
ya no vivimos a color, todo se confunde. Alejandro, el
guardián, pelea contra él sin cesar, riega el suelo y las
plantas en el patio, para que encuentren un poco de sus
matices, un poco de alivio. Tanto alboroto causó que la
pareja de cernícalos que había anidado aquí cerca deci-
dió mudarse. Ya no disfrutaré aquellas conversaciones
poéticas con una dama que se instalaba en el camino
con un catalejo y me explicaba sus hábitos. ¿Cuántos
años tardarán las aves en regresar? No lo sé. Tampoco
sé si plantarán un árbol en lugar de nuestro viejo casta-
ño que tendremos que talar: él tampoco pudo soportar
tantos trastornos.
Cuando cae la noche, la obra se detiene y mi edi-
ficio por fin deja de temblar. Enciendo la televisión y
veo en el noticiero que Raqqa, en Siria, fue “liberada”:
una ciudad entera en ruinas, desierta, un paisaje de deso-
lación. Desde hace años, no pasa una sola noche sin que
veamos imágenes de edificios colapsados, destripados,
destruidos por bombardeos, atentados o desastres lla-