Terapeuta Angelico Nivel 2 Clase 4.2. Oraciones para Cada Dia de La Semana.
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¡Oh gran Dios! Por quien todo se ha librado, líbrame del mal. ¡Oh gran Dios!, que
has concedido tu consuelo a todos los seres, otórgamelo a mi también. ¡Oh gran
Dios!, que has socorrido y asistido a quien te ha suplicado, ayúdame y socórreme
en todas mis necesidades, miserias, empresas y peligros: líbrame de todos los
obstáculos que me pongan mis enemigos, tanto visibles como invisibles, en el
nombre del Padre, que ha creado el mundo entero; en el nombre del Hijo, que ha
cumplido la ley en toda su perfección; yo me inclino ante tus pies y me acojo a tu
protección. Así sea. Que la bendición de Dios Padre, cuya sola palabra ha hecho
todo, sea siempre conmigo, que la bendición de vuestro Señor Jesucristo, Hijo de
Dios vivo, sea siempre conmigo; que la bendición del Espíritu Santo, con sus siete
dones, sea siempre conmigo; que la bendición de la Virgen María, con su Hijo
divino, sea siempre conmigo. Así sea.
¡Oh, Dios creador, salvador y glorificador! Haz, Señor, que la bendición de los
Santos Ángeles, Arcángeles, virtudes, poderes, tronos, dominaciones, querubines,
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y serafines, sean siempre contigo. Amén. Que la bendición de todos los cielos y la
de Dios sean siempre conmigo. Amén. Que la bendición de los Patriarcas, Profetas,
TERAPEUTA ANGELICO | Facilitadora: Alvarez Daiana E.
¡Oh, Manuel! Defiéndeme contra el enemigo común y malo, y contra todos mis
enemigos visibles e invisibles, y líbrame del mal. Jesucristo rey, vino en paz y la
guerra encendida de su casa es la paz de las almas, que nunca la conocieron.
Jesucristo triunfa, Jesucristo reina, Jesucristo manda; que Jesucristo me aleje de
todo mal y de la paz que ansío. He aquí la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Huyan,
pues, mis enemigos a su vista, que el León de la tribu de Judá ha triunfado; raza
de David, Aleluya, Aleluya. Salvador del mundo, sálvame por tu preciosa sangre;
socórreme por tu cruz bendita. Dios misericordioso, Dios inmortal, sé mi guía,
protégeme Dios mío. ¡Oh, Agios Otheos, Agios Ischyros, Agios Athanatos, Eleyson
Imas, Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Misericordioso e inmortal, tened piedad de mí,
que soy criatura vuestra, sed mi sostén y mi guía. Señor, no me abandoneis, no
desoigáis mis plegarias; Dios de mi salvación, ayudadme siempre. Dios mío.
Amén.
Ilumina mis ojos con la verdadera luz, a fin de que no permanezcan cerrados en
el sueño eterno, por temor de que mi enemigo pueda decir que le he aventajado.
En tanto que el Señor esté conmigo, no tendré que temer la maldad de mis
enemigos. ¡Oh, dulcísimo Jesús!, Conservadme, ayudadme, salvadme. Que solo el
pronunciar el nombre de Jesús toda rodilla se doble, tanto celeste como terrestre
y como infernal, y que toda lengua publique que Nuestro Señor Jesucristo goza de
la gloria de su Padre. Así sea. Sé perfectamente y ni siquiera lo pongo en duda,
que el día en que invocaré al Señor en aquel mismo instante seré salvado.
Dulcísimo Señor Jesucristo, Hijo amado del Gran Dios vivo, que habéis hecho
tantos y tan grandes milagros por la sola fuerza de vuestro preciosísimo nombre
y habéis enriquecido abundantemente a los indigentes, puesto que, ante Él y por
la sola virtud, los ciegos veían, los sordos oían, los mudos hablaban, los leprosos
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se veían sanos, los enfermos curaban y los muertos resucitaban; porque tan pronto
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con solo pronunciarlo y todas las tentaciones, aún las peores, desaparecían; todos
los demonios huían y todas las enfermedades eran curadas: todas las disputas y
luchas de la vida, los mismo las de la carne como las del diablo se disputaban,
sintiéndose el alma llena de todos los dones celestiales; Porque cualquiera que
invoque el Santo Nombre de Dios será salvado; éste Santo Nombre, sí,
pronunciado por el Ángel, antes de que Jesús fuera concebido en el seno de la
Santa Virgen, y que será alabado y ensalzado por los siglos de los siglos. Amén.
Jesús, Hijo de Madre, Salvador del mundo, que el Señor me sea propicio, dulce y
favorable; que me acuerde un espíritu sano y recto para rendirle el vasallaje que
le es debido, a Él que es el libertador del mundo. Nadie podía poner la mano sobre
Él, porque su hora no había llegado: Él que era, que es y que será siempre Dios y
hombre, principio y fin. Que esta plegaria que te dirijo me garantice eternamente
contra mis enemigos. Amén. Jesús de Nazareth, Rey de los Judíos y Redentor del
mundo, mira a esta alma infeliz que se humilla ante ti y se cree todavía indigna de
arrodillarse ante excelsitud tan grande y dame la paz que ansío. Amén. Tened
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piedad de mí, que soy un pobre pecador y miserable criatura, Conducidme con
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arreglo a vuestra dulzura por las vías de la salvación eterna. Amén. En el tiempo
que el buen Jesús cumplía su misión redentora sobre la tierra, los sacerdotes judíos
TERAPEUTA ANGELICO | Facilitadora: Alvarez Daiana E.
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