Arquetipo Americano

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El sistema educativo estadounidense ofrece un nutrido conjunto de opciones para el

estudiante extranjero. Existe tal variedad de instituciones, programas y lugares para

elegir que la elección puede resultar abrumadora para los estudiantes, incluso para

quienes provienen de los Estados Unidos. Al comenzar tu búsqueda de instituciones,

es importante que te familiarices con el sistema educativo estadounidense. Entender

el sistema te ayudará a limitar tus opciones y a desarrollar tu plan educativo.

La estructura educativa
ESCUELA PRIMARIA Y SECUNDARIA

Antes de la educación superior, los estudiantes estadounidenses asisten a la escuela

primaria y secundaria durante un total combinado de 12 años. Estos años se conocen

como el período de primer grado a decimosegundo grado.

A la edad aproximada de seis años, los niños estadounidenses comienzan la escuela

primaria, que comúnmente se denomina “elementary school” (escuela elemental).

Asisten a esta escuela durante cinco o seis años y luego pasan a la escuela

secundaria.

Las escuelas secundarias están conformadas por dos programas: el primero se

denomina “middle school” o “junior high school” (escuela media) y el segundo

programa es la “high school” (escuela secundaria). En la graduación de la escuela

secundaria se otorga un diploma o certificado. Una vez graduados de la escuela

secundaria (decimosegundo grado), los alumnos estadounidenses pueden pasar al

“college” o a la universidad. Los estudios en un college o universidad se conocen

como “educación superior”.

El sistema educativo de Estados Unidos es mayoritariamente público, con control y


financiación de los tres niveles de gobierno: federal, estatal y local
. La educación infantil es obligatoria. El período escolar en los Estados Unidos dura doce
años. El primer año en la guardería no es obligatorio. A este le siguen seis años de primaria
(1.º-6.º) y otros seis de secundaria (7.º-12.º). Las escuelas estadounidenses inician el curso en
septiembre después de las vacaciones de verano (julio-agosto). Un año escolar dura dos
semestres: el primero, de septiembre a diciembre; y el segundo, de enero a junio. Los jóvenes
asisten a escuelas públicas, que son gratis desde primaria hasta secundaria. Los alumnos de
secundaria tienen cuatro o cinco asignaturas y sus períodos de estudio son de una o dos
horas.
Las escuelas ofrecen actividades extracurriculares como estar en una banda musical, en una
orquesta o coro, en clubs, bailes, asambleas, en obras teatrales, y deportes. Después que
terminan la secundaria, cuya graduación es en el mes de junio, siendo ya egresados, van a la
escuela superior, esto es, la universidad, ya sea pequeña o grande, en su propio estado o en
otro. Por lo común, esta última etapa no es gratis, les toca pagar por una carrera universitaria,
pero hay becas para buenos estudiantes y muchos universitarios lo solucionan buscando
algún trabajo a media jornada para así pagarse sus estudios universitarios.

Historia[editar]
Según el sociólogo Rick Fantasia, hasta la Segunda Guerra Mundial, las universidades
estadounidenses "operaban al servicio de la clase superior", recibiendo casi únicamente a los
hijos de las familias patricias, en general, en base a "un guiño de ojo y un apretón de manos"
(es decir, en función de la red de relaciones sociales). Una vez admitidos, esos hijos de familia
de "sangre azul" llevaban una tranquila vida universitaria en un clima de veneración
institucional y establecían con sus pares sólidos lazos que durarían toda la vida; del Rotary
Club a los consejos de administración, pasando por los campos de golf (lo que aún hoy se
denomina la "old boy network" o "red de muchachos de edad madura"). 1

Murió Burton R. Clark, sociólogo norteamericano especialista en educación superior

EL ORIGEN DEL ARQUETIPO AMERICANO


Muchas interrogantes surgen en torno a cómo pudo los Estados Unidos llegar a tener
escuelas de grado tan eficaces, de tan alta calidad, si su educación elemental y
secundaria no cumplía con los estándares mínimos de calidad. La respuesta se resume
en lo siguiente:

 La iniciativa ejercida por una pluralidad de instituciones en una arena competitiva.

 La perdurable combinación de la escuela de grado unida a los departamentos


especializados, forma que ha producido resultados de élite en un contexto de educación
superior masiva.

 La combinación investigación y educación.

Modelo original que sirve como pauta para imitarlo, reproducirlo o copiarlo, o
prototipo ideal que sirve como ejemplo de perfección de algo
El sistema norteamericano de educación superior es mundialmente conocido,
liderado por ilustres universidades, como Harvard o Yale. No obstante, existe una
extensa red de instituciones de menor duración, denominadas community
colleges, que son las grandes desconocidas fuera de sus fronteras, pese a haber
formado a millones de norteamericanos desde su creación en 1901. Son
instituciones “made in the USA”, donde cualquier ciudadano puede acceder a los
programas oficiales de educación superior o puede cursar materias sueltas de
educación universitaria, de formación profesional o de formación continua, sin la
necesidad de perseguir titulación alguna, en función de sus intereses
profesionales o personales. Esta enorme accesibilidad a la educación superior y
continua ha dado importantes ventajas socioeconómicas a EEUU durante todo el
siglo XX, contrastando con la mayor rigidez de los sistemas educativos europeos.
Por este motivo, son varios los países que han puesto sus ojos en ellas. En la
actualidad, los community colleges forman al 34% del alumnado oficial de
educación superior norteamericano, al 48% de los estudiantes en instituciones
públicas de educación superior y al 52% del alumnado de grado o inferior de esas
mismas entidades, mientras que el 39% de los jóvenes que finalizan exitosamente
los estudios de high school (bachillerato o similar) eligen los community colleges
para continuar formándose. El sistema educativo norteamericano está totalmente
descentralizado. Los estados, conjuntamente con las administraciones locales,
son los responsables del mismo, amparado todo ello por la X Enmienda a la
Constitución norteamericana. La influencia de los gobiernos federales ha ido
marcada por las modestas aportaciones que éstos han dedicado a la educación.
Al finalizar la II Guerra Mundial, los fondos federales aumentaron sustancialmente
para integrar a los veteranos en la sociedad civil, retrocediendo una vez alcanzado
dicho objetivo. La llegada del siglo XXI ha estado marcada por una mayor
implicación federal, debido a los precarios resultados académicos de las últimas
décadas, con aportaciones económicas truncadas por la presente crisis
económica. La descentralización que fue factor impulsor de la formación de la
población norteamericana durante el siglo XIX y principios del siglo XX, se ha
convertido con el paso del tiempo en un obstáculo para la equidad. En este
contexto desigual, los community colleges han jugado un importantísimo papel al
acercar la formación superior y continua a la población norteamericana. El
presidente Obama, necesitado de rápidas alzas formativas, se ha apoyado en
estas instituciones de 2 años para conseguir incrementar en 5 millones los
titulados de educación superior necesarios para devolver a EEUU el liderazgo
internacional en nivel académico de su población adulta. Los orígenes de los
community colleges los encontramos en los rectores de las universidades
norteamericanas de finales del siglo XIX, quienes visionaron un sistema de
educación superior compuesto por 2 tipos de instituciones, los junior colleges (que
terminarían llamándose community colleges), encargados de impartir el primer
ciclo universitario a los adolescentes con titulación de high school, y por las
universidades propiamente dichas, formadoras de un alumnado más maduro y
dirigidas a la investigación y la especialización a través de la impartición del
segundo ciclo universitario. La propuesta de los rectores universitarios fue
revolucionaria, al visionar al ocaso el siglo XIX un sistema de educación superior
de primer ciclo universal y gratuito, cuando sólo el 2% de los jóvenes cursaba
educación superior, el 10%, educación secundaria y el mercado laboral no
demandaba ni una, ni otra. Los motivos principales para la materialización de los
community colleges fueron su cercanía y su asequibilidad. No obstante, su éxito
no hubiera sido posible sin otros factores, como la descentralización de la
educación, que liberó de innecesaria burocracia y aceleró su creación; los
superintendentes y directores de institutos de secundaria apoyaron asimismo su
desarrollo para poder acceder a puestos laborales de educación superior en
dichas instituciones, abandonado la docencia de educación secundaria. Las
autoridades locales pronto se adhirieron a ellas, al ser imanes de negocios para la
zona. Los gobernadores (o presidentes) de los estados se opusieron en un
principio por la competencia que estas instituciones realizaban a sus
universidades estatales, pero pronto se sumaron a la lista de adeptos, por la
capacidad que poseen los community colleges de generar riqueza para el estado.
Otro factor que facilitó su desarrollo fue el High School Movement o educación
secundaria universal y gratuita, que incrementó considerablemente el número de
jóvenes con la titulación necesaria para continuar sus estudios superiores. El
excedente de dicho colectivo fue redirigido hacia los community colleges y en
concreto hacia la formación profesional para la potente industria manufacturera
norteamericana, necesitada de alumnos con dicha preparación. El mundo
empresarial también se sumó a la defensa de dichas instituciones, por encargarse
éstas de la formación de sus trabajadores a costes bajos, al estar sus programas
educativos fuertemente subvencionados. Por último, no todas las universidades
aplaudieron la creación de estas instituciones, algunas se opusieron por la
competencia que ellas les hacían. Los community colleges poseen 2 tipos de
alumnado: oficiales (que persiguen una titulación de educación superior) y no
oficiales (estimados estos últimos en el 47% del total de estudiantes en dichas
instituciones). La mayoría de sus alumnos estudian a tiempo parcial (59%),
combinando su formación con una jornada laboral (el 68%), por consiguiente, la
edad media es más elevada, situándose en torno a los 28 años, albergando a un
número superior de alumnos mayores de 35 años y menores de 20 años (debido a
los programas conjuntos entre los institutos de high school y los community
colleges para cursar simultáneamente educación secundaria y superior). La
composición de su alumnado es de lo más variopinta, ya que casi la mitad de los
estudiantes (oficial y no oficial) posee estudios superiores (un 14,4%, con
titulaciones de 2 años de duración o superior) y entre un 8% y un 12% de los
estudiantes en cursos oficiales posee grado o posgrado, mientras que los alumnos
con estudios de secundaria alcanzan al 40% del total. Los community colleges
ofrecen los siguientes programas: • Primer ciclo universitario. • Formación
profesional. • Educación continua y para adultos. • Remedial (Refuerzo o
compensatoria) para aquellos alumnos que no poseen la preparación necesaria
para comenzar la educación superior y están necesitados de clases de refuerzo
para alcanzar los niveles exigidos. Un tercio de los alumnos oficiales, según
Cohen y Brawer (2003), se encuentra cursando programas de 1º ciclo
universitario, otro tercio aproximadamente, programas de formación profesional,
un 21% estudia en estas instituciones por motivos laborales y un 12%, por interés
personal. Los programas académicos de los community colleges van dirigidos a la
continuación del segundo ciclo en una universidad, generalmente estatal,
situándose este porcentaje entre un 20% y un 30% del alumnado oficial. Las
dificultades a que se enfrentan los alumnos de estos programas se derivan de la
carencia en demasiadas situaciones de acuerdos de convalidación de programas
o de materias entre las instituciones de 2 años y las de 4 años. Por este motivo, la
transición de los alumnos de los community colleges a las universidades no es, en
todos los casos, lo ágil y efectiva que debiera, dificultando la obtención de una
titulación de grado o licenciatura por dicho alumnado. Los expertos urgen eliminar
cualquier obstáculo, facilitando el flujo de estudiantes de una institución a otra y
creando programas de primer ciclo universitario consensuados y convalidados
íntegramente por las universidades, tanto en materias generales, como de
especialización. Asimismo, solicitan una mejor coordinación entre las etapas
obligatorias y los community colleges, así como elevar los niveles académicos de
primaria y secundaria, haciendo especial hincapié a la educación infantil de
calidad con la finalidad de incrementar visiblemente la tasa de alumnos que
continúan estudiando. Al comienzo del siglo XXI, las autoridades norteamericanas
sustituyeron el vocablo “vocational” para definir la formación profesional, por
“career and technical” con la finalidad de delimitar los estudios, materias o
programas dirigidos hacia una profesión concreta (por ejemplo, la carrera de
medicina que prepara a los alumnos para ser médicos; magisterio, para ser
maestros, etc.), de los programas académicos, cuyos contenidos son más
generales, teóricos y trasversales. Consecuentemente, el concepto de formación
profesional norteamericano es bastante más amplio que el utilizado en nuestro
país, abarcando incluso carreras universitarias. Las titulaciones ofrecidas por los
community colleges tienen una duración inferior a 4 años, concentrándose la
mayoría en titulaciones de 2 años de duración o inferior. Llama profundamente la
atención que la población norteamericana continúe formándose a lo largo de toda
su vida. Esto lo podemos observar en múltiples estadísticas presentadas en esta
investigación, como por ejemplo al realizar un seguimiento a un determinado
segmento de la población durante el siglo XX, observamos como su formación
académica va creciendo gracias a los community colleges y a las universidades.
De hecho, la contribución de las instituciones de 2 años a la sociedad es
innegable, ya que Cohen y Brawer estiman que entre el 30% y el 60% de todos los
individuos con grado o licenciatura han cursado parte de su formación en dichas
instituciones. El eslogan del Estado de Texas: “Enseñaremos a quien sea, donde
sea, todo lo que sea, cuando sea, mientras haya suficientes personas en el
programa para justificar su oferta” resume muy elocuentemente la filosofía de los
community colleges y explica su gran flexibilidad y su éxito en contribuir a la
formación de la población norteamericana. Los casi 1.200 community colleges,
conjuntamente con sus sedes repartidas por todo el territorio nacional (incluidas
las bases militares y los centros penitenciarios), se encuentran al alcancen del
90%-95% de la población norteamericana. A esta cercanía, debemos añadir sus
reducidas tarifas académicas, su adaptabilidad a la evolución de la economía y de
la sociedad, su flexibilidad y sus agresivas campañas publicitarias para atraer a la
población adulta hacia ellas. Consecuentemente, los community colleges han
jugado un importantísimo papel en la formación de la población norteamericana
durante todo el siglo XX, permitiendo que ésta continúe formándose durante toda
su vida y colocando a EEUU en la cima del mundo durante más de un siglo. Todo
esto pone de manifiesto que las instituciones de 2 años han atendido
tradicionalmente al ciudadano medio. Los community colleges ofrecen bajo un
mismo techo toda la formación superior de corta duración y la formación continua
para incorporarse al mercado laboral o para continuar el segundo ciclo
universitario, evitando peregrinaciones innecesarias y permitiendo cambiar de
programa, contrastando con países como el nuestro, donde la dispersión y
multitud de academias, de ofertas, de niveles, etc. pueden confundir, entorpecer y
disuadir la formación superior y continua del ciudadano. Los niveles académicos
de la población española son precarios. Tan sólo el 51,3% de ella posee
bachillerato o similar (frente al 88,6% en EEUU), mejorando hasta el 64,1%, para
la población con edades comprendidas entre 25-34 años (frente al 88,3%, en
EEUU) y el 29,7% posee educación superior (frente al 41,2%, en EEUU). Del
mismo modo, según un estudio realizado en el año 2000, los empresarios
españoles, quienes deberían promover la innovación y creatividad, la tecnología,
la formación de los trabajadores y ser motor de la economía, sufren niveles
académicos, incluso inferiores a la media nacional (11% poseía educación
superior, frente al 19% de la población total), contribuyendo todo ello a la
ralentización de la recuperación económica de nuestro país. Consecuentemente,
la creación de instituciones de educación superior y continua similares a los
community colleges norteamericanos, dependientes del sistema universitario, en
forma de sedes universitarias, que ofrezcan todos los programas de educación
superior y continua bajo un mismo techo, que trabajen estrechamente con el
sector empresarial, que fomenten y acerquen la educación superior y continua y
rescaten a los individuos que engrosan el fracaso escolar, daría a España una
gran ventaja educativa, económica y social. La inversión pública en los community
colleges estatales norteamericanos ascendió a $39.242 millones ($9.130/alumno)
durante el curso académico 2009-10, para 7,7 millones de alumnos oficiales
matriculados en otoño (16,3 millones de estudiantes oficiales y no oficiales
anuales), una cantidad elevada, aun teniendo en cuenta que EEUU alberga a 308
millones de habitantes. No obstante, los fondos públicos son canalizados hacia un
sistema de educación superior unificado, oficial, efectivo, flexible, atrayente y
controlado, en claro contraste con el sistema español de educación continua,
donde la ésta se imparte en múltiples entidades privadas subvencionadas con
fondos públicos, con escaso control y eficacia. Si cuantificáramos las cuantías que
todas las administraciones públicas dedican a la formación continua en España, el
coste de la importación del modelo de los community colleges a nuestro país
posiblemente resultara mucho más atractivo.

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El modelo universitario norteamericano<br />Clark destaca en su estudio comparativo que al
final del siglo XX, surge la impresión de que la educación estadounidense es débil, incluso
muy defectuosa en los niveles elemental y secundario, y fuerte, incluso eficaz en el nivel
terciario. Este hecho ha convertido a la educación superior estadounidense como el primer
sistema imán del mundo, que atrae estudiantes avanzados de todos los lugares del mundo,
que vienen en busca de un entrenamiento de alta calidad. <br />Así mismo, continúa
exponiendo Clark, que en gran medida de manera no planeada, la escuela norteamericana de
grado se convirtió en un lugar de búsqueda permanente que no sólo le hace sitio a la
investigación sino que la busca de manera incesante. Las instituciones de grado de los
E.E.U.U., no sólo ofrecen los grados más altos, los de maestría, doctorado, sino que sostienen
esos grados con un elaborado sistema de admisión, trabajo de cursos y evaluación que se
realizan por separado y son decididamente diferentes a los de reino de pregrado.<br

/>Las instituciones universitarias surgen como espacios donde se generan investigación.<br


/>Muchas interrogantes surgen en torno a cómo pudo los Estados Unidos llegar a tener
escuelas de grado tan eficaces, de tan alta calidad, si su educación elemental y secundaria no
cumplía con los estándares mínimos de calidad. La respuesta se resume en lo siguiente:<br
/>La iniciativa ejercida por una pluralidad de instituciones en una arena competitiva.<br />La
perdurable combinación de la escuela de grado unida a los departamentos especializados,
forma que ha producido resultados de élite en un contexto de educación superior
masiva.<br />La combinación investigación y educación.<br />La educación superior
estadounidense experimento tres grandes revoluciones académicas:<br />A finales del siglo
XIX: La universidad por fin llegó a los Estados Unidos, y con ella el trabajo académico se
profesionalizó al grado de que las disciplinas y especialidades vocacionales se convirtieron en
profesiones individuales por sí mismas.<br />Periodo, entre las dos guerras mundiales:
Surgen las diversas agencias externas a la universidad, interesadas en la investigación y en el
entrenamiento en la investigación y, en concordancia obtuvieron fondos para ese fin. Esto
significó para los profesores una ampliación de competencia, pudiendo ser atraídos por
fuentes de financiamiento externas para sus investigaciones. <br />Periodo posterior, a la
Segunda Guerra Mundial: El significativo aumento de la financiación para la investigación que
provenían de fuentes privadas. Los departamentos de investigación y los laboratorios, se
volvieron grandes y la investigación se volvieron cada vez más una tarea central. La
investigación se extendió a otras instituciones. Puede entenderse como el tercer momento
intelectual de las universidades, dio lugar al intenso matrimonio entre departamento
académico y escuela de grado que resulta tan notable a finales del siglo XX.<br />La
Universidad estadounidense, en pocas palabras, es una universidad que da servicios a su
estado y región, pero al mismo tiempo trata de establecer una mayor actividad de
investigación y de entrenamiento doctoral.<br />Las herramientas operativas en el modelo
universitario norteamericano<br />El vínculo entre investigación, enseñanza y estudio en
Estados Unidos a finales del siglo XX, es la conjunción operativa entre la instrucción avanzada
y la actividad de la investigación. <br />A diferencia de los modelos alemán y francés, el
modelo estadounidense, el departamento académico se ocupa del trabajo de cursos: la
docencia continua. Se implementa toda clase de medidas vigiladas por el departamento:
requerimientos para el ingreso, mediciones del progreso y la certificación de una preparación
avanzada la elaboración de una disertación laboral. Al mismo tiempo, junto a las unidades
relacionadas con la investigación organizada en el campus, el departamento es más que
nunca un nido de grupos de investigación que se vuelven los lugares en donde los posibles
mentores y aprendices labran relaciones de trabajo basadas en la investigación.<br />Sistema
de financiamiento del modelo universitario norteamericano<br />En el comienzo, la base de
recursos de los programas de grado en Estados Unidos era interna, ubicada casi por completo
en la institución misma. Después adquirió patrocinadores externos, primero privados, en su
mayoría, en el periodo de 1990 a 1940 y después cada vez más patrocinadores
gubernamentales a partir de la Segunda Guerra Mundial y en adelante. <br />Luego de una
década de experimentación se demostró pronto que en lo colectivo no sería el hogar para la
ciencia en los Estados Unidos.<br />Una nueva opción surgía, la del instituto de investigación
con financiamiento privado. Con esta opción se podía concentrar la investigación pura en
centros bien financiados que serían independientes de mandatos gubernamentales
específicos y también situados lejos de las complicaciones de los escenarios universitarios,
especialmente al que los profesores sean requeridos para enseñar a la par de su trabajo de
investigación. Esto no duró por mucho tiempo. La idea de la Universidad sin estudiantes no
prosperó.<br />Entre tanto se barajaban y se experimentaban opciones, las universidades,
públicas y privadas, crecían cada vez más, con lo que se incrementó el grupo de académicos
ávidos de realizar trabajos de investigación, lo que significó un crecimiento acelerado de las
instituciones universitarias en los Estados Unidos, especialmente en el incremento de los
recursos asignados para el área de investigación, tanto básica como aplicada. <br />En
coincidencia con la segunda revolución académica, ya destacada anteriormente, se registró la
gran expansión en la educación de grado en Estados Unidos y también en el reino de
pregrado.<br />El salto en la magnitud de la economía de la investigación universitaria incluía
el apoyo para la infraestructura de la investigación en las universidades, que se incrementó
hasta el punto en que el gobierno federal proporcionaba la tercera parte de los fondos de
capital de las universidades.<br />Por último, el gran peso en la escena estadounidense es el
enorme subsidio estatal e institucional para el salario y el tiempo del profesorado que en el
mejor de los casos se puede facturar de manera inexacta y con frecuencia se pasa
completamente por alto en las cifras estadounidenses que calculan la investigación
universitaria y la investigación y desarrollo nacionales. El subsidio del tiempo del profesorado
para la investigación es el más básico de entre todos los subsidios para la investigación. Otro
aspecto significativo a destacar en este apartado, además de lo ya señalados es en cuanto al
reconocimiento de los profesores y la reputación institucional, ha sido la gran producción de
literatura de investigación en un vasto conjunto de disciplinas básicas y temas profesionales

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