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Supercolonia
La novela Supercolonia de Héctor Alvarado Díaz trata sobre un hombre llamado Mauricio que desciende a un hormiguero para comprender la naturaleza de la fuerza. Mauricio experimenta una transformación al fundirse con la ecuación divina de la supercolonia de hormigas. Esto le permite descubrir cualidades ocultas sobre sí mismo y comprender la interconexión universal expresada a través del amoroso acto de formicar.
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Supercolonia
La novela Supercolonia de Héctor Alvarado Díaz trata sobre un hombre llamado Mauricio que desciende a un hormiguero para comprender la naturaleza de la fuerza. Mauricio experimenta una transformación al fundirse con la ecuación divina de la supercolonia de hormigas. Esto le permite descubrir cualidades ocultas sobre sí mismo y comprender la interconexión universal expresada a través del amoroso acto de formicar.
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Dios de las hormigas
Atilano del Ángel
La novela de Héctor Alvarado Díaz es un descenso a la profundidad desde donde
emerge la superconsciencia de la supercolonia. Supercolonia es una novela sobre la fuerza de la naturaleza o, mejor dicho, sobre la naturaleza de la fuerza; ya sea en las hormigas, en los números o en el poder de una pócima. Supercolonia es también una profecía a cumplirse en menos de treinta días. De ocurrir, además de caos y pánico, observaríamos la comprobación de tres hechos indiscutibles: 1) Las matemáticas son metafísica, 2) Las matemáticas son Yoga, y 3) Las hormigas son Dios. Como autor de Supercolonia, Héctor es un medium que nos guía entre mundos por un camino de luz y fervor igual a un Virgilio viajero del tiempo. Antes de Pitágoras, el sacerdote védico Baudhayana describió en los Sulbasutras (los Aforismos de la Cuerda) el Teorema de Pitágoras. ¿En qué medida Pitágoras es realmente autor del Teorema? ¿Lo inventó? ¿Lo descubrió? ¿Lo copió? Lo esencial es escribir sobre La Cuerda, sobre El Teorema o La Novela. Escribir una novela es a un tiempo invención, descubrimiento y copia de mundos; es, ante todo, transformación. Un trabajo de obrera, desde que amanece hasta que te mueres. Tanto Pitágoras como Baudhayana contemplaron lo inconmensurable y escribieron o no escribieron sobre ello. Héctor escribe en Supercolonia un teorema narrativo sobre la colaboración y la influencia de la colectividad en el individuo. Como escritor, Héctor lleva en el ritmo la inminencia de una ola a punto de romper, el rompimiento y el regreso del agua al agua. Leer a Héctor es escuchar la cadencia de fuego a la que aspira, o debería aspirar, todo escritor de historias. El viaje de Mauricio, el protagonista, al interior de un hormiguero global es el mismo viaje que todos estamos destinados a cumplir, tarde o temprano. Mediante transformaciones de la experiencia, el personaje se funde con la ecuación divina en su intento de comprender los hechos más que de salvar a su esposa de los machos alados que la rodean como una Reina-Diosa, hechizada por las modificaciones mentales de un viejo medio genio, medio loco y sediento de poder. De la más enraizada personalidad académica a la de un iluminado sin ataduras que conoce en directo la realidad, más allá del mundo y de las hormigas, Mauricio experimenta un renacimiento guiado no por su adorada y sensual Elvia, sino por una mentora medio chamana, medio niña fresa tipo. El descenso es también el ascenso. Supercolonia es un mandala vivo, hecho de hormigas, que lleva a Mauricio, y a nosotros con él, a contemplar la interconexión universal expresada en el amoroso acto de formicar (con m) hasta la disolución. Si, como afirma la ley hermética, “Todo es Uno”, Mauricio es a un tiempo las hormigas y el hormiguero, es él mismo y es la supercolonia, es tú y yo, es nosotros aquí. Como matemático, Mauricio descubre cualidades de sí mismo que desconocía, como hacerse pasar por brujo en su intento de acabar con las hormigas o encontrar valor para enfrentar a sus vecinos. Es en este juego de tensiones entre la ignorancia enmascarada de ciencia y el conocimiento revelado por las hormigas donde el misterio nos absorbe. Una vez rebautizado por su chamana, Mauricio despierta del sueño psicológico. Y como Pitágoras, Mauricio es el sabio que une dos planos de existencia: el real y el aparente. Una vez que Mauricio-Yogui descubre la verdad sin tiempo como si fuera el primero, la realidad se revela, no en el tiempo ni en el espacio, ni en el pasado ni en el futuro, sino mediante la “acción mutante” del “presente en construcción”. Como dice el propio Mauricio: “Pierdo la conciencia o tal vez la cambio por el patrón en el que me vuelvo sólo la percepción de esos pocos instantes en los que, mientras cae, el hormiguero se divide para aventurarse en otras dimensiones.” O como canta el avadhûta: “El yogui inmerso en el sentimiento de unidad, sin la mácula de la esclavitud mental, proclama la verdad de que ni los mantras, ni las estrofas de los Vedas, ni los libros de lógica pueden influir en Brahman. No hay vacío ni plenitud, ni existencia ni inexistencia.”