Varo Remedios Cartas Sueños Y Otros Textos
Varo Remedios Cartas Sueños Y Otros Textos
Varo Remedios Cartas Sueños Y Otros Textos
Cartas, sueños
Y OTROS TEXTOS
ER A
REMEDIOS VARO
Cartas, sueños
y otros textos
INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE
ISABEL CASTELLS
EDICIONES ERA
Edición original: Universidad Autónom a de Tlaxcala, 1994
Prim era edición en Bihlioíeca Era: 1997
Sexta reim presión: 2008
ISBN-10: 968.4! 1.394.3
ISBN-13: 978.968.411.394.7
DR © 1997, Ediciones Era, S.A. de C.V.
CaSlc deí Trabajo 31, 14269 M éxico, D. F.
Impreso y hecho en México
Printed and made in México
www.cdicioncscra.coni.m x
A Eduardo, esté donde esté.
Y a mis padres, verdaderos y adoptivos
I. C.
r
Indice
Introducción
[ii]
Esta edición
[65]
Cartas
[69]
De Homo Rodans
m
Fragmentos
[ 107]
Apuntes de proyectos
[ 113]
Sueños
[ 120]
Introducción
1Vid. Luis Buñuel, Obra literaria, edición de Agustín Sánchez Vidal. Edi
ciones de El Heraldo de Aragón, Zaragoza, 1982.
2 Jean Arp, Dias deshojados, edición bilingüe de Jesús Munárriz. Hiperión,
Madrid, 1983, p. 8.
11
ción — textos, entrevistas, fotos— que todavía sigue alum
inando la figura de Remedios Varo después de su muerte.
Decíamos que Remedios Varo no cuenta con una edición
rigurosa de su obra escrita como sí ocurre en los casos de los
otros artistas mencionados, pero hora es ya de aclarar que,
salvo la excepción del folleto De Homo Rodans, nuestra es
critora no manifestó jamás el menor interés por publicar sus
textos, como tampoco lo tenía por el destino de sus cuadros
una vez que los había pintado. Este hecho, sorprendente por
que, por desgracia, la mayoría de los artistas persiguen antes
las delicias de la fama y de la posteridad que el íntimo placer
del acto de crear, se explica únicamente atendiendo al carácter
de Remedios — así, sólo con su nombre de pila, era conocida
entre sus amigos y en los círculos artísticos— y a sus particu
lares inquietudes y preocupaciones. Esto es, su devenir vital,
su temprana adscripción al surrealismo y su persistente dedi
cación al estudio de la alquimia y otras disciplinas esotéricas
nos servirán para entender cabalmente no sólo la propia exis
tencia de estos textos, sino, principalmente, su sentido último
en tanto que manifestaciones de una única aspiración general.
Del mismo modo que Jean Arp afirmaba no poder elegir entre
cada una de sus actividades, en Remedios Varo pintura y escri
tura son tan sólo dos herramientas utilizadas con idéntico fin,
con la salvedad de que la escritura —poesía escrita, por utili
zar la expresión de Arp, que nos remite a todo acto creador
como poesía, sea cual sea su manifestación específica— posee
un carácter más secreto porque no vio la luz pública hasta des
pués de su muerte. En esta introducción intentaremos, pues,
analizar primero los factores determinantes de su peculiar uni
verso poético — sus exilios, interiores y exteriores, la presen
cia del surrealismo y la alquimia en su obra, la importancia
concedida al humor— y aplicarlos a su obra escrita, poniéndo
la siempre en relación con la pictórica.
12
1
13
actividad creadora. Con todos estos artistas se relacionaron
cotidianamente Remedios Varo y Benjamín Péret, formando lo
que, a veces despectivamente, se ha considerado un “ghetto”
— inmortalizado en el cuadro Los días de la calle Gabino
Barreda, de Gunther Gerzso— de artistas europeos refugiados
en un país al que aparentemente no los unía otro lazo que la
necesidad. Sin embargo, el caso de Remedios, cuando menos,
indica que estos artistas no llegaron sólo a México a buscar un
refugio inexistente en Europa, sino que rápidamente se dejaron
hechizar por los encantos del “ lugar surrealista por exce
lencia”, como lo definió Bretón,4 y que de esa fascinación sur
gieron obras que no hubieran podido ser creadas en ninguna
otra parte.
14
utilizada para convertir a nuestra pintora en una especie de
rara avis a la que no se ha querido clasificar ni en la pintura
mexicana contemporánea — por estar su obra presuntamente
exenta de elementos distintivos de este país— ni en la europea
— por haber sido ésta desarrollada de una manera indepen
diente y lejos de los círculos artísticos del llamado Viejo
Mundo— , hecho que, dado el carácter a un tiempo universal e
individual de todo verdadero artista, resultaría simplemente
anecdótico si 110 fuera porque en el caso de Remedios ha reper
cutido negativamente en el conocimiento y valoración de su
obra en uno y otro continente.
A este respecto, es llamativa la controversia entre Ida Rodrí
guez Prampolini y José Pierre. La primera, autora de un triste
mente célebre manual titulado El surrealismo y el arte fantás
tico de México6 y de toda una serie de artículos en los que
repite y amplifica las ideas contenidas en el mismo,7 lamenta
la presunta impermeabilidad de Remedios Varo ante la reali
dad mexicana; en tanto que el segundo defiende a capa y espa
da la universalidad y libertad de la obra de Remedios Varo y,
por extensión, de todo artista.8 Esto es, Remedios no tenía por
qué expresar la fascinación que México — o, por extensión,
cualquier otro lugar— pudo ejercer en ella abandonando una
actitud ante el arte que la definía.
Para entender por qué no se encuentra en la obra de Re
medios ningún elemento específicamente mexicano ni español
— ni, nuevamente, de ninguna otra parte— , es preciso acudir a
dos premisas básicas de la actividad surrealista, que, como
hemos venido apuntando, influyó decisivamente en ella: la pri
mera, la utilización del modelo interior frente al modelo exte-
15
rior; la segunda, la búsqueda del contenido latente frente al
co n te nido man ifiesto.
La defensa del modelo interior supone una concepción de la
realidad — y de la obra de arte que resulta de la misma— que
privilegia la percepción personal — en la que intervienen los
procesos oníricos o imaginarios— frente a la reproducción de
lo puramente fenomenológico u objetivo.9
Respecto al contenido latente, nos dice André Bretón:
16
de lo imaginario. Por tanto, también Remedios Varo refleja en
su obra exclusivamente el modelo interior, poniendo ante
nuestros ojos un orden de cosas presidido por las metamorfo
sis (pensemos, por ejemplo, en su cuadro Mimetismo), por una
peculiar alteración de las relaciones causa-efecto {Armonía,
lám. 1) y del uso habitual de cosas y objetos (Locomoción
capilar, Tailleur pour dames) o por extraños sucesos que
asombran incluso a sus protagonistas (Fenómeno de ingravi
dez). Y decimos que la creación de este universo responde a la
Ibrma que tiene Remedios Varo de ver el mundo exterior, que
aparece, mediante el humor y la imaginación, transfigurado en
sus cuadros y textos, no tanto como un juego gratuito sino
como un particularísimo recurso al que acude para expresar
unas ideas muy determinadas sobre el hombre y el cosmos que
esbozaremos más adelante.
Con respecto al contenido latente frente al contenido mani
fiesto, vimos que André Bretón hablaba de “la llamada eterna
de los símbolos y los mitos”. Pocos artistas hay que respondan
a esta “llamada” con la frecuencia con que lo hace Remedios,
cuyas obras están también pobladas por seres y elementos que
desempeñan casi siempre una función simbólica y cuya expli
cación puede encontrarse en las cosmogonías de diferentes
culturas a cuyo estudio se entregaba con apasionado rigor. De
este modo, vemos que nuestra artista, de igual manera que Bre
tón, busca en sus obras lo que de eterno pueda haber en toda
situación o problema planteado. Remedios Varo huye, así, de
lo circunstancial, de lo que pueda suceder un día determinado
17
de un año concreto en un lugar definido, y busca en sus obras
épocas y espacios imaginarios o simplemente abstractos que le
permitan ocuparse de temas universales. Como sugiere Octa
vio Paz en unos versos dedicados a la pintora: “No pintó el
tiempo sino los instantes en que el tiempo reposa”.12 Recor
demos que —excepción hecha de los cuadros Banqueros en
acción, Mujer saliendo del psicoanalista o A u bonheur des
dames, en los que se burla del capitalismo, el psicoanálisis y la
maquinización respectivamente— resultaría inútil.buscar en
la obra de Remedios elementos específicamente “contemporá
neos” . Quizás el cuadro que expresa más claramente el carác
ter intemporal de la obra de Remedios es el titulado precisa
mente Revelación o el relojero, cuyo tema no es otro que el
mito del “eterno presente” y su relación con el Ser. Veamos la
explicación de la propia Remedios:
18
taciones urbanas nos encontramos con construcciones que nos
evocan épocas medievales o simplemente remotas (Tránsito en
espiral, Tríptico, lám. 6, 7 y 8), nunca ciudades modernas que
pudieran ser relacionadas con la biografía de Remedios.
Bien es cierto que, al ser preguntada sobre la posible reper
cusión de México en su arte, responde que “pintaría de la mis
ma forma en cualquier lugar del mundo, puesto que proviene
de una manera particular de sentir”,14 pero no lo es menos que
las obras derivadas de esa “manera particular de sentir” están
salpicadas, de una forma inconsciente, de elementos que difí
cilmente hubiera encontrado en otros lugares. A este respecto,
resulta iluminador un texto de Lourdes Andrade en el que se
esfuerza en buscar los elementos mexicanos en la obra de Re
medios. Así, la creación de seres híbridos similares a los del
arte prehispánico, la redacción de un texto de antropología
imaginaria como De Homo Rodans, la importancia de la magia
en la “Carta al señor Gardner”, la presencia del volcán como
símbolo telúrico en ese mismo texto, en De Homo Rodans y en
cuadros como Revelación o el relojero, y la coincidencia de
muchas de las ideas sobre el microcosmos y el macrocosmos
en el México prehispánico y el pensamiento de Remedios, sir
ven a la autora para demostrar que, contrariamente a lo que se
ha venido afirmando, nuestra pintora sí prestó atención a lo
que podía ofrecerle el mundo que la rodeaba y que muchos de
sus cuadros y textos son claros resultados de la misma. Por
otra parte, quizás no resulte ocioso recordar las notables ana
logías que presenta México — con sus curiosas mezclas de lo
ancestral y lo moderno, lo racional y lo instintivo, la vida y la
muerte, la luz y las sombras, lo tradicional y lo importado—
con el universo surrealista y que dieron lugar, por ejemplo, a
los exaltados textos de Antonin Artaud, que ensambló su pecu
liar misticismo con sus experiencias en la sierra tarahumara y
su contacto con el mundo prehispánico; de André Bretón, que
convirtió su “Souvenir du Mexique”, por el tratamiento de los
personajes y de los escenarios fantasmagóricos y por la rela
ción establecida entre tierra y pasión, en un verdadero credo
19
surrealista; de Benjamín Péret, que en el poema Air mexicain
realiza una impresionante fusión de los mitos prehispánicos
— principalmente el de Quetzalcóatl— con la imagen surrea
lista. Y es evidente que ninguno de estos autores abandonó el
“modelo interior” para rendir culto a esa asombrosa realidad
que su estancia en México les mostró.
20
F IG U R A I FIG U R A 2
21
No se trata, pues, de buscar — ahora que España se afana en
la recuperación de sus hijos pródigos— el presunto “catalanis
mo” — o españolismo, sin más— de la obra de una mujer naci
da en Gerona casi por casualidad18 y cuya azarosa biografía la
condujo a ciudades diversas en cualquiera de las cuales, de
haber permanecido mucho tiempo, hubiese pintado, como ella
misma indica, exactamente de la misma forma. Lo único la
mentable — y sólo por esta razón nos hemos detenido un poco
en este aspecto— es que el carácter transterrado de nuestra
artista ha repercutido, como ya hemos comentado, de una
manera nefasta en la valoración de su obra, a la que se han
aplicado criterios tan extra-artísticos como la partida de naci
miento. Conviene, por el contrario, que de una vez por todas
empiece a hablarse de Remedios Varo no sólo porque nació en
España o porque vivió su madurez creativa en México: más
lógico resulta, en efecto, que en uno y otro país se la estudie,
simplemente, como creadora de una de las obras más fasci
nantes del arte contemporáneo.
2
Remedios Varo, entre el
surrealismo y la alquimia
22
pués de haberse alejado del influjo directo de uno de los miem
bros más activos del movimiento? Mucho se ha hablado, por
consiguiente, sobre la pertinencia de adscribir o no al progra
ma bretoniano a las obras creadas a partir de su separación de
Péret, esgrimiendo tanto argumentos estéticos como otros bio
grafíeos de dudosa comprobación. Entre estos últimos, destaca
el de Janet Kaplan, que considera que la ausencia del surrea
lista francés le permitió desarrollar su talento de una forma
más libre y espontánea.19
Más conveniente nos parece analizar las razones de índole
estética que han sido utilizadas para postular la independencia
de Remedios con respecto al movimiento,
Uno de los razonamientos aducidos con más frecuencia ha
sido el de la ausencia de automatismo en los cuadros de la pin
tora. Hoy en día resulta evidente que la consideración de su
rrealismo y automatismo como términos sinónimos supone
reducir e ignorar la amplitud de las experimentaciones de un
movimiento que se propone un replanteamiento de la realidad
y el arte llevado a cabo desde diferentes perspectivas. Es indu
dable que el recurso al automatismo, en tanto que liberación de
las fuerzas del subconsciente, supone un arma valiosísima
en las indagaciones del movimiento, pero convendría recordar
aquí la distinción de José Pierre entre “automatismo rítmico” y
“automatismo simbólico”, en el que, en todo caso, habría que
incluir a Remedios. Para Pierre, el automatismo simbólico
sería aquél en el que
23
automatismo consistía esencialmente en la presión ejercida
sobre el cuadro en gestación por el contenido de los “restos
visuales”, mientras que el otro tipo me parecía estar carac
terizado sobre todo por un dinamismo creador operando a
partir de una suerte de tabla rasa y, por consiguiente, en un
clima de libertad o, más justamente, de no-dependencia con
respecto a esos “restos visuales”. En suma, en el primer caso
los “restos visuales” (dados de antemano) determinan el
cuadro, mientras que en el segundo es el cuadro (en proce
so de realización) lo que determina los “restos visuales”.20
24
manchas o figuras que obedecieran exclusivamente al azar,
fueron enormemente utilizadas por Remedios para los fondos
de sus cuadros, creando esa inquietante sensación de densidad
e imprecisión que hemos mencionado.
Remedios no dejó, así, de utilizar técnicas que había obser
vado y practicado en sus inicios parisinos. Lo que hizo fue
combinarlas con esas otras inconfundiblemente suyas y que
impiden convertirla en una simple discípula que repite recetas
aprendidas de memoria. El propio Bretón era consciente de
que el surrealismo podía ser banalizado por aficionados que
pretendían dar a un conjunto de manchas sin función poética
específica la categoría de obra de arte. No hay que olvidar que
las creaciones automáticas sufrían a posteriori un proceso de
elaboración, selección y poetización que les daba auténtica
entidad artística, aparte de las que, una vez concluidas y anali
zadas, terminaban siendo desechadas. Por tanto, nada tiene de
extraño que Remedios integrara esos procedimientos pura
mente azarosos con las ideas profundamente elaboradas que
dan la nota argumental y filosófica a sus cuadros. En palabras
de Walter Gruen: “ella dominaba los procedimientos surrealis
tas como nadie, pero los usaba como técnica para elaborar
sus ideas preconcebidas. Sus cuadros abundan de estas técni
cas, pero no tienen su origen en ellas”.23
Mientras, como hemos visto, su producción pictórica plan
tea una serie de dudas, todo lo contrario sucede con su pro
ducción literaria. En efecto, el humor de todos sus textos, el
claro automatismo de algunos, la importancia concedida al
sueño, la creación de seres híbridos y la existencia de obras de
teatro colectivas que recuerdan la consigna lautréamontiana
según la cual “la poesía debe ser hecha por todos, no por uno”,
y, en fin, sus temas y recursos —yuxtaposición, inversión de
las relaciones entre sujeto y objeto, cultivo de las analogías y
correspondencias, interés por la alquimia y los fenómenos
“paranormales”— , son algunas de las razones que la conducen
al centro de las preocupaciones del movimiento parisino.
Remedios Varo jamás renegó del surrealismo, aunque tam
25
poco se definió como militante del mismo. En una entrevista
con Raquel Tibol defiende su independencia respecto al grupo,
pero sin negar que aprendió de él:
26
cuando se reduce a una especie de emblemática adquirida a
sistemas simbólicos codificados por adelantado, tales como el
ocultismo en el caso de Remedios”.26
Lo cierto es que Remedios trabajaba en el apartamiento de
su estudio, preocupada más por la gestación de su obra que por
el destino de la misma. Recordemos este párrafo de la carta a
( ierardo Lizarraga:
27
atento'5,30 cualidades que, como veremos, son perfectamente
atribuibles a Remedios.
En lo que se refiere a la naturaleza de su pensamiento,
Remedios podría pertenecer a la corriente monista según la
cual “Dios es negado en favor del cosmos del cual el individuo
es un aspecto, la manifestación de una misma realidad”,31 en la
medida en que una característica general de toda su obra es
la interrelación constante de los elementos del cosmos: en el ya
citado cuadro Ciencia inútil o el alquimista, el suelo y la ves
timenta del personaje son una misma cosa, así como el cielo,
de cuyos astros extrae el elixir para sus experimentos, es a su
vez el techo de su habitación; en Música solar, también el traje
del personaje se confunde con la vegetación del bosque — he
aquí un ejemplo del manejo de una técnica automática (me
diante la cual se ha logrado la espesura vegetal) con una
finalidad explícitamente “filosófica”— ; en Simpatía, el con
tacto de una mujer y un gato produce chispas eléctricas, et
cétera.
Esta suerte de “panteísmo” trae consigo una abolición de las
oposiciones que en el pensamiento alquímico, al igual que en el
surrealismo, se opera, como afirma Schwarz, a través del amor:
28
El inconsciente no renuncia nunca a su fe en la inmortali
dad, el arte es expresión del impulso del individuo a crear,
impulso a su vez radicado en la insuprimible fe del hombre
en la inmortalidad. El arte trata de elevar el ser psíquico al
sobrenatural, y en la obra de arte aspira a hacer eterno nues
tro ser demasiado mortal.33
33 Ibid., p. 11.
34 Reproducido en ibid., p. 222.
33 Para un estudio más detallado de las imágenes de Remedios Varo y su rela
ción con la alquimia véase el texto de Lourdes Andrade citado en nota 29.
29
estos conceptos cobran en los textos de Remedios una signifi
cación especial y cómo aparecen tratados, sin perder por ello
su naturaleza “filosófica”, con el más desenfadado sentido del
humor.
3
La poesía escrita de
Remedios Varo
30
t|ue eran sometidos, frente al carácter espontáneo de sus escri
tos; tercero, porque su letra, perfectamente redonda y legible,
no parece reflejar las dudas, temores y pesadillas que conti
nuamente la acosaban. Decíamos que existe una asombrosa
unidad entre su pintura y su escritura porque, en efecto, apar
te de la existencia de imágenes y motivos comunes de la que
hemos venido hablando, quizás la coincidencia más llamativa
consiste precisamente en la utilización de un estilo transpa
rente, académicamente perfecto, para la presentación de un
universo siempre inestable y mutante, angustioso e impredeci-
ble la mayoría de las veces.
Hemos dicho que sus textos se encuentran esparcidos en
diferentes cuadernos que Remedios solía mantener ocultos.
Por lo tanto, la primera cuestión que se nos planteó a la hora
de publicarlos fue la ordenación de los mismos, cosa que no
resultó difícil pues, en su mayoría, son susceptibles de ser reu
nidos en diferentes grupos. Una vez constituidos los grupos,
se trataba únicamente de establecer un criterio para su presen
tación. Creimos que lo más interesante era ofrecer, en primer
lugar, aquellos que presentan un carácter testimonial y que
pueden actuar como una especie de introducción al pensa
miento de Remedios Varo. Por esta razón, situamos al princi
pio una entrevista inédita en la que las respuestas, redactadas
por la propia artista, confirman lo que hemos venido viendo
hasta ahora: su trayectoria biográfica, sus ideas sobre el
surrealismo y la expresión de esa “manera particular de sen
tir” específicamente suya que dio vida a una obra tan perso
nal. En segundo lugar, las cartas presentan un valor idéntico,
al mostrarnos, por ejemplo, sus ideas sobre la amistad y el
arte, así como algunas de sus actividades y preocupaciones
cotidianas. Además, estas cartas introducen una lúdica mezcla
de realidad y ficción, de seriedad y humor, que las convier
ten en prólogo perfecto para la presentación de los restantes
textos, éstos sí ya definitivamente ficticios o literarios, térm i
nos que en el caso de Remedios hay que utilizar con extre
ma cautela, tanto por su especial concepción de la realidad
como por el carácter personal y secreto de estos escritos,
que en su mayoría no fueron concebidos para ser publicados
31
y no responden, como hemos dicho, a ningún principio artís
tico.
El primero de los textos literarios presentados ha de ser,
lógicamente, el único que se conserva completo y por cuya
publicación mostró algún interés: su divertido folleto De
Homo Rodans. Todo lo que viene después de este texto no son
sino esbozos de lo que podemos suponer hubieran sido com
posiciones superiores (recordemos que en la entrevista que
reproducimos afirma, al ser preguntada por su actividad lite
raria: “a veces escribo como si trazase un boceto”). El segun
do texto en extensión es el “Proyecto para una obra teatral”,
que, como veremos, se compone de dos partes sin aparente
relación entre sí. A continuación presentamos tres fragmentos
más: los “Consejos y recetas” y dos textos que a todas luces
parecen ser el bosquejo de sendos cuentos o quizás novelas:
“Mistress Thrompston descubre por casualidad el origen de la
tremenda humedad que reina en el condado de Kent” y “El
caballero Casildo Martín de Vilboa” . Asimismo, reproduci
mos unos proyectos para tres hipotéticos cuadros en los que se
observa la presencia de motivos recurrentes en la creación de
Remedios: la copa llena de agua que fluye, el viaje, el tejido,
los cabellos, el bosque desordenado. Después de estos textos
arguméntales, damos paso a tres ejemplos de escritura
automática, esto es, a la afloración del subconsciente en la es
critura de Remedios. A través de ellos, nos hemos adentrado
ya en ese mundo salvaje, sin reglas, puramente interior, que
habita en la mente humana, en ese mundo, en fin, que dicta los
sueños, reflejo palpitante de nuestros más íntimos deseos y
zozobras. Precisamente con relatos de sueños terminamos esta
edición. Quisimos colocarlos al final porque parecen ser la
expresión más nítida de todos los temas e ¡deas que gravitan
en la obra de Remedios y porque en cierto sentido suponen,
principalmente el último, una culminación de todo un proceso
realizado a través de la lectura y la creación, tanto pictórica
como literaria.
32
C a rta s
33
todavía elegante, con una pasión por los hongos tropicales
que cultiva en un armario estilo imperio. Usa chalecos bor
dados y viaja con maletas de color púrpura.
— ¿Sabes, Carmela? — dije— . A veces pienso que pudie
ras recibir una respuesta a tus cartas si no impusieras tu ima
ginación a la gente que nunca has visto. Belvedere Oise
Noisis es sin duda un bello nombre, pero supon que es gordo
y colecciona canastas de mimbre. Supon que nunca viaja y
que no tiene maletas, supon que es un joven con aficiones
náuticas; debes ser práctica; pídeles que te envíen una foto
grafía.
— Algunas veces, Marión, piensas muy negativamente
— dijo Carmela— . Aunque sé que tu corazón es generoso,
no hay razón para que Monsieur Belvedere de Oise Noisis
haga algo tan trivial como coleccionar cestas de mimbre. Él
es frágil, pero intrépido; tengo intención de enviarle algunas
esporas de hongos para enriquecer su colección de especies
que recibe del Himalaya.
Carmela entonces me leyó la carta. En ella decía ser una
famosa alpinista peruana que había perdido un brazo tratan
do de salvar la vida de un cachorro de oso atrapado al borde
de un precipicio. La osa madre le había arrancado el bra
zo de un mordisco. La carta continuaba dando toda suerte de
información acerca de los hongos de las grandes latitudes y
ofrecía enviar muestras. Realmente —pensé— Carmela da
por sentadas muchas cosas.38
38 Ibid., p. 12.
34
meras: en la Carta 1, dirigida a Gerardo Lizarraga, lo más lla
mativo es la afirmación, reproducida más arriba, del deseo de
ocultamiento de Remedios Varo, en favor de una actividad
secreta y solitaria, afirmación que nos da buena muestra del
carácter introvertido de nuestra artista. En la Carta 2, dirigida
a Juliana González y Mercedes de la Garza, cabe destacar la
intención de superar o ennoblecer poéticamente la realidad
mediante la utilización de un lenguaje afectado y de un estilo
arcaico y digresivo para redactar algo tan cotidiano como la
invitación a una reunión entre amigos. Pero es la Carta 3,
la que suponemos dirigida a un pintor no identificado, la más
interesante de las de este grupo, ya que aparecen en ella esas
dos vertientes — la humorística, por un lado, y la angustiada,
por otro— que conviven en la compleja personalidad de
Remedios. En efecto, junto a las expresiones surreales utili
zadas para señalar los cambios que han sucedido durante el
tiempo en que ella y este presunto amigo permanecieron inco
municados (fenómenos, como el de la reencarnación, grotes
camente presentados; utilización de fórmulas ininteligibles
para “explicar” un párrafo anterior —-esto es, ruptura total del
sentido de la lógica39— , etcétera), encontramos, asimismo, la
mención directa — y ya poco humorística— de sus terrores
cotidianos, cuando se refiere, por ejemplo, a
y> También Benjamin Péret hace uso de las fórmulas algebraicas para pre
sentar “deducciones” totalmente incongruentes. Véanse, por ejemplo, los poe
mas “26 points á préciser”, “M ystére de ma naissance” y “x= inf x pi”, corres
pondientes a Le grand jeu , en Oeuvres completes, tom o i, Le Terrain Vague,
París, 1969, pp. 131-34, 155 y 181 respectivamente. Existe traducción española
de este texto: Benjamin Péret, El gran juego, Visor, Madrid, 1980.
35
se ocupa de hechos concretos relativos a su faceta pictórica
(unas fotos que ha de enviar a un interesado en ella, etcétera)
para presentar a continuación otro escrito debido a su presun
to alter ego. Lo más llamativo es que la propia Remedios hace
una división tajante entre una cosa y otra:
36
psiquiatras o científicos a los que Remedios confía sus preo
cupaciones, nuevamente expresándolas en medio de descabe
lladas narraciones supuestamente “objetivas” y “experimenta
les”, las que siguen esa doble dirección apuntada en la Carta 4.
Así, quizás no sea muy aventurado pensar que pudiera ser una
de estas cartas la que hubiera añadido Remedios a la del doc-
lor Alberca, ya que, como indicamos en nota en nuestra trans
cripción de la misma, sólo se conserva de ella la primera parte.
De hecho, según testimonio de Gruen, no hay evidencias de
que, excepción hecha del doctor Alberca, Remedios haya
enviado carta alguna a ninguna otra persona de esta profesión.
La Carta 6 introduce, además, una divertida parodia de la
pintura automática o surrealista en general, y en ella pide “con
sejo” al supuesto psiquiatra ante la irrupción de escenas o imá
genes inconexas en el desarrollo de una plácida tarea de arte
figurativo. Esta carta ha sido utilizada por Janet Kaplan para
separar a Remedios del surrealismo:
37
sa capacidad para ironizar incluso sobre aquellas cosas que
más respetaba. Prueba de ello son los disparatados relatos de
experimentos que encontramos tanto en esta carta como en las
dos siguientes.
Vimos en nuestro pequeño repaso de las creencias alquími-
cas que uno de sus presupuestos iniciales era el panteísmo o in-
terrelación de todos los elementos del cosmos, fenómeno her
mosamente poetizado por Remedios en cuadros como Música
solar, Ciencia inútil o el alquimista o Armonía, lám. 1. Pues
bien, en estas cartas encontramos justamente la otra cara, la
paródica, de estas relaciones de causa-efecto en las que parece
indudable que Remedios creía firmemente.
Así, mientras en la Carta 6 nos cuenta su desesperado alter
ego — éste, además, marcado con el recurso al pseudónimo,
pues la carta aparece firmada por Fernando González— :
38
La Carta 8, dirigida a un científico,41 introduce de nuevo el
motivo de la música que, como vimos, utiliza Remedios, aun
que sin ironía, en sus cuadros Música solar, Creación de las
aves y El flautista, en los cuales el sonido, puesto en relación
con la luz, actúa como generador de vida.42 En esta carta lee
mos:
39
Muchos de los términos encerrados en este párrafo se
encuentran igualmente en las cartas: la idea del “azar objeti
vo”, típicamente surrealista,44 aparece en la Carta 8, en tanto
que la mención de las matemáticas como medio de sistemati
zar las combinaciones posibles aparece, en efecto, tanto en la
Carta 6 como en la Carta 7 pero, al igual que ocurre en el cua
dro Planta insumisa, donde las expectativas de un científico se
ven defraudadas y éste aparece caracterizado, como muestra
de este caos, mediante una desordenada cabellera compues
ta de fórmulas matemáticas amontonadas sin orden ni concier
to, a los personajes de las cartas esta disciplina tampoco les ha
servido de mucho, lo cual utiliza Remedios para expresar una
desconfianza hacia las verdades absolutas de la ciencia que
encontramos también, por ejemplo, en el cuadro Fenómeno de
ingravidez, donde cuestiona nada más y nada menos que la ley
de la gravedad y la existencia de un solo eje que la determina.
Pero mientras en los cuadros son imágenes inusitadas — preci
samente las que aduce Kaplan para separar a Remedios del
surrealismo— las que dan la nota humorística, en los relatos de
las cartas el recurso utilizado es el de las llamadas “enumera
ciones caóticas” — no otra cosa suponen esas repetidas super
posiciones de elementos que encontramos en los experimen
tos, profusamente utilizadas por los surrealistas para producir
el extrañamiento del lector y características, en fin, de todo
humorismo— . Veamos estas afirmaciones del vanguardista
español Ramón Gómez de la Serna y notemos cómo pueden
aplicarse a los textos de Remedios:
40
mortero del mundo, es devolvérselo todo al cosmos un poco
disociado, macerado por la paradoja, confuso, patas arriba.
Cuanto más confunda el humorismo los elementos del
mundo, mejor va [...]
En el humorismo se falta a esa ley escolar que prohíbe
sumar cosas heterogéneas, y de esa rebeldía saca su mayor
provecho.45
41
Remedios Varo, del mismo modo que su alter ego nove
lesco en la obra de su amiga Leonora Carrington, consiguió
con sus cartas embellecer un acto cotidiano y dejarnos, de
paso, un vivido testimonio de sus inquietudes y sus juegos.
De H om o Rodans
42
Ese señor, que resultó ser secretario de un ministro, fue a
buscar al ministro, lo llevó a la librería, y tanto le gustaron
la figura y el manuscrito que los compró, nada menos que
para ofrecérselos como regalo de Navidad al presidente de
la República. Ya te puedes figurar que me quedé pasmada.
No te doy detalles de lo que escribí o de la figura, pues todo
está hecho imitando las cosas y palabras científicas que casi
nadie entiende y muchas partes del escrito están en un latín
inventado que ni yo misma entiendo, pero el conjunto resul
taba gracioso.49
43
revés, tan antiguo como el propio uso del humor y que se defi
ne a grandes rasgos como una inversión de valores que con
vierte ¡o grande en insignificante, lo prohibido en encomiable,
lo triste en motivo de júbilo y viceversa. Todo el tratado se
basa en un deliberado equívoco, de connotaciones claramente
sexuales, en la descripción de los procesos de “reblande
cimiento” y “endurecimiento”, como lógica causa del naci
miento de las especies. Todos estos procesos están, por tanto,
tratados con la mayor naturalidad, haciendo comprensible que,
en este contexto, se lamente el erudito de que “este punto de
vista tan austero no es de nuestros días, ya que estamos acos
tumbrados a que se mencionen sin ambages cosas tales como
tibia, peroné y hasta fémur”. Esta utilización del recurso de el
mundo al revés — en este caso, mediante la conversión de tér
minos normales en tabúes— nos recuerda a ciertas escenas de
la película El fantasma de la libertad, de Luis Buñuel, donde
estas inversiones resultan igualmente hilarantes: unos padres
se escandalizan de que sus hijas contemplen postales de monu
mentos célebres, calificándolas como pornográficas, unos bur
gueses se reúnen para realizar sus necesidades fisiológicas
alrededor de una elegante mesa y se retiran discretamente a un
excusado a comer, etcétera.
Otro recurso interesante —y también de raigambre surrea
lista— utilizado en este texto es el de la colocación de un ele
mento en un contexto que no le corresponde: el famoso
“encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser en
una mesa de disección” de Lautréamont. Y es, por cierto, un
paraguas el objeto que en este caso aparece en un lugar no con
veniente: “en las excavaciones de Lilibia en Mesopotamia” y
junto al “famoso cofre tallado en roca hipogénica que contenía
las tabletas de arcilla con el diario cuneiforme de la reina Tol”.
La utilización de este objeto supone, además, una nueva ana
logía entre realidades distantes pero que presentan cierto
parentesco formal: el paraguas es, así, puesto en relación con
“un ala, bastante completa y muy bien conservada, de un joven
pterodáctilo” . Naturalmente, este singular hallazgo está trata
do también con el tono paródico (interpretaciones delirantes de
su origen y naturaleza) que caracteriza a todo el texto.
44
Pero quizás lo más interesante del tratado es el desarrollo
de la imagen de la rueda, una de las más frecuentes en Re
medios Varo y reflejo de sus preocupaciones. En efecto, la
rueda, símbolo solar que representa “ las fuerzas cósmicas en
movimiento y el tiempo como proceso”, así como “la descom
posición del orden del mundo en dos estructuras esenciales
y distintas: el movimiento rotatorio y la inmovilidad”,S1 es
quizás la imagen que más se repite en toda la obra de nuestra
autora. En su primera dimensión cósmica, la vemos, por ejem
plo, en los cuadros Premonición, Revelación o el relojero,
Sueño (Jám. 2) o Ciencia inútil o el alquimista, donde un motor
circular extrae del cielo sustancias que son aprovechadas por
el personaje para sus experimentos, ya sean alquímicos u oní
ricos.
Más frecuente es, sin embargo, la utilización de la rueda en
su significación de “tiempo como proceso” y “movimiento
rotatorio” . La rueda, con su doble naturaleza móvil y estática
— instrumento que consigue desplazarse sin moverse de su
eje— constituye el símbolo perfecto para Remedios Varo, que
persigue, como hemos visto, apresar en sus cuadros lo que de
eterno — representado, en el símbolo de la rueda, por ese eje
siempre fijo— posee toda situación accidental — expresada
por las vueltas y traslaciones de la rueda— , en una considera
ción del universo que ve, como Heráclito, el cambio, el movi
miento, como única verdad constante. Por esto mismo, sus per
sonajes se desplazan continuamente, pero mediante una rueda
que ha sustituido a sus pies y que los enlaza a la idea del movi
miento perpetuo, del carácter cíclico de los fenómenos y del
ser. No resulta difícil rastrear la presencia de esta idea en
muchos autores, principalmente en Jorge Luis Borges, que era,
según Walter Gruen, uno de sus favoritos. Pensemos, simple
mente, en algunos de los relatos de Historia de la eternidad,
cuyos títulos son ya más que significativos: “La doctrina de los
ciclos”, “El tiempo circular”, etcétera, o en “Las ruinas circu
lares”, de Ficciones.
Asimismo, la idea de la rueda, el ciclo, en su relación con la
45
vida y el ser, aparece en René Daumal (cuya novela Mont Arta-
logue, inspirada en la doctrina de G urdjieff— autor al que leía
Remedios—- fue, por cierto, el origen del cuadro Ascensión
al monte análogo). Veamos estos versos correspondientes
al poema “Hechos memorables”, de Poésie noire, poésie
Manche:
46
Que vaya al bar de la esquina o que haga un viaje alrededor
del mundo, es igual: me estoy desplazando. Y conmigo se
desplazan todos los animales [...] Nuestra vieja Tierra nos
ofrece el primer gran ejemplo. ¡Un instinto, una ley natural!
Por más cansado que estés, tienes que seguir siempre ade
lante [...] Y todo el mundo se regocija de ello en secreto,
aunque nadie se lo confíese a sí mismo. Hay muchos que ni
siquiera lo saben. Los hay también que por haber corrido
mucho mundo no desean seguir peregrinando, o que están
en cama, enfermos, o que por cualquier razón no pue
den viajar más: éstos son los que viajan en el interior de su
mente, en su imaginación, y también suelen llegar lejos,
muy lejos [...] pero permanecer inmóvil [...], imposible. Es
algo que no existe.55
47
Sepa usted, por el momento, que mis ancestros no han con
cebido la rueda con fines utilitarios (tan sólo se sirvieron de
ella para elaborar juguetes) y esto no por falta de bestias
de carga, puesto que los esclavos y prisioneros de guerra
hubiesen podido muy bien servir para tal fin, sino porque su
inteligencia se desarrollaba en lina dirección totalmente
diferente.
48
ni su dimensión de fuerza o actividad permanente, en la Carta
I, al doctor Alberca, y en el cuadro Revelación o el relojero
aparece como fuente de energía susceptible de ser aprovecha
da, ya sea como cocina o como calefacción central. El hecho
de que aparezca alterado en su tamaño y apartado de su con-
lexto habitual no es sino un ejemplo más del carácter maravi
lloso de toda la obra de Remedios.
49
( ■ _~T2/ l U Sl C\
£ ^ ^ e ¿ c > w H 0i c fy . /ts u ? o ¿ V L
S lA js\r€ * J V '&VL€ ^
A& 0 ^ / u > /% a , C "& < / l/ l/ l -&~D 'tslsisu z ^
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( f (¿ ^- ¿\. ¿ r d u o it/i ¿ a ^ ¿ i ¿ p tü y
FIG U R A 3
52
que este texto esté definido como teatral pero que presente
características más propias de la novela.
Así, su inicio, que tanto nos recuerda a las reflexiones de
Remedios en las cartas y a ciertas imágenes de algunos cua
dros,61 parece más el inicio de una novela de tendencia psico-
logista que el de una obra teatral, en la que sería esperable, por
ejemplo, encontrar detalles sobre la caracterización física del
personaje o sobre el escenario en que se encuentra. Lo mismo
cabría decir de los monólogos alternos — Felina, Ellen y
Lucio— que aparecen en el segundo fragmento.
Si anteriormente hemos señalado esa libertad en el trata
miento del tiempo como uno de los rasgos más llamativos de
la obra de Remedios, no debe extrañarnos que aparezca nue
vamente en este texto. Ya el primer fragmento presenta diver
tidos contrastes: su ambientación parece ser claramente medie
val o simplemente remota (se nos habla de un maestro, de una
celda, etcétera) y, sin embargo, encontramos en él elementos
modernos (un coche, el boudoir o el rouge a lévres, fotografías
de los sanfermines...) que aparecen igualmente en el segundo
fragmento (vacaciones en la playa para olvidar las agitaciones
de la ciudad, la alusión a los corsés62 o al contrabando...) Lo
mismo ocurre, naturalmente, con el espacio, si aceptamos que
los dos fragmentos pertenecen a una sola obra.
Ambos fragmentos son el germen de verdaderos relatos
— llamémoslos simplemente así— susceptibles de un intere
sante desarrollo: en el primero, los fenómenos de carácter
esotérico (el mensaje hermético que recibe doña Milagra y que
debe descifrar el maestro y la referencia a un presunto “robo
de energía”63 por parte de los Malatesta — uno de los pocos
f,‘ Sirvan como ejemplos Locomoción capilar, en el que una barba sale súbi
tamente de una ventana y “secuestra" a una mujer; La calle de las presencias
acidias, cuadro en el que extraños seres brotan de ¡as paredes, o Presencia in
quietante (lám. 5), donde una cabeza irrumpe bruscamente del respaldo del si
llón aterrorizando a la mujer que se encuentra sentada.
f,: La imagen del corsé, típicamente surrealista — pensemos, por ejemplo, en
la fascinación que para el grupo ejerció la conocida fotografía de Eugcne
Atget— aparece ya en el cuadro Recuerdo de ¡a Valquiria. Por su parte, Beatriz
Varo la asocia con G urdjieff (op. cit., p. 161).
65 Según afirma Beatriz Varo, la trasmutación de la energía de un ser a otro
53
nexos, por cierto, entre uno y otro— ) y, en el segundo, la intri
gante escena de espionaje y contrabando.
Si el primer fragmento se prodiga en elementos esotéricos, el
segundo presenta el mayor número de referencias surrealistas:
ante todo, destaca la presencia de un fenómeno onírico, prota
gonizado, nada gratuitamente, por “Benjamín Pérez”, graciosa
castellanización del nombre del poeta que, si aceptamos la
fecha propuesta por Fernando Martín,64 vivía con Remedios en
el momento de la redacción del texto, y que no podía hacer otra
cosa que divertirse con el pasatiempo más inusitado.65 No
menos importante resulta la triple identidad humana-animal-
vegetal de Felina. Ya Ramón Gómez de la Serna afirmaba que
“hay que desconcertar al personaje absoluto que parecemos ser,
dividirlo, salimos de nosotros”,66 idea que el surrealismo hace
suya y se traduce en la creación de identidades múltiples, sien
do, quizás, el ejemplo más representativo esos seres mitad
hombre, mitad animal que pueblan los lienzos y los textos de
Max Emst. Remedios no podía menos que acudir, en primer
lugar, a los felinos, sus animales favoritos. Es sabido que vivía
rodeada de gatos, animales que aparecen en muchos cuadros
suyos (pensemos simplemente en Inspiración, Mimetismo y,
principalmente, en el dibujo Dama felina (lám. 3), verdadera
representación visual del personaje de esta obra). No ha de
extrañarnos, así, que en La trompetilla acústica Leonora
Carrington ponga esta curiosa afirmación en boca de Carmela:
era una de las ideas básicas de Gurdjieff, que dio origen a un cuadro de Reme
dios sintomáticamente titulado Robo de sustancia. Ibid., p. 131.
64 Vid. nota 60.
r,? En efecto, uno de los rasgos más señalados de Benjamín Péret es precisa
mente su carácter infantil y travieso y su capacidad para hacer lúdico lo más
cotidiano, cosa que se advierte en la más simple aproximación a su poesía.
Véase, por ejemplo, Claude Courtot, Introduction a la lecture de Benjamín
Péret, Le Terrain Vague, París, 1965.
66 Op. cit., p. 199.
(i7 Op. cit., p. 11.
54
Milagra en el primer texto, Felina Caprino-Mandrágora en
el segundo, son nuevas transposiciones literarias de Remedios
Varo y reflejo de su personalidad angustiada o soñadora y de
sus inquietudes características. Nada impide pensar que,
ilc haber sido terminado, este texto constituiría una de las
muestras más completas de una obra en la que se entremezclan
lo autobiográfico y lo imaginario.
Fragmentos
55
cipio volátil contra el principio fijo”,68 cobran un protagonis
mo esencial69 y otorgan, por tanto, a los relatos ese tono
metafísico al que ya estamos acostumbrados y que se ve subra
yado por la alusión, también en los dos textos, a la espiral, sím
bolo de “las formas cósmicas en movimiento”, “desarrollo
progresivo” y “evasión del mundo terrestre para penetrar en el
más allá”.70 Tanto las aves como la espiral aparecen en diver
sos cuadros de Remedios: así, tenemos a las primeras en Crea
ción de las aves y Música solar, mientras la segunda aparece
en Tránsito en espiral y Ascensión al monte análogo.
Otro aspecto que quisiéramos destacar del relato “Mistress
Thrompston...” es el de las ya mencionadas libertades con
el tiempo, que alcanzan un tono verdaderamente humorístico
— por lo paradójico— cuando se nos habla, por ejemplo, de
una revista “que se ocupa únicamente de publicar el futuro”.
Asimismo, no deja de resultar llamativo el hecho de que, como
vimos también en el “Proyecto para una obra teatral”, se mez
clen elementos aparentemente inconciliables: así, los nombres
de los personajes no son sino fórmulas ininteligibles que nos
recuerdan a las de la Carta 3 y nos sitúan en un ambiente cómi
camente futurista en el que, sin embargo, encontramos una
abadía y un espejo del siglo xv: o una placa de bronce “que
tenía grabada con letra gótica la receta de la paella valenciana”
y en la que también “se observan, toscamente grabadas, tres o
cuatro palabras obscenas de época reciente”.
Por último, no quisiéramos dejar de mencionar el evidente
paralelismo que existe entre el relato “Mistress Thrompston...”
y el cuadro Exploración de las fuentes del río Orinoco, lám. 4:
en ambos vemos una audaz protagonista femenina viajando a
bordo de su impermeable en busca de “la copa llena de agua
pesada que fluye permanentemente”, símbolo del “Elixir de la
Larga Vida” tan anhelado por los alquimistas. Los elementos
56
lIc carácter esotérico siguen, pues, multiplicándose y alcanzan
un papel preponderante en los textos oníricos que comentamos
a continuación.
57
rior, diablo o monstruo; de otro, ‘hijo de los filósofos’. Por
ello, la ilimitada capacidad de transformación que se le asigna
[...] deviene simbólica del anhelo esencial del alquimista de
transmutar la materia (y el espíritu), llevándolo de lo inferior a
lo superior, de lo transitorio a lo estable” .73
Es ahora cuando podemos retomar la noción de José Pierre
de automatismo simbólico y aplicarla a estos textos: están
escritos siguiendo un dictado del subconsciente, pero toman
elementos del mundo exterior y les otorgan un significado.
El Texto 2 sí fue sometido a un cierto proceso de gestación
y corrección, como demuestra la existencia de lo que parecen
ser dos pruebas y el texto definitivo.
Kaplan ío sitúa en la época en que Remedios vivió con
Péret en la calle Gabino Barreda, basándose en el hecho de
que éste, en cierta ocasión, se encontró con una mano huma
na envuelta en papel de periódico, imagen plenamente surrea
lista que Remedios pudo haber utilizado para este escrito. Sin
embargo, también es posible que, siendo las libertades con el
cuerpo humano — que aparece con frecuencia fragmentado y
en los contextos más inusitados— un recurso frecuente en la
imaginería surrealista, este texto y la experiencia de Péret no
tengan ninguna relación y sea, por tanto, muy aventurado
fecharlo con exactitud.
El Texto 3, por último, se conserva tal y como lo transcribi
mos: un fragmento aislado en el que lo más llamativo es el
final, donde se hace referencia a la muerte a causa de la miel
de las abejas, siguiendo una creencia de Remedios según ¡a
cual los insectos serían los únicos supervivientes a la destruc
ción de todas las especies y que la llevaba, por eso mismo, a
identificarse con ellos, especialmente con las abejas.74 No en
vano, uno de los pocos cuadros que ella misma denomina
“autorretrato” se titula, precisamente. La abeja adolorida.
La existencia de tantos símbolos y arquetipos nos muestra,
una vez más. cuán arraigadas se encontraban en el inconscien-
58
le de Remedios las creencias esotéricas, que se manifiestan,
asimismo, en sus sueños.
til interés de Remedios por los fenómenos oníricos se hace
patente desde sus inicios surrealistas: ya en 1938 aparece,
como vimos, un dibujo suyo, Comme un reve, en el séptimo
( ’ahier G. L. M. Trajectoire du reve. En él aparece una mujer
contorsionada y ondulante. Sus pies son, como es habitual, dos
ruedas. Sus cabellos se deslizan por una escalera que conduce
a un extraño valle poblado de montañas y puertas abiertas.
Más interesante es otro dibujo de 1958, Sueño [lám. 2]. La
mujer duerme en una especie de larva — metáfora quizás del
ser en su estado primigenio— conectada mediante un sistema
de ruedas y poleas al espacio, que en el cuadro parece simbo
lizar el mundo exterior del que se toman los estímulos y ele
mentos del sueño. De la cabeza de la mujer soñadora salen
diversos personajes agitándose desordenadamente y en todas
direcciones, prisioneros en una serie de cubos multidimensio-
nales. El contraste entre la placidez — la curva, los espacios
despejados— del mundo real y la complicación — la línea, las
aristas de los cubos amontonados— del onírico se hace en este
dibujo evidente.
No es nuestra intención ejercer de psicoanalistas aficiona
dos, por lo cual no vamos a caer en la tentación de interpretar
los sueños de Remedios. Las enseñanzas de Freud y, por ejem
plo, la existencia de un libro como Los vasos comunicantes,''5
de André Bretón, parecen demostrar que los sueños sólo pue
den analizarse conociendo perfectamente los hitos emociona
les que definen el carácter de la persona en cuestión.
Tampoco vamos a analizarlos como textos literarios porque,
en rigor, no lo son. Del mismo modo que ocurría con los tex
tos automáticos, los sueños, de haber querido ser publicados,
habrían sufrido también un proceso de corrección o amplia
ción, o simplemente habrían supuesto el punto de partida de
algún cuadro o relato, porque, como indica Max Ernst
59
cuando se dice de los surrealistas que son pintores de una
realidad onírica en constante cambio, no debe entenderse
que copien sus propios sueños en la tela (lo cual equivaldría
al naturalismo ingenuo y descriptivo).76
60
ile un sueño. No en vano, en el libro de Octavio Paz, Roger
Caillois y Juliana González que contiene reproducciones de
los cuadros de Remedios acompañadas de citas poéticas, apa
recen precisamente estos versos de Edgar Alian Poe: “All that
we see or seem / is but a dream within a dream”.77
Esta estructura hace que todo el sueño sea un conjunto de
vasos comunicantes entre el interior de la soñadora y el mundo
exterior, cifrado, por ejemplo, en la comunicación con su gato
y, principalmente, en el hecho de que los temores que la aco
san sean generados por ella misma. Este sueño, como señala
Walter Gruen, tiene relación — y quizás fue el origen— de uno
de los cuadros más impresionantes de Remedios: Presencia
inquietante, lám. 5. La atmósfera, como la del cuadro, es densa
y angustiosa y supone un ejemplo más de las ya mencionadas
tempestades interiores que habitaban en el espíritu atormenta
do de nuestra autora.
Llegamos, por fin, al último sueño y, a la vez, al último
eslabón de esa cadena ascendente del pensamiento de Reme
dios Varo. Alcanzado el saber, la “verdad absoluta”, precioso
atributo que, lógicamente, ha de pagarse caro, un verdugo — re
presentante máximo de esta sociedad opresiva que nos mantie
ne prisioneros dentro de los falaces límites de lo razonable y lo
conveniente— exige su muerte. También le recuerda que ésta
no ha de ser un castigo para quien ha alcanzado el verdadero
conocimiento. Le falta, sin embargo, una cosa para que todo
sea perfecto: conseguir para su amor esa eternidad que ya ella
ha alcanzado. Es entonces cuando teje ese huevo — uno de los
símbolos básicos de la alquimia, tradicional forma de la piedra
filosofal y, además, “emblema de la inmortalidad”78— en el
que se refugiará con su amado y que encuentra su manifesta
ción pictórica más directa en el cuadro Tejido espacio-tiempo.
La metáfora del tejido, que “representa fundamentalmente
la creación y la vida”,79 se repite con mucha frecuencia en los
61
cuadros de Remedios y forma parte, además, de la mayoría de
las cosmogonías.80 Remedios Varo le da a veces un significa
do negativo, especialmente cuando la liga al concepto de “des
tino” en lo que tiene de privación de la libertad humana: en el
cuadro La tejedora de Verona, una mujer pretende escapar por
una ventana, pero no puede porque está sujeta por un hilo que
procede de la madeja de una mujer que la está tejiendo; del
mismo modo, el personaje de Elíxir está sujeto por unos hilos
a un hueco que hay en la pared, mientras el del cuadro sin
tomáticamente titulado Los hilos del destino se debate entre
unas manos que tiran de él desde detrás de una puerta y los
consabidos hilos que lo sujetan al techo; en Las hojas muertas,
uno de sus cuadros más inquietantes, una mujer con la mirada
perdida enrolla un ovillo con un hilo que sale del corazón de
un ser medio hombre-medio quimera que se encuentra frente a
ella en posición servil, todo ello en una habitación invadida
por el viento y en la que extrañas plantas brotan de la alfom
bra. En otros cuadros, esta metáfora sirve para representar la
identidad que existe entre todos los hombres, unidos por un
mismo destino: tal es el caso de Premonición y Tres destinos.
Pero, junto al ya mencionado Tejido espacio-tiempo y al
sueño que nos ocupa, tenemos otro cuadro en el que este sím
bolo cumple una función positiva y liberadora. Nos referimos
a La huida, última de las tres partes que componen Tríptico,
Iáms. 6, 7, 8. Es este cuadro quizás el más narrativo de todos
los de Remedios y su propia estructura tripartita parece repro
ducir el esquema planteamiento-nudo-desenlace de los relatos
convencionales. En la primera parte, Hacia la torre, lám. 6, un
grupo de muchachas sin identidad definida — con excepción
de la protagonista— se dirige a una torre en la que, bajo la
supervisión del maestro, se dedica a tejer los mares, casas,
montañas, etcétera — es ésta la segunda parte, Bordando el
manto terrestre, lám. 7— . Sólo una muchacha está libre del
hechizo y, al mismo tiempo, teje una trampa imperceptible en
62
I.i que se guarecerá con su amado. La tercera parte, La huida,
lám, 8, los representa a ambos escapando hacia una gruta a
bordo de un barco también tejido por la muchacha.
Un final feliz para una vida angustiada, el mismo que apa
rece en el sueño y que nos muestra a Remedios Varo liberada
de las ataduras cotidianas en un eterno presente presidido por
el amor y el conocimiento. El ciclo alquímico del que nos
hablaba Schwarz ha concluido y la búsqueda de Remedios
Varo ha llegado a su punto culminante: ella es ya esa filósofa
soñadora, solitaria y enamorada que ha alcanzado la inmor
talidad.81
Una vez redactada esta Introducción, llegó a nuestras manos el com pletí
simo catálogo razonado Remedios Varo. Catálogo razonado / Catalogue rai-
sonné (México, Era, 1994), a cargo de Walter Gruen y Ricardo Ovalle. En él,
aparte de los interesantes textos introductorios, se encuentra el inventario más
definitivo que hasta ahora se ha realizado de la obra de la artista, así como una
completísima bibliografía. Este catálogo es, pues, una referencia obligatoria
para todo el que esté interesado en profundizar en el mundo de Remedios.
63
LAM INA 1
Armonía,
1956
Óleo/masonite, 76 x 94 cm.
Paradero desconocido
\
LÁMINA 2
Sueño
1958
Lápiz/papel. 23 x 16 cm.
Colección particular, México
LÁMINA 3
D a m a felina
1950
Lápiz/papel. 21 x 16 cm.
Colección particular, México
lam ina 4
Exploración de las ju en tes del río Orinoco
1959
óleo/tela. 44 x 39.5 cm.
Col. José Luis Martínez, México
la m i n a 5
Presencia inquietante
1959
Óleo/tela. 55 x 38 cm.
Colección particular, México
LÁM INA 6
Tríptico 1
H acia la torre
1960
Óleo/m asonite. 123 x 100 ctn.
Colección particular, Monterrey
LÁ M IN A 7
Tríptico 2
Bordando el m anto terrestre
1961
Óleo/masonice. 100 x 123 cm.
Colección particular, México
l a m in a 8
Tríptico 3
L a h u id a
1961
Ó leo/m asonite. 123 x 98 cm.
Coi. Musco tic Arte M oderno, México
Esta edición
Cartas, sueños y otros textos apareció por vez primera en
1994, en una coedición de la Universidad Autónoma de Tlax-
cala y el Instituto Nacional de Bellas Artes, con motivo de la
magna exposición Remedios Varo: 1908-1963, organizada en
el Museo de Arte Moderno de México de febrero a junio de
1994. En esta segunda edición, hemos seguido el mismo crite
rio de presentación de los textos que en la primera, añadiendo
algunos cambios a partir de las nuevas sugerencias sobre la
obra de Remedios que nos brindó la exposición mencionada.
Asimismo, hemos intentado pulir las numerosas erratas que 1^
primera edición, ya agotada, contenía.
Del mismo modo que la primera, esta edición incluye, así,
material tanto inédito como disperso en diferentes manuales y
revistas. Cuando se trate de textos publicados con anterioridad
— en caso de que estén completos: quedan excluidas, por tanto,
las posibles menciones de fragmentos de los mismos— , dare
mos cuenta de ello en nota utilizando las siguientes abrevia
turas:
65
Remedios Varo, Fundación Banco Exterior / Era, Madrid,
1989.
b v : Beatriz Varo, Remedios Varo: en el centro del micro
cosmos, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1990.
CM T: Catálogo de la exposición Remedios Varo. Arte y Lite
ratura, Museo de Teruel, Teruel, España, 1991.
S: Syntaxis n. 29, primavera de 1992.
66
U n a e n tr e v is ta in é d it a
67
— En la misma medida que el psicoanálisis ha contribuido
a explorar el subconsciente.
8. Favor de dar un resumen de su carrera.
a. ¿Dónde nació?
—Anglés, Gerona. (España.)
b. ¿Dónde estudió arte?
— En la Escuela de Bellas Artes de Madrid.
c. ¿Cuándo empezó a interesarse en el surrealismo?
— Tomé contacto con el grupo surrealista en 1937.
d. ¿Es usted escritor así como es pintor?
— A veces escribo como si trazase un boceto.
e. ¿Hay algunos contactos particulares o eventos que
hayan influenciado su estilo de pintar?
— Conscientemente, no. Sin embargo, no cabe duda que
personas o acontecimientos han influido sobre mi modo de
pintar de una forma no deliberada.
f. Exposiciones.
París: 2 exposiciones colectivas en 1938; México, D.F.:
Galería Diana (individual), Galería Excélsior, Proteo,
Antonio Souza y Palacio de Bellas Artes (colectivas).
68
C a rta s*
69
naje que imaginas, pero es muy natural que Zeus (¡nada
menos!) trate de alzarla hasta su condición esplendorosa. Pare
ce, sin embargo, que existe alguna contradicción, ya que el tér
mino peyorativo de Peronelle tampoco me parece justo.
A mi juicio no es (loin de lá) una Peronelle.
No estoy de acuerdo sobre lo que dices de Juliana. Todo lo
que ella hizo o deshizo, por disparatado que pareciese a un
observador con prejuicios, fue hecho con lo que se deben hacer
las cosas, es decir, con valor y sin temor a las consecuencias.
En esta forma, cada quien tiene el derecho de obrar como le
parezca. Pero echarse al agua a nadar y no querer al mismo
tiempo mojarse la ropa, esto, Gerardo, es imposible.
A esto me contestarías que si tuvieses mucho dinero,
podrías pagar una empleada que se ocupase de todo y así no
habría consecuencias, es decir, que en la actualidad tu esposa
funge como femme de charge, majordome, secrétaire, nodriza,
etcétera. Si tuvieses bastante dinero, ¡claro!, podrías contratar
todo ese personal doméstico y no habría problema. Pero Julia
na lo que quiera que sea que hizo fue valientemente, perdien
do todo o ganándolo todo.
70
ticaremos y beberemos agua de castañas, jugo de espárragos y
quizás admiremos unos grabados bastante buenos que tengo
representando a Baco, a Noé y a algún otro coronel británico,
retirado ya de su servicio en las Indias. La contemplación de
estos grabados produce un cierto estado de embriaguez no
alcohólica, sino más bien hipnofotónica, dicen los especialis
tas que no ataca al hígado sino únicamente a las glándulas sali
vales y es inofensiva.3
3 “Aquí se acaba el escrito que parece haber sido dirigido a Juliana González
y M ercedes de la Garza” , [Nota de Walter Gruen.] Esta carta se encuentra tam
bién en m bp , p. 35, con el título de “Oh Diosas tan admirables cuan esquivas” .
4A pesar de que se ignora el destinatario, este texto parece ser una carta diri
gida a un amigo real, también pintor, al que Remedios cuenta algunos detalles
de su vida aderezándolos, como es habitual en ella, con elementos lúdicos.
Publicada en bv , pp. 225-26.
71
metros por segundo (y que, por lo tanto, no vemos)— fui a dar,
inexplicablemente, al corazón de un trozo de cuarzo. Al favor
de una tormenta abominable, los fenómenos eléctricos me fue
ron favorables y, cayendo un rayo en dicho trozo de cuarzo,
rescató mi espíritu que, describiendo una espiral, fue a alojar
se en el cuerpo de una mujer metidita en carnes que por allí cir
culaba. Me siento satisfecha de esta circunstancia y por eso me
atrevo a escribiros, en el entendimiento de que no me habéis
olvidado.
He pensado que el teléfono es un aparato inhibitorio y muy
frío para comunicar. Pero escribirse cartas es diferente. Creo
que mi alojamiento en un trozo de cuarzo es una experien
cia que puede interesaros; otros pequeños descubrimientos,
también. Yo estoy dispuesta a comunicaros todo.
72
un jardín en donde las plantas pueden beneficiarse de la hume
dad que esta criatura produce.
En cuanto a la actividad maniática llamada Pintura..., ¿qué
puedo deciros? Ambos fuimos atacados de este mal, si queréis
recordarlo. No sé si habréis persistido en esta rara forma de
perversión, yo sí, hélas!, y cada vez me siento más avergonza
da de tamaña frivolidad.
¿Fumáis? Yo he emprendido una lucha titánica contra la
nicotina y el humo en general. He llegado a la conquista par
cial del asunto y en mis días de bondad sólo fumo seis cigarri
llos. En los días de nostalgia, de depresión y cuando todo es un
desmadre, ¡bueno!, entonces, ¡no sé! Esto debe ser explicado
en forma clara y precisa.
¿X . o ; 4 ó
X kz. (§ - 'b .h ir
£ i t i . 3 7/ x y z
-tn
A tw Js*. cd/to .
7 ^ ca.A-?<_s
73
CARTA 4 « AL DOCTOR ALBERGA5
74
todavía le interesan en esa fecha. Le deseo un feliz Año Nuevo
y le envío cordiales saludos.
Remedios Varo
75
C A R T A 5 • A UN PERSONAJE DESCONOCIDO7
7 j^\ final de esta carta, encontramos la siguiente nota de Walter Gruen: “No
recuerdo que cs(o haya tenido lugar jam ás, pero la carta era proyectada para una
fiesta en casa de Elena Fejer y la distribución de los participantes, según otra
hoja adjunta, debió ser como sigue: Fejer..., Kati {Horna), Walter..., a Gilberta,
una aristócrata francesa, lesbiana. Gunther (Gerzso)..., a mí, Chiki Weisz..., a
Bridget (Tichcnor), Octavio (Paz)..., a Leonora. Termina la hoja: Afectuo
samente X. No digas nada, no telefonees” . Publicada tam bién en K. pp. 89-90, y
en av, pp- 211-12.
» N ota de Walter Gruen: “ Supongo que habrán de ser psicólogos”.
■> N ota de Walter Gruen: “ Se trata de Edward James”.
76
somos tampoco un grupo de jóvenes alocados. ¡Ah!, tampoco
se trata de una empresa galante, es más bien un experimento
psico-humorístico, nada más. Estoy casi segura de que no irá
usted. Se necesita un aplomo enorme para hacerlo y poquísi
mas personas lo tienen. También puede usted creer que se trata
de la broma de algún amigo suyo, o que esta carta es una hábil
propaganda para llevar gente a un lugar dudoso, etcétera, etcé
tera. Nada de eso: la casa es una respetabilísima residencia bur
guesa; yo, y todos los demás, apacibles burgueses que, sin
embargo, como me sucede en este momento a mí, pueden sen
tir un irresistible impulso de hacer una travesura a la manera de
un adolescente, a pesar de mis años y a pesar de todo.
Voy a copiar esta carta y a enviarla también a otro descono
cido. Quizás uno de los dos se presenta. Si viniesen los dos,
sería algo extraordinario e inaudito.
Bueno, quizás hasta pronto...
Pensándolo bien, creo que estoy más loca que una cabra. No
se haga la ilusión de que la sala será atravesada por una auro
ra boreal ni por el ectoplasma de su abuela, tampoco caerá una
lluvia de jamones ni sucederá nada de particular, y, así como le
doy estas seguridades, espero que no sea usted ni un gángster
ni un borracho. Nosotros somos casi abstemios y medio vege
tarianos.
Estimado señor,
Me permito escribirle, rogándole disculpe haberme tomado
esta libertad, así como mi mal francés. Me encuentro grave-
10 Este texto, originariamente escrito en francés, fue traducido por Walter Ornen
y publicado por primera vez en m e a , pp. 25-26. A esta edición debemos el título,
tomado de una de sus frases. En los cuadernos manuscritos de Remedios se encuen
tran dos versiones de este texto. De una de ellas, hay un fragmento en K, p. 128.
77
mente trastornado y no me atrevo a confiar a ninguna de las
personas que me rodean ciertas alteraciones que vengo sufrien
do, sobre las cuales creo que usted será capaz de aconsejarme.
La cosa empezó hace aproximadamente seis meses. Yo pin
taba con entusiasmo un cuadro donde se veía una amable pra
dera, con borregos y vacas paseándose serenamente. Confieso
que me sentía satisfecho de mi obra, pero he aquí que de pron
to una fuerza irresistible me empujó a pintar, sobre el lomo de
cada borrego, una pequeña escalera, en cuyo extremo superior
se encontraba una imagen de mi vecina de enfrente; sobre las
vacas me veía obligado a colocar, no sin angustia, unos pañue
los bien plegados. Podrá usted imaginarse mi sorpresa y deso
lación. Escondí estos cuadros, empezando otros, pero me veía
siempre instado a introducir elementos extraños en ellos, hasta
que llegó un momento en el que habiendo vertido, por azar,
cierta cantidad de salsa de jitomate sobre mi pantalón,
encontré la mancha tan extremadamente significativa y emo
cionante que rápidamente recorté el trozo de tela y lo enmar
qué. Me he visto obligado a llevar, a partir del momento en que
pinté el primer cuadro que le he mencionado, una vida casi
clandestina, temiendo que mi gente al descubrirme pudiera
hacerme examinar por un alienista.
Poco tiempo antes de que tuvieran lugar estos fenómenos
pictóricos, me había entregado a la labor de reacomodar el sis
tema solar en mi mesa, tarea que es necesario realizar cada 210
días, ya que esta actividad constituye una tarea obligatoria para
todos los adeptos del grupo de “Los observadores de la inter
dependencia de los objetos domésticos y su influencia sobre la
vida cotidiana”. Este grupo, activo desde hace mucho tiempo,
ha hecho ya constataciones notables que hacen la vida más
simple desde el punto de vista práctico. Por ejemplo: muevo
un bote de pintura color verde unos cinco centímetros hacia la
derecha, clavo una chinche junto a un peine y, si el señor A...
(adepto que trabaja en coordinación conmigo) pone en ese
mismo momento su libro sobre apicultura al lado de un patrón
para cortar un chaleco, entonces estoy seguro de que se dará,
en la avenida Madero, el encuentro con una mujer que me inte
resa y cuyo origen no he podido averiguar hasta ahora, así
78
como tampoco su dirección. Hemos logrado algunas conquis
tas sobre la vida de cada día, como usted puede observar. No
le cito más ejemplos por temor a aburrirle, pero podría darle
una visión más extensa sobre las actividades de nuestro grupo,
si es que le interesa. Sepa usted, por el momento, que mis
ancestros no han concebido la rueda con fines utilitarios (tan
sólo se sirvieron de ella para elaborar juguetes) y esto no por
falta de bestias de carga, puesto que los esclavos y prisioneros
de guerra hubiesen podido muy bien servir para tal fin, sino
porque su inteligencia se desarrollaba en una dirección total
mente diferente. Entre sus CONOCIM IENTOS, algunos aspectos
se han mantenido en el más estricto secreto, operaciones que
redujeron a la nada la infinitud de variaciones y combinacio
nes matemáticas. En un tiempo relativamente corto se pueden
establecer, a partir de estas operaciones, muchísimas relacio
nes causa-efecto, combinando y variando los elementos-ob
jetos.
Pero volviendo a mi caso personal: al manipular un viejo
directorio telefónico, un ramo de laurel, una chinche, un peine,
un bote de pintura verde, un zapato de mujer de terciopelo vio
leta bordado de perlas y una moneda falsa de 5 pesos (este con
junto de objetos es mi universo instrumental, cuyo funciona
miento es concordante e interdependiente con el de los otros
miembros del grupo), me permití introducir, hace poco, como
novedad, un colibrí disecado y relleno de polvo magnético,
todo bien ligado con un mecate como se envuelven las
momias, utilizando un hilo rojo de seda. Lo hice sin prevenir a
mis colegas, transgresión muy grave dentro del reglamento del
grupo. Tan sólo nuestro jefe, con su larga experiencia y su alto
grado de conocimientos, puede hacer una cosa así sin provocar
graves consecuencias. Más aún, expresamente coloqué el bote
de pintura verde bajo un rayo de luz roja que se filtraba a
través del vidrio coloreado de mi ventana (¡horror comple
mentario!) Hice todo esto, sin medir sus consecuencias
(teniendo poco tiempo de haber ingresado al grupo, mi control
alcanza exclusivamente a los objetos que mencioné anterior
mente). Como era previsible, ciertos incidentes se han produ
cido desde el día de mi transgresión: mi mejor camisa se ha
79
quemado, un gran depósito de sal se ha acumulado debajo de
mi cama, y al día siguiente tuvo lugar el inicio de la sorpren
dente transformación de mi inspiración pictórica. Ahora me
pregunto, ¿es todo esto consecuencia de mi iniciativa de intro
ducir nuevos elementos en mi sistema solar? ¿Es un súbito dis
paro de mi subconsciente que, en un intento de emancipación,
me ha impulsado a actuar de manera desordenada sobre los
importantísimos factores que constituyen mi universo prácti-
co-doméstico? O bien, ¿soy simplemente un loco?
Mis ocupaciones habituales consisten en la venta de perfu
mes de una marca francesa, a la que represento, y soy también
responsable de una botica herbolaria. En cuanto a la pintura,
soy sólo pintor de domingo.
Recientemente, tuve la suerte de leer ciertas publicaciones
surrealistas que fueron para mí de gran ayuda, tranquilizándo
me mucho. Esto me ha decidido a escribirle para pedir su opi
nión respecto a mi línea de conducta, así como su consejo
sobre qué libros debería leer para iluminarme al respecto.
Espero haber despertado su interés sobre mi caso. Una res
puesta suya es en estos momentos el alimento más anhelado
por mi espíritu.
Fernando González
11 A cartas como ésta nos referíamos cuando aludíamos a aquéllas cuyo des
tinatario no resulta identificable, Como se verá, hay en ella ciertos aspectos que
perm itirían suponer que está dirigida a una persona concreta, aunque, al mismo
80
bondad de traducírmelo, ya que soy incapaz de leer o hablar el
inglés.
Creo que una correspondencia.con usted o con alguna de las
personas que lo rodean (si usted está demasiado ocupado con
sus recherches) sería sumamente interesante para comunicar
nos mutuamente nuestras experiencias y conocimientos.
Como usted ya sabe, en este país existe una gran actividad
en el terreno de la brujería, pero todas estas prácticas se limi
tan casi siempre al ejercicio de la medicina o a la fabricación
de filtros del amor, todo ello de una manera más bien mecáni
ca y algo distraída por parte del curandero, y únicamente por
que así es la costumbre. El factor principal es siempre la fe del
paciente, que naturalmente produce en muchos casos buenos
resultados. Pero esto, sin duda interesante para la psicología y
psiquiatría, no es lo que nos interesa. En los filtros de amor, las
cosas son un poco más complicadas y peligrosas, ya que la
costumbre es administrar “toloache” disimulado en una taza de
café, y las consecuencias de la ingestión del toloache son fata
les, siendo la principal una pérdida total de la voluntad. Dejan
do, pues, todo esto de lado, nosotros, es decir, la Sra. Carring-
ton y algunas otras personas, nos hemos dedicado a buscar
hechos y datos que se conservan todavía en regiones apartadas
y que participan del verdadero ejercicio de la brujería. Perso
nalmente, yo no me creo dotada de poderes especiales, sino
más bien de una capacidad para ver rápidamente las relaciones
de causa a efecto, y ello fuera de los límites ordinarios de la
81
lógica corriente. También, y después de largos años de experi
mentación, he llegado a poder ordenar de manera conveniente
los pequeños sistemas solares del hogar, he comprendido la
interdependencia de los objetos y la necesidad de colocarlos en
determinada forma para evitar catástrofes, o de cambiar súbi
tamente su colocación para provocar hechos necesarios al bie
nestar común. Por ejemplo, eligiendo mi gran sillón de cuero
como astro central, teniendo a su alrededor y a 50 centímetros
de distancia en posición de este a oeste una mesa de madera
(primitivamente, banco de carpintero y fuertemente impregna
da de emociones artesanales); detrás del sillón, a dos metros y
medio de distancia, el cráneo de un cocodrilo; a la izquierda
del sillón, entre otros objetos, una pipa incrustada de falsos bri
llantes, y, a la derecha, a tres metros de distancia, un jarro ver
de de cerámica ordinaria; tengo un sistema solar (no entro en
una descripción detallada de todo él, sería demasiado largo),
que puedo mover a voluntad, conociendo de antemano los
efectos que puedo producir, aunque a veces lo incalculable se
produzca, provocado por la rápida trayectoria de un meteoro
inesperado, a través de mi orden establecido. El meteoro no es
otro que mi gato, pero poco a poco estoy llegando a dominar
este factor azaroso, ya que he descubierto que, alimentando al
gato exclusivamente con leche de oveja, su trayectoria no pro
duce casi ningún efecto.
Desde luego, mis amigos se ocupan también de arreglar en
forma conveniente pequeños sistemas solares en sus casas, y
hemos establecido una interdependencia entre todos ellos. A
veces cambiamos astros de una casa a otra y, desde luego,
nunca se hace una modificación sin ponernos todos de acuer
do, pues, de otra manera, suceden cosas a veces desagradables.
Debo decir que hemos llegado a realizar todo esto gracias a un
larguísimo y profundo estudio de las variaciones y combina
ciones matemáticas, pero sirviéndonos para ello de la capaci
dad natural que tiene uno de nuestros miembros para agrupar
los seres y objetos según su verdadera naturaleza. El primer
paso fue la fulminante revelación que nuestro amigo tuvo de
que su zapato derecho, una cortina de terciopelo rojo y un
trozo de ópera (que se oía en ese momento) eran exactamente
82
equivalentes. A partir de entonces, todo fue fácil, ya que, resu
miendo las cosas en grandes grupos, los trabajos matemáticos
sobre variaciones y combinaciones se hacen rápidamente.
Ahora deseo consultarle algo. Este terreno sobre el que no
sotros vivimos es sumamente volcánico (como usted ya sabrá).
Uno de los miembros de nuestro grupo se encuentra en muy
difícil situación a causa de la agitación volcánica del subsuelo.
Siendo persona de escasos medios económicos, vive en una
casa antiquísima y desprovista de todo confort, aunque se
beneficia, por otro lado, de gran espacio y un patio interior
bastante amplio.12 Esta casa está situada en un lugar muy cén
trico de la ciudad. Hace unos meses, empezó a elevarse por sí
solo un pequeño montículo en el patio. Del montículo
comenzó a salir un poco de humo y un calor intenso; después,
y a intervalos más bien largos, pequeñas cantidades de lo que
inmediatamente vimos con horror que era lava. No hay duda
posible: se trata de un pequeño volcán que quizás en cualquier
momento puede convertirse en tremenda amenaza. Nuestro
amigo, que no cuenta con los medios necesarios para buscar
otro alojamiento, desea que esto se mantenga en secreto, pues
de otro modo sería expulsado de su casa, lo que haría feliz al
propietario, que, con el pretexto de! volcán, construiría en ese
lugar un gran edificio dotado de calefacción central.
Ahora bien, nosotros hemos visto enseguida la posibilidad
de hacer algunos experimentos con esta manifestación de la
naturaleza. Rápidamente, entre todos construimos alrededor
del volcán unas paredes y un techo para ocultarlo a las mira
das del vecindario. Actualmente, este recinto sirve de cocina.
La altura del montículo permite cocinar cómodamente sobre
su cráter, y debo decir que es admirable para obtener chiche-
kebab y brochettes en su punto. Pero nos alejamos del consejo
que deseaba pedirle. A pesar del trabajo incesante que hemos
realizado, de los múltiples experimentos, etcétera, etcétera, no
hemos podido incluir de ninguna manera las sustancias arroja
das por el volcán dentro de nuestros sistemas solares, ni tam
83
poco utilizarlas de forma alguna dentro de nuestras prácticas.
La lava fresca es totalmente rebelde y actúa aparentemente en
forma independiente. El único resultado hasta ahora ha sido un
fuerte acceso de alergia sufrido por la Sra. Carrington, que se
aplicó una cierta cantidad en el cuero cabelludo. Quizás usted
conoce las posibilidades de esta sustancia y la manera de apro
vechar la energía que contiene. A mi juicio, y viniendo de pro
fundidades no impregnadas por nuestras emociones y pertene
ciendo a un mundo más denso de emociones minerales, escapa
por el momento a nuestra comprensión, pero yo deseo ardien
temente comprenderla para, si es posible, ayudarla en su tra
yectoria hacia un mundo menos denso y hacerla también com
prender y participar en nuestros propósitos. Le ruego me
comunique lo que sepa sobre esta materia lo más pronto posi
ble, pues el volcán no ha crecido más de un centímetro por
semana, pero no podemos saber qué sucederá en los próximos
meses.
Temo que mi carta sea demasiado larga y, aunque desearía
hablarle de otras cosas, en especial de la convicción que com
parto con usted sobre la posibilidad de destruir los funestos
efectos de la bomba de hidrógeno por medio de ciertas prácti
cas, dejo para otra ocasión el hablar de todo ello, si usted tiene
la amabilidad de contestarme.
84
d’exportation du tableau et aussi- exportación del cuadro y, en
tót que la caisse d’embalage sera cuanto la caja de embalaje esté
finie on vous l’enverra par avión. terminada, se lo enviaremos por
La caisse sera tres solide, on l ’a avión. La caja será muy sólida, la
commendée tout a un menuisier hemos encargado a un carpintero
de confiance. de confianza.
Je vous remercie de l ’aimable Le agradezco el amable inte
interét que vous avez envers ma rés que ha mostrado por mi salud.
santé, ma cinquiéme vertebra Mi quinta vértebra lumbar se
lumbaire était tres rebelle et dou- mostraba muy rebelde y doloro-
loureuse, cela má empeché de sa. Esto me impedía pintar, pero
faire de lapeinture mais j ’ai pro- he aprovechado para escribir
fité pour écrire certaines notes unas notas antropológicas muy
antropologiques tres documen- documentadas, pues hace ya
tées car il y a deja longtemps que tiempo que quería señalar el
je voulais signaler le fait jusqu’á hecho, ignorado hasta el presen
présent ignoré que l’anteceseur te, de que el antecesor del Homo
de PHomo Sapiens était l’Homo Sapiens es el Homo Rodans. No
Rodans, je ne sais pas si vous sé si tendrá usted interés en cono
aurez de l’intérét pour connaítre cer estas notas, pero, en el caso
ces notes, mais dans le cas oü il de que sea así, ya que se trata
en serait ainsi et puisqui’il s ’agit solamente de unas cuantas pági
seulement de quelques pages, je nas, se lo haré traducir y se lo
le ferais traduire et vous l’enve- enviaré. De todas maneras, le
rrais. De toutes fa<?ons je vous enviaré una fotografía del Homo
envoie une photografíe de 1'Ho Rodans, que quizás le interesa
mo Rodans que peut étre vous in- rá, siendo usted un hombre de
teresera étant donné que vous ciencia.
étes un homme de Science. Antes de continuar, deseo
Avant de continuer je vou- advertirle que, si en alguna de
drais vous avertir que si jamais il mis cartas encuentra alguna pala
y a dans une lettre un mot que bra que usted no comprende, es
vous ne comprenez pas, il est inútil buscarla en un diccionario,
inutile de la cbercher dans un ya que mi ortografía es, desgra
dictionnaire car mon ortographe ciadamente, totalmente diferente
est malheureusement tout á fait a la que admiten los diccionarios
différente de celle qui admettent corrientes, ¡pobre de mí!
les dictionaires courants. ¡Helas! Quería usted algunos datos
Vous vouliez quelques infor- biográficos sobre mí. Nací en
mations biografiques sur moi. Je España, estudié pintura en la
suis née en Espagne, j ’ai etudié la Academia de Bellas Artes de
peinture dans l’Academie de Madrid, me fui a vivir a París y
Beaux Arts á Madrid, je suis allí formé parte del grupo surrea-
85
allée vivre á Paris et lá j ’ai formé lista; después, me establecí aquí,
part du groupe surréaliste, aprés donde el clima es mucho mejor
je me suis établie ici oú le climat desde todo punto de vista. Voy a
est bien meilleur á tous les points buscar artículos y recortes de
de vue. Je chercherai des articles periódicos que hablen de mi pin
et des coupures des journeaux tura y se los envío.
qui parlent de ma peinture et je En cuanto depositemos el cua
vous les enverrai, dro en el avión, le escribiré para
Aussitót qu'on deposerá le que sepa que ha sido enviado.
1
tableau dans ’avion je vous écri- Espero que si se dedica usted
rais pour vous prevenir qu’il a été a la experimentación química no
envoyé, le pase lo que a mí. Creo que se
J’espére que si vous vous lo puedo contar: yo hacía experi
dediez á Pexperimentaron chi- mentos para encontrar un pro
mique, il ne vous arriverá pas la ducto que, por extraño que parez
méme chose qui m ’est arrivé á ca, no era ni un elixir para la
moi. Je crois que je peu vous la eterna juventud, ni el medio de
raconter; je faisais des expérien- transformar en oro todos los sóli
ces pour trouer un produit qui, si dos de mi alrededor. Quería
étrange que cela puisse paraítre, encontrar una sustancia que
n’etait pas ni un elixir de jeunes- reblandeciese y redujese a una
se éternelle, ni le moyen de trans- película impalpable la piel de los
former en or touts les solides m elocotones, que me gustan
autour de moi. Je voulais trouver mucho pero que me perjudican el
une substance qui ramollisse et estómago a causa de su piel.
reduise á une pelicule impalpa Habida cuenta de que yo estaba
ble, la peau des liaricots que j ’ai- convencida de que los grandes
me beaucoup mais qui me font descubrimientos son resultado
mal á l’estomac á cause de sa del azar (azar objetivo) quizás,
peau. Etant donné que je suis pero en el que la objetividad no
convaincue que les grandes puede intervenir en las variacio
decouvertes sont le résultat du nes y combinaciones matemáti
hazard (hazard- objectif) peut cas para establecer una relación
étre, mais dont l’objectivité reste de causa-efecto, yo hice experi
impossible d’agir d’aprés les mentos con diversas sustancias.
variations et combinations ma- Al mismo tiempo, toqué ciertas
thématiques pour établir une notas especiales y particulares en
relation de cause á effet, je faisais un instrumento monocorde; si
des expériences avec des subs- estoy en lo cierto, este sonido
tances diverses, en méme temps podría tener una importancia
je jouais certaines notes spéciales decisiva y trascendental en las
et particuliéres sur un instrument sustancias que traté de combinar.
monocorde, ce son, si jamais je De repente, pasó algo terrible.
86
tombais juste pourrais avoir une En el momento en que tocaba la
importance decissive et trascen nota si y justo cuando iba a pasar
dental© sur les substances que a otra octava en un tono ligera
j ’essayais de combinen mente más grave, el gato maulló
Soudainement il est arrivé y alguien que pasó por la calle
quelque chose de terrible. Au delante de la ventana proyectó su
moment ou je jouais la note si et sombra sobre la mesa de experi
juste quand j ’allais passer a une mentación y sobre las sustancias
autre octave dans un ton legere- que tenía allí en emulsión. Estas
ment plus grave, le chat a miaullé sustancias se han separado,
et quelqu’un qui passait dans la dejando una minúscula partícula
rué devant la fenétre a projeté brillante, una suerte de perla que
son ombre sur la table d’experi- salió por la ventana como una
mentation et sur les substances flecha, se elevó en el espacio y
que j ’avais lá emulsionées. Ces desapareció rápidamente de
substances se sont separées lais- vista. Pero lo terrible es que ha
sant une minuscule petite parti- dejado tras ella, de forma perma
cule brillante, une sorte de perle nente, un hilo de atmósfera
qui est partie par la fenétre terrestre.
comme une fléche, s ’élevant Esta partícula de sustancia,
1
dans ’espace et disparaissant insensible a la gravedad, era,
rapidement de vue. Mais ce qui afortunadamente, muy pequeña
est terrible c ’est qu’elle a trainée y, después de haber hecho diver
derriére elle d’une fa^on perma sos cálculos matemáticos, he lle
nente un fíl d’atmosphére ter gado a la conclusión de que la
restre. tierra no perderá su atmósfera
Cette particule de substance antes de 62 años. Evidentemente,
insensible a la gravité était heu- no tenemos que inquietamos per
reusement, trés petite et, aprés sonalmente, pero debemos pen
avoir fait divers calculs mathé- sar en nuestros sobrinos y des
matiques, je suis arrivée a ía con cendientes. Ésta es la razón que
clusión que la terre ne perdrá pas me empuja a buscar la manera de
son atmosphére avant 62 ans. poner una tapadera en este aguje
Evidenment nous n’avons pas á ro peligroso que hay en nuestra
nous inquieter personellement, atmósfera.
mais il faut penser a nos neveux A pesar de que he reunido los
et descendants. C’est la raison mismos elementos, que los he
qui me pousse á chercher le puesto exactamente en el mismo
moyen de mettre un bouchoir lugar sobre la mesa, que lo he
dans ce trou dangereux qu’il y a hecho en la misma fecha del año
dans notre atmosphére. y que he tocado en el mismo ins
Malgré que j ’ai réunie Ies trumento monocorde la nota si
mémes éléments, que je les ai (bien entendido que en el tono
87
mis dans le rnéine lieu exacte sur necesario para que la nueva perla
la table, que j ’ai agí la méme date no grávida no se aleje demasiado
de l’anée et que j ’ai joué sur le y se detenga justo en el borde de
méme instrument monocorde la la atmósfera como una tapadera)
note si (bien entendu dans le ton y de que mi gato ha maullado de
necessaire pour que la nouvelle la misma forma y que todos los
perle non gravide n’ait pas alié miembros de mi familia han des
trop loin et s’arréte juste sur le filado delante de la ventana pro
bord de l’atmosphére a la manie yectando su sombra; a pesar de
re d’un buchón) et qui mon chat todo, el experimento no ha fun
a miallé de la méme fafon et que cionado. Sé bien que la sombra
tous Ies membres de une famille debe ser la de la misma persona
ont défiié devant la fenétre pro- que pasó entonces. Pero, ¿quién
jectant son ombre, malgré tout <?a es? He buscado por todas partes,
l’experiment n’a pas reussi! Je era un hombre y estaba envuelto
1
sais trés bien que 'ombre dois en una capa de terciopelo negro,
étre celle de la méme personne pero no he podido encontrarlo,
qui est passé alors. Mais qui est- he viajado, he hecho preguntas,
ce? Je l’ai cherchée partout, cet he citado a varios hombres bajo
un homme et il était envelopé mi ventana, pero ninguno era él.
dans une cape de velours no ir, ¿Qué voy a hacer? Aconséjeme.
mais je n’ai pas pu le retrouver, Todo esto ha pasado hace ya tres
j ’ai voyagé, posé des questions, años; nos quedan, por tanto, 59
domié rendez vous sous ma fené años de atmósfera.
tre a beaucoup d’hommes, mais Le ruego que me escriba y me
aucun était celui-lá, Qu’est-ce diga si ha podido leer mi execra
que je vais faire? donnez moi du ble francés, dígame también su
9
conseil. Tout a est arrivé, il y a opinión sobre el Homo Rodans.
trois ans, il nous restent pourtant Lo saluda cordialmente,
59 ans d’atmosphére.
Je vous prie de m ’écrire et me Remedios Varo
dire si vous avez pu lire mon exe
crable franjáis, dites moi aussi
votre opinion sur YHomo
Rodans. Je vous salue trés cor-
dialement.
Remedios Varo
D e H om o R odan s *
89
Homo Rodans, 1959 Animal fantástico, 1959
gouache / cartulina gouache / cartulina
29 x 22.5 cm. 29 x 22.2 cm.
Pterodáctilo, 1959
gouache / cartulina
29 x 22.2 cm.
Homo Rodans, 1959
escultura a base de huesos de pollo,
pavo y espinas de pescado
41 x 17 x 6.5 cm.
que la mayor parte de los que se consideran grandes hallazgos
antropológicamente hablando, han sido hechos cuando se ha
dejado de lado el equivocado concepto actual sobre los Mitos
y éstos han recuperado su verdadera significación de Mirtos.
En la antigüedad, Mitos se llamaban unas cortas fábulas que
las nodrizas babilónicas tenían costumbre de contar a los
niños. Ninguna de ellas ha llegado hasta nosotros.
Mirto era el nombre que se daba al relato de hechos feno
menales comprobados empíricamente y transmitido, ya sea por
escrito, ya verbalmente. Tomaron el nombre de Mirto a causa
del gran consumo de esta planta que se hacía en las ceremonias
y reuniones intelectuales. La corrupción de la palabra Mirto
tuvo su origen en el año 850 antes de Cristo, cuando el erudi
to y sabio Abencífar ebn el Mull (cuyo tratado “Mirtitrología
Necrófila” es un ejemplo de objetividad científica), pronunció
su famosa disertación sobre el antiguo Mirto llamado “De los
usos ambarinos en los pueblos de Tulzur” . El venerable
Abencífar ebn el Mull padecía fuerte coriza y ronquera y, al
empezar su alocución: “y este mirto de que voy a hablaros para
propagar e impulsar el uso post-trepanatorio del ámbar, en su
estado pre-sólido elástico...”, su voz no era clara y algunos
escribas, venidos de Calcárea para tomar nota de sus palabras,
entendieron mal y anotaron la palabra Mito en lugar de Mirto.
Desde entonces, existe una gran confusión, pues algunos infor
mes verbales sobre la significación de Mito se han ido trans
mitiendo, pero sin aclarar bien su limitado y particular uso
entre las nodrizas de Babilonia.
Continuando mi análisis de la situación, creo muy urgente
dejar bien establecido que la palabra “evolución”, con su con
tenido de ideas erróneas sobre la posible mudanza de las cosas
en forma mecánicamente desprovista de voluntad trascenden
tal, es el origen de la ignorancia y confusión reinantes. Así
mismo lo decía el gran Algecífaro, cuyas palabras conocemos
a través de Tivio Tercio: “ ... et ainsi evolutionae irreparabile
esjundem confusionae per sécula seculorum est". No hay duda
de que nuestro Universo conocido se divide en dos claras ten
dencias: la de aquello que tiende a endurecerse y la de aquello
que tiende a ablandarse. Ésta es la situación actual.
92
La Primera Actitud era la unánime preferencia hacia el
endurecimiento. Las grandes masas de tejido conjuntivo se
separaron en trozos de durezas diversas después de reñidísi
mos combates, y las partes más ambiciosas no cejaron en su
empeño hasta constatar, con espanto, que el límite convenien
te había sido horriblemente sobrepasado. Estos grupos, mal
llamados hoy día materia inorgánica, tienen ahora una cons
tante tendencia al reblandecimiento, mientras la otra parte
parecería que tiende al endurecimiento. El endurecimiento
cobra cada día más prestigio: músculos duros, carácter inflexi
ble, ejercicios destinados a endurecer las superficies y volú
menes anatómicos femeninos, etcétera. Esta tendencia hacia el
endurecimiento ya era notable en la época de Quintiliano,
quien nos relata en sus Narraciones Tórbidas et procer
venerabile et vetustus caminandum nalurae vislumbratun
virgo impúdica virgo túrbida et ornata duobus globis durissi-
mos et homo vetustus appetitum venere ardences luxuria et
sudare suae atque recondidit membra simulacris voluptatem
consumatum est”,
La únanime tendencia hacia el endurecimiento — mejor que
tendencia, el anhelo, diría yo— que reinó durante la Primera
Actitud o el Primer Movimiento, como tan acertadamente lo
llama Jean F ra n g ís de la Croupiette, ¿qué es sino el irrefrena
ble deseo de trascender que anima a todas y cada una de las
cosas? Deseo quizás inconsciente y desordenado, pero no por
eso menos tenaz y peligroso, ya que tenemos muchos ejemplos
de los terribles resultados del reblandecimiento trascenden
tal de los abismos minerales cuando éstos comenzaron a retro
ceder en su equivocado y audaz camino hacia la dureza abso
luta. Desde la erupción del Moolookao en el Africa central
hasta nuestros días, ¡cuántas ruinas y desastres!: Pompeya,
Herculano, Parfís, Moscolawia, Bois, Colombes, El Pedregal,
etcétera, etcétera.
Para ilustrar este anhelo trascendental, quiero recordaros
aquel singular hallazgo hecho en las excavaciones de Lilibia
en Mesopotamia, cuando, después de sacar a la superficie
desde una profundidad de 25 metros el famoso cofre tallado en
roca hipogénica que contenía las tabletas de arcilla con el dia
93
rio cuneiforme de ia reina Tol, se continuó excavando y apare
ció un paraguas, dos metros más abajo de lo que estaba el
cofre.
Este objeto, actualmente en el Museo Británico, dio lugar a
grandes controversias, y se han escrito un total de 32 ensayos
que tratan de aclarar su origen y naturaleza. Todos ellos están
equivocados. Los unos, pretenden que no se trata de un para
guas, sino de un ala, bastante completa y muy bien conserva
da, de un joven pterodáctilo; los otros, afirman que es un para
guas ordinario, arrastrado hasta allí por un deslizamiento
subterráneo de tierras arcilloides.
El hecho de que el objeto se hallase rodeado de carbón 1/3
353 y de no menos de 50 huesos lumbares, todos ellos pertene
cientes al mismo individuo, ni siquiera se menciona, y creo
que es el momento de mencionarlo.
Como sabemos muy bien, el carbón 1/3 353 es escasísimo y
sólo se puede encontrar entre los estratos post-trodilitícos
mesopotamios. La época del carbón 1/3 35’ corresponde exac
tamente al comienzo del uso del bastón. Es muy natural que el
hombre, cuando decidió caminar sobre dos extremidades, se
ayudase al principio con bastones. Estos bastones eran tan
importantes que sus oscuros anhelos trascendentales se rea
lizaban poco a poco, ya que constituían un tercer miembro
locomotivo, pero al ser bruscamente abandonado su uso, la
mayoría, atacados de violenta frustración, quedaron petrifica
dos. Algunos, con más recia capacidad trascendental, abando
naron la pierna como modelo y meta, y hallaron rápidamente
otros ideales de desplazamiento y locomoción.
Las poderosas alas del pterodáctilo fueron la meta para
muchos bastones, y así lo fue para el bastón aparaguado que se
halló en Mesopotamia, que en realidad no era otra cosa. El
hecho de haber continuado trascendiendo más allá del pte
rodáctilo y de haberse convertido en el Primer Paraguas, causó
la confusión y la discordia en el grupo de antropólogos que se
ocuparon de este objeto.
El trascender de los bastones está fielmente relatado en el
libro quinto del Multimirto Cadencioso, conjunto de poemas y
cantares del año 2 300 antes de Cristo, debido a un anónimo
94
persa y que se conserva en la colección de palimpsestos del
palacio del príncipe Odelfo di Malspartini en Mantua.
Como es natural en nuestros días, todo ese conjunto de poe
mas históricos y de cánticos científicos se considera solamen
te como una curiosidad para bibliófilos y no como un útil libro
de consulta.
Si el señor W. H. Strudlees se tomase el trabajo de consul
tar el Multimirto Cadencioso, sabría inmediatamente la verdad
sobre la inexplicable abundancia de vértebras lumbares, perte
necientes a un solo individuo, que fueron halladas en la ver
tiente sur de los Cárpatos y sobre las cuales no se guardó el
mismo silencio que sobre las halladas bajo el cofre de la rei
na Tol.
Tales vértebras son indiscutiblemente humanas, y de ahí que
se esté pensando seriamente en la necesidad de considerar la
existencia de un Homo Reptans, anterior al Homo Sapiens, lo
cual sería un error profundo.
El Homo Reptans nunca ha existido, pero sí existió el Homo
Rodans, cuya detallada descripción podemos encontrar en el
Multimirto, y no sólo su descripción, sino también un dibujo
tan preciso que me limito a reproducirlo.
Espero que esto aclare definitivamente la oscura situación
antropológica creada por el señor Strudlees, así como la lasci
va suposición de reptalidad afrodisiaca con intenciones pro
creadoras.
Pero aun cuando creo haber conseguido mi principal propó
sito, no quiero terminar sin poner antes en guardia a la expedi
ción capitaneada por Mr. Frederik Zathergille, que se dirige a
la región de Eritrarquia para realizar excavaciones, a los cua
les aconsejo infinita cautela y mucha desconfianza.
En época muy anterior af Multimirto Cadencioso, la buena
sociedad de Eritrarquia se interesó sobremanera en las excava
ciones antropológicas, convirtiéndose este gusto en un depor
te o juego al que se dedicaban con frecuencia. Como no desea
ban hacer ejercicios violentos ni ensuciar sus suntuosos
atuendos, pronto surgió una industria ingeniosa que consistía
en la educación de cierta raza de topos, particularmente inteli
gentes, a quienes se enseñaba a perforar rápidamente un túnel
95
hasta encontrar algún objeto, hueso o fragmento de cerámica
que, una vez hallado, traían entre sus dientes.
En las campiñas cercanas a Eritrarquia, se habían estableci
do varios educadores de topos con corrales adecuados para
estos animales. Los elegantes de la ciudad alquilaban uno o
dos topos y también una varita de almendro, que, antes de lan
zar al topo, usaban para detectar, a la manera de los manantia-
leros, el lugar donde se encontraban enterrados dichos frag
mentos.
Pronto hubo tanta competencia entre los diversos propieta
rios de corrales y terrenos arqueológicos que algunos se dedi
caron, por la noche y con gran cautela, a enterrar toda clase de
huesos, cerámica y objetos que traían de contrabando de las
regiones lejanas de Mulm, lo cual hacía que los clientes fuesen
mucho más numerosos y su terreno muy bien reputado. Sin
duda, han quedado muchos objetos de éstos enterrados allí, y
los antropólogos y arqueólogos de hoy deben tener sumo cui
dado al clasificar sus hallazgos.
Y termino recordando a todos que estamos en los umbrales
del Segundo Movimiento: lo blando y elástico se endurece; lo
pétreo y rígido se ablanda. Esperemos que, al llegar al peligro
so momento crucial unificante, cada una de estas tendencias
rebote en la muralla del tiempo y retroceda, ya que, si no, se
cruzarán en el espacio y, después de una época de dolorosa
confusión en que toda materia será Infernalina Híbrido-
Maniaca, lo uno pasará a ocupar el lugar que antes tenía lo
otro.
Confío en que la profecía del iluminado Augurusthus se
cumpla: “... el de materiae pelreus, nefanda et scabrosissima
trascendentia producerese, et de tiernam elastiqua materiae
movimiento petrificatore adrivate. Témpora murallis separa-
tum dúos et rebotandum majestaticamentae con fungoide lumi
naria, petreus materiae et elastiqua substanciae, ocuparem
suos lugarem naturalis ad majorem comprensionibus mutua
per milenariae témpora...”
96
P ro y ecto p a r a u n a o b ra tea tra l *
* "Proyecto para una obra teatral, probablemente para ser escrita en colabo
ración con Leonora Carrington. En este mismo cuaderno se encuentran algunos
dibujos, relativos a esta obra (?) de Leonora.” [Nota de Walter Gruen.] Véase
fig, 3, Publicado en S, pp. 64-70.
97
convirtiéndola en un montón de cenizas. Lo peor es que tiene
que disimular siempre sus temores ante los demás, pues el con
fesarlos sería confesar al mismo tiempo su culpabilidad y su
miedo al castigo.
Estos temores sólo la asaltan de vez en cuando. El resto del
tiempo vive tranquila porque ¿no es dios misericordioso?
Entonces, tiempo le queda de arrepentirse. Todavía es joven,
cuando ya se acerque a los sesenta (y eso según sea su estado
de salud) hará una confesión general y se retirará al campo,
mientras tanto, ¿para qué mortificarse?
Una vez ante la puerta del maestro, dio unos golpecitos rápi
dos y respetuosos y seguidamente entró en la celda.
Mister Randolph, absorto en su trabajo, tardó unos momen
tos en alzar los ojos hacia ella, pero, al ver de quién se trataba,
demostró una satisfacción visible.
— ¡Usted aquí, doña Milagra, a estas horas!, ¿qué sucede?
— ¡Ay, maestro! A riesgo de molestarlo y de interrumpir su
trabajo, he venido a traerle un mensaje urgentísimo.
— Ha hecho usted muy bien, Milagra, y se lo agradezco,
tanto más cuanto me encuentro muy necesitado en estos
momentos de algún consejo superior. Esta tarde tuve una visi
ta que... Pero dígame, dígame.
Tomándola afectuosamente del brazo, la llevó hasta un
amplio banco de madera donde se sentaron los dos.
— Pues verá, maestro. Estaba yo acostada y dormida. Me
retiré hoy muy temprano porque me sentía sumamente débil y
el corazón me flaqueaba. Llevaría una media hora durmiendo,
cuando me despertó un ruido en mi boudoir, que está inmedia
to a la alcoba. Me extrañó y me levanté para ver de qué se tra
taba y vi a una mujer que me daba la espalda y que estaba
revolviendo entre mis objetos de toilette. Me quedé observán
dola y vi con asombro que cuando encontró mi rouge á lévres
se inclinó hacia el espejo y comenzó a maquillarse. Entonces,
me vio reflejada en el espejo y se volvió hacia mí, sonriendo.
Me miró intensamente y en seguida comprendí que me traía un
mensaje. Tomé inmediatamente mi cuaderno y mi lápiz para
anotarlo y esperé. Me miró todavía unos instantes y dijo: “Vete
a ver a Randolph, dile de mi parte lo siguiente: ‘trigo, aceitu-
98
ñas y naranjas. Presérvate del frío con lana de oveja’ Nada
más. Yo, naturalmente, no tengo la menor idea de lo que sig
nifica, pero usted lo comprenderá inmediatamente. También
sepa, quizás, quién es esta señora. Para mí es desconocida. Me
pareció como de unos cuarenta años, tenía bastante bozo sobre
el labio superior, ojos claros y llevaba un vestido que no me
pareció muy adecuado para su edad: una falda con pliegues,
muy corta, de tela escocesa, zapatos de sport y calcetines. ¿La
reconoce, maestro?
— Creo reconocerla. Dígame, ¿había buena luz en el bou-
doir?
•—-No, solamente una lamparita en la coiffeuse.
-—¡Ah!, por eso tomó usted por una señora a mi abuelo Fre-
deric, que era escocés y siempre vistió el traje de su tierra. En
cuanto al mensaje, sí, lo comprendo perfectamente. Es más, en
realidad son dos mensajes. Le quedo muy agradecido, mi que
rida Milagra. Su celo por ayudarnos merece encomio.
— Yo sólo cumplo con mi deber, maestro. Ahora voy a
dejarlo en sus trabajos y meditaciones.
Se pusieron de pie y Mr. Brown acompañó galantemente a
doña Milagra hasta el zaguán de salida y esperó en la puerta
hasta que el coche arrancó y emprendió su camino de regreso.
Después, caminó pensativo unos cuantos pasos por el
zaguán y, tomando una resolución súbita, subió las escaleras
hasta el primer piso y llamó a la puerta de la celda de don José
María Iturrimendi.
Don José María, que todavía no se había acostado y estaba
preparándose a pasar una noche de sueño excelente por medio
de unos tragos de vino de ciruela, abrió la puerta inmediata
mente y quedó muy extrañado de ver al maestro. Noche tras
noche, esperaba inútilmente que doña Daphne, por la que
sentía una atracción irresistible, tuviese a bien visitarlo para
contemplar algunas fotografías (que él tenía ocultas) de bárba
ros espectáculos, tales como toros corriendo libremente por las
calles de una ciudad, varios individuos vestidos de blanco y
sentados en un estrado en franca competencia gastronómica, el
campeón, que fue capaz de ingerir 175 huevos fritos, etcétera,
etcétera.
99
Al ver al maestro, sintió una especie de culpabilidad difusa.
— Buenas noches, don Randolph, ¿qué se le ofrece? — pre
guntó, solícito.
— Señor Iturrimendi, dispense que lo moleste a estas horas
— contestó con tacto el maestro— , pero, como usted se encar
ga generalmente de la cuestión alimenticia y de la vigilancia de
la cocina, quisiera pedirle que dé órdenes, mañana muy tem
prano, para que durante quince días nos alimentemos exclusi
vamente de trigo, aceitunas y naranjas.
— Perfectamente, maestro. Para el desayuno, ¿verdad? Las
comidas como de costumbre, ¿no es eso?
—-No, no. Quiero decir que nos alimentaremos exclusiva
mente de esas tres cosas — aclaró el maestro.
-— Bueno, yo soy todavía algo ignorante. Dispénseme, ¿qué
hacemos con el trigo? Hay bastante del que se les da a las palo
mas, pero quizás sería conveniente molerlo o remojarlo, ¿no le
parece?
— Dejo el asunto en sus manos, señor Iturrimendi. Estoy
seguro de que se desenvolverá perfectamente. Si ponen el trigo
en remojo, sugiero que lo hagan enjugo de naranja.
Con este consejo y un “buenas noches”, el maestro se retiró
de nuevo a su celda, meditando sobre el mensaje de su abuelo.
— Está clarísimo — se repetía— . Debemos estar alerta y
prepararnos con una comida adecuada. Lo de la lana de oveja
también es evidente: sólo debemos usar camisetas, abrigos y,
especialmente, suéteres que estén tejidos con inocente lana de
oveja. Cualquier otro material debe ser considerado peligroso
y un instrumento de los Malatesta para robar energía. Mañana
daré órdenes en este sentido y algunas explicaciones a los que
están más preparados para entenderme.
Algo más tranquilo, volvió a concentrarse en su trabajo y vio
con satisfacción que, antes de! amanecer, quedaría terminado
el capítulo sobre las misteriosas propiedades de la galena.1
100
Son las cuatro de la madrugada y Ellen Ramsbottom da vueltas
y más vueltas en su catre, en su estado de demi-sommeil. No
hay demasiados mosquitos, pero sí los suficientes para moles
tar a Ellen, que tiene un cutis muy delicado. Felina Caprino-
Mandrágora duerme pesadamente en otro catre a su lado. Esa
noche, y a pesar de las súplicas de Ellen para disuadirla, se
tomó un gran vaso de ron para tranquilizarse y levantar su
ánimo. Felina y Ellen están instaladas desde hace dos días en
una tienda de campaña que trajeron consigo cuando decidieron
alejarse por algún tiempo de la ciudad, pues tanto la una como
la otra necesitaban descanso y unos días de meditación para
poner orden en el tumulto de sus temores, emociones y dudas.
Las acompaña, para atenderlas y protegerlas, el joven
Lucio, que les es muy adicto y que Felina conoce desde niño.
Como la región no es muy segura, Lucio duerme atrave
sado en la puerta, envuelto en un sarape y armado hasta los
dientes.
Ellen acabó de despertarse completamente y oyó muy claro
un rumor próximo a la tienda. Alarmada, tomó la larga varita
que siempre coloca junto a su catre por las noches con el fin de
poder despertar a Lucio, pinchándolo ligeramente si oye algún
ruido sospechoso. Lo cosquilleó suavemente y Lucio despertó
en seguida.
— ¿Es usted, señorita? — susurró.
— Sí, Lucio. Oí un rumor muy raro. Escucha, ¿no oyes?
— ¡Ah! Eso no es nada, señorita. Es sólo el ánima de don
Pedrito, que murió el mes pasado y que escupe muy fuerte esta
noche. Por aquí, todas las ánimas tienen costumbre de escupir,
¿no lo sabía usted?
—No, Lucio. Yo no sé si me gusta mucho. ¿Tú crees que
estamos seguros?
— Sí, señorita. No hay que hacerles caso, y así se retiran a
llamar la atención en otra parte. Descanse usted tranquila.
— Sí, es lo mejor — dijo Ellen— . Además, estamos desper
tando a Felina. Mira, ya tiene pie en vez de pezuñas.
Efectivamente, madatne de Caprino ha comenzado a des
pertarse por los pies, como de costumbre. Pronto, sólo le que
dan de su estado nocturno de cabra unos vagos cuernecillos
101
que desaparecen cuando se incorpora y se sienta en el borde
del catre bostezando.
— ¿Qué sucede? — preguntó— . Me han despertado ustedes
justo cuando estaba en una situación comprometida. Soñé que
me encontraba en el Paseo de la Retorta con nuestro querido y
viejo amigo Benjamín Pérez. Nos saludábamos afectuosamen
te y me persuadía de que lo acompañase a su casa, que estaba
algo lejana, pero me mostró una bicicleta de su propiedad y me
aseguró que podría llevarnos a los dos cómodamente. Así lo
hicimos, y vi con sorpresa su maestría en el manejo de la bici
cleta. Cuando le manifesté mi admiración, me contestó que eso
no era nada, y lo que valía la pena era verlo cuando ganó el pri
mer lugar en el último torneo celebrado en el Vélodrome d’Hi-
ver en París, Así, platicando, llegamos a su casa y subimos al
último piso por una escalera de caracol. Me explicó que esas
alturas le eran necesarias a causa de sus negocios. Abrió una
puerta y entramos en una sala muy grande, enteramente llena
de palomas. Para poder sentarnos, tuvimos que desalojar unas
cuantas de la silla. Benjamín se sentó distraídamente sobre un
huevo que acababa de poner una de las aves y, como yo le pre
guntase a qué se debían tantas palomas, me explicó que actual
mente, y en vista del mal estado de los teléfonos, tenía un
negocio de palomas mensajeras. El mismo las educaba y con
taba ya con bastantes clientes. Me ofreció algunos traguitos de
aguardiente y en seguida me propuso pasar el rato con una
diversión estupenda y posible solamente si llovía, que era pre
cisamente lo que sucedía en ese momento. Sacó de detrás de
un nido de paloma un paquete de cigarrillos que tenía allí ocul
to. Me ofreció uno y me llevó con él hasta un balcón. Enton
ces, prendió su cigarro y el mío y me instó a que soplase el
humo contra la lluvia. Así lo hicimos, y vi con sorpresa que
este humo tenía la propiedad de endurecer repentinamente las
gotas de agua, que caían como una lluvia de piedrecillas sobre
la gente que pasaba por la calle. Él se divertía mucho y, de vez
en cuando, se retiraba al interior para poder reír a carcajadas.
Yo vi que se formaba un grupo de gente furiosa que se lanza
ba dentro de la casa, seguramente para llegar hasta nosotros. Y
entonces, ustedes me han despertado, ¡cuánto me alegro!
102
Ellen había escuchado atentamente el relato del sueño.
Cuando Felina terminó, quedó pensativa unos instantes.
— Es curioso su sueño, Felina — dijo— . Precisamente he teni
do noticias últimamente de nuestro viejo amigo y sé que real
mente se ocupa de un negocio de palomas mensajeras. Olvidé
contárselo a usted a causa de los muchos transtornos que hemos
tenido. Cuando regresemos, investigaré qué hay de cierto res
pecto al resto de lo que ha soñado. Creo que debemos ponerlo en
claro. Me interesan mucho los fenómenos somno-telepáticos.
Aunque todavía era noche oscura, nadie tenía ganas de dor
mir.
— ¿Qué le parece, Ellen — propuso Felina— si vamos hasta
la playa para ver el amanecer?
—Excelente idea — asintió Ellen— . Vamos. Quizás po
dríamos también bañarnos, una vez que ya haya amanecido.
Lucio, busca los trajes de baño y acompáñanos.
Se pusieron los tres en marcha y caminaron en silencio. Sin
saber por qué, se sentían inquietos, y se movían haciendo el
menor ruido posible. Lucio guardaba un silencio respetuoso,
Ellen y Felina iban sumidas en sus pensamientos.
—No me siento bien — se decía Ellen— , Este lugar me
inquieta, no sé por qué hemos venido aquí. Felina tiene a veces
ideas muy raras. El venir aquí fue idea suya, vinimos para des
cansar y meditar, pero yo no me he sentido nunca tan cansada
como ahora, todo el día recogiendo cocos para tener algo que
beber. No me gusta beber agua de coco y menos lavarme con
ella, pero, ¿qué hacer? No hay otra cosa en varios kilómetros
a la redonda. Menos mal que me gustan mucho los huevos de
tortuga, base de nuestra alimentación. En cuanto a meditar, es
inútil intentarlo, habiendo tal cantidad de iguanas. En cuanto
me quedo callada e inmóvil tratando de recoger mis pensa
mientos y cierro los ojos, ya tengo una iguana subida encima.
Yo creo que lo mejor será regresar cuanto antes a la ciudad.
Hablaré con Felina a la primera ocasión propicia.
— Yo no sé por qué — va pensando Felina— me siento mal,
pero el hecho es que este lugar me causa inquietud. A veces
Ellen no tiene ideas muy felices. El venir aquí fue idea suya.
Me siento cansadísima, todo el día buscando huevos de tortu
103
ga en la playa para tener algo que comer y no me gustan nada
esos huevos, mi hígado no los tolera. Felizmente, tenemos
agua de coco, que me gusta mucho y para lavarse es ideal, deja
el cutis como seda. Lo malo es la imposibilidad de dedicarse a
la meditación. ¡Hay tantos armadillos! En cuanto me abstraigo
y me inmovilizo con los ojos cerrados, ya tengo encima un
armadillo. Deberíamos regresar cuanto antes. Hablaré con
Ellen con tacto mañana por la mañana.
También Lucio está preocupado.
— No sé qué hacer — se pregunta— . Si decirles o no lo que
pienso a las señoras, pero la verdad es que no creo que fuese el
ánima de don Pedrito quien escupió tan fuerte esta noche. La
saliva de las ánimas nunca se materializa ni deja huellas y, sin
embargo, cuando prendí la linterna hace un rato para buscar los
trajes de baño, vi, sin lugar a dudas, señales de que alguien que
no es un ánima había escupido. Tendré que ir al pueblo maña
na (aunque esté tan lejos) para preguntar si se han oído rumo
res sobre el Güero Trabuco, que quizás ande merodeando otra
vez por aquí.
Siguieron caminando en silencio hasta que Ellen se detuvo
y señaló un lugar lejano hacia su derecha.
— Mire, Felina — susurró— . ¡Cuántas luciérnagas!
—No son luciérnagas, señorita — dijo Lucio— . Son segura
mente los gringos. Me olvidé de decirles que ayer por la
mañana, cuando fui al estero para ver si pescaba alguna lisa,
descubrí una casita donde viven unos gringos. Bueno, quizás
no sean gringos, pero parecen extranjeros. Lo que me llamó la
atención es que una señora muy güera estaba poniendo a secar,
colgándolos de los arbustos, hasta dos docenas de corsés. Es
raro que se haya traído tantos corsés a este lugar solitario
donde no hay ocasión de lucirse. Eso que usted ve no son
luciérnagas, son luces de linternas. Seguramente han salido a
pescar y regresan ahora.
— Vamos a acercarnos — propuso Felina— y los observare
mos. Si nos parecen personas de buen aspecto, podríamos tra
bar amistad con ellos.
Ellen aceptó y se encaminaron hacia allá. Al cabo de 20
minutos estuvieron lo suficientemente cerca para observar, a
104
través de las hojas de un macizo de daturas en que se oculta
ron, una casa no muy grande de piedra y techo de palapa. La
de ia baranda, bastante amplia, estaba iluminada por la luz que
salía de una ventana. No se veía a nadie, salvo varios cangre
jos enormes que paseaban plácidamente, pero se oía ruido de
discusión en el interior de la casa. Desde donde estaban, se
podía oír perfectamente lo que hablaban.
— Vous ne voulez jamais m ’écouter, Florian, et voilá ce qui
arrive: maintenant vous avez sur le bras 250 gants, tous pour
la main droite. C ’est malin! L'affaire de corsetterie marchait
admirablement, porquoi avez-vous voulu qu’on fasse aussi de
la ganterie? Le capitaine Fitzgerald doit étre deja en haute mer
et sürement rit de bon coeur en pensant comment il vous a eu.
— Ma chére Pompéya — répondit calmement une voix bien
connue qui fit frissoner Ellen et Felina— , c'est possible que
Fitzgerald ait voulu m'escroquer, mais ces gants je saurai les
utiliser de fafon qu'ils doubleront de prix. D 'un autre cóté,
comme vous ditez bien, le capitaine doit étre en haute mer et il
recevra son chátiment (la voix est plus haute et prit un ton
profétique): je sens qu’un ouragan se léve quelque part dans la
mer des Sargasses, je vois cet ouragan se précipiter sur les
cotes de l’Amérique, il obéit á mes volontés, il redouble de
vitesse et de puissance et fonce droit sur la corvette du pauvre
capitaine Fitzgerald! Le voilá aux prises avec les vagues
imtnenses, bientót...
— Écoutez, papa — l’interrompit Pompéya (que Felina et
Ellen pouvaient voir maintenant á travers la fenétre)— ne
soyez pas ridicule, vous faites de la déformation professione-
lle, vous n'avez aucun publique maintenant et á moi ne venez
pas me raconter des sornettes sur des ouragans qui vous obéis-
sent! Regardons plutót le contenu des caisses que le capitaine
a apporté. II faut sortir tous les corsets et les étaler dehors pour
empécher qui’ils sentent le moisi. lis arrivent toujours un peu
humides. Je voudrais voir aussi s'il a apporté la nouvelle sil-
houette égyptienne avec des fausses hanches pyramidales.2
105
— C ’est bien, maman, appelez les autres, sürement ils pren-
nent du café dans ia cuisine. Apportez-moi aussi une tasse, s ’il
vous plaít.
Ellen et Felina sont figées de peur et surprise, mais aussi
dévorées de curiosité, elles restent cachées á observer la mai-
son pour tácher de comprendre q’est-ce que tout ceia peut bien
vouloir dire: est-ce que c ’est encore une sombre entreprise de
Magie Noire?... Pourquoi tant de corsets?... Qui est ce capitai-
ne dont ils parlent?... Elles se posent ces questions Fuñe á l’au-
tre en chuchotant, mais Lucio, qui a tout observé et qui a sou-
vent beaucoup de pénétration, leur dit á voix tres basse un seul
mot: “Contrebande!”3
3 ■
— N unca m e quiere escuchar, Florian, y he aquí lo que sucede: ahora tiene
encim a 250 guantes, todos para la mano derecha. Esto es malo. El negocio de la
corsetería marchaba admirablemente, ¿por qué ha querido que se haga tam bién
de guantería? El capitán Fitzgerald debe estar ya en alta mar y seguramente se
ríe de buena gana pensando cómo ¡o ha engañado.
— Mi querida Pom peya — respondió tranquilamente una voz bien conocida
que hizo estremecerse a Ellen y Felina— , es posible que el capitán Fitzgerald
me haya querido estafar, pero yo sabré utilizar estos guantes de tal modo que
doblarán su precio. Por otro lado, como bien dice usted, el capitán debe estar en
alta mar y recibirá su castigo (¡a voz suena más alta y adopta un tono profético).
Siento que un huracán se cierne en el Mar de los Sargazos, veo que este huracán
se precipita sobre ¡as costas de América. Obedece a mis deseos, redobla su velo
cidad y su potencia y se abalanza sobre la corbeta del pobre capitán Fitzgerald.
Y pronto, hele aqui convertido en presa de las olas inmensas...
— Escuche, papá — lo interrumpió Pompeya (a la que Felina y Ellen podían
ver ya a través de la ventana)— . No sea ridículo, usted padece de deformación
profesional. No tiene aquí público alguno, y 110 me venga a contar a mí tonterías
sobre huracanes que le obedecen. Mejor, miraremos el contenido de las cajas
que el capitán ha traído. Es preciso sacar todos los corsés y tenderlos fuera para
im pedir que penetre el moho. Llegan siempre un poco húmedos. Yo querría ver
tam bién si ha traído la nueva figura egipcia con las falsas caderas piramidales.
— Está bien, mamá, llame a los otros. Seguramente están tomando café en la
cocina. Tráigame también una taza, por favor.
Ellen y Felina se quedan petrificadas de miedo y sorpresa, pero, devoradas
tam bién por la curiosidad, permanecen escondidas para observar la casa y tratar
de com prender qué podría significar todo aquello: ¿Es que existe todavía una
som bría em presa de M agia Negra?... ¿Por qué tantos corsés?... ¿Quién es ese
capitán del que hablan?... Ellas se hacen estas preguntas, susurrando, la una a la
otra. Pero Lucio, que ha observado todo y que por lo general tiene una gran pe
netración, les dijo en voz muy baja una sola palabra: “ ¡Contrabando!”
106
Fragmentos
Consejos y recetas*
La Biblioteca hace saber al público que su departa
mento de conservación y estudio de los libros y documentos
que se refieren a los usos y costumbres de los siglos XX y XXI
no es responsable del estado del presente volumen.
Las feroces y sanguinarias guerras que se desencadenaron a
fines del siglo XX no fueron ocasionadas por diferencias polí
ticas, sino por la posesión de este libro. Las recetas y consejos
que contiene, una vez practicados por la mayoría de la po
blación del Imperio de Gibraltar, llevaron a éste hacia la cús
pide del poder, amenaza intolerable para los otros imperios.
Fue robado, pasó por muchas manos y, finalmente, el intré
pido caballero Igor López Smith, su último posesor, murió en
una hoguera de plástico verde. El libro se encontraba en un
bolsillo interior y, por estar todavía verde el plástico, no se
quemó totalmente.
Iioy día, tales recetas no tienen mucho valor práctico, pues
las gallinas actuales, de un metro de altas, sin huesos ni pluma,
no pueden proporcionar la materia prima para las sábanas afro
disiacas.
107
movedizas bajo la cama. Traducido del árabe por Felina Capri-
no-Mandrágora.
Ingredientes:
Un kilo de raíz fuerte Un ladrillo
Tres gallinas blancas Dos pinzas para ropa
Una cabeza de ajos Un corsé con ballenas
Cuatro kilos de miel Dos bigotes postizos
Un espejo Sombreros al gusto
Dos hígados de ternera
108
mente impregnadas por el vapor. Revuélvase y déjese hervir.
Se toman los cuatro kilos de miel y se extienden con una espá
tula sobre las sábanas de la cama. Tómense las plumas de las
gallinas y espárzanse sobre las sábanas embadurnadas de miel.
Tiéndase la cama con cuidado.
No es indispensable que las plumas sean blancas, pueden
también usarse de color, pero hay que evitar las llamadas ga
llinas de Guinea, pues éstas producen a veces un estado ninfo-
maniaco de larga duración o graves casos de priapismo. Pón
gase el corsé bastante apretado. Siéntese ante el espejo, afloje
su tensión nerviosa, sonríase, pruébese los bigotes y los som
breros según sus gustos (tricornio, napoleónico, capelo carde
nalicio, cofia con encajes, boina vasca, etcétera). Ponga en un
platito las dos pinzas para ropa y déjelo junto a la cama. Enti
bíense al baño María los hígados de ternera, teniendo mucho
cuidado de que no lleguen a hervir. Coloqúense los hígados
tibios en lugar de la almohada (en casos de masoquismo) o en
ambos lados de la cama, al alcance de las manos (en casos de
sadismo). A partir de ese momento, todo debe terminar de ha
cerse a gran velocidad, para impedir que los hígados se en
fríen. Corra y vierta velozmente el caldo (que debe estar muy
reducido) en una taza. Regrese con ella apresuradamente ante
el espejo, sonría, beba un sorbo de caldo, pruébese un bigote,
beba otro sorbo, pruébese un sombrero, beba, pruébese todo,
tome sorbitos entre prueba y prueba y hágalo todo tan veloz
mente como sea capaz. Ya ingerido el caldo, corra a la cama,
acuéstese entre las sábanas preparadas, tome rápidamente las
pinzas para la ropa e introduzca en cada una de ellas el dedo
pulgar del pie. Estas pinzas deben conservarse toda la noche y
colocarse en un ángulo de 45° en relación con el dedo, opri
miendo firmemente la uña.
Esta sencilla receta da siempre buenos resultados y las per
sonas normales pueden ir placenteramente del beso a la estran
gulación, de la violación al incesto, etcétera, etcétera. Las re
cetas para casos más complicados, como son los de nccrofilia,
autofagia, tauromaquia, alpinismo y otros, se encuentran en un
volumen especial de nuestra colección: Consejos discretamente
sanos.
109
Mistress Thrompston descubre por casualidad
el origen de la tremenda humedad que reina en el
condado de Kent*
Eso sucedió el día en que estrenó un impermeable último
modelo para viaje y excursiones. En verdad, M istress
Thrompston navegaba a bordo de su impermeable, meditando
sobre un artículo que deseaba escribir para la revista [.,.] (de la
que es colaboradora) en el que se analizase científicamente por
qué nacieron unas aves muy dudosas en el nido de la urraca
de mejor reputación entre las que habitan en el techo de la
Abadía.
Esta urraca había escamoteado todos los anillos de la abue
la del Pastor y, después de transportarlos a su nido y empollar
los convenientemente, nacieron esos pájaros que, por su mal
aspecto, no fueron aceptados en la fiesta que dio el marqués de
Ornitobello para conmemorar el quinceavo aniversario de su
hija [...].
Esta fiesta tuvo lugar en la ciudad de Siena. Los pájaros gas
taron bastante ala para llegar hasta allí y, al verse rechazados,
molestaron mucho en la embajada británica, pero el propio
embajador en persona les hizo entrega de su mejor plumero
para que pudieran reparar sus alas. Ese plumero, que contenía
varias plumas del sombrero del Almirante de Nelson, era
usado para limpiar el polvo de la colección de viejas monedas
Crospostmagnonianas del embajador.
Pero todo esto, que en realidad tendrá que suceder dentro de
nueve meses y que ya ha sido publicado por la revista [...], que
se ocupa de publicar únicamente el futuro, resultó inexplica
blemente reflejado en un espejo que Mistress Thrompston
halló en et recinto donde encontró la copa llena de agua pesa
da que fluye permanentemente. El espejo es del siglo XVI, sin
duda alguna. La imagen quedó reflejada en esa época. Esto
tampoco ofrece duda, puesto que Mistress Thrompston utilizó
el detector con lente de carbón 24.
Como, según los cálculos del director de la revista, todo el
110
asunto comenzó al nacer una urraca empollada por equivoca
ción por una gallina galesa en el siglo xvill, es inexplicable y
transtornador que exista esa imagen en el espejo del siglo xvi.
Mistress Thrompston, ya muy preocupada por el artículo sobre
la mutación de los anillos de la abuela del Pastor, dejó de lado
por el momento su proyecto de artículo, pero tomó abundantes
notas e interesantes fotografías de una placa de bronce que vio
en la pared del mismo recinto y que tenía grabada con letra
gótica la receta de la paella valenciana. Al comienzo de la
receta, se observan tres signos, de aspecto matemático pero
desconocidos. La receta está firmada y, aunque bastante bo
rroso, se adivina el nombre [...]. Debajo de esto, hay varias
huellas digitales impresas en bronce, cuando éste no se había
aún endurecido. Más abajo, se observan, toscamente grabadas,
tres o cuatro palabras obscenas de época reciente.
Desde luego, todo esto ya fue publicado hace nueve meses
por la revista, pero Mistress Thrompston jamás se rebela con
tra el destino. Siempre cumple escrupulosamente su deber y,
por ello, será condecorada con la cruz del Espiraloide Tem
poral en cuanto se reponga de la fuerte pulmonía que contrajo
durante su expedición, a pesar de la buena calidad del imper
meable.1
111
Islandia de familias de búhos parlantes. Habiendo sido arras
trada la goleta por vientos contrarios, y habiendo ido a dar a
unas playas ardorosas, topóse ei joven Casildo con multitud de
búhos parlantes, aunque de un color verde asaz insólito para
un búho. Capturó, con la ayuda de la doncella Dulcifís, lina
pareja de dichos búhos verdosos y un buen centenar de huevos.
Mezclados con paja en tres refajos que generosamente se quitó
la doncella y ató cada uno de ellos a [...].
Afortunadamente, los tres malandrines que ocultádose ha
bían en la goleta yacían delirantes e inmóviles, presas de unas
fiebres muy violentas, por lo que fácilmente pudo el futuro
caballero distribuir sobre ellos los huevos de búho parlante y
hacer así que fuesen empollados convenientemente. Viéndose
los tres hombres enfermos tan cerca de la muerte, recitaron
oraciones durante todo el viaje de regreso y tal fue la influen
cia de estos rezos, que a! nacer los polluelos, hecho que tuvo
lugar al avistarse las costas de las tierras vascas, ya hablaban
con soltura, recitando oraciones sin parar, lo que, desde luego,
hacía también la pareja de búhos adultos.
Hallábase entonces el reino de Vilboa en un estado de gran
agitación y herejía y sus habitantes dejaron pasar hasta cuatro
o cinco horas sin recitar oración ninguna. Este estado de cosas
hacía que la Espiral Sonora de la Oración no llegase al cielo
con regularidad, provocando, por lo tanto, muchos disturbios
atmosféricos y tempestades. Pero, llegado que hubo el gran
ornitólogo con sus búhos orantes y habiéndolos distribuido por
toda la región, subió de nuevo una gran Espiral en forma muy
regular y mejoró no sólo el tiempo sino que, avergonzados los
viIboístas, tomaron ejemplo de las aves y recuperaron su alto
nivel espiritual.
Fue pintado este retrato por la beata Rodriga de Varo y
Antequera, que dedicábase a este Arte, con venia de su obispo
y abadesa, en el claustro del convento donde vive retirada.
112
Apuntes de proyectos*
Proyecto 1
Copa olvidada sobre una mesa, apenas hay ya ruinas, el desier
to (arena) lo invade todo. De la copa fluye un agua milagrosa
que se va extendiendo en un riachuelo.1
Proyecto 22
* Publicamos aquí sólo los proyectos, algunos de cuadros que nunca pintó,
que se encuentran manuscritos en los cuadernos del archivo Gruen. Omitimos
esos otros textos que eran explicaciones de cuadros ya existentes y que R em e
dios enviaba a su hermano Rodrigo, publicados por primera vez, junto a las ilus
traciones respectivas, en el citado libro de Octavio Paz, Roger Caillois y Julia
na González y reproducido por Beatriz Varo en el Apéndice de su obra ( b v , pp.
235-38). Algunos de ellos se encuentran también en el catálogo de la exposición
del Banco Exterior de España.
1 Nota de Walter Gruen: “¿Idea de Exploración de las fu entes de rio O rino
co?”
2 Los apuntes para proyectos 1 y 2 se encuentran, como un único texto, en
b v , pp. 242-43.
113
tiene en su poder algunos objetos que “ a ” creyó h aber perdido
o cuya desaparición era oscura.
El pelo, quizá fuera posible que el único pelo fuera algo
violáceo, compuesto de los otros dos, uno rojo y el otro azula
do (negro azulado). Taches de rousseur casi invisibles pero en
el uno, oscuras; en el otro, claras (como si las manchas del uno
hubiesen sido hechas sirviéndose de la piel del otro en la forma
en que se hace el pochoir).
Proyecto 3
114
Tres ejemplos de
escritura automática"
TEXTO I • H U E V O N 0 5'
115
que se abre en dos, dentro hay tres abuelas más pero ya ella no
sabe cuál es cuál, traspasando la tienda suele ser tremendo lo
que se encuentra en la boca.
116
un pelo suave y agradable y estornudando repartió alrededor
unas chispas bonitas y calientes, no creo que sea bueno. Un
escalón, una puerta, en el suelo arena, hierve agua en el fondo
y hay demasiado vapor.
117
TEXTO 22
118
esas cosas misteriosas que flotan, que se enredan al tobillo por
la noche, están creciendo de preocupación, porque presienten
la llegada del cemento. ¡Ave María Purísima, hija mía!, corra
mos, ahí viene el exhibicionista, envuelto en una capa de
amplio ruedo, ¿ruedo o rueda? ¡ah, sí! rueda, rueda de la for
tuna, de bicicletas y triciclos, los muchachos del barrio atra
viesan todo, lanzando por encima de la barda algunas piedras
que caen al patio y estallan soltando sus semillas, bárrelas
pronto, María, ¡no quiero más monolitos! y, por favor, echa un
poco de desinfectante tras la puerta y la barda, ¡hay realmente
demasiadas moscas!
Todo esto y mucho más hierve en el terreno baldío, al lado
de la casa. Es el lecho de una calle futura, pero todavía están
muy lejos el cemento y todo lo demás.
TEXTO 33
119
Sueños
SU EÑO I
Domingo
Estamos en casa de los Bal y Gay! (es una casa muy diferente
a la que habitan en la realidad). Jesús nos ha convocado para
ver si puede aclarar el origen de una tarjeta postal que contie
ne algunas frases injuriosas para él, sobre todo una frase (no la
puedo recordar). Es una tarjeta postal tipo “carta anónima”,
amenazadora. Hemos ido a esa reunión Walter y yo, Manuel,
Gerardo, Mario Stern y algunos más que no recuerdo.
Walter me dice que más tarde llegará la madre de Mario
Stern, pero no la veo. Yo me siento muy cansada y decido
acostarme en una de las dos camas que hay en la sala. Antes
de acostarme, observo un tapete muy extraño que hay en el
suelo y que tapiza toda la sala. Es de un color garbanzo y está
formado por pequeños rectángulos unidos con algún procedi
miento que hace que no estén todos planos, sino que algunos
sobresalen más que otros. Entiendo que es algo que ha fabri
cado Rosita.2 Antes de acostarme, me enrollo el pelo en esos
tubos de plástico usados en las peluquerías. Me acuesto y veo
a Rosita acostada en la otra cama. Entonces le digo: “Rosita,
¿no te importa que use esta cama? Te aseguro que estoy suma
mente limpia. Me he bañado hace sólo media hora y, por otra
parte, todos los análisis que me hicieron hace poco revelan que
120
estoy en buena salud”. Rosita me asegura que no le importa
que use la cama. El asunto que se debe discutir con Jesús sobre
la postal hay que discutirlo a las doce de la noche y, mientras
llega esa hora, todos circulan de un lado a otro.
SU EÑO 2
Lunes
Me asomo a la ventana y veo con disgusto que el cartero cruza
muy dcprisa la calle y lleva puesta mi camisa de lana fina
beige (es una camisa inglesa que me regaló Eva3). Lleva la
camisa sujeta en la cintura con un cinturón michoacano de lana
azul (que no existe en la realidad) también mío. Estoy indig
nada y corro para adentro y bajo a buscar al cartero para qui
tarle mis prendas. Pero no lo encuentro y veo una maleta vieja
(una maleta gris que traje a México cuando vine). Comprendo
que allí debe estar mi camisa y empiezo a sacar alguna ropa.
Encuentro, además de mis cosas, un saco de tela de buena cali
dad propiedad de mi compadre Bill. Decido guardar este saco
hasta que pueda venir a buscarlo y lo cuelgo en el respaldo de
una silla para que no se arrugue, pero veo que la manga dere
cha está volteada al revés y arremangada. Es decir, con varios
pliegues como para hacerla más corta y como si hubiese sido
usada así, al revés, mientras que la otra manga fue usada nor
malmente. Esto me parece una imposibilidad física y me deja
perpleja.
SU EÑ O 34
3 Eva Sulzer.
4 En b v , pp. 241-42.
5 Leonora Carrington.
121
un abrigo amplio y que necesita ser lavado. La rocío con un
poco de agua de jabón y sigo lavando la gatita, pero muy per
pleja y turbada, porque no estoy segura de a quién estoy bañan
do. Alguien, alguna de las dos, me dice que el señor Gamboa6
se acaba de ir a Bruselas y que antes de salir me ha enviado un
telegrama certificado, ordenándome pintar en color tórtola la
fachada de su casa. Me entra una angustia mortal y en ese
momento tocan a la puerta. Voy a abrir y veo un personaje
embozado en una capa oscura y con un sombrero de paja vera
niego. Me dice que viene de parte de la señora Amarilla.
¡Claro!, entiendo inmediatamente que el amarillo como fuerza
conciliatoria y determinante me es muy favorable. Le hago
entrar y me parece algo peludo, a la manera no natural de un
actor de teatro. La gata-Leonora ha desaparecido. Yo siento
un terror súbito: ahora voy a saber algo que mejor ignorase.
Este hombre misterioso me lo va a decir. Efectivamente, se
sienta y empieza a quitarse el disfraz, el sombrero, el exceso
de pelos, barbas, etcétera, y entonces reconozco a Juan.7 Él se
ríe mucho y me dice: “ ¡Quelle bonne farce! Vine para adver
tirte de a l g o Entonces, yo me puse a llorar desconsolada,
porque comprendí en seguida lo que significaba algo. También
sentí un terror muy grande, y lloré y me desperté. Ahora no sé
ya qué quería decir algo (dos de la mañana) y estoy pensando
y pensando y no me puedo acordar qué era. En mí todo está
seguramente muy mal, si yo imagino que Juan entra, ahora, en
este lugar común y corriente, sin gatas rubias ni nada, no sabría
cómo decirle que he comprendido, porque en realidad he olvi
dado, sólo sé que no me parece enteramente él, más bien
una,..8
122
SUEÑO 4
ÍJ Nota de Walter Gruen: “Hay otro Varus, Publius Quintilius, que vivió T a n
9 de notre ére, fils d 'un pom péien’, indudablemente el anterior, y fueron las
huestes de éste las que derrotó Arminio. (lis correcto, este Varus, al ser derrota
do, se suicidó y Augustus exclamó: ‘Varus, Varus, devuélveme mis legiones’.)
Y buscando a éste en el diccionario, encontré al otro (su padre, seguramente),
que estuvo en España, en Andalucía, ya que murió en M unda (nombre antiguo
tic lo que hoy se llama Ronda). Sin embargo, Remedios tiene copia de la vida
de un ancestro suyo que fundó un convento de clausura en Castilla. En este pue-
hlo, que se llama Villa de Aguilar, hay mucha gente con el nombre de ‘Varo’,
según afirma Janet Kaplan, quien estuvo allí".
123
SUEÑO 5
10 Eva Sulzer.
11 Woifgang Paalen.
124
pradores, y estos cuadros no estaban colocados en su sitio con
veniente, sino un poco por todos lados y en un caballete en la
cocina. También me trastornó la idea de que yo tenía la cara
cubierta de esa especie de sal y no quería que Paalen me viese
así. No tuve tiempo de correr al baño a lavarme la cara y me
tropecé con él. Me saludó, sin las demostraciones que se hacen
al ver a alguien después de estar mucho tiempo lejos, más bien
como si nos hubiésemos visto ayer, y me quiso presentar a un
hombre de pequeña estatura y cabeza muy redonda que estaba
con él. Yo me excusé y corrí a lavarme la cara. Me quité la sal
y salí a buscarlo y vi con disgusto que Paalen llevaba a la coci
na, para enseñarle los cuadros suyos que estaban allí en un
caballete, a una señora muy elegante con un abrigo de visón
(sin ser la señora Gelman, la identifiqué con ella). Tanto Eva
como yo estábamos disgustadas de que Paalen encontrase tal
desorden en la manera de guardar sus cuadros. La señora ele
gante y Paalen empezaron a entrar en la cocina y oí que Paa
len decía: “Oui, ma chére, dans la cuisine...” 12 Yo no sabía qué
hacer y, mirando a la cocina, me consoló la idea de que, al fin
y al cabo, era una cocina muy hermosa, con suelo de mármol
y con una mesa grandísima y sólida y algunos otros muebles
de buen aspecto, todos ellos antiguos y hermosos.
SU EÑO 6
125
sobres) en una mesa y, cuando volví a recogerlas, vi con dis
gusto que los señores amigos de Eva habían remojado una de
las cartas en la salsa de aceite y vinagre de una ensalada que
estaban comiendo y la otra carta estaba remojándose en el jugo
de unos trozos de carne guisada en otro plato. Me enojé muchí
simo y me peleé con ellos, pero no tuve tiempo de aclarar las
cosas porque en ese momento llegamos a Londres. Quisimos
desembarcar en seguida, pero a la salida del barco comenzaba
inmediatamente una calle y allí había un gendarme de tránsito
que me pidió mis papeles y, como no los tenía, no me dejaba
pasar. Entonces, me puse a conquistarlo con sonrisas y guiñán
dole el ojo, y le prometí que era sólo para dar un paseíto por
Londres y nadie se enteraría. Aceptó lo de pasear y entonces
yo me metí otra vez en el barco para trusquinarme13 altamen
te. Mientras buscaba mi vestido, me di cuenta que, junto al
barco, estaba la terrasse de un café y que allí había tres muje
res con aspecto mexicano hablando en español. Una decía: “Ya
no sé qué pensar, pero no recibo carta de él desde hace mucho
tiempo”. Otra de ellas le contestó: “No te debes preocupar por
que Monterrey está muy lejos, y, además, él se ocupa ahora de
cosas demasiado serias y no tiene tanto tiempo libre”. Mientras
decían todo esto, se miraban fijamente, con expresión de
comunicarse cosas de gran significado oculto. Yo compi-endí
inmediatamente que se trataba de contrabando de mariguana.
SU EÑ O 714
126
como tacitas y cacerolitas que después podían comerse, resul
tando altamente nutritivas. Pensé que, gracias a una poderosa
influencia física sobre la plastilina, podían transformar su
composición y convertirla en algo digestible (sic), pero vi que
no era eso, sino que la plastilina no cambiaba en nada, pero
ellos podían dominar sus cuerpos gracias a su gran desarrollo
espiritual y, así, digerir la plastilina con mucho provecho ali
menticio. Era únicamente necesario que la plastilina no estu
viese en bolas compactas, sino trabajada en formas huecas de
paredes delgadas, para contener la mayor cantidad, posible
de aire.
Me quedé admirada, pero preocupada, porque en seguida
supe que esto no era “objetivo”, que lo parecía pero que era
una manifestación personal de magia terrestre, sin ninguna
relación verdadera con el universo y que, a causa de esta apa
riencia de conquista espiritual, ellos quedarían incapacitados
para un verdadero desarrollo.
SUEÑO 8 if'
“ Ojo:
Ne pas oublier le rayón ele iumiére tranchant
Les ombres a l’envers
La voiture de traction celeste"17
127
mos decidido que la mejor manera de limpiarla y colocarla era
cortándola en rectángulos un poco alargados, que colocamos
unos junto a otros irregularmente. Nos pareció como jugar al
dominó y decidimos que podría usarse de vez en cuando para
ese juego. Después, nos fuimos a la calle para dar un paseo y
comprar la comida. Gabi y Palito ’8 jugaban y corrían por la
casa y el bebé estaba descansando.
Leonora había tenido un hijo recientemente y este niño nos
causaba gran preocupación porque nos pareció demasiado
pequeño al nacer y, además, nació con una espada roja al cinto
y esta espada formaba parte de él, estaba viva y era, aunque
espada, también carne con circulación sanguínea.
Cuando salimos a la calle, vimos que llegaba un coche con
vertible rojo, de forma algo antigua pero flamante y con un
aspecto de elegancia superior a los modelos modernos. En el
coche, había dos señores que se parecían mucho el uno al otro.
Los dos tenían barba, no larga, sino en forma redondeada de
oreja a oreja, y pelo muy abundante, negro, rizado y esponja
do. A! verlo, quedamos muy transformados (sic), porque com
prendimos en seguida quiénes eran. “Ah!, les fréres Henri ! ’9
— dije yo— ¿qué vamos a hacer, Leonora?, ¿dónde los recibi
remos?” Walter se acercó a ellos para preguntarles qué busca
ban, pues miraban para todos lados, como buscando el núme
ro de alguna casa. Además, uno de ellos ya se había bajado del
convertible y estaba metiendo la cabeza por la puerta de nues
tra casa. “Nous sommes les fréres Henri”,20 contestaron. Mien
tras tanto, yo le dije a Leonora que lo mejor sería recibirlos en
su recámara, ya que la alfombra estaba limpia y recién arre
glada, pero Leonora me contestó que eso era imposible porque
probablemente quedaban todavía en su cuarto algunos pedaci-
tos de carne que los gatos no se habían comido y el olor pene
trante de esa carne molestaría a los hermanos Henri. Se fue
rápidamente hacia la casa y entró con ellos. Cuando yo entré,
vi que los recibió en el rellano de la escalera que llevaba a las
habitaciones del otro piso. Me quedé admirada al ver que Leo-
128
ñora había podido recubrir el suelo de ese lugar con una alfom
bra sedosa de color entre amarillo y ocre dorado con algunos
dibujos en siena. Estaba esta alfombra cortada en pedazos rec
tangulares y arreglada como la de su recámara. No me pude
explicar de dónde había sacado tal alfombra. Todos estaban
sentados platicando. Uno de los hermanos Henri había tomado
una consistencia [diferente] de la que tenía, como si hubiese
tomado parte de la substancia del otro hermano, que se había
convertido en algo un poco esfumado y sin importancia. En
seguida, vi que el señor Henri principal miraba a Leonora con
un interés devorador y que ella ya se había dado cuenta de que
este hombre sabía que él era el esperado durante tanto tiempo
y el que, en adelante, tomaría las riendas en la mano. Yo me
alegré, pero tuve la sensación de que ese hombre quizás la
miraba a ella, y a todos nosotros, como a personas ignorantes
y provincianas. Esto me disgustó y, entonces, hice un intento
de conversación, para darle mejor impresión de nosotros.
“Vous savez, monsieur Henri, ne croyez pas que nous ne som-
mes pas á la page, malgré que nous habitons ici, dans ce pays
éloigné, nous sommes trés á la page” .21 El señor Henry me
miró algo despreciativo y murmuró algo así como “ ¡bah!, una
especie de Carmen!” Yo estaba irritadísima y empeñada en que
supiese que, aunque yo llevaba bellísimos zapatos italianos de
tacón alto y punta afilada, también estaba totalmente compe
netrada con la fórmula piR2, así es que continué diciéndole:
“En plus ne croyez pas que nous sommes ici obligatoirement,
nous voulons étre ici, 9a nous plait beaucoup et je vous répéte
que nous sommes tout á fait á la page ”.22 Apenas me escuchó.
Yo decidí, entonces, decirle que, además de eso, éramos muy
ricos y nos sobraba el dinero para ir a Europa si así lo deseá
semos, pero no pude decírselo porque Leonora se levantó de
repente y, mirándolo intensamente, le dijo: “Ah! Je vois bien
que vous étes spécialiste en enfants, il faut q u eje vous montre
21 “ Usted sabe, señor Henri, no crea que no estamos al día, aunque vivimos
aquí, en este país alejado, nosotras estamos muy al día.”
22 “Y 110 crea que nosotras estam os aquí por obligación, nosotras quere
mos estar aquí, porque nos gusta mucho, y le repito que estam os totalm ente
al día.”
129
mon fils ”.23 Entonces, se fue corriendo y trajo al bebé acosta
do en sus brazos. El señor Henri lo miró y dijo: “Oui, pour moi
c’est un nouveau né ”.24 Todos le explicamos que no acababa de
nacer, sino que tenía unos meses de edad. “Pour moi, c’est un
nouveau né”, replicó el señor Henri. Entonces, el bebé empezó
a hablar y dijo: “Naturalmente, usted cree eso porque olvidé
traer algo. Voy a buscarlo”. Brincando al suelo, echó a andar
en dirección a su recámara. A nadie le extrañó esto, porque
estábamos acostumbrados a oír hablar al bebé. En el camino,
se le cayó la espada roja y se inclinó a recogerla rápidamente
y la colocó en su lugar. Gabi lo ayudó cariñosamente. Yo, que
los seguía, dije: “ ¡Ay!, ¿no ves que se ha llenado de polvo? El
suelo está muy sucio, quizá la espada va a padecer una infec
ción”. Los niños no me hicieron caso y pensé que tenían razón,
que la espada era, al fin y al cabo, un órgano exterior y no más
delicado que una pierna. Mi preocupación era porque yo sabía
que esa espada, fuera del cuerpo, era algo inquietante y que
todos deseábamos que la hubiese tenido dentro del cuerpo,
como le sucede a todo el mundo. Precisamente ésa era la razón
por la que Leonora deseaba consultar el caso con el hermano
Henri, (Olvidé decir que el señor Henri tenía una cara morena,
con grandes ojos negros prolongados en las extremidades, con
una larga sombra oscura como los ojos egipcios. Yo pensé al
principio que estaba maquillado, pero al observarlo atenta
mente, me di cuenta de que era natural.)
130
SUEÑO 92s
25 Publicado en S, p. 76.
2Í’ Nota de Walter Gruen: “Me parece tener algo que ver con el cuadro Pre
sencia inquietante" [lám. 5].
131
SUEÑO 1011
132
esa especie de huevo, me sentí tranquila, pero seguía llorando.
Entonces le dije al verdugo que ya podía matarme, porque el
hombre que yo quería estaba tejido conmigo para toda la eter
nidad.28
133
Fofocomposición: Alba Rojo
Im p re sió n : Program as Educativos, S. A. de C. V.
C alz. Chabacano 65-A , 06850 M éxico, D. F. Em presa certificada por el Instituto
M exicano de N orm alización y Certificación, A. C., bajo la norma ISO-9002:
1994/N M X -CC-04; 1995 con el núm ero de registro RSC-04S, e IS O -14001:
I996/N M X -SA A -001: 1998 IM N C e o n e i núm ero de registro RSAA -003.
10-1-2008