Campos Semánticos de Platón

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1.

CAMPOS SEMÁNTICOS DE PLATÓN

IDEA: Para el autor esta sería la realidad primera, modelo de todas las demás copias, y ocupando
una realidad inmaterial distinta de las demás. Las ideas son entidades únicas, inmateriales,
perfectas, eternas e inmutables, y actúan de modelo del resto de la realidad. Hay una gradación
importante entre ellas, estando en primer lugar la idea del bien, que en el texto del mito de la
caverna aparece como representación del sol. En el mito de la caverna, los objetos más perfectos
del exterior de la cueva, recogen precisamente ese mundo de las ideas, y solo pueden ser
conocidas mediante el uso de la razón.

VERDADERA FILOSOFÍA/ CIENCIA: Estos términos nos conducen a la episteme o conocimiento


verdadero, frente a la Doxa u opinión. Este es el conocimiento que nosotros adquirimos fuera de la
caverna, adquirido gracias a nuestras facultades racionales y que nos permite conocer la verdadera
realidad inteligible, aquella configurada por el mundo de las ideas. Este es un conocimiento arduo y
que se prolonga en el tiempo, y que requiere un esfuerzo importante por el individuo (en el texto,
aquel que sale de la caverna y debe contemplar poco a poco el exterior). Consta de dos partes: la
razón discursiva, que es la que se aplica en la deliberación racional de principios matemáticos o
filosóficos y la razón pura, que es un acto de contemplación casi místico de la auténtica realidad.

DIALÉCTICA: Una de las formas de conocimiento verdadero en Platón que se expresa a partir de
toda la obra, ya expuesta de manera intuitiva por su maestro Sócrates. El hombre aprendería a
través del diálogo con una sucesión de preguntas y respuestas, en un intento de definir los
conceptos abstractos e ideas. Poco a poco vamos descartando hipótesis y enriqueciendo otras,
hasta alcanzar la definición precisa de lo que buscamos. Posteriormente, una vez llegado a la idea,
se produciría el sentido contrario. La definición abstracta va impregnándose en los conceptos más
concretos y aplicándose a las realidades sensibles. Esta es forma que utiliza Platón para llegar al
concepto de “justicia” en la misma obra de la República. (En el texto, la palabra dialéctica no
aparece, pero sí continuamente referencias al diálogo y la oposición de ideas).

OPINIÓN: Hace referencia al conocimiento falso, de carácter sensible, alejado del conocimiento
inteligible y racional, y sometido por tanto a la mera subjetividad (cada uno tiene su propio juicio).
Platón lo pone en boca de los sofistas y su fin fundamental es el engaño y la persuasión del oyente.
En el símil de la línea, esta “Doxa” haría referencia a la creencia (pistis) y la imaginación (eikaisia)
(el conocimiento de los objetos sensibles y de las imágenes: lo que vendría a ser la ciencia
empírica, y el arte actuales). Ninguno de estos saberes humanos, según Platón tiene relevancia
para el verdadero conocimiento de la realidad. En el texto del mito de la caverna, hay que distinguir
entre aquellos objetos reflejados en el interior de la caverna por el fuego (imágenes o iconos /
eikaisia) y los objetos en sí mismos mostrados a los esclavos (objetos físicos / pistis).

JUSTICIA: La justicia para Platón viene a ser el orden o equilibrio entre distintas virtudes de cara a
la construcción de una polis perfecta: dar a cada cual lo que corresponde por su naturaleza. En
esta idea de justicia, cada ciudadano debe cumplir el papel asignado según su naturaleza para el
buen funcionamiento de la ciudad: los filósofos serán los gobernantes garantes de esta virtud, los
guardianes serán guiados por la fortaleza y el pueblo llano por la templanza. El ideal de justicia
platónico es por otro lado, plenamente organicista y no se basa en una asignación de derechos
individuales (como podría ser la tradición contractualista), sino en un reparto de deberes para el
buen funcionamiento de la comunidad.

ESTADO: En Platón el estado se identifica con el gobierno justo y adecuado de la Polis o la ciudad
estado griega. Este estado tiene varias características: se entiende de forma organicista (importa el
conjunto y no el interés individual), es autoritario (Platón rechaza profundamente la democracia, al
que considera el gobierno de los ignorantes), elitista o aristocrático (el gobierno siempre debe ser
ejercido por los mejores y los más preparados, los sabios o reyes filósofos). Platón considera solo
que un estado fuerte y unido será capaz de afrontar los peligros potenciales que pueden acosar a
la polis: la democracia representa la desunión y la lucha de facciones por el poder. Por otro lado, la
visión de Platón cambiaría posteriormente en otras obras, mostrándose más tolerante con la
democracia.

EDUCACIÓN: Con este término, Platón se reconoce seguidor de la paideia griega, es decir: la
educación se entiende fundamentalmente como formación del buen gobernante y del buen
ciudadano para el correcto funcionamiento del estado, herencia de Sócrates y de los sofistas. Sin
embargo no se propone una educación igual para todos los ciudadanos, en cuanto que Platón no
defiende una democracia. La educación que reciben los distintos estratos de la población será muy
distinta dependiendo del rango que ocupen en la ciudad. Así, los gobernantes tendrán una
educación sumamente larga, que les capacite para velar por los intereses de la polis, los guardianes
una formación basada en las necesidades militares, mientras que el pueblo llano asumirá solo una
educación superficial basada en el conocimiento técnico (tecné) de la profesión que han de ocupar
en el futuro,

GOBERNANTE: El gobernante platónico es aristocrático, es decir, pertenece a una élite


determinada, formada adecuadamente para sus funciones, y que recibe habitualmente el apelativo
de reyes filósofos. Son aquellos conocedores del mundo de las ideas, después de una
prolongada educación a cargo de la polis. Actuarían como mandatarios ilustrados, paternalistas,
conocedores de las necesidades de la polis y fuertemente responsables con sus deberes asumidos,
pero que en ningún momento va a compartir su poder con aquellos que consideran menos formados
o ignorantes, y que pueden ser autoritarios. Por otro lado, Platón no concentra el poder en una
persona (monarquía o tiranía), sino más bien en un grupo determinado (gobierno compartido de la
aristocracia). Y tampoco Platón considera que el gobernante pertenezca a una casta determinada,
cerrada: cualquier persona nacida en cualquier ambiente social puede llegar a formar parte de la
élite gobernante. Por otro lado, los gobernantes asumen una forma de vida comunal, en la que la
propiedad privada ha sido abolida, puesto que, guiados por las ideas, han dejado de tener interés
en los bienes materiales.

HOMBRE: La visión de Platón del hombre es puramente dualista. El hombre es una mezcla de
cuerpo y alma, en la que el alma es el elemento inmaterial, puro, inmutable, perteneciente al
mundo de las ideas, mientras que el cuerpo sería una prisión transitoria sometida al mundo de lo
sensible, y por lo tanto, corruptible, sometido al cambio y que desaparece con el paso del tiempo.
Para explicar esta unión, Platón hizo referencia a la teoría de la transmigración de las almas. El
alma, que habita en el mundo de las ideas, caería al mundo sensible y se reencarnaría sucesivas
veces en distintos cuerpos: cuando esos cuerpos desaparecían, ascendía nuevamente a ese mundi
inmaterial y se repetiría el proceso indefinidamente. De esta interpretación parte también la idea
platónica del conocimiento como un recuerdo de lo que conocimos en el mundo de las ideas,
cuando el alma vagaba sola en esa realidad.

ALMA: El alma para Platón recoge la parte noble del ser humano, ese elemento inmaterial y puro.
Pero el alma, no es uniforme, sino que tiene una división tripartita, explicada en el mito del carro
alado: el alma se asemeja a un carro tirado por un auriga y dos caballos, uno blanco y otro negro.
Así existirá un alma concupiscible, marcada por su cercanía al mundo sensible, existirá un alma
irascible, marcada por su fortaleza, y un alma racional, más cercana al mundo de las ideas (el
auriga). Dependiendo del alma que domine sobre las demás, los hombres tendrán una naturaleza
determinada u otra. Así, los gobernantes estarán regidos por el alma racional, los guardianes por el
alma irascible y el pueblo llano o trabajadores por el alma concupiscible. Es por ello que estos
últimos, sometidos al mundo sensible, deben ocuparse de los trabajos manuales y de la actividad
productiva de la polis, mientras gobernantes y guardianes forman la élite de la polis.

ÁMBITO INTELIGIBLE: Esto se recoge en el texto con todo aquello vinculado al exterior de la
caverna. En el desdoblamiento que propone Platón para interpretar la verdadera naturaleza de la
realidad, el ámbito inteligible recoge precisamente aquella esfera de la realidad auténticamente
verdadera, que sirve de modelo para el mundo sensible. Este ámbito inteligible apunta en sentido
metafísica, hacia los conceptos matemáticos en primer lugar y en su lugar más alto por las propias
ideas. En el plano del conocimiento, son cognoscibles por la razón discursiva (dianoia) y la razón
pura (contemplación o noesis).

ÁMBITO SENSIBLE: en el texto aparece con todo aquello vinculado con el interior de la cueva, y
recoge ese mundo material, copia el mundo de las ideas efectuado por un demiurgo, modelador
de una realidad primigenia sin forma. Este ámbito sensible tiene características bien marcadas: está
sometido al cambio, a la corrupción, la imperfección y la destrucción. Es cognoscible meramente por
la opinión, y en cuanto cambiante no es verdadero. Era, de alguna manera, las hipótesis que
proponía Heráclito para explicar el mundo e incluyen, siguiendo el símil de la línea, los objetos
físicos y las imágenes.
BIEN: En Platón el bien viene a representar la idea más sublime y el más alto grado de
conocimiento que puede adquirir el sabio, necesario para el gobierno de la Polis. En el texto
aparece simbolizada con el término “sol”, y como indica el mismo, es el último estadio de
conocimiento al que puede aspirar el hombre estudioso. Con esto Platón deja muy clara la conexión
entre la ética y la verdad. Pero esta idea de bien no es puramente ética, sino esencialmente política,
vinculada al correcto ordenamiento de la polis. El correcto funcionamiento dependerá del orden o
justicia entre los distintos integrantes del estado platónico. Sin embargo, el bien no es asequible
para todo el mundo, y a veces ha de ser impuesto a aquellos que por sí mismo no desean aplicarlo:
Platón rechaza el intelectualismo moral de Sócrates (quien conoce el bien lo hace siempre).

VIRTUD: Son las excelencias éticas del comportamiento humano. Se corresponden con distintas
facultades del alma. Dependiendo del alma que domine en el ser humano, dominará una virtud u
otra. Así, los hombres con un alma racional tendrán la sabiduría y la prudencia como principal virtud,
mientras que los guardianes tendrán la fortaleza y la clase trabajadora con un alma concupiscible
tendrán la templanza.

2. CAMPOS SEMÁNTICOS DE KANT

ENTENDIMIENTO: En la teoría del conocimiento de Kant, el entendimiento se correspondería con


la facultad del conocimiento humano capacitada para pensar el objeto proveniente de la
intuición sensible. Este entendimiento sería capaz de construir conceptos, aprehender y
estructurar la información fenoménica que nos llega de la experiencia empírica. Si la percepción
estaba en manos de la estética trascendental, el entendimiento es la facultad estudiada en la lógica
trascendental, y como tal, estudia los elementos formales que permiten tal progreso: los conceptos
empíricos y las categorías o conceptos puros.

RAZÓN: La razón es el elemento diferenciativo del hombre con el resto de los animales, pero las
tesis de Kant van mucho más allá de esta breve definición. Por la razón entendemos la capacidad
de la facultad del entendimiento propia de los hombres, no para crear conceptos, sino para
ordenarlos y para conducirlos hacia un fin determinado. Esa razón podrá ser utilizada para
múltiples tareas: la razón pura tratará del conocimiento teórico y las condiciones para discernir el
conocimiento verdadero o falso, mientras que el uso de la razón práctica nos conducirá a dilucidar
el comportamiento humano, la ética y los fines del ser humano. Como tal, la razón no se tiene que
limitar al conocimiento fenómenico proveniente de la experiencia empírica, sino que también puede
usar ideas nouménicas (metafísica) válidas para la justificación de la ética.

ILUSTRACIÓN: En términos históricos, es el movimiento cultural dominante del siglo XVIII basado
en el empleo de la razón para modificar y reformar la sociedad estamental de la época. En el
sentido más filosófico del texto, es fundamentalmente el uso de la razón para permitir el paso de un
estado de dependencia o heteronomía (minoría de edad) por parte de los individuos iletrados o
ignorantes, hacia individuos adultos, independientes y autónomos, capaces de ejercer su libertad
sin necesidad de la supervisión paternalista de distintos tutores.

USO PÚBLICO DE LA RAZÓN: En el sentido del texto, hablamos de la libertad de los individuos,
en cuanto personas ilustradas y autónomas (doctas) para expresar sus opiniones respecto a
un tema determinado. Esto se traduce en términos políticos en libertad de imprenta y tolerancia
religiosa o el disfrute de distintas libertades políticas. Este uso público de la razón permite la mejora
paulatina de las leyes y las costumbres, evitando el riesgo de caer en revoluciones y cambios
drásticos que pondrían en riesgo el correcto funcionamiento de la sociedad, y fomentando un
reformismo ilustrado que vaya ampliando paulatinamente el bienestar y las libertades de los
individuos.

USO PRIVADO DE LA RAZÓN: En relación con el texto, implica la restricción de la libertad


individual en cumplimiento con determinado orden legal o jurídico. Los individuos, en cuanto
integrantes de una sociedad ordenada por un derecho determinado, no tienen una libertad infinita,
sino que tienen que cumplir las leyes básicas que permitan el correcto funcionamiento de esa
sociedad (incluso cuando esas leyes estén lejos de ser justas). El no cumplir esas leyes
individualmente permitiría a los demás actuar de la misma forma que nosotros y caeríamos en el
riesgo de caer en la anarquía y el desorden.

LIBERTAD: La libertad, en términos éticos es sinónimo de autonomía moral (capacidad de elegir


libremente sin coacciones externas y de forma responsable por uno mismo, gracias al uso de la
razón). En términos políticos (vinculados con el sentido del texto) se traduce en ese uso público de
la razón: libertad de expresión, tolerancia religiosa que el príncipe ilustrado debe conceder a sus
súbditos de forma inapelable, como un derecho propio e inalienable de cada individuo ilustrado. Hay
que precisar que la libertad, en términos metafísicos, es una de las ideas de la razón, de carácter
nouménico, y que se comprenden como postulado de la razón práctica, necesaria para la existencia
de la misma moral.

MINORÍA DE EDAD: Con este término hacemos alusión al estado de heteronomía que domina
a aquellos individuos que o bien están sometidos a la autoridad paternalista de un tutor
(factor externo) o bien a su propia incapacidad de hacer uso de su propia razón y actuar
moralmente con responsabilidad propia. Esta minoría de edad no obedece a una edad concreta
o particular, sino que es un estadio mayoritario en una sociedad por lo general iletrada e inculta. La
fórmula ilustrada para eliminar esta minoría de edad se basa precisamente en la instrucción y la
educación como medio del individuo para hacerse responsable personalmente de su propio
destino, por un lado, y por otro, en la progresiva liberación del tutelaje paternalista de los
responsables políticos (iglesia y estado, especialmente).

TUTORES: Con la palabra tutores hace referencia a los poderes políticos y religiosos que de forma
paternalista mantienen la tutela sobre aquellos hombres que se mantienen en una minoría de edad
y no son capaces de gobernarse por sí mismos. La iglesia y el estado absoluto serán
fundamentalmente aquellos poderes fácticos que tengan más intereses en mantener su dominio
sobre los súbditos, en la medida en que obtienen una posición social privilegiada gracias a los
mismos. Puesto que Kant no puede cuestionar abiertamente la monarquía absoluta de Federico II,
se centra en la cuestión religiosa y en la crítica al tutelaje que mantiene la jerarquía eclesiástica y
muchos soberanos autoritarios sobre las cuestiones de fe y las decisiones religiosas de sus
súbditos. El cuestionamiento de la monarquía absoluta vendrá de la mano de las revoluciones
liberales y especialmente de la Revolución Francesa, cinco años más tarde de la publicación del
panfleto.

CIUDADANO/SÚBDITO: Son diferentes status políticos de los individuos bajo el estado moderno.
Siendo súbdito, el individuo está sometido al arbitraje del monarca absoluto y su sumisión al
mismo, la pertenencia a una sociedad estamental dividida en privilegiados y no privilegiados. En
cuanto hablamos de ciudadano, estamos haciendo referencia a un sujeto político tratado por igual
en un estado de derecho que ha dado un status jurídico similar a todos los miembros integrantes de
la sociedad. Este carácter de ciudadano se desarrolla fundamentalmente a partir del triunfo de la
Revolución Francesa, pero es fruto de toda la ideología ilustrada del siglo XVIII. Su triunfo vendría
acompañado del auge del liberalismo y de la sustitución de la sociedad estamental por la sociedad
de clases, mucho más abierta.

HOMBRE: El hombre en Kant va mucho más allá de su mera naturaleza fenoménica (naturaleza
biológica) y tiene una dignidad moral particular, radicalmente distinta a la del resto de las criaturas
de la naturaleza, basándose precisamente en su libre albedrío y su conciencia moral. Esto
convierte al individuo como un ser digno de respeto, entendido como un fin en sí mismo y
sin que el resto de la sociedad lo pueda convertir en un medio para obtener otros fines
distintos de los suyos propios. Este planteamiento es general a toda la tradición ilustrada que es
profundamente humanista y pone al hombre (entendido como individuo) como fin último sobre el
que debe girar todo progreso y desarrollo de la sociedad.

DEBER(ES): Postulado básico de toda la ética moral de Kant. La ética formal de Kant es una ética
basada en el cumplimiento de deberes impuestos desde el imperativo categórico, anteponiéndose
a cualquier otro fin ético ni cálculo de consecuencias individual o empírico (felicidad personal, bien,
utilidad etc…), y basados fundamentalmente en la autonomía del sujeto moral y su capacidad
racional. Ambas cosas son las que fundamentan el imperativo categórico (tratar al hombre como fin
en sí mismo y nunca como medio, según la teoría del derecho de Kant). Esto nos obligaría a tener
la libertad como uno de los pilares básicos a cumplir en cualquier sistema político moderno.
VOLUNTAD DEL PUEBLO: Kant apela aquí a los planteamientos contractualistas de moda en esa
época, especialmente aquellos vinculados con las teorías de Locke y sobre todo Rousseau (y su
idea de voluntad general). El pueblo (que vendría a ser entendido como el “tercer estado”, no
privilegiado) va adquiriendo más protagonismo político, busca una mayor representación en el
estado y pide parcelas de libertad cada vez mayores en el campo religioso, cultural o económico.
Esto conducirá definitivamente a las revoluciones liberales que se abren en Inglaterra y Estados
Unidos y alcanzan su máxima expresión con la Revolución Francesa (1789).

DIGNIDAD MORAL/CONCIENCIA MORAL: En cuanto que el hombre actúa con autonomía y


haciendo uso de la razón, eso le permite gozar de un status moral distinto al del resto de la
naturaleza. Esto hace a los individuos dignos en sí mismos, y legitimados para preservar unos
derechos básicos (vida, libertad…), inalienables. En el fondo el imperativo categórico tiene como fin
último el respeto de la dignidad moral de los individuos autónomos.

3. CAMPOS SEMÁNTICOS DE MARX

IDEOLOGÍA: Dentro del materialismo histórico, y en el contexto de la superestructura, la ideología


sería todo conjunto de creencias y cosmovisiones que vienen desarrollados por las clases
altas de una estructura económica determinada para dominar más adecuadamente a las clases
no privilegiadas. Aglutinan cualquier construcción cultural –religiosa, filosófica, política, de ocio- y no
tienen una base neutral. Esta posición viene dada por Marx por el carácter dependiente que otorga
la superestructura –lo cultural- frente a la infraestructura –lo puramente socioeconómico: formas y
relaciones de producción-. Como consecuencia de esto, la superestructura será un mero reflejo de
la infraestructura y las relaciones de producción dominantes. Por todo esto tienen un carácter de
“ilusión” y de “engaño”. En el capitalismo, la ideología dominante será el utilitarismo, o el “cálculo
frío” o el “pago al contado”, destruyendo cualquier otra ideología –creencias o valores- que se
oponga al mismo.

CLASE SOCIAL: La sociedad de Marx es una sociedad explicada desde la dinámica de la historia
económica y el materialismo histórico. Si entendemos que la estructura socioeconómica es el
elemento fundamental configurador de la realidad de los hombres, lógicamente la sociedad estará
guiada por esa estructura económica. La clase social es un grupo de hombres unido entre sí por
su vinculación común a unas formas y relaciones de producción determinadas. El elemento
económico, por tanto, y no el estatus o el abolengo, se convierte en el estratificador básico de la
sociedad entre grupos privilegiados y no privilegiados. Aparte de esto, Marx concede una
importancia fundamental a la conciencia de pertenecer a una clase social determinada, porque es
la manera como tiene la clase social de defender sus intereses frente al resto de la sociedad. Es por
ello que el Manifiesto Comunista hace de entrada un llamamiento al proletariado precisamente para
tomar conciencia de su identidad.

LUCHA DE CLASES: Es uno de los términos más importante del materalismo dialéctico. Si la
realidad en Marx es histórica, esta se traduce en un conflicto, en un perpetuo enfrentamiento. Ese
conflicto se canaliza a partir de la oposición que existe entre distintas clases sociales que
luchan por el control de los medios de producción y las fuentes de riqueza. Cada sistema de
producción en la historia (esclavismo, feudalismo o capitalismo) tendrá su peculiar oposición de
clases (amo/esclavo, señor/vasallo) pero tienden a la simplificación con la llegada de la Revolución
Industrial (burguesía/proletariado). Por otra parte, esta lucha de clases podrá ser más o menos
enconada dependiendo de las circunstancias históricas, pero no permiten la idea de una sociedad
armónica, basada en la cooperación entre distintos grupos sociales. La reforma o el progreso de un
sistema político o económico determinado es algo que no solo el marxismo niega, sino que además
tenderá a desaparecer, puesto que el declive del capitalismo conducirá a un enfrentamiento cada
vez mayor entre las clases en pugna.

BURGUESÍA/PROLETARIADO: Son las dos clases sociales dominantes en el sistema de


producción capitalista: cualquier tipo de rangos intermedios, según Marx, han quedado eliminados
por causa de la industrialización. De esta manera, queda la burguesía, que correspondería a los
estratos altos de la sociedad, y que son los detentadores del capital, y por tanto, los dueños de
los medios de producción y de las mercancías producidas. Su origen se remontaría a la Edad
Media, pero es en la época de Marx cuando se hace con el poder del estado liberal, y toma
conciencia de su auténtico poder. Mientras tanto, el proletariado es un producto social nuevo de la
Revolución Industrial: el operador de las máquinas, los nuevos medios de producción que aparecen
en esta época.. provocado por sustituyendo progresivamente a artesanos y campesinos. Cuenta
únicamente con el trabajo de sus manos, que pone al servicio del burgués capitalista, a cambio
del cual recibe un salario determinado. Esta relación entre burgués y proletario no es en absoluto
equilibrada, puesto que el burgués estará tentado a retener parte del salario que corresponde en
justicia al valor del trabajo del proletario, convirtiéndose en parte de su propio beneficio (plusvalías
del trabajo).

ESTADO: En el sentido del texto, Marx habla del “estado representativo moderno”. Ese estado
es, en términos objetivos, el estado liberal alcanzado por las revoluciones burguesas, en las que se
han otorgado unos derechos y libertades políticas, han abolido las diferencias jurídicas del Antiguo
Régimen y han introducido mecanismos de representación popular por sufragio censitario. Sin
embargo, desde la perspectiva marxista, el estado tiene una connotación puramente negativa: en
cuanto que forma parte de una superestructura política, el estado es solo reflejo de las relaciones de
producción y representa por tanto tan solo los intereses particulares de la clase burguesa,
defendiendo la libertad de comercio y el derecho a la propiedad privada, como forma de legitimar
jurídicamente estos intereses egoístas. El estado liberal es tan solo un eslabón en el desarrollo
hacia una sociedad sin clases, y como tal, tiene que ser sustituido a la fuerza (de manera
revolucionaria) por un estado comunista (una dictadura del proletariado) que logre modificar las
formas de producción y llegar a la igualdad de clases.

MODOS DE PRODUCCIÓN: Dentro de la explicación del materialismo histórico, cada sistema


económico (esclavismo, feudalismo, capitalismo…) gira en torno a unas bases materiales que
parten de los modos o formas de producción. Estas constituyen el núcleo básico de la
infraestructura socioeconómica, y las que determina las relaciones que existen entre las
distintas clases sociales. Si durante buena parte de la historia humana los modos de producción
han permanecido invariables, la dinámica propia del capitalismo reclama una transformación
progresiva de los mismos: del taller artesanal pasamos a la manufactura, y de la manufactura a la
producción industrial (y del fordismo al toyotismo, en nuestros días). La mundialización y la
expansión continua del mercado obliga a crear modos de producción cada vez más efectivos y
baratos y con ello a efectuar cambios continuos en la misma tecnología.

TRANSFORMACIÓN REVOLUCIONARIA: En la interpretación de Marx, los cambios en la


sociedad no se producen de forma paulatina y armónica, sino que son más bien disrupciones
violentas, producidas por tensiones sociales, económicas y políticas. Sin embargo, la irrupción del
capitalismo ha supuesto una transformación cada vez más rápida de las estructuras
socioeconómicas y a su vez, de todas la superestructura política y cultural. Conforme avanza
el proceso de mundialización iniciado en los comienzos de la edad moderna (expansión europea
del siglo XVI), el capitalismo tiende a hacerse más homogéneo, más agresivo e impone sus propias
reglas del juego y sus propios valores morales. La burguesía impone a escala global su propia
visión del mundo. Una transformación de este tipo solo puede responderse con otro cambio igual de
revolucionario: la abolición del capitalismo y el paso a una sociedad comunista, en la que el
mercado y la propiedad privada quedan abolidos y la economía pasa a ser planificada y controlada
en su totalidad por el estado.

EXPLOTACIÓN: La explotación de unas clases por otras ha existido desde siempre (por el control
de la vida del amo frente al esclavo, por la posesión de la tierra en el feudalismo, etc…), sin
embargo esta explotación se hace mas “abierta” en el capitalismo industrial, y se vuelve
esencialmente económica. El burgués explota al proletario a partir de las plusvalías que
obtiene de los salarios de los trabajadores. El beneficio que debía ir directamente al proletario se
queda en manos del burgués, alienando al trabajador. Al mismo tiempo, el proletario queda
sometido a las leyes de oferta y demanda del mercado, quedando tanto su trabajo como su propio
salario a merced de esas fuerzas impersonales.

COSIFICACIÓN: Es otra forma de hablar de la alienación. El hombre es convertido en una


mercancía sometida a las leyes del mercado –un mero valor de cambio-, en un objeto que sirve
para el beneficio de otro individuo. Pierde su dignidad personal y su autonomía (deja de ser un fin
en sí mismo) y se convierte en medio puesto al servicio de otros. Esta cosificación se ha
desarrollado de distintas formas a lo largo de la historia, pero se hace especialmente visible a partir
del capitalismo industrial. El hombre no ve recompensado su trabajo por el salario que recibe ni el
producto realizado por su trabajo queda en sus manos, pasando a manos del capitalista.

HOMBRE(S): La interpretación del hombre de Marx parte de varios supuestos. En primer lugar, el
hombre se entiende como un ser eminentemente biológico, material, olvidando cualquier
dualismo platónico o de raíces cristianas. Al mismo tiempo ese ser humano deja de ser entendido
como un individuo marcado especialmente por su carácter racional: el hombre se entiende como un
ser social, inmerso en comunidades que están delimitadas esencialmente por su vinculación a la
estructura económica, generando clases sociales. Por último, el hombre se explica por su acción,
su trabajo sobre el medio que le rodea y sobre su interacción con sus semejantes. Ese trabajo en
principio debería ser la forma de realización del hombre, el medio para alcanzar sus propios fines y
su autonomía. Sin embargo, en cuanto que el trabajo está mediatizado por un sistema económico,
este se convierte en forma de explotación y dominación, y no de realización personal.

ILUSIONES RELIGIOSAS Y POLÍTICAS: Las ideas religiosas y políticas previas al capitalismo y


las ideas de Marx son tomadas como meras creaciones ideológicas puestas al servicio de las
clases dominantes. Así, la creencia en Dios y en la vida futura es tomada como una invención de
los poderosos para aliviar las tensiones de los pobres en este mundo material (un opio para el
pueblo, en frase de Bauer, o la alienación que ya en su día criticó Feuerbach). Las ilusiones
políticas se basan en la creencia que el liberalismo y las revoluciones burguesas han traído la
auténtica libertad a los pueblos oprimidos, cuando en realidad no han cambiado las bases
socioeconómicas que traerían la verdadera igualdad de las clases oprimidas. En ambos casos, se
tratan de engaños que adormecen la potencial conciencia revolucionaria de esos grupos sociales
desfavorecidos.

4. CAMPOS SEMÁNTICOS DE NIETZSCHE

JOVIALIDAD: Nietzsche asume la realidad en devenir, cambiante, con alegría y superando


cualquier perspectiva nihilista. Esto se traduce en toda su visión del conocimiento: superamos
cualquier idea petrificada de verdad y su lenguaje de conceptos, y en su lugar proponemos la
interpretación y la metáfora. En el campo de la ética, esto se traduce en una transmutación de los
valores tradicionales. Los valores que se tendrán en cuenta serán aquellos que estén a favor de la
propia vida, aquellos puramente dionisíacos (placer, gusto de la vida, desequilibrio, pasiones etc…)
que en un primer momento triunfaron en Grecia antes de la llegada de la filosofía y el espíritu
puramente apolíneo.
POSITIVISMO: En sentido puramente objetivo, el positivismo es una corriente ideológica que
impulsa a las ciencias (y a su modelo de conocimiento mecanicista y determinista) como el
último grado de conocimiento que puede alcanzar el ser humano. Esta ciencia cumplirá el
papel de destructora de mitos filosóficos y religiosos, e impulsará al hombre hacia el progreso
gracias al paulatino dominio de la naturaleza por parte de la ciencia y la técnica. Su máximo
impulsor fue Comte, pero es la corriente dominante en el siglo XIX, conforme la ciencia vaya
ganando independiencia y fuerza frente a la filosofía. La posición de Nietzsche al respecto es
bastante crítica: el positivismo se convierte en la última continuación de la verdad, aunque sea a
costa de destruir las verdades anteriores (el mundo platónico o las verdades religiosas). Y sin
embargo, para Nietzsche no es suficientemente radical, porque ha cambiado una verdad por otra.

RAZÓN: Para Nietzsche el uso de la razón como herramienta de comprensión de la realidad –tal y
como se ha utilizado desde la filosofía antigua hasta la modernidad- está completamente superado.
La razón ha deformado la realidad, la ha hecho ver a los hombres bajo el prisma de lo verdadero y
lo falso, y sobre todo ha permitido la creación de conceptos que han eternizado un instante de esa
realidad continuamente sometida al cambio. Bajo el uso de la razón se esconde una voluntad de
poder, de dominio de la realidad por parte de la propia filosofía y los filósofos, que Nietzsche
considera muchas veces inevitable, pero que tiene que ser criticada con dureza, puesto que
destruye la auténtica esencia cambiante de la realidad.

IDEA/ CONCEPTO: Este término aparece repetidamente en el texto de Nietzsche, y dependiendo


de su posición cambia su significado. Así en el primer párrafo, “idea” tiene un significado platónico
(realidad última, eterna, inmutable, perfecta, en otra esfera de la realidad diferente a esta), mientras
que la “idea” evoluciona hacia su significado moderno en otros párrafos (la idea entendida como
representación mental del sujeto). En cualquier caso, la denotación para Nietzsche es negativa,
en cuanto encierra una comprensión de la verdad, un concepto que encierra la realidad y la
petrifica. Recordemos que frente a este concepto, Nietzsche reclamaba la eliminación del lenguaje
propiamente filosófico y su disolución en la metáfora (la infinita interpretación de la realidad
cambiante por parte de cada individuo).

ESPÍRITUS LIBRES / INCIPIT ZARATUSTRA: Con estos términos Nietzsche hace referencia a su
propia interpretación del hombre, aunque con distintos matices. El ideal del hombre por llegar tras
su filosofía, va a ser el del superhombre, aquellos individuos fuertes que sean capaces de
quebrar con las convenciones morales de la sociedad (por eso habla de espíritus libres) y
que una vez que hayan aceptado el nihilismo sean lo suficientemente capaces para darse a
ellos mismos sus propios valores y sus propias concepciones morales. Esto lo ha reflejado
Nietzsche en distintas ocasiones: al hablar de la moral de los señores, que dominaba la cultura
griega homérica y sobre todo, en la metáfora del camello (el hombre viejo, sometido a la carga de la
vieja moral), el león (el asesino del gran dragón –Dios-, los espíritus libres) y el niño (aquel individuo
que ya no siente miedo ante nada y ha superado el sentimiento de culpa).

MUNDO VERDADERO / APARENTE: El concepto de “mundo verdadero” es en sí mismo, un error,


algo falso. La filosofía desde Platón hasta el postivismo del siglo XIX ha deseado buscar una idea
de verdad absoluta, que intentase detener o estabilizar la realidad cambiante. Ese “mundo
verdadero” expuesto en el texto ha ido al mismo tiempo perdiendo relación con la realidad que en
un primer momento –con Platón- pretendió describir, y en la medida en que esto ocurría, el ideal de
verdad se va haciendo más anquilosado, más corrupto y menos vivo. El mundo verdadero venía a
ser una realidad paralela (mundo de las ideas o la creencia religiosa en otra vida) que
desfiguraba el mundo aparente (el de los sentidos, material, decadente), pero que con el
paso del tiempo fue cuestionándose cada vez más por la filosofía y la ciencia.
Sin embargo, esa crítica no ha sido suficientemente radical. El hecho de que Nietzsche niegue la
existencia de un mundo verdadero o de una verdad en sí misma, va mucho más allá de sustituir una
verdad por otra (como hace la ciencia), o de convertir el mundo aparente en el único real. Lo que
pretende Nietzsche en el último párrafo es precisamente acabar destruyendo la epistemología en
sí misma. Destruido lo verdadero, también se destruye lo falso, lo aparente. No nos quedan límites
para distinguir entre uno y otro.

MORAL / VIRTUD: La moral tiene un sentido negativo, especialmente en el texto (piadoso, virtuoso,
pecador, penitencia), no en el único sentido de que Nietzsche defiende un relativismo de valores,
sino sobre todo en referencia a que esta moral apunta hacia una negación de la verdadera vida, los
instintos o los sentimientos. La propuesta nietzscheana pasa por una transmutación de los valores:
será bueno y moral todo aquello que sea positivo para la vida. Será inmoral todo aquello que vaya
contra esta vida terrena, incluidas todas las interpretaciones que pretendan quitar importancia a esta
realidad material (la creencia religiosa en otra vida, en un mundo distinto a este etc…)

5. CAMPOS SEMÁNTICOS DE HORKHEIMER

TEORÍA TRADICIONAL: Cuando hablamos de “teoría tradicional”, la escuela de Frankfurt hace


referencia a la forma como se ha construido el pensamiento científico y técnico a lo largo de la Edad
Moderna, especialmente a partir de Descartes, pero también a las teorías vinculadas con las
ciencias sociales, la psicología, la política, la sociología y la economía, que han emergido en el siglo
XIX siguiendo el modelo positivista de las ciencias naturales. Estas teorías se caracterizan por:
a) ser excesivamente abstractas y alejadas del contexto histórico cultural que las ve nacer. La
ciencia se ha creído siempre independiente de las circunstancias históricas.
b) Se han creído supuestamente objetivas. Según Max Weber, las ciencias sociales son
neutrales, están basadas en juicios de hecho y no de valor.
c) Por último las teorías tradicionales han estado alejadas de una praxis, de una puesta en
práctica: describen cómo es la realidad, pero no intentan transformarla. Para ellos la ética y la moral
no tiene nada que ver con la investigación científica: son ámbitos separados.

TEORÍA CRÍTICA: En ocasiones este término es sinónimo de la misma Escuela de Frankfurt. En


sentido más estricto, la teoría crítica es la propia forma de análisis filosófico y social que propone
esta escuela y parte de lo siguiente:
a) La historicidad de cualquier teoría científica o social, siguiendo las tesis de Hegel y Marx.
Ningún descubrimiento se puede explicar sin contexto histórico, especialmente el socioeconómico.
b)Tiene un componente de desenmascaramiento: Toda teoría tradicional tienen una carga
ideológica, y la teoría crítica debe intentar descubrir los intereses ocultos que pueden manifestar.
Todas ellas están sometidas a relaciones de poder que pueden influir en esas ciencias, es decir,
pueden encubrir los intereses de una clase social o sobre todo para la Escuela de Frankfurt, las
ineficiencias o exigencias de un sistema impersonal (como el estado o el capitalismo).
c) Toda teoría crítica que se precie debe tener un componente emancipativo, de liberación, y que
por lo tanto no se quede en una mera exposición teórica (importancia de la praxis). Esto quiere decir
que la teoría crítica tiene el deber de actuar en nombre de la reforma y mejoramiento de una
sociedad determinada, y no ofrecer una mera descripción.

ADMINISTRACIÓN TOTALITARIA: Horkheimer hace referencia a la aumento de la intervención


estatal impersonal en las decisiones privadas de las vidas de los hombres. No es únicamente en
relación con los regímenes propiamente totalitarios (fascismos o comunismos), sino también puede
entenderse como las administraciones y burocracias de democracias liberales o los estados del
bienestar occidentales. Las burocracias estatales tienden a homogeneizar a los ciudadanos de
un país para conseguir sus intereses particulares o incluso el bienestar general de la
sociedad, y para ello pasan por encima de cualquier diferencia individual, y tienden a comportarse
de forma excesivamente fría y abstracta, de manera puramente técnica frente a los integrantes de
esas sociedades desarrolladas.

PROGRESO: Esta es una idea heredada de la Ilustración con la que la Escuela de Frankfurt
manifiesta una doble lectura. Por un lado ha sido la idea de progreso mal entendida la que ha
conducido a la expansión de una racionalidad instrumental, al dominio absoluto de la técnica
sobre la razón práctica, y a la opresión de unos hombres por otros. Ese progreso técnico ha
conducido, por ejemplo, al uso de la bomba atómica o la guerra química para exterminar más
eficazmente sociedades enteras. Para la Escuela de Frankfurt, el ideal de progreso tiene que
retornar a las raíces positivas de la Ilustración: un progreso moral que nos conduzca al predominio
de la razón práctica o emancipativa y que lleve a la verdadera autonomía del ser humano y su
liberación frente a la naturaleza y sus semejantes.

REVOLUCIÓN: A diferencia de Marx, la teoría crítica expone con muchas reservas el uso de la
revolución como forma de cambio social y político. La razón básica es que los procesos
revolucionarios, especialmente los propiamente marxistas, han traído como resultado la
aparición de regímenes autoritarios. En nombre de la revolución, se han puesto en entredicho o
abolido los derechos básicos heredados de la ilustración y el liberalismo político, como la dignidad
de la persona, la libertad de expresión o los mecanismos de representación política. Además, según
la Escuela de Frankfurt, el neocapitalismo posterior a la crisis del 29 ha sabido reinventarse y
solucionar por sí mismo una crisis terminal, conduciendo a una sociedad de clases medias, con un
amplio consumo de masas y derechos generalizados (estado del bienestar), que de alguna manera
ha cuestionado la propia lucha de clases (y los consiguientes procesos revolucionarios) que había
previsto Marx para el siglo XIX.

SOCIEDAD JUSTA/CORRECTA: En relación con el sentido del texto, Horkheimer se separa por
completo del ideal utópico de la sociedad sin clases marxista, a la que considera un totalitarismo
encubierto. La sociedad justa o correcta de la escuela de Frankfurt ha ido transformándose a lo
largo de las décadas, pero siempre ha pasado por un reforzamiento de la democracia, la denuncia
de las ideologías dominantes y sus formas de opresión, y la creación de una sociedad civil
desarrollada, con capacidad de crítica e ilustrada, y muy implicada en la vida política y social. Esta
ha sido la teoría de la ética comunicativa de Jurgen Habermas, en las últimas décadas.

LIBERTAD: Es un valor fundamental para la Escuela de Frankfurt de cara a una sociedad justa.
Con la defensa de la libertad (política), la escuela abandona las posiciones más autoritarias del
marxismo y del totalitarismo, convierte en blanco de sus críticas las actuaciones impersonales del
estado, y esgrime la libertad y los derechos políticos de los individuos como un valor necesario para
cualquier sociedad bien ordenada. Sin embargo, una máxima libertad política no es compatible con
el otro de los principios básicos de cualquier estado occidental, el de la justicia (entendido como
igualdad económica y derechos sociales y económicos). De ahí que una sociedad puramente regida
por el mercado, sea una sociedad completamente libre, pero sumamente injusta en cuanto que
sería muy desigual.

JUSTICIA: Por justicia entendemos en el texto todo el ideal de igualdad social, esgrimidos por
socialistas, socialdemócratas y utilitaristas del estado del bienestar. Esa igualdad social se traduce
fundamentalmente en una serie de derechos sociales y económicos básicos (configurantes de
ese estado del bienestar). Sin embargo, un exceso de justicia social nos induciría a crear un estado
demasiado poderoso que podría poner en peligro las libertades de los individuos. Es por ello que
Horkheimer busca una solución intermedia, al igual que hará una década después (años setenta)
John Rawls con su contrato social, en el que pone la libertad y la igualdad como los dos valores
fundamentales de cualquier democracia occidental.

HOMBRE: La idea del hombre (o la humanidad) es muy cercana a la propia de la Ilustración. El


hombre es un ser dotado de libertad, dignidad y conciencia moral, con una especificidad que
hace a cada individuo único e irrepetible, y por lo tanto, completamente digno del respeto (es un fin
en sí mismo). Ese hombre, sin embargo, sufre con frecuencia la dominación y la alienación de otros
individuos o de mecanismos impersonales, como puede ser un mercado, una sociedad de consumo
o la burocracia de un estado, y se convierte en un mero número en manos de burocracias
NATURALEZA: La naturaleza en términos de la Escuela de Frankfurt se convierte en todo el
ámbito de la realidad que rodea al hombre y que puede utilizar para su propio beneficio. Esta
era la idea de Bacon (poner la naturaleza al servicio del hombre gracias a la técnica). Sin embargo,
los mismos seres humanos pueden ser entendidos como mera naturaleza, y entonces pierden su
propia natural y se convierten en meras mercancias, se cosifican. Este ha sido el riesgo de las
sociedades más avanzadas (bomba atómica, clonación, etc…). A pesar de estos riesgos, la
tendencia de la modernidad es el dominio absoluto de esa naturaleza, introduciéndose en los
campos más controvertidos de la biotecnología o el desarrollo ecológico sostenible.
6. CAMPOS SEMÁNTICOS DE SARTRE
ESENCIA: La esencia es el ser en sí mismo, la realidad que nos rodea entendida como algo
cerrado, compacto. Es decir, objetos que tienen una definición por ellos mismos, que están
predeterminados para un plan o proyecto particular: todos los objetos naturales y artificiales que nos
rodean parten de esta característica. Es por ello que Sartre lo llama ser en-sí, hablando de esa
realidad plena. El hombre es la antítesis de la esencia, en cuanto que no está prederminado para
ser ninguna esencia concreta particular, sino todo lo contrario.

EXISTENCIA: es la condición básica y previa de todo acto humano (y de la propia conciencia


de sí mismo). Si la realidad que rodea al hombre está caracterizada por tener una esencia
determinada, en el hombre, la existencia es previa a la esencia. La condición existencial se
convierte en el vínculo que unen a un gran conjunto de pensadores, que van desde Pascal o
Kierkegaard hasta Sartre o Heidegger (existencialismo ateo) o a los autores más cercanos a la
religión. En conjunto, y a pesar de todas sus diferencias, concuerdan en otorgar a la existencia
como elemento previo a cualquier esencia o definición humana, recalcando la singularidad, la
indeterminación y la libertad inherente al mismo hombre. Frente a la interpretación de Descartes
(llegamos a la existencia a través del pensamiento: “pienso luego existo”), la conciencia o el sujeto
descubre en primer lugar su condición existencial (su finitud, el estar arrojado en el mundo, el estar
con los demás) antes de cualquier contenido del pensamiento.

VISIÓN TÉCNICA DEL MUNDO: En el texto, esta expresión se emplea para aquel conjunto de
cosas que tiene una función determinada en el mundo: todas las cosas que crea el hombre se
han construido con una finalidad particular (como el abrecartas que menciona el texto). De la
misma manera, podríamos pensar que la idea de un Dios creador del hombre podría robar el
carácter existencial del mismo, al otorgarle una esencia predeterminada. Esta es la razón por
la que el existencialismo de Sartre necesariamente es ateo. Para que el hombre sea nada y tenga
una existencia completamente libre, es necesario que no exista ningún creador previo a él. Esta
posición distancia a Sartre del existencialismo “cristiano” (Marcel, Jaspers), que ve a Dios no como
negador de la condición humana, sino todo lo contrario.

HOMBRE: La visión del hombre en Sartre es la evidencia de la nada, el vacío (aunque este término
no tiene nada que ver con el nihilismo). Esto significa que para explicar al ser humano pone en
primer lugar la existencia frente a la esencia, lo que quiere decir que el hombre no está
condicionado ni determinado por ninguna esencia ni ningún proyecto previo, sino que se
configura así mismo en el hecho propio de existir. Es por ello que el hombre se entiende, desde
esta perspectiva más puramente metafísica, como la ausencia de definición. El hombre es a lo
sumo, proyecto por cumplirse en el propio desarrollo de la existencia y bajo la más absoluta libertad.
Entendido de forma más metafísica, el hombre fue denominado por Sartre como el para-sí,
conciencia de la existencia que debe definirse frente a la realidad (en-sí) que le rodea.

PROYECTO: Al igual que la nada, es un sinónimo para hablar del ser humano. Es el único
elemento definidor del hombre. Los individuos eligen su propio camino en la existencia, configura su
propia esencia. Este proyecto tiene tres características básicas:
a)Se construye de forma particular, singular, única, es decir, que cada individuo crea o fabrica su
propio proyecto de vida: sus valores, sus metas, sus inquietudes, etc…
b) Se hace con total y absoluta libertad, independientemente de las condiciones que
nos toquen vivir. Para Sartre, la libertad es compañera inseparable del hombre.
c)El sujeto se convierte el único responsable de su propia vida. En cuanto ser libre, no puede
depositar la responsabilidad de sus acciones en un ser que sea distinto a él mismo (Dios, un partido
político, un dirigente…).

ANGUSTIA: El hombre o para-sí al ser último creador de su propio destino, se encuentra con la
inevitable responsabilidad de asumir las consecuencias de sus actos. Esta responsabilidad le
provoca una angustia, el miedo a la equivocación o al error en nuestras propias decisiones.
Es por ello que todos los juicios relacionados con las opciones personales, la política, la ética o con
la religión, no tienen a ningún Dios ni a ninguna regla moral infalible al final del camino: tan solo
quedan en manos del propio sujeto que le confiere su propio sentido. Frente a la alegría y la falta de
culpa del superhombre de Nietzsche, el nihilismo (la ausencia de ese Dios) en Sartre sume al sujeto
en la zozobra y en la inquietud permanente. No hay ninguna decisión superior a otra: todas nadan
en esa angustia.
RESPONSABILIDAD: La libertad nos lleva necesariamente a asumir que el sujeto (que es
entendido como puramente autónomo) se convierte en el último responsable de sus actos. El sujeto
se convierte en creador particular de sus propios valores. Como hemos dicho antes, la
responsabilidad recae sobre él mismo y no sobre nadie más, en cuanto que nadie le puede
impedir a actuar de una forma distinta a cómo él lo desee. La ausencia o el desvío de la
responsabilidad se convierte en una conducta inauténtica, en la que sujeto reniega de su propia
libertad.
La responsabilidad también convierte al sujeto en portador de una ética, que oscila entre una visión
solipsista y egoísta (no salimos de nuestro mundo particular) considerar al resto de los hombres
como proyectos que pueden convertirse en competidores de nuestro propio proyecto de vida (“el
infierno son los otros”). Sartre sin embargo aboga por una ética del deber al modo kantiano, en el
que cada individuo/proyecto se convierte en un fin en sí mismo, y por lo tanto se hace digno del
respeto, al igual que sucede con la formulación del imperativo categórico (a diferencia de Kant no
existe ninguna fundamentación racional ni universal para esta ética: Sartre la asume de forma
individual, aunque él la desee para sus semejantes).

ELECCIÓN: Es el otro gran rasgo definitorio del hombre. Los hombres somos libres, en sentido
metafísico (no necesariamente político). Es decir, independientemente del estado político en el que
vivamos, de las condiciones biológicas que disfrutemos o suframos, el hombre es por definición
libertad. Está condenado a ser libre, como menciona el propio Sartre. Es decir, puede optar por
un proyecto o por otro, pero está obligado ineludiblemente a elegir. La misma no elección, el
dejarse llevar (la vida inauténtica o la mala fe) es en sí misma una elección sobre nuestra
propia existencia. Por otro lado, ninguna elección que hagamos es superior a las demás, ni
moralmente mejor ni más verdadera. Se asume desde la ausencia total de un responsable superior
al propio sujeto.

CAMPOS SEMÁNTICOS DE PLATÓN


Enviado por:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
“NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION” ®
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Santiago de los Caballeros,
República Dominicana,
2016.
“DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR
SIEMPRE”®

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